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Los años de adolescencia están llenos de altibajos y, dado que muchos de los cambios emocionales son normales, puede ser un desafío identificar si el adolescente está pasando por una depresión.
Sin embargo, un nuevo estudio nos puede ayudar con este desafío mediante sus hallazgos. La investigación observó que los adolescentes parecen evitar la palabra deprimido y, en su lugar, usan otras palabras para describir su batalla emocional.
Los autores estimaron que al menos 1 de cada 10 adolescentes en Estados Unidos sufre de depresión en algún momento. Sin embargo, muy pocos utilizan la palabra “deprimido” al describir emociones negativas que puedan estar experimentando.
Una nueva investigación presentada en Pediatric Academic Societies Meeting del 2017, llevada a cabo en San Francisco, sugiere que los jóvenes son propensos a usar términos como “estresado” o “bajoneado” y otras palabras que sonarían como angustia adolescente ordinaria, pero en realidad podrían ser señal de algo más serio, como síntomas pre-depresivos.
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En el estudio, “Entendiendo las expresiones de tristeza de los adolescentes en Cuidados Primarios: Una exploración cualitativa” (Understanding Teen Expression of Sadness in Primary Care: A Qualitative Exploration), los científicos analizaron muestras de entrevistas de 369 adolescentes de entre 13 y 18 años en riesgo de sufrir depresión. Estos jóvenes participaron en el Promoting Adolescent Health Study (PATH), una investigación controlada, aleatoria , a gran escala, fundada por National Institutes of Mental Health.
La Dra. Daniela DeFino, coautora del estudio, comenta: “Mucho de lo que siente y expresa un adolescentes se atribuye fácilmente a los altibajos de la angustia adolescente. Pero, a veces, hay mucho más bajo la superficie que puede llevar a la depresión.
Para el estudio PATH, los adolescentes que reportaban sentirse bajoneados, irritables o desesperanzados en las últimas dos semanas en privado, y en respuestas escritas a dos preguntas breves de chequeo, recibieron un llamado del equipo del estudio. Durante la llamada, los investigadores utilizaron medidas validadas para detectar el riesgo de depresión.
La Dra. DeFrino explica que los adolescentes no tendían a utilizar la palabra “deprimido”, si no que decían experimentar sentimientos de tristeza y estrés que iban y venían. Expresaban, por ejemplo: “Siempre encuentro la forma de volver a sentirme estresado/a”; “Me enojo muy fácilmente con la gente. Ellos no entienden por que estoy enojado. A veces yo tampoco.”
Otros síntomas comunes que pudieron observar en los adolescentes que participaron del estudio, incluyen:
▪ Aumento de la ira e irritabilidad hacia otros.
▪ Pérdida de interés en actividades que antes disfrutaban.
▪ Marcada dificultad para dormirse y mantener el sueño o bien, dormir demasiado.
Los participantes pertenecían a las áreas de Boston y Chicago. El 68% de ellos eran mujeres, 21% eran hispanos, el 26% africanos americanos y el 43% eran blancos. Más de la mitad de los padres de dichos adolescentes (60% de las madres y 54% de los padres) tenían un título universitario.
La Dra. DeFrino resalta también que los adolescentes reportaban a la presión relacionada a las tareas escolares y las expectativas de éxito como fuentes de dificultad y estrés.
Algunas razones nombradas por los participantes como factores que empeoraban su estado de ánimo fueron: peleas con los padres, divorcio, negligencia, separación, abuso verbal o emocional, abuso sexual, mudanzas, muertes por enfermedad o suicidios de amigos y familiares.
Los científicos notaron también que la mayoría de los adolescentes había visitado un centro de atención primaria debido a úlceras, dolor de estómago, fatiga y migrañas. Ellos creen que dichas visitas podrían ser una oportunidad para descartar una posible depresión.
Fuente: PsychCentral