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Publicaciones por etiqueta

Demencia

14 Publicaciones
  • Artículos Recomendados de la Web

Qué hacer tras el diagnóstico de demencia de un ser querido

  • David Aparicio
  • 30/06/2025

Mohana Ravindranath comparte en The New York Times consejos de familias y expertos para afrontar esta difícil situación:

Aceptar que un familiar ya no puede pensar con claridad ni recordar cosas es uno de los mayores retos. A menudo, las familias intentan razonar o discutir con sus seres queridos porque es difícil aceptar hechos falsos y afirmaciones extravagantes, o pueden aferrarse a la falsa esperanza de que corregir a la persona le ayudará a recuperar sus capacidades cognitivas, dijo James Noble, especialista en demencia del Centro Médico Irving de la Universidad de Columbia y autor de Navigating Life with Dementia.

“No solo no funciona, sino que a menudo resulta contraproducente”, dijo Noble: discutir o frustrarse con un paciente con demencia puede hacer que se ponga ansioso o agitado, lo que puede acelerar el deterioro y dificultar los cuidados.

Duro, sí. Pero también es un artículo que puede ser muy útil para los familiares. Puedes leer el artículo completo en The New York Times.

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

¿Somnolencia durante el día? Podría ser señal de un síndrome previo a la demencia

  • David Aparicio
  • 13/11/2024

La relación entre los problemas de sueño y el riesgo de desarrollar el síndrome de riesgo cognitivo motor (MCR, por sus siglas en inglés) podría ser significativa, según una reciente investigación. Este síndrome se caracteriza por una disminución en la velocidad al caminar y problemas leves de memoria, aunque sin llegar a provocar discapacidad en la movilidad ni convertirse en demencia. Al presentarse antes de que se desarrolle la demencia, el MCR es motivo de atención, ya que podría representar una fase intermedia en el proceso de deterioro cognitivo y motor que afecta a numerosas personas mayores.

La investigación, realizada con 445 personas de una media de 76 años sin demencia, encontró que quienes experimentaban somnolencia excesiva durante el día y falta de entusiasmo para completar tareas tenían una probabilidad significativamente mayor de desarrollar MCR. “Nuestros hallazgos enfatizan la necesidad de evaluar problemas de sueño,” comentó la doctora Victoire Leroy, autora principal del estudio y experta en medicina y neurología del Colegio de Medicina Albert Einstein en el Bronx, Nueva York. La doctora Leroy subrayó la importancia de ayudar a las personas a manejar sus problemas de sueño, con el potencial de prevenir el deterioro cognitivo en el futuro.

Al inicio del estudio, se evaluó el sueño de los participantes mediante cuestionarios que incluían preguntas sobre dificultades para conciliar el sueño, despertarse en la noche o la necesidad de medicamentos para dormir. También se les preguntó sobre su entusiasmo para completar tareas diarias y sobre problemas de somnolencia durante actividades cotidianas. La velocidad de su caminata fue evaluada en una caminadora al inicio del estudio y anualmente durante tres años.

Los resultados mostraron que el 35.5% de las personas con somnolencia diurna y falta de entusiasmo desarrollaron el síndrome, en comparación con solo el 6.7% de quienes no presentaban esos problemas de sueño. Incluso después de ajustar factores como edad, depresión y condiciones de salud, los participantes con problemas de sueño tuvieron más del triple de probabilidades de desarrollar MCR en comparación con aquellos sin estas dificultades.

Sin embargo, el estudio solo demuestra una asociación, no una causa directa, entre los problemas de sueño y el síndrome. Leroy destacó la necesidad de más investigaciones para comprender mejor los mecanismos que relacionan el sueño, el riesgo cognitivo motor y el declive cognitivo.

Una limitación del estudio es que la información sobre el sueño fue autoinformada por los participantes, lo que podría haber afectado la precisión de los datos. Aun así, estos hallazgos representan un llamado importante a considerar la calidad del sueño en los adultos mayores como un posible factor para prevenir la declinación cognitiva.

Referencia: Victoire Leroy, Emmeline Ayers, Dristi Adhikari, Joe Verghese. Association of Sleep Disturbances With Prevalent and Incident Motoric Cognitive Risk Syndrome in Community-Residing Older Adults. Neurology, 2024; 103 (11) DOI: 10.1212/WNL.0000000000210054

  • Artículos Recomendados de la Web

Hablar dos idiomas desde la juventud podría prevenir la demencia

  • David Aparicio
  • 10/05/2023
two women sitting on ground near bonfire

Jaya Padmanabhan para The New York Times:

Tras estudiar a cientos de pacientes de edad avanzada, unos investigadores alemanes descubrieron que quienes decían utilizar dos idiomas a diario desde temprana edad obtenían mejores resultados en pruebas de aprendizaje, memoria, lenguaje y autocontrol que los pacientes que solo hablaban un idioma.

Los hallazgos, publicados en el número de abril de la revista Neurobiology of Aging, se suman a dos décadas de trabajos que sugieren que el bilingüismo protege de la demencia y el deterioro cognitivo en las personas mayores.

“Es prometedor que reporten que el bilingüismo en la edad temprana y media de la vida tiene un efecto benéfico en la salud cognitiva en edad avanzada”, comentó Miguel Arce Rentería, neuropsicólogo de la Universidad de Columbia que no participó en el estudio. “Esto concuerda con estudios actuales”.

Lee el artículo completo en The New York Times.

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

La velocidad mental recién comienza a disminuir a los 60 años

  • Equipo de Redacción
  • 26/04/2022

La desaceleración en el tiempo de respuesta puede comenzar a los 20 años. Sin embargo, este cambio puede explicarse por una mayor cautela en la toma de decisiones y la desaceleración de los procesos no decisionales, en lugar de una desaceleración de la velocidad mental. La desaceleración de la velocidad mental se observó solo después de los 60 años (Krause et al., 2022)

Qué metodología usaron

Los investigadores analizaron datos de aproximadamente 1.2 millones de participantes, utilizando el tiempo de respuesta y las tasas de precisión recopiladas de la prueba de asociación implícita. La edad de los participantes osciló entre 10 y 80 años, cubriendo la infancia hasta la edad adulta tardía.

La prueba de asociación implícita de raza fue diseñada para medir el sesgo racial implícito. Los participantes proporcionaron decisiones binarias «buenas/malas» en 120 ensayos, clasificando palabras e imágenes en una de dos categorías. La condición congruente podría tener una clave de respuesta compartida (p. ej., tecla izquierda) para «bueno» y «blanco», mientras que la condición incongruente podría tener «bueno» emparejado con «negro». La diferencia en el tiempo de respuesta promedio en las dos condiciones se «utiliza para obtener una medida del sesgo implícito».

Qué encontraron

El enfoque analítico de esta investigación arrojó hallazgos sólidos sobre los patrones relacionados con la edad de diferentes aspectos de la cognición, separando la velocidad mental, la precaución de decisión y las partes de no decisión de tiempos de respuesta.

Los resultados replicaron hallazgos previos de disminución relacionada con la edad en el tiempo medio de respuesta. El tiempo medio de respuesta disminuyó durante la adolescencia, fue más rápido a los 20 años y, en su mayoría, aumentó linealmente después, acelerándose aún más a partir de los 60 años.

En el modelo de difusión, la precaución de decisión (es decir, la cantidad de información muestreada antes de tomar una decisión) está representada por el parámetro de separación de límites, explican los autores. Los análisis revelan que la separación de los límites disminuye entre los 10 y los 18 años, lo que sugiere que los participantes en edad universitaria eran los más propensos a sacrificar la precisión de las decisiones por la velocidad.

La cautela en las decisiones mostró una tendencia lineal positiva entre los 18 y los 65 años en la condición incongruente, luego aumentó más dramáticamente cada año hasta los 80 años. La cautela en las decisiones en la vejez fue menos pronunciada en la condición congruente, con cambios relacionados con la edad que ocurrieron alrededor de los 40 años.

Ambos hallazgos pueden atribuirse a la menor dificultad de la tarea en la condición congruente. Además, la tendencia hacia una mayor cautela en las decisiones se hace evidente muy pronto en la vida adulta. El aumento en la cantidad de información muestreada antes de tomar una decisión proporciona una primera explicación para el aumento relacionado con la edad en los RT a partir de la edad adulta”.

Los tiempos de respuesta de no decisión mostraron un aumento lineal de los 16 a los 80 años. «El aumento en el tiempo necesario para los procesos de no decisión proporciona una segunda explicación de los tiempos de respuesta más lentos que se encuentran con el aumento de la edad, ya en la edad adulta joven y media”, explican los autores.

La tasa de deriva, que representaba la velocidad mental en el marco del modelo de difusión, mostró una tendencia positiva entre los 10 y los 30 años, permaneciendo en gran medida estable entre los 30 y los 60 años, con una disminución muy pequeña después de los 50 años. “El patrón fue sólido a través de diferentes estímulos, condiciones experimentales y varios factores demográficos”. Después de los 60 años, las tasas de deriva mostraron una disminución acelerada relacionada con la edad.

Los investigadores concluyen que solo en la vejez los efectos acumulativos de los tres parámetros cognitivos (velocidad mental, precaución en las decisiones y tiempo para no tomar decisiones) contribuyen a una desaceleración acelerada que también es evidente a partir de los datos brutos de los tiempos de respuesta. 

Referencia bibliográfica: Krause, M. von, von Krause, M., Radev, S. T., & Voss, A. (2022). Mental speed is high until age 60 as revealed by analysis of over a million participants. En Nature Human Behaviour. https://doi.org/10.1038/s41562-021-01282-7

Fuente: Psypost

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Avances sobre la detección de la enfermedad de Alzheimer a través de la sangre

  • Maria Fernanda Alonso
  • 11/10/2021

Distintas técnicas están siendo puestas a prueba con el fin de encontrar un método que permita diagnosticar la enfermedad de Alzheimer de modo confiable y poco invasivo. Un equipo de investigadores realizó recientemente un estudio piloto exitoso en el que buscaron obtener imágenes de proteínas con una precisión sin precedentes y, por consiguiente, información sobre la patogénesis molecular del Alzheimer. Esto debería allanar el camino para un diagnóstico más temprano del trastorno de demencia mediante un simple análisis de sangre (Niraj Nirmalraj, Schneider & Felbecker, 2021). 

En un primer momento, los investigadores querían comprender la patogénesis molecular del Alzheimer para permitir nuevos enfoques en el diagnóstico y la terapia. Un paso más allá sería descifrar el papel exacto de los péptidos beta-amiloides y las proteínas tau asociadas con la enfermedad neurodegenerativa. Por lo tanto, se propusieron no solo detectar la mera presencia de las proteínas sospechosas, sino también determinar sus formas variables, así como sus cantidades.

Qué metodología usaron

Los investigadores decidieron trabajar en el desarrollo de tecnologías que permiten observaciones en sangre a escala nanométrica y, sin embargo, no destruyen la estructura y morfología de las proteínas. Con ese fin, se sirvieron de un método llamado microscopía de fuerza atómica (AFM).

Para su estudio piloto, examinaron muestras de sangre de 50 pacientes y 16 sujetos sanos. Utilizando la tecnología AFM, analizaron la superficie de alrededor de 1000 glóbulos rojos por persona sin saber nada sobre su estado de salud. Esta era la única forma de asegurarse que la interpretación de los datos siguiera siendo objetiva, señalaron.

Midieron el tamaño, la estructura y la textura de las acumulaciones de proteínas que se encuentran en las células sanguíneas. Después de miles de glóbulos rojos, el equipo esperaba ansiosamente la comparación de los resultados de los recuentos realizados con AFM con los datos clínicos provenientes de los estudios neurológicos.

Qué encontraron

Los investigadores pudieron discernir un patrón que coincidía con la etapa de la enfermedad de los pacientes: las personas que tenían la enfermedad de Alzheimer tenían grandes cantidades de fibras proteicas compuestas por péptidos beta-amiloides y proteínas tau. Las proteínas pudieron ensamblarse en fibras de varios cientos de nanómetros de largo. Sin embargo, en individuos sanos o con trastornos cerebrales incipientes, el recuento fue de solo unas pocas fibras.

Esto demuestra la viabilidad del análisis de sangre con tecnología AFM, dicen los investigadores. Este paso podría conducir al desarrollo de un análisis de sangre confiable basado en este método, lo que evitaria  el sometimiento a una punción del canal espinal para poder diagnosticar la enfermedad de forma fiable cuando hay sospechas.

Sin embargo, todavía queda un largo camino por recorrer antes de que un simple análisis de sangre esté disponible en los hospitales. El siguiente paso del equipo es corroborar los datos mediante el estudio de un mayor número de sujetos en diferentes etapas de la enfermedad utilizando AFM y análisis químicos.

Referencia bibliográfica: Niraj Nirmalraj, P., Schneider, T., Felbecker, A. Spatial organization of protein aggregates on red blood cells as physical biomarkers of Alzheimer’s disease pathology. Science Advances, 2021; 7 (39) DOI: 10.1126/sciadv.abj2137

Fuente: Science Daily

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Cambios en la conectividad cerebral podrían relacionarse con el deterioro cognitivo autoinformado

  • Maria Fernanda Alonso
  • 12/07/2021

El deterioro cognitivo es una de las principales características de la demencia. La detección temprana puede ser clave para disminuir su progreso y procurar revertir sus efectos. Tras un seguimiento de adultos mayores que se quejaban por percibir que su capacidad cognitiva estaba empeorando, aunque las evaluaciones clínicas no mostraban ningún deterioro, investigadores encontraron que esto puede relacionarse con cambios significativos en la conectividad funcional en dos áreas del cerebro (Viviano & Damoiseaux, 2021).

¿Por qué es importante?

El deterioro cognitivo subjetivo, definido como un empeoramiento percibido de la capacidad cognitiva que no se observa en la evaluación clínica, puede ser un indicador temprano de demencia. Las alteraciones cerebrales que subyacen a la experiencia del declive podrían reflejar la progresión de la demencia incipiente y pueden surgir antes de que la evaluación cognitiva sea lo suficientemente sensible como para detectar un déficit. La investigación transversal previa ha demostrado una conectividad funcional cerebral aberrante en el deterioro cognitivo subjetivo, pero la evaluación longitudinal ha sido limitada.

Estudio

Sesenta y nueve mujeres, principalmente afroamericanas, de 50 a 85 años de edad, participaron de un seguimiento de tres años, en el que los investigadores utilizaron imágenes por resonancia magnética (IRM) en intervalos de 18 meses para estudiar la manifestación de cambios cognitivos. Todos los participantes autoinformaban un empeoramiento de su capacidad cognitiva, aunque las evaluaciones clínicas no mostraron deterioros.

El equipo de investigación realizó tres exploraciones de IRM en intervalos de 18 meses, las cuales mostraron cambios significativos en la conectividad funcional en dos áreas del cerebro. 

Resultados

Las personas que informaron más deterioro cognitivo subjetivo mostraron una mayor disminución en la conectividad entre los componentes de la red de modo predeterminado y un mayor aumento en la conectividad entre la prominencia y los componentes de la red de modo predeterminado. La conectividad funcional cambió en ausencia de un cambio en el rendimiento cognitivo.

Dado que estos cambios cerebrales ocurrieron sin cambios cognitivos concomitantes, podrían indicar que los cambios cerebrales subyacen a la percepción del deterioro. Estos cambios podrían ser un marcador sensible de la demencia naciente meses o años antes de que las evaluaciones detecten algún déficit cognitivo.

Referencia bibliográfica: Viviano, R. P., & Damoiseaux, J. S. (2021). Longitudinal change in hippocampal and dorsal anterior insulae functional connectivity in subjective cognitive decline. Alzheimer’s Research & Therapy, 13(1), 108. https://doi.org/10.1186/s13195-021-00847-y

Fuente: Science Daily

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Demencia frontotemporal

  • Lynda Evelin Acuña Hernández
  • 10/06/2021

La demencia frontotemporal (DFT) es una designación neuropatológica utilizada para identificar un grupo de enfermedades neurodegenerativas de los lóbulos temporales y frontales, asociadas con patologías específicas (Miller & Llibre, 2019; Rabinovici & Miller, 2010). Los principales síndromes clínicos asociados con DFT se clasifican bajo tres variantes clínicas que se distinguen por síntomas tempranos y predominantes: variante conductual de DFT (bvFTD), afasia primaria progresiva variante no fluida/gramática (nfvPPA) y variante semántica de la PPA (svPPA) (Olney et al., 2017).

Según especialistas, el diagnóstico preciso de los síndromes FTD es un desafío debido a las diversas sintomatologías presentadas, en especial las dominadas por cambios de personalidad, las cuales se malinterpretan fácilmente como una enfermedad psiquiátrica, accidente cerebrovascular u otras afecciones, especialmente en las etapas iniciales. Por otro lado, la «sobre interpretación» de la atrofia cerebral en la neuroimagen a veces conduce a un diagnóstico falso de DFT (Kelley & El-Khoury, 2016; Sivasathiaseelan et al., 2019).

No obstante, los criterios de diagnósticos, las imágenes y los exámenes realizados genéticamente, aumentan la probabilidad de que se identifique la neuropatología relacionada con la demencia frontotemporal (Bang et al., 2015; Gorno-Tempini et al., 2011; Rascovsky et al., 2011). A medida que avanza la demencia frontotemporal, los síntomas de las tres variantes clínicas pueden converger, ya que una degeneración inicialmente focal se vuelve más difusa y se extiende para afectar grandes regiones en los lóbulos frontal y temporal. Con el tiempo, los pacientes desarrollan deterioro cognitivo global y déficits motores, incluido parkinsonismo y enfermedad de las neuronas motoras en algunos pacientes. Los pacientes con enfermedad en etapa terminal tienen dificultad para comer, moverse y tragar. La muerte suele ocurrir alrededor de 8 años después del inicio de los síntomas y generalmente es causada por neumonía u otras infecciones secundarias (Bang et al., 2015).

Con relación a la variante conductual (bvFTD), los primeros síntomas se caracterizan por cambios de personalidad, desinhibición y apatía. La desinhibición del comportamiento puede resultar en un comportamiento socialmente inapropiado (por ejemplo, acercarse a extraños sin respetar los límites físicos y sociales); acciones impulsivas o descuidadas (como gastar imprudentemente); nuevos comportamientos delictivos (por ejemplo, robo, micción en público, insinuaciones sexuales o accidentes de atropello y fuga); y comentarios personales vergonzosos. Aunque los pacientes pueden hacer comentarios sexuales inapropiados, generalmente tienen una disminución de la libido. La apatía se manifiesta como un interés reducido en el trabajo, los pasatiempos, la interacción social y la higiene, y puede confundirse con depresión. De igual forma, manifiestan comportamientos estereotipados, que incluyen movimientos repetitivos simples, comportamientos ritualistas compulsivos y uso repetitivo de frases verbales. Los atracones (el aumento del consumo de dulces o alcohol y el aumento de peso son aspectos diferentes de la hiperoralidad) y menor sensibilidad al dolor (Bang et al., 2015; Olney et al., 2017).

En cuanto a la variante asociadas con el deterioro de habilidades lingüísticas durante la fase inicial de la enfermedad. La disfunción del lenguaje es el síntoma principal durante los primeros 2 años de la enfermedad. Las deficiencias incluyen la producción del lenguaje, la denominación de objetos, la sintaxis o la comprensión de palabras, y son evidentes durante la conversación o mediante la evaluación del habla y el lenguaje. El déficit del lenguaje es la principal causa de alteraciones en las actividades de la vida diaria. Aunque la causa subyacente es más a menudo la demencia frontotemporal, la afasia progresiva primaria puede asociarse con la enfermedad de Alzheimer. Si hay un deterioro visuoespacial prominente o un deterioro episódico o de la memoria visual, se debe considerar la enfermedad de Alzheimer. El paciente no debe mostrar alteraciones del comportamiento durante la fase inicial de la enfermedad; tales cambios son indicativos de demencia frontotemporal variante conductual (Bang et al., 2015; Mesulam, 2016).

Referente a la variante semántica (svPPA), se utilizó para describir un síndrome caracterizado por afasia semántica y agnosia asociativa. Los síntomas son el resultado de una degeneración asimétrica temprana de los lóbulos temporales anteriores y la amígdala. La pérdida semántica provoca anomia en personas, lugares y objetos; dificultades para encontrar palabras; y comprensión de palabras deficiente. La variante del lóbulo temporal izquierdo se presenta principalmente con pérdida semántica lingüística (variante semántica afasia progresiva primaria), mientras que la variante del lóbulo temporal derecho presenta cambios de comportamiento. La variante del lóbulo temporal izquierdo es aproximadamente tres veces más común que la variante del lóbulo temporal derecho. La comprensión de palabras individuales se ve afectada, especialmente en el caso de palabras que el paciente no utiliza habitualmente. La anomia tiende a ser más pronunciada para los sustantivos que para los verbos o pronombres. Los pacientes tienen dislexia superficial y disgrafía, alteraciones en las que se regularizan las palabras con ortografía o pronunciación atípicas. Se evitan otros dominios del lenguaje, especialmente durante la fase inicial de la enfermedad, y los pacientes conservan la gramática correcta y el habla fluida. Los déficits en el reconocimiento de objetos y personas van más allá del dominio visual y las pistas táctiles, olfativas o gustativas no ayudan. A medida que la enfermedad se propaga desde los lóbulos temporales a la corteza orbitofrontal, se producen cambios de comportamiento, como irritabilidad, retraimiento emocional, insomnio y una alimentación estricta o selectiva, a menudo centrada en un tipo particular de alimento; a veces surge la depresión (Bang et al., 2015; Sivasathiaseelan et al., 2019).

Respecto a variante no fluyente (nfvPPA), se caracteriza por una producción del habla lenta, laboriosa y entrecortada, y por la omisión o mal uso de la gramática (agramatismo). Los pacientes suelen cometer errores de sonido del habla inconsistentes, incluidas inserciones, eliminaciones, sustituciones, transposiciones y distorsiones. Asimismo, se pueden tener problemas para comprender oraciones con construcciones sintácticas complejas (por ejemplo, «La chica que le gusta al chico se puso de pie»), pero conservan la capacidad de comprender frases más simples con el mismo contenido semántico (por ejemplo, «Al chico le gusta una chica; esa chica se levantó»). Al comienzo de la enfermedad, las pruebas de producción del lenguaje escrito y comprensión sintáctica revelan errores gramaticales leves. Algunos pacientes mantienen la escritura intacta a pesar de la presencia de marcados déficits en el lenguaje hablado (Bang et al., 2015; Gorno-Tempini et al., 2011; Olney et al., 2017).

Con relación a los diferentes estadios evolutivos de la Demencia Frontotemporal según el nivel de afectación (Young et al., 2018). En estadios leves, la atrofia bilateral se evidencia en regiones del lóbulo frontal (ventromedial, dorsolateral y orbitofrontal), cíngulo anterior, ínsula anterior y áreas subcorticales (estriado ventral y tálamo dorsomedial). Es así como en el curso y avance de la enfermedad, esta atrofia se extiende hacia áreas más posteriores como la ínsula posterior y los lóbulos temporal y parietal (Lillo & Leyton, 2016; Olney et al., 2017; Rivas, 2014).

Es importante anotar también, que a nivel microscópico se han identificado: inclusiones ubiquinadas, depósitos Tau, cuerpos de Pick y neuronas acromáticas tumefactas o células de Pick. Depósitos de proteína tau en la forma clásica de cuerpos de Pick o como depósitos difusos de neuronas y glía (Lillo & Leyton, 2016; Olney et al., 2017; Rivas, 2014).

Puede existir una correlación entre la presentación clínica y el área de atrofia: la corteza orbitofrontal medial se encuentra más afectada en pacientes que presentan hiperactividad y desinhibición, mientras que la corteza dorsolateral presenta más daño en aquellos que presentan apatía.  Es de aclarar que, en algunos casos se presenta degeneración estriatal acompañada de alteraciones límbicas y del estriado que produce el desarrollo de conductas estereotipadas y ritualisticas, además de un síndrome de rigidez hipokinética (Rivas, 2014).

En la revisión de diferentes estudios, se ha identificado que el perfil neuropsicológico de las personas con demencia frontotemporal se caracteriza por presentar alteraciones en diferentes dominios cognitivos pero especialmente en las funciones ejecutivas relacionadas con la organización, planificación y monitorización de la conducta, así como cambios de personalidad del paciente, interviniendo en la regulación de la iniciativa, creación de metas, planes de acción y autocorrección según la retroalimentación proveniente del entorno (Luquin et al., 2015). Es importante recordar que la demencia prefrontal estaría localizada en dos áreas prefrontales que tratan la información de manera diferente colaborando al unísono (Lillo & Leyton, 2016), por lo tanto se identifican fallos o alteraciones significativas acorde a estas:

  1. El circuito dorsolateral: Permite un tratamiento de la información más racional. Entre sus componentes se encuentran:
    1. Planificación: Habilidad de anticipar, ensayar y ejecutar secuencias complejas de conducta con carácter prospectivo.
    1. La memoria operativa o de trabajo: la capacidad de mantener activa la información necesaria para llevar una tarea el tiempo suficiente hasta resolverla. 
    1. Actualización: permite la monitorización de contenidos de la memoria de trabajo.
    1. El control inhibitorio: se refiere a la cancelación de respuestas automatizadas, predominantes o guiadas por recompensas inminentes que son inapropiadas para las demandas actuales. 
    1. La flexibilidad cognitiva: habilidad para alternar entre distintos esquemas mentales, patrones de ejecución, o tareas en función de las demandas cambiantes del entorno (Lillo & Leyton, 2016).
  2. El circuito ventromedial y orbitofrontal: implicado en la resolución de problemas contextualizados (situaciones que generan una emoción, tensión o motivación entre una gratificación inmediata o una recompensa mayor a largo plazo). Algunos de los elementos que lo componen son:
    1. Procesamiento emocional: se refiere a la capacidad para identificar emociones en nosotros mismos.
    1. Toma de decisiones: habilidad para seleccionar la opción más ventajosa para el organismo entre un rango de alternativas disponibles.
    1. Cognición social: conjunto de procesos u operaciones mentales que subyacen a las interacciones sociales, en esta se abordan dos capacidades cognitivas intrínsecamente relacionadas con este componente:
      1. Teoría de la mente (TdM): capacidad para inferir estados mentales o emocionales de los demás. 
      1. Empatía: permite percibir, compartir y/o inferir los sentimientos, pensamientos y emociones de los demás (Lillo & Leyton, 2016).

La intervención neuropsicológica para las personas que presentan DFT prioriza la rehabilitación en las funciones ejecutivas por ser las más alteradas en los estadios iniciales de la DFT (Olney et al., 2017), donde el margen terapéutico de mejora es mayor, debido a la degeneración del lóbulo frontal. Los déficits del lenguaje no tendrían tanta relevancia, siendo propios de las variantes temporales.

Igualmente, es necesario realizar intervención con familias. Se encuentra en estudio, un programa de intervención psicológica cognitivo conductual grupal para los familiares de pacientes con demencia creado por el grupo de Arango (2014), el cual mostró resultados significativos mejorando la satisfacción con la vida, depresión, estrés y sobrecarga de cuidadores de pacientes con demencia (Cuesta & Soria, 2020).

Artículo escrito por las psicólogas Ana Carolina Morales Arias y Lynda Evelin Acuña Hernández.

Referencias bibliográficas

  • Bang, J., Spina, S., & Miller, B. L. (2015). Frontotemporal dementia. The Lancet, 386(10004), 1672–1682. https://doi.org/10.1016/S0140-6736(15)00461-4
  • Cuesta, L. M., & Soria, D. C. (2020). Propuesta de intervención neuropsicológica para demencia frontotemporal variante conductual en paciente y familia.
  • Gorno-Tempini, M. L., Hillis, A. E., Weintraub, S., Kertesz, A., Mendez, M., Cappa, S. F., Ogar, J. M., Rohrer, J. D., Black, S., Boeve, B. F., Manes, F., Dronkers, N. F., Vandenberghe, R., Rascovsky, K., Patterson, K., Miller, B. L., Knopman, D. S., Hodges, J. R., Mesulam, M. M., & Grossman, M. (2011). Classification of primary progressive aphasia and its variants. Neurology, 76(11), 1006–1014. https://doi.org/10.1212/WNL.0b013e31821103e6
  • Kelley, R. E., & El-Khoury, R. (2016). Frontotemporal Dementia. Neurologic Clinics, 34(1), 171–181. https://doi.org/10.1016/j.ncl.2015.08.007
  • Lillo, P., & Leyton, C. (2016). Demencia Frontotemporal, Cómo Ha Resurgido Su Diagnóstico. Revista Médica Clínica Las Condes, 27(3), 309–318. https://doi.org/10.1016/j.rmclc.2016.06.005
  • Luquin, M. R., Lamet, I., Giménez, N. P., & Rivero, M. (2015). Neuropsychological profile of frontotemporal lobar degeneration. Anales del Sistema Sanitario de Navarra, 38(1). https://doi.org/10.23938/assn.0056
  • Mesulam, M. (2016). Primary progressive aphasia. The Behavioral Neurology of Dementia: Second Edition, 7(1), 156–163. https://doi.org/10.1017/9781139924771.011
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  • Olney, N. T., Spina, S., & Miller, B. L. (2017). Frontotemporal Dementia. Neurologic Clinics, 35(2), 339–374. https://doi.org/10.1016/j.ncl.2017.01.008
  • Rabinovici, G., & Miller, B. (2010). Frontotemporal Lobar Degeneration. CNS Drugs, 24(5), 375–398. https://doi.org/10.2165/11533100-000000000-00000
  • Rascovsky, K., Hodges, J. R., Knopman, D., Mendez, M. F., Kramer, J. H., Neuhaus, J., Van Swieten, J. C., Seelaar, H., Dopper, E. G. P., Onyike, C. U., Hillis, A. E., Josephs, K. A., Boeve, B. F., Kertesz, A., Seeley, W. W., Rankin, K. P., Johnson, J. K., Gorno-Tempini, M. L., Rosen, H., … Miller, B. L. (2011). Sensitivity of revised diagnostic criteria for the behavioural variant of frontotemporal dementia. Brain, 134(9), 2456–2477. https://doi.org/10.1093/brain/awr179
  • Rivas, C. (2014). Frontotemporal dementia: clinical, neuropsychological, and neuroimaging description Demencia frontotemporal: descripción clínica, neuropsicológica e imaginológica. Colomb Med, 45(453), 122–126. http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1657-95342014000300006
  • Sivasathiaseelan, H., Marshall, C. R., Agustus, J. L., Benhamou, E., Bond, R. L., Van Leeuwen, J. E. P., Hardy, C. J. D., Rohrer, J. D., & Warren, J. D. (2019). Frontotemporal Dementia: A Clinical Review. Seminars in Neurology, 39(2), 251–263. https://doi.org/10.1055/s-0039-1683379
  • Young, J. J., Lavakumar, M., Tampi, D., Balachandran, S., & Tampi, R. R. (2018). Frontotemporal dementia: latest evidence and clinical implications. Therapeutic Advances in Psychopharmacology, 8(1), 33–48. https://doi.org/10.1177/2045125317739818
  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Investigadores encuentran una función compartida entre áreas separadas de la memoria a largo plazo, clave para recuperar recuerdos importantes

  • Maria Fernanda Alonso
  • 14/04/2021

Imagina una persona con problemas de memoria que siente deseos de hornear una deliciosa comida cuya receta viene a su mente de repente; enciende el horno a gas y luego olvida lo que estaba haciendo. Es fácil advertir que esta persona puede poner en riesgo su vida y las de otros.

Existen dos almacenes o reservas de memoria a largo plazo: memoria fáctica y memoria de experiencias personales. Juntos nos ayudan a comprender y responder al mundo que nos rodea. A lo largo de los años, las investigaciones han demostrado que tales almacenes de memoria están representados en dos regiones cerebrales separadas. A pesar de sus diferencias funcionales, para resolver distintas tareas en circunstancias diversas, debemos controlar estrictamente la recuperación de recuerdos que sean importantes para cada tarea. Según una investigación reciente, tal proceso de control podría compartirse entre ambos tipos de memoria (Vatansever et al., 2021). Estos hallazgos pueden ser relevantes para los trastornos de la memoria, incluida la demencia, donde los problemas para recordar información pueden afectar la vida diaria de los pacientes.

Para conocer esto, los investigadores estudiaron imágenes de resonancia magnética funcional que mostraron que estas regiones aumentaban su actividad cuando se le pedía a los participantes que recordaran memorias de hechos y memorias personales.

Los autores explican que nuestros recuerdos nos permiten tener sentido e interactuar de manera flexible con el mundo que nos rodea y, aunque en la mayoría de los casos nuestros recuerdos fuertemente codificados pueden ser suficientes para la tarea en cuestión, necesitamos cierto control sobre la memoria que nos permita la flexibilidad que precisamos para descartar recuerdos que no sean de utilidad, por ejemplo, recordar empacar una toalla de playa si vamos de vacaciones junto al mar, y no hacerlo si el viaje es de negocios (situación en la que tal recuerdo no sería necesario).

Este control sobre la memoria nos permite ser creativos, flexibles y adaptarnos a medida que cambian nuestras metas o circunstancias.

Estos hallazgos también pueden ser de utilidad para el desarrollo de una nueva generación de sistemas de inteligencia artificial, que utilicen la memoria a largo plazo en la resolución de problemas computacionales, señalan finalmente los investigadores.

Referencia bibliográfica: Vatansever, D., Smallwood, J., & Jefferies, E. (2021). Varying demands for cognitive control reveals shared neural processes supporting semantic and episodic memory retrieval. Nature Communications, 12(1), 2134. https://doi.org/10.1038/s41467-021-22443-2

Fuente: Science Daily

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

La soledad se manifiesta de una forma muy particular en el cerebro

  • Maria Fernanda Alonso
  • 28/12/2020

La soledad afecta nuestra salud, sin embargo, en el contexto de pandemia global que vivimos, el aislamiento en ciertas circunstancias y el distanciamiento en general, son aconsejados. Esta situación se vuelve particularmente difícil en navidad y año nuevo. Estudios anteriores han demostrado que las personas mayores que experimentan soledad tienen un mayor riesgo de deterioro cognitivo y demencia. Comprender cómo se manifiesta la soledad en el cerebro podría ser clave para prevenir enfermedades neurológicas y desarrollar mejores tratamientos.

Con este objetivo en mira, científicos exploraron la forma en que se comportan los cerebros de las personas solitarias, y encontraron una especie de “firma neuronal” en el cerebro que las distingue de manera fundamental según las variaciones en el volumen de las diferentes regiones del cerebro, así como también según la forma en que esas regiones se comunican entre sí a través de las redes cerebrales (Spreng et al., 2020).

Metodología

Los investigadores examinaron datos provenientes de imágenes de resonancia magnética (MRI), genética y autoevaluaciones psicológicas de aproximadamente 40.000 adultos de mediana edad y mayores que se ofrecieron como voluntarios para que su información se incluyera en el Biobanco del Reino Unido (una base de datos de acceso abierto disponible para los científicos de la salud alrededor del mundo). Luego compararon los datos de resonancia magnética de los participantes que informaron que a menudo se sentían solos con los que no.

Resultados

  • Las redes predeterminadas de personas solitarias estaban conectadas con más fuerza y, sorprendentemente, su volumen de materia gris en las regiones de la red predeterminada era mayor. Estas redes son un conjunto de regiones cerebrales involucradas en pensamientos internos como recordar, planificar el futuro, imaginar y pensar en los demás.
  • La soledad también se correlacionó con diferencias en el fondo de saco: un haz de fibras nerviosas que transporta señales desde el hipocampo a la red predeterminada. En personas solitarias, la estructura de este tracto de fibra se conservó mejor.

Usamos la red predeterminada cuando recordamos el pasado, imaginamos el futuro o pensamos en un presente hipotético. El hecho de que la estructura y función de esta red se asocie positivamente con la soledad puede deberse a que las personas solitarias son más propensas a usar la imaginación, los recuerdos del pasado o las esperanzas en el futuro para superar su aislamiento social, explican los investigadores.

Referencia bibliográfica: Spreng, R. N., Dimas, E., Mwilambwe-Tshilobo, L., Dagher, A., Koellinger, P., Nave, G., Ong, A., Kernbach, J. M., Wiecki, T. V., Ge, T., Li, Y., Holmes, A. J., Yeo, B. T. T., Turner, G. R., Dunbar, R. I. M., & Bzdok, D. (2020). The default network of the human brain is associated with perceived social isolation. Nature Communications, 11(1), 6393. https://doi.org/10.1038/s41467-020-20039-w

Fuente: Science Daily

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Diferencias de sexo en la demencia: el nivel de educación y las experiencias de angustia psicológica podrían tener efectos mediadores

  • Maria Fernanda Alonso
  • 30/11/2020

A los 65 años de edad, se prevé que 1 de cada 7 hombres desarrollará Alzheimer durante el resto de su vida, lo que genera un riesgo de por vida de aproximadamente el 14%; por su parte, la estimación correspondiente para las mujeres es del 20% (Nebel et al., 2018; S. Seshadri et al., 1997; Sudha Seshadri & Wolf, 2007). Un gran cuerpo de evidencia sugiere que las mujeres tienen mayor riesgo de desarrollar cualquier demencia, incluida la enfermedad de Alzheimer. El número de personas que viven con demencia actualmente está aumentando, y se ha convertido en uno de los principales problemas de salud pública a nivel global. Se estima que la enfermedad de Alzheimer representa el 50-70% de todos los casos, y la mayoría de las personas que viven con demencia tienen multimorbilidad que implica cambios relacionados con el Alzheimer en combinación con otras patologías, particularmente cambios cerebrovasculares.

Científicos han determinado que el mayor riesgo de demencia de por vida entre las mujeres generalmente es atribuible a su mayor esperanza de vida. Sin embargo, es probable que el impacto del sexo y la consiguiente inequidad de género tenga otras facetas que contribuyen de igual forma al desarrollo de demencia: sobre todo por las desigualdades históricas en el acceso a la educación entre los sexos y los gradientes socioeconómicos y de género en factores de riesgo como el estrés, la depresión y el aislamiento social.

Para indagar este asunto, investigadores buscaron averiguar si las diferencias en el logro educativo (entendido como el nivel de educación alcanzado) y las experiencias de angustia psicológica general median la asociación entre el sexo femenino y la demencia.

Metodología

Los autores utilizaron datos obtenidos a través del Estudio de cohorte de nacimientos H70 de Gotemburgo y el Estudio de poblaciones prospectivas en mujeres (n = 892).  Los datos se analizaron mediante análisis factorial confirmatorio y modelado de ecuaciones estructurales con medias de mínimos cuadrados ponderados y estimación de varianza ajustada.

Por otra parte, la angustia psicológica general fue indicada por una variable latente y construida a partir de cinco elementos manifiestos (depresión previa, estrés, autoestima, soledad crónica y satisfacción con la situación social) que se midieron al inicio del estudio.

Resultados

  • Sólo el 11,9% de las mujeres de la muestra tenían educación secundaria o universitaria, mientras que el número correspondiente entre los hombres era del 26,9% (p <0,001).
  • Un mayor porcentaje de mujeres (32,3 frente a 20,0%) informaron que habían sufrido depresión anteriormente en la vida o que habían experimentado soledad crónica (13,7% frente a 6,8%). Se observó una diferencia de sexo similar para «período(s) de estrés prolongado», aunque esta asociación no alcanzó significación estadística.
  • Las calificaciones de las mujeres sobre su propia autoestima eran generalmente más bajas que las de los hombres, pero estaban algo más satisfechas con su situación social. Finalmente, durante los cinco períodos de tiempo especificados, una mayor proporción de mujeres (18,5%) que de hombres (9,1%) desarrolló demencia.

Si bien los resultados no pudieron corroborar que la educación medie directamente el efecto del sexo en la demencia, el nivel de angustia fue predicho tanto por la variable de sexo femenino (0.607, p <.001) y educación (- 0.166, p <.01) y, a su vez, demostró estar asociado significativamente con la demencia (0.167, p <.05), lo que se mantuvo después de controlar los factores de confusión. Cuando se incrementó el tiempo desde el inicio hasta el diagnóstico mediante la exclusión secuencial de los casos de demencia, el efecto de la angustia sobre la demencia dejó de ser significativo (Hasselgren et al., 2020).

Los investigadores concluyen que la desventaja social predice la angustia psicológica general, que por lo tanto constituye una vía potencial, y rara vez reconocida, entre el sexo femenino, la educación y la demencia.  Además, subrayan la importancia de prestar atención tanto a la educación como a la angustia como fenómenos «de género» al considerar la naturaleza de sus asociaciones con la demencia.

Sin embargo, señalan que se debe reconocer la posibilidad de sesgo de causalidad inversa y enfatizan la necesidad de estudios longitudinales con un seguimiento más prolongado.

Referencia bibliográfica:

  • Hasselgren, C., Ekbrand, H., Halleröd, B., Mellqvist Fässberg, M., Zettergren, A., Johansson, L., Skoog, I., & Dellve, L. (2020). Sex differences in dementia: on the potentially mediating effects of educational attainment and experiences of psychological distress. BMC Psychiatry, 20(1), 434. https://doi.org/10.1186/s12888-020-02820-9
  • Nebel, R. A., Aggarwal, N. T., Barnes, L. L., Gallagher, A., Goldstein, J. M., Kantarci, K., Mallampalli, M. P., Mormino, E. C., Scott, L., Yu, W. H., Maki, P. M., & Mielke, M. M. (2018). Understanding the impact of sex and gender in Alzheimer’s disease: A call to action. En Alzheimer’s & Dementia (Vol. 14, Número 9, pp. 1171-1183). https://doi.org/10.1016/j.jalz.2018.04.008
  • Seshadri, S., & Wolf, P. A. (2007). Lifetime risk of stroke and dementia: current concepts, and estimates from the Framingham Study. Lancet Neurology, 6(12), 1106-1114. https://doi.org/10.1016/S1474-4422(07)70291-0
  • Seshadri, S., Wolf, P. A., Beiser, A., Au, R., McNulty, K., White, R., & D’Agostino, R. B. (1997). Lifetime risk of dementia and Alzheimer’s disease. The impact of mortality on risk estimates in the Framingham Study. Neurology, 49(6), 1498-1504. https://doi.org/10.1212/wnl.49.6.1498

Fuente: BMC Psychiatry

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