Psyciencia
  • SECCIONES
  • PSYCIENCIA PRO
    • ÚNETE A LA MEMBRESÍA
    • INICIA SESIÓN
    • CONTENIDO PARA MIEMBROS
    • RECURSOS PARA MIEMBROS
    • TIPS PARA TERAPEUTAS
    • PODCAST
    • WEBINARS
  • NORMAS APA
  • SPONSORS
  • NOSOTROS
Psyciencia
  • SECCIONES
  • PSYCIENCIA PRO
    • ÚNETE A LA MEMBRESÍA
    • INICIA SESIÓN
    • CONTENIDO PARA MIEMBROS
    • RECURSOS PARA MIEMBROS
    • TIPS PARA TERAPEUTAS
    • PODCAST
    • WEBINARS
  • NORMAS APA
  • SPONSORS
  • NOSOTROS

Publicaciones por autor

Clotilde Sarrió

50 Publicaciones
Formación como Terapeuta Gestalt en el Institute Français de Gestalt-Thérapie. Diplomada en Psicopatología por la UOC (Universitat Oberta de Catalunya). Miembro de la Asociación de Psicólogos y Terapeutas Gestalt para el Desarrollo. Miembro adherente de la Asociación Española de Terapia Gestalt- APTG Mi orientación se integra en la corriente gestáltica de la Costa Este, representada por el New York Institute (1951), bajo la dirección de Laura Perls y la corriente afín de Cleveland. Terapia Gestalt Valencia.
  • Salud Mental y Tratamientos

La terapia gestalt no es una pseudociencia ni una mala ciencia

  • Clotilde Sarrió
  • 13/03/2018

Replica al artículo: La mala ciencia de la terapia gestalt


No es la primera vez que tengo que responder a alguna crítica contra la terapia gestalt (TG), por lo general dictámenes descalificadores fundamentados en planteamientos encorsetados de quienes esgrimen la metodología científica como único marchamo de calidad para ponderar una terapia psicológica, y sobre todo quienes niegan validez y metodología científica a cualquier psicoterapia que no se ajuste al racionalismo de la terapia cognitivo-conductual (TCC).

Es este un cliché monotemático que reaviva el recurrente problema de la psicología cuando se confronta la razón con las emociones (cognición versus emoción/afecto), algo que los cognitivos estrictos resuelven desde un racionalismo basado en el estoicismo filosófico de Epicteto, que considera que todos los estados mentales (incluidas las emociones) están condicionados por los juicios que de ellos hace el ser humano. Dicho de otro modo, la terapia cognitiva sublima a la razón frente a las emociones y contempla que las personas sufren por la interpretación que se realizan de los sucesos y no por estos en sí mismos. Este es uno de los motivos — tal vez el principal — que separa a la TCC de las corrientes psicoterapéuticas humanistas.

Pero hay también otro aspecto que la terapia cognitiva esgrime para diferenciarse de las demás, y es considerarse como la única avalada por la metodología científica. Lo que no deja de ser cierto — cierto que se la considere así, no que sea la mejor psicoterapia —, pero de ahí a execrar a cualquier otra terapia psicológica e incluir a la terapia gestalt en el mismo saco que las falsas terapias y considerarla una pseudociencia, hay un abismo que sólo se podría entender en base a un rechazo obsesivo, a un absoluto desconocimiento de la TG, a una jactanciosa soberbia de creerse en posesión de la verdad, o también al frecuente vicio de la generalización basada en la ignorancia.

Sólo soy una terapeuta gestalt a quien le apasiona su trabajo, y no me considero en absoluto relevante siendo que la terapia gestalt cuenta a nivel internacional con eminentes personalidades de reconocido prestigio entre los que destacaré a: Jean Marie Robine, Brigitte Lapeyronnie-Robine, Gianni Francesetti, Dan Bloom, Margherita Spagnuolo Lobb, Gordon Wheeler, Sylvia Crocker, Philip Lichtenberg, Michael Vincent Miller y Ruella Frank, cuyos artículos, libros y trayectoria académica hablan por si solos del prestigio de una terapia seria, eficaz y con un marco teórico que nada tiene de «mala ciencia» como algunos detractores preconizan.

Si me he decidido a escribir este artículo-réplica es para desmentir varias falsedades vertidas en La mala ciencia de la terapia gestalt, falsedades que con ánimo conciliador preferiría considerar como errores que deben ser aclarados.

Otro motivo es por mi condición de colaboradora habitual en Psyciencia, una publicación en la que me siento cómoda y respetada, y a la que agradezco que nuestra interrelación sea tan entrañable y fluida.

Y ya como tercer motivo, escribo esta réplica porque en el artículo al que contesto aparecen cinco enlaces a otros tantos artículos de mi autoría: Fritz Perls ;  ideología religiosa (denominado así por el autor del artículo);  darse cuenta o awareness ; mindfulness . Todos estos artículos han sido publicados en Psyciencia, y en ellos dejo constancia de mi posicionamiento ecléctico, abierto y también crítico con algunos aspectos de la terapia gestalt. Queda así patente mi ausencia de vinculaciones prosélitas y de mi mentalidad tanto abierta como respetuosa con otras corrientes ajenas a la terapia gestalt.

Dice el artículo de La mala ciencia de la terapia gestalt que es cuestionable su eficacia en base a que «los estudios de eficacia de la TG son escasos y de baja calidad metodológica», un argumento que en cierto modo comparto, pues en múltiples ocasiones he lamentado que en los orígenes de la terapia gestalt, cuando comenzó a decaer el interés por el psicoanálisis mientras emergían nuevas corrientes psicoterapéuticas, la línea humanista e intelectual de la terapia gestalt (que tanto la alejaba del conductismo y de otras nuevas corrientes) mostró muy escaso interés por la realización de artículos científicos que validaran a esta terapia ( aunque sí incontables publicaciones ), tal vez por la inercia a no focalizar la atención en cuantificaciones en una corriente tan vinculada a lo que no es directamente observable o medible.

Esta circunstancia ha determinado que la terapia cognitivo conductual sea el único tipo de psicoterapia cuyos resultados son validados por el método científico. Pero fijémonos bien, ser validados no significa ser los únicos válidos. Con esto se entiende que la eficacia de la TCC tiene el aval de gran cantidad de trabajos clínicos realizados con pacientes, algo que escaseó (y sigue escaseando) en la terapia gestalt y que ha condicionado que adolezca del aval científico del que tanto alardea la TCC, pero no es motivo suficiente para negar de pleno su eficacia y validez como terapia, que la tiene, tanto como contrastada está por la evidencia clínica.

Censurar la «tremenda variación en la técnica o metodología de gestalt aplicada» no es un argumento de consistencia para incapacitar a la terapia gestal

La inadvertencia de los psicoterapeutas de la gestalt para realizar y publicar trabajos ajustados al método científico que validen lo que la práctica clínica confirma, se ha utilizado como un arma arrojadiza por el sector más radical de la TCC en un intento de apropiarse en exclusiva de la psicología clínica.

En el artículo al que respondo, se critica también «que los artículos disponibles de terapia gestalt incluyen en ocasiones aproximaciones humanistas globales, y en otras alguna técnica gestalt concreta, habiendo una tremenda variación en la técnica o metodología de gestalt aplicada», algo que resulta obvio si consideramos que hay distintas orientaciones — o escuelas — en la terapia gestalt del mismo modo que las encontramos en otras ramas de la salud mental.

Pondré como ejemplo los distintos enfoques terapéuticos con los que los psiquiatras de distintas tendencias que utilizan o descartan algunos tratamientos como la utilización o no de litio o de antipsicóticos en depresiones resistentes; la preferencia por uno u otro ISRS en los TOC; y así, tantos y tantos protocolos con los que distintos equipos médicos podrían aplicar distintos tratamientos a un mismo paciente sin que necesariamente uno de ellos fuera el único válido y el resto tuviera que descalificarse.

Censurar la «tremenda variación en la técnica o metodología de gestalt aplicada» no es un argumento de consistencia para incapacitar a la terapia gestalt, ni para desautorizar a ninguna disciplina, pues las discrepancias son muestras de la pluralidad de criterios, pero no premisas de las que se concluya que todo lo que se aleje de una tendencia debe condenarse como anatema o pseudociencia.

A este efecto, remito a un apartado de “La mala ciencia de la terapia gestalt” donde se cita la « terapia de diálogo con la silla vacía », artículo en el que argumento mi disensión con esta técnica sin por ello descalificar a quienes la utilizan. Insisto pues en la importancia de contemplar las discrepancias como una muestra de pluralidad de criterios que enriquece y dignifica la heterogeneidad de cualquier actividad.

Aunque no sea este artículo el contexto más propicio para describir qué es, en qué se fundamenta y cuales son las vertientes de la TG, bueno sería matizar que se trata de una psicoterapia humanista (que algunos incluyen dentro de la psicología existencial) en la que encontramos dos tendencias (o escuelas) bien definidas.

Una de ellas es la escuela ateórica, conocida como de la Costa Oeste, surgida en California a finales de la década de 1950 y principios de la de 1960, a partir del momento en que Frtiz Perls comenzó a considerar la terapia gestalt como una forma de vida más que como un modelo de terapia ajustado al sustrato teórico nacido en 1951.

La segunda tendencia es la escuela teórica, conocida como de la Costa Este ( New York Institute for gestalt Therapy: NYIGT ), que tras la escisión propiciada por Perls se mantuvo fiel al marco teórico contenido en la publicación de terapia gestalt: Excitación y crecimiento de la personalidadhumana  —1951— (Gestalt Therapy: Excitement and Growth in the Human Personality), amplio compendio conocido también como PHG.  A partir de este momento la terapia gestalt se expandió ampliamente, aunque sin hacer ningún esfuerzo por introducirse en los centros académicos. Mientras tanto, la corriente cognitiva de mediados del siglo XX utilizaba las universidades como plataforma y se alineaba con el método científico, algo que los gestálticos no consideraron prioritario y que hoy les pasa factura al recibir del cognitivismo los ataques con los que pretenden desprestigiarla al tildarla de pseudociencia.

Una lamentable consecuencia de esta confrontación conlleva que, si las enfermedades mentales ya de por si sufren un ancestral estigma que repercute en quienes las padecen, y la psiquiatría y los psicofármacos son objeto de ataques por parte de la antipsiquiatría (en la que militan muchos psicólogos contrarios a administrar química a los pacientes), sólo nos falta que también los profesionales de la psicoterapia se juzguen y cuestionen entre ellos, y que los muchos psicólogos cognitivo-conductuales que tras varios años de formación llegan a convertirse en terapeutas gestalt, sean descalificados por la ortodoxia omnisciente de sus compañeros de profesión quienes los tildan de acientíficos adscritos a una pseudociencia.

Seamos claros y valientes. Yo al menos voy a serlo, como también seré crítica al manifestar que el método científico no puede —ni debe— ser utilizado como patente de corso para validar cualquier práctica —sea la que sea— sin antes reconocer que es un método susceptible de falibilidad, subjetividades en su interpretación, manipulación y sometimiento a intereses ajenos a la ciencia como, por ejemplo, los intereses económicos.

En este sentido, un gran porcentaje de la profesión médica es muy crítica al valorar los resultados de ciertos trabajos científicos que cumplen todos los requisitos para serlo —para ser científicos— y que ponderan la bondad de nuevos fármacos. Trabajos tras los cuales muchas veces se esconden sesgos apenas detectables que benefician intereses espurios de la industria farmacéutica.

También es un hecho frecuente que las diferencias entre fármaco y placebo en los trabajos científicos a doble ciego es muchas veces mínima, un detalle cuantitativo en el que la industria farmacéutica no suele enfatizar al centrarse sólo en que los estudios presenten más respuestas favorables al fármaco que al placebo. Todo ello, sin alejarse un ápice de los criterios de la metodología científica de investigación.

Podría incidir en otros detalles como el vicio cultural según el cual a nada se le otorga seriedad ni credibilidad si no está validado científicamente. También la obsesiva cuantificación que convierte en científico sólo aquello susceptible de transformarse en meras estadísticas. Y sobre todo el problema cultural de sublimar la prueba científica como sinónimo de una verdad única y excluyente de cualquier otro planteamiento o enfoque de una hipótesis.

Con todo ello, al final se corre el peligro de confundir algo tan frágil como una mera conjetura estadística, con una prueba contundente de verdad absoluta y única que tanto valdría para la validación de un fármaco o de una terapia, como para negar la bondad y condenar al resto por simple exclusión metodológica.

A título personal, intento ser siempre objetiva, realista y honrada al exponer mis preferencias y criterios. Motivo por el cual también exijo que los demás lo sean conmigo y con aquello en lo que creo. Por ejemplo, no tengo ningún reparo en admitir que muchos trabajos científicos — metodológicamente correctos — equiparan la utilidad de las psicoterapias (incluida la cognitivo-conductual) frente a placebo ( An analysis of psychotherapy versus placebo Studies ), y no por ello me siento agredida, dejo de creer en los beneficios de mi trabajo como terapeuta gestalt, ni tampoco se me ocurre iniciar una cruzada para desprestigiar la metodología científica de unos trabajos por mucho que estos cuestionen la utilidad de mi actividad profesional.

Pondré más ejemplos. Cualquier psiquiatra bien formado y honrado sabe que la hipótesis serotoninérgica de la depresión no está plenamente demostrada. Ni tampoco lo está que utilizar inhibidores selectivos de recaptación de serotonina sean la causa de la elevación de este neurotransmisor en los espacios intersinápticos que justificaría el beneficio de esta familia de antidepresivos.

Pues bien, sigamos siendo honrados y reconozcamos que también el mecanismo de acción de las psicoterapias es desconocido, y que la constatación de que una psicoterapia consigue mejores resultados que el placebo no implica conocer el mecanismo de acción que propicia que esa psicoterapia funcione.

Es imperativo hacer un ejercicio de humildad y autoevaluación antes de emprender un ataque contra alguien o algo que no esté en sintonía con las propias directrices y convicciones

Sin embargo, y pese a todo ello, se siguen utilizando antidepresivos ISRS y se sigue tratando a los pacientes con sesiones de psicoterapia. Y si se hace, es porque ambas herramientas terapéuticas son útiles según demuestra la evidencia, y no utilizarlas sólo porque el método científico no es contundente con el mecanismo que propicia su utilidad, sería tan descabellado como desacreditar a la terapia gestalt sólo porque carece de suficientes trabajos científicos que la avalen, algo que expongo con la misma humildad de la que adolece el artículo al que he intentado responder con esta exposición.

Ya para finalizar, considero una indignidad y una vejación calificar como pseudociencia a la TG, máxime cuando la diferencia entre ciencia y pseudociencia tiende más a ser el resultado de un consenso sociocultural que no una constatación de pruebas, algo que de entrada se da de bruces tanto con la lógica como con lo que podríamos entender por ciencia.

Según Pablo Malo Ocejo, en su artículo El Error de Descartes y de la Terapia Cognitiva «la terapia cognitiva (al igual que los) no es tan específica como se supone y además de trabajar las cogniciones hace muchas otras cosas. Así que una cosa es que un psicofármaco o una psicoterapia funcione y otra que funcionen por las razones que los psiquiatras o psicólogos ofrecen», algo que en modo análogo ha sido ya expuesto anteriormente.

Y sigue diciendo Pablo Malo que:

«… la conclusión que se impone es que la base teórica que sustenta la aplicación de la Terapia Cognitiva es mucho más débil de lo que sus practicantes preconizan. A día de hoy no hay ciencia suficiente que soporte sus presupuestos teóricos. Así que la terapia cognitiva no puede sacar pecho y mirar por encima del hombro a la psiquiatríani tampoco a otras modalidades de terapia, como es la TG»

«… la intervención en un trastorno mental actuando sobre las cogniciones (y en esto vuelve a haber un paralelismo con lo que ocurre con los psicofármacos) tampoco es tan especifica como suponemos y en realidad estamos actuando a otros muchos niveles por lo que en el fondo no sabemos por qué se producen los cambios que apreciamos en el estado mental de la persona».

Podemos concluir que nadie se salva de ser cuestionado. Ni siquiera el método científico es inmune a una crítica o cuestionamiento de su infalibilidad.

Por ello, para que exista una pacífica convivencia entre distintos posicionamientos, escuelas, tendencias y disciplinas en cualquier ámbito del saber, de la ciencia, de la filosofía o hasta del arte, es imperativo hacer un ejercicio de humildad y autoevaluación antes de emprender un ataque contra alguien o algo que no esté en sintonía con las propias directrices y convicciones, y aun más si este ataque parte de la soberbia de creerse en posesión de la verdad desde un sectarismo que valora la validación, la metodología y la estructura del procedimiento por encima de los resultados obtenidos en el bienestar del paciente.

La no demostración de la eficacia de un procedimiento terapéutico no implica que éste sea ineficaz y aun menos una pseudociencia. Si la terapia cognitivo conductual hubiera prescindido de publicar trabajos científicos en las décadas precedente y hoy siguiera siendo tal cual es, no por ello se convertiría en una mala praxis falaz, engañosa o peligrosa. Del mismo modo, que la terapia gestalt no se prodigara en publicar artículos, no es razón para tildarla de pseudociencia.

Artículo publicado en Gestalt Terapia y cedido para su publicación en Psyciencia.com

💌 ¿Te gustó este artículo? Recibe más como este en tu correo. Suscríbete al boletín gratuito.

  • Salud Mental y Tratamientos

La técnica de la silla vacía: ¿Debemos considerarla como un elemento identificativo de la Terapia Gestalt?

  • Clotilde Sarrió
  • 08/05/2017
técnica de la silla vacía

Desafortunadamente, son muchos quienes conocen la Terapia Gestalt sólo por la manida expresión del “aquí y ahora” y por la “técnica de la silla vacía”, una visión reduccionista que infravalora a una seria y trascendente corriente de la psicoterapia que algunos creen estar en condiciones de aplicar tras acudir a un par de seminarios informativos de apenas un fin de semana.

Otro de los errores frecuentes (y también un nuevo cliché reduccionista) es relacionar automáticamente a la Terapia Gestalt con la conocida “oración gestalt” formulada por Fritz Perls en un contexto sociocultural muy concreto, como era el de la sociedad americana de los años sesenta, y que poco o nada tiene que ver con la evolución que ha experimentado la psicoterapia humanista que se practica bien entrado el siglo XXI.

Surge así, como introducción a este artículo, la cuestión de si la técnica de la “silla vacía” tiene —o sólo tuvo— su contexto sociocultural, y si es razonable considerarla como un elemento identificativo, paradigmático e incluso homologable a una corriente humanista tan amplia como es la Terapia Gestalt.

Vayamos pues paso a paso y comencemos por donde se suele empezar cuando se quiere dejar algo claro, en este caso, adentrándonos en los orígenes de la técnica de la silla vacía y en cómo como la incorporó Perls a la Gestalt.

Orígenes de la técnica de la silla vacía

El origen de la técnica de la silla vacía proviene del psicodrama del Jacob Levy Moreno, nacido en Bucarest en el seno de una familia judía sefardí que posteriormente emigró a Viena donde el joven Levy cursó los estudios de Medicina (especializándose en Psiquiatría) junto con los de Matemáticas y Filosofía.

Moreno es sobre todo conocido por ser el creador del psicodrama, una forma de psicoterapia inicialmente concebida como terapia grupal (fue también él quien acuñó el término de “terapia de grupo”) inspirada en el teatro de la improvisación.

Como método terapéutico, el psicodrama consiste en la representación o dramatización por parte del paciente de acontecimientos pasados o futuros, reales o imaginarios, externos o internos, experimentándolos al máximo, como si estuvieran sucediendo en el presente. En estas representaciones se utilizan diversas técnicas dramáticas —guiadas por ciertos principios y reglas— con unos determinados objetivos: darse cuenta de los propios pensamientos, sentimientos, motivaciones, conductas y relaciones, mejorar la comprensión de las situaciones, etc.

Históricamente el psicodrama representa el punto decisivo en el apartamiento del tratamiento del individuo aislado hacia el tratamiento del individuo en grupos, del tratamiento del individuo con métodos verbales hacia el tratamiento con métodos de acción.

El psicodrama pone al paciente sobre un escenario, donde puede resolver sus problemas con la ayuda de unos pocos actores terapéuticos.

J.L. Moreno

Varios modelos terapéuticos han adoptado esta metodología por ser una técnica muy proyectiva e impactante a nivel simbólico.

Introducción a la técnica de la silla vacía

Además de las habituales sillas destinadas al terapeuta y al paciente, en esta técnica entra en escena una tercera silla que nadie ocupa (la silla vacía), y en el transcurso de la sesión se exhorta al paciente a imaginar que está ocupada por “alguien” a quien deberá dirigirse como sí realmente estuviera allí. Podrá sentar en la silla tanto a personas vivas como muertas, del presente o del pasado, e incluso a personajes que sólo existan en sus sueños.

El participante proyecta imaginariamente en la silla vacía a una parte de su personalidad, una persona ausente, un sentimiento o una situación determinada con la que tiene un conflicto, comenzando así un dialogo. A continuación, el paciente, siguiendo la consigna del terapeuta, pasará a ocupar la silla vacía cambiando así de rol. Es decir, se establece un dialogo a expensas de cambiar de sillas y cambiar de roles.

Según los partidarios de esta técnica, esta confrontación permite al paciente enfrentarse a conflictos tanto actuales como del pasado. La intención puede ser, por ejemplo, verbalizar ante la silla vacía algo que no pudo decir en la infancia (por represión, por miedo o por cualquier otro motivo), surgiendo así un “efecto catártico” resolutivo.

Consideremos que también es posible ubicar en la silla no sólo a personas sino también a ciertos rasgos de la personalidad no reconocidos como propios por el paciente, con la finalidad de hacerlos conscientes y poder enfrentarse a ellos. E igualmente sentar en la silla a situaciones que supongan un conflicto, con la intención de teatralizar una escena que se dé con frecuencia en lo cotidiano, y poder contemplarla desde “afuera” con una objetividad que ayude a solventar el problema.

es posible ubicar en la silla no sólo a personas sino también a ciertos rasgos de la personalidad no reconocidos como propios por el paciente, con la finalidad de hacerlos conscientes y poder enfrentarse a ellos

Ya por último, en ocasiones, el terapeuta instará al paciente a que, con un esfuerzo de imaginación, transforme una situación que ha vivido y valore como habrían podido ser las cosas si hubiera reaccionado de un modo distinto.

Para resumir: la silla vacía pretende ser un instrumento a través del cual el paciente pueda escenificar una serie de roles para proyectarse y conseguir efectos catárticos.

Orígenes de la técnica de la silla vacía en la Gestalt

A fin de no mostrarme reiterativa con la historia de la Terapia Gestalt (ya tratada en muchos trabajos anteriores), haré directamente un escueto recorrido a través de las obras de Fritz Perls a fin de ubicar en el tiempo tanto el cuando como el cómo y el por qué de su decisión de incorporar la técnica de la silla vacía.

La intencionalidad de este recorrido bibliográfico es meramente orientativa para entender la metamorfosis experimentada en la mente, los criterios, la ideología, y en suma en la compleja personalidad de una figura como Fritz Perls que, al igual que Sigmund Freud y tantos otros tienen sus luces y sus sombras.

Yo, hambre y agresión (1947)

En esta obra, Perls establece las ideas originales que conformaron las bases de la teoría y la práctica de la Terapia Gestalt.

Se trata de una obra a caballo entre el psicoanálisis ortodoxo imperante en la época y el nacimiento de la Terapia Gestalt en 1951.

Perls planteó unas ideas como un revisionismo al psicoanálisis, ideas que conformarían los cimientos de la Terapia Gestalt: las resistencias orales, el valor positivo de las resistencias, el continuo de la consciencia, el holismo, y la regulación auto-organísmica.

Aunque quien fuera su esposa en esos momentos, Laura Perls, no firmó como coautora, sí que participó activamente en la redacción del texto apoyando profesionalmente a su marido.

Terapia Gestalt: excitación y crecimiento de la personalidad humana (1951)

Con la publicación de Terapia Gestalt: Excitación y crecimiento de la personalidad humana, escrito por Paul Goodman sobre notas manuscritas de Perls, se sientan las bases teóricas de la Terapia Gestalt.

La principal revolución de la Terapia Gestalt fue la transición de un modelo de pensamiento individualista proveniente del psicoanálisis, a un paradigma de campo, en el que ya no era la unidad cuerpo-mente quien sentaba las bases del concepto de holismo al incluirse también el entorno. Con ello, el objeto de la psicología y de la psicoterapia dejaban de ser la psique o el sujeto y pasaba a ser “la experiencia” de la persona que tiene lugar en el campo que constituye un organismo y su entorno.

En 1964, Fritz Perls dejó el Instituto de Nueva York y se trasladó a California. Con la moda del desarrollo personal que se concentraba en la Costa Oeste norteamericana, Perls comenzó a contemplar la Terapia Gestalt como una forma de vida más que como un modelo de terapia. Su primer paso fue incorporarse al Instituto Esalen donde impartió cursos de formación acordes con su nuevo modo de concebir la vida.

Es así como comienza la época californiana de Perls, un referente biográfico a partir del cual abandonó la terapia individual y se mostró partidario de la terapia de grupo.

Perls dio un paso atrás renunciando a sus postulados y retrocediendo de nuevo al individualismo intrapsíquico, algo que no compartieron sus más íntimos colaboradores y cofundadores de la Terapia Gestalt

En esta época Perls, llevó a cabo su actividad profesional a través de unos llamativos y pintorescos talleres públicos en Esalen en los cuales renunció a los conceptos de campo y de contacto (introducida en Terapia Gestalt: Excitación y crecimiento de la personalidad humana) y experimentó una regresión (en su forma de trabajar) al evolucionar hacia la esfera de lo intrapsíquico. Es decir, del mismo modo que en su momento la innovación que aportó Perls fue pasar del paradigma individualista del psicoanálisis a un paradigma de campo, Perls dio un paso atrás renunciando a sus postulados y retrocediendo de nuevo al individualismo intrapsíquico, algo que no compartieron sus más íntimos colaboradores y cofundadores de la Terapia Gestalt.

A título anecdótico, circula el comentario que al igual que para Freud, situarse de espaldas al paciente le ayudaba a compensar alguno de sus miedos a enfrentarse a él, también se especuló con que Perls tenía tanto miedo a la relación, y sentía tanta angustia frente el nosotros, que éste tal vez fuera el motivo que le impulsó a escribir su famosa oración gestalt.

Isadore From se refirió a algunos de estos breves talleres de Fritz como terapias “hit-and-run” (relámpago):

Es lo que hizo Perls los últimos años de su vida: daba demostraciones, pequeñas instantáneas de la Terapia Gestalt. No hacía Terapia Gestalt: ¡no se puede hacer terapia en 15 o 20 minutos!.

Fueron este tipo de demostraciones que Perls hacía en Esalen —efectistas y hasta circenses— las que aun hoy contribuyen a la confusión de identificar la Terapia Gestalt con unas técnicas y experimentaciones catárticas y espectaculares. Craso error que es mi intención desmentir al matizar que, en todo caso, a partir de la metamorfosis involutiva experimentada por Fritz Perls en su etapa californiana, la Terapia Gestalt se escindió en dos corrientes. Una de ellas siguió fiel a sus orígenes y la constituyeron tanto su esposa Laura (de quien se acabó separando), Paul Goodman así como el resto de miembros pertenecientes al llamado grupo de los siete. La otra corriente, fue la que emprendió Perls en la California hippy de los sesenta tras renunciar ya no sólo al paradigma de Campo, sino a la Teoría del Self y al sustrato teórico plasmado en la obra de referencia “Terapia Gestalt: excitación y crecimiento de la personalidad humana” (1951), coloquialmente conocida como el PHG por las iniciales de sus creadores: Perls, Hefferline y Goodman.

Este punto de inflexión en la vida profesional de Fritz Perls, marca la escisión de lo que, a partir de entonces, serían las dos corrientes de la Terapia Gestalt que aun hoy dividen a esta disciplina: la Gestalt Ateórica de Costa Oeste y la Gestalt Teórica de Costa Este. Esta última corriente es fiel a los orígenes plasmados en el PHG publicado en 1951, y es la que suscribo y aplico en mi práctica profesional.

Dentro y fuera del tarro de la basura (1969)

Obra autobiográfica de Perls en la que en un lenguaje multifacético, a veces poético, y otras rigurosamente científico, va jugando con sus recuerdos y reflexiones que conforman la experiencia de su vida, a la luz de los orígenes y constante desarrollo de la Terapia Gestalt. Así mismo se encuentran pasajes en los que trata los orígenes y el desarrollo de la Terapia Gestalt.

En este libro, y en palabras del propio Perls, aparece el término de la “silla vacía”, así como los términos con los que él mismo denomina a sus demostraciones públicas: “funciones” y “circo”.

Mis seminarios los hago abajo en la posada, las sesiones de grupo las hago en esta sala. Mi único contacto con gente no profesional es en los seminarios de fin de semana y, al igual que las demás “funciones” donde aparezco, están muy de moda. A pesar de todo acepto entre 70 y 80 personas. A esto le llamo mi Circo. Uno esperaría que con tanta gente y en tan corto tiempo bien poco se pueda lograr. Por el contrario, hago experiencias colectivas que todos en puede participan, pero fundamentalmente me dedico a trabajar con una sola persona a la vez. Para esto necesito: 1) Mi destreza 2) Un pañuelo 3) La silla caliente (hot seat) 4) La silla vacía 5) Mis cigarrillos 6) Un cenicero

Fritz Perls

Asimismo Perls, personaje complejo donde los haya, nos ofrece pinceladas de su personalidad. Una identidad en cierto modo “egotista” y narcisista.

La mayor situación inconclusa de mi vida, es no haber tenido un encuentro hombre a hombre con Freud y no haber podido mostrarle sus equivocaciones. Había intentado hacer del psicoanálisis mi hogar espiritual, mi religión.

En realidad esto de recolectar recuerdos para dar luz a los años de mi niñez es una confabulación. No hago esto sólo para mí, sino más bien lo hago para un auditorio “como si” alguien me hubiera pedido que escribiera mi autobiografía, “como si” debiera buscar, al igual que Freud, las explicaciones a todo.

Fritz Perls

Sueños y existencia (1969)

En este texto se encuentran una serie de transcripciones textuales de sesiones y de seminarios de grupo (realizadas en el Instituto de Esalen —California—, entre los años 1966 y 1968).

Consta de dos partes:

  • En la primera parte se encuentran las transcripciones de los seminarios en los cuales Perls explica lo que constituye las bases de su terapia y los principios organísmicos que la inspiran.
  • En la segunda parte, el tema central son los sueños. Más que mensajes existenciales que nos suceden cada noche a todos no, Perls muestra mediante casos individuales, su modo original de trabajar los sueños. Lejos de interpretarlos y de elaborar teorías sobre ellos (como en el psicoanálisis), simplemente ayuda al sujeto a descubrir el mensaje que para él encierran.

El enfoque guestáltico. Testimonios de terapia (1976)

Último libro de Perls en el que su objetivo fundamental es dejar bien asegurada su teoría sobre la neurosis y sobre el proceso terapéutico.

Consta también de dos partes, y en la segunda parte se encuentran algunas transcripciones de sus propias sesiones terapéuticas, donde se refleja su enfoque.

Todo enfoque razonable de la psicología que no esté escondido tras la jerga profesional debe ser comprensible al lego inteligente y basarse en los hechos de la conducta humana.

Fritz Perls

Incorporación de la técnica de la silla vacía por Perls

Como hemos visto a través del recorrido por la bibliografía de Perls, éste incorpora la técnica de la silla vacía, en la última etapa de su vida y fundamentalmente en los talleres públicos que realiza.

Los trabajos de Perls en esta época se encuentran recogidos tanto en sus obras mencionadas anteriormente Sueños y existencia y El enfoque guestáltico. Testimonios de terapia, como en películas y videos.

La mayor parte de los trabajos de Perls que se encuentran en estas obras, son sesiones en las que utiliza la técnica de la “silla vacía”.

Cuando Perls realizaba sus demostraciones públicas, tenía frente a sí dos sillas:

  • “Hot Seat” o “Silla Caliente”, era la silla en la que se sentaba la persona que salía a trabajar.
  • “Empty Chair” o “Silla Vacía”, era la silla donde a lo largo del trabajo se sentaban las personas imaginarias con quienes se establecía un diálogo o los aspectos de uno mismo proyectados en dicha silla.

Laura Perls, sobre la silla vacía:

Eso es un óptimo método para los talleres demostrativos, pero no se puede conducir de ese modo una terapia entera; y sin embargo, hay gente que lo hace. Pienso que es muy limitador, además de ser perjudicial.

Fritz estaba orientado, mucho más analíticamente de lo que él se daba cuenta. Pienso que la ‘silla caliente’, la ‘silla vacía’ y la dirección del paciente hacia su propia interpretación es una especie de libre asociación dramatizada así él podía no entrometerse y dar solamente ciertas direcciones o consignas. Eso provenía parcialmente de su experiencia pre psiquiátrica en el teatro, durante varios años en la Escuela de Reinhardt.

Argumentos a favor de la utilización de la técnica silla vacía

Los argumentos que aducen quienes utilizan la técnica de la silla vacía son la posibilidad de que la persona pueda proyectar en ella aquellos aspectos de su personalidad no aceptados como propios, una persona ausente, un sentimiento o una situación determinada con la que se tiene un conflicto, todo ello con la finalidad de integrarlos.

aunque las experimentaciones en general funcionen bien en los grupos, en terapia individual pueden resultar perturbadoras, avergonzantes e invasivas

Existe la creencia de que hay que aceptar las emociones para ser una persona más completa y feliz, pero ¿qué sucede cuando la persona no puede —¡ojo! no digo “no quiere”— hacerlo?

Quizás aquí se encuentre el “quid” de la cuestión.

Cada uno de nosotros tenemos una manera personal y peculiar de ser y de estar en el mundo. Es a lo que llamamos “nuestra experiencia”.

Frente a esto formulo dos hipótesis:

  1. Puede que la experiencia de la persona en un momento determinado de su vida se encuentre conformada por un síntoma —por ejemplo por un trastorno obsesivo compulsivo— que le impida relacionarse con su entorno de un modo saludable. En estos casos habrá que tener en cuenta este síntoma como un ajuste creador. Entiendo que el síntoma como ajuste creador, es la única posibilidad que ha tenido el individuo para sobrevivir a su entorno, y con toda seguridad, este síntoma cumple una función única y exclusivamente para él.
  2. Puede que la experiencia de la persona sea la de no aceptar aspectos de su personalidad como propios. Podemos entender que quizás esos aspectos puedan tener como contenido un introyecto y que sean proyectados fuera de sí mismo por la imposibilidad de aceptarlos.

Teniendo en cuenta estas dos hipótesis, si sentamos a una persona a entablar un dialogo con un aspecto suyo no reconocido, proyectado a través de un síntoma:

  • ¿Estaremos invalidando la experiencia del paciente?
  • ¿Fenomenológicamente, estaremos interfiriendo en su experiencia?
  • ¿Qué nos puede estar diciendo el paciente a través de ese síntoma?
  • ¿Qué ha contribuido en la experiencia del paciente con su entorno para que surja ese síntoma?

En base a lo argumentado, y sin ánimo alguno de estar en posesión de la verdad absoluta, considero personalmente innecesario en mi práctica clínica utilizar la técnica de la silla vacía, algo que además dudo que muchos de mis pacientes aceptaran sin reticencias, por las dificultades inherentes que les pudiera representar realizar un esfuerzo para que el que crean carecer de habilidades o incluso les predisponga a sentirse avergonzados.

Por mi formación en el marco teórico de la Terapia Gestalt, mi vinculación a la fenomenología me ha enseñado a respetar la experiencia del otro y a no hacer intrusiones en la misma. Determinadas prácticas, técnicas o experimentaciones son muy intrusivas, y aunque las experimentaciones en general funcionen bien en los grupos, en terapia individual pueden resultar perturbadoras, avergonzantes e invasivas.

Como terapeuta, considero prioritario en el tiempo que dedico a escuchar al paciente, descubrir cuáles son sus fronteras, y paulatinamente ir introduciendo la novedad, siempre sin prisas. Procuro que lo que suceda en cada sesión se adapte a un límite soportable para el paciente. En ocasiones, podrá darse el caso de que lo que yo considere una pequeña novedad resulte insoportable para la persona tengo sentada delante de mí, o que por el contrario, su actitud me indique que no hay problema en que sigamos avanzando. En cualquier caso, y ante cualquier duda, la dirección a seguir siempre nos la ofrecerá el paciente.

De una manera muy escueta, podemos considerar que en la Terapia Gestalt, mediante un aprendizaje progresivo de la novedad, el paciente descubre otra forma de funcionar de la que él utilizaba antes de iniciar la terapia. Es decir, el terapeuta que permanece atento en la relación terapéutica a lo que ocurre en el momento presente, le es más fácil contribuir a la construcción de las figuras a partir del material que el paciente trae o vive en su experiencia en el aquí y ahora.

Es un objetivo primordial del terapeuta Gestalt actuar a nivel de las perturbaciones de la frontera de contacto, de forma que el proceso de ajuste creativo del paciente reemplace a las relaciones neuróticas establecidas en sus interacciones entre él y su entorno.

Para ello adoptamos una posición dialógica, intermedia entre la neutralidad del analista en el psicoanálisis y del directivismo de las terapias conductuales.

El terapeuta Gestalt necesita identificar si las funciones temporales del self (función ello, función yo y función personalidad) se encuentran en alianza unas con otras y fundamentalmente cómo las funciones ello y personalidad puedan estar al servicio de la función yo.

Frente a la situación de urgencia crónica y de baja intensidad que constituye la experiencia neurótica, la experiencia terapéutica propone una situación de urgencia experimental, segura y de fuerte intensidad. Es, además, esta dialéctica la que justifica el empleo de lo que designamos en Terapia Gestalt con el término de experimentación y que constituye una de las características importantes de nuestro método: la experimentación no es otra cosa que la réplica experimental de la experiencia del sujeto en un campo diferente, ya que el terapeuta sabe variar los parámetros con un objetivo de toma de consciencia.

Jean-Marie Robine

Bibliografía:

  • Perls F. S. (2007) Yo, hambre y agresión. Los libros del C.T.P
  • Perls F., Hefferline R. ,Goodman P. (1951) Terapia Gestalt: Excitación y crecimiento de la personalidad humana. Los libros del C.T.
  • Perls F. S. (1969) Dentro y fuera del tarro de la basura. Santiago de Chile. Ed. Cuatro Vientos.
  • Perls F. S. (1974) Sueños y Existencia. Santiago de Chile. Ed. Cuatro Vientos.
  • Perls F. S. (1976) El enfoque guestáltico y Testimonios de terapia. Santiago de Chile. Ed. Cuatro Vientos.
  • Perls, L. (1994) Viviendo en los límites. Valencia. Ed. Promolibro.
  • Robine, J-M. (1997) Contacto y relación en Psicoterapia. Santiago de Chile. Ed. Cuatro Vientos.
  • Stoehr, Taylor. (1999) Aquí, ahora y lo siguiente: la terapia gestalt en tiempos de crisis mundial. Santiago de Chile. Ed. Cuatro Vientos
  • Wheeler, Gordon. (2002) La Gestalt reconsiderada. Un nuevo enfoque del contacto y de las resistencias. Madrid. Ed. Soc. de Cultura Valle-Inclán. Los Libros del CTP.

Imagen: Pexels

 

💌 ¿Te gustó este artículo? Recibe más como este en tu correo. Suscríbete al boletín gratuito.

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Los cuentos populares y su función terapéutica en los niños

  • Clotilde Sarrió
  • 09/09/2016

¿Qué son los cuentos de populares?

Los cuentos populares son narraciones extraordinarias, por lo general breves, transmitidas por tradición oral, que relatan hechos imaginarios donde los personajes no son sólo humanos sino también, criaturas fantásticas (duendes, gigantes…) e incluso animales que hablan y razonan. Los cuentos suelen presentarse en múltiples versiones y aunque coincidan en su estructura, difieren en los detalles accesorios e incluso en el desenlace según sea el país o región donde se relaten.

Al igual que sucede en el mundo de los sueños, las aventuras narradas en los cuentos infantiles trascienden del tiempo y del espacio.

En muchas ocasiones los autores de estos relatos son desconocidos aunque suelen atribuirse a escritores que realizaron la tarea de recopilar estas historias breves, destinadas para ser contadas a los niños y que han sido transmitidas de generación en generación a lo largo de los siglos.

Muchos de los cuentos clásicos provienen fundamentalmente de las siguientes obras:

  • Las “Historias y relatos de antaño”, más conocido como los “Cuentos de mamá ganso”, libro publicado en 1697 por el francés Charles Perrault, quien dio forma literaria a varios cuentos clásicos infantiles. Una de las características de los cuentos de Perrault es, que al final de cada relato, se incluye una moraleja o enseñanza que hace referencia y sirve de conclusión moral al contenido de la historia. La fuente de estos cuentos es la tradición popular.
  • Los “Cuentos de la infancia y del hogar” de los alemanes Hermanos Grimm (Jacob y Wilhelm Grimm) —publicados entre 1812 y 1822— tienen como característica fundamental ser la primera recopilación y transcripción de los cuentos de tradición oral más populares de Europa. Son más conocidos como: “Los cuentos de hadas de los hermanos Grimm” y su gran mérito fue mantener el carácter original de los relatos, preservando la viveza y frescura popular al renunciar a la tentación de hacer con ellos una reelaboración literaria.
  • Los “Cuentos de hadas” del escritor danés Hans Christian Andersen, son una amplia colección de cuentos –168 cuentos– de hadas publicada entre 1835 y 1872. Incluye relatos propios del autor como El patito feo, La sirenita, El soldadito de plomo, o El sastrecillo valiente. Muy a pesar de la creencia de que sean una transcripción de relatos populares anónimos, todos estos cuentos son obra de la imaginación de Andersen. Estos cuentos tienen como escenario lugares donde se funde la realidad con la fantasía y en los que surgen historias (por lo general dotadas de cierto sentido del humor) en las que los sentimientos tienen un valor preponderante. Los protagonistas son, por lo general, personajes cotidianos (Pulgarcito o El sastrecillo valiente), animales (El patito feo), o bien objetos animados (El soldadito de plomo).

La función terapéutica de los cuentos infantiles

Al referirnos a la función terapéutica de los cuentos infantiles lo hacemos en base a dos aspectos:

  • Los cuentos reflejan las experiencias, pensamientos y sentimientos de los niños.
  • Los cuentos ayudan al niño a superar sus ataduras emocionales a través de un lenguaje simbólico adecuado a las singularidades de su psique, e inciden en todas las etapas —periodos o fases— que tienen lugar a lo largo de la infancia.

Cuando el niño lee o escucha un cuento popular, pone en juego el poder de su fantasía y, en el mejor de los casos, logra una identificación al reconocerse a sí mismo en el personaje central, en sus peripecias y en la solución de las dificultades que se interponen en su camino.

Los cuentos permiten al niño trabajar con sus conflictos internos y es por ello que, con mucha frecuencia, suelen pedir al adulto que les cuente una y otra vez el mismo cuento, ya que es a través de la reiteración como pueden darle sentido y elaborarlo hasta cerrar la historia al extraer sus propias conclusiones —o enseñanza— al tiempo que fomentan y ejercitan su imaginación y creatividad.

Bruno Bettelheim: “Psicoanálisis de los cuentos de hadas”

bruno-bettleheim

Bruno Bettelheim. “Psicoanálisis de los cuentos de hadas”

Bruno Bettelheim ((1903-1990) ) fue un psicólogo y psicoanalista austriaco que dedicó gran parte de su vida a dirigir, en la Universidad de Chicago, una sección que hacía las funciones de hogar para niños emocionalmente perturbados. Escribió libros acerca de la psicología normal y anormal de los niños y se interesó especialmente en el autismo.

Termina de leer este artículo en Gestalt Valencia, el blog especializado de Clotilde Sarrió.

 

💌 ¿Te gustó este artículo? Recibe más como este en tu correo. Suscríbete al boletín gratuito.

  • Salud Mental y Tratamientos

El “darse cuenta” o awareness en Terapia Gestalt

  • Clotilde Sarrió
  • 21/07/2016
"darse cuenta" en Terapia Gestalt

Para hablar del “darse cuenta” o “awareness” será necesario aclarar, en primer lugar, que el término awareness no tiene su equivalente en castellano y que su raíz se encuentra en las palabras anglosajonas –gewaer (conocimiento de una amenaza exterior), y a su vez –wary (prudencia, cautela).

Conceptualmente, el sentido del awareness lleva implícito un darse cuenta a nivel perceptivo y sensorial.

El darse cuenta en Perls y Goodman:

Perls y Goodman (1951) al tratar de cuál es el sujeto-objeto de la Psicología, introducen el término “awareness” –darse cuenta–concediendo especial relevancia al contacto, fundamentalmente a la experiencia que se produce en la frontera-contacto en la interacción entre el organismo y el entorno.

Todos estos contactos en acción son el sujeto-objeto de la psicología. (Lo que se llama “consciencia” – consciousness– parece ser un tipo especial de consciencia inmediata –awareness–, una función de contacto cuando se producen dificultades y retrasos en el ajuste)

 Unas líneas más arriba de esta cita, los autores relacionan el awareness con el contacto:

El contacto es el awareness del campo o la respuesta motriz en el campo

Perls, Hefferline y Goodman

 El consciousness es la consciencia reflexiva que nos pone en contacto con una representación tanto del entorno como de nosotros mismos y no con la “realidad” –entendida siempre como una realidad fenomenológica subjetiva, (para mi, en este momento) y no como la realidad objetiva y total–. La consciencia reflexiva puede interrumpir el libre funcionamiento entre el organismo y el entorno. Es decir, el consciousness, se encuentra relacionado con el conocer.

El darse cuenta en Jean-Marie Robine

El awareness es el conocimiento inmediato e implícito del campo

Jean-Marie Robine

 El conocimiento inmediato e implícito en el campo –el “darse cuenta”– al que hace referencia Jean-Marie Robine, incluye la experiencia en el campo organismo/entorno. Es un proceso que consiste en estar en un estado atento y vigilante, que es a la vez motriz y sensorial, respecto a la experiencia nueva que está sucediendo y, permitiendo al mismo tiempo, la construcción de las relaciones figura/fondo.

  • El conocimiento inmediato hace referencia a todas aquellas sensaciones, percepciones, propiocepciones… que tienen lugar en el momento presente. En el “aquí y ahora”.
  • El conocimiento implícito es un conocimiento sin elaboración previa al que no se puede acceder de una forma explícita. Cuando este conocimiento —implícito— se verbaliza mediante la palabra, se convierte en explícito y por lo tanto en conciencia reflexiva –consciousness–.

El darse cuenta –awareness– se produce en la frontera-contacto. Tiene lugar en el presente, en el aquí y ahora, y capta la actualidad del contacto aunque se presenten elementos del pasado y del futuro. Se trata de una experiencia subjetiva e implica la formación de una figura saliendo del fondo en el proceso de contacto.

Lo que constituye la figura awareness es una percepción, una imagen, una intuición viva y clara  es la figura sobre un fondo

el conocimiento inmediato e implícito del campo necesita de una atención espontánea, un compromiso sensorial y motor en la situación

Jean-Marie Robine

 El darse cuenta –awareness– implica, en la relación terapéutica, ayudar al paciente a darse cuenta y que ponga palabras a sus sensaciones, percepciones… que estén produciéndose en el momento presente en la situación. El awareness también implica, con respecto al terapeuta, el darse cuenta de la experiencia que está sucediendo dentro del campo terapeuta-paciente en la relación.

Así como el consciousness se encuentra relacionado con el conocer, el darse cuenta–awareness– se encuentra relacionado con el comprender.

El darse cuenta es nuestra sensación de la situación, es el fondo sensible de nuestra experiencia en el momento presente.

No hay awareness sin contacto, pero puede haber algunos contactos sin awareness

Perls, Hefferline y Goodman

El darse cuenta en Perls: “Yo, Hambre y Agresión”

Perls en “Yo, Hambre y Agresión” (1942), contemplaba tres formas del darse cuenta:

  • El darse cuenta del sí mismo o de la zona interna. Comprende todas aquellas
sensaciones, emociones y sentimientos que suceden dentro de nosotros, en nuestro organismo. Nos permite 
ponernos en contacto con nosotros mismos.
  • El darse cuenta del mundo o de la zona externa. Nos permite ponernos en contacto con los objetos y acontecimientos del 
mundo que nos rodea, de todo aquello que está fuera y de lo que ocurre más allá
 de nuestra piel. Tiene relación con el contacto sensorial.
  • El darse cuenta de la fantasía o zona intermedia. Incluye toda la actividad 
mental que va más allá de lo que sucede en el presente (recuerdos, fantasías, pensamientos,…). Nos permite ponernos en
contacto con nuestras fantasías.

Para estas tres zonas, Perls sugería trabajar con el continuum de consciencia o continuum del darse cuenta.

El continuum del darse cuenta es un flujo permanente de sensaciones, sentimientos e ideas que constituye el fondo sobre el cual destacan las principales figuras emergente de nuestro interés en una situación. La consciencia progresa sin parar, se alimenta de lo que tiene alrededor, es continua, y por tanto es corriente de consciencia.

Perls introduce el término de “vacío fértil” como condición del darse cuenta –awareness–. Considera que estar vacío es un estar abierto a todas las posibilidades, permitiendo que el desarrollo de la gestalt emergente abarque todos los aspectos del campo. Para Perls, en el “vacío fértil” algo puede surgir, no existe más que el proceso en curso.

Esta forma en que Perls contempla el darse cuenta es una manera de disociar el cuerpo de las emociones, de las sensaciones… Mientras que en la obra posterior de 1951, Goodman insiste en la función integradora del darse cuenta –awareness–.

En definitiva, el “darse cuenta” es una forma de conocer un poco más a propósito de nosotros mismos, es saber qué sentimos, qué percibimos, teniendo en cuenta lo que nos sucede tanto a nivel corporal como a nivel mental. El darse cuenta es identificar qué nos gusta y qué nos desagrada, es poder conocer de nuestra particular forma de hacer las cosas, de nuestras habilidades…

Artículo previamente publicado en Gestalt Terapia, el blog especializado de Clotilde Sarrió y cedido para su publicación en Psyciencia.com

Bibliografía:

– Perls F. S. (2007) Yo, hambre y agresión. Los libros del C.T.P

– Perls F., Hefferline R. ,Goodman P. (1951) Terapia Gestalt: Excitación y crecimiento de la personalidad humana. Los libros del C.T.P

– Robine, J-M. (1997) Contacto y relación en Psicoterapia. Santiago de Chile. Cuatro Vientos.

💌 ¿Te gustó este artículo? Recibe más como este en tu correo. Suscríbete al boletín gratuito.

  • Artículos Recomendados de la Web

¿Están los psiquiatras y los psicoterapeutas tan locos…? – Gestalt Terapia

  • Clotilde Sarrió
  • 23/06/2016

El médico psiquiatra Alberto Soler Montagud, escribió para Gestalt Terapia, el blog de nuestra querida colega Clotilde Sarrió, un amplio artículo sobre la popular idea de que los psiquiatras y psicólogos somos unos tipos raros que estamos más «locos» que las demás personas.

En el artículo de Soler Montagud, se exploran varias investigaciones sobre la incidencia del suicidio y trastornos mentales dentro de la población de psiquiatras y el efecto de la relación terapéutica en la vida de los profesionales de la salud mental.

Sin duda, es un artículo que los psicólogos, psiquiatras y profesionales de la salud mental debemos leer y debatir.

Aquí una de las partes que más me gustó:

Gran parte de culpa de este contexto de prejuicios la tienen los movimientos más extremistas de la antipsiquiatría —y también de la contrapsicología— así como el estigma social que desde siempre ha recaído sobre el enfermar de la mente, una lacra que repercute en los profesionales que tratan estas patologías.

Como resultado, la figura del psiquiatra se suele contemplar con recelo y es a veces objeto de chistes y comentarios pretendidamente graciosos, tanto que es habitual llamarles loqueros a nivel popular, quien sabe si como una vía de escape del subconsciente para compensar el miedo a la locura, una constante en la historia de la humanidad que casi siempre ha considerado a los trastornos mentales como un descrédito vergonzante que es mejor mantener oculto.

Como prueba de la aversión popular a los trastornos mentales, no hay mas que comprobar que, así como a casi nadie le molesta decir que es hipertenso o que toma pastillas para la presión arterial, pocos reconocen con naturalidad que padecen un trastorno mental o bien que toman psicofármacos.

Algunas conclusiones:

Por todo ello, afirmar con ligereza que los psiquiatras son unos “tipos raros que están tan locos o aun más que sus pacientes” es una leyenda que confirma el estigma que recae sobre las enfermedades mentales, la incomprensión a la labor de los profesionales que las atienden y la falta de cultura sanitaria por parte de la población general.

Si bien es cierto que, estadísticamente hay una mayor probabilidad de que un psiquiatra sufra una enfermedad mental —o hasta se suicide— si se les compara con quienes ejercen otras especialidades, nada dicen las estadísticas acerca de que esos psiquiatras y psicoterapeutas considerados raros —y hasta locos— sean unos excelentes profesionales dotados de algo tan inusual como es la combinación de unos conocimientos científicos que, en su caso, se amalgaman con la actitud humanista con que confrontan la mente frente al cerebro, la humanización frente a deshumanización, la emoción frente a los neurotransmisores y la sensación pura e intangible frente al soma neuronal biológicamente demostrable e incuestionable en su funcionalidad.

Lee el artículo completo en Gestalt Terapia.

💌 ¿Te gustó este artículo? Recibe más como este en tu correo. Suscríbete al boletín gratuito.

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Diferencias entre pensamiento, sentimiento, emoción y sensación desde la terapia gestalt 

  • Clotilde Sarrió
  • 28/04/2016

Previamente a la conceptualización y diferenciación entre estas entidades, será bueno aclarar que la sensación, la emoción y el sentimiento son términos que pueden ser fácilmente confundidos debido a que, coloquialmente se suelen emplear indistintamente, sobre todo los vocablos emoción y sentimiento.

Sensación

La palabra sensación (del latín sensatio), aunque tiene varias acepciones, nos interesa en el significado que alude a la impresión producida por algo y que es captada por los sentidos. En Terapia Gestalt, la sensación tiene que ver con el contacto inicial que se establece entre el organismo y el entorno, y son los diferentes tipos de reacciones que describimos en términos corporales, es decir, es la reacción fisiológica que deja huella a nivel corporal.

Pensamiento

El pensamiento (o cognición) es un fenómeno psicológico racional y complejo que expresa la capacidad mental que todos los seres humanos tenemos para ordenar, dar sentido e interpretar la información disponible en nuestra mente de la realidad percibida, y a partir de ello crear nuestros conceptos. Dependiendo de la interpretación o del sentido otorgado a los pensamientos, éstos podrán conceptualizar nuestra experiencia o realidad de un modo o de otro, e incluso activar determinados sentimientos.

Emoción

El vocablo emoción proviene del latín emotio que deriva a su vez del verbo emovere. Tiene las acepciones de mover, remover, así como la de turbación y agitación del ánimo. Las emociones son el resultado de la evaluación de una situación por parte del organismo. Tanto las emociones como todas las reacciones corporales asociadas a ellas, sirven de base para los mecanismos básicos de la regulación de la vida, es decir, se encuentran fundamentalmente al servicio de la supervivencia. Las emociones son intensas y de corta duración, preceden al sentimiento y dependen de las sensaciones y de las percepciones.

Para la Terapia Gestalt, la emoción es:

“ la conciencia inmediata e integradora de la relación entre el organismo y el entorno. (Es la figura en primer plano de varias combinaciones de propiocepciones y de percepciones). Por conciencia inmediata entendemos la experiencia sentida vivencialmente de lo que ocurre en la interacción entre la persona y su entorno. Como tal, es una función del campo”

Perls, Hefferline y Goodman

“La emoción es una unificación, o tendencia unificadora, de determinadas tensiones fisiológicas con las situaciones del entorno Da, por lo tanto información sobre lo que ya está aquí, y sobre los objetos apropiados a las necesidades”

Jean-Marie Robine

Es importante la idea introducida por Jean-Marie Robine de que la emoción no surge simplemente como una reacción frente a algo, sino que tiene una intencionalidad, es decir, busca la satisfacción de una necesidad.

Sentimiento

El sentimiento es un estado del ánimo producido por ciertas causas (alegres y felices, o dolorosas y tristes) que lo impresionan.

El sentimiento surge como resultado de una emoción que permite que el sujeto sea consciente de su estado anímico.
El sentimiento es la representación y la elaboración cognitiva de determinadas experiencias como: las emociones, las percepciones, el estado del cuerpo, los recuerdos y los pensamientos del estado del cuerpo en un proceso reactivo.

Termina de leer el artículo completo en Gestalt Terapia, el blog especializado de la terapeuta Clotilde Sarrió.

💌 ¿Te gustó este artículo? Recibe más como este en tu correo. Suscríbete al boletín gratuito.

  • Artículos de opinión (Op-ed)

Dependencia emocional y Terapia Gestalt

  • Clotilde Sarrió
  • 14/03/2016

Existe una desmesurada necesidad, casi una exigencia, de no depender de nada ni de nadie, de ser totalmente autónomos, y resulta curioso que la sola mención de la palabra “dependencia” lleve aparejada una connotación intensamente negativa. Me pregunto el por qué de esa tendencia y concluyo que hay una propensión a contemplar la parte negativa de este vocablo al asociar el término dependencia con el estilo de la personalidad dependiente, con la dependencia a sustancias (drogas o alcohol) conocida como “co-dependencia” y también con la dependencia asociada a las relacionas de pareja, fundamentalmente la relacionada con la violencia de género.

No se tiene en cuenta que, ya desde el momento en que somos concebidos hasta el nacimiento y posterior desarrollo evolutivo, todos nos encontramos en una situación de dependencia, directa o indirecta, con alguien o con algo: con nuestros progenitores, con otras personas, con el aire que respiramos, con los alimentos que posibilitan el saludable desarrollo de nuestro organismo, circunstancias de las que se colige que como seres sociales que somos, necesitamos de la dependencia para sobrevivir.

De entrada, diferenciaré dos formas de dependencia:

  • Dependencia sana, saludable y positiva que lleva implícita un denominador común de: intimidad, igualdad, autonomía y libertad.
  • Dependencia tóxica, malsana y negativa en la que se encuentran excluidos de la relación los términos anteriormente mencionados de intimidad, igualdad, autonomía y libertad.

Para clarificar estos términos, que en ocasiones inducen a confusión, pasaré a diferenciar cuatro conceptos: dependencia, co-dependencia, inter-dependencia y finalmente in-dependencia.

 ¿Qué es la dependencia?

Una primera acepción o significado del término “dependencia” hace referencia a toda relación que implique la subordinación de un inferior a un superior. Una segunda acepción hace referencia a la existencia de un vínculo en una relación afectiva.

La OMS, en 1980, definió la dependencia como la «restricción o ausencia de la capacidad de realizar alguna actividad en la forma o dentro del margen que se considera normal».

En 1998, el Consejo de Europa describió la dependencia como el estado en que se encuentran ciertas personas que «por razones ligadas a la falta o la pérdida de capacidad física, psíquica o intelectual tienen necesidad de asistencia o ayudas importantes para realizar las actividades de la vida diaria».

En base a estas definiciones, habría que distinguir entre:

  • Dependencia funcional. Su característica fundamental radica en la falta de autonomía física o motora de la persona para poder desenvolverse con total autonomía y la necesidad de asistencia por parte de otros o la ayuda de un objeto.
  • Dependencia relacional. Implica la existencia, a priori, de una relación afectiva (amistad, pareja) que da lugar a un vínculo entre dos personas. Las características fundamentales de esta dependencia relacional son: protección, apoyo, ayuda mutua y el sometimiento de una parte a la voluntad de la otra.
  • Dependencia de sustancias. Es un patrón desadaptativo a sustancias que conlleva un deterioro o malestar clínicamente significativos, expresado por la tolerancia o necesidad de incrementar la dosis que se administra para alcanzar los mismos efectos que anteriormente se conseguían con dosis menores y la dependencia propiamente dicha, un estado que impulsa al adicto a seguir consumiendo para evitar los síntomas que resultan de la abstinencia. Existen dos tipos de dependencias: dependencia física, caracterizada por una serie de trastornos fisiológicos adversos derivados de la falta de consumo, y la dependencia psicológica consistente en un sentimiento de satisfacción y el deseo de repetir la experiencia con la droga para evitar el malestar que produce no administrársela.

No debe confundirse la dependencia de sustancias con el abuso de sustancias. El abuso de sustancias es un patrón desadaptativo del uso de sustancias acompañado de consecuencias adversas que siguen al uso repetido de la sustancia y que no incluye ni la tolerancia ni la abstinencia.

¿Qué es la dependencia emocional?

La dependencia emocional o afectiva, está relacionada con las emociones, con los afectos y con la capacidad/calidad para establecer vínculos significativos con otras personas. Implica por lo tanto una relación previa afectiva.

Antes de adentrarnos en la descripción de la dependencia emocional me gustaría incidir en la tendencia a relacionar, de forma inadecuada, el enamoramiento con la dependencia emocional ya que, si bien es cierto que durante el periodo de enamoramiento se tiende a idealizar al ser amado, en la dependencia emocional, lo que se produce es una dificultad para relacionarse en el plano de igualdad y una inclinación por las relaciones asimétricas que abarcan desde la admiración a la sumisión.

La relación de dependencia suele ser mutua, aunque con la asunción de diferentes roles por parte de cada elemento de la pareja, ya que una de las partes se arroga el papel de “débil” y necesita de la ayuda de la otra, o parte “fuerte”. En el vínculo que se establece en este tipo de relación de dependencia, cada una de las partes obtiene un beneficio.

Por otro lado, nos encontramos con un patrón crónico de necesidades emocionales insatisfechas desde la infancia que, al llegar a la edad adulta, se busca satisfacer mediante  relaciones interpersonales muy estrechas. Las relaciones que se establecen adoptan una posición de subordinación asimétrica y este patrón de necesidades incluye creencias acerca de la visión de sí mismo (entra en juego nuestra Función Personalidad) y de la relación con los otros, tales como creencias sobrevaloradas frente a la amistad, la intimidad y la inter-dependencia.

Dependencia emocional y Terapia Gestalt

Desde la perspectiva de campo de la Terapia Gestalt, la dependencia es un fenómeno de campo que se encuentra inexorablemente relacionada con la historia personal del individuo. Es por ello que las primeras experiencias relacionales afectivas de la persona dependiente pudieran ser carentes de apoyo, frustrantes, insatisfactorias, frías o distantes. Es decir, nos encontraríamos ante seres que no se han sentido adecuadamente queridos, apoyados y valorados por su entorno o por las personas para ellos significativas.

Estas primeras experiencias tempranas de la persona contribuyen a establecer, en la edad adulta, unas formas confluentes de relación, determinando al mismo tiempo una búsqueda desesperada de las necesidades emocionales insatisfechas en el otro, al que tienden a idealizar. La necesidad emocional, está basada en un anhelo irresistible de ser querido, escuchado, apoyado o atendido y que se le proporcione al individuo el ansiado afecto.

Debido a esta confluencia o simbiosis establecida en las relaciones, queda excluida la posibilidad de experimentar la afectividad como un intercambio igualitario y recíproco, convirtiéndose en una sumisión (salvador-salvado, cuidador-cuidado, controlador-controlado) con el fin de evitar el miedo al abandono y a la soledad que siente la persona dependiente. Este es el miedo que induce, en las relaciones en las que se sufre violencia de género, a permanecer la víctima secuestrada en las mismas por su incapacidad para abandonar la relación tóxica.

Los esquemas de relación adquiridos se perpetúan o alimentan a sí mismos y se mantienen por las respuestas o reacciones complementarias de las personas con las que interactúan.

Termina de leer el artículo completo en Gestalt Terapia, el blog especializado de Clotilde Sarrió. 

💌 ¿Te gustó este artículo? Recibe más como este en tu correo. Suscríbete al boletín gratuito.

Sin categoría

¿Cuánto tiempo voy a estar con esta depresión?

  • Clotilde Sarrió
  • 15/02/2016

El objetivo de este artículo no es profundizar en el amplio tema de la depresión ni tampoco redundar en las manifestaciones clínicas o en su tratamiento como hemos hecho en otros artículos, sino mas bien transmitir al lector una experiencia personal que, como médico, he acopiado tras muchos años de ejercicio; se trata de la angustia que muchos pacientes manifiestan cuando los síntomas de su depresión mayor tardan en desaparecer aunque se haya instaurado el tratamiento (sobre todo durante las primeras semanas), haciendo que se muestren impacientes y reiterativos al manifestar sus ansias de mejoría.

En estas situaciones, el deprimido siente tal necesidad de curarse (no sólo mejorar sino hacerlo pronto y por completo) que pierde la objetividad al ser preguntado por su evolución («estoy igual que al principio» «esto no mejora nada»), se muestra pesimista respecto a su evolución y no reconocer las atisbos de mejoría que pueda ir presentando como, por ejemplo, recuperar algo el apetito, ser capaz de ducharse y vestirse tras varios días (o semanas) de pijama y abandono o afrontar pequeñas tareas que antes le resultaban imposibles (prepararse el desayuno, leer un poco…), datos que son percibidos por el entorno del paciente pero no disfrutados por él si persiste en la obstinación de querer «estar bien del todo» desde el principio.

Estas quejas (que son propias del inicio del proceso depresivo) no deben ser confundidas con los tardíos síntomas residuales que aparecen, como mínimo en un 20% de los pacientes y pueden llegar a presentarse hasta en un 74% de las depresiones; la persistencia de estos síntomas más allá de 3 meses desde inicio de la toma del antidepresivo, deberá contemplarse como una forma atenuada de depresión crónica con tendencia a la recidiva.

Los síntomas residuales son más frecuentes cuando hay antecedentes de depresiones anteriores. Del mismo modo, la persistencia de los síntomas residuales indica un riesgo de nuevas depresiones hasta doce veces mayor que en los pacientes que se recuperan por completo y no los presentan.

Los cinco síntomas residuales más frecuentes son la disminución del placer o el interés (es el más frecuente); el estado de ánimo triste (el segundo más frecuente); los trastornos del sueño; la astenia; las molestias físicas y/o los dolores crónicos (son los más resistentes al tratamiento).

No obstante, no son éstos los síntomas a tratar en esta exposición dirigida sólo a exponer la situación de angustiosa premura por curarse que aparece en algunas depresiones mayores, sobre todo en pacientes ansiosos y exclusivamente en las primeras semanas del proceso depresivo. Dejaremos pues en el tintero el tema de los síntomas residuales como una asignatura pendiente a tratar en un nuevo artículo.

¿Cuánto tarda en aparecer cierta mejoría en una depresión mayor?

Una vez diagnosticada una depresión, es habitual que el paciente se sienta desconcertado, frustrado y que experimente sentimientos de inutilidad al no poder hacer frente a sus ocupaciones. Todo ello suele ir asociado a un sentimiento de fatalidad y a una demanda urgente de solucionesformulada con desesperación al médico encargado de tratar el proceso.

Esta situación es vivida con angustia por parte del enfermo (también por sus familiares y hasta por el profesional sanitario) y son frecuentes los lamentos porque la depresión le ha sobrevenido en un momento especialmente inoportuno («hay que hacer algo cuanto antes» «ahora no puedo permitirme el lujo de estar así»), circunstancias que propician el victimismo («por qué precisamente a mí» «no me merezco esto» «por qué ahora») y a formular exigencias de apremio al psiquiatra para obtener una curación inmediata.

En esta fase de rabia e impaciencia (que no todos los deprimidos atraviesan) se genera mucho estrés y hay un gran riesgo de abandono de la medicación, pues los antidepresivos tardan entre 2 y 4 semanas en actuar y el enfermo cree que no le están haciendo efecto. Se trata de unas conflictivas semanas en las que es muy importante que tanto el psiquiatra como el psicoterapeuta, ofrezcan apoyo al paciente y le escuchen con empatía, aunque sin sucumbir a sus impacientes demandas.

El profesional de la salud deberá informar al paciente de que su depresión tiene un curso, unos tiempos y unas etapas para las cuales no existen atajos, etapas que deberán afrontarse con paciencia hasta que la medicación se ajuste y haga su efecto.

Termina de leer el artículo completo en el Gestalt Valencia, el blog especializado de Clotilde Sarrió. 

💌 ¿Te gustó este artículo? Recibe más como este en tu correo. Suscríbete al boletín gratuito.

  • Artículos de opinión (Op-ed)

Manual de instrucciones para ser buenos padres

  • Clotilde Sarrió
  • 22/01/2016

El ‘manual de instrucciones’ para ser buenos padres no existe… y si existe, ¡es inútil!

Aunque en momentos de agobio muchos padres desearían que sus hijos llegaran a casa con un manual de instrucciones bajo el brazo, es improbable que les fuera útil por mucho que lo siguieran al pie de la letra.

Cuando una pareja se plantea traer un hijo al mundo se crean muchas expectativas, unas realistas, otras no tanto y muchas de ellas imposibles. A todos los padres les gustaría tener el hijo o la hija ideal, sano, alto, rubio, guapo, inteligente, cariñoso…, en suma lo mejor de lo mejor, todo ello sin plantearse si al hijo deseado, en el supuesto de que pudieran preguntárselo, le gustaría ser como los padres lo imaginan.

Ya vamos mal si empezamos por proyectar en los hijos aquello que nos gustaría

“La paternidad no es un deporte

para los perfeccionistas”

(Andrew Solomon)

Proyectamos en los hijos tanto lo que nos gustaría como lo que no nos gustaría en base a las experiencias que hemos vivido al ser hijos. Es decir, si yo he tenido unos padres muy estrictos, mi hijo no los tendrá; si mi madre era poco afectuosa, yo le daré a mi hijo todo el amor del mundo; si mi padre no estaba presente en mi educación, yo si que lo estaré. Y así una serie de expectativas.

En su debut como padres, algunos harán un encomiable esfuerzo por documentarse y buscar la bibliografía adecuada que les guíe en esa aventura que es criar a un hijo. Por el contrario, otros padres considerarán que es innecesario aprender nada acerca de la crianza y la llevarán a cabo sólo en base a la intuición y a las experiencias de cómo fueron ellos criados por sus progenitores. («¿Para qué más?»)

El abanico de posibilidades en la forma de vivir la crianza y la educación de un hijo es muy amplio, y todas pueden ser válidas y respetables si partimos de la importantísima premisa de que:“Ningún padre, voluntaria o conscientemente, desea ningún perjuicio para su hijo”.

Con los años he desarrollado el hábito de utilizar refranes populares —fundamentalmente aquellos que aprendí de mi madre¬— y es por ello que me surge la necesidad de citar aquél que dice “del dicho al hecho hay un gran trecho” para enfatizar con cuanta frecuencia los deseos pueden ser unos cuando la realidad que se acaba imponiendo es otra. Así sucede con los deseos de los padres para con sus hijos, unos deseos forjados desde el embarazo (incluso desde antes de la gestación), que los progenitores suelen materializar como una siembra de buenas intenciones y mejores expectativas que la cruel realidad convierte muchas veces en una cosecha de fracasos, unas veces por el error de proyectar en la prole lo que fueron nuestras carencias o ansias insatisfechas en la infancia y las más por no actuar con la empatía suficiente para saber conjugar la autoridad y la determinación necesaria como padres, con la comprensión de las necesidades del niño en cada una de las etapas de su desarrollo evolutivo.

Es por ello que –a pesar de que se actúe con una inmensa buena voluntad– entre los deseos de los padres (“el dicho”) y los resultados del proceso de la educación (“el hecho”) es frecuente que haya un gran “trecho” que se verá influenciado por la diferencia generacional que marcará los conflictos entre ambas partes y por las diferencias de criterio en la relación que, como consecuencia no deseada, podrá repercutir en los rasgos de personalidad del hijo cuando llegue a la edad adulta.

Pasa el tiempo y el bebé se va convirtiendo en niño, luego en adolescente y ya por último en adulto, con la constatación de que en cada una de estas fases del ciclo vital, se manifiestan ciertas dificultades propias de cada etapa, tanto para los padres como para los hijos. Es en este proceso –más conforme se avanza en el tiempo– cuando se pone en evidencia que las expectativas que cada progenitor proyectó en el futuro de su hijo, se van quedando en ilusiones a veces muy alejadas de la realidad.

¿Qué he hecho yo para merecer esto!!

Tanto a los hijos como a los padres les suele suceder que desean, en el caso de los hijos, unos padres diferentes y más ajustados a sus necesidades y en el caso de los padres tener el hijo imaginario que forjaron en su recién estrenada paternidad y no el real. Se impone entonces la necesaria asunción de una realidad a la que atenerse, por ambas partes e intentando superar las discrepancias inherentes a la diferencia generacional, a no ser que obcecados por la obstinación en unos casos o cegados por unos deseos construidos sin contar con el otro, se prefiera seguir esperando lo que no es, no ha sido y quizás nunca llegue a ser. Las pérdidas en este ultimo caso suelen ser dolorosas e irreversibles.

Termina de leer el artículo completo en Gestalt Terapia, el blog especializado de Clotilde Sarrió. 

💌 ¿Te gustó este artículo? Recibe más como este en tu correo. Suscríbete al boletín gratuito.

  • Artículos de opinión (Op-ed)

¡Maldito Whatsapp!

  • Clotilde Sarrió
  • 14/12/2015

Mi experiencia como Terapeuta Gestalt me ha llevado a la conclusión de que cada vez son más frecuentes las rupturas afectivas como consecuencia del abuso de plataformas virtuales como el Whatsapp u otras formas de comunicación interpersonal a través de mensajes en las redes sociales.

¿Por qué ¡Maldito Whatsapp!?

Antes de adentrarme en materia, quisiera matizar que los habituales intercambios de textos a través de Internet distan mucho de la verdadera comunicación interpersonal, un proceso interactivo por el que se transmite un mensaje (ideas, actitudes, sentimientos, emociones) desde un individuo (emisor) a un otro (receptor), utilizando estímulos tanto verbales como gestuales.

Aunque a lo largo de este artículo se mencionará con frecuencia el Whatsapp, justo es matizar que muchos de los problemas que esta plataforma genera también se dan en Facebook o Twitter, unas redes sociales que, en su conjunto, configuran un nuevo modo de comunicarseque para muchos acaba siendo la únicaforma de construir sus relaciones interpersonales, incluso las afectivas, al sustituir la tradicional comunicación cara a cara por la pantalla de un teléfono móvil.

Es así como gracias, o por culpa de la tecnología, millones de personas mantienen sus relaciones, retoman otras o inician nuevos contactos de amistad —un concepto que han devaluado las redes sociales– con perfectos desconocidos con quienes crean lazos afectivos y comparten su privacidad.

El Whatsapp

El Whatsapp es una aplicación de mensajería instantánea utilizada a través de los modernos smartphones, o teléfonos inteligentes, que desde su nacimiento en 2009 ha aumentando exponencialmente el número de usuarios hasta alcanzar los casi mil millones en septiembre de 2015, un éxito debido a la casi gratuidad del servicio que el Whatsapp ofrece frente a las caras mensajerías por SMS y la posibilidad de una comunicación inmediata y sin límite de texto (incluido el intercambio de fotos, videos y documentos) no solo entre dos personas sino a través de grupos seleccionados por afinidades, parentesco, etc.

En los últimos años se constata un detrimento de las conversaciones y los encuentros presenciales al proliferar los chats de Whatsapp, los mensajes privados de Facebook o cualquier otro modo virtual de mantener unas relaciones que tienden a degradarse por la ausencia del calor humano, la gestualidad o el valor que la entonación le confiere a las palabras, unos elementos fundamentales de la comunicación que nunca suplirán los populares emoticonos por más que estas secuencias de caracteres estén diseñadas para expresar emociones y enfatizar en la intencionalidad que el usuario pretende conferir a una expresión escrita.

Es un hecho que no todo es dañino o negativo en estos modernos modos de comunicación (son muchas las ventajas que aportan a nivel personal y laboral sobre todo en personas aisladas geográficamente o imposibilitadas para comunicarse normalmente por sus limitaciones psicológicas), no obstante el objetivo de este artículo no es enfatizar en los aspectos favorables de la comunicación online sinoadvertir de sus repercusiones perjudiciales.

Efectos nocivos de la comunicación por Whatsapp

Una de las principales consecuencias negativas del mal uso de las redes sociales es la adicción por abuso del Whatsapp u otras formas de mensajería informática, un enganche que ocasiona comportamientos de tipo obsesivo-compulsivos que merman la atención a los quehaceres laborales, sociales y familiares, abocando a un aislamiento del mundo real por un ansia de estar siempre conectado e informado y a su vez ofreciendo información de todo lo que acontece en las vidas de quienes sufren este trastorno.

Los afectados por esta adicción van creando una dependencia del teléfono móvil (nomofobia) y un acostumbramiento a crear nuevas amistades, nexos afectivos e incluso relaciones sentimentales a través de vínculos virtuales que atrofian las habilidades de comunicación adquiridas por el individuo a lo largo de su vida. Es así como muchos se van habituando (por pereza, por comodidad, por miedo o vergüenza a afrontar el cara a cara en ciertas relaciones) a enviar mensajes y a mantener conversaciones a través de pantallas en lugar de hacerlo cara a cara.

Termina de leer el artículo completo en Gestalt Terapia , el blog especializado de Clotilde Sarrió.

💌 ¿Te gustó este artículo? Recibe más como este en tu correo. Suscríbete al boletín gratuito.

Paginación de entradas

123…5Próximo

Apoya a Psyciencia con tu membresía 💞.    

Únete a Psyciencia Pro
  • Inicia sesión
  • Tips para terapeutas
  • Podcast
  • Recursos
  • Webinars
  • Artículos
  • Psyciencia Labs: Dimensión histórica, síntomas y neurobiología del trastorno dismórfico corporal (webinar 31 de julio)
  • «El camino del psicólogo», con Karemi Rodríguez Batista – Watson episodio 4
  • Fármacos estimulantes en el tratamiento del TDAH
  • Elementos de la terapia dialéctica conductual para el abordaje del riesgo suicida
  • Comer por emoción: un mecanismo de afrontamiento
Psyciencia
  • Contáctanos
  • Publicidad
  • Nosotros
  • Publica
Psicologia y neurociencias en español todos los días

Ingresa las palabras de la búsqueda y presiona Enter.