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Publicaciones por autor

Marisa Fernandez

11 Publicaciones
Marisa Fernández Sánchez es licenciada en Psicología por la Universidad Autónoma de Madrid y tiene estudios de posgrado en Neuropsicología. En su trayectoria profesional ha trabajado como profesora e investigadora en la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, y como clínica en distintos ámbitos relacionados con la evaluación y la intervención en deterioro cognitivo asociado a demencias, fibromialgia y otras patologías de tipo neurológico. En la actualidad, Marisa trabaja como neuropsicóloga senior en Unobrain, donde colabora en la creación de programas de Brain Fitness, destinados a promover el cuidado de la salud cerebral en adultos y niños.
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El cerebro de Narciso

  • 18/07/2016
  • Marisa Fernandez

En la mitología, Narciso era un joven de belleza impresionante pero también vanidoso, que rechazaba continuamente a sus pretendientes. Una vidente le dijo a su madre que Narciso viviría muchos años siempre que no se conociera a sí mismo. Un día el bello joven vio su imagen reflejada en el agua de un arroyo y no pudo separarse de ella. Tanto fue el impulso que Narciso murió ahogado.

El ‘narcisismo’ hace referencia a la admiración exagerada que un individuo se profesa a sí mismo

El ‘narcisismo’ hace referencia a la admiración exagerada que un individuo se profesa a sí mismo, ya sea en base a sus cualidades físicas, sus dotes mentales u otras cualidades. En Psiquiatría y Psicología el trastorno de personalidad narcisista está bien descrito en  el Manual Diagnóstico de los Trastornos Mentales desde hace mucho tiempo pero,  en cambio, son pocos los estudios que se han centrado en conocer sus bases neurales. Uno de esos trabajos ha sido realizado por un grupo de investigadores de la Friedrich-Schiller-University Jena en Alemania.

Los participantes en el estudio fueron seis hombres con trastorno narcisista de la personalidad debidamente diagnosticados por un psiquiatra. A todos ellos se les realizó una resonancia magnética utilizando la técnica de morfometría basada en voxel y también se tomaron imágenes con tensor de difusión. Los resultados se compararon con un grupo de varones sin trastornos mentales igualados en edad.



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Los resultados, publicados en Psychiatry Research: Neuroimaging (2014) mostraron que, en comparación con los hombres sanos, los pacientes con trastorno narcisista de la personalidad mostraban déficit en la sustancia gris de dos áreas cerebrales: la corteza prefrontal derecha y la zona prefrontal medial bilateral o corteza cingulada anterior. Además de estas diferencias estructurales, también hallaron alteraciones en la conectividad del lóbulo frontal derecho entre otras zonas.

los pacientes con trastorno narcisista de la personalidad mostraban déficit en la sustancia gris de dos áreas cerebrales

Los autores concluyen comentando que sus hallazgos sobre las alteraciones en la sustancia gris son consistentes con los encontrados por otro estudio anterior y lo amplían analizando la sustancia blanca, la que conecta áreas cerebrales. Estas características cerebrales podrían estar en la base de síntomas frecuentes del trastorno narcisista como la falta de control sobre las emociones y las interacciones interpersonales, la labilidad emocional o ciertas alteraciones cognitivas.

Aunque son los primeros datos y se necesitan más investigaciones que los repliquen, podría ser que las alteraciones en las áreas prefrontales mencionadas y sus conexiones con el tálamo y el sistema límbico(responsable de las emociones) tengan un papel importante en este trastorno. Esta posibilidad ya ha sido planteada para otros trastornos como la esquizofrenia. Comprender bien es importante para poder tratar mejor a estas personas que, con frecuencia, tienen dificultades para ajustarse al entorno y llevar una vida plena. La ciencia nos lo revelará.

Artículo publicado en UnoBrain, la plataforma online de entrenamiento cognitivo más importante de Hispanoamérica.

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Consumo de éxtasis y mala memoria: ¿un mal permanente?

  • 29/03/2016
  • Marisa Fernandez

Muchas drogas se han asociado con alteraciones del funcionamiento cognitivo a largo plazo. En el caso del consumo de éxtasis, se ha descrito que los adictos presentan fallos en tareas de aprendizaje y recuerdo de palabras tanto a corto como a largo plazo. En este sentido, encontramos un artículo recientemente publicado en PLoS ONE (2016) que ha analizado los datos obtenidos de cuatro experimentos llevados a cabo con procedimiento similar en distintas instituciones. Los experimentos en cuestión se realizaron con consumidores de éxtasis y con controles sanos para determinar en qué grado el consumo de esta droga predice un mal funcionamiento de la memoria verbal en los adictos.

En los estudios participaron un total de 65 consumidores de éxtasis y 65 personas sanas que nunca tomaron drogas. Ambos grupos estaban equiparados en edad y género. Se comprobó el rendimiento de los participantes en una tarea de memoria de palabras durante los efectos de un placebo o, en su caso, de la intoxicación por MDMA (abreviatura de su nombre científico ‘metilendioximetanfetamina’).

Los datos obtenidos resultan, cuando menos, algo llamativos. Los experimentadores encontraron que cuando los consumidores eran tratados con un placebo, y no con éxtasis, no había diferencias con los controles sanos en el rendimiento en memoria verbal. Sí se encontraban diferencias cuando se trataba del grupo de consumidores que en ese momento había consumido éxtasis. Esto significaría, según los autores, que la historia de consumo de éxtasis por sí sola no se asocia con la alteración de memoria. Así, cuando el consumidor está en un momento de abstinencia no se registraría un déficit en la memoria verbal que sí se observaría cuando la persona está bajo la intoxicación de la droga.



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Los autores del artículo son precavidos en cuanto a otros aspectos del funcionamiento cognitivo. Serían necesarios nuevos estudios semejantes para analizar si este perfil de resultados se aplica también a aspectos como la atención, las funciones ejecutivas o el razonamiento. Por otra parte, también resultaría interesante analizar si, a pesar de no haber diferencias a nivel de test de memoria, podría haberlas en cuanto al funcionamiento del cerebro, o si, el entrenamiento de la memoria podría contribuir a un mejor rendimiento a pesar del consumo.

El tiempo responderá a todas estas cuestiones, aunque nosotros, como siempre, abogamos por un cerebro saludable y bien entrenado.

Artículo previamente publicado en UnoBrain, la plataforma online de entrenamiento cognitivo más grande de Hispanoamérica y cedido para su publicación en Psyciencia.

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Entrenamiento cognitivo para pacientes de cáncer

  • 17/03/2016
  • Marisa Fernandez

Entre los efectos secundarios de los tratamientos con quimioterapia se encuentran las quejas de peor funcionamiento cognitivo. Es lo que se ha denominado‘chemo-fog’ o quimio-niebla, o quimio-cerebro, y que se ha descrito como una dificultad para pensar con claridad, concentrarse, expresarse con fluidez o acordarse de las cosas. Este fenómeno se ha descrito de forma frecuente en pacientes supervivientes de cáncer de mama, aunque no es exclusivo de ellos.

el grupo de entrenamiento mejoró en aprendizaje verbal y de memoria de trabajo

En muchos de los afectados, esta secuela tiene una importancia vital en su día a día, ocasionándoles dificultades en el adecuado desempeño de tareas cotidianas y laborales. Es por ello que se han destinado esfuerzos para averiguar cómo intervenir sobre estos fallos cognitivos y ayudar así a todos los afectados. Una de las intervenciones que se ha probado es el entrenamiento cognitivo. Un reciente trabajo publicado en la revista Psycho-Oncology (2016) ha mostrado qué efectos puede tener entrenar las capacidades cognitivas con un programa online en un grupo de mujeres supervivientes de cáncer de mama.

El trabajo, publicado por M.F. Damholdt, del Unit for Psychooncology and Health Psychology en la Aarthus University (Dinamarca), y otros colaboradores, contó con la participación de 157 mujeres, pacientes de cáncer de mama que superaron la enfermedad y que recibieron tratamiento de quimioterapia. Se asignaron de forma aleatoria a uno de dos grupos diferentes: a) grupo de entrenamiento cognitivo online con apoyo telefónico; o b) grupo control de lista de espera. El grupo de entrenamiento realizó un total de 30 sesiones repartidas en 6 semanas. A todas las mujeres, tanto del grupo experimental como del grupo control, se les realizaron evaluaciones neuropsicológicas tanto en un momento previo al entrenamiento, como en un momento inmediatamente posterior y después de cinco meses desde la finalización del experimento.



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Los resultados mostraron que el grupo de entrenamiento mejoró en las pruebas de aprendizaje verbal y de memoria de trabajo en el seguimiento a los cinco meses. Los autores concluyen que este tipo de intervenciones puede ser una opción de intervención aplicable en los entornos clínicos y sin efectos secundarios.

Seguirán haciéndose esfuerzos para mejorar la calidad de vida de estas personas, pero de momento ya van encontrándose opciones para ponerse manos a la obra.

Artículo previamente publicado en UnoBrain, la plataforma online de entrenamiento cognitivo más importante de Hispanoamérica. 

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Cambios cerebrales y de memoria en el trastorno bipolar

  • 16/02/2016
  • Marisa Fernandez
Bipolar

El trastorno bipolar es un trastorno del estado de ánimo en el que se pueden alternar fases de ánimo depresivo intenso con episodios denominados ‘maníacos’, en los que se observa una energía muy alta, el ánimo tiende a la euforia y la persona muestra una hiperactividad llegando incluso a permanecer varios días sin dormir. Entre las causas de este trastorno está el desequilibrio químico de ciertos neurotransmisores en el cerebro.

Según investigaciones previas, el número de brotes maníacos que sufren los pacientes se ha relacionado con cambios relevantes a nivel cerebral, concretamente en el volumen del hipocampo, una estructura muy importante para el correcto funcionamiento de nuestra memoria.

Un reciente trabajo llevado a cabo por investigadores del University of Texas Science Center en Houston junto a la Universidad Federal de Río Grande do Sul en Brasil, ha analizado los cambios en el volumen del hipocampo y las alteraciones neuropsicológicas en tres grupos de pacientes con trastorno bipolar en diferentes etapas(inicial, intermedia y tardía) en función del número de episodios maníacos y hospitalizaciones necesitadas. Además, compararon los datos con los de un grupo de control compuesto por personas sanas de edad comparable.



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Los autores utilizaron resonancia magnética funcional para recoger información sobre la anatomía cerebral, y un test cognitivo para evaluar la memoria verbal, consistente en aprender y recordar una lista de palabras.

Los análisis estadísticos mostraron que el grupo de afectados de trastorno bipolar en la fase tardía, es decir, los que más episodios maníacos habían sufrido y más hospitalizaciones habían requerido, tenía un volumen hipocampal significativamente menor que los controles. Además, tanto los de la fase intermedia como los de la tardía obtuvieron un rendimiento significativamente más bajo en el recuerdo inmediato de la lista de palabras.

Según los autores, estos hallazgos son una prueba más de la hipótesis que plantea que el trastorno bipolar es un trastorno neuroprogresivo, en el que los cambios cerebrales y cognitivos evolucionan según lo hace la gravedad de los síntomas. Esperemos que estos datos sirvan para averiguar cómo ayudar mejor a estas personas tanto a través del uso de fármacos como de terapias cognitivas como el entrenamiento de la memoria.

Artículo previamente publicado en Uno Brain, la reconocida plataforma especializada en el entrenamiento cognitivo online y cedido para su publicación en Psyciencia.

Sin categoría

La gente abierta tiene un cerebro más conectado

  • 29/01/2016
  • Marisa Fernandez

Algo tiene la ‘personalidad’ que nos fascina y llena miles de conversaciones. Nos definimos según unos determinados rasgos que marcan nuestra forma de ser y eso parece guardar relación con la manera en que está diseñado nuestro cerebro. Al menos ese es uno de los hallazgos de un reciente estudio realizado en Italia y publicado en la revista Neuroimage (2015).

El trabajo, realizado por L. Passamonti, pretendía analizar la relación entre la apertura, como rasgo de personalidad, y los circuitos de dopamina en el cerebro. Para ello contaron con la colaboración de un total de 46 participantes sanos en tres experimentos distintos en los que se utilizó resonancia magnética funcional. En un primer experimento, los participantes se sometieron a la prueba de imagen cerebral en una condición de reposo, sin hacer ninguna actividad. En el segundo experimento se tomaron las imágenes mientras realizaban una tarea en que se presentaban olores agradables y en el tercero mientras veían fotografías de comida. Para valorar la personalidad se utilizó una prueba tipo test muy utilizada en el ámbito de la Psicología. De forma particular, la apertura se define como la capacidad para verse influido por la experiencia sensorial, la búsqueda de novedad y la capacidad creativa.

Después de analizar los datos, los resultados mostraron que el rasgo de personalidad denominado apertura se asoció con la conectividad neural entre algunas áreas del cerebro. Concretamente, cuanto más altas eran las puntuaciones en apertura, más conectadas estaban la sustancia negra y la corteza prefrontal dorsolateral. Para que nos hagamos una idea, la sustancia negra es una estructura del cerebro fundamental en la segregación de dopamina. Por otro lado, la corteza prefrontal dorsolateral es un área relevante en tareas que ponen en marcha varios procesos de la memoria de trabajo.



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Según explican los autores, esta conexión más intensa entre la sustancia negra y la corteza prefrontal dorsolateral podría explicar por qué las personas con una personalidad más abierta se muestran más ‘permeables mentalmente’ a los estímulos nuevos y absorben mejor la experiencia que les llega a través de los sentidos.

Una cuestión curiosa sería averiguar si entrenando el cerebro también puede cambiarse la personalidad… quizá en un futuro nuevos estudios nos iluminen sobre esta y otras preguntas relacionadas con la forma de ser de las personas.

Artículo previamente publicado en Uno Brain, una plataforma online de entrenamiento cognitivo en español. 

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Nicolas Cage, la CIA y una demencia frontotemporal

  • 30/06/2015
  • Marisa Fernandez

Artículo previamente publicado en UnoBrain, una plataforma especializada en aplicaciones online para mejorar el rendimiento cognitivo. 

Es frecuente que el cine se utilice como vehículo para mostrar al público las características de algunos trastornos mentales y/o del pensamiento. ¿Quién no recuerda películas como ‘Una mente maravillosa’ en la que la esquizofrenia  y la genialidad intelectual conviven en un brillante Russell Crowe, o ‘El hijo de la novia’, dirigida por José Campanella, en la que la trama gira en torno a la enfermedad de Alzheimer, o ’50 primeras citas’, la comedia romántica protagonizada por Drew Barrymore y Adam Sandler, en la que ella sufre una amnesia anterógrada a consecuencia de un golpe en la cabeza.

Hoy le toca el turno a una reciente, ‘Caza al terrorista’, dirigida por Paul Schrader  (2014) y protagonizada por Nicolas Cage. En esta ocasión el actor interpreta a un agente de la CIA cuyo objetivo es eliminar a un terrorista que ya se daba por muerto… algo que no se sale mucho de lo habitual en cuestión de guiones, salvo por una cuestión: su demencia frontotemporal.



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Con diversas pinceladas, la película intenta mostrar cómo sería padecer esta enfermedad… no poder hablar bien, no saber cómo regresar a un hotel… Nosotros vamos a aprovechar la ocasión para explicar mejor qué es lademencia frontotemporal, concretamente su variante conductual, y cómo afecta a las personas que la sufren. En este sentido encontramos muy útiles los criterios diagnósticos alcanzados por el International Behavioural Variant FTD Criteria Consortium y publicados en unartículo en la revista Brain: A Journal of Neurology (2011).

Para sospechar de una demencia frontotemporal – variante conductual (DFT-VC) lo primero que debemos observar es un deterioro progresivo de la personalidad, la conducta social y la cognición. Esto significa que debe haber un empeoramiento en estas áreas a lo largo del tiempo.

Para realizar un diagnóstico de DFT-VC POSIBLE deben darse, además, al menos 3 de los siguientes 6 síntomas conductuales/cognitivos:

1. Desinhibición: por ejemplo con un comportamiento social inadecuado, una pérdida del pudor o el decoro y la presencia de impulsividad.

2. Apatía o inercia.

3. Pérdida de empatía o de interés por los demás y por las propias aficiones.

4. Conductas perseverativas o compulsivas, como rituales o movimientos repetitivos.

5. Hiperoralidad: comer, beber, fumar en exceso o incluso explorar objetos con la boca.

6. Alteración en las funciones ejecutivas: realizan mal las pruebas ejecutivas aunque pueden tener una preservación relativa de la memoria episódica y de las habilidades visoespaciales.

El siguiente paso en el diagnóstico sería afirmar con algo más de garantías que se trata de una DFT-VC PROBABLE. Para otorgar este diagnóstico tienen que cumplirse otros dos criterios. Por un lado, el deterioro ocasiona unadiscapacidad a nivel funcional, lo que significa que la persona no es capaz de realizar sus actividades cotidianas como antes. Por otro lado, tienen que encontrarse signos de degeneración en las áreas fronto-temporales del cerebro, ya sea atrofia, hipoperfusión o hipometabolismo según la prueba utilizada.

Como podemos ver, no toda la demencia es Alzheimer ni mucho menos, y conviene siempre estar informado para reconocer los cambios cuando se presenten, sospechar y solicitar la ayuda necesaria. La información es poder y en la salud sobretodo.

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

¿Pueden los perros empatizar con las personas?

  • 02/03/2015
  • Marisa Fernandez

Dicen que los perros pueden a parecerse físicamente a sus dueños después de años de convivencia. Esto resulta sorprendente. Pero lo que  parece aún más increíble es que nuestros organismos y los suyos puedan reaccionar de forma bastante semejante ante cierto tipo de estímulos, como por ejemplo el llanto de los bebés.

Cuando un humano escucha el llanto de un niño suele sentirse incómodo e inquieto, una respuesta que suele llevar asociada alguna conducta dirigida a comprobar qué le pasa al bebé, cogerlo en brazos, etc., además de un aumento de los niveles del cortisol (hormona del estrés). Algunos científicos han planteado que existe una especie de ‘contagio emocional’ que sería una forma primitiva deempatía. Diversos estudios con animales han planteado que este ‘contagio emocional’ también se observa en chimpancés, ratones e incluso palomas, y ahora un estudio reciente ha encontrado que este fenómeno también parece producirse en los perros domésticos.

El experimento ha sido realizado por Min Hooi Yong y Ted Ruffman del Departamento de Psicología de la Universidad de Otago en Nueva Zelanda. En su trabajo evaluaron la reacción de 75 perros y 74 personas a tres tipos de estímulos auditivos: 1) el llanto de un niño; 2) elbalbuceo de un bebé; y 3) ruido ‘blanco’ generado por un ordenador. Los investigadores analizaron los niveles de cortisol antes e inmediatamente después de escuchar los sonidos, además de observar y registrar los comportamientos mostrados por ellos.



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Los perros en particular se comportaron de una forma peculiar, combinando la respuesta de alerta con la de sumisión

Los resultados, recientemente publicados en Behavioral Processes (2014), mostraron que tras escuchar el llanto del bebé, tanto los humanos como los perros tuvieron un aumento en los niveles de la hormona cortisol. Además, los perros en particular se comportaron de una forma peculiar, combinando la respuesta de alerta con la de sumisión.

Según los autores, sus hallazgos suponen una evidencia clara de la existencia de una forma primitiva de empatía entre especies distintas, al demostrar una respuesta de ‘contagio emocional’ en los perros a partir del llanto de un humano. ¿Quién sabe? Quizá sea esta una de las características del perro que lo ha llevado a ser calificado como ‘el mejor amigo del hombre’ y podría también estar en la base de sus efectos anti-estrés. Parece claro que estos animales esconden mucho más de lo que vemos, y por todo lo bueno que nos dan, se merecen todo lo mejor.

Artículo previamente publicado en UnoBrain. Una plataforma online de neuro juegos que permiten mejorar el desempeño cerebral. 

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Fatiga, alteraciones emocionales y problemas cognitivos: el cóctel explosivo del Síndrome de Fatiga Crónica (SFC)

  • 25/10/2013
  • Marisa Fernandez

No está claro cuántos casos son, pero son muchos los afectados por el Síndrome de Fatiga Crónica (SFC). Según un documento de consenso elaborado en 2008 por Alfredo Avellaneda y un grupo de expertos, la prevalencia se estima entre el 0.002 y el 2.5% de la población, y podría decirse que, al menos en un país como España, estaríamos hablando de unos 40.000 enfermos de SFC.

El SFC forma parte de ese grupo de enfermedades, entre las que se incluye la fibromialgia, en las que se desconoce el origen o causa primaria. Si bien se ha relacionado con el estrés crónico, con problemas inmunes y con cierta vulnerabilidad genética, siguen sin estar establecidas las bases sobre las que se sostiene. Lo que sí está claro es que existe un perfil en el que existe una fatiga severa que no mejora con el descanso y que se ve exacerbada con el ejercicio físico o la actividad mental. Este es un cuadro clínico complejo en el que frecuentemente aparecen dolores musculares, cefaleas, molestias gastrointestinales, sequedad bucal, sensaciones de mareo o inestabilidad, entre otros. De forma importante, un alto porcentaje los afectados se queja de problemas en la concentración o en el aprendizaje, y las alteraciones anímicas son otro síntoma muy frecuente.

Una fatiga severa que no mejora con el descanso.



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Una reciente publicación de Yvonne Christeley y su equipo en Current Psychiatry Reports (2013) revisa particularmente las alteraciones neuropsiquiátricas y neuropsicológicas en este síndrome. Entre las primeras, según los autores, destaca que se presentan hasta en un 60-70% de los pacientes, con la depresión como gran protagonista, seguida de los trastornos de ansiedad, el trastorno somatomorfo o los trastornos de personalidad.

Dediquémosle un poco más de tiempo al asunto de la depresión. Si bien es cierto que el SFC y los trastornos depresivos comparten ciertos rasgos como los problemas de sueño y de atención y memoria, existen trabajos que muestran como utilizando el Beck Depression Inventory como prueba, pueden establecerse perfiles diferenciados. Por ejemplo, Johnson, DeLuca y Natelson (1996) encontraron que los pacientes con depresión mayor puntuaban más en los ítems de sintomatología anímica y de auto-reproche, mientras que el grupo de SFC lo hacía con más intensidad en aquellas cuestiones del BDI relativas a problemas físicos.  Como bien explican Christeley y sus colaboradores, podría existir una vía común relacionada con el estrés oxidativo y nitrosativo, unas vías que se activan con el estrés psicosocial y los problemas inmunológicos, y que podría estar en la base de los síntomas comunes entre depresión y SFC como la fatiga y los dolores musculares.

Por otro lado, la presencia elevada de trastornos de ansiedad como el trastorno de ansiedad generalizada en estos pacientes, se ha planteado como un posible factor de vulnerabilidad para el desarrollo del SFC.

El segundo grupo de alteraciones revisadas por los autores son las de tipo neurocognitivo, que parecen darse en un 50-80% de los pacientes. Son bastantes los estudios realizados y el perfil de problemas cognitivos en el SFC se caracteriza fundamentalmente por una mayor lentitud en el procesamiento de la información, que hace que tengan tiempos de reacción mayores y un peor rendimiento en tareas que exigen manipular mentalmente la información con tiempos límite. Además, son frecuentes también los problemas en la memoria de trabajo, habiéndose comprobado que los cambios en el flujo sanguíneo cerebral durante la ejecución de tareas de este tipo son distintos al de controles sanos. Y finalmente, también se han descrito fallos en el aprendizaje de nueva información, que podrían estar influidos por esa lentitud a la hora de procesar los estímulos a aprender.

 Hay patologías muy complejas cuyo afrontamiento demanda equipos de atención multidisciplinar.

Una vez descrito este perfil de paciente, ¿qué es lo que se puede hacer? Pues bien, entre las indicaciones terapéuticas que han mostrado eficacia y que se recomiendan en el citado documento de consenso, se encuentra la psicoterapia, el ejercicio físico gradual y progresivo y ciertos fármacos. Curiosamente, sin embargo, no existen estudios, hasta donde personalmente conozco, que se dirijan específicamente a la mejora de las alteraciones neuropsicológicas que tan frecuentes son. En este sentido, sería ideal que los afectados pudieran participar de programas de entrenamiento cognitivo que les permitan mejorar su funcionamiento, como otros que se han realizado con fibromialgia y que han mostrado cierta eficacia.

Como podemos ver, hay patologías muy complejas cuyo afrontamiento demanda equipos de atención multidisciplinar e intervenciones multicomponente que ayuden a los afectados a mejorar su funcionalidad y su calidad de vida.

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Anorexia nerviosa: fallos en la Teoría de la Mente y otros procesos cognitivos

  • 02/10/2013
  • Marisa Fernandez

¿Qué tipo de alteraciones cognitivas aparecen en la anorexia nerviosa?

Son múltiples las publicaciones que han ligado la presencia de alteraciones en algunas funciones cognitivas a los trastornos alimenticios, concretamente a la anorexia nerviosa. Existe cierto patrón en los resultados que apunta a un peor rendimiento en funciones asociadas al hemisferio derecho así como a áreas prefrontales del cerebro. Un estudio reciente publicado en Applied Neuropsychology: Adult (2013) encuentra que las pacientes con anorexia nerviosa rindieron peor que una muestra comparativa de mujeres sanas en tareas de velocidad de procesamiento de la información, memoria de trabajo, memoria visual e inhibición. Además, aquellas pacientes en fase aguda mostraron  particularmente  una peor memoria verbal a largo plazo que aquellas que ya habían recuperado peso. Y de forma relevante, esta diferencia entre grupos de pacientes fue mayor cuanto mayor era el índice de masa corporal del grupo en recuperación.

La teoría de la mente es la capacidad para atribuir estados mentales, emociones y creencias a otras personas.

Aunque muchos estudios van en la misma línea, el asunto de los fallos cognitivos en la anorexia nerviosa sigue sin estar totalmente definido. Así, Lao-Kaim y sus colaboradores, en un trabajo aún en prensa en el European Psychiatry,  emplearon la técnica de resonancia magnética funcional para comparar la ejecución, tanto a nivel conductual como en la actividad cerebral, de un grupo de mujeres con anorexia nerviosa con el de un grupo de mujeres sanas en una tarea del paradigma n-back verbal. Sus resultados no indicaron diferencias ni en la precisión ni en la velocidad a la hora de realizar la tarea, y quizá más relevante, tampoco hubo diferencias en el patrón de actividad cerebral entre las muestras. Los autores sugieren que quizá la memoria de trabajo verbal no sea uno de los objetivos terapéuticos principales a incluir dentro de los programas de tratamiento.



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Otro de los terrenos en los que más se ha explorado es en el de la cognición social. Dentro de este concepto se incluyen todos aquellos procesos cognitivos y emocionales que nos permiten desenvolvernos en situaciones de interacción con otras personas. Hablamos ahora de dos aspectos que se han demostrado afectados en anorexia nerviosa: la coherencia central y la teoría de la mente.  La coherencia central (Frith, 1989) es la tendencia del ser humano a procesar la información de forma global, integradora. Y la teoría de la mente es la capacidad para atribuir estados mentales, emociones y creencias a otras personas, lo que nos sirve en ocasiones para predecir su comportamiento.

En este interesante tema, uno de los trabajos que más impresión me ha causado ha sido el realizado por Tapajoz y sus colaboradores (2013), que podemos encontrar en Psychiatry Research. Evaluaron la coherencia central con el test de la Figura compleja de Rey (estilo de copia), y la teoría de la mente con el Test de Lectura de la Mente en los Ojos y con el Faux Pas, ambos de Simon Baron-Cohen. Aplicaron las pruebas a un total de 72 mujeres (24 con anorexia nerviosa, 24 con bulimia nerviosa y 24 controles sanos).

Los datos mostraron que ambos grupos con trastorno de la alimentación mostraron una menor coherencia central. Sin embargo, el grupo de anorexia nerviosa puntuó significativamente peor que los otros dos grupos en el Test de Lectura de la Mente en los Ojos, una medida de teoría de la mente afectiva. Se ha planteado la cuestión de si podría ser que el estilo de pensamiento que caracterizaría a las personas con anorexia nerviosa actuase como un factor de riesgo para el desarrollo de la enfermedad. También se cuestiona el papel de procesos cognitivos como la coherencia central en los procesos de cognición social como la teoría de la mente, ya que, según los autores, habilidades como el reconocimiento de rostros o la comprensión del lenguaje requieren de la integración de múltiples informaciones para su correcto funcionamiento.

Otro aspecto de la cognición social que ha recibido atención es la empatía.  Morris y sus colaboradores (2013) en su trabajo “Empathy and social functioning in anorexia nervosa before and after recovery”, compararon a 28 pacientes de anorexia nerviosa en fase aguda con 25 en fase de recuperación y con sendos grupos de mujeres sanas. Tras tomar varias medidas relacionadas con la empatía (entendida como la capacidad para experimentar una resonancia de las emociones de otros), encontraron que el grupo en fase aguda mostraba un nivel significativamente menor de empatía y también de conducta antisocial que los otros dos grupos.

¿Puede mejorarse el rendimiento neuropsicológico de las pacientes con anorexia nerviosa? ¿Y cómo?

Existen otras formas de trabajar los procesos cognitivos que intenten aportar un toque más lúdico a la intervención.

Dahlgren y un grupo de investigadores recientemente (2013) han tratado este tema. Comprobaron que tras una intervención con terapia de remediación cognitiva. Este tipo de terapia incluye ejercicios para mejorar la flexibilidad cognitiva, la memoria y funciones como la atención y la memoria operativa. Se ha planteado que en algunos casos puede utilizarse incluso como preparación para la terapia cognitivo-conductual. En el estudio de Dahlgren y cols., 20 adolescentes realizaron el programa de intervención y sendas evaluaciones pre y post tratamiento. Según los autores, se registraron cambios en las medidas de peso, depresión, memoria visoespacial, habilidad de desenganche perceptual y fluidez verbal, aunque lamentablemente el trabajo no incluyó ningún grupo control con el que contrastar los resultados.

Existen otras formas de trabajar los procesos cognitivos que intenten aportar un toque más lúdico a la intervención. Es el caso de los videojuegos. Fagundo y su equipo (2013), aunque con pacientes de bulimia nerviosa, han publicado un interesante artículo titulado ‘Video Game Therapy for Emotional Regulation and Impulsivity Control in a Series of Treated Cases with Bulimia Nervosa’. Utilizaron un videojuego especialmente diseñado para trabajar el autocontrol sobre las emociones, la toma de decisiones y el comportamiento. Los datos mostraron que tras el entrenamiento se redujeron la impulsividad y la tasa respiratoria, y mejoraron la variabilidad de la tasa cardiaca y la regulación emocional, concluyendo que el uso de videojuegos puede mejorar la intervención en estos pacientes.

Conclusiones

El perfil de funcionamiento neurocognitivo y de cognición social en la anorexia nerviosa sigue siendo una cuestión de máximo interés. Aunque algunos fallos parecen constatarse en procesos de atención, memoria, procesos inhibitorios, coherencia central y teoría de la mente, queda mucho trabajo por hacer para valorar las diferencias entre grupos de pacientes y su contraste con otros trastornos de la alimentación. Serán necesarios nuevos y refinados estudios que corroboren estos datos y que nos permitan avanzar en la comprensión de este trastorno. Además, también resultará interesante investigar sobre nuevas formas de intervención a través de nuevas tecnologías, con trabajos que comparen distintos tipos de juegos incluyendo la aplicación de programas de entrenamiento cognitivo con los llamados ‘serious games’. Un verdadero mundo nuevo por descubrir.

Imagen: Paloma A. Rojas (Flickr)

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

El cerebro colaborador

  • 27/08/2013
  • Marisa Fernandez
Cerebrp

Cuando una persona decide cooperar con otra para desarrollar una actividad asume un cierto riesgo. Nos explicamos. Cooperar implica un intercambio mutuo de beneficios entre aquellos que colaboran. Sin embargo, existe el riesgo de que alguno de los miembros de ese equipo decida aprovecharse del resto, y con este comportamiento  oportunista, privar de los beneficios a todo el grupo. A pesar de ello, sabemos que las personas de todas las culturas prefieren embarcarse en aventuras de colaboración con otros seres aún a sabiendas del riesgo de que les ‘exploten’, en contra de lo que predeciría la Teoría económica clásica. Pero, ¿por qué esta conducta prosocial se mantiene a pesar de la incertidumbre que acompaña a los procesos sociales?

Se ha planteado que la cooperación se basa en dos tipos de razonamientos. Uno, de  tinte económico según el cual actuaríamos motivados por los intereses propios y cooperaríamos si los intereses del resto coinciden con los personales. Otro, de tipo social, que propone que las personas tendrían una tendencia natural a la cooperación porque habría sido determinada por la naturaleza como una buena forma de sobrevivir.

Confiamos en la interacción social propia de las relaciones cooperativas, pero ¿cuáles son los procesos de razonamiento que subyacen a ella? En una interesante publicación en Brain & Cognition, Carolyn Declerck y sus colaboradores de la Universidad de Antwerp en Bélgica, nos proporcionan una nueva visión de la toma de decisiones en relación a la conducta prosocial: una visión neuroeconómica. Los autores plantean que el cerebro está preparado para usar tanto el razonamiento de tipo económico como el social, aunque se encontrarían representados en diferentes redes neurales, las cuales pueden actuar juntas o independientes en el proceso de tomar la decisión de cooperar.



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La motivación para la cooperación surgiría del sistema cerebral de recompensa (desde la corteza estriada hasta la prefrontal ventromedial) pero estaría modulada por dos sistemas neurales:

–          Un sistema de control cognitivo (centrado en la corteza prefrontal lateral) que procesaría los incentivos externos de la cooperación.

–          Un sistema de cognición social (unión temporoparietal, corteza prefrontal medial y amígdala) que procesa las señales de confianza y amenaza.

Y además, según explican los autores, existirían diferencias individuales con respecto a la frecuencia de uso de un tipo u otro de razonamiento. Las personas más individualistas tenderían a utilizar una estrategia racional más de tipo económico y usarían más el primer sistema porque responden mejor ante los beneficios externos de la cooperación. Las personas más orientadas a los demás utilizarían con mayor frecuencia el segundo sistema al tener más predisposición al uso de estrategias racional social, y serían más sensibles a las señales de confianza que les facilitan evitar que les engañen.

Sea cual sea la razón última de nuestro comportamiento cooperativo (el interés personal o el del grupo), parece que éste se encuentra bien establecido en nuestros cerebros. Ser capaces de decidir cuándo colaborar y con quién hacerlo es hoy, y en un mundo como el actual, una habilidad importante y el cerebro se encarga de recompensarnos por ello. Coopera y tu cerebro te lo agradecerá.

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