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Publicaciones por autor

María Alejandra Martínez Rodríguez

3 Publicaciones
Psicóloga y Especialista en Gestión de la Salud Pública de la Fundación Universitaria Sanitas. Actualmente me dedico a la investigación en temas relacionados con salud pública en poblaciones dispersas y he elaborado algunos textos relacionados con Psicología de la salud.
  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Psicología y salud pública

  • María Alejandra Martínez Rodríguez
  • 08/04/2019

Las actuales demandas sociosanitarias han aumentado la participación de la psicología en la atención de la salud. En Colombia la Ley 1090 del año 2006, que reglamenta el ejercicio de la profesión de la psicología, considera al psicólogo como un profesional de la salud que puede asesorar y participar en el diseño y formulación de políticas públicas en salud, procesos de educación, justicia y demás áreas de la psicología aplicada.

A su vez puede realizar consultorías “para el diseño, ejecución y dirección de programas, en los campos y áreas donde el conocimiento y el aporte disciplinario y profesional de la Psicología sea requerido o conveniente para el beneficio social” citado por Restrepo (2012). Por su parte, la salud pública se ha definido como un campo de saberes y prácticas interdisciplinarias sobre la salud de las poblaciones, interesándose por la calidad de vida y el bienestar colectivo.

Diversos autores que han tratado las relaciones entre estos campos coinciden en afirmar que los mayores puntos de encuentro se han producido en las áreas de promoción de la salud y prevención de enfermedades, la cognición, el afecto, la emoción y la conducta.

Es importante mencionar que la Psicología como disciplina científica y aplicada tiene la responsabilidad de participar en la construcción de modelos conceptuales y en el desarrollo de estrategias que permitan satisfacer las necesidades de salud de las poblaciones; la articulación entre las micro y macro explicaciones sobre los procesos de salud-enfermedad y la contribución a la reducción del sufrimiento humano, dirigiendo sus esfuerzos a la promoción de la calidad de vida y a la búsqueda del desarrollo humano óptimo, tanto en individuos como en colectividades (Arrivillaga, 2009).

A la fecha, esta disciplina ha logrado su consolidación, lo cual se refleja en la adopción de un código deontológico y el fortalecimiento y apoyo en el ejercicio profesional a través del Colegio Colombiano de Psicólogos (COLPSIC).

La Psicología como disciplina científica tiene la responsabilidad de participar en la construcción de de estrategias que permitan satisfacer las necesidades de salud

COLPSIC (2013) reconoce quince campos disciplinares y profesionales entre los que se encuentran la psicología clínica y la psicología de la salud, principales medios de aproximación de la psicología a la salud pública, usualmente agrupadas en un solo campo pero con diferencias en su enfoque. La primera, basada en el modelo biomédico, se centra en la atención de la enfermedad de manera individual y la segunda, fundada en el modelo biopsicosocial, explora la interrelación de los factores biopsicosociales en el proceso salud-enfermedad y se orienta al mejoramiento de estas condiciones, conectando las ciencias médicas y las ciencias sociales (Grau y Hernández, 2005).

Esto ha otorgado el reconocimiento oficial de la psicología como profesión de la salud, mediante la Ley 1090 de 2006, la expedición de la Ley de salud mental (Ley 1616 de 2013) y la adopción del Plan Nacional de Salud Pública (PDSP) 2012-2021 en Colombia, lo cual amplían aún más el panorama para su ejercicio.

Es imprescindible mencionar, que lo que une a los distintos objetos de la psicología es su carácter individual y privado, en contraste con lo colectivo o lo público. Esto hace que la integración entre esta disciplina y la salud pública haya contado con acercamientos fructíferos pero también con numerosos obstáculos (Muñoz, 2014).

Entre ellos está el hecho de que la psicología como profesión se ha concentrado en acciones psicoterapéuticas, en intervenciones centradas en los estilos de vida individuales (Albee & Fryer, 2003) o en el análisis e intervenciones desde la psicología social en sus distintas ramas, con alcance únicamente en el nivel grupal y comunitario. Todo esto resulta insuficiente cuando se trata de salud pública, pues ninguna de estas formas toca elementos de la estructura y la composición social, que constituyen lo colectivo (Arrivillaga, 2009) y determinan el bienestar, la salud y la enfermedad de las poblaciones.

Por otra parte, la formación académica de psicólogos en Colombia no los prepara adecuadamente para responder a las demandas en Salud Pública, para reconocer las necesidades y recursos de la población usuaria de los servicios de salud, ni para buscar maneras de contribuir a la reducción de las desigualdades sociales y las inequidades en salud (Arrivillaga, 2009).

Particularmente, en el nivel de pregrado es necesaria una formación más general, abierta a las posibilidades de la interdisciplinariedad, “menos centrada en los debates teóricos” y con una especial sensibilidad a los temas públicos que afectan a la sociedad.

El perfil debe adecuarse a la realidad de salud del país; los profesionales deben ofrecer servicios de acuerdo con las necesidades y prioridades basadas en condiciones epidemiológicas; promover la participación ciudadana en las acciones del sistema de salud y contribuir en las formas de organización de la comunidad para emprender exitosamente tareas de salud colectivas (Cabrera, 2004); desarrollar acciones intersectoriales y de colaboración con otros profesionales que formen parte del equipo de salud, y priorizar mecanismos de decisión horizontales evitando relaciones verticales y jerarquizadas que dificultan el intercambio de experiencias entre las diferentes disciplinas (Dimenstein, 2003).

Es importante, realizar ajustes en los programas educativos en Colombia en los órdenes de formación básica, de postgrados y de educación continua, mediante un ejercicio de corresponsabilidad entre gremio, formadores y empleadores para fortalecer al psicólogo como recurso humano efectivo en salud (Mosquera, Salazar, 2015).

Es necesario que la psicología avance hacia la construcción de una comunidad científica y profesional, con legitimidad social en el campo de la salud pública. La psicología tiene el desafío de abordar y desarrollar investigaciones interdisciplinarias que abran las compuertas a renovados modelos explicativos vinculantes de lo individual y lo colectivo en relación con la salud y los grupos de investigación.

Es por ello que los psicólogos tienen el desafío de analizar los problemas éticos en relación con el individuo, la libertad y la responsabilidad pública, en los que se integren elementos como la calidad de vida, promoción y prevención, consumo de sustancias psicoactivas, estilo de vida y salud, salud mental y salud pública, rehabilitación en enfermedades crónicas, estrés, evaluación y medición, salud sexual y reproductiva, violencia social, perspectiva de género y salud, psicooncología, representaciones sociales de la salud, psicología hospitalaria, soporte social y salud, psicología de la salud y el deporte, psicoinmunología y medio ambiente y salud.

En este sentido la vinculación, relación y organización por niveles jerárquicos de determinantes sociales de la salud, hacen posible una explicación y comprensión integral de diversas problemáticas en el campo de la salud pública (Louro, 2003).

Finalmente, es importante demostrar la evidencia empírica del impacto de las intervenciones psicosociales en el campo de la salud, debatir el rol e incrementar la integración del psicólogo en el medio hospitalario y validar instrumentos de evaluación y medición en población colombiana (Flórez, 2006).

Adicionalmente, deben considerarse objetivos diferentes como la búsqueda de la equidad en salud; la reducción de brechas de desigualdades injustas, innecesarias y evitables; la atención a necesidades individuales y colectivas, con estrategias renovadas de intervención interdisciplinaria, donde la psicología aporte todo su potencial epistemológico, conceptual y metodológico (Dimenstein, 2003) .

Así mismo, la psicología debe vincularse efectivamente en el nivel de lo político e ideológico, para la defensa de la salud como un derecho humano fundamental, que desarrolle nuevas metodologías para el ejercicio de una praxis participativa, emancipadora y de agencia con vinculación de los sujetos y las comunidades para el fortalecimiento de su propia salud.

Referencias bibliográficas:

Albee, G. W. & Fryer, D. M. (2003). Towards a public health psychology. Journal of Community & Applied Social Psychology, 13, 71-75.

Arrivillaga, M. (2009). Psicología y salud pública: tensiones, encuentros y desafíos Universitas Psychologica, vol. 8, núm. 1, pp. 137-147.

Cabrera, G. (2004). Teorías y modelos en la salud pública del siglo XX. Colombia Médica. Vol. 35 nº 3. Pp.1-5.

Colegio Colombiano de Psicólogos (COLPSIC) (2013a). Condiciones sociodemográficas, educativas, laborales y salariales del psicólogo colombiano. Recuperado de http://www.colpsic.org.co/ documentos/estudio.htm.

Dimenstein, M. (2003). Los (des)caminos de la formación profesional del psicólogo en Brasil para la actuación en la salud pública. Recuperado de http://iris.paho.org/xmlui/bitstream/handle/123456789/8349/a14v13n5.pdf?sequence=1&isAllowed=y.

Flórez, L. (2006). La Psicología de la Salud en Colombia. Universitas Psychologica, 5(3), 681-694.

Grau, J.A. y Hernández, E. (2005). Psicología de la salud: aspectos históricos y conceptuales. Psicología de la Salud: fundamentos y aplicaciones. (pp.33-84). Centro Universitario en Ciencias de la Salud.

Louro, I. (2003). La familia en la determinación de la salud. Recuperado de http://scielo.sld.cu/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0864-34662003000100007.

Mosquera, Y; Salazar, F. (2015). Caracterización ocupacional del psicólogo en el área de salud pública en el departamento del Huila. Recuperado de http://biblioteca.ucp.edu.co/OJS/index.php/textosysentidos/article/view/2760/2738

Muñoz, C. (2014). Psicología, salud mental y salud pública. CES Psicología, vol. 7, núm. 2, pp. 184-187.

Restrepo, D. (2012). La salud pública como escenario para el diálogo de saberes. Revista CES Salud Pública. Volumen 3, Número 1, pág. 1-3.

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  • Análisis

¿Cómo se genera el aprendizaje?

  • María Alejandra Martínez Rodríguez
  • 15/02/2018

El pensamiento posmoderno introduce un nuevo conocimiento crítico, guiado bajo las versiones psicológicas y sociológicas que dan lugar al constructivismo y al construccionismo. Su versión más radical es expuesta a través de autores representativos y es valorada desde el paradigma epistemológico de la complejidad que emerge en la ciencia más avanzada. De esta forma se analiza su impacto en la educación mediante la siguiente pregunta: ¿Cómo se genera el aprendizaje para el constructivismo, el construccionismo y la complejidad?

Constructivismo

En primer lugar, el constructivismo surge como una corriente epistemológica, preocupada por discernir los problemas de la formación del conocimiento en el ser humano. Para ello, existe la convicción de que los seres humanos son producto de su capacidad para adquirir conocimientos y para reflexionar sobre sí mismos, lo que les ha permitido anticipar, explicar y controlar propositivamente la naturaleza y por ende construir la cultura. De acuerdo a lo anterior, se destaca que el conocimiento se construye activamente por sujetos cognoscentes (Díaz, Hernández, 2002). Es importante destacar al constructivismo radical, planteado por autores como Von Glaserfeld o Maturana, quienes postulan que la construcción del conocimiento es subjetiva, por lo cual no es posible formar representaciones objetivas ni verdaderas de la realidad, solo existen formas efectivas de actuar sobre la misma.

De acuerdo con la interpretación antes mencionada, el sujeto parte de sus experiencias previas y de la interacción con otros para el logro de la construcción de nuevos conocimientos significativos. Según esto, podemos decir que el aprendizaje humano es siempre una construcción interior y subjetiva, y por tanto la objetividad en sí misma, separada del hombre, no tiene sentido, pues todo conocimiento es una interpretación (Agudelo, Estrada, 2012). Adicionalmente, el desarrollo cognitivo de las representaciones del mundo, surgen a partir de la creación de significados a través de la experiencia.

A partir de lo anterior, el conocimiento no se recibe pasivamente, ni a través de los sentidos, ni por medio de la comunicación, sino que es construido activamente por el sujeto cognoscente (Pakman, 2005). Por ende, la función de la cognición es adaptativa y sirve a la organización del mundo experiencial del sujeto, por lo cual surge un interés a nivel individual e intrapsíquico de la manera como se construye el conocimiento dando espacio al pensamiento individual, personal y libre del individuo, reconociendo al sujeto como a un agente autopoyético.

Construccionismo

Por otro lado, el construccionismo acepta que lo que ocurre entre los seres humanos adquiere significado a partir de la interacción social expresada a través del lenguaje (Agudelo, Estrada, 2012), de está forma el lenguaje es el que posibilita la construcción de acciones conjuntas entre quienes comparten contextos específicos, y estas acciones tienen significados para quienes intervienen en ellas y las comprenden. Por esta razón, el aprendizaje surge del intercambio social y es mediatizado por el lenguaje. Es por ello, que no se trata de construir conocimiento intrapsíquico o interpsíquico, es necesario construir conocimiento por el otro y para el otro, para beneficios de la comunidad y no sólo para beneficios individuales.

Cabe añadir, que surge un interés por el pensamiento cooperativo de los grupos sociales en donde el sujeto se ve disuelto en estructuras lingüísticas. De acuerdo a lo anterior, los términos y formas mediante los cuales obtenemos la comprensión del mundo y de nosotros mismos son artefactos sociales, productos de intercambios históricos y culturalmente situados entre las personas (Pakman, 2005), ya que en la medida en la cual una descripción del mundo o de nosotros mismos se mantiene a través del tiempo no dependerá de la validez empírica de la descripción sino de las alteraciones del proceso social. Adicionalmente, el lenguaje es un subproducto de la interacción, por lo cual su principal significado se deriva del modo en que está inmerso dentro de patrones de relación (Pakman, 2005).

Complejidad

De acuerdo a lo anterior, el paradigma de la complejidad surge como un principio regulador que no pierde nunca de vista la realidad del tejido como fenómeno en el cual estamos y que constituye nuestro mundo, en él se afirma que la formación del ser humano es una actitud de búsqueda constante de incertidumbres y contradicciones (Palva, 2004). Morín (citado en Bucheli, 2012) postula los 7 principios de la complejidad para la explicación del conocimiento:

  • Principio sistemático u organizacional: “Para comprender el todo se deben estudiar las partes, para comprender la parte se debe estudiar el todo”.
  • Principio hologramático: “ Los individuos se transforman por el todo, al igual que el todo refleja cada uno de los individuos”.
  • Principio de bucle retroactivo: “La causa actúa sobre el efecto, el efecto retorna sobre la causa”.
  • Principio del bucle recursivo: “El individuo produce a la sociedad en su interacción y la sociedad produce a sus individuos en su tradición”.
  • Principio de autonomía, dependencia: “El individuo es auto-organizador y auto-productor pero dependerá siempre de su entorno”.
  • Principio dialógico : “ El uno y el otro son indisolubles de la misma realidad”.
  • Principio de reintroducción del conocedor en todo conocimiento: “El conocimiento es una reconstrucción en una cultura y un tiempo determinados”.

Finalmente, al retomar los paradigmas se muestra a la construcción como la forma de expresar la búsqueda y la creatividad del conocimiento, lo cual le permite al ser humano una comprensión profunda de la realidad. Para ello, se rescata con estos paradigmas el papel activo del individuo, llevado a cabo mediante sus instrumentos psicológicos, los cuales favorecen la interacción en contextos específicos y por ende el surgimiento del aprendizaje (Cubero, 2005). Asimismo, se encuentra que no hay límites para la creación del conocimiento y que las distintas perspectivas dan cuenta de la construcción de la realidad en la que se emerge.

Imagen: Pexels

Referencias bibliográficas:

  • Agudelo, M; Estrada, P. (2012).  Constructivismo y construccionismo social: Algunos puntos comunes y algunas divergencias de estas corrientes teóricas. Prospectiva, 17, 353-378.
  • Bucheli, A. (2012). 7 Principios de la Complejidad. Recuperado de http://www.slideshare.net/alejandrabuchelli/principios-de-complejidad
  • Cubero, R. (2005). Elementos básicos para un constructivismo social. Avances en Psicología Latinoamericana, 23, 43-61.
  • Díaz, F; Hernández, G. (2002). Estrategias docentes para un aprendizaje significativo. México; McGraw-Hill/Interamericana Editores, S.A de C.V
  • Pakman, M. (2005). Construccionismo de la Experiencia humana. Barcelona; Gedisa, S.A.
  • Palva, A. (2004). Edgar Morín y el pensamiento de la complejidad. Revista de la ciencias de la educación, 1,23, 239-253.

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  • Ciencia y Evidencia en Psicología

El proceso diagnóstico en la psicología comunitaria

  • María Alejandra Martínez Rodríguez
  • 06/02/2018

En la actualidad existe abundante documentación sobre el trabajo en comunidades, muchos de estos materiales han estado dedicados a la presentación y sistematización de experiencias, otros se han interesado especialmente por la formulación de propuestas metodológicas y algunos han avanzado en fundamentaciones teórico-conceptuales. Pero, ¿cuáles son los fundamentos epistemológicos y metodológicos, requeridos para el diagnóstico científico en comunidad? ¿Cuáles son los principios ontológicos, éticos y políticos del diagnóstico comunitario propuesto desde la psicología? ¿Qué estrategias utiliza el profesional en psicología, para el desarrollo del diagnóstico comunitario?

Fundamentos epistemológicos y metodológicos

En primer lugar, los fundamentos epistemológicos plantean la construcción de conocimiento a partir de la relación entre sujetos cognoscentes (psicólogos y personas interesadas de la comunidad), en donde el sujeto construye una realidad, que a su vez la transforma, lo limita y lo impulsa. De acuerdo a ello, ambos están siendo construidos continuamente en un proceso dinámico que involucra la dialéctica, en donde la construcción social es relativa pues responde a un momento y a un espacio determinados (Montero, 2011). A partir de lo anterior, el estudio crítico de la psicología comunitaria ha sido producto del intercambio de saberes, en donde el propósito es desideologizar, generar condiciones de cambio y concientizar a la comunidad sobre su realidad.

La comunidad es quien decide qué tema se va a intervenir- investigar y cómo se desea que esto se haga

Adicionalmente, los fundamentos metodológicos, han incluido a la investigación acción participación (IAP), la cual promueve la participación activa de la comunidad tanto en el estudio como en la comprensión de sus problemáticas, mediante la planeación de propuestas de acción, su implementación, la evaluación de los resultados, la reflexión y la elaboración del proceso sugerido (Castro, 1996), de tal manera  que se genere construcciones en una acción crítica y reflexiva de carácter colectivo. Por otra parte, los principios ontológicos, éticos y políticos del diagnóstico comunitario involucran por un lado la dimensión ontológica, en donde la historia de los miembros de la comunidad surge a partir de la experiencia y de la interacción entre los grupos, de acuerdo a esto, se construye la realidad mediante el discurso y las acciones. Para ello, la comunidad es quien decide qué tema se va a intervenir- investigar y cómo se desea que esto se haga. Más aún, la comunidad es quien posee recursos para realizar sus propias intervenciones en dónde el rol del profesional recae como facilitador más no como un experto (Tovar, 2001).

En este sentido, un análisis de la literatura sobre el tema, converge en dos tendencias fundamentales: aquella que focaliza la evaluación de dimensiones objetivas de la necesidad, en tanto a la realidad física y/ o socialmente determinada. Esta tendencia evaluadora se identifica con técnicas cuantificables y sus análisis son de orden macro sistémico. En cuanto a la otra vertiente investigativa, está es centrada en cómo esta necesidad es percibida, evaluada, valorada y sentida por los sujetos de la comunidad, lo cual acentúa su consideración subjetiva (Tovar, 2001). No obstante, esta tendencia se nutre de técnicas que permiten el análisis cualitativo de la información, lo cual permite enfatizar en el elemento ideográfico- particular.

Principios éticos, políticos y ontológicos

La dimensión ética nos muestra que como primer principio se debe aceptar la diferencia, en donde existen unas particularidades y unas condiciones propias de cada comunidad,  cuyo principal objetivo es la relación con el otro en términos de igualdad y respeto (ética de la relación). Cabe señalar, que los miembros de la comunidad tienen la capacidad de tomar y ejecutar sus propias decisiones que implican una serie de consecuencias. A partir de ello, lo que se busca es generar beneficios en términos de red. Más aún, la dimensión política, nos muestra, cómo la organización de la comunidad se fundamenta de acuerdo a unos intereses, objetivos y procesos, en dónde prima básicamente el respeto de los derechos y el cumplimiento de deberes y obligaciones por ambos tipos de agentes (Montero, 2011).

Finalmente, la evaluación que involucra las necesidades de la comunidad, ha seguido diferentes alternativas metodológicas en su desarrollo, para ello las estrategias que fundamentan los procesos de diagnóstico en psicología comunitaria y que suele utilizar el profesional en psicología son los métodos de observación, el análisis documental, informantes clave, los grupos semiestructurados, las tasas de atención, la encuesta de población e indicadores sociales (Morales, 2002). De acuerdo a lo anterior, los psicólogos comunitarios se han visto como agentes de cambio ligados a la detección de potencialidades (recursos, capacidades), al fortalecimiento y la puesta en práctica de las mismas y al cambio en los modos de interpretar, construir e influir sobre la realidad.

Imagen: Unsplash

Referencias bibliográficas:

Castro, M. (1996). La Psicología, los procesos comunitarios y la interdisciplinariedad. Colombia: Almudena Editores.

Montero, M. (2011). Introducción a la Psicología Comunitaria: Desarrollo, Conceptos y Procesos. Buenos Aires: Paidós Tramas Sociales 23.

Morales, A. (2002). Psicología Social Aplicada. Madrid: Pearson Educación, S.A.

Tovar, M. (2001). Psicología Social Comunitaria: Una alternativa teórico- metodológica. México: Plaza y Valdez, S.A de C.V.

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