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Asociación Educar

46 Publicaciones
Revista de Actualización Neurocientifica Hace 18 años atrás desarrollamos un proyecto al que llamamos Línea de Cambio, este nació al ver la necesidad e importancia de que los conocimientos científicos que hacen a la comprensión y mejoramiento de nuestras conductas lleguen a todas la personas.
  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Cuando la emoción dice sí y la razón, ¡no!

  • 08/12/2016
  • Asociación Educar

“Tan negativa es la emoción desaforada
sin el freno de la razón, como la razón

sin el impulso de la emoción». Anónimo

“La persona que me gusta me enamora, pero no me conviene”. “El arte es mi pasión, pero no es una carrera redituable”. “Quiero viajar y conocer el mundo, pero no me animo”. “Quiero estudiar un idioma, pero ya estoy grande para eso”. “Quiero hacer cosas por mí mismo y me cuesta arriesgarme”.

Quiero, quiero, quiero, quiero… Y así se nos va la vida entre los “quieros” de un apasionado y amante de la aventura y un cerebro preparado para juzgar, prohibir, huir y atacar. ¿Somos parte de un cuerpo dividido en emoción, conciencia y, entre otras cosas más, cerebro? ¿Tenemos recursos para combatir al enemigo interior? O, ¿eso es cosa de sabios?

Un valioso recurso contra la preocupación y la severidad es llevar la atención a la respiración abdominal, que tiene por sí sola la capacidad de producir cambios en el cerebro. Esto favorece la secreción de hormonas como la serotonina y la endorfina y mejora la sintonía de ritmos cerebrales entre los dos hemisferios.

Las emociones moldean el pensamiento y el pensamiento influye sobre las emociones

Santiago Ramón y Cajal, premio Nobel de Medicina en 1906, dijo una frase tremendamente potente que en su momento pensamos que era metafórica, pero ahora sabemos que es literal: «Todo ser humano, si se lo propone, puede ser escultor de su propio cerebro».

En este contexto, atreverse implica momentáneamente perder el equilibrio. No atreverse es perderse a uno mismo. La vida no nos regala valentía, generosidad o compasión: nos brinda oportunidades para ser valientes, generosos y compasivos. Ya lo decía Peter Senge: “La maestría personal consiste en vivir en una forma creativa y no reactiva”.

Nos hemos acostumbrado a ver el mundo en pares opuestos. La mente o el cuerpo, como si fueran realidades separadas. El individuo o el medio, como si no formaran parte de la misma realidad. Y, una de las más frecuentes, la emoción contra la razón, como si se tratara de ámbitos excluyentes. Aunque no haya ninguna norma establecida al respecto, parecería que “actuar con base en la razón” tiene un estatus superior a hacerlo “con las emociones”.

Es verdad que se trata de dos dimensiones diferenciadas (emoción y pensamiento). Lo que no es cierto, en mi opinión, es que se excluyan mutuamente, ni que debamos elegir entre actuar con base en razonamientos fríos o emociones a flor de piel.

Las emociones moldean el pensamiento y el pensamiento influye sobre las emociones. Ambas realidades tienen lugar en el cerebro y es virtualmente imposible separarlas del todo, por lo menos en un “cerebro normal”.

Hasta ahora lo decían los iluminados, los meditadores y los sabios; ahora también lo dice la ciencia: son nuestros pensamientos los que en gran medida han creado y crean continuamente nuestro mundo. Según el Doctor Alonso Puig, experto en motivación, comunicación y liderazgo, hoy sabemos que la confianza en uno mismo, el entusiasmo y la ilusión tienen la capacidad de favorecer las funciones superiores del cerebro. La zona prefrontal del cerebro, en donde tiene lugar el pensamiento más avanzado, donde se inventa nuestro futuro, donde valoramos alternativas y estrategias para solucionar los problemas y tomar decisiones, está tremendamente influida por el sistema límbico, que es nuestro cerebro emocional. Por eso, lo que la emoción quiere sentir, la mente se lo acaba mostrando.

Autor: Lic. Eli Etheridge de Cáceres, Psicoterapeuta, Institut International de Formation et de Psychothérapie Transculturelle, Québec, Canadá. Coach Educacional, Instituto Kalidé.

Artículo previamente publicado en Asociación Educar, una web especializada en la enseñanza presencial y a distancia de las neurociencias. 

Referencias bibliográficas:

  • Morgane PJ, Galler JR, Mokler DJ. A review of systems and networks of the limbic forebrain/limbic midbrain. Prog Neurobiol. 2005 Feb;75(2):143-60. DOI: 10.1016/j.pneurobio.2005.01.001.
  • Mario Alonso Puig (2013). El Cociente Agallas. Editorial: Espasa Libros, S.L.U. ISBN: 9788467039504.
  • Santiago Ramón y Cajal (2007). Charlas de café. Editorial: Las Tres Sorores. ISBN: 9788496793026.
  • Peter Senge (2004). La Quinta Disciplina. Editorial: Granica. ISBN:9789506414306.
  • Luiz Pessoa. Emotion and Cognition and the Amygdala: From “what is it?” to “what’s to be done?”. Neuropsychologia. 2010 Oct; 48(12): 3416–3429. https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC2949460/
  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Interpretar la verdad

  • 21/10/2016
  • Asociación Educar

¿Qué es verdad? El concepto de verdad puede aludir tanto a la realidad como al conocimiento. Son dos sentidos diferentes.

El término verdad relativo a la realidad misma tiene interés en una fase de la investigación, ya que experimentar es conversar con la realidad. Por ello, cuando investigamos, observamos, miramos o vemos lo que más preocupa es que el interlocutor sea la realidad de verdad y no cualquier otro substituto.

Por ejemplo, un caso clásico está en la diferencia entre el ruido y la información. ¿Cómo separar uno del otro?

la verdad de la realidad es plenamente cultural

Cuando un aparato de observación, o nuestros propios sentidos, proporcionan datos, la pregunta siempre es: ¿son de verdad? o ¿es un artificio? Difiere, además, de saber separar la realidad de una ilusión de la realidad y cómo distinguirlo, ya que el problema es profundo y afecta directamente a la percepción humana, un proceso complejísimo que empieza en el mundo físico de los objetos que emiten señales, continúa por el mundo fisiológico que las capta, sigue en el mundo cerebral que las interpreta y acaba ―si acaba― en un mundo psicológico y cultural que las distorsiona.

Otro aspecto de la verdad de la realidad es plenamente cultural. Es, por ejemplo, la verdad asociada a la realidad que presentan los museos. Muchos de estos centros engañan al visitante con la exposición de mezclas de piezas de verdad y otras de mentira. Hoy se pueden hacer copias y reproducciones indistinguibles y ¿por qué desilusionar al visitante con avisos? ¿Por qué renunciar a una buena copia del buen original que tiene otro buen museo?

El truco reside en sustituir la realidad ―o parte de ella― por conocimiento, es decir, por representaciones de la realidad (copias, simulaciones, imágenes).

Por su parte, mentir es faltar a la verdad a sabiendas de que lo que se está haciendo. Se trata de afirmaciones falsas que crean una idea o una imagen inexacta también. Las personas, cuando mienten, lo hacen porque consideran necesario ofrecer una imagen diferente de la realidad, con la que no están conformes.

La máscara que proporciona la mentira permite crear una imagen de nosotros mismos que se quiere trasmitir. Sin embargo, esta careta es inconsistente, ya que una mentira lleva a la elaboración de una larga cadena de ellas que permita sostener la certeza de la primera, lo cual produce miedo a perder la imagen falsa que se ha establecido y supone una tensión continua para el mentiroso en cuestión. Además, genera un importante desgaste de energías, ya que es necesario contar con una buena memoria para no contradecir las mentiras anteriores.

Durante el proceso de mentir se produce una carga cognitiva por la cual el cerebro humano activa mayor número de áreas que cuando se dice una verdad. A medida que se incrementa la actividad cerebral aumenta el flujo sanguíneo en el cerebro y, por tanto, aumenta el oxígeno en sangre.

Dada la complejidad de la conducta de mentir en el cerebro no existe un único centro de la mentira sino múltiples áreas implicadas que interactúan entre ellas.

Durante el proceso de mentir se produce una carga cognitiva por la cual el cerebro humano activa mayor número de áreas que cuando se dice una verdad

Cuando mentimos, en el cerebro se activan tres regiones diferentes: el lóbulo frontal, el lóbulo temporal y el sistema límbico, y lo hacen en mayor medida que cuando decimos la verdad.

Por lo tanto, el acto de mentir requiere de un esfuerzo cerebral extra, ya que cuando se hace se activan zonas del lóbulo frontal que desempeñan un papel en la atención y concentración, además de vigilar posibles errores para suprimir la verdad.

Asímismo, las redes cerebrales utilizadas para expresar una mentira espontánea son diferentes de las que se emplean para pronunciar una mentira memorizada.

La mentira espontánea estimula una parte del lóbulo frontal relacionada con el funcionamiento de la memoria, mientras que la ensayada estimula una parte distinta en la corteza frontal derecha, vinculada con la memoria episódica.

Lo que vemos es lo que vemos, pero la interpretación de lo que observamos no es lo que percibimos.

La apreciación de esto último corresponde al cerebro, y los parámetros para hacerlo no son los mismos en cada uno, puesto que se basan en un complejo algoritmo surgido de millones de sinapsis neuronales, absolutamente individuales, que avala comprender científicamente que casi ningún concepto es absoluto, sino supeditado según a cómo lo interpretamos.

Así que existirían tantas verdades como individuos, y esto se relaciona directamente con el «aparato cerebral» debida cuenta de que la interpretación mental no se basa en lo que se ve sino en lo que el cerebro quiere ver.

en el cerebro no existe un único centro de la mentira

Solemos pensar que nuestra percepción del mundo es mucho más completa de lo que es en realidad.

Sentimos que registramos lo que pasa en nuestro entorno al igual que una cámara de vídeo. Sin embargo, lo que sucede es muy distinto, porque el cerebro engaña a través de mecanismos muy sofisticados que incluso construyen creencias que a fuerza de repetirse se convierten en verdades difíciles de refutar y que maltratan la existencia.

Todo por obra y gracia del cerebro ese órgano maravilloso que nos hace individuos únicos e irrepetibles, desplegando, incluso, una adaptación mágica de las debilidades que pone a nuestro servicio.

El bien, la verdad y la belleza tienen sus raíces en el mundo biológico y en la evolución, así como en la actividad neuronal, ya que lo que imaginamos que estamos oyendo o viendo puede cambiar realmente lo que percibimos.

Un estudio del Karolinska Institute de Suecia ha demostrado que nuestra imaginación puede afectar la manera en que experimentamos el mundo más de lo que hasta ahora se creía: aquello que imaginamos que estamos oyendo o viendo puede cambiar realmente lo que percibimos.

Por otro lado, los resultados obtenidos arrojan además nueva luz sobre una cuestión clásica de la psicología y de las neurociencias: cómo combina el cerebro la información que le llega de los diferentes sentidos.

A menudo pensamos en las cosas que imaginamos y percibimos como claramente disociable. Sin embargo, esta investigación ha demostrado que la imaginación de un sonido o de una forma cambia la manera en que percibimos el mundo que nos rodea, de la misma manera que lo hace escuchar realmente ese sonido o ver esa forma.

En concreto, descubrimos que lo que imaginamos oír puede cambiar lo que vemos realmente, y que lo que vemos con la imaginación puede cambiar lo que realmente escuchamos porque la imaginación transforma la percepción real y, según los investigadores, estos resultados pueden ser útiles para la comprensión de los mecanismos que hacen que el cerebro no distinga entre pensamiento y realidad, por ejemplo, en ciertos trastornos psiquiátricos como la esquizofrenia.

Esta es una primera serie de experimentos con los que se pretende aclarar definitivamente si las señales sensoriales generadas por la imaginación son lo suficientemente fuertes como para cambiar nuestra percepción del mundo real y confirmar si lo que es y significa no es algo separado como si fuera uno físico y el otro mental.

No cabe duda de que la realidad es distinta de cómo la vemos y dos mentes inmersas en la realidad están separadas por la realidad misma. Esto significa que una mente, para comunicarse con otra, ha de atravesarla.

Es decir, el conocimiento creado por una mente, como representación de una complejidad presuntamente infinita, se ha de traducir en un trozo de realidad para que así pueda alcanzar otra mente de destino.

Es el caso de una pintura, una escultura, una ecuación matemática, un poema, un programa de ordenador, un gesto, un objeto… Por ello, un conocimiento está encuadrado en el espacio y el tiempo. Empieza y acaba. El conocimiento es finito.

Basta que la proposición aluda a la realidad de este mundo para que las cosas se compliquen muy rápidamente. El propio lenguaje cubre el concepto de verdad con una delicada capa de ambigüedad. En efecto, digamos, y es mucho decir, que el diccionario del idioma con más palabras no llega a cien mil palabras. Bien, pues resulta que el número de objetos y fenómenos distintos de este mundo son muchos más y esto significa que cualquier proposición escrita en el más rico de los idiomas es, si alude a la realidad de este mundo, forzosamente falsa.

La veracidad es un deber moral cuyo cumplimiento afecta a la dimensión social del hombre y facilita la convivencia humana

Sencillamente, no hay bastantes palabras para decir la realidad, por lo tanto, la proposición no puede tener sólo dos estados accesibles (verdadero y falso), sino infinitos valores entre un mínimo (falso) y un máximo (verdadero).

Por eso, antes de llegar, incluso, al conocimiento general de la realidad, el concepto de verdad pierde su carácter absoluto, porque la verdad tiene peso, la verdad tiene grados, la verdad tiene matices.

Entonces, ¿Qué es la verdad?

La verdad es una calidad del conocimiento, la que alude al grado de compatibilidad entre la simplicidad que representa y la complejidad que es representada, donde la cuestión fundamental es que en principio la primera es finita y la segunda es infinita.

En cualquiera de sus sentidos, el concepto de verdad está muy emparentado con el de fidelidad. El amor a la verdad se muestra también en la veracidad, es decir, en el hábito de conformar las acciones exteriores con lo que interiormente se piensa, en ser fieles al manifestar los pensamientos y en decir siempre lo que se entiende que es verdad y manifestarse a los demás como interiormente se es.

La veracidad es un deber moral cuyo cumplimiento afecta a la dimensión social del hombre y facilita la convivencia humana. («La verdad, norma del pensamiento y de la conducta»- F. Ponz, Universidad de Navarra, España). Proviene de una disposición permanente de la voluntad para manifestar fielmente el conocimiento personal de la verdad, que viene exigida por la dignidad de la persona humana y por el deber de lealtad y bienestar que el hombre debe guardar con todos los demás hombres, sean como sean. Finalmente, la veracidad ocupa un lugar muy importante en la vida moral del hombre.

Todo lo que sea manifestar la verdad y facilitar a los demás el acceso a la verdad, eleva al hombre. Y cuanto suponga inducir al error, faltar a la veracidad, dificulta el recto uso de la inteligencia, contradice el derecho natural que todo hombre tiene a conocer la verdad, a que se le diga la verdad; supone una ofensa y daño a la dignidad humana.

No puede haber justicia sin amor y sin veracidad. Y la falta de veracidad es, además, una manifiesta carencia de amor entre los hombres. Sin veracidad resulta imposible el orden moral en la vida social, porque ésta reclama la comunicación de ideas, sentimientos, noticias, etc., sobre la base de que todo ello responde a la verdad, al menos a lo que cada uno entiende honradamente que es verdadero.

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Preocupación: ¿hasta cuando sirve preocuparnos?

  • 19/09/2016
  • Asociación Educar

Si nos preocupamos excesivamente, la ansiedad se eleva y se generan pensamientos reiterativos que dejan de ser funcionales: ya no buscan una solución al problema, solo ocasionan malestar.

La preocupación es parte de nuestra vida, ya que sin ella no podríamos ocuparnos de resolver situaciones, problemas, planificar una solución para eventos futuros, o movilizarnos para realizar algo determinado. Por lo que la preocupación como proceso es altamente funcional si, luego de pensar sobre un mismo tema reiteradamente, realizamos hechos concretos para resolver uno o más problemas específicos. Es decir, la preocupación nos sirve ya que genera ansiedad funcional para aprontarnos a la resolución de un problema y así adaptarnos a nuestro medio de un modo más eficaz.

La preocupación es parte de nuestra vida, ya que sin ella no podríamos ocuparnos de resolver situaciones, problemas, planificar una solución para eventos futuros

Pero, ¿qué sucede si nos preocupamos excesivamente y continuamos con esa actitud por períodos prolongados? Sucede que la ansiedad comienza a elevarse y percibimos un malestar, probablemente angustia, o alguna emoción displacentera asociada a los pensamientos reiterativos, que dejan de ser funcionales para comenzar a ser rumiativos: ya no buscan una solución, sino que son asociaciones sobre un mismo tema que generan ansiedad, pensamientos distorsionados y malestar emocional, sin funcionalidad alguna. Esta actividad de nuestro cerebro y nuestra mente deja de ser adaptativa para generarnos más problemas, emociones negativas y pensamientos catastróficos a futuro, por estar la ansiedad implicada.

La mente

En estos casos, donde este tipo de pensamiento disfuncional, rumiativo, hace uso de nosotros, “nos domina” y nos hace sentir que no podemos hacer nada, parece que solo quedara someternos a dejar correr los pensamientos y sentir emociones negativas.

STOP: Podemos detener este modo de operar de nuestra cognición, implicado en muchos trastornos, aunque no necesariamente debemos tener un trastorno para ser rumiativos o preocuparnos en exceso.

Podemos, para hacer un uso correcto de nuestra mente, en principio, comprender que los pensamientos son hechos mentales y no son la realidad, sino que son productos de nuestro procesamiento mental: un pensamiento catastrófico es solo eso, un pensamiento. A este hecho lo conocemos como descentramiento cognitivo. Aceptar y reconocer esto calma muchísimo y baja la ansiedad percibida por la preocupación.

la ansiedad comienza a elevarse y percibimos un malestar, probablemente angustia, o alguna emoción displacentera asociada a los pensamientos reiterativos

Entonces, ante la preocupación excesiva conviene:

  • Pasar a la acción resolviendo o modificando algo del entorno relacionado con la preocupación que nos acontece.
  • Percibir y comprender que los pensamientos son hechos mentales y no la realidad misma.
  • Evitar no sirve. Sin embargo, podemos reconocer los pensamientos reiterativos y distraernos con otra actividad; o bien, situarnos en el momento presente con distintas técnicas (la meditación, la Mindfulness) o simplemente distraernos con una actividad que nos genere satisfacción, hasta tanto podamos resolver con hechos el motivo específico que nos preocupa.
  • Aceptar las emociones y pensamientos sin pretender controlarlos, ya que este tipo de control hace que aumente la preocupación y por lo tanto la ansiedad.

Por sobre todo, lo más importante es hacer, pasar a la acción, y dejar de creer que pensando las situaciones se resuelven. Se necesita nuestra intervención en el medio ambiente para modificar variables y así resolver o cambiar el motivo de nuestra preocupación.

Autor: Lic. Diego M. Herrera, Psicólogo clínico (MN: 63.686), Universidad de Buenos Aires. Coordinador del Dto. de Neurociencias de E.I.C.C.

Artículo previamente publicado en Asociación Educar, una institución especializada en el entrenamiento neurocientifico

Bibliografía:

  • Beck, Aaron T., David Clarck , «Terapia cognitiva para los trastornos de ansiedad», Ed. Desclee de Brouwer (versión 2012 español).
  • Leahy R.L. Holland S.T. (2000). Treatment plans and interventions for depression and anxiety disorders. New York: Guilford Press.
  • Hofmann S.G. DiBartolo P.M. (1997). Techniques of cognitive therapy. En I.D. Yalom & W.T. Roth (Eds.), Treating Anxiety Disorders (pg. 57-82). San Francisco: Jossey-Bass.
  • Barlow D. (1988). Anxiety and its Disorders: the nature and treatment of anxiety and panic. New York, Guilford Press.
  • Barlow D.H. Di Nardo P.A. (1991). The diagnosis of Generalized Anxiety Disorder: development, current status, and future directions. En R.M. Rapee & D.H. Barlow (Eds.), Chronic anxiety. Generalized anxiety disorder and mixed anxiety – depression (pg. 95-118). New York: The Guilford Press.
  • Caballo V.E. Mateos Vilchez (2000). El tratamiento de los trastornos de ansiedad a las puertas del siglo XXI. Psicología Conductual. 8 (2), 173-215.
  • Barlow D.H. Di Nardo P.A. (1991). The diagnosis of Generalized Anxiety Disorder: development, current status, and future directions. En R.M. Rapee & D.H. Barlow (Eds.), Chronic anxiety. Generalized anxiety disorder and mixed anxiety – depression (pg. 95-118). New York: The Guilford Press.
  • Ciencia y Evidencia en Psicología

El cerebro y la envidia

  • 22/07/2016
  • Asociación Educar

La envidia es un sentimiento de deseo de algo que no se posee; también expresa una tristeza o pesar del bien ajeno. Cuando se generaliza, a una persona que tiene envidia se la suele llamar envidiosa.

Lamentablemente es muy común observarla, sobretodo, en quienes creen no ser capaces de obtener lo que desean en sus vidas o cuando alguien desea algo que otro posee y en lugar de alegrarse lamenta no tenerlo. Es un sentimiento que surge de las comparaciones, de sentirse y creerse menos que los demás, de desear algo y de creer no saber cómo obtenerlo o de experimentar sensaciones muy negativas que afectan intensamente.

la envidia puede producir placer
debido a que el hipotálamo
libera, en ese momento,
oxitocina y dopamina

La envidia, como sentimiento de desear algo de otra persona, puede ser una reacción natural del ser humano, y no tiene por qué ser negativa si no provoca algunas reacciones como frustración, ansiedad o deseo del mal ajeno. No obstante, como fenómeno psicológico común, hace padecer tanto a los envidiosos como a sus víctimas. El sentimiento puede ser leve o intenso, simple o complejo, consciente o inconsciente, explícito o involucrado en algunos síntomas neuróticos.

Es difícil hablar de envidia «sana», ya que es siempre un doloroso sentimiento de frustración por alguna carencia que, siendo de uno, parece que los demás no tienen, por lo que se sufre contra ellos, consciente o inconscientemente, una gran hostilidad.

Un grupo de investigadores del Departamento de Neuroimagen Molecular del Instituto Nacional de Ciencias Radiológicas de Japón, liderados por Hidehiko Takahash, dieron a conocer los resultados de un estudio en donde hallaron que la envidia puede producir placer debido a que el hipotálamo libera, en ese momento, oxitocina y dopamina. En este trabajo, publicado en la revista Science, los científicos encontraron que el cerebro libera dopamina cuando a una persona a la que se le tiene envidia le va mal, del mismo modo que ocurre cuando siente placer.

Para comprobar esto, registraron sus resultados mediante resonancias magnéticas funcionales y determinaron que tanto la envidia como la satisfacción tienen áreas cerebrales específicas. De hecho, cuando una persona intuye o lee sobre el triunfo de alguien por el que siente envidia activa la corteza anterior cingulada en los nódulos cerebrales dorsales; mientras que si lo que observa es el fracaso de ese individuo envidiado, lo que se estimula es el núcleo estriado ventral.

En definitiva, la oxitocina, llamada la hormona del amor, es la «culpable» de desatar envidia por alguien, y, a la vez, sentir satisfacción por el mal ajeno guarda relación directa con la dopamina, sustancia con enorme importancia en la conducta social.

Cuando una persona tiene una emoción positiva hacia otra, la oxitocina la potencia, pero si la empatía va en sentido contrario promueves emociones negativas y esa es la razón que avala que la oxitocina, a veces, se comporte como un potenciador de los sentimientos sociales como la agresividad, generosidad, empatía, confianza, y, también, de la envidia.

El envidioso es un insatisfecho que, con frecuencia, no sabe que lo es. Siente secretamente mucho rencor contra las personas que poseen algo (belleza; dinero; sexo; éxito; poder; libertad; amor; personalidad; experiencia; felicidad; etc.) que él también desea pero no puede o no quiere desarrollar. El envidioso en lugar de aceptar sus carencias o realizar sus deseos, simplemente rechaza y desea «destruir» a aquel que, como un espejo, le recuerda su privación.

De este modo, la envidia es la rabia reparadora de quien en vez de luchar por sus anhelos prefiere eliminar la competencia; eso, la convierte en la defensa típica del débil.

El envidioso es un insatisfecho que, con frecuencia, no sabe que lo es

Por eso, es importante no confundir la envidia con los celos, porque son muy distintos. La envidiadesearía destruir al envidiado, mientras que los celos conservan el afecto del otro.

No obstante, ambos pueden ir juntos y por eso muchas veces se tiende a confundirlos. Según el filósofo John Rawls, la base de la diferencia radica entre la posesión y el deseo de poseer, mientras que se envidia un objeto deseado, los celos implican un fervoroso deseo de conservar lo que uno ya tiene.

Las causas de los celos y las envidias también son diferentes y particulares; cuando una persona envidia se entiende que la mayoría de las veces el problema no es el objeto de deseo en sí, sino un sentimiento de baja autoestima o de vacío interior. Otra teoría, considera a la envidia como un mecanismo de defensa que uno mismo arma para mantenerse seguro del mundo exterior. Paradójico, ¿no? Pues la envidia es considerada uno de los sentimientos más contaminantes y destructivos. Los celos, en cambio, son más comunes y están vinculados a sentimientos de ansiedad o pensamientos negativos. Son una especie de obsesión hacia un tema en particular, muchas veces ligado al amor y, si son excesivos, culminan en relaciones improductivas con pobreza comunicacional.

Desde el punto de vista biológico, los celos son una reacción de alerta mediada neurológicamente por una serie de neurotransmisores que si bien actúan sobre algunas partes del cerebro, en realidad afectan a todos los órganos del cuerpo.

Estas zonas del cerebro, responsables de las reacciones celotípicas, se encuentran por debajo de la corteza cerebral, lo que explica, de entrada, por qué muchas veces son irracionales. Cuando la corteza prefrontal se deja gobernar por el sistema límbico, empieza el problema; es decir, el sistema nervioso se activa todo el tiempo y basta con un estímulo mínimo para que reaccione de manera exagerada e irracional.

Desde el punto de vista biológico, los celos son una reacción de alerta mediada neurológicamente

El problema es que en el celoso este estímulo de irracionalidad puede entrar por cualquiera de los sentidos: con un olor; una imagen; una sensación; un sonido o, incluso, con los recuerdos; los pensamientos y las creencias que existen en la mente. Invadido por el sentimiento de envidia se pueden cometer actos que hacen sentir mal al envidiado, manchar su reputación con mentiras y agravios, desearle el fracaso, etc. De ahí que el acoso, la discriminación y el racismo tienen raíces en la envidia.

Los celosos, generan discusiones y conflictos donde no los hay, tienden a distorsionar la realidad con pensamientos ilusorios y entorpecen todo tipo de relación sana al tratar de manejar situaciones bajo un instinto controlador cuyo resultado siempre es negativo.

Para discutir con un envidioso o con una persona celosa existe una fórmula que no debe subestimarse: «la envidia es una cosa entre dos, sin embargo, para que existan los celos es necesario que, siempre, existan tres».

Sobre el autor: Dr. Luis M. Labath: Médico Especialista en Medicina Interna. Ex Director Médico del Hospital José M. Cullen. Miembro de Honor de la Asociación Médica Argentina.

Artículo publicado previamente en Asociación Educar, la plataforma online y presencial de entrenamiento en Neurociencias más importante de la región. 

Bibliografía:

  • Takahashi H, Kato M, Matsuura M, Mobbs D, Suhara T, Okubo Y. When your gain is my pain and your pain is my gain: neural correlates of envy and schadenfreude. Science. 2009 Feb 13;323(5916):937-9. doi: 10.1126/science.1165604.
  • Jankowski KF, Takahashi H. Cognitive neuroscience of social emotions and implications for psychopathology: examining embarrassment, guilt, envy, and schadenfreude. Psychiatry Clin Neurosci. 2014 May;68(5):319-36. doi: 10.1111/pcn.12182.
  • Shamay-Tsoory SG, Fischer M, Dvash J, Harari H, Perach-Bloom N, Levkovitz Y. Intranasal administration of oxytocin increases envy and schadenfreude (gloating). Biol Psychiatry. 2009 Nov 1;66(9):864-70. doi: 10.1016/j.biopsych.2009.06.009. Epub 2009 Jul 29.
  • Ciencia y Evidencia en Psicología

El valor de un rostro sonriente

  • 08/07/2016
  • Asociación Educar
sonrisas, neurociencias

Desde que nacemos los rostros atraen nuestra atención. A través de ellos podemos reconocer rápidamente a los conocidos, detectar el estado emocional de las demás personas, percibir si lo que decimos o hacemos es o no de su agrado y un largo etcétera. Todas estas son habilidades fundamentales para una especie tan social como lo somos los homo sapiens sapiens.

Tan importantes son los rostros que el cerebro humano posee áreas especializadas para la lectura de los mismos y además a través de las expresiones faciales nos contagiamos nuestras emociones unos a otros.

Para los científicos el modo en que el cerebro percibe un rostro y cómo se ve afectado por la expresión de éste es de sumo interés, ya que hace al desarrollo de nuestras habilidades sociales.

Entre los muchos trabajos que buscan dilucidar este tema se encuentra uno realizado por el neurocientífico Olivier Pascalis en la Universidad de Sheffield, Inglaterra, en el año 2002. Pascalis, junto a su equipo, buscó observar si bebés y adultos tenían la capacidad de identificar en fotografías a diferentes personas y monos.

el cerebro humano posee áreas especializadas para la lectura de Los rostros

En el caso de los pequeños, para su trabajo se basaron en una característica de nuestro cerebro asociada con el reconocimiento visual, que es la de mantener por más tiempo la atención y mirada en algo que resulta novedoso y, por el contrario, menor en lo conocido.

En su primer estudio, presentaron a adultos y bebés de 9 meses fotos de personas y de monos de Java. Tal como era de esperar reconocer rostros humanos les resultaba sencillo, pero no pasaba lo mismo con los simios.

No conformes los investigadores sumaron a su experiencia un tercer grupo, en este caso bebés de 6 meses, que a diferencia de los dos anteriores pudo distinguir los rostros de los monos conocidos al igual que el de los humanos.

Para los especialistas esto se debe a que el sistema de reconocimiento facial es muy flexible en sus inicios, pero a medida que pasa el tiempo el cerebro se va especializando en los rostros con los que se relaciona. De esta manera, se pierde la capacidad de reconocer los de una especie como, por ejemplo, los monos, con los cuales no convivimos. También consideran que esto produce que nos resulte difícil poder distinguir los rostros de personas de otras etnias con las cuales no interactuamos cotidianamente haciendo que las percibamos similares entre sí.

Pero parecería que la capacidad de poder individualizar macacos es posible, y en ello centraron su investigación la doctora Lisa Scott y su equipo de la Universidad de Massachusetts, quienes a un grupo de padres de bebés de 6 meses les pidieron que mostrarán durante un tiempo a los pequeños un libro con imágenes de monos. No obstante, antes se los dividió en grupos: el A debía mostrarlo calladamente; el B, llamarlos monos y el C, darle a cada uno un nombre y volver a repetirlo con cada muestra.

Al encontrarse tres meses después pudieron observar que los del grupo C conseguían identificar los monos sin inconvenientes, llegando a la conclusión de que la diferencia con el estudio anterior se debió a que los monos tenían nombres. Esto generó que el cerebro pusiera más atención en los detalles, mientras que en los otros casos se observaron más las generalidades.

El área de reconocimiento facial se sitúa en las superficies ventromediales de los lóbulos temporal y occipital, e involucra al giro occipital inferior, al giro fusiforme medial y al surco temporal superior. Su lesión provoca Prosopagnosia, es decir la incapacidad de reconocer caras.

lenguaje-corporal-sonrisa1No obstante, el reconocimiento de imágenes faciales además de estas áreas requiere de la interconexión de distintas redes neuronales, ya que no solo se debe desde reconocer que lo que se ve es un rostro, sino además si es de alguien conocido, asociarlo a memorias emocionales, nombres, etc.

Con respecto a los nombres es común que luego de que nos presenten a alguien, al poco tiempo olvidemos cómo se llama, pero increíblemente si nos encontramos con esa persona meses después seremos capaces de recordar su cara, en dónde la conocimos y, con mucha vergüenza, saludarla sin poder encontrar en nuestra memoria su nombre.

Sin embargo, esto no debe preocuparnos ya que para el cerebro es sencillo recordar rostros, algo que fue fundamental para nuestra supervivencia. Los nombres nos cuestan más debido a que el lenguaje es una función más reciente y para que los relacionemos a una cara debemos además asociarlos a otras características y eventos que exigen de un esfuerzo cognitivo mayor y que lleva más tiempo de activación neuronal.

Tanto nos atraen los rostros que por la década del 80 apareció en nuestra comunicación digital el empleo de emoticones, para expresar la emoción o el estado de ánimo que sentimos. Los primeros no eran las imágenes actuales, sino un conjunto de signos como por ejemplo: :-).

para el cerebro es sencillo recordar rostros, algo que fue fundamental para nuestra supervivencia

Rápidamente pudimos aprender a relacionar la unión de estos signos con una cara feliz, y un estudio realizado en el Laboratorio de Cognición y Cerebro de la Escuela de Psicología de la Universidad Flinders en Adelaida, Australia, indicó que el cerebro reacciona ante estas figuras de la misma manera que lo hace frente a un rostro humano.

Los emoticones son muy usados, ya que suman a una comunicación sin rostro diferentes niveles de expresión, contribuyendo a que la misma sea más cálida e, incluso, permita al ser leídos un mensaje, hacerlo no en el tono emocional que imaginamos, sino en el que desea trasmitir quien lo envía. En la actualidad el emoticón más usado es el de la carita que llora de risa.

Entre todos los rostros hay uno que despierta una intensa respuesta emocional de ternura y placer: el de los bebés. Si bien al igual que otras caras son procesadas por las áreas de la lectura de las mismas, activan fuertemente el circuito de recompensa cerebral, tal como lo presentan los estudios del investigador Morten Kringelbach de la Universidad de Oxford.

Imagen: Asociación Educar
Imagen: Asociación Educar

La dulce expresión de los pequeños genera un rápido y fuerte pico de actividad en la corteza orbitofrontal, implicada en el placer y relacionada con la detección de estímulos gratificantes.

Muchas de las investigaciones científicas sugieren que nuestro cerebro es enormemente eficaz en detectar una expresión en los rostros: la sonrisa. Ésta nos advierte que quien está enfrente de nosotros es un “amigo”. Por esta razón, si volvemos a pensar en términos de supervivencia como hace más de 100.000 años, este mensaje no es para nada menor.

De hecho, un trabajo realizado por la psicóloga Erin Heerey en la Universidad Bangor, del Reino Unido, encontró que identificamos con mayor rapidez una sonrisa verdadera que una de cortesía.

Entre todos los rostros hay uno que despierta una intensa respuesta emocional de ternura y placer: el de los bebés

En su investigación Heerey aplicó dos sistemas de observación para presentar a un grupo de voluntarios rostros con los dos tipos de sonrisas: genuina y social. En el primero, ellos debían pulsar un botón cuando detectaran una sonrisa y en el otro aplicar sensores eléctricos en sus caras.

El resultado del trabajo arrojó que todos interpretaron más rápidamente las sonrisas verdaderas y que además ante las mismas los músculos de las bocas de los participantes reaccionaban imitando el gesto al activar las neuronas espejo.

Giacomo Rozzollati ―el descubridor de estas neuronas― expresó que la percepción de un rostro activa estructuras internas del sistema nervioso central como las áreas sensitivas y motoras y por ello moldea los músculos faciales de quien observa a otro.

Las sonrisas sociales surgen cuando las normas socioculturales nos dicen que debemos ser corteses. Si bien no producen la misma respuesta que las genuinas, sin lugar a dudas nos resultan agradables y por ello las usamos, y forman parte de nuestra vida social como un mensaje de respeto y aceptación. En la sonrisa genuina o de Duchenne, en honor al especialista francés que la identificó por primera vez, se elevan las mejillas y se contrae un número de pequeños músculos que se encuentran rodeando la cavidad orbital del ojo, lo que produce las conocidas “patas de gallo”, algo que rara vez se consigue con la sonrisa social.

Los rostros sonrientes al activar el circuito de recompensa cerebral y liberar dopamina producen que estos sean más fáciles de recordar, ya que también el hipocampo ―un área relacionada con la memoria― presenta mayor actividad antes los mismos, según estudios realizados en Centro de Neurociencias Cognitivas de la Universidad de Duke.

Imagen: Asociación Educar
Imagen: Asociación Educar

Richard Davinson y Paul Ekman, dos especialista en el estudio de las emociones, descubrieron en una de sus investigaciones que la contracción voluntaria del músculo orbital producía una importante actividad en el giro frontal medio, un área que, según los investigadores, es uno de los asientos de las emociones positivas.

Cuando esta zona se activa, la persona manifiesta signos evidentes de sentimientos de entusiasmo, optimismo y alegría.

En este punto de la nota es interesante reflexionar sobre si en los espacios y con las personas con quienes interactuamos abundan las sonrisas, y hasta preguntarnos a nosotros mismos si vamos por la vida con una.

giro-frontal-medialPodemos decirnos que a veces es muy difícil mantener un estado de ánimo elevado con tantas exigencias y estresores, pero, como dice el neurólogo Antonio Damasio, el mejor modo de contrarrestar emociones que nos perjudican es teniendo otras positivas. Si bien todas las emociones son buenas, algunas de ellas si se mantienen en el tiempo nos afectan negativamente, como, por ejemplo, el estar enojados.

Pero volviendo a las sonrisas y emociones positivas, existen algunos tips que pueden ayudarnos a llevar nuestro sistema atencional hacia ellas. Uno es anotar en un cuaderno durante el día cosas buenas que nos pasaron; al principio puede ser difícil encontrarlas, pero a medida que vayamos entrenando a nuestro cerebro a descubrirlas nos asombraremos de cuántas cosas buenas nos suceden. Mirar estas anotaciones durante el día y ampliarlas nos despertará siempre una verdadera sonrisa. De este modo, sin darnos cuenta, iremos por la vida contagiándolas y descubriremos que ciertas arruguitas alrededor de nuestros ojos son una bella muestra de que sonreímos a menudo :).

Artículo publicado en Asociación Educar, una reconocida plataforma online de enseñanza e investigación neurocientífica.

Autor: Marita Castro – Directora de Asociación Educar.

Bibliografía:

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  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Los beneficios de ser agradecidos

  • 13/05/2016
  • Asociación Educar

Las emociones son parte de nuestra vida y ser agradecidos despierta aquellas que se denominan positivas, y hacen que nuestro cerebro libere neurotransmisores asociados al placer. Se dice que una persona agradecida es feliz y la ciencia ahora demuestra que un mejor estado de ánimo contribuye a la salud de toda nuestra UCCM (unidad cuerpo cerebro mente).

Dar las gracias puede parecer algo banal. Sin embargo, no lo es ya que cuando lo hacemos significa que estamos valorando un gesto o una acción y eso es lo que nos lleva a sentirnos con un mejor estado de ánimo.

Durante los últimos años las emociones han cobrado reconocimiento y notoriedad, y la gratitud es hoy una emoción en la que los científicos están interesados, ya que diversos estudios demuestran que su relación con nuestra salud es muy amplia.

Desde mis inicios como médico el estado emocional de las personas a quienes atendía llamaba mi atención; siempre me parecía que el mismo marcaba una diferencia en el curso del tratamiento y que por ello una comunicación humana y contenedora era fundamental.

Investigadores de la Universidad de California en San Diego, Estados Unidos, siguieron la evolución de un grupo de 186 personas, mujeres y hombres, con insuficiencia cardíaca asintomática conocida como etapa B. En esta instancia de la enfermedad los pacientes pueden ver afectado estructuralmente su corazón, pero no presentan síntomas como fatiga, cansancio o falta de aire. Es un momento crucial para tratarlos y evitar que pasen a la etapa C, en donde los riesgos son mucho mayores. Los profesionales encontraron que aquellos individuos que eran más agradecidos y podían ver los aspectos positivos de la vida, tenían, pese a su afección, una mejor salud cardiovascular.

una alta puntuación en los niveles de gratitud se relacionaba con mejor estado emocional y sueño

Para evaluar la relación entre ser agradecidos y la salud se realizaron pruebas psicológicas con el objetivo de medir los niveles de gratitud y bienestar de todos los participantes del estudio. Luego los compararon con los índices de energía que decían sentir, calidad y horas de sueño, y con su percepción de autosuficiencia, en este caso, para afrontar la enfermedad. Además, se midió en cada uno el número de biomarcadores inflamatorios asociados con la salud cardíaca y general.

Los biomarcadores inflamatorios son marcadores que ayudan a conocer el grado de inflamación que tiene una personia. Esta reacción tiene una importancia clave en muchas enfermedades. Por ejemplo, puede asociarse a enfermedades infecciosas y de otros orígenes como el cardiovascular. En general es la proteína C reactiva (CRP, por sus siglas en inglés), producida por el hígado, la que se mide.

De acuerdo con la American Heart Association (Asociación Estadounidense de Cardiología) los resultados del CPR pueden contribuir a predecir el riesgo de cardiopatías.

En la investigación de la Universidad de California se encontró que en todos los casos una alta puntuación en los niveles de gratitud se relacionaba con mejor estado emocional y sueño, además de menores niveles de inflamación. Sentirse bien ayuda, pero ser agradecido, según este estudio, es lo que marca la gran diferencia.

Buscando ampliar los datos obtenidos, los profesionales pidieron a algunos de los pacientes que hicieran una tarea conocida para aprender a ver todo lo bueno que nos ocurre. Para ello tuvieron que anotar todos los días tres cosas por las que se está agradecido.

Si bien la atención médica era la misma para todos, luego del tiempo pautado de ocho semanas, vieron que aquellos que cumplieron con la tarea presentaban una notable reducción en los biomarcadores inflamatorios y con ello una importante reducción del riesgo cardíaco.

cuando el cerebro siente gratitud se activan las vías de recompensa cerebral y también áreas relacionadas con la cognición moral

Son numerosos los estudios sobre lo importante que es ser agradecido, por lo que un equipo de científicos liderados por Glenn Fox, del Brain and Creativity Institute de la Universidad de Southern California, en Estados Unidos, en conjunto con el reconocido neurocientífico Antonio Damasio, se propuso iniciar un camino para encontrar la ruta de la gratitud en el cerebro.

En su investigación presentaron a un grupo de jóvenes grabaciones y videos de personas que no tenían vínculo alguno con ellos y habían sobrevivido al Holocausto. Las grabaciones se emplearon para que los participantes pudieran sentir emociones similares a las de las personas que escuchaban, ya que parte de los relatos eran de agradecimiento a alguien que les había dado un lugar donde esconderse, calzado, ropa, comida o algo que los ayudó a vivir.

También se les mostró toda la historia del Holocausto desde sus inicios hasta la liberación final. Luego de todo lo anterior se les pidió a los voluntarios que sintieran las historias como propias y se les presentaron otras en donde ellos eran los protagonistas y recibían la ayuda de otras personas para, por ejemplo, superar una enfermedad. Mientras tanto sus cerebros fueron monitoreados a través de una resonancia magnética funcional.

Los investigadores pudieron observar que cuando el cerebro siente gratitud se activan las vías de recompensa cerebral y también áreas relacionadas con la cognición moral, como la corteza prefrontal ventromedial, corteza prefrontal dorsomedial y la corteza cingular anterior (vinculadas con percibir las emociones conscientemente y sentirse motivado).

La gratitud es un aspecto importante de nuestra vida y parte de la sociabilización humana; conlleva a beneficios tanto para la salud mental, como la física y las relaciones interpersonales. Por eso se debe cultivar todos los días.

El ejercicio nombrado anteriormente de anotar tres cosas todos los días por las que estamos agradecidos puede resultar un buen modo de hacerlo, así como al menos una vez a la semana proponernos dar las gracias al menos a tres personas con las que compartimos nuestras vidas. Con el tiempo la neuroplasticidad de la que goza nuestro cerebro hará que no tengamos que estar atentos y sea algo natural.

Tengamos presente que el agradecimiento nos conecta con los otros y con la vida.

¡Los saludo y les doy las gracias por haber leído esta nota!

Autor: Dr. Nse. Carlos A. Logatt Grabner – Presidente Asociación Educar

Bibliografía:

Mills PJ, Redwine L, Wilson K, Pung MA, Chinh K, Greenberg BH, Lunde O, Maisel A, Raisinghani A, Wood A, Chopra D. The Role of Gratitude in Spiritual Well-being in Asymptomatic Heart Failure Patients. Spiritual Clin Pract (Wash D C). 2015 Mar;2(1):5-17. PMID: 26203459.
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Wood AM, Froh JJ, Geraghty AW. Gratitude and well-being: a review and theoretical integration. Clin Psychol Rev. 2010 Nov;30(7):890-905. doi: 10.1016/j.cpr.2010.03.005. Epub 2010 Mar 20. PMID: 20451313.
Fox GR, Kaplan J, Damasio H, Damasio A. Neural correlates of gratitude. Front. Psychol. 6:1491. doi: 10.3389/fpsyg.2015.01491.

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

El buen ánimo contribuye con el desempeño cognitivo

  • 10/03/2016
  • Asociación Educar

Las emociones ―esas compañeras cotidianas de nuestras vidas― influyen en la salud, la toma de decisiones, el modo de interpretar los hechos, las maneras de relacionarnos y también forman parte de todo proceso de aprendizaje. Por ello nuestro estado de ánimo es un factor a cuidar y tener en cuenta en todo desempeño cognitivo.

Por un momento propongámonos pensar en cómo nos sentimos cuando estamos de buen ánimo o en la actitud y conducta observada en nuestros alumnos o equipo de trabajo cuando un sentimiento de bienestar y alegría los envuelve. Sin lugar a dudas todo parece más fácil y fluido.

Cuando algo se torna emocionalmente interesante atrapa nuestra atención. Si una tarea que debemos realizar tiene sentido para nosotros podemos rendir mejor, del mismo modo que si escuchamos palabras de aliento mientras trabajamos nuestro desempeño se potenciará. De hecho, a medida que las investigaciones en el campo de la neurobiología de la afectividad avanzan otorgan cada vez más pruebas del valor de las emociones en nuestras vidas.

Si una tarea que debemos realizar tiene sentido para nosotros podemos rendir mejor

En el Max Planck Institute for Human Development de Berlín, Alemania, un grupo de investigadores liderados por la doctora Annette Brose se propuso evaluar cómo los estados emocionales influyen en el desempeño cognitivo y, más específicamente, en la memoria de trabajo (MT).

La MT nos permite mantener en mente temporalmente cierta cantidad de información y manipularla para resolver un problema o situación que se nos presenta, como, por ejemplo, recordar un número telefónico al que tenemos que llamar inmediatamente o un mensaje que debemos anotar para realizar algo más tarde.

Para su investigación el equipo de Brose reclutó a 100 adultos jóvenes con edades comprendidas entre los 20 y 30 años quienes debían realizar durante algunos días diversas tareas que implicaban el uso de la MT. Los participantes, además de resolver las consignas, debían anotar la motivación que sentían ante las mismas y su estado emocional durante la jornada.

Al evaluar las conclusiones, los científicos observaron un mayor rendimiento cuando los voluntarios registraban un estado emocional por encima de la media y este resultado era aun mejor cuando se sentían motivados ante la tarea.

observaron un mayor rendimiento cuando los voluntarios registraban un estado emocional por encima de la media

Esta investigación permite reflexionar sobre el valor que tiene el estado emocional y lo importante que es gestionar nuestras emociones, las de nuestros alumnos y equipo de trabajo para que el cerebro exprese su mayor potencial.

Algunos posibles puntos básicos a tener en cuenta son:

  • Tiempo para generar vínculos: conocer a los alumnos y personas con las cuales se interactúa es fundamental para lograr una relación que permita la presencia de oxitocina y lleve al cerebro a sentir seguridad.
  • Principio de adecuación: cada individuo es único y cada día también. Proponer tareas acordes con las posibilidades de cada individuo y del momento personal que pueda estar pasando. Antes del inicio de la clase o día laboral, es importante conocer el estado emocional de cada uno para saber si es necesario realizar una consigna que permita gestionarlo. Clases que hacen al desarrollo de habilidades emocionales y sociales deberían ser parte de todo espacio educativo y de capacitación.
  • Motivación y desafío: los puntos anteriores permiten que las nuevas propuestas se vivan como desafíos y de este modo el circuito de recompensa cerebral se active, liberando así dopamina que despertará la motivación necesaria para realizar la tarea.
  • Reforzamiento positivo: cada logro ―por más pequeño que sea― libera neurotransmisores que producen placer y este recuerdo positivo permite afrontar paso a paso cada vez desafíos mayores.
  • Reconocimiento: valorar cada esfuerzo y meta alcanzada.

Conocer nuestro mundo emocional posibilita que cada uno de nosotros ―sin importar el lugar ocupado― contribuya en generar contextos que permitan aflorar lo mejor de nosotros, no solo a nivel cognitivo, sino también en lo que respecta a la vida de relación. De esta manera, seguramente todos nos veremos favorecidos.

Autor: NSE. Marita Castro – Directora de Asociación Educar

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

¿Cómo influyen las emociones en el aprendizaje?

  • 06/01/2016
  • Asociación Educar
Aprendizaje

Para que un recuerdo se consolide en nuestra memoria necesita de algo fundamental: estar asociado a una emoción.

Durante toda nuestra existencia aprendemos infinidad de cosas, pero con el paso del tiempo solo algunas perdurarán en nuestros recuerdos, y la emocionalidad es la principal responsable de que esto suceda. Los aprendizajes generados en la vida cotidiana o dentro de un aula que se encuentran asociados a sentimientos ―ya sean positivos (como la alegría o el orgullo) o negativos (como el miedo o la tristeza)― son los que permanecerán en nuestra memoria.

Podemos dividir nuestra memoria en tres subtipos:

1. Corto plazo: es la capacidad de mantener en nuestra mente una pequeña cantidad de información ―ya sea un teléfono, una dirección o el nombre de algo que vimos en la televisión―. Si estos datos no son repasados con entusiasmo, ante la más mínima distracción podemos olvidarlos. Está relacionada principalmente con el hipocampo.

2. Operativa o de trabajo: aquí es donde un conocimiento traspasó la memoria a corto plazo, teniendo la oportunidad de convertirse en un recuerdo a largo plazo o de quedar en el olvido a los pocos días. Por ejemplo, podemos estar largas horas estudiando ―incluso durante la madrugada― para sacarnos una buena nota en un examen. No obstante, si esa información no es repasada y no tenemos compromiso emocional con ese conocimiento en el corto plazo la mayor parte desaparecerá.

La memoria de trabajo también es la que nos permite extraer datos de la memoria de largo plazo para resolver una tarea en el presente. Es coordinada por la corteza prefrontal –principalmente en el área dorsolateral–.

3. Largo plazo: una situación que despierte nuestras emociones hace que la unión de neuronas (sinapsis) pueda llegar a ser tan fuerte que los recuerdos consigan perdurar durante un gran lapso de tiempo e incluso toda la vida. Aún cuando consideremos que esa información ya no está a nuestro alcance, con el simple hecho de repasar un poco o volver a practicar esa actividad se nos hará sencillo realizarla o evocarla. Un ejemplo de esto sería andar en bicicleta. Podemos estar años sin subirnos a una, pero solo con el hecho de pedalear unos metros será suficiente como para volver a sentir que nunca hemos abandonado este hábito tan saludable.

¿Qué sucede con lo aprendido en la escuela?

En el aprendizaje dentro de un espacio educativo nunca olvidaremos si alguna vez fuimos fastidiados por algunos compañeros, como tampoco desaparecerán de nuestra memoria esos docentes y profesores que ponían tanto énfasis y entusiasmo en enseñarnos.

Por esta razón, ir a aprender en ambientes motivadores no solo nos predispondrá de mejor forma a estudiar, sino que también perdurarán esos conocimientos mucho más tiempo en nuestra memoria.

Por el contrario, los espacios educativos percibidos como agresivos o estresantes nos dificultarán concéntranos y gran parte de la información brindada en la clases desaparecerá. La presencia de focos en los cuales nuestra atención se desvié ―como el miedo al recreo (por tener que soportar compañeros molestos) o la obligación de asistir a una clase en donde el profesor nos exija por encima de nuestra capacidad― convertirá el espacio de aprendizaje en un lugar de olvido de los conocimientos que se deben adquirir. No solo por la gran dificultad de concentrarnos, sino también porque el estrés afecta negativamente la comunicación de las neuronas (principalmente a las espinas dendríticas ―área de recepción de los impulsos nerviosos―), proceso vital para el aprendizaje y la memoria.

Uno de los principales objetivos de la educación debe ser crear ambientes educativos emocionalmente positivos y de colaboración, algo que ayudará a los niños a recordar más y también fomentará un proceso de enseñanza asociado a la alegría y felicidad.

Podemos promover esto haciendo sentir a los alumnos participes activos de las clases. Somos una especie social con una inmensa capacidad para enseñar y disfrutamos mucho del proceso. Quien haya tenido la oportunidad de ser consultado sobre un tema del cual conoce (aún siendo algo pequeño como explicarle a otro qué transporte público utilizar para llegar a su destino) sabrá que esto es algo que nos llena de placer y orgullo.

De este modo, una buena forma de motivar a los alumnos podría ser darles la posibilidad de investigar un tema visto en clase que les haya despertado su curiosidad, invitarlos a desarrollar algunas de las preguntas que serán parte de los exámenes (premiando no solo las buenas respuestas, sino también las buenas preguntas), fomentar que ellos puedan enseñar lo que saben (invitándolos a ser docentes de sus propios compañeros de grado o de otras niveles) y premiando su iniciativa, aun cuando se cometan algunos traspiés en el intento.

Es fundamental asociar la educación al bienestar y felicidad. Los ámbitos educativos deben caracterizarse por mostrar día a día alegría y risa, además de combatir el estrés y los estados emocionales negativos. Reír es una de las mejores formas de promover la interacción positiva con los otros, ya que es un lenguaje universal que fortalece los lazos afectivos y, conjuntamente, tiene muchos otros beneficios:

  • Ayuda al sistema respiratorio, ya que mejora la oxigenación de la sangre y hace que nuestro cuerpo y, principalmente, cerebro funcionen de forma óptima.
  • Nos permite dormir más plácidamente y combate el insomnio, siendo el sueño una etapa de vital importancia para la consolidación de la memoria.
  • Regulariza el pulso cardiaco, disminuyendo la presión arterial, además de colaborar en la liberación de lipoproteínas, las cuales favorecen en la reducción del nivel de colesterol.
  • Fortalece el sistema inmunológico, aumentando el nivel de endorfinas.
  • Reduce la tensión muscular. Cuando nos reímos movemos más de 400 músculos y además quemamos unas cuantas calorías.
  • Ayuda al aparato digestivo.
  • Fomenta la liberación de hormonas y neurotransmisores que nos hacen sentirnos muy bien, tales como la dopamina y la serotonina.
  • Y un largo etcétera, que nos hace tomar conciencia de lo beneficioso que es estudiar y aprender tanto en ámbitos educativos como laborales, teniendo en cuenta el bienestar y el estado emocional de quienes forman parte del mismo.

Autor: Dr. Nse. Carlos A. Logatt Grabner – Presidente de la Asociación Educar.

Artículo previamente publicado en Asociación Educar y cedido para su publicación en Psyciencia.

Bibliografía:

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  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Boreout, el síndrome del aburrimiento

  • 07/12/2015
  • Asociación Educar

No hace mucho conversamos sobre lo que significaba estar fundido, y lo relacionábamos con un estado de situación límite, suficiente y capaz de marcar tanto la destrucción como la trascendencia de una persona. Un verdadero quiebre que pone a prueba la capacidad de tolerancia y adaptación con el crujido inevitable de toda la existencia en un impacto que irrumpe de manera repentina y automática, como una sobrecarga difícil de controlar en el ser y el hacer.

Hoy la intención es conversar sobre otras dos entidades que si bien se conocen de siempre han sido re-definidas últimamente con más detalles. Tanto el Síndrome de Boreout como el Aburrimiento Crónico son frecuentes en personas a las que, por algún motivo, se les agota la novedad, el desafío y la emoción.

Si bien este no es un problema fatal, en términos psicológicos habla de un estado emocional de insatisfacción dentro de una existencia que se percibe como insulsa, vacía y sin sentido. Porque con la llegada del aburrimiento la persona manifiesta la impresión de que el gozo y las experiencias gratificantes propias de la vida han quedado detenidas.

El Síndrome de Boreout como el Aburrimiento Crónico son frecuentes en personas a las que, por algún motivo, se les agota la novedad, el desafío y la emoción

Si bien mantiene la aspiración de recuperar ese gozo y la capacidad de experimentar sensaciones agradables, la persona aburrida no está dispuesta a iniciar actividad alguna que pueda acabar con el estado. Ya sea porque está disminuida su capacidad de actuación o porque cree que nada a su alcance puede cambiar la situación.

prefrontal-parietal

Vale aclarar que aburrirse, hasta cierto punto, es bueno. No sólo promueve la creatividad, sino que, además, el cerebro cuenta con la posibilidad de buscar otras alternativas para salir de un estado incómodo. Por otro lado, representa una especie de “descanso” para que la mente se desconecte de lo cotidiano y dedique más tiempo a otras posibilidades. En los momentos de aburrimiento el cerebro, lejos de estar inactivo, enciende la llamada “red neuronal por defecto”, un sistema que activa una parte de lacorteza parietal medial y la corteza prefrontal medial para “soñar despierto» y planificar escenarios posibles o pensar en otras soluciones.

El problema surge cuando el aburrimiento se manifiesta severo y prolongado y la introspección en vez de ser una ventaja se convierte en una amenaza. Ahí las personas dejan de leer las señales adecuadas, con incremento del riesgo, porque el individuo demasiado aburrido toca el techo soportable con facilidad y empieza a desconcentrarse, a experimentar estrés, simplemente porque este estadio prolongado priva de la sensación de placer natural.

Ante una situación nueva e interesante, el cerebro libera dopamina, el neurotransmisor relacionado con la sensación de bienestar y la intensidad de las recompensas. Coincidentemente, según un estudio de 2007, publicado en el Journal of Sport Behavior, personas con niveles naturalmente más bajos de dopamina requieren de una mayor cantidad de novedades para estimular el cerebro y así obtener recompensas. Esto hace que aumente su propensión a conductas riesgosas, que, en general, son novedosas para la mayoría de la gente. El problema está en que no sólo a las personas que naturalmente generan menos dopamina puede ocurrirles esto, también a los afectados de aburrimiento prolongado, donde, incluso, el riesgo le suena bien al cerebro con tal de obtener placer.

También, el aburrimiento afecta la plena concentración, como detalló un estudio de la Universidad York, en Canadá, y publicado en Perspectives on Psychological Science, y la razón está en el estrés que ocasiona. El aburrimiento implica que una persona se conforme con menos estimulación cerebral o menos actividad de la necesaria para mantenerse saludable, y en el estrés siempre existen más estímulos de los necesarios. Por eso, en cualquier tipo de estrés, el aburrimiento impacta sobre la corteza prefrontal, el área involucrada en la memoria de trabajo, que es la que permite la cognición necesaria para desarrollar una determinada actividad, afectándola.

El aburrimiento implica que una persona se conforme con menos estimulación cerebral

La falta de proyectos de cara al futuro, no tener una actividad profesional satisfactoria, relaciones humanas pobres y escasas, la falta de incentivos, de hobbies, de compromisos de ningún tipo, una postura radicalmente escéptica ante la vida, el desinterés por los demás y por lo que ocurre alrededor ―junto con muchos más factores de todo tipo― favorecen la aparición de aburrimiento que puede llegar a hacerse crónico.

Sin duda, el aburrimiento es la consecuencia de un progresivo empobrecimiento en la esfera de la personalidad y de una actitud ante la vida, que ha perdido sus ingredientes fundamentales. Es una patología que afecta a quienes están poco motivados en el trabajo, y se aburren día tras día, por tareas que les exigen poco de su capacidad y su tiempo. Paradójicamente, aparentan estar siempre ocupados, para no asumir más esfuerzos, y a simple vista, parece vagancia o pereza, sin embargo, en el trabajo, padecen el llamado Síndrome Boreout, que puede llegar a desencadenar problemas de salud por ansiedad y estrés.

Hay jefes que se quejan de que sus empleados rinden cada vez menos, de que están siempre mal predispuestos, de que trabajan regulando sus fuerzas, como si lo hicieran a reglamento. Por otro lado, hay empleados que se quejan de que sus superiores no reconocen sus esfuerzos, de que no se sienten motivados y de que el mal clima que los rodea los mantiene agobiados.

Las neurociencias permiten analizar cómo funcionan estos mecanismos a nivel cerebral, y, para contrarrestar el aburrimiento, la persona tiende a adoptar una conducta con relación a una expectativa de recompensa. Con ello activa neurocircuitos relacionados con la motivación, aunque no sea consciente de ello. Toda situación con sensación de exclusión activa las mismas áreas cerebrales que el dolor físico; si las señales de valoración no son expresadas explícitamente, el cerebro inventa, infiere, saca conclusiones con poca información, con muchas chances de estar errado.

Recientes investigaciones detectaron que el bienestar emocional generado por estados de aceptación y confort activa un mejor funcionamiento neurocognitivo del cerebro y facilita la motivación. Cuando los jefes, a nivel laboral, se ocupan de detalles referidos a sus equipos de trabajo generan mayor adhesión y más aplicación laboral. Decirle a un colaborador algo bueno o valorarlo impulsa el circuito de recompensa y del placer e impulsa hacia la superación con pertenencia. De esta manera, los elogiados tenderán a repetir ese comportamiento y eso, seguramente, producirá mejores resultados.

Es otro aspecto, estimular en el trabajo los espacios para los vínculos y la integración, con buenos momentos de comunicación, libera oxitocina, neurohormona que fortalece la sensación de confianza y seguridad. Solo con eso las personas pasan de ser individuos a ser parte de verdaderos equipos con trascendencia.

Los problemas en el ambiente laboral, muchas veces, perpetuán un malestar creciente por remachar ideas que no permiten una adecuada concentración. Modificarlo le exige al cerebro un mayor consumo de energía y una fuerte dosis de motivación para salir de la rutina sin resistencia al cambio.

Sin dudas, las diversas circunstancias que generan situaciones de malestar consigo mismo conllevan un grado de frustración severa por tener que repetir todos los días las mismas tareas con iguales resultados. Mantener las condiciones más la falta de motivación, unido a la necesidad constante de «esconder» la inactividad ante los demás por temor a represalias, genera estrés crónico con consecuencias negativas sobre la salud, alteraciones de la función del sueño, cognitivas, variaciones del peso, problemas respiratorios, dolores musculares, dolor de cabeza,… que pueden ser el origen de otras enfermedades o de un requerimiento interdisciplinario más exhaustivo.

Lo malo es que en la sociedad actual los padres proporcionan a sus hijos actividad constante, gratificación instantánea

El diagnóstico tanto de Aburrimiento Crónico o de Síndrome de Boreout impone diagnostico diferencial con Burn-Out o síndrome de estar quemado, donde aparecen síntomas similares, pero que, sin embargo, se debe a causas opuestas. En el caso de Burn-Out , el paciente sufre de agotamiento que le impide continuar con las demandas cotidianas y una extrema situación de distrés, sin tiempo de aburrirse ni de mostrar baja autoestima; no existe sentimiento de infrautilización de la potencialidad. Todo lo contrario, ya que superado por la situación y mantenido en el tiempo aparece la fatiga creciente y una imposibilidad firme del desempeño.

La necesidad de establecer un diagnóstico diferencial entre estas afecciones no significa que en la misma persona no puedan concurrir dos formas concomitantes; si el aburrimiento crónico o el Síndrome Boreoutno se resuelven rápido, desembocan en una depresión mayor y síntomas más graves.

Aburrirse estimula la creatividad. Y estar siempre ocupados la aniquila. Es la conclusión de un estudio realizado recientemente por Teresa Belton y Esther Priyadharshini, de la Universidad de East Anglia (Reino Unido). Según concluyen las investigadoras, sobre todo durante los primeros años de la vida, es imprescindible permanecer «ociosos» durante un tiempo. Esto nos permite desarrollar la imaginación y la creatividad, y aprender a «valernos por nosotros mismos. Lo malo es que en la sociedad actual los padres proporcionan a sus hijos actividad constante, gratificación instantánea y entretenimiento sofisticado, enemigos del potencial creativo y de la libertad de pensamiento de los más pequeños. Por eso, en la revista The Cambridge Journal of Education, Belton reclama que el aburrimiento sea reconocido como una emoción humana legítima con un papel central en el aprendizaje y la creatividad.

Por lo tanto, es necesario que en algunos momentos de la vida haya auténtico aburrimiento, superado con juegos, diversión o cambio de actividad. El hecho que sea repetitivo e intenso puede llevar a un estado patológico serio, puesto que queda claro que puede empujar a hacerse más daño, ya que estudios recientes han vinculado la inclinación al aburrimiento con a una tendencia a fumar, beber demasiado y consumir drogas. Eso, sin hablar de otro comportamiento más mundano, pero, igualmente poco saludables, como por ejemplo, comer para superarlo.

Sentirse aburrido marque un buen momento para revaluar la vida y los objetivos… además de repensar qué se quiere decir exactamente cuando se dice: estoy aburrido.

Autor: DR. NSE. LUIS M. LABATH – Ex Director Médico del Hospital José M. Cullen. Periodo: 2002-2007.

Artículo previamente publicado en Asociación Educar y cedido para su publicación en Psyciencia. 

  • Salud Mental y Tratamientos

Los mitos de la marihuana

  • 26/10/2015
  • Asociación Educar

Este artículo que tiene por objetivo brindar datos de diversas investigaciones y fuentes vinculadas al tema. Esperamos que esta nota permita despejar dudas sobre los 3 mitos más frecuentes sobre su consumo: ¿Causa daños en el cuerpo y más específicamente en el cerebro?; ¿Genera adicción?; ¿Existe un síndrome de abstinencia a la marihuana?

Realmente es un tema que merece continuar siendo investigado, principalmente por la cantidad de compuestos de esta droga y la interrelación que pueden tener con otros factores de la vida.

La marihuana combina más de 60 químicos denominados cannabinoides. Los 2 principales son el Tetrahidrocannabinol (THC) y el Cannabidiol (CBD), ambos responsables de los efectos causados por esta droga.

El THC es el ingrediente psicoactivo; es decir, el productor de la euforia y delhigh cuando se consume marihuana. También genera la psicosis en un pequeño número de personas vulnerables a su efecto.

La Marihuana ahora es 6 veces más potente

Este estado mental es definido como la experimentación de realidades que no están sucediendo (escuchar o ver objetos no presentes) por parte de los individuos. Durante el episodio de psicosis el consumidor de marihuana puede sufrir de alucinaciones, delirio y una pérdida del sentido de la identidad personal. Por su parte, el CBD posee efectos ansiolíticos (genera calma) y tendría finalidades antiepilépticas.

Antes del crecimiento de la tecnología la marihuana tenía cantidades similares de THC y CBD. Las concentraciones de THC están relacionadas con las del CBD. El aumento en la densidad de una genera la disminución de la otra. Cuando crece el THC el CBD baja o viceversa.

La marihuana con altas concentraciones de THC tiene efectos más potentes. Es importante resaltar que esta droga hoy en día es muy diferente de la que se consumía entre las décadas del 60 y los 80´. Entre aquellos años tenía un 1 a 2% de THC. Actualmente, posee un 13% de THC, por lo que ahora es 6 veces más potente.

Mito número 1: La marihuana no causa ningún daño

El 9% de los adultos que consumen marihuana se vuelven adictos, pero… En los adolescentes la frecuencia de adicción es del doble (18%).

Ser adicto significa emplear este químico repetidamente a pesar de saber que genera daños. De hecho, a los pocos minutos de haber inhalado el humo, el corazón comienza a latir más rápido, los bronquios incrementan su diámetro y los vasos sanguíneos de los ojos se dilatan haciendo que se vean rojos.

Asimismo, algunas investigaciones concluyen que el uso frecuente afectaría la habilidad de pensar, acrecentaría la ansiedad y la depresión. También crecerían exponencialmente las posibilidades de que el consumidor sufra de psicosis y esquizofrenia.

Quienes comienzan a fumar marihuana antes de los 16 años tienen más daño prefrontal

El THC perjudica el pensamiento, disminuyendo los tiempos de respuesta ―por lo que acrecienta las posibilidades de accidentes de tránsito― e influye negativamente en las funciones ejecutivas prefrontales.

Quienes comienzan a fumar marihuana antes de los 16 años tienen más daño prefrontal e inhalan el doble de esta sustancia.

El consumo de esta droga disminuiría el coeficiente intelectual, aunque dejarla no restablecería el nivel inicial (tendría efectos irreversibles sobre el cerebro). Esto implica que existe un punto de no retorno y sus efectos sobre la función del sistema nervioso son permanentes.

La relación entre la marihuana y la ansiedad es otra razón por la que muchas personas se vuelven adictas. Este estado emocional está dentro de las 3 principales causas por las cuales las personas la consumen (las otras dos son el aumento de las actividades recreativas y los problemas del sueño).

Un 72% de los consumidores de marihuana sufren de ansiedad o depresión. Esta es la droga ilegal más empleada en el mundo y la ansiedad, el problema psiquiátrico más frecuente. Conociendo estos datos no es difícil de ver por qué es tan importante comprender la relación entre ambas.

Sin embargo, pocos saben que la marihuana puede agravar esta sensación de dos formas: empeorando los sentimientos generalizados de ansiedad y causando ataques de pánico.

La ansiedad generalizada ocurre sin una causa definida. Incluye síntomas como preocupación excesiva o constante por cosas que son poco probables que ocurran y el sentirse tenso o ansioso todo el día sin motivos reales. Puede empeorar cuando empiezan a desaparecer los efectos de la marihuana.

Los ataques de pánico son eventos aterradores que incluyen taquicardia y aumento de la frecuencia respiratoria, mareos y la sensación de que algo muy malo pasará. Pueden ocurrir cuando una persona consumió mucha marihuana.

Este químico puede producir un efecto rebote de ansiedad. Cuando las características ansiolíticas de la droga comienzan a desvanecerse aparece el rebote: la persona se siente más ansiosa que antes de fumar. Por esto su nivel basal de ansiedad sube y sube.

El mejor tratamiento para esto es dejar de consumir pero es difícil que el paciente acepte y comprenda esto. Inclusive muchos se vuelven adictos usándola como ansiolítica.

El empleo frecuente de la marihuana está asociado a la depresión, aunque aún no se sabe si la droga causa la depresión o si ser depresivo es un factor de riesgo para consumirla.

Mito número 2: La marihuana no genera adicción

La adicción implica que el usuario tendrá dificultad para controlar su consumo y no podrá detenerlo aunque interfiera con muchos aspectos de su vida.

Como ya hemos explicado el 9% de los adultos que la utilizan se vuelven adictos, pero el porcentaje se duplica si nos referimos a los adolescentes. El 50% de los que la emplean diariamente son adictos.

La adicción a la marihuana también está relacionada con un síndrome de abstinencia similar al de la nicotina

Los adictos a esta droga sufren de tolerancia. Esto significa que el usuario necesita consumir una dosis mayor a medida que pasa el tiempo y se genera acostumbramiento.

Mito número 3: Dejar de fumar marihuana no genera un síndrome de abstinencia

La adicción a la marihuana también está relacionada con un síndrome de abstinencia similar al de la nicotina, lo que puede dificultar que se deje de consumir.

Las personas que intentan dejarla reportan irritabilidad, problemas para dormir, deseos vehementes por la droga y ansiedad. En las pruebas psicológicas también exhiben un aumento en la agresividad que llega a su punto máximo aproximadamente la semana posterior a haberla consumido por última vez.

El síndrome de abstinencia ocurre luego de que alguien deja de fumar marihuana tras haberlo hecho de forma prolongada y usual. Los síntomas, frecuentemente, llevan a la recaída en el consumo.

Autor: Dr. Roberto Rosler, Neurocirujano. Director del Laboratorio de Neurociencias y Educación de Asociación Educar.

La Asociación Educar es un centro especializado en la enseñanza online. e investigación neurocientífica.

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