En los últimos años, el término narcisista se ha vuelto omnipresente. En el consultorio mis pacientes me preguntan si su pareja es narcisista.En TikTok, en hilos de Reddit o en las conversaciones de pareja, se usa para describir cualquier forma de egoísmo o falta de empatía. Para muchos jóvenes de la Generación Z, detectar “red flags narcisistas” parece casi una habilidad de supervivencia emocional. Sin embargo, mientras el lenguaje cotidiano se llena de diagnósticos informales, la ciencia ofrece una sorpresa: los niveles de narcisismo están cayendo, no aumentando.
Esa es la conclusión de un nuevo metaanálisis global de la Universidad de Viena, liderado por Sandra Oberleiter, Paul Stickel y Jakob Pietschnig, publicado en Journal of Personality (2025). El estudio recopiló 1105 investigaciones, con más de 546,000 participantes de 55 países, y analizó datos obtenidos durante cuatro décadas (1982–2023) mediante el Inventario de Personalidad Narcisista (NPI). Es el análisis más extenso y riguroso realizado hasta la fecha sobre el tema.
La caída del narcisismo: una tendencia global
Contrario a la idea de una generación cada vez más ensimismada, los resultados muestran un descenso sostenido y estadísticamente significativo en las puntuaciones de narcisismo a nivel mundial durante los últimos 40 años.
El patrón se repite en Europa, América del Norte, Asia y Oceanía, aunque con distinta magnitud. Incluso entre los grupos tradicionalmente más narcisistas —jóvenes y norteamericanos— las puntuaciones bajaron de manera constante .
Sin “pico” ni “epidemia”
Durante los 2000, la psicóloga Jean Twenge popularizó la idea de una “Generación Yo” (Generation Me), apoyada en estudios que señalaban un aumento del narcisismo entre universitarios estadounidenses. Se asumía que factores como el auge del individualismo, la educación centrada en la autoestima y la cultura del reconocimiento habían inflado el ego colectivo.
Pero el nuevo análisis desmonta esa narrativa. Las puntuaciones se mantuvieron estables durante los 80 y 90, sin evidencia de aumentos significativos antes de la crisis financiera global de 2008. Luego, en lugar de estabilizarse o subir, comenzaron a descender más rápidamente .
Los investigadores concluyen que no hubo una “epidemia” que frenar, sino una trayectoria más compleja: una cultura que, lejos de volverse más narcisista, parece haberse vuelto más autocrítica.
¿Qué explica esta caída?
Los autores proponen varias hipótesis. Una de las más sugerentes apunta al papel de las redes sociales. Aunque durante años se les acusó de alimentar el narcisismo, podrían estar generando el efecto opuesto: la exposición constante a vidas idealizadas puede fomentar comparaciones sociales ascendentes y disminuir la autoestima, conteniendo los impulsos narcisistas.
Otra posibilidad es el aumento global de la ansiedad y la depresión, fenómenos inversamente asociados al narcisismo. Varios estudios recientes han documentado un incremento sostenido de síntomas depresivos entre adolescentes y adultos jóvenes en países industrializados; si las nuevas generaciones se sienten menos seguras de sí mismas, es lógico que sus autoinformes de grandiosidad sean menores.
Hombres, mujeres y el mito de la convergencia
Un hallazgo adicional del metaanálisis desmiente otra creencia popular: que el narcisismo femenino se ha “igualado” al masculino. Aunque los hombres siguen puntuando más alto en el NPI, las puntuaciones de las mujeres han disminuido, no aumentado. Esto contradice estudios previos que interpretaron los avances en asertividad y agencia femenina como una expansión del narcisismo. En cambio, sugiere que la autoafirmación no necesariamente se traduce en egocentrismo.
De la cultura del ego a la cultura de la vulnerabilidad
Paradójicamente, podría decirse que la Generación Z es la menos narcisista en décadas, pero también la más ansiosa, expuesta y autocrítica.
Mientras las generaciones anteriores temían parecer débiles, los jóvenes actuales publican su vulnerabilidad y discuten abiertamente su salud mental. Tal vez no asistimos a una “epidemia de narcisismo”, sino a una crisis de autoimagen colectiva: un giro cultural donde el espejo ya no devuelve admiración, sino comparación y duda.
En definitiva, el estudio de Oberleiter y colegas marca un cambio de era en la psicología de la personalidad. El narcisismo, lejos de expandirse, se ha desinflado. Y quizás eso diga más sobre el momento que vivimos —más incierto, más conectado y menos confiado— que sobre cualquier supuesto exceso de ego.
Referencia: Oberleiter, S., Stickel, P., & Pietschnig, J. (2025). A farewell to the narcissism epidemic? A cross-temporal meta-analysis of global NPI scores (1982–2023). Journal of Personality, 93(4), 884–894. https://doi.org/10.1111/jopy.12982