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Comprender la agresión: conceptos, tipos y modelos que explican su origen

  • David Aparicio
  • 18/11/2025

La agresión ha sido un tema central en la psicología desde sus inicios. Aparece en la infancia, en la vida adulta, en los animales y en prácticamente todas las formas de interacción social. Sin embargo, a pesar de su aparente familiaridad, es un fenómeno complejo, multidimensional y difícil de delimitar con precisión. El trabajo de Carrasco y González, publicado en la Revista Acción Psicológica, ofrece un mapa claro para entender qué es la agresión, cómo se diferencia de otros términos cercanos y qué modelos explicativos han tratado de esclarecer sus causas.

Este artículo resume y organiza sus principales aportes.

¿Qué entendemos por agresión?

La agresión se ha definido históricamente de muchas maneras. Aunque se asocia de inmediato con “hacer daño”, los autores muestran que la literatura científica incluye matices significativos.

La mayoría de definiciones coinciden en tres elementos centrales:

  1. Intencionalidad: la conducta busca dañar o generar una consecuencia aversiva.
  2. Daño o malestar: afecta a otra persona, a objetos o incluso a uno mismo.
  3. Variabilidad expresiva: puede manifestarse de manera física, verbal o más sutil.

Sin embargo, estas características no son universales. Por ejemplo, en la infancia temprana las agresiones físicas (pegar, morder, empujar) ocurren antes de que exista una comprensión clara del daño. También existen conductas agresivas que no buscan dañar deliberadamente, sino que emergen de miedo, ira o impulsividad. Este punto es clave: la agresión no siempre es un acto racional o planificado.

Diferenciar agresión de conceptos afines

La confusión conceptual es común. A continuación, las diferencias más importantes:

Agresión vs. Agresividad

La agresión es un acto concreto. La agresividad es una disposición estable, una tendencia general a responder de manera hostil.

Agresión vs. Ira y Hostilidad

La ira es un estado emocional. La hostilidad es una actitud negativa, un filtro cognitivo hacia los demás. La agresión es la conducta que puede emerger a partir de estas dos.

Agresión vs. Violencia

La violencia implica un uso de la fuerza más allá de lo adaptativo, cargado de intensidad, intencionalidad ofensiva, desaprobación social e incluso ilegalidad. No toda agresión es violenta.

Agresión vs. Delito o crimen

Solo una parte de las agresiones encaja en un marco jurídico. Para considerarse delito, debe tratarse de una conducta intencional, antijurídica y penada por la ley.

Tipologías de la agresión

La agresión no es un fenómeno homogéneo. Los autores recopilan varias tipologías clásicas:

1. Según la naturaleza

  • Física: golpes, empujones, daños corporales.
  • Verbal: insultos, amenazas.
  • Social: dañar reputación, excluir, manipular relaciones.

2. Según la relación interpersonal

  • Directa u abierta: confrontación explícita.
  • Indirecta o relacional: manipulación silenciosa, rumores, silencios estratégicos.

3. Según la motivación

  • Hostil: busca dañar por enojo o resentimiento.
  • Instrumental: daña para obtener algo (estatus, recursos).
  • Emocional: surge del afecto negativo, aunque el objetivo no sea obtener un beneficio.

4. Según su signo

  • Positiva: cuando protege, establece límites o facilita autonomía.
  • Negativa: cuando es destructiva o genera daño innecesario.

5. Según su función

Territorial, sexual, parental, disciplinaria, protectora, moralista, predatoria e irritativa, entre otras. Estas clasificaciones permiten entender que la agresión puede cumplir funciones adaptativas o desadaptativas según el contexto.

Modelos que explican la agresión

Las teorías sobre la agresión abarcan perspectivas biológicas, psicológicas y sociales. A continuación se sintetizan los modelos principales.

1. Modelos instintivos

Proponen que la agresión es un producto biológico y evolutivo.

  • Etología: lorenz y otros etólogos consideran la agresión un impulso que se acumula y descarga ante estímulos desencadenantes.
  • Sociobiología: la agresión favorece la supervivencia y la reproducción en determinados contextos.

Estas perspectivas subrayan la universalidad del fenómeno, pero no explican su variabilidad individual.

2. Modelos dinámicos (psicoanálisis)

Freud atribuyó la agresión al instinto de muerte dirigido hacia afuera. Más tarde incorporó la influencia del Superyó y los mecanismos de defensa.

Autores posteriores, como Bleiberg, la vinculan con déficits en la autoestructura y vulnerabilidad narcisista.

3. Modelos biológicos

Relacionan la agresión con neurotransmisores (serotonina, dopamina), hormonas (testosterona) y áreas cerebrales (amígdala, corteza prefrontal). No explican todo el fenómeno, pero aportan evidencia importante sobre predisposiciones.

4. Modelos del impulso (drive)

Incluyen teoría de la frustración–agresión y el modelo de transferencia de excitación. La idea central es que la activación fisiológica generada por un acontecimiento desagradable puede transferirse y convertirse en conducta agresiva.

5. Modelos conductuales

Consideran la agresión una conducta aprendida y mantenida por reforzadores. La atención, la evitación de estímulos aversivos y las ganancias materiales pueden reforzarla.

6. Modelos cognitivos

Aquí están algunas de las explicaciones más influyentes:

  • Neoasociacionismo de Berkowitz: los eventos aversivos generan afecto negativo, que activa redes cognitivas y emocionales ligadas a la agresión.
  • Teoría social cognitiva de Bandura: la agresión se aprende por observación, se instaura por refuerzo y se mantiene por mecanismos cognitivos que reducen la culpa (deshumanización, difusión de responsabilidad).
  • Procesamiento de la información (Dodge y colegas): los niños agresivos codifican mal las situaciones sociales, interpretan hostilidad donde no la hay y generan respuestas pobres para resolver conflictos.

Estas aproximaciones muestran cómo la agresión depende tanto de la interpretación como de la historia de aprendizaje.

Hacia una visión integradora

La agresión no puede explicarse desde un solo modelo. Se trata de un fenómeno donde confluyen:

  • predisposiciones biológicas,
  • aprendizajes previos,
  • estilos de crianza,
  • procesamiento cognitivo,
  • estados emocionales,
  • contextos sociales.

Conclusión

La revisión de Carrasco y González demuestra que la agresión no puede entenderse desde un único nivel explicativo ni como un fenómeno unitario. Su expresión depende de la interacción entre predisposiciones neurobiológicas, aprendizajes históricos, distorsiones en el procesamiento social, estados emocionales intensos y condiciones contextuales específicas. Para el trabajo clínico, esta complejidad implica abandonar modelos lineales y optar por evaluaciones funcionales que identifiquen qué procesos mantienen la conducta agresiva en cada caso. La evidencia disponible respalda intervenciones que integren estrategias conductuales, cognitivas y sociofamiliares, y que contemplen tanto la regulación emocional como la modificación de sesgos interpretativos y patrones relacionales. En última instancia, comprender la agresión como un sistema dinámico y multifactorial permite al profesional diseñar tratamientos más precisos y contextualizados, reduciendo el riesgo de interpretaciones simplistas y favoreciendo cambios conductuales sostenibles.

Referencia: Carrasco, M. Ángel, & González, M. J. (2012). Aspectos conceptuales de la agresión: definición y modelos explicativos. Acción Psicológica, 4(2), 7–38. https://doi.org/10.5944/ap.4.2.478

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David Aparicio

Editor general y cofundador de Psyciencia.com. Me especializo en la atención clínica de adultos con problemas de depresión, ansiedad y desregulación emocional.

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