Artículo original publicado en LinkedIn por Jeffery Parrish. Traducido y adaptado al español por Isabella Mtz Sierra.
Por qué la manera en la que vivimos, aprendemos, y trabajamos no está descompuesta, sino biológicamente desalineada.
No es tu imaginación. Algo no encaja.
Se nos dice que seamos curiosos, pero solo cuando es conveniente.
Se fomenta el crecimiento – mientras no salgamos de las líneas.
Se nos dice que podemos reinventarnos, siempre y cuando esto no interfiera con el sistema.
He aquí la verdad: la mayoría de nosotros intenta prosperar en entornos que nunca fueron diseñados pensando en el cerebro humano.
La neurociencia ha demostrado, una y otra vez, que nuestros cerebros están construidos para un aprendizaje continuo, pensamiento flexible y solución creativa de problemas. Sin embargo, los sistemas que gobiernan nuestras vidas – desde la educación hasta la cultura corporativa – siguen enfocados en modelos que premian la predictibilidad y el control, sobre la adaptabilidad y la innovación.
A lo largo del tiempo se nos ha enseñado que algo está roto dentro de nosotros – cuando en realidad, puede ser el sistema el que está fuera de sintonía.
Infancia: cuando la curiosidad incomoda
- Lo que el cerebro necesita: En las primeras etapas de desarrollo, la neuroplasticidad está en su máximo esplendor. Los niños aprenden jugando, a través del movimiento, mediante historias y exploración sensorial.
- Lo que el sistema ofrece: Quédate quieto. Memoriza. Sigue instrucciones. Actúa bajo ciertas órdenes… Se recompensa la obediencia en lugar de la curiosidad, precisamente cuando los niños están orientados hacia la experimentación más valiente.
Un estudio por Carol Dweck y Claudia Mueller encontró que aquellos niños que son elogiados por ser inteligentes se volvieron más temerosos al riesgo, en comparación con aquellos que fueron elogiados por su esfuerzo. En otras palabras, estamos enseñándole a los niños a evitar el fracaso a toda costa, antes de que descubran lo que realmente significa el éxito.
- Lo que genera: Cuando oprimimos el juego y la exploración en etapas tempranas, las regiones responsables del pensamiento flexible se encogen. Con el tiempo, los niños no solamente pierden la creatividad, sino el sentido de autonomía.
Qué pasaría si… tratáramos la curiosidad como una necesidad biológica en lugar de una distracción. En Finlandia, los sistemas escolares retrasan planes académicos formales hasta los 7 años – enfatizando el aprendizaje social y emocional, procurando el juego como función clave del desarrollo. ¿Los resultados de esto? Bienestar estudiantil sin agotamiento mental, y alto rendimiento para solución de problemas.
Qué pasaría si… tratáramos la curiosidad como una necesidad biológica en lugar de una distracción
Adolescencia: identidad bajo presión
- Lo que el cerebro necesita: Buscar novedad, probar límites y reconstruir identidad. La corteza prefrontal está atravesando una ventana de remodelación, estos comportamientos no son para desafiar – los jóvenes están biológicamente predispuestos para buscar maneras de adaptarse.
- Lo que el sistema exige: escoge un grado de por vida. Planea tu futuro, y no te equivoques. Y mientras estás ahí, intenta no sentir demasiado ni hacer mucho ruido.
En esta etapa, los modelos educacionales y sociales tienden a sobrecargar a los adolescentes con decisiones muy abrumadoras – la regulación emocional, el sentido de pertenencia y la creatividad se van a un segundo plano para actuar en automático bajo un rendimiento estandarizado.
Aquí es cuando el estrés toma el control, y la experiencia académica puede convertirse en un estresor social y personal que entorpece la flexibilidad neuronal – e incluso puede limitar la consolidación de la memoria. En el intento de producir adultos bien portados, se frena el potencial de desarrollo tan grande que puede haber en esta etapa.
Qué pasaría si… Las escuelas tomaran en cuenta la neurobiología adolescente en lugar de reprimirla. Sistemas como los de Big Picture Learning y High Tech High permiten que los estudiantes co-diseñen su educación, conectando con mentores a nivel mundial, persiguiendo proyectos con propósito.
No son propuestas radicales, simplemente se alinean con la ciencia y el sentido de vida.
En la adultez: el mito de la meseta
- Lo que el cerebro necesita: Contrario a las creencias populares, el cerebro adulto no deja de desarrollarse. La neuroplasticidad continúa, especialmente cuando nos enfrentamos a nuevos retos. Los adultos pueden aprender mejor porque tienen una ventaja, la ecuación donde la curiosidad, el propósito y la autonomía pueden coincidir.
- Lo que el sistema espera: Apégate a tu carrera, domina tu rol, y quédate con un plan. La creatividad es una idea bonita, pero la estabilidad paga las cuentas.
El modelo dominante de la creatividad adulta limita el desarrollo personal como algo que sólo ocurre durante tus 20s, y luego solo queda mantenerlo. El hecho de reinventarse, y hasta cambiar de opinión, se trata socialmente como un desvío imprudente – no una necesidad.
La creatividad de ello no es alejarse de la productividad. Es la habilidad de hacer nuevas conexiones, hacer más preguntas y resolver problemas en maneras que no habíamos visto antes
Todo esto conduce al desapego, bloqueo, agotamiento cognitivo, mental y emocional. Cuando el trabajo se convierte en un bucle de acciones repetidas, con poco espacio para la exploración – el cerebro se encierra en el piloto automático.
Qué pasaría si … Reinventarse fuera parte de la descripción laboral. A los 3 meses, los empleados tienen 15% del tiempo para perseguir ideas nuevas – que no tienen que ver con su rol actual.
La creatividad de ello no es alejarse de la productividad. Es la habilidad de hacer nuevas conexiones, hacer más preguntas y resolver problemas en maneras que no habíamos visto antes. No es un lujo, es una herramienta de supervivencia – y en la adultez, puede que sea la más esencial.
Durante el envejecimiento: La creatividad no se jubila
- Lo que el cerebro necesita: aunque el ritmo del procesamiento cognitivo cambia, la necesidad de creatividad y forjar sentido aumentan. El cerebro adulto puede mantenerse plástico, especialmente cuando está estimulado por un propósito, novedad y conexión. Los estudios demuestran que participar en actividades artísticas, procurar relaciones sociales y aprender nuevas cosas son pilares de la salud cerebral y emocional.
Se ha demostrado ampliamente que los adultos que se involucran en actividades como pintar, hacer música o manualidades, son mucho menos propensos a desarrollar deterioro cognitivo leve.
- Lo que la sociedad asume: jubilación, detenerse. Los mejores años ya quedaron atrás. Manténte ocupado, pero no esperes hacer nada completamente nuevo.
El cerebro no expira. Evoluciona
Los adultos mayores poseen mayor experiencia, una visión más amplia y rica de la ambigüedad. Estas son las cualidades exactas que se necesitan en espacios colaborativos, e innovadores, pero son raramente reconocidos.
Qué pasaría si … Redefinimos el envejecimiento como un renacimiento. Organizaciones como Encore.org comunican a los adultos mayores con trabajos con propósito en la educación, acciones de cambio climático y social. No es solamente mantenerlos ocupados, si no procurar su vitalidad.
El cerebro no expira. Evoluciona. Y justo cuando permitimos que los adultos mayores mantengan la imaginación, que construyan algo con significado y compartan sus experiencias – la sociedad se enriquece.
¿Ahora qué?
Si alguna vez sientes que tu creatividad está apagándose, no es una falla personal, es la fricción entre la biología y un entorno al que se te pidió encajar.
Como sociedad estamos desalineados, no porque hemos fallado rotundamente – sino porque los sistemas que heredamos están construidos para eficiencia industrial – no potencial humano.
¿Las buenas noticias? El cerebro es increíblemente adaptativo. Así que, podemos moldear los sistemas.
- Infancias donde se prioriza y protege la curiosidad, en lugar de castigarla
- Adolescencias donde hay espacio para experimentar y crecer emocionalmente
- Ambientes adultos que valoren la capacidad de reinventarse, y no solo mantenerse.
- Una cultura de envejecimiento que reconozca la sabiduría, el arte y la evolución.
La neurociencia ya sabe lo que los humanos necesitan, es hora de que la cultura se ponga al tanto.