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Publicaciones por autor

Raquel Gil del Prado

2 Publicaciones
Grado de Psicología en la UAM, con especialidad en Psicología Educativa. Me interesa mucho la rama de psicología educativa y la de psicología social y mis objetivos para los próximos años son los de seguir estudiando tanto cuestiones propias de mi especialidad como de fuera de la misma. Asimismo, quiero ir ganando experiencia realizando prácticas.
  • Artículos de opinión (Op-ed)

El piropo como forma de acoso sexual

  • 15/02/2016
  • Raquel Gil del Prado

A partir del experimento de Gaona (pulsa en la imagen para dirigirte al vídeo) introduzco el tema del piropo.

Actualmente, el piropo no es sólo hacia mujeres ni sólo cometido por hombres, aunque generalmente así se produzca (hombres a mujeres). Tal como recoge Ortiz (2008), los inicios del uso del piropo se encuentran en el contexto de las cortes reales de Europa, cuando no estaba permitida entre sus miembros la demostración del afecto o la pasión y para seducir los cortesanos de los siglos XII y XIII debían recurrir a expresiones creativas y artísticas para demostrar la visión positiva que tenían de la mujer a la que le estuviese dirigiendo dichas adulaciones.

Los piropos acabarían deshumanizando a la persona, cosificándolas, acabando el cuerpo asociado con la vergüenza y la humillación

Hoy en día, dichas expresiones, señala, han degradado mucho y se utilizan adjetivos en un sentido literal y, con frecuencia, soeces. Las frases podrían, por tanto, considerarse una agresión a las mujeres, al situarlas en una posición de sometimiento. Carvajal (2014), se muestra reacia a considerar en algún punto de la historia el piropeo como algo positivo y recuerda la investigación de 1931 llevada a cabo por Werner –investigación que califica de “hito” en el estudio de este tema- en la que se expone cómo hay evidencia desde mediados del siglo XVI en La Comedia erudita de Sepúlveda de que los piropos no eran deseados y resultaban molestos, al encontrar en la misma una frase enunciada por el personaje femenino Violante, lamentándose de no poder salir fuera sin escuchar “pesadas libiandades” y “palabras torpes y señas deshonestas”.



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Son dos las características que definirían al piropo como acoso en lugar de halago: su continuidad (se producen en distintos momentos en el tiempo) y que son “poco bienvenidos” (O´Neil, 2013, citado en Rodemann, 2015).

Siguiendo la clasificación propuesta por Gaytan (2009), el piropo sería acoso verbal, y por tanto, se encontraría dentro de las formas de acoso sexual en lugares públicos junto con el acoso expresivo, el acoso físico, las persecuciones y el exhibicionismo.

Gaytan (2009) señala el acoso sexual en la calle como una de las formas de acoso más generalizada y reivindica que, aunque el acoso sexual en lugares públicos es visto como un problema personal, esporádico y de escasa importancia (parte de ser sólo vinculado a las mujeres), es, en realidad, un componente básico de todas las interacciones en los lugares públicos dada su latencia, y provoca en las mujeres como respuesta una conducta de subordinación aparentemente momentánea, reducida a la situación de piropo. Cuestiona que sea algo efímero, exponiendo que en la psique de las personas que reciben el piropo se quedaría un reducto, organizando el acoso vivido en lugares públicos sus vidas y quedando afectados sus marcos interpretativos.

Por su parte, tres derechos fundamentales se ven inhibidos, a saber: la integridad, la privacidad y la seguridad (Rodemann, 2015), cuando son derechos que, en teoría, garantizaría la Constitución Española. Los piropos acabarían deshumanizando a la persona, dañando la integridad moral de las mujeres y cosificándolas, acabando el cuerpo asociado con la vergüenza y la humillación (Bowman, 1993, citado en Rodemann, 2015).

En la literatura se tiende a definir el piropo dentro del acoso sexual callejero. Gaytan (2009) prefiere utilizar el concepto acoso sexual en lugares públicos, ya que no se limita a la calle, sino que puede ocurrir en muchos sitios. Propone distinguir entre lugares públicos y semipúblicos (aquellos en los que algunas personas puedan acceder cuando quieran, pero con normas de exclusión para otros: restaurantes, bares, etc.).

La autora destaca que habría normatividades distintas a las formas de acoso en función de que este fuese bien en un lugar público o bien en un lugar semipúblico. Señala, a su vez, que sería más fácil de hacer frente en un lugar semipúblico (se puede llamar al mesero, por ejemplo) que en un lugar público, en el que no se da la figura de una autoridad concreta. Tampoco, en el caso de haber policías, se puede recurrir a ellos, puesto que piropear no es algo tipificado como delito.

el acoso perpetuado en las calles refleja un desequilibrio que coloca a las mujeres bajo una dominación masculina

En realidad, completa Gaytan (2009) el acoso sexual no se reduce al piropeo, sino que muchas veces va acompañado por miradas insistentes, silbidos, susurros (al oído), gruñidos y tosidos, llamadas insistentes, palabras malsonantes, toqueteos, saludos verbales, piropos como tales (halagadores, ofensivos, ingeniosos, etc.), incluso, eyaculación en algunos casos. Esto hace que Rodermann (2015) llegue a sentenciar que “el acoso perpetuado en las calles refleja un desequilibrio que coloca a las mujeres bajo una dominación masculina que las caracteriza como objetos sexuales”, de lo que se deriva un problema mayor, la desigualdad cometida con sistematicidad contra las mujeres por el mero hecho de serlo. La pregunta que surge es ¿por qué hay mujeres a las que les gusta ser piropeadas? Podría ser que dicha actitud se debiese a no reconocer la impotencia sentida ante dicha situación (Leonardo, 1981, citado en Rodermann, 2015).

De todo lo anterior se deduce que el piropo acaba siendo una auténtica forma de manifestarse de la violencia de género, y, más concretamente, de la violencia contra las mujeres.

Artículo previamente publicado en el blog de Raquel Gil y cedido para su publicación en Payciencia.

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Algunas reflexiones sobre la adolescencia

  • 14/04/2015
  • Raquel Gil del Prado

El concepto “adolescencia” aparece en la sociedad industrial del siglo XIX, y se refiere a un proceso de transición, de cambios, no tanto una etapa definida.

Siguiendo las representaciones actuales, los adolescentes estarían llenos de carencias comparándose con una persona adulta, ya que son fácilmente influenciables por los medios de comunicación, dan mucha importancia a los grupos, les encanta ser el centro de atención, piensan que son observados constantemente, se caracterizan por la impulsividad y el no pensar en las consecuencias de sus actos, están “plagados” de conflictos internos, obsesionados por el sexo y son insensatos por creer que las situaciones son fácilmente modificables. Pero, esta definición de los adolescentes ¿es real o es sólo un estereotipo? Además, cuando se hace ese boceto de los adolescentes ¿con quién se les está comparando: con cualquier adulto, o con un adulto idealizado?

En la sociedad postmoderna no se los tachaba de individuos llenos de aspectos negativos sino todo lo contrario, se les valoraba como personas maduras y refinadas, con ideas reformistas. De hecho, podríamos llegar a decir que en esa época eran todo un modelo social, ya que muchos adultos querían parecerse a ellos. Quizá, en parte, podamos decir que actualmente hay personas que vuelven a considerar a los adolescentes como modelos por el ser jóvenes y por serles también atribuidas ciertas cualidades, como la de ser despreocupados, alegres y creativos.



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 ¿Con quién se les está comparando: con cualquier adulto, o con un adulto idealizado?

La adolescencia es un momento muy importante debido a que la persona está explorando, está conformando su identidad, definiendo sus gustos y diferenciándose de los demás. Para formar su identidad, y lograr más independencia y autonomía, se distancia de los progenitores (que hasta ese momento eran su principal figura de referencia) y comienzan a sentirse más vinculados con aquellos que tienen su misma edad.

Sobre lo dicho anteriormente de que hay muchas ideas negativas y estereotipos sobre la adolescencia, es en el sentido de que se exageran ciertas cuestiones. Por ejemplo, sobre la impulsividad, es cierto que puede ser mayor en el adolescente, y tiene como factor (no causa) la falta de madurez de la corteza prefrontal.  ¿Los adolescentes no saben manejar las emociones? En parte será por tener una actividad en la amígdala superior a la del lóbulo frontal (en los adultos sucede a la inversa), pero, de todos modos ¿estas diferencias son tan grandes? Las relaciones entre los cambios cerebrales (que tienen mucha presencia durante la adolescencia, hasta los 20 años que es cuando el cerebro alcanza la madurez) y la conducta no son causales. Toda conducta atiende a muchos factores, nunca hay una sola causa que la explique.

En la adolescencia influyen, como en cualquier otro momento de la vida: la educación recibida, la suma de experiencias vividas, posibles acontecimientos que puedan perturbar el bienestar de la persona –como fallecimientos en el entorno familiar, divorcio, cambios de residencia, etc.

Hay cambios físicos y biológicos (durante toda la vida se producen cambios aunque se hallen bastante acentuados en la pubertad). Por ello, debemos ser críticos con los estereotipos sobre la adolescencia para no actuar de forma sesgada. Puede que, aquello que pensamos que suelen cumplir los adolescentes, como la rebeldía, no lo cumpla esa persona con la que nos hallamos pero que pase a cumplirlo a modo de profecía autocumplida. Y es que lo que pensamos de las otras personas influye mucho en el modo en que estas se comporten, ya que, sin casi darnos cuenta, actuaremos de forma distinta ante ellas y sus respuestas variarán.

Si tratamos a una persona como que no se entera de nada y ya decimos que es que “está en la edad del pavo”, sin pararnos a ver si realmente tiene esa conducta que le atribuimos por haber alcanzado una determinada edad ¿no se rebelará ante nosotros? ¿no mostrará enfado y se distanciará? La pregunta queda abierta, aunque la respuesta parece clara.

 

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