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Publicaciones por mes

julio 2013

43 Publicaciones
  • Ciencia y Evidencia en Psicología

El bullying y las redes sociales

  • 02/07/2013
  • Maria Fernanda Alonso

Actualmente somos testigos de la expansión del uso de las distintas redes sociales, como Facebook y Twitter. Incluso resulta extraño que un adolescente diga que no posee una cuenta en facebook, y es que estos portales se han convertido en herramientas eficaces para contactar y mantener el contacto con familiares, amigos y conocidos, así como para informarse constantemente de los acontecimientos de sus vidas. Pero por estas mismas características, esta herramienta también puede usarse con fines dañinos: en su libro «Sticks and Stones» (Palos y Piedras), Emily Bazelon, editora de la revista online Slate, argumenta que Internet y los medios sociales hacen que el bullying adolescente sea más cruel y difícil de controlar.

En una entrevista con el New York Times, Bazelon reconoce el difícil papel de los padres en la conducción del bullying: «Obviamente es un gran desafío para los padres, la búsqueda del equilibrio se balancea entre la protección de los niños y esperar que ellos sean un poco más fuertes, y que aprendan a defenderse por sí mismos. Empieza con la idea básica de que uno tiene que conocer a su hijo y saber de lo que son capaces, y darles espacio para que hagan lo que pueden hacer – no interferir, como si fuera un acto reflejo, cada vez que hay un problema. Creo que eso construye cierta resiliencia», dice ella.

Bazelon reconoce el difícil papel de los padres en la conducción del bullying



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Enseñar a los niños cómo vivir de manera segura en las redes sociales es importante, así como permitirles que experimenten algunas de las partes dolorosas de crecer; por otro lado, ya hemos escrito sobre el aumento en las probabilidades de autolesionarse durante la adolescencia cuando se es víctima de bullying en la infancia, así como  de sus repercusiones en la salud a largo plazo, además, una investigación muestra que los efectos del bullying son de larga duración, e incluso pueden dar lugar a problemas psiquiátricos en la edad adulta. Las personas que reportaron haber participado en actos de acoso escolar experimentaron ansiedad, depresión y abuso de drogas y alcohol o adicción en la edad adulta.

Al discutir el estudio, el autor del mismo, William Copeland de Duke University Medical Center en Durham, Carolina del Norte dijo: «El acoso escolar no es sólo una parte de la niñez, o algún tipo de actividad inocua entre pares. En realidad es algo que tiene efectos muy perjudiciales, y muy duraderos… Lo que este estudio realmente sugiere es que lo que pasa en la escuela y lo que sucede entre los compañeros, puede ser tan importante en la comprensión de su función a largo plazo, como lo que pasa en casa. En la infancia, cuando los niños están en la escuela, pasan mucho más tiempo con sus pares que con sus padres, así que no debemos estar tan sorprendidos por esto. Cuando vemos niños que tienen problemas, tendemos a preguntar acerca de cómo están yendo las cosas en casa y no tendemos a preguntarles cómo se están llevando con sus compañeros y si es que son víctimas de acoso escolar. Creo que tenemos que repensar eso un poco».

La era digital ha hecho que hoy sea mucho más
difícil para los niños escapar de sus atormentadores. 

Incluso los matones o bullies pueden verse afectadas negativamente, dice Copeland, con tasas más altas de trastornos de personalidad antisocial.Belinda Luscombe escribió sobre la ansiedad que le producía el sospechar que su hijo era un bully: Desde que Jamal alcanzó la fase de burla de las iniciativas anti-bullying, está claro que ha escuchado sobre el tema más de una vez. Como la mayoría de los niños, él sabe que no está bien ser un matón, al igual que sabemos que es no es bueno comer donas en el desayuno. Sin embargo, bajo ciertas circunstancias, todavía lo hacemos. Los niños cambian posiciones, a veces por decisión propia, a veces, para evitar ser ellos mismos las víctimas. Al final, las lecciones que tratamos de enseñar a los niños no son tan poderosas como aquellas que aprenden ellos mismos.

Como Bazelon subraya en su libro, la era digital ha hecho que hoy sea mucho más difícil para los niños escapar de sus atormentadores, lo cual es una gran diferencia de la época cuando ella fue víctima de bullying, en su adolescencia, ya que realmente puede hacer que la intimidación se sufra 24 horas por día, 7 días a la semana. «Cuando llegaba a casa de la escuela, tenía un descanso. No tenía que lidiar con directamente, y podía recomponerme en la tarde y la noche. Mientras que ahora cuando llegas a casa, si eres una víctima de acoso escolar, es muy probable que veas que esto continúa en las redes sociales o a través de mensajes de texto», como sucedió en el famoso caso de Amanda Todd.

Sobre la capacidad de los adolescentes para la empatía, dijo: «Queremos pensar que la empatía es una cualidad natural que todos tenemos, y de hecho, casi todo el mundo es capaz de empatizar. Pero hay momentos en la adolescencia, donde los niños congelan estos sentimientos. Pasé un montón de tiempo con algunos de los chicas que acosaban a Monique , y en momentos me heló escuchar cuán desdeñosamente hablaban de ella. Pero en otros momentos de reflexión, decían cosas como, ‘sabes, veo que ella está caminando por el pasillo con la cabeza colgando hacia abajo y realmente no tiene tantos amigos como solía tener’. Así que no es que eran incapaces de empatía, sino que estaban en una cultura en la que se les animaba a ser crueles con otro niño para mejorar su propia situación en lugar de realmente dejar que sus sentimientos de empatía por ella tuvieran una salida.»

Bazelon también cubre los problemas que encuentran los padres al tratar de comprender el rol activo y potencialmente peligroso de las tecnologías en la vida diaria de los niños, y las dificultades que tienen las escuelas en la determinación de su responsabilidad en la vida online de sus estudiantes: «No hacemos a las escuelas responsables por todas las cosas que hacen los niños en el cine o en la playa o caminando por la calle, y sin embargo, si hay tratos crueles en Facebook o Twitter o un montón de mensajes de texto hostigantes, es muy típico que los padres los lleven a la escuela y pidan ayuda ya que, naturalmente, al sentir que es entre los estudiantes, la escuela debe tener un cierto papel. Creo que es evidente que las escuelas pueden ayudar a los niños y los padres a hablar para atravesar estas situaciones. Lo que creo que es mucho más difícil es   si realmente pueden asumir el papel de castigadores, y ¿son las escuelas realmente creadas para vigilar estos comportamientos?¿queremos realmente que jueguen ese papel?»

Tome interés en el comportamiento online de sus hijos.

Algunos consejos esenciales para padres para lidiar con el acoso cibernético surgidos de una entrevista de TIME con los expertos Elizabeth Englander, autora de Understanding Violence (Comprendiendo la violencia), y Jonathan Singer de la Escuela de Trabajo Social de la Universidad de Temple:

Asegúrese de que sus hijos sepan que el acoso cibernético esta mal.Tome interés en el comportamiento online de sus hijos. Los niños tienden a pensar que sus padres no saben o no se preocupan por sus vidas online.Hable con ellos sobre las nuevas tecnologías (sugerido por Psyciencia).Verifique las políticas de la escuela sobre el ciberbullying. Si la hay, discútala con sus hijos.Establezca directrices sobre el uso de teléfonos celulares.

Ayude a sus hijos a responder apropiadamente si son molestados mediante ciberbullying. Hable con ellos acerca de lo que pasó y cómo se sienten por ello. Reporte el abuso en la página web en la que se produjo, y reporte la intimidación a los administradores de la escuela y pídales que presten atención a sus hijos.

Fuentes: Healthland.time.com; Npr.org
Imagen:  AMELIA SPEED en Flickr

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

12 Ejercicios de Mindful Parenting (ser padres con conciencia plena)

  • 01/07/2013
  • Paula José Quintero

Para quienes tienen hijos, imperdible. 12 Ejercicios de Mindful Parenting (ser padres con conciencia plena), de Jon y Myla Kabat-Zinn:

  1. Intentá imaginar el mundo desde la perspectiva de tu hijo, dejando intencionalmente tu propio punto de vista. Hace ésto todos los días, al menos por un momento, para recordar quién es tu hijo y qué es lo que tiene que enfrentar en este mundo.

Practicá ver a tu hijo como “perfecto” tal y como es

  1. Imaginá cómo te presentás como su padre o madre desde el punto de vista de tu hijo, cómo te ve y te escucha tu hijo, cómo es tenerte como padre/madre hoy, en este momento. Pensá cómo ésto puede modificar la manera en que movés tu cuerpo y cómo te manejás en el espacio, la manera en que hablás y lo que decís. Pensá: ¿cómo querés relacionarte con tu hijo en este momento?

  2. Practicá ver a tu hijo como “perfecto” tal y como es. Fijate si podés ejercitar la conciencia plena acerca de su “soberanía” momento a momento, y trabajar en aceptarlo tal como es, aún cuando es difícil para vos hacer ésto.

  3. Sé plenamente conciente de tus expectativas para con tu hijo y considerá si son reales y si son verdaderamente lo mejor para él. También sé conciente de cómo comunicás tus expectativas y cómo ésto afecta a tu hijo.

  4. Practicá altruismo: poné las necesidades de tu hijo por encima de las tuyas cuando sea posible. Luego fijate si hay una misma base que haga que estas necesidades puedan encontrarse. Podés llegar a sorprenderte de cuánto son posibles de superponerse, especialmente si sos paciente y buscás un equilibrio en este sentido.

  5. Cuando te sientas perdido/a, recordá por un momento quedarte quieto/a y meditar para traer atención plena a la situación, a tu hijo, a vos mismo, a la familia. Al hacerlo, tratá de ir más allá del pensamiento, aún del pensamiento positivo, e intentá percibir intuitivamente con todo tu ser qué es lo que se necesita hacer. Si eso no se aclara en ningún momento, quizás lo mejor sea no hacer nada hasta que esto empiece a aclararse. A veces es bueno permanecer en silencio.



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Practicá la posibilidad de ver que cualquier cosa que pase es “trabajable”

  1. Intentá llevar a cabo con tu cuerpo, una presencia silenciosa. A través de prácticas formales e informales de conciencia plena podrás desarrollar esto, si prestás atención en cómo llevás tu propio ser, cómo proyectás tu cuerpo, tu mente y tu discurso. Escuchá cuidadosamente.

  2. Aprendé a vivir la tensión sin perder tu propio equilibrio. En la tradición Zen y en el arte de tiro al blanco, Herrigel describe cómo fue instruido para permanecer en el punto de mayor tensión sin disparar la flecha. En el momento correcto, la flecha misteriosamente se dispara sola. Ejercitá, a pesar de que pueda resultarte difícil, la posibilidad de permanecer un momento sin intentar cambiar nada y sin esperar que ocurra un resultado en particular. Simplemente trae toda tu conciencia y presencia a este momento presente. Practicá la posibilidad de ver que cualquier cosa que pase es “trabajable” si estás dispuesto a confiar en tu propia intuición. Tu hijo te necesita como su centro de equilibrio y confianza, una rama confiable donde apoyarse dentro de su propio paisaje. La flecha y el blanco se necesitan mutuamente. Podrán encontrarse de la mejor manera a través de una sabia atención y paciencia.

  3. Discúlpate con tu hijo cada vez que hayas traicionado su confianza, aunque sea que lo hayas hecho sólo un poco. Las disculpas auténticas son sanadoras. Una disculpa auténtica demuestra que has pensado acerca de una situación que pasó y que has visto lo sucedido más claramente o, quizás, más desde la perspectiva de tu hijo. Pero sé consciente de no pedir disculpas con demasiada frecuencia. Pierde sentido si estas pidiendo disculpas todo el tiempo, haciendo del arrepentimiento un hábito. De esta manera, se convierte en una manera de no hacerte responsable de tus propios actos.

  4. Todos los niños son especiales y cada niño tiene necesidades especiales. Cada uno ve el mundo de una manera única y particular. Sostené una imagen de cada uno de tus hijos en tu corazón. Bebé en su salud, deseándoles bienestar.

Discúlpate con tu hijo cada vez que hayas traicionado su confianza

  1. Hay momentos importantes en donde necesitamos ser claros, fuertes y unívocos con nuestros hijos. Permitamos que esto provenga de la mayor conciencia, generosidad y discernimiento posible, más que del miedo, la hipocresía y del deseo de control. El ser padres con conciencia plena no significa ser hiper-indulgente, negligente o débil; tampoco significa ser rígido, dominante y controlador.

  2. El mejor regalo que le podés dar a tu hijo es tu propio ser. Esto significa que parte de tu trabajo como padre es crecer en auto-conocimiento y auto-conciencia. Este trabajo constante puede ser promovido al hacerse un tiempo para la contemplación silenciosa de la manera en que te resulte adecuada. Sólo tenemos el presente.

Artìculo Traducido por: Corrine Stoewsand

Imagen:  lorenkerns en Flickr

  • Salud Mental y Tratamientos

La diferencia entre la Terapia Cognitivo Conductual y el enfoque cognitivo puro

  • 01/07/2013
  • CETECIC

Artículo previamente publicado en la revista del Centro de Terapia Cognitivo Conductual y Ciencias del Comportamiento (CETECIC), el cual brinda cursos especializados a distancia y presenciales desde la TCC. 

Nos gusta definir a la Terapia Cognitivo Conductual no como una teoría o una escuela psicológica, sino como un enfoque cuya unidad se halla dada por una metodología en la obtención del conocimiento. En otras palabras, se trata “sencillamente” de la aplicación clínica de los conocimientos de la Psicología y ciencias relacionadas a la solución de los problemas humanos; aclaramos clínica, porque esos mismos principios se utilizan en ámbitos tan variados como la educación, el trabajo, la publicidad, por sólo mencionar los más conocidos. No obstante, se escucha hablar frecuentemente de la Terapia Cognitiva, sin el agregado de la palabra Conductual. Pues bien, ¿por qué? ¿Indica esto una diferencia real en cuanto a las prácticas o se trata sólo de una manera de expresarse, digamos, para ahorrar palabras? Y si hay diferencias, ¿en qué consisten?

Empecemos por los orígenes, hagamos un poco de historia. Podríamos diagramar el desarrollo de la Terapia Cognitivo Conductual en tres etapas. La primera de ellas se desarrolla entre los años 1950 y 1970 de manera paralela pero independiente en Inglaterra y Estados Unidos. Este período se halla signado por un fuerte auge de la teoría del aprendizaje fruto de la investigación básica en laboratorio.



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Por un lado, los psicólogos británicos dedicaron sus esfuerzos especialmente a los desórdenes de ansiedad, apoyando sus intervenciones en la teoría del condicionamiento clásico propuesta por Pavlov. En esta línea se destacan claramente los trabajos de Hans Eysenck y Joseph Wolpe.

Por otra parte, en Norteamérica, los psicólogos se orientaron predominantemente al tratamiento de pacientes institucionalizados y crónicos, fundamentalmente psicóticos con elevado grado de deterioro. En este último caso, la teoría del condicionamiento operante propuesta por Skinner dio el marco de referencia.

La Terapia Cognitiva de Beck selló su éxito en la historia de la Psicología con el tratamiento de la depresión[

Más allá de estas diferencias, ambas líneas de trabajo se manejaron con escasa teorización y excesivo empirismo, poniendo su énfasis en el comportamiento. Este último era considerado el producto de los eventos ambientales, experiencias de aprendizaje formadas casi exclusivamente a través del condicionamiento. Este enfoque que otorgaba escasa importancia a los fenómenos mentales o cognitivos representa históricamente la arista conductual de la actual Terapia Cognitivo Conductual.

En fotografia: Aaron Beck

La insuficiente teorización del anterior modelo sumada a su dificultad para dar solución a algunos desórdenes psicológicos son elementos claves en el surgimiento de las Terapias Cognitivas, que inauguran el segundo período en el desarrollo. A mediados de la década del 60, Aaron Beck y Albert Ellis comparten la visión de que la mayor parte de los desórdenes psicológicos nacen por cogniciones incorrectas y / o un procesamiento cognitivo defectuoso.

Coherentemente con lo anterior, proponen que el “remedio” para tales desórdenes consiste en la corrección de los procesos cognitivos defectuosos y en el reemplazo de las ideas incorrectas y disfuncionales por otras más realistas, adaptativas y funcionales. Definitivamente, la Terapia Cognitiva de Beck selló su éxito en la historia de la Psicología con el tratamiento de la depresión. El nuevo enfoque enriqueció sustancialmente a las estrategias terapéuticas derivadas de las teorías del condicionamiento que no habían logrado respuestas totalmente satisfactorias para el desorden mencionado.

Hacia finales de la década del 80, el desarrollo exitoso del tratamiento para el desorden por pánico establece el vínculo de las dos corrientes mencionadas en un sistema de trabajo más amplio, inaugurando así la tercera etapa del desarrollo de la Terapia Cognitivo Conductual, que continúa hasta nuestros días.

De este modo, el enfoque de la Terapia Cognitiva, el enfoque cognitivo más puro, se refiere a un sistema de trabajo terapéutico basado fundamentalmente en el rol que las cogniciones y los procesos cognitivos juegan en generación de las emociones. Se sostiene que el cambio en los pensamientos y en los sistemas de procesamiento conducirán a cambios emocionales y comportamentales. En esta línea se ubican las técnicas terapéuticas: identificación, discusión y puesta a prueba de pensamientos automáticos; identificación, análisis y cambio de creencias y supuestos básicos; modificación de esquemas disfuncionales de procesamiento.

Todos estos procedimientos se hallan orientados al proceso de reestructuración cognitiva, su fin consiste en rediseñar, remodelar, cambiar el sistema de pensamientos, ideas, creencias que presenta el paciente a fin de transformarlas en más racionales, más realistas, más funcionales.

Chapter on REBT albert Ellis photo
En fotografía: Albert Ellis

En comparación con lo anterior, el enfoque conductual se fundamenta en la concepción de que el comportamiento en general y los desordenes emocionales en particular, responden a contingencias ambientales de acuerdo con las leyes del condicionamiento. Así, las técnicas derivadas proponen un cambio comportamental basado en la creación de nuevas conexiones de estímulos y respuestas que reemplacen a las viejas y menos funcionales asociaciones.

Se acepta ampliamente que existen desórdenes psicológicos para cuyo tratamiento no se puede prescindir de las técnicas conductuales

Esto se logra a través de una manipulación sistemática y cuidadosamente planificada de las contingencias ambientales, tal como cuando para ayudar a una persona a superar sus miedos, ordenamos los estímulos provocadores de ansiedad y los presentamos gradualmente mientras ella se relaja. Buscamos así crear una nueva asociación entre el evento disparador de ansiedad y la respuesta de relajación.

Hoy, más allá de los avances en el terreno cognoscitivo, se acepta ampliamente que existen desórdenes psicológicos para cuyo tratamiento no se puede prescindir de las técnicas conductuales. Tal es el caso de los hábitos nerviosos (tricotilomanía, tartamudez), desórdenes del control de impulsos, adicciones, depresiones graves o problemas de aprendizaje. Baste sólo para ilustrar, en el tratamiento de la agorafobia la terapia de exposición con prevención de la respuesta, una técnica eminentemente comportamental, constituye la opción más efectiva.

No obstante los orígenes relativamente independientes de ambas líneas de trabajo, en la actualidad la mayoría de los psicólogos dedicados a la práctica clínica aceptan que la integración de ambos paradigmas conduce a la mayor eficiencia terapéutica. De hecho, encuestas realizada a psicólogos clínicos en distintas ciudades europeas y norteamericanas, revelan que el 80 % de los profesionales declaran poseer una orientación cognitivo conductual, un 10 % sólo cognitiva mientras que el 10 % restante abarca a todas las otras formas de práctica clínica que hoy existen en Psicología. Por supuesto, estas cifras no tienen absolutamente ningún tipo de reflejo en la práctica clínica de los psicólogos argentinos… ¿verdad?

Por: Lic. Ariel Minici, Lic. José Dahab y Lic. Carmela Rivadeneira

Imagen:  falequin en Flickr

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