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Publicaciones por autor

Maria Fernanda Alonso

909 Publicaciones
Soy miembro fundador y editora de contenido en Psyciencia.
  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Cómo optimizar tu estrés

  • Maria Fernanda Alonso
  • 21/08/2020

Partiendo de la mentalidad con que lo abordamos, tenemos la posibilidad de hacer un uso efectivo u optimizar el estrés en nuestro beneficio. ¿Qué quiere decir esto? La manera en que evaluamos el estrés puede tener implicaciones importantes sobre cómo lo enfrentaremos cuando surja en nuestra vida diaria.

Cuando pensamos “el estrés es malo para mí,” es probable que le agreguemos una carga adicional: la de estar estresados por estar estresados (Brady et al., 2018). Al sentir estrés los esfuerzos se enfocarían en intentar minimizarlo para evitar sus resultados negativos. Pero, ¿qué pasaría si valoráramos al estrés como bueno para nosotros? Según un nuevo estudio es más probable que (Crum et al., 2020):

  • no agreguemos más tensión a nuestras circunstancias preocupándonos por los efectos negativos de estar estresados,
  • aceptemos el estrés, y
  • nos sintamos empoderado para optimizar nuestra respuesta al estrés con el fin de lograr nuestros objetivos.

Estudios previos han encontrado que, en comparación con la supresión o la evitación, la aceptación de experiencias emocionales incómodas cuando se enfrentan situaciones muy estresantes se correlaciona con una serie de resultados positivos (Shallcross et al., 2010).

El equipo de investigación de Crum señala que también es importante la manera como definimos al estrés. Explican que ver al estrés como la anticipación o experiencia de encontrar demandas en los contextos relacionados con las metas propias, y separarlo de los resultados, sugiere que las respuestas al estrés pueden ser reguladas – e idealmente optimizadas – independientemente de si el factor estresante (es decir, la demanda) en sí se considera como «bueno» (por ejemplo, tener un hijo) o «malo» (por ejemplo, tener una enfermedad).

Entonces, incluso si la causa del estrés es «mala», una evaluación positiva del estrés en sí puede afectar la forma en que las personas adaptan sus respuestas al estrés para lograr sus objetivos.

Estrategias de regulación para optimizar el estrés

Elegir las situaciones

Hay situaciones que nos ofrecen oportunidades para el crecimiento y el descubrimiento, independientemente de cuán estresantes puedan ser. Un ejemplo es tomar la decisión de defenderse ante un trato injusto en el trabajo, incluso cuando esto signifique tener una conversación difícil con tus compañeros de trabajo. O bien, inscribirte en un torneo de tu deporte, aunque esto signifique meses de preparación y entrenamiento previos

Prestar atención

La habilidad humana de prestar atención a ciertas situaciones o cosas y no a otras puede, en muchos casos, determinar el abanico de experiencias que viviremos. Prestar atención implica concentrarnos en las oportunidades (tanto las evidentes como las inesperadas) que surgen con el estrés, en lugar de enfocarnos en todo lo negativo del asunto. Cuando pensamos en el estrés como algo funcional en lugar de verlo como amenazante, ponemos más atención en los estímulos positivos, aumentando el afecto positivo y la flexibilidad cognitiva (Crum et al., 2017). Entonces, en lugar de centrarnos en el nerviosismo que nos genera una presentación que se acerca, podemos centrarnos en la ambición de tener un buen desempeño, y consecuentemente dedicar más tiempo a la preparación para alcanzar tal objetivo.

Elegir pensar de otra manera

Esta estrategia de regulación emocional para la optimización del estrés consiste en repensar de forma diferente la situación, el estrés y tu propia capacidad para manejarlo. En lugar de focalizarte en los nervios por una nueva presentación, podrías cambiar la forma en que percibís el factor estresante dirigiendo tu atención, por ejemplo, a que no es la primera vez (ni la última) que te piden que hables frente a una audiencia; o bien a tu capacidad de afrontarlo basado en que te preparaste para esto y en que cada vez que lo hacés adquirís más experiencia.

Cambiar la respuesta psicológica y comportamental

La respuesta más común cuando sentimos estrés es procurar suprimirlo, no sentirlo. En su lugar, podemos recurrir a otras estrategias que nos ayuden a superar la ola de estrés, como las técnicas para regular la excitación y mejorar el rendimiento que utilizan los atletas: escuchar música de ritmo rápido, animarse con charlas de motivación, realizar ejercicios de relajación, o practicar mindfulness, entre otras.

Seguramente has pasado, estás pasando o pasarás por situaciones estresantes en la vida, por eso, aprender que el estrés tiene una función y relacionarnos con este de forma eficaz puede ser mucho más útil que estresarnos por sentirnos estresados.

Referencias bibliográficas:

  • Brady, S. T., Hard, B. M., & Gross, J. J. (2018). Reappraising test anxiety increases academic performance of first-year college students. En Journal of Educational Psychology (Vol. 110, Número 3, pp. 395-406). https://doi.org/10.1037/edu0000219
  • Crum, A. J., Akinola, M., Martin, A., & Fath, S. (2017). The role of stress mindset in shaping cognitive, emotional, and physiological responses to challenging and threatening stress. Anxiety, Stress, and Coping, 30(4), 379-395. https://doi.org/10.1080/10615806.2016.1275585
  • Crum, A. J., Jamieson, J. P., & Akinola, M. (2020). Optimizing stress: An integrated intervention for regulating stress responses. Emotion , 20(1), 120-125. https://doi.org/10.1037/emo0000670
  • Shallcross, A. J., Troy, A. S., Boland, M., & Mauss, I. B. (2010). Let it be: Accepting negative emotional experiences predicts decreased negative affect and depressive symptoms. Behaviour Research and Therapy, 48(9), 921-929. https://doi.org/10.1016/j.brat.2010.05.025

Fuente: Psychology Today

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Vos podés, yo no: tendemos a pensar que los otros son más capaces de controlar sus creencias que nosotros

  • Maria Fernanda Alonso
  • 20/08/2020

¿Cuánto control tenemos sobre nuestras creencias? ¿Son controlables? Psicólogos y filósofos han sostenido que nuestras creencias no están bajo nuestro control directo, y que sólo podemos influir en ellas hasta cierto punto, pero no podemos elegir lo que creemos. Sin embargo, un equipo de investigadores encontró que las personas tienden a asumir que las creencias son controlables, y que los demás tienen más control que ellos mismos, sobre sus creencias personales (Cusimano & Goodwin, 2020).

Los autores realizaron siete estudios, con más de 3500 participantes en total, para examinar cuánto control creían tener las personas sobre sus propias creencias y cuánto control creían que tenían los otros sobre sus creencias.

¿Qué encontraron? El equipo descubrió que las personas, de manera consistente, tendían a concebir que los demás tenían más control sobre sus creencias que ellos mismos. Por ejemplo, las personas creían que los demás eran más capaces de cambiar su creencia sobre la existencia de Dios.

Esta discrepancia fue cierta incluso cuando los participantes consideraron a alguien que tenía exactamente la misma creencia que ellos y cuando consideraron a otras personas cercanas, como un mejor amigo o una pareja romántica. Además, esta situación se dio tanto en las creencias aportadas por los investigadores como en creencias aportadas por los propios participantes.

Explican los autores que tenemos una tendencia a creer que las creencias son elecciones libres, pero esta idea entra en conflicto con lo que se siente al tener una creencia.

Sugieren, entonces, que debemos esforzarnos por recordar que otras personas probablemente se sienten igual que nosotros mismos respecto de nuestras creencias; es decir, que no pueden simplemente cambiar lo que creen.

Referencia bibliográfica:

Cusimano, C., & Goodwin, G. P. (2020). People judge others to have more voluntary control over beliefs than they themselves do. Journal of Personality and Social Psychology. https://doi.org/10.1037/pspa0000198

Fuente: Psypost

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Las cosas por su nombre: cómo denominamos a los objetos podría guiar la manera en que los bebés los codificarán y recordarán

  • Maria Fernanda Alonso
  • 19/08/2020

¿Cómo hablamos con los bebés y niños pequeños? ¿Hace alguna diferencia decirle “lápiz” indistintamente a un lápiz, crayón, birome o fibra? ¿O llamar «plantas» igualmente a helechos, rosas y lechugas? ¿O incluso denominar «flores» a margaritas, petunias y azaleas? Parece que sí: una investigación reciente encontró que hasta para los bebés que recién empiezan a pronunciar sus primeras palabras, la manera en que denominamos a un objeto guía el proceso de codificación, representación y memoria del infante para ese objeto (LaTourrette & Waxman, 2020).

¿Por qué es importante? Codificar objetos en la memoria y recordarlos más tarde es fundamental para la cognición humana. Este proceso surge en la infancia.

Metodología: el equipo de investigación formuló una nueva tarea de reconocimiento de memoria que empezó por una etapa de entrenamiento en la que todos los bebés vieron cuatro objetos distintos de la misma categoría de objetos, cada uno fue introducido junto con:

  • el mismo sustantivo nuevo (condición de nombre consistente),
  • un sustantivo nuevo distinto para cada objeto (condición de nombres distintos), o
  • la misma secuencia de tonos sinusoidal (condición de tono consistente).

Luego, los investigadores evaluaron si los bebés recordaban qué objetos acababan de ver en el entrenamiento. Para hacerlo, los bebés volvieron a ver cada objeto del entrenamiento, esta vez presentado en silencio junto con un nuevo objeto de la misma categoría de objetos.

¿Qué encontraron? La memoria de los bebés para los objetos individuales era sensible a cómo habían sido nombrados. Los bebés en la condición de nombre consistente mostraron una memoria de reconocimiento deficiente en la prueba, lo que sugiere que los nombres aplicados de manera consistente les enfocaban principalmente en los puntos en común entre los objetos nombrados a expensas de las diferencias entre ellos.

Por el contrario, los bebés en la condición de nombres distintos reconocieron tres de los cuatro objetos, lo que sugiere que la aplicación de nombres distintos mejora la codificación de los bebés respecto de las distinciones entre los objetos individuales.

Los infantes en la condición de control “tono constante” reconocieron solo el objeto que habían visto más recientemente.

Consecuentemente, la evidencia indica que los bebés son sensibles a un vínculo de principios entre el nombre y la representación de objetos a los 12 meses de edad.

¿Qué interpretaciones surgen? Según los autores, esto significa que cuando se aplica el mismo nombre consistentemente a un conjunto de objetos, los bebés codifican principalmente sus puntos en común. En contraste, cuando se aplica un nombre único a cada objeto, los bebés codifican las características únicas de cada objeto.

Explican que para un bebé de 12 meses de edad la manera en que un objeto es nombrado tiene consecuencias conceptuales rápidas y precisas en la representación que harán de él.

También sostienen que por la precisión de las respuestas de los bebés, incluso el asignarles nombres una sola vez puede tener un impacto duradero en cómo codificarán, representarán en la memoria y recordarán tal objeto más tarde.

Concluyen que denominar a un conjunto de objetos individuales con el mismo nombre invita a los bebés a formar categorías de objetos: los lleva a enfocarse en los puntos en común entre los objetos, pero a expensas de recordar las características que son únicas para cada cosa individual.

Referencia bibliográfica:

LaTourrette, A. S., & Waxman, S. R. (2020). Naming guides how 12-month-old infants encode and remember objects. En Proceedings of the National Academy of Sciences (p. 202006608). https://doi.org/10.1073/pnas.2006608117

Fuente: Science Daily

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

La conexión social sería el factor protector más fuerte contra la depresión

  • Maria Fernanda Alonso
  • 19/08/2020

¿Qué factores de la vida cotidiana son capaces de prevenir la depresión en adultos? Reducir las actividades sedentarias, como mirar televisión y tomar siestas durante el día, podría ser de gran ayuda; pero el factor protector más fuerte contra la depresión es la conexión social, según los hallazgos de un nuevo estudio (Choi et al., 2020).

¿Por qué es importante? Existen factores modificables dentro de los hábitos y rutinas diarias de una persona que pueden traducirse en cambios positivos al ajustar ciertas conductas. El abordaje integral del trastorno muestra la gran relevancia del aspecto conductual de esta afección incapacitante. Analizar la evidencia es necesario para priorizar los objetivos de las intervenciones preventivas para la depresión.

Metodología: el equipo de investigación realizó un enfoque en dos etapas:

  • La primera etapa partió de una base de datos de más de 100.000 participantes en el Biobanco del Reino Unido, para escanear sistemáticamente una amplia gama de factores modificables que podrían estar asociados con el riesgo de desarrollar depresión, incluida la interacción social, uso de medios, patrones de sueño, dieta, actividad física y exposiciones ambientales.

Este método, conocido como exploración de asociación de toda la exposición (ExWAS), es análogo a los estudios de asociación de todo el genoma (GWAS) que se han utilizado ampliamente para identificar factores de riesgo genéticos de enfermedad.

  • La segunda etapa tomó los candidatos modificables más fuertes de ExWAS y aplicó una técnica llamada aleatorización mendeliana (AM) para investigar qué factores pueden tener una relación causal con el riesgo de depresión.

La AM es un método estadístico que trata la variación genética entre personas como una especie de experimento natural para determinar si es probable que una asociación refleje una causalidad en lugar de una mera correlación.

Hallazgos: a través de este enfoque de dos etapas, los investigadores fueron capaces de reducir el campo a un conjunto más pequeño de objetivos prometedores y potencialmente causales para la depresión.

Señalan que la confidencia con otros, así como visitas a familiares y amigos, resaltaron la importancia del efecto protector de la conexión social y de la cohesión social, incluso para las personas con mayor riesgo de depresión como resultado de una vulnerabilidad genética o un trauma temprano en la vida.

El equipo de investigación detectó también los factores asociados a mayores riesgos de depresión, dentro de los cuales destacaba el tiempo dedicado a ver televisión (aunque no pudieron determinar si esto se debía a la exposición a los medios per se o si el tiempo frente a la televisión fue un indicador de ser sedentario). Además, la tendencia a tomar siestas durante el día y el uso regular de multivitamínicos parecen estar también asociados con el riesgo de depresión, aunque se necesita más investigación para determinar cómo podrían contribuir.

En tiempos de pandemia y distanciamiento social físico, se presenta el desafío de sostener lazos de modos diferentes a los que acostumbrábamos. Las herramientas de la tecnología son de gran utilidad para lograrlo.

Referencia bibliográfica:

Choi, K. W., Stein, M. B., Nishimi, K. M., Ge, T., Coleman, J. R. I., Chen, C.-Y., Ratanatharathorn, A., Zheutlin, A. B., Dunn, E. C., 23andMe Research Team, Major Depressive Disorder Working Group of the Psychiatric Genomics Consortium, Breen, G., Koenen, K. C., & Smoller, J. W. (2020). An Exposure-Wide and Mendelian Randomization Approach to Identifying Modifiable Factors for the Prevention of Depression. The American Journal of Psychiatry, appiajp202019111158. https://doi.org/10.1176/appi.ajp.2020.19111158

Fuente: Science Daily

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Los niños pequeños prefieren explorar antes que obtener recompensas

  • Maria Fernanda Alonso
  • 18/08/2020

Una gran característica de la infancia es la curiosidad. Niñas y niños pequeños pasan sus días descubriendo el mundo, experimentando y aprendiendo a través de sus sentidos sobre todo lo que les rodea. Examinar su ambiente es una actividad de suma importancia que les ayuda a comprender cómo funciona el mundo, y que disfrutan sinceramente. De hecho, este interés puede llevarlos a dejar pasar recompensas que saben que pueden obtener, en pos de explorar otras opciones, según los hallazgos de un nuevo estudio (Blanco & Sloutsky, s. f.).

Metodología

Los autores de esta investigación realizaron dos estudios.

Primer estudio

En el primero participaron 32 niños de 4 años y 34 adultos. En una pantalla de computadora, se mostró a los participantes cuatro criaturas alienígenas. Al hacer clic en cada criatura, se les dio una cantidad determinada de caramelos virtuales.

Una criatura fue claramente la mejor opción, dando 10 caramelos, mientras que las otras dieron 1, 2 y 3 caramelos, respectivamente. Esas cantidades nunca cambiaron para cada criatura durante el transcurso del experimento.

El objetivo era ganar la mayor cantidad de dulces posible en 100 pruebas (los niños podían convertir sus dulces virtuales en pegatinas reales al final del experimento).

Como se esperaba, los adultos aprendieron rápidamente qué criatura dio la mayor cantidad de dulces y seleccionaron esa criatura el 86% de las veces. Pero los niños seleccionaron la criatura de mayor recompensa solo el 43% de las veces.

Y no fue porque los niños no se dieron cuenta de qué elección les reportaría la mayor recompensa. En una prueba de memoria después del estudio, 20 de 22 niños identificaron correctamente qué criatura entregó más dulces.

Los autores señalan que, a diferencia de los adultos que estaban motivados por lograr la máxima recompensa, los niños estaban parcialmente motivados por la información que obtenían a través de la exploración.

Lo llamativo fue que no hubo lugar para el azar: cuando los niños no hacían clic en la opción con la recompensa más alta, era más probable que revisaran las otras opciones de manera sistemática, para asegurarse de que nunca pasaban demasiado tiempo sin probar cada opción individual.

Segundo estudio

Se planteó un juego similar para el segundo estudio, pero en este caso el valor de tres de las cuatro opciones era visible: solo una estaba oculta. La opción que estaba oculta se determinó al azar en cada prueba, por lo que cambiaba casi siempre. Pero los valores de las cuatro opciones nunca cambiaron, incluido el valor de la opción oculta.

Como en el primer experimento, los 37 adultos participantes eligieron la mejor opción en casi todos los ensayos, esto es, el 94% de las veces. Eso fue mucho más que los 36 niños de 4 y 5 años, que seleccionaron la opción de mayor valor solo el 40% de las veces.

Cuando la opción oculta era la opción de mayor valor, los adultos la eligieron el 84% de las veces, pero por lo demás casi nunca seleccionaron la opción oculta (2 por ciento de las veces).

Los niños eligieron la opción oculta alrededor del 40% de las veces, y no importaba si era la de mayor valor o no. Señalan los autores que la mayoría de los niños se sintieron atraídos por la incertidumbre de la opción oculta y la posibilidad de explorar.

Hallazgos

Los investigadores descubrieron que cuando los adultos y los niños de 4 a 5 años jugaban a un juego en el que ciertas elecciones les valían recompensas, tanto los adultos como los niños aprendían rápidamente qué opciones les darían los mayores beneficios. Pero mientras los adultos usaban ese conocimiento para maximizar sus premios, los niños continuaron explorando las otras opciones.

Lo más interesante es que aquella búsqueda de nuevos descubrimientos por parte de los niños no es aleatoria. Los resultados mostraron que los niños se acercaron a la exploración de manera sistemática, para asegurarse de no perderse nada.

Sin embargo, algunos niños actuaron como adultos y casi siempre eligieron la opción de mayor valor. En el segundo experimento, algunos niños casi siempre evitaron la opción oculta. Estas variaciones pueden tener que ver con diferentes niveles de maduración cognitiva en los niños, señalan los autores, pero parece que todos los niños pasan por una fase en la que la exploración sistemática es uno de sus principales objetivos.

Referencia bibliográfica:

Blanco, N. J., & Sloutsky, V. (s. f.). Systematic Exploration and Uncertainty Dominate Young Children’s Choices. https://doi.org/10.31234/osf.io/72sfx

Fuente: Science Daily

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Los hombres que ganan más tendrían más probabilidades de desarrollar presión arterial alta

  • Maria Fernanda Alonso
  • 18/08/2020

Alimentación saludable, realizar ejercicios, controlar el peso, moderar el consumo de alcohol y evitar los atracones, son recomendaciones que cada vez escuchamos más para mejorar nuestra calidad de vida y evitar muertes prematuras. El estilo de vida tiene relación directa con el estado de salud de una persona. ¿Y su nivel de ingresos? Según los hallazgos de una investigación, las ganancias personales también parecen influir en la salud física, y destacan que los hombres trabajadores con mayores ingresos tienen más probabilidades de desarrollar presión arterial alta (Williams et al., 2018).

Esta afección, que a menudo es denominada “asesina silenciosa,” afecta a más de mil millones de personas en el mundo (OMS | Información general sobre la hipertensión en el mundo, 2013). La hipertensión es la principal causa mundial de muerte prematura.

En el año 2015 se produjeron casi 10 millones de muertes por presión arterial alta:

  • 4,9 millones se debieron a cardiopatía isquémica.
  • 3,5 millones fueron por accidentes cerebrovasculares.

Entre 30 y 45 % de los adultos tienen hipertensión; y el 60% de las personas mayores de 60 años la sufren.

¿Por qué es importante la relación con los ingresos económicos de las personas? Para enfocar los esfuerzos de prevención, los investigadores buscaron averiguar si la hipertensión se relaciona con los ingresos y la clase económico-social.

Metodología: se llevó a cabo un análisis del estudio J-HOPE3 donde examinaron la relación entre los ingresos familiares y la presión arterial alta en empleados japoneses. En 2012 se inscribieron un total de 4314 empleados (3.153 hombres y 1.161 mujeres) con trabajos diurnos y presión arterial normal, de 12 lugares de trabajo diferentes.

Los trabajadores fueron divididos en cuatro grupos según el ingreso familiar anual: menos de 5 millones, 5 a 7,9 millones, 8 a 9,9 millones y 10 millones o más de yenes japoneses por año. El equipo de investigación estudió la asociación entre los ingresos y el desarrollo de presión arterial alta durante un período de dos años.

Hallazgos: respecto de los hombres:

  • En comparación con los hombres de la categoría de ingresos más bajos, los hombres del grupo de ingresos más altos tenían casi el doble de probabilidades de desarrollar presión arterial alta. Los hombres en los grupos de 5 a 7,9 millones y de 8 a 9,9 millones tenían un 50% más de riesgo de desarrollar presión arterial alta comparados con los hombres con los ingresos más bajos, aunque la asociación positiva no alcanzó significación estadística en el grupo de 8 a 9,9 millones.
  • Los hallazgos fueron consistentes independientemente de la edad y fueron independientes de la presión arterial inicial, el lugar de trabajo, la ocupación, el número de miembros de la familia y el tabaquismo. Las relaciones se debilitaron ligeramente después de tener en cuenta el consumo de alcohol y el índice de masa corporal (ambos fueron más altos para los hombres en los grupos de ingresos más altos).
  • Los hombres (pero no las mujeres) con ingresos familiares más altos tenían más probabilidades de ser obesos y beber alcohol todos los días. Ambos comportamientos son factores de riesgo importantes para la hipertensión

En cuanto a las mujeres no hubo un vínculo significativo entre los ingresos y la presión arterial. Sin embargo, las mujeres con ingresos familiares más altos tendían a tener un menor riesgo de desarrollar presión arterial alta.

Conclusión: los autores señalan que los hombres con trabajos diurnos bien remunerados corren un riesgo particular de hipertensión arterial. Esto se aplica a hombres de todas las edades, que pueden disminuir en gran medida sus posibilidades de sufrir un ataque cardíaco o un derrame cerebral mejorando sus comportamientos de salud.

Referencias bibliográficas:

OMS | Información general sobre la hipertensión en el mundo. (2013). https://www.who.int/cardiovascular_diseases/publications/global_brief_hypertension/es/

Williams, B., Mancia, G., Spiering, W., Agabiti Rosei, E., Azizi, M., Burnier, M., Clement, D. L., Coca, A., de Simone, G., Dominiczak, A., Kahan, T., Mahfoud, F., Redon, J., Ruilope, L., Zanchetti, A., Kerins, M., Kjeldsen, S. E., Kreutz, R., Laurent, S., … Erdine, S. (2018). 2018 ESC/ESH Guidelines for the management of arterial hypertension: The Task Force for the management of arterial hypertension of the European Society of Cardiology (ESC) and the European Society of Hypertension (ESH). European Heart Journal, 39(33), 3021-3104. https://doi.org/10.1093/eurheartj/ehy339

Fuente: Science Daily

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Experimentar un trauma en la infancia hace que el cuerpo envejezca más rápido

  • Maria Fernanda Alonso
  • 17/08/2020

Las experiencias de adversidad durante la infancia pueden ser fuertes predictores de la salud física y mental más adelante en la vida. Su vivencia ha sido relacionada con el funcionamiento neurológico en la edad adulta, y con el trastorno por déficit de atención e hiperactividad. Las relaciones más o menos conflictivas con las madres y los padres parece ser relevante en cuanto al impacto que tendrán estas experiencias a lo largo de la vida.

Un nuevo estudio encontró que las niñas y los niños que sufren traumas por abuso o violencia a una edad temprana muestran signos biológicos de envejecimiento más rápido que aquellos que nunca han experimentado adversidad (Colich et al., 2020). El estudio examinó tres signos diferentes de envejecimiento biológico: pubertad temprana, envejecimiento celular y cambios en la estructura del cerebro, y descubrió que la exposición al trauma estaba asociada con los tres.

¿Por qué es importante? Esto podría ayudar a explicar por qué los niños que sufren traumas a menudo se enfrentan a problemas de salud en el futuro.

Metodología: con el fin de realizar un estudio enfocado, el equipo de investigación analizó por separado dos categorías de adversidad: adversidad relacionada con amenazas, como abuso y violencia, y adversidad relacionada con privaciones, como negligencia física o emocional o pobreza. La investigación consistió en un metanálisis de casi 80 estudios, con más de 116000 participantes en total.

Hallazgos: el equipo descubrió que los niños que sufrieron traumas relacionados con amenazas, como violencia o abuso, tenían más probabilidades de entrar en la pubertad temprano y también mostraban signos de envejecimiento acelerado a nivel celular, incluidos telómeros acortados (las tapas protectoras en los extremos de nuestras hebras de ADN que desgastarse a medida que envejecemos). Sin embargo, los niños que experimentaron pobreza o abandono no mostraron ninguno de esos signos de envejecimiento prematuro.

En un segundo análisis, los investigadores revisaron sistemáticamente 25 estudios con más de 3253 participantes que examinaron cómo la adversidad de la vida temprana afecta el desarrollo del cerebro.

Encontraron que tal adversidad se asociaba con una reducción del grosor cortical (este es un signo de envejecimiento: la corteza adelgaza a medida que las personas envejecen). Sin embargo, diferentes tipos de adversidad se asociaron con el adelgazamiento cortical en diferentes partes del cerebro. El trauma y la violencia se asociaron con el adelgazamiento en la corteza prefrontal ventromedial, que está involucrada en el procesamiento social y emocional, mientras que la privación se asoció con mayor frecuencia con el adelgazamiento en las redes frontoparietales, con el “modo predeterminado” y las redes visuales, que están involucradas en el procesamiento sensorial y cognitivo.

Los investigadores reflexionan sobre estos hallazgos y consideran que podrían haberse originado en adaptaciones evolutivas útiles ya que, por ejemplo, en un entorno violento y lleno de amenazas, un desarrollo más rápido de las regiones del cerebro que desempeñan un papel en el procesamiento de las emociones podría ayudar a los niños a identificar y responder a las amenazas.

Sin embargo, estas adaptaciones pueden tener graves consecuencias para la salud física y mental en la edad adulta. Por estos motivos se resalta la necesidad de intervenciones tempranas para ayudar a evitar dichas consecuencias y la investigación para averiguar si es posible frenar el envejecimiento acelerado con dichas intervenciones.

Referencia bibliográfica:

Colich, N. L., Rosen, M. L., Williams, E. S., & McLaughlin, K. A. (2020). Biological aging in childhood and adolescence following experiences of threat and deprivation: A systematic review and meta-analysis. Psychological Bulletin. https://doi.org/10.1037/bul0000270

Fuente: American Psychological Association

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

¿Son los problemas de sueño factores de riesgo de enfermedades neurodegenerativas?

  • Maria Fernanda Alonso
  • 14/08/2020
multiethnic male backpackers napping on rucksacks in soft sunlight

Alzheimer y Parkinson son los dos trastornos neurodegenerativos más comunes a nivel mundial. Actualmente, se desconocen medicamentos capaces de prevenir el Parkinson, aunque existen tratamientos para aliviar sus síntomas. Diversas investigaciones han encontrado relación entre los trastornos del sueño y las enfermedades neurodegenerativas. De hecho, una investigación reciente señala que ritmos circadianos débiles o irregulares para guiar los ciclos diarios de actividad y descanso podrían ser indicadores de mayor probabilidad de desarrollar la enfermedad de Parkinson, con posterioridad (Leng et al., 2020).

¿Puede considerarse que los trastornos del sueño son factores de riesgo o, al menos, indicadores de mayores probabilidades de padecer enfermedades neurodegenerativas posteriormente? Y si fuera de este modo, ¿podría disminuir este riesgo un tratamiento orientado a fortalecer el ritmo circadiano de la persona?

¿Por qué es importante? Entre los adultos mayores, los ritmos circadianos de descanso y actividad debilitados o irregulares son comunes. Otras afecciones (estreñimiento o déficit en el sentido del olfato) también se han asociado con mayor probabilidad de desarrollar Parkinson más adelante en la vida.

Metodología: la muestra contó con la participación de 2930 hombres con una edad promedio de 76,3 años al inicio de la investigación, la cual fue parte del Estudio sobre fracturas osteoporóticas en hombres (MRoS) más amplio y basado en la población, que comenzó en el año 2000 y recolectó datos durante 11 años. El estudio incluyó a hombres en seis centros médicos de EEUU. Ninguno de los participantes en el subconjunto de la cohorte MRoS tenía inicialmente Parkinson y todos vivían en entornos comunitarios (es decir, no vivían en hogares de ancianos). Su estado para muchos factores relacionados con la salud se evaluó al principio y fue supervisado mediante visitas de seguimiento y cuestionarios.

Como parte del estudio, los investigadores monitorearon los ritmos circadianos de descanso y actividad durante tres períodos separados de 24 horas haciendo que los participantes usaran un actígrafo (dispositivo similar a un reloj que detecta y registra incluso los movimientos leves de la muñeca). Los datos recopilados de estos dispositivos se asociaron de forma independiente con el desarrollo posterior de Parkinson.

En otra investigación, los autores habían identificado una asociación entre las siestas diurnas y el desarrollo posterior del Parkinson. La asociación se mantuvo incluso después de tener en cuenta los indicadores de trastornos del sueño, incluida la pérdida de sueño; ineficiencia del sueño (tiempo que se pasa dormido después de apagar las luces); movimiento de piernas durante el sueño; y el cese crónico y temporal de la respiración conocido como apnea del sueño.

Esto llevó a los investigadores a controlar otras variables recopiladas como parte del estudio MRoS, incluidas las diferencias regionales en los sitios de estudio y la demografía de los participantes, la educación, el rendimiento cognitivo de referencia, las enfermedades crónicas, la actividad física, los síntomas de depresión, el índice de masa corporal, el tabaquismo y uso de benzodiazepinas, alcohol y cafeína.

Evaluaron luego cuatro parámetros de los ritmos de actividad y reposo de los participantes medidos por actígrafo:

  • amplitud, esto es la diferencia entre el período de mayor a menor actividad;
  • mesor, es decir la actividad media;
  • robustez, referente a la precisión con que coincidían la medida del ciclo descanso-actividad con una curva regular similar a una onda cosenoidal; y,
  • acrofase, una medida de avance o retraso en el ciclo de 24 horas en relación con el promedio de la población.

Hallazgos: durante el seguimiento, 78 de los 2.930 participantes del estudio fueron diagnosticados con Parkinson. Aquellos que obtuvieron los puntajes más bajos en amplitud, mesor o robustez (registrados por el actígrafo) tenían el triple de riesgo de desarrollar Parkinson en comparación con los que obtuvieron puntajes más altos. Los investigadores no encontraron una asociación entre la acrofase y el riesgo de Parkinson.

Los modelos animales de Parkinson mostraron que las células que controlan el marcapasos del ritmo circadiano del cerebro a menudo comienzan a degenerarse incluso antes que las células de la parte del cerebro que tradicionalmente se asocian con los síntomas de Parkinson, lo que sugiere que el debilitamiento del ritmo circadiano puede, en algunos casos, representar una etapa temprana de la enfermedad, explicaron los autores.

Tampoco se descarta la posibilidad de que las alteraciones en el ritmo circadiano, que ya se sabe que causan cambios metabólicos e inflamación, puedan contribuir a la enfermedad neurodegenerativa.

Los científicos concluyeron que su descubrimiento del vínculo entre los ritmos circadianos y el Parkinson, una enfermedad caracterizada por la pérdida de control sobre el movimiento, el equilibrio y otras funciones cerebrales, sugiere que estas alteraciones circadianas pueden reflejar procesos de enfermedades neurodegenerativas que ya afectan el reloj interno del cerebro mucho antes del diagnóstico de Parkinson, y que podrían considerarse una señal de alerta temprana de la enfermedad.

Referencia bibliográfica:

Leng, Y., Blackwell, T., Cawthon, P. M., Ancoli-Israel, S., Stone, K. L., & Yaffe, K. (2020). Association of Circadian Abnormalities in Older Adults With an Increased Risk of Developing Parkinson Disease. JAMA Neurology. https://doi.org/10.1001/jamaneurol.2020.1623

Fuente: Science Daily

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Las neuronas estarían programadas genéticamente para tener vidas largas

  • Maria Fernanda Alonso
  • 13/08/2020

¿Qué determina la supervivencia de las neuronas? En general, los científicos han creído que su vida (o la duración de la misma) depende de factores extrínsecos, de fuerzas externas como los tejidos u otras células a las que las neuronas surten con células nerviosas. Según los hallazgos de un equipo de investigadores, este no sería el panorama completo, sino que la supervivencia continua de las neuronas también estaría programada de manera intrínseca durante su desarrollo (Lin et al., 2020).

¿Por qué es importante? Cuando nuestras neuronas, las células principales del cerebro, mueren, nosotros también.

En los organismos superiores, las neuronas controlan la respiración, la alimentación, las sensaciones, el movimiento, la memoria, las emociones y la cognición. Pueden morir por muchas causas no naturales, como enfermedades neurodegenerativas, lesiones, infecciones y traumas. Las neuronas son células de larga vida, pero se desconocen los controles genéticos que permiten su longevidad.

Explican los científicos que la mayoría de las neuronas de una persona son creadas durante el desarrollo embrionario, y no cuentan con un “respaldo” después del nacimiento. La supervivencia, la función cerebral y la aptitud de un organismo dependen de la supervivencia de sus neuronas.

¿Qué encontró esta investigación? Los autores identificaron un mecanismo que se activaría en el nacimiento de las neuronas, cuya función sería la de disminuir intrínsecamente una forma general de muerte celular, o «apoptosis,» específicamente en las neuronas. Cuando se detiene esta regulación genética, la supervivencia neuronal continua se interrumpe y conduce a la muerte del animal.

Según esta investigación, la pieza central de este mecanismo es una pequeña parte de la secuencia genética en Bak1, un gen proapoptótico cuya activación conduce a la apoptosis. La expresión de Bak1 se apaga cuando este pequeño fragmento de secuencia genética (denominado microexón) se empalma en el producto del gen Bak1final. Los exones son secuencias que componen el ARN mensajero.

Los autores explican que «la apoptosis es una vía que controla el recambio celular y la homeostasis tisular en todos los metazoos;” la mayoría de las células no neuronales se involucran fácilmente en la apoptosis en respuesta al estrés intrínseco y extrínseco. Este programa celular suicida necesita ser controlado para que las neuronas vivan durante muchos años, señalan.

Metodología: el equipo de investigación identificó el microexón Bak1 a través de un análisis a gran escala de datos de expresión de tejidos humanos, tejidos de ratón, cerebros humanos en desarrollo, prosencéfalos en desarrollo de ratones y mesencéfalos de ratones en desarrollo.

Primero, compararon tejidos neurales con tejidos no neurales tanto en humanos como en ratones para identificar exones específicos de los nervios. Luego, encontraron que las neuronas corticales reducían su sensibilidad a la apoptosis desde el nacimiento de las neuronas. También encontraron que la apoptosis se reducía gradualmente durante el desarrollo neuronal antes de que las neuronas hagan conexiones o inerven otras células, lo que sugiere que otros factores además de las señales extrínsecas pueden influir.

Las neuronas transforman la forma en que regulan la muerte de las células durante el desarrollo, y de esta forma aseguran la longevidad neuronal, necesaria para mantener la integridad de los circuitos neuronales para las funciones cerebrales, concluyeron los científicos.

Referencia bibliográfica:

Lin, L., Zhang, M., Stoilov, P., Chen, L., & Zheng, S. (2020). Developmental Attenuation of Neuronal Apoptosis by Neural-Specific Splicing of Bak1 Microexon. Neuron. https://doi.org/10.1016/j.neuron.2020.06.036

Fuente: Science Daily

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

A lo largo de su vida, una persona puede presentar diversos trastornos mentales

  • Maria Fernanda Alonso
  • 12/08/2020

Los profesionales de la salud mental suelen encontrarse con un paciente en un momento determinado de su vida. Esta mirada transversal favorece un abordaje del trastorno que presenta el paciente en el momento presente. Pero, ¿qué pasa con ese trastorno a lo largo de la vida?

¿Por qué es importante? El diagnóstico es utilizado para diseñar cursos de tratamiento adecuados a la realidad que experimenta una persona. Además, puede implicar una puerta a la aceptación y autocompasión.

La sintomatología y rasgos que presenta una persona pueden variar en distintos momentos de su vida, y con ellas el diagnóstico en que puedan encuadrar. Este fue el hallazgo de un nuevo estudio que sugiere que los psiquiatras y otros profesionales de la salud mental deberían avanzar hacia la adopción de una perspectiva de “ciclo de vida” respecto de los trastornos mentales (Caspi et al., 2020). Este enfoque se adaptaría a los dominios de investigación más que a la investigación tradicional de diagnósticos categóricos.

Metodología: esta investigación se llevó a cabo con el análisis datos longitudinales a lo largo de cuatro décadas, provenientes del Estudio Longitudinal de Dunedin en Nueva Zelanda que utilizó evaluaciones psiquiátricas estandarizadas repetidas para monitorear 17 condiciones de salud mental desde los 11 años hasta los 45 años. El estudio incluyó a más de mil participantes y las condiciones de salud mental fueron diagnosticadas según los criterios del DSM.

Dentro de los trastornos monitoreados se encuentran: trastornos de externalización (por ejemplo, TDAH, trastornos de conducta, dependencia de sustancias), trastornos de internalización (por ejemplo, depresión, ansiedad, trastornos de la alimentación, PTSD) y trastornos del pensamiento (por ejemplo, manía, esquizofrenia, TOC).

También se incluyeron exámenes neurocognitivos realizados durante la infancia y la adolescencia, junto con una evaluación basada en neuroimágenes del envejecimiento cerebral a los 45 años.

Los investigadores encontraron que:

  • Cerca de un tercio de los participantes experimentó la aparición inicial de un trastorno a los 15 años de edad, y el 86% cumplió con los criterios de al menos un trastorno a los 45 años.
  • Los participantes con un trastorno de cualquiera de las tres familias de diagnóstico tenían un mayor riesgo de sufrir trastornos de otras familias de diagnóstico en el futuro.
  • Los participantes caracterizados por un trastorno mental constante no eran la norma.
  • A lo largo de décadas, las personas experimentaron muchos tipos de trastornos cambiantes, pasando de familias con trastornos internalizantes, externalizantes y/o del pensamiento. La gente rara vez “adquiere” un trastorno y lo mantiene, señalan los autores. Cada trastorno predijo un riesgo significativamente mayor de cualquier otro trastorno.
  • Diversos factores influyeron en la vulnerabilidad a la psicopatología: (a) edad de inicio, (b) duración de la historia de los síntomas y (c) número de diferentes tipos de síntomas de trastornos comórbidos. Las personas que presentaron síntomas siendo más jóvenes, tuvieron más años con síntomas y más tipos de síntomas diferentes tendían a ser las mismas personas. Estos sujetos también tenían más indicadores de mala salud cerebral a la edad de 3 años, deterioro cognitivo más pronunciado de niño a adulto y mayor edad cerebral en la resonancia magnética estructural en la mediana edad.

Otro estudio basado en datos de registro de 5,9 millones de personas que vivían en Dinamarca entre 2000 y 2016 encontró resultados similares (Plana-Ripoll et al., 2019). “Nuestros hallazgos están respaldados por un estudio complementario de décadas del registro psiquiátrico danés, que también encontró que la mayoría de los pacientes cambian de diagnóstico y cada trastorno predice un mayor riesgo de cualquier otro trastorno,” explicó Caspi, autor principal de la investigación.

Concluyen los investigadores que, en base a estos hallazgos puede entenderse que los diferentes trastornos psiquiátricos comparten los mismos factores etiológicos en el genoma y en el cerebro, por lo que no sería sorprenderte encontrar que diferentes afecciones psiquiátricas tengan las mismas causas. Una misma persona, a lo largo de los años, puede presentar trastornos psiquiátricos diferentes.

Advierten finalmente sobre la necesidad de evitar la excesiva dependencia de teorías etiológicas, así como la de desarrollar tratamientos “transdiagnóstico” capaces de abordar muchas afecciones diferentes.

Referencia bibliográfica:

  • Caspi, A., Houts, R. M., Ambler, A., Danese, A., Elliott, M. L., Hariri, A., Harrington, H., Hogan, S., Poulton, R., Ramrakha, S., Rasmussen, L. J. H., Reuben, A., Richmond-Rakerd, L., Sugden, K., Wertz, J., Williams, B. S., & Moffitt, T. E. (2020). Longitudinal Assessment of Mental Health Disorders and Comorbidities Across 4 Decades Among Participants in the Dunedin Birth Cohort Study. JAMA Network Open, 3(4), e203221. https://doi.org/10.1001/jamanetworkopen.2020.3221
  • Plana-Ripoll, O., Pedersen, C. B., Holtz, Y., Benros, M. E., Dalsgaard, S., de Jonge, P., Fan, C. C., Degenhardt, L., Ganna, A., Greve, A. N., Gunn, J., Iburg, K. M., Kessing, L. V., Lee, B. K., Lim, C. C. W., Mors, O., Nordentoft, M., Prior, A., Roest, A. M., … McGrath, J. J. (2019). Exploring Comorbidity Within Mental Disorders Among a Danish National Population. JAMA Psychiatry , 76(3), 259-270. https://doi.org/10.1001/jamapsychiatry.2018.3658

Fuente: Psypost

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