Amparo Babiloni de Xataka expone el caso de Neal Barber, un exmoderador de contenido en Chaturbate, una plataforma de pornografía en línea. Barber decidió demandar a la empresa alegando que su trabajo lo expuso de forma continua a “contenido extremo, violento, gráfico y sexualmente explícito”, lo que, según afirma, le causó un trauma psicológico significativo:
Los moderadores son la primera línea de defensa para parar el contenido ilegal, que según la demanda, en Chaturbate a menudo incluye “explotación infantil, contenido no consensual, violento, obsceno o de autolesiones”. Barber reclama que Chaturbate no protege la salud mental de sus empleados, algo que es estándar del sector. En declaraciones a 404 media, un representante de Chaturbate asegura que la compañía “valora profundamente el trabajo de sus moderadores y está comprometida a apoyar al equipo responsable de esta labor fundamental”, pero no dice cómo piensan hacerlo.
Consecuencias. Sin ningún tipo de protección, el demandante desarrolló síndrome de estrés postraumático y actualmente está en tratamiento. Estar expuesto a diario a este contenido “diseñado para provocar trauma” ha resultado en, según su abogado, “pesadillas vívidas, distanciamiento emocional, ataques de pánico y otros síntomas compatibles con el trastorno de estrés postraumático”. Y no es el único.
Este tipo de trabajo no debería existir. La normalización del consumo de pornografía ha llegado al punto en que es necesario contratar personas para exponerse, día tras día, a imágenes potencialmente traumatizantes. Que esto se haya convertido en una plaza laboral aceptada debería hacernos cuestionar seriamente hacia dónde estamos yendo como sociedad.