Una experiencia infantil adversa es un evento negativo que ocurre durante la niñez y que puede resultar en un trauma físico y emocional duradero. Estos factores estresantes incluyen abuso emocional, físico y sexual y experiencias familiares negativas como el alcoholismo de los padres o la violencia de la pareja íntima. Los hallazgos de una investigación reciente mostraron altas tasas de experiencias infantiles adversas entre pacientes con trastornos alimentarios, y señalaron que los diferentes diagnósticos estaban vinculados a patrones específicos de trauma, por ejemplo, los pacientes con trastorno por atracón eran especialmente propensos a reportar antecedentes de abuso físico y emocional (Rienecke et al., 2022).
Por qué es importante
Estudios anteriores señalan que haber tenido experiencias infantiles adversas se relaciona con diagnósticos psiquiátricos en la edad adulta, incluidos los trastornos alimentarios. Estos últimos comprenden una variedad de afecciones psicológicas como la anorexia nerviosa y la bulimia nerviosa. Estos trastornos pueden tener graves consecuencias médicas, son profundamente perjudiciales para la calidad de vida y están asociados con altas tasas de mortalidad.
Qué metodología usaron
El equipo de investigadores reclutó a 1.061 pacientes adultos con trastornos alimentarios en dos centros de tratamiento privado de los Estados Unidos. Los pacientes respondieron una encuesta en la que autoinformaron su historial de trauma infantil, indicando si habían experimentado eventos adversos durante la infancia. Luego, los investigadores compararon los datos de esta encuesta con una muestra representativa a nivel nacional de más de 200.000 adultos estadounidenses.
Qué encontraron
Los pacientes con trastornos alimentarios tenían puntajes generales más altos de experiencias infantiles adversas en comparación con la muestra nacional. Esto fue cierto en toda la muestra y dentro de cada diagnóstico de trastorno alimentario específico. Los pacientes con trastornos alimentarios también informaron tasas más altas de abuso sexual, divorcio de los padres y tener un miembro del hogar con enfermedad mental. Aunque la muestra de pacientes era desproporcionadamente femenina y blanca en comparación con la muestra nacional, los niveles más altos de experiencias infantiles adversas se mantuvieron después de controlar por género y raza.
Los pacientes con trastorno por atracón tuvieron las tasas más altas de experiencias infantiles adversas y ciertos diagnósticos de trastornos alimentarios se asociaron con ciertos patrones de experiencias infantiles adversas.
En particular, los pacientes con un trastorno por atracón reportaron más experiencias infantiles adversas que los pacientes con anorexia nerviosa de subtipo restrictivo (AN-R) y tenían más probabilidades de informar un historial de abuso físico. Los pacientes con otros trastornos alimentarios específicos tenían más probabilidades de informar abuso emocional o abuso de sustancias por parte de los padres en comparación con los pacientes con AN-R. Los pacientes con bulimia nerviosa tenían más probabilidades de informar sobre el abuso de sustancias en el hogar en comparación con los pacientes con AN-R.
Luego, los investigadores aplicaron una técnica estadística llamada análisis de clases latentes para agrupar a los pacientes según sus patrones de trauma infantil. Descubrieron que ciertos diagnósticos estaban asociados con patrones específicos de trauma infantil. Los pacientes con “otros trastornos alimentarios específicos” tenían más probabilidades que los pacientes con AN-R de caer en el grupo etiquetado como “experiencias infantiles adversas del hogar”, que se caracterizaba por el divorcio, el uso de sustancias y la enfermedad mental en el hogar. Los pacientes con trastorno por atracón tenían más probabilidades que los pacientes con AN-R de caer en el grupo “experiencias infantiles adversas de abuso”, que se caracterizaba por antecedentes de abuso físico, abuso emocional y enfermedad mental en el hogar.
No está claro por qué el trauma infantil está relacionado con el desarrollo de trastornos alimentarios, señalan los autores y advierten que se necesita una investigación longitudinal para investigar los factores contextuales que podrían llevar a una persona que experimenta un trauma a desarrollar un trastorno alimentario frente a otra afección como la depresión. Dicha investigación también podría aclarar por qué los pacientes con AN-R tienden a mostrar tasas más bajas de experiencias infantiles adversas en comparación con los pacientes que presentan otros trastornos alimentarios.
Por otro lado, resaltan que estos resultados son solo asociaciones: los investigadores no estaban estudiando ninguna explicación causal de por qué ciertas experiencias infantiles adversas podrían estar asociadas con ciertos trastornos alimentarios. Además, esta fue una muestra de “búsqueda de tratamiento” y podría no ser representativa de todas las personas con un trastorno alimentario.
Referencia bibliográfica: Rienecke, R. D., Johnson, C., Le Grange, D., Manwaring, J., Mehler, P. S., Duffy, A., McClanahan, S., & Blalock, D. V. (2022). Adverse childhood experiences among adults with eating disorders: comparison to a nationally representative sample and identification of trauma. Journal of Eating Disorders, 10(1), 72. https://doi.org/10.1186/s40337-022-00594-x
Fuente: Psypost