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Experimento Racial

  • 02/04/2014
  • Diego Almonte

Se ha divulgado en estos días por las redes sociales un video sobre un experimento social elaborado en el país de México acerca de la discriminación racial, encuestando a diferentes niños mexicanos. En sus respuestas se pudieron observar que la mayoría de los participantes tendían a resaltar con cualidades positivas y buenas al muñeco blanco de ojos claros que se encontraba delante de ellos y, en el caso contrario, características negativas al muñeco de color café. La mayoría se identificó con aquel muñeco dotado de cualidades positivas. Lo interesante de todo esto fue la instintiva asociación entre las percepciones positivas y negativas de los niños y el color de la piel.

Con esto, entendemos, que desde que somos infantes se nos promociona un concepto radical de belleza y agradabilidad, una estructura hegemónica social por sobre la diversidad cultural. Desde que somos pequeños vamos integrando e imitando estos conceptos populares hasta acomodarlas como propias. Es ahí donde generamos nuestras primeras creencias categóricas, los estereotipos. En consecuencia, esto nos conduce a un discriminar entre lo bueno y malo, lo agradable y lo desagradable, lo deseado y lo indeseado; en un mundo que se basa por vivir en dicotomía. Aquí no existen los grises. Por este motivo comienzan a formarse estas estructuras mentales preconcebidas denominados prejuicios y la tan intolerante discriminación hacia lo desconocido y diferente. Y los principales responsables de inculcar esta información en la mente de los niños son el sistema socio-político, familiar y los medios de comunicación.

¿Qué son los prejuicios?

Según el diccionario es la «opinión negativa o juicio en general desfavorable sobre algo formado sin motivo o conocimiento». Etimológicamente quiere decir ‘juicios previos’ o ‘juzgado de antemano’. Desde la psicología la entendemos como una determinada actitud, por lo general de carácter negativo, que tenemos antes determinados grupos, culturas, pueblos, etnias y géneros. Es un conjunto de creencias generalizadas basadas en estereotipos categóricos vinculadas a emociones como el temor, la hostilidad, la envidia y que nos impulsa a la acción (discriminar). “Por desgracia el mundo todavía tiene que aprender a vivir en la diversidad” Papa Juan Pablo II, discurso ante las naciones unidas, 1995.

Estas creencias o ideas preconcebidas (desde la Escuela Cognitiva llamados Esquemas) hace que las personas distorsionen sus impresiones con respectos a las conductas de los otros. Los prejuicios son esquemas que influyen en cómo percibimos e interpretamos los acontecimientos. Los prejuicios, sin duda, tiñen nuestras percepciones. Un estudio en California, confirma lo mencionado.

En este estudio (Duncan, 1976) la mayoría de los participantes de color blancos interpretaron el empujón de un hombre blanco a un hombre negro como “una broma”. El mismo empujón del hombre negro al hombre blanco lo interpretaron como “un acto violento”.

¿De dónde surgen los prejuicios? 

Podemos identificar tres pilares fundamentales: desde cómo se ha ido configurando la historia, fenómenos psicológicos y procesos sociales ontológicos evolutivos normales.

1. Desigualdad social

Los pueblos que desarrollaron mayor tecnología en armamentos y soldados, que obtuvieron una mejor economía, filosofía y ciencias más avanzadas y que, lograron capitalizar todo el dinero, poder y prestigio (Ej. El europeo blanco) tuvieron por costumbre desarrollar actitudes que justificaron la esclavitud. Hubo casos extremos en que los propietarios de esclavos percibieron a los esclavos como vagos, ignorantes e irresponsables, como si estos fueran rasgos inherentes a su condición social.

2. Divisiones sociales

Los psicólogos australianos John Turner (1987) y Michael Hogg (1996) acotaron que el constructo de nuestra identidad social surge a partir de asociarnos a determinados grupos y contrastarnos con otros. Esto define a los tuyos y a los míos. “Nosotros” (endogrupos) y  “ellos” (exogrupos). Estas identificaciones grupales promovieron el sesgo de endrogrupo, la tendencia a favorecer a los miembros pertenecientes del propio grupo. Para los griegos de la era Clásica, todos los que no eran griegos eran “bárbaros”. ¨Es la opinión negativa o juicio en general desfavorable sobre algo formado sin motivo o conocimiento».

Estudios en la naturaleza animal observaron a chimpancés que se limpiaban donde fueron tocados por un chimpancé de otro grupo (Goodall, 1986). Esto pone en evidencia que esta característica humana innata de agruparse, elaborar territorialmente el sentimiento de “pertenencia” y discriminar a los que no pertenecen al mismo grupo, puede que no sea del todo aprendida y cultural y hallan factores genéticos e instintivos en todas las especies.

Está para debatir. En términos habituales, este sesgo hace que el círculo del nosotros se resalten las cualidades positivas y veamos, en consecuencia, en el círculo contrario cualidades más negativas. En casos extremos, la percepción se torna pato-dicotómica entre los “buenos y los malos” (raza blanca – raza negra), o los “fuertes y ários y la escoria social” (Nazis – Judíos), llevando al crimen inmediato.

3. Los chivos expiatorios

En muchas circunstancias existe la inmediata necesidad de canalizar todo el enfado y toda la ira producto de diversas frustraciones para así volcarlas sobre determinados “blancos” a quien culpar. Sin ir más lejos, el hecho ocurrido el 11-S en los Estados Unidos, algunas personas indignadas atacaron a inocentes árabes-americanos, sobre quienes afloraron los estereotipos negativos.

Ese mismo año Philop Zimbardo (2001) reflexionó al respecto por lo que estaba ocurriendo en la sociedad norteamericana después de los atentados: “El miedo y la ira crean la agresión contra ciudadanos de diferentes etnias o razas crea el racismo y, a su vez, nuevas formas de terrorismos”.

Hernann Rausching explicó una vez la necesidad que tuvieron los nazis respecto de los chivos expiatorios «Si los judíos no existieran, nosotros tendríamos que inventarlos». 

Raíces cognitivas del prejuicio

Los procesos mentales por el cual generan las creencias estereotipadas, ej. “todos los mamíferos maman”, “Todos los árabes son terroristas”, se debe principalmente a dos operaciones cognitivas: la categorización y la sobregeneralización; esta última considerada una distorsión cognitiva.

La categorización es el proceso mediante el cual simplificamos el mundo en el que vivimos: “lo bueno”, “lo malo”, “los santos”, “los pecadores”. Los mismos profesionales de la salud categorizan los trastornos psicológicos para una mayor comprensión. Y cuando las personas categorizan a otras personas en un grupo, genera los estereotipos. Y los estereotipos no son otra cosa que moldes de conductas genéricas símiles. Y en parte pueden tener algo de verdad, pero sesgan, como ya mencioné, nuestras percepciones.

Una vez que agrupamos a las personas, sobregeneralizamos las mismas características para todos. Logrando introducir, como se dice popularmente de forma sesgada e inductiva, a todos “en el mismo saco”. La sobregeneralización es una de las distorsiones cognitivas más frecuentes junto con el pensamiento absoluto, otra de las características del pensamiento estereotipado (todo o nada, siempre o nunca) justificando así, la conducta de los otros (y así, como también, las nuestras).

 Artículo previamente publicado en el blog del autor, Lic. Diego Ignacio Almonte y cedido para su publicación en Psyciencia.

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Diego Almonte

Psicólogo y escritor chileno.

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