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Publicaciones por mes

mayo 2013

44 Publicaciones
  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Divorcio de la pareja; ¿separación de los hijos?

  • 23/05/2013
  • Irina Zanetti
divorcio

Si bien los datos que nos arrojan diversas estadísticas en relación al divorcio siguen aun hoy alertándonos, el hecho de que los números sean cada vez más elevados produce una naturalización de estas circunstancias al punto de que pasa por desapercibida el alcance que una ruptura de pareja puede llegar a tener.

La problemática resulta aun más dificultosa en el caso de que la pareja tenga hijos en común, ya que el modo en que encaren la situación y la manejen en relación a los niños delimitará un escenario que puede resultar propicio para la invención de nuevos vínculos o, por el contrario, facilitar el desencadenamiento de modos patológicos de enfrentamiento.

Mientras que el concepto de “conyugalidad” supondría una convivencia, un contacto sexual, un proyecto de vida y un vínculo amoroso entre dos partes, el término “parentalidad” marca la presencia de hijos en común. Pese a que son dos cuestiones autónomas e independientes, suele asociarse en los hechos la ruptura de la conyugalidad con una consecuente separación de los hijos.



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¿En qué circunstancias una pareja decide divorciarse?

En Buenos Aires ocurre un divorcio cada dos casamientos diarios, así como en las grandes ciudades, tales como Córdoba o Rosario, habría una separación cada tres matrimonios; mientras que en lugares más tranquilos, como ser Jujuy o Salta, la relación es de 1 a 10.

Dicha información anima a pensar que el divorcio está muy asociado a las actividades, siendo en las grandes ciudades característico un modo acelerado de vivir que imposibilita el disfrute del tiempo de distracción, necesario para romper con la rutina y rencontrarse con la intimidad de la pareja.

En un contexto tal suele darse un desencuentro que aproxima a las partes a un sentimiento de desconocimiento en relación a ese otro con el que conviven y con quien incluso no mantienen diálogo alguno.

Está comprobado que en aquellas parejas donde el tipo de comunicación se asocia a una escucha atenta y receptiva, se genera una red de contención tal que habilita un sentimiento de reconocimiento y pertenencia del vínculo, desarrollando, a su vez, una identidad al interior de la relación.

Por el contrario, cuando la comunicación es nula o se basa en reproches, acusaciones y querellas, termina configurándose una trama rígida que no sostiene, volviéndose el vínculo una de las fuentes de malestar y desencuentros más grandes.

En este tipo de relaciones, a su vez, se acrecienta la no tolerancia a la diferencia y con ella la posibilidad de querer aplastar y borrar los rasgos alternos, siendo la violencia un recurso utilizado para convertir al sujeto en objeto, funcionando como una bola de nieve que amenaza con destruir a las partes.

Es en este punto que el divorcio aparece como un panorama posible y cuando se decide emprender el camino de la separación, comenzando así a producirse la necesidad de transformación del vínculo.

¿Qué implicaciones tiene el divorcio?

Sin lugar a dudas, el divorcio resulta una situación crítica y traumática en tanto instala un cambio brusco en el devenir de la pareja, y de la familia; los acuerdos e ideales establecidos dejan de tener valor y resulta necesario inventar nuevas reglas y proyectos.

La ruptura desgarra, duele porque lleva a la gran pregunta de quién se es sin ese otro con el que se compartieron años de vida, emergiendo un sentimiento de desprotección y de desorientación en torno a uno y los demás.

A la par surge una gran paradoja: mientras se vuelve menester la ausencia del otro para poder olvidarlo y superar la separación, en el caso de que haya hijos, ese otro deberá estar también presente y eso resulta muy difícil de afrontar.

De allí que, en gran medida, se crean organizaciones dualistas como modo defensivo de atravesamiento, en el que aparecen dos figuras: la víctima y el victimario, el culpable y el inocente.

¿Qué ocurre cuando estas dualidades entrampan a los hijos?

Cuando los padres hacen partícipes a sus hijos de la ruptura de la pareja y pretenden negociar con ellos, éstos no saben para dónde correr.

Muchas veces los niños quedan sujetados a la voluntad y manejo de los adultos, como si se tratara de un objeto más por el que se disputa la herencia y la distribución de bienes ante el divorcio.

Generalmente se apabulla a los hijos con frases que no hacen más que desvalorizar y responsabilizar al otro por la separación o abandono de la familia, como si el divorcio entre los padres implicase también separarse de los hijos.

Cuando el hijo queda posicionado de uno u otro lado suelen despertarse en él emociones ambivalentes de amor y odio, junto a la culpa por aquellos pensamientos y sentimientos negativos que se le aparecen en relación a alguno de sus papás.

Al fantasear que él pudo haber provocado las peleas entre los progenitores, sintiéndose responsable por ello. Al suponer que, si el amor entre sus padres se agotó, también podrían dejarlo de amar a él, es frecuente el desprendimiento de una profunda angustia.

En ese contexto de desorientación y desprotección suelen aparecen síntomas tales como enuresis, miedos desmedidos, distracción y bajas calificaciones en la escuela y comportamientos agresivos hacia uno u otro sexo, sólo por mencionar algunos de los fenómenos patológicos.

Sin lugar a dudas, cuando los adultos involucran a los hijos en su separación, se produce un impacto nocivo en la manera en que éstos establecen lazos, no sólo durante su niñez sino a lo largo de todo su crecimiento. Repercuten incluso en sus primeras relaciones amorosas que se ven atravesadas por los temores derivados de esta experiencia tan traumática.

De allí que, si bien el divorcio implicará un duelo tanto para padres como para los hijos, en la medida en que la familia es una estructura en la que la modificación en uno conlleva a la afectación de todos, transformar el nexo entre los padres e hijos hacia un vínculo más sano posibilitaría ahorrar gran parte del sufrimiento.

¿Cuáles podrían ser salidas más saludables a esta situación?

En primer lugar, se vuelve menester que una vez que se toma la decisión de separarse, se lo comuniquen al hijo dejándole en claro que la disposición es de ambas partes y que en cuanto tal nada tiene que ver con él, así como el hecho de que los padres vivan en diferentes hogares no quiere decir que él deje de contar ni con uno ni con el otro y que el amor que le tienen seguirá siendo el mismo, más allá de los cambios que puedan darse en la pareja.

En segundo lugar, dado que bajo ningún motivo el niño debe quedar en posición de tener que elegir, ya que seguirá siendo el hijo de ambos, no deberá ser utilizado como medio ni intermedio de ninguno de los padres.

Por dicha razón los adultos no dejarán de cumplir sus obligaciones ni ejercerán sus derechos, lo cual quiere decir que deberán responsabilizarse por el cuidado, mantenimiento monetario y calidad de crianza de sus hijos a la par que podrán disfrutar de compartir momentos con ellos y de entablar contacto asiduamente.

Una elaboración saludable tiene que ver entonces con el hecho de aceptar que  el divorcio es de la pareja y no de los hijos y que sólo si se reinventa la relación entre los adultos, en cuanto a padres que comparten un hijo en común, podrá el niño no salir mayormente lastimado de la situación.

Sin categoría

(PDF) Utilidad clínica de las clasificaciones de los trastornos del desarrollo del lenguaje

  • 22/05/2013
  • Equipo de Redacción

Se han presentados varias propuestas de clasificación de los trastornos del lenguaje en los niños: unas, basadas en el deseo de diferenciarlos en función de su posible causa, y otras, en el criterio de formar agrupaciones de síntomas (‘síndromes’) de cara a facilitar el proceso de diagnóstico y orientar los programas de intervención.

En una primera parte, se analizan las ventajas y limitaciones de las clasificaciones más utilizadas, insistiendo en la imprecisión de las descripciones y de los criterios para diferenciar distintos subgrupos.

En una segunda parte, se analiza la utilidad clínica del uso de estas nomenclaturas. Se propone finalmente una herramienta clínica dirigida a introducir el criterio de gravedad de los síntomas en el diagnóstico diferencial.



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Fuente: Neurología

Sin categoría

(PDF) Neurosífilis: formas de presentación y manejo clínico

  • 22/05/2013
  • Equipo de Redacción

La neurosífilis es la afectación del sistema nervioso central por Treponema pallidum. Provoca diversos cuadros clínicos que, en ocasiones, son similares a otras enfermedades neurológicas más conocidas. En este artículo se pretende dar una visión clínica global de esta entidad revisando sus formas de presentación y su manejo diagnóstico y terapéutico.

Las formas de presentación de la neurosífilis se agrupan en dos: precoces (neurosífilis asintomática, meníngea y meningovascular) y tardías (parálisis general progresiva y tabes dorsal). Además se han descrito otras de menor importancia, como el goma, formas oculares, amiotrofia sifilítica o hipoacusia.

El diagnóstico es complejo y se basa en el estudio del líquido cefalorraquídeo. Debido a la dificultad para hacer un diagnóstico con certeza se han establecido diferentes criterios diagnósticos, en los que juega un papel fundamental la serología para T. pallidum.



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El tratamiento más eficaz es la penicilina, que en ocasiones puede no ser efectivo, por lo que se recomienda un seguimiento posterior clínico y licuoral. Finalmente, se describen los cambios en la incidencia y presentación clínica, así como las dificultades diagnósticas que pueden darse en los enfermos portadores del VIH que además sufran esta enfermedad.

La neurosífilis es una enfermedad aún presente en nuestros días, que ha de tenerse en cuenta como diagnóstico diferencial en múltiples enfermedades neurológicas y psiquiátricas dado su polimorfismo clínico. Este hecho, la difícil interpretación de los tests serológicos y su irregular respuesta al tratamiento habitual suponen una dificultad para su manejo, y para el neurólogo, la necesidad de conocerla con detalle.

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Fuente: Neurología

  • Salud Mental y Tratamientos

Fumar pasivamente durante la infancia se relaciona directamente con problemas de conducta

  • 22/05/2013
  • David Aparicio
fumar pasivamente

Los niños que fueron expuestos al humo del cigarrillo de segunda mano (exhalado) en la infancia temprana son más propensos a desarrollar agresividad social y antisocial, independientemente de si han sido expuestos durante el embarazo o si sus padres tienen historia antisocial. Este fue el hallazgo de Linda Pagani y Caroline Fitzpatrick que fue publicado el 21 de Mayo en Journal of Epidemiology and Community Health.

Dado que no sería ético exponer a los niños al humo del tabaco para probar la hipótesis de la investigación, las autoras utilizaron datos longitudinales obtenidas por las autoridades de salud de Quebec, Canadá.

Las autoras explican:



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“El humo del cigarrillo de segunda mano es en realidad más peligro que el humo inhalado, y el 40% de los niños de todo el mundo están expuestos a él. Por otra parte, la exposición a este humo en la primera infancia es particularmente peligroso, ya que el cerebro del niño aún está en desarrollo. Observamos los datos que se recogieron de aproximadamente 2.055 niños desde su nacimiento hasta los diez años de edad, incluidos los informes de los padres, de los maestros y de los propios niños sobre el comportamiento en el aula y encontramos que los que habían estado expuestos al humo del cigarrillo, aunque sea temporalmente, eran mucho más propensos a ser agresivos para cuando terminaron cuarto grado.”

Aunque no se pudo determinar ningún vínculo causal, las correlaciones estadísticas sugieren que la exposición al humo del cigarrillo podría provocar una desviación en la conducta de los niños. La información más detallada recopilada por el Estudio Longitudinal de Quebec de Desarrollo Infantil, les permitió a las investigadoras distinguir la contribución única de la exposición al humo de cigarrillo en el comportamiento desviado posterior de los niños.

Las autoras explicaron que los estudios anteriores han observado a los grupos de niños en general y han encuestado a las madres para conocer si fumaban o no y con cuanta frecuencia, en lugar de preguntar si alguien fumaba en el hogar donde los niños viven y juegan. Agregaron que, pocos estudios han examinado el comportamiento antisocial en los padres y aún menos han indagado sobre la influencia posterior de la exposición prolongada al humo de cigarrillo a largo plazo. Según ellas, ningún estudio anterior ha tenido en cuenta el hecho de que las familias desfavorecidas son menos propensas a participar en un estudio tan largo, lo que produce un sesgo en las estadísticas.

Las estadísticas de este estudio están respaldadas por otros estudios biológicos sobre los efectos del humo de cigarrillo en el cerebro. Se considera que el humo de cigarrillo de segunda mano es más tóxico, ya que contiene una mayor concentración de diversos tóxicos respirables durante un periodo de exposición más largo.

Las investigadoras concluyen que las fuentes ambientales de humo de cigarrillo representan la causa más pasiva y prevenible de enfermedad y discapacidad. Este estudio sugiere que el periodo postnatal es importante para la prevención del desarrollo neurológico deteriorado, y abogan por la promoción de un entorno no contaminado para los niños.

Fuente: ScienceDaily

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

El nacimiento prematuro podría reducir las habilidades cognitivas de los niños

  • 21/05/2013
  • David Aparicio

Por medio de una nueva técnica de escaneo, se encontró que el nacimiento prematuro interrumpe los procesos vitales del desarrollo del cerebro, lo que acarrea la reducción de las capacidades cognitivas de los niños.

Los investigadores del King’s College London y del Imperial College London publicaron en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) el estudio que utilizó por primera vez una nueva forma de resonancia magnética para identificar los procesos de desarrollo importantes en el cerebro que son vulnerables a los efectos del nacimiento prematuro. Los resultados mostraron una interrupción de estos procesos específicos que pueden tener un impacto en la función cognitiva.

Para realizar la investigación se utilizó la Resonancia Magnética por Difusión, un tipo de formación de imágenes que utiliza la difusión natural del agua para observar la maduración de la corteza cerebral, donde reside la mayor parte de la potencia de cálculo del cerebro. Por medio del análisis de la difusión del agua en la corteza cerebral de 55 bebés prematuros y 10 bebés nacidos a término se mapeó la creciente complejidad y la densidad de las células nerviosas a través de toda la corteza en los meses anteriores al tiempo normal de nacimiento.



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Se encontró que, durante este periodo, la maduración fue más rápida en áreas del cerebro relacionadas con el procesamiento social y emocional, la toma de decisiones, la memoria de trabajo y el procesamiento visual-espacial. Estas funciones a menudo se deterioran después de un nacimiento prematuro, y los investigadores encontraron que el desarrollo cortical se redujo en neonatos prematuros en comparación con los bebés que habían nacido a término. Cuando los investigadores re-examinaron a los infantes a la edad de dos años, los que habían nacido prematuramente y tenido un lento desarrollo cortical, demostraron un bajo desempeño en las pruebas de desarrollo neurológico. Esto demuestra el impacto a largo plazo de la prematuridad en la maduración cortical.

 Las últimas semanas en el vientre
de la madre son realmente necesarias.

David Edward, director del Centre Of Developing Brain en el King’s College London explicó que el número de bebés que nacen antes de tiempo es cada vez mayor, por lo que es muy importante mejorar nuestra comprensión de cómo el nacimiento prematuro afecta al desarrollo del cerebro y provoca daño cerebral. Sabemos que la prematuridad es muy estresante para un bebé, pero mediante el uso de esta nueva técnica somos capaces de rastrear la maduración del cerebro en los bebés para identificar los procesos exactos que pueden ser afectados por el nacimiento prematuro.

Estos resultados ponen en relieve una etapa clave del desarrollo del cerebro donde las neuronas se ramifican para crear una estructura compleja y madura. Ahora podemos ver que esto ocurre en las últimas etapas de desarrollo en él bebés sanos cuando aún están en el útero. Esto sugiere que el nacimiento prematuro puede interrumpir este proceso de desarrollo vital y podría explicar por qué a veces vemos efectos adversos en el desarrollo del cerebro en los que han nacido sólo un poco antes de tiempo, ya que ahora sabemos que está ocurriendo hasta la hora normal de nacimiento. Con este estudio se encontró que cuanto antes nace un bebé, menos madura es su estructura de la corteza. Las últimas semanas en el vientre de la madre son realmente necesarias.

Edward y sus colaboradores concluyen que esta nueva técnica permitirá explorar cómo la alteración de los procesos clave también puede causar condiciones como el autismo, y serán utilizados en futuros estudios para probar posibles tratamientos para prevenir el daño cerebral.

Fuente: ScienceDaily

  • Salud Mental y Tratamientos

Maltrato infantil podría incrementar el riesgo de sufrir de obesidad en la adultez

  • 21/05/2013
  • David Aparicio

Un estudio realizado por investigadores del King’s College London y publicado en Molecular Psychiatry, encontró que los niños que han sufrido de maltrato tienen un 36% de probabilidades de sufrir de obesidad en su adultez en comparación con los niños que no fueron maltratados. El mismo también estima que la prevención o el tratamiento eficaces de 7 casos de maltrato infantil podría evitar 1 caso de obesidad en la adultez.

Para realizar este estudio, los investigadores utilizaron los análisis combinados de 40 estudios que en suma incluyeron a 190.285 individuos.

El Dr. Andrea Danese, autor principal del estudio dice:



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“Hemos encontrado que el maltrato a un niño aumenta significativamente el riesgo de obesidad en la vida adulta. La prevención del maltrato infantil sigue siendo fundamental y nuestros resultados ponen en relieve los graves efectos para la salud a largo plazo.”

Aunque estudios experimentales en animales ya han sugerido que el estrés en los primeros años de vida se asocia con un mayor riesgo de obesidad, este nuevo estudio evaluó exhaustivamente la evidencia a partir de todos los estudios existentes con población humana para explorar las posibles fuentes de inconsistencia.

En este meta-análisis, los autores fueron capaces de descartar factores específicos que podrían explicar la relación entre el maltrato infantil y la obesidad adulta con independencia de otras variables como el estatus socioeconómico, el tabaquismo, el consumo de alcohol o la actividad física. Además, el maltrato infantil no estaba vinculado a la obesidad en niños y adolescentes, por lo que es poco probable que la relación se explicara por causalidad inversa (es decir, los niños son maltratados porque eran obesos).

Sin embargo, el análisis mostró que si la depresión actual se toma en cuenta, el vínculo entre el maltrato infantil y la obesidad adulta ya no resulta significativo. Esto nos sugiere que la depresión podría ayudar a explicar por qué algunos individuos maltratados se convierten en obesos.

Investigaciones previas sugieren explicaciones biológicas de esta relación. Los individuos maltratados pueden comer más a causa de los efectos del estrés infantil en áreas cerebrales que están ligadas a la inhibición de la alimentación o de las hormonas que regulan el apetito. Otra explicación es que las personas maltratadas pueden quemar menos calorías debido a los efectos del estrés en el sistema inmunológico que trae como consecuencia fatiga y disminución de la actividad física. Los autores sostienen que estas hipótesis deben ser incluidas en futuros estudios.

El Dr. Danese explica que, si la asociación es causal, como sugieren los estudios con animales, entonces el maltrato infantil puede considerarse como un factor de riesgo potencialmente modificable para la obesidad, un problema de salud que afecta a 1/3 de la población y que generalmente es resistente a las intervenciones.

Los investigadores concluyen que se necesita más investigación para aclarar cómo los efectos del maltrato infantil en la obesidad podrían ser aliviados por medio de intervenciones después que ocurra el maltrato.

Fuente: Eurekalert

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

El cerebro del bebé: cuándo aparece la conciencia

  • 20/05/2013
  • Alejandra Alonso

Puede que los bebés más pequeños no sean conscientes de mucho, sin embargo, de ellos podemos obtener información valiosa sobre cómo surgen los pensamientos conscientes y cómo se desarrollan en el tiempo. Y así aprender más sobre qué significa estar consciente.

“Podemos probar que los mismos neuromarcadores de consciencia encontrados en adultos pueden ser encontrado en bebés de sólo cinco meses de edad,” dice el autor principal Sid Kouider, un investigador del École Normale Supérieure en París, sobre su nuevo estudio, el cual fue publicado en Science.

Método de estudio

Para estudiar la intención en bebés que son demasiado pequeños para hablar, los autores aprovecharon las investigaciones sobre percepción visual, que mostraban que el cerebro procesa una gran cantidad de información visual antes de que llegue a un nivel de conciencia. Las señales de EEG, que se miden al poner electrodos en la cabeza, pueden distinguir con claridad entre datos visuales que se ven conscientemente y los que no. Estas señales muestran un gran cambio cuando una persona se vuelve consciente por primera vez de un objeto que previamente sólo recibió atención subliminal.



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Estadios del procesamiento perceptual

“Hay dos estadios en el procesamiento de lo perceptual,” explica Kouider. “El primer estadio consiste básicamente en la activación de neuronas en la corteza sensorial. Solo una pequeña estimulación (incluso si no lo ves conscientemente) va a activar .” El cerebro sigue mostrando actividad eléctrica en un EEG, por ejemplo, incluso aunque las imágenes o palabras pasen tan rápido que no se hayan percibido de manera consciente.“

El segundo estadio, que puede ser reportado de forma verbal por adultos, viene con una señal diferente y es esencialmente o “todo” (cuando puedes verlo) o “nada,” si el objeto no es visible, indicando un nivel consciente de atención y procesamiento.

La investigación

Para entender mejor cómo o cuándo estos niveles de la percepción pueden estar comprometidos en los bebés, los investigadores utilizaron EEG en 30 bebés de 5 meses, 29 niños de 1 año y 21 de 15 meses, mientras les mostraban imágenes de caras para determinar si generarían las señales asociadas con el segundo nivel de procesamiento, el más intencional. Y en efecto, Kouider dice que encontraron que los cerebros de los bebés trazaron la misma señalización de la consciencia que los cerebros adultos.

“Lo que cambia básicamente es que la señal neural de consciencia que observamos es más débil a los 5 meses,” dice el, “es menos estable y más lenta.” Efectivamente, un bebé de 5 meses debe ver una imagen por un tiempo cuatro veces mayor al de un adulto para mostrar señales de consciencia visual intencional (y tres veces más tiempo que un niño de 12 o 15 meses de edad).

“Es intrigante,” dice Lise Eliot, profesora asociada de neurociencia en la Universidad Rosalind Flanklin de Medicina y Ciencia en Chicago y autora de “What’s going on in there?”, en donde se examina el desarrollo del cerebro de los infantes. “Este es un estudio mucho más elegante y cuidadosamente controlado y tienen muchos adultos paralelos para relacionarlos.”

Implicaciones

Kouider y sus colegas planean estudiar a bebés más pequeños la próxima vez, y tratar de determinar a qué edad la señal aparece por primera vez. Los resultados podrían tener implicaciones en la expansión de nuestro conocimiento sobre lo que es la conciencia y como se desarrolla a nivel cerebral. “Sería estupendo si pudieras utilizar infantes para saber qué consciencia es porque aparece repentinamente a cierta edad,” dice Eliot.

Kouider dice que no le sorprende que la consciencia no este bien desarrollada en infantes como lo está en los adultos porque requiere de un interjuego entre la corteza prefrontal y las regiones sensoriales del cerebro (y durante los primeros tres años de vida, la conexión entre esas regiones no es muy robusta ya que la corteza prefrontal el cableado de esas conexiones se encuentra todavía en desarrollo). “Si no va a ser subliminal, tiene que involucrarse la corteza prefrontal,” dice él, “sabemos gracias a estudios anatómicos, que la corteza prefrontal está subdesarrollada hasta el segundo año de vida. No es inexistente, solo que no es totalmente funcional.”

La investigación también tiene implicaciones más prácticas. Idealmente, los estudios sobre infantes podrían permitir a los científicos trazar la trayectoria de cómo se genera la consciencia. “Puedes comenzar a usar el método muy temprano para, básicamente, intentar chequear si el desarrollo es normal o anormal,” dice Kouider. “Sabemos que los niños autistas pueden tener problemas para concientizarse sobre las caras y puedes imaginar estos métodos ayudando a diagnosticar tempranamente si alguien está reaccionando de manera normal a objetos o caras.”

Fuente: Healthland

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

La estimulación eléctrica cerebral podría mejorar tu desempeño en las matemáticas

  • 20/05/2013
  • David Aparicio

Un grupo de investigadores anunció el 16 de Mayo  en la revista Current Biology que se puede mejorar la habilidad en matemáticas si el cerebro recibe entrenamiento cognitivo y  estimulación eléctrica en un área específica.

Roi Cohen Kadosh, director de la investigación explicó lo siguiente:

“Con solo cinco días de entrenamiento cognitivo y no invasivo la estimulación indolora cerebral, hemos logrado  mejoras duraderas en las funciones cognitivas y cerebrales.”



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Aunque parezca increíble, las mejoras se mantuvieron constantes por un periodo de 6 meses luego del entrenamiento. Nadie sabe exactamente cómo funciona este relativamente nuevo método de estimulación, llamado estimulación transcraneal de ruido aleatoria (TRANS). Según los  investigadores, la evidencia sugiere que esta técnica permite que el cerebro funcione de manera más eficiente, por lo que las neuronas se disparan de forma más sincrónica.

Implicaciones

TRANS también tiene el potencial de ayudar a más personas debido a que ha demostrado que mejora la aritmética mental, es decir, la capacidad de sumar, restar o multiplicar una serie de números mentalmente. La aritmética es una tarea compleja y difícil con la que el 20% de la población lucha.

Cohen Kadosh sostiene que, con una mejor integración de las neurociencias y la educación, se podría ayudar a la humanidad a llevar nuestro potencial cognitivo y matemático más allá. También podría ser de gran ayuda para aquellos que sufren de una enfermedad neurodegenerativa, derrame cerebral o dificultades del aprendizaje.

“Las matemáticas son una facultad cognitiva altamente compleja que se basa en una variedad de capacidades diferentes. Si somos capaces de mejorar las matemáticas, podremos también ser capaces de mejorar las funciones cognitivas más simples.”

Fuente: Science

Sin categoría

(PDF) Autismo y lenguaje: aspectos moleculares

  • 20/05/2013
  • Equipo de Redacción

El autismo es un trastorno cognitivo que incluye entre sus síntomas distintivos un déficit en el componente pragmático del lenguaje. Sin embargo, parecen existir determinados subtipos en los que se advierten además otros déficit que afectan a los componentes fonológico, léxico, sintáctico y morfológico del lenguaje.

Desarrollo

Los análisis de ligamiento y de asociación encaminados a identificar los genes que constituyen factores causales o de riesgo para el trastorno han permitido caracterizar determinados loci que aparecen ligados o asociados de forma estadísticamente significativa con endofenotipos del autismo de carácter lingüístico.

Conclusiones

Los genes a los que apunta este tipo de análisis desempeñan diversos papeles biológicos, relacionados con el desarrollo y el funcionamiento del sistema nervioso. En determinadas ocasiones, los loci identificados coinciden con otros que se habían vinculado previamente con distintos trastornos del lenguaje (un caso paradigmático sería el de la región cromosómica 7q31 en relación con el trastorno específico del lenguaje), lo que sugiere que dichos trastornos y el autismo podrían compartir una base genética parcialmente común, que explicaría las semejanzas que se advierten entre ellos a nivel fenotípico.



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Fuente: Neurologia

  • Salud Mental y Tratamientos

El tiro por la culata: cuando controlar pensamientos y emociones resulta contraproducente

  • 19/05/2013
  • Fabián Maero

Más frecuentemente de lo que quisiéramos, los intentos de controlar algunos eventos de nuestra mente resultan en un tiro por la culata: todos conocemos la desesperante experiencia de acostarnos a dormir, sólo para encontrarnos a las dos de la mañana acostados en la cama con los ojos abiertos de par en par, pensando “tengo que dormirme”. Lo mismo nos suele suceder cuando queremos dejar de preocuparnos, concentrarnos en algo, quitarnos el mal humor, distraernos de un dolor físico, ser humildes, relajarnos, no ser prejuiciosos, etc.: una y otra vez nos encontramos haciendo exactamente aquello que intentábamos evitar.

La literatura que da cuenta de estos fenómenos los denomina “procesos irónicos” (Wegner, 1994). Básicamente, la teoría dice que los procesos que obstaculizan el control intencional de los estados mentales son inherentes a ese mismo control. Dicho de otro modo, los intentos de control de las experiencias internas están condenados a fallar precisamente por la manera en que funcionan, y  estos intentos de control no fallan de cualquier manera, sino generando exactamente lo opuesto a lo que se quiere controlar.

En palabras de Wegner: “no es sólo que cometemos errores, sino que una gran parte de ellos caen en una categoría especialmente grave: el error precisamente contra-intencional”. Es ese tipo de error que nos hace decir exactamente lo peor que podríamos decir en una situación social.



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Los errores suceden, pero es llamativo que este tipo de error suceda con tanta frecuencia. No sólo perdemos el control sobre lo que queremos decir o pensar, sino que surge su exacto opuesto (su “reverso irónico”, como lo llama Wegner). Hay muchos ejemplos de esto en la vida cotidiana: apenas se empieza con una dieta, no podemos evitar que nuestra mente se llene con pensamientos de comida; llamamos a nuestra nueva pareja con el nombre de nuestra pareja anterior, no podemos dormir cuando intentamos hacerlo, etc.

Para que surjan los procesos irónicos deben cumplirse una serie de condiciones previas:

  • La persona debe intentar activamente controlar el contenido; no basta con querer controlar, sino que se requiere un esfuerzo activo por controlar.
  • El contenido a controlar debe ser controlable en principio.  Esto excluye cosas como ser más creativo, ser más inteligente, ser más saludable.
  • Los procesos irónicos se hacen más visibles en cuanto aumenta el estrés al cual está sometida la persona. Cualquier estrés o carga mental extra aumenta la expresión de los procesos irónicos.
  • Los procesos irónicos se manifiestan más frecuentemente cuando el resultado que se busca es la ausencia en lugar de la presencia de un contenido mental: es más probable que surjan bajo un “no pienses en…”, que bajo un “pensá en…”. Dicho de otro modo, la aparición de procesos irónicos aumenta cuando el objetivo es suprimir un contenido interno y disminuyen cuando el objetivo es crear un contenido interno.

Ámbitos

A continuación revisaremos algunos ámbitos en los cuales se ha investigado y encontrado evidencia que sustenta la presencia y el funcionamiento de los procesos irónicos.

Supresión de pensamientos

La supresión de pensamientos es un ámbito conocido en cuanto a procesos irónicos. El juego de “no pienses en un elefante rosado”, es un buen ejemplo de esto. En investigación, el experimento clásico involucra intentar no pensar en un oso blanco (en referencia a una novela de Dostoievsky), y una y otra vez los resultados han sugerido que intentar suprimir un pensamiento es la mejor manera de que este pensamiento regrese una y otra y otra vez.

Otro experimento en el ámbito de supresión de pensamientos involucró pedir a los sujetos respuestas que no tuvieran nada que ver con una palabra (“casa”), al presentárseles determinadas palabras-estímulo. Algunas de estas palabras-estímulo eran más cercanas semánticamente al pensamiento a suprimir (por ejemplo, “hogar”), mientras que otras eran más neutrales (por ejemplo “adulto”), y frente a cada una de ellas, los sujetos debían responder con cualquier palabra, excepto “casa”. Un grupo de sujetos pudo responder contando con bastante tiempo, mientras que otro grupo de sujetos tuvo que responder rápidamente una vez presentada la palabra estímulo. Como era de esperar, los sujetos que debían responder con rapidez tendieron a decir la palabra que estaban tratando de suprimir (“casa”), con mayor frecuencia. Como decíamos antes, cualquier tipo de presión (en este caso, el tiempo), hace que se acentúen los procesos irónicos.

Este y otros experimentos similares apuntan a lo mismo: precisamente aquello que no querríamos decir o pensar aparece cuando estamos distraídos o estresados. Los llamados “lapsus freudianos” que involucran precisamente lo que menos se querría decir en una situación son más reveladores del mecanismo de los procesos irónicos que de una intención inconciente o un auto-sabotaje.

Concentración

La capacidad de concentrarse es otro típico dominio de los procesos irónicos. Bajo condiciones de estrés o sobrecarga, terminamos no solo distrayéndonos sino enfocándonos involuntariamente en cualquier cosa salvo aquello en que querríamos concentrarnos.

En un experimento, se les pidió a un número de sujetos que vieran un mapa de África que contenía los nombres de 40 ciudades poco conocidas y se les dio la instrucción de recordar los nombres de 20 de esas ciudades, que estaban resaltadas en amarillo en el mapa, y se les dijo que luego deberían recordarlas para un examen. No era necesario recordar los nombres de las otras 20 ciudades.

Para testear el efecto del stress mental sobre la concentración, a la mitad de los sujetos se les pidió además recordar un número de nueve dígitos mientras estudiaban el mapa, mientras que la otra mitad no recibió ninguna tarea extra.

Previsiblemente, los sujetos sometidos a una carga mental extra recordaron menos los nombres de las ciudades señaladas… pero, curiosamente, recordaron más las ciudades que no estaban destacadas, las ciudades que no era necesario recordar, es decir, terminaron memorizando precisamente aquello que los distraía.

Estados de ánimo

Las personas intentan controlar sus estados de ánimo, y hasta cierto punto, con ciertas limitaciones, esto es alcanzable. Pero,¿ qué pasa cuando se agrega presión a la tarea de controlar las emociones?

Un experimento similar al último citado, pero orientado a estados de ánimo (felicidad y tristeza), fue llevado a cabo. El resultado fue similar y consistente: cuando no estamos bajo ninguna presión, podemos relativamente controlar nuestros estados de ánimo, generando o evitando tristeza o felicidad. Pero cuando se agrega algún tipo de estrés o presión se invierten las tornas, y terminamos experimentando justamente lo opuesto de lo que querríamos experimentar. Esto es especialmente así cuando lo que estamos intentando es suprimir un estado de ánimo. Curiosamente, el contenido del estado de ánimo es irrelevante: la tarea “no sentir tristeza”, y la tarea “no sentir felicidad”, generan resultados irónicos equivalentes cuando estamos bajo presión.

Relajación

La relajación es un estado muy deseado hoy en día. Televisión, radio, gurúes y demás nos comunican que la relajación es deseable. “Relajáte”, le decimos a alguien que está nervioso por un examen. “Necesito relajarme”, es una frase repetida por las personas que experimentan estrés o ansiedad. Ahora bien, ¿qué tanto funciona esto de relajarse voluntariamente?

En un experimento (Adler et al, 1987), se trabajó con personas que sufrían ataques de pánico, y se les pidió que escucharan una de dos grabaciones de audio: una grabación con una serie de instrucciones de relajación, o bien una grabación del relato de una novela popular. A esta altura del artículo no debería ser sorprendente para nosotros enterarnos de lo siguiente: el grupo que escuchó el audio de relajación experimentó síntomas más severos de pánico, y ritmo cardíaco más elevado que el grupo que escuchó la novela…  Dicho sea de paso, ese es el motivo por el cual trabajar con relajación está contraindicado en la terapia de las personas con trastorno de pánico.

En otro experimento (Wegner et al, 1993), se trabajó con un método popular en terapia cognitivo conductual, llamado “relajación muscular progresiva” (RMP), en el cual alternativamente se tensan y relajan los principales grupos musculares. Nuevamente, nos encontramos con el mismo resultado: sin presión extra, los sujetos fueron capaces de relajarse siguiendo las instrucciones de RMP, pero al agregar estrés (por ejemplo, pidiéndoles que recuerden un número largo a la vez que siguen las instrucciones de RMP), los sujetos no sólo no se relajaron, sino que su tensión aumentó.

Dolor

También el dolor es uno de los ámbitos en que se ha estudiado los procesos irónicos. Aquí los resultados son un tanto más complejos: las investigaciones sugieren que distraerse del dolor funciona mejor para dolores agudos pero no para dolores persistentes, mientras que la atención dirigida al dolor funciona mejor para los dolores persistentes (Cioffi, 1993).  La próxima vez que vayan al dentista quizá quieran distraerse durante los procedimientos, pero si están experimentando un dolor de muelas persistente, intentar distraerse de eso puede generar mayores niveles de dolor.

Sueño y vigilia

Como decíamos al inicio de este artículo, un fenómeno que todos hemos experimentado es el siguiente: mañana tenemos un gran día por delante, ya sea un viaje, un examen o cualquier otro evento importante, y necesitamos descansar, queremos descansar lo antes posible. Esa noche, a las tres de la mañana, estamos más despiertos y alertas que cualquier otro día, maldiciendo por lo bajo e intentando lograr al menos un par de horas de sueño.

Quizá haya un consuelo en saber que no estamos solos en esto: Gross y Borkovec (1982), encontraron que instrucciones dirigidas a dormirse cuanto antes hacen que los sujetos tarden más en dormirse, hallazgo replicado por Wegner y sus colaboradores (1993). El fenómeno inverso también ha sido observado: indicar a las personas con insomnio que permanezcan despiertas puede ayudarlas a dormir (Ascher y Efran, 1978), y tampoco es desconocido para nosotros el fenómeno de empezar a cabecear o quedarnos dormidos cuando estamos prestando atención a algo importante (como por ejemplo, la lectura de este artículo), aunque aún hay poca investigación sobre el particular.

Estos son los principales, pero no los únicos ámbitos en que se han estudiado estos fenómenos. Otras áreas en que se han estudiado los procesos irónicos incluyen las creencias, la presentación de sí mismo, los prejuicios y ciertas formas de control motriz. Pero los que citamos aquí son los más tienen más peso cuando hablamos de tratamientos psicológicos, y por ello discutiremos brevemente el peso clínico que tienen los procesos irónicos.

Implicaciones clínicas

Por lo que hemos visto hasta aquí, las investigaciones sugieren que los intentos de suprimir pensamientos, de concentrarse, de controlar el estado de ánimo, de dormir, de relajarse, etc., no solo pueden fallar, sino que, cuando se añade presión o estrés a la tarea, pueden producir efectos diametralmente opuestos a los deseados.

Si consideramos los diagnósticos más frecuentes en la clínica, veremos que muchos de ellos involucran intentos de controlar de alguna manera contenidos internos: el trastorno de ansiedad generalizada se define por la incapacidad de controlar la preocupación, las personas con trastorno obsesivo compulsivo sufren de pensamientos indeseados persistentes, las personas con diagnóstico de estrés postraumático intentan no recordar el evento traumático y controlar su malestar, etc. A tal punto está presente este fenómeno en la psicopatología que ha recibido nombre propio: evitación experiencial (Hayes et al, 1996), definida como intentos de controlar o reducir contenidos internos (emociones, pensamientos, recuerdos, sensaciones, impulsos de acción), o las situaciones que los disparan. Un gran número de investigaciones ha encontrado que la evitación experiencial funciona como mediador en gran parte de los trastornos psicológicos más habituales en la clínica.

La literatura sobre los procesos irónicos y su equivalente psicopatológico, la evitación experiencial, sugiere consistentemente que tenemos menos control sobre nuestros estados internos justamente cuando más lo necesitaríamos. Podemos controlar nuestra preocupación cuando es poco importante, pero cuando el tema de la preocupación es vital o cuando la preocupación en sí se transforma en una carga, intentar no preocuparse puede disparar justamente el efecto contrario. Intentar no experimentar una emoción, como por ejemplo celos, puede ser posible mientras no haya perturbación extra y los celos no sean tan intensos, pero cuando estamos estresados, o si los celos mismos son lo suficientemente intensos, intentar controlarlos puede provocar una escalada. Para las personas que llegan a terapia (cosa que suele suceder cuando el malestar es significativamente alto y cuando han fallado las estrategias habituales), ofrecer más estrategias de control y reducción del malestar quizá no sea la mejor alternativa. Pero si los procesos irónicos están firmemente establecidos, tampoco resulta útil ignorarlos o hablar de otro tema, ya que esto podría empeorar la situación.

En los últimos años, consistentemente con estas investigaciones, ha surgido un número de terapias que no emplean estrategias de control, sino de aceptación para lidiar con los trastornos que surgen como consecuencia del fallo de las estrategias de control. Estas terapias (llamadas “terapias de tercera ola”), no ponen el foco del tratamiento en la reducción de los síntomas, sino más bien en la ampliación del repertorio conductual, en enriquecer la calidad de vida, permitiendo así reducir la energía y el tiempo dedicado al control de las experiencias internas y redirigirlos hacia objetivos vitales importantes, más amplios. Además de esto, se enseñan y practican nuevas habilidades para lidiar con las experiencias internas, habilidades que reemplacen los intentos inefectivos de control.

Dentro de estas terapias encontramos ACT (terapia de aceptación y compromiso), DBT (Terapia dialéctico conductual), MBCT (terapia cognitiva basada en mindfulness), Activación conductual, entre muchas otras. Una tendencia que puede parecer paradójica en la eficacia de algunos de estos modelos basados en aceptación es que parecen funcionar mejor con los pacientes que experimentan mayores niveles de malestar. Pero a la luz de las investigaciones aquí revisadas, quizá no sea tan paradójico esto: los intentos de control de las experiencias internas fallan espectacularmente cuanto mayor es el nivel de estrés.

A la luz de esto, encontramos una nueva sabiduría en este extracto de la conocida “plegaria de la serenidad”

concédeme la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar,

el valor para cambiar las cosas que puedo cambiar,

y la sabiduría para conocer la diferencia.

De acuerdo con lo que hemos estado viendo, las cosas que no podemos cambiar (al menos, no de manera muy efectiva), incluyen los estados internos, emociones, recuerdos, pensamientos,etc., mientras que las cosas que sí podemos cambiar son nuestras acciones. Quizá, al disminuir el control que aplicamos sobre nuestras emociones y pensamientos, podamos hacer espacio para ganar en el control de nuestras acciones.

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