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  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Programas de TV y su relación con los problemas de sueño en niño

  • 08/08/2012
  • Alejandra Alonso
Tomasz_Mikolajczyk / Pixabay

¿Tu hijo está teniendo problemas para quedarse dormido? Reemplazar programas de TV violentos por Dora la exploradora o Barney pueden ser de mucha ayuda según un nuevo estudio publicado en la revista Pediatrics.

El estudio

Garrison, Dimitri y Christakis plantearon que, si bien estudios previos ya encontraron relación entre el uso de los medios de comunicación y los problemas de sueño en niños, no es claro si dicha relación es causal o si una intervención que apunte a promover un uso saludable de los medios de comunicación, puede mejorar el sueño en niños en edad preescolar.

Los sujetos

Para reclutar a los participantes fueron enviadas cartas que describían el estudio, las cuales alcanzaron a 3334 familias residentes en el área metropolitana de Seattle; luego de descartar a las familias que no aceptaron participar o que no cumplían los criterios para el estudio, quedaron 565 participantes. Los niños de dichas familias tenían entre 3 y 5 años de edad y las familias fueron asignadas al azar al grupo que recibió la intervención o a un grupo control.

La intervención

El enfoque fundamental del estudio fue tratar de que los padres sustituyeran el consumo de contenido violento por contenido prosocial y educativo, ya que muchos estudios han demostrado que la exposición a contenido violento en los medios puede llevar a agresión y otros problemas emocionales y comportamentales en niños pequeños (Frederick y cols., Dimitri y cols., Frederick y cols., Dimitri y cols., Bushman y cols., Robinson y cols. y Anderson y cols.).
El marco teórico de la intervención se basó en la teoría social cognitiva y buscó incrementar los resultados y expectativas de los padres sobre su autoeficacia en relación a tomar decisiones saludables en cuanto a los medios de comunicación y los niños, con un énfasis específico en reemplazar contenido violento o inapropiado para la edad con contenido educacional, apropiado o prosocial.

Aunque la intervención fue dirigida hacia todos los medios que se ven a través de la pantalla (televisión, DVDs, videos, computadoras, videojuegos y dispositivos que se sostienen en la mano) el foco principal fue puesto en la televisión y en los videos porque estos formatos son los que más tiempo ocupan los niños en edad preescolar. No se intentó reducir el número de horas que pasaba el niño delante de la pantalla, tampoco estuvieron dentro del objetivo el hecho de mirar televisión a la tarde/noche o algún otro aspecto de higiene del sueño.

Se recurrió a la participación personas que funcionaron como “supervisores de caso”, los mismos fueron entrenados en técnicas para una entrevista motivacional, conocimientos sobre los efectos de la televisión violenta en niños y el uso de control parental en la televisión y otros dispositivos para monitorear y modificar lo que se consume. Las sesiones de intervención comenzar con la visita inicial al hogar la cual fue luego seguida por correos y llamadas telefónicas de seguimiento, durante un periodo de 12 meses. Durante las mismas se trataba de motivar y animar a los padres a reemplazar los contenidos inapropiados para la edad o violentos con contenidos más apropiados y educacionales o prosociales. Los padres también fueron alentados a comprometerse en co-mirar y debatir el contenido de los medios con sus hijos, ya que esto puede incrementar la conciencia de los padres acerca de los contenidos de los medios consumidos y existe evidencia que sugiere que puede mejorar los efectos positivos de los contenidos educacionales o prosociales aunque no mitigar los efectos negativos del contenido violento o de miedo.

El grupo control recibió una intervención en nutrición, con materiales análogos, incluyendo correos mensuales que los alentaban a reducir el consumo de bebidas azucaradas e incrementar la ingesta de frutas y vegetales.

Para medir el sueño se utilizó una subescala del Child Sleep Habits Questionnaire (Cuestionario de hábitos de dormir del niño) que evalúa la frecuencia para conciliar el sueño latente, despertarse repetidamente a la noche, pesadillas, dificultades para despertar en la mañana y cansancio en el día.

Los resultados y discusión:

Una intervención sana sobre el uso de los medios de comunicación en niños en edad preescolar, orientada a reemplazar el contenido violento con contenido apropiado para la edad, educativo y prosocial condujo a mejorar el sueño en el grupo que recibió la intervención, al compararlo con el grupo control.

La falta de efecto modificador significativo en la línea de base de los problemas de sueño sugiere que las elecciones saludables en cuanto a los medios de comunicación puede ayudar a tratar problemas conductuales existentes y ser una medida preventiva útil. La tendencia observada hacia la modificación de los efectos en la línea de base en los niveles de exposición a contenido violento en los medios, aparejado con el hecho de que las intervenciones apuntaron al contenido más que a la cantidad (y no tuvieron efecto en el uso diario), sugiere que los efectos de la intervención al reducir el consumo de contenido violento en los medios puede haber sido el mecanismo inicial por el cual las intervenciones mejoraron los resultados en el sueño de los niños.

Aunque el tamaño de los efectos era similar a los 6 y 12 meses posteriores al encuentro inicial de intervención, hubo una tendencia hacia el decaimiento de los efectos mostrado a los 18 meses de seguimiento. Dado que la intervención en sí, terminó a los 12 meses, la caída potencial a los 18 meses sugiere que las familias pueden necesitar soporte y mantenimiento luego de la intervención activa o que el protocolo de intervención podría necesitar ser revisado para asegurar que las familias dominen las habilidades necesarias para continuar tomando decisiones saludables en cuanto al uso de los medios de comunicación mientras sus niños continúan creciendo y las opciones en los medios evolucionan.

Aunque una intervención para cambiar la dieta de medios de comunicación en el niño tuvo un impacto positivo en el sueño, se sigue desconociendo cómo esta relación es mediada; el hecho de que la intervención haya apuntado a las opciones de contenido en vez de la cantidad (en efecto, la intervención no tuvo impacto en el total de minutos diarios de uso) sugiere que el contenido realmente juega un rol clave.

Si la intervención afectó el sueño de los niños mediante la reducción del consumo de contenido violento en los medios de comunicación a través del día, los efectos pueden haber sido mediados por una disminución en factores tales como miedo y estados de ansiedad, estado de exitación a la hora de dormir o hiperactividad.
Los autores concluyen que:

“Los efectos significativos de la intervención en uso saludable de los medios de comunicación sobre los problemas de sueño en el niño en el contexto de un estudio aleatorio controlado, sugieren que las relaciones reportadas anteriormente entre el uso de los medios de comunicación y los problemas del sueño en niños es en efecto causal en naturaleza.”

Las limitaciones

1) La medida de sueño utilizada fue solo un breve extracto de un instrumento de medición validado, porque el estudio fue diseñado primariamente para examinar resultados de una intervención para el uso saludable de los medios de comunicación en torno a la agresión y comportamientos prosociales. El uso de tan duras medidas incrementa las chances de errores de clasificación de los problemas del sueño en el niño, donde pueden haberse presentado ambos: falsos positivos y falsos negativos.

2) No es posible cegar a los sujetos de estudios con intervenciones conductuales; sin embargo, el estudio fue presentado a los padres como apuntando a los medios de comunicación y la agresión, no al sueño de los niños, así que no hay razón para esperar que la deseabilidad social o sesgos en las respuestas hayan podido conducir a diferencias en las medidas de sueño entre los grupos estudiados más allá de las que se dieron debido a la intervención sola.

3) La muestra fue extraída de clínicas en una sola área urbana; sin embargo, porque los niños eran elegidos por inclusión sin tener en cuenta si habían sido vistos en la clínica durante el pasado año, el estudio se aproxima más a una muestra basada en la población más que en una muestra de una clínica. Aunque, el grado en el cual los resultados pueden ser generalizados a otras comunidades es desconocido.

4) No se contó con suficientes supervisores de caso para examinar los grados en los que las características del mismo pueden haber impactado en los efectos observados en sus paneles y puede no haber faltado suficiente muestra de algunas subpoblaciones (familias de bajo nivel socioeconómico o aquellas con televisión en el dormitorio) para probar adecuadamente los efectos de la modificación según estos factores.

Puedes leer el artículo original aquí.

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Alejandra Alonso

Licenciada en Psicología, editora y miembro fundador de Psyciencia.com. Master en Análisis de Conducta Aplicado.

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