Donna Smith en The New York Times:
Pero los expertos aseguran que no se necesita socializar tanto como uno podría pensar para obtener esos beneficios de longevidad; básicamente basta con tener algunos vínculos estrechos y realizar actividades cotidianas que faciliten el contacto con el mundo exterior. No se trata tanto de la cantidad de conexiones que tengas, sino de lo que esas conexiones hacen por ti.
En otras palabras, los introvertidos no necesitan ser el alma de la fiesta para tener una vida larga y sana.
Nuestras relaciones contribuyen a la salud y la longevidad de algunas maneras fundamentales: proporcionan apoyo emocional, estimulación cognitiva, atención en tiempos de crisis y motivación para tener hábitos más saludables. Si tus relaciones actuales marcan esas cuatro casillas, probablemente estás en buena forma. Pero si te faltan una o dos, podría ser hora de reevaluar tu red social.
No todo el mundo necesita “la misma cantidad de actividad social”, dijo Ashwin Kotwal, profesor asociado de medicina especializado en geriatría de la Facultad de Medicina de la Universidad de California en San Francisco. “Pero tener algo de actividad social es importante”.
Lo valioso del artículo es que redefine la conexión social desde una perspectiva realista y compasiva: no se trata de llenar la agenda de eventos, sino de cuidar los lazos que nos sostienen y mantener una participación activa —aunque pequeña— en el mundo que nos rodea. Ideal para profesionales que trabajan con personas mayores o con pacientes que enfrentan soledad, y también para quienes se preguntan cómo mantener el equilibrio entre el silencio y la conexión.