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Publicaciones por autor

Alejandra Alonso

640 Publicaciones
Licenciada en Psicología, editora y miembro fundador de Psyciencia.com. Master en Análisis de Conducta Aplicado.
  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Niños sordos con implante coclear aprenden el lenguaje más rápido que los niños con audición normal

  • 25/01/2018
  • Alejandra Alonso

Los implantes cocleares son pequeños dispositivos que reciben las personas sordas o con muchas dificultades auditivas, se implantan a través de una cirugía y funcionan de la siguiente manera: reciben un sonido, lo convierten en estímulo eléctrico y luego envían estos impulsos directamente al nervio auditivo, dándoles así a los niños con discapacidades auditivas una oportunidad para conectarse con el mundo de los sonidos.

Hasta ahora se había asumido que los niños con implantes alcanzarían el nivel de lenguaje de los niños con audición normal, mucho más tarde. Estudios previos mostraron que, desde el momento en que el dispositivo es implantado, los niños necesitan más tiempo para llegar a los pasos importantes del aprendizaje de su lengua materna (por ejemplo, ser capaz de diferenciar los ritmos de su lengua materna, de los de otra lengua). Esto podría implicar que los hitos del desarrollo necesarios para comenzar la escuela están retrasados, aunque hayan alcanzado todos los otros estadios del desarrollo necesarios.

Sin embargo, una investigación actual en la que participaron el Max Planck Institute for Human Cognitive and Brain Sciences (MPI CBS) en Leipzig y el University Medical Centre Dresden, ha revelado algo diferente: “Hemos observado que cuando los niños sordos obtienen sus implantes, aprenden palabras más rápido que aquellos con audición normal. En consecuencia, construyen ciertos grupos de palabras más rápidamente”, comenta Niki Vavatzanidis, autora principal del paper. Normalmente, los niños necesitan 14 meses para reconocer con confianza que se le ha dicho incorrectamente el nombre de algunos objetos conocidos. Los niños con una cóclea artificial eran capaces de hacerlo a los 12 meses.

Los autores creen que esto se debe a que éstos niños son más grandes cuando reciben su primer exposición al lenguaje hablado (que generalmente es a los 1 y 4 años). Para entonces ciertas estructuras cerebrales, necesarias para la adquisición del leguaje, están bien desarrolladas. No solo la memoria si no también el conocimiento de su ambiente y el hecho de contar con categorías semánticas no lingüísticas.

Los neurocientíficos pudieron examinar esta relación gracias a la ayuda de 32 niños con implante cochleae n ambos oídos. Llevaron a cabo un test luego de doce, dieciocho y y veinte meses luego de colocado el implante. Dicho test examinaba su habilidad para reconocer palabras: Se les mostraba fotos de objetos que eran nombrados correcta o incorrectamente. Paralelamente se analizaron los cerebros de los pequeños utilizando electroencefalogramas (EEG). Si los científicos detectaban un efecto en el EEG, conocido como N400, sabían que le niño había registrado la palabra incorrecta. Esto sugiere que se ha establecido una conexión entre el objeto y su nombre. Han aprendido la palabra.

Las investigaciones con esta población nos ayudan a comprender el proceso general de adquisición del lenguaje y a determinar que pasos específicos dependen de la edad.

Fuente del estudio: Niki K. Vavatzanidis, Dirk Mürbe, Angela D. Friederici, Anja Hahne. Establishing a mental lexicon with cochlear implants: an ERP study with young children. Scientific Reports, 2018; 8 (1) DOI: 10.1038/s41598-017-18852-3

Fuente: ScienceDaily



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  • Ciencia y Evidencia en Psicología

La adversidad en la infancia incrementa el riesgo de las enfermedades cardiovasculares en la adultez

  • 23/01/2018
  • Alejandra Alonso
Adversidad infanciaAdversidad infancia

Los eventos adversos vividos en la niñez y adolescencia estarían vinculados al desarrollo de enfermedades cardiovasculares en la adultez, de acuerdo con los resultados de una revisión publicada en Circulation, el journal de la Asociación Americana del Corazón.

Los hallazgos se basan en una revisión de estudios existentes que han mostrado un fuerte vínculo entre experiencias traumáticas en la niñez y adolescencia y mayores probabilidades de desarrollar factores de riesgo como obesidad, presión sanguínea alta y diabetes tipo II, a edades más tempranas que aquellos que no sufrieron ningún tipo de trauma en el mismo período de la vida.

Los factores de riesgo antes mencionados, aumentan las chances de desarrollar enfermedades del corazón y los vasos sanguíneos, entre otras condiciones, en la adultez (ataques al corazón, hipertensión, obesidad, diabetes tipo II).

Según la investigación, cerca del 60% de los estadounidenses reporta haber vivido eventos adversos en la niñez.

La adversidad es definida como cualquier situación en la que el niño perciba amenazas a su integridad física o peligro para su familia o estructura social. Esto incluye abuso emocional, físico o sexual, negligencia, bullying, violencia doméstica, divorcio parental, separación, muerte, abuso de sustancias por parte de los padres, vivir en un lugar con altos niveles de crimen, no tener un hogar, discriminación, pobreza, entre otros.

Cómo se explica esta relación

No se sabe con claridad cómo la adversidad termina en problemas cardiovasculares y metabólicos, pero la evidencia actual sugiere que se debe a los efectos de un conjunto de factores conductuales, mentales y biológicos que responden al aumento del estrés.

Por ejemplo, las reacciones no saludables al estrés (fumar, comer de más, etc.) pueden relacionarse con un mayor riesgo para ciertas enfermedades.

Adicionalmente, se sabe que el estrés recurrente y crónico sufrido en al niñez incrementa el riesgo de ansiedad, depresión y otros trastornos del estado de ánimo, los cuales se relacionan fuertemente con comportamientos poco saludables, que a su vez llevan a enfermedades metabólicas y cardiovasculares.

Además, el estrés crónico o los picos repetidos del mismo podrían interrumpir el normal desarrollo y funcionamiento inmune, metabólico, nervioso y endocrino.

Pasos hacia la reducción y prevención del riesgo

No todos los niños que han enfrentado situaciones adversas desarrollan las enfermedades antes mencionadas. Para los autores, esto sugiere que existen factores culturales, ambientales, biológicos y sociales que podrían ayudar a reducir y prevenir el riesgo. Investigaciones futuras tal vez nos ayuden a desarrollar estrategias preventivas, ya que en la actualidad ni siquiera existen guías para que los profesionales de la salud chequeen posibles situaciones adversas que viven niños y adolescentes.

Los científicos nos advierten que los resultados son solo observaciones y no necesariamente prueban causa y efecto. Sin embargo, cada vez más investigaciones apuntan a la adversidad en la niñez como un modulador de la salud y enfermedad.

Tristemente, las consecuencias de haber experimentado eventos como los mencionados anteriormente, no termina allí sino que continúa haciéndoles daño a estas personas. Las investigaciones deben continuar para poder desarrollar guías y planes de prevención que nos ayuden a bajar el riesgo de sufrir estas enfermedades en personas que han pasado por eventos adversos.

Referencia del estudio: 

Shakira F. Suglia, Karestan C. Koenen, Renée Boynton-Jarrett, Paul S. Chan, Cari J. Clark, Andrea Danese, Myles S. Faith, Benjamin I. Goldstein, Laura L. Hayman, Carmen R. Isasi, Charlotte A. Pratt, Natalie Slopen, Jennifer A. Sumner, Aslan Turer, Christy B. Turer, Justin P. Zachariah. Childhood and Adolescent Adversity and Cardiometabolic Outcomes: A Scientific Statement From the American Heart Association. Circulation, 2017; CIR.0000000000000536

Fuente: Psychcentral



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  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Cómo hablar con tu hijo: 6 recomendaciones para mejorar la comunicación

  • 17/01/2018
  • Alejandra Alonso

Los niños toman a sus padres como ejemplo para saber cómo actuar y hablar, aunque muchos padres no se dan cuenta de que los están observando constantemente. La forma en que les hablas les muestra la manera en que querés que te hablen a vos y va a determinar en gran manera si te van a escuchar y cómo van a responder a lo que decís.

Adicionalmente, algunas investigaciones indican que las conversaciones entre adultos y niños no solo mejoran el vocabulario de éste último sino que también proveen un contexto rico para su desarrollo social y emocional.

Hablar con los niños, por lo tanto, importa y mucho. Los padres deberían preocuparse por mejorar sus habilidades de comunicación. Los expertos recomiendan:

Cuando tu hijo/a te habla, dale toda tu atención

Es frustrante hablar con alguien que está mirando televisión o revisando su teléfono ¿no? Así se sienten tus hijos si deben competir por tu atención. Aprende a parar lo que estás haciendo y escucharlos si vienen a buscarte para compartir pensamientos, miedos y preocupaciones.

Si realmente no podés hablar en ese momento, no pretendas que estás escuchando. Es mucho mejor prometerles que les vas a dar un tiempo donde puedas ponerles toda la atención del mundo y cumplir. Ellos se van a abrir cuando vean que estás genuinamente interesado en sus vidas.

Moderar tu respuesta

A nadie le gusta a hablar con una persona que está enojada y te grita. Los niños no son la excepción. Es probable que te dejen de escuchar y se vayan si pareces estar a la defensiva o enojado, así que aprende a suavizar tus respuestas. También debes dominar tu impulso a discutir sobre quién tiene razón. En su lugar, comunica tu posición sobre un asunto de manera firme y calma. Esto da la impresión de que estás al control y tus hijos te van a escuchar. Es bueno además, que adquieras el hábito de reconocer los esfuerzos de tus hijos y utilices refuerzos positivos para ayudarlos a mejorar.

Reconocer sus sentimientos

Cuando hablar con los niños, permitiese expresar sus sentimientos y opiniones incluso cuando sean difíciles de escuchar. Pedirles que supriman sus emociones o, peor aún, negárselas, puede tener un efecto adverso en su desarrollo emocional. No es necesario que hables mucho, simplemente calmarlos y proveerles un espacio seguro para dejar salir sus sentimientos negativos, suele ser suficiente para ellos. Si requieren que les des una respuesta, trata de evitar los juicios y críticas. No importa lo triviales que te puedan parecer los problemas de tus hijos, son reales para ellos y deben ser tratados.

Elegir un momento oportuno para hablar

Conversar con tus niños es mucha más fácil cuando lo haces en un momento en que ambos puedan poner atención a lo que el otro dice. Tratar de hablar con tu hijo/a cuando está teniendo una rabieta o está molesto por algo, es una pérdida de tiempo. De manera similar, hablar con todos tus hijos al mismo tiempo puede no ser efectivo, ya que los más grandes pueden hablar por los menores. La solución es agenda tiempo de uno a uno con cada uno ellos semanalmente, así podés hablar a cada uno según su nivel.

Abordar los temas difíciles de frente

Converse con tus hijos sobre el bullying, el racismo y otros temas difíciles. Tal vez pienses que son muy chiquitos para entender, pero los chicos de ahora están más expuestos de lo que los padres creen. Un buen enfoque es preguntarles qué saben sobre estos temas y partir desde allí, aclarando malentendidos y dándoles más información en el proceso. Cuando sean más grandes podés hablar sobre otras cuestiones como el suicidio, el abuso de sustancias o la depresión. Aunque sean conversaciones incómodas, puede que le salven la vida a tus hijos algún día.

Las conversaciones deben ser acordes a la edad

Al empezar a hablar sobre temas difíciles con los chicos, asegurase de que la conversación sea para su edad. No es necesario darles mucha información a los niños sobre cuestiones como la muerte, ya que podría alarmarlos. Tus respuestas deben ser cortas, simples y concisas si estás dirigiéndote a niños pequeños, ya que las conversaciones largas y extensas podrían ser confusas y aburridas para ellos. Los hermanos mayores, sin embargo, requieren conversaciones más profundas donde puedan aprender y preguntar, así que allí se podés dar más información.

La habilidad de comunicarse efectivamente con nuestros niños es importante debido a que cumple un papel central para tener una relación sana con ellos, que será la base para el resto de sus relaciones.

Fuente: PsychCentral
Imagen: Unsplash



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  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Conductas parentales vinculadas al suicidio adolescente

  • 20/12/2017
  • Alejandra Alonso

Una reciente investigación sobre las conductas parentelas y el suicidio en adolescentes, observó que el apoyo y compromiso emocional positivo de los padres con sus hijos es un factor clave para prevenir el suicidio.

El estudio nacional del año 2012 patrocinado federalmente, muestra un vínculo significativo entre las conductas parentales y los pensamientos de suicidio entre adolescentes, de acuerdo con una presentación dada por dos profesores de la Universidad de Cincinnati en la conferencia de la Asociación Americana de Salud Pública, llevada a cabo este 2017.

Los profesores Keith King y Rebecca Vidourek realizaron un análisis de datos de seguimiento de la Encuesta Nacional sobre Uso de Drogas y Salud del año 2012, la cual provee datos a nivel nacional (y estatal) sobre consumo de tabaco, alcohol, drogas ilegales (incluido el uso no médico de medicamentos con receta) y salud mental en los Estados Unidos.

La encuesta incluía datos de 17.399 adolescentes de entre 12 y 17 años.

Sus hallazgos mostraron que los niños de entre 12 y 17 años son significativamente más propensos a contemplar, planear e intentar suicidarse cuando sus padres no realizan ciertas conductas que les demuestren a los chicos que se preocupan por ellos. Sorprendentemente, los resultados mostraron que el grupo etario para el cual el impacto era más significativo, eran los niños de entre 12 y 13 años. Los niños de esas edades, cuyos padres no les decían que estaban orgullosos de ellos, eran casi cinco veces más propensos a tener pensamientos suicidas, alrededor de siete veces más propensos a formular un plan de suicidio y a hacer el intento, comparados con sus pares. De forma similar, los chicos de 12 y 13 años a los que los padres nunca les decían que habían hecho un buen trabajo o a los que nunca les habían ayudado con las tareas estaban a un riesgo excesivamente alto de suicidarse.

Los autores creen que es de vital importancia que los chicos se sientan conectados positivamente con sus padres y familiares.

Además resaltan que, aunque el riesgo de suicidio es menor en chicos más grandes (comparados con los de 12 y 13 años), sigue siendo alto si los papás no se involucran emocionalmente con sus hijos. Por ejemplo, los adolescentes de entre 16 y 17 años cuyos padres raramente o nunca les decían que estaban orgullosos de ellos, eran tres veces más propensos a tener pensamientos suicidas y casi cuatro veces más propensos a hacer un plan de suicidio e intentarlo.

Aunque el hecho de que el riesgo sea más bajo en niños de 14 años para arriba sea esperanzador, probablemente se deba a que han encontrado otros mecanismos de afrontamiento para reemplazar la falta de compromiso parental. Sin embargo, dichos mecanismos muchas veces no son saludables, suelen involucrar el consumo de sustancias o conductas sexuales altamente riesgosas. Los autores señalan por último, que los resultados se mantienen a pesar del género o al raza.

Igualmente es importante recordar el suicidio es un evento complejo y el hallazgo del estudio antes mencionado es solo uno de los factores involucrados. Otros estudios han encontrado que el tiempo que los adolescentes de entre 13 y 18 años pasan frente a la pantalla también está vinculado a las conductas suicidas, por ejemplo. Así mismo, se sabe que tener un padre que ha intentado suicidarse aumenta el riesgo también para sus hijos.

Las investigaciones deben continuar para poder proveer mejores planes de prevención.

Fuente: Science Daily



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  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Un programa de preescolar que ayuda a mejorar habilidades académicas en niños en situación de pobreza

  • 19/12/2017
  • Alejandra Alonso

Los niños que crecen en la pobreza enfrentan muchos desafíos, suelen afrontar situaciones muy difíciles y esto, sumado al hecho de que muchas veces no reciben la ayuda que necesitan, puede repercutir en otras áreas de sus vidas. Sin duda la experiencia escolar sería una de ellas, pero en un nuevo estudio se investigó la utilidad de un programa de preescolar, que apunta a mejorar las habilidades sociales y emocionales, para incrementar su concentración y mejorar el aprendizaje en clase.

Los científicos observaron dos grupos de niños desde preescolar hasta tercer grado. Uno de los grupos participó en el programa Head Start REDI (basado en investigaciones e informado sobre el desarrollo) y el otro grupo no fue parte de dicho programa. Cada año, los investigadores medían las funciones ejecutivas (habilidades para concentrarse, controlar impulsos, recordar detalles y otras habilidades necesarias en el salón de clases) de los niños.

Karen Bierman, profesora de psicología en Penn State Evan Pugh, explicó que muchos niños parecieron beneficiarse con el programa REDI y que fueron los niños que empezaron con los puntajes más bajos en funciones ejecutivas, los que se beneficiaron más.

Los investigadores pudieron observar una pequeña mejora en las habilidades relacionadas con las funciones ejecutivas al finalizar el programa en el preescolar, pero fue el grupo antes mencionado el que mostró mayores mejoras. Y ellos creen que esto se debe a las habilidades emocionales y sociales que se refuerzan en REDI, las cuales los ayudan a su vez a comprometerse con las actividades del salón y alcanzar también un beneficio cognitivo.

Las funciones ejecutivas son claves para todos los estudiantes, sin embargo los niños que crecen en situación de pobreza no suelen tenerlas muy desarrolladas. Esto influye en su regulación conductual y concentración en el salón de clases. Es difícil para ellos aprender estas habilidades.

El programa REDI fue desarrollado en Penn State como forma de mejorar el programa existente llamado Head Start, que provee educación preescolar a niños de bajos ingresos. El REDI tiene el objetivo de mejorar habilidades sociales y emocionales y habilidades de alfabetización y escucha, incorporando historias, títeres y otras actividades que les enseñan a los alumnos conceptos como entender sentimientos, cooperación, amistad y autocontrol.

Para el estudio se reclutó a 356 niños, de los cuales 192 participaron en el programa REDI y 164 realizaron un programa tradicional del currículo de Head Start.

Los niños comenzaron el programa estando en preescolar, al ir subiendo de grado y hasta llegar a tercero, los investigadores los chequeaban cada año y medían sus funciones ejecutivas y desempeño académico. No solo se realizaron comparaciones con el grupo control, sino que también se comparó el avance de los niños que habían comenzado con puntajes bajos, medios y altos de funciones ejecutivas.

Luego de analizar todos estos resultados, encontraron que los niños con puntajes bajos en funciones ejecutivas mostraron un aumento más importante en las funciones ejecutivas que el grupo control. También observaron que la lectura, el lenguaje, arte y matemáticas eran más fluidos en el grupo que había puntuado más bajo en funciones ejecutivas, comparados con el grupo control.

Los autores ven que las intervenciones enriquecidas que ofrece el programa REDI tienen beneficios a largo plazo, especialmente en niños con mayor riesgo de tener dificultades académicas. Los beneficios más grandes fueron observados en el área social y de adaptación conductual al avanzar a la primaria. Los niños con puntajes más bajos también mejoraron sus habilidades académicas.

Bierman cree que mejorar las habilidades ejecutivas de los niños que más lo necesitan les dio a su vez habilidades para participar y concentrarse en clases.

Los científicos quieren darles seguimiento a los niños mientras van creciendo y llegando a la secundaria para medir los efectos del programa REDI en un plazo mayor de tiempo.

El año pasado escribimos un artículo sobre los efectos de la pobreza en el desarrollo cerebral que había encontrado una investigación. En la misma se decía que los niños que crecen en situación de pobreza están más expuestos a factores de riesgo como violencia, estrés, nutrición deficiente, poca interacción con estímulos cognitivos y exposición al humo del cigarrillo. Esto aumenta el riesgo de sufrir trastornos mentales. Pero el estudio concluye que las intervenciones que apunten al desarrollo emocional y cerebral en esta población de niños pueden prevenir dichos efectos.

Las intervenciones que provee el programa REDI son parte de los esfuerzos por mejorar la calidad de vida de estos niños.

Fuente: Science Daily



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  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Malas noticias para los más inteligentes

  • 13/12/2017
  • Alejandra Alonso

Además de lo obvio, se ha observado que las personas inteligentes tienen otras ventajas, en general parecen ser más felices que las personas menos inteligentes (tal vez debido a la posibilidad de acceder a mejores oportunidades y empleos). También se ha observado que tienden a ser más longevas y gozar de mejor salud.

Sin embargo, una investigación publicada en el journal Intelligence y llevada a cabo por la científica del Pitzer College, Ruth Karpinski y sus colegas, trae algunas malas noticias para las personas con un Cociente Intelectual (CI) alto.

¿Cómo se llevó a cabo el estudio?

El equipo envió correos electrónicos que contenían una encuesta sobre condiciones de salud física y mental a miembros del Mensa, una sociedad de personas con CI alto, que requiere que sus miembros tengan una puntuación de 132 o más en los tests de inteligencia (el promedio de la población general es 100).

La encuesta realizada a los miembros de Mensa encontró que eran más propensos a sufrir de una variedad de trastornos graves. La misma cubría trastornos del estado de ánimo, trastornos de ansiedad, TDAH y TEA. También se indagó sobre alergias ambientales, asma y enfermedades autoinmunes.

Se les pedía a los participantes que reportaran si habían sido formalmente diagnosticados con cada condición nombrada o si sospechaban que sufrían de alguna de ellas y luego se procedió a evaluar los datos de las personas con un diagnóstico formal y también se incluyó una opción que llamaron “combinado”, donde a los datos antes nombrados sumaron los de las personas que sospechaban tener una condición. El 75% (es decir, 3.715 individuos) respondió a la encuesta y el equipo de científicos procedió a comparar los resultados obtenidos para cada trastorno con el promedio nacional.

¿Cuáles fueron los resultados?

Las mayores diferencias entre ambos grupos se observaron en los trastorno de ansiedad y del estado de ánimo. El 26.8% de los participantes reportó haber sido diagnosticado con un trastorno del estado de ánimo (vs el 9.5% del promedio nacional), mientras que el 20% reportó tener un trastorno de ansiedad (un porcentaje mucho mayor que el promedio nacional, que es de 10%). Aunque las diferencias eran más pequeñas en gran parte de las otras condiciones, seguían siendo estadísticamente significativas. La prevalencia de alergias ambientales triplicaba a la del promedio nacional (33% vs. 11%).

¿Cómo explican los autores sus hallazgos?

Para explicar sus hallazgos, Karpinski y sus colegas recurren a la teoría del hiper cerebro/hiper cuerpo. De acuerdo con dicha teoría, una inteligencia superior está asociada a una “sobre-excitación” (OE por su nombre en inglés ”overexcitabilities”) fisiológica y psicológica. Este concepto fue introducido por el psiquiatra y psicólogo polaco Kazimierz Dbrowski en la década de 1960, y se refiere a una reacción intensa a situaciones del ambiente.

Las OEs psicológicos se traducirían en una marcada tendencia a la rumiación y la preocupación, mientras que las OEs fisiológicas surgen de la respuesta corporal al estrés. Según la teoría del hiper cerebro/hiper cuerpo, esos dos tipos de OEs son más comunes en personas con una inteligencia alta, e interactúan entre sí en un “círculo vicioso” causando disfunción psicológica y fisiológica. Por ejemplo, una persona altamente inteligente puede sobre-analizar un comentario de desaprobación de su jefe, imaginando resultados negativos que nunca le ocurrirían a una persona menos inteligente. Esto puede activar la respuesta corporal de estrés, lo que a su vez aumentará la ansiedad.

Implicaciones

Los resultados deben ser tomados cautelosamente ya que son correlacionales. Es decir que haber encontrado que cierto trastorno es más común en personas con un CI más alto no quiere decir que la inteligencia causa dicho trastorno. También es posible que las personas que se unen a Mensa difieran de la población general en otros aspectos a parte del CI.

La investigación de Karpinski y su equipo nos ayuda a conocer un poco más sobre la relación entre salud e inteligencia. Otra posibilidad es que las asociaciones observadas se deban a algún gen pleiotrópico (es decir un gen que influye en rasgos aparentemente no relacionados), como sugieren algunos estudios como el de Rosalind Arden (2015), donde se observó que la relación entre la longevidad y el CI podía explicarse en gran parte por factores genéticos.

Desde el punto de vista clínico, estos hallazgos y los de futuras investigaciones que se realicen a partir de ellos, nos sirven para mejorar el bienestar fisiológico y psicológico de las personas.

Fuente:Scientific American



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El ejercicio aeróbico puede ayudar a preservar un área cerebral clave para la memoria

  • 11/12/2017
  • Alejandra Alonso
Actividad física

A estas alturas se sabe tanto sobre los beneficios de la actividad física para nuestra salud que debería ser parte de la rutina diaria de todas las personas de cualquier edad y sexo.

Ni siquiera es necesario que la OMS nos lo recuerde, pero se sabe que mejora la salud ósea, ayuda a controlar el peso y, por ende, también disminuye el riesgo de padecer enfermedades crónicas como diabetes, hipertensión y ACVs.

Además, en Psyciencia hemos escrito solo sobre algunos de sus beneficios en salud mental, hemos dicho por ejemplo que puede:

  1. Reducir la ansiedad.
  2. Mejorar el rendimiento escolar de niños con TDAH y hasta podría atenuar algunos síntomas.
  3. Incrementar la capacidad cognitiva.
  4. Beneficiar a la salud cerebral.
  5. Reducir la ideación suicida en víctimas de bullying.
  6. Y funcionar como factor protector para la depresión en niños.

Con los beneficios a nivel cognitivo antes mencionados y su importancia para la salud del cerebro, no es de sorprender que se haya investigado a la actividad física en relación a la demencia y el deterioro cognitivo que ésta supone.

Un estudio reciente encontró por ejemplo que los individuos con Alzheimer tenían patrones de actividad diferentes, eran más sedentarios de mañana (cuando la mayoría de las personas son más activas) pero, con ayuda de sus cuidadores, este patrón puede cambiar (realizando ejercicios tan simples como las caminatas) y así mejorar varios aspectos de su vida como el sueño, la agitación, el deambular y el deterioro cognitivo.

Adicionalmente, otro estudio publicado en Noviembre de este año, halló que el ejercicio aeróbico (que incluye las caminatas, la bicicleta estática y usar la cinta caminadora ya sea para correr o caminar) puede compensar el encogimiento de una región cerebral clave, que mejoraría el funcionamiento de la memoria y mantendría la salud cerebral mientras envejecemos.

¿Cómo se realizó el estudio?

Fue una investigación pionera en su clase y se llevó a cabo por profesionales del National Institute of Complementary Medicine (NICM) en Australia y la División de Psicología y Salud Mental de la Universidad de Manchester en el Reino Unido.

Si bien ya habían evidencias de que el ejercicio aeróbico ayuda a mantener el hipocampo (estructura muy importante para la memoria y otras funciones cerebrales) en animales, todavía no existían estudios en humanos.

Normalmente, la salud de nuestro cerebro se deteriora con la edad. En promedio, el cerebro se encoge un 5% más cada década, luego de los 40 años.

Para el estudio, los investigadores hicieron una revisión sistemática de 14 ensayos clínicos que examinaron escáneres cerebrales realizados a 737 personas antes y después de participar en programas de ejercicio aeróbico o ser parte del grupo control.

Entre los participantes se incluyó a adultos sanos, individuos con impedimentos cognitivos moderados (como Alzheimer) y personas con un diagnóstico clínico de enfermedad mental, incluyendo depresión y esquizofrenia. Las edades oscilaron entre los 24 y los 76 años. El promedio fue de 66 años.

Específicamente, los científicos examinaron los efectos del ejercicio aeróbico como la bici estática, usar la cinta de correr y caminar. La duración de las intervenciones oscilaba entre 3 y 24 meses con un promedio de dos a cinco sesiones semanales.

A grandes rasgos, los resultados mostraron que, aunque la intervención no tuvo efectos en el volumen total del hipocampo, si incrementó significativamente el tamaño de la región izquierda del hipocampo en humanos.

El autor principal, Dr. Joseph Firth, explica que en vez de incrementar el tamaño del hipocampo, el ejercicio enlentece el deterioro del tamaño cerebral. Es decir que cumple una función de mantenimiento, mejorando la salud al envejecer.

Firth opina que hay implicaciones para la prevención de trastornos neurodegenerativos como el Alzheimer, aunque se necesita más investigación en este área.

Comenzar una rutina de ejercicios, así consista solo en caminatas, es de vital importancia para nuestra salud en general, pero especialmente para el cerebro. No demores en agarrar las zapatillas y comenzar a crear el hábito de hacer ejercicios.

Fuente:PsychCentral



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Los adolescentes con riesgo suicida pasan más de 5 horas frente a las pantallas

  • 21/11/2017
  • Alejandra Alonso

El incremento de tiempo frente a la pantalla podría ser un factor clave en relación al aumento de la depresión y conductas suicidas en personas jóvenes.

Particularmente las chicas serían más propensas a verse afectadas por estos efectos negativos de pasar demasiado tiempo interactuando con celulares, tablets o computadoras.

El estudio se realizó con 506.820 adolescentes estadounidenses y encontró que las tasas de suicidio para chicas de 13 a 18 años aumentó un 65% entre 2010 y 2015.

El número de chicas que reportaron depresión severa también se incrementó un 58% en este período.

Los protocolos utilizados para recoger los datos incluyeron items que apuntaban a conocer síntomas depresivos, resultados relacionados al suicidio, uso general de dispositivos, utilización de redes sociales, navegación por internet, consumo de televisión, trabajo en tareas escolares, interacciones en persona, uso de medios escritos (revistas, periódicos), práctica de deportes y/o ejercicio, asistencia a sistemas religiosos, trabajos pagados, etc.

La profesora Jean Twenge, autora principal del estudio, comenta:

“Estos aumentos en cuestiones de salud mental entre adolescentes son muy alarmantes.
Ellos nos están diciendo que tienen una lucha y debemos tomarla seriamente.
Cuando vi por primera vez estos repentinos incrementos en problemas de salud mental, no estaba segura de qué estaba causándolos.
Pero las encuestas utilizadas incluyen preguntas sobre cómo utilizan su tiempo libre y, entre 2010 y 2015, los adolescentes han pasado más tiempo frente a una pantalla y menos en otras actividades.
Ese fue, por lejos, el mayor cambio en sus vidas durante los últimos 5 años, y no es una buena fórmula para la salud mental.”

El estudio observó que aquellos sujetos que pasaban más de 5 horas por día en dispositivos electrónicos tenían casi el doble de tendencias suicidas que las personas que solo lo hacían 1 hora o menos por día.

La profesora Twenge recomienda limitar el tiempo que pasan los adolescentes frente a la pantalla a dos horas diarias para disminuir el riesgo. Aunque, debido al diseño metodológico, los autores no pueden asegurar que el creciente uso de celulares ha causado el aumento de problemas en salud mental, ellos piensan que ese ha sido el cambio más grande que ha habido en la vida de esta población entre 2010 y 2015 (sin embargo, podría ser que los adolescentes deprimidos pasan más tiempo frente a la pantalla).

Los científicos también encontraron que los deportes y el ejercicio, las tareas y las conversaciones con personas reales en tiempo real se relacionaban con una reducción de la depresión y el suicidio.

Poco a poco van surgiendo datos que nos ayudan a comprender mejor los efectod de los dispositivos electrónicos en nuestro salud y, aunque los datos del presente estudio no pueden indicar una relación de causalidad, debemos recordar ser cautelosos con el uso de dichos aparatos.

Fuente: PsyBlog



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  • Salud Mental y Tratamientos

Tratamientos para el trastorno esquizoafectivo

  • 16/11/2017
  • Alejandra Alonso

El Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales en su quinta edición (2013), ubica al Trastorno esquizoafectivo dentro del espectro de la esquizofrenia y otros trastornos psicóticos. Brevemente, este trastorno se caracteriza por “un período ininterrumpido de enfermedad durante el cual existe un episodio mayor del estado de ánimo (maníaco o depresivo mayor) concurrente con el Criterio A de esquizofrenia” (APA, 2013). Dicho criterio A de la esquizofrenia se refiere a la presencia de dos o más de los siguientes síntomas durante la mayor parte de un período de un mes: Delirios, alucinaciones, discurso desorganizado, comportamiento muy desorganizado o catatónico y síntomas negativos.

A su vez, este desorden puede ser de tipo bipolar o depresivo y su incidencia es mayor en mujeres (especialmente la de tipo depresivo).

A continuación se nombran algunos de los tratamientos disponibles para el trastorno esquizoafectivo:

Psicoterapia individual

El tratamiento de primera línea es la psicoterapia, el tipo utilizado para este desorden es de apoyo, centrado en el cliente y no directivo. Esto se debe a que los individuos con un trastorno esquizoafectivo necesitan un ambiente cálido, positivo y orientado al cambio para explorar su ambiente y sentir estabilidad y seguridad. También se pueden enseñar técnicas de resolución de problemas y ayudar a desarrollar habilidades de afrontamiento. Esto permitirá que el paciente sea más funcional en la vida diaria y adquiera más habilidades sociales. Adicionalmente pueden desarrollarse habilidades de relaciones interpersonales, que suele ser una de las preocupaciones de la familia.

Psicoterapia orientada a la familia

Además de la terapia individual, también se puede implementar una modalidad que sea orientada a toda la familia. Dicha modalidad consiste en sesiones de psicoeducación para el grupo familiar.

Terapia de grupo

La terapia grupal también puede ser de gran beneficio en el plan de tratamiento de estas personas. Esta modalidad consiste en el trabajo de cuestiones generales de relaciones interpersonales, problemas cotidianos, cuestiones concernientes al trabajo o los estudios y otros asuntos específicos.

ACT

La Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT) basada en mindfulness ha sido aplicada a varias condiciones incluidas la depresión y la psicosis. Su objetivo principal no es reducir los síntomas psicóticos, sino disminuir el sufrimiento del paciente al fortalecer sus habilidades para tolerar dichos síntomas. A grandes rasgos, esto se logra al incrementar la consciencia y aceptación de la presencia de estos síntomas (puedes leer más sobre ACT aquí). Luego se reduce la concentración del paciente en los síntomas (quitándole poder al impacto de los mismos) para dirigirla a los valores que son importantes para el paciente. Fabián Maero (2015) lo explica así: “En concreto, ACT utiliza intervenciones que promueven la defusión (disminuir el impacto del lenguaje), la aceptación, la toma flexible de perspectiva, el contacto con el momento presente, la clarificación de valores y la acción comprometida con esos valores”.

Debido a que los problemas en el área social y laboral son comunes en este trastorno, el paciente muchas veces suele depender de la ayuda de su familia o personas cercanas para recibir tratamiento. Es importante que los familiares provean una red de apoyo y puedan participar de las terapias orientadas a la familia para conocer más sobre el trastorno y cómo ayudar a mejorar la calidad de vida de la persona afectada.

Fuentes: Psycentral
American Psychiatric Association. (2013). Diagnostic and statistical manual of mental disorders (5th ed.). Washington, DC.



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  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Juegos de matemáticas en casa fortalecen el vocabulario en niños de prekínder

  • 13/11/2017
  • Alejandra Alonso

El juego ha sido siempre la mejor forma de ayudar a los niños a aprender el modo en que funciona el mundo. En el caso de las matemáticas, es justamente esta la asignatura que se halla a menudo detrás de los problemas en el rendimiento académico, quizás porque hablamos de una ciencia eminentemente abstracta que en ocasiones toma trabajo a los niños comprender, en especial cuando aún no desarrollan del todo el pensamiento simbólico.

La revista Journal of Experimental Child Psychology sugiere la importancia de que los padres incluyan actividades matemáticas en forma de juego a sus hijos en etapa preescolar, no sólo para ayudarlos a mejorar sus habilidades en esta área sino también para estimular su vocabulario general.

De hecho, los juegos de matemáticas en casa para niños de prekínder podrían ayudar a fortalecer el vocabulario incluso más que la lectura de libros y cuentos, de acuerdo con los investigadores de la Universidad de Purdue.

“Nunca es demasiado temprano para hablar sobre números”

Amy Napoli, quien co-dirigió el estudio, explica que los beneficios de los juegos de matemáticas sobre el vocabulario de los niños podría deberse al contenido de los diálogos que los padres utilizan para conducir estas actividades. Los padres hablan a sus hijos acerca de valores y comparaciones, lo que ayuda a los niños a mejorar sus habilidades de lenguaje.

«Nunca es demasiado temprano para hablar sobre números y cantidades. Una de las primeras palabras que los niños pequeños aprenden es más» (Dr. David Purpura, universidad de purdue)

Algunas maneras en que los padres pueden implementar la matemática en casa para reforzar el desarrollo académico de sus hijos son:

  • Incluir ejercicios en la vida diaria para que los niños cuenten, conecten números y comparen valores.
  • Estimular a los niños a establecer relaciones de «más y menos» en situaciones cotidianas. Por ejemplo: «¿Qué fruta compraron más papá y mamá? ¿Manzanas o peras? ¿Las manzanas son más o menos que las peras?»

Para Napoli, cuando los padres comienzan a incluir este tipo de enfoque las cosas mejoran significativamente para sus hijos.

La investigación se realizó con una muestra de 116 niños en edad preescolar (de 3 a 5 años). El equipo evaluó las habilidades matemáticas y de lenguaje de los niños en el otoño y la primavera del año preescolar y también tomó en cuenta lo que sus padres habían informado acerca de las actividades de matemáticas y alfabetización en el hogar.

Los hallazgos finales indican que las familias que se comprometieron a implementar actividades matemáticas en el hogar vieron cómo el rendimiento de los niños mejoró a lo largo del tiempo. Los investigadores advierten que estos resultados solo muestran una correlación y que se necesita un trabajo experimental futuro para evaluar la naturaleza causal de estos hallazgos.

Fuente: Psych Central; Universidad de Purdue



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