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Distimia y Terapia Gestalt: ¿Una pequeña depresión…?

  • 01/10/2015
  • Clotilde Sarrió
Unsplash / Pixabay

Terapia Gestalt contempla al ser humano encontrándose en transformación permanente en su contacto o interacción con el entorno. Es en este campo organismo-entorno donde surgen determinadas formas de la experiencia y una de ellas es la experiencia depresiva, aplicable tanto para la depresión propiamente dicha como para la distimia o Trastorno Depresivo Persistente según su nomenclatura asignada en el DSM-5.

Denominaciones de la distimia

Etimológicamente, distimia es un término procedente del griego que significa “mal humor” o “humor perturbado”. Se trata de un trastorno afectivo de tipo depresivo, muy frecuente en su prevalencia y que evoluciona con carácter crónico a expensas de síntomas que comparte con la depresión (baja autoestima y estado de ánimo melancólico, triste y apesadumbrado) pero sin cumplir con todos los criterios necesarios para que pueda considerarse como una depresión verdadera.

A lo largo de la historia de la psiquiatría la distimia ha recibido varios nombres como Depresión Menor (denominación que se presta a la confusión ya que, aunque los síntomas no sean tan abundante ni intensos como en una depresión, la permanencia de los mismos durante años llega a producir un malestar intenso que nada tiene de menor); también se la llamó Depresión Neurótica (término actualmente en desuso) o Depresión Crónica por la prolongada duración del proceso.

Tras la reciente aparición de la última edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5), la distimia ha pasado a llamarse Trastorno Depresivo Persistente, un término al que deberemos acostumbrarnos en el futuro aunque a lo largo del artículo seguiremos empleando el de distimia por razones de familiaridad con el mismo.

Etiología y epidemiología

Se especula con el origen genético-hereditario de la distimia en cuyo desarrollo intervendrían ciertos factores de índole psicosocial como el estrés continuado. Consideremos que la distimia es muy frecuente en personas autoexigentes o sometidas a constantes tensiones y situaciones que el individuo tienden a convertir en estresantes.

La distimia afecta a un 3 – 5 % de la población y se da con el doble de frecuencia en mujeres que en varones, bien como entidad única o bien asociada a otras patologías entre las que destaca la depresión mayor.

Síntomas de la distimia

Para poder emitir un juicio diagnóstico de distimia, quien la sufre debe cumplir ciertos criterios como presentar un estado de ánimo persistentemente deprimido casi todos los días durante al menos dos años (o sólo un año en niños y adolescentes).

La distimia suele coincidir con baja autoestima y sentimientos de desesperanza, pesimismo y dificultad para tomar decisiones y su evolución cursa con altibajos anímicos, tendencia a la irritabilidad, propensión a la anhedonia (falta de capacidad para el disfrute de situaciones placenteras), trastornos del sueño (insomnio, hipersomnia), astenia matutina, problemas de memoria, atención y concentración, fatiga crónica o cansancio injustificado y tendencia a somatizar en forma de mareos o cefaleas.

Duración de la distimia

Por lo general, la distimia suele durar años e incluso son muchos quienes aseguran haber estado así casi toda su vida, llegando a interiorizar su proceso como algo idiosincrásico e inherente a su personalidad que les hace ser de ese modo hasta el extremo de no identificar la distimia como un estado patológico sino mas bien un modus vivendi.

El malestar persistente del distímico hace que suelan mostrarse irritados, en cierto modo agresivos y predispuestos a las discusiones debido a su baja tolerancia a las frustraciones. Se les suele considerar como unos “amargados”, condición que repercute en su dinámica de relación tanto en el entorno familiar como en otros ámbitos.

Una vez instaurado el tratamiento farmacológico adecuado, lo habitual es que el distímico experimente la agradable sorpresa de descubrir sentimientos de ilusión y optimismo donde antes sólo había negatividad y desesperanza. Es frecuente que entonces se lamente por no haber puesto más pronto solución a su dolencia crónica.

Termina de leer este artículo en Terapia Gestalt,  para que conozcas el tratamiento y pronóstico de la distimia.

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Clotilde Sarrió

Formación como Terapeuta Gestalt en el Institute Français de Gestalt-Thérapie. Diplomada en Psicopatología por la UOC (Universitat Oberta de Catalunya). Miembro de la Asociación de Psicólogos y Terapeutas Gestalt para el Desarrollo. Miembro adherente de la Asociación Española de Terapia Gestalt- APTG Mi orientación se integra en la corriente gestáltica de la Costa Este, representada por el New York Institute (1951), bajo la dirección de Laura Perls y la corriente afín de Cleveland. Terapia Gestalt Valencia.

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