Las benzodiacepinas (BZD) están aprobadas por la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA) para el tratamiento de diversas condiciones clínicas, como los trastornos de ansiedad y pánico, la fobia social, el insomnio y las convulsiones. Se recetan con frecuencia y cumplen un rol terapéutico relevante. Sin embargo, su uso está asociado a riesgos importantes, entre ellos: caídas, accidentes de tránsito, deterioro cognitivo, delirio, sobredosis y muerte, especialmente cuando se combinan con otros depresores del sistema nervioso central, como el alcohol o los opioides.
El balance entre los beneficios y riesgos del uso de BZD puede cambiar con el tiempo, en función de la edad del paciente, sus condiciones médicas y los medicamentos que utiliza. La dependencia física es un efecto esperable tras un uso prolongado, lo que puede dificultar su suspensión. Interrumpirlas de forma abrupta o reducir la dosis de manera brusca puede provocar síntomas de abstinencia graves y potencialmente mortales.
Ante este escenario, varias sociedades médicas de Estados Unidos se unieron para elaborar y difundir una Guía Clínica Conjunta sobre la reducción gradual de benzodiacepinas.
Esta guía ofrece recomendaciones basadas en evidencia y consenso experto para ayudar a los profesionales de la salud a evaluar cuándo es apropiado iniciar una reducción progresiva del tratamiento con BZD y cómo llevarla a cabo. Está dirigida a pacientes adultos que han usado estas sustancias de forma continua y presentan riesgo de dependencia física. Es importante distinguir que la dependencia física no equivale a un trastorno por uso de benzodiacepinas, aunque pueden coexistir.
Si bien como psicólogos no recetamos ni dirigimos el manejo farmacológico, es fundamental que estemos informados y actualizados para colaborar eficazmente en el tratamiento, coordinar con otros profesionales y acompañar de forma más segura a nuestros pacientes.