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Publicaciones por mes

noviembre 2016

79 Publicaciones
Sin categoría

Ejercicio de respiración para ganarle al insomnio (Vídeo)

  • David Aparicio
  • 02/11/2016

Te despiertas en medio de la noche sin poder dormir. Intentas de todo, pero al final sigues dando vueltas en la cama, más despierto que nunca, enojado y frustrado porque sabes que no tendrás las energías que necesitas para afrontar el día que está por venir.

Para ayudarte con el molesto insomnio el Dr. Erich P. Voight, director de la división de Otorrinolaringología de la Universidad de Nueva York, preparó un breve pero muy útil vídeo que nos enseña un ejercicio de respiración profunda con ritmo lento para ayudar a que nuestro sistema parasimpático pueda liberar las hormonas necesarias que facilitan que volvamos al sueño.

Los ejercicios que presenta Voight no son nuevos. Pero el vídeo está preparado para que absorbamos rápidamente la información y además nos ayuda a que evitemos usar el celular o cualquier dispositivo que empeoran el insomnio.

Fuente: Gizmodo

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  • Salud Mental y Tratamientos

Curso online: Abordaje psicológico del Asperger Intervención Terapéutica y Escolar

  • David Aparicio
  • 02/11/2016

La Asociación para el Avance de la Ciencia Psicológica (AACP),es una de las instituciones científicas que está revolucionando el campo de la investigación y la educación presencial y a distancia en latinoamérica. Sus propuestas educativas nutren de conocimiento a los psicólogos que están deseosos por aprender sobre los tratamientos psicológicos basados en la evidencia, que permitan ofrecer respuestas a las necesidades de los pacientes de hoy en día.

Su propuesta educativa es una de las más innovadoras de la región. Con sus cursos aprenderás sobre nuevas áreas de trabajo de la psicología y con el aval científico de siempre.

En esta ocasión te presentan dos cursos online especializados en Abordaje psicológico del Asperger Intervención Terapéutica y Escolar. 

Los cursos inician el 19 de noviembre y tienen un descuento del 50%. Todos son dictados por especialistas en cada área y en cada uno de ellos recibirás clases audiovisuales, material de lectura, participarás de foros de discusión y en ejercicios prácticos. Al finalizar el curso recibirás un certificado emitido por la Asociación para el Avance de la Ciencia Psicológica.

Detalles del curso de Asperger

Inicio
21 de noviembre

Duración
2 meses (4 clases)

Clase 1
TRATAMIENTO: EMOCIONES-COGNICIÓN-CONDUCTA
Tríada cognitiva: su análisis como motor de cambio. Estrategias terapéuticas y cambio.

Clase 2
COMUNICACIÓN. HABILIDADES SOCIALES
Definición y análisis de las modalidades de comunicación y relación social. Estrategias terapéuticas en comunicación y socialidad.

Clase 3
INTERESES RESTRINGIDOS. CARACTERÍSTICAS SENSORIALES
Abordaje terapéutico: aceptación y cambio. Manejo de las conductas repetitivas.

Clase 4
INTERVENCIONES TERAPÉUTICAS EN CONTEXTOS NATURALES
Intervención familiar: padres y hermanos. Intervención escolar: docentes y pares.

Certificación
Se entregan certificados de aprobación de 16 hs.

Costos
El curso tiene un costo de 240 dólares o 2400 pesos argentinos, pero los lectores de Psyciencia podrán inscribirse con un descuento exclusivo de 50%.

Para mayor información ingresa aquí.

Agradecemos a la AACP por ser nuestro sponsor de esta semana. 

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  • Artículos Recomendados de la Web

Los niños también mueren – New York Times

  • Alejandra Alonso
  • 02/11/2016

Cuando pensamos en la muerte, difícilmente la relacionamos con niños, ellos recién están empezando su camino por la vida. Pero lo cierto es que en cualquier momento, en cualquier lugar, a cualquier persona, de cualquier edad, le puede pasar.

La muerte de un hijo implica un dolor que yo no puedo ni imaginar, se que la muerte de cualquier ser humano es una pérdida irreparable y se que duele mucho, pero no soy madre. Este es un tema muy difícil y delicado que deja una marca permanente en los padres del niño.

El New York Times publicó hace unos días un artículo muy valioso para comprender un poco mejor a las personas que pasan por esto. En el mismo, Jayson Greene se atreve a hablar de la muerte de su hijita Greta y va aún más allá y escribe cómo, luego de esto tan terrible que les pasó, el y su esposa tuvieron otro hijo, su segundo hijo.

Mi esposa y yo somos jóvenes todavía. Con el nacimiento de nuestro hijo, nos hemos comprometido con otro ciclo aquí en la tierra. Mi hijo tendrá siempre una hermana muerta; cuando yo tenga 50 años, mi corazón dolerá igual que ahora. Los niños están muertos de modo distinto a los adultos, y en mañanas difíciles, con la luz incorrecta, todo desde aquí parece cenizas.

Greene escribe sobre cómo se siente ser padre luego de haber perdido un hijo, su relación con su hijo más pequeño, su perspectiva sobre la vida, sus miedos…

No creo que nada malo le pase mientras sea un bebé. Tiene sentido: nada malo le pasó a Greta cuando lo era. No me levanto a media noche para revisarlo. Ni siquiera me inmuto cuando se lo paso a otros y los veo tratar de controlar con torpeza su cuello sin fuerza.

Sin embargo, una parte de mi está segura de que morirá cuando cumpla dos años. La evidencia está toda a mi favor: 100 por ciento de mis hijos han enfrentado este destino. Incluso mientras cargo a mi bebé por el mundo —este atiborrado, clamoroso y sucio mundo— contengo el aliento, y no respiraré hasta que mi hijo cumpla exactamente un día más que Greta.

Por el relato de su experiencia y el valor para escribir sobre ello tan honestamente, lo compartimos con ustedes.

Lee el artículo completo en español en The New York Times.

 

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  • Ciencia y Evidencia en Psicología

El chip cerebral que le devolvió el tacto a una persona tetrapléjica

  • David Aparicio
  • 02/11/2016
Chip cerebral

En el año 2004 Nathan Copeland con sólo 18 años sufrió un grave accidente de tráfico que lo dejó tetraplejico e insensible del torso hacia abajo y con poca movilidad en sus brazos. Parecía que Copeland tendría que vivir el resto de su vida sin volver a sentir a través de su cuerpo. Pero hoy, Copeland puede experimentar las sensaciones del tacto gracias al desarrollo de las neurociencias y un chip cerebral implantado en su cerebro.

Copeland fue sometido a una cirugía cerebral denominada estimulación intracortial y que consiste en implantar una placa de 32 electrodos en el corte somatosensorial –área encargada del tacto– y se le administraron descargas eléctricas de distinta intensidad y amplitud para probar qué neuronas se activaban.

Terminada esa parte, los investigadores realizaron el proceso inverso: conectaron electrodos que iban del cerebro de Copeland a un brazo robótico para probar si él podía experimentar las sensaciones que se producían cuando los investigadores tocaban los dedos robóticos.

https://www.youtube.com/watch?v=b256s4VmqHg

Al realizar las pruebas Copeland, que estaba con los ojos vendados, podía distinguir cuando los investigadores tocaban el dedo pulgar o meñique del brazo robótico, lo que significó que si podía sentirlo.

El proyecto es bastante prometedor, pero no está excepto de limitaciones. Copeland explica que desde que tiene el implante siente hormigueos y raras sensaciones. Tampoco puede distinguir la temperatura del contacto ni la intensidad de la presión que se ejerce.

Copeland lo explica así:

«Algunas veces siento como una corriente y otra presión, pero en la mayoría puedo identificar con precisión qué dedo es. Siento cómo tocan y presionan mis dedos”.

Esta no es la primera vez que se usa la estimulación intracortical en pacientes con algún tipo de parálisis. Anteriormente se había utilizado este tipo de estimulación para recuperar el movimiento de los miembros en personas con parálisis. Sin embargo, esta investigación no se concentró en recuperar la movilidad, sino de recuperar las sensaciones de tacto, porque según sus investigadores, es indispensable que las personas puedan primero sentir para que puedan manipular los objetos con precisión.

Puedes leer más detalles de este novedoso procedimiento en la revista Science Translational Medicine.

Fuente: El País

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  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Pensamiento contrafactual: ¿y si hubiera sido lo que no fue?

  • Rita Arosemena P.
  • 02/11/2016

Cuando Nietzsche escribió que el remordimiento es como la mordedura de un perro en una piedra, bien saben sus lectores ávidos que procuraba establecer una crítica altisonante en contra de lo que consideraba una forma de negación a la vida y desprecio hacia la propia libertad de tomar decisiones: la culpa y el arrepentimiento.

Sin embargo, si trasladamos la filosofía nietzscheana al escenario caótico que experimentan algunas personas cuando perciben que sus actos fueron errados y que ya no tienen remedio, es comprensible que Nietzsche se mostrara en oposición a un hábito poco útil en el terreno de lo inmediato, como el remordimiento.

Todos nos hemos visto acosados por la certeza de que una sola decisión tomada de un modo distinto en el pasado habría bastado para que nuestro presente fuese más acorde a nuestra realidad deseada.

El «y si hubiera» sobrepasa en ocasiones la mera función de análisis hipotético para convertirse en un fantasma tormentoso que oscurece nuestro pasado privándonos de la oportunidad de aprender de nuestros errores, nos amarga el presente impidiendo que vivamos el aquí y el ahora y entorpece nuestro futuro, pues invertimos tiempo y energía inútilmente intentando recrear una serie de condiciones y eventos que ya no existen.

«Los pensamientos contrafactuales son representaciones mentales de eventos pasados o acciones alternativas» (BYRNE, 2005; ROESE, 1997)

Por supuesto, el pensamiento contrafactual (contra-actualidad) no es necesariamente una costumbre inservible de la que no pueda sacarse ningún provecho.

Una perspectiva contrafactual hace posible realizar efectivamente un análisis de riesgos y minimizar las consecuencias negativas de una posible catástofre futura. De hecho, el análisis contrafáctico es un ejercicio lógico sumamente útil en disciplinas como la historia, la física, la economía y la cosmología, donde resulta conveniente contar con un escenario de supuestos posibles que favorezcan una mejor comprensión del universo observable.

Cuándo y cómo conviene utilizar el pensamiento contrafactual

«La tragedia es la diferencia entre lo que es y lo que pudo haber sido» (Abba Eban)

El pensamiento contrafáctico se encuentra estrechamente ligado con la teoría física de los Multiversos, según la cual existen múltiples universos con leyes físicas propias.

Bajo el modelo de los universos múltiples, todas las probabilidades se cumplen y existe un Otro Yo haciendo exactamente lo mismo que hemos hecho, al igual que existe un Otro Yo haciendo lo que «debimos haber hecho».

Esta visión aporta gran utilidad como modelo científico e hilo central de argumentos de ciencia-ficción, pero no siempre genera beneficios equitativos para el individuo común.

El pensamiento contrafactual no se limita ni debe limitarse a un escrutinio inmisericorde de los eventos pasados. De hecho, volcarse en la visualización persistente de mejores alternativas que, finalmente, no se dieron, es el origen del arrepentimiento, que ya ha sido protagonista per sé de numerosas obras literarias insipiradas en la dificultad de tomar decisiones acertadamente.

«La tragedia es la diferencia entre lo que es y lo que pudo haber sido», dijo una vez Abba Eban.

El pensamiento contrafactual inadecuado hace proliferar vidas llenas de tragedia.

Los pensamientos contrafactuales se activan CON una meta fallida, y especifican lo que tendría que haber pasado para cumplir esa meta (Markman et al., 1993; Roese, Hur, & Pennington, 1999)

Una vez más, la utilidad más trascendental del ejercicio contrafactual consiste en la posibilidad de anticiparse a eventos negativos y prevenirlos. En el ámbito cotidiano de la toma de decisiones, esto ocurre cuando evaluamos las posibles consecuencias de una decisión antes de tomarla, o cuando evaluamos el impacto que nuestras palabras pueden tener en una persona antes de decirlas.

El pensamiento contrafactual resulta provechoso cuando es aplicable a la construcción de un escenario favorable, pero se torna pernicioso y disfuncional cuando promueve únicamente sentimientos de culpa por eventos pasados que ya no pueden modificarse.

Curiosamente, el análisis contrafactual es un hábito tan común que pasa desapercibido en el lenguaje cotidiano. De este modo, cuando usamos términos como «casi» o «por poco» en realidad estamos visualizando un escenario posible de alternativas mejores —o peores— que no se materializó en el universo observable.

La activación de los pensamientos contrafactuales ocurre cuando se falla en el cumplimiento de una meta establecida, y sigue un patrón de razonamiento que especifica lo que tendría que haber pasado para cumplir esa meta. El problema, por supuesto, es que los sucesos implicados en el logro de dicho objetivo ya no son modificables, y tampoco el logro estipulado inicialmente es susceptible de ser alcanzado.

Cuando Gautama dejó plasmado que el hecho de que todo lugar sea aquí y todo momento sea ahora ya es un motivo de gran alegría, es válido considerar que se refería al alivio que produce saberse parte del presente, que es el único periodo en el que es posible efectuar cambios que contribuyan al logro de metas y a prevenir brotes de arrepentimiento.

En contextos de menor aprovechamiento, el pensamiento contrafactual no es sólo un inconveniente, también es un mecanismo eficaz de tortura psicológica.

Referencias: NIH

 

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  • Salud Mental y Tratamientos

El ciclo de desarrollo humano: pincelazos de una vida

  • Rita Arosemena P.
  • 01/11/2016

El ciclo de desarrollo humano es un proceso vitalicio en el que intervienen tanto fuerzas de orden biológico como experiencias ambientales que van manifestándose a lo largo de diversas etapas, desde la fase prenatal (de formación del ser humano dentro del útero de la madre) hasta la vejez. 

Antes del nacimiento, el individuo no solo está expuesto a agentes tóxicos que la madre pudiese transmitirle debido a prácticas inadecuadas durante el embarazo (como el consumo de drogas y alcohol), también está sujeto al estrés y a la ansiedad, factores susceptibles de influir en la formación de su temperamento y extenderse incluso a la infancia y adolescencia. 

Estudios han comprobado que la ansiedad y la depresión de una mujer durante el embarazo pueden afectar el eje hipotálamo-hipófisis-suprarrenal (HPA, por sus siglas en inglés), sirviendo como elemento predictor del trastorno por déficit de atención con hiperactividad.

Puede decirse, por ende, que la etapa prenatal sienta los precedentes físicos y temperamentales del ser humano a lo largo de toda su vida. Pero ¿qué ocurre después del nacimiento? ¿Cómo va conformándose la personalidad del individuo y qué elementos intervienen en el modelamiento de su carácter?

Infancia y niñez

La etapa de infancia y niñez se caracteriza por cambios a nivel físico, motriz, cognoscitivo, moral, lingüístico, social y de roles sexuales. No obstante, mientras que el desarrollo físico y motriz va ligado al crecimiento biológico, el resto va de la mano de procesos mentales complejos. El desarrollo cognoscitivo, por ejemplo, supone la adaptación del niño al ambiente y se subdivide, según la teoría de Piaget, en cuatro etapas:

Sensoriomotora

Del nacimiento a los 2 años. Donde el niño solo es consciente y se focaliza en los estímulos que se muestran inmediatamente frente a él. 

Preoperacional

De los 2 a los 7 años. Donde el niño desarrolla juegos de fantasía en los que una columna de sillas se convierte en un tren y agitar la mano es el gesto simbólico que hace sonar la corneta de un ferrocarril.

También se manifiesta durante la fase preoperacional un egocentrismo natural ligado a una dificultad para contemplar el mundo desde ángulos de percepción distintos. Es debido a esto que un niño de 5 años permanecerá de pie frente al televisor aunque le tape la visión a un espectador secundario. Puesto que él no experimenta ningún inconveniente para ver la pantalla, asume que nadie más lo experimenta.

Operaciones concretas

De los 7 a los 11 años. En esta etapa, el individuo comienza a demostrar habilidades de razonamiento lógico y se vuelve más consciente de los eventos que ocurren fuera de su mundo interno, lo que le hace menos egocéntrico y más empático. 

Operaciones formales

De los 11 a los 15 años. La última etapa de la niñez y la infancia según Piaget corresponde a una mayor capacidad para el uso del lenguaje simbólico, es decir, de conceptos abstractos esenciales para la comprensión del álgebra y la ciencia. 

A esta edad, se espera que el individuo sea capaz de formular hipótesis, considerar posibilidades y establecer relaciones entre conceptos como tolerancia y justicia.

La teoría del desarrollo moral de Kohlberg

Según Lawrence Kohlberg, autor de la teoría del desarrollo moral, el razonamiento moral se forma en tres niveles: preconvencional, convencional y posconvencional.

Nivel preconvencional

Se subdivide en dos etapas:

  • La etapa de castigo y obediencia (heteronomía), donde se toman decisiones para evitar el castigo y no dañar objetos ni a personas. Es un enfoque meramente egocéntrico y no se consideran las intenciones de los actos.  
  • La etapa de propósito e intercambio (individualismo), donde las decisiones se basan en la satisfacción de una necesidad, es decir, en el cumplimiento de un propósito que justifica el acto. Se reconoce en esta etapa que cada individuo tiene intereses personales, por lo que adquiere sentido el relativismo moral y la idea de velar por las necesidades de los demás para que las propias puedan ser satisfechas. 

Nivel convencional

Se subdivide en dos etapas:

  • La etapa de las expectativas, relaciones y conformidad interpersonal (mutualidad), donde la premisa consiste en actuar siendo capaz de ponerse en el lugar del otro. Intervienen los acuerdos, sentimientos y expectativas mutuas.
  • La etapa del sistema social y la conciencia (ley y orden), donde el individuo toma decisiones con base en las normas de comportamiento establecidas por el sistema social. Únicamente se considera permisible faltar a las reglas cuando estas perjudican o entran en conflicto con otros deberes sociales preestablecidos. Adquiere especial importancia en esta etapa el grado en que el individuo pueda contribuir a la sociedad o a su grupo de pertenencia.

Nivel postconvencional

Se subdivide en dos etapas:

  • La etapa de los derechos previos y el contrato social (utilidad), donde el autoconcepto individual responde al de una persona racional con valores y derechos que van más allá de cualquier acuerdo social. La justicia consiste en reconocer y respetar la multiplicidad de opiniones personales, pero también en respetar las normas para asegurar la estabilidad del contrato social (excepto cuando se violentan valores o derechos previos, como la libertad y la vida). La premisa es utilitarista: «lo útil es lo bueno».
  • La etapa de los principios éticos universales (autonomía), donde el individuo considera, desde una perspectiva racional, que todo sujeto debe reconocer de forma categórica la libertad de los demás y respetar su esencia sin que ello deba suponer un interés personal en sacar alguna ventaja. Las decisiones responden a principios éticos universales a los cuales se llega por medio de razonamiento lógico (por ejemplo, La Declaración de los Derechos Humanos).

La teoría de Kohlberg sobre el desarrollo del razonamiento moral posee, desde luego, una laguna importante: la diversidad cultural. 

Lo que Kohlberg propone es un modelo estándar que permita clasificar el grado de desarrollo moral que presenta el individuo a lo largo del ciclo de desarrollo humano, no obstante, la moralidad es un concepto enteramente sujeto al proceso de interpretación perceptual y a todos los factores imparciales que esto conlleva. 

Desarrollo del lenguaje

El desarrollo del lenguaje es un proceso que da inicio con el balbuceo durante los primeros meses de vida y continúa con la formación de holofrases (por ejemplo: amagua para decir «Mamá, quiero agua»). 

Lo más llamativo de esta etapa es la necesidad innata en el ser humano de nombrar todo cuanto percibe en su entorno; esto se manifiesta especialmente durane el segundo año de vida, cuando los niños comienzan a extender su vocabulario dando nombre a todo lo que ven (ya sea siguiendo un concepto real enseñado por sus padres o inventando un nombre para los objetos que desconocen).

Para B.F. Skinner, el desarrollo del lenguaje se da por condicionamiento operante: los padres refuerzan a sus hijos abrazándolos, besándolos o animándolos cuando han dicho una palabra correctamente o corrigiéndolos cuando se han equivocado; el niño eventualmente aprende qué palabras generan “recompensa” y son esas las que permanecen.

Noam Chomsky, por otro lado, señala que nacemos con un dispositivo para la adquisición del lenguaje que se ve activado conforme las exigencias del entorno para aprender un idioma y comunicarnos con nuestros semejantes.

Desarrollo social

El desarrollo social incluye las relaciones padre-hijo en la infancia, las relaciones padre-hijo en la niñez y las relaciones con otros niños.

Las relaciones padre-hijo en la infancia se caracterizan por la formación del apego, que puede ser seguro o inseguro según el rol desempeñado por la figura paterna, materna o del cuidador. Según Erikson, el apego seguro se da con el desarrollo de la confianza básica, esta ocurre en el primer año de vida cuando los bebés aprenden que sus padres o quien esté a cargo de ellos estará ahí cuando lo necesite; en contraposición, la desconfianza o apego inseguro ocurre cuando las necesidades de los bebés no han sido satisfechas, por lo que se forma en ellos un carácter temeroso y ansioso. 

El apego seguro es fundamental para que los niños desarrollen su autonomía, es decir, la capacidad de ser autosuficientes que proviene de la sensación de respaldado provista por sus padres o cuidadores. Esta seguridad les permite aventurarse a probar cosas nuevas y también motiva una posición desafiante alrededor del segundo año de vida, una conducta rebelde que Erikson considera necesaria pues precede a la socialización.

La rebeldía y resistencia del niño frente a sus padres o ante ciertas normas le permite discernir entre una conducta socialmente aceptada y una inaceptable, y de este modo asimila las bases para vivir en sociedad.

Posteriormente, están las relaciones padre-hijo durante la niñez y que se caracterizan, según Erikson, por algo llamado iniciativa frente a culpa.

En esta etapa, el niño se atreve a iniciar nuevas tareas (con la base de un apego seguro). La consecución de este comportamiento dependerá de la postura de los padres: si el niño recibe aliento y respaldo, experimentará una sensación de alegría asociada con el acto de inicitar nuevas tareas, pero si, en cambio, se les critica y castiga continuamente por las cosas que hacen mal, son propensos a desarrollar fuertes sentimientos de inseguridad, culpa, resentimiento y falta de dignidad. 

En cuanto a las relaciones con otros niños, se atraviesan tres fases que van ligadas a la capacidad de socialización del infante: juego solitario (cuando el niño solo tiene consciencia de sí), juego paralelo (entre el primer año y medio y los dos años, cuando juegan uno al lado del otro haciendo cosas iguales o parecidas pero sin interactuar mucho) y juego cooperativo (a los tres o tres años y medio, cuando los juegos implican participación grupal). Finalmente, cuando los niños comienzan a ir a la escuela, se organizan en grupos; esto se denomina grupo de pares.

Desarrollo de los roles sexuales

El desarrollo de los roles sexuales ocurre durante la infancia y la niñez, y se conforma de los siguientes elementos: 

  • Identidad de género, o noción de una niña de que es una niña y de un niño de que es un niño.
  • Constancia de género, que sale a flote cuando el niño entiende que su género depende de los genitales y que no puede cambiarse.
  • Conciencia de los roles de género, que consiste en una gnosis de la conducta que la sociedad espera de un hombre y de una mujer. 
  • Conducta tipificada por el sexo, que es la conciencia que adquieren los niños de los roles y estereotipos de género.

Adolescencia

La transición de la infancia a la adolescencia supone más cambios, tanto a nivel físico como hormonal y cognitivo. Es esto último lo que hace que la adolescencia sea considerada como la etapa más difícil del ciclo de desarrollo, pues el individuo debe lidiar con una multiplicidad de estímulos externos e internos para definir su identidad personal.

James Marcia tipifica esta fase tan compleja en su teoría de la crisis de la identidad, según la cual el proceso de asimilación del Yo se manifiesta a través de los siguientes niveles: 

  • Adquisición de identidad. Cuando los adolescentes atravesaron la crisis de identidad y tuvieron éxito al hacer elecciones personales.
  • Exclusión de la identidad. Cuando las elecciones tomadas fueron premeditadas, o consecuencia directa de las expectativas y deseos de los demás. Se dio una renuncia a la propia identidad buscando la complacencia de agentes externos.
  • Moratoria. Para referirse a aquellos individuos que aún se encuentran en el proceso de autoreconocimiento, contemplando diversas posibilidades pero sin comprometerse con ninguna.
  • Difusión de la identidad. Aquellos adolescentes que simplemente evitan considerar las opciones de roles de manera consciente; puede darse el abuso de drogas o alcohol.

La adolescencia se caracteriza, además, por ser una época de altibajos emocionales y por presentarse problemas como baja autoestima, depresión, ideaciones e intentos de suicidio y violencia juvenil.

Adultez

Posterior a la etapa de la adolescencia, el individuo se encuentra en la adultez, fase en la que debe enfrentarse a responsabilidades mucho mayores como el trabajo, las relaciones de pareja y la paternidad.

Pero la adultez no supone una certeza absoluta de todo ni de las decisiones tomadas en la adolescencia durante la crisis de identidad propuesta por James Marcia. Erikson nos habla de una crisis en la adultez intermedia, la generatividad frente al estancamiento. Esta hace referencia a la habilidad para seguir siendo productivo de un modo que pueda considerarse útil para las futuras generaciones; aquellos individuos que no entran en esta categoría de “unidades productivas” caen en un estilo de vida monótono y pueden experimentar la sensación de haber perdido el horizonte, la llamda crisis de la madurez.

Daniel Levinson introdujo el término transición de la madurez para hacer referencia a aquel periodo en que el individuo tiende a evaluar su existencia. Muchas de las personas que tomaron parte en sus estudios comenzaron a reflexionar mucho más acerca de la «brevedad de la vida» al experimentar los primeros signos del envejecimiento. Solo entonces, se dieron cuenta de que difícilmente llegarían a cumplir todas las metas que habían planificado durante años, y respondieron a este choque reorganizando sus prioridades y fijando nuevas metas basadas en una filosofía de vida distinta. 

Vejez

La última etapa vital del ser humano es la vejez, donde, si bien ocurren cambios físicos que constituyen un inevitable descenso en el desempeño de ciertas funciones, esto no impide necesariamente que el individuo siga llevando una vida plena y autosuficiente (al menos que vayan acompañados de alguna enfermedad, sobre todo neurodegenerativa).

El individuo en la etapa de la vejez es perfectamente funcional y capaz de realizar la mayor parte de las actividades que realizaba durante la etapa adulta, incluyendo una vida sexual activa y ejercicio físico regular.

Alcanzar la vejez no supone un declive rotundo ni un abandono preparatorio, sino un escalón más en el largo y complejo ciclo del desarrollo humano. Desde luego, con la vejez se agudiza el temor a la muerte en ciertas culturas (generalmente, occidentales), y si bien es cierto que el fallecimiento de un ser querido coetáneo (como ocurre en el caso de la muerte de la pareja) afecta considerablemente a las personas durante esta etapa, muchas se recuperan efectivamente pudiendo, incluso, establecer una nueva relación sentimental.  

Referencias: WebMD | Educalab.es 

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  • Ciencia y Evidencia en Psicología

La relación entre la comida, los microbios de la boca y las migrañas

  • David Aparicio
  • 01/11/2016

Mi madre sufre de migrañas y desde que soy chico la he visto encerrarse, apagar las luces y tomarse la única pastilla que le sirve para aplacar ese intenso y debilitante dolor.

Siempre entendí que debía ser un dolor terrible. Pero una cosa es imaginar el dolor y otra vivirlo. Hace unos días me tocó sufrir el primer ataque de migrañas y fue horrible. Me pasó en pleno día de trabajo, cuando estaba desarrollando unas actividades con un niño dentro de un salón de clases.

El dolor fue tan intenso que tuve que salir del salón para intentar refugiarme en el baño con las luces apagadas. Por suerte, una maestra vio mi expresión de dolor y me dio una pastilla (otra de las ventajas de trabajar con maestras). La pastilla surtió su efecto y en un par de horas mi dolor fue disminuyendo hasta que poco a poco pude restablecerme.

Solamente he tenido una experiencia directa con las migrañas, pero no quiero que me vuelva a ocurrir. Sé que es imposible que pueda prevenirlas al 100% pero haré mi intento.

¿Qué causa las migrañas?

Para prevenirlas primero tengo que conocer qué cosas pueden provocarlas. Investigando encontré que no se sabe con exactitud qué causa la migraña, pero si se sabe que es una enfermedad que afecta más a las mujeres que los hombres y que podría ser hereditaria. Como es de esperar, en estos casos sólo se conocen factores que pueden propiciar los ataques de migraña. La popular página médica Medline hizo un listado de los posibles disparadores:

  • Cambios hormonales durante el ciclo mestrual o el consumo de anticonceptivos.
  • Abstinencia de cafeína (creo que esa fue la causa de mi crisis de migraña).
  • Ingesta de alcohol.
  • Luces brillantes.
  • Saltarse las comidas.
  • Olores y perfumes fuertes.
  • Estrés y ansiedad.

Esos no son los únicos factores, también hay alimentos que se relacionan con los ataques de migraña:

Algunos alimentos relacionados con los ataques de migraña:

  • Alimentos con nitrato: carnes procesadas y algunas verduras y hortalizas.
  • Productos lácteos.
  • Productos con glutamato monosódico.
  • Comidas con tiramida, como: pescado ahumado, hígado de pollo, queso curado y vino rojo.
  • Cebollas.
  • Maní y otras nueces.
  • Alimentos procesados, fermentados o marinados.

Medline tiene la lista completa.

¿Cómo pueden provocar una migraña los alimentos?

Hasta hace poco no se tenía una hipótesis clara que explicara la extraña relación entre los alimentos y las migrañas. Pero ahora tenemos una explicación plausible, gracias a una investigación de la Universidad de California que estudió la microbiota de cientos de personas.

En esta investigación se analizaron 172 muestras orales y 2.000 muestras fecales de un grupo de adultos que participaban del American Gut Project, uno de los estudios más grandes respecto al análisis del la microbiota humana, y gracias a los datos recabados, se pudo encontrar que las personas que sufrían de migrañas tenían más bacterias en sus bocas con la capacidad de modificar los químicos del nitrato (que como ya dijimos, viene en ciertos tipos de alimentos, como las carnes procesadas, algunos medicamentos y en ciertos tipos de vegetales) y transformarlos en óxido nítrico cuando entra en el torrente sanguíneo.

El óxido nítrico es conocido por sus beneficios en el sistema cardiovascular, en especial por mejorar la circulación y reducir la presión sanguínea, pero también es conocido por causar dolores de cabeza y es aquí donde se relaciona con las migrañas que sufren algunas personas.

El panorama en cuanto a la relación de los alimentos, los microbios y las migrañas, todavía no está del todo claro. Pero es un importante paso para entender cómo podemos prevenir estos terribles dolores de cabeza que sufren millones de personas, para los cuales hasta el día de hoy sólo existen tratamientos paliativos.

La investigación fue publicada en la revista American Society of Microbiology.

Fuente: Live Science

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  • Salud Mental y Tratamientos

¿Qué miden las escalas para depresión?

  • Fabián Maero
  • 01/11/2016
escala para depresión

Si hablamos de depresión -o de cualquier otro problema psicológico- los diagnósticos se hacen en base a los síntomas que se presentan. Estos síntomas pueden ser evaluados por un clínico, pero con frecuencia, en la práctica clínica y especialmente en investigación, los problemas psicológicos suelen ser evaluados a través de escalas o cuestionarios, que evalúan con mayor precisión la presencia o ausencia de síntomas que se consideran indicativos del trastorno.

Los formatos de las escalas son variados: algunas son autoadministradas –por ejemplo, escalas en las cuales se le pide a la persona evaluada que seleccione de entre varios enunciados el que mejor se aplique en su caso, o bien se utiliza una escala de tipo Likert en la cual la persona puntúa de 1 a 5 qué tanto aplica un enunciado o síntoma determinado en su caso, o bien tiene que marcar verdadero o falso en un inciso, entre otros muchos formatos. Por ejemplo, en el conocido Inventario de Depresión de Beck (BDI, por las siglas en inglés; Beck, Steer, & Carbin, 1988), uno de los ítems implica que la persona evaluada seleccione entre varias opciones la que considera más ajustada a su situación actual:

beck

Otra opción son heteroaplicadas, escalas administradas por el clínico, que son completadas por el psicólogo o psiquiatra de turno. El ejemplo más conocido quizá sea la escala de Hamilton para depresión (HRSD, por las siglas en inglés; Hamilton, 1960)), en la cual el clínico tiene que puntuar varios ítems según cómo se presentan, por ejemplo:

hamiltonAhora bien, hay muchos instrumentos para evaluar depresión. Durante el siglo XX, se desarrollaron literalmente centenares de herramientas para depresión: Santor y colaboradores (2006), contaron 280 instrumentos de evaluación. Si bien sólo una pequeña fracción de esos instrumentos se sigue utilizando, la situación hoy es que existen varias herramientas distintas para evaluar depresión. Las más conocidas son el ya citado BDI, el HRSD, o el CES-D (siglas en inglés de Escala de Depresión del Centro de Estudios Epidemiológicos; Radloff, 1977), pero no son las únicas.

Durante el siglo XX, se desarrollaron literalmente centenares de herramientas para depresión: Santor y colaboradores (2006), contaron 280 instrumentos de evaluación

Estas escalas son herramientas cruciales para las investigaciones. Habitualmente una investigación toma una de estas escalas como forma primaria de evaluación (suele haber herramientas secundarias también), pero no todas las investigaciones utilizan la misma escala primaria. Si bien no hay una normativa sobre qué escala utilizar, las investigaciones psicológicas, por ejemplo, suelen usar el BDI, mientras que las investigaciones farmacológicas habitualmente recurren al HRSD. Ahora bien, estas escalas difieren entre sí en los síntomas que evalúan. El BDI, por ejemplo, hace hincapié en síntomas psicológicos y emocionales (por ejemplo: “estoy decepcionado de mí mismo”, “me siento desanimado respecto al futuro”), mientras que el HDRS enfatiza síntomas físicos, con ítems que evalúan síntomas somáticos, ansiedad somática, insomnios, etc.

Pese a estas diferencias, las distintas escalas se utilizan de manera intercambiable en la literatura. Un antidepresivo que se haya investigado utilizando el HRSD se utilizará para una persona que recibió un diagnóstico de depresión evaluado por el BDI. Sin embargo, con tantas herramientas de evaluación cabe hacerse una pregunta: ¿hasta qué punto todas estas escalas miden lo mismo? ¿hasta qué punto, por ejemplo, los resultados de un antidepresivo medidos con el HRSD son generalizables a un paciente con depresión evaluada por el BDI?

La investigación

Esta es justamente la pregunta que se planteó Eiko Fried, de la Universidad de Amsterdam, en una investigación que recientemente se publicó online (Fried, 2016). Fried realizó un análisis de contenido de las 7 escalas más utilizadas para depresión, con el propósito de investigar cuál es el grado de solapamiento entre ellas, es decir, en qué grado están midiendo los mismos síntomas.

Para esto, descompuso los ítems de las siguientes escalas para depresión, las más comúnmente usadas en la literatura:

  • BDI
  • HRSD
  • CES-D
  • IDS (Inventory of Depressive Symptoms)
  • QIDS (Quick Inventory of Depressive Symptoms)
  • MADRS (Montgomery-Åsberg Depression Rating Scale)
  • SDS (Zung Self-Rating Depression Scale)

En total, las siete escalas suman 125 ítems, que evalúan en total 52 síntomas de depresión (dado que varios de esos ítems miden los mismos síntomas, como por ejemplo, “pérdida de peso”, “abatimiento”, “pesimismo”, etc.). Los síntomas que mide cada escala están representados en este muy bonito gráfico:

depresion-escalas

De S1 a S52, la lista de la derecha, son los 52 síntomas; cada escala, la lista de siglas de arriba, está representada por un color. Si la escala evalúa específicamente ese síntoma, se marca con un círculo completo, si lo evalúa indirectamente, se marca con un círculo vacío. Por ejemplo: el síntoma S22 (en la parte izquierda del gráfico), que designa “Pérdida de Placer”, es evaluado específicamente por el IDS (círculo completo lila) y el BDI (círculo completo rojo); en cambio el HRSD (círculo amarillo vacío), y el QIDS (círculo celeste vacío), lo miden indirectamente; finalmente el SDS (círculo azul), el CESD (verde), y el MADRS (naranja), no evalúan ese síntoma en absoluto.

Cuando decimos que una escala evalúa específica o indirectamente un síntoma significa que si tomamos hipersomnia (S4), por ejemplo, el IDS evalúa específicamente ese síntoma, mientras que el BDI, en cambio, lo evalúa sólo indirectamente, ya que evalúa problemas de sueño en general (podría ser insomnio o hipersomnia).

La parte preocupante es que sólo 6 de los síntomas son evaluados por todas las escalas: ánimo triste, disminución del apetito, fatiga, y el insomnio inicial, medio y terminal (no poder conciliar el sueño, despertarse a la noche, y despertarse temprano a la mañana, respectivamente). De ellos, el ánimo triste (S5), es el único que es medido específicamente por todas las escalas, los otros 5 síntomas son medidos indirectamente en algunos casos.

Pero los datos son más interesantes aún. Algunos síntomas son idiosincráticos a una escala, es decir, son evaluados sólo por esa escala. El BDI, por ejemplo, tiene un 12% de síntomas idiosincráticos, mientras que el HDRS tiene un 9%, y el CES-D tiene un 33%. Esto significa que un 33% de lo que evalúa el CES-D no es evaluado ni compartido con ninguna otra escala.

Para evaluar la superposición de los contenidos de cada escala, se usó el índice de Jaccard, que puntúa de 0 (no hay superposición en absoluto), a 1 (la superposición es total, es decir, son iguales). Veamos qué tanto se superponen las tres escalas más comunes para evaluar depresión, el BDI, CES-D, y HRSD

BDICES-DHRSD
BDI1.000.350.42
CES-D0.351.000.26
HRSD0.420.261.00

En este cuadro podemos ver que la superposición de contenido entre el HRSD y el BDI, es sólo de 0.42, que implica una similitud moderada, mientras que la superposición del CES-D y el BDI es de 0.35, y entre CES-D y HRSD es de 0.26, que en ambos casos representa una similitud débil. Esto significa que los contenidos de esas escalas no son muy similares. Las escalas no coinciden del todo en los síntomas que están midiendo.

¿Qué significa esto?

Si han llegado hasta aquí a pesar del bombardeo de numeritos y datos: ¡felicidades! Y si han llegado hasta aquí y además han entendido todo esto, a pesar de nuestra torpeza para escribir, considérense miembros honorarios del Club de Nerds de Psyciencia.

Ahora, veamos por qué esta investigación es importante, y para eso, pensemos en una situación del mundo real.

Supongamos que llevamos a cabo un tratamiento psicológico para depresión que evaluamos con el BDI (que mide más bien síntomas cognitivos y emocionales), y nos arroja un resultado muy positivo, digamos que un 80% de los participantes se recuperaron de la depresión; luego, en una investigación posterior, comparamos ese tratamiento psicológico con un antidepresivo, utilizando el HRSD (que mide más bien síntomas físicos), y esta vez los resultados son mediocres para el tratamiento psicológico, digamos, un 40% de los pacientes se recuperan con el tratamiento psicológico y un 80% con el antidepresivo.

necesitamos tomar en consideración cuál es el instrumento que se usó para evaluar un tratamiento, y tener en cuenta que algo que funciona para un determinado perfil de síntomas quizá no funcione para otro

Esto no necesariamente significaría que una de las dos investigaciones fue errónea, ni tampoco que el tratamiento perdió eficacia, sino que quizá la diferencia podría deberse al mero hecho de que cambiamos de escala, quizá nuestro tratamiento psicológico es muy bueno para los síntomas cognitivos y emocionales, y no tanto para los síntomas físicos. O quizá los pacientes que en el primer estudio se etiquetaron como depresivos con el BDI fueron calificados como no depresivos y excluidos del segundo estudio, según el HRSD (por supuesto, esto que decimos es una caricatura, en la realidad las cosas son más complejas y sutiles).

Esto tiene implicancias prácticas para las investigaciones y para cómo consideramos los datos. Los resultados de una investigación realizada con el CES-D, por ejemplo -que resultó ser una escala altamente idiosincrática- no serán completamente generalizables a investigaciones realizadas con el HRSD o el BDI. Significa que necesitamos tomar en consideración cuál es el instrumento que se usó para evaluar un tratamiento, y tener en cuenta que algo que funciona para un determinado perfil de síntomas quizá no funcione para otro. También proporciona un fuerte argumento empírico para que las investigaciones evalúen la eficacia de los tratamientos usando más de una escala primaria para depresión.

Y finalmente, esta investigación se suma a un cuerpo de evidencia que señala que lo que denominamos genéricamente como “depresión” refiere a un conjunto heterogéneo de fenómenos que sería mejor descripto como distintos desórdenes con distintos perfiles sintomáticos, que responderán mejor a distintos tipos de tratamiento.

El campo de la investigación en psicología es apasionante, y este tipo de investigaciones, que buscan refinar las propias herramientas que utilizamos para investigar, son siempre bienvenidas.

Nos leemos la próxima!

Referencias

Beck, A. T., Steer, R. A., & Carbin, M. G. (1988). Psychometric properties of the Beck Depression Inventory: Twenty-five years of evaluation. Clinical Psychology Review, 8(1), 77–100. http://doi.org/10.1016/0272-7358(88)90050-5

Fried, E. I. (2016). The 52 symptoms of major depression: lack of content overlap among seven common depression scales. Journal of Affective Disorders, 208, 191–197. http://doi.org/10.1016/j.jad.2016.10.019

Hamilton, M. (1960). A rating scale for depression. Journal of Neurology, Neurosurgery, and Psychiatry, 23(1), 56–62.

Radloff, L. S. (1977). The CES-D Scale: A Self-Report Depression Scale for Research in the General Population. Applied Psychological Measurement, 1(3), 385–401. http://doi.org/10.1177/014662167700100306

Santor, D. a., Gregus, M., & Welch, A. (2006). Eight Decades of Measurement in Depression. Measurement: Interdisciplinary Research & Perspective, 4(3), 135–155. http://doi.org/10.1207/s15366359mea0403_1

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  • Recursos para Profesionales de la Psicología

Factores que promueven la resiliencia ante el suicidio(PDF)

  • Equipo de Redacción
  • 01/11/2016

El suicidio en adolescentes y adultos jóvenes se ha convertido en una prioridad educativa y de sanitaria pública. Se presentan distintas cuestiones conceptuales sobre el suicidio, y se plantean los factores de protección que están relacionados con el comportamiento suicida en esta población.

Se ofrece una visión basada en la revisión de estudios sobre los aspectos resilientes que poseen y que deben ser potenciados para eliminar el impacto negativo de las situaciones adversas a las que se exponen.

Además, se desarrollan pautas para el fomento de la resiliencia, que se han demostrado eficaces para la lucha contra la tentativa de suicidio y el suicidio consumado en adolescentes y adultos jóvenes, configurando un perfil con todos aquellos aspectos protectores a tener muy en cuenta para un análisis exhaustivo, dentro de la calidad de vida y bienestar emocional en este colectivo.

Descarga el artículo completo en formato PDF.

Autores: David Sánchez-Teruel y Mª Auxiliadora Robles-Bello

Artículo publicado en la revista académica Papeles del Psicólogo.

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