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Salud Mental y Tratamientos

1162 Publicaciones

Incluye trastornos, psicopatología y terapias.

  • Salud Mental y Tratamientos

Clonazepam: qué es, para qué se usa y efectos secundarios

  • Laura Ruiz
  • 26/09/2022

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El clonazepam es un fármaco perteneciente al grupo de las benzodiazepinas (un tipo de ansiolítico), considerado un psicofármaco. Se utiliza para el tratamiento de las convulsiones, y en algunos casos para el tratamiento de los trastornos de pánico. 

Es un fármaco que ha evidenciado una muy buena respuesta en los pacientes, con una disminución considerable de los síntomas, incluso eliminándolos por completo en algunos casos. 

El clonazepam requiere un uso muy delicado que requiere una estricta vigilancia médica, y es importante notificarle al especialista cualquier medicamento que esté tomando el paciente o que planee tomar durante el tratamiento, ya que la interacción con otros fármacos puede producir efectos graves para la salud.

Por ejemplo, el consumo de opioides (como es el caso de algunos medicamentos para tratar la tos), es particularmente peligroso durante la toma de clonazepam, pues puede afectar gravemente la respiración, llegando a producir desmayos y en algunos casos, la muerte. 

El clonazepam, al ser una benzodiacepina, conlleva un riesgo bastante elevado de producir adicción, por lo que se debe ser muy precavido con respecto a su uso y estar muy atentos a no abusar de este psicofármaco. 


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En combinación con drogas o alcohol suele producir efectos secundarios de gran gravedad como desmayos, pérdida de conciencia o problemas serios para respirar normalmente, llegando incluso a acarrear en muchos casos la muerte del paciente por sobredosis. Pero, ¿qué más sabemos del clonazepam? Vamos a conocerlo en mayor profundidad.

¿Qué es el clonazepam?

El clonazepam, según el manual de psicofarmacología de Stahl (2002),  se trata de un psicofármaco perteneciente al grupo de las benzodiacepinas, que son unos psicotrópicos cuyo efecto directo se presenta en el sistema nervioso central, ayudando a aminorar los síntomas relacionados a varios trastornos mentales. 

Sedante y relajante muscular

Sus efectos sedantes y relajantes musculares lo convierten en una excelente opción para el tratamiento de convulsiones. Además, tiene propiedades amnésicas, hipnóticas y ansiolíticas. Esta última característica es la que lo ha convertido en uno de los medicamentos más usuales para el tratamiento de los ataques de pánico. 

Tratamiento de la epilepsia

Suele ser utilizado para el tratamiento de la epilepsia tanto en adultos como en niños, ayudando a disminuir los temblores de las crisis tónico-clónicas e incluso a prevenir su aparición.

Aunque se trata de un medicamento de amplio uso, es importante tener en cuenta que no debe ser utilizado en pacientes que presenten problemas de salud relacionados al hígado ni en pacientes que tengan insuficiencia respiratoria grave.

Aunque se suele usar en casos de niños, debido a que contiene alcohol bencílico, su uso está contraindicado en bebés recién nacidos y en bebés prematuros. Tampoco debe recetarse en caso de hipersensibilidad a las benzodiacepinas.

Riesgo de adicción

Debido a su alta tasa de adicción es un medicamento que no se recomienda en pacientes con antecedentes de consumo y abuso de drogas o alcohol. 

Tampoco debe ser utilizado en pacientes que se encuentran en coma ni pacientes con Miastenia gravis (enfermedad de la unión neuromuscular, de etiología autoinmune y caracterizada por debilidad muscular variable).

Usos del clonazepam

El clonazepam suele utilizarse como tratamiento de algunos tipos de convulsiones. Su prescripción debe ser realizada por un médico especialista en salud mental (psiquiatra), quien determinará si debe ser tomado solo o en combinación con otros medicamentos para lograr los fines esperados. 

Es importante prestar mucha atención a las convulsiones cuando se comienza a tomar este medicamento y a si éstas empeoran o si son diferentes a las que ya había presentado el paciente.

Ataques de pánico

Por otro lado, gracias a sus efectos sedantes, también se suele utilizar para aminorar los síntomas asociados a los ataques de pánico, que se caracterizan por un estado de mucho miedo y temor de manera inesperada. Esto se debe a que, como todas las benzodiacepinas, actúa sobre la actividad eléctrica del cerebro, reduciéndola. 

Intranquilidad y acatisia

Puede ser utilizado también para el tratamiento de los síntomas de pacientes que suelen presentar una marcada intranquilidad y la necesidad de estar constantemente en movimiento; a esto se le conoce como acatisia, principalmente cuando esto se debe a la ingesta de medicamentos antipsicóticos.

Catatonia

De igual manera, pero en menor medida, el clonazepam puede ser indicado en pacientes con alteraciones mentales que producen dificultades o falta de movilidad y del habla, es decir, catatonia.

Efectos secundarios del clonazepam

El  clonazepam suele ser un medicamento bastante seguro pero, como todo psicofármaco puede producir efectos secundarios. Estos pueden presentarse durante la fase de adaptación, es decir, cuando se comienza a tomar el medicamento e ir disminuyendo gradualmente. 

Pero en caso de que los síntomas sean continuos o afecten la calidad de vida del paciente, es imprescindible consultar con el especialista. Entre los efectos secundarios más comunes se encuentran los mareos, dificultades para coordinar los movimientos y pérdida del equilibrio. 

En algunos casos se presentan dificultades para recordar e incluso para poder pensar con coherencia, puede haber somnolencia, dolores articulares y musculares, mucha salivación, aumento en la frecuencia de la micción, visión borrosa y afectación de la capacidad sexual y disminución de la libido. 

Resulta apremiante buscar ayuda médica urgente en caso de presentar urticaria, sarpullido, dificultades para respirar o tragar, ronquera o inflamaciones en el área del rostro.

Referencias: Stahl, S.M. (2002). Psicofarmacología esencial. Bases neurocientíficas y aplicaciones clínicas. Barcelona: Ariel.

  • Salud Mental y Tratamientos

Ritalina: qué es, para qué se usa y efectos secundarios

  • Laura Ruiz
  • 06/09/2022

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La Ritalina, también conocida como Ritalin (estos serían los nombres comerciales, aunque hay otros: concerta, aradix…), es el conocido metilfenidato (nombre técnico). Se trata de un medicamento psicoestimulante que se usa ampliamente para el tratamiento de los síntomas relacionados con los trastornos por déficit de atención con o sin hiperactividad (TDAH).

En el lenguaje coloquial, se le conoce como “la pastilla de la concentración”, razón por la cual cobró gran popularidad hace unas décadas llegando a ser consumida de forma no deliberada sin acompañamiento médico por parte de muchas personas que buscaban incrementar su atención y concentración.

Fue muy popular entre los estudiantes que querían mejorar sus récords académicos y los trabajadores que buscaban aumentar su rendimiento laboral. Sin embargo, el uso de la Ritalina por parte de personas que no presentan ningún trastorno como el TDAH o insomnio es altamente perjudicial para la salud. Si quieres conocer más sobre este psicofármaco, sigue leyendo.

¿Qué es la Ritalina?

La Ritalina, según el manual de psicofarmacología de Stahl (2002), es un medicamento cuyo componente base es el Clorhidrato de Metilfenidato, un tipo de droga que tiene efectos sobre el sistema nervioso central como estimulante. Gracias a sus efectos que podrían compararse con la cafeína pero mucho más potente, fue ampliamente utilizado por personas que querían mejorar su rendimiento y concentración. 

Sin embargo, el uso de la Ritalina no es ese; de hecho, los especialistas desaconsejan su toma para estos fines y advierten acerca de los efectos secundarios y negativos a largo plazo que el uso de este medicamento puede llegar a tener. 


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Se trata de un fármaco de uso delicado que debe administrarse bajo estricta supervisión médica, pues suele ser altamente adictivo además de poder causar alucinaciones y síntomas cardiacos si se toma de manera incorrecta. Actualmente se utiliza para el tratamiento de síntomas asociados al TDAH y la narcolepsia. 

Guía recomendada

Usos de la Ritalina

El principal uso de la Ritalina es parte del tratamiento de pacientes con trastornos de déficit de atención con y sin hiperactividad, debido a que favorece la concentración y ayuda a que las personas que la toman puedan permanecer quietos durante periodos prolongados.

Este es uno de los efectos que se busca tener con el tratamiento, por su impacto directo en el rendimiento académico y/o laboral. Al ser un estimulante del sistema nervioso central ha demostrado tener efectos muy positivos para el tratamiento de la narcolepsia. 

El uso de Ritalina es delicado y debe llevarse a cabo bajo supervisión médica, siguiendo estrictamente las indicaciones del especialista. Su uso por parte de personas que no tienen estos trastornos puede ser altamente perjudicial para la salud. 

Este tipo de medicamentos se consiguen en diversas formas de presentación como: tabletas masticables, cápsulas, tabletas de desintegración oral, suspensión y solución con diferentes tipos de acción: inmediata, intermedia, y prolongada. 

Actualmente el uso de Ritalina ha incrementado de manera significativa en comparación con años anteriores, principalmente para el tratamiento de los trastornos ya mencionados en niños y sus efectos han sido notoriamente positivos, permitiéndoles tener un mayor control de sus impulsos con una mejora en los procesos de atención y concentración en clases. 

Efectos secundarios de la Ritalina

El consumo de Ritalina puede desencadenar algunos efectos secundarios que pueden ir desde simples molestias hasta afecciones graves que pueden poner en riesgo la salud. Por esta razón es necesario prestar atención a cualquier cambio y comunicarlo inmediatamente con el médico tratante. 

Entre los efectos secundarios más comunes se encuentran las dificultades para conciliar el sueño o mantenerse dormido, mareos, irritabilidad, intranquilidad, sensación de nerviosismo, dolores de cabeza, sensación de tener la boca seca, tensión muscular, dolor de espalda, somnolencia, fuerte sudoración.

A nivel estomacal puede causar varios efectos negativos, como: náusea, vómitos, diarrea, acidez estomacal y/o dolor de estómago, lo que puede conllevar a una pérdida de apetito y la subsecuente pérdida de peso. Algunos pacientes refieren además presentar movimientos incontrolables de una parte del cuerpo y una marcada disminución en el deseo sexual.

Es importante tener en cuenta que existen algunos efectos secundarios que ameritan atención médica inmediata, por lo que es imprescindible acudir a urgencias o consulta con el médico tratante si hay convulsiones, dolor en el pecho, desmayos, cambios en el ritmo cardíaco, cansancio excesivo o falta de aliento.

También es urgente ir si habla lento o tiene dificultad para hablar, si hay debilidad, hormigueo, cambio en el olor de la piel o aparición de heridas en  una extremidad, urticaria, picazón, sarpullido, ampollas, agitación, alucinaciones, dificultad para respirar o tragar o ronquera.

Si hay inflamación (ojos, rostro, labios, boca, lengua o garganta), cambios de humor, depresión, estado de ánimo anormalmente agitado, tics motores o tics verbales, cambios en la visión o visión borrosa, fiebre, erección que dura más de 4 horas o erecciones frecuentes y dolorosas.

Referencias: Stahl, S.M. (2002). Psicofarmacología esencial. Bases neurocientíficas y aplicaciones clínicas. Barcelona: Ariel.

  • Análisis
  • Salud Mental y Tratamientos

Tenemos mucha información sobre el cerebro y los genes, pero es poco útil en la práctica clínica

  • Allen Frances
  • 23/08/2022

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Por Allen Frances

Allen Frances es psiquiatra estadounidense. Fue presidente del Departamento de Psiquiatría de la Facultad de Medicina de la Universidad de Duke en Carolina del Norte, y del grupo de trabajo que produjo la cuarta edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales, o DSM-IV (1994). Es autor de Differential Therapeutics (1984), Your Mental Health (1999), Saving Normal (2013), Essentials of Psychiatric Diagnosis (2013) y Twilight of American Sanity (2017).

***

Nunca ha habido un problema que enfrente a la humanidad más complejo que comprender nuestra propia naturaleza humana. Y no faltan respuestas claras, plausibles e incorrectas que pretenden sondear sus profundidades.

Habiendo tratado a muchos miles de pacientes psiquiátricos en mi carrera, y habiendo trabajado en los esfuerzos de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría para clasificar los síntomas psiquiátricos (publicados como el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, o DSM-IV y DSM-5), puedo afirmar con confianza que no hay respuestas claras en psiquiatría. Lo mejor que podemos hacer es adoptar un modelo ecuménico de cuatro dimensiones que incluya todos los posibles contribuyentes al funcionamiento humano: lo biológico, lo psicológico, lo social y lo espiritual. Reducir a las personas a un solo elemento: su funcionamiento cerebral, sus tendencias psicológicas, su contexto social o su lucha por el significado, da como resultado una imagen plana y distorsionada que deja fuera más de lo que puede capturar.


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El Instituto Nacional de Salud Mental (NIMH, por sus siglas en inglés) fue establecido en 1949 por el gobierno federal de los Estados Unidos con el objetivo práctico de proporcionar «un análisis y una reevaluación objetivos, completos y nacionales de los problemas humanos y económicos de la salud mental». Hasta hace 30 años, el NIMH apreciaba la necesidad de este enfoque integral y mantenía un presupuesto de investigación equilibrado que cubría una gama extraordinariamente amplia de temas y técnicas.

Pero en 1990, el NIMH cambió de rumbo repentina y radicalmente, y se embarcó en lo que denominó reveladoramente la «Década del cerebro». Desde entonces, el NIMH ha reducido cada vez más su enfoque casi exclusivamente a la biología del cerebro, dejando de lado todo lo demás que nos hace humanos, tanto en la salud como en la enfermedad. Habiendo perdido en gran medida el interés en la difícil situación de las personas reales, el NIMH ahora podría ser renombrado con mayor precisión como el «Instituto Nacional de Investigación del Cerebro».

Hemos adquirido una ventana fantástica al funcionamiento de los genes y el cerebro, pero poco para ayudar en la práctica clínica

Este reduccionismo fuera de lugar surgió de la disponibilidad de herramientas de investigación espectaculares (por ejemplo, el Proyecto del Genoma Humano, imágenes de resonancia magnética funcional, biología molecular y aprendizaje automático) combinadas con la creencia ingenua de que la biología del cerebro podría eventualmente explicar todos los aspectos del funcionamiento mental. Los resultados han sido una gran aventura intelectual, pero un fracaso clínico colosal. Hemos adquirido una ventana fantástica al funcionamiento de los genes y el cerebro, pero poco para ayudar en la práctica clínica.

Cuanto más aprendemos sobre la genética y el cerebro, más imposiblemente complicados se revelan ambos. No hemos recogido ninguna fruta al alcance de la mano después de tres décadas y $ 50 mil millones porque simplemente no hay ninguna fruta al alcance de la mano para recoger. El cerebro humano tiene alrededor de 86 mil millones de neuronas, cada una de las cuales se comunica con miles de otras a través de cientos de moduladores químicos, lo que lleva a billones de conexiones potenciales. No es de extrañar que revele sus secretos muy gradualmente y poco a poco.

La genética ofrece la misma complejidad desconcertante. Por ejemplo, la variación en más de 100 genes contribuye a la vulnerabilidad a la esquizofrenia, con cada gen contribuyendo solo un poco e interactuando de las maneras más increíblemente complicadas con otros genes, y también con el entorno físico y social. Aún más desalentador, los mismos genes a menudo están implicados en la vulnerabilidad a múltiples trastornos mentales, lo que frustra cualquier esfuerzo por establecer la especificidad. Las permutaciones casi interminables derrotarán cualquier respuesta genética fácil, sin importar cuántas décadas y miles de millones invirtamos.

El NIMH se ha encerrado en una cartera de investigación gravemente desequilibrada. Jugar con juguetes de investigación genética y del cerebro «geniales» supera la tarea mucho más difícil y menos gratificante intelectualmente de ayudar a personas reales.

Compare este fracaso actual del NIMH con una gran historia de éxito del pasado lejano del NIMH. Uno de los puntos culminantes de mi carrera fue formar parte del comité de subvenciones del NIMH que financió estudios de psicoterapia en la década de 1980. Ayudamos a apoyar la investigación de la psicóloga estadounidense Marsha Linehan que la llevó a desarrollar la terapia dialéctica conductual (DBT); el desarrollo de la terapia cognitiva del psiquiatra estadounidense Aaron T Beck; junto con muchos otros investigadores y temas. Estudios posteriores han establecido que la psicoterapia es tan eficaz como los medicamentos para la depresión leve a moderada, la ansiedad y otros problemas psiquiátricos, y evita la carga de los efectos secundarios y las complicaciones de los medicamentos. La investigación en psicoterapia del NIMH ya ha ayudado a millones de personas en todo el mundo.

En un mundo racional, el NIMH continuaría financiando un sólido presupuesto de investigación en psicoterapia y promovería su uso como una iniciativa de salud pública para reducir la sobreprescripción masiva actual de medicamentos psiquiátricos en los EE. UU. La psicoterapia breve sería el tratamiento de primera línea para la mayoría de los problemas psiquiátricos que requieren intervención. Los tratamientos farmacológicos se reservarían para problemas psiquiátricos graves y para aquellas personas que no han respondido lo suficiente a la conducta expectante oa la psicoterapia.

La investigación en psicoterapia del NIMH ya ha ayudado a millones de personas en todo el mundo

Desafortunadamente, no vivimos en un mundo racional. Las compañías farmacéuticas gastan cientos de millones de dólares cada año para influir en los políticos, comercializar engañosamente a los médicos y promocionar los tratamientos farmacéuticos entre el público. Vendieron con éxito el jingle de marketing falso de que todos los síntomas emocionales se deben a un «desequilibrio químico» en el cerebro y, por lo tanto, todos requieren una solución de pastillas. El resultado: el 20 por ciento de los ciudadanos estadounidenses usan drogas psicotrópicas, la mayoría de las cuales no son más que costosas placebos, todas las cuales pueden producir efectos secundarios dañinos.

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Las compañías farmacéuticas son un Goliat comercial con un enorme poder político y económico. La psicoterapia es un pequeño David sin presupuesto de marketing; no hay vendedores que asalten los consultorios médicos; sin anuncios de televisión; sin ventanas emergentes de Internet; ninguna influencia con los políticos o las compañías de seguros. No sorprende entonces que el descubrimiento de la investigación en psicoterapia por parte del NIMH haya ido acompañado de su descubrimiento en la práctica clínica. Y la adopción del reduccionismo biológico por parte del NIMH proporciona una legitimación no intencionada e injustificada de la promoción de las compañías farmacéuticas de que hay una píldora para cada problema.

Artículo recomendado: Cómo tomar la noticia de que no se ha demostrado que la depresión sea causada por un desequilibrio químico

Un presupuesto NIMH equilibrado contribuiría en gran medida a corregir las dos catástrofes de salud mental más grandes de la actualidad. Los estudios que comparen la psicoterapia con la medicación para una amplia variedad de trastornos mentales de leves a moderados ayudarían a nivelar el campo de juego para los dos y, finalmente, reducirían nuestra enorme dependencia excesiva de los tratamientos farmacológicos para los «desequilibrios químicos» inexistentes . Se necesita desesperadamente investigación sobre los servicios de salud para determinar las mejores prácticas para ayudar a las personas con enfermedades mentales graves a evitar el encarcelamiento y la falta de vivienda, y también a escapar de ellos.

El NIMH tiene derecho a vigilar el futuro, pero no a expensas de las necesidades desesperadas del presente. La investigación del cerebro debe seguir una parte importante de una agenda equilibrada del NIMH, no su única preocupación. Después de 30 años recorriendo un callejón sin salida biorreduccionista, ya es hora de que el NIMH considere un reinicio biopsicosocial y reequilibre su cartera de investigación muy desigual.

Artículo publicado en AEON y cedido para su publicación en Psyciencia.

  • Salud Mental y Tratamientos

Litio: qué es, para qué se usa y efectos secundarios

  • Laura Ruiz
  • 08/08/2022

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El litio se trata de uno de los elementos químicos que más importancia ha tomado en los últimos años, y es que cada día parece encontrarse más usos para este metal alcalino diamagnético, que a pesar de ser altamente reactivo, se utiliza cada vez con más frecuencia para varios propósitos. 

Dentro de la industria farmacéutica se suele utilizar para el tratamiento de algunos trastornos mentales, como un efectivo psicofármaco para el tratamiento de los síntomas asociados al trastorno bipolar. Pero sus usos no solo se limitan a esta psicopatología, pues también se usa en otras patologías del estado anímico.

¿Qué es el litio?

Como ya hemos mencionado, el litio es uno de los compuestos orgánicos que se encuentran en la tierra, especialmente en los salares o en zonas de actividad volcánica. 

Suele tener un color plateado que puede parecer incluso blanco. Este metal suele ser blando al tacto y se oxida con gran rapidez ante la presencia de agua y de aire. Se le conoce por su símbolo Li en la tabla periódica, donde se indican además sus cualidades diamagnéticas y alcalinas. 

Es un elemento altamente reactivo y es potencialmente explosivo e inflamable, por lo que su manejo debe realizarse con el más estricto cuidado. A pesar de esto, se suele utilizar para muchas cosas, como la industria de construcción, baterías, aeronáutica, naval e incluso como tratamiento para patologías de origen anímico/mental.  


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Usos del litio

Según el manual de psicofarmacología de Stahl (2002), en la salud mental el carbonato de litio es utilizado por sus efectos en dicho ámbito. Se sabe que cuenta con poderosos efectos estabilizadores, los cuales permiten mantener el equilibrio del estado de ánimo en los pacientes que toman sales de litio.

Se ha comprobado que es altamente eficaz en el tratamiento de pacientes con trastornos bipolares, ayudando a aminorar los síntomas tanto en las fases maníacas como depresivas. Incluso suele ser parte de los tratamientos de otras patologías relacionadas al estado anímico. 

Como agente antimaníaco, el litio se utiliza en la prevención de los episodios maníacos, frecuentemente utilizado en pacientes con trastorno maníaco-depresivo o bipolar, como hemos mencionado. También se utiliza en algunos casos de esquizofrenia y en menor medida, para el tratamiento de la depresión.

Otros usos del litio

Además de ser utilizado como psicofármaco, el litio es ampliamente utilizado para la elaboración de productos lubricantes que serán expuestos a temperaturas muy altas. También cuenta con propiedades secantes que permiten absorber la humedad que hay en los espacios.

Sirve para extraer el dióxido de carbono, por lo que se le utiliza también como depurador en sitios como submarinos y bases navales, y junto con otros elementos produce aleaciones de gran resistencia que se usan actualmente dentro de la industria aeronáutica. 

Otra de las razones por las que se ha vuelto muy popular es que se utiliza para crear baterías eléctricas, las cuales han demostrado ser altamente funcionales y capaces de durar por mucho más tiempo.

Efectos secundarios del litio

El consumo de litio debe realizarse bajo estricta vigilancia médica, siguiendo las indicaciones al pie de la letra. Ante cualquier tipo de efectos secundarios es importante consultar con el especialista al respecto.

El consumo de litio puede producir efectos secundarios como: sentir sed leve, temblores en las manos, agitación general, cambios en la salivación: mucha salivación o sentir la boca seca, pérdida o debilidad del cabello y uñas, aparición de acné, palidez, inflamación de los labios, sarpullido o picazón. 

Pueden presentarse dolores articulares y sensibilidad extrema al frío y en algunos casos depresión. También son usuales las molestias estomacales como: dolor, estreñimiento, dificultades para la digestión, flatulencias, cambios de peso, pérdida de apetito y algunos pacientes han indicado incluso tener cambios en los sabores de los alimentos. 

Es de gran importancia consultar al médico tratante en caso de presentar síntomas como movimientos inusuales que no se pueden controlar, que pueden ser espasmódicos y lentos, si hay sed excesiva y muchas micciones. También en casos de desmayos, desvanecimientos o debilidad y/o cansancio fuera de lo normal. 

De igual manera, acudir al médico si presenta aturdimiento, mareos, convulsiones, dificultad para respirar, arritmias cardiacas, taquicardia, opresión en el pecho, convulsiones, inflamación de los miembros inferiores, manos y pies fríos y doloridos. 

Prestar mucha atención a la aparición de dolores de cabeza, escuchar ruidos de golpes, alucinaciones o estrabismo. Y en los siguientes casos es imperativo asistir de forma inmediata al médico y dejar de tomar litio: si hay temblores incontrolables, pérdida de coordinación, rigidez o debilidad muy marcada en alguna parte del cuerpo. 

Igualmente, acudir a un profesional si hay vómitos, diarreas, somnolencia, zumbido en los oídos, vértigo, si se presenta alguna dificultad para hablar o si se experimenta visión borrosa.

Referencias: Stahl, S.M. (2002). Psicofarmacología esencial. Bases neurocientíficas y aplicaciones clínicas. Barcelona: Ariel.

  • Salud Mental y Tratamientos

Perfiles de sensibilidad a la ansiedad

  • CETECIC
  • 06/05/2022

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Ya sabemos que la ansiedad es una emoción normal, sana y universal; constituye el sistema defensivo básico del organismo. También sabemos que frecuentemente la ansiedad se vuelve patológica, causando una variada gama de sintomatología que afecta la calidad de vida, salud y bienestar. Ahora bien, mucha gente también desarrolla temor a la misma ansiedad, a sus sensaciones y consecuencias físicas y psicológicas. Es lo que se conoce genéricamente como miedo al miedo o, en términos más técnicos, sensibilidad a la ansiedad.

La sensibilidad a la ansiedad se refiere al temor a las sensaciones y cambios físicos y psicológicos producidos por la misma ansiedad. Como cualquier emoción, la ansiedad conlleva reacciones corporales, la mayoría de las cuales pasan completamente desapercibidas, como el aumento del cortisol en sangre o del flujo sanguíneo hacia la amígdala cerebral. Algunas pocas resultan evidentes como el incremento de la frecuencia cardiaca o la tensión muscular. Finalmente, hay reacciones que  se captan sólo a partir de un entrenamiento, el cual algunas personas llevan a cabo sin saberlo. En efecto, quienes padecen miedo a las sensaciones corporales pasan tiempo automonitoreándose, vigilando su propio cuerpo, de modo tal que terminan por volverse expertos en la detección de señales sutiles que la mayoría de los individuos jamás notan. Un ejemplo común es la dilatación pupilar normal que se produce con la ansiedad, la cual no suele ser capturada conscientemente más que por algunas pocas personas, quienes lo refieren como que “las cosas se ponen raras”.

La sensibilidad a la ansiedad implica entonces responder con miedo a las sensaciones de la ansiedad. Fácilmente notamos el círculo vicioso que se desprende de este proceso: la ansiedad conlleva sensaciones, las cuales generan miedo, el cual aumenta las sensaciones. De hecho, la sensibilidad a la ansiedad constituye un proceso transdiagnóstico presente en una variada gama de desórdenes psicológicos; entre ellos, obviamente, los Trastornos de Ansiedad, pero no únicamente. La sensibilidad a la ansiedad también colabora en la etiología de los Desórdenes por Abuso de Sustancias, las Dependencias no Químicas, los Trastornos Bipolares, entre otros.

¿Cómo opera su rol patológico la sensibilidad a la ansiedad?

La sensibilidad a la ansiedad amplifica el tono aversivo de un amplio abanico de experiencias somáticas que son de suyo desagradables. Es bien sabido que la experiencia subjetiva de angustia, miedo, pánico o incluso enojo posee un tono hedónico negativo. Quien presenta un elevado rasgo de sensibilidad a la ansiedad añade una nueva capa de desagrado: al estado de malestar subjetivo propio de la emoción negativa le suma el miedo por las reacciones somáticas concomitantes e inevitables. La experiencia se torna doblemente aversiva y, con ello, frecuentemente se redoblan también los intentos desadaptativos para aliviarla. De este modo, muy comúnmente las personas con alta sensibilidad a la ansiedad se embarcan en conductas de evitación y escape desadaptativas, como por ejemplo el abuso de sustancias. Veamos algún ejemplo.

Marta no asiste a reuniones donde hay personas desconocidas. Cuando se le pregunta el motivo de tal evitación, ella simplemente logra responder que se siente mal en presencia de extraños pues sabe que se pondrá nerviosa y los demás lo notarán. Afirma “me siento mal, tengo un malestar difícil de explicar, me da una cosa en la panza, se me cierra la garganta; parece que tiemblo, pero no tiemblo; tengo miedo de que los demás se den cuenta de mis nervios y crean que soy una tonta, tengo miedo de que se note…no sé bien qué, tal vez de ponerme colorada o de que me vean tensa”. Marta presenta algún grado de ansiedad social, el cual se combina con un marcado nivel de sensibilidad a la ansiedad, dando por resultado un patrón de evitación. Las situaciones sociales la activan, ella teme que la activación sea visible a los otros; por ende, encuentra un alivio sustrayéndose de los contextos interpersonales con desconocidos.


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La sensibilidad a la ansiedad amplifica el tono aversivo de un amplio abanico de experiencias somáticas que son de suyo desagradables.

Hugo padece un Trastorno de Ansiedad Generalizada con una historia de crisis de pánico asociadas a periodos de estrés. Si bien sus preocupaciones incontrolables versan sobre diversos temas, sobresalen las relacionadas con su propia salud y con un deliberado y sistemático esfuerzo por evitar la aparición de las crisis. Así, Hugo elude las clásicas situaciones agorafóbicas, como los espacios concurridos, cerrados u otros cualesquiera desde donde escapar u obtener ayuda resulta dificultoso; pero también rehúye de la actividad física formal o informal y de tener relaciones sexuales. Más aún, procura prevenir emociones intensas casi de cualquier tipo, como las que se producen al mirar un partido de fútbol. Cuando se le pregunta por los motivos de un tan llamativo esfuerzo, él responde con frases como “no tolero sentirme mal…no me quiero poner nervioso y tener crisis de pánico…cuando me agito me agarran todo tipo de sensaciones que no soporto, me falta el aire, se me cierra la garganta, veo borroso… si se me acelera el corazón me desespero”. En ocasiones, cuando las conductas de evitación no fueron suficientes para calmar las propias sensaciones, Hugo recurrió al uso de tranquilizantes y alcohol. Con los años ha desarrollado una dependencia moderada de los mismos, todo lo cual complica mucho el caso, pues cualquier intento de disminuir los ansiolíticos o las bebidas alcohólicas se traduce en un aumento inmediato de las reacciones corporales a las cuales él tanto teme. Su cuadro de ansiedad generalizada comórbido con pánico ha devenido en una dependencia de sustancias debida, en gran medida, a su elevada sensibilidad a la ansiedad.

Los casos anteriores pretenden ilustrar el rol que la sensibilidad a la ansiedad posee tanto en la potenciación como en la causación de la psicopatología. En el primer caso, Marta, un conjunto de sensaciones somáticas se convierten en una fuente de evitación de situaciones sociales, derivando así en un Trastorno de Ansiedad Social. En el segundo caso, Hugo, no sólo ha perdido gran parte de su calidad de vida por el miedo a la activación fisiológica sino que ha desarrollado una adicción de la cual le resulta muy difícil recuperarse debido a que la sintomatología propia de la abstinencia vuelve a detonar su sensibilidad incrementada a la ansiedad. La sensibilidad a la ansiedad convierte a un grado alto de ansiedad en diferentes trastornos.

Tal vez todos los Trastornos de Ansiedad hallen parte de su origen en la sensibilidad a la ansiedad, quizá ninguna patología severa de la ansiedad se origine sin un grado importante de esta vulnerabilidad. ¿Es la alta sensibilidad a la ansiedad una condición necesaria y/o suficiente para que ocurra la patología de la ansiedad? Se trata de una hipótesis fuerte que ha recibido moderado apoyo empírico pero las últimas palabras aún no están dichas. Lo que sí resulta seguro es que muy frecuentemente, casi siempre, las personas que presentan alguna forma de ansiedad patológica reaccionan negativamente ante las propias sensaciones de ansiedad; independientemente de cuál sea el foco de amenaza. A veces, ni siquiera hace falta un foco de amenaza diferente más que la misma vulnerabilidad a la ansiedad, tal como sucede en el Trastorno de Pánico.

Existen perfiles de sensibilidad a la ansiedad

La sensibilidad a la ansiedad es una tendencia o disposición a dar una respuesta exagerada de amenaza a un amplio conjunto de señales somáticas, cognitivas y emocionales asociadas al estrés, la ansiedad y el pánico. Se la puede conceptualizar adecuadamente como un rasgo dimensional y multifacético. Decir que es un rasgo significa que de alguna manera existe en todas las personas, pero en variadas cantidades, como un rasgo de personalidad aunque con la diferencia de que estos últimos poseen un alcance explicativo mayor. Por otro lado, multifacético significa que, si bien se trata de un constructo, éste puede desagregarse en varios componentes más específicos. Nos encontramos así frente a diferentes perfiles de sensibilidad a la ansiedad.

De acuerdo con el tipo de sintomatología que principalmente se tema, habremos de encontrar diferentes perfiles, los cuales están a su vez más asociados a unos diagnósticos que a otros. Conocerlos, por ende, nos permite individualizar las intervenciones.

Perfil cardíaco

El perfil cardiaco típicamente lo observamos en pacientes que padecen Trastorno de Pánico, Agorafobia y Trastorno de Ansiedad Generalizada. Estos individuos interpretan las reacciones cardiacas y las sensaciones de la zona pectoral como indicadores de un problema coronario. Así, ante palpitaciones o alguna molestia en la zona del pecho, suelen pensar en un infarto, un paro cardíaco o una obstrucción de las arterias coronarias. En general, no toman bebidas estimulantes, no hacen ejercicio físico vigoroso, eluden situaciones estresantes o que los activen emocionalmente con el objetivo de que no se produzcan las sensaciones físicas temidas. Asimismo, suelen chequear frecuentemente su propio pulso y presión sanguínea, asistir a excesivas visitas médicas programadas o de guardia, efectuarse demasiados chequeos médicos, buscar información en Internet o preguntar a las personas allegadas sobre los temas que les preocupan.

Perfil respiratorio

El perfil respiratorio aparece comúnmente en pacientes que padecen Trastorno de Pánico, Claustrofobia y Ansiedad ante la Salud. En este caso, los individuos tienden a percibir los cambios normales en la respiración debidos al estrés como una señal de amenaza de sofocación. En este proceso juega un rol importante la hiperventilación. Se estima que aproximadamente un 10 % de la población general presenta un patrón crónico de hiperventilación.

Hiperventilar es respirar más allá de las necesidades de nuestro cuerpo, lo cual pude ocurrir de varias maneras: respirar rápido o superficialmente, más con el vértice que con la base de los pulmones, dar grandes bocanadas de aire, suspirando. En cualquiera de estos casos se produce un desbalance respecto del punto óptimo entre dióxido de carbono y oxígeno; hay más oxígeno y menos dióxido de carbono en sangre. Los centros primitivos del control respiratorio tratarán de forma automática e involuntaria de reestablecer el equilibrio con un impulso muy simple, respirar menos o no respirar (apnea). Ahora bien, al estar consciente de la función respiratoria, al encontrarse la persona monitoreando la misma, se valora este impulso a no respirar como una amenaza y se compensa intencionalmente con una respiración voluntaria y forzada más intensa, lo cual empeora el desequilibrio gaseoso que el cerebro primitivo procurará arreglar con una nueva orden de detener la respiración. Se produce un círculo vicioso al tiempo que la función respiratoria recibe órdenes contradictorias desde diferentes zonas cerebrales. Si todo esto sucede en el contexto psicológico de un sujeto que monitorea y teme las sensaciones respiratorias, el resultado no puede ser distinto al miedo; más aún cuando la hiperventilación acarrea de suyo sensaciones de sofocación, mareo y aturdimiento.

La sensibilidad a la ansiedad es una tendencia o disposición a dar una respuesta exagerada de amenaza a un amplio conjunto de señales somáticas, cognitivas y emocionales asociadas al estrés, la ansiedad y el pánico.

De este modo, las personas con un perfil respiratorio de sensibilidad a la ansiedad hiperventilan, generando sensaciones de falta de aire e inestabilidad, monitorean su respiración e interpretan las señales respiratorias como peligro de asfixia, sofocación y/o desmayo.

En cuanto al plano de conductas de evitación y escape, estos individuos acostumbran eludir espacios cerrados o con mucha gente debido a la falsa creencia de que allí falta el aire. También rehúyen de actividades como la natación o simplemente el agua, así como ejercicios físicos intensos que acarreen sensaciones respiratorias.

Perfil de pérdida de control

La percepción de la propia pérdida de control genera ansiedad en la mayoría de las personas; de hecho, este es uno de los temores más comunes en casi cualquier forma de patología de la ansiedad. Lo específico del perfil de sensibilidad a la ansiedad radica en que los sujetos temen a la pérdida de control debido a los síntomas de ansiedad elevada y no a otros factores. Así, por ejemplo, un paciente con Trastorno Obsesivo Compulsivo puede temer la pérdida de control económico, razón por la cual lleva un preciso control de ingresos y egresos, almacena comprobantes de compra, sin dejar escapar ni un solo centavo. En este caso, el sujeto teme a la pérdida de control en el ámbito financiero, pero no en relación con la sintomatología de su propia ansiedad. Ahora bien, otro paciente con el mismo diagnóstico presenta igual temor a la pérdida de control sobre sus finanzas y realiza por ende una conducta muy similar. Pero aparte, cuando algún cálculo no cuadra exactamente según lo previsto o se ha efectuado un gasto excesivo, reacciona con angustia pues sabe que a partir de ahora se sentirá ansioso. Afirma: “a partir de ese momento yo sé que voy a vivir preocupado, porque no voy a poder dejar de preocuparme y de pensar mil veces cómo es posible que no dan las cuentas, no puedo dejar de pensarlo, a veces siento que me vuelvo loco para tratar de no pensar en que me estoy sintiendo angustiado y no sé cómo pararlo”. En este segundo caso, la persona presenta un conjunto de metacogniciones que se encuentran orientadas al control del propio pensamiento perturbador, pues lo que más la angustia es el descontrol de su propio pensamiento. En este caso, observamos el perfil de sensibilidad a la ansiedad por pérdida de control.

El perfil de sensibilidad por pérdida de control se observa comúnmente en pacientes que tienen Trastorno de Pánico, Trastorno Obsesivo Compulsivo, Ansiedad ante la Salud (particularmente Salud Mental) y Ansiedad Social.

A su vez, este perfil adquiere diversas presentaciones, digamos, como sub-perfiles:

  • Pérdida de control de propio comportamiento, como por ejemplo el temor a saltar por un balcón o insultar a otras personas.
  • Pérdida de control de funciones fisiológicas, como el miedo a orinarse, defecarse o tener una erección en un lugar inadecuado.
  • Pérdida del control mental y perceptual, como el temor a volverse loco, amnésico, maníaco o a alucinar.

De acuerdo con el subtipo, las personas efectuarán diferentes conductas de evitación y escape. Así, por ejemplo, las que padecen temor a la pérdida de control del propio comportamiento procuran permanecer en los lugares supuestamente seguros; en el ejemplo mencionado arriba, ello sería lejos de balcones o permaneciendo callado en situaciones donde hay desconocidos. Si se tiene temor a la pérdida de funciones fisiológicas, las personas procuran hallarse cerca de sus casas o asistir a lugares donde un baño resulte fácilmente accesible.

Tal vez el caso más complejo y representativo de este perfil sea el del temor a la pérdida de control mental y perceptual, pues constituye una de las claves de la psicopatología del TOC subtipo atormentado. Generalmente, quienes padecen este problema viven un teatro mental tan inaudito como aterrador, a veces sin mover un dedo. Efectúan esfuerzos mentales enormes para controlar supuestos pensamientos inmorales, dañinos o simplemente perturbadores. Dado que los esfuerzos nunca son efectivos y en realidad terminan por atraer más las ideas que se quiere ahuyentar, se ven igualmente expuestos a la angustia, lo cual los lleva redoblar la batalla en un ciclo sin fin. El pensamiento termina por teñirse de un manto permanente de ensimismamiento y confusión que, paradójicamente, se asemeja mucho al estado de “falta de control mental” que tan fervientemente se desea evitar.

Pérdida de control social

La característica central de este perfil es el temor a que la experiencia de ansiedad conduzca a ser negativamente juzgado por los demás. De este modo, los sujetos temen por las manifestaciones fisiológicas visibles de la ansiedad, como por ejemplo, temblar, ponerse colorados, sudar así como también por las posibles consecuencias psicológicas, como mostrarse inquietos, distraídos o con una actitud tensa de la cual los demás puedan percatarse.

Como es de esperar, este perfil resulta muy frecuente en personas que padecen alguna forma de ansiedad social.

Las conductas de evitación y escape varían de acuerdo con el grado de miedo y el sentimiento subjetivo de control sobre las supuestas manifestaciones visibles. Así, en un grado extremo, los individuos pueden simplemente rehuir de casi cualquier encuentro social, aunque más habitualmente encontramos personas que se exponen a los otros, pero efectuando maniobras para disimular algunas de sus reacciones. En estos casos, usan ropa abrigada un día de calor pues de ese modo creen que si transpiran o se ponen colorados, los demás lo van a atribuir al abrigo y no a su ansiedad; tosen o simulan una disfonía para que si les tiembla la voz al hablar, los otros no lo adjudiquen a su miedo. De manera privada, suelen practicar lo que van a decir, como si estuvieran ensayando un libreto. Salvo que se trate de presentaciones formales como una clase, se ha demostrado que esta práctica excesiva de lo que se va a decir en público conduce más a un deterioro que a una mejoría en el desempeño.

Los cuatro perfiles aquí discutidos no son mutuamente excluyentes. En efecto, frecuentemente la misma persona presenta más de una de estas vulnerabilidades. Sin pretender establecer una regla general, se puede afirmar que El Trastorno de Pánico y los Desórdenes de Ansiedad ante la Salud suelen combinar varios perfiles de sensibilidad; mientras que el Trastorno Obsesivo Compulsivo, el Trastorno de Ansiedad Generalizada y la Fobia Social se caracterizan por un perfil más singular.

Sea cual fuere el caso, el valor de conocer el constructo sensibilidad a la ansiedad y sus perfiles radica justamente en el aumento de la precisión en la formulación ideográfica del caso. De este modo, sea uno o varios los perfiles de vulnerabilidad presentados, habremos de evaluarlos para una mejor adecuación de la intervención clínica.

¿Cuál es la utilidad de conocer los perfiles de sensibilidad a la ansiedad?

En Terapia Cognitivo Conductual nos orientamos al cambio de conductas disfuncionales y problemáticas siempre; esta es la esencia del modelo. El conocimiento del fenómeno de sensibilidad a la ansiedad con sus diferentes perfiles aporta al entendimiento del por qué la ansiedad, una emoción diseñada para protegernos, se convierte en una fuente de sufrimiento y limita nuestras vidas. Ahora bien, también nos permite individualizar las intervenciones, maximizando la eficiencia del tratamiento. Así, la aplicación de técnicas admitirá variantes sutiles de acuerdo con el subtipo de perfil de sensibilidad a la ansiedad que presente cada paciente.

La mayor utilidad de conocer el perfil de sensibilidad a la ansiedad de nuestros pacientes radique en maximizar la precisión de la Exposición y Prevención de la Respuesta.

Por una parte, habremos de dirigir la psicoeducación y la discusión cognitiva a los tipos de temores específicos que el paciente presente de acuerdo con su perfil. Así, por ejemplo, vamos a discutir las particularidades de la hiperventilación con quien tiene una sensibilidad especial a los síntomas respiratorios, mas no con quien presente sensibilidad a la pérdida de control mental; con este último sí nos convendrá conversar sobre el efecto de la autofocalización en la propia consciencia y sobre la imposibilidad de controlar el pensamiento a voluntad.

Pero tal vez la mayor utilidad de conocer el perfil de sensibilidad a la ansiedad de nuestros pacientes radique en maximizar la precisión de la Exposición y Prevención de la Respuesta. Dicho sea de paso, esta sigue siendo la técnica más efectiva en el tratamiento de cualquier forma de ansiedad patológica. En cuanto al tema que nos ocupa, la forma que típicamente aplicamos se denomina Exposición Interoceptiva.

La Exposición Interoceptiva consiste en que el paciente tome contacto de forma intensiva con las propias sensaciones corporales que teme, sin efectuar conductas de reaseguro ni otro comportamiento de evitación y escape. En la práctica, se efectúan diferentes maniobras y actividades para provocar expresamente las sensaciones temidas, comúnmente primero en el consultorio y luego el paciente lo hace entre sesiones.

De acuerdo con cada perfil de sensibilidad a la ansiedad, algunos ejercicios de Exposición Interoceptiva serán más adecuados que otros:

  • Para el perfil de sensibilidad cardiaco resultará indicado hacer ejercicio físico intenso y repentino, como subir una escalera rápidamente, tomar estimulantes (como café), concentrarse en las propias sensaciones cardíacas, ubicarse uno mismo a propósito en una situación estresante.
  • Para el perfil de sensibilidad respiratorio se sugiere un ejercicio voluntario de dos o tres minutos de hiperventilación intensa, respirar progresivamente más lento o por un sorbete hasta sentir la necesidad de aire, contener la respiración.
  • Para el perfil de sensibilidad a la pérdida de control se aconseja el quedarse parado con los ojos cerrados concentrado en el propio equilibrio, mirar fijamente un punto, mirar fijamente una luz, marearse, caminar errante por algún lugar de la ciudad que no se conoce bien.
  • Para el perfil de sensibilidad social resulta útil fingir en público un ataque de pánico, improvisar un discurso sobre un tema que no se conoce, voluntaria y premeditadamente dar una respuesta errónea a una pregunta en público, tartamudear o fingir que se entrecorta la voz.

Cualquiera de las actividades mencionadas recientemente debe implementarse en un entorno clínico adecuado, con la previa psicoeducación y planificación, como en cualquier aplicación de la Terapia de Exposición.

Múltiples factores colaboran en la patología de la ansiedad. Algunos de ellos poseen amplio poder explicativo, como el Neuroticismo o la evitación experiencial; otros tienen un alcance explicativo medio, como la intolerancia a la incertidumbre, el perfeccionismo o el constructo aquí discutido, sensibilidad a la ansiedad; mientras que otros muestran una capacidad explicativa más específica aún, como la sensibilidad respiratoria o cardíaca. 

Los constructos con alto poder explicativo nos ayudan en la construcción de teorías generales acerca del origen de la psicopatología mientras que las variables explicativas más específicas nos brindan un mejor entendimiento de la idiosincrasia del caso, permitiendo de este modo ajustar con más precisión la intervención clínica. En este sentido, para el trabajo clínico cotidiano, conocer el nivel de Neuroticismo del paciente tiene un gran valor predictivo general en relación con aspectos tales como respuesta al tratamiento, mantenimiento de los cambios y probabilidad de recaídas o potencial desarrollo de nueva psicopatología en largo plazo; no obstante nos resulta de escasa utilidad para guiar la intervención específica.

Opuestamente, el conocimiento de una característica tan puntual como el tipo de perfil de sensibilidad a la ansiedad del paciente ofrece escaso poder predictivo a largo plazo pero sí nos da pistas concretas acerca de qué tipo de intervención efectuar en el período actual. En el contexto clínico de la Terapia Cognitivo Conductual, un modelo pragmático y aplicado, ello se revela como una herramienta con gran valor.

Artículo publicado en la revista digital de CETECIC y cedido para su publicación en Psyciencia

  • Salud Mental y Tratamientos

Pruebas para evaluar el trastorno por estrés postraumático (TEPT)

  • Laura Ruiz
  • 02/05/2022

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Tras un evento traumático es normal llegar a experimentar miedo durante un tiempo, pues nuestro cerebro se encarga de segregar hormonas relacionadas al estrés que nos preparan para huir o luchar; pero con el paso de los días, esta sensación suele ir aminorando hasta desaparecer. 

Sin embargo, en algunos casos, esta sensación de miedo no desaparece y comienzan a experimentarse otros síntomas que generan malestar, y que pueden llegar a afectar seriamente la vida cotidiana. Es entonces cuando se puede comenzar a sospechar de la presencia del trastorno de estrés postraumático, también conocido como TEPT. 

Esta patología de origen mental puede llegar a presentarse con diversos síntomas que incluyen ansiedad, miedo persistente, recuerdos intrusivos del hecho traumático, problemas para dormir, dificultad para recordar cosas, culpa, tensión, pesadillas, remordimiento, conductas evitativas e incluso síntomas físicos, como dificultad para respirar, taquicardias, sudoración excesiva, entre otros.  

“Cuando estás presente, puedes permitir que la mente sea como es sin enredarte en ella”, Eckhart Tolle.

Evaluación del TEPT

Ante la sospecha de TEPT, la persona debe ser evaluada para su diagnóstico por un especialista en salud mental, quien por medio de entrevistas y de la aplicación de instrumentos específicos para este fin, podrá determinar la presencia de los criterios diagnósticos establecidos por Asociación Americana de Psiquiatría en el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-5).


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Entre las pruebas utilizadas por los especialistas para evaluar el TEPT se encuentran:

Escala de Trauma de Davidson (The Davidson Trauma Scale – DTS)

Se trata de una escala de gravedad o intensidad clínica que evalúa los síntomas del TEPT en los pacientes a través de 17 preguntas, las cuales abordan toda la sintomatología descrita en el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-5) de la Asociación Americana de Psiquiatría. (2014). 

Este instrumento permite además, evaluar el tratamiento a seguir en cada caso en particular para el abordaje del TEPT. Consta de preguntas que deben ser respondidas en base a su presencia e intensidad, siendo un test bastante completo.

Es una escala que puede ser llenada directamente por el paciente, es decir, se trata de un instrumento autoadministrado. Y otra de sus ventajas es que se encuentra disponible en idioma español, por lo que es una de las más utilizadas por los profesionales de la salud mental. 

Cuestionario de Experiencias Traumáticas (Questionnaire to rate Traumatic Experiences  TQ)

En este caso estamos hablando de un instrumento de screening, es decir, de detección precoz, lo que resulta muy útil en atención médica y/o psicológica primaria para determinar la posible existencia de un TEPT. Por esta razón es ampliamente utilizado para la valoración de pacientes. 

El Cuestionario de Experiencias Traumáticas incluye 3 partes, siendo la primera formada por 17 ítems relacionados con la sintomatología asociada al TEPT. En cada caso, se indaga en cuanto a la duración de los síntomas, e incluso hay un apartado para anotar cualquier evento causante del trastorno que no se encuentre contemplado en estos ítems. 

Escala para el TEPT Administrada por el Clínico (Clinician Administered PTSD Scale – CAPS)

Se trata de un instrumento diagnóstico que permite evaluar los síntomas relacionados al TEPT y su gravedad. Además incluye la valoración de los sentimientos de culpa relacionados con el TEPT, la despersonalización y la desrealización, desde una perspectiva cuantitativa y temporal.

Es importante tener en cuenta que este tipo de escalas deben ser administradas única y exclusivamente por personal capacitado en atención a la salud mental. Su tiempo de aplicación puede variar entre 30 minutos y 1 hora. 

En la segunda se evalúa a través de 9 ítems la característica del evento que causó el trauma, y por último encontramos 18 preguntas acerca de la sintomatología asociada al TEPT.

Evaluación del tratamiento del TEPT

Una vez que se ha determinado la presencia de TEPT es necesario realizar la intervención y tratamiento de la persona y de los síntomas relacionados a este problema mental. Posteriormente se hace imprescindible contar con una escala para evaluar la evolución del paciente, y es justo allí donde se utilizan: 

Índice Global de Duke de Mejoría del Trastorno por Estrés Postraumático (Duke Global Rating Scale for PTSD – DGRP)

Este instrumento se utiliza para evaluar los síntomas relacionados con el TEPT, en función no de su presencia, sino de su mejora post tratamiento, valorando de manera integral a la persona y la gravedad de sus síntomas teniendo en cuenta la mejoría. 

Se encuentra disponible en español y se trata de una escala heteroaplicada, es decir, que requiere de la presencia de un evaluador que aplique el instrumento. Es un test muy corto, pues solo cuenta con 4 preguntas en escala de Likert.

Escala de 8 ítems para los Resultados del Tratamiento del TEPT (The Eight-Item Treatment-Outcome Post-Traumatic Stress Disorder Scale -TOP-8)

Se trata de una escala cuya finalidad es la evaluación de los resultados que han sido obtenidos por medio de la aplicación del tratamiento que el especialista haya determinado aplicar a cada paciente en particular. 

Es preciso destacar que esta escala por sí sola no determina realmente la eficacia de los tratamientos, pero sí ofrece información importante para el especialista que, en función de los resultados, puede continuar o reformular el tratamiento a seguir en los casos de TEPT.

Esta escala evalúa los criterios de frecuencia de los síntomas y el cambio producido desde la primera valoración hasta la última. Es un instrumento muy utilizado, que se encuentra disponible en idioma español, y su tiempo de aplicación es realmente corto, oscilando entre los 5 y 10 minutos. 

“Ninguna pasión como el miedo, le arrebata con tal eficacia a la mente la capacidad de actuar y razonar”, Edmund Burke.

Es importante tener en cuenta que el diagnóstico de TEPT puede ser determinado única y exclusivamente por personal capacitado en atención a la salud mental. De igual manera, este personal será el encargado de determinar el tipo de tratamiento a seguir en cada caso en particular. 

Si sospechas que tienes TEPT, no dudes en consultar con un especialista. La salud mental es tan importante como la física. Acude siempre a especialistas calificados. 

Referencia:

  • Asociación Americana de Psiquiatría. (2014). Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales DSM-5 (5ª ed.). Madrid: Editorial Médica Panamericana.

  • Salud Mental y Tratamientos

Pruebas para evaluar el trastorno obsesivo compulsivo (TOC)

  • Laura Ruiz
  • 26/04/2022

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El trastorno obsesivo compulsivo o TOC se trata de una patología psicológica que se caracteriza por la presencia de obsesiones, que son pensamientos o imágenes recurrentes e intrusivas, que se presentan sin control alguno, y que pueden llegar a afectar seriamente la calidad de vida de quien lo padece.

Aunado a esto, se presentan las compulsiones, que son acciones (conductuales o mentales) que la persona siente que debe hacer para poder callar las obsesiones (los también llamados “rituales”). Es decir, las compulsiones se llevan a cabo para reducir la ansiedad que generan las obsesiones.

Este padecimiento descrito puede llegar a afectar a la persona hasta el punto de ser deshabilitante. Pero, ¿cómo se evalúa el TOC? Hablaremos sobre ello.

“El TOC es como tener hipo mental. Normalmente, podemos funcionar a pesar del hipo, pero estamos agotados intentando continuar como si no existiera”, Sheila Cavanaugh.

Evaluación del TOC en adultos

Antes de aplicar los instrumentos correspondientes a la evaluación del TOC, el especialista debe determinar si la persona cumple con los parámetros establecidos en el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-5) de la Asociación Americana de Psiquiatría. (2014).

Una vez realizada esta evaluación, se procede a realizar la valoración clínica, en la cual se pueden utilizar entrevistas que ya están estructuradas para este fin o la aplicación de algunos test.  


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Evaluación del TOC en adolescentes

La evaluación del TOC es muy similar al de los adultos. Se requiere principalmente de una entrevista en la cual se conversa acerca de los síntomas relacionados con el TOC desde las vivencias propias del adolescente. 

Esta entrevista puede darse de forma natural y fluida o a través de la utilización de instrumentos establecidos.

¿Qué necesito para mi evaluación TOC?

La evaluación del TOC no requiere de alguna preparación especial. El encargado de realizar la valoración realizará algunas preguntas, y puede aplicar algunos instrumentos que se trata simplemente de algunas series de preguntas que deberás responder. 

Es recomendable ser lo más honestos posible con las respuestas para que el especialista pueda realizar una valoración completa y de esa manera determinar el abordaje y tratamiento a seguir.

Entrevistas para evaluar el TOC

Hay algunas entrevistas estructuradas que permiten la valoración del paciente en caso de sospecha de TOC, que están diseñadas específicamente para determinar la presencia de los síntomas relacionados y/o el grado de molestia que estos causan en la vida cotidiana de quien los padece.

Entre estas entrevistas estructuradas se encuentran:

Entrevista Diagnóstica Internacional Compuesta. También conocida como CIDI, por sus siglas del inglés para Composite International Diagnostic Interview, se trata de uno de los instrumentos más utilizados para evaluar TOC por ser muy completo. Fue creada por la Organización Mundial de la Salud.

Entrevista Neuropsiquiátrica Internacional. También conocida como MINI  (International Neuropsychiatric Interview) es una de las entrevistas más aplicadas, principalmente en la evaluación de adolescentes, pues se trata de una entrevista sencilla y que toma muy poco tiempo en comparación con otras. 

Pruebas para evaluar el TOC

Algunas de las pruebas más utilizadas para evaluar la presencia de obsesiones y/o compulsiones, según los manuales de referenica de evaluación psicológica, así como un artículo de Berrío y Restrepo (2017), son: 

Test de Evitación Conductual para el Trastorno Obsesivo-Compulsivo.  Behavioral Avoidance Test for Obsessive Compulsive Disorder (BAT) es una escala un poco diferente a las anteriores, pues se basa en la observación de las conductas del evaluado al enfrentarse con tareas que se relacionan con sus compulsiones y obsesiones.

Escala de obsesión-compulsión de Yale-Brown. O Y-BOCS por sus siglas en inglés (Yale-Brown Obsessive Compulsive Scale). Es uno de los instrumentos más completos de valoración para el TOC que aborda no solo la presencia de síntomas, sino también el malestar que producen y su gravedad. 

Escala de Ideas Sobrevaluadas. También conocida como Overvalued Ideas Scale (OVI). Evalúa las ideas sobrevaloradas y conductas asociadas al TOC que se han presentado en el paciente dentro de un marco de tiempo referencial de una semana previa a la valoración. 

Es importante resaltar que, según investigaciones de especialistas, la escala CY- BOCSASD es un instrumento que puede ser utilizado con alta eficacia para detectar en los casos de adolescentes con trastornos del espectro autistas (TEA) síntomas compulsivos que pudiesen indicar la presencia de TOC.

Instrumentos autoaplicables

Otras pruebas que frecuentemente se utilizan para determinar la presencia de obsesiones y/o compulsiones, son los instrumentos autoaplicables que, como su nombre lo indica, no requieren de un experto para su administración, pues se trata de escalas que son contestadas directamente por el paciente. 

Es importante entender que aunque puedan ser administrados por el propio paciente, su revisión y diagnóstico solamente le corresponde a los especialistas de salud mental. Entre estos instrumentos están: 

  • Automonitoreo (Self-Monitoring).
  • Cuestionario de Control de Pensamientos -TCQ- (Thought Control Questionnaire). 
  • Cuestionario de Creencias Obsesivas -OBQ- (Obsessive Beliefs Questionnaire). 
  • Cuestionario de Interpretaciones de Responsabilidad -RIQ- (Responsibility Interpretations Questionnaire). 
  • Cuestionario de Intrusiones Cognitivas -CIQ- Cognitive Intrusions Questionnaire). 
  • Cuestionario de Pensamientos Disruptivos – ITQ- (The Intrusive Thoughts Questionnaire).
  • Cuestionario de Simetría, Orden y Colocación -SOAQ – (Symmetry, Ordering and Arranging Questionnaire). 
  • Cuestionario sobre Cumplimiento del Tratamiento -TAS-P- (Treatment Adherence Survey–Patient version). 
  • Escala de Acomodación Familiar para el Trastorno Obsesivo-Compulsivo -FAS- (Family Accomodation Scale for Obsessive-Compulsive Disorder). 
  • Escala de Actitud hacia la Responsabilidad -RAS- (Responsibility Attitude Scale). 
  • Escala de Fusión Pensamiento-Acción -TAFS- 
  • Escala dimensional de síntomas obsesivo-compulsivos -DOCS- (Dimensional Obsessive-Compulsive Scale). 
  • Inventario de Ansiedad de Beck -BAI- (Beck Anxiety Inventory). 
  • Inventario de Cogniciones sobre la Acumulación -SCI- (Saving Cognitions Inventory). 
  • Inventario de Compulsiones, Obsesiones e Impulsos Patológicos -SCOPI- (Schedule of Compulsions, Obsessions and Pathological Impulses). 
  • Inventario de Creencias Obsesivas -ICO-.
  • Inventario de Creencias Relacionadas con las Obsesiones -IBRO- (Inventory of Beliefs Related to Obsessions). 
  • Inventario de Interpretación de Intrusiones (Interpretation of Intrusions Inventory, III). 
  • Inventario de Obsesiones de Leyton para niños -LOICV-. 
  • Inventario de Padua -IP- (Padua Inventory). 
  • Inventario Maudsley de Obsesión-Compulsión -MOCI- (Maudsley Obsessional Compulsive Inventory). 
  • Inventario Obsesivo-Compulsivo -OCI- (Obsessive Compulsive Inventory). 
  • Inventario Obsesivo-Compulsivo de Clark y Beck -CBOCI- (Clark-Beck Obsessive-Compulsive Inventory). 
  • Inventario sobre Acumulación – Revisado -SI-R- (The Savings Inventory-Revised). 
  • Listado de pensamientos obsesivos -OTC-.

Si crees que tú o alguien cercano a ti puede tener TOC, no dudes en buscar ayuda profesional; personas calificadas para el diagnóstico, abordaje y tratamiento de esta psicopatología. El TOC es tratable, pero antes de llegar al tratamiento, se precisa llegar a un diagnóstico preciso y fiable.

“TOC es como tener un ‘bully’ atorado dentro de tu cabeza y nadie más puede verlo”, Krissy McDermott.

Referencia:

  • Asociación Americana de Psiquiatría. (2014). Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales DSM-5 (5ª ed.). Madrid: Editorial Médica Panamericana.
  • Berrío García, N. y Luciano Restrepo, D. (2017). Instrumentos de evaluación del trastorno obsesivo compulsivo: revisión. Revista Poiésis, (32), 101-115.
  • Salud Mental y Tratamientos

Cómo pueden ayudar los maestros a los niños con TOC

  • Equipo de Redacción
  • 12/04/2022

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Si un niño en su clase está lidiando con el trastorno obsesivo-compulsivo o TOC , es posible que se distraiga, se frustre al tratar de completar sus trabajos e incluso moleste a otros estudiantes. Estas son algunas cosas que los maestros podemos hacer para ayudar a que tanto ese estudiante en particular, como en general todos en la clase, se enfoquen en el aprendizaje:

Otorgar más tiempo para los exámenes y trabajos: Si la escritura es un problema para un niños que necesita encontrar la manera perfectade decir algo, necesitará más tiempo para terminar las preguntas de los exámenes o los trabajos escritos.

Computadoras portátiles para escribir: Si escribir y reescribir (o borrar todo el tiempo) es realmente problemático para un niño, considere permitir que use una computadora portátil para tomar notas y para escribir todas sus tareas en un teclado en lugar de a mano.

Un sistema de compañerismo: En este sistema un compañero actúa como una especie de guía que se sienta al lado del niño y lo anima a seguir tomando notas y a mantenerse enfocado en la tarea. Puede ser excelente para el niño que actúa de guía, pues fomenta en él un sentimiento de confianza y orgullo por poder ayudar a alguien que lo necesita, y es una excelente manera de fomentar la amistad.

Salas privadas para los exámenes: Las investigaciones demuestran claramente que los niños con TOC y trastornos del espectro obsesivo-compulsivo obtienen mejores resultados, se sienten menos abrumados y controlan mejor sus pensamientos y reacciones si se encuentran en un lugar tranquilo y alejado de los demás niños.


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Omitir la lectura en voz alta: Los niños que sienten que necesitan leer perfectamente pueden repetir frases o párrafos enteros una y otra vez para asegurarse de que lo han hecho bien. Entonces leer se convierte en una tarea muy laboriosa, y leer delante de la clase puede convertirse en una pesadilla. Por lo tanto, si sabemos que la lectura es un problema para ellos, podemos evitarlo.

Libros en audio: Si los niños se obsesionan tanto con la lectura que tardan una eternidad, escuchar libros puede ser una solución.

Divida la tarea en partes: Si al mirar una hoja llena de ejercicios de matemáticas un niño se siente abrumado y ansioso (piensa en el potencial de errores que puede cometer), se pueden dividir los problemas en cuatro páginas. Esto contribuye a que los niños se mantengan enfocados en hacer los problemas en lugar de preocuparse.

Planifique una ruta de escape: Intente desarrollar un sistema de comunicación para que, en caso de que el estudiante empiece a sentir los síntomas delTOC, pueda hacerle a usted una señal y salir del aula, o ir a un lugar protegido dentro del aula, sin interrumpir la lección. Esto puede prevenir una explosión de síntomas vergonzosa y perturbadora en el salón, y que los otros niños se burlen del estudiante o le hagan bullying.

Esté pendiente de sucesos desencadenantes: Es muy importante que los maestros sepan qué tipo de cosas pueden desencadenar los síntomas. El cansancio es un elemento clave del TOC, y puede ser exacerbado por la medicación. Por lo tanto, es muy importante saber que si un niño se siente somnoliento en la clase, y tal vez agacha la cabeza, no es porque esté siendo desafiante o irrespetuoso, sino porque está abrumado por el cansancio.

Aviso previo: La irritabilidad y la frustración son dos de los sentimientos de mayor duración que experimentan los niños con TOC a diario. Los cambios de horario pueden ser muy perturbadores para un niño con TOC, por lo que resulta de gran ayuda que los maestros les avisen las cosas con anticipación. Los niños que saben lo que pueden esperar son menos propensos a sentirse desconcertados por el cambio.

Disposición de los asientos: Si la escuela tiene pasillos ruidosos, tal vez no sea conveniente que un niño con TOC se siente junto a la puerta. Podría hacer se siente al frente, donde no escuchará el ruido y podrá concentrarse más en su trabajo. Por otro lado, un niño que tiene síntomas muy visibles y no quiere que los demás niños lo vean mover las manos, mecerse o levantarse mucho de su asiento, quizás estaría mejor cerca de la puerta, hacia el fondo del salón.

Programa de comprensión entre pares: A menudo los niños con TOC son objeto de burlas y acoso debido a sus síntomas. Se sienten muy incómodos con sus rituales obsesivos, pues saben que están siendo observados. Un programa de comprensión entre pares consiste en una presentación en el aula que explica (con la participación del niño) qué es el TOC. El niño puede decir: “Miren, tengo TOC. Es un trastorno de ansiedad. Me hace pensar que mis manos están sucias y tengo que lavarlas muchas veces, así que si me ven levantarme e ir al lavabo a lavarme las manos, es por eso”.

Los psicólogos pueden hacer un juego de roles con el maestro y el niño, para anticipar las preguntas que sus compañeros podrían hacer, y cómo responderlas. Esta es una buena manera de educar a toda la clase acerca de lo que está pasando. Puede ser muy eficaz si un niño va a estar en la misma escuela durante varios años, y puede inspirar una sorprendente cantidad de apoyo por parte de otros niños.

Artículo publicado en The Child Mind Institute y traducido y adaptado al español en Psyciencia.

  • Salud Mental y Tratamientos

Los niños y el TOC: el papel de los padres en el tratamiento

  • Equipo de Redacción
  • 28/03/2022
father and son doing a high five

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Cuando usted es el padre de un niño ansioso, asume que su papel es proporcionar tranquilidad, comodidad y una sensación de seguridad. Por supuesto, usted desea apoyar y proteger a su hijo que está angustiado y, en la medida de lo posible, evitar su sufrimiento. Pero, de hecho, cuando se trata de un niño con un trastorno de ansiedad como el trastorno obsesivo compulsivo, tratar de protegerlo de las cosas que desencadenan sus miedos puede ser contraproducente para el niño. Al seguir su instinto natural de padre, sin darse cuenta usted está acomodando el trastorno y permitiéndole tomar el control de la vida de su hijo.

Es por eso que los padres tienen un papel sorprendentemente importante en el tratamiento de lostrastornos de ansiedad en los niños. El método de referencia en el tratamiento del TOC pediátrico es una forma de terapia cognitivo-conductual llamada exposición y prevención de respuesta. La terapia implica “exponer” al niño a sus ansiedades de forma gradual y sistemática, para que ya no tema ni evite esos objetos o situaciones; “prevención de respuesta” significa que no se le permite realizar un ritual para manejar los miedos. Debido a que los padres se involucran tanto en el TOC de sus hijos, los estudios han demostrado que incluir a los padres en el tratamiento y asignarlos como “coterapeutas” mejora la efectividad.

La jerarquía del miedo

En la terapia, el niño, los padres y el terapeuta crean una “jerarquía del miedo” en la que identifican de forma colaborativa todas las situaciones temidas, las califican en una escala de 0-10 y las abordan una a la vez. Por ejemplo, un niño con temores sobre los gérmenes y a enfermarse se enfrentaría repetidamente a situaciones y objetos “contaminados” hasta que desaparezca el miedo y pueda tolerar la actividad. El niño comenzaría con un elemento de ansiedad de nivel bajo, como tocar toallas limpias, y avanzaría con elementos más difíciles, como agarrar la comida a medio comer de la basura.

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La prevención de respuesta implica evitar que el niño realice el comportamiento que lleva a cabo para disminuir su ansiedad. Por ejemplo, un niño con miedo a los gérmenes debería abstenerse de lavarse las manos después de tocar el manubrio de la puerta o la basura. A través de la exposición gradual, aprende que lo que “teme” generalmente no se hace realidad, de modo que puede tener lugar un nuevo aprendizaje. También le enseña que puede tolerar sentimientos incómodos.

Practicar en casa

Gran parte del trabajo en terapia implica la práctica fuera de las sesiones, lo que requiere que los padres participen en el tratamiento. A los niños se les asignan “deberes” y se les pide que continúen practicando al enfrentar sus miedos en una variedad de entornos. Dado que la prevención de exposición y respuesta provoca ansiedad y requiere un seguimiento considerable, la participación y el apoyo de la familia son esenciales.

Para un niño con miedo a la contaminación, los padres pueden alentarlo a lavar los platos o a convertirse en una “aspiradora humana”, que es lo que los médicos llaman recoger pequeños trozos de basura de la alfombra. Un niño con miedo a vomitar podría escribir una historieta sobre “Vomit Man” durante una sesión con su terapeuta, y luego practicar recitándolo en voz alta frente a sus padres.

El problema de reconfortarlos

Los padres tienen un papel más importante que el de soporte cuando se trata de practicar exposiciones en el hogar. Como el TOC puede ser un trastorno paralizante para los niños, los familiares a menudo se involucran excesivamente en los síntomas que se presentan para ayudar al niño en su desempeño. Por ejemplo, muchos niños conTOC, al igual que con otros trastornos de ansiedad, buscan que los miembros de la familia les reconforten constantemente. Los niños utilizan la búsqueda de confort para manejar los miedos, y muchos padres la brindan, aunque sea excesiva, para que su hijo se sienta mejor en el momento.


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Artículo recomendado: Abordaje del TOC religioso en niños y adolescentes

La búsqueda de que los reconforten es una de las muchas formas de “acomodación familiar”. Este fenómeno se refiere a la manera en que los miembros de la familia participan en los rituales que el niño usa para manejar su ansiedad, y cómo modifican las rutinas personales y familiares para acomodarlo.

Muchos niños que padecen TOC no pueden tolerar la incertidumbre y piden a sus padres que les proporcionen respuestas definitivas. Por ejemplo, no es raro escuchar a un niño ansioso preguntándole a sus padres “¿Me voy a enfermar por comer esto?” o “¿Todo va a estar bien?”, aunque la respuesta ya se haya proporcionado varias veces.

Los padres pueden frustrarse fácilmente porque sienten que sin importar cuántas veces respondan las preguntas de sus hijos, éstos nunca están satisfechos. Responder las preguntas de su hijo se convierte en un ciclo sin fin y el niño nunca se da cuenta de que puede tolerar la incertidumbre.

Temores complacientes

Hay muchas otras formas de acomodación. Las familias pueden dejar de tomar vacaciones, ir a restaurantes o incluso cambiar la manera en que hablan para evitar situaciones que provoquen ansiedad en sus hijos. Pueden evitar nombres, números, colores y sonidos particulares que desencadenan ansiedad.

“El TOC puede ser muy abrumador para las familias y realmente puede interferir en la forma en que éstas funcionan normalmente”, dijo el Dr. Jerry Bubrick, Director del Centro de Trastornos de la Ansiedad y el Estado de Ánimo. “Las decisiones familiares se toman para acomodar la ansiedad, en lugar de los mejores intereses de la familia”.

Para la familia de un paciente que llamaremos John, un niño de 12 años esto es muy familiar. John tenía miedo a la contaminación y al aumento de peso y, por lo tanto, evitaba cualquier alimento que se considerara “no saludable”, tomaba hasta siete duchas al día y no jugaba con sus hermanos ni abrazaba a sus padres con la creencia de que estaban contaminados.

“Durante meses no fuimos a ningún restaurante”, dijo la madre de John. “Él no tenía amigos que vinieran de visita. No invitábamos a ninguno de nuestros amigos. Nuestra casa era un lugar seguro”.

Pero el acomodar la ansiedad de John no impidió que ésta tomara más y más de su vida. La madre de John describió la cúspide de su TOC como un momento extremadamente difícil para su familia. “Fue realmente difícil porque era como si hubiéramos perdido a nuestro hijo”. Estaba tan atrapado en el TOC. No podíamos tocarlo físicamente. Ya no había espontaneidad. Ya ni siquiera podíamos sentarnos al otro lado de la mesa y hablar”.

Reforzar la ansiedad

Si bien los padres que acomodan a sus hijos tienen buenas intenciones, se sabe que la acomodación familiar refuerza los síntomas de sus hijos. Dado a que la ansiedad se mantiene mediante la evitación, los miembros de la familia que acomodan a su hijo están causando que los síntomas se fijen aún más.

“Antes de saber qué era un acomodación, pensaba que estaba ayudando”, dijo la madre de John. “Me rompió el corazón cuando descubrí la definición de acomodación. Estaba devastada de saber que estaba alimentando el TOC en lugar de ayudar a John”.

Ponerle nombre al TOC del niño es una forma de reducir el estigma que se le ha asociado, y hace que el niño sienta que la ansiedad no es quien él es. Por ejemplo, un niño puede llamar a su TOC “El Acosador” o “La Bruja”. La madre de John nos dijo: “El divorciar el TOC de John ha sido de gran ayuda. Ahora que la familia tiene un enemigo común todos estamos en la batalla. Antes era un invasor sin nombre. Ahora sabemos contra quién estamos luchando”.

Desarrollar habilidades de afrontamiento

A través del tratamiento, los padres aprenden nuevas formas para responder cuando sus hijos se “atascan” y cómo alentarlos a confiar en las habilidades de afrontamiento o a “controlar” su ansiedad, en lugar de depender de sus padres para ayudarlos a superarla. Los niños eventualmente se vuelven mucho más independientes y los padres pueden comenzar a darse cuenta de que la ansiedad ya no está a cargo de sus familias.

Los abuelos y hermanos también pueden involucrarse en la acomodación familiar, aunque no suelen incluirse en el tratamiento con la misma regularidad que los padres.

“Dado que los abuelos y hermanos son más una parte del mundo exterior del niño, es más probable que se adapten a ellos porque quieren mantener la paz”, dijo el Dr. Bubrick. “Deberían participar en el tratamiento para que no lo socaven”.

Ayudar a los niños a enfrentar sus miedos

A través del tratamiento, los miembros de la familia aprenden a ayudar a sus hijos a enfrentar sus miedos en lugar de evitarlos. En lugar de consolar al niño, el trabajo del padre se convierte en recordarle las habilidades que ha desarrollado en el tratamiento y a usarlas en el momento.

“Ahora estoy ayudando a John y no estoy alimentando el TOC”, dijo la madre de John. Mucho de eso le indica a John que él tiene fuerza para luchar contra el TOC. Recordándole las estrategias en lugar de hacer que el mundo sea mejor para él”.

Artículo publicado en Child Mind Institute y traducido al español por Psyciencia. Puedes leer el artículo original aquí.

  • Salud Mental y Tratamientos

Indicadores de la depresión en adolescentes

  • Laura Ruiz
  • 28/03/2022
photograph of a group of teenagers together

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La adolescencia es una etapa compleja de la vida en la que nos enfrentamos a muchos cambios constantes, además de en la búsqueda por descubrir quiénes somos, lo que nos gusta y lo que no. Por lo que no resulta difícil comprender que se trata de una época en la que las emociones se encuentran en una especie de montaña rusa. 

Este viaje de descubrimiento y exploración de nuestro ser puede resultar muy complejo y, en muchos casos, si no hay un apoyo emocional importante y la autoestima se encuentra afectada, pueden aparecer signos de depresión que si no son abordados a tiempo pueden llegar a escalas mayores.

Uno de los trastornos a nivel emocional que mayor incidencia tiene en la población de todo el mundo es la depresión. Y es que parece ser que cada día aumenta el número de casos que son diagnosticados con esta psicopatología, incluyendo a muchos adolescentes. 

¿Qué es la depresión?

Es importante tener en cuenta que sentirte triste o tener un estado de ánimo bajo no significa que tengas depresión. Para que pueda darse este diagnóstico debes ser evaluado por un especialista en el área de la salud mental quien determinará si cumples con los criterios diagnósticos necesarios para tener certeza que se trata de una depresión en curso. 

Para esto, los psicólogos y psiquiatras se valen de los términos establecidos en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, también conocido como DSM-5.


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Cuando se tiene depresión, la sensación de tristeza, desánimo y apatía afectan a tu vida, en todos los ámbitos. Se pierde por completo el interés por todas las actividades, incluyendo aquellas que solías disfrutar mucho. Y, aunado a esto se presentan otra serie de síntomas, tanto físicos como mentales y emocionales.

¿Por qué me deprimo?

Las causas de la aparición de la depresión responden a diversos factores que van desde el ámbito biológico, al existir un funcionamiento erróneo de los neurotransmisores y por ende, a la existencia de un desequilibrio químico en el cerebro. 

A nivel psicológico, influye la vida emocional que has tenido, las experiencias pasadas, cómo has lidiado con ellas e incluso si has podido superarlas o no. Lo mismo ocurre con el tipo de pensamientos que tienes, que pueden ser potenciadores del malestar emocional. 

Además, el contexto social es un factor de riesgo importante para la aparición de la depresión en adolescentes, como lo indican investigaciones como la de Lugo et al. (2018). 

¿Cómo saber si un adolescente está deprimido?

Para muchos resulta complicado el poder determinar si un cambio de conducta en un adolescente responde a su proceso evolutivo natural o si se trata de algo más, como una depresión. Esto es comprensible, pues mucha de la sintomatología de esta psicopatología la experimentan los adolescentes, sin necesidad de tratarse de depresión.

Entonces, ¿cómo sé si es depresión? Es necesario prestar atención a los síntomas y evaluar si estos afectan el desempeño regular de las actividades diarias. Otro indicador puede ser el manejo inadecuado de las emociones. Pero en caso de duda, lo mejor es consultar con un profesional.

Algunos síntomas que se pueden presentar son:

A nivel emocional

  • Sentimientos de vacío, como si se sintiera desesperanzado por todo.
  • Puede sentirse mucha tristeza, llegando incluso al llanto sin tener algún motivo que lo explique de manera aparente. 
  • Sentirte molesto por cualquier cosa o estar altamente irritable. Esto puede incluir estallidos de ira o sentirte muy frustrado a la menor provocación. 
  • Pensar constantemente en fracasos del pasado o reprocharte mucho por cualquier falla. 
  • Disminuye considerablemente el interés por compartir con otros, esto incluye a la familia y amigos y esto se refleja también en todas las actividades que realizas normalmente, incluyendo aquellas que te gustaban. 
  • Sentirte inferior a los demás, con problemas de autoestima y autoconcepto. 
  • Cambios repentinos de conducta. Puedes estar triste y de pronto muy molesto.
  • Dificultades para concentrarte y sus pensamientos se centran en una visión muy pesimista del fututo e incluso puede pensar constantemente en la muerte o en el suicidio.

A nivel conductual

A nivel conductual debemos estar atentos ante cualquier cambio. Los síntomas en este aspecto son un poco complejos y pueden ser incluso contradictorios. Lo importante es observar si hay cambios en la manera en la que normalmente se comporta. Entre estos síntomas están: 

  • Cambios en los patrones de sueño. Puede ser dormir mucho más o tener dificultades para conciliar el sueño. 
  • Cambios en los patrones de alimentación, puede ser perder el apetito o comer mucho más de lo usual. 
  • Cambios en la actividad motora, puede ser enlentecimiento de los movimientos o agitación. 
  • Puede comenzar a utilizar drogas y/o alcohol.
  • Sensación constante de cansancio. No se tiene energía para nada. 

A nivel social

  • Tendencia a aislarse de todos. Dejar de compartir con sus amigos y pasar cada vez menos tiempo con la familia. 
  • Problemas de comportamiento que inciden en sus relaciones con otros, como arrebatos de rabia.
  • Pueden tener comportamientos riesgosos. 
  • Faltas escolares y bajo rendimiento académico.

Estos son solo algunos de los síntomas que se pueden presentar en caso de depresión. Es importante tenerlos en cuenta y más cuando se tratan de cambios en la conducta regular del adolescente. Si esto sucede, es importante buscar ayuda profesional para abordar el caso.

La salud mental es importante y no hay nada de malo en solicitar ayuda. La depresión es un asunto serio al cual hay que prestarle atención e intervenir a tiempo para evitar que cause más daños. 

Referencias bibliográficas:

  • American Psychiatric Association – APA. (2014). Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales DSM-5. 5a. ed. Madrid: Editorial Médica Panamericana.
  • Lugo, S. G., Domínguez, A. P., & Romero, J. C. G. (2018). Depresión adolescente: factores de riesgo y apoyo social como factor protector. Universitas Psychologica, 17(3), 1-11. Recuperado de: https://revistas.javeriana.edu.co/files-articulos/UPSY/17-3%20(2018)/64755358008/

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