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Las emociones y su expresión han despertado siempre gran interés a lo largo de toda la historia de la humanidad.
Aristóteles manifestaba: Cualquiera puede ponerse furioso… eso es fácil. Pero, ponerse furioso con la persona correcta, en la intensidad correcta, en el momento correcto, por el motivo correcto, y de la forma correcta… eso no es fácil. En la actualidad son muchos los científicos que tratan de descifrarlas y estudiarlas, entre los que se encuentra por ejemplo el reconocido Paul Eklman, en quien se baso la exitosa serie “Lie to Me” (Miénteme).
Ekman ha estudiado en profundidad la expresión facial de todas las emociones y al igual que otros investigadores comprobó que las denominadas emociones básicas o primarias, poseen iguales gestos característicos en todas las culturas.
La mayoría de los estudios relacionados con las expresiones faciales de la emoción, se han centrado en ellas como parte de un proceso de comunicación social.
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Pero dos investigadores de la Universidad de Toronto, Adam Anderson y Joshua Susskind, buscaron ir más lejos para comprender los motivos de la expresión emocional, llegando a concluir que las gesticulaciones de miedo y asco, pueden tener un propósito que va más allá de la comunicación social, como lo es contribuir a una mejor percepción sensorial que garantice la supervivencia.
Para realizar su estudio, diseñaron en una computadora un rostro con cuatro expresiones diferentes: miedo, asco, felicidad y tristeza.
Las imágenes se fueron presentando a los voluntarios del trabajo, quienes a medida que las veían, debían imitar la expresión, mientras se tomaba registro de la respiración y visión en cada uno de ellos.
Los científicos, encontraron que la expresión de miedo daba como resultado una notable ampliación de la visión periférica, mayor rapidez en los movimientos oculares y aumento del ritmo respiratorio, respuestas que contribuyen a percibir y responder rápidamente al peligro. La de aversión o asco, por el contrario limitaba la visión y el ritmo respiratorio lo que contribuiría a evitar que sustancias nocivas lleguen a ojos y pulmones.
Si bien los resultados parecen una obviedad, este trabajo fue el primero en demostrar que la expresión de miedo, por ejemplo, mejora la percepción sensorial algo que según los científicos ayudo a nuestros antepasados a sobrevivir y esta función es anterior a la función de comunicación social.
Descubrir el mundo de las emociones y su expresión es fascinante, saber que los gestos que las acompañan tienen como base orígenes tan remotos, debe maravillarnos y permitirnos tener presente, que cuando nos emocionamos nuestras percepciones se ven alteradas, lo que hace que los colores, olores y sonidos de una situación determinada los vivamos de un modo muy especial y personal.
Fuente:Nse. Marita Castro – Asociación Educar