Cuando un padre primerizo observa videos de su propio bebé, algo extraordinario sucede en su cerebro. Regiones específicas se activan de manera diferente a como lo harían al ver a un bebé desconocido, o incluso a su propia pareja. Un nuevo estudio publicado en Human Brain Mapping nos ofrece evidencia fascinante de cómo la paternidad literalmente remodela nuestro cerebro para apoyar el cuidado sensible de nuestros hijos.
El vacío en la investigación paterna
Durante más de dos décadas, los científicos han estudiado exhaustivamente cómo responde el cerebro materno a la presencia de sus bebés. Sin embargo, los padres han quedado en gran medida fuera del radar científico. «Comparado con las madres, muchos menos estudios han observado a los padres», explica Philip Newsome, estudiante de doctorado en la Universidad del Sur de California y autor principal del estudio.
El equipo de investigación se propuso llenar este vacío con un diseño experimental particularmente inteligente. En lugar de limitarse a comparar las respuestas cerebrales entre el propio bebé y un bebé desconocido, incluyeron también videos de la pareja romántica. «Queríamos desentrañar si estas respuestas eran específicas para el bebé o simplemente reflejaban respuestas cerebrales hacia una persona conocida y amada», aclara Newsome.

Dentro del scanner: padres observando a sus bebés
El estudio incluyó 32 padres primerizos del área de Los Ángeles, todos escaneados mediante resonancia magnética funcional aproximadamente ocho meses después del nacimiento de sus hijos. Durante el escaneo, los padres observaron videos cortos y silenciosos que mostraban cuatro tipos de estímulos: su propio bebé, un bebé desconocido, su pareja embarazada y una mujer embarazada desconocida.
Los resultados fueron reveladores. Los cerebros paternos mostraron una activación significativamente mayor al ver a sus propios bebés en comparación con bebés desconocidos, especialmente en áreas como el precúneo y la corteza cingulada posterior —regiones asociadas con la cognición social y el procesamiento autorreferencial— así como en la corteza orbitofrontal, vinculada con las emociones y el procesamiento de recompensas.
El precúneo: el centro de la sintonía paternal
Particularmente interesante fue el comportamiento del precúneo, una región cerebral que pareció desempeñar un papel central. Cuando los investigadores compararon las respuestas de los padres hacia sus propios bebés versus sus parejas, nuevamente encontraron una activación elevada en esta área.
«El precúneo parece procesar información que es tanto socialmente relevante como personalmente significativa», explica Newsome. Esto apoya la idea de que el cerebro paternal está especialmente sintonizado con las señales provenientes de su propio hijo, desarrollando una especie de «radar parental» neurológico.
La química del vínculo: cuando los sentimientos se vuelven medibles
Uno de los hallazgos más fascinantes del estudio fue la correlación entre la actividad cerebral y la experiencia emocional reportada por los padres. Aquellos que informaron vínculos prenatales y postparto más fuertes, junto con menos estrés parental, tendían a mostrar mayor activación en el precúneo y la corteza cingulada posterior al observar a sus bebés.
Sin embargo, los investigadores se sorprendieron al descubrir que estas respuestas cerebrales no estaban relacionadas con el tiempo que los padres pasaban como cuidadores principales del bebé. «Fue algo inesperado», admite Newsome. «Es posible que nuestro tamaño de muestra relativamente pequeño limitó nuestra capacidad para detectar tales asociaciones.»
El arte paternal de leer mentes diminutas
Utilizando técnicas avanzadas de análisis multivariante, los científicos descubrieron que ciertas regiones cerebrales podían distinguir con precisión cuándo un padre estaba viendo a su propio bebé versus otros estímulos. Las áreas involucradas incluían regiones especializadas en procesamiento visual, cognición social y recompensa.
Los resultados sugieren que las respuestas neurales paternas pueden estar especialmente centradas en áreas corticales asociadas con la «mentalización» —la capacidad de interpretar pensamientos, sentimientos e intenciones de otros. Esto tiene sentido evolutivo: dado que los bebés son preverbales, los padres deben convertirse en expertos intérpretes de señales sutiles para satisfacer las necesidades de sus hijos.
Más allá del laboratorio: implicaciones para entender la paternidad
«Los cerebros de los padres respondieron de manera única a su propio bebé, particularmente en regiones que apoyan la capacidad de regular emociones, procesar recompensas e interpretar pensamientos y sentimientos de otros», resume Newsome. «Además, estas ‘respuestas cerebrales al propio bebé’ estaban vinculadas con qué tan conectado se sentía el padre con su bebé y qué tan estresado estaba en los primeros meses de paternidad.»
Este estudio no solo nos ayuda a entender mejor la neurobiología de la paternidad, sino que también podría tener implicaciones clínicas. Comprender cómo el cerebro paternal se adapta al cuidado infantil podría informar intervenciones para apoyar a padres que experimentan dificultades de vinculación o altos niveles de estrés parental.
Los límites del conocimiento actual
Como cualquier buen estudio científico, esta investigación viene con sus limitaciones. La muestra, aunque comparable a otros estudios similares, sigue siendo relativamente pequeña con 32 participantes, y se concentra en familias altamente educadas del sur de California, lo que puede limitar la generalización de los resultados.
Además, el hecho de que los videos de las parejas fueran grabados durante el embarazo introduce una variable confusa debido a las diferencias en el momento y contexto. La ausencia de un grupo control de no-padres también hace difícil determinar si los efectos observados son específicos de la paternidad.
Hacia el futuro: desentrañando más misterios paternales
Los investigadores ya tienen planes ambiciosos para futuras investigaciones. «Los análisis futuros se enfocarán en las respuestas cerebrales de los participantes hacia su pareja y cómo estas respuestas se relacionan con características de la relación», anticipa Newsome. «También estamos trabajando en análisis que evalúan cómo cambian las respuestas de los participantes desde el período prenatal hasta después del nacimiento de su bebé.»
Este estudio representa un paso significativo hacia la comprensión de cómo la paternidad no solo cambia nuestras vidas, sino que literalmente remodela nuestros cerebros. La evidencia sugiere que, al igual que las madres, los padres experimentan adaptaciones neurales profundas que los preparan para las demandas únicas del cuidado infantil.
En un mundo donde los roles paternales continúan evolucionando, entender la base biológica de la paternidad nos ayuda a apreciar la complejidad e importancia del vínculo padre-hijo. Después de todo, la próxima vez que veas a un padre primerizo observando embobado a su bebé, sabrás que hay toda una sinfonía neural tocándose en su cerebro, afinándose para una de las tareas más importantes de la vida humana: criar a la próxima generación.
Referencia: Newsome, P., Vaccaro, A. G., Cárdenas, S. I., Valen, N. A., Waizman, Y. H., Aviv, E. C., León, G. A., Kaplan, J. T. & Saxbe, D. E. (2025). My baby versus the world: Fathers’ neural processing of own-infant, unfamiliar-infant, and romantic partner stimuli. Human Brain Mapping, 46(11), e70324. https://doi.org/10.1002/hbm.70324