Es posible reconocer a una persona segura de sí misma en cualquier ámbito que se desenvuelva. Ya sea expresando y defendiendo su opinión personal, sin achicarse ante los ataques externos, siempre que lo crea razonable; o bien, dando lugar a otros, cuando reconocen que es más importante que esas personas tomen el mando en una situación determinada.
No todos nacen con la habilidad de permanecer fuertes en medio de las dificultades y nadie llega preparado de la misma manera a enfrentar los desafíos de la vida. Si tu nivel de autoconfianza no es el que te gustaría que sea, hay varios aspectos en los que podés trabajar para mejorarlo:
1. Saber cuánto valés
No te menosprecies bajo ninguna circunstancia. Permitir que otros manipulen tus emociones o tomen ventajas injustas compromete tu autoestima. Recordá que el sentimiento de merecimiento viene desde adentro, y a la larga, sos el único que puede determinar cómo te sentís sobre vos mismo. Ser imperfecto no te hace indigno de amor y atención, te hace humano.
No hay mayor refuerzo a la confianza que sobreponerse a los obstáculos
Sé justo con vos mismo, tené presente tus propios logros, reconocé tus habilidades y fortalezas y utilizalas en tu favor para reforzar aquellos aspectos sobre los que no te sentís tan seguro. No tengas miedo de fijar tus propios estándares y de vivir a su altura. Nadie puede quitar o destruir la verdadera confianza que te tenés a vos mismo.
2. Entender que fallar lleva al éxito
Saber cuándo parar y reevaluar las cosas es una habilidad valiosa. Hay un momento en que inexorablemente seguir adelante solo incrementa los problemas, así que es importante saber admitir una derrota (temporalmente). Aprendé de tus errores, y usá lo que aprendés para el éxito futuro. Castigarte extremamente por esos errores absorbe la energía que necesitás para crear un futuro más positivo.
El éxito requiere paciencia, tenacidad, y una perspectiva saludable sobre la posibilidad de cometer errores. No hay mayor refuerzo a la confianza que sobreponerse a los obstáculos y, en última instancia, lograr un desafío personal.
3. Confiar en tus instintos
Cuando enfrentás una decisión difícil, confía en tus instintos. Si algo no se siente bien, probablemente no lo esté. Si no es una situación de emergencia, tomate el tiempo para evaluar el lado positivo y el lado negativo, y luego actuá de acuerdo a eso. No obstante, sé cuidadoso a fin de evitar “la parálisis del análisis” (ir y volver hasta que el asunto sea completamente confuso y no puedas tomar una decisión).
Aunque otras personas puedan tener alguna influencia sobre tus decisiones, el resultado de la situación debería reflejar lo que realmente pensás y sentís que es correcto. Dar a otros la oportunidad de que te den una opinión sobre algún asunto es un buen hábito, pero ir en contra de tu mejor criterio usualmente no lo es.
4. Reconocer cuándo es momento de guiar y cuándo es momento de seguir
Terminá con la necesidad de estar siempre a cargo, y entendé que está bien tener el rol de soporte. A veces las necesidades de otras personas deberían estar primero; otras veces, es importante ser más asertivo. Para algunos, puede ser incómodo expresar opiniones conflictivas o cuestionar las directivas de otras personas. Sin embargo, al compartir consideradamente tus ideas u opiniones, terminarás ganando respeto y desarrollando las relaciones bien balanceadas que buscás.
Expresá claramente tus valores a los que te rodean
El concepto de “poder” no tiene lugar en las relaciones íntimas. Los problemas del poder son nocivos para estas relaciones; las personas verdaderamente seguras de sí mismas no sienten la necesidad de reforzarse sometiendo a sus parejas a la sumisión.
5. Tener claros tus valores
Expresá claramente tus valores a los que te rodean. La habilidad de hacer esto requiere algo de introspección sobre lo que pensás de vos mismo. La forma en que establecés las prioridades en tu vida muestra a los demás quién sos y qué es importante para vos; vivir de manera consistente con tus valores permite que un sentido natural de autoconfianza resplandezca.
A veces la urgencia de moldear nuestros valores basados en las expectativas de otros puede ser muy fuerte. Pero tu autoconfianza no debería doblarse ante el escrutinio de los otros. No tenés necesidad de disculparte por tu propia lista de valores. Lo importante es identificar la lista y luego descifrar cómo vivir según ella.
Recordá que lo imposible sólo cuesta un poco más, y si bien esto puede implicar más trabajo y tener que dejar de lado algunas cosas no tan importantes (o abandonar una armadura protectora, para salir de tu zona de confianza) para conseguir alguna meta, alcanzar ese resultado valdrá la pena del esfuerzo.
Mejorar tu sentido poco desarrollado de autoconfianza es un proceso. Ya sea que trabajes en eso por tu cuenta, o con la ayuda de un profesional, podés alcanzar el crecimiento personal que deseás.
Fuente: Psychcentral