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  • Salud Mental y Tratamientos

Una introducción a la terapia de aceptación y compromiso (ACT)

  • 10/04/2013
  • Fabián Maero

El siguiente artículo es un artículo inédito de Amanda Russo y John Forsyth, adaptado y traducido al español por Fabián Maero.

La terapia de aceptación y compromiso (ACT, pronunciado como una sola palabra) es una de las terapias que integran el grupo cada vez mayor de las nuevas terapias de conducta de tercera generación (Hayes, Strosahl, y Wilson, 1999). ACT busca el equilibrio entre (a) la atención y los procesos de aceptación con (b) el compromiso y los procesos de cambio de comportamiento al servicio de una mayor flexibilidad psicológica y la participación en las actividades que importan (es decir, valores). Nuestra intención es ofrecer una introducción muy breve de ACT.

ACT y la terapia cognitivo conductual (TCC)

Como enfoque, ACT es parte del abordaje TCC, y comparte con ese abordaje un énfasis en el pragmatismo, la práctica basada en la evidencia, los principios del aprendizaje y tecnologías de cambio de comportamiento (Hayes, 2004, 2008). ACT también difiere de la TCC en un gran número de características.

ACT surgió de un abordaje post-skinneriano del lenguaje y la cognición denominado teoría de marco relacional (RFT por sus siglas en inglés, véase Hayes, Barnes-Holmes, y Roche, 2001). Esta teoría sugiere que la cognición está fundamentalmente construida sobre un proceso básico de relacionar eventos relacionalmente. Este proceso de relaciones es lo que genera los productos que normalmente consideramos como la cognición y el lenguaje. Y es enormemente útil en muchos sentidos. Sin una infinita capacidad de relacionar eventos, los seres humanos capaces de lenguaje no serían capaces de hacer nada de lo siguiente: pensar en el futuro, reflexionar sobre el pasado, hablar con sentido y escuchar con comprensión, crear, resolver problemas, conocernos a nosotros mismos, nuestra propia finitud y la eventual muerte.

Pero el proceso mismo de relacionar eventos también acentúa el sufrimiento humano. Así, del mismo modo que podríamos utilizar resolución de problemas de muchas maneras útiles (es decir, “Si puedo reemplazar la bombilla quemada con una nueva, la luz va a funcionar, lo cual será bueno”), también se puede aplicar esta misma estrategia cuando es inútil e incluso irrevocablemente perjudicial (es decir, “me puedo suicidar, entonces no tendré que sufrir ya más de depresión, lo cual será bueno”). RFT ha ayudado a explicar cómo y por qué los procesos normales del lenguaje pueden ser a la vez útiles y al mismo tiempo contraproducentes. Como los procesos relacionales se expanden para incluir eventos privados dolorosos, los seres humanos tienden a actuar para evitar, minimizar o alejarse de ellos, aun cuando hacer tal cosa no es útil o no funciona.

ACT también difiere de la TCC convencional en cuanto a sus metas de tratamiento. La mayoría de las TCC hace hincapié en cambiar la forma, la frecuencia o intensidad de los eventos privados problemáticos o difíciles (es decir, los pensamientos y sentimientos). ACT, por el contrario, se centra en cambiar la relación de un paciente con sus experiencias privadas, y no necesariamente la presencia o la forma de estas experiencias. Usando metáforas, ejercicios experienciales y estrategias de atención plena y aceptación, ACT enseña habilidades que permiten a los pacientes pensar lo que piensan, sentir lo que sienten, reconocer su historia y lo que la situación permite, y persistir en acciones que estén al servicio de sus valores.

ACT se basa en supuestos radicalmente diferentes sobre la salud psicológica y lo que se necesita para aliviar el sufrimiento humano. En su centro, ACT surge de una idea muy simple, a saber, que el dolor psicológico y el malestar son facetas ubicuas e inevitables de la vida, y por lo tanto no pueden ser totalmente evitadas o eliminadas. Sin embargo, la gente lucha activamente por cambiar, controlar, minimizar o evitar los eventos privados dolorosos (por ejemplo, los pensamientos, sentimientos y recuerdos), y esta lucha está apoyada por la cultura y la comunidad psicológica. El mensaje es el siguiente: cuando pienses y te sientas mejor o de otra manera, entonces vas va a vivir mejor. Por lo tanto, los eventos privados, sobre todo cuando son dolorosos, son vistos como barreras para una vida bien vivida. Y esta perspectiva apoya los esfuerzos directos hacia el cambio y modificación de las barreras dolorosas, o realmente los pensamientos, emociones, recuerdos y sensaciones físicas.

ACT pone este punto de vista de cabeza. Existe una literatura considerable que muestra que los seres humanos tienen un control muy limitado sobre los pensamientos, emociones y sensaciones físicas. Incluso ahora, supongamos que se te dijo que la palabra “palo” representa algo doloroso, incluso vergonzoso, de su pasado. Intenta no pensar ni sentir el peso de las emociones que están vinculadas con ella, mientras usted lee esto: En casa de herrero, cuchillo de… Ten en cuenta que no mencionamos la palabra “palo”, pero se hizo presente de todos modos. Y tenías muy poco control sobre ese evento. Y nota que lo que está en juego es muy bajo aquí. Hay pocos costos, en términos de su vida, en pensar “palo”. Lleva esta historia al mundo real donde el control parece realmente importar, tal vez volviendo las relaciones más complejas y elaboradas, y podrás ver lo difícil que puede ser controlar lo que pensamos o sentimos.

Por lo tanto, ACT intenta socavar esta lucha y esta agenda de control en sí, enseñando a la gente cómo vivir con los aspectos dolorosos de su historia, con el parloteo mental, con las experiencias emocionales displacenteras y hacer lo que funciona, lo que es importante. Y dado que ACT está más interesado en la aceptación y el compromiso con los valores, en lugar del alivio de los síntomas, ha llevado a una visión más amplia de los objetivos de tratamiento y los resultados aceptables en terapia.

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El modelo ACT

ACT también se basa en un modelo, que une seis procesos que contribuyen a la inflexibilidad psicológica y muchas formas de sufrimiento humano con seis procesos de intervención diseñados para aumentar la flexibilidad psicológica. La primera figura ilustra cada uno de los seis procesos de ACT que se cree que contribuyen a la patología, y en la figura siguiente se encuentran cada uno de los seis objetivos correspondientes a los blancos de intervención. A continuación se describen cada uno de estos enlaces.

 Fusión cognitiva versus defusión.
 Fusión cognitiva versus defusión.

Fusión vs. difusión

El término fusión cognitiva se refiere a la incapacidad para detectar el actual proceso de pensamiento como diferente de los productos del pensar. Por ejemplo: “Estoy deprimido” o “no valgo nada” son pensamientos, pero aquí se fusionan con un sentido del yo, y pueden llegar a regular el comportamiento de una manera dañina (por ejemplo: “no voy a tomar riesgos”, ”no puedo hacer cosas divertidas”, “me quedaré en casa”). La fusión no es mala ni buena, simplemente es. Se manifiesta en la lectura de un buen libro, estar absorto en una película, en el amor, en la alegría y en el dolor. Puede llegar a ser problemática cuando se extiende demasiado, lo que significa que las personas creen en la literalidad de sus pensamientos y se pierden en el contenido de su pensamiento hasta tal punto que domina sobre otras fuentes de regulación del comportamiento más útiles (Luoma, Hayes, y Walser , 2007).

ACT aborda la fusión cognitiva con defusión cognitiva, enseñando a los pacientes a observar los productos y procesos de pensamiento (es decir, “estoy teniendo el pensamiento…”, “estoy notando tal o cual pensamiento”, “estoy haciendo algo con mis pensamientos”) y notando una distinción entre esa actividad y el observador de esa actividad. En resumen, la defusión ayuda a crear espacio entre la persona y el parloteo mental, y los pacientes aprenden por experiencia que no son sus pensamientos y que la mente siempre está pensando, relación, de trabajo, y no siempre es necesario confiar o creer en ella.

Así como podemos observar objetos y aspectos de nuestro mundo exterior, la defusión crea el espacio para hacer lo mismo con nuestro mundo privado. Ese espacio, a su vez, permite elegir. Hay un número de estrategias de defusión dentro de ACT para generar espacio psicológico. Por ejemplo, mientras los pacientes aprenden a notar sus pensamientos conscientemente, pueden participar en técnicas como agradecerá a la mente por un pensamiento, o repetir palabras en voz alta hasta que el significado de la palabra se haya perdido y solo quede el sonido. Cuando los pacientes empiezan a etiquetar sus pensamientos simplemente como pensamientos, pueden realizar en conductas, incluso con la presencia del parloteo mental. Así, un paciente deprimido puede tener el pensamiento “me siento vacío” y participar en interacciones sociales con amigos, incluso con ese pensamiento. Note que el pensamiento no necesita ser cambiado ni objetado, solo se tiene que notar por lo que es: un pensamiento (Eifert y Forsyth, 2005; Harris, 2009).

Evitación experiencial vs. aceptación

Cuando los seres humanos se fusionan con los eventos privados dolorosos, actúan para evitarlos en la misma forma en que lo harían con las fuentes externas de amenaza o peligro. Evitación experiencial describe esta tendencia, y se refiere a los esfuerzos rígidos e inflexibles para escapar de o evitar eventos privados desagradables (los pensamientos, sentimientos, eventos fisiológicos y recuerdos) y las situaciones que pudieran ocasionarlos (Hayes et al, 1999; Hayes, Wilson, Gifford, Follette, y Strosahl, 1996). La evidencia sugiere que estos intentos evitativos requieren un esfuerzo considerable, y contribuyen poco para cambiar la calidad o la forma de la experiencia psicológica y emocional (Forsyth, Eifert, y Barrios, 2006). Además, la investigación demuestra que los intentos de suprimir y controlar los pensamientos y sentimientos no deseados y provocan más (y no menos) pensamientos y sentimientos no deseados (véase Purdon, 1999, para una revisión).

Más directamente, la evitación está relacionada con costos enormes en cuanto a vivir una vida valiosa. Si esto fuera tan simple como quitar la mano de una estufa caliente, diríamos “por supuesto, hazlo, y ¡hazlo rápido!” Pero esto no es así. Cuando las personas se alejan de los aspectos dolorosos de su historia que se aparecen psicológica, emocional, y físicamente, también tienden a alejarse de las cosas que les importan. Y se quedan con su dolor cada vez más grande al cual se suma el dolor de sus vidas que no funcionan.

La aceptación experiencial es un poderoso antídoto contra la evitación. Aceptación significa literalmente “tomar lo que se ofrece”, e implica aceptar plenamente la experiencia propia en este momento tal como es. Y es una habilidad de permanecer en contacto con experiencias privadas dolorosas sin tratar de alterar su forma o frecuencia, y continuar actuando de acuerdo con los valores personales de cada uno. En cierto modo, es dejar ir la lucha y abrirse a lo que nuestra historia proporciona, sin quedar atrapados en juzgarlo o estar a la defensiva. Este punto de vista de la aceptación es activo y valiente, y no debe ser confundido con la resignación pasiva o el darse por vencido (Forsyth & Eifert, 2008).

Desconesión vs. contacto con el momento presente

Cuando las personas se fusionan con sus pensamientos y sentimientos, se están perdiendo de vivir sus vidas en el momento presente. El foco en estar en el pasado o en un futuro imaginado prevalece sobre la situación actual, y esto puede dar lugar a un estrechamiento de las opciones de conducta. Una falta de contacto con el presente también hace que sea más probable que comportamientos pasados, habituales e ineficaces dominen en la regulación de la conducta (Luoma et al., 2007), a la vez que se disminuye el contacto con las circunstancias actuales que pueden ser más eficaces en la formación y la orientación del comportamiento. Debido a que el momento presente es el único lugar en donde la gente puede actuar para hacer una diferencia en sus vidas, ACT enseña a los pacientes a acercarse al momento presente, aprendiendo a prestar atención, intencionalmente, justo donde están, y sin necesidad de juicio. En otras palabras, aprender a estar presente contrarresta la tendencia a evitar o retirarse, tanto de los pensamientos y sentimientos dolorosos como de las circunstancias vitales y contextos, algunos de los cuales pueden ser parte de las actividades que importan. La respiración consciente es un ejemplo de varios ejercicios comúnmente utilizados para fomentar el contacto con el momento presente.

Apego vs. desapego con el yo conceptualizado

El apego al yo conceptualizado es una forma extrema de la fusión cognitiva, ya que implica la fusión con el propio concepto de sí mismo. Involucra las historias que las personas cuentan sobre sí mismas, que a su vez, ayudan a definir quiénes son como personas (por ejemplo, “yo estoy deprimido”, o “yo soy muy inteligente”, o “yo no soy digno de ser amado”). El riesgo que implica apegarse a nuestras narrativas personales es el estrechamiento de las opciones conductuales, en donde las acciones se dirigen a defender la narrativa o buscar formas de sostenerla (por ejemplo, ser la víctima, o estar roto, ser incapaz o inteligente). Aprender a desprenderse del yo conceptualizado consiste fundamentalmente en fomentar una perspectiva del yo como observador. Al igual que en mindfulness, se aprende a notar que las historias y narrativas son solo eso —es decir, que no tienen por qué ser de confianza o creídas—. Esta perspectiva del observador se desarrolla en ACT mediante el uso de ejercicios de atención consciente, metáforas y procesos experienciales (Eifert y Forsyth, 2005; Harris, 2009).

Confusión vs. claridad en los valores

En ACT, los valores se definen como direcciones para la acción intencional, y pueden dar un nuevo significado, propósito y vitalidad a una serie de comportamientos (Forsyth & Eifert, 2008; Hayes, 2004). No son acerca de creencias o moralidad, sino más bien que dominios que abarcan acciones típicamente vinculadas con una buena calidad de vida (por ejemplo, la familia, las relaciones, la salud, el trabajo, la recreación, la espiritualidad, el medio ambiente/ naturaleza, etc.) Actuar al servicio de los valores subyace todos los procesos de ACT (por ejemplo, la atención plena no es un fin en sí mismo, sino un medio para fomentar la acción guiada por valores). En cuanto a los objetivos pragmáticos, la acción guiada por valores es lo que los pacientes y los terapeutas trabajan para lograr, y todos los seres humanos son distintos en términos de los valores fundamentales que son importantes para ellos.

Dado que los valores proveen dirección a nuestras acciones, la falta de claridad en los valores hace que sea difícil para los pacientes actuar. Se sienten “estancados”, y su comportamiento se vuelve habitual y automático y a menudo al servicio de sentirse mejor, y no de vivir mejor. A medida que los pacientes aprenden a dejar ir la lucha interna, se genera espacio para considerar sobre qué quieren que sean sus vidas, con los valores como una guía útil.

Como los valores son más parecidos a una dirección que a un destino de llegada, nunca se acaban, y en cambio, se trata de un proceso permanente y continuo (tal como “ir hacia el oeste”, se puede seguir y seguir y nunca llegar allí). Los problemas con valores incluyen la falta de claridad en los valores y el énfasis en las reglas, ya sea para evitar eventos privados desagradables y las situaciones que pueden ocasión ellos (Eifert y Forsyth, 2005; Hayes, 2004). Los valores son importantes también, ya que a menudo ocasionan dolor. De hecho, dentro de ACT hay un dicho acerca de esto: en su dolor encontrarás tus valores y en tus valores encontrarás tu dolor. Por lo tanto, encontrar formas de moverse con el dolor inevitable de la vida para hacer lo que importa es fundamental para este trabajo y para la vida en general.

La inacción y la persistencia evitativa vs. acción guiada por valores

La inacción con respecto a los valores se refiere a la tendencia de los individuos a estar tan centrados en evitar emociones dolorosas y fusionarse con el contenido doloroso que pierden el contacto con sus valores, con la acción eficaz, y el momento presente (Hayes, Luoma, Bond, Masuda, y Lillis, 2006; Luoma et al, 2007)… En cierto modo, este dominio se refiere a avanzar con renuencia, apretando los nudillos, o a no avanzar en absoluto. ACT enseña a los pacientes a actuar guiados por sus valores, así como el compromiso a actuar, lo cual que es diferente de la intención a actuar. Como no hay una términos medios en ACT en este respecto, los pacientes pueden elegir hacer algo o no hacerlo en absoluto(Forsyth & Eifert, 2008; Harris, 2009). Por lo tanto, ACT promueve el uso de objetivos concretos, que, a diferencia de los valores, se pueden lograr y completar. Los pacientes típicamente tienen metas a corto y largo plazo con el fin de medir su cambio de comportamiento. Técnicas de cambio de comportamiento comúnmente usadas en ACT son la exposición, la adquisición de habilidades, manejo de contingencias, y la activación conductual.

Considerando el modelo y la evidencia

Dando un paso atrás, cada uno de los seis dominios pertenecen a una red más amplia de relaciones entrelazadas, que ayudan a mantener la principal fuente de sufrimiento humano y de la psicopatología y apuntar a su mitigación exitosa. Por ejemplo, mindfulness y aceptación socavan la evitación y la fusión, al mismo tiempo que crean un espacio para avanzar y comprometerse con acciones que importan, incluso al enfrentarnos a los aspectos dolorosos de nuestra historia. Del mismo modo, para actuar de acuerdo a valores requiere ser consciente de ellos y presentes en el aquí y ahora, donde se puede actuar sobre ellos. El objetivo general, sin embargo, sigue siendo la flexibilidad psicológica, o ayudar a las personas dejar ir, estar en el momento presente, y cambiar y persistir en la conducta al servicio de los fines valiosos.

Hay un creciente cuerpo de investigación apoyando cada uno de los seis componentes del modelo ACT de psicopatología y cambio de comportamiento. En general, los investigadores han encontrado que el uso de objetivos de intervención de ACT (defusión, aceptación, el momento presente, yo como contexto, los valores y la acción comprometida) da como resultado un menor reporte de malestar, el aumento de persistencia en las tareas y una mayor disposición a participar en tareas difíciles. Los componentes de cambio de comportamiento han sido examinados específicamente en estudios que han encontrado métodos dentro de ACT para ser útil, en comparación que los métodos de ACT son útiles(por ejemplo, la aceptación vs. control). Además, los estudios mediacionales hasta la fecha han arrojado resultados consistentes a favor de los componentes del proceso de ACT en una amplia gama de problemas cuando se mide antes y al mismo tiempo con el resultado (ver Hayes et al., 2006, para un meta-análisis).

Además de examinar los componentes de ACT proceso en términos de su efecto en el cambio, la investigación también ha investigado los procesos de cambio en la ACT en varios estudios de resultados. Tanto estudios de eficacia como de efectividad han aplicado conceptos de ACT a muchas formas de sufrimiento humano. Este trabajo abarca las áreas de trastorno de ansiedad generalizada, trastorno obsesivo-compulsivo, trastornos comórbidos de ansiedad y depresión, la depresión, los trastornos relacionados con sustancias, el dolor crónico y la esquizofrenia. ACT también ha sido evaluado en una variedad de formatos diferentes, incluyendo terapia individual cara a cara, la terapia de grupo, formatos breves de taller/grupo, y sistemas de autoayuda. Hasta la fecha, se han registrado aproximadamente 20 + ensayos controlados aleatorios evaluando los resultados de ACT y a pesar de que los tamaños de muestra son relativamente pequeños, los resultados han sido en general favorables (Hayes et al, 2006; . www.contextualpsychology.org para actualizaciones adicionales de investigación).

Resumen

Mientras las terapias de conducta continúan cambiando, también lo hacen las oportunidades futuras para mejorar el tratamiento. ACT, una nueva terapia de conducta de tercera generación, demuestra tal progresión. El objetivo principal de ACT no es la reducción de los síntomas, sino más bien, ayudar a las personas a encontrar una manera de moverse con lo que duele y hacer lo que funciona, para crear y vivir una vida consecuente con lo que realmente les importa. Los estudios de eficacia y efectividad debe seguir evaluando las intervenciones objetivo de ACT en términos de proceso y de resultado, ya que los seis componentes del modelo ACT pueden ser vistos como parte de un modelo interactivo del sufrimiento humano y lo que se necesita para promover la salud psicológica. La investigación sobre ACT ha dado resultados exitosos y prometedores para una amplia gama de problemas hasta ahora, pero todavía nos queda un largo camino por recorrer. Esperamos que esta breve recorrida genere la curiosidad de explorar esta nueva terapia, y tal vez incluso jugar un papel en su desarrollo en los próximos años.

Para más información sobre el abordaje puede visitar el restos de nuestros artículos en Psyciencia o visitar nuestra página web Grupo ACT.

Referencias bibliográficas

  • Eifert, G. H., & Forsyth, J. P. (2005). Acceptance and Commitment Therapy for anxiety disorders: A practitioner’s treatment guide to using mindfulness, acceptance, and value-based behavior change strategies. Oakland, CA: New Harbinger.
  • Forsyth, J. P., & Eifert, G. H. (2008). The mindfulness and acceptance workbook for anxiety: A guide to breaking free from anxiety, phobias & worry using Acceptance & Commitment Therapy. Oakland, CA: New Harbinger.
  • Forsyth, J. P., Eifert, G. H., & Barrios, V. (2006). Fear conditioning research as a clinical analog: what makes fear learning disordered? In M. G. Craske, D. Hermans, & D. Vansteenwegen (Eds.), Fear and learning: basic science to clinical application (pp. 133-153). Washington, D.C.: American Psychological Association.
  • Harris, R. (2009). ACT made simple.Oakland, CA: New Harbinger.
  • Hayes, S. C. (2004). Acceptance and Commitment Therapy, Relational Frame Theory, and the third wave of behavioral and cognitive therapies.  Behavior Therapy, 35, 639-666.
  • Hayes, S. C. (2008). Climbing our hills: A beginning conversation on the comparison of acceptance and commitment therapy and traditional cognitive behavioral therapy. Clinical Psychology: Science & Practice, 5, 286-295.
  • Hayes, S. C., Barnes-Holmes, D., & Roche, B. (2001). Relational frame theory: A post Skinnerian account of human language and cognition. New York: Kluwer Academic/Plenum.
  • Hayes, S. C., Luoma, J. B., Bond, F. W., Masuda, A., & Lillis, J. (2006). Acceptance and Commitment Therapy: Model, processes, and outcomes. Behaviour Research and Therapy, 44, 1-25.
  • Hayes, S. C., Strosahl, K. D., & Wilson. K. G. (1999). Acceptance and Commitment Therapy: An experiential approach to behavior change. New York: Guilford.
  • Hayes, S. C., Wilson, K. G., Gifford, E. V., Follette, V. M., & Strosahl, K. (1996). Experiential avoidance and behavioral disorders: A functional dimensional approach to diagnosis and treatment. Journal of Consulting and Clinical Psychology, 64, 1152-1168.
  • Luoma, J.B., Hayes, S.C., & Walser, R. (2007). Learning ACT: An Acceptance and Commitment Therapy Skills-Training Manual for Therapists.Oakland, CA: New Harbinger and Context Press.
  • Purdon, C. (1999). Thought suppression and psychopathology. Behaviour Research andTherapy, 37, 1029-1055.
  • Salud Mental y Tratamientos

Trastorno de pánico: una guía para profesionales

  • 10/04/2013
  • Fabián Maero

El dios griego Pan era de baja estatura, feo, y su aspecto podía considerarse humano sólo si se hacía omisión de sus orejas, cuernos, patas y barba de cabra (Papakostas, Eftychiadis, Papakostas, & Christodoulou, 2003). Refiere Robert Graves que “era en general tranquilo y perezoso, nada le agradaba más que la siesta y se vengaba de quienes le perturbaban lanzando un fuerte y súbito grito desde un bosque o una gruta, que les erizaba el cabello.” (Graves, 2005). Su aspecto, y en particular este grito, infundían terror y hacían huir a quienes se encontraren cerca de él: humanos, ninfas e incluso dioses. A pesar de que el dios Pan fue oficialmente declarado muerto por Plutarco hace siglos ya, la denominación de “terror pánico” (o simplemente “pánico”), es decir, el terror infundido por Pan, ha sobrevivido hasta nuestros días.

El grito de Pan era súbito, inesperado, aterrorizaba a los seres vivos, que invariablemente intentaban escapar de su influjo, y sin embargo,  fuera de su espeluznante grito, Pan no tenía armas ni causaba daño alguno.

Estas características enumeradas por la mitología son similares a las que presenta el Trastorno de Pánico . El primer criterio para el diagnóstico de TP según el DSM-IV (APA 1994), es la repetición de ataques de pánico inmotivados, inesperados, no desencadenados por la exposición a una determinada situación o estímulo. Sin embargo, a medida que se consolida la patología, esta condición azarosa suele disminuir y los ataques tienden a producirse cada vez con mayor frecuencia  en determinadas situaciones y no en otras.

Además de la presencia de ataques de pánico, otros criterios necesarios para el diagnóstico de este trastorno son:

  • La aprensión respecto a sufrir un nuevo ataque de pánico.
  • La preocupación persistente respecto a las consecuencias que tendría un nuevo ataque de pánico (perder el control, volverse loco, exponerse a una situación embarazosa, etc.
  • Un cambio significativo de comportamiento a causa de los ataques (vg. mayor numero de chequeos médicos, faltar al trabajo, alejarse de ciertos lugares, etc.).

Para el diagnóstico diferencial se debe descartar que los ataques sean debido a sustancias o a enfermedades médicas (vg. bebidas estimulantes, enfermedades cardíacas), y también se debe descartar cualquier otro cuadro psicológico que explique mejor los síntomas (por ejemplo: trastorno de ansiedad social, trastorno de ansiedad generalizada, trastorno obsesivo compulsivo, trastorno por estrés postraumático, trastorno por ansiedad de separación)

Este cuadro presenta un fuerte componente de activación somática y una constante preocupación de cuándo sucederá el siguiente ataque de pánico.

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Etiología

Si bien el TP se considera un trastorno adquirido (miedo aprendido), existen algunas vulnerabilidades  asociadas y predictoras. El modelo de “triple vulnerabilidad” utilizado por Barlow (Allen, McHugh, & Barlow, 2008), conceptualiza los trastornos de ansiedad como proviniendo de tres vertientes: una vulnerabilidad general biológico-genética a desarrollar ansiedad; una vulnerabilidad psicológica general; una vulnerabilidad psicológica específica.

La primera categoría es la vulnerabilidad biológica-genética. En este particular,  se ha encontrado evidencia de la existencia de una vulnerabilidad biológica para el desarrollo del TP, con un riesgo de transmisión familiar entre el 3.4% y el 17%. En estudios recientes, clasificando a los pacientes según su respuesta al Dióxido de Carbono (CO2) o en la edad de inicio, se observó una variabilidad significativa en el riesgo de contraer TP en los familiares en primer grado.

Dentro de la segunda categoría se incluye la  “sensibilidad a la ansiedad”, concepto que refiere a la creencia en que las emociones y sensaciones corporales relacionadas con la ansiedad son dañinas y potencialmente peligrosas (Zvolensky & Schmidt, 2007). La sensibilidad a la ansiedad es un factor componente de la ansiedad como rasgo, pero sin embargo, su valor predictivo del desarrollo de TP parece ser independiente de aquél (Li & Zinbarg, 2007).

Esto es consistente con el creciente consenso que se ha desarrollado en los últimos años respecto al rol que juega en los trastornos psicológicos la evitación de experiencias internas (emociones, recuerdos, pensamientos, etc.; véase Hayes et al, 1996), que son consideradas “indeseables”, generando así un intento de supresión de la experiencia, lo cual, por regla general, tiene como resultado el incremento de las emociones negativas (si bien la mayor parte de los experimentos se han realizado con supresión de pensamientos la evidencia sugiere un proceso similar con el resto de las experiencias internas; para un meta-análisis véase Abramowitz, Tolin, & Street, 2001).

Sobre esta base, la tercer categoría de vulnerabilidad, la vulnerabilidad psicológica específica, hace referencia a episodios de aprendizaje concretos, que vinculan la sensibilidad a la ansiedad a experiencias internas o externas específicas, ligando las predisposiciones biológicas y psicológicas generales a condiciones psicológicas específicas, y determinando así la especificidad del trastorno. Esto es, la predisposición ansiosa se objetiva en un trastorno particular, según qué parte de la experiencia ansiosa sea considerada peligrosa: en el TOC lo amenazante serán los pensamientos intrusivos, en TEPT los recordatorios del evento; en el TP, finalmente,  lo amenazante estará asociado a las sensaciones físicas de la ansiedad.

Epidemiología

La mayoría de los estudios muestran una prevalencia del TP más alta en mujeres que en varones, siendo de 2 a 1 para los AP y de 1,5 a 1 en el caso de TP. La edad promedio de inicio del trastorno es alrededor de los 20 años (Wittchen and Essau, 1993).

El TP puede ser una enfermedad muy discapacitante con alto impacto en el desarrollo de la vida diaria, social y laboral del paciente, afectando profundamente su calidad de vida. Tanto el  TP como la agorafobia parecen tener una evolución crónica con una fluctuación donde aumentan o se minimizan los síntomas pero sin remisión completa. En un estudio longitudinal en el que se realizó un seguimiento, al cabo de 3 años solo el 10% estaba exento de sintomatología (Noyes, 1990), mientras que en otro  se observó que sólo el 12% remitió completamente luego de 5 años (véase Faravelli, 1995).

La presencia de  agorafobia en el TP  es muy común, rondando entre el 30% y el 58% según los estudios. También hay una alta comorbilidad entre el TP y otros Trastornos de Ansiedad,  como el 20-75% en el caso del TAS, (Pelissolo and Lepine, 1998), 20% con TAG,  14% con TOC y 6%  en el TEPT (Goisman, 1994).

Respecto a los trastornos del humor, El Trastorno Depresivo Mayor es la comorbilidad más frecuente para el TP, yendo del 30 al 60% (Merikangas, 1996), si bien hay discusión acerca del orden de inicio, esto es, si es el TP lo que desencadena el TDM o si es a la inversa.

Finalmente, el abuso de sustancias es otra comorbilidad común al Pánico, alrededor del 36%. En su mayoría los abusos de sustancias parecen ser secundarios al TP y puede interpretarse como una auto-medicación, en un intento del paciente de regular la ansiedad con alcohol o drogas que inhiban el sistema nervioso (Marshall, 1997; Swendsen, 1998;  Merikangas, 1998).

Presentación clínica

A continuación revisaremos los distintos componentes del TP; en la práctica clínica la importancia relativa de los componentes varía en cada caso particular, y por esto es necesario en la evaluación tener en cuenta todas estas características, incluso aquellas que sólo estén presentes secundariamente.

Ataque de pánico

El ataque de pánico se describe como un episodio de miedo o terror intenso que usualmente se dispara y llega a su pico máximo en no más de 10 minutos. Según su disparador podemos identificar tres tipos de AP:

  • Inesperado: sin un motivo o estímulo identificable
  • Situacional: generados siempre luego de la exposición a un estímulo concreto.
  • Relacionado con una situación: la exposición a una situación determinada aumenta la probabilidad, pero no desencadena siempre el AP.

Durante un AP se pueden presentar los siguientes síntomas:

  • palpitaciones, sacudidas del corazón o elevación de la frecuencia cardíaca
  • sudoración
  • temblores o sacudidas
  • sensación de ahogo o falta de aliento
  • sensación de atragantarse
  • opresión o malestar torácico
  • náuseas o molestias abdominales
  • inestabilidad, mareos o desmayos.
  • parestesias (sensación de entumecimiento u hormigueo)
  • escalofríos o sofocaciones
  • desrealización (sensación de irrealidad) o despersonalización (estar separado de uno mismo)
  • miedo a perder el control o volverse loco
  • miedo a morir

El DSM IV requiere que se presenten al menos 4 de estos síntomas para considerarlo un AP completo; con menos de 4 síntomas se considera ataque de pánico limitado.

Un AP debe contener el elemento emocional-cognitivo del miedo a morir, volverse loco o sólo la experiencia de terror, pero también debe estar presente el elemento fisiológico de la actividad autonómica elevada (vg. las palpitaciones). Un episodio que reúna algunas características de un AP, pero sin la activación autonómica podría estar indicando ansiedad anticipatoria antes que pánico propiamente dicho (Barlow, 2004).

Otra característica es el carácter agudo del episodio: los síntomas deben comenzar de manera abrupta y alcanzar su pico máximo en un lapso de alrededor de 10 minutos; si entre el inicio y el punto álgido transcurre un tiempo significativamente más prolongado se debe considerar otro trastorno.

Como ya mencionamos, los AP son picos de ansiedad que pueden presentarse en diversos trastornos, según el disparador involucrado. Por este motivo, es necesario diferenciar en qué cuadro se presenta, ya que la distinción diagnóstica es lo que permitirá un abordaje de tratamiento más eficaz y preciso.

El AP es un síntoma, una crisis, y en sí mismo no constituye un diagnóstico,  ni tampoco es suficiente para diagnosticar TP, ya que se puede presentar en diferentes trastornos (TP, Fobia específica, Trastorno de Ansiedad Social, Trastorno por Estrés Postraumático, e incluso en trastornos depresivos), por lo cual es necesario distinguir cuáles son los disparadores del ataque de pánico. Por ejemplo, los ataques dentro del TAS se producen al exponerse a situaciones sociales de evaluación; en el caso del TEPT, se producen en presencia de recordatorios del evento traumático; en la fobia se dan en presencia del objeto temido, etc.

Lo central y característico en el caso del TP es que los AP parecen no tener disparador externo alguno.

La frecuencia de los AP en el TP es variable según el individuo: puede sufrirse uno por día o uno por año.  Como hemos señalado, a medida que pasa el tiempo y el trastorno se consolida, las estrategias de evitación del paciente pueden disminuir la cantidad de ataques de pánico. Barlow (Barlow, 2004), señala que en ocasiones, con el paso del tiempo disminuye el contenido cognitivo de pánico durante las crisis, y permanece en mayor medida la sintomatología física.

Agorafobia

La agorafobia es una especificación del TP según el DSM-IV. El TP puede estar acompañado o no de agorafobia -si bien en casi todos los casos la encontramos al menos en grado leve.

La agorafobia consiste en que ciertos lugares o situaciones se vuelven disparadores de ansiedad, lugares en los cuales la persona agorafóbica considera que podría sufrir un AP o síntomas relacionados al pánico, con las posibilidades de huida y disponibilidad de ayuda reducidas. Por este motivo, esas situaciones son progresivamente evitadas.

La agorafobia en sí misma es un componente distinguible del TP, e incluso es posible que se desarrolle agorafobia sin que el individuo llegue jamás a cumplir criterio para TP.  La agorafobia sin trastorno de pánico es relativamente infrecuente en la población clínica, pero los estudios en la población general han mostrado que es más frecuente de lo que cabría suponer, e incluso algunos hallazgos señalan que en la población general la prevalencia de la agorafobia sin trastorno de pánico es más alta que la de TP (Hayward & Wilson, 2007).  Ha habido un fuerte debate respecto de si las crisis de pánico generan la agorafobia, si es la predisposición agorafóbica la que genera eventualmente las crisis de pánico o si se trata de mecanismos distintos (para una revisión véase Hayward & Wilson, 2007; Faravelli & Paionni, 2001).

En la evaluación clínica es necesario distinguir la agorafobia de las evitaciones específicas que caracterizan a otros trastornos de ansiedad. Por ejemplo, evitar concurrir a un teatro por miedo a los gérmenes es un comportamiento más característico de un Trastorno Obsesivo-Compulsivo; no concurrir a una fiesta porque hablar con otras personas genera malestar es característico de un Trastorno de Ansiedad Social. En cambio, si bien una persona con agorafobia puede evitar ir a un teatro o concurrir a una fiesta, esto es debido al temor a sufrir un AP, o a experimentar reacciones asociadas al pánico (desmayo, diarrea), estando alejada del ámbito en el cual se siente segura.

Las respuestas frente a la situación que genera agorafobia son básicamente tres (lo cual da cuenta de la reducción del repertorio comportamental que implica):

  • Tolerar la situación o lugar soportando altos niveles de malestar.
  • Tolerar la situación o lugar solamente si se está acompañado por un conocido o medida de seguridad.
  • Evitar lisa y llanamente la situación o el lugar.

De acuerdo a su severidad, la agorafobia puede ir desde un malestar moderado que no impide las actividades cotidianas, hasta los casos más severos, en los que la persona se ve limitada a un radio reducido en torno a su hogar, o es completamente incapaz de alejarse del mismo. La agorafobia severa se asocia con un peor pronóstico y con resultados de tratamiento más pobres (Bitran, Morissette, Spiegel, & Barlow, 2008).

Para la evaluación clínica, utilizar una escala de perturbación de cada una de estas evitaciones (esto es, cuánto malestar generaría exponerse a la situación o señal evitada) permite crear una secuencia de trabajo.

Ansiedad anticipatoria

La aprensión respecto a sufrir un nuevo AP en ocasiones puede ser la característica dominante en el TP (incluso a expensas de los propios ataques de pánico, véase la nota 1), y a la vez, es esta expectación ansiosa la que dispara tanto la agorafobia como las medidas de seguridad.

Medidas de seguridad

Las medidas de seguridad son acciones de evitación que el sujeto realiza para sentirse más seguro (acompañarse de una persona, llevar un amuleto, una píldora de la medicación o el nro. de celular del terapeuta). Es necesario que el terapeuta esté atento a las medidas de seguridad (que pueden ser tan sutiles o inocuas como llevar un blíster vacío de medicación), al evaluar la exposición terapéutica, y no dar por terminado el tratamiento si aún persiste alguna de ellas, por más que no sea notable ni molesta, ya que su eventual presencia o ausencia puede desencadenar una crisis de ansiedad, y con ella la sensación de pérdida de control por parte del paciente y la recaída.

Evitación interoceptiva

Los pacientes con este trastorno se vuelven extremadamente reactivos a sus estados fisiológicos (Barlow, 2004): si pensamos que se trata de un episodio imprevisible e inexplicable (baste considerar que al menos un cuarto de los ataques de pánico tiene lugar mientras el individuo está durmiendo), para el individuo, un episodio en el que vivencia un pánico intenso acompañado de palpitaciones, sudoración, mareos, etc., podemos comprender que una sola de estas experiencias baste para generar el conocido y característico miedo al miedo o miedo al pánico, expresión que alude al temor a volver a sentir las sensaciones psicológicas y corporales asociadas al AP. Faravelli y Panionni (Faravelli & Paionni, 2001), hablan de “hipocondriasis” para referirse a la ansiedad e hipervigilancia respecto a las sensaciones físicas que se vuelve habitual para los individuos con TP. En general las investigaciones muestran que las personas con TP son más propensas a interpretar sensaciones corporales de modo catastrófico y prestar más atención a palabras que representan amenaza física o catástrofes. (Craske & Barlow, 2008)

Por este motivo pueden aparecer además de las evitaciones de lugares, conductas evitativas respecto a sustancias o actividades que provoquen sensaciones físicas similares a las producidas por los síntomas de pánico (por ejemplo, aumento de la frecuencia cardíaca o sudoración). Esto sucede cuando el individuo realiza una atribución causal  entre la actividad y el AP. Algunas sustancias o actividades que entonces pueden ser evitadas son, por ejemplo: la ingesta de café o alcohol, ejercicio físico, relaciones sexuales, discusiones, bailes, etc. Debido a los intentos constantes de evitar la situación temida,  el círculo vital del paciente se va restringiendo progresivamente, a medida que más y más lugares y actividades se convierten en potenciales disparadores de las crisis.

Desmoralización

La sintomatología del TP puede ser tan incapacitante para el paciente, que hasta en un 30% de los casos se desarrollan sentimientos de tristeza, culpa o anhedonia (Faravelli & Paionni, 2001). Estos síntomas generalmente se originan de manera reactiva a los síntomas del TP, sin embargo, debido a la alta comorbilidad de los trastornos de ansiedad, siempre se debe descartar la posible presencia de un trastorno depresivo independiente del TP.

Planeamiento del caso

Una vez confirmado el diagnóstico de TP, puede ser útil organizar el cuadro para un paciente en particular de acuerdo a la mayor o menor importancia de sus componentes principales: cognitivos, comportamentales y somáticos/fisiológicos, para determinar la relación entre el pánico, la evitación y los patrones comportamentales, ya sea respecto a señales externas o internas. Esto permite identificar las estrategias y especificidades de cada paciente, como así también planificar los pasos que seguirá el tratamiento.

Componentes cognitivos

  • Pensamientos y creencias acerca de cuál es la causa del ataque y cuáles pueden ser sus consecuencias.

Componentes conductuales

  • Medidas de seguridad: todas ellas, incluyendo las que parezcan inocuas
  • Evitación agorafóbica: todos los lugares o situaciones.
  • Evitación interoceptiva: sensaciones físicas similares al pánico (varían en cada paciente)
  • Distracción: evitación sutil y persistente para evitar los ataques

Componentes fisiológicos

  • Manifestaciones físicas en el caso particular. Dado que pueden ser disparadores de las crisis, es preciso identificar qué señales internas generan ansiedad respecto a sufrir una nueva crisis. 

Tratamiento

La utilización de teorías y protocolos de tratamiento con base empírica permite intervenciones eficaces, y en este contexto, el análisis de los componentes activos es la guía que permite adaptar el tratamiento a las particularidades de cada caso.

Existen diversos protocolos y modelos explicativos para los trastornos de pánico con o sin agorafobia, pero ciertos elementos son compartidos por los tratamientos mejor reconocidos y validados.

Psicoeducación

Como en todos los trastornos, el componente psicoeducativo es importante en el TP. Principalmente la psicoeducación deberá orientarse hacia normalizar los síntomas del paciente y proporcionar información adecuada respecto a qué puede esperar del tratamiento.

Exposición

La exposición es un componente fundamental en todos los protocolos de tratamiento para el pánico. De acuerdo a las características y pericia del terapeuta puede elegirse una exposición gradual o por el contrario, recurrir a exposiciones intensas, de manera continua o más espaciada (una opción respecto al espaciado de las exposiciones es comenzar con exposiciones masivas para ir espaciándolas a medida que progresa el tratamiento (esta modalidad se ha probado para fobias específicas,  pero aún no para pánico). En cualquiera de sus formas, el paciente se debe exponer a las situaciones evitadas, como puede ser ir al cine, estar solo en una plaza, ir a un shopping, etc. Pero también dentro de la lista de exposición se debe incluir la exposición interoceptiva, esto es, la exposición a las sensaciones físicas que el paciente asocia al pánico.

Es necesario que al diseñar la exposición el terapeuta permanezca atento al uso de medidas de seguridad de toda índole, tanto externas (“talismanes”), como internas (medidas de distracción como contar, rezar, etc.), ya que el éxito de la exposición se obtendrá sólo si el paciente se expone completamente, sin reservas ni subterfugios para disminuir su ansiedad. Una sugerencia es identificar y listar todas las medidas de seguridad utilizadas habitualmente por el paciente (cuidando no omitir aquellas tan incorporadas por la rutina que resultan casi imperceptibles para él mismo).

Asimismo,  se debe tener en cuenta la utilización de recursos terapéuticos para controlar la ansiedad.  Tanto la medicación como los recursos tales como técnicas de relajación, respiratorias o de stop al pensamiento pueden convertirse en medidas de seguridad y de este modo interferir con la exposición. Nuevamente, insistimos en el punto anterior, la exposición no puede realizarse a medias: puede graduarse a qué situación exponerse, pero una vez en la situación, el paciente debe tolerar la ansiedad sin utilizar ningún recurso (podríamos decir que exponerse es como saltar: no existe tal cosa como un medio salto, se está en el aire o no).

Evitación experiencial y estrategias de aceptación en el tratamiento

Algunos desarrollos actuales en el tratamiento de TP están vinculados a las terapias conductuales de tercera generación (ACT, DBT, FAP), y al uso de componentes ligados a la aceptación y el cambio orientado según valores personales.

Siguiendo a Hayes et al. (Hayes, Wilson, Gifford, Follete, & Stroshal, 1996), se considera el concepto de evitación experiencial como una dimensión fundamental en la conceptualización de los trastornos psicológicos (para una revisión véase Neharika & Ostafin, 2007). La evitación experiencial se compone básicamente del rechazo a experimentar experiencias internas aversivas (pensamientos, emociones, sensaciones físicas, etc.), y de las acciones llevadas a cabo para alterar o alejar las situaciones o eventos que las generan.

Dentro de esta línea, el uso de estrategias basadas en Aceptación y Mindfulness, toma como blanco los numerosos (y generalmente contraproducentes) intentos del paciente de alterar la frecuencia o la forma de las experiencias internas desagradables, ya sea mediante estrategias externas (agorafobia, evitaciones), o internas (distracción, supresión, pérdida de contacto con el momento presente). La línea general de acción, a diferencia de la TCC tradicional, consistirá entonces en el énfasis otorgado al contacto con el presente y la aceptación de los contenidos internos en tanto tales, al tiempo que se llevan a cabo acciones guiadas por los valores personales.

Psicofármacos

Respecto a la medicación, las investigaciones han mostrado que es similarmente efectiva a la terapia psicológica, pero los resultados de esta última se mantienen una vez terminado el tratamiento y en los follow-up a 6 y 12 meses, mientras que los efectos del tratamiento con medicación empiezan a decaer al retirar la misma.

Particularmente en nuestro país, el uso de benzodiacepinas está altamente extendido para los trastornos de ansiedad. Además de los efectos secundarios conocidos (particularmente los fenómenos de habituación y dependencia), los estudios muestran que el uso de benzodiacepinas interfiere con los efectos a largo plazo de la exposición. Esto está asociado al uso de las benzodiacepinas como medida de seguridad, y con el reforzamiento de la idea de que la ansiedad es peligrosa y debe ser controlada (lo cual viene a confirmar la vulnerabilidad previa).

Guía para la evaluación de ataques de pánico

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Guía para el cuestionario

  • Puntos 1 y 2: es necesario conocer no sólo el último episodio, sino también el primero. En ocasiones los pacientes no recuerdan cual fue el primero; en ese caso, se debe indagar por el más antiguo que pueda recordar y evaluar si los ataques han cambiado desde entonces (respecto a síntomas, disparadores, agorafobia, etc)
  • Punto 3: un AP requiere 4 de estos síntomas. Si hay menos, se debe considerar un AP limitado o bien otro trastorno.
  • Punto 4: evaluar qué tan peligrosos son considerados los ataques, y la valoración de sus propios recursos en relación a éstos
  • Punto 5: Ciertas sustancias o enfermedades pueden producir síntomas similares a un AP, esto descarta el diagnóstico de TP. En este punto se evalúa  Trastorno de Ansiedad inducido por sustancias o Trastorno de Ansiedad debido a Enfermedad Médica (DSM IV)
  • Punto 6: Se evalúa  el desencadenante situacional. El punto a) es equivalente al criterio de Trastorno por Estrés Postraumático. Los puntos b) y c) son para identificar una Fobia Específica. El punto d) es característico del Trastorno de Ansiedad Social.
  • Punto 7: evalúa la ansiedad anticipatoria respecto a los AP. En el caso de un TP podría haberse presentado una sola crisis en un período de un año, pero con una preocupación constante e invasiva acerca de volver a sufrirla.
  • Punto 8: evalúa la modificación comportamental a consecuencia de la crisis. La evitación de lugares o situaciones se refiere a la evitación agorafóbica; distracciones se refiere a la evitación sutil y persistente para evitar los ataques; la evitación de sensaciones físicas (o interoceptiva) se refiere a las similares al pánico(por ejemplo, no hacer ejercicio porque ello aumenta el ritmo cardíaco, no tomar café, etc.); finalmente, las medidas de seguridad son acciones para sentirse más seguro (acompañarse de una persona, llevar un amuleto, un comprimido de clonazepam o el nro. de celular del terapeuta). Incluso los comportamientos evitativos más pequeños deben resolverse antes de finalizar el tratamiento, caso contrario se corre el riesgo de una reactivación sintomática, por lo cual es conveniente ser exhaustivo en la interrogación.
  • Punto 9: evaluación de la presencia de agorafobia asociada. Leve significa que el paciente realiza sus actividades habituales pero con malestar, y sólo evita lo que no le resulta indispensable; moderada es cuando necesita acompañamiento para ciertas actividades, y su movilidad está restringida a un radio de su hogar; agorafobia severa es la que mantiene a la persona sin poder salir de su casa.
  • Puntos 10: verificar por posibles mecanismos de afrontamiento o evitativos ocultos.
  • Puntos 11 y 12: evaluar el impacto del trastorno sobre su humor, entorno y su vida en general.

Resumen

El pánico es un trastorno con alta presencia en la población general, ya sea bajo la forma de AP o de TP. Una buena evaluación, junto con tratamientos basados en exposición permiten terapias eficaces y una recuperación de la funcionalidad de la persona con un alto grado de eficacia.

(Gracias a Carolina Principi, María Inés Mathot y Rebolé, y Victoria Soler por su colaboración)

Referencias Bibliográficas

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  • Hayes, S. C., Wilson, K., Gifford, E. V., Follete, V., & Stroshal, K. (1996). Experiential avoidance and behavioral disorders: A functional dimensional approach to diagnosis and treatment. Journal of Consulting and Clinical Psychology (64), 1152-1168.
  • Hayward, C., & Wilson, K. (2007). Anxiety sensitivity: a missing piece to the agoraphobia without panic puzzle. Behavior modification , 162-173.
  • Levitt, J., & Karekla, M. (2005). Integrating acceptance and mindfulness with cognitive behavioral treatment for panic disorder. In S. Orsillo, & L. Roemer, Acceptance and mindfulness-based approaches to anxiety: Conceptualization and treatment. Springer.
  • Neharika, C., & Ostafin, B. (2007). Experiential Avoidance as a Functional Dimensional: An empirical Review. Journal of clinical psychology , 63, 871–890.
  • Wells, A. (2009). Metacognitive therapy for anxiety and depression. New York: Guilford Press
  • Salud Mental y Tratamientos

Si callamos, hablarán las piedras: un análisis al estado actual del psicoanálisis

  • 09/04/2013
  • Isabel Lucioni

Comencemos por aclarar algunos conceptos y cómo van a ser usados en este trabajo.

  1. Movimiento psicoanalítico: es el conjunto de personas que se consideran psicoanalistas y todas las prácticas de curas llamadas psicoanalíticas, más las publicaciones producidas por el primer conjunto.

  2. “El Psicoanálisis”: dicho en singular como pretenden seguir usándolo, tanto propios como extraños al movimiento psicoanalítico y, sobre todo, los enconados críticos de “los freudianos”, es inexistente.

Muchos de los enconados que menciono critican pues una singularidad o totalidad inexistente.

Son varios los psicoanalistas que hablan de una Babel que está constituyendo “al psicoanálisis” de tal manera que, como también están diciendo algunos, el singular referido a los integrantes del Movimiento y sus obras, no corresponde, sino que hay que hablar de “los psicoanálisis”.

Muchos psicoanalistas llegan a reconocer en privado pero no en publicado que : cada uno tiene su propia “ensalada” de autores en la cabeza, otros sostienen que cada uno elige la teoría que “le gusta”, otros explican que para cada paciente usan el autor conveniente, tirando de un “cajoncito” de los varios en los que tiene archivados a los autores, y finalmente están los muchísimos que afrontan la hinchazón llamándola gordura y que sostienen que la situación descripta constituye en sí misma nuestra “riqueza”.

Ese estado sería absolutamente divertido si se tratara sólo de un ejercicio de ideas y no de ideas diferentes que producen inevitablemente procesos de “cura” muy distintos y hasta dispares consecuentemente, así como una indeseable versatilidad y variabilidad en los diagnósticos, estado de la práctica y de la práctica teórica totalmente excéntrica al proyecto freudiano.

Es decir que el Movimiento está funcionando mas bien al estilo de  una fuerza política, que se diferencia bastante de una disciplina en búsqueda de verdades que operan concretamente en la vida de las personas, verdades contrastables de alguna manera, contrastación consensuada racionalmente, para lo que no es necesario acudir a una de las metodologías “duras” de contrastación parecida al experimento pero sin llegar a ello, cualquier metodología dura a la que, por la descripción antedicha, no es posible acceder en estos momentos. El estado de la psicología no es mejor aunque se tenga una esperanza de solidez (vana) en la identificación de la mente con el cerebro al estilo de Bunge.

Pero el objetivo de mi trabajo no es la psicología en general y sus múltiples formas de  psicoterapias, sino el estado del movimiento psicoanalítico, del cual defenderé siempre la validez de su fundamento: la estructura de la teoría freudiana y la práctica clínica que se deriva de ella.

Es muy difícil ver esto como un problema, y grave, cuando lo que cunde en la sociedad es el pensamiento débil, tal cual lo describió el filósofo Vattimo, alegre él porque evidentemente el pensamiento débil, el ataque a la racionalidad y a la lógica llevan a la religión.

Respeto a las religiones que buscan su verdad en un acto de fe, considerada por ellas como la virtud fundante de la religiosidad, y respeto su convocatoria a una verdad, consoladora de una humanidad que se siente huérfana, soberbiamente extrañada de los demás animales.

Pero encontrar verdades mas allá de una fe es un esfuerzo específico para buscarlas y no una mera variabilidad de ideas a las que se llame “riqueza”.

El ataque a la razón conlleva un ataque a la posibilidad de encontrar verdades con lo cual se funda también un relativismo absoluto de las afirmaciones, considerándose tiránica a toda posición científica, por lo menos en el campo de las ciencias humanas o sociales. Esta posición de muchos psicoanalistas que despacha con el cómodo mote de “positivistas” a todas las críticas, repito, un mote no funciona como una crítica razonable que deslinde por ejemplo la circunstancia de que hay muchos positivismos, funciona mas bien como un insulto que paraliza cualquier intento de crítica en el sentido de pensamiento crítico, el que es muy distinto a la mala educación, pero al que el pensamiento “blando” denigra. El pensamiento “blando” es un pensamiento sin lógica, intuitivista, en el que se exaltan los “sentimientos” en una regresión al romanticismo, no en el sentido común de regalar rosas o bombones, en que se lo usa también, sino en el de la corriente de pensamiento que dió origen, por ejemplo, al nazismo; con su sentimiento de “pueblo” y “raza” y su teoría del origen del universo a partir de una gran bloque de hielo. El pensamiento blando que tanto gusta a los relativismos extremos, culturales y morales, donde todos los gatos son pardos, pensamiento blando que también prefiere considerar al riguroso como “narcisista” o “irrespetuoso de las diferencias”, diferencias a las que se quiere salvaguardar en un estado de desorden e imprecisión extrema. El pensamiento “blando” reniega de la posibilidad de encontrar verdades salvo que sea por revelaciones compartidas por comunidad empática o de sentimiento.

Veo pues al movimiento psicoanalítico mal, en un estado de disolución implosiva y digo disolución, porque es un deterioro silencioso, parapetado detrás de la actitud de desechar todas las críticas despachándolas con otro mote: el de las “resistencias” o el “odio”, también resistencial contra el psicoanálisis.

freud

Esto no quiere decir, como lo reconocí en párrafos anteriores que la mayoría de las críticas emprendidas contra los “freudianos” sean buenas, mas bien son malas, sobre todo cuando atacan a Freud por mentiroso o por su vida personal, o porque se “peleaba” no dejando levantar cabeza a sus “discípulos”, como lo ha hecho el “Libro negro del psicoanálisis” o considerándolo como a un filósofo mas entre otros filósofos como hace Onfray.

La autocrítica tiene que ser interna, la tenemos que asumir los psicoanalistas si no queremos naufragar en una alegre y autocomplaciente disolución filosofante y poetizante, donde se considera psicoanalista a cualquiera que se autotitule así, aunque sea por ejemplo,  un deleuziano con algo de Lacan, al que no le importa que Deleuze sea un crítico de Lacan y de Freud, que ha inventado una terapia alternativa al psicoanálisis que es el “ezquizoanálisis”. Basta que su discurso “guste” a la masa de psicoanalistas para que se considere psicoanalista. Es un mero ejemplo de las “ensaladas” posibles hoy en día.

Sería un error pensar que esto se corrige con institucionalidad política como lo intentó hacer durante décadas la IPA, creando definiciones defensivas del psicoanálisis que pasan por la rigidez ritual como concepto de la técnica, lo que ha dado lugar y no sé si continúa así, a definirlo por el diván y por las cuatro sesiones como exigencia formal, que según se sabe pocos cumplen pero dicen que sí lo cumplen. Y cuando digo “definiciones defensivas” lo hago en el mas estricto sentido de defensa en el mas estricto psicoanálisis : defensa es lo que la angustia dispara como operación sustitutiva de un pensamiento que, si se hiciera también angustiaría.

Creo que hubo una desgracia inicial fundante del psicoanálisis  y de los psicoanálisis que fue la del no reconocimiento del psicoanálisis por la ciencia oficial decimonónica; no puedo ponerme en los zapatos de Freud como para saber cuál hubiera sido un camino mejor al que tomó, que fue el de formar una institución de alcance prácticamente ecuménico, la que no funcionó de manera muy distinta a la del Vaticano, con inquisidores internos incluidos.

Esta salida político-institucional fue mortal para la ciencia que se propuso fundar Freud, a pesar de su valor para saber apartarse de discípulos que no adoptaban las líneas fundamentales que él le imprimió a su teoría-práctica. No tenía porqué aceptar desviaciones que él consideraba esenciales para su construcción racional.

La estructura teórica y las prácticas como contexto de aplicación derivadas, son los grandes desconocidos del movimiento psicoanalítico a 113 años de la publicación de la “Interpretación de los Sueños” y su primera consolidación publicada de las bases para concebir el Aparato Psíquico.

La multiplicidad de fotos y recuerdos lacrimógenos de Freud que tanto gustan de conservar o de publicar en Facebook muchísimos que se consideran psicoanalistas, no hace mas que reafirmar este vínculo religioso pero no teórico-práctico que señalo.

Salvando las distancias y sin ofender a nadie, es parecido a lo que pasa con la iconografía de Jesús que prolifera en una inmensa masa generalmente incapaz de ser cristiana.

Salvando las distancias repito, porque ser psicoanalista es infinitamente menos difícil que ser cristiano, es decir heroicamente bueno.

psicoanalisis 1922Hace poco un joven colega que está emprendiendo muy rigurosamente sus estudios de la teoría y la práctica freudiana me hizo notar lo temprano de los primeros discípulos de Freud, por ejemplo Jung: fué mas o menos alrededor de 1912.  A esa altura sólo hacían 12 años de la primera configuración estable de la teoría del psiquismo, sólo se habían publicado los “3 Ensayos” y “Totem y Tabú” y la citada “Interpretación….” como grandes obras, y el primero todavía habría de sufrir numerosos agregados a lo largo de la vida de Freud. Los primeros discípulos fueron convocados por el deslumbrante descubrimiento del inconciente y la eficacia de la cura por la palabra que cambiaba totalmente la perspectiva de una medicina todavía mecanicista y abría el acceso científico a lo que los siglos habían llamado el alma, pero que ahora tenía forjada una categoría científica: el Aparato Psíquico, en 1912 todavía como Conciente-Preconciente-Inconciente. Faltaba un y poco aún para el otro gran monumento teórico que son los escritos de metapsicología y nada menos que 8 años para la revolución teórica freudiana de los años 20, y 26 años hasta la muerte de la fructífera y productiva vida de Freud, quien fundó una Institución antes de tener concluído su descubrimiento.

Los “discípulos” pues, se congregaron y luego se institucionalizaron sintiéndose socios del descubrimiento, expertos en inconciente y cura por la palabra, socios y no discipulos, lo que por lo menos a mí me explica algo del desenvolvimiento psicoanalítico.

Siempre me ha llamado la atención el narcisismo de los autores psicoanalíticos, la extremada estima que casi todos tienen sobre la “originalidad” y la “creatividad” de cada autor y la despreocupación absoluta por consolidar el fundamento o paradigma y las derivaciones lógicas de él. Creo que este es el comienzo del funcionamiento de la “cómoda” o “mesita de luz” donde cada cajoncito es un autor retirado en el momento necesario para cada paciente. Cada cajoncito un pequeño sol con pretensiones, generalmente, de ser el centro del sistema planetario del psicoanálisis.

André Green dijo antes de morir que una de las desgracias del movimiento psicoanalítico fue la de que el único genio haya sido y sigue siendo el fundador, sin desmedro de los valiosos aportes de varios otros autores, aportes que es necesario especificar lógicamente todavía por su relación al paradigma o fundamento en lugar de ponerlo en un “cajoncito” mas en la acumulación de nuestra “riqueza” o disolución implosiva.

¿Qué impresión tengo a partir de esa en la que veo que los “discípulos” se acercaron a Freud como socios y no dispuestos a aprender, aunque tantos se hayan analizado con el fundador y/o con algunos de sus primeros adherentes? Se sintieron en su mayoría mas inclinados a desatar su “originalidad narcisista” más que a acompañar críticamente pero con rigurosidad y paciencia el desenvolvimiento de la poderosa teoría que Freud estaba construyendo.

El análisis personal es una potente herramienta de conocimiento de sí mismo y de adquisición de la convicción sobre la existencia de nuestro propio inconciente, pero la experiencia del análisis no enseña teoría y tampoco enseña a ser epistemológicamente riguroso.

Green nunca será taxativo como lo soy yo, pero de todos modos sirven sus tímidos pensamientos que a veces rozan lo que planteo:

“La nueva clínica psicoanalítica y la teoría de Freud” pag 21:

(Refiriéndose al giro teórico freudiano de los años 20) “…ya no se trata entonces de una controversia destinada a averiguar si el psicoanálisis de Freud se debe admitir o rechazar. El proceso cismático ha terminado y el movimiento psicoanalítico ha dejado por el camino (Yo:¡¿?!) a los que estaban en desacuerdo con los principios fundamentales del psicoanálisis. Los que permanecen agrupados en torno de Freud no cesan de reafirmar su lealtad hacia su pensamiento y reconocen-con una sinceridad de la que no cabe dudar- su indiscutible leadership. No se puede negar, sin embargo, que las relaciones de Freud con sus discípulos eran mas complejas, y que sin cesar y de manera indefinida se replanteaba la cuestión formulada por Adler de saber si era preciso conformarse con vivir a la sobre del gran hombre. Freud percibía sin duda entre los más cercanos de sus fieles esa legitima necesidad de independencia, que el declaraba admitir sin limitación, aunque no ahorraba sus criticas cuando ese afán de volar con las alas propias dejaba a su juicio translucir desviaciones teóricas susceptibles de poner en peligro los ejes fundamentales de la teoría psicoanalítica.

Lo que sorprende de esta confesión es que, siendo un texto que en castellano se publicó en 1991, o sea con la obra de Lacan ya hecha y reivindicada como “la verdadera teoría o la continuidad de la teoría freudiana”, sorprende, repito, que Green no se haga cargo de este último “freudiano” (O sea Lacan) que viene a fundar el psicoanálisis por retroacción, sin respetar por lo tanto a ninguna categoría freudiana cuando las redefine en el contexto de: Simbólico-imaginario-Real, lo cual no funda sino que volatiliza toda la teoría freudiana ante un público complaciente, demasiado acomodado a los prestigios adquiridos como para hacerse cargo de un debate trascendental, en el que se jugaba nada mas y nada menos que cómo heredar, hacerse cargo productivamente de la herencia freudiana.

Pero hay mas cosas -que sorprenden a un pensamiento que es riguroso- de las que dice Green que hay que revisar como muestra nada mas de maneras de pensar que escucho muchísimo en el medio del “movimiento”. Son:

  1. Reafirmación de la lealtad. ¿Qué es eso? Lealtad no es un reconocimiento científico ni pone en juego una racionalidad, hasta política diría, porque si uno ve que un líder se equivoca políticamente hay que tener mas lealtad con la causa que con el líder. Lealtad pertenece mas bien a contextos religiosos o guerreros en los que si la obediencia, sobre todo en el último caso, es necesaria aunque lleve a la muerte.

  2. Reconocimiento del liderazgo ¿qué es eso? El juramento de los señores feudales al Rey “como primero entre pares”. El mismo Green está reconociendo el aglutinamiento de profesionales alejados ya de una posición científica.

¿Porqué lo reconocio Freud? Creo que por la expulsión que hizo de él la ciencia, a la cual siempre quiso pertenecer sin poder, y porque tempranamente apareció una incapacidad del movimiento, entusiasmado por la facilidad para que “muchos descubran cosas”, pero sin poder contrastar de manera fuerte es decir rigurosa todas y cada una de las “ideas” que iban ocurriendo mientras el fundador seguía firme en el camino de su descubrimiento que culminó en su muerte.

La contrastación clínica como única contrastación necesaria tiene fallas porque depende muy grandemente de los afectos del psicoanalista y del sentimiento subjetivo de bienestar que cada analizando tiene con ese psicoanalista. Pero esta es una dificultad que se agranda con la proliferación de ideas que no se critican o que se critican mal, porque ya hay desorden en la estructura de enunciados base y porque las ideas cunden también desordenadamente si algunos analistas “ven” o “como han dicho ver”. No alcanzo a saber cuánta responsabilidad sobre esto tuvo Freud y tampoco me preocupa porque no soy historiadora del Movimiento psicoanalítico.

Ejemplo de esto fue la bizantina discusión que sostuvieron los psicoanalistas respecto a M. Klein y con los kleinianos, sobre si había “suficiente Yo” al nacer como para aceptar la dramática de fantasías y defensas que Klein postulaba. Esta discusión me perturbó ya en la universidad haciendo la carrera, porque me quedaba claro que Klein no postulaba un  Yo semejante al Yo de realidad Definitiva, maduro y ejecutor de las defensas. Pensaba que sólo hacía falta el principio del Placer-Displacer para que territorios psíquicos se escindieran. Mas tarde pulí la idea, sobre todo cuando ya recibida, me dediqué a estudiar a Freud de lleno, y ví que Freud mismo había planteado una disociación así, defensiva en el Proyecto y que en otras obras postulaba el inicio del Psiquismo divido en un territorio de todo lo bueno-placiente=Yo de Placer Purificado y otro espacio psíquico al que llamó Objeto hostil como zona de todo lo displaciente=odiado. La discusión pues había sido totalmente inútil por lo menos porque se había ignorado lo que Freud había sostenido respecto a los inicios del Aparato Psíquico.

Mas tarde todavía me seguí sorprendiendo del desorden de la producción psicoanalítica cuando vi que piera Aulagnier postulaba un “Pictograma bueno” y un “Pictograma malo” reconociendo vagamente y sin precisiones a Freud y sin reconocer a Klein. O no estudiaban debidamente o eran falsarios, una de dos.

Pero el colmo del desorden ha sido Lacan indudablemente. En mi experiencia la teoría freudiana nunca fue una ortodoxia, cuando estudiaba la mayoría de los psicoanalistas hablaban básicamente kleiniano y las referencias a Freud no eran profundas y de pronto comenzaron a hablar en otro idioma o a mezclar términos de otro idioma que rápidamente me dí cuenta de que era un dialecto nuevo: el lacanés.

Como yo ya estaba consolidando a Freud como una estructura teórica fuerte y lógica me ví arrasada por este idioma que se proponía como la mejor continuidad de Freud, así que me dediqué a estudiarlo también durante 9 años.

Indudablemente el nuevo autor no planteaba disidencias o novedades sino que era una teoría que arrasaba con la teoría frfeudiana y con todo aquéllo que uno pudiera considerar aporte o derivaciones consecuentes de la teoría fundacional.

Pero el movimiento psicoanalítico fue creyente una vez mas: viró sin crítica al idioma lacanés y puso fervientemente retratos de Lacan al lado de los de Freud. La mayoría probablemente no conoce ni a uno ni al otro. La IPA echó a Lacan sin crítica, sólo por la sesión de tiempo arbitrario que Lacan preconizaba y que le permitió ahorrar en oro, pero la oficialidad psicoanalítica jamas defendió a Freud teórica y clínicamente  Defendió su ritual de 4 por 50 minutos.

Otra vez citamos la percepción y la cobarde complacencia de un gran intelectual como André Green en su libro editado en 2002: “El pensamiento clínico” Pag 26. “ Si el pensamiento psicoanalítico sufre hoy no es por su cuestionamiento de las ideas eutanasias  Esto sería mas bien  el indicio de un psicoanálisis en movimiento, y no fijado a la idolatría de su creador y a su teoría. No, lo que preocupa es la multiplicidad de ideas de reemplazo, la dispersión de referencias fundamentales, la ausencia de un examen atento y desprovisto de prejuicios de los cuerpos doctrinarios que se reparten el campo del psicoanálisis. Es válido preguntarse si, a pesar de los notables logros de la posteridad de Freud, algo no se perdió, o si las numerosas modificaciones aportadas a sus interpretaciones de la clínica  sus recomendaciones técnicas, sus hipótesis teóricas, no llevaron a una crisis del entendimiento psicoanalítico.

Va de suyo que está describiendo una situación grave, leída atentamente es el estado que yo llamo de disolución implosiva pero Green concilia permanentemente las contradicciones sin admitir que existe una necesidad lógica de exclusiones. En la pag 27 de la obra citada dice: “ Son muchos los admiradores de Freud entre los psicoanalistas, (Yo: Freud estará contento de tener tatos fans como una estrella de rock) incluso entre aquéllos cuyas opciones contemporáneas se separan tanto de su obra-aunque se proclamen sus continuadores-, que ya no tienen mucho en común con ella. Y, de un deslizamiento a otro, lo que hace temer la inminencia de lo peor…»

Ah! Lo peor es inminente! Pero Green continua impávido como tantos autores contentos con la “originalidad” que le dejan a la posteridad, aunque no sepamos si esa posteridad será de psicoanalistas,  puede que el nombre continúe porque, como ya hemos visto, Freud tiene muchos fans. ¡Jesucristo Superstar!

Si seguimos callando, hablarán las piedras.

Ha llegado la hora de reconocer, conocer los fundamentos y reconocerse en los fundamentos, fundamentar a los fundamentos, separar lógicamente lo que es de lo que no es y, sobre todo, fundamentar la clínica y hacer descripciones coherentes de los procesos que desencadenamos en los pacientes y de los diagnósticos a partir de los cuales los comprendemos e intentamos ayudarlos.

Si callamos hablarán las piedras.

  • Salud Mental y Tratamientos

El mensaje de recapitulación y sugerencia en 5 pasos

  • 08/04/2013
  • Jorge Ayala Salinas

Hoy comparto una forma sencilla de elaborar el mensaje final de recapitulación y sugerencia -o feedback, como prefieren llamar algunos- en tan sólo 5 pasos.

El mensaje de recapitulación y sugerencia es un desarrollo posterior de la Terapia breve centrada en soluciones creado por Eve Lipchik, que reemplaza lo que originalmente se conocía como mensaje de intervención o feedback, y que incluía un elogio, las indicaciones que eran necesarias para la persona, y finalmente, un tarea terapéutica.

Los 5 pasos:

Paso 1:

Toma una hoja A4 y divídela en 4 partes. Toma cada una como un recuadro que será espacio para encabezar lo siguiente: “Problema”, “Milagro”, “Escala”, “Recursos”.

Paso 2:

En el recuadro del “Problema”, escribe una breve descripción del problema tal como la persona te lo presenta, es decir, usando sus propias palabras.

Paso 3:

En el recuadro del “Milagro”, escribe la respuesta a la pregunta del milagro u otra que se relacione con el “futuro preferido” de la persona, usando sus propias palabras.

Paso 4:

En el recuadro de la “Escala”, escribe la respuesta a la pregunta de la escala, marcando el lugar en que se encuentra en ese momento la persona.

Paso 5:

En el recuadro de “Recursos”, escribe las cualidades, fortalezas y recursos internos y externos de la persona.

Cuando tengas el papel completo con cada una de estas respuestas, haz una pausa. Si necesitas más de un papel es que probablemente tienes demasiado información, así que debes elegir entre las más importantes para la persona.

Durante la pausa recopila esta información, para tener un mensaje con el que puedas recapitular la conversación y ofrecer una sugerencia. Este debe contener:

  1.  Una breve descripción del problema tal como lo ha presentado y descrito la persona (recuadro del problema), manifestando tu apoyo a este problema difícil y grave, manifestando también que tendrán un trabajo duro para poder resolverlo.
  2. Luego, puedes expresar de manera genuina tu admiración por todas las cosas buenas que la persona desea que sucedan en su vida (recuadro del milagro), y la manera tan clara y realista en que ha descrito estas situaciones, colaborando contigo.
  3. Comparte lo impresionado/a que te encuentras con su ubicación en la escala y todo lo que ha hecho porque esto suceda (todo lo que ha sucedido entre el “0″ y el lugar en que se encuentra), mencionando todos los recursos que ha utilizado.

Luego, construiremos lo que Insoo Kim Berg llamó “el puente”:

Así que, por todo esto que usted me ha contado, a mi se me ocurre una idea de algo que podría ser útil. ¿Me permite contarle?”

Para elaborar la sugerencia, hay que tener en cuenta lo siguiente:

  1. Si la persona viene haciendo algo útil para sus fines, y sabe cómo hacerlo, se le pide hacer más de lo que funciona.
  2. Si la persona no sabe cómo lo hizo, le decimos que podemos apreciar que hay algo que está haciendo muy bien para ubicarse de esa forma en la escala, y le pedimos que trate de averiguarlo durante el tiempo en que no nos vamos a ver (“preste atención a todas las cosas buenas que le ocurren durante este tiempo y anótelas. Y si se anima, repítalas, si desea que algo parecido continúe sucediendo).
  3. Si te encuentras muy confundido/a, dile a la persona precisamente esto: que te encuentras algo confundido, y luego de ofrecerle todos los elogios que tengas que mencionar, pídele que preste atención a todo lo que pasa, y le gustaría que continuara sucediendo durante el tiempo en que no se vayan a ver.
  4. Y si la persona tiene una imagen muy clara de lo que quiere que suceda desde la pregunta del milagro, pídele que pretenda actuar como si el milagro hubiese sucedido.

Luego de utilizar estos pasos, me encantaría oír cómo te ha ido con ellos.

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

La terapia familiar podría ayudar a los niños con riesgo de sufrir de trastorno bipolar

  • 04/04/2013
  • David Aparicio

Una reciente investigación sugiere que la terapia familiar es más efectiva para niños con alto riesgo de sufrir de trastorno bipolar, que el tratamiento educativo de menor duración.

En el estudio, publicado en el Journal of American Academy of Child and Adolescent Psychiatry, se explica que los niños y adolescentes con trastorno depresivo mayor o formas más sutiles del trastorno bipolar, que tenían al menos un familiar de primer grado con trastorno bipolar, responden mejor al tratamiento de 12 sesiones centradas en la familia que un tratamiento educativo breve.

Para realizar la investigación, se identificó a 40 niños que tenían en promedio 12 años de edad y estaban en riesgo de desarrollar el trastorno bipolar. Estos niños estaban diagnosticados con trastorno depresivo mayor, trastorno ciclotímico o trastorno bipolar no especificado (episodios breves de manía o hipomania que no cumplían con todos los requisitos diagnósticos del trastorno bipolar), y tenían por lo menos un familiar de primer grado (por lo general uno de sus padres) con  trastorno bipolar I o II.

Estos participantes fueron asignados aleatoriamente a recibir terapia familiar focalizada, que consistió en 12 sesiones de terapia familiar las cuales incluyeron 4 meses de psicoeducación (aprender estrategias para manejar los altibajos del estado de ánimo), la formación de habilidades de comunicación o entrenamiento  en habilidades para resolver problemas; y de 1 a 2 sesiones de información familiar (control educacional).

El 60% de los participantes estaba recibiendo medicación y continuaron recibiéndola durante el transcurso de la investigación.

Los participantes que recibieron tratamiento familiar focalizado lograron recuperarse de los síntomas iniciales depresivos en un promedio de 9 semanas, comparado con las 21 semanas que les tomó a los participantes del grupo control.

Los sujetos que recibieron TFF también tuvieron más semanas de completa remisión de los síntomas depresivos luego de un año de haber concluido el estudio. Asimismo se pudieron observar  mejoras en los síntomas maníacos por medio del Young Mania Rating Scale.

Otro hallazgo fue que, a los sujetos que vivían en familias que puntuaron alto en la emoción expresada (comentarios críticos o sobreprotección emocional de los padres), les tomó casi el doble de tiempo para recuperarse de sus síntomas depresivos comparados con los que puntuaron bajo en emoción expresada.

Un segundo análisis indica que los jóvenes provenientes de familias donde hay una alta emoción expresada, que recibieron terapia familiar focalizada, pasaron más semanas en remisión que los jóvenes que sólo recibieron educación.

Respecto a los descubrimientos los directores de la investigación David J. Miklowitz, Doctor de la Escuela de Medicina en UCLA, y Kiki D. Chang, médico en la Escuela de Medicina de la Universidad de Stanford, sostuvieron que hay que ser cautos con la generalización de los resultados ya que solo un año de seguimiento es muy poco tiempo para determinar si aquellos jóvenes desarrollarán el trastorno bipolar. Sin embargo, detectar el trastorno bipolar en sus primeras etapas, estabilizar sus síntomas y ayudar a la familia a hacerle frente eficazmente a los cambios repentinos de humor del niño, pueden ser altamente útiles para reducir los riesgos y mejorar los resultados a largo plazo.

Fuente: Elsevier

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(PDF) Bases para la elección del tratamiento farmacológico en el trastorno por déficit de atención/hiperactividad

  • 04/04/2013
  • David Aparicio

Objetivos

Recoger algunos factores que pueden ayudar al clínico a diseñar un plan de tratamiento farmacológico para el niño y adolescente con trastorno por déficit de atención/hiperactividad (TDAH), y realizar una revisión de la bibliografía sobre factores para la selección del tratamiento farmacológico en el TDAH.

Desarrollo

El tratamiento del TDAH requiere el diseño de un plan completo e individualizado para cada paciente, familia y entorno, que incluye tres partes principales: psicoeducación y entrenamiento en manejo conductual, apoyo académico y medicación. Los estimulantes (metilfenidato) y los no estimulantes (atomoxetina) son los dos fármacos aprobados en España para niños y adolescentes y para continuación del tratamiento en adultos con TDAH. El tamaño del efecto de los estimulantes (1,0) es mayor que el de la atomoxetina (0,7-0,8). La metodología del estudio, especialmente la duración, puede afectar el tamaño del efecto. El rango del número de pacientes necesario para tratar es de 1,9 a 5,3, superior al de otros fármacos para otros trastornos (antidepresivos o antipsicóticos). Entre los factores que condicionan la elección del tratamiento farmacológico del TDAH están: comorbilidad, efectos adversos potenciales (especialmente bajo apetito, insomnio, tics y potencial de abuso de la medicación), preferencia de los padres y del paciente, necesidad de acción a lo largo del día o en momentos concretos del día, necesidad de inicio rápido de acción, precio y necesidad de visado de la medicación.

Conclusiones

Existen unos factores asociados al propio paciente y a las características del TDAH, al fármaco y al entorno o situación del paciente que deben considerarse al seleccionar una medicación para el TDAH.

 

  • Salud Mental y Tratamientos

Trastorno del sueño vinculado al desarrollo de demencia

  • 04/04/2013
  • Alejandra Alonso

La mayoría de las personas tiene conocimiento de las características que presenta alguien con demencia tipo Alzheimer, una de las enfermedades más sufridas por los adultos mayores y también una de las más temidas ya que es devastadora. La demencia con cuerpos de Lewy es la segunda forma de demencia más común entre los ancianos, y un grupo de investigadores de Mayo Clinic ha encontrado que el predictor más importante para saber si una persona está desarrollando dicha demencia es si actúa sus sueños mientras duerme. Los hallazgos también podrían tener algunas implicaciones importantes en el diagnóstico de la enfermedad de Alzheimer.

El estudio encontró que los pacientes son cinco veces más propensos a desarrollar demencia con cuerpos de Lewy si experimentan una condición llamada Trastorno de Conducta durante el sueño REM, que si tienen uno de los factores de riesgo utilizados actualmente para diagnosticar, tales como cognición fluctuante o alucinaciones.

El Trastorno de Conducta durante el sueño REM es causado por la pérdida de la parálisis normal de los músculos que se da durante el sueño REM. Puede aparecer tres décadas antes (o incluso con más anterioridad) del diagnóstico de demencia con cuerpos de Lewy en hombres, dicen los investigadores. Sin embargo, agregan que el vínculo entre dicha demencia y el trastorno del sueño no es tan sólido en mujeres.

“Aunque es, por supuesto, verdad que no todos los que tienen un Trastorno de Conducta durante el sueño REM desarrollan demencia con cuerpos de Lewy, un porcentaje del 75% al 80% de los hombres con esta demencia en nuestra base de datos de Mayo Clinic sí experimentaron un Trastorno de Conducta durante el sueño REM. Así que sí es un indicador potente para la enfermedad,” dice la investigadora principal, Dra. Melissa Murray, una neurocientífica en Mayo Clinic en Florida (EE.UU.).

Los hallazgos del estudio podrían mejorar el diagnóstico de esta demencia lo cual podría llevar a un tratamiento beneficioso, dice la Dra. Murray.

“Monitorear el Trastorno del Sueño en un paciente con demencia podría ayudar a los clínicos a diagnosticar tanto la demencia con cuerpos de Lewy como la enfermedad de Alzheimer,” dice ella. “A veces puede ser muy difícil ver la diferencia entre estas dos demencias, especialmente en los estadios iniciales, pero hemos encontrado que solo el 2 o 3% de los pacientes con la enfermedad de Alzheimer ha tenido este Trastorno del sueño.”

Una vez que se realiza el diagnóstico de demencia con cuerpos de Lewy, los pacientes pueden utilizar drogas que traten las cuestiones cognitivas, dice la Dra. Murray. No hay ninguna cura disponible actualmente.

Los investigadores de Mayo Clinic en Minnesota y Florida, liderados por la Dra. Murray, examinaron Imágenes de Resonancia Magnética (IRM), escaneos del cerebro de 75 pacientes diagnosticados con una probable demencia con cuerpos de Lewy. Se realizaron también autopsias cerebrales para evaluar la alta o baja probabilidad de demencia.

Los investigadores chequearon también la historia del paciente para ver si el trastorno del sueño había sido diagnosticado durante el cuidado en Mayo Clinic. Utilizando estos datos y los scans cerebrales, llegaron a un diagnóstico definitivo del trastorno del sueño con un diagnóstico definido de demencia con cuerpos de Lewy cinco veces más a menudo de lo que podían hacerlo con los factores de riesgo, como pérdida del volumen cerebral, utilizando en la actualidad para ayudar en el diagnóstico. Los investigadores también mostraron que los pacientes con poca probabilidad de demencia con cuerpos de Lewy que no tenían el trastorno del sueño presentaban hallazgos característicos de la enfermedad de Alzheimer.

“Cuando hay grandes certezas en el diagnóstico, podemos tratar a los pacientes acordemente. Los pacientes con Demencia con cuerpos de Lewy que no presentan las atrofias parecidas a Alzheimer en el IRM tienen más probabilidades de responder a la terapia (a ciertas clases de drogas) que aquellos que tienen algunas patologías del Alzheimer,” dice la Dra. Murray.

Fuente: Mayo Clinic

Sin categoría

(PDF) Guía General Sobre la Dislexia

  • 02/04/2013
  • David Aparicio

La dislexia se incluye dentro de una amplia clasificación, la de las dificultades específicas de aprendizaje (DEA) definidas como “Desorden en uno o más de los procesos básicos que involucran la comprensión oral y escrita del lenguaje”. Los problemas que pueden observarse en la escuela se concretan en distintas áreas: pensamiento, habla, lectura, escritura, deletreo o dificultad para manejar signos matemáticos. Se da en sujetos con un desarrollo cognitivo o inteligencia normal o alta, que no padecen alteraciones sensoriales perceptibles y que han recibido una instrucción adecuada.

Fuente: Psicomont

  • Salud Mental y Tratamientos

(PDF) Deconstruyendo los trastornos del espectro autista: perspectiva clínica

  • 02/04/2013
  • David Aparicio

El trastorno del espectro autista (TEA) es un término utilizado para describir un grupo heterogéneo de niños, cuyas características comportamentales se solapan con manifestaciones clínicas de diversos trastornos del desarrollo, definido por su comportamiento. El TEA se debe a muchas etiologías, y su heterogeneidad genética y fenotípica es consistente con bases moleculares clínicas y genéticas complejas, pero significativas. La heterogeneidad clínica y biológica del TEA es congruente con el punto de vista de que el TEA es la expresión de un desarrollo cerebral atípico que da lugar a manifestaciones clínicas variables, que reflejan diferentes vías genéticas y moleculares específicas.

Es probable que existan genes de riesgo y factores precoces del entorno para el TEA que contribuyan a una trayectoria aberrante del desarrollo cerebral y de la conducta. Estas alteraciones llevan, hipotéticamente, a una interacción social alterada y, como resultado, al desarrollo anormal de redes neuronales críticas para la interacción comunicativa y social. Todo ello amplifica el desarrollo del proceso sociocomunicativo anormal, dando lugar a un síndrome de TEA completo. Hay esperanza en que la intervención temprana pueda alterar estos problemas precoces del desarrollo y reconducir al niño a una trayectoria evolutiva más típica.

Se discuten las limitaciones de la tríada conductual utilizada para el diagnóstico del TEA, especialmente se presentará una perspectiva de cómo estos resultados afectan el diagnóstico y tratamiento de los niños con TEA y de las fronteras clínicas del espectro autista.

Fuente: Neurología.com

  • Salud Mental y Tratamientos

Día mundial de concienciación sobre el autismo

  • 02/04/2013
  • David Aparicio

«El autismo no está restringido a una sola región ni a un solo país; es un reto de alcance mundial que requiere medidas a nivel mundial. Ahora es el momento de obrar en pro de una sociedad más inclusiva, poner de relieve los talentos de las personas afectadas y velar por que haya oportunidades para que puedan desarrollar su potencial.»

Mensaje del Secretario General, Ban Ki-moon
con motivo del Día Mundial de Concienciación sobre el Autismo.

Hoy, 2 de Abril de 2013, se celebra el Día mundial de concienciación sobre el autismo y para conmemorarlo te dejamos este vídeo que nos resume los principales indicadores que nos alertan sobre los trastornos del espectro autista.

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