Ezekiel J. Emanuel es profesor de ética y médica y política en la Universidad de Pensilvania y en este ensayo invitado para The New York Times relata cómo implementó la prohibición del celular y computadora en el salón de clases, los datos que apoyan esta decisión y los beneficios qué obtuvieron los estudiantes:
He impartido el mismo curso a una clase de estudiantes de licenciatura, maestría en administración, medicina y enfermería cada año durante más de una década. Aunque no cambié mis clases ni mi estilo de enseñanza, de alguna manera las evaluaciones de los alumnos de la clase del año pasado fueron mejores que nunca:
“Este curso me ha enseñado más que cualquier otro curso que haya aprendido en Penn …”.
“El mejor curso que he llevado nunca”.
“¡¡¡Una clase increíble!!!”.
De todas las críticas, solo una era negativa. Pero no se trata de presumir: no creo que estos comentarios reflejen nada sobre mí y mi capacidad de enseñanza. Estoy enseñando básicamente de la misma manera que lo he hecho durante años.
¿Qué ha cambiado? Prohibí todos los teléfonos celulares y la toma de apuntes por computadora en el aula, con la excepción de que los alumnos podían utilizar un dispositivo si escribían con un lápiz óptico. Al principio, mis alumnos se mostraron escépticos, si no es que se opusieron totalmente. Pero al cabo de un par de semanas, reconocieron que les iba mejor: eran más capaces de absorber y retener la información, y podían disfrutar más de su tiempo en clase.
Este artículo me dejó muy buenas ideas. A comienzos de este año dicté una materia de maestría en psicología clínica y, aunque destaqué la importancia de no usar el celular o la computadora durante la clase, no fue fácil que los estudiantes siguieran la recomendación. Ahora, gracias a este artículo, tengo una guía más clara para implementar esta política en mis clases.