La masturbación, definida como la autoestimulación sexual o actividad solitaria, es una práctica sexual prevalente, aunque a menudo sigue cargada de estigmas religiosos y culturales. Movimientos recientes como No Nut November o NoFap ilustran la persistencia de la desaprobación social, particularmente dirigida a los hombres. Sin embargo, la investigación moderna está desmantelando los modelos tradicionales y revela una práctica compleja que ha crecido significativamente en las últimas décadas.
Aumento de la prevalencia y la influencia digital
Estudios nacionales británicos, como las Encuestas Nacionales sobre Actitudes y Estilos de Vida Sexuales (Natsal-2, 1999–2001; y Natsal-3, 2010–2012), han documentado un aumento estadísticamente significativo en la prevalencia de la masturbación reportada en el último mes. Para las mujeres (de 16 a 44 años), la prevalencia pasó del 37.0% al 40.3%, y para los hombres, del 73.4% al 77.5%.
Aunque existe una robusta diferencia de género, con los hombres reportando una frecuencia más alta, la proporción de mujeres que reportaron no haberse masturbado nunca también disminuyó modestamente, pasando del 28.5% al 24.1%. Este aumento general, particularmente notable entre los hombres más jóvenes (16–24 años), se interpreta en gran medida como un reflejo de los cambios tecnológicos y sociales. La proliferación del acceso ilimitado a la pornografía en línea, el contenido visual y la conectividad a través de dispositivos móviles, que se dispararon entre 1999 y 2012, probablemente han alterado los patrones tradicionales de la masturbación.
El desafío a los modelos de género
Históricamente, se ha postulado un modelo de masturbación compensatorio para los hombres y complementario para las mujeres.
- El modelo compensatorio sugiere que el sexo solitario sustituye la falta de sexo en pareja. De hecho, los hombres que reportaron la frecuencia de coito más alta fueron menos propensos a masturbarse, confirmando este patrón compensatorio en términos de frecuencia real.
- El modelo complementario indica una asociación positiva: una mayor actividad sexual en pareja se relaciona con una mayor propensión a la masturbación. Esto se confirmó para las mujeres, donde una mayor frecuencia de coito se asoció positivamente con la masturbación.
Sin embargo, los datos de Natsal-3 desafían esta simple dicotomía de género cuando se consideran las actitudes y la satisfacción sexual.
Masturbación como reemplazo universal ante el conflicto
Los hallazgos son incisivos: cuando la sexualidad en pareja presenta desafíos, la masturbación puede servir como reemplazo tanto para mujeres como para hombres. Las personas, independientemente de su género, que eran más propensas a masturbarse en el último mes eran aquellas que:
- Deseaban tener relaciones sexuales con más frecuencia de lo actual.
- Reportaron intereses sexuales discrepantes con su pareja.
- Experimentaron insatisfacción o preocupación por su vida sexual.
- Tenían dificultades sexuales o una pareja con dificultades sexuales.
Esto sugiere que, al enfrentar incompatibilidad sexual o problemas funcionales, la masturbación ofrece una vía alternativa para el placer sexual o una «salida» libre de presión de rendimiento.
Factores sociodemográficos y actitudinales
La masturbación disminuye notablemente con el aumento de la edad para ambos sexos. Además, la práctica es significativamente menos común entre aquellos que consideran importantes sus creencias religiosas, lo cual está en línea con las perspectivas religiosas que tradicionalmente desaprueban esta conducta.
En contraste, la masturbación fue más frecuente en hombres y mujeres que se identificaron como bisexuales, gay o lesbianas en comparación con los heterosexuales. Esta disparidad podría reflejar que los guiones sexuales de las minorías son menos limitados por el imperativo del coito penetrativo. Finalmente, tener actitudes positivas hacia la sexualidad, como creer que «el sexo sin amor está bien», se asoció significativamente con una mayor probabilidad de reportar masturbación.
Si bien el rol compensatorio y complementario coexiste según la frecuencia del coito real, la masturbación se consolida como un comportamiento compensatorio clave para ambos géneros cuando la sexualidad en pareja está bajo presión. Con actitudes más abiertas hacia el sexo solitario, es probable que la masturbación se vea cada vez más como una «forma de actividad sexual por derecho propio».
Referencia: Fischer, N., Kozák, M., Graham, C. A., Clifton, S., Mercer, C. H., & Mitchell, K. R. (2025). Trends in Masturbation Prevalence and Associated Factors: Findings from the British National Surveys of Sexual Attitudes and Lifestyles. The Journal of Sex Research. https://doi.org/10.1080/00224499.2025.2555053