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Sin categoría

¿Acaso las personas depresivas utilizan diferente el Internet?

  • 25/06/2012
  • David Aparicio

Según los resultados de una nueva investigación (Puedes descargarla aquí), próximos a ser publicados en IEEE Technology and society magazine (Revista de Tecnología y Sociedad de IEEE), los sujetos con síntomas depresivos revisan compulsivamente sus emails, miran muchos videos, pasan demasiado tiempo jugando juegos en línea, chateando y cambian frecuentemente  de aplicaciones.

El estudio

Con la previa autorización de los sujetos participantes, los investigadores siguieron el patrón del uso de Internet de 216 estudiantes de Ciencias de Tecnología de la Universidad de Missouri. Al iniciar el estudio, los investigadores midieron los niveles de depresión de los sujetos y encontraron que cerca del 30 % de ellos tenía algún síntoma depresivo, como por ejemplo: bajo estado de ánimo, pérdida de concentración y excesivos sentimientos de soledad. Es importante destacar que esto no significa que el 30 % de los estudiantes participantes del estudio estuviera clínicamente depresivo, ya que según los manuales de psicopatología, para obtener un diagnóstico de depresión,  se  necesitan por lo menos 4 síntomas predominantes por un tiempo no menor a  2 semanas.

Con referencia al estudio, los autores Sriram Chellapan y Raghavendra Kotikalapudi sostuvieron:

“Nuestro estudio encontró que los estudiantes que mostraron signos de depresión tienden a usar el internet diferente en comparación a los sujetos que no mostraron algún rasgo depresivo.”
“Creemos que el patrón del uso de internet dice algo sobre ti. Especialmente, nuestra investigación ofrece pistas de tu salud mental.”

Implicancias de los resultados

Los resultados arrojados por la  investigación no pueden determinar si la depresión es causa del uso de Internet o viceversa o   algo más importante aún, si la conducta sobre el Internet alivia, empeora o no tiene efectos sobre el estado de ánimo de las personas.

Según los investigadores una persona depresiva puede utilizar los juegos y ver videos para evitar afrontar su dolor emocional, o puede ser que los juegos sean una escapatoria saludable que ayuda a mejorar el estado de ánimo. De igual forma, el excesivo uso de chats y correo electrónico tal vez sean un signo de que las personas están buscando ayuda emocional; también puede ser un rasgo de desesperación y ansiedad relacionada con la socialización.

Algunos autores sugieren que, el cambio rápido entre aplicaciones puede reflejar la incapacidad de concentración que se caracteriza en algunos tipos de depresión, pero también podría ser una vía adaptativa para obtener resultados, cuando la tarea requiera el uso de múltiples aplicaciones. Es imposible saber con certeza, ya que los investigadores evitaron analizar el contenido de las aplicaciones, emails y chats por razones concernientes a la  privacidad de lo sujetos.

¿Qué sustentan  las investigaciones previas?

Los resultados de investigaciones anteriores (puedes obtenerlas investigación1 e investigación2) referentes al rol del internet sobre la depresión han sido inconsistentes. Algunos estudios encuentran que el  uso del Internet está asociado con el empeoramiento del trastorno, pero otros estudios demostraron que la terapia online y el apoyo social pueden ayudar.

Los autores de esta investigación se han concentrado en crear aplicaciones que ayuden a las personas con tendencias depresivas a seguir sus propios patrones y alertarlos sobre las posibles consecuencias.

  • Salud Mental y Tratamientos

Temple Grandin

  • 24/06/2012
  • Alejandra Alonso

La Dra. Temple Grandin es especialista en comportamiento animal, profesora en la Universidad de Colorado y autora de varios libros como «Pensando en imágenes» e «Interpretar a los animales». En el año 2010 se presentó una película muy inspiradora sobre su vida, la misma fue llamada «Temple Grandin». Lo más extraordinario de ésta mujer es que ella es autista y como tal, tiene una forma muy particular de pensar. A pesar de todos los problemas que tienen las personas con autismo (por ejemplo, en el ámbito social y de contacto corporal) ella logró llevar una vida independiente y plena, trabajando en algo que ama. Un punto que se enfatiza mucho en la película es lo importante que fue el apoyo familiar y social que tuvo Temple para su crecimiento personal.

En esta imperdible conferencia, ella nos cuenta cómo piensa y por qué es tan importante que el mundo tenga gente que piensa como ella. Además expresa su preocupación por la ignorancia acerca de cómo debe tratarse a los niños con autismo en las escuelas para que puedan crecer, desarrollarse y realizarse como personas y como profesionales.

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

¿Existe relación entre el sobrepeso infantil y la habilidad en matemáticas?

  • 23/06/2012
  • David Aparicio

En los últimos 20 años la prevalencia de la obesidad infantil  en los países desarrollados ha aumentado considerablemente y se ha convertido en uno de los motivos de consulta más recurrentes. Esto ha provocado que los investigadores denominen a la obesidad como la nueva epidemia.

El estudio

Según un nuevo estudio publicado en el Journal Child Development (Revista de Desarrollo Infantil) sufrir de obesidad en la niñez, tiene una importante correlación con una amplia variedad de enfermedades físicas (enfermedades del corazón, apnea, diabetes) y trastornos psicológicos (ansiedad, depresión, baja autoestima). Los especialistas aseguran que es una enfermedad muy compleja, en la cual intervienen diversos factores etiológicos, como la genética, el ambiente,  factores neuroendocrinos y  conductuales.

Los investigadores estudiaron si existe relación entre la obesidad y el desempeño escolar. Para efectos del mismo, realizaron un  estudio longitudinal,  que incluyó  una cohorte de  6,250  niños con sobrepeso y con obesidad, desde preescolar hasta quinto grado.

¿Cuales fueron los resultados?

Los niños que al iniciar el preescolar  tenían sobrepeso o que estaban obesos, obtuvieron bajas puntuaciones en las pruebas de matemáticas desde primer hasta quinto grado, en comparación a los niños que no eran obesos.Los efectos fueron variados para los niños que se convirtieron en obesos después de iniciado el estudio:

  • Los varones que se convirtieron en obsesos desde tercer a quinto grado, experimentaron caídas en sus notas de matemáticas.
  • Las niñas que se convirtieron en obesas después de iniciado el estudio, mostraron lapsos en su desempeño de matemáticas.

Los resultados del estudio se mantuvieron constantes, aún después de que los investigadores consideraron otros factores que pueden afectar el aumento de peso en los niños y su desempeño escolar, como por ejemplo, el sueldo de la familia, la educación de la madre y el tipo de empleo.

¿Qué implicancias tienen los resultados?

La relación entre el peso y los logros académicos es muy complicada, aunque todavía no se ha esclarecido si la obesidad en sí misma u otro factor relacionado con la obesidad puede afectar el desempeño de los niños en la escuela.
Investigaciones anteriores han encontrado que los jóvenes obesos, o que piensan que son obesos, son abrumados por la tristeza, la soledad y  baja autoestima,en comparación con los jóvenes que tienen un peso saludable. Estos sentimientos, pueden empobrecer las relaciones sociales y las habilidades emocionales, las cuales pueden interferir con el desempeño del niño en la escuela.

Según la autora de la investigación, la Dra. Sara Gable, profesora asociada en el departamento de fisiología de la  nutrición y el  ejercicio en la Universidad de Missouri, Columbia:

Para los niños en edad escolar, el prestigio social juega un rol muy importante en la experiencia del aprendizaje y en el compromiso.

Los niños con sobrepeso y obesidad, pueden ser rechazados y estigmatizados por sus compañeros, lo que les dificulta tener una normal interacción con sus pares, impidiendoles  un adecuado desarrollo de las habilidades sociales:  Los niños con pobres habilidades sociales, tal vez pueden ser pasados por alto como compañeros de juego, lo que los hace más aislados y depresivos, aumentando el riesgo a la obesidad.

Repercusiones psicológicas más frecuentes en los niños con obesidad

  • Baja autoestima
  • Ansiedad
  • Depresión
  • Inestabilidad emocional
  • Dificultad para relacionarse con los demás
  • Percepción distorsionada de sí mismo
  • Trastornos de alimentación

Estos estudios nos abren los ojos, respecto a la urgencia y gravedad con la cual este problema debe ser tratado. Los padres y administradores de las escuelas deben enfocarse no sólo en las notas sino también en el estado físico, que es importante para un óptimo desarrollo social y emocional en los niños con problemas de peso.

Para mayor información sobre el tema puede visitar :

  • Obesidad Infantil
  • La educación fisica escolar ante el problema de la obesidad y sobrepeso infantil
  • Como el peso de un niño puede influir en sus habilidades en matemáticas

Fotografía: Erica Minton (Flickr)

Sin categoría

¿Se pueden predecir las conductas adictivas desde el preescolar?

  • 22/06/2012
  • David Aparicio

Según un estudio realizado con 1.000 personas de  Nueva Zelanda, las conductas de los niños de 3 años pueden ofrecer sorprendentes pistas sobre el riesgo de desarrollar conductas adictivas, como la adicción al juego o las drogas en su adultez.

La investigación longitudinal siguió los patrones psicológicos, económicos e intelectuales de la vida de los sujetos desde su nacimiento hasta los 32 años. El estudio incluyó a casi todos los niños que nacieron en Dunedin,  Nueva Zelanda, desde Abril de 1972 a marzo de 1973.

Los análisis, publicados en la revista Psychological Science encontraron que los niños con temperamento poco controlado a la edad de 3 años, tienen más del doble de posibilidades de desarrollar problemas con la adicción al juego entre los 21 y 32 años de edad, en comparación con los niños con buen ajuste emocional.

El tipo de temperamento poco controlado se relaciona con la falta de auto-control,  cambio rápido de emociones, impulsividad, conducta dolosa y niveles relativamente altos de emociones negativas.

Esta relación se mantuvo aún después de controlar las variables CI (cociente intelectual), género y estatus socioeconómico. Y cuando estos niños fueron evaluados en su adultez, mantuvieron altos valores de emociones de alineación y continuaron expresando prominentes niveles de emociones negativas. También fueron menos conscientes y menos agradables socialmente en comparación con sus pares.

Una pregunta clave que se ha mantenido en los investigadores de la adicción: las personas que empiezan a sentirse deprimidas y actúan impulsivamente ¿son más vulnerables a desarrollar el trastorno de adicción?

“Este tipo de estudio puede ayudar a develar la pregunta ‘¿qué fue primero, el huevo o la gallina?’” dijo Wendy Slutske, profesora de Psicología en la Universidad de Missouri y directora del estudio. “En este caso, hemos podido establecer firmemente que: el temperamento descontrolado se produce antes y participa en el desarrollo de la adicción al juego. Esto representa una importante pieza para el rompecabezas en las teoría del desarrollo de la adicción al juego”

El director de la división de adicción en la facultad de medicina de la Universidad de Harvard, (quien se especializa en problemas con el juego y no estuvo relacionado con el estudio) sostuvo que “este estudio es una importante contribución para este campo”.

Shaffer aseguró que “existen pocos estudios longitudinales con relación a este tema”.  Además agregó que “este estudio provee la oportunidad para examinar los predictores en edades de niños tan jóvenes. Esta investigación es también importante porque ofrece los primeros pasos para clarificar la naturaleza de diversas variables que contribuyen a desarrollar las adicciones.”

Los investigadores no están seguros  de cómo el temperamento descontrolado predispone  a las conductas adictivas. Algunas personas con este temperamento, tal vez disfruten del juego porque les permite escapar de elevados niveles de emociones negativas; otros simplemente disfruten de los altos riesgos porque les reduce su impulso de control. Ambos factores combinados son incluso más riesgosos aún.

Slutske nos ofrece una posible explicación: “Una posibilidad es que existan factores genéticos que están relacionados con poco autocontrol y ludopatía. Otra posibilidad es que los niños que tienen poco control emocional y conductual tiendan a asociarse con otros niños descontrolados, lo que los puede introducir a ciertas actividades del juego adictivo.”

Una vez que un individuo desarrolla el hábito del juego, su pobre control emocional y conductual, puede llevarlo a tomar malas decisiones mientras están apostando o perdiendo el control durante la apuesta, lo que puede derivar en problemas con el juego.

La ludopatía no es la única adicción relacionada con el temperamento descontrolado.

Los análisis de la población de Dunedine encontraron que los niños que presentan mayor descontrol temperamental entre los 3 y 5 años de edad tienen tres veces más probabilidades de convertirse en adictos a múltiples drogas en la adultez temprana, en comparación con los niños que demostraron mayores niveles de auto-control.

Estos descubrimientos nos sugieren la idea de que algunas personas son más vulnerables a las adicciones que otras. No por una cuestión de búsqueda de mayor placer, sino más bien debido al exceso de emociones negativas y la inhabilidad para controlarlas.

La investigación también resalta una verdad ignorada sobre la adicción: ésta no es simplemente el resultado de la exposición a sustancias adictivas.

“Este estudio nos recuerda que la exposición al juego es insuficiente  para explicar el desarrollo de la adicción al juego. Trastornos como la ludopatía requieren de una relación de características especiales entre el juego y el jugador”, sostuvo Shaffer.

“Esto no quiere decir que las personas que no sufren de un temperamento descontrolado no desarrollaran la adicción al juego o que todas las personas con estas características se convertirán en ludópatas. Pero si que existe una importante asociación”.

Con respecto a la validez de esta investigación

Un estudio realizado en California sugiere el mismo tipo de asociación, encontrando que los niños en edad preescolar con menos control de los impulsos y mayores niveles de distress emocional fueron más propensos a desarrollar problemas de adicción a las sustancias. Curiosamente en este estudio, los preescolares más sanos no fueron los que se abstuvieron de todos los tipos de drogas en su adultez, de hecho, los que se abstuvieron mostraron mayores niveles de ansiedad y pobres habilidades sociales. En cambio, los jóvenes que tuvieron la mejor conducta como preescolares, en su adolescencia consumieron marihuana moderadamente y no tuvieron dificultad para controlar su consumo.

Conclusiones

Los estudios de Nueva Zelanda y California han incrementado la evidencia científica de que la adicción no es el resultado del uso o experimentación de actividades como el juego o las drogas, sino más bien, la mayoría de las personas que se convirtieron en adictos o que desarrollaron problemas con el juego, tuvieron problemas preexistentes. Por lo menos la mitad de las personas con adicción  tienen  otro desorden mental, como depresión o trastornos de ansiedad y los datos sugieren que estas condiciones o el temperamento predispone a las personas para el desarrollo de la adición.

Esto quiere decir que para lograr una recuperación de las adicciones, el tratamiento  no se debe enfocar solamente en las conductas adictivas. “Los psicólogos clínicos deben tratar todo el espectro de conductas relacionadas con la adicción al juego. No es suficiente que se centren solo en las actividades de la adicción al juego. Los adictos al juego también necesitan atención” aseguro Shaffer.

El Dr. Slutske nos alerta que esto no significa que un niño descontrolado desarrollará problemas de adicción al juego o a las drogas.

“Aunque es sorprendente que se pueda predecir si un niño desarrollara problemas de adicciones en su adultez con 90 minutos de observación a los 3 años,  es también importante comprender que ese niño de 3 años no está destinado a ser un ludópata o adicto. Estos niños tienen un riesgo. Esto significa que muchos niños descontrolados, o tal vez la mayoría, no desarrolle problemas de adicción al juego en su adultez”.

Sin embargo, otra implicación importante de este estudio es que el auto control es un factor fundamental en la prevención. Interesantemente muchos niños descontrolados superaron sus problemas de autocontrol a través del tiempo, y aprendieron a liberar esos impulsos tan bien como sus pares.

“Yo creo que una importante observación es que el auto-control es menos estable en comparación a otros factores como la inteligencia”. La estabilidad del CI desde la niñez a la adultez es en promedio a 0.8, mientras que la estabilidad del auto-control es mucho más baja 0.3 aseguró el coautor del estudio Avshalom Caspi, profesor de neurociencias en la Universidad de Duke.

Este estudio nos recuerda que, en el transcurso de la vida, existen muchas posibilidades de cambio, lo que tal vez estas personas puedan aprovechar para mejorar.

  • Salud Mental y Tratamientos

Buscar lo impensable: Hablemos de autismo

  • 21/06/2012
  • Sebastián Miranda Payacán

Hace un par de años pude leer un libro que hoy es parte de mi biblioteca personal, de hecho, lo recomendé a toda mi clase una vez que me solicitaron hacerlo, (por una evaluación, debo decirlo), este había sido escrito por uno de los más grandes neurólogos de hoy, el Dr. Vilayanur Ramachandran y el libro era “Fantasmas en el Cerebro” (el que les recomiendo por la interesante propuesta sobre enfermedades neurológicas fácilmente confundidas con afecciones psicológicas), pero en este libro, su autor hacía mucho hincapié a investigaciones realizadas por un neurólogo americano, quien incluso escribió el prólogo de su libro, este era el Dr. Oliver Sacks, en cuyo libro “Despertares”, donde narra su experiencia con un grupo de sujetos en una institución mental, se basó la película del mismo nombre estrenada en 1990 y protagonizada por Robin WIlliams y Robert De Niro. Pero… ¿tiene todo esto algo que ver con el autismo?

«Awakenings», la vivencia de Sacks llevada al cine cuenta la extraña condición que afecta a un grupo de personas de edad.

En esa película aparece una escena que a Lynne Soraya, le parece particularmente fría, como comenta en su artículo del Psychology Today, en esta escena, el Dr. Malcolm Sayer (personaje ficticio basado en el mismo Dr. Sacks) visita junto con un experto a algunos pacientes institucionalizados en donde él trabaja por una condición crónica, tratando de entender esta condición: el parkinsonismo post-encefálico. Estos pacientes habían sobrevivido a un brote de encefalitis letárgica ocurrido entre los años 1915 y 1926.

Tras observar viejas grabaciones hechas a los pacientes, la explicación que Sayer recibió, (en la película) sobre lo que pasó a los sobrevivientes de los escenarios agudos de la infección fue “aquellos que sobrevivieron, los que despertaron, se veían bien, como si nada hubiera pasado, simplemente no nos dimos cuenta el gran daño que la infección había hecho a sus cerebros. Pasaron años, en algunos casos hasta 15 años, antes que estos extraños síntomas neurológicos aparecieran. Comenzamos a observarlos a principios de los años ‘30, donde a gente vieja la traían sus hijos, a jóvenes que eran traídos por sus padres porque ya no podían vestirse o alimentarse  solos, en la mayoría de los casos ya no podían hablar, incluso algunas familias se estaban volviendo locas porque gente que era normal, repentinamente, estaba ahora en cualquier otro lugar”.

Viendo estas escenas donde seres humanos no eran capaces de hablar o comunicarse el Dr. Sayer pregunta:

“¿Cómo será ser ellos? ¿Qué estarán pensando?”, su pregunta fue contestada con un rotundo: “No lo hacen, el virus no les permite acceder a sus facultades más desarrolladas”.
A lo que Sayer, incomodado, vuelve a preguntar “¿Lo sabemos con seguridad?”, la respuesta que recibió nuevamente fue directa, afirmativa y final por lo que Sayer consulta “¿Y lo sabemos con seguridad porque…?”. La respuesta entonces fue devastante: “Porque la alternativa es impensable”

Esta respuesta, para algunos, puede ser comprensible, incluso algunos pueden verla como una respuesta empática, después de todo, él se está poniendo en los zapatos de sus pacientes, imaginando cómo se sentirá ser ellos, pero claramente no le gusta lo que ve cuando hace tal ejercicio, por lo tanto, lo rechaza. Para Lynne es imposible ver esa respuesta como empática, ya que la ve como una sálida fácil. Rechazar la realidad imaginada de una condición que el profesional encuentra repulsiva prepara el camino para consecuencias devastantes hacia los pacientes en cuestión, porque cuando crees que una persona no piensa o no es consciente, estás básicamente pensando que ya no son humanos y, creer eso, es parte de la razón de lo que les sucedió a estos pacientes en la vida real. El mundo les volvió la espalda, los reescribió fuera del libro, los relegó a instituciones donde sólo las personas más dedicadas o familiares les visitarían o cuidarían, guardados en bodegas como, en palabras de Diane Sawyer, “muebles humanos”.

En el libro Despertares, el Dr. Sacks (el verdadero neurológo que vivió esta historia) declara que algunos de sus pacientes “han alcanzado un estado de desesperanza fría parecida a la serenidad”. Abandonados por amigos y familia, estaban “profundamente aislados” y “privados de experiencias”, un resultado impensable para los seres conscientes que en realidad eran, pues esas actitudes que rechazaban la posibilidad de que fueran conscientes fueron las que permitieron esto sucediera: ¿para qué visitar a alguien que los expertos te dicen está, en esencia, muerto? ¿Alguien que es una simple estatua de un ser humano?

Las personas que sufren en algún grado de espectro autista son de las más incomprendidas y subestimadas en nuestra sociedad.

Puede no comprenderse a primera la relación entre esta situación y el autismo, pero para Lynne Soraya, su relación es total, pues estas actitudes desdeñosas existen para con la comunidad autista. En muchos círculos, el discurso sobre el autismo gira sobre lo que no tienen, lo que “no está allí” y lo que los autistas “no pueden hacer”, lo que está llevando a resultados devastadores. Veamos, por ejemplo, un encuentro que tuvo la misma Lynne: una tarde se encontraba conversando con una joven que trabajaba con chicos, de los que muchos tenían necesidades especiales. Dentro de la conversación, le preguntó sobre su trabajo, a lo que esta joven esbozó sus experiencias a grandes rasgos, de la forma típica en que uno cuenta sus cosas a alguien no muy conocido, pero entonces, repentinamente se le acercó exaltada, le tomó del brazo y susurró queriendo gritar “y ¡odio a los autistas! ¡Ellos muerden!”.

El ataque tan repentino y virulento, dice Soraya, literalmente le quitó el aliento. Apaleada, abrió su boca para hablar pero no pudo hacerlo, así de cruel es perder el habla bajo estrés, pues lo pierdes cuando más lo necesitas, por supuesto, esta joven no tenía idea que conversaba con una persona autista, Soraya considera esto como una de las maldiciones de sufrir dicha condición con “síntomas” poco visibles , pues tienes un asiento en primera fila para observar los verdaderos sentimientos, generalmente “editados”, para ver la maldad con que la gente se expresa cuando creen que nadie escucha, o al menos nadie a quien le interese. Para cuando se recuperó, las arenas movedizas de las situaciones sociales habían continuado su movimiento, sin embargo, hasta hoy recuerda exactamente lo que tan desesperadamente quiso gritar en ese momento: “¡¿Sabes cuánto dolor necesita un niño para poder atacar de esa manera?!”, pero mucha gente no lo ve así, ni siquiera se les ocurre, porque según las opiniones de muchos expertos y educadores, los autistas no pueden mostrar empatía, por consiguiente, la gente asume que un niño atacando, como el que describió esta joven, lo hace simplemente porque no saben (o no les importa) el impacto de su comportamiento en la otra persona, aunque existe una explicación alternativa: el dolor.

Hay un equilibrio entre dolor y empatía en cualquier interacción, así, la mayoría de los seres humanos, incluidos los autistas, no quieren dañar a otros, esta preocupación, sin embargo, por lo general se pesa contra el nivel de dolor que experimentamos. Por ejemplo, una persona cuyas manos se están quemando por un sopa espesa e hirviendo puede empujar a otra fuera de su camino hacia una fuente de agua al correr buscando el agua fría que le refresque las manos, casi nadie la juzgará por este empujón. A la persona empujada puede molestarle y desear que hubiera encontrado una manera menos agresiva para manejar la situación, sin embargo, reconoce que la persona actuó para aliviar su dolor agudo y evitarse aún más dolor, así, su empatía es colmada por la necesidad urgente. Desafortunadamente, muchas veces, en el caso de una persona autista, el dolor y el daño que experimentan no es visible externamente, sin un cuadro de referencia para el mundo en que el autista vive, (en el que a veces cosas totalmente inocuas como la brisa que provoca un ventilador pueden sentirse como papel de lija, un golpe accidental puede sentirse como una explosión y el ladrido de un perro puede experimentarse como patadas en la cabeza), la idea del dolor es fácilmente desechada por un observador neurotípico, especialmente cuando la persona afectada tiene dificultades para la comunicación verbal y no verbal.

Si una persona no puede decirnos que siente dolor y su cuerpo no muestra que siente dolor, ¿cómo podemos saberlo? Si sintiéramos que alguien nos está golpeando, ¿no sería nuestro primer instinto la autodefensa? ¿Especialmente si no tuviéramos otro medio de pedirle a la persona que detenga lo que está haciendo? Para Soraya, la solución a tal situación no debiera ser odiar a la persona, al niño autista, o juzgarlo por comportarse de una forma en que la mayoría de la gente lo haría bajo las mismas circunstancias, sino más bien trabajar para encontrar la fuente de ese dolor y ayudar a la persona a encontrar otra forma, una menos dañina, para comunicarse en el futuro, ¿no tiene más sentido? De hecho, si sus niveles de dolor y estrés son crónicamente altos, ¿no sería mucho más empático mantener ese equilibrio?

La idea que ciertas personas carecen de las cualidades que nos “hacen humanos”, ya sea la conciencia o la empatía, es una de las que causa un daño más profundo a través de los años en muchos contextos. Los investigadores pueden hablar sobre esto en teoría, pero en la práctica, la idea que el autista carece de empatía tiene un impacto peligroso, entre otras cosas, por reducir la empatía para con el dolor de la persona autista, incluso, recientemente se supo que la ONU está convocando a investigar una escuela especial en Massachussets por torturas tras una denuncia hecha por la liberación de un video perturbador de un joven siendo tratado con terapia de choque (electroshock) 31 veces en un periodo de 7 horas. Si asumimos que el comportamiento es comunicación  y que los “problemas de conducta” son, por lo general, intentos de comunicar estrés y dolor, entonces, ¿qué significa cuando tratamos dichas conductas de esta forma? ¿Tiene algún sentido? Y aún más, ¿es humano? ¿Hay alguna forma mejor de hacerlo?

Aún queda gente que cree existen personas que sólo son envases de órganos sin intelecto, como muchas veces consideran a los autistas.

Efectivamente, incluir a aquellos con discapacidades a la comunidad requiere que evitemos los errores del pasado, pero, ¿cómo lo hacemos? Necesitamos presumir la competencia, presumir la conciencia, presumir la humanidad, ¿por qué? Dadas las implicancias, porque la alternativa es impensable.

Aún falta mucha investigación sobre el espectro autista, pero desgraciadamente muchas  de esas investigaciones están mal enfocadas o, simplemente, no nos interesa muchas veces profundizar en el tema. La verdad, el trabajar con personas que presentan esta dificultad es sumamente complicado, porque como humanos, seres sociales, acostumbramos a que se nos digan las cosas, si no es por palabras que sea por comunicación no verbal, la que los psicólogos debiéramos manejar casi como una segunda lengua. Sinceramente, admiro a esas personas que trabajan con corazón sincero, dándoles amor y tratando de comprender a estos pacientes, pues es un trabajo sacrificado y complejo, que requiere gran paciencia y esfuerzo.

Pero entonces aparecen los desafíos, la ciencia psicológica no se puede quedar mirando, si no lo hacen los grandes investigadores lo deberíamos hacer nosotros, todos los que estudiamos o ejercemos esta hermosa profesión, quienes debemos tomar las riendas y trabajar en este cometido. ¿Sientes el llamado? ¿Crees que puedes ayudar a conocer más sobre esta condición? ¿Te sientes capaz de ayudar a una reeducación para los cuidadores, padres y educadores de estos niños? Realmente, nos encantaría saber tu opinión, ¿estás dispuesto a comenzar un sano debate?

  • Salud Mental y Tratamientos

La confusión de los psicoanalistas: creer que la terapia cognitivo conductual es superficial

  • 21/06/2012
  • CETECIC

Una de las críticas más fomentadas desde el psicoanálisis hacia la Terapia Cognitivo Conductual (TCC) afirma que nuestros tratamientos son superficiales. Nada más errado que ello. En otros artículos ya hemos destacado que la evaluación del pasado no garantiza la resolución de los problemas actuales y que, a la inversa, muchas dificultades presentes se resuelven sin necesidad de indagar el pasado. De todos modos, la revisión de hechos acaecidos tiempo atrás puede ser de utilidad en algunos casos, especialmente los crónicos o de larga duración. En pocas palabras, la TCC no desdeña a priori la importancia de episodios históricos, sino que ellos son examinados con un objetivo operativo puntual, a saber: la identificación de variables que permitan la modificación de la conducta que genera malestar en el paciente hoy.

En el presente artículo nos encargamos de responder a la crítica formulada, mencionando algunas de las tantas intervenciones que puede llevar a cabo el terapeuta cognitivo conductual a los fines de una evaluación pormenorizada de la historia clínica del paciente.

1. La TCC y la indagación del pasado del paciente

En la crítica de superficialidad formulada a la TCC se resalta habitualmente que otros estilos terapéuticos, particularmente los de orientación psicoanalítica, recurren a supuestas causas pasadas de los síntomas mientras que nosotros nos ocupamos de resolver los problemas “aquí y ahora” sin hacer mención de variables históricas. Esto es definitivamente un grueso error.

En TCC no desechamos ciegamente las variables históricas relacionados con el malestar que aqueja al paciente, más aún, en muchos casos realizamos un análisis minucioso de las mismas, entrevistando incluso a personas significativas que nos pueden aportar datos del pasado. La diferencia respecto de los enfoques psicoanalíticos radica en que la investigación de la historia se lleva a cabo con el objetivo de mejorar nuestra comprensión del cuadro actual y, junto con ello, ampliar nuestra capacidad de intervenir eficazmente. Ilustrémoslo con algunos ejemplos:

  • Algunos pacientes adultos con Fobia Social temen ser objeto de rechazo y burla en público. Al indagar más minuciosamente este temor, surgen recuerdos de la etapa adolescente, episodios traumáticos durante los cuales la persona sí fue objeto de burlas y humillación por parte de sus pares o incluso, de autoridades de una escuela. Ahí se han arraigado algunas creencias acerca de cómo los demás se comportan socialmente. Claro está que las prácticas sociales de la vida adulta resultan muy diferentes a las de la adolescencia. La reestructuración cognitiva en tales casos deberá tomar en cuenta los orígenes históricos de las creencias irracionales y ponerlos en la perspectiva de la maduración social y cultural, brindando una adecuada psicoeducación que el paciente pueda corroborar por sus propios medios.
  • Cuando un jugador compulsivo se ha curado de su adicción, se producirán cambios en sus pensamientos y esquemas más arraigados. La persona, por ejemplo, comenzará a considerar que hay metas en su vida más importantes que ganar excesivos montos de dinero, valorando así otras áreas de la experiencia. Luego del cambio comportamental, el paciente suele darse cuenta de las creencias disfuncionales de su pasado, tal como “si tengo dinero voy a ser aceptado por los demás”.

El referido caso de fobia social muestra un ejemplo donde se hace necesario modificar creencias actuales a partir del relato y análisis de los pensamientos automáticos asociados a episodios pasados. El paciente jugador compulsivo representa un característico cambio de esquemas arraigados en experiencias pasadas a partir de un cambio conductual actual.

En TCC no desechamos ciegamente las variables históricas relacionados con el malestar que aqueja al paciente

En virtud de la relevancia que la TCC le otorga al trabajo sobre la historia del paciente se han desarrollado incluso técnicas específicas. Por ejemplo, la reestructuración de recuerdos tempranos, propuesta por Judith Beck, se aplicaría en casos como el mencionado de fobia social. Otro procedimiento prototípico consiste en la construcción de la historia clínica del sujeto y de la línea de tiempo de un problema determinado, el cual tiene por objetivo la evaluación de puntos tales como el inicio de la patología, su curso, recaídas y remisiones. En cuadros crónicos como trastornos bipolares, esquizofrenia odepresiones mayores tales abordajes no pueden omitirse.

2. La TCC y los aspectos singulares de la personalidad

Frecuentemente se cree que otros enfoques terapéuticos abordan la “totalidad” de la vida de la persona mientras que en TCC sólo nos ocupamos de aspectos “superficiales”. Creemos que tal afirmación contiene al menos dos críticas. Primero, que en TCC nos ocupamos sólo de un tema, aquél que es expresado de manera explícita por el paciente en primera instancia como motivo de consulta y que nos mantendremos encapsulados en el mismo sin indagar otras áreas potencialmente problemáticas. Segundo, que en TCC únicamente nos dedicamos a problemas concretos y acotados, fácilmente definibles en función de estímulos discretos. Discutamos por separado estos dos asuntos.

Verdaderamente, la primera parte de la crítica se responde sólo con observar la práctica clínica cotidiana en TCC. No sólo se puede sino que se deben abordar varios problemas con una misma persona. Casi uno diría que no existe el paciente “monosintomático”, sino que opuestamente, en todos los casos, una vez trabajado un tema surgen inmediatamente otros. Así pues, un paciente con Trastorno Obsesivo Compulsivo curado de sus compulsiones, tal vez deba ocuparse de modificar el estilo obsesivo de su pensamiento. O tal vez, si presenta creencias distorsionadas sobre las consecuencias fatales que pueden ocurrir en el futuro, aplicaremos la técnica “análisis de probabilidades”, que permite la cambiar patrones de pensamiento del tipo “puede ocurrir que en el futuro suceda que…”. Un tal estilo catastrófico de pensamiento pudo haberse originado en modelos familiares infantiles, hecho que será tomado en cuenta durante el abordaje.

¨Casi uno diría que no existe el paciente “monosintomático”

La segunda parte de la crítica arguye que la TCC no responde bien a problemas que se presentan como difusos, poco concretos y frecuentemente relacionados con crisis vitales, denominados habitualmente “existenciales”. Algunos ejemplos son replanteos que una persona se formula acerca del sentido de su vida, su relación de pareja o su orientación sexual. Esto es, una vez más, un grueso error. La TCC trabaja sobre tales problemáticas aunque de una manera muy diferente a otras terapias.

Como ya se dijo, se parte de la idea básica y racional de que muchos pacientes se ven aquejados por múltiples problemas y no sólo por su motivo de consulta inicial. La crítica esgrimida por los psicoanalistas afirma que indagar aspectos diferentes al motivo de consulta inicial y explícito no es sencillo y que requiere muchos meses (incluso años) hasta que el paciente se encuentra preparado para identificar y hablar sobre tales temas “profundos”.

Desde la perspectiva científica en psicoterapia, NO existen evidencias de ello; contrariamente, la gran mayoría de los pacientes están desde el mismo comienzo abiertos y deseosos de revelar información íntima, tal como detalles acerca de su sexualidad, complejos de inferioridad no resueltos, infidelidades, errores cometidos tiempo atrás, etc. Por supuesto, esto se ve facilitado porque un psicólogo cognitivo conductual bien entrenado posee habilidades de comunicación para llevar a cabo un adecuado manejo de la relación terapéutica y la empatía.

3. Evaluación multimodal del sujeto: Los 7 niveles de análisis del comportamiento

Para representar cómo la TCC aborda la diversidad de aspectos del ser humano, basta con recordar la evaluación multimodal que propone Arnold Lazarus, denominada BASIC-ID. La sigla incluye los siguientes elementos a considerar en un tratamiento completo: (B) conductas, (A) afecto o emociones, (S) sensación fisiológicas, (I) imágenes mentales, (C) cogniciones -pensamientos y creencias-, (I) relaciones interpersonales y (B) bases biológicas del comportamiento. Nótese la cantidad y complejidad de áreas que se tienen en cuenta en la TCC. Asimismo, Lazarus hace hincapié en la construcción detallada de la historia clínica para lo cual ha diseñado un instrumento denominado “Cuestionario Multimodal de Historia de Vida”, en el cual se le solicita a la persona que describa conflictos familiares, características vinculares, relaciones sexuales entre otros hechos de su infancia y adolescencia.

El modelo multimodal de Lazarus refleja la riqueza de variables que analiza el terapeuta cognitivo-conductual

Si bien la TCC pretende ser un tratamiento focalizado, ello no obsta para que el terapeuta lleve adelante un rastrillaje amplio de ámbitos potencialmente problemáticos y que en ocasión de hallar alguno disfuncional, le proponga a su paciente un mayor análisis del mismo para su posterior abordaje. A modo de ejemplo, si durante la construcción de la historia clínica, el psicólogo cognitivo-conductual detecta que el paciente tiene dudas sobre su orientación sexual, puede y debe proponerle trabajar dicha problemática.

El modelo multimodal de Lazarus refleja la riqueza de variables que analiza el terapeuta cognitivo-conductual durante la evaluación y conceptualización del caso. Este modelo refuta la idea que la TCC es superficial y sólo tiene en cuenta lo “inmediata y obviamente observable”.

4. El terapeuta cognitivo-conductual no es ingenuo

A veces nos topamos con pacientes que simplemente mienten, ocultan o distorsionan la información. Somos plenamente conscientes de esto y tanta importancia le damos que se han diseñado procedimientos específicos para tales eventualidades.

Mediante técnicas psicométricas especializadas, entrevistas a terceros, registro pormenorizado de información; los psicólogos pueden identificar las contradicciones propias de cada caso. Un terapeuta atento le transmitirá al paciente tales incongruencias e intentará investigar las causas de las mismas. Posteriormente podrán incluirse como parte de la agenda de trabajo terapéutico.

Frente a un hombre casado que padezca problemas sexuales con su esposa, el psicólogo deberá indagar si el paciente oculta datos relevantes, ya sea por vergüenza o por temor a ser juzgado negativamente por el profesional.

El psicólogo deberá indagar si el paciente oculta datos relevantes

La TCC posee técnicas de entrevista puntuales para superar tales barreras. En el presente ejemplo, la entrevista a terceros (la esposa del paciente) se revela como un procedimiento muy valioso. Si el paciente se negase ello, también este comportamiento de oposición es evaluado y considerado por el profesional como posible indicador de ocultamiento.

De más esta decir que en las adicciones, trastornos de la personalidad, psicopatía y otros varios trastornos en los que se observan mecanismos cognitivos de autoengaño y negación, el profesional estará preparado a no creer totalmente en el relato de su paciente. Aquí, frecuentemente se aplican técnicas psicométricas que poseen escalas de validez. Por ejemplo, el MMPI-II constituye una herramienta totalmente compatible con la perspectiva científica en la que se sustenta la TCC. Tal instrumento posee varias escalas que permiten identificar si la persona se contradice en sus afirmaciones, exagera, miente, simula o distorsiona en las respuestas que emite a los ítems. Varios cuestionarios que evalúan aspectos dimensionales de la personalidad poseen escalas de sinceridad orientadas al mismo fin.

5. Conclusiones

Respondida la crítica que se le formula a la TCC, llegamos a las siguientes conclusiones:

  • La TCC trabaja puntualmente sobre el malestar del paciente. Sin embargo, ello no implica superficialidad alguna pues la modificación de la conducta actual conduce paralelamente al cambio en la percepción que el paciente tiene de la historia de su problema y de sí mismo.
  • En algunos casos se necesita el examen pormenorizado de episodios históricos para la resolución de problemas actuales; en otros no. No hay evidencia empírica de que el rastreo de aspectos del pasado sea de suyo una condición para lograr los objetivos trazados.
  • No sólo abordamos el problema formulado en el motivo de consulta inicial y expreso, sino también consideramos áreas conexas no explicitadas por el paciente.
  • No creemos ingenuamente todo lo que se nos dice. Somos consciente de que muchos pacientes mienten y ocultan.
  • No nos ocupamos sólo de temas simples y concretos, también abordamos los llamados problemas “existenciales”, más difíciles de asir y definir.

Creer que la TCC no considera la complejidad del ser humano, sus aspectos subjetivos, sus emociones íntimas, sus secretos más privados; es una crítica simplista que refleja la total ignorancia de los que la emiten acerca de cómo se trabaja en Terapia Cognitivo-Conductual. Lamentablemente, estos prejuicios provocan que muchos pacientes no accedan a un tratamiento ético y eficaz, pues han sido adoctrinados por sus analistas. Es uno de los tantos mitos que tienen como objeto desacreditar a la TCC, tildándola, injustamente, de superficial.

Por: Lic. José Dahab, Lic. Carmela Rivadeneira y Lic. Ariel Minici

  • Salud Mental y Tratamientos

¿Cuales son las diferencias entre la Psicología y el Psicoanálisis?

  • 20/06/2012
  • CETECIC
psicología y psicoanálisis

La gente comenta y se pregunta: “¿Es lo mismo la Psicología y el Psicoanálisis?”, “No sé qué tipo de técnicas aplica mi psicólogo”, “hace 5 años que hago Psicoanálisis, ¿hay otras escuelas en Psicología?… no lo sabía”, “¿Terapia Cognitivo Conductual?, ¿Gestalt?, ¿Terapia Sistémica? No las conozco…nunca me informó mi analista”.

Este tipo de afirmaciones aparecen en los pacientes cuando no están informados sobre las diferencias entre las diversas corrientes en Psicología. Frecuentemente, en el mundo “psi” de Buenos Aires, la gente no sabe que Psicología y Psicoanálisis no son lo mismo.

La gran mayoría de psicoanalistas no informan a sus pacientes de modo explícito que el abordaje psicoanalítico no aplica técnicas directas para modificar las conductas, pensamientos y emociones que acarrean sufrimiento al paciente, menos aún que tales procedimientos sí existen, con probada eficacia científica. Este hecho adquiere especial relevancia pues, contrariamente a lo que sucede en todo el mundo occidental, el Psicoanálisis constituye indiscutiblemente el marco teórico hegemónico y dominante en nuestra ciudad.

Desde nuestro parecer, resulta indispensable que el paciente conozca de modo claro y transparente las diferencias entre las diversas corrientes de la Psicología. Es útil por lo tanto pasar a definir algunos términos:

  • PSICOLOGÍA: Es el estudio científico de la conducta y los procesos mentales.
  • ESCUELAS DE PSICOLOGÍA: Diversas teorías y aplicaciones que han surgido de al menos cinco corrientes de mayor influencia: Conductismo, Gestalt y Psicología Humanística, Cognitivismo, Teoría Sistémica y Psicoanálisis.
  • PSICOANÁLISIS: Es una teoría de la personalidad, desarrollada principalmente por Freud, como forma de terapia. Se basa en la creencia de que los problemas psicológicos son síntomas de conflictos internos, reprimidos durante la infancia y de que la tarea del psicoanalista es ayudar al paciente a traer estos conflictos ocultos a la conciencia de tal forma que se les pueda abordar de manera efectiva. El abordaje psicoanalítico -al menos el ortodoxo- no trata “directamente” aquello que el paciente desea cambiar mediante una técnica específica; parte del supuesto que si el analista apunta directamente a la eliminación de los “síntomas”, interfiere entonces con el “descubrimiento” de aspectos inconscientes de la persona que consulta.
  • TERAPIA COGNITIVO-CONDUCTUAL: se trata de un modelo de intervención psicológica fundado en la investigación científica contemporánea. Tiene como objetivo la aplicación de conocimientos teóricos y técnicas psicológicas orientada al cambio de los comportamientos, pensamientos y emociones que generan malestar en el paciente. Se nutre de procedimientos que posean apoyo empírico, es decir, que hayan probado su eficacia en investigaciones científicas controladas.

El Psicoanálisis es sólo una de las corrientes de Psicología, no es la Psicología

A continuación, recorreremos las diferencias entre Terapia Cognitivo Conductual y Psicoanálisis respecto de tres aspectos claves: modalidad de tratamiento, apoyo empírico de las investigaciones e información brindada al paciente.

  1. Modalidad de tratamiento
    • El psicoanalista utiliza predominantemente la técnica de “asociación libre”; no aplica procedimientos dirigidos al cambio conductual, pues se parte de la idea (bastante cuestionada hoy desde otros enfoques) que la auténtica “curación”, se produce sólo cuando el paciente “descubre” aspectos del “inconsciente” que estaban “ocultos”.
    • El terapeuta cognitivo-conductual implementa técnicas terapéuticas cuyo objetivo es el cambio de los comportamientos, pensamientos y las emociones que acarrean sufrimiento al paciente. En otras palabras, se aborda directamente el problema del paciente.
  2. Apoyo empírico de los tratamientos
    • El origen del Psicoanálisis se sitúa en el sistema teórico desarrollado inicialmente por Sigmund Freud entre 1885 y 1938. La práctica del Psicoanálisis actual se basa en teorías e hipótesis de diversos autores que compatibilizan y complementan en grados variables las propuestas originales de su creador. Ello da como resultado un amplio conjunto de corrientes divergentes dentro del mismo Psicoanálisis, para ser más precisos, existen aproximadamente unas 200 escuelas de Psicoanálisis. Independientemente del apoyo empírico que tenga en estudios controlados, el analista aplica la teoría que cree o le convence.
    • Más allá de que le guste o no determinada teoría, el terapeuta cognitivo-conductual debe darle prioridad a aquellos abordajes que han pasado la prueba empírica mediante estudios previos que comprueban la efectividad de una técnica en determinados trastornos. En varios países se ha estimulado la investigación científica en el ámbito clínico, intentando establecer criterios precisos sobre cuáles son los tratamientos eficaces para diferentes patologías. De este modo, el profesional que trabaja en Terapia Cognitivo Conductual debe considerar tales criterios a la hora de elegir que técnicas aplicará para ayudar a sus pacientes.
  3. Información sobre las técnicas al paciente
    • En Psicoanálisis no suele informarse al paciente que el analista no tratará directamente sus problemas o motivos de consulta. Es más, según el Psicoanálisis freudo-lacaniano, el paciente debe “suponer” que el analista posee un “saber”; en general él no puede responder de modo directo al pedido de ayuda del paciente modificando el síntoma, pues de ese modo “obtura” o “interfiere” en la asociación libre. Por ejemplo, si el paciente padece ansiedad, el analista no aplica técnicas de relajacion, pues implicaría trabajar sobre la “superficie” y no sobre el supuesto “conflicto”. Naturalmente, el problema ético derivado es que la falta de información certera sobre las características del enfoque psicoanalítico conduce al que el paciente pase meses, incluso años, creyendo que el analista implementa técnicas para el cambio de su problema.
    • En Terapia Cognitivo Conductual el terapeuta debe informar claramente al paciente cuáles procedimientos aplicará. La psicoeducación, esto es, explicar nociones teóricas básicas y pasos de las técnicas, constituye uno de los componentes ineludibles en los programas terapéuticos para la mayoría de los desórdenes psicológicos. De este modo, se le permite al paciente elegir, a partir de que se le informa de modo transparente sobre las estrategias de intervención que se implementarán y sobre el por qué de las mismas.

El problema Ético:

El profesional estaría “engañando” indirectamente al paciente; es decir, el paciente pide y espera una intervención especifica para el cambio de su comportamiento y emociones, pero el analista no lo hace ni le avisa que no lo hará. Esto trasciende la discusión entre corrientes teóricas; es sentido común y respeto hacia la persona que solicita ayuda.

El eje de nuestra argumentación en esta instancia no se refiere a la efectividad o razón de los sistemas teóricos, sino simplemente a informar al paciente qué procedimientos se aplicarán durante la terapia. Sea Cognitivismo, Conductismo, Psicoanálisis o cualquier otro, se debe comunicar al paciente:

  • La técnica terapéutica (qué es).
  • De qué modo lo puede ayudar la misma (cómo se aplica).
  • En qué casos se utiliza predominantemente (para qué sirve).

Recomendaciones para los pacientes:

  • Observar si el psicólogo posee título habilitante.
  • Solicitar al psicólogo que le informe claramente qué tipo de orientación y técnicas generalmente aplica.
  • Buscar información sobre las terapias que son indicadas como eficaces para problemas como el suyo.
  • Informarse sobre las diferencias entre las cinco corrientes principales de Psicología detalladas previamente.
  • Solicitar al profesional un estimativo de duración del tratamiento.

Como conclusión, pues, la idea central no es bajo ningún punto de vista obligar a las personas a asistir a determinado tipo de “Psicología”, sino que ellas puedan elegir entre las diversas opciones que existen. La discusión no apunta tampoco a qué teoría o técnica es mejor; ni que hablar de que alguna de ellas deba desaparecer. A lo sumo, sólo podría exigirse que todas sean evaluadas de modo empírico.

Lejos del debate entre escuelas, el tema es sencillo y de sentido común: simplemente mostrar a la persona las diversas opciones y que ella misma escoja. El problema surge cuando dicha elección es fruto del desconocimiento de otras opciones pues el profesional no le explica directamente al paciente que no abordará sus síntomas. Permitir que los pacientes puedan optar a partir del conocimiento general de la Psicología sin caer en dogmas es respetar su individualidad y dignidad humanas.

A fin de cuentas, ¿es justo negar a los pacientes la posibilidad de solucionar sus problemas con tratamientos de efectividad comprobada en casos similares, sólo porque al psicólogo que le tocó en suerte no le gustan? Por mencionar al menos un ejemplo, ¿es ético que a quien padece crisis de pánico no se le aplique reestructuración cognitiva, respiración abdominal y entrenamiento en refocalización atencional; cuando existe sobrada evidencia científica respecto de la eficacia de estas técnicas para el tratamiento de la ansiedad y el pánico? Aunque más no sea, ¿no deberíamos al menos avisarle que tales procedimientos existen? ¿Se justifica que el profesional, por el hecho de no creer o disgustarle determinada corriente en Psicología, deje sufrir al paciente con su problema, negándole la posibilidad de elegir?

De algún modo, los dogmas tienen su costado totalitario: para algunos, la mejor forma de refutar una teoría es no conocerla

Autores: Lic. José Dahab, Lic. Carmela Rivadeneira y Lic. Ariel Minici

Imagen: Terapia en Shutterstock

Fuente: CETICIC

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Estudio Empírico demuestra la relación entre los conflictos inconscientes y la ansiedad

  • 20/06/2012
  • David Aparicio

Una nueva investigación empírica apoya una de las teorías clave del psicoanálisis: el vínculo entre los conflictos inconscientes y los síntomas de  ansiedad consciente.

Este experimento logró relacionar las neurociencias y el psicoanálisis. Algo que tal vez muchos psicoanalistas nunca hubieran imaginado, y podría tener las pistas para el soporte científico de una de las principales teorías del psicoanálisis.

En la 101 Conferencia anual de la Asociación Psicoanalítica Americana, en la Universidad de Michigan, el profesor Howard Shevrin (profesor emérito de psicología en la Facultad de Medicina de la Universidad de Michigan), presentó nuevos datos que soportan un vínculo causal entre el concepto psicoanalítico del conflicto inconsciente y los síntomas experimentados por las personas con trastornos de ansiedad, como por ejemplo las fobias.

El Estudio

La investigación involucró a 11 sujetos con trastornos de ansiedad, que habían recibido tratamiento psicoanalítico. En esas terapias los psicoanalistas infirieron sobre los posibles conflictos inconscientes que podrían causar los trastornos de ansiedad de los pacientes. Se seleccionaron de las entrevistas las palabras que reflejan la esencia de los conflictos inconscientes y se utilizaron como estímulo en el laboratorio. También se seleccionaron las palabras relacionadas con la experiencia  del paciente y los síntomas del trastorno de ansiedad. Aunque esas palabras difieren entre los pacientes, los resultados demostraron que funcionaban de la misma forma.

Estos estímulos verbales fueron presentados de forma subliminal por una milésima de segundo y en forma supraliminal por 30 milisegundos. Se agregó también una categoría de estímulos de control y estaba conformado por palabras que no tenían relación con los conflictos inconscientes o los síntomas de ansiedad. Los sujetos tenían electrodos conectados mientras el estímulo era presentado a los pacientes, de esta forma los investigadores podían medir la respuesta de los sujetos ante estos estímulos.

El Dr. Shevrin sostuvo “Lo que los analistas recolectaron de las sesiones tiene completo sentido solamente de forma inconsciente.”

Para obtener resultados, Shevrin les presentó los estímulos subliminales justo antes de los estímulos conscientes;  se median las ondas alfas a una frecuencia de 8-13 ciclos por segundo, que ya se había demostrado que inhiben varias funciones cognitivas. Se registraron altas correlaciones en las ondas alfa, entre el estímulo subliminal y el síntoma consciente, pero solo cuando el estímulo inconsciente fue presentado de forma subliminal. No se obtuvieron resultados cuando se reemplazaron los estímulos con las palabras del grupo control. De hecho estos resultados son una función de la inhibición. Desde la óptica psicoanalítica esto sugiere que la represión puede estar involucrada.

“Estos resultados crean un argumento irrefutable de que los conflictos inconscientes causan o contribuyen a los síntomas que experimentan los pacientes con trastornos de ansiedad” dijo Shevrin.

“Estos descubrimientos y los métodos interdisciplinarios utilizados que incluyen psicoanálisis, psicología cognitiva y las neurociencias demuestran que es posible desarrollar una ciencia interdisciplinaria, basándose en la teoría psicoanalítica”.

El reconocido crítico del psicoanálisis y de la teoría freudiana, profesor de Epistemología en la Universidad de Pittsburgh, Adolf Grunbaum, dijo estar satisfecho con los nuevos resultados, que  demuestran que los conceptos fundamentales del psicoanálisis pueden ser analizados desde métodos empíricos.
Por más de 40 años, Shevrin y su equipo han relacionado las disciplinas de las neurociencias, la psicología cognitiva y el psicoanálisis, buscando evidencia de los conceptos Freudianos, tales como el inconsciente y la represión. Demostrando que pueden ser documentados a través de medidas físicas de la actividad cerebral. Su trabajo ha explorado el territorio donde la neurobiología, los pensamientos, las emociones y la conducta se encuentran.
En 1968 publicó la primera investigación científica sobre las respuestas cerebrales a estímulos visuales inconscientes, lo que provee una fuerte evidencia objetiva sobre la existencia del inconsciente, en tiempos cuando la mayoría de científicos son escépticos a las ideas de Freud.

En el mismo estudio, demostró que la percepción inconsciente es procesada de forma diferente en comparación a la percepción consciente: un descubrimiento que es consistente con la mirada de Freud sobre cómo el inconsciente trabaja.

En años recientes, Grunbaum y Shevrin exploraron la naturaleza de la evidencia sobre la existencia y el impacto de los conflictos inconscientes. En 1992, cuando Shevrin publicó uno de sus primeros estudios, Grunbaum dijo estar de acuerdo con Shevrin, quien aseguró obtener una evidencia basada en la neurobiología sobre la existencia de conflictos inconscientes. Pero Grunbaum enfatizó que aquel no mostró que esos conflictos inconscientes fueran causa de los síntomas psiquiátricos. Al recibir los resultados de la nueva investigación de Shevrin, Grunbaum  le respondió por e-mail: “Estoy satisfecho”.

Personalmente creo que más allá de la aceptación o críticas de los resultados de este estudio, esta investigación nos incentiva a todos los Psicólogos (sin importar qué corriente elijan) a adquirir profundos conocimientos de investigación en neurociencias, estadísticas y ciencias duras. Ha llegado el momento preciso para descartar el preconcepto de que las ciencias empíricas no son útiles para la psicología y especialmente para la psicología clínica.

Fuente: University of Michigan

  • Salud Mental y Tratamientos

Bullying y el derecho de no tener miedo

  • 19/06/2012
  • Alejandra Alonso

Como sitio estamos en contra del bullying, es por eso que esta semana volvemos a compartir un artículo sobre este tema. Si visitas seguido la página, entonces ya conoces al Dr. Heller, quién desarrolla este tema ilustrándolo con un caso y analizándolo desde el punto de vista de lo que pasa con el niño víctima de bullying, cómo se sienten los padres del mismo y expone además, la situación del niño agresor como individuo y miembro de una familia.

Jonathan no parecía ser tan alegre como generalmente lo era, pero cuando se le preguntó, él negó que algo estuviera mal. Sus padres estaban preocupados y frustrados. Fueron alentados a hablar con su profesor y con el orientador. Discretas observaciones y  preguntas de otros estudiantes dieron a luz a la información de que un chico de un grado superior se las agarraba con Jon. Cuando los padres plantearon la cuestión a su hijo, él rompió en llanto rápidamente y les pidió que no hicieran nada. No sólo temía la venganza sino también la vergüenza. Estaba previendo ser ridiculizado porque sus padres tuvieron que rescatarlo.

Jonathan no parecía ser tan alegre como generalmente lo era

Él creía que sólo debía ignorar la situación y ésta cesaría eventualmente. Pero no fue así. La ansiedad estaba afectando su concentración en la escuela y, más importante aún, estaba decepcionado de sí mismo por ser “débil”. El padre de Jon sentía una lucha al contemplar las formas nuevas y las viejas de criar a los varones. Quería animar a su hijo a defenderse razonando que, incluso si Jon perdía la pelea, sus pares y el matón lo respetarían por no echarse atrás. Por otro lado, pensaba que recurrir a la violencia para resolver un problema no era lo que él quería enseñarle a su hijo, incluso aunque eso fue lo que su padre le había enseñado a él. Además, ellos sabían que, incluso si el matón dejaba en paz a Jon, con certeza se concentraría en otro niño.

Los padres no sabían qué paso dar. Consideraron llamar a los padres del chico, pero sus amigos les aconsejaron que no lo hicieran. Desafortunadamente muchos padres experimentaron reacciones defensivas cuando trataron de decirles a los padres del otro chico que hay un problema con su hijo/a. En adición a esto, no hay un profesional calificado que esté involucrado directamente con el agresor y no hay quién aconseje a los padres sobre lo que  pueden hacer con los sentimientos de vergüenza de su hijo.
Los padres hablaron con Jon sobre la fuerza que toma pedir ayuda para resolver un problema. Hicieron hincapié en su derecho de ser capaz de ir a la escuela sin estar asustado por eso. Este punto es crítico. Puede ser una experiencia devastadora ir a la escuela con miedo día tras días, y ser abusado emocional y físicamente. Muchos adultos todavía recuerdan vívidamente tales experiencias subrayando lo traumáticas que son.

Los padres no sabían qué paso dar

Los padres fueron empáticos con las preocupaciones de Jon acerca de involucrar a otros, pero firmes en que su resolución sería proactiva. Decidieron reunirse con el personal de la escuela para abordar el problema. La escuela puede ofrecer una variedad de soluciones posibles, desde una intervención autoritaria del director hasta una intervención clínica realizada por un consejero. Pueden extender su esfera de influencia para incluir la posibilidad de egreso de la escuela del niño. Si hay riesgo de daño fuera del territorio escolar, entonces un oficial de policía entrenado en intervenciones comunitarias puede intervenir.

En mi experiencia, es usual que estas situaciones sean manejadas exitosamente dentro de la escuela. Una reunión entre el director y los padres del agresor, armados de información obtenida de otros niños y del personal, difunde y fortalece la información al mismo tiempo. El consejero puede escoger una de varias opciones, una es hablar con el ofensor a solas, otra es tener a los dos chicos juntos y ayudar al matón a darse cuenta del dolor que le causa al otro niño (empatía, cuando está accesible, es un gran disuasivo contra la violencia), por último, se puede hacer que el matón participe en un grupo de chicos para desarrollar habilidades sociales más efectivas.

Los matones son niños que sufren y expresan su dolor exhibiendo conductas agresivas

Sustituyen las amistades significativas con las superficiales basadas en el miedo. Quédate en su lado de la escuela y no saldrás lastimado. El mejor enfoque es una mezcla de límites firmes y un esfuerzo para proveer al matón una forma alternativa de socializar. No es raro descubrir que el agresor está pasando por traumas emocionales o físicos en su hogar.

Jon estaba muy nervioso e inicialmente hubieron algunas aireadas amenazas hacia él, pero la situación se disolvió en semanas y Jon aprendió algunas lecciones valiosas. Hay alternativas a tratar la violencia con violencia. Sus padres y otros adultos lo ayudaron a través de esos tiempos difíciles. Él tiene derecho a caminar en su mundo sin tener miedo.

Si tienes información o experiencias con el bullying y quieres compartirlas, puedes hacerlo aquí.

Imagen: 4.bp

  • Salud Mental y Tratamientos

Conoce a Robin Cunningham

  • 18/06/2012
  • Alejandra Alonso

La semana pasada publiqué la historia de Rachel Waddingham, quién logró sobreponerse a la esquizofrenia y llevar una vida plena. Esta semana les presento a Robin Cunningham, si quieres conocer su experiencia con la esquizofrenia sigue leyendo…

Científico, hombre de negocios, poeta y activista, Cunningham hace frente a la esquizofrenia cotidianamente.

Robin Cunningham tiene una licenciatura en Zoología obtenida en la Universidad de Washington. Luego de graduarse estudió psicología en Washington y en la Universidad de Carolina del Norte y trabajó como Asistente de Investigación en Oceanografía y Medicina Preventiva. Volvió a la Universidad de Washington para obtener un MBA (Master en Administración de Empresas). Durante su carrera académica, Robin fue galardonado con cuatro becas, incluyendo una de “The National Institute of Health” (Instituto Nacional de Salud) y otra de “The Western Interstate Comission for Higher Education” (Comisión Interestatal Occidental de Educación Superior). Fue miembro de numerosos honorarios académicos y de servicios, fue nombrado y elegido en cargos de gobierno estudiantil y sirvió como Asistente Consejero de Residentes de Dormitorio en su último año.
Luego de recibir su MBA, Robin comenzó una desafiante carrera de negocios. En 3 años avanzó al nivel de Vice Presidente y desde ese momento sirvió como directivo principal de empresa en varias corporaciones líderes en la industria, o sus filiales, así como con una importante firma de inversión bancaria de Wall Street y un banco comercial de alta rentabilidad. Estuvo involucrado en cambios corporativos, adquisiciones y desinversiones y fue instrumental en la formación de cuatro nuevas empresas. Ha servido como Director General, Director, Director Ejecutivo, Director de Operaciones, Vicepresidente Ejecutivo, así como de Director Corporativo de Finanzas, Ventas, Marketing, Administración y Planeación Estratégica.

Los logros de Robin son inusuales dado que desde la edad de 13 años, ha sufrido de esquizofrenia, que es tal vez, la enfermedad mental más devastadora.

La esquizofrenia es una condición con base genética y está caracterizada por química cerebral anormal y procesos de pensamiento irregulares. Robin ha experimentado los estragos de la paranoia, los delirios de grandeza, las alucinaciones, el pensamiento intrusivo, la distorsión cognitiva, percepciones alteradas, ansiedad, depresión y comportamiento operante basado en los delirios. Fue hospitalizado dos veces.
En el año 1956, cuando la enfermedad de Robin aparece por primera vez, el pronóstico para los individuos que sufrían esquizofrenia era deprimente. Por años lidió con las agonías mentales y emocionales que caracterizan a su condición.

Llevando una doble vida, parte en el mundo real y parte en un mundo surreal, luchó con los efectos debilitantes de su enfermedad. Pero con la asistencia del Dr. Sol Levy, un extraordinario psiquiatra que estaba 30 años adelantado a sus colegas, empezó una larga búsqueda  de una medicación eficaz y aprendió habilidades de afrontamiento altamente efectivas. Luego de 10 años y muchos ensayos, encontraron un medicamento que restauró la funcionalidad de Robin. La gran cantidad de mecanismos de afrontamiento que había aprendido, se convirtieron en directrices para el crecimiento personal o, en “herramientas” que han contribuido grandemente a su éxito. Robin todavía debe luchar con su esquizofrenia día a día, y continúa dependiendo de su medicación.

Las experiencias de vida de Robin le proveyeron intrigantes insights (introspecciones) sobre la condición humana. Desde su jubilación, se ha dedicado a escribir, hablar públicamente y defender a los enfermos mentales. Numerosos artículos han sido escritos sobre él. Actualmente sirve en el Consejo Gubernamental de Estigma en Salud Mental de New Jersey y en la Junta de Síndicos del National Alliance on Mental Illness (Alianza Nacional en Salud Mental) de New Jersey. Ha escrito un cuerpo de poesía, y en el presente, está completado un libro que recrea algunas de sus experiencias con la esquizofrenia. Entre otros, ha aparecido en “Voices in the Family” (Voces en la Familia) y en el documental de la BBC “Voices in the head” (Voces en la cabeza).

Puedes leer en artículo original aquí

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