Si la finalidad de la ciencia psicológica es el estudio de los esquemas mentales y el comportamiento, es válido que las personas se pregunten: ¿la psicología para beneficio del hombre o el hombre para beneficio de la psicología?
¿Qué estudia la psicología?
La noción popular que suele tenerse de la ciencia psicológica es la de una disciplina encargada del estudio de la conducta y los procesos mentales. Se asume, entonces, que la psicología tiene por objeto de estudio las estructuras cognitivas de los individuos y las consecuencias de su conformación, que se manifiestan a través del comportamiento y los patrones de conducta.
Si bien esta perspectiva no es equívoca, sí resulta superficial cuando nos adentramos en las ramas de la ciencia psicológica, que van desde el estudio focalizado en el ciclo vital y el desarrollo humano (psicología del desarrollo) hasta una aplicación práctica de la ciencia enfocada a la resolución de problemas en el entorno laboral y la mejora de la productividad (psicología industrial y organizacional).
Existe una multiplicidad de campos de estudio abordados por la psicología como disciplina general que, a su vez, se encaminan hacia la priorización de finalidades diversas: la experimentación, la neurociencia, la personalidad, los trastornos mentales, la sexualidad, la educación o la vejez.
Pero si la psicología es una ciencia que se desglosa en más de una dirección, ¿cuál es el punto de unión o enlace relacional entre todas estas vías de recorrido?
El primer punto en común entre todas las subdivisiones de la psicología general es que dirigen su atención hacia el estudio del individuo (unidad mínima y no divisible menor en un grupo), ya sea a pequeña o gran escala (psicología clínica o psicología social, por ejemplo).
Partiendo de esta base, todo ejercicio de estudio psicológico se propone abordar cinco aspectos:
- La relación persona-situación
- La relación naturaleza-crianza
- La relación estabilidad-cambio
- La relación diversidad-universalidad
- La relación mente-cuerpo
Cada uno de estos atributos comprende factores de influencia (como la cultura, el contexto social y la biología) que permiten establecer las causas de un sistema de creencias o un patrón de conducta determinado.
Desde luego, el estudio funcional de cada uno de estos elementos ha atravesado, a su vez, un proceso evolutivo. El factor diversidad-universalidad, por ejemplo, no fue un aspecto equitativamente evaluado en las primeras etapas de desarrollo de la psicología. De hecho, la psicología era considerada “una profesión de hombres blancos con acento distintivamente estadounidense” (Strickland citado por Morris y Maisto, 2005), e incluso el psicólogo Robert Val Guthrie llegó a publicar una crítica en contra del estudio y praxis discriminatorio de la psicología titulada Even the Rat Was White! (Hasta la Rata Era Blanca).
Pero puede que aún no se vislumbre con demasiada claridad el “punto cero” de la psicología, y puede — como bien suele ocurrir — que sea necesario mirar al pasado para dilucidar una mejor comprensión del presente.
Breve historia de la psicología
El surgimiento de la psicología como ciencia se da con la apertura del primer laboratorio de psicología experimental fundado en 1879 por Wilhelm Wundt.
A partir de entonces, algo interesante se observa en la continua reforma del enfoque de estudio de la psicología: una especie de desarrollo cíclico.
Del voluntarismo, el estructuralismo y el funcionalismo de Wundt, Titchener y William James, respectivamente, que proponía una ciencia psicológica dedicada al estudio de lo inmediato, es decir, de las experiencias, pasamos a una ciencia psicológica que retoma el “estudio de la mente” o psique griega, con el psicoanálisis de Sigmund Freud.
Posteriormente, vuelve a darse un giro rumbo a una concepción menos abstracta del fin de la psicología, cuando John B. Watson desestima todo intento de estudio de entes metafísicos y declara que el objeto de investigación de la psicología deben ser únicamente las conductas observables.
Partiendo de las investigaciones de Pavlov en el condicionamiento clásico, Watson quería probar que todo comportamiento humano se resumía a una serie de estímulos condicionantes que daba como resultado respuestas condicionadas, una postura que fue desarrollada en años siguientes por B. F. Skinner.
En este momentum histórico, la psicología se había apartado de los procesos mentales abstractos que el conductismo consideraba no podían estudiarse científicamente para enfocarse en las manifestaciones físicas de la “naturaleza” humana, sin embargo, esta postura tampoco resultaba demasiado funcional en tanto alejaba por completo de la palestra el estudio necesario de facultades cognitivas que no son observables por sí mismas (percepción, aprendizaje, memoria).
La psicología cognitiva vino a conciliar el conductismo con lo cognitivo (la conducta con los procesos mentales), de manera que la finalidad de estudio de la psicología se expandió para estudiar más a fondo las motivaciones y factores de influencia que impulsan el comportamiento individual.
Tampoco puede omitirse el hecho de que en las últimas décadas se hayan adoptado enfoques centrados en la búsqueda de un sentido existencial o el desarrollo de rasgos individuales como la intimidad, el liderazgo, el altruismo y la sabiduría. “La psicología debería estar igual de interesada en construir fortalezas como lo está en reparar heridas”, opina el psicólogo Martin Seligman, una postura que contrasta considerablemente con la prioridad esencial de la psicología experimental durante el siglo pasado.
La mayoría de los experimentos llevados a cabo por John B. Watson incluyeron desde intervenciones quirúrgicas a ratas para dejarlas ciegas hasta el controversial experimento de condicionamiento de Albert B.
También está lejos de ser un secreto el experimento de obediencia a la autoridad de Milgram o el polémico experimento de Stanford.
Muchas personas se cuestionan hoy en día el rol de los códigos éticos en las ciencias, y la psicología no está exenta de ser parte activa del debate.
De modo que si la finalidad de la ciencia psicológica es el estudio de los esquemas mentales y el comportamiento, es válido que el lector se pregunte: ¿la psicología para beneficio del hombre o el hombre para beneficio de la psicología?
De la historia a la ética
El código de conducta y principios éticos de la APA (Asociación de Psicología Americana) publicado en 1992 estipulaba lo siguiente: “El engaño acerca de las metas de la investigación sólo podrá emplearse cuando sea absolutamente necesario para la integridad del estudio”, un cierto relativismo moral que a más de una persona le resultaría preocupante.
“La psicología debería estar igual de interesada en construir fortalezas como lo está en reparar HERIDAS”, (Martin Seligman)
¿Son las legislaciones y leyes políticas el único “detalle moral” que compete a la psicología como disciplina y a los psicólogos como ejecutores?
Para el reconocido psicólogo e investigador Howard Gardner, autor de la Teoría de las Inteligencias Múltiples, una mala persona jamás llega a ser un buen profesional, lo que hace de la ética una variable directamente relacionada con la pertinencia de la práctica psicológica.
Según Gardner, las “(malas personas) tal vez tengan pericia técnica, pero no son excelentes. Los mejores profesionales son siempre ECE: excelentes, comprometidos y éticos”. No debe escaparse de la psicología una responsabilidad indelegable con el cumplimiento de principios estrechamente vinculados con el bienestar físico y mental tanto a nivel individual como colectivo.
Como ocurre con el resto de las ciencias, elaborar un planteamiento técnico eficiente de la anatomía de la psicología resulta mucho más sencillo que realizar un análisis desde la ética. Y es que no sólo las asociaciones de alcance internacional como la APA influyen en la calidad del ejercicio psicológico: el factor mercantil de la industria farmacológica ha propiciado la inflación diagnóstica a tal grado que miles de personas son recetadas cada día para lidiar con problemas con los que el ser humano ha podido lidiar naturalmente desde la Edad de Piedra.
Para el psicólogo Allen Frances, esto no es solo preocupante desde el punto de vista de la ética, también supone un peligro latente de alcance social. Frances considera relevante tener conocimiento de lo que el médico Hipócrates dijo hace más de 2.000 años: “Es más importante conocer al paciente que tiene la enfermedad que la enfermedad que tiene el paciente”. O como dijo una vez el psicólogo Carl Jung: “Conozca todas las teorías, domine todas las técnicas, pero al tocar un alma humana sea, apenas, otra alma humana”.
Referencias: