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Salud Mental y Tratamientos

1163 Publicaciones

Incluye trastornos, psicopatología y terapias.

  • Salud Mental y Tratamientos

Trastorno de pánico: una guía para profesionales

  • 10/04/2013
  • Fabián Maero

El dios griego Pan era de baja estatura, feo, y su aspecto podía considerarse humano sólo si se hacía omisión de sus orejas, cuernos, patas y barba de cabra (Papakostas, Eftychiadis, Papakostas, & Christodoulou, 2003). Refiere Robert Graves que “era en general tranquilo y perezoso, nada le agradaba más que la siesta y se vengaba de quienes le perturbaban lanzando un fuerte y súbito grito desde un bosque o una gruta, que les erizaba el cabello.” (Graves, 2005). Su aspecto, y en particular este grito, infundían terror y hacían huir a quienes se encontraren cerca de él: humanos, ninfas e incluso dioses. A pesar de que el dios Pan fue oficialmente declarado muerto por Plutarco hace siglos ya, la denominación de “terror pánico” (o simplemente “pánico”), es decir, el terror infundido por Pan, ha sobrevivido hasta nuestros días.

El grito de Pan era súbito, inesperado, aterrorizaba a los seres vivos, que invariablemente intentaban escapar de su influjo, y sin embargo,  fuera de su espeluznante grito, Pan no tenía armas ni causaba daño alguno.

Estas características enumeradas por la mitología son similares a las que presenta el Trastorno de Pánico . El primer criterio para el diagnóstico de TP según el DSM-IV (APA 1994), es la repetición de ataques de pánico inmotivados, inesperados, no desencadenados por la exposición a una determinada situación o estímulo. Sin embargo, a medida que se consolida la patología, esta condición azarosa suele disminuir y los ataques tienden a producirse cada vez con mayor frecuencia  en determinadas situaciones y no en otras.

Además de la presencia de ataques de pánico, otros criterios necesarios para el diagnóstico de este trastorno son:

  • La aprensión respecto a sufrir un nuevo ataque de pánico.
  • La preocupación persistente respecto a las consecuencias que tendría un nuevo ataque de pánico (perder el control, volverse loco, exponerse a una situación embarazosa, etc.
  • Un cambio significativo de comportamiento a causa de los ataques (vg. mayor numero de chequeos médicos, faltar al trabajo, alejarse de ciertos lugares, etc.).

Para el diagnóstico diferencial se debe descartar que los ataques sean debido a sustancias o a enfermedades médicas (vg. bebidas estimulantes, enfermedades cardíacas), y también se debe descartar cualquier otro cuadro psicológico que explique mejor los síntomas (por ejemplo: trastorno de ansiedad social, trastorno de ansiedad generalizada, trastorno obsesivo compulsivo, trastorno por estrés postraumático, trastorno por ansiedad de separación)

Este cuadro presenta un fuerte componente de activación somática y una constante preocupación de cuándo sucederá el siguiente ataque de pánico.

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Etiología

Si bien el TP se considera un trastorno adquirido (miedo aprendido), existen algunas vulnerabilidades  asociadas y predictoras. El modelo de “triple vulnerabilidad” utilizado por Barlow (Allen, McHugh, & Barlow, 2008), conceptualiza los trastornos de ansiedad como proviniendo de tres vertientes: una vulnerabilidad general biológico-genética a desarrollar ansiedad; una vulnerabilidad psicológica general; una vulnerabilidad psicológica específica.

La primera categoría es la vulnerabilidad biológica-genética. En este particular,  se ha encontrado evidencia de la existencia de una vulnerabilidad biológica para el desarrollo del TP, con un riesgo de transmisión familiar entre el 3.4% y el 17%. En estudios recientes, clasificando a los pacientes según su respuesta al Dióxido de Carbono (CO2) o en la edad de inicio, se observó una variabilidad significativa en el riesgo de contraer TP en los familiares en primer grado.

Dentro de la segunda categoría se incluye la  “sensibilidad a la ansiedad”, concepto que refiere a la creencia en que las emociones y sensaciones corporales relacionadas con la ansiedad son dañinas y potencialmente peligrosas (Zvolensky & Schmidt, 2007). La sensibilidad a la ansiedad es un factor componente de la ansiedad como rasgo, pero sin embargo, su valor predictivo del desarrollo de TP parece ser independiente de aquél (Li & Zinbarg, 2007).

Esto es consistente con el creciente consenso que se ha desarrollado en los últimos años respecto al rol que juega en los trastornos psicológicos la evitación de experiencias internas (emociones, recuerdos, pensamientos, etc.; véase Hayes et al, 1996), que son consideradas “indeseables”, generando así un intento de supresión de la experiencia, lo cual, por regla general, tiene como resultado el incremento de las emociones negativas (si bien la mayor parte de los experimentos se han realizado con supresión de pensamientos la evidencia sugiere un proceso similar con el resto de las experiencias internas; para un meta-análisis véase Abramowitz, Tolin, & Street, 2001).

Sobre esta base, la tercer categoría de vulnerabilidad, la vulnerabilidad psicológica específica, hace referencia a episodios de aprendizaje concretos, que vinculan la sensibilidad a la ansiedad a experiencias internas o externas específicas, ligando las predisposiciones biológicas y psicológicas generales a condiciones psicológicas específicas, y determinando así la especificidad del trastorno. Esto es, la predisposición ansiosa se objetiva en un trastorno particular, según qué parte de la experiencia ansiosa sea considerada peligrosa: en el TOC lo amenazante serán los pensamientos intrusivos, en TEPT los recordatorios del evento; en el TP, finalmente,  lo amenazante estará asociado a las sensaciones físicas de la ansiedad.

Epidemiología

La mayoría de los estudios muestran una prevalencia del TP más alta en mujeres que en varones, siendo de 2 a 1 para los AP y de 1,5 a 1 en el caso de TP. La edad promedio de inicio del trastorno es alrededor de los 20 años (Wittchen and Essau, 1993).

El TP puede ser una enfermedad muy discapacitante con alto impacto en el desarrollo de la vida diaria, social y laboral del paciente, afectando profundamente su calidad de vida. Tanto el  TP como la agorafobia parecen tener una evolución crónica con una fluctuación donde aumentan o se minimizan los síntomas pero sin remisión completa. En un estudio longitudinal en el que se realizó un seguimiento, al cabo de 3 años solo el 10% estaba exento de sintomatología (Noyes, 1990), mientras que en otro  se observó que sólo el 12% remitió completamente luego de 5 años (véase Faravelli, 1995).

La presencia de  agorafobia en el TP  es muy común, rondando entre el 30% y el 58% según los estudios. También hay una alta comorbilidad entre el TP y otros Trastornos de Ansiedad,  como el 20-75% en el caso del TAS, (Pelissolo and Lepine, 1998), 20% con TAG,  14% con TOC y 6%  en el TEPT (Goisman, 1994).

Respecto a los trastornos del humor, El Trastorno Depresivo Mayor es la comorbilidad más frecuente para el TP, yendo del 30 al 60% (Merikangas, 1996), si bien hay discusión acerca del orden de inicio, esto es, si es el TP lo que desencadena el TDM o si es a la inversa.

Finalmente, el abuso de sustancias es otra comorbilidad común al Pánico, alrededor del 36%. En su mayoría los abusos de sustancias parecen ser secundarios al TP y puede interpretarse como una auto-medicación, en un intento del paciente de regular la ansiedad con alcohol o drogas que inhiban el sistema nervioso (Marshall, 1997; Swendsen, 1998;  Merikangas, 1998).

Presentación clínica

A continuación revisaremos los distintos componentes del TP; en la práctica clínica la importancia relativa de los componentes varía en cada caso particular, y por esto es necesario en la evaluación tener en cuenta todas estas características, incluso aquellas que sólo estén presentes secundariamente.

Ataque de pánico

El ataque de pánico se describe como un episodio de miedo o terror intenso que usualmente se dispara y llega a su pico máximo en no más de 10 minutos. Según su disparador podemos identificar tres tipos de AP:

  • Inesperado: sin un motivo o estímulo identificable
  • Situacional: generados siempre luego de la exposición a un estímulo concreto.
  • Relacionado con una situación: la exposición a una situación determinada aumenta la probabilidad, pero no desencadena siempre el AP.

Durante un AP se pueden presentar los siguientes síntomas:

  • palpitaciones, sacudidas del corazón o elevación de la frecuencia cardíaca
  • sudoración
  • temblores o sacudidas
  • sensación de ahogo o falta de aliento
  • sensación de atragantarse
  • opresión o malestar torácico
  • náuseas o molestias abdominales
  • inestabilidad, mareos o desmayos.
  • parestesias (sensación de entumecimiento u hormigueo)
  • escalofríos o sofocaciones
  • desrealización (sensación de irrealidad) o despersonalización (estar separado de uno mismo)
  • miedo a perder el control o volverse loco
  • miedo a morir

El DSM IV requiere que se presenten al menos 4 de estos síntomas para considerarlo un AP completo; con menos de 4 síntomas se considera ataque de pánico limitado.

Un AP debe contener el elemento emocional-cognitivo del miedo a morir, volverse loco o sólo la experiencia de terror, pero también debe estar presente el elemento fisiológico de la actividad autonómica elevada (vg. las palpitaciones). Un episodio que reúna algunas características de un AP, pero sin la activación autonómica podría estar indicando ansiedad anticipatoria antes que pánico propiamente dicho (Barlow, 2004).

Otra característica es el carácter agudo del episodio: los síntomas deben comenzar de manera abrupta y alcanzar su pico máximo en un lapso de alrededor de 10 minutos; si entre el inicio y el punto álgido transcurre un tiempo significativamente más prolongado se debe considerar otro trastorno.

Como ya mencionamos, los AP son picos de ansiedad que pueden presentarse en diversos trastornos, según el disparador involucrado. Por este motivo, es necesario diferenciar en qué cuadro se presenta, ya que la distinción diagnóstica es lo que permitirá un abordaje de tratamiento más eficaz y preciso.

El AP es un síntoma, una crisis, y en sí mismo no constituye un diagnóstico,  ni tampoco es suficiente para diagnosticar TP, ya que se puede presentar en diferentes trastornos (TP, Fobia específica, Trastorno de Ansiedad Social, Trastorno por Estrés Postraumático, e incluso en trastornos depresivos), por lo cual es necesario distinguir cuáles son los disparadores del ataque de pánico. Por ejemplo, los ataques dentro del TAS se producen al exponerse a situaciones sociales de evaluación; en el caso del TEPT, se producen en presencia de recordatorios del evento traumático; en la fobia se dan en presencia del objeto temido, etc.

Lo central y característico en el caso del TP es que los AP parecen no tener disparador externo alguno.

La frecuencia de los AP en el TP es variable según el individuo: puede sufrirse uno por día o uno por año.  Como hemos señalado, a medida que pasa el tiempo y el trastorno se consolida, las estrategias de evitación del paciente pueden disminuir la cantidad de ataques de pánico. Barlow (Barlow, 2004), señala que en ocasiones, con el paso del tiempo disminuye el contenido cognitivo de pánico durante las crisis, y permanece en mayor medida la sintomatología física.

Agorafobia

La agorafobia es una especificación del TP según el DSM-IV. El TP puede estar acompañado o no de agorafobia -si bien en casi todos los casos la encontramos al menos en grado leve.

La agorafobia consiste en que ciertos lugares o situaciones se vuelven disparadores de ansiedad, lugares en los cuales la persona agorafóbica considera que podría sufrir un AP o síntomas relacionados al pánico, con las posibilidades de huida y disponibilidad de ayuda reducidas. Por este motivo, esas situaciones son progresivamente evitadas.

La agorafobia en sí misma es un componente distinguible del TP, e incluso es posible que se desarrolle agorafobia sin que el individuo llegue jamás a cumplir criterio para TP.  La agorafobia sin trastorno de pánico es relativamente infrecuente en la población clínica, pero los estudios en la población general han mostrado que es más frecuente de lo que cabría suponer, e incluso algunos hallazgos señalan que en la población general la prevalencia de la agorafobia sin trastorno de pánico es más alta que la de TP (Hayward & Wilson, 2007).  Ha habido un fuerte debate respecto de si las crisis de pánico generan la agorafobia, si es la predisposición agorafóbica la que genera eventualmente las crisis de pánico o si se trata de mecanismos distintos (para una revisión véase Hayward & Wilson, 2007; Faravelli & Paionni, 2001).

En la evaluación clínica es necesario distinguir la agorafobia de las evitaciones específicas que caracterizan a otros trastornos de ansiedad. Por ejemplo, evitar concurrir a un teatro por miedo a los gérmenes es un comportamiento más característico de un Trastorno Obsesivo-Compulsivo; no concurrir a una fiesta porque hablar con otras personas genera malestar es característico de un Trastorno de Ansiedad Social. En cambio, si bien una persona con agorafobia puede evitar ir a un teatro o concurrir a una fiesta, esto es debido al temor a sufrir un AP, o a experimentar reacciones asociadas al pánico (desmayo, diarrea), estando alejada del ámbito en el cual se siente segura.

Las respuestas frente a la situación que genera agorafobia son básicamente tres (lo cual da cuenta de la reducción del repertorio comportamental que implica):

  • Tolerar la situación o lugar soportando altos niveles de malestar.
  • Tolerar la situación o lugar solamente si se está acompañado por un conocido o medida de seguridad.
  • Evitar lisa y llanamente la situación o el lugar.

De acuerdo a su severidad, la agorafobia puede ir desde un malestar moderado que no impide las actividades cotidianas, hasta los casos más severos, en los que la persona se ve limitada a un radio reducido en torno a su hogar, o es completamente incapaz de alejarse del mismo. La agorafobia severa se asocia con un peor pronóstico y con resultados de tratamiento más pobres (Bitran, Morissette, Spiegel, & Barlow, 2008).

Para la evaluación clínica, utilizar una escala de perturbación de cada una de estas evitaciones (esto es, cuánto malestar generaría exponerse a la situación o señal evitada) permite crear una secuencia de trabajo.

Ansiedad anticipatoria

La aprensión respecto a sufrir un nuevo AP en ocasiones puede ser la característica dominante en el TP (incluso a expensas de los propios ataques de pánico, véase la nota 1), y a la vez, es esta expectación ansiosa la que dispara tanto la agorafobia como las medidas de seguridad.

Medidas de seguridad

Las medidas de seguridad son acciones de evitación que el sujeto realiza para sentirse más seguro (acompañarse de una persona, llevar un amuleto, una píldora de la medicación o el nro. de celular del terapeuta). Es necesario que el terapeuta esté atento a las medidas de seguridad (que pueden ser tan sutiles o inocuas como llevar un blíster vacío de medicación), al evaluar la exposición terapéutica, y no dar por terminado el tratamiento si aún persiste alguna de ellas, por más que no sea notable ni molesta, ya que su eventual presencia o ausencia puede desencadenar una crisis de ansiedad, y con ella la sensación de pérdida de control por parte del paciente y la recaída.

Evitación interoceptiva

Los pacientes con este trastorno se vuelven extremadamente reactivos a sus estados fisiológicos (Barlow, 2004): si pensamos que se trata de un episodio imprevisible e inexplicable (baste considerar que al menos un cuarto de los ataques de pánico tiene lugar mientras el individuo está durmiendo), para el individuo, un episodio en el que vivencia un pánico intenso acompañado de palpitaciones, sudoración, mareos, etc., podemos comprender que una sola de estas experiencias baste para generar el conocido y característico miedo al miedo o miedo al pánico, expresión que alude al temor a volver a sentir las sensaciones psicológicas y corporales asociadas al AP. Faravelli y Panionni (Faravelli & Paionni, 2001), hablan de “hipocondriasis” para referirse a la ansiedad e hipervigilancia respecto a las sensaciones físicas que se vuelve habitual para los individuos con TP. En general las investigaciones muestran que las personas con TP son más propensas a interpretar sensaciones corporales de modo catastrófico y prestar más atención a palabras que representan amenaza física o catástrofes. (Craske & Barlow, 2008)

Por este motivo pueden aparecer además de las evitaciones de lugares, conductas evitativas respecto a sustancias o actividades que provoquen sensaciones físicas similares a las producidas por los síntomas de pánico (por ejemplo, aumento de la frecuencia cardíaca o sudoración). Esto sucede cuando el individuo realiza una atribución causal  entre la actividad y el AP. Algunas sustancias o actividades que entonces pueden ser evitadas son, por ejemplo: la ingesta de café o alcohol, ejercicio físico, relaciones sexuales, discusiones, bailes, etc. Debido a los intentos constantes de evitar la situación temida,  el círculo vital del paciente se va restringiendo progresivamente, a medida que más y más lugares y actividades se convierten en potenciales disparadores de las crisis.

Desmoralización

La sintomatología del TP puede ser tan incapacitante para el paciente, que hasta en un 30% de los casos se desarrollan sentimientos de tristeza, culpa o anhedonia (Faravelli & Paionni, 2001). Estos síntomas generalmente se originan de manera reactiva a los síntomas del TP, sin embargo, debido a la alta comorbilidad de los trastornos de ansiedad, siempre se debe descartar la posible presencia de un trastorno depresivo independiente del TP.

Planeamiento del caso

Una vez confirmado el diagnóstico de TP, puede ser útil organizar el cuadro para un paciente en particular de acuerdo a la mayor o menor importancia de sus componentes principales: cognitivos, comportamentales y somáticos/fisiológicos, para determinar la relación entre el pánico, la evitación y los patrones comportamentales, ya sea respecto a señales externas o internas. Esto permite identificar las estrategias y especificidades de cada paciente, como así también planificar los pasos que seguirá el tratamiento.

Componentes cognitivos

  • Pensamientos y creencias acerca de cuál es la causa del ataque y cuáles pueden ser sus consecuencias.

Componentes conductuales

  • Medidas de seguridad: todas ellas, incluyendo las que parezcan inocuas
  • Evitación agorafóbica: todos los lugares o situaciones.
  • Evitación interoceptiva: sensaciones físicas similares al pánico (varían en cada paciente)
  • Distracción: evitación sutil y persistente para evitar los ataques

Componentes fisiológicos

  • Manifestaciones físicas en el caso particular. Dado que pueden ser disparadores de las crisis, es preciso identificar qué señales internas generan ansiedad respecto a sufrir una nueva crisis. 

Tratamiento

La utilización de teorías y protocolos de tratamiento con base empírica permite intervenciones eficaces, y en este contexto, el análisis de los componentes activos es la guía que permite adaptar el tratamiento a las particularidades de cada caso.

Existen diversos protocolos y modelos explicativos para los trastornos de pánico con o sin agorafobia, pero ciertos elementos son compartidos por los tratamientos mejor reconocidos y validados.

Psicoeducación

Como en todos los trastornos, el componente psicoeducativo es importante en el TP. Principalmente la psicoeducación deberá orientarse hacia normalizar los síntomas del paciente y proporcionar información adecuada respecto a qué puede esperar del tratamiento.

Exposición

La exposición es un componente fundamental en todos los protocolos de tratamiento para el pánico. De acuerdo a las características y pericia del terapeuta puede elegirse una exposición gradual o por el contrario, recurrir a exposiciones intensas, de manera continua o más espaciada (una opción respecto al espaciado de las exposiciones es comenzar con exposiciones masivas para ir espaciándolas a medida que progresa el tratamiento (esta modalidad se ha probado para fobias específicas,  pero aún no para pánico). En cualquiera de sus formas, el paciente se debe exponer a las situaciones evitadas, como puede ser ir al cine, estar solo en una plaza, ir a un shopping, etc. Pero también dentro de la lista de exposición se debe incluir la exposición interoceptiva, esto es, la exposición a las sensaciones físicas que el paciente asocia al pánico.

Es necesario que al diseñar la exposición el terapeuta permanezca atento al uso de medidas de seguridad de toda índole, tanto externas (“talismanes”), como internas (medidas de distracción como contar, rezar, etc.), ya que el éxito de la exposición se obtendrá sólo si el paciente se expone completamente, sin reservas ni subterfugios para disminuir su ansiedad. Una sugerencia es identificar y listar todas las medidas de seguridad utilizadas habitualmente por el paciente (cuidando no omitir aquellas tan incorporadas por la rutina que resultan casi imperceptibles para él mismo).

Asimismo,  se debe tener en cuenta la utilización de recursos terapéuticos para controlar la ansiedad.  Tanto la medicación como los recursos tales como técnicas de relajación, respiratorias o de stop al pensamiento pueden convertirse en medidas de seguridad y de este modo interferir con la exposición. Nuevamente, insistimos en el punto anterior, la exposición no puede realizarse a medias: puede graduarse a qué situación exponerse, pero una vez en la situación, el paciente debe tolerar la ansiedad sin utilizar ningún recurso (podríamos decir que exponerse es como saltar: no existe tal cosa como un medio salto, se está en el aire o no).

Evitación experiencial y estrategias de aceptación en el tratamiento

Algunos desarrollos actuales en el tratamiento de TP están vinculados a las terapias conductuales de tercera generación (ACT, DBT, FAP), y al uso de componentes ligados a la aceptación y el cambio orientado según valores personales.

Siguiendo a Hayes et al. (Hayes, Wilson, Gifford, Follete, & Stroshal, 1996), se considera el concepto de evitación experiencial como una dimensión fundamental en la conceptualización de los trastornos psicológicos (para una revisión véase Neharika & Ostafin, 2007). La evitación experiencial se compone básicamente del rechazo a experimentar experiencias internas aversivas (pensamientos, emociones, sensaciones físicas, etc.), y de las acciones llevadas a cabo para alterar o alejar las situaciones o eventos que las generan.

Dentro de esta línea, el uso de estrategias basadas en Aceptación y Mindfulness, toma como blanco los numerosos (y generalmente contraproducentes) intentos del paciente de alterar la frecuencia o la forma de las experiencias internas desagradables, ya sea mediante estrategias externas (agorafobia, evitaciones), o internas (distracción, supresión, pérdida de contacto con el momento presente). La línea general de acción, a diferencia de la TCC tradicional, consistirá entonces en el énfasis otorgado al contacto con el presente y la aceptación de los contenidos internos en tanto tales, al tiempo que se llevan a cabo acciones guiadas por los valores personales.

Psicofármacos

Respecto a la medicación, las investigaciones han mostrado que es similarmente efectiva a la terapia psicológica, pero los resultados de esta última se mantienen una vez terminado el tratamiento y en los follow-up a 6 y 12 meses, mientras que los efectos del tratamiento con medicación empiezan a decaer al retirar la misma.

Particularmente en nuestro país, el uso de benzodiacepinas está altamente extendido para los trastornos de ansiedad. Además de los efectos secundarios conocidos (particularmente los fenómenos de habituación y dependencia), los estudios muestran que el uso de benzodiacepinas interfiere con los efectos a largo plazo de la exposición. Esto está asociado al uso de las benzodiacepinas como medida de seguridad, y con el reforzamiento de la idea de que la ansiedad es peligrosa y debe ser controlada (lo cual viene a confirmar la vulnerabilidad previa).

Guía para la evaluación de ataques de pánico

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Guía para el cuestionario

  • Puntos 1 y 2: es necesario conocer no sólo el último episodio, sino también el primero. En ocasiones los pacientes no recuerdan cual fue el primero; en ese caso, se debe indagar por el más antiguo que pueda recordar y evaluar si los ataques han cambiado desde entonces (respecto a síntomas, disparadores, agorafobia, etc)
  • Punto 3: un AP requiere 4 de estos síntomas. Si hay menos, se debe considerar un AP limitado o bien otro trastorno.
  • Punto 4: evaluar qué tan peligrosos son considerados los ataques, y la valoración de sus propios recursos en relación a éstos
  • Punto 5: Ciertas sustancias o enfermedades pueden producir síntomas similares a un AP, esto descarta el diagnóstico de TP. En este punto se evalúa  Trastorno de Ansiedad inducido por sustancias o Trastorno de Ansiedad debido a Enfermedad Médica (DSM IV)
  • Punto 6: Se evalúa  el desencadenante situacional. El punto a) es equivalente al criterio de Trastorno por Estrés Postraumático. Los puntos b) y c) son para identificar una Fobia Específica. El punto d) es característico del Trastorno de Ansiedad Social.
  • Punto 7: evalúa la ansiedad anticipatoria respecto a los AP. En el caso de un TP podría haberse presentado una sola crisis en un período de un año, pero con una preocupación constante e invasiva acerca de volver a sufrirla.
  • Punto 8: evalúa la modificación comportamental a consecuencia de la crisis. La evitación de lugares o situaciones se refiere a la evitación agorafóbica; distracciones se refiere a la evitación sutil y persistente para evitar los ataques; la evitación de sensaciones físicas (o interoceptiva) se refiere a las similares al pánico(por ejemplo, no hacer ejercicio porque ello aumenta el ritmo cardíaco, no tomar café, etc.); finalmente, las medidas de seguridad son acciones para sentirse más seguro (acompañarse de una persona, llevar un amuleto, un comprimido de clonazepam o el nro. de celular del terapeuta). Incluso los comportamientos evitativos más pequeños deben resolverse antes de finalizar el tratamiento, caso contrario se corre el riesgo de una reactivación sintomática, por lo cual es conveniente ser exhaustivo en la interrogación.
  • Punto 9: evaluación de la presencia de agorafobia asociada. Leve significa que el paciente realiza sus actividades habituales pero con malestar, y sólo evita lo que no le resulta indispensable; moderada es cuando necesita acompañamiento para ciertas actividades, y su movilidad está restringida a un radio de su hogar; agorafobia severa es la que mantiene a la persona sin poder salir de su casa.
  • Puntos 10: verificar por posibles mecanismos de afrontamiento o evitativos ocultos.
  • Puntos 11 y 12: evaluar el impacto del trastorno sobre su humor, entorno y su vida en general.

Resumen

El pánico es un trastorno con alta presencia en la población general, ya sea bajo la forma de AP o de TP. Una buena evaluación, junto con tratamientos basados en exposición permiten terapias eficaces y una recuperación de la funcionalidad de la persona con un alto grado de eficacia.

(Gracias a Carolina Principi, María Inés Mathot y Rebolé, y Victoria Soler por su colaboración)

Referencias Bibliográficas

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  • Barlow, D. H. (2004). Anxiety and its disorders: the nature and treatment of anxiety and panic. New York: The Guilford Press.
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  • Craske, M. G., & Barlow, D. H. (2008). Panic Disorder and Agoraphobia. In D. H. Barlow (Ed.), Clinical handbook of psychological disorders A step-by-step treatment manual (4 ed.). Guilford Press.
  • (2001). Panic Disorder: Clinical Course, Morbidity and Comorbidity. In C. Faravelli, A. Paionni, E. Griez, C. Faravelli, D. Nutt, & D. Zohar (Eds.), Anxiety Disorders. John Wiley & Sons Ltd.
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  • Salud Mental y Tratamientos

Si callamos, hablarán las piedras: un análisis al estado actual del psicoanálisis

  • 09/04/2013
  • Isabel Lucioni

Comencemos por aclarar algunos conceptos y cómo van a ser usados en este trabajo.

  1. Movimiento psicoanalítico: es el conjunto de personas que se consideran psicoanalistas y todas las prácticas de curas llamadas psicoanalíticas, más las publicaciones producidas por el primer conjunto.

  2. “El Psicoanálisis”: dicho en singular como pretenden seguir usándolo, tanto propios como extraños al movimiento psicoanalítico y, sobre todo, los enconados críticos de “los freudianos”, es inexistente.

Muchos de los enconados que menciono critican pues una singularidad o totalidad inexistente.

Son varios los psicoanalistas que hablan de una Babel que está constituyendo “al psicoanálisis” de tal manera que, como también están diciendo algunos, el singular referido a los integrantes del Movimiento y sus obras, no corresponde, sino que hay que hablar de “los psicoanálisis”.

Muchos psicoanalistas llegan a reconocer en privado pero no en publicado que : cada uno tiene su propia “ensalada” de autores en la cabeza, otros sostienen que cada uno elige la teoría que “le gusta”, otros explican que para cada paciente usan el autor conveniente, tirando de un “cajoncito” de los varios en los que tiene archivados a los autores, y finalmente están los muchísimos que afrontan la hinchazón llamándola gordura y que sostienen que la situación descripta constituye en sí misma nuestra “riqueza”.

Ese estado sería absolutamente divertido si se tratara sólo de un ejercicio de ideas y no de ideas diferentes que producen inevitablemente procesos de “cura” muy distintos y hasta dispares consecuentemente, así como una indeseable versatilidad y variabilidad en los diagnósticos, estado de la práctica y de la práctica teórica totalmente excéntrica al proyecto freudiano.

Es decir que el Movimiento está funcionando mas bien al estilo de  una fuerza política, que se diferencia bastante de una disciplina en búsqueda de verdades que operan concretamente en la vida de las personas, verdades contrastables de alguna manera, contrastación consensuada racionalmente, para lo que no es necesario acudir a una de las metodologías “duras” de contrastación parecida al experimento pero sin llegar a ello, cualquier metodología dura a la que, por la descripción antedicha, no es posible acceder en estos momentos. El estado de la psicología no es mejor aunque se tenga una esperanza de solidez (vana) en la identificación de la mente con el cerebro al estilo de Bunge.

Pero el objetivo de mi trabajo no es la psicología en general y sus múltiples formas de  psicoterapias, sino el estado del movimiento psicoanalítico, del cual defenderé siempre la validez de su fundamento: la estructura de la teoría freudiana y la práctica clínica que se deriva de ella.

Es muy difícil ver esto como un problema, y grave, cuando lo que cunde en la sociedad es el pensamiento débil, tal cual lo describió el filósofo Vattimo, alegre él porque evidentemente el pensamiento débil, el ataque a la racionalidad y a la lógica llevan a la religión.

Respeto a las religiones que buscan su verdad en un acto de fe, considerada por ellas como la virtud fundante de la religiosidad, y respeto su convocatoria a una verdad, consoladora de una humanidad que se siente huérfana, soberbiamente extrañada de los demás animales.

Pero encontrar verdades mas allá de una fe es un esfuerzo específico para buscarlas y no una mera variabilidad de ideas a las que se llame “riqueza”.

El ataque a la razón conlleva un ataque a la posibilidad de encontrar verdades con lo cual se funda también un relativismo absoluto de las afirmaciones, considerándose tiránica a toda posición científica, por lo menos en el campo de las ciencias humanas o sociales. Esta posición de muchos psicoanalistas que despacha con el cómodo mote de “positivistas” a todas las críticas, repito, un mote no funciona como una crítica razonable que deslinde por ejemplo la circunstancia de que hay muchos positivismos, funciona mas bien como un insulto que paraliza cualquier intento de crítica en el sentido de pensamiento crítico, el que es muy distinto a la mala educación, pero al que el pensamiento “blando” denigra. El pensamiento “blando” es un pensamiento sin lógica, intuitivista, en el que se exaltan los “sentimientos” en una regresión al romanticismo, no en el sentido común de regalar rosas o bombones, en que se lo usa también, sino en el de la corriente de pensamiento que dió origen, por ejemplo, al nazismo; con su sentimiento de “pueblo” y “raza” y su teoría del origen del universo a partir de una gran bloque de hielo. El pensamiento blando que tanto gusta a los relativismos extremos, culturales y morales, donde todos los gatos son pardos, pensamiento blando que también prefiere considerar al riguroso como “narcisista” o “irrespetuoso de las diferencias”, diferencias a las que se quiere salvaguardar en un estado de desorden e imprecisión extrema. El pensamiento “blando” reniega de la posibilidad de encontrar verdades salvo que sea por revelaciones compartidas por comunidad empática o de sentimiento.

Veo pues al movimiento psicoanalítico mal, en un estado de disolución implosiva y digo disolución, porque es un deterioro silencioso, parapetado detrás de la actitud de desechar todas las críticas despachándolas con otro mote: el de las “resistencias” o el “odio”, también resistencial contra el psicoanálisis.

freud

Esto no quiere decir, como lo reconocí en párrafos anteriores que la mayoría de las críticas emprendidas contra los “freudianos” sean buenas, mas bien son malas, sobre todo cuando atacan a Freud por mentiroso o por su vida personal, o porque se “peleaba” no dejando levantar cabeza a sus “discípulos”, como lo ha hecho el “Libro negro del psicoanálisis” o considerándolo como a un filósofo mas entre otros filósofos como hace Onfray.

La autocrítica tiene que ser interna, la tenemos que asumir los psicoanalistas si no queremos naufragar en una alegre y autocomplaciente disolución filosofante y poetizante, donde se considera psicoanalista a cualquiera que se autotitule así, aunque sea por ejemplo,  un deleuziano con algo de Lacan, al que no le importa que Deleuze sea un crítico de Lacan y de Freud, que ha inventado una terapia alternativa al psicoanálisis que es el “ezquizoanálisis”. Basta que su discurso “guste” a la masa de psicoanalistas para que se considere psicoanalista. Es un mero ejemplo de las “ensaladas” posibles hoy en día.

Sería un error pensar que esto se corrige con institucionalidad política como lo intentó hacer durante décadas la IPA, creando definiciones defensivas del psicoanálisis que pasan por la rigidez ritual como concepto de la técnica, lo que ha dado lugar y no sé si continúa así, a definirlo por el diván y por las cuatro sesiones como exigencia formal, que según se sabe pocos cumplen pero dicen que sí lo cumplen. Y cuando digo “definiciones defensivas” lo hago en el mas estricto sentido de defensa en el mas estricto psicoanálisis : defensa es lo que la angustia dispara como operación sustitutiva de un pensamiento que, si se hiciera también angustiaría.

Creo que hubo una desgracia inicial fundante del psicoanálisis  y de los psicoanálisis que fue la del no reconocimiento del psicoanálisis por la ciencia oficial decimonónica; no puedo ponerme en los zapatos de Freud como para saber cuál hubiera sido un camino mejor al que tomó, que fue el de formar una institución de alcance prácticamente ecuménico, la que no funcionó de manera muy distinta a la del Vaticano, con inquisidores internos incluidos.

Esta salida político-institucional fue mortal para la ciencia que se propuso fundar Freud, a pesar de su valor para saber apartarse de discípulos que no adoptaban las líneas fundamentales que él le imprimió a su teoría-práctica. No tenía porqué aceptar desviaciones que él consideraba esenciales para su construcción racional.

La estructura teórica y las prácticas como contexto de aplicación derivadas, son los grandes desconocidos del movimiento psicoanalítico a 113 años de la publicación de la “Interpretación de los Sueños” y su primera consolidación publicada de las bases para concebir el Aparato Psíquico.

La multiplicidad de fotos y recuerdos lacrimógenos de Freud que tanto gustan de conservar o de publicar en Facebook muchísimos que se consideran psicoanalistas, no hace mas que reafirmar este vínculo religioso pero no teórico-práctico que señalo.

Salvando las distancias y sin ofender a nadie, es parecido a lo que pasa con la iconografía de Jesús que prolifera en una inmensa masa generalmente incapaz de ser cristiana.

Salvando las distancias repito, porque ser psicoanalista es infinitamente menos difícil que ser cristiano, es decir heroicamente bueno.

psicoanalisis 1922Hace poco un joven colega que está emprendiendo muy rigurosamente sus estudios de la teoría y la práctica freudiana me hizo notar lo temprano de los primeros discípulos de Freud, por ejemplo Jung: fué mas o menos alrededor de 1912.  A esa altura sólo hacían 12 años de la primera configuración estable de la teoría del psiquismo, sólo se habían publicado los “3 Ensayos” y “Totem y Tabú” y la citada “Interpretación….” como grandes obras, y el primero todavía habría de sufrir numerosos agregados a lo largo de la vida de Freud. Los primeros discípulos fueron convocados por el deslumbrante descubrimiento del inconciente y la eficacia de la cura por la palabra que cambiaba totalmente la perspectiva de una medicina todavía mecanicista y abría el acceso científico a lo que los siglos habían llamado el alma, pero que ahora tenía forjada una categoría científica: el Aparato Psíquico, en 1912 todavía como Conciente-Preconciente-Inconciente. Faltaba un y poco aún para el otro gran monumento teórico que son los escritos de metapsicología y nada menos que 8 años para la revolución teórica freudiana de los años 20, y 26 años hasta la muerte de la fructífera y productiva vida de Freud, quien fundó una Institución antes de tener concluído su descubrimiento.

Los “discípulos” pues, se congregaron y luego se institucionalizaron sintiéndose socios del descubrimiento, expertos en inconciente y cura por la palabra, socios y no discipulos, lo que por lo menos a mí me explica algo del desenvolvimiento psicoanalítico.

Siempre me ha llamado la atención el narcisismo de los autores psicoanalíticos, la extremada estima que casi todos tienen sobre la “originalidad” y la “creatividad” de cada autor y la despreocupación absoluta por consolidar el fundamento o paradigma y las derivaciones lógicas de él. Creo que este es el comienzo del funcionamiento de la “cómoda” o “mesita de luz” donde cada cajoncito es un autor retirado en el momento necesario para cada paciente. Cada cajoncito un pequeño sol con pretensiones, generalmente, de ser el centro del sistema planetario del psicoanálisis.

André Green dijo antes de morir que una de las desgracias del movimiento psicoanalítico fue la de que el único genio haya sido y sigue siendo el fundador, sin desmedro de los valiosos aportes de varios otros autores, aportes que es necesario especificar lógicamente todavía por su relación al paradigma o fundamento en lugar de ponerlo en un “cajoncito” mas en la acumulación de nuestra “riqueza” o disolución implosiva.

¿Qué impresión tengo a partir de esa en la que veo que los “discípulos” se acercaron a Freud como socios y no dispuestos a aprender, aunque tantos se hayan analizado con el fundador y/o con algunos de sus primeros adherentes? Se sintieron en su mayoría mas inclinados a desatar su “originalidad narcisista” más que a acompañar críticamente pero con rigurosidad y paciencia el desenvolvimiento de la poderosa teoría que Freud estaba construyendo.

El análisis personal es una potente herramienta de conocimiento de sí mismo y de adquisición de la convicción sobre la existencia de nuestro propio inconciente, pero la experiencia del análisis no enseña teoría y tampoco enseña a ser epistemológicamente riguroso.

Green nunca será taxativo como lo soy yo, pero de todos modos sirven sus tímidos pensamientos que a veces rozan lo que planteo:

“La nueva clínica psicoanalítica y la teoría de Freud” pag 21:

(Refiriéndose al giro teórico freudiano de los años 20) “…ya no se trata entonces de una controversia destinada a averiguar si el psicoanálisis de Freud se debe admitir o rechazar. El proceso cismático ha terminado y el movimiento psicoanalítico ha dejado por el camino (Yo:¡¿?!) a los que estaban en desacuerdo con los principios fundamentales del psicoanálisis. Los que permanecen agrupados en torno de Freud no cesan de reafirmar su lealtad hacia su pensamiento y reconocen-con una sinceridad de la que no cabe dudar- su indiscutible leadership. No se puede negar, sin embargo, que las relaciones de Freud con sus discípulos eran mas complejas, y que sin cesar y de manera indefinida se replanteaba la cuestión formulada por Adler de saber si era preciso conformarse con vivir a la sobre del gran hombre. Freud percibía sin duda entre los más cercanos de sus fieles esa legitima necesidad de independencia, que el declaraba admitir sin limitación, aunque no ahorraba sus criticas cuando ese afán de volar con las alas propias dejaba a su juicio translucir desviaciones teóricas susceptibles de poner en peligro los ejes fundamentales de la teoría psicoanalítica.

Lo que sorprende de esta confesión es que, siendo un texto que en castellano se publicó en 1991, o sea con la obra de Lacan ya hecha y reivindicada como “la verdadera teoría o la continuidad de la teoría freudiana”, sorprende, repito, que Green no se haga cargo de este último “freudiano” (O sea Lacan) que viene a fundar el psicoanálisis por retroacción, sin respetar por lo tanto a ninguna categoría freudiana cuando las redefine en el contexto de: Simbólico-imaginario-Real, lo cual no funda sino que volatiliza toda la teoría freudiana ante un público complaciente, demasiado acomodado a los prestigios adquiridos como para hacerse cargo de un debate trascendental, en el que se jugaba nada mas y nada menos que cómo heredar, hacerse cargo productivamente de la herencia freudiana.

Pero hay mas cosas -que sorprenden a un pensamiento que es riguroso- de las que dice Green que hay que revisar como muestra nada mas de maneras de pensar que escucho muchísimo en el medio del “movimiento”. Son:

  1. Reafirmación de la lealtad. ¿Qué es eso? Lealtad no es un reconocimiento científico ni pone en juego una racionalidad, hasta política diría, porque si uno ve que un líder se equivoca políticamente hay que tener mas lealtad con la causa que con el líder. Lealtad pertenece mas bien a contextos religiosos o guerreros en los que si la obediencia, sobre todo en el último caso, es necesaria aunque lleve a la muerte.

  2. Reconocimiento del liderazgo ¿qué es eso? El juramento de los señores feudales al Rey “como primero entre pares”. El mismo Green está reconociendo el aglutinamiento de profesionales alejados ya de una posición científica.

¿Porqué lo reconocio Freud? Creo que por la expulsión que hizo de él la ciencia, a la cual siempre quiso pertenecer sin poder, y porque tempranamente apareció una incapacidad del movimiento, entusiasmado por la facilidad para que “muchos descubran cosas”, pero sin poder contrastar de manera fuerte es decir rigurosa todas y cada una de las “ideas” que iban ocurriendo mientras el fundador seguía firme en el camino de su descubrimiento que culminó en su muerte.

La contrastación clínica como única contrastación necesaria tiene fallas porque depende muy grandemente de los afectos del psicoanalista y del sentimiento subjetivo de bienestar que cada analizando tiene con ese psicoanalista. Pero esta es una dificultad que se agranda con la proliferación de ideas que no se critican o que se critican mal, porque ya hay desorden en la estructura de enunciados base y porque las ideas cunden también desordenadamente si algunos analistas “ven” o “como han dicho ver”. No alcanzo a saber cuánta responsabilidad sobre esto tuvo Freud y tampoco me preocupa porque no soy historiadora del Movimiento psicoanalítico.

Ejemplo de esto fue la bizantina discusión que sostuvieron los psicoanalistas respecto a M. Klein y con los kleinianos, sobre si había “suficiente Yo” al nacer como para aceptar la dramática de fantasías y defensas que Klein postulaba. Esta discusión me perturbó ya en la universidad haciendo la carrera, porque me quedaba claro que Klein no postulaba un  Yo semejante al Yo de realidad Definitiva, maduro y ejecutor de las defensas. Pensaba que sólo hacía falta el principio del Placer-Displacer para que territorios psíquicos se escindieran. Mas tarde pulí la idea, sobre todo cuando ya recibida, me dediqué a estudiar a Freud de lleno, y ví que Freud mismo había planteado una disociación así, defensiva en el Proyecto y que en otras obras postulaba el inicio del Psiquismo divido en un territorio de todo lo bueno-placiente=Yo de Placer Purificado y otro espacio psíquico al que llamó Objeto hostil como zona de todo lo displaciente=odiado. La discusión pues había sido totalmente inútil por lo menos porque se había ignorado lo que Freud había sostenido respecto a los inicios del Aparato Psíquico.

Mas tarde todavía me seguí sorprendiendo del desorden de la producción psicoanalítica cuando vi que piera Aulagnier postulaba un “Pictograma bueno” y un “Pictograma malo” reconociendo vagamente y sin precisiones a Freud y sin reconocer a Klein. O no estudiaban debidamente o eran falsarios, una de dos.

Pero el colmo del desorden ha sido Lacan indudablemente. En mi experiencia la teoría freudiana nunca fue una ortodoxia, cuando estudiaba la mayoría de los psicoanalistas hablaban básicamente kleiniano y las referencias a Freud no eran profundas y de pronto comenzaron a hablar en otro idioma o a mezclar términos de otro idioma que rápidamente me dí cuenta de que era un dialecto nuevo: el lacanés.

Como yo ya estaba consolidando a Freud como una estructura teórica fuerte y lógica me ví arrasada por este idioma que se proponía como la mejor continuidad de Freud, así que me dediqué a estudiarlo también durante 9 años.

Indudablemente el nuevo autor no planteaba disidencias o novedades sino que era una teoría que arrasaba con la teoría frfeudiana y con todo aquéllo que uno pudiera considerar aporte o derivaciones consecuentes de la teoría fundacional.

Pero el movimiento psicoanalítico fue creyente una vez mas: viró sin crítica al idioma lacanés y puso fervientemente retratos de Lacan al lado de los de Freud. La mayoría probablemente no conoce ni a uno ni al otro. La IPA echó a Lacan sin crítica, sólo por la sesión de tiempo arbitrario que Lacan preconizaba y que le permitió ahorrar en oro, pero la oficialidad psicoanalítica jamas defendió a Freud teórica y clínicamente  Defendió su ritual de 4 por 50 minutos.

Otra vez citamos la percepción y la cobarde complacencia de un gran intelectual como André Green en su libro editado en 2002: “El pensamiento clínico” Pag 26. “ Si el pensamiento psicoanalítico sufre hoy no es por su cuestionamiento de las ideas eutanasias  Esto sería mas bien  el indicio de un psicoanálisis en movimiento, y no fijado a la idolatría de su creador y a su teoría. No, lo que preocupa es la multiplicidad de ideas de reemplazo, la dispersión de referencias fundamentales, la ausencia de un examen atento y desprovisto de prejuicios de los cuerpos doctrinarios que se reparten el campo del psicoanálisis. Es válido preguntarse si, a pesar de los notables logros de la posteridad de Freud, algo no se perdió, o si las numerosas modificaciones aportadas a sus interpretaciones de la clínica  sus recomendaciones técnicas, sus hipótesis teóricas, no llevaron a una crisis del entendimiento psicoanalítico.

Va de suyo que está describiendo una situación grave, leída atentamente es el estado que yo llamo de disolución implosiva pero Green concilia permanentemente las contradicciones sin admitir que existe una necesidad lógica de exclusiones. En la pag 27 de la obra citada dice: “ Son muchos los admiradores de Freud entre los psicoanalistas, (Yo: Freud estará contento de tener tatos fans como una estrella de rock) incluso entre aquéllos cuyas opciones contemporáneas se separan tanto de su obra-aunque se proclamen sus continuadores-, que ya no tienen mucho en común con ella. Y, de un deslizamiento a otro, lo que hace temer la inminencia de lo peor…»

Ah! Lo peor es inminente! Pero Green continua impávido como tantos autores contentos con la “originalidad” que le dejan a la posteridad, aunque no sepamos si esa posteridad será de psicoanalistas,  puede que el nombre continúe porque, como ya hemos visto, Freud tiene muchos fans. ¡Jesucristo Superstar!

Si seguimos callando, hablarán las piedras.

Ha llegado la hora de reconocer, conocer los fundamentos y reconocerse en los fundamentos, fundamentar a los fundamentos, separar lógicamente lo que es de lo que no es y, sobre todo, fundamentar la clínica y hacer descripciones coherentes de los procesos que desencadenamos en los pacientes y de los diagnósticos a partir de los cuales los comprendemos e intentamos ayudarlos.

Si callamos hablarán las piedras.

  • Salud Mental y Tratamientos

El mensaje de recapitulación y sugerencia en 5 pasos

  • 08/04/2013
  • Jorge Ayala Salinas

Hoy comparto una forma sencilla de elaborar el mensaje final de recapitulación y sugerencia -o feedback, como prefieren llamar algunos- en tan sólo 5 pasos.

El mensaje de recapitulación y sugerencia es un desarrollo posterior de la Terapia breve centrada en soluciones creado por Eve Lipchik, que reemplaza lo que originalmente se conocía como mensaje de intervención o feedback, y que incluía un elogio, las indicaciones que eran necesarias para la persona, y finalmente, un tarea terapéutica.

Los 5 pasos:

Paso 1:

Toma una hoja A4 y divídela en 4 partes. Toma cada una como un recuadro que será espacio para encabezar lo siguiente: “Problema”, “Milagro”, “Escala”, “Recursos”.

Paso 2:

En el recuadro del “Problema”, escribe una breve descripción del problema tal como la persona te lo presenta, es decir, usando sus propias palabras.

Paso 3:

En el recuadro del “Milagro”, escribe la respuesta a la pregunta del milagro u otra que se relacione con el “futuro preferido” de la persona, usando sus propias palabras.

Paso 4:

En el recuadro de la “Escala”, escribe la respuesta a la pregunta de la escala, marcando el lugar en que se encuentra en ese momento la persona.

Paso 5:

En el recuadro de “Recursos”, escribe las cualidades, fortalezas y recursos internos y externos de la persona.

Cuando tengas el papel completo con cada una de estas respuestas, haz una pausa. Si necesitas más de un papel es que probablemente tienes demasiado información, así que debes elegir entre las más importantes para la persona.

Durante la pausa recopila esta información, para tener un mensaje con el que puedas recapitular la conversación y ofrecer una sugerencia. Este debe contener:

  1.  Una breve descripción del problema tal como lo ha presentado y descrito la persona (recuadro del problema), manifestando tu apoyo a este problema difícil y grave, manifestando también que tendrán un trabajo duro para poder resolverlo.
  2. Luego, puedes expresar de manera genuina tu admiración por todas las cosas buenas que la persona desea que sucedan en su vida (recuadro del milagro), y la manera tan clara y realista en que ha descrito estas situaciones, colaborando contigo.
  3. Comparte lo impresionado/a que te encuentras con su ubicación en la escala y todo lo que ha hecho porque esto suceda (todo lo que ha sucedido entre el “0″ y el lugar en que se encuentra), mencionando todos los recursos que ha utilizado.

Luego, construiremos lo que Insoo Kim Berg llamó “el puente”:

Así que, por todo esto que usted me ha contado, a mi se me ocurre una idea de algo que podría ser útil. ¿Me permite contarle?”

Para elaborar la sugerencia, hay que tener en cuenta lo siguiente:

  1. Si la persona viene haciendo algo útil para sus fines, y sabe cómo hacerlo, se le pide hacer más de lo que funciona.
  2. Si la persona no sabe cómo lo hizo, le decimos que podemos apreciar que hay algo que está haciendo muy bien para ubicarse de esa forma en la escala, y le pedimos que trate de averiguarlo durante el tiempo en que no nos vamos a ver (“preste atención a todas las cosas buenas que le ocurren durante este tiempo y anótelas. Y si se anima, repítalas, si desea que algo parecido continúe sucediendo).
  3. Si te encuentras muy confundido/a, dile a la persona precisamente esto: que te encuentras algo confundido, y luego de ofrecerle todos los elogios que tengas que mencionar, pídele que preste atención a todo lo que pasa, y le gustaría que continuara sucediendo durante el tiempo en que no se vayan a ver.
  4. Y si la persona tiene una imagen muy clara de lo que quiere que suceda desde la pregunta del milagro, pídele que pretenda actuar como si el milagro hubiese sucedido.

Luego de utilizar estos pasos, me encantaría oír cómo te ha ido con ellos.

  • Salud Mental y Tratamientos

Trastorno del sueño vinculado al desarrollo de demencia

  • 04/04/2013
  • Alejandra Alonso

La mayoría de las personas tiene conocimiento de las características que presenta alguien con demencia tipo Alzheimer, una de las enfermedades más sufridas por los adultos mayores y también una de las más temidas ya que es devastadora. La demencia con cuerpos de Lewy es la segunda forma de demencia más común entre los ancianos, y un grupo de investigadores de Mayo Clinic ha encontrado que el predictor más importante para saber si una persona está desarrollando dicha demencia es si actúa sus sueños mientras duerme. Los hallazgos también podrían tener algunas implicaciones importantes en el diagnóstico de la enfermedad de Alzheimer.

El estudio encontró que los pacientes son cinco veces más propensos a desarrollar demencia con cuerpos de Lewy si experimentan una condición llamada Trastorno de Conducta durante el sueño REM, que si tienen uno de los factores de riesgo utilizados actualmente para diagnosticar, tales como cognición fluctuante o alucinaciones.

El Trastorno de Conducta durante el sueño REM es causado por la pérdida de la parálisis normal de los músculos que se da durante el sueño REM. Puede aparecer tres décadas antes (o incluso con más anterioridad) del diagnóstico de demencia con cuerpos de Lewy en hombres, dicen los investigadores. Sin embargo, agregan que el vínculo entre dicha demencia y el trastorno del sueño no es tan sólido en mujeres.

“Aunque es, por supuesto, verdad que no todos los que tienen un Trastorno de Conducta durante el sueño REM desarrollan demencia con cuerpos de Lewy, un porcentaje del 75% al 80% de los hombres con esta demencia en nuestra base de datos de Mayo Clinic sí experimentaron un Trastorno de Conducta durante el sueño REM. Así que sí es un indicador potente para la enfermedad,” dice la investigadora principal, Dra. Melissa Murray, una neurocientífica en Mayo Clinic en Florida (EE.UU.).

Los hallazgos del estudio podrían mejorar el diagnóstico de esta demencia lo cual podría llevar a un tratamiento beneficioso, dice la Dra. Murray.

“Monitorear el Trastorno del Sueño en un paciente con demencia podría ayudar a los clínicos a diagnosticar tanto la demencia con cuerpos de Lewy como la enfermedad de Alzheimer,” dice ella. “A veces puede ser muy difícil ver la diferencia entre estas dos demencias, especialmente en los estadios iniciales, pero hemos encontrado que solo el 2 o 3% de los pacientes con la enfermedad de Alzheimer ha tenido este Trastorno del sueño.”

Una vez que se realiza el diagnóstico de demencia con cuerpos de Lewy, los pacientes pueden utilizar drogas que traten las cuestiones cognitivas, dice la Dra. Murray. No hay ninguna cura disponible actualmente.

Los investigadores de Mayo Clinic en Minnesota y Florida, liderados por la Dra. Murray, examinaron Imágenes de Resonancia Magnética (IRM), escaneos del cerebro de 75 pacientes diagnosticados con una probable demencia con cuerpos de Lewy. Se realizaron también autopsias cerebrales para evaluar la alta o baja probabilidad de demencia.

Los investigadores chequearon también la historia del paciente para ver si el trastorno del sueño había sido diagnosticado durante el cuidado en Mayo Clinic. Utilizando estos datos y los scans cerebrales, llegaron a un diagnóstico definitivo del trastorno del sueño con un diagnóstico definido de demencia con cuerpos de Lewy cinco veces más a menudo de lo que podían hacerlo con los factores de riesgo, como pérdida del volumen cerebral, utilizando en la actualidad para ayudar en el diagnóstico. Los investigadores también mostraron que los pacientes con poca probabilidad de demencia con cuerpos de Lewy que no tenían el trastorno del sueño presentaban hallazgos característicos de la enfermedad de Alzheimer.

“Cuando hay grandes certezas en el diagnóstico, podemos tratar a los pacientes acordemente. Los pacientes con Demencia con cuerpos de Lewy que no presentan las atrofias parecidas a Alzheimer en el IRM tienen más probabilidades de responder a la terapia (a ciertas clases de drogas) que aquellos que tienen algunas patologías del Alzheimer,” dice la Dra. Murray.

Fuente: Mayo Clinic

  • Salud Mental y Tratamientos

(PDF) Deconstruyendo los trastornos del espectro autista: perspectiva clínica

  • 02/04/2013
  • David Aparicio

El trastorno del espectro autista (TEA) es un término utilizado para describir un grupo heterogéneo de niños, cuyas características comportamentales se solapan con manifestaciones clínicas de diversos trastornos del desarrollo, definido por su comportamiento. El TEA se debe a muchas etiologías, y su heterogeneidad genética y fenotípica es consistente con bases moleculares clínicas y genéticas complejas, pero significativas. La heterogeneidad clínica y biológica del TEA es congruente con el punto de vista de que el TEA es la expresión de un desarrollo cerebral atípico que da lugar a manifestaciones clínicas variables, que reflejan diferentes vías genéticas y moleculares específicas.

Es probable que existan genes de riesgo y factores precoces del entorno para el TEA que contribuyan a una trayectoria aberrante del desarrollo cerebral y de la conducta. Estas alteraciones llevan, hipotéticamente, a una interacción social alterada y, como resultado, al desarrollo anormal de redes neuronales críticas para la interacción comunicativa y social. Todo ello amplifica el desarrollo del proceso sociocomunicativo anormal, dando lugar a un síndrome de TEA completo. Hay esperanza en que la intervención temprana pueda alterar estos problemas precoces del desarrollo y reconducir al niño a una trayectoria evolutiva más típica.

Se discuten las limitaciones de la tríada conductual utilizada para el diagnóstico del TEA, especialmente se presentará una perspectiva de cómo estos resultados afectan el diagnóstico y tratamiento de los niños con TEA y de las fronteras clínicas del espectro autista.

Fuente: Neurología.com

  • Salud Mental y Tratamientos

Día mundial de concienciación sobre el autismo

  • 02/04/2013
  • David Aparicio

«El autismo no está restringido a una sola región ni a un solo país; es un reto de alcance mundial que requiere medidas a nivel mundial. Ahora es el momento de obrar en pro de una sociedad más inclusiva, poner de relieve los talentos de las personas afectadas y velar por que haya oportunidades para que puedan desarrollar su potencial.»

Mensaje del Secretario General, Ban Ki-moon
con motivo del Día Mundial de Concienciación sobre el Autismo.

Hoy, 2 de Abril de 2013, se celebra el Día mundial de concienciación sobre el autismo y para conmemorarlo te dejamos este vídeo que nos resume los principales indicadores que nos alertan sobre los trastornos del espectro autista.

  • Salud Mental y Tratamientos

Mitos y realidades del actuar responsable ante el abuso infanto juvenil

  • 02/04/2013
  • Jorge Garaventa

La cuestión del actuar responsable implica un posicionamiento ético que atraviesa la práctica de todos los profesionales actores de estas situaciones, posicionamientos que no en pocas oportunidades nos llevan a tolerar situaciones contrarias a nuestras convicciones, pero de acatamiento ineludible, y que más que desanimarnos debería ser un alerta y un incentivo para profundizar en la investigación y diseño de herramientas que permita, de forma lo mas contundente posible aportar los elementos necesarios para que los responsables de abuso sexual infantil sean alcanzados por la Justicia.

Verán que rápidamente llegué al concepto de Justicia. Es ineludible el atravesamiento. Ocurre que el abuso sexual infantil es una situación en la que bajo ningún concepto debería evitarse la intervención judicial. La sanción social civilizada, como es el veredicto que surge de un alto tribunal es fundamental en la reconstrucción psíquica posterior a la devastadora acción que seguramente el abuso sexual produjo en la mente de un niño o una niña.

Un primer dato entonces de lo que sería el actuar responsable es que toda persona que tenga datos fehacientes de abuso sexual o maltrato contra la niñez, debería tomar los imprescindibles recaudos legales para que esa situación cese en lo inmediato.

Causa escozor observar en algunos servicios profesionales el debate acerca de la obligación o no de hacer la denuncia

Sabido es que hoy se pueden hacer denuncias y consultas sobre el tema en múltiples espacios, no solo judiciales por lo cual, el silencio en nombre de una supuesta impunidad pre garantizada no tiene sustento más que en una actitud vacilante en la proclamada defensa de los derechos de niños, niñas y adolescentes.

Causa escozor observar en algunos servicios profesionales el debate acerca de la obligación o no de hacer la denuncia cuando se tiene conocimiento de estas situaciones. Se entiende el humano temor ante las posibles demandas judiciales pero también se entiende que es ese el momento en que cada quien deberá interrogarse acerca de si ha optado por la inserción profesional correcta. Lo mismo para quienes luego de exponer en entrevistas clínicas, supervisiones u otros espacios su convicción sobre la existencia del delito, culminan su actuación con un informe insípido, y en muchos casos con la negativa a insertar firma y sello a sus observaciones e inferencias.

Se concluye entonces que, o se ha hablado con apresuramiento creando expectativas infundadas, o no se ha formado y no posee herramientas idóneas que habiliten la comprobación de sus inferencias clínicas, o, sencillamente la ética de la acción no acuerda con lo declamado.

No trazo una línea divisoria entre buenos y malos. Afirmo que cada uno, desde un posicionamiento honesto encontrará un lugar de acción que no necesariamente es tan expuesto y confrontante como son los servicios y organismos públicos y privados que se ocupan del abuso sexual infantil.

Así como Freud afirmaba que quien sintiera cosquillas cuando debía platicar sobre temas sexuales con sus pacientes lo más adecuado sería que se dedicara a otra cosa decimos que quien sienta una actitud vacilante cuando debe validar sus comprobaciones clínicas necesita reflexionar seriamente sobre los pasos a seguir. Viene nuevamente Freud en nuestro auxilio cuando dice: No se puede convocar a los demonios y retroceder espantados ante su presencia.

La Universidad pública no ha tomado el tema

Avanzo un momento más en el tema. No casualmente he hablado de inferencias clínicas, comprobaciones fehacientes y conclusiones fundadas. El profesional que trabaja en el tema tiene la obligación de formarse y tener a su disposición las herramientas más idóneas y validadas desde su disciplina y prácticas, pero no tiene la obligación de ver o fundamentar lo que no se ve pero se supone.

Un esfuerzo difícil pero indispensable es poner entre paréntesis sus convicciones ideológicas más cotidianas y dejar hablar a sus herramientas de intervención.

Demás está decir que no estoy abogando por una ciencia desideologizada, que por otro lado no existe, sino tener la suficiente formación ética, profesional y humana como para suspender momentáneamente todo aquello que haga obstáculo a un buen diagnóstico.

Es en este punto que se puede decir que el trabajo en soledad es el más contraindicado. Trabajar éticamente implica la capacidad de confrontar lo propio con lo de los demás y adquirir la capacidad de revisión y modificación de aquellos conceptos que se comprueben erróneos aunque su reformulación, en lo inmediato implique un duelo narcisista.

No me voy a referir, no resiste el menor análisis, el accionar delictivo de algunos profesionales que por conveniencia de cualquier índole certifican lo inexistente o desmienten o escatiman lo evidente.

La Universidad pública no ha tomado el tema y no parece por ahora demasiado dispuesta a incluir en sus currículas, al menos en psicología, una problemática que a esta altura debería ser ineludible en los claustros académicos. Seguirán abundando entonces colegas que insistan en fórmulas invisibilizantes como aquella que sostiene que no importa si un abuso existió o no, sino que lo que importa es la fantasía que el paciente tiene al respecto, a partir de lo cual, con la doctrina del perverso polimorfo se avanza hacia las múltiples maniobras seductoras con que aquel o aquella, generalmente una niña, quebró la fortaleza moral de aquel pobre adulto, generalmente el padre, que entonces cae irremediablemente en los brazos del incesto.

Es altamente movilizante la extrema convicción ética de Michel Foucault cuando sostiene que ante la más mínima duda sobre la culpabilidad de un denunciado este debe permanecer en libertad.

Esta afirmación, sostengo una vez más, deberá ser un incentivo para afinar las formas de intervención.

El psicólogo no tiene que tomar partido sobre la culpabilidad o no de un acusado

Sabido es que la cantidad de personas que han abusado quedan en libertad porque las causas no han podido ser sustanciadas. Mas allá de que esto es utilizado por cierta prensa para confundir a la opinión pública lo cierto es que las denuncias comprobadamente falsas son ínfimas. El resto habla de carencia de métodos que permitan una clara sustanciación.

El psicólogo no tiene que tomar partido sobre la culpabilidad o no de un acusado sino, a decir de Foucault, no buscamos la parte de responsabilidad moral de nadie. Simplemente investigamos si en el plano médico legal o psicológico sus anomalías de carácter tienen un origen patológico, si realizan un trastorno mental suficiente para alcanzar la responsabilidad penal. Aconseja directamente decir, si amerita, que fulano no presenta ninguna enfermedad mental y que en términos generales es responsable de sus actos.

Sobre las víctimas, aunque ya me he explayado bastante es fundamental certificar que existen elementos, indicios, certezas o ningún dato acorde con una situación de abuso. No es necesario más cuando un Juez actúa con íntima convicción y un fiscal proporciona los elementos necesarios que permitan  arribar a una justa sentencia.

Eva Giberti advierte reiteradamente sobre la ineludible vigilancia epistemológica que todos debemos ejercer sobre las concepciones que determina nuestras prácticas.

Hay tres temas que no quiero dejar de mencionar y que merecen una urgente profundización. Se suele afirmar que los abusadores y violadores son incurables, cuestión esta que habilitaría la conformación de un registro de estas personas.

Esta afirmación, si bien es simpática a los oídos de quienes hemos hecho de la lucha contra el abuso sexual y el maltrato infantil una causa, produce un dilema ético fundamental. Si alguien ha saldado sus cuentas con la justicia no puede imponérsele medidas adicionales, salvo una modificación de la legislación que las incluya en un plan de paulatina reinserción social. Pero para que ello sea posible, independientemente de que serán los juristas quienes determinen la factibilidad o no de la medida propuesta, serán los profesionales de salud mental quienes estudien seriamente el psiquismo de los involucrados. El dilema, en el que me incluyo, consiste en que la mayoría de los que trabajamos el tema no estamos dispuestos a trabajar con abusadores. Tal vez la solución radique en los equipos judiciales, carcelarios o gubernamentales varios. Es un tema a seguir pensando.

La otra cuestión tiene que ver con la afirmación que se sostiene desde hace un tiempo que dice que los abusadores, en general, han sido niños abusados, lo que trasladaría casi automáticamente a una comprensión psicopatológica, con la consecuente atenuación de la posible pena.

En mi experiencia y la de algunos colegas consultados dicha afirmación está muy lejos de comprobaciones clínicas generalizables. Lo que se muestra en un niño abusado no es precisamente una tendencia al abuso de otros sino justamente sino justamente mecanismos que apuntan a repetir y perpetuar su condición de víctima de abuso y sumisión.

Jamás se encontró con un solo abusador que admitiera su delito pese a las pruebas

La víctima sigue siendo víctima mientras no haya circulación de la palabra, reparación jurídica y reconstitución psíquica tras un largo, penoso e inevitable tratamiento.

Dejo para el cierre el tema de la revinculación. El Dr. Carlos Rozanski  afirma que en sus largos años de práctica judicial jamás se encontró con un solo abusador que admitiera su delito pese a las pruebas, o que mostrara algún rasgo de arrepentimiento, pilares estos que serían requisito previo indispensable para pensar cualquier medida revinculatoria.

El interés superior del niño, tan declamado, tan poco tenido en cuenta, es pervertido cuando en pro de sostener el concepto de familia, de no privarlo de un progenitor, aunque este no haya cumplido su función o lo haya dañado, se lo revictimiza condenándolo a permanecer o relacionarse con quien ha sido culpable de tamaña vejación y sobre todo desde una escandalosa e inmoral asimetría.

El desafío está entonces en la profundización y validación conceptual. No bastan buenas intenciones ni verdades reveladas sino la humilde contundencia de las comprobaciones que permitirá prácticas honestas y sueños reparadores porque no podemos soslayar que está en juego la felicidad de los niños y que nuestros discursos a veces involucran no solo la libertad de algunas personas sino la vida misma.

  • Salud Mental y Tratamientos

¿Las madres abusadas durante su infancia tienen más probabilidades de tener hijos con autismo?

  • 25/03/2013
  • Maria Fernanda Alonso

Las circunstancias perinatales adversas han sido asociadas con un mayor riesgo de autismo en los hijos. Las mujeres que sufrieron abuso infantil experimentan más circunstancias perinatales adversas que las mujeres que no sufrieron dicho abuso, pero si aquel abuso materno está asociado con el autismo en los hijos era desconocido.

Por ello se realizó un estudio donde enfermeras aportaron datos sobre el abuso infantil sufrido por las madres y el estado del niño autista (97,0% eran de raza/etnia  blanca). Los controles fueron seleccionados al azar de entre los hijos de mujeres que no reportaron autismo en ellos (los participantes incluyeron 451 madres de niños con autismo y 52498 madres de niños sin autismo). Todos ellos participantes del Segundo Estudio de Salud de enfermeras, un estudio a gran escala de la salud de la mujer que empezó en 1989.

Aquellas mujeres que sufrieron más abusos físicos y emocionales fueron un 60% más proclives a tener un niño con autismo que las mujeres que no fueron abusados.

Los investigadores también examinaron aquellos factores de riesgo relacionados con el embarazo, que han sido asociados con el autismo, elevando aún más el riesgo de TEA. Estos factores de riesgo incluyen la diabetes gestacional, la preeclampsia y el parto prematuro. Otros riesgos, como el tabaquismo, la toxemia, el bajo peso al nacer, el consumo de alcohol, el uso de inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (antidepresivos) y abuso por parte de su pareja durante el embarazo también se incluyeron en el estudio. Para determinar si habían sufrido de abuso en la niñez, se les preguntó si alguna vez habían sido golpeadas lo suficientemente duro como para presentar moretones o si fueron golpeadas con un cinturón u otro objeto, y si habían sido sometidas a castigos crueles, comentarios insultantes o gritos. Los investigadores también preguntaron a las mujeres si habían tenido alguna vez contacto sexual no deseado o forzado por un adulto o un niño mayor.

De hecho, aquellas mujeres que sufrieron más abusos físicos y emocionales fueron un 60% más proclives a tener un niño con autismo que las mujeres que no fueron abusados. La combinación más severa de abuso físico, emocional y sexual significó que la mujer presentaba 3.5 veces más probabilidades de tener un hijo autista que una mujer que no había sido objeto de abusos, dijo la autora del estudio, Dra. Andrea L. Roberts, investigadora asociada en el Departamento de Ciencias Sociales y del Comportamiento en la Escuela de Salud Pública de Harvard.

Los resultados revelaron que, aunque las mujeres abusadas experimentaron más circunstancias perinatales adversas, estos factores fueron sólo una pequeña parte en la relación entre el maltrato infantil y el riesgo de autismo.

Los investigadores señalan que el estudio muestra una asociación, no una relación de causa y efecto, y no está claro cómo el abuso infantil podría contribuir al autismo.

Pero hay razones válidas para la asociación. Una teoría es que las mujeres abusadas pueden tener una respuesta mayor al estrés. Esto puede conducir a inflamación o altos niveles de las hormonas del estrés, que afectan al cerebro fetal.

Otra explicación posible es que los padres que abusan de sus niños podrían tener enfermedades mentales, lo que puede aumentar el riesgo de otras discapacidades mentales, incluyendo el autismo, dijo Roberts.

Un experto se preocupó porque los hallazgos podrían alimentar los temores de los padres sobre que ellos causaron la enfermedad de su hijo.

«Lo que es preocupante es el potencial efecto que esto podría tener sobre las madres», dijo la Dra. Tanya Paparella, directora del Programa de Hospitalización Parcial en la Niñez Temprana en la Universidad de California, Los Angeles, que trata a los niños pequeños con autismo.

«Sabemos que el autismo es fuertemente genético en su origen, pero se sabe muy poco acerca de donde se encuentran los factores de riesgo genéticos y dónde se encuentran los factores de riesgo ambientales, y muy poco acerca de la combinación de riesgos genéticos y ambientales», dijo la Dra. Paparella.

Sin embargo, el estudio añade una nueva pieza al rompecabezas del autismo. «Estamos luchando un poco con tratar de averiguar qué causa el autismo», dijo Roberts. «Nuestro estudio apunta a una posible nueva dirección en la investigación.»

El hecho de que los factores de riesgo relacionados con el embarazo para el autismo fueron mayores en las mujeres abusadas “sugiere que el efecto del abuso puede llegar a través de las generaciones”, agregó Roberts. «Como sociedad, tenemos que centrarnos más en cómo son cuidados los niños y dar más apoyo a las familias que podrían estar en riesgo por abuso de sus hijos».

Fuentes: Psychcentral.com; JAMA Psychiatry.

  • Salud Mental y Tratamientos

(PDF) Cómo el Mindfulness puede mejorar nuestro autoconocimiento

  • 25/03/2013
  • David Aparicio

La meditación Mindfulness podría ayudarnos a aprender más sobre nuestra personalidad. Este hallazgo  fue recientemente publicado en la revista Perspectives on Psychological Science.

Mindfulness (Atención plena) es una técnica reconocida por sus efectos positivos en la salud mental, que incluye el prestar atención a tus experiencias actuales (pensamientos y emociones) y observarlas de una manera no crítica.

El estudio fue desarrollado por la psicóloga Erika Carlson de la Universidad de St Louis, quien investigó cómo el Mindfulness puede utilizarse como una estrategia para potenciar nuestro autoconocimiento.

Investigaciones anteriores han resaltado el hecho de que tenemos muchos punto ciegos cuando se trata de comprender nuestros patrones de pensamiento, emociones y comportamiento. Y en  algunos casos estos puntos ciegos de nuestro autoconocimiento pueden tener consecuencias negativas, como la mala toma de decisiones, el pobre rendimiento académico, problemas emocionales e interpersonales y menor satisfacción con la vida.

Según Carlson, estos dos componentes del mindfulness: atención y observación no crítica, pueden ayudarnos a conocernos mejor. Esto se debe a que la motivación para vernos a nosotros mismos de una manera deseable es uno de los principales obstáculos para el autoconocimiento. Por ejemplo, las personas pueden sobrestimar sus habilidades de evitar sentimientos negativos o aumentar su autoestima. Sin embargo, no juzgar la observación de los propios pensamientos, sentimientos y comportamientos, podría reducir la reactividad emocional, como los sentimientos de incapacidad o la baja autoestima, que por lo general interfieren para que la gente vea la verdad sobre sí mismos.

Ella  menciona también  que la otra barrera para el autoconocimiento es la falta de información. En algunas situaciones las personas no cuentan con la información necesaria para autoevaluarse lo más precisamente posible. Por ejemplo, tenemos dificultades para observar gran parte de nuestra conducta no verbal, por lo que no podemos saber qué muecas estamos haciendo durante una conversación seria. El mindfulness, también podría ayudar en este ámbito, ya que el entrenamiento de la mente se asocia con un mayor cuerpo consciente.

Carlson concluye que centrar nuestra atención en nuestras experiencias actuales de una manera no crítica podría ser una herramienta eficaz para llegar a conocernos mejor.

Puedes descargar el PDF completo: Perspectives on Psychological Science-2013-Carlson-173-86

Fuente: Psychologicalscience

  • Salud Mental y Tratamientos

La importancia de valorar en psicoterapia

  • 14/03/2013
  • Paula José Quintero

El trabajo sobre valores tiene un papel fundamental para la terapia de aceptación y compromiso (ACT). En gran parte ésto se debe a sus propiedades motivacionales, que proveen un marco sólido para la activación conductual y le dan sentido. Desde ACT, la salud psicológica no es entendida como la ausencia de contenidos psicológicos “perturbados” o “perturbadores” sino como el resultado de patrones de comportamientos valiosos. De este modo, los esfuerzos terapéuticos están orientados a aumentar estos comportamientos guiados por valores, que muchas veces se ven restringidos cuando los intentos de evitación de los eventos psicológicos dolorosos o perturbadores ganan control sobre las elecciones de la persona.

Los valores serán la vara con la que estimaremos los comportamientos, tanto al momento de conceptualizar un problema y de evaluar las soluciones intentadas hasta ahora, como en el momento de evaluar la eficacia de nuestras intervenciones.

Los valores como guía, debido a sus particulares propiedades motivacionales, permiten más flexibilidad conductual que las metas y aumentan la sensación de sentido y propósito en la vida, aportando vitalidad momento a momento.

Es importante tener en cuenta entonces que valores y metas poseen diferentes propiedades motivacionales y es útil tenerlas en cuenta al momento de comprometerse con un nuevo curso de acción o de escoger estrategias terapéuticas.

Veamos de qué se tratan:

  1. Las metas pueden alcanzarse.  Es por esto que nos motivan –disfrutamos la sensación de propósito y progreso que implican. Pero una vez que la meta es alcanzada: ¿qué? Frecuentemente regresamos a nuestro comportamiento anterior. Esto explica la industria de las dietas, por ejemplo.
  2. Las metas no pueden alcanzarse ahora mismo.  De modo que pueden no servir para motivarnos aquí y ahora (cuando eso es necesario). Por ejemplo,  una persona tiene como meta bajar 5 kilos en los próximos 2 meses. Pero tiene esta meta desde hace 3 años… el problema yace en el hecho de que mientras no puede cumplir esa meta hoy, lo que sí puede hacer es comer una porción de torta. De modo que cuando ve una porción de torta una pregunta  puede surgir en su mente: ¿puedo comer la torta y aun así cumplir mi meta? Entonces cierta incertidumbre aparece: ¿quizá pueda tener las dos? Nuestras mentes odian la incertidumbre y harán casi cualquier cosa para deshacerse de ella. Entonces ¿qué creés que hace para deshacerse de la incertidumbre?
  3. Las metas son motivadores poderosos. Los humanos están intrínsecamente orientados a   metas y sus mentes disfrutan de la sensación de propósito que las metas ofrecen. Aun así, las metas pueden establecerse sin que nosotros realmente examinemos el porqué. Una vez establecidas, su atracción gravitacional puede alejarnos de las cosas que realmente valoramos. Así, pensemos en un señor que por casi 10 años se ocupó de perseguir promociones en el trabajo que no le importaban verdaderamente. Mientras lo hacía, se sentía ocupado y lleno de propósito, pero una vez alcanzadas se sentía vacío y triste. Trabajó muy duro para subir la escalera solamente para notar que la escalera estaba apoyada en la pared equivocada.

En contraste con ésto, lo que ocurre con los valores es:

  1. Los valores nunca pueden alcanzarse.  De modo que los valores retienen sus propiedades motivacionales aún mucho después de que una meta haya sido alcanzada. Mientras la meta de bajar 5 kilos pudo haber sido alcanzada, actuar en concordancia con el valor de cuidar la salud nunca lo será. ¿Es importante o no lo es? Si lo es, entonces ¿dejará de serlo alguna vez?
  2. Los valores pueden ser vividos a cada momento.  Aunque Viktor Frankl no era libre dentro de Auschiwtz, el logró hacer del valor de la libertad algo importante eligiendo su respuesta frente a la tiranía que veía. En este sentido, los valores pueden poderosamente traernos al momento presente y, con el tiempo, aportar mayor coherencia a nuestros patrones de comportamiento durante períodos mucho más largos. Esto construye una sensación de sentido en la vida mucho más poderosa.
  3. Los valores tienen que ver con lo que más queremos representar en nuestra vida.  Se trata de cómo queremos ser recordados y qué persona queremos ser y representar. Cuando actuamos en concordancia con nuestros valores, actuamos auténticamente y en la línea de nuestras más profundas motivaciones y aspiraciones.

Trabajar sobre valores es trabajar para construir reforzadores en la vida personal con la mirada puesta en el desarrollo de una vida significativa que  sólo puede sostenerse estando presente en el aquí y ahora.

El foco no está puesto en pensar o desear: valorar es actuar.

  • Luciano MC, Rodríguez M y Gutiérrez O (2004). A proposal for synthesizing verbal contexts in Experiential Avoidance Disorder and Acceptance and Commitment Therapy. International Journal of Psychology and Psychological Therapy, 4, 377-394.
  • Luciano C y Hayes SC (2001). Trastorno de evitación experiencial. International Journal of Clinical and Health Psychology, 1, 109-157.
  • Páez-Blarrina M, Gutiérrez-Martínez O, Valdivia-Salas S, Luciano C. (2006)Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT) y la importancia de los valores personales en el contexto de la terapia psicológica. International Journal of Psychology and Psychological Therap.Vol. 6, Nº 1, pp. 1-20
  • Wilson K y Luciano MC (2002). Terapia de aceptación y compromiso (ACT). Un tratamiento conductual orientado a los valores. Madrid: Pirámide.

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