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Salud Mental y Tratamientos

1163 Publicaciones

Incluye trastornos, psicopatología y terapias.

  • Salud Mental y Tratamientos

Sustitución de síntomas en terapia, ¿mito o realidad?

  • 27/02/2013
  • Fabián Maero

¿Qué sucede cuando un síntoma deja de estar presente luego de ser tratado en terapia?

Esta pregunta generó un acalorado debate académico entre psicoanalistas y terapeutas conductuales hace medio siglo, y aunque eventualmente fue disminuyendo su presencia en los espacios académicos , aún hoy solemos escuchar en ciertos foros que tratar un síntoma sin hacer foco en resolver el supuesto conflicto inconciente subyacente termina generando inevitablemente que el síntoma regrese. La validez de esta afirmación es importante tanto para pacientes como para terapeutas al momento de elegir un modelo de terapia, ya que si esto fuera así, el uso de terapias conductuales (o cualquier otra que se enfoque en los síntomas presentados por el paciente), sólo constituiría un alivio temporal antes de un nuevo embate de los síntomas.

¿Pero es esto realmente así? ¿Realmente un síntoma vuelve si no se enfocan los supuestos conflictos inconcientes? Esta es una pregunta que, más que ser contestada por la opinión, puede ser contestada de manera empírica, es decir, es posible investigar si la sustitución de síntomas ocurre o no. Para el presente articulo utilizaremos y adaptaremos algunos puntos del artículo de W. Tryon (2007) dedicado al tema. Para ilustrar la perspectiva psicodinámica al respecto citaremos a Grünbaum (1984), que presenta de forma concisa los fundamentos teóricos de la sustitución de síntomas de la siguiente manera:

«Un síntoma neurótico se considera un compromiso formado en respuesta a un conflicto no resuelto entre un impulso reprimido inconsciente y la defensa del yo contra él. El síntoma se considera sostenido en todo momento por un conflicto inconsciente coexistente, que no se resuelve sin la intervención psicoanalítica. Por lo tanto, si la represión del deseo inconsciente no se levanta con psicoanálisis, la neurosis subyacente se mantendrá, aunque la terapia conductual o la hipnosis, por ejemplo, sólo extingan el síntoma particular que manifiesta la neurosis en ese momento. Mientras el conflicto neurótico se conserve, la psique del paciente utilizará el mismo servicio de defensa previamente utilizado para desterrar el síntoma previo. Por lo tanto, en general, y especialmente en los casos graves, el conflicto no resuelto debería engendrar un nuevo síntoma. Y dicho sea de paso, esta expectativa puede considerarse como una predicción “de riesgo” en el sentido en que la considera Popper, ya que tales teorías rivales existentes como la intervención de la conducta no comparten esa expectativa «(p. 162)

Una predicción “de riesgo”, se refiere a que es una predicción que puede ser potencialmente demostrada falsa, y puede de este modo refutar la teoría (a diferencia de afirmaciones como “los unicornios galopan como máximo a 75 km/h”, que no pueden ser demostradas falsas ni verdaderas, ya que no existen unicornios sobre los que aplicar el método científico).

Sin embargo, muchos años después, aún seguimos sin una respuesta respecto a si los síntomas realmente se sustituyen; Tryon señala que la pregunta no fue contestada, sino que fue abandonada: gradualmente desapareció de los ámbitos académicos, si bien siguió persistiendo el mito de la sustitución de síntomas en las universidades y escuelas de psicología.

La hipótesis de la sustitución de síntomas acarrea algunos problemas ya en su misma formulación, de los cuales tomamos algunos de los enumerados por Kazdin (2000):

  • Si un nuevo problema se presenta después de que el primero ha sido tratado,¿constituye esto automáticamente una sustitución de síntomas? Dado que los problemas psicológicos surgen con determinada frecuencia en la población, cómo saber si el nuevo problema que aparece es una sustitución o un problema realmente nuevo que surge en ese momento?

Por ejemplo, tomemos el caso de un paciente con síntomas de pánico que desaparecen luego de una terapia conductual. Un año después, un ser querido fallece, y este paciente experimenta síntomas vinculados al duelo y luego sobreviene una depresión. En este caso, ¿se trata de una sustitución de síntomas o –más probablemente- de un problema nuevo?

  • Si otro síntoma parece ocurrir después del tratamiento,¿es realmente nuevo o estuvo presente todo el tiempo y es más evidente ahora que el primer problema ha sido tratado?

Si tomamos el mismo ejemplo anterior, supongamos que luego de resueltos los síntomas de pánico, este paciente empieza a manifestar síntomas vinculados a un conflicto con su pareja. Es un retorno de síntomas o es un problema que estuvo presente todo el tiempo pero que sólo se hace notable en el momento en que los síntomas más agudos del pánico desaparecen?

  • ¿La sustitución de síntomas ocurre inmediatamente después de resuelto el síntoma o puede demorarse durante meses o años? ¿En qué momento se puede terminar el seguimiento de un estudio con la confianza de que si la sustitución síntoma todavía no ha ocurrido, entonces es probable que no ocurra en absoluto?

Una notable constante en las hipótesis de sustitución de síntomas es su inespecificidad en este sentido. ¿El síntoma debería sustituirse inmediatamente, luego de unos meses, o pueden pasar años o décadas? Un síntoma que se presentara luego de 40 años de concluida una terapia, difícilmente podría atribuirse a un retorno de síntomas.

La evidencia

Dado que la hipótesis de la sustitución sintomática lleva al corolario de que las psicoterapias efectivas deben abordar los problemas psicológicos subyacentes a fin de producir resultados duraderos, es necesario abordar las investigaciones que se han realizado en este ámbito para corroborar si esto es así.

Los estudios que se realizan habitualmente en psicología sobre modelos de terapia suelen incluir una etapa que se denomina de “seguimiento”, en el cual se sigue el estado de los pacientes que han sido tratados, para monitorear en qué medida se sostienen los beneficios del tratamiento. Esta etapa puede variar desde unos meses hasta varios años, según el estudio (según la financiación del estudio, más frecuentemente). En líneas generales, los estudios realizados por terapias cognitivo-conductuales (TCC), han demostrado que la tasa de recaídas es baja, y que los beneficios del tratamiento se sostienen a lo largo del seguimiento. Sin embargo, estos estudios tienen un defecto en lo que se refiere a la evaluación de sustitución de síntomas, y es que suelen indagar por síntomas específicos: si el estudio fue sobre fobias, por ejemplo, durante el seguimiento probablemente no se evalúen síntomas vinculados con la alimentación o el sueño, sino que se evalúa la recaída respecto a los síntomas de fobias. Para la hipótesis de la sustitución de síntomas, sin embargo, un síntoma puede ser sustituido por cualquier otro tipo de síntoma, y no necesariamente por el mismo, por lo cual este tipo de estudios TCC no resultan adecuados para testear la hipótesis. Citando a Tryon (2007):

El cuerpo de la evidencia empírica centrado en la sustitución de síntomas disponible actualmente es pequeño, irregular, fue publicado a intervalos irregulares, y está desactualizado. Los miles de estudios de comportamiento que no hicieron foco en la sustitución de síntomas en un foco de la investigación no pueden ser revisados ​​por el ya que el buen sentido indica que una buena manera de no encontrar un fenómeno es no buscarlo específicamente. Por lo tanto, es poco probable que estudios que no han sido diseñados para detectar sustitución de síntomas la encuentren, y si aún así la encuentran, es poco probable que lo reporten.

Sin embargo, algunos estudios sí se enfocaron en la sustitución de síntomas como objetivo, y estos son los datos que presentaremos a continuación

  • Nurnberger y Hingtgen (1973) llevaron a cabo una extensa revisión bibliográfica en busca de pruebas de sustitución de síntomas que fuera consecuencia del tratamiento por desensibilización sistemática de las fobias y los estados de ansiedad, tratamientos conductuales de la enuresis nocturna, tartamudeo, tics, y la modificación de las «malas costumbres» (p. 230) . Estos autores concluyeron generosamente que la sustitución de síntomas ocurre raramente. Su generosidad respecto al “raramente”, consistió en contar como “sustitución de síntomas”, un caso en que la ansiedad regresó como resultado de un accidente ocho meses luego del tratamiento y un caso en donde hubo una recaída en los síntomas que fue luego tratada exitosamente. También incluyeron algunos casos de tratamiento quirúrgico de los pacientes con úlcera como prueba de sustitución de síntomas. Salvando esas excepciones, no pudieron encontrar evidencia alguna de sustitución de síntomas. También examinaron datos de seguimiento de 2.5 años para el tratamiento conductual de la enuresis nocturna y no encontraron evidencia de sustitución de síntomas. Tampoco se encontró evidencia de sustitución de síntomas para el tratamiento de la tartamudez utilizando un metrónomo, ni para el tratamiento de los tic, ni para el tratamiento conductual de los «malos hábitos»
  • Speed ​​(1996) trató a 5 hombres y 5 mujeres con síntomas de trastorno de conversión, y trastornos de la marcha (gait), utilizando terapia de conducta e investigó específicamente sustitución de síntomas. El funcionamiento normal de la marcha fue restaurado en los 10 pacientes en el momento del alta. El seguimiento promedio fue de 20 meses y varió entre 7 y 36 meses. Dos pacientes regresaron al uso parcial de silla de ruedas, pero ninguno de ellos desarrolló un trastorno diferente de ningún tipo.
  • Fuchs (1980) administró desensibilización imaginaria in vivo y asistida por hipnosis a 71 mujeres con vaginismo, que puede ser considerado psicodinámicamente como un trastorno de conversión, es decir, dolor físico durante las relaciones sexuales resultante de un conflicto inconsciente. Se obtuvieron buenos resultados en 16 de 18 mujeres que recibieron la desensibilización imaginaria y en 53 de las 54 que recibieron el tratamiento in vivo. El seguimiento de 2 a 5 años no reveló ninguna recaída ni sustitución de síntomas (la falta de respuesta al tratamiento en las otras mujeres no constituye una prueba de la sustitución de los síntomas).
  • Wille (1994) trató 29 niños con enuresis nocturna primaria con el método de alarma (un tratamiento conductual para enuresis), o con medicación durante 12 semanas en un estudio a doble ciego con grupo de control. Ambos métodos fueron claramente eficaces y no fue encontrada ninguna sustitución de síntomas. Wille y Anveden (1995) informaron de los resultados de pruebas psicológicas para estos niños enuréticos durante y después de la terapia de conducta, y no se encontró ningún incremento en la psicopatología posterior al tratamiento.

Sólo dos estudios de caso (es decir, basados en la observación de un paciente en particular), reportaron lo que los autores denominaron evidencia para la hipótesis de sustitución de síntomas. Los estudios de caso son la forma menos fiable de evidencia, dado que se basan en sólo un paciente y dependen del análisis de una sola persona.

  • Henker (1979) reportó un solo caso de pérdida de peso que, según él constituía sustitución de síntomas. El caso se refería a un hombre de 40 años que pesaba 58 kg y medía 1.70m. de alto. Pesaba 63 kg. cuando él tenía 20 años de edad y se casó con una mujer que él describió como fría, sin amor, y no muy buena cocinera. Su peso aumentó a 81 kg. al final de su primer año de matrimonio, luego a 104 kg. después de 10 años de matrimonio y luego a 131 kg cuando comenzó el tratamiento. Él comenzó a experimentar fuertes dolores de cabeza a los 22 años para los cuales él tomó tranquilizantes menores. Respondió bien a una dieta y tratamiento combinado de ejercicio y su peso se redujo gradualmente a 77 kg. Conoció a otra mujer mientras hacía ejercicio, se enamoró de ella, se divorció de su primera esposa y se casó con la segunda mujer. Durante los siguientes s 3 años tuvo un hijo con su segunda esposa, ella tenía varios hijos con su marido anterior. Se mudaron a una nueva ciudad donde tenían problemas adaptándose. Él cambió de trabajo, pero no pudo volver a su nivel anterior de responsabilidad y prestigio. Sus antiguos amigos no aprobaban su nuevo matrimonio. La religión era muy importante para él y su iglesia también desaprobó su nuevo matrimonio. En esos tres últimos años se sintió miserable y comenzó a aumentar de peso nuevamente.(las cursivas son nuestras)

Tryon (2007), comenta lo siguiente: “este es un caso de repetición y no de sustitución de síntoma. El hombre no desarrolló un nuevo desorden posterior a la terapia de la obesidad. El aumento de peso y dolor de cabeza coincidentes con un matrimonio infeliz no constituyen un síntoma de un trastorno subyacente inconsciente. Este hombre era plenamente consciente de su matrimonio infeliz, sus aumentos de peso, sus dolores de cabeza y el estrés asociado con su segundo matrimonio. Este caso por lo tanto no proporciona evidencia de sustitución de síntomas.”

  • Los autores psicoanalíticos Ottenbacher y Ottenbacher (1981) reportaron un solo caso en que trataron a un niño de 4 años de edad que se chupaba el pulgar desde que nació y comenzó a usar el baño a los 18-20 meses de edad. Chuparse el dedo se identificó como un síntoma de un trastorno subyacente no especificado y se trató con terapia del comportamiento. La frecuencia de la enuresis nocturna se incrementó de cero antes del tratamiento a dos veces durante la primera semana de tratamiento a todas las noches durante la segunda semana de tratamiento. El tratamiento se interrumpió y la frecuencia de mojar la cama se redujo a cuatro noches a la semana siguiente y chuparse el dedo volvió a un promedio de cinco veces por semana. Los autores concluyeron que se trataba de un caso claro de sustitución de síntomas y le pusieron título a su artículo en consecuencia.

Tryon señala que el problema aquí es que la sustitución de síntomas por definición requiere que uno trate un síntoma. Chuparse el dedo en un niño de 4 años de edad no está demostrado que sea un síntoma de un trastorno subyacente específico. Más bien, es un comportamiento natural común a muchos mamíferos jóvenes dado que la succión es la manera de obtener la nutrición durante la infancia. Chuparse el dedo a veces también sirve como un comportamiento auto-calmante para los niños pequeños. Cuando se interrumpe un proceso natural del desarrollo con una intervención poco aconsejable, los resultantes problemas de estrés no constituyen sustitución de síntomas. El estrés generado por esta imprudente y prematura intervención pueden haber causado la enuresis regresivas que reportaron los autores. Y dado que chuparse el dedo en un niño pequeño no es un síntoma demostrado de un trastorno subyacente, orinarse en la cama no puede constituir en este caso sustitución de síntoma.

Resumen

Según la mejor evidencia disponible, la hipótesis de la sustitución de síntomas carece de todo sustento (más allá de la opinión de algunos autores).

Si bien el método científico no puede probar que la sustitución de síntomas no existe (de la misma manera en que el método científico no puede probar que no existen los unicornios, ya que no se pueden probar hipótesis negativas), el hecho de que durante más de medio siglo no se haya producido ningun hallazgo que lo respalde, a pesar del entusiasmo con el cual fue propuesta y transmitida esta hipótesis, sugiere que es poco probable que la situación vaya a cambiar y que vaya a aparecer alguna evidencia que sustente esa idea.

Podemos decir que, hasta ahora, no hay evidencia alguna de que tratar los síntomas sin tratar el supuesto trastorno de base lleve a que los síntomas sean sustituidos por otros, y que cualquier afirmación al respecto debería ser respaldada por evidencia, y no por mera opinión, ya que se trata de un asunto que concierne a la calidad de las terapias y a la calidad de vida y expectativas de las personas que buscan ayuda en un profesional.

(Agradecimientos al Lic. Sergio Elric por el artículo de Tryon)

 

Referencias

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Fuchs, K. (1980). Therapy of vaginismus by hypnotic desensitization. American Journal of Obstetrics and Gynecology, 137,1−7.

Gelenberg, A. J., McGahuey, C., Laukes, C., Okayli, G., Moreno, F., Zentner, L., et al. (2000). Mirtazapine substitution in SSRI-induced sexual dysfunction. Journal of Clinical Psychiatry, 61 , 356− 360 .

Grünbaum, A. (1984). The foundations of psychoanalysis: A philosophical critique. Berkeley, CA: University of California Press.

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  • Salud Mental y Tratamientos

Depresión y suicidio, ¿cuál es el vínculo?

  • 26/02/2013
  • Fabián Maero

Antes de comenzar a leer, cierra los ojos y representate la imagen de una persona suicida. ¿Qué es lo que ves? Lo más probable es que imagines una persona profundamente deprimida, quizás llorando incontrolablemente, pensando si vale la pena vivir. Ciertamente hay un grano de verdad en esta descripción: la depresión clínica, a menudo llamada «depresión mayor», es un poderoso predictor de intentos de suicidio y de suicidios llevados a cabo (Cheng, Chen, Chen, y Jenkins, 2000; Coppen, 1994; Harwitz y Ravizza, 2000; Moscicki, 1997). De hecho, el riesgo de suicidio en el curso de la vida de una persona con depresión mayor es de aproximadamente un 6% (Inskip, Harris, y Barracough, 1998). Este porcentaje es considerablemente inferior a la cifra del 15% que fue aceptada durante largo tiempo (Guze y Robins, 1970), pero aún así es mucho más alto que el riesgo de aproximadamente el 1% de suicidio en la vida de una persona en la población general (es decir, sin trastornos diagnosticables). Aunque los amigos, familiares y seres a veces piensan que la depresión es meramente una «fase pasajera,» no hay duda de que es a menudo una condición que amenaza la vida.

Mucha gente se sorprende al enterarse de que personas que no están profundamente deprimidas a veces cometen suicidio

Sin embargo, muchas personas que son conscientes de la relación entre la depresión y el suicidio asumen que sólo las personas deprimidas se quitan la vida. Por ejemplo, el director de una fundación estatal de prevención del suicidio le dijo a un reportero «Yo no sabía que estaba deprimido» después de enterarse del suicidio inesperado de su marido. En un estudio de 331 estudiantes universitarios en cursos de introducción a la psicología, el 43% respondió «Verdadero» a la afirmación: «Si fuera evaluado por un psiquiatra, toda persona que comete suicidio hubiese sido diagnosticada como deprimida» (Hubbard & McIntosh, 1992). Un estudio posterior de estudiantes de educación de pregrado reveló los números más bajos, pero aún así encontró que el 25% estuvo de acuerdo con esta afirmación (MacDonald, 2007).

Mucha gente se sorprende al enterarse de que personas que no están profundamente deprimidas a veces cometen suicidio. La creencia de que sólo las personas clínicamente deprimidas se suicidan es potencialmente peligrosa, porque los amigos, familiares y seres queridos pueden asumir erróneamente que una persona sin síntomas depresivos graves está «a salvo» y por lo tanto no requiere atención psicológica inmediata. Sin embargo, las investigaciones muestran que entre el 13% y el 41% (dependiendo de la investigación) de las personas que se suicidan no cumplen con los criterios diagnósticos de depresión mayor. Alrededor del 10% tienen diagnóstico de trastornos por uso de sustancias (como el alcoholismo ), o de esquizofrenia, (Rihmer, 2007). Además de los trastornos por abuso de sustancias, de la depresión y la esquizofrenia, otros diagnósticos asociados significativamente con intentos de suicidio, suicidios llevados a cabo, o ambos, son los siguientes:

  • trastorno de pánico (Friedman, Jones, Chernen, y Barlow, 1992), una condición marcada por surgimientos de oleadas de terror intensas, repentinas e inesperadas;
  • fobia social (Schneier, Johnson, Hornig, Liebowitz, y Weissman, 1992), una enfermedad que se caracteriza por un miedo extremo a situaciones que podrían ser embarazoso o humillante, como hablar o actuar en público.
  • trastorno límite de la personalidad (Soloff, Lynch, Kelly, Malone, y Mann, 2000), una enfermedad que se caracteriza por una marcada inestabilidad en el estado de ánimo, las relaciones interpersonales, el control de impulsos y la identidad;
  • trastorno antisocial de la personalidad (Douglas et al, en prensa.), una condición marcada por una larga historia de comportamiento irresponsable e ilegal a menudo,
  • trastorno de identidad de género (di Ceglie, 2000), una enfermedad que se caracteriza por sentimientos extremos de malestar con el propio género, hasta el punto de sentirse a veces «atrapado» en el cuerpo equivocado (American Psychiatric Association, 2000).

Alrededor del 5-10% de las personas que se suicidan no tienen ningún trastorno mental diagnosticable en absoluto

Sin embargo, hay cierta controversia en cuanto a la relación de estas condiciones a los intentos de suicidio y terminaciones, ya que algunos de ellos son con frecuencia «comórbidos» con depresión mayor, lo que significa que a menudo ocurren junto con depresión mayor en las personas. Así, al menos parte de la aparente asociación de estos trastornos con el comportamiento suicida puede ser debido a su superposición con depresión (Cox, Direnfeld, Swinson, y Norton, 1994; Hornig y McNally, 1995). Pese a esto, algunos investigadores han encontrado que incluso teniendo en cuenta los síntomas depresivos, algunas de estas condiciones todavía pueden predecir el comportamiento suicida. Por ejemplo, los pacientes con trastorno límite de la personalidad, ya sea con o sin depresión, son dos veces más propensos a intentar suicidarse que los pacientes con diagnóstico solamente de depresión (Kelly, Soloff, Lynch, Haas, y Mann, 2000). La evidencia acerca de si el trastorno de pánico aislado, es decir, sin depresión comórbida, predice el suicidio es mixta. (Vickers y McNally, 2004;. Weissman et al, 1989).

Por razones aun desconocidas, alrededor del 5-10% de las personas que se suicidan no tienen ningún trastorno mental diagnosticable en absoluto (Solomon, 2001). Probablemente algunas de estas personas padezcan de síntomas «subclínicos», es decir que presentan síntomas de uno o más trastornos mentales pero que no llegan a cumplir los criterios diagnósticos completos para estas condiciones. Pero un número indeterminado de personas probablemente cometen lo que algunos han llamado «suicidio racional», una decisión cuidadosamente considerada para acabar con la propia vida al enfrentar una enfermedad terminal o un dolor severo e intratable (Kleespies, Hughes, y Gallacher, 2000; Werth y Cobia, 1995) .

Hay otras razones para creer que la depresión no es necesariamente el único predictor, o ni siquiera el más importante, del suicidio. En primer lugar, en algunos estudios la desesperanza ha sido un mejor predictor de suicidio que la depresión en sí (Beck, Brown y Steer, 1989; Beck, Kovacs, y Weissman, 1975; Wetzel, 1976). Eso es probablemente porque las personas son más propensas a suicidarse cuando no ven la manera de escapar de su agonía psicológica. En segundo lugar, aunque la depresión tiende a disminuir en la edad avanzada, las tasas de suicidio aumentan bruscamente en la tercera edad, especialmente entre los hombres (Carpintero, 2005). Una razón probable de esta discrepancia notable entre las tasas de depresión y las tasas de suicidio en la tercera edad es que las personas mayores suelen estar físicamente más débiles y por lo tanto tienen menores probabilidades de sobrevivir a los intentos de suicidio, como por ejemplo envenenamiento, que las personas jóvenes. Sin embargo, otra razón es que los intentos de suicidio entre las personas mayores tienden a ser más serios y determinados en la intención (Draper, 1996). Por ejemplo, en comparación con los más jóvenes, los ancianos son más propensos a usar medios letales de un intento de suicidio, tales como dispararse en la cabeza (Frierson, 1991).

Esta discusión nos lleva a un mito estrechamente relacionado: mucha gente asume que el riesgo de suicidio disminuye a medida que la depresión severa mejora. En una encuesta de los estudiantes, el 53% respondió «Falso» a la afirmación, «una época de alto riesgo de suicidio en la depresión es cuando la persona empieza a mejorar» (Hubbard & McIntosh, 1992, p. 164). Sin embargo, en realidad hay pruebas de que el riesgo de suicidio a veces puede aumentar a medida que la depresión desaparece (Isaacson & Rich, 1997; Keith-Spiegel y Spiegel, 1967; Meehl, 1973), tal vez porque las personas con depresión severa comienzan a experimentar un retorno de energía a medida que mejoran (Shea , 1998). Durante este intervalo de tiempo los pacientes pueden estar en un peligroso período de «ventana», en el cual todavía están deprimidos pero ahora con la energía suficiente para llevar a cabo un intento de suicidio.

Sin embargo, la investigación que sustenta esta afirmación es confusa aún, ya que los pacientes deprimidos que comienzan a experimentar mejor estado de ánimo pero que no se recuperan completamente podrían ser más suicidas que otros pacientes deprimidos, desde antes de empezar el tratamiento (Joiner, Pettit, y Rudd, 2004).

De modo que la mejoría en el estado de ánimo quizá no cause el riesgo de suicidio, pero la pregunta aún no está resuelta. De todos modos, es seguro decir que uno nunca debería asumir que una persona profundamente deprimida está «fuera de peligro» sólo porque su estado de ánimo comienza a mejorar.

Texto original de Scott Lilienfeld et al (2010), adaptado por Fabián Maero

  • Salud Mental y Tratamientos

Autocompasión: ¿deberías cambiar tu comportamiento o cambiar tus creencias?

  • 26/02/2013
  • Paula José Quintero

El desarrollo de la Autocompasión está tomando más y más relevancia en el campo de la psicología clínica y científica, mostrando ser una habilidad útil para lidiar con los momentos difíciles por los que todos los humanos atravesamos en algún momento de nuestras vidas.

La autocompasión implica tratarse a uno mismo con amabilidad, el reconocimiento de que compartimos la “humanidad” y el permanecer atentos plenamente (mindful) cuando consideramos los aspectos “negativos” de nosotros mismos.

La investigación en psicología indica que es más fácil cambiar comportamientos que cambiar actitudes y creencias. Parte de lo que caracteriza a las terapias de Tercera Ola (entre las que se encuentra DBT, Terapia Dialéctico-Comportamental) es la Activación Conductual. En otras palabras, hay un foco en cambiar comportamientos en lugar de cambiar actitudes.

Es más fácil cambiar comportamientos que cambiar actitudes y creencias

Aquí está uno de los modos predominantes en que ésto se manifiesta en DBT (Terapia Dialéctico-Comportamental): Una cliente con odio extremo hacia sí misma y mucha culpa se niega a hacer cosas que son nutritivas, de cuidado y compasión hacia sí misma. El argumento sería algo así: “No me lo merezco, me sentiría culpable, tengo que cuidar de todos los demás, es siempre mi culpa de todos modos, merezco ser castigada”. Es fácil para los demás seguir este argumento desafiándolo e incluso dar el argumento opuesto: “¿Por qué piensas de esa manera? Por supuesto que te lo mereces, no puedes cuidar de todo el mundo, no hables más así ni digas esas cosas”. El diálogo de “no me lo merezco/sí, lo mereces” puede volverse muy agotador. Si alguna vez participaste en uno de estos diálogos, te darás cuenta de lo hablo.

Parte del set de habilidades para tolerar el malestar tiene que ver con tratarse a uno mismo con compasión. Más específicamente, involucrarse en comportamientos que son auto-calmantes, tranquilizantes, respetuosos de la tristeza y de reconocimiento suave y gentil de los aspectos dolorosos y difíciles de la vida, en general ayuda a la gente a atravesar los momentos más duros. Las personas que no hacen esto lo suficiente y se tratan a sí mismas duramente tendrán momentos aún más duros al atravesar los obstáculos de la vida. Un momento difícil se torna mucho más doloroso si le sumamos el mal trato hacia nosotros mismos. Y, además, sabemos que auto-atacarse no es un modo muy efectivo de resolver problemas.

Un momento difícil se torna mucho más doloroso si le sumamos el mal trato hacia nosotros mismos

Si te sientes extremadamente miserable y quisieras sentirte mejor, quizás tengas que cambiar tu comportamiento a pesar de los “argumentos” que están en tu cabeza. Si pudieras tratarte con amabilidad y compasión, ser comprensivo y lograr reconocer tus miedos y heridas más profundas, ¿por qué no lo harías?. Si esto hace tu vida más fácil, más “vivible” y más esperanzadora, ¿por qué no lo harías? Argumentar sobre “merecer o no merecer” ciertamente no está haciendo nada para ayudarte.

Para poder sentirte diferente, tienes que actuar y comportarte como si la auto-compasión y la amabilidad importaran. Quizá tengas que tolerar algo de culpa, ponerle límites a tu tiempo o incluso decir “no” a las demandas de los otros. El punto es ponerse en movimiento y empezar a actuar de modos que sean dignos y merecedores de ti mismo. Con el paso del tiempo, tus actitudes podrían cambiar a medida que tu conducta cambia. Y, además de sentirte mejor porque te estás comportando como si tuvieras más auto-respeto, tendrás más recursos para afrontar aquellas ocasiones en las que otras personas te ponen en situaciones demandantes o asumen que estás dispuesto a ser tratado pobremente.

(texto original en inglés de Renee Hoekstra/ Traducción y adaptación: Paula José Quintero)

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El modelo de Prochaska y Diclemente: un modelo de cambio

  • 26/12/2012
  • Alejandra Alonso

A  partir de la pregunta: “¿Qué es lo que hace cambiar a las personas cuando pretenden modificar alguna situación indeseable o problemática?, James Prochaska y Carlo Diclemente crearon un modelo para intentar comprender qué, cómo, cuándo y por qué cambian las personas. A través de investigaciones enfocadas en estudiar el fenómeno del cambio intencional, desarrollaron su modelo transteórico, compuesto por estadios, procesos y niveles.

Los estadios del cambio

Los estadios representan la dimensión temporal, es decir, cuándo cambia la gente. Al ayudar a alguien se debe considerar el momento particular en el que se encuentra. Se postula que para lograr el cambio, una persona debe pasar por etapas bien definidas y predecibles, las cuales deben ser respetadas para facilitar el proceso.

Para alcanzar el éxito en el cambio, resulta fundamental saber en qué etapa se encuentra la persona con relación a su problema, con el fin de diseñar procedimientos específicos que se adecuen a cada sujeto. En otras palabras, lo que se busca es la relación terapéutica y el tipo de intervención adecuados para cada persona dependiendo del estadio en que se encuentre.

1. Precontemplación: es probable que el paciente concurra por constricción externa (orden judicial, familiares, etc.), manifestando negación del problema y sin considerar realmente el cambio.  El riesgo de abandono aquí varía entre un 40% y un 60%, e incluso a un 80% en casos relacionados con el consumo de sustancias.

2. Contemplación: el sujeto reconoce tener un problema, se muestra más receptivo a la información en cuanto a su problema y las posibles soluciones, aunque vacila en cuanto al momento de iniciar el cambio, dudando aún sobre sus beneficios.

3. Preparación: en esta etapa la persona se halla lista para la actuación, habiendo dado algunos pasos en pos del objetivo.

4. Acción: se refiere al momento en que se hacen más evidentes los pasos que se toman para lograr el cambio. Su duración es de 6 meses.

5. Mantenimiento: sigue a la acción y dura otros 6 meses, el propósito en este estadio radica en sostener los cambios logrados a través de la modificación del estilo de vida y la prevención de recaídas.

6. Finalización: el cliente ya no necesita de la utilización de ningún proceso de cambio a fin de impedir la recaída o el regreso al problema.

Es importante destacar que, al intentar cambiar un problema, gran parte de los sujetos recaen al menos una vez en el proceso, pero la mayoría de ellos suele volver a empezarlo desde la etapa de contemplación o preparación, para luego pasar a la acción. Es por esto que se dice que el cambio no sigue un patrón lineal, sino más bien uno en espiral. La mayoría de los sujetos incorporan nuevas estrategias y conocimientos a partir de los experimentado en las recaídas.
También es primordial que el terapeuta recuerde que los estadios del cambio son específicos para cada conducta-problema.

espiraldelcambio

Los procesos del cambio

Se refieren a la dimensión procesal (cómo cambian las personas). En otras, son las herramientas utilizadas por cada individuo en su propósito de solucionar determinados problemas.
Los procesos de cambio que podemos encontrar con más frecuencia, son:

1. Concientización: se refiere a las actividades que procuran incrementar el grado de información que trae un estímulo a la persona, de modo tal que pueda obtener respuestas efectivas. El objetivo es la toma de conciencia sobre las experiencias tanto cognitivas como afectivas. Cualquier aumento de conocimiento, sea de la fuente que sea, también incrementa la conciencia. Algunos procedimientos terapéuticos para aumentar la conciencia sobre el individuo o la naturaleza de su problema son: la psicoeducación, la reestructuración cognitiva, la interpretación y la confrontación.

2. Autoreevaluación: es un proceso desencadenado por algunas actividades que la persona realiza luego de reevaluar aspectos cognitivos y afectivos. Consiste en la reflexión sobre la necesidad de cambiar o no las cosas, el conflicto con su sistema de valores y los posibles beneficios y desventajas. Es común que el sujeto sienta que, si bien las cosas mejorarían con el cambio, este tendría un costo.

3. Autoreevaluación social: el individuo considera que, si el cambio sucede, su entorno sería más saludable.

4. Autoliberación: luego de hacer una retasación de su situación, la persona toma la decisión de cambiar la conducta problemática.

5. Liberación social: consiste en actividades que ayuden a que el individuo tenga más alternativas para elegir; al modificar el entorno de la persona también se puede ayudar a que otros cambien.

6. Relieve dramático: es cuando se experimentan y expresan emociones producidas por las consecuencias negativas que conlleva la conducta problema.

7. Contracondicionamiento: es un proceso conductual que consiste en la modificación de una respuesta (ya sea motora, fisiológica o cognitiva) que son provocados por estímulos condicionados a una conducta específica; con dicho proceso se logra favorecer y desarrollar más opciones de conducta (ejemplo de esto son las técnicas de control de ansiedad, como los ejercicios de relajación y respiración).

8. Control de estímulo: esta técnica implica una reestructuración del ambiente con el objetivo de reducir la probabilidad de que el estímulo se presente.

9. Manejo de lo eventual: el objetivo central de este proceso es utilizar una serie de actividades para cambiar las consecuencias que siguen al comportamiento problemático mediante un sistema de refuerzos y castigos. Este último no sólo es cuestionable desde un punto de vista ético sino que tampoco es usado con frecuencia por terapeutas y por las personas que consiguen cambiar exitosamente solas. Una forma de refuerzo que es muy simple y eficaz es la autovaloración.

10. Relaciones de ayuda: es esencial para lograr el cambio y se refiere simplemente, al apoyo social que pueden proveer los familiares, amigos, etc.

Nivel del cambio

Estos niveles constituyen la dimensión objetal o lo que debe ser cambiado. Y se representa por varios niveles interrelacionados que engloba los problemas psicológicos susceptibles de tratamiento, a saber:

  1. Síntoma/Situación.
  2. Cogniciones desadaptativas.
  3. Conflictos actuales interpersonales.
  4. Conflictos familiares/sistemas.
  5. Conflictos intrapersonales.

Es muy importante que al momento de la intervención, el terapeuta pueda definir a cuál nivel demanda ser ayudado el sujeto porque suelen variar aún en pacientes que presentan síntomas similares. Prochaska y Diclemente recomiendan comenzar con el primer nivel debido a que:

a) Las personas que intentan cambiar solas tienden a utilizarlo más.
b) Es el nivel que menos resistencia ofrece y es más accesible a la conciencia.
c) Por último, suele representar el motivo de consulta.

Si el cambio no se concreta se puede recurrir a la estrategia de cambio de nivel. Aunque si el paciente reclama desde la primera entrevista, ser ayudado desde cierto nivel, se utiliza la estrategia del nivel clave. Por último, puede suceder que el sujeto llegue demandando al mismo tiempo problemas en varios niveles, la estrategia que se utiliza aquí es la de impacto múltiple.

Imágen: Darren Tunnicliff en Flickr

Fuente: Entrenamiento en habilidades terapéuticas, Carlos Mussi (2006).

  • Salud Mental y Tratamientos

8 Conferencias que te ayudaran a entender los diferentes tipos de mentes

  • 21/12/2012
  • David Aparicio

Existen muchos mitos y prejuicios sobre la enfermedad mental. Y nuestra labor como profesionales de la salud mental consiste en informar, para así rebatir estos preconceptos que pueden producir malestar y retrasar la mejoría de las personas con estas condiciones Por eso aprovecho esta lista hecha por TED que ayudara a muchos a comprender que todavía podemos aprender de estos diferentes tipos de mentes.

1. Elyn Saks: Una historia de un trastornos psiquiátrico — desde adentro

https://youtu.be/t2Mcc1LruLA

2. Temple Grandin: El mundo necesita a todo tipo de mentes

https://youtu.be/vSrZ4sm2Q4c

3. Ruby Wax: ¿Qué tienen de divertido las enfermedades mentales?

https://www.youtube.com/watch?v=vZeHRM-zrOk

4. Sherwin Nuland: Como me cambió la terapia por electroshock

https://www.youtube.com/watch?v=N8pnKSW_o6U

5. Joshua Walters: Ser lo suficientemente loco

https://www.youtube.com/watch?v=2xipzxtg4wE

6. Jon Ronson: Respuestas insólitas al test del psicópata

https://www.youtube.com/watch?v=_PIQYTimFLg

7. Oliver Sacks: Lo que las alucinaciones nos revelan de nuestra mente

https://www.youtube.com/watch?v=JyV_bDXmSk0

8. Robert Gupta: La música es medicina, la música es sanidad

https://www.ted.com/talks/robert_gupta_between_music_and_medicine?language=es

  • Salud Mental y Tratamientos

(PDF) Evaluación de trastornos de adaptación y trastornos de la personalidad en internos procesados en un centro de readaptación social del estado de México

  • 20/12/2012
  • Equipo de Redacción

El presente estudio se realiza en una población penitenciaria de un centro de readaptación social en el estado de México tomándose una muestra aleatoria de la población general un total de 400 hombres y 70 mujeres. Considerándose este universo como representativo de la
población interna total. Sin tomarse en cuenta las situaciones jurídicas; tipo de delitos. Primo delincuentes o reincidentes, procesados y sentenciados. Encontrándose como patología principal el trastorno de adaptación con trastorno del comportamiento. Trastorno de personalidad antisocial y por ultimo trastorno de la personalidad del tipo limítrofe. E indudablemente el factor encontrado como común denominador en la detonación de las conductas de inadaptación social se encuentra la familia como grupo primario y principal contenedor de esta tipo de conductas.

  • Salud Mental y Tratamientos

¿Quién inventó la pregunta del milagro?

  • 20/12/2012
  • Jorge Ayala Salinas

Cuando nos hemos hecho esta pregunta hemos hallado una respuesta en la Técnica de la Bola de Cristal y la Pseudoorientación Temporal de Milton Erickson, que el propio Steve de Shazer señala en “Claves para la psicoterapia breve”, como técnicas de orientación hacia el futuro que permiten a la persona imaginar el momento en que han alcanzado lograr sus deseos y esperanzas.

Para quienes no conozcan la pregunta del milagro, el equipo de Milwaukee la formuló de la siguiente manera:

Supongamos que nuestro encuentro ha terminado. Te vas a casa, y continúas lo que tenías pensado hacer durante el resto del día. Entonces, llega la noche y te vas a dormir. Y mientras duermes, en medio de la noche, cuando todos están profundamente dormidos, ocurre un milagro y el problema que te ha traído aquí hoy está resuelto. Pero desde que se produjo el milagro durante la noche, tú no sabes que ha ocurrido, así que cuando despiertes la mañana siguiente, ¿cómo vas a empezar a descubrir que ocurrió el milagro?….¿Qué más vas a notar? ¿Y qué más?

 

Coert Visser, en su estupendo blog, ha respondido a esta pregunta indicando que muchas historias han señalado a Steve de Shazer como el primero en utilizar la pregunta del milagro, pero lo cierto es que en una entrevista, Scott Miller e Insoo Kin Berg (la esposa de Steve), coautores del estupendo libro, “Trabajando con el problema del alcohol”, llegaron a señalar que la pregunta fue inventada mientras que un cliente señalaba lo siguiente:

Mi problema es tan grave que se necesitaría un milagro para resolverlo.

Así que, siguiente esta línea, se limitaron a decir:

Bueno, supongamos que esto pasó…

Esta historia es confirmada por el mismo Steve, que desmonta el mito de su invención, señalando:

La pregunta del milagro se desarrolló un día que Insoo estaba haciendo una pregunta y la respuesta fue: “¡Oh, haría falta un milagro!” E Insoo dijo: “Bueno, sí, supongamos que un milagro sucedió…” Y así comenzó todo el asunto. La respuesta fue bastante agradable, fuera lo que fuera, la respuesta era agradable. Así que, casi todas nuestras cosas fueron inventadas por nuestros primeros clientes.

El mismo Visser señala que una vez Insoo Kim Berg se lo confirmó personalmente: esta situación fue la que inventó la pregunta del milagro. Y menciona algo muy hermoso de la misma entrevista donde Steve señalaba la influencia de su esposa:

Bueno, todo lo que hemos hecho en los últimos años es tratar de averiguar como ella y sus clientes lo hacen. Ella es la maestra. No sé que otra palabra usar. Ella es la maestra. Así que todas estas cosas, de lo que realmente se trata, es de intentar describir lo que ella y sus clientes hacen de tal manera que otras personas -primero yo y el resto del equipo- puedan hacerlo.

Así que la pregunta está resuelta: la pregunta del milagro fuera creada por Insoo Kim Berg mientras conversaba con un cliente, y luego fue desarrollada por el equipo de Milwaukee y publicado por Steve de Shazer por primera vez.

Imagen:  Stig Nygaard en Flickr

  • Salud Mental y Tratamientos

Twitter y Facebook hacen que tu cerebro sea feliz

  • 20/12/2012
  • David Aparicio

Existen alrededor de 7 mil millones de personas en el planeta y en sus 8 años de existencia Facebook tiene más de  mil millones de usuarios registrados.

¿Alguna vez te preguntaste por qué esta plataforma es tan popular? Como todo fenómeno global, los científicos están tratando furiosamente de encontrar respuesta a esta pregunta. Y a primera vista algunos de los resultados son realmente impactantes.

Por ejemplo, una encuesta tomada en la facultad de negocios de la Universidad de Chicago encontró que resistirse a utilizar las redes sociales es más difícil que resistirse a la necesidad de dormir o tener sexo.

Por supuesto que hay pocas razones para resistir, ya que se necesita de un mínimo esfuerzo para revisar los perfiles de Facebook o Twitter. Aun así, parece que existen mecanismos psicológicos que provocan el uso de las redes sociales. Según una investigación de Harvard, la auto-revelación estimula la liberación de dopamina, un neurotransmisor asociado con sentimientos gratificantes. El mismo estudio cita los resultados de una investigación que encontró que el 80% de los mensajes que se encuentran en la redes sociales son autorreflexivos, en comparación con el 30-40% de los discursos que tenemos por medios verbales.

(Artículo relacionado: El cerebro nos recompensa por hablar sobre nosotros mismos)

La infografía que encontrarás más abajo fue creada por Online College Courses y permite resumir algunos de los datos más llamativos sobre la naturaleza de la adicción a los medios sociales.

¿Realmente somos tan adictos a las redes sociales? Esperamos tus comentarios.

Social-Media-Brain-Infographic

Fuente: Mashable.com

  • Salud Mental y Tratamientos

(PDF) Medidas de estrés e impacto familiar en padres de niños con trastornos del espectro autista antes y después de su participación en un programa de formación

  • 13/12/2012
  • Equipo de Redacción

Introducción

La presencia de un hijo con trastorno del espectro autista (TEA) en la familia provoca un impacto general en los padres y hermanos que se manifiesta en un aumento significativo del estrés.

Objetivo

Analizar si la participación en una escuela de padres de personas con TEA repercute positivamente en el impacto familiar, en concreto, en la percepción de estrés y de competencia en los progenitores de niños con TEA. Sujetos y métodos. Un total de 27 progenitores de niños con TEA participaron en una escuela de familias, de los cuales 13 cumplimentaron un cuestionario de impacto familiar antes y después de desarrollar la formación. Se realizaron análisis de frecuencia y de comparación a través de la prueba de intervalos de Wilcoxon.

Resultados

Tras el seguimiento de la escuela de familias, se observan tendencias de mejora en la disminución del estrés de los padres, en la percepción que tienen de la respuesta que dan a las conductas de sus hijos y, de forma significativa, en la valoración de la calidad del tiempo compartido de los padres y de los hermanos con desarrollo típico.

Conclusiones

Es necesario realizar programas de investigación con muestras más grandes orientados a concretar la influencia de la formación específica para padres en el estrés que sienten. La perspectiva de desarrollar programas de formación para las familias de niños con TEA es recomendable para los diferentes servicios que atienden a esta población como forma de ayudar a la reducción del estrés

 

  • Salud Mental y Tratamientos

Posible nuevo trastorno: la Adicción a Internet

  • 12/12/2012
  • Alejandra Alonso

Los chicos adictos al uso de dispositivos electrónicos, pueden ser diagnosticados con una enfermedad mental seria, si una nueva adicción, incluida como “Trastorno por uso de internet” en un manual psiquiátrico mundial, es confirmada con investigaciones futuras.

La inclusión formal de la nueva adicción ha sido bienvenida por profesionales psicólogos australianos en respuesta a la ola de niños que están siempre engullendo tecnología.

Los psicólogos argumentan que la adicción a los videojuegos y a internet comparten características de otras adicciones, incluyendo cierre emocional, falta de concentración y síntomas de abstinencia si los aparatos son removidos.

Otro problema puede ser el devastante impacto para los niños y familias cuando la interacción social e incluso la comida son descuidados en favor de los mundos virtuales que habitan los niños.

Expertos australianos contribuyeron a la presentación de la Australian Psychological Society (APS) del manual internacional, apoyando la inclusión de una adicción centrada en los juegos por internet.

En reconocimiento a las amenazas que plantean la creciente prevalencia de estos dispositivos electrónicos, el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales incluirá al Trastorno por uso de Internet como un tratorno para el cual “se recomiendan investigaciones futuras” en su versión revisada, el DSM-V.

(Artículo relacionado: Modificaciones y agregados aprobados para el DSM-V)

La inclusión reconoce los riesgos planteados por el uso excesivo de tecnologías aparentemente benignas, clasificando el Trastorno por uso de Internet junto con otros trastornos mentales que necesitan más investigación antes de convertirse en enfermedades mentales reconocidas susceptibles de ser formalmente diagnosticadas.

Se comenta en los Estados Unidos sobre un movimiento que ha levantado fantasmas sobre niños siendo sobre-tratados e incluso medicados por jugar juegos de computadora.

Pero algunos psicólogos australianos argumentan que debería haber un diagnóstico más amplio de la adicción al uso de Internet permitiendo tratamientos adecuados para niños obsesionados con otras tecnologías (mensajes de texto, y otros dispositivos como iPads, tabletas y Nintendo DS).

(Artículos relacionados: Cómo nos influyen los videojuegos, El efecto de los videojuegos violentos en el cerebro y Algunos tipos de videojuegos podrían llevar a conductas de riesgo al volante en adolescentes)

Reflejando los problemas con el abuso de la tecnología por parte de los niños, Mike Kyrios de la Swinburne University of Technology- uno de los autores de la presentación de la APS y psicólogo clínico con más de 15 años de experiencia- está apoyando formalmente para que el manual revisado amplíe el Trastorno por uso de Internet más allá de la adicción a los juegos.

El profesor Kyrios dice que la investigación invertida en el trastorno, permitiría a los profesionales de la salud diagnosticar niños con conductas adictivas derivadas del excesivo uso de tecnologías y tratarlos apropiadamente, incluyendo estrategias para cambiar la desmesurada confianza en estar conectados.

“Con los niños, los juegos son una cuestión obvia. Pero en general, el uso de la tecnología podría ser un problema potencial,” dice el.
El profesor Kyrios dice que los niños con trastornos obsesivos compulsivos subyacentes podrían estar en riesgo de abusar de la tecnología.

En Enero, Emil Hodzic, un psicólogo con 7 años de experiencia, estableció una clínica para el tratamiento de adicción a los juegos, en Sydney, por lo que él percibió como una demanda creciente de padres frustrados y niños estropeados. Dijo que estaba viendo pacientes tan jóvenes como de 12 años, adictos a Internet y a los videojuegos.

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“El signo más típico de adicción es cualquiera que parezca síntoma de abstinencia,” dice el. “Cualquier expresión de angustia, frustración, irritabilidad cuando no pueden jugar.”

El Sr. Hodzic dijo que cerca del 70% de sus clientes eran niños y adolescentes, con muchos síntomas visibles de abstinencia, muy relacionados con la ansiedad y la depresión. “Muchos chicos que vienen a la clínica tienen dificultades para tolerar la angustia sin andar en Internet o en los juegos,” dice el.

Pero el psiquiatra Rhoshel Lenroot, jefe de psiquiatría infantil de la Universidad de NSW, dice que es todavía muy temprano para saber cuán perjudicial podría ser el abuso de la tecnología. “Yo creo que puede ser peligroso en no aprender a prestar atención de una manera enfocada, pero en balance, no hay nada malo con la tecnología.”

Fuente: www.smh.com.au

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