Si vives con niños pequeños, es muy probable que en algún momento hayas tenido que lidiar con gritos, llanto, golpes o cosas volando por los aires.
Pero ¿cómo pueden los padres saber qué es un comportamiento típico por la edad y la exploración de límites, qué es una rabieta y qué es una crisis emocional?
¿Y cuál es la diferencia?
¿Qué es una rabieta?
En general, una rabieta se considera un comportamiento aprendido. El niño ha aprendido que actuar de cierta forma (como gritar o llorar en protesta) puede ayudarle a conseguir lo que quiere.
Este tipo de conducta puede ser una reacción natural en un niño que todavía está aprendiendo a regular sus emociones.
A veces, lo que el niño busca es la atención de sus padres. Por ejemplo, si un adulto responde con gritos o entra en negociaciones, esto puede reforzar las rabietas y hacerlas más frecuentes.
Cuando el niño logra lo que desea, es probable que el comportamiento disminuya en el corto plazo. Pero como aprendió que hacer una rabieta funciona, es más probable que lo repita en el futuro.
¿Qué es una crisis emocional?
Una crisis emocional tiene que ver con la dificultad para regular emociones (generalmente de angustia o sobrecarga). Aunque las conductas que se observan pueden parecerse a las de una rabieta, un niño en crisis emocional suele no poder calmarse rápidamente, y ofrecerle lo que quiere no suele ser suficiente para tranquilizarlo.
Suele ocurrir porque el cerebro del niño está sobrecargado, agotado o no tiene los recursos necesarios (por ejemplo, si está cansado, tiene hambre o le faltan habilidades para autorregularse). Su sistema nervioso entra en un estado de descontrol emocional. En ese momento, su cerebro no está en condiciones de aprender, razonar o pedir disculpas con sinceridad.
A veces, una conducta comienza como una rabieta y rápidamente se convierte en una sensación de pérdida de control emocional que lleva a una crisis.
Esto puede ser especialmente común en niños con desarrollo neurológico diferente, como aquellos con autismo o con trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), que pueden tener menor capacidad para regular sus emociones.
¿Cómo reaccionar?
Manejar rabietas y crisis emocionales requiere que los padres respondan con empatía, reconozcan las emociones del niño y las nombren.
La empatía es clave para desactivar emociones intensas y fortalecer el vínculo. Una respuesta empática ayuda al niño a sentirse comprendido y puede reducir el conflicto.
Por ejemplo, si tu hijo llora y grita porque le pediste que apague el iPad para cenar, podrías decirle:
Veo que estabas disfrutando eso. Es difícil dejar de hacer algo que nos gusta, como ver Bluey. A mí también me cuesta apagar mi programa favorito. Pero ya es hora de cenar, así que vamos a apagar el iPad.
También es importante mantener los límites con claridad. Si la crisis incluye golpear o lanzar cosas, puedes decir:
Está bien que te sientas molesto, pero no está bien que me lastimes, te lastimes o dañes la casa.
No todo comportamiento es peligroso —como decir groserías, usar una voz tonta o hablar de “caca”— así que está bien elegir tus batallas e ignorar ciertos comportamientos mirando hacia otro lado y sin responder.
Pero si temes que tu hijo pueda hacerse daño o dañar a otros —por ejemplo, si corre o trepa a lugares peligrosos— es adecuado garantizar la seguridad física y decir:
Mi trabajo es ayudarte a mantener tu cuerpo a salvo, así que voy a ayudarte a tomar una decisión segura.
Qué no hacer
Ser duro contigo mismo o preocuparte por lo que piensen los demás no hará que la rabieta o la crisis terminen más rápido.
Intentar distraer al niño en medio de una rabieta o crisis rara vez funciona. Incluso puede enseñarle que debe evitar sentir lo que siente.
Además, décadas de investigación han demostrado que el castigo físico, como los golpes, no reduce las conductas problemáticas y, en cambio, perjudica la salud mental a corto y largo plazo.
¿Cómo prevenir rabietas y crisis?
No se pueden evitar por completo. Sentir emociones intensas forma parte del desarrollo normal. Tampoco es realista responder siempre de forma perfecta. Lo importante es intentar satisfacer las necesidades de conexión y establecer límites la mayor parte del tiempo. Eso es suficiente.
Pero elogiar el comportamiento adecuado es la mejor manera de prevenir rabietas y crisis. También puedes reconocer y celebrar las cualidades únicas de tu hijo.
Ambas cosas fortalecen la relación, muestran qué conductas son apropiadas y hacen que el niño se sienta bien consigo mismo… y contigo.
¿Te sientes abrumado?
Tener paciencia cuando un niño atraviesa una rabieta o crisis puede ser difícil, especialmente mientras su cerebro sigue desarrollándose. Pero puedes practicar la empatía con tu hijo y contigo mismo diciéndote:
Mi hijo está aprendiendo, y yo también.
Y desde una perspectiva más amplia:
Esto es solo una etapa.
Si te sientes sobrepasado, hay estrategias simples que pueden marcar la diferencia entre responder con empatía y límites, o reaccionar con gritos o cediendo. Por ejemplo:
- Respira profundo y lento unas cuantas veces
- Cuenta hasta cinco antes de reaccionar
- Tómate un pequeño descanso: hazte un té, bebe agua
- Pregúntate si estás cansado, con hambre o necesitas algo
- No digas nada si no tienes algo útil que decir
- Nombra lo que sientes y describe lo que harás para calmarte
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation y ha sido traducido y adaptado para Psyciencia.