Psyciencia
  • SECCIONES
  • PSYCIENCIA PRO
    • ÚNETE A LA MEMBRESÍA
    • INICIA SESIÓN
    • CONTENIDO PARA MIEMBROS
    • RECURSOS PARA MIEMBROS
    • TIPS PARA TERAPEUTAS
    • PODCAST
    • WEBINARS
  • NORMAS APA
  • SPONSORS
  • NOSOTROS
Psyciencia
  • SECCIONES
  • PSYCIENCIA PRO
    • ÚNETE A LA MEMBRESÍA
    • INICIA SESIÓN
    • CONTENIDO PARA MIEMBROS
    • RECURSOS PARA MIEMBROS
    • TIPS PARA TERAPEUTAS
    • PODCAST
    • WEBINARS
  • NORMAS APA
  • SPONSORS
  • NOSOTROS

Publicaciones por mes

noviembre 2016

79 Publicaciones
  • Salud Mental y Tratamientos

Agresiones a niños con autismo: Mamá, me gustaría poder decir lo que me pasó hoy en la escuela

  • David Aparicio
  • 11/11/2016

En el año 2013 nuestro colega Daniel Comin escribió un valioso artículo en Autismo Diario, sobre las posibles causas de las lesiones físicas que sufren los niños con autismo durante las horas en la escuela y añade recomendaciones para los padres sobre cómo actuar ante estas situaciones. Las recomendaciones de Comin y el panorama que nos ofrece en su artículo son muy buenas porque no son genéricas y se ajustan a las necesidades y preocupaciones de los padres de niños con autismo.

El que un niño con autismo (por ejemplo), y sin una comunicación funcional, llegue a casa con un moratón, tampoco es un signo inequívoco de que haya sufrido alguna agresión, pero, lo malo es que no se nos comunique justo en el momento de ir a recoger a nuestro hijo con un “Hoy Carlos se cayó en el recreo y se dio un golpe en la rodilla, pero no se preocupen, lloró un poco, pero no fue nada”, o algo similar. Lo malo es que sea al otro día cuando tengamos que ir a pedir explicaciones. Se supone que un niño con este perfil debe tener una mayor vigilancia o supervisión, por motivos obvios, de forma que si sucede algo el equipo del centro esté pendiente. Y aquí podemos encontrarnos con diferentes escenarios y posibles situaciones.

Lee el artículo completo en Autismo Diario.

💌 ¿Te gustó este artículo? Recibe más como este en tu correo. Suscríbete al boletín gratuito.

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

«El psicólogo inefectivo genera más daño que mejoría»

  • Rita Arosemena P.
  • 11/11/2016
Psychologist en Shutterstock

Un artículo escrito por los psicólogos William Van Gordon, Edo Shonin y Mark Griffiths ha resultado en una invitación a la comunidad psicoterapéutica a ejercer una reflexión interesante: ¿por qué nos hemos ocupado de una clasificación técnica formal de los tipos de psicólogo pero no de una clasificación con base en su eficiencia?

La mayoría de los textos académicos que preparan a los estudiantes de psicología en la facultad están orientados a una formación teórico-práctica fundamentada en una rama o disciplina psicológica. No es gran problema que los alumnos integren las bases de una u otra corriente psicoterapéutica, pero un asunto elemental parece ser completamente obviado por la tradición: la necesidad de una clasificación que considere también las cualidades y competencias de los psicólogos.

¿por qué nos hemos ocupado de una clasificación técnica formal de los tipos de psicólogo pero no de una clasificación con base en su eficiencia?

«Nuestra intención no es suplantar la categorización tradicional, sino sugerir un método que haga énfasis en las habilidades clave y los valores que son comunes en el perfil laboral de todos los psicólogos, independientemente de si trabajan en el área clínica u ocupacional, o si se adhieren a una corriente psicológica específica», explica el texto.

Según los autores, la categoría propuesta a continuación se basa en las expectativas que se tienen de cualquier psicólogo, donde se incluye principalmente un entendimiento de la mente y la conducta humana que exceda el de una persona promedio.

Los cuatro tipos de psicólogo según Van Gordon, Shonin y Griffiths

El psicólogo inefectivo

Este tipo de psicólogo, según los autores, «genera más daño que mejoría». No necesariamente porque su intención no sea fomentar un cambio positivo en sus pacientes, sino porque carece de las habilidades necesarias o porque su actitud es equivocada.

En el primer caso, puede que el psicólogo realmente quiera ayudar a su paciente a mejorar su calidad de vida, pero no está lo suficientemente preparado para aplicar herramientas efectivas.

En el segundo caso, es probable que el psicólogo sí tenga la preparación necesaria para ayudar a su paciente, pero no tiene la intención o la motivación para hacerlo, de modo que el problema es su acitud. Los autores del texto atribuyen esta característica a un propósito personal por parte del psicólogo que se aparte del bienestar de sus pacientes para darle prioridad a la reputación o a su ganancia económica.

El psicólogo satisfactorio

Este tipo de psicólogo, contrario al primero, genera más mejoría que daño, sin embargo, no desempeña su rol de manera «natural».

El psicólogo satisfactorio procura desconectarse en todo momento de su paciente, limitar de cierta forma su interacción para centrarse en un tratamiento basado en la evidencia y en la corriente psicológica que domina. Esta puede ser una técnica útil para ubicar una barrera protectora entre el terapeuta y el paciente, pero también puede representar un obstáculo que entorpezca la comunicación y retrase o merme los beneficios de la psicoterapia.

De acuerdo con los autores, la premisa de este tipo de psicólogo es «evitar el contacto humano a humano», y esto hace que el paciente acabe sintiéndose como un mero objeto de estudio o como el consumidor de un servicio cualquiera.

El psicólogo talentoso

El tercer tipo de psicólogo en la clasificación se desempeña de forma mucho más natural en comparación con el psicólogo satisfactorio. Posee un conocimiento profundo de todas las teóricas y prácticas psicológicas, pero parece comprender y seguir el consejo de Carl Jung: ser solo un alma humana tocando otra alma humana. 

La peculiaridad del psicólogo talentoso le impulsa a desarrollar sus propios modelos o técnicas y saber muy bien cómo utilizarlas en sus interacciones con los demás. No obstante, no todas las interacciones que establece el psicólogo talentoso corresponden enteramente a la aplicación de un modelo o técnica, de hecho, la premisa de este tipo de psicólogo es comunicarse con sus pacientes en un nivel «humano a humano» (justo lo que evita el psicólogo satisfactorio), y «permiten que su intuición y su instinto los guíe en la evolución de sus diálogos y relaciones». 

El psicólogo talentoso suele crear de inmediato un nexo de entendimiento óptimo con sus pacientes, facilitando que ellos se sientan respaldados y cómodos.

El psicólogo que ha ido más allá

Por último, el cuarto tipo de psicólogo es definido como un individuo que ha trascendido todos los criterios convencionales de evaluación de competencias de un psicólogo. 

El psicólogo que ha ido más allá se caracteriza por poseer un conocimiento sólido de su propia mente y comportamiento, de forma que su ejercicio terapéutico no se ve limitado ni siquiera por estos factores. Comprenden que es importante estar en sintonía con otras formas y fenómenos del universo fuera del área de trabajo, y como resultado, han desarrollado una visión expansiva que les permite aplicar herramientas y técnicas fuera del alcance de un psicólogo común.

«Ellos entienden que son escultores y utilizan el mundo y a sus habitantes como material para esculpir», explican los autores. «Son seres realmente extraordinarios. Todo aquel que lo conoce se convierte en su cliente, pero la mayoría de las veces ni siquiera sabe que está siendo ayudado por él».

No importa con quién se cruce el psicólogo que ha ido más allá, siempre provee a los individuos exactamente aquello que necesitan para evolucionar como seres humanos.

Fuente: Psych Central

💌 ¿Te gustó este artículo? Recibe más como este en tu correo. Suscríbete al boletín gratuito.

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Psicología del perdón: aprendiendo a sanar las heridas del pasado

  • Rita Arosemena P.
  • 10/11/2016

En 2006, la Asociación de Psicología Americana (APA) publicó una recopilación de investigaciones en torno a la psicología del perdón y la reconciliación en el ámbito de conflictos con repercusión a escala social, como los atentados del 11 de septiembre de 2001 y actos de violencia masiva.

En el documento, titulado «Forgiveness: A Sampling of Research Results», la APA define el perdón como un proceso (o el resultado de un proceso) que involucra un cambio en las emociones y actitudes hacia un ofensor. El resultado del proceso se describe como una disminución en la motivación para tomar represalias o guardar la lejanía respecto a un ofensor a pesar de sus acciones, y requiere dejar ir las emociones negativas que se experimenten hacia él.

El perdón es un proceso independiente que no debe ser confundido con excusar, condonar, indultar ni olvidar. Según la APA, todos estos son, a la vez, procesos individuales que involucran otro tipo de concientización y no conllevan los mismos resultados. De este modo:

  • Excusar implica tomar la decisión de no responsabilizar a una persona o grupo por una acción.
  • Condonar supone que no vemos la acción como negativa o inadecuada y que no consideramos necesario perdonar a su autor.
  • Indultar equivale a absolver a una persona de los crímenes por los que había sido condenada, y le corresponde únicamente a una figura social representativa.
  • Olvidar es remover la ofensa del pensamiento.

EL perdón debe ser visto por quien lo concede como un favor autodirigido que viene a otorgar beneficios internos, no externos

El perdón ha sido, como el conflicto, un proceso fundamental en la historia evolutiva del ser humano, así como un tema de atención crítica, no siempre desde el plano científico, pero sí desde la reflexión y el análisis consciente.

A pesar de esto, ha sido cuestión de apenas una década el estudio profundo y sistemático de los factores que influyen en la consolidación del perdón y sus beneficios para quien lo otorga. Como resultado, hoy es posible saber a ciencia cierta que perdonar concede a las víctimas de una ofensa:

  • Una mejora en la salud física y mental.
  • Una restauración del sentido de empoderamiento personal.
  • Una posibilidad clara y sana de reconciliación entre el ofendido y el ofensor.
  • Una sensación de esperanza por la resolución de un conflicto.
  • Un cambio positivo en el esquema afectivo.

Cuatro claves para el camino hacia el perdón

La obsesión con el perdón es tan malsana como la obsesión con la venganza. El perdón toma tiempo

Por supuesto, el perdón no es solo un proceso interno esencial para librarse de emociones negativas y reforzar la buena salud mental, también es un camino empinado cuyo recorrido puede implicar años de resentimiento y ansias de tomar represalias en contra de un ofensor.

El énfasis de la psicología en investigar a lo largo de los últimos años acerca de las bases del perdón ha concluido, sin embargo, en algunos datos clave para propiciar la apertura al perdón y hacer más sólido el proceso.

A continuación, se presentan cuatro aspectos derivados de investigaciones científicas para mejorar la disposición al perdón y aprender a sanar las heridas del pasado.

El perdón es para quien lo concede, no para quien lo recibe

Un lastre común que dificulta el perdón es que las personas asumen que el hecho de perdonar equivale a minimizar la gravedad de la ofensa, restar importancia a su sufrimiento o permitir que quien los hirió se salga con la suya.

El psicólogo Frederic Luskin, director del proyecto Stanford Forgiveness Project enfocado a estudiar a las personas que se han visto afectadas por conflictos políticos internacionales, explica que el perdón debe ser visto por quien lo concede como un favor autodirigido que viene a otorgar beneficios internos, no externos.

Perdonar, porque la herida que sufrimos pudo haber sido causada por nosotros en otras circunstancias

El perdón desde la empatía, según el psicólogo Everett Worthington, cuya trayectoria en el estudio del perdón es amplia y destacable, explica que una práctica que impulsa y facilita perdonar es el ejercicio de ponernos en el lugar de la otra persona, es decir, de quien nos lastimó.

Cuando decidimos poner en práctica la empatía somos capaces de abrirnos a los posibles sentimientos o conflictos que nuestro ofensor atravesaba al momento de cometer sus actos.

Una técnica efectiva para esto es el ejercicio de la silla vacía, que consiste en sentarse frente a una silla vacía y vaciarnos emocionalmente como si en ella estuviese sentada la persona que nos ofendió. El proceso incluye cuestionar a esa persona por lo que hizo y, más adelante, cambiar lugares y ocupar su silla para dar respuesta a nuestras propias preguntas.

El ejercicio está pensado para despertar sentimientos de empatía o incluso de lástima hacia el ofensor, lo cual reduce el malestar y las emociones negativas.

El perdón toma (y debería tomar) tiempo

La obsesión con el perdón es tan malsana como la obsesión con la venganza. Perdonar, dice Luskin, toma tiempo y uno debe tener plena conciencia de ello para evitar ejercer presión sobre sí mismo y «dejar que las heridas sanen y que la mente se recupere del trauma». 

Cuando se trata de conflictos de alto impacto, la psicoterapia es fundamental para ayudar a las personas a asimilar lo ocurrido y apoyar el proceso de perdón, que tampoco tiene por qué suponer un proceso de reconciliación con el ofensor, sino de liberación personal.

Fuente: Scientific American

💌 ¿Te gustó este artículo? Recibe más como este en tu correo. Suscríbete al boletín gratuito.

  • Salud Mental y Tratamientos

Tratamiento de Tricotilomanía con Terapia de Aceptación y Compromiso

  • Beatriz Moreno Amador
  • 10/11/2016
tratamiento de la tricotilomanía

La tricotilomanía (TTM en adelante) se define como el comportamiento recurrente de arrancarse el propio pelo del cuerpo, generando como resultado una notable pérdida del mismo y una angustia y deterioro significativos en la calidad de vida de la persona afectada (American Psychiatric Association, 2013). En la última revisión del DSM (DSM-V) queda registrada bajo el epígrafe de trastorno obsesivo compulsivo (TOC) y otros trastornos relacionados.

La parte más afectada por la TTM es la cabeza, seguida de pestañas, cejas, pelo púbico, pelo facial y pelo de las extremidades; igualmente, la mayoría de personas manifiesta que arranca de más de una parte del cuerpo (Bottesi et al., 2016; Brice, Mansueto y McCombs, 2007; Christenson et al., 1997; Eryılmaz et al., 2015; Pérez, 2007).

Tras la tracción se reportan algunos rituales como son examinar la raíz y mover el pelo entre los labios (Bottesi et al., 2016). La manipulación oral del pelo (morder, masticar o ingerir) está presente entre el 20% y 30% de los casos (Grant y Odlaug, 2008) y la ingestión completa de al menos algún pelo arrancado (tricofagia) está presente en 5%-18% de pacientes, según Christenson et al. (1997), y en 26,6% según un estudio más reciente (Bottesi et al., 2016). Las personas afectadas manifiestan que tienen más propensión a arrancar pelos con determinadas características físicas, por ejemplo: grandes y ásperos (66,7%), más cortos que el resto (40%) y desiguales / irregulares (40%); y reportan sensación de pérdida de control, picazón en el cuero cabelludo o una sensación desagradable como disparadores de la tracción (Bottesi et al., 2016).

se trata de un trastorno muy poco conocido, con altos niveles de discapacidad asociada y que se produce en mayor frecuencia de lo que se cree

Los estados más comunes reportados antes de tirar son la ansiedad/tensión y el aburrimiento/indiferencia, y los más comunes después de tirar son el alivio y la indiferencia; siendo situaciones de sedentarismo, como ver la televisión, hablar por teléfono o leer/estudiar las más reconocidas (Brice, Mansueto y McCombs, 2007; Bottesi et al., 2016; Pérez, 2007).

Epidemiología

Una extensa revisión bibliográfica sobre el estudio de la TTM realizada en 2010 por Duke, Geffken, Keeley y Storch reconoce que se trata de un trastorno muy poco conocido, con altos niveles de discapacidad asociada y que se produce en mayor frecuencia de lo que se cree. Según un estudio a gran escala realizado en 2006 en EE.UU. (The Trichotillomania Impact Project), se estima que la TTM está presente en entre un 0.6 hasta 3.4% de población adulta (Flessner et al., 2006).

En general, se carece de mucha información sobre la tricotilomanía dado que la tendencia de las personas con TTM a mantenerlo en secreto hace que se convierta en un trastorno de difícil investigación, es por ello que la distribución por sexo de la TTM es en gran parte desconocida. En los ensayos de tratamiento, por lo general, se triplica o participa una mayor proporción de mujeres (3.4%) que de hombres (1.5%). Un reciente estudio exploratorio (Bottesi et al., 2016) también indica mayor prevalencia del trastorno en mujeres, con una relación hombre:mujer de 1:14, resultados similares a los reportados por la literatura internacional (principalmente estadounidense), 1:10 (Flessner, Wetterneck y Woods, 2006; American Psychiatric Association, 2013).

En España y otros países de habla hispana se trata de un trastorno muy poco estudiado y los datos de los que se dispone son escasos. Según un estudio descriptivo sobre trastornos menores de salud en una muestra de estudiantes universitarios de Cataluña (Icart, Icart y Pulpón 2006), la TTM estaba presente en un 21.61% de la muestra femenina y en un 9.7% de la muestra masculina.

Con respecto a su curso, la literatura divide la TTM entre casos que comienzan en la infancia temprana y los que comienzan en la adolescencia o más tarde (rango de edad: 11-13 años). La edad media de aparición es de 13 años de edad (American Psychiatric Association, 2013; Duke, Geffken, Keel y Storch, 2010). El tirar del pelo en niños muy pequeños se considera como una entidad clínica distinta que puede resolverse antes de la adolescencia, sin necesidad de intervención médica (Boulougouris et al., 2010); mientras que los casos que comienzan más tarde de la niñez (después de los 8 años) o durante la adolescencia siguen un curso remitente-recurrente en la edad adulta, siendo una TTM típicamente crónica y potencialmente grave (Christenson et al., 1997). Por otro lado, se ha encontrado que cerca del 35% de los pacientes con TTM tienen una historia de TTM en sus familias (Eryılmaz et al., 2015).

Modelos explicativos

La literatura de estudio no señala ninguna causa concreta de la TTM, proponiéndose como resultado de múltiples causas, al igual que responde a un amplio espectro de patrones de gravedad y síntomas. De esta manera, se especula que es un desorden que probablemente implica múltiples patologías y una compleja interacción entre factores biológicos, psicológicos y sociales.

Estudios recientes relacionan la tricotilomanía con efectos reportados que incluyen: la desregulación del afecto, la excitación, la reducción de la tensión y el placer, los cuales podrían estar reforzando el comportamiento repetitivo de arrancarse el pelo (Atmaca et al., 2016).

Las personas con TTM muestran significativamente más dificultades en su regulación afectiva en comparación con individuos que no se arrancan el pelo (Bruehl et al., 2016). De igual modo, se caracterizan por experimentar estados emocionales negativos más intensamente que personas que no se arrancan el pelo (Baer, Feld, Keuthen y Shusterman, 2009). En la misma línea, las características fenomenológicas presentes en personas con TTM indican que los estados afectivos negativos actúan como disparadores de episodios de tracción, manteniéndose sin cambios durante todo el ciclo de arranque (Botessi et al., 2016).

Según estos planteamientos, se propone que la tricotilomanía es una forma problemática de regulación afectiva, en la que el tirar del pelo sirve para reducir la tensión o para estimular a los individuos cuando se sienten aburridos o letárgicos, estando las emociones negativas directamente relacionadas con la tracción de pelo (Boulougouris et al., 2010; Brice, Mansueto y McCombs, 2007).

la tricotilomanía es una forma problemática de regulación afectiva

Por otro lado, se ha estudiado el papel de las cogniciones en la TTM (Moulding, Nedeljkovic, Rehm y Thomas, 2015), concluyendo que algunas creencias actúan como facilitadoras del comportamiento: autocreencias negativas, creencias de control, creencias de afrontamiento, creencias sobre emociones negativas y creencias de perfeccionismo. Las autoevaluaciones negativas inicialmente surgen como resultado de las consecuencias adversas de la repetición de la conducta y con el tiempo, estos pensamientos se convierten en señales que desencadenan episodios de arrancarse el pelo.

Comorbilidad y consecuencias

La comorbilidad con otros trastornos mentales se produce en la mayoría de los casos que se presentan a profesionales de la psiquiatría (82%), de los cuales la depresión, el TOC, otros trastornos de ansiedad y el abuso de sustancias son los más comunes (Mansueto, Stein y Stemberger, 2003). Alrededor de un 80% de las personas que se arrancan el pelo reportan sentimientos de depresión: entre un 30% y un 20% de pacientes con TTM reportan una anterior y presente historia de depresión mayor respectivamente (Bodzin, Duke, Geffken, Storch y Tavares, 2009). La comorbilidad de la TTM con trastornos afectivos y trastornos de la personalidad, es significativa y oscila de 20 a 50% de las muestras clínicas (Christenson et al., 1997; Houghton y Woods, 2014).

entre un 30% y un 20% de pacientes con TTM reportan una anterior y presente historia de depresión mayor respectivamente

Las complicaciones físicas de la TTM pueden ser graves y típicamente no reconocidas, a saber: alopecia, cicatrices, infecciones en la piel y traumatismos en el propio cuero cabelludo. Otras consecuencias médicas incluyen obstrucción intestinal secundaria cuando la persona ingiere el pelo generando tricobezoares (bolas de pelo en el estómago) y una amplia gama de patologías osteomusculares y dificultades neurológicas causadas por la repetición del acto de tracción (Almario y Aristizábalf, 2007; Boulougouris et al., 2010; Gumley, Jenike, Keuthen y O’Sullivan, 1996).

El desarrollo de la calvicie puede, a su vez, agravar la depresión y la ansiedad comórbidas, lo que deriva en aumentar el tirar como un intento equivocado del manejo de los síntomas. De esta manera, se encuentran altos niveles no satisfactorios sobre la imagen corporal, incluyendo la aparición de desorden dismórfico corporal (Mansueto, Stein y Stemberger, 2003). Las personas con TTM también manifiestan una considerable evitación de actividades sociales, deseando mantener el secreto y evitar la vergüenza (Atmaca et al., 2016; Bottesi et al., 2016; Falkenstein y Haaga, 2016; Flessner, Grant, Keuthen y Tung, 2015; Gardner, Mansueto, McCombs y Townsley, 2000).

Como resultado, las personas con TTM reportan menor satisfacción con la vida, mayores niveles de angustia y baja autoestima. La pobre autoestima se relaciona con el aumento en la frecuencia de arrancarse pelo y con las preocupaciones acerca de la apariencia, la vergüenza, la necesidad de evitar ciertas actividades debido a la pérdida del cabello y la frustración con la incapacidad de controlar el arrancarse el pelo, asociándose así a trastornos psicosociales (Boulougouris et al., 2010).

La gravedad de los síntomas de TTM se correlaciona negativamente con la satisfacción en las relaciones de pareja y el apoyo social percibido, con la crítica negativa percibida, el riesgo percibido en la intimidad, y la ansiedad social en las interacciones. De manera que, la mayoría de personas con TTM informan que esta condición interfiere negativamente en sus actividades diarias como estudiar y/o trabajar, y en sus relaciones sociales (Gardner, Mansueto, McCombs, Townsley 2000).

Abordaje terapéutico

La mayoría de las personas con TTM nunca han recibido tratamiento, y las que sí, reportan resultados decepcionantes de las intervenciones disponibles aplicadas (Boulougouris et al., 2010). Según un estudio de exploración reciente sobre una muestra italiana (Botessi et al., 2016), sólo el 8,9% de los participantes que han consultado a un profesional logra una mejora en la gestión del comportamiento, proponiendo como justificación la falta de conocimiento, y por ende de tratamientos eficaces de este trastorno en el contexto italiano, situación similar en la que se encuentra el contexto de países de habla hispana.

sólo el 8,9% de los participantes que han consultado a un profesional logra una mejora en la gestión del comportamiento

Según el meta-análisis realizado por Mansueto, Stein, Stemberger en 2003,  los resultados más prometedores los muestra la terapia conductual y la farmacoterapia. Encontrando altos efectos para la terapia conductual, de manera que es considerada como la intervención de primera línea, mientras que el papel de la farmacoterapia se circunscribe para algunas personas con TTM, sobre todo cuando presentan trastornos comórbidos del estado de ánimo y de ansiedad. Por otro lado, los resultados del meta-análisis revelan que los ensayos que utilizan técnicas centradas en mejorar el estado de ánimo en terapia de conducta, superan a los estudios que utilizan solamente el componente nuclear de terapia de conducta. Esto sugiere que es beneficioso añadir componentes terapéuticos de reforzadores del estado ánimo en el tratamiento.

Un meta-análisis más reciente (Bowe, Moulding, Nedeljkovic y Slikboer, 2015) concluyó la superioridad del tratamiento psicológico sobre las medicaciones, estipulando poca eficacia de los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (IRSS), la importancia del apoyo social, las actividades de auto-ayuda y los factores terapéuticos genéricos para tratar la tricotilomanía. Esto concluye que los mecanismos psicológicos en TTM pueden ser más complejos que lo que indica el modelo de conducta, retomando la idea que ya en 1997 postularon Christenson et al.: la intervención centrada sólo en el síntoma de tirar del pelo es probable que sea inadecuada para la mayoría de los pacientes, dada la diversidad de secuelas psicológicas asociadas.

La terapia de inversión del hábito (HRT en adelante, por sus siglas en inglés, habit reversal training) es la intervención para la TTM que tiene el mayor apoyo empírico, aunque no se ha considerado un tratamiento apoyado empíricamente (EST por sus siglas en inglés) por el Grupo de trabajo de la APA Presidencial para la Práctica Basada en la Evidencia (2006; citado por Falkenstein et al., 2015). Igualmente, las indicaciones más actuales postulan déficits en la HRT, ya que no aborda directamente las dificultades de relación que afectan gravemente a las personas con TTM (Falkenstein y Haaga, 2016).

De igual modo, dado el reporte de déficits en la regulación afectiva en personas con TTM, se recomienda una orientación terapéutica que aborde la mejora de la regulación afectiva durante el tratamiento (Bruehl et al., 2016). De esta manera, se apoya la inclusión de un enfoque de terapias de conducta de tercera generación con base en Mindfulness, en las que se tiene en cuenta los componentes cognitivos y emocionales de la conducta, siendo la más estudiada hasta el momento la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT en adelante, por sus siglas en inglés, Acceptance and Commitment Therapy; Hayes, Strosahl, y Wilson, 1999), seguida de la Terapia Dialéctica de Comportamiento (DBT, por sus siglas en inglés, Dialectical Behavioral Therapy; Linehan, 1993). Ambas se han utilizado conjuntamente con la HRT tradicional para tratar la TTM.

La combinación de ACT y HRT en TTM es la que reporta mejores resultados en la investigación actual. El primer estudio descrito utilizó un protocolo ACT / HRT de 7 sesiones (Twohig y Woods, 2004), cuatro de los seis participantes respondieron al tratamiento, tres de los cuales mantuvieron las ganancias en los 3 meses de seguimiento. Un segundo estudio (Flessner, Wetterneck y Woods, 2006) utilizó un protocolo de 10 sesiones ACT / HRT en un ensayo controlado, el 66% de los participantes fueron considerados respondedores al tratamiento, las ganancias se mantuvieron al menos parcialmente, a los 3 meses de seguimiento. En un tercer estudio (Crosby, Dehlin, Mitchell y Twohig, 2012) se llevó a cabo un tratamiento de 8 sesiones ACT / HRT que dio lugar a una reducción de 88.87% en el tirar desde el pretratamiento hasta después del tratamiento, considerando a los 5 pacientes respondedores al tratamiento, pero las ganancias durante el seguimiento solamente se mantuvieron en dos de los cinco participantes. La ACT también ha sido aplicada a una muestra de adolescentes en 11 y 12 sesiones (Fine et al., 2012) con resultados favorables, reportando disminuciones de tracción clínicamente significativas en el tratamiento, al igual que de la angustia y deterioro informados.

las disminuciones en la experiencia de evitación estudiada en la ACT, correlacionan significativamente con la reducción de la severidad de la TTM

En estos estudios citados se emplea una combinación de ACT y HRT, defendiendo la importancia de utilizar herramientas ACT para aumentar la participación de la persona demandante de intervención psicológica, así como el mantenimiento de ganancias del uso de HRT. De igual modo, todos ellos han enfocado las primeras sesiones en introducir elementos ACT para después trabajar a partir de la HRT, incluyendo ejercicios de: estrategias de no control, desesperanza creativa, defusión del lenguaje, aceptación y determinación de valores; incluyendo en el primer estudio citado, ejercicios de mindfulness de 3-5 minutos de duración al comienzo de cada sesión.

Según los datos anteriores, se aprecia que las disminuciones en la experiencia de evitación estudiada en la ACT, correlacionan significativamente con la reducción de la severidad de la TTM, lo que implica que la orientación de evitación experiencial puede ser útil en el tratamiento de la TTM.

En la misma línea, una intervención reciente de caso único compuesta por 8 sesiones concluyó que el entrenamiento de la mente en sí misma, a través de terapia cognitiva basada en Mindfulness, podría ser una intervención clínica adecuada para la tricotilomanía. Los resultados indican que se produjo una mejoría en la atención plena, un efecto beneficioso que conllevó la reducción de la tracción del pelo, efecto que se mantuvo a los seis meses de seguimiento (Busana, Coussement, Heeren y Philipopt, 2015).

Desde el enfoque de terapia de conducta, actualmente se están realizando grandes esfuerzos para proponer el mejor tratamiento posible a las personas afectadas de TTM, desarrollando un manual específico basado en el “Comprehensive  Behavioral Model” (ComB) elaborado a partir de los resultados de las intervenciones, así como de las evaluaciones de psicólogos y personas afectadas que lo han utilizado (Falkenstein et al., 2015). Los autores sugieren que los participantes con una línea base de baja evitación experiencial podrían beneficiarse mejor del ComB, mientras que los participantes con alta evitación experiencial se beneficiarían más de la terapia de conducta mejorada con enfoque ACT.

A la hora de proponer una intervención utilizando herramientas de la ACT y Mindfulness no se busca principalmente que la persona deje de arrancarse el pelo, sino que se abra a su experiencia presente y camine hacia la consecución de sus valores, de manera que la tricotilomanía no determine todos sus pensamientos, sentimientos y experiencias vitales. Desde el enfoque de la ACT se propone que, como fruto del desarrollo de flexibilidad psicológica y disminución de la evitación experiencial sobre los episodios de tracción y sus consecuencias, la persona reducirá sus episodios de tracción, o cuanto menos se reducirá el sufrimiento causado por su experiencia con la tricotilomanía.

Discusión

La defensa de intervenciones para la TTM con base en ACT parte de considerar el arrancarse el pelo como una estrategia de evitación experiencial, en que la persona aprende a controlar sus emociones a partir de arrancarse el pelo, lo que a corto plazo le puede generar alivio y satisfacción, pero que le provoca convivir con unas consecuencias y secuelas físicas altamente desagradables. La persona con TTM ya cansada de tirar de su pelo hace todo lo posible por huir de esta experiencia lo que hace que se ancle más en ella reproduciendo un círculo vicioso altamente frustrante y desolador.

Es por ello que el objetivo de partida desde un enfoque en terapia con base en Mindfulness es tratarla con amor, compasión y, ante todo, no rechazar su historia con la TTM y hacerle ver que es tan válida como cualquier otra experiencia de vida; devolverle así la esperanza, la voluntad por centrarse en sus valores y realizar la vida que más desea sin centrarse en el síntoma de estirar del propio pelo. De esta forma, se priorizan los propios valores y el compromiso para con ellos, lo cual se entiende que es una consecuencia directa de la reducción de la evitación experiencial.

Lo que se persigue principalmente con este tipo de intervenciones es aumentar la calidad de vida de la persona, disminuir la lucha que la agota y hace que se oculte y, como defiende Falkenstein y Haaga (2016) centrarnos en reducir no sólo los síntomas, sino también el deterioro funcional y mejorar sus relaciones con el entorno, a partir de sentirse mejor consigo misma.

Descarga la investigación completa con la lista bibliográfica y datos de Beatriz Moreno Amador. 

Artículo relacionado: Vivir con tricotilomanía

Imagen: Tricotilomanía en Shutterstock

💌 ¿Te gustó este artículo? Recibe más como este en tu correo. Suscríbete al boletín gratuito.

  • Artículos de opinión (Op-ed)

¿Por qué ganó Trump?

  • María Eugenia Parla
  • 09/11/2016

Hoy el mundo está conmocionado por la victoria de Donald Trump… Y todos nos preguntamos ¿por qué ganó?

Aunque ya no es novedad que publicistas profesionales se dedican a diseñar y aplicar en campañas principios de influencia social para cambiar nuestros afectos, creencias, intenciones, actitudes y comportamientos, ¿hasta qué punto compramos el verso?

Resonó esta mañana en mi cabeza una película Alemana que vi hace un tiempo, “Ha vuelto” (Er ist wieder da), basada en el libro de Timun Verms del mismo nombre: Hitler reaparece en Alemania en el siglo XXI y nadie cree que es él, una productora lo descubre y por su increíble supuesto parecido con el Fuhrer lo convierte en una estrella en formato de comediante imitador, volviéndolo nuevamente en un ídolo de masas. La película mezcla comedia con una crítica social; si bien Hitler es considerado como uno de los hombres más siniestros que haya vivido en el siglo XX, deja entrever cómo una sociedad que se deja seducir por el carisma y la elocuencia, está dispuesta a aceptar ideologías terribles, y aunque nos gustaría pensar que hay cuestiones que tenemos superadas, en realidad se encuentran a modo de germen de una manera mucho más frecuente de lo que nos gustaría admitir. En palabras del propio Vermes «Se dice a menudo que si volviese un nuevo Hitler sería fácil pararle los pies. He intentado mostrar, por el contrario, que incluso hoy Hitler tendría una posibilidad de triunfar, solo que de otra manera».

A nivel socioestructural, las disfunciones o conflictos propios del sistema motivan formas de violencia política explícita, por lo general distorsionando la realidad social para justificar su accionar; es decir, aparecen estos recursos ideológicos de implementación de argumentos para modificar creencias y hacer que la gente identifique y responsabilice a algún enemigo institucional o social común como culpable de todas las amenazas e injusticias, cuya imagen termina viéndose cuasi deshumanizada, inhibiendo así cualquier posible reacción de empatía. Esto genera un efecto de cohesión, al desplazar la responsabilidad hacia un actor externo y activa sentimientos de odio e indignación. En mi opinión, Trump aviva y valida temáticas xenófobas que mucha gente tenía guardadas, y una persona cuyas ideas se asemejen a las que yo tenga (quiera o no admitirlas públicamente), despierta una inclinación de la mente humana conocida como “principio de semejanza”; una de las más importantes formas de influencia entre los seres humanos.

Pero esta de ninguna manera es la única vía de influencia; Trump es lo que en EE.UU llaman un pez gordo, un empresario multimillonario, una autoridad del mundo empresarial pero una autoridad al fin, por lo que su opinión resulta influyente aunque lo que esté planteando no tenga nada que ver con un conocimiento político profundo y no sea resultado de un análisis fundado, por lo cual no sorprende que ante la incertidumbre, haya gente que le dé mucho más peso a su discurso del que debería.

Siguiendo con esta misma línea, existen lo que se llaman “atributos de influencia”, algunos muy estudiados como es el efecto halo, un fenómeno que ocurre cuando al producto (=candidato) se le atribuyen ciertas características por el simple hecho de tener otras socialmente deseables como pueden ser credibilidad, atractivo o poder.

También puede ocurrir que ni siquiera posea estas características sino alguien del entorno próximo y que por asociación se trasladan al producto a vender (¿nunca se preguntaron por qué las promotoras y modelos son bellas?). Entonces, éxito en los negocios inmobiliarios, una mujer preciosa, dueño del concurso de belleza miss USA, ¿todo esto puede estar evocando otro tipo de características que racionalmente no se vinculan?

Por otro lado, hay un viejo dicho “toda publicidad es buena publicidad” que parece indicar la influencia del efecto de la mera exposición (Zajonc). Esta influencia se conoce como “familiaridad”. Sólo con pensar en la propaganda, buena o mala, pero propaganda al fin, que tuvo Trump se entiende…no olvidemos que hizo un reality show muy popular donde tuvo la posibilidad de producir un despliegue ostentoso cual pavo real; 14 temporadas de “El Aprendiz”.

Por último, me gustaría mencionar el efecto de la responsabilidad compartida de las personas que no votaron, de quienes no se hicieron cargo de lo que estaba pasando. Y como reflexión final, me gustaría remarcar que las vías de influencia sólo tienen cabida en la utilización de heurísticos, cuando no contamos con la información necesaria para poder elegir libremente. En un mundo de prisas, exigirles a los candidatos debates y propuestas reales, serias y a su vez concientizarnos en votar proyectos concretos, en lugar de personas es hacernos cargo de nuestro futuro, es libertad. Somos más fácilmente influenciados cuando más perezosos nos volvemos.

Articulo recomendado: Psicología de las elecciones: ¿Realmente elegimos a nuestros candidatos?

Referencia bibliográfica:

  • De la Corte, L., Kruglanski, A., De Miguel, J., Sabucedo, J. M., & Díaz, D. (2007). Siete principios psicosociales para explicar el terrorismo. Psicothema, 19(3), 366-374.
  • López-Sáez, M., & Bustillos, A. (2008). Eficacia del uso de tácticas de influencia social en la propaganda de marketing social. Revista de Psicología Social, 23(1), 17-28.
  • CIALDINI, R. B. (1990), Influencia. Ciencia y práctica. Barcelona, Servicio Universidad.

💌 ¿Te gustó este artículo? Recibe más como este en tu correo. Suscríbete al boletín gratuito.

  • Artículos de opinión (Op-ed)

Homofobia: 5 datos científicos que explican el odio a los homosexuales

  • Rita Arosemena P.
  • 09/11/2016

En 1972, el psicólogo George Weinberg publicó el libro «La Sociedad y el Homosexual Saludable», cuyo primer capítulo plasmaba la siguiente afirmación:

«Yo nunca consideraría a un paciente saludable al menos que hubiera superado su prejuicio en contra de la homosexualidad. Incluso si es heterosexual, su repugnancia hacia la homosexualidad es, ciertamente, dañina para él mismo»

En su obra, Weinberg introdujo por primera vez el término homofobia para referirse a aquellos individuos heterosexuales cuya conducta denota una profunda aversión hacia los homosexuales, aversión que, según Weinberg, sitúa su origen en un intenso temor de estar en estrecho contacto con hombres y mujeres homosexuales, así como miedo irracional, odio e intolerancia hacia ellos.

La homosexualidad se consideró un desorden de salud mental hasta 1973, cuando la Asociación de Psiquiatría Americana la removió definitivamente del DSM (Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales). La Asociación de Psicología Americana (APA) apoyó este movimiento dos años más tarde, en 1975, cuando también descartó la homosexualidad como desorden mental y reconoció públicamente que esta no implica ningún impedimento en el juicio, la confiabilidad o las capacidades sociales y vocacionales en general.

Adicionalmente, la APA hizo énfasis en que los profesionales de la salud mental debían tomar la iniciativa en la eliminación del estigma de la enfermedad mental asociada con la orientación homosexual. 

A pesar de estas y otras adecuaciones en las principales organizaciones de salud y derechos humanos a nivel mundial, la implementación de políticas públicas y leyes de protección e igualdad y de programas de educación sexual y valores, la homofobia sigue siendo una de las principales causas de suicidio por acoso y crímenes de odio en el mundo.

«LA HOMOSEXUALIDAD no implica ningún impedimento en el juicio, la confiabilidad o las capacidades sociales y vocacionales en general»

Según el reporte sobre discriminación y violencia con base en orientación sexual e identidad de género publicado por la Organización de las Naciones Unidas en mayo de 2015, los crímenes de odio por homofobia representan el 20.8% de los cometidos en los Estados Unidos, el segundo motivo más común después de la discriminación racial (que representa el 48.5%) e incluso un motivo más frecuente que la discriminación religiosa (que se estima en el 17.4%).

De acuerdo con las cifras de la ONU:

  • Entre 2008 y 2014 fueron asesinados 1,612 personas transgénero en 62 países (un promedio de un homicidio cada dos días).
  • La Comisión Inter-Americana de Derechos Humanos reportó, además, 594 crímenes de odio contra personas de la comunidad LGBT (lesbianas, gays, bisexuales y transgénero) en los 25 países miembros de la Organización de los Estados Americanos entre enero de 2013 y marzo de 2014.
  • En Brasil, la homofobia y la transfobia motivó el asesinato de 310 personas en 2012.
  • En los Estados Unidos, ocurrieron 18 casos de crímenes de odio con desenlace mortal y 2,001 incidentes de violencia anti-LGBT en 2013.

Descifrando la homofobia: ¿qué dicen los estudios?

Investigaciones realizadas por centros de estudio en Estados Unidos y Europa han extraído los siguientes datos de valor para una mejor comprensión de las causas que motivan el odio hacia los hombres y mujeres homosexuales.

  • Según un estudio publicado por la revista científica Journal of Personality and Social Psychology, la homofobia podría tratarse de un prejuicio de auto-reflejo motivado por una crianza bajo figuras paternas autoritarias donde no se promueve la autonomía, en especial si la homofobia ya constituye un prejuicio asentado entre los padres.
  • Al crecer en un ambiente donde se frustra la autonomía de los hijos, estos se privan de explorar internamente valores e identidades que perciben como inaceptables, adoptando en cambio una conducta defensiva de formación reactiva (que consiste en enmascarar un motivo o emoción haciéndolo pasar por su opuesto).
  • Una investigación llevada a cabo por la Universidad de Rochester, la Universidad de Essex y la Universidad de California sugiere que la homofobia es más pronunciada en aquellas personas que desconocen en un plano consciente la atracción que ellos mismos experimentan hacia personas del mismo sexo, una supresión que se ve acentuada por crecer en un ambiente de autoritarismo y estigma.
  •  Un estudio publicado en la revista The Journal of Sexual Medicine y realizado en Italia indica que las actitudes vinculadas con la homofobia podrían guardar relación con altos niveles de psicoticismo (hostilidad, impulsividad, agresividad y baja empatía). Esto no quiere decir que las personas homófobas sean psicóticas, ya que se habla del psicoticismo como un rasgo de la personalidad y no como una categoría de trastornos mentales, pero sí sugiere que la homofobia se relaciona con una salud mental deficiente en comparación con las personas que no son homófobas.
  • La investigación también detectó un vínculo entre los altos niveles de mecanismos de defensa inmaduros (proyección, introyección, conducta agresiva-pasiva…) en algunas personas y su alta propensión a la homofobia, así como factores de inducción cultural a la homofobia, entre ellos: la religión, el machismo, la hipermasculinidad y la misoginia.

«El estudio abre una nueva avenida de investigación donde la verdadera enfermedad es la homofobia», explica Emmanuele Jannini, endocrinólogo y sexólogo de la Universidad de Roma Tor Vergata y parte del equipo de investigadores.

Referencias: Journalist’s Resource | LiveScience 

💌 ¿Te gustó este artículo? Recibe más como este en tu correo. Suscríbete al boletín gratuito.

  • Salud Mental y Tratamientos

Ser amable te ayuda a reducir la ansiedad social

  • Rita Arosemena P.
  • 09/11/2016

La ansiedad comprende un estado físico y mental caracterizado por sentimientos de angustia o aprehensión ante situaciones que el individuo percibe como peligros o riesgos.

A nivel orgánico, la ansiedad manifiesta síntomas en el plano corporal que incluyen principalmente palpitaciones, sudoración excesiva, tensión muscular, temblores, náuseas, indigestión, mareos y desmayos.

Si bien la ansiedad (como el miedo o el estrés) son experiencias biológicas y cognitivas naturales en cuya ausencia la evolución de la especie se habría visto entorpecida, la ansiedad a niveles descontrolados conlleva una seria afectación que disminuye la calidad de vida, perjudica la autoestima y la toma de decisiones y puede impedir que una persona se desempeñe adecuadamente en sus tareas cotidianas.

Cuando la ansiedad se vuelve frecuente y aumenta su intensidad, la sintomatología podría pasar a ser afirmativa como criterio de diagnóstico para algún tipo de trastorno de ansiedad, a saber:

  • Trastorno de ansiedad generalizada, donde el sujeto tiene miedos o preocupaciones recurrentes, así como una sensación persistente de que algo malo va a ocurrir.
  • Trastorno de pánico, que consiste en ataques de repentino e intenso terror, en especial respecto a cuándo y cómo se producirá el próximo ataque.
  • Trastorno fóbico, donde el individuo se ve afectado por un temor irracional ante un objeto o situación específica, incluso cuando no existe un peligro real.
  • Trastorno obsesivo – compulsivo, que se caracteriza por pensamientos recurrentes e indeseados que el sujeto no puede controlar y que dan a lugar a conductas rituales que la persona realiza para librarse de las compulsiones.
  • Trastorno por estrés post-traumático, donde el sujeto presenta secuelas psicológicas de un suceso desagradable y es acosado por recuerdos persistentes del evento.

La amabilidad podría ayudar a personas con ansiedad social a mejorar su autoestima

El tratamiento para los trastornos de ansiedad incluye comúnmente tanto psicoterapia como medicación, y la mayoría de las veces se obtienen resultados satisfactorios. No obstante, vivir con ansiedad exacerbada o con un trastorno de ansiedad diagnosticado marca una fuerte diferencia en el día a día de una persona, ya que supone una dificultad para controlar sus propios sentimientos y emociones y un desafío mayor para desenvolverse adecuadamente en un entorno social.

«los actos de amabilidad podrían contrarrestar las expectativas sociales negativas»

Por fortuna, investigaciones realizadas en torno a la ansiedad y métodos para su tratamiento han identificado prácticas alternativas de fácil aplicación que podrían ayudar a las personas cuya calidad de vida se ve afectada por altos niveles de ansiedad.

Un estudio publicado en la revista científica «Motivation and Emotion» señala que realizar actos de amabilidad podría ayudar a las personas con ansiedad social a mejorar su autoestima, reducir la preocupación de no desenvolverse correctamente ante los demás y hacer que se sientan más cómodos al momento de establecer interacciones sociales.

Para la realización del estudio se tomó en cuenta la mejora en el desempeño social de un grupo de participantes a quienes se les pidió realizar actos de amabilidad como lavar los platos de sus compañeros de piso, un segundo grupo que fue expuesto a diversas situaciones de interacción social sin el complemento de realizar actos de amabilidad y un tercer grupo que no fue sujeto a ningún entorno especial, y que sirvió como grupo de control.

La investigación permitió concluir que los individuos que realizaron actos de amabilidad mostraron una reducción significativa en la tasa de evitación y ansiedad social.

Según la doctora Jennifer Trew, del departamento de psicología de la Universidad de British Columbia y co-autora del estudio, los actos de amabilidad podrían contrarrestar las expectativas sociales negativas al promover percepciones y expectativas más positivas del entorno social de una persona. 

Referencias: APA | Psyblog

💌 ¿Te gustó este artículo? Recibe más como este en tu correo. Suscríbete al boletín gratuito.

  • Salud Mental y Tratamientos

¿Puede la terapia musical mejorar la autoestima y depresión en niños y adolescentes?

  • David Aparicio
  • 08/11/2016

Las estrategias psicoterapéuticas que se utilizan en adultos no funcionan de la misma manera con los niños. En una sesión de terapia infantil se utilizan diversos recursos y actividades (juego, dramas, marionetas, dibujos, historietas, etc.) que exigen creatividad y preparación de los psicoterapeutas para que de esta manera los conceptos y aprendizajes sean manejables según el desarrollo evolutivo de los niños.

La terapia musical es uno de los enfoques que más ha llamado la atención de terapeutas y padres que buscan alternativas a los tratamientos de los niños y adolescentes. Pero, más allá de las buenas intenciones debemos preguntarnos si es un recurso realmente efectivo para tratar las necesidades de los niños.

mostraron una pequeña mejoría EN la autoestima y en los síntomas depresivos

La Universidad de Bournemouth y la Universidad de Queens en Belfast condujeron un estudio, según ellos el más grande a la fecha, para probar la efectividad de la terapia musical en niños y adolescentes, que nos ayudará a dilucidar un poco el camino de este interesante recurso.

En el interesante estudio participaron 251 niños diagnosticados con trastornos del desarrollo, problemas conductuales y emocionales, que recibieron tratamiento tradicional provisto por los centros de salud, y 123 niños que recibían el tratamiento tradicional sumado a doce sesiones semanales de terapia musical.

Al evaluar los resultados demostraron, una semana después de la fase de intervención, que los niños que recibieron terapia musical no mostraron mejorías en las habilidades de comunicación ni de interacción social.

Pero el panorama cambió un poco cuando se evaluaron únicamente los resultados en los adolescentes que tenían de 13 años en adelante. En este grupo si se encontraron mejorías en las áreas de comunicación e interacción.

En términos de efectos secundarios, los resultados de las escalas autoadministradas mostraron una pequeña mejoría en la autoestima y en los síntomas depresivos en todos los niños que recibieron la terapia musical. Lamentablemente, estos efectos no se mantuvieron en la segunda evaluación post intervención que se realizó 26 semanas después.

Estos efectos no se mantuvieron en la segunda evaluación post intervención

Los autores del estudio no se desaniman y explican que los resultados fugaces en torno a la autoestima y la depresión merecen mayor exploración que permita desarrollar otras versiones de terapia musical que puedan incrementar sus efectos.

«Este estudio es muy significativo en términos de determinar la efectividad de los tratamientos para niños y jóvenes diagnosticados con problemas de conducta y necesidades mentales, » explicó Sam Porter, director de la investigación.

Entonces, podemos concluir que la terapia musical es un recurso interesante, con potencial, pero todavía no es muy convincente y no debe ser la principal herramienta terapéutica para usar dentro del ámbito clínico.

La investigación completa está disponible en el Journal of Child Psychology and Psychiatry.

Fuente: Psychcentral

💌 ¿Te gustó este artículo? Recibe más como este en tu correo. Suscríbete al boletín gratuito.

  • Recursos para Profesionales de la Psicología

Abuso sexual en la infancia y drogodependencia en la edad adulta (PDF)

  • David Aparicio
  • 08/11/2016

Recientes estudios realizados en Proyecto Hombre Burgos (Pérez, Lara y González, 2010) muestran, en el caso de mujeres que han estado en tratamiento por dependencia a sustancias psicoactivas en Comuni- dad Terapéutica, una correlación significativa positiva entre el consumo de drogas y haber sufrido abusos sexuales por un adulto durante la infancia o adolescencia.

En ese mismo año y en la misma Comunidad Autónoma de Castilla y León, Redondo y Santos (2010) publicaron un extenso estudio donde ofrecían los siguientes porcentajes: el 30% de las mujeres en tratamiento tanto ambulatorio como residencial por problemas de adicción habían sufrido maltrato físico y maltrato psicológico el 44,9% y abusos sexuales el 18,4%.

La relación entre haber sufrido abusos sexuales en la infancia (ASI) y padecer una drogodependencia en la edad adulta es un tema escasamente abordado en las drogodependencias. El presente trabajo ofrece una aproximación a esta cuestión.

Autores: Fernando Pérez del Río y Manuel Mestre Guardiola.

Descarga el artículo completo en formato PDF.

💌 ¿Te gustó este artículo? Recibe más como este en tu correo. Suscríbete al boletín gratuito.

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

El origen de las fobias según la psicología evolutiva

  • Rita Arosemena P.
  • 08/11/2016

El Glosario de Términos Psicológicos de la APA (Asociación Americana de Psicología) define la fobia como un miedo persistente e irracional a un objeto específico, actividad o situación, el cual es excesivo y falto de razón tomando en cuenta las condiciones reales de la amenaza. 

Fuera del margen de la terminología psicofisiológica, todos hemos sentido miedo el suficiente número de veces para describir con soltura los síntomas de su aparición.

El miedo es una reacción natural ante un estímulo externo objetivamente peligroso que prepara al cuerpo ya sea para huir o para atacar en defensa propia, mientras que las fobias son manifestaciones de temor exagerado ante situaciones que no representan un peligro drástico, como la fagofobia (miedo a comer y tragar) y la bromidrosifobia (miedo al mal olor corporal propio y ajeno).

No todas las fobias son del todo ilógicas en cuanto a la gravedad de su factor detonante, algunas se basan en causas de miedo comunes, como las serpientes y las arañas. Pero si el miedo per sé se considera una respuesta racional ante un estímulo externo objetivamente peligroso, ¿no tendría sentido la proliferación de la fobia a los automóviles en las principales urbes del mundo, tomando en cuenta la tasa de accidentes de tránsito y muertes por atropello?

¿Por qué le tememos más a una rata blanca que a una autopista que atraviesa 6 ciudades?

«el miedo, en la evolución, tiene una importancia especial: más que ninguna otra emoción, es crucial para la supervivencia» (daniel goleman)

La raíz evolutiva de las fobias

Para Martin Seligman, el temor excesivo que conlleva a las fobias posee, en realidad, una base evolutiva que no se aparta demasiado del miedo racional.

En su Teoría de Preparación de la Fobia, Seligman sostiene que el ser humano está biológicamente predispuesto a aprender y asociar el miedo con estímulos externos que han representado una amenaza para la supervivencia de la especie a lo largo de su historia evolutiva. Esta preparación biológica es, además, la responsable de las características que definen a una fobia como tal, a saber:

  • Rápida adquisición
  • Irracionalidad
  • Pertenencia
  • Alta resistencia a la extinción (dificultad para su desaparición)

La Teoría de Preparación de la Fobia no se limita únicamente a la especie humana sino a todo el reino animal, e involucra un amplio espectro de habilidades sensoriales.

Mientras que los humanos y las ratas, por ejemplo, se han valido evolutivamente del sentido del gusto y el olfato para identificar y evitar aquellos alimentos que reconocen como dañinos, las aves emplean el sentido de la vista con el mismo fin.

No obstante las diferencias evidentes entre una especie y otra, es posible identificar una tendencia natural a seleccionar estímulos con base en experiencias amenazantes y a separar y evitar aquellos que puedan significar un riesgo directo, indirecto o un peligro por asociación, como ocurre con los alimentos inofensivos que se consumen a la par de alimentos que provocaron envenenamiento y pasan a ser evitados por el sujeto.

las fobias son manifestaciones de temor exagerado ante situaciones que no representan un peligro drástico

Si bien el aporte de Seligman y sus predecesores contribuyó a una mejor comprensión de los mecanismos que dan origen a las fobias, el investigador Stefan G. Hofmann del Departamento de Psicología de la Universidad de Boston considera que se limitó a ser una perspectiva simplista del proceso de adquisición y no profundizó en los factores cognitivos que influyen en la adopción de las fobias, algo que sí hicieron Öhman y Mineka en Miedos, fobias y preparación: hacia un modelo evolucionado del miedo y su aprendizaje (2001).

En su Teoría del Modelo de Aprendizaje, Öhman y Mineka presentan evidencia de un modelo selectivo y asociativo que explica la existencia de temores evolutivos transmutados a fobias a razón de cuatro características:

  1. Selectividad respecto al módulo de entrada (el miedo es sensible a aquellos estímulos que han sido correlacionados con encuentros amenazantes en el pasado evolutivo).
  2. Automaticidad (el miedo evolutivo a estímulos relevantes puede activarse incluso sin una conciencia plena de la situación).
  3. Encapsulación (el miedo es resistente a las influencias cognitivas conscientes, es decir que encapsula al sujeto).
  4. Circuitos neuronales especializados (el miedo está controlado por un circuito neuronal específico que ha sido moldeado a lo largo de miles de años de evolución).

Referencias: NCBI

💌 ¿Te gustó este artículo? Recibe más como este en tu correo. Suscríbete al boletín gratuito.

Paginación de entradas

Anterior1…45678Próximo

Apoya a Psyciencia con tu membresía 💞.    

Únete a Psyciencia Pro
  • Inicia sesión
  • Tips para terapeutas
  • Podcast
  • Recursos
  • Webinars
  • Artículos
  • Entender la bulimia (Guía)
  • Club de lectura de Psyciencia: La Matrix, manual de usuario: entrenando la flexibilidad psicológica
  • Conversaciones difíciles: 5 errores que debes evitar y cómo mejorar
  • Cuando sueñas y lo sabes: por qué algunos sueños se graban en tu mente
  • Club de lectura: Cosas que pasan cuando conversamos
Psyciencia
  • Contáctanos
  • Publicidad
  • Nosotros
  • Publica
Psicologia y neurociencias en español todos los días

Ingresa las palabras de la búsqueda y presiona Enter.