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  • Análisis

La mentira desde una perspectiva DBT: Del comportamiento cotidiano a la patología

  • Equipo de Redacción
  • 18/07/2025

Hace unos días me encontré con un artículo en una revista de terapeutas DBT que no conocía: DBT Bulletin, una publicación con contenido muy valioso escrito por terapeutas DBT de diferentes partes del mundo. Uno de esos artículos me llamó especialmente la atención: aborda el tema de la mentira, cómo conceptualizarla desde DBT y cómo trabajar con ella en terapia. Me pareció tan interesante que decidí traducirlo y adaptarlo para que puedan leerlo.

El artículo fue escrito por Yoray Barak, de la Asociación Israelí para la Terapia Dialéctica Conductual.

Vamos con el artículo.

David Aparicio, editor general de Psyciencia


La mentira es un comportamiento humano común, sin embargo, a menudo se describe como antisocial. Ser atrapado en una mentira puede causar vergüenza y, con el tiempo, dañar la reputación y las relaciones de una persona. Los Diez Mandamientos prohíben el falso testimonio, y la cultura popular lidia con la mentira—Pinocho, por ejemplo, simboliza la tensión entre el deseo de ser veraz y la tentación de ocultar la verdad (Ekman, 2009).

Aunque la mayoría de las personas mienten ocasionalmente, el engaño frecuente en relaciones cercanas es dañino. Marsha Linehan justificó revelar su historial psiquiátrica al declarar: «No quería morir como una cobarde». El miedo y la vergüenza a menudo impulsan la mentira, ofreciendo alivio a corto plazo pero llevando al aislamiento social a largo plazo, angustia y desregulación emocional—creando un ciclo de evitación y engaño (Tangney et al., 2007).

Tipos de mentiras: de las “mentiras blancas» a la mentira patológica

Las mentiras existen a lo largo de un espectro. En un extremo están las «mentiras blancas»—pequeños engaños destinados a prevenir el daño (Vrij, 2008). Aunque pueden servir a la armonía social (por ejemplo, la cortesía), pueden erosionar la confianza con el tiempo (DePaulo & Kashy, 1998). En el otro extremo, la mentira patológica (pseudología fantástica) involucra fabricaciones crónicas desconectadas de la realidad (Dike et al., 2005).

Influencias culturales y éticas sobre la mentira

Las normas culturales moldean la percepción de la mentira. En sociedades que valoran la armonía social, como muchas culturas del este asiático, ocultar la verdad es a menudo aceptable para evitar conflictos o proteger la «cara» (Gao, 1996). En contraste, las culturas occidentales enfatizan la honestidad individual, condenando oficialmente la mentira mientras aún practican el engaño basado en la cortesía (Levine, 2014).

La neuropsicología de la mentira

La mentira involucra procesos neurológicos complejos. Los estudios de fMRI muestran activación en la corteza prefrontal y parietal, que manejan la memoria de trabajo y el procesamiento de información (Abe, 2011). Decir la verdad requiere menos esfuerzo cognitivo, mientras que mentir demanda suprimir la verdad, manipular la memoria y resolver conflictos internos (Ganis et al., 2003).

La amígdala, responsable del procesamiento de emociones como el miedo y la culpa, inicialmente es muy activa al mentir pero se desensibiliza con el tiempo, haciendo que el engaño continuo sea más fácil. Este efecto de «pendiente resbaladiza» sugiere que las mentiras pequeñas pueden escalar a otras más grandes. Además, el engaño frecuente puede deteriorar la memoria, llevando a confusión entre eventos reales y fabricados. Las personas que mienten frecuentemente pueden experimentar «olvido inducido por la negación», donde el engaño repetido lleva a recuerdos distorsionados, ya que el cerebro suprime o altera inconscientemente las memorias para mantener la consistencia interna (Vieira & Lane, 2013).

Competencia aparente y regulación emocional

Un ejemplo ilustrativo de cómo la regulación emocional y el engaño pueden intersectarse es el fenómeno de la competencia aparente. Las personas con dificultades de regulación emocional pueden proyectar una imagen de fortaleza, independencia o éxito—tanto a otros como a sí mismas—mientras luchan privadamente con sentimientos intensos de inadecuación, angustia o vulnerabilidad.

En estos casos, manejar las impresiones externas funciona como una estrategia de supervivencia, ayudando a preservar una autoimagen frágil y evitar la vergüenza asociada con la debilidad percibida. Presentar selectivamente la realidad, o incluso negar la angustia interna, puede ofrecer alivio emocional a corto plazo. Sin embargo, con el tiempo, la dependencia de tales estrategias puede volverse mentalmente agotadora, erosionando la autoestima y amplificando el sufrimiento interno. La acumulación de tales distorsiones, a menudo descrita como un «efecto bola de nieve», eventualmente profundiza la misma angustia que pretendía proteger (Talwar & Crossman, 2011).

La mentira en el contexto de la adicción

La mentira es prevalente en la adicción, sirviendo para sostener el uso de sustancias, evitar confrontaciones o escapar de la presión para dejarlo. Dado el vínculo entre la adicción y la desregulación emocional, el engaño se convierte en un mecanismo de afrontamiento arraigado, reforzando el secreto y el aislamiento. Esto profundiza la angustia y complica la recuperación (Hart et al., 2008).

Regulación emocional: reduciendo la tendencia a mentir

Dado que la vergüenza a menudo subyace al engaño, las siguientes habilidades de regulación emocional bien conocidas pueden ayudar a minimizar la intensidad de esta emoción, reduciendo el impulso de mentir como mecanismo de afrontamiento. Al aplicar estas estrategias, las personas pueden debilitar el impulso emocional detrás de la deshonestidad y desarrollar formas más efectivas de manejar la angustia.

Verificar los Hechos puede ser particularmente útil para reducir el impulso de mentir, especialmente cuando es impulsado por la vergüenza. En momentos emocionalmente intensos, la vergüenza puede sentirse abrumadora y absoluta, haciendo que el engaño parezca la única forma de evitar el juicio o el rechazo. Sin embargo, examinar sistemáticamente si la situación realmente justifica la vergüenza a menudo revela que la emoción está exagerada o basada en malinterpretaciones (Krause et al., 2020).

Acción opuesta a la vergüenza: ejercicios de exposición gradual ayudan a contrarrestar la evitación y el ocultamiento, que solo refuerzan la vergüenza. Participar en ejercicios de exposición pequeños y manejables—como hacer una pregunta innecesaria en una tienda, hacer pausas deliberadas en la conversación o usar ropa poco convencional—demuestra que la autoconsciencia es temporal y tolerable (Neff & Germer, 2013).

Resolución de problemas más allá del engaño reconoce que la mentira a menudo sirve como una solución a corto plazo para luchas más profundas, como desafíos académicos, financieros, relacionados con la salud o adictivos. En lugar de enmascarar estas dificultades, la resolución de problemas fomenta tomar pasos concretos—buscar ayuda, hacer cambios y desarrollar estrategias de afrontamiento—que fomentan la confianza e integridad a largo plazo (Gross & John, 2003).

Asumir responsabilidad y apertura a la reparación son esenciales para romper el ciclo del engaño. Reconocer la deshonestidad y hacer las paces fortalece la confianza y la responsabilidad. Los entornos que fomentan la veracidad—incluso después de la deshonestidad—promueven la apertura, mientras que castigar la honestidad puede reforzar el secreto (Leary et al., 2007).

Desmentir mitos relacionados con la vergüenza ayuda a las personas a desafiar creencias rígidas y autodestructivas que perpetúan el engaño. Mitos como «Las personas nunca me perdonarán» o «La verdad siempre llevará al rechazo» contribuyen a la evitación y la deshonestidad. Desafiar activamente estas suposiciones fomenta un cambio de la obstinación a la voluntad, reduciendo el impulso de mentir como mecanismo de defensa (Tangney & Dearing, 2002).

Al integrar estas habilidades de regulación emocional, las personas pueden desarrollar formas más adaptativas de manejar la angustia, fortaleciendo su capacidad para enfrentar los desafíos con honestidad y autorrespeto.

Referencias

  • Abe, N. (2011). How the brain shapes deception: An integrated review of the literature. Neuroscience & Biobehavioral Reviews, 35(3), 848–857. https://doi.org/10.1016/j.neubiorev.2010.10.002
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  • Brown, B. (2012). Daring greatly: How the courage to be vulnerable transforms the way we live, love, parent, and lead. Gotham Books.
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  • Ganis, G., Kosslyn, S. M., Stose, S., Thompson, W. L., & Yurgelun-Todd, D. A. (2003). Neural correlates of different types of deception: An fMRI investigation. Cerebral Cortex, 13(8), 830–836. https://doi.org/10.1093/cercor/13.8.830
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