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Publicaciones por mes

noviembre 2016

79 Publicaciones
  • Ciencia y Evidencia en Psicología

La causa del miembro fantasma y un nuevo tratamiento

  • David Aparicio
  • 30/11/2016

Los pacientes con el síndrome del miembro fantasma sufren de sensaciones y terribles dolores provenientes del miembro que les fue amputado.

Varías teorías se han desarrollado sobre este extraño síndrome: algunos consideran que las sensaciones se deben a que el cerebro continuaba recibiendo las señales de los nervios que estaban en el miembro amputado. Otras explicaciones más modernas sugieren que la causa del dolor y de las sensaciones no está en las terminaciones nerviosas sino en el cerebro, el cual continúa enviando señales eléctricas desde las áreas dedicadas al miembro amputado porque no reciben los estímulos que provenían de ese miembro.

Una reciente investigación proveniente de Japón, apoya la idea de que la causa está en el cerebro. Con la diferencia que considera que el dolor se debe a una reorganización de las conexiones neuronales, y que a partir de la amputación se genera un «cruce» de los cables neuronales responsables del movimiento y las sensaciones que a su vez generan las sensaciones y dolores que los pacientes experimentan. Según sus autores, este novedoso estudio no sólo ofrece una mejor comprensión del síndrome del miembro fantasma sino que además abre nuevos caminos de tratamiento.

La investigación se valió de un moderna interfaz robótica-cerebral que permitió entrenar a 10 sujetos amputados para controlar un brazo robótico con su cerebro. Gracias a esta técnica, pudieron encontrar que los sujetos experimentaban dolor cuando intentaban mover el brazo robótico a través de la asociación de su brazo amputado. Pero la investigación no quedó ahí. Los investigadores entrenaron a los pacientes para que movieran el brazo robótico a través de la asociación de su otro brazo y fue aquí donde encontraron que esta técnica redujo significativamente el dolor que experimentaban.

Lo que significa que sus hallazgos podrían ser aplicados no solo a los pacientes que sufrieron alguna amputación, sino también para aquellos que sufren de dolor crónico.

Hay mucha esperanza en estas terapias, pero lamentablemente los autores explican que sus resultados fueron temporales y que la tecnología empleada es todavía muy costosa para salir a los centros médicos y que tal vez sea rentable en 10 años o más.

Si deseas conocer con más detalle el desarrollo de esta investigación te sugiero que leas paper publicado en la revista Nature Communications

Fuente: ScienceDaily

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  • Salud Mental y Tratamientos

¿Puede un psicólogo hablar de sí mismo en psicoterapia?

  • Buenaventura del Charco Olea
  • 30/11/2016

La autorrevelación ha sido definida como: “la revelación personal o de información relacionada a reacciones o respuestas hacia el cliente que surgen por parte del terapeuta durante la sesión”, es decir, se trata de intervenciones en las que el psicólogo habla abiertamente sobre hechos de su biografía u sobre aquello que se está tratando en la sesión. Aclarar, que la autorrevelación, siempre tiene una finalidad terapéutica, sino, se trata simplemente de desahogo por parte del terapeuta. Dependiendo del modelo de psicoterapia, las autorrevelaciones son algo que han sido censuradas, encuadradas o fomentadas.

Así, los psicoanalistas más ortodoxos catalogan la autorrevelación dentro de lo que denominan “contratransferencia”, entendiendo por ella el proceso en el que el psicólogo proyecta en el otro sentimientos propios, rompiendo así la finalidad de ser un lienzo en blanco, una figura neutral, en la que el paciente pueda proyectar sus conflictos inconscientes, lo que requiere por tanto una neutralidad por parte del psicoanalista. Si bien es cierto, que Kohut, un afamado psicoanalista, criticó este papel de experiencia distante y propuso una experiencia cercana en la relación psicoterapeuta-paciente que puede dar más lugar a este tipo de intervenciones, para fomentar fundamentalmente el clima empático y la apertura del paciente a recibir las interpretaciones.

A veces, los pacientes están muy enfrascados en su narrativa o percepción de las cosas, y verlas con distancia en una situación ajena les ayuda a funcionar de formas diferentes

Las terapias cognitivo-conductuales consideran la autorrevelación como algo útil y sobre todo enfocado a las funciones de reforzamiento y modelado ante determinadas técnicas terapéuticas. Para Goldfried o Hill y Knox, el psicólogo que trabaja desde este marco suele emplear la autorrevelación para expresar su opinión sobre la adherencia o el desarrollo del paciente ante determinadas técnicas “Creo que lo estás haciendo muy bien” “me pareces muy valiente”… o para narrar experiencias propias en las que existe un modelado sobre formas de interpretar una realidad o sobre formas de actuar. A veces, los pacientes están muy enfrascados en su narrativa o percepción de las cosas, y verlas con distancia en una situación ajena les ayuda a funcionar de formas diferentes. Ellis también las señala como forma de crear “rapport” y un aprendizaje mutuo sobre como sobrellevar los problemas comunes.

Para las psicoterapias humanistas, la autorrevelación se convierte en uno de los pilares de la intervención, bien porque desde un enfoque rogeriano es una de las actitudes del terapeuta imprescindibles para el cambio o bien porque desde lo gestáltico se entiende que la simpatía del psicoterapeuta aporta validez ecológica a la intervención, ya que el psicólogo no es ajeno al proceso experiencial de la psicoterapia. La autorrevelación puede ser además una experiencia emocional correctora, en la que el paciente perciba en la figura del terapeuta una respuesta emocional adaptativa que no recibió cuando la necesitaba, por ejemplo, un paciente que cuenta una historia de abuso en la que nadie le protegió, sintiendo que su dolor no le importa a nadie, y el psicoterapeuta le confiesa que siente rabia hacia quien abusó de él, ayudando a darle lo que necesitaba al propio paciente como paso previo al autosoporte.

Este, ha sido uno de los grandes debates de la psicoterapia. Los que están a favor de las autorrevelaciones, postulan que es evidente que el psicólogo siente y vibra en la relación terapéutica, y que los contenidos de los temas tratados le conectan con aspectos de su propia historia biográfica, que, dado que es imposible no sentir hacia el otro, lo mejor es ponerlo encima de la mesa y tratarlo con honestidad, empleándolo como una herramienta terapéutica más. También es frecuente argumentos entorno a la reciprocidad en las relaciones humanas, de modo que es difícil pedirle a un paciente que se abra enormemente y contarle toda su intimidad a un profesional, si este al menos, no lo hace un poco también.

Otro de los grandes argumentos a favor de este tipo de intervenciones es a favor de la empatía y la creación de una buena alianza terapéutica paciente-psicólogo. Las autorrevelaciones ayudan a que el terapeuta se perciba como una figura más humana y cercana. Algunos incluso cuestionan la utilidad y la validez ecológica (aplicación fuera de la consulta y generabilidad) de una relación en la que uno de los miembros no expresa sus sentimientos, algo que no ocurre en las relaciones reales del paciente en el mundo exterior.

Los detractores de las autorrevelaciones por el contrario, postulan que el terapeuta debe mostrarse como objetivo, evitando que sus propias emociones o distorsiones emerjan, ya que el paciente recurre al profesional como un experto y quiere aprender de su mayor conocimiento técnico y científico. Por otro lado, creen que el rol del experto del psicólogo, en quien el paciente deposita su confianza puede verse mermado si aparece en terapia la parte más humana del psicoterapeuta, lo que puede quitar parte de ese efecto experto, que consideran beneficioso para el tratamiento.

Es evidente que el psicólogo siente y vibra en la relación terapéutica

También señalan que, para poder generar nuevas formas de funcionamiento, hacen falta nuevas formas de relación, de ahí el aporte que supone que el psicólogo no exprese datos de su vida personal o sentimientos. Otros añaden además que con las autorrevelaciones se corra el riesgo de que sea el psicoterapeuta el que busque desahogar su propio malestar, o que el paciente entre en preguntarle entorno a su vida y el foco de las sesiones se aleje de los problemas que atañen al paciente. La autorrevelación también puede implicar el riesgo de que el paciente desapruebe algunos de las revelaciones del terapeuta, lo que provoque una ruptura en la alianza terapéutica y en la confianza hacia el psicólogo como profesional cualificado para ayudarle con sus problemas.

Investigación sobre las autorrevelaciones en psicoterapia

Alianza Terapéutica. Orlinsky, Grawe y Parks demostraron tras la revisión de 132 investigaciones la existencia de una gran consistencia entre el empleo de autorrevelaciones y el establecimiento de una mejor alianza terapéutica. Esto es importante, pues como demostró Lambert y ha sido confirmado en investigaciones posteriores, la Alianza Terapéutica es el mayor predictor de éxito de una psicoterapia y la mayor variable explicativa en el cambio de los pacientes, por delante de la técnica (36%-15%).

Otra investigación de Teyber señala que las autorrevelaciones reducen el nivel de ansiedad ante la propia situación de terapia o que, como demostró Beitman y Yue es particularmente útil para lograr la involucración en la terapia de pacientes más reactivos.

Pero no sólo parece que influya en la implicación o tranquilidad en la terapia, sino que tanto las terapias de larga duración como de corta duración son más exitosas cuando hay autorrevelaciones, tal y como postulan varias investigaciones. Destacar entre estas las de Barret y Berman que señalan que si durante las cuatro primeras sesiones hay autorrevelaciones como reacción a información revelada por el paciente esto lleva a una reducción de los síntomas.

Las terapias de larga duración como de corta duración son más exitosas cuando hay autorrevelaciones

Sin embargo, en el tema que parece haber investigaciones más solidas sobre la eficacia de las autorrevelaciones, es en la percepción de la competencia y cercanía de la figura del psicólogo por parte del paciente o de la influencia de la autorrevelación en el éxito de la terapia.

Así los pacientes suelen señalar las autorrevelaciones como muy beneficiosas para el efecto de la psicoterapia o que los psicólogos que empleaban autorrevelaciones solían ser percibidos como más humanos y reales, pero sobre todo como más empáticos, creíbles y expertos.

También parece que una buena alianza modula la utilidad de las autorrevelaciones, así cuando la alianza es fuerte, las autorrevelaciones hacían que los pacientes perciban las sesiones como más profundas y de ayuda y al psicólogo como más experto, cuando la alianza era negativa, los resultados eran contrarios.

Si quieres saber sobre cómo emplear las autorrevelaciones en terapia, haz click aquí.

Bibliografía

  • Barret, M.S., Berman, J.S. (2001) “Is psychoterapy more effective when therapist disclose information about themselves?” Journal of Consulting & Clinical Psychology.
  • Ellis, A. (2001) Rational and irrational aspects of countertransference. In Session/Journal of Clinical Psychology.
  • Goldfried, M.R et al 2003) Therapist Self-Disclousure in Cognitive-Behavior Therapy. New York: Wiley InterSciencie.
  • Hill, C.E. Knox, S (2002) Self-disclousure. In J.C. Norcross. Psychoterapy relationships that work. New York: Oxford.
  • Knox S, Hess S, Petersen, D.A, Hill, C.E. (1997)” A qualitive analysis of client perceptions of the effects of helpful therapist self-disclosure in long-term therapy”. Journal of Counseling Psychology.
  • Kohut, H. (1959). Introspection, empathy, and psychoanalysis: An examination of the relationship between mode of observation and theory. Journal of the American Psychoanalytic Association.
  • Orlinsky, D., Grawe, K., Parks, K., (1994) “Process and outcome in pshycotherapy”. En A.E. Bergins & S.L. Garfield (Eds.) Handbook of psychoterapy and behaviour change (4ta ed. Pp 270-378) Nueva York: Wiley.
  • Sanchez, S. (2011) “Efectos de la autorrevelacion del terapeuta en la alianza terapéutica y satisfacción del cliente”. Tesis de Grado. Universidad San Francisco de Quito.
  • Teyber, E. (1991) Interpersonal process in psychotherapy: a guide for clinical training. (2nd ed) Homewood, IL. Dorsey Press.

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  • Artículos de opinión (Op-ed)

¿Por qué las “ofertas” por «fin de temporada” nos resultan tan tentadoras e irresistibles?

  • Sergio Lotauro
  • 30/11/2016

Buenos Aires, la ciudad en donde vivo, tiene varias particularidades, algunas buenas y otras malas, como cualquier otra gran urbe del mundo.

Dentro del primer grupo, se destaca la vasta oferta cultural que ofrece la capital de Argentina: galerías de arte, centros de exposiciones, cines, teatros y museos para todos los gustos y preferencias.

Una vez al año, y solo una vez, los museos de Buenos Aires abren sus puertas al público de manera gratuita. El evento se lo conoce como “la noche de los museos” y si bien uno puede satisfacer su apetito de arte y regodearse en esculturas y pinturas cuando le venga en gana, durante esta jornada en particular se puede ingresar sin pagar arancel.

Lo curioso del asunto es que los museos de la ciudad, en líneas generales, durante el resto del año atraen a un porcentaje menor de visitantes en términos comparativos. La gente no se desespera, precisamente, por visitar los museos, y esto ocurre a pesar de que los tickets habitualmente suelen ser bastante económicos.

Pero, por alguna extraña razón, cuando llega la noche de los museos, la gente se lanza masivamente a recorrer todos los establecimientos que pueda. De repente, una especie de fiebre del arte se apodera de la población y así es como por un día, y solo por ese día, pueden observarse largas filas de personas para ingresar a donde sea y ver lo que sea, y grandes multitudes desparramadas por aquí y por allá en los diferentes salones y galerías.

Mi hipótesis personal sobre este curioso fenómeno es que, en líneas generales, a juzgar por la concurrencia del público durante el resto del año, los museos son de escaso interés para la mayoría de la gente, no siendo el caso de otros eventos como el fútbol y los espectáculos deportivos. Pero la noche de los museos, incluso para aquellos que no sienten un especial interés por el arte, resulta una oferta muy tentadora, difícil de resistir, solo por el hecho de ser acotada en términos de tiempo: es ahora, o luego habrá que esperar al año que viene.

Ahora bien, imaginemos la siguiente situación:

En el paseo de compras que está a pocas calles de su domicilio, acaba de abrir una tienda de venta al público de chocolates.

Como parte de la promoción inaugural, una bonita señorita de ojos claros y trenzas rubias, vestida como campesina belga, se encuentra parada frente a un stand en la puerta de la tienda, ofreciendo bombones gratis en el marco de una degustación entre los visitantes que asisten al centro comercial.

Ante la oportunidad de saborear una confitura sin necesidad de tener que sacar la billetera del bolsillo, usted se acerca al stand y la promotora, mientras despliega frente a sus ojos un delicado estuche que contiene dos bombones, lo saluda con melosa amabilidad y le explica que lo que está a punto de saborear ha sido elaborado con el más fino y delicioso chocolate del centro de Europa. Acto seguido, lo anima a que tome uno de los dos bombones del exclusivo estuche y lo pruebe con confianza.

Lo que usted no sabe, es que la promotora en cuestión ha sido contratada para colaborar en un experimento psicológico.

A la mitad de los transeúntes, les dará a probar un bombón que ellos mismos deberán extraer de una caja en la que solo caben dos. A la otra mitad, les dará a probar un bombón de una caja más grande, en donde fácilmente entran veinte o treinta.

Luego, la promotora le dará una breve encuesta en donde usted deberá puntuar en una escala cuanto la ha gustado el bombón, y también especificar cuánto estaría dispuesto a pagar por él.

Como ya se estará imaginando, las personas que tomaron su bombón del estuche que contenía solo dos, manifestaron en promedio que les gustaba mucho más que aquellas personas que lo tomaron de la caja grande. Y en general, también estaban bien predispuestas para pagar un precio mayor.

Tanto el ejemplo de la noche de los museos como el de la degustación de bombones son ilustrativos de una particular característica del cerebro, que nos impulsa a valorar, como mucho más atractivo, cualquier producto o servicio que percibamos como escaso.

Todos, alguna vez, hemos pasado por alguna situación similar a la que describiré a continuación.

Estamos considerando la idea de comprar un televisor nuevo, ya que el que tenemos lleva algunos años instalado en el living de nuestra casa y está empezando a mostrar algunas fallas propias de la obsolescencia planificada.

Sin estar del todo convencidos, mientras paseamos por los pasillos de la casa de electrodomésticos, vemos un plasma que captura nuestra atención.

Lo observamos cuidadosamente de un lado y del otro, empezamos a hurgar en las características técnicas del producto, y es en ese preciso momento, cuando impresionamos estar interesados, que se nos acerca un vendedor y nos suelta la típica pregunta: “¿Los puedo ayudar en algo?”.

Le respondemos que solo estamos mirando, y el hombre añade: “Este es un excelente televisor, no solo por la calidad y definición de la imagen, sino también por el precio. Se ha vendido muchísimo esta semana, la gente se lo lleva como pan caliente; de hecho, creo que ya no tenemos más y la fábrica los ha discontinuado por este año. Solo queda este, y está para exhibición”.

Una mueca de fastidio aparece entonces en nuestro rostro. Antes no estábamos seguros si queríamos comprarlo o no, pero ahora que la posibilidad de tener un televisor nuevo y a buen precio se nos ha escurrido entre los dedos de la mano, el artículo se vuelve repentinamente mucho más atractivo. Incluso, perdemos de vista nuestras dudas y vacilaciones anteriores.

“¿No habrá quedado alguna unidad en el depósito’”, le preguntamos al vendedor, mientras en nuestro interior la fuerza de la frustración hace que crezca exponencialmente el deseo de poseer el producto.

“Mmm no creo”, nos responde el vendedor por lo bajo mientras mueve la cabeza. “Puedo averiguar… Llamar a otras sucursales. Si se los consigo, ¿me aseguran que se lo llevan?”, nos pregunta entonces con su mejor expresión de entusiasmo e ingenuidad.

Alcanzado ese punto, ya nos hemos tragado el señuelo con anzuelo y todo. Nos hemos comprometido a comprar el televisor impulsados por el poder de lo inalcanzable.

Como termina la historia también es un cliché: el vendedor vuelve invariablemente unos cinco minutos después, portador de la feliz noticia de que encontró un último televisor embalado en el depósito.

Dar marcha atrás y escapar de la trampa es sumamente difícil, y las investigaciones demuestran, además, que es también improbable. Seguimos adelante con la transacción. El vendedor nos felicita por la elección y la “buena suerte” y se dispone a embaucar al próximo incauto que se pasee dubitativo por el establecimiento.

Los trailers de las películas que se van a estrenar, usualmente terminan con la leyenda “sólo en cines”. Por supuesto, esto es una verdad a medias. En la era de la informática e internet, muchos filmes que todavía no llegaron a la pantalla grande ya pueden verse en forma clandestina en la red, eso sin mencionar que si no los vemos en el cine en el momento que se nos indica que debemos hacerlo, seguramente podremos disfrutarlos “on-line” un par de meses después, sin movernos del living de nuestra casa.

La sentencia “solo en cines” pretende limitar geográficamente el acceso a la película, y volverla así más interesante.

“Oferta solo por hoy”, “edición única limitada” y “llame ahora, quedan muy pocas unidades” son ardides típicos destinados a incrementar el grado de deseabilidad de artículos que luego, supuestamente ya no van a estar disponibles.

La idea de las “liquidaciones por fin de temporada” en tiendas de indumentaria usualmente no son reales, y tienen por objetivo impulsarnos a comprar cosas que, tal vez, en un principio no teníamos la intención de comprar, pero que capturan nuestra atención y nos empujan subrepticiamente a considerar con seriedad la idea, en la medida de que si no lo hacemos ahora, después deberemos pagar un precio mayor por el mismo artículo.

Esta es la misma premisa que subyace a eventos como “black friday” y “cyber monday”, que disparan autenticas corridas de compras por ser escasos y limitados: Sólo se realizan una vez al año y duran exactamente 24 horas.

El año pasado instalaron a pocas calles de donde vivo, una sucursal de una famosa franquicia de gimnasios.

Un par de semanas antes de la inauguración, ya se podía acceder a la recepción del establecimiento para adquirir información. En la vereda del gimnasio, un enorme y colorido letrero anunciaba con bombos y platillos que las primeras 300 personas que se inscribieran no pagarían matrícula de ingreso, y accederían además a una cuota mensual reducida por apertura.

La señorita que entregaba la folletería y explicaba las condiciones se ocupaba de dejar bien en claro a quien estuviera interesado que una vez cubierto el cupo de 300 personas, ya no se podría evitar la matrícula inicial y la cuota mensual sería alrededor de un 100 % más cara.

“Ya se apuntaron 285 personas” me dijo personalmente la promotora cuando me acerqué al stand para informarme al respecto. “Quedan disponibles solo 15 vacantes, así que no se demore mucho en pensarlo” subrayó con énfasis mientras depositaba en mis manos un folleto que describía las bondades del lugar y los beneficios de comprar ahora.

Una semana después, envié a una persona de mi confianza a preguntar por la “oferta lanzamiento” del gimnasio. “Le recomiendo que se apure” le dijo esta vez un muchacho alto y fornido, enfundado en una remera con el logo del establecimiento: “Tenemos 280 personas inscriptas, solo nos quedan 20 lugares”, remató.

La idea que está detrás del truco es simple: Sentimos una mayor atracción hacia las cosas que percibimos como escasas o de difícil acceso.

Tanto objetos como personas son más deseables y apetecibles en la medida que no abunden y además, sea difícil acceder a ellos.

La explicación que subyace a este fenómeno hunde sus raíces en la evolución de nuestra especie.

La zona del cerebro que nos incita a acaparar todo lo que podamos, es exactamente igual a la de nuestros antepasados, que hace miles y miles de años vivían en un mundo donde la escasez de alimentos era la norma.

En un sentido nada metafórico y muy real, el cerebro sigue pensando que aún habitamos en ese mundo hostil, donde cada día, conseguir algo para comer constituye un verdadero problema.

El cerebro primitivo está programado para detectar cualquier oportunidad que se presente, ignorando sistemáticamente cualquier información que le indique que ya tenemos suficiente.

No importa que estemos gordos como una ballena, y contemos de sobra con todo lo necesario para pasarlo bien sin mayores carencias ni limitaciones. Toda esta información se asienta en áreas del cerebro diferentes de las que regulan el apetito, el sexo, la búsqueda permanente de la comodidad personal y otras cuestiones básicas asociadas a la supervivencia.

Y es precisamente a esas áreas primitivas del cerebro a las que le hablan y tientan los vendedores astutos.R

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  • Artículos Recomendados de la Web

No es lo mismo ser racional que inteligente

  • David Aparicio
  • 30/11/2016

A menudo confundimos o tomamos como sinónimos los términos de inteligencia y racionalidad. Daniel Kahneman y Amos Tversky con sus investigaciones nos han demostrado las diferencias y los estudios de Keith Stanovich, revelan— más sorpréndete aún— que las personas más inteligent son más propensas a caer en las decisiones irracionales.

Todo esto lo puedes leer en el artículo maravillosamente escrito por David Hambrick y Alexander Burgoyne para The New York Times en su sección en español.

Los humanos somos esencialmente irracionales:

(…) a partir de finales de la década de los noventa, los investigadores comenzaron a añadir un giro significativo a esa opinión. Tal como el psicólogo Keith Stanovich y otros observaron, incluso los datos de Kahneman y Tversky mostraban que algunas personas son muy racionales. ¿Quiénes son estas personas más racionales? Es de suponer que son las más inteligentes, ¿cierto?

Falso. En una serie de estudios, el profesor Stanovich y sus colaboradores pidieron a muestras grandes de sujetos (por lo general varios cientos) que llenaran pruebas de juicios como el problema de Linda, además de someterlos a una prueba de coeficiente intelectual (IQ). El hallazgo más importante fue que la irracionalidad (o lo que el profesor Stanovich llamó “disracionalidad”) se correlaciona de manera relativamente débil con el IQ. Una persona con un IQ alto tiene las mismas probabilidades de padecer disracionalidad que una con un IQ bajo. En un estudio llevado a cabo en 2008, el profesor Stanovich y sus colegas presentaron a los sujetos el problema de Linda y encontraron que aquellos con un IQ alto eran, en todo caso, más susceptibles de caer en la falacia de la conjunción.

Pero no todo está perdido, en el artículo también se explica que podemos entrenar nuestra mente para tomar decisiones más racionales:

La profesora Morewedge y sus colaboradores encontraron que el entrenamiento por computadora llevó a reducciones estadísticamente mayores y más durables del sesgo de toma de decisiones. En otras palabras, los sujetos se mostraron considerablemente menos sesgados después del entrenamiento, incluso después de dos meses. La disminución fue mayor en los sujetos que recibieron el entrenamiento por computadora que en quienes lo recibieron a través del video (aunque en este último grupo también fue grande). Aun cuando hay escasas evidencias de que cualquier tipo de “entrenamiento cerebral” tenga algún impacto en la vida real sobre la inteligencia, puede ser posible entrenar a las personas para que su toma de decisiones sea más racional.

Lee el artículo completo en The New York Times.

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  • Ciencia y Evidencia en Psicología

DSM-5: ¿síndrome de psicosis atenuada?

  • David Aparicio
  • 30/11/2016
Postergación y TB

El síndrome psicótico aglutina un conjunto de trastornos mentales devastadores que se caracterizan por una ruptura de las funciones mentales superiores. Los signos y síntomas de psicosis comienzan en la adolescencia o temprana adultez y suelen tener un inicio gradual y progresivo en el tiempo. El Síndrome de psicosis atenuada es una nueva propuesta diagnóstica del DSM-V que trata de identificar a personas con un estado mental de alto riesgo (EMAR) que pueda ser predictor de transición a la psicosis.

El beneficio potencial sería que si el trastorno psicótico es tratado con más eficacia en sus fases iniciales se podría producir un efecto beneficioso duradero que probablemente no se alcanzaría con intervenciones más tardías. Dicho síndrome ha generado un intenso debate en los foros científicos y profesionales especializados, esgrimiéndose argumentos a favor y en contra de su inclusión.

La evaluación de los EMARs se realiza preferentemente en población de adolescentes o adultos jóvenes. La evolución de los EMARs se asocia a una mayor tasa de transición hacia psicosis no afectivas, si bien puede evolucionar hacia otro trastorno mental, mantenerse estable o remitir con el tiempo.

La evidencia empírica indica que una intervención temprana parece tener un cierto efecto beneficioso, aunque los resultados son por el momento insuficientes y contradictorios. La falta de especificidad de los síntomas en la predicción de la psicosis, la presencia de ciertas limitaciones (p. ej., estigmatización), los resultados encontrados en las intervenciones tempranas y la falta de evidencia empírica, han llevado a incluir el Síndrome de psicosis atenuada en el apéndice III del DSM-V.

A la luz de los hallazgos encontrados se comentan los principales beneficios y limitaciones de la inclusión de esta supuesta categoría, las posibles lecciones aprendidas de este tipo de estudios así como futuras líneas de actuación.

Autores: Eduardo Fonseca-Pedrero, Mercedes Paino y David Fraguas

Descarga el artículo completo en formato PDF.

Fuente: Papeles del Psicólogo 

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  • Ciencia y Evidencia en Psicología

La ciencia detrás de la fuerza de voluntad

  • Karemi Rodríguez Batista
  • 29/11/2016

Y, ¿qué no haríamos con suficiente fuerza de voluntad? Quizás dejaríamos de fumar, lograríamos bajar esos kilitos que tanto nos molestan, haríamos ejercicio, evitaríamos el consumo de drogas, de alcohol, haríamos eso que siempre postergamos… ¡Vamos, que lograríamos casi todo lo que quisiéramos! ¿verdad?…  O al menos, eso es lo que pensamos.

Cuando nos ha vencido la tentación parece que es el fin del mundo, que es un fracaso moral digno de castigo. Estudios recientes sugieren que hay prácticas para fortalecer nuestra fuerza de voluntad. Sin embargo, también hay estudios que demuestran que cuando la gente se resiste a la tentación, o bien sólo tiene ganancias a corto plazo o bien puede ser un fracaso rotundo.

Una encuesta reciente de la Universidad de Chicago concluyó que el 75 por ciento de los estadounidenses creían que la falta de fuerza de voluntad era una barrera para perder peso, a pesar de la evidencia científica que muestra más cruciales que la fuerza de voluntad misma, los factores genéticos y del medio ambiente (la educación alimentaria).

la gente se resiste a la tentación, o bien sólo tiene ganancias a corto plazo o bien puede ser un fracaso rotundo

Si dejaramos de “rendir culto” al autocontrol, tal vez podríamos empezar a ayudar a las personas a alcanzar sus metas de forma diferente, con más eficacia y menos esfuerzos.

En contra de la fuerza de voluntad

En el pensar colectivo tenemos incrustadas frases como “Querer es poder”, o “El que quiere azul celeste que le cueste”. Pero… y si, por ejemplo, el cambio que queremos hacer es comer menos dulces, y de pronto nos encontramos delante de un montón de galletas de chocolate, los investigadores dicen que la pila de galletas “ya  nos ha ganado la partida”.

Nuestro prototípico modelo de autocontrol se asemeja a tener un ángel por un lado y un demonio por otro, que constantemente luchan. Tendemos a pensar que las personas con gran fuerza de voluntad, serán capaces de ganar eficazmente esta batalla. La verdad es que las personas que realmente tienen buen autocontrol nunca tienen estas batallas en primer lugar. Es decir, son los que experimentan menos tentaciones en general los que más éxitos consiguen, no los que utilizan la fuerza de voluntad (que casi siempre suele agotar).

En 2012 se publicó un estudio en la revista Personality and Social Psychology. En éste se seguía la pista a 205 personas toda una semana en Alemania. A los participantes se les proporcionaba BlackBerrys que aleatoriamente les preguntaban sobre qué deseos, tentaciones y autocontrol experimentaban en el momento. El estudio tropezó con una paradoja: Las personas que se auto percibían con más autocontrol, informaron menos tentaciones a lo largo del período de estudio. En definitiva, las personas sobresalientes en autocontrol casi no lo utilizaban en absoluto.

Si vencer la tentación es una virtud, entonces a mayor resistencia debería producirse mayores logros, ¿verdad? Eso no es lo que concluyen los resultados, a la espera de su publicación en la revista Social Psychological and Personality Science.

Lo que podemos aprender sobre la  fuerza de voluntad

1) Las personas con mayor autocontrol disfrutan de actividades que algunos de nosotros resistimos, como comer sano, estudiar o hacer ejercicio.

Estas actividades, por lo tanto, ya no son vistas como tareas para ellos. Hay mayor probabilidad de obtener los objetivos desde el “quiero” que desde el “debo”. Es más fácil alcanzar las metas así, y uno se esfuerza menos.

Si haces ejercicio porque “tienes que” estar en forma, pero encuentras esta actividad pesada, horrible, etc., pues es más probable que no la continues. Pero si la actividad, sea la que sea, te gusta, entonces sí que se incrementan las probabilidades de volverla a hacer. Es decir, tenemos que hacernos “coco wash”, o el “cambio de gafas o posición” desde la que percibimos la actividad hasta encontrarle el atractivo, para que nos motivemos si es necesario.

2) Las personas que son buenas con el autocontrol han aprendido mejores hábitos

Los psicólogos Brian Galla y Angela Duckworth publicaron un artículo el año pasado, en la Revista de Personalidad y Psicología Social. En él dan cuenta de los resultado encontrados a través de seis estudios y más de 2.000 participantes. Afirman que las personas más autocontroladas tienden a tener buenos hábitos, como comer sano, hacer ejercicio regularmente, dormir bien y estudiar.

¿Os acordáis de la prueba clásica sobre el autocontrol, “La prueba del malvavisco” de Walter Mischel, en los años 60?

https://youtu.be/Yo4WF3cSd9Q

En esta prueba, sentaron a los peques enfrente de un malvavisco y se les dijo que se la podrían comer, o que si se esperaban entonces podrían comer dos. ¡Ay, pobretes!

Se encontró que la capacidad de resistencia (tolerancia a la frustración) correlaciona con todo tipo de resultados positivos en la vida. Los niños que evitaron comer el primer malvavisco encontraron formas para distraerse y no mirar el caramelo. Estos niños lograron mayor autocontrol debido a la aplicación estrategias más eficaces. El factor crucial para tolerar la frustración es la capacidad de cambiar la percepción del objeto o la acción que deseamos resistir.

las personas sobresalientes en autocontrol casi no lo utilizaban en absoluto

3) Algunas personas experimentan menos tentaciones

Hemos de tomar en cuenta las disposiciones personales y otros factores para entender que hay personas que, por ejemplo, tienen más tendencia al juego o a las compras, o por el contrario, que puntúan alto en el rasgo de personalidad “conciencia”, luego tienden a ser más cautos o poseer hábitos más saludables, y está claro que les irá mejor en esto del autocontrol.

4) Es más fácil tener autocontrol cuando no eres pobre

Cuando la prueba de malvavisco de Mischel se repite en poblaciones de niños más pobres, hay una tendencia clara: tienen peor desempeño y parece que son menos capaces de resistirse. La razón de esto, según Elliot Berkman, neurólogo de la Universidad de Oregon, es que las personas que crecen en la pobreza son más propensas a centrarse más en las recompensas inmediatas que en las recompensas a largo plazo, ya que cuando eres pobre, el futuro es menos seguro.

Los investigadores quieren averiguar si el autocontrol se puede ejercer sin esfuerzo

«El autocontrol no es un músculo moral especial»,  afirma Galla. Es como cualquier decisión, y para mejorar la decisión, tenemos que mejorar el medio ambiente, y dar a la gente las habilidades necesarias para evitar la tentación en primer lugar.

Las nuevas investigaciones aún no son concluyente sobre si es realmente posible enseñar a las personas las habilidades necesarias para que se ejerza el autocontrol sin esfuerzo. Es necesario realizar más trabajo: diseñar intervenciones y evaluar sus resultados con el tiempo.

Ya para finalizar os traemos un informe elaborado por la Asociación Americana de Psicología, que nos explica más a fondo por qué el autocontrol triunfa o fracasa y nos da una serie de recomendaciones para saber utilizar la fuerza de voluntad a nuestro favor. Aquí puedes descargarlo.

Fuente: Vox

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  • Artículos de opinión (Op-ed)

Revelando los secretos para ganar botes progresivos

  • David Aparicio
  • 29/11/2016

Los juegos de azar son muy populares en los tiempos modernos. Esta forma de pasar el tiempo atrae la atención de los jugadores con una variada selección de interesantes máquinas tragamonedas y la oportunidad de ganar dinero real en un corto período de tiempo. https://www.brazino777.mx/ ofrece una gran selección de juegos entre los que ganarás cantidades reales, así como la oportunidad de llevarte el premio mayor. Para que la suerte esté de su lado y se acredite una gran suma de dinero en tu cuenta, debes seguir las recomendaciones de los jugadores experimentados. Los botes progresivos no son un mito. Hoy en día la probabilidad de ganar una gran cantidad de dinero es bastante alta.

Jackpot progresivo: características ganadoras

El bote progresivo es un tipo especial de recompensa. La acumulación de premios en metálico se lleva a cabo en el proceso de realización de apuestas en determinadas máquinas tragamonedas. Los montos del premio mayor pueden alcanzar tamaños inimaginables. Debido al atractivo de tal premio, cada vez son más los fanáticos que se esfuerzan por ganar el premio principal en efectivo.

Cabe señalar que para ganar el premio mayor es importante seguir ciertas estrategias. Y aunque las garantías de ganarlo no existan y las pérdidas financieras sean una consecuencia, también está latente la emoción de disfrutar del juego.

Cuáles son las principales características de las ganancias acumulativas:

  • El proceso principal del juego es la acumulación. El bote progresivo aumenta cuando un jugador realiza una apuesta en una máquina que tiene una función de “bote”. Un cierto porcentaje de la apuesta realizada por el participante se acredita al premio total, cuyo monto aumenta hasta que se otorga el premio principal en efectivo.
  • Cadena de premios mayores. Los botes progresivos a menudo se combinan en varios clubes en línea o máquinas tragamonedas de operadores específicos. En este caso, el fondo total de premios aumenta debido a las apuestas realizadas por jugadores de diferentes establecimientos de juego conectados por un premio mayor. El tamaño de dichas ganancias puede ser de varios millones.
  • El premio mayor puede ser de cierto nivel. Los botes progresivos pueden ser de diferentes niveles, por lo que la cantidad ganadora también puede variar. Estamos hablando de botes mini y maxi. Los jugadores ganan premios mínimos con mucha más frecuencia que recompensas grandes.
  • Posibilidades de ganar. La probabilidad de recibir el premio principal en efectivo es baja; además, muchos clientes de casinos en línea se esfuerzan no solo por ganar una pequeña cantidad de dinero, sino también por ganar el premio mayor. Todos los jugadores tienen las mismas posibilidades de ganar, por lo que el resultado del juego depende en gran medida de la suerte.

Los botes progresivos añaden entretenimiento extremo a los juegos de azar, porque la probabilidad de ganar es baja y las apuestas deben realizarse con dinero real. Todo jugador que quiera ganar un premio mayor debe ser consciente de que el éxito depende únicamente de la suerte y que es casi imposible influir en el resultado del juego.

Consejos para ganar el bote progresivo

Como se mencionó anteriormente, no hay garantía para ganar un premio mayor progresivo, pero puede aumentar sus posibilidades si sigue las siguientes recomendaciones:

  • Cuidado al elegir el casino virtual donde planea jugar. La plataforma debe operar legalmente y tener una licencia para actividades de juego. Una de esas plataformas es https://www.brazino777.mx/. Hay una gran selección de tragamonedas con botes progresivos, que se encuentran en una sección separada. Hay varios sistemas de pago disponibles para los usuarios y también se ofrecen lucrativas ofertas de bonificación a los jugadores.
  • No tengas miedo de hacer apuestas máximas. Para aumentar las posibilidades de ganar el premio mayor, el jugador debe correr riesgos y realizar grandes apuestas. Si realizas apuestas pequeñas, la probabilidad de recibir una gran recompensa será mínima.
  • Estudia detenidamente las condiciones y reglas del juego. Para ganar un bote progresivo, debes cumplir estrictamente con todos los requisitos establecidos por el casino en línea y el proveedor.
  • Elije las máquinas tragamonedas más populares a las que juega una gran cantidad de jugadores. En estos juegos, la probabilidad de ganar el premio mayor es mucho mayor que en las máquinas tragamonedas tradicionales sin bonificaciones ni otras funciones avanzadas.
  • Establece un límite y no lo excedas si ganas.

Los generadores de números aleatorios son la base de las máquinas tragamonedas modernas. Las tragamonedas con jackpot progresivo tampoco son una excepción. Por eso no intentes encontrar una estrategia específica que te permita ganar el premio mayor. Sigue las recomendaciones anteriores y cuenta con la suerte.

Conclusión

Te recomendamos no tener miedo de probar suerte en las tragamonedas con botes progresivos. No excedas los límites, juega en plataformas probadas y ¡seguro que ganarás el premio mayor!

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  • Artículos Recomendados de la Web

Machismo a la mexicana

  • David Aparicio
  • 28/11/2016

Mónica Redondo escribió para Hipertextual un análisis de como el machismo se apoderó de los medios mexicanos. En especial de la sección del pronóstico del tiempo.

El artículo de Redondo nos ofrece mucho para reflexionar sobre como los medios de comunicación siguen perpetuando ese machismo rancio que hace rato deberíamos haber eliminado. Pero claro, el machismo genera mucho dinero y los medios no están dispuestos a perder ni un centavo:

El pronóstico del tiempo nunca fue tan sensual. Mujeres jóvenes con tacones de infarto y vestidos apretados o minifaldas. Muchos espectadores desearán que hayan chubascos en el sur del país para que la presentadora se agache.

La sección del tiempo en los informativos del canal mexicano Televisaes el producto televisivo más rentable de toda la programación. Todo gracias a ellas, las chicas del tiempo, chicas jóvenes que no pasan de 30 años y que informan sobre el clima con looks que quitan el hipo.

¿Mujeres objeto? Para nada. Ellas se ven como profesionales y simplemente admiten que el físico es algo muy importante en televisión. «Yo me pongo en la piel de un espectador y si veo a alguien feo ¡pues le cambio!», explica Gabriela Lozoya, una de las presentadoras de Televisa en entrevista con El País.

https://youtu.be/mPRDIAPld48

Lee el artículo completo en Hipertextual.

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  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Cerebro y procrastinación

  • Sergio Lotauro
  • 28/11/2016

Siempre me gusta decir que el cerebro es como una mamushka, ya que en su interior contiene otro cerebro más chico, conformado por una serie de núcleos que en su conjunto controlan y regulan aquellos aspectos más ligados a la vida instintiva, como la alimentación, la sexualidad y la búsqueda de seguridad y protección, que son los tres pilares de la supervivencia en el reino animal.

Como luce el exterior del cerebro todo el mundo lo sabe. Es bastante parecido a una nuez, pero de un color rosáceo y consistencia viscosa. Pero en realidad, eso que podemos ver es solo la capa externa, llamada corteza cerebral.

La corteza posee un espesor de varios milímetros, y envuelve a otras regiones con una morfología y una bioquímica completamente diferente, que en su totalidad reciben el nombre de cerebro paleomamífero, más comúnmente conocido como sistema límbico.

Mientras las neuronas de la corteza cerebral están dispuestas en capas y se ocupan de dar soporte biológico a las funciones cognitivas más elaboradas del ser humano, como la personalidad, el pensamiento y el lenguaje; las neuronas del cerebro paleomamífero se encuentran apiñadas, dispuestas en grupos o conglomerados que constituyen núcleos cerebrales que cumplen diferentes tareas, más estrechamente vinculadas al metabolismo del cuerpo.

el cerebro es como una mamushka

No me voy a extender demasiado sobre las características anatómicas y funcionales de nuestros dos cerebros, pero es necesario que el lector sepa que la corteza cerebral es la sede de los procesos conscientes; es decir, gracias a ella podemos comprender y verbalizar aquella información que circula por nuestro cerebro.

Pero no ocurre lo mismo con la información que circula por debajo de la corteza. Los núcleos que conforman el sistema límbico funcionan con relativa independencia del resto del cerebro.

De hecho, las funciones cognitivas que residen en la corteza solo tienen una influencia muy limitada sobre las áreas subcorticales.

Para acelerar un poco la cosa, quiero dejar establecido que mientras utilizamos la corteza para hacer un cálculo matemático, leer un libro, o elaborar una teoría científica; el sistema límbico regula nuestro bienestar psicológico y una gran parte de la fisiología del cuerpo, como el funcionamiento del corazón, la tensión arterial, el sistema endócrino, el sistema digestivo y el sistema inmunológico.

Y mientras utilizamos la corteza de forma voluntaria, de acuerdo a nuestros intereses del momento, el sistema límbico, por el contrario, trabaja de forma automática, silenciosa, y más allá de nuestras intenciones.

Por ejemplo, no necesitamos pensar que el corazón bombee sangre para que pueda hacerlo. Tampoco le damos conscientemente la orden a nuestros pulmones para que respiren el oxigeno que necesitamos para vivir, ni le pedimos al estómago que digiera los alimentos, ni al sistema inmunológico que nos defienda de posibles virus o bacterias que invaden nuestro organismo.

En pocas palabras, no tenemos control ni registro consciente de lo que ocurre por debajo de nuestra corteza. Solo tenemos consciencia del resultado de estos procesos automáticos e invisibles.

En todo caso, podemos escuchar a nuestro corazón latir, o sentir a nuestros pulmones respirar, pero no tenemos que proponernos nada de eso para conseguirlo.

Que tengamos dos cerebros independientes e interrelacionados es la razón, probablemente, del porque nos cuesta tanto cambiar un habito o una costumbre fuertemente establecida.

Cuando nos proponemos hacer una dieta para bajar de peso o inscribirnos en el gimnasio para llevar una vida más saludable y menos sedentaria, nos cuesta muchísimo llevarlo a la práctica.

Muchas veces el resultado es la eterna postergación, la búsqueda infructuosa del “momento adecuado” para poder hacerlo.

De esta manera, demoramos el paso a la acción de nuestra decisión, y cabe pensar que tal vez se deba a que no es suficiente con la determinación consciente; el cerebro necesita estar convencido en su conjunto.

En casos como este, pareciera que estamos asistiendo a una lucha de poder entre las fuerzas conscientes del cerebro versus las inconscientes, en donde estas últimas claramente siempre tienen ventaja.

no tenemos control ni registro consciente de lo que ocurre por debajo de nuestra corteza

Aquí es donde se pone de manifiesto la necesidad de una decisión integral. Difícilmente alcance con nuestra corteza cerebral para doblegar los impulsos y las tendencias inconscientes que nacen en el sistema límbico.

Así es, el cerebro es desidioso, y muchas veces se deja arrastrar por los beneficios inmediatos que proporciona determinada decisión (ir a la cafetería de la esquina a comer una porción de torta de chocolate, por ejemplo), ignorando beneficios futuros mayores de la elección contraria (ir al gimnasio a hacer una rutina de actividad cardiovascular).

Esto es lo que se conoce como procrastinación, un mal que se ha extendido sobre la faz de la tierra como una pandemia y que afecta a casi todas las culturas por igual.

Muchas veces nos comportamos de una manera completamente hedonista, como si no existiera un mañana, o en su defecto, como si en el futuro fuéramos a estar menos cansados o mejor predispuestos de lo que estamos hoy.

El placer de saborear un helado de crema rusa nos proporciona una gratificación instantánea con la que no puede competir la valoración de un futuro en donde nos veamos más delgados, más apuestos, y probablemente más sanos.

También, esa es parte de la razón por la cual, como sociedad, nos encontramos inmersos en un consumismo desenfrenado, donde las compras compulsivas son cada vez más frecuentes entre la población, socavando la posibilidad de ahorrar dinero para una mejor jubilación y pasar económico en el día de mañana.

el cerebro es desidioso, y muchas veces se deja arrastrar por los beneficios inmediatos que proporciona determinada decisión

Los objetivos loables a largo plazo los planifica nuestra corteza cerebral. Ella es completamente capaz de hacer minuciosos análisis de costos y  beneficios, de sopesar las ventajas y desventajas de, por ejemplo, hacer una oportuna visita al dentista.

Sabe perfectamente que a largo plazo, la inversión en tiempo, dinero y sufrimiento personal, más el lucro cesante añadido como consecuencia de una simple caries en una muela, es sustancialmente mayor que el beneficio que reporta quedarse en casa durmiendo la siesta, o mirando la televisión mientras se bebe una cerveza.

Pero entonces aparece el sistema límbico con esa fuerza arrolladora que todos alguna vez hemos experimentado y el abandono se impone. Optamos por la satisfacción inmediata que nos proporcione cualquier otra actividad trivial. Preferimos algo de placer ahora, aún sabiendo que el beneficio futuro es exponencialmente mayor.

Sin duda, sabemos cuál es la mejor opción, la que nos favorece en el sentido más amplio posible, pero a una parte de nuestro cerebro no le gustan los sacrificios a corto plazo, y siempre tenemos a mano una buena razón para postergar lo indeseable, desde la dieta que empezaremos “sin falta” el lunes, hasta la catarata de buenas intenciones y objetivos que siempre nos proponemos todas las navidades para el inicio del año siguiente.

Y es entonces cuando empezamos a justificar nuestra conducta poco deseable en base a toda clase de racionalizaciones.

Las racionalizaciones se utilizan a menudo para reducir el malestar psicológico que provoca determinado comportamiento cuando no se ajusta a lo que creemos sobre nosotros o a nuestros valores.

Por ejemplo, si pensamos que la utilización del castigo físico no es adecuada y hasta resulta nociva en la crianza de los niños, pero por otra parte usualmente apelamos a las nalgadas o peor aún, a los cachetazos cuando nuestro pequeño hijo nos desobedece, es inevitable que en algún momento nos demos cuenta de la contradicción y nos sintamos, en consecuencia, confundidos y culpables ante nuestro propio proceder.

Con el propósito de reducir la tensión interna resultante, procuraremos entonces movernos en alguna dirección que alivie el malestar y ponga en congruencia nuestras acciones (pegarle a nuestros hijos) con nuestras creencias (no pegarle a nuestros hijos).

Podemos, naturalmente, dejar de castigar a nuestro pequeño vástago del averno, pero también podemos suavizar nuestra forma de ver el problema introduciendo racionalizaciones en la ecuación, que nos ayuden a ganar consistencia interna.

Podemos decirnos entonces: “Bueno, pero una nalgada de vez en cuando no le va a provocar ningún trauma psicológico”.

O bien: “Mi propia madre de vez en cuando me pegaba y tan mal no creo haber salido”.

Cuando quedamos atrapados en un conflicto de intereses, una buena racionalización resulta muchas veces más simple de poner en práctica que un cambio real y profundo de un hábito arraigado o una rutina enquistada, difícil de desmantelar.

Hacia donde miremos nos vamos a encontrar con personas haciendo racionalizaciones.

Todos sabemos, por ejemplo, que hay una correlación fuerte entre el tabaquismo y el cáncer de pulmón, y también todos conocemos a alguien que a sabiendas de esto, mientras enciende un cigarrillo se justifica diciendo: “Bueno, pero yo conozco a Fulano que a su vez conoce a Mengano, que tiene 98 años, una excelente salud y fumó toda su vida!”

O argumenta algo más absurdo aún: “Si, está bien, pero el cigarrillo a mi no me afecta como a los demás”.

Una buena racionalización puede dejar a salvo nuestra autoestima y ayudarnos a dormir con la conciencia tranquila durante la noche. Pero conviene tener presente que, en esencia no es otra cosa que un invento, una explicación falsa elucubrada por nuestra corteza cerebral para no admitir su derrota frente al imperativo hedonista del sistema límbico.

Racionalizar es venderle el alma al diablo.

Usted acaba de leer este artículo y ahora lo sabe. Se le acabaron las excusas.

Artículo recomendado: El habito de postergar: técnicas comportamentales para su modificación

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  • Ciencia y Evidencia en Psicología

La voz materna y su poder para moldear el cerebro del bebé

  • Maria Fernanda Alonso
  • 25/11/2016

Kate Fehlhaber, editora en jefe de Knowing Neurons y candidata doctoral en neurociencias en la Universidad de California, escribió para Aeon un interesante artículo reseñando algunos estudios sobre la influencia de la voz materna en los infantes, cuyo poder podría incluso dar forma al cerebro en desarrollo de su bebé. A continuación comparto con ustedes una traducción del artículo.

…

Desde el útero, las vías auditivas en desarrollo de un feto sienten los sonidos y vibraciones de su madre. Poco tiempo después de nacer, el bebé puede identificar la voz de su mamá y trabajará para oír mejor su voz que las voces de mujeres desconocidas. Un estudio del 2014 en bebés prematuros mostró que reproducir una grabación de la voz de la madre cuando los bebés usaban un chupete era suficiente para mejorar el desarrollo de las habilidades de alimentación oral y acortar su estadía en el hospital. La voz de la madre puede calmar al niño en situaciones estresantes, reducir los niveles de cortisol, la hormona del estrés, e incrementar los niveles de oxitocina, la hormona de la vinculación social. Científicos incluso han rastreado el poder de la voz de la madre en los cerebros de los infantes: la voz de la madre activa la corteza prefrontal anterior y la región temporal posterior izquierda con más fuerza que una voz no familiar, preparando al niño para la tarea especializada de procesamiento del habla.

Si bien intuitivamente tiene sentido que la voz de la madre tenga un poder especial sobre bebés y niños pequeños, ¿qué pasa a medida que los niños van creciendo?

Daniel Abrams, neurobiólogo de la Escuela de Medicina de la Universidad de Stanford, y su equipo de investigadores, expusieron la respuesta a este interrogante usando Imágenes de Resonancia Magnética funcional (IRMf), una técnica de neuroimagen que mide la actividad cerebral al detectar cambios metabólicos en el flujo sanguíneo. Los investigadores examinaron 24 niños de entre 7 y 12 años, que tenían CIs normales, no habían desarrollado trastornos, y fueron criados por sus madres biológicas. En la máquina de Resonancia Magnética, estos niños escucharon grabaciones de palabras sin sentido habladas por sus madres o por otras mujeres. Los investigadores eligieron especialmente palabras sin sentido a fin de no provocar circuitos cerebrales relacionados con la semántica. A pesar de ello, los niños fueron capaces de identificar precisamente las voces de sus madres más de un 97% de las veces en menos de un segundo.

Pero, ¿qué pasó realmente cuando estos niños, más grandes, oyeron las voces de sus madres? El equipo hipotetizó que escuchar sus voces poduciría más actividad en las regiones cerebrales llamadas “selectivas de la voz”, implicadas en el reconocimiento de la voz y en el procesamiento del habla, a comparación de lo que ocurriría cuando oyeran voces femeninas no familiares.

La huella neuronal de la voz de la madre dentro del cerebro del niño puede predecir la habilidad de ese niño para comunicarse en la esfera social

La voz de la madre activó un amplio rango de estructuras cerebrales incluyendo la amígdala, que regula las emociones, el núcleo accumbens y la corteza prefrontal medial, que son parte de un importante circuito de recompensa, y el área de la cara fusiforme, que procesa información de la cara visual. Este patrón de actividad cerebral puede vincularse a una huella neuronal, en la que la voz de la madre provoca una actividad específica en el cerebro de su hijo.

Por otro lado, el equipo encontró que cuantas más conexiones neuronales habían entre esas regiones cerebrales “selectivas de la voz” y aquellas relacionadas a estados de ánimo, procesamiento de recompensas y rostros, más habilidades de comunicación social tenía el niño. En otras palabras, la huella neuronal de la voz de la madre dentro del cerebro del niño puede predecir la habilidad de ese niño para comunicarse en la esfera social.

Si esa huella neuronal es pensada como un biomarcador en el cerebro de un niño, entonces, ¿qué tan diferente luce en niños con trastornos de la función social, como el autismo? ¿Y cómo cambia la huella neuronal en la adolescencia y en la adultez?

Aún no se conocen las respuestas a estas preguntas, pero ahora se ha probado científicamente que la mayoría de nosotros llevamos la voz de una madre en los patrones neuronales de nuestros cerebros: historias antes de dormir, conversaciones durante la cena y charlas que oímos antes de nacer nos identifican, de manera única, tanto como las huellas, permiten el desarrollo emocional y la comunicación social en la infancia y, probablemente, a lo largo de la vida.

Fuente: Aeon

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