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Publicaciones por mes

febrero 2016

51 Publicaciones
  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Por qué los trabajos nocturnos incrementan el riesgo de accidentes cardiovasculares

  • David Aparicio
  • 08/02/2016

Se sabe que la falta de sueño tiene peligrosos efectos en nuestra salud: incrementa el riesgo de sufrir de cáncer, obesidad y enfermedades cardiovasculares, pero no se sabía con exactitud cuáles eran los mecanismos subyacentes que relacionaban el sueño y la salud.

Para entender con mayor claridad esa conexión, los científicos del Brigham and Women Hospital en Boston, Estados Unidos, desarrollaron un estudio muy controlado de laboratorio que les permitió ingresar durante 16 días a un grupo de personas para evaluar cómo sus cuerpos se comportaban al invertirse el ritmo circadiano durante 12 horas.  

La investigación se dividió en dos fases de 8 días cada una. En la primera fase los voluntarios durmieron durante la noche y estaban activos durante el día (tuvieron un ritmo circadiano normal), esto les permitió a los investigadores observar cómo era su estado de salud bajo condiciones habituales. En la segunda fase del estudio, ellos durmieron normalmente durante las primeras tres noches, pero a la cuarta noche se les cambió el horario de sueño de 11AM a 7PM para emular el ritmo circadiano de una persona que trabaja en un turno nocturno de trabajo.

Terminadas las dos fases, se compararon los datos de los voluntarios y los hallazgos fueron contundentes.  Los cambios del ritmo circadiano se asoció fuertemente con un incremento de la presión sanguínea, menor actividad del sistema nervioso autónomo, y un incremento de la inflamación. Otro dato bastante llamativo fue que la reducción habitual de la presión sanguínea durante el sueño fue más débil en las personas que durmieron durante el día. Según los autores esto significa que sus cuerpos fueron menos capaces a la hora de regular la presión sanguínea.

¨Fuimos capaces de determinar, bajo condiciones altamente controladas de laboratorio, el impacto independiente del desajuste circadiano sobre las enfermedades cardiovasculares.¨ explicó el Dr. Frank Scheer, neurocientífico y coautor del estudio. “Nuestros hallazgos proveen la evidencia de que el desajuste circadiano es el mecanismo subyacente que explica por qué los trabajos nocturnos incrementan el riesgo de presión alta, hipertensión, inflamación y enfermedades cardiovasculares.¨

En esta investigación participaron personas sanas, sin problemas del corazón. Lo que significa que los efectos de los cambios del ritmo circadiano en el sistema cardiovascular y en las funciones inflamatorias podrían ser diferentes en las personas con hipertensión y que trabajan durante la noche.

Cada vez es más evidente de que las personas que trabajan durante la noche ponen en alto riesgo su salud. Es hora que este riesgo se reconozca por las empresas y gobiernos y que se tomen medidas preventivas y de compensación para todos aquellos que deben trabajar durante toda la noche.

La investigación está disponible en la revista Procedings of the National Academy of Sciences.

Fuente: Medical Daily

  • Artículos Recomendados de la Web

Cómo aumentar tus capacidades intelectuales con el ajedrez – Psicocode

  • David Aparicio
  • 08/02/2016

Aprendí a jugar ajedrez recién a mis 28 años, cuando tuve la bendición ser entrenado por excelentes maestros ajedrecistas: dos niños de 8 y 12 años de edad con autismo, que me enseñaron con excesiva paciencia los pasos y jugadas claves de este complicado y apasionante juego. Las partidas las organizábamos por separado después de las sesiones terapéuticas en la clínica donde trabajaba. Nunca les pude ganar, eran muy buenos y yo muy malo, pero durante esos momentos creamos profundos lazos de confianza, de camaradería, de estrategia, paciencia, cuidado por el otro (cuidaban que no cometiera jugadas erradas), atención, desafío y cordialidad, que fortalecieron la relación terapéutica entre esos niños y yo.

Mi experiencia con el ajedrez y los niños de la clínica despertó mi interés por el artículo que la psicóloga María Alejandra Muñoz escribió para el portal Psicocode sobre los beneficios que ofrece el ajedrez en el desarrollo intelectual:

» (…) hablar de ajedrez hablar de mente, de procesos cognitivos, de inteligencia emocional, de personalidad, de estilo, de conducta no verbal, en fin, es necesario hablar de psicología.

La lucha ante el tablero de ajedrez pone en competencia a dos mentes, por lo que acorde a la psicología, es uno de los deportes que exige un mayor nivel de concentración y de dominio de emociones.

Siendo el cerebro un músculo, el ajedrez podría ser considerado como el gimnasio del mismo.

Al ser cada partida de ajedrez distinta a cualquier otra, este deporte representa el enigma de diversas acciones y circunstancias de la vida, desarrollando determinados procesos intelectuales entre sus jugadores. Investigaciones como la efectuada por Krogius (1972), señalan que procesos intelectuales como atención, memoria, concentración, creatividad y razonamiento, entre otros, se ven estimulados y potenciados por la práctica de dicha disciplina.

Siendo el cerebro un músculo, el ajedrez podría ser considerado como el gimnasio del mismo.

Al ser cada partida de ajedrez distinta a cualquier otra, este deporte representa el enigma de diversas acciones y circunstancias de la vida, desarrollando determinados procesos intelectuales entre sus jugadores. Investigaciones como la efectuada por Krogius (1972), señalan que procesos intelectuales como atención, memoria, concentración, creatividad y razonamiento, entre otros, se ven estimulados y potenciados por la práctica de dicha disciplina.»

Yo añadiría que no sólo intelectuales sino también sociales y emocionales. Durante las partidas de ajedrez con los niños con autismo, pudimos practicar la paciencia, la cordialidad, el respeto por el otro jugador, la camaradería. Los padres usualmente sólo piensan en los deportes físicos como el fútbol, baloncesto o fútbol americano, pero el ajedrez puede ser una muy buena alternativa para aquellos niños que no tienen interés por esos deportes físicos y que necesitan de mayor interacción social.

Lee el artículo completo en Psicocode.

Sin categoría

¿Qué hace que los programas «antibullying» sean eficaces?

  • Maria Fernanda Alonso
  • 08/02/2016

“Una nena de 11 años debió ser operada por lesiones y heridas cortantes. Sus compañeras de colegio la agredieron porque ‘se hace la inteligente’.”
“Un alumno de 10 años recibió un violento ataque por parte de sus compañeros. El ataque dejó como saldo una fractura de pelvis y varios hematomas en el cuerpo.”
“Un nene de 11 años perdió un testículo tras ser golpeado por compañeros de colegio.”
“Naira Ayelén Cofreces tenía 17 años. Murió en Junín, en el desenlace de lo que parece ser un caso extremo de bullying. Había sido atacada a la salida de la Escuela Secundaria Nº 5 Fuerte Federación, de esa ciudad bonaerense, y según la autopsia, su muerte se produjo por las graves lesiones que le causaron los golpes de puño y patadas que le propinaron tres mujeres, hermanas de acuerdo a varias versiones, una de ellas su compañera de estudio, y otra menor de edad, de 16 años.”

Estos son solo unos pocos casos de bullying ocurridos en los últimos años en Argentina. Según un informe de Bullying Sin Fronteras, durante el año 2015 en este país los casos de bullying aumentaron en un 25% respecto del año anterior.

El acoso escolar es un gran problema sufrido por muchos niños y adolescentes en todo el mundo por una amplia variedad de razones, pero la raza, los antecedentes étnicos, la apariencia u orientación sexual parecen ser los motivos más comunes. Sean amenazas verbales, intimidación física, presión emocional, o ciberbullying, los problemas de salud mental derivados de ser víctima pueden proyectarse a lo largo de la vida. El bullying ha sido vinculado al abuso de sustancias, la depresión, el suicidio adolescente y problemas con la ley en los intentos de las víctimas de contraatacar a sus agresores.

En los últimos años, muchos países han sancionado leyes conocidas como “antibullying” con el claro propósito de erradicar el acoso del ambiente escolar. Como consecuencia de ellas, se han diseñado programas y protocolos para abordar estas situaciones.

¿Cuán efectivos son estos programas?

Un meta-análisis sugiere que los programas antibullying funcionan mejor para los estudiantes más jóvenes pero, para los estudiantes de 13 años en adelante pueden ser contraproducentes. La mayoría de los estudios indican que los beneficios reales de estos programas pueden ser mínimos y que su impacto general puede no ser tan bueno como las escuelas esperan.

Un nuevo estudio publicado en la revista Psychology of Violence, examina la eficacia de los programas antibullying desde la perspectiva de los mismos estudiantes. Un equipo de investigadores, liderado por Charles E. Cunningham de la Universidad de McMaster en Hamilton, Ontario (Canadá), condujo grupos de discusión de estudiantes que tenían entre 10 y 13 años de edad. Los 38 niños y 59 niñas del estudio fueron ubicados en pequeños grupos de discusión para examinar sus propias impresiones de los programas antibullying y cuán eficaces son en transmitir su mensaje. Todos los estudiantes provenían de escuelas de Ontario y estaban familiarizados con PREVnet (Red de Promoción de Relaciones y Eliminación de la Violencia) y las directrices antibullying de sus propias escuelas. Para alentar a todos los estudiantes a participar, los grupos fueron divididos por edades y género.

los estudios indican que los beneficios reales de estos programas pueden ser mínimos y que su impacto general puede no ser tan bueno como las escuelas esperan

En estos grupos de discusión, los estudiantes reportaron con frecuencia que los pósters y presentaciones usadas por los docentes para educar a los alumnos sobre el bullying no tendían a ser útiles para involucrar a los estudiantes, especialmente si éstos los encontraban aburridos (como cuando una persona simplemente les habla desde el frente del salón). Otro asunto que surgió con frecuencia fue que los presentadores decían la misma cosa una y otra vez, llevando a que los alumnos se desconecten del mensaje con el tiempo.

Los estudiantes también reportaron problemas con mensajes antibullying que categóricamente les decían lo que no debían hacer. Mensajes como “no seas un bully” y “el bullying es malo” a menudo son ignorados por los alumnos que de manera regular enfrentan los desafíos de sus vidas cotidianas. En cuanto a la credibilidad de las personas encargadas de presentar el mensaje antibullying surgieron otros problemas: si el encargado es un profesor o director visto como alguien a quien “no le importa” o que no está dispuesto a ser firme con las sanciones a los bullies, estos no tienen mucha motivación para detenerse. Quienes tienen más probabilidades de ser ignorados son los presentadores que no pertenecen a las escuelas y van específicamente a llevar el mensaje antibullying, ya que los estudiantes no tienen una relación previa con ellos y no tienen modo alguno de juzgar si pueden creerles o no.

La eficacia de los programas antibullying también puede ser socavada de otras formas: como el bullying es, a menudo, visto como algo que sólo afecta a los “niños más jóvenes”, los estudiantes más grandes con frecuencia se muestran aburridos durante la presentación antibullying, algo que los estudiantes más jóvenes ven e imitan. Otros estudiantes, incluidos aquellos propensos a realizar comportamientos de bullying, pueden tratar de interrumpir activamente la presentación ya que el mensaje los incomoda. Incluso después, ellos intentan desacreditar al orador o a la presentación catalogando lo que se dijo como “estúpido.” Muchos de los estudiantes de los grupos de discusión mencionaron haber visto actos de bullying como respuesta directa a las actividades antibullying organizadas por las escuelas.

A la larga, lo que realmente determina si los programas antibullying son eficaces es que tan seguidas en las escuelas son las directrices antibullying. Si no hay suficientes docentes para vigilar o si los estudiantes tienen la sensación de que sus denuncias de bullying no serán creídas o no se hará nada al respecto, es probable que nada cambie. A eso se suma el miedo a las represalias que muchas víctimas de bullying deben soportar si su bully es castigado. Típicamente, los únicos castigos reales que reciben los bullies son suspensión o detención, los cuales usualmente no son efectivos a la hora de hacer sentir más seguros a los alumnos. Esto es especialmente cierto en cuanto a los estudiantes que afrontan hostigamientos por motivos homofóbicos, raciales o sexuales. Excepto en casos extremos, estos estudiantes raramente son expulsados de las escuelas, razón por la cual las víctimas continúan enfrentándose a estos bullies regularmente. La prueba decisiva de los programas antibullying es que tan bien se lidia con esta clase de desafíos.

¿Qué pueden hacer las escuelas para transmitir el mensaje antibullying a los estudiantes?

Basados en su investigación de los grupos de discusión, Charles Cunningham y sus coautores, proponen las siguientes recomendaciones:

Con el propósito de diseñar programas antibullying eficaces, las escuelas necesitan evitar la clase de mensajes negativos que los alumnos tienden a ignorar. Esto significa utilizar mensajes motivacionales más enfocados en lo positivo, dirigidos a alentar a los alumnos a defenderse a sí mismos. Todas las presentaciones antibullying necesitan ser probadas cuidadosamente en estudiantes de diferentes edades para ver cómo responden y deben realizarse los cambios necesarios antes de usarlos masivamente.

Las escuelas necesitan ser más cuidadosas al monitorear comportamientos de bullying, antes y especialmente después de actividades antibullying. Los docentes necesitan ser conscientes de que el bullying puede producirse después de una presentación antibullying, razón por la cual es importante que haya mayor vigilancia y deben alentar a los estudiantes a involucrarse tanto como puedan.

Mensajes como “no seas un bully” y “el bullying es malo” a menudo son ignorados

Cualquier reporte de bullying necesita ser tratado tan prontamente como sea posible para alentar a los estudiantes a denunciar cuando son acosados. Además, las escuelas deben responder a las quejas de bullying de manera justa e imparcial. Los estudiantes necesitan ver que cualquier clase de bullying tiene consecuencias reales y que las víctimas de bullying serán protegidas.

Los Ministerios de Educación y directivos de las escuelas deben asegurar que los docentes y personal escolar cuenten con los recursos necesarios para perseguir las denuncias de bullying. Ya que muchos docentes se quejan de que las demandas del trabajo los hacen menos capaces de lidiar con el bullying, las escuelas necesitan reconocer que las actividades anti bullying tomen prioridad frente a otras responsabilidades de los docentes.

Muchos de los acosos sexistas, homofóbicos y racistas que varios de los estudiantes experimentan son con frecuencia ignorados por las escuelas, especialmente si reflejan actitudes encontradas en la comunidad en general. A ello se suman los nuevos medios de acoso como el ciberbullying, que se ha convertido en un gran problema especialmente porque muchas de estas cosas pueden hacerse de manera anónima. Las víctimas del bullying y los mismos bullies necesitan aprender que esta clase de intimidación no será tolerada. Ignorar el problema no lo hará desaparecer.

Fuente: Psychology Today; Infobae; Aire de Santa Fe; Bullying Sin Fronteras; La Capital

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

La depresión de los adolescentes podría afectar el sistema inmunológico de los padres empáticos

  • David Aparicio
  • 05/02/2016

Siempre se ha concebido a la empatía como una cualidad exclusivamente positiva. Pero una investigación del Clinical Psychological Science sugiere que el exceso de empatía pondría en desventaja el sistema inmunológico de los padres de adolescentes con depresión.

La investigación en cuestión examinó la conexión entre el sufrimiento emocional de los adolescentes con depresión y el sistema inmunológico de 143 padres, a los cuales se les aplicó un test de empatía y pruebas de sangre para evaluar los niveles de citoquina, un compuesto químico que se relaciona con el sistema inmunológico y la inflamación crónica.

Los resultados confirmaron las hipótesis de los investigadores. Entre más empáticos eran los padres, más dolor fisiológico experimentaban. Por otro lado, los padres que obtuvieron puntajes bajos en las escalas de empatía sufrían menos por la depresión de sus hijos.

«Los padres que son más capaces de tomar el punto de vista de los demás y se comprometen más emocionalmente, experimentan más visceralmente y se sienten más agobiados por la angustia de sus hijos.» escribió Erika Manczak, coautora del estudio.

Los autores explican que está curiosa correlación podría ser válida para otros tipos de sufrimiento y no sólo para la depresión.

Ellos también señalan algunas limitaciones que deben ser tomadas en cuenta por las próximas investigaciones: se deben incluir padres y niños que provengan de una comunidad heterogénea. Así también es necesario utilizar escalas con mayor aporte científico, ya que la que fue utilizada en esta investigación, es comúnmente usada por otros estudios, pero no ha sido oficialmente validada.

Aun así, los autores escriben que esta investigación abre la consciencia sobre la prevención y cuidado no sólo de los jóvenes con depresión sino también con las familias comprometidas que también pueden ver afectada su salud.

Fuente: Psypost

  • Salud Mental y Tratamientos

Fibromialgia: el dolor que la sociedad no ve ni entiende – La mente es maravillosa

  • David Aparicio
  • 04/02/2016

Valeria Sabater escribe para la web «La mente es maravillosa», un artículo muy completo que describe con mucha precisión el intenso dolor que viven día a día miles de personas con Fibromialgia y que muy pocas personas pueden comprender:

Se la conoce como la “enfermedad invisible” porque afecta a todas las partes blandas del aparato locomotor y no se puede diagnosticar fácilmente a través de pruebas médicas. La fibromialgia no se ve, no deja marcas en la piel ni produce heridas que otros puedan ver para identificarse. Es un dolor solitario, desesperante.

Y agrega:

Cuando una persona no puede levantarse de la cama porque siente que “agujas ardientes” hieren sus articulaciones, no está fingiendo ni busca una excusa para no ir al trabajo. Quien sufre fibromialgia debe sumar su propia enfermedad con la incomprensión social, con la sensación de sentirse invisible en un mundo que solo cree lo que ve.

El artículo también agrega útiles estrategias de afrontamiento que ayudarán a mejorar la calidad de vida de las personas que padecen de esta condición.

Lee el artículo completo en La mente es maravillosa.

  • Salud Mental y Tratamientos

Se incrementa la evidencia de la relación entre el autismo y la obesidad maternal

  • David Aparicio
  • 04/02/2016

La respetada revista científica Autism Research reporta nuevos datos que incrementan la evidencia sobre la relación entre la obesidad y diabetes maternal y el autismo de sus hijos.

Según los datos recabados en esta investigación, las mujeres con obesidad o diabetes gestacional tienen 1.5 más probabilidades dar a luz a un niño con autismo, comparados con las madres con hijos que presentan trastornos del desarrollo.

Este riesgo es congruente con datos de investigaciones previas que sugerían relaciones entre la obesidad y diabetes maternal con el autismo.

El equipo de científicos analizó los registros médicos electrónicos de 188.188 madres y los compararon entre las madres que tenían hijos con autismo, con aquellas que no tenían hijos con trastornos del desarrollo y con madres de niños con otros trastornos del desarrollo, diferentes al autismo.

Los análisis permitieron conocer que 487 madres tenían hijos con autismo, 1,495 tenían hijos con otros trastornos del desarrollo y 35,734 madres no tenían hijos con autismo u otros trastornos del desarrollo. Las madres de los niños con autismo habían tenido su hijo, en promedio, a los 28.6 años y las madres de hijos con otros trastornos del desarrollo o sin trastornos tenían, en promedio, 27.4 años de edad cuando dieron a luz.

«Aunque estudios previos reportan un vínculo entre la obesidad maternal y la diabetes durante el embarazo y el autismo, nosotros demostramos que los datos médicos electrónicos pueden verificar y establecer la extensión de este vínculo a través de grandes poblaciones, » dijo Katherine Bowers, autora de la investigación y miembro de la División de Bioestadística y Epidemiología del centro médico infantil en Cincinnati, Estados Unidos.

Los registros médicos electrónicos suponen un gran avance en la investigación médica, ya que les ofrecen a los científicos una gran cantidad de datos, sin molestar a los sujetos del estudio con los engorrosos procesos y evaluaciones de la investigación.

Ojalá lleguen y se aprueben sistemas similares en los países latinoamericanos para facilitar y motivar la investigación.

Fuente: Psypost

  • Salud Mental y Tratamientos

Por qué no debes usar el término: «enfermo mental»

  • David Aparicio
  • 03/02/2016

El lenguaje tiene un profundo efecto en la manera en que interpretamos el mundo y cómo nos comportamos. Durante las últimas tres décadas, miles de profesionales de la salud han impulsado la inclusión del término «persona» en cada referencia que se hace a los trastornos mentales, en un esfuerzo por reducir la despersonalización y el estigma que sufren las personas con trastornos mentales.

Algunos podrían creer que es un simple intento de fomentar el uso de un lenguaje «políticamente correcto». Sin embargo, una nueva investigación encontró que incluso las diferencias sutiles en los términos que usamos pueden afectar profundamente los niveles de tolerancia con los que tratamos a las personas con trastornos mentales.

Los datos provienen de la investigación publicada en la revista The Journal of Counseling and Development, la cual aplicó a 711 personas que fueron divididas en tres grupos (estudiantes universitarios, adultos y profesionales consejeros), dos versiones sutilmente modificadas de la escala Community Attitudes Toward The Mentally Ill que evalúa las actitudes hacia las personas con trastornos mentales. Una versión de la escala incluía el término: «enfermos mentales» y la otra versión incluyó: «personas con enfermedad mental».

La escala también incluyó cuatro subescalas que permitió conocer distintos aspectos de cómo se percibe a las personas con trastornos mentales:

  • Autoritarismo: «Los mentalmente enfermos o las personas con enfermedades mentales» necesitan el mismo tipo de control y disciplina que un niño pequeño».
  • Benevolencia: «Los mentalmente enfermos o las personas con enfermedades mentales» han sufrido por mucho tiempo objeto del ridículo».
  • Restricción social: «Los mentalmente enfermos o las personas con enfermedades mentales» deben ser aislados del resto de la comunidad».
  • Ideología de la comunidad de salud mental: «Los mentalmente enfermos o las personas con enfermedades mentales, se beneficiarían de vivir en barrios residenciales, pero el riesgo para los residentes es muy grande».

Al comparar las respuestas, se encontró que las personas eran menos tolerantes cuando leían la declaración con el término: «mentalmente enfermo». También se encontraron leves diferencias en las escalas según los grupos de personas que participaron en el estudio:

Los estudiantes universitarios y los profesionales consejeros mostraron menos tolerancia en las escalas de autoritarismo y restricción social. En cambio, los adultos en general fueron menos tolerantes en las escalas de benevolencia e ideología de salud mental en la comunidad.

Otro dato no menor fue que el grupo de los consejeros tuvo la mayor discrepancia en los niveles de tolerancia, según el término que se usó. Lo cual significa que nosotros, los profesionales de la salud mental, no somos inmunes al efecto del lenguaje a la hora de tratar a las personas con trastornos mentales, y debemos ser muy cuidadosos con las palabras que usamos.

Los autores del estudio también recomiendan que sus hallazgos sean considerados por los directivos de salud y los medios a la hora de elegir las palabras que utilizan para referirse a las personas con trastornos mentales. Ellos tienen mucha influencia en la sociedad y deben ser los primeros en efectuar los cambios sugeridos.

«Yo entiendo por qué las personas usan el término «mentalmente enfermo». Es más corto y más fácil de usar que «personas con enfermedades mentales». Dijo Darcy Granello, coautora de la investigación. » Pero creo que las personas con enfermedades mentales se merecen que cambiemos nuestro lenguaje. Incluso si es más incómodo para nosotros, porque ayuda a cambiar nuestra percepción, lo que nos lleva por último a tratar a todas las personas con el respeto y el entendimiento que ellas se merecen.»

Es necesario aclarar que esta investigación se hizo en inglés y que las connotaciones sobre la palabra illness (traducido como: enfermedad) son distintas a las que usamos en español. En nuestro caso, deberíamos también considerar el uso de la palabra trastorno, porque las condiciones mentales no se conciben como enfermedades.

Fuente: Psypost

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Aspectos psicológicos de la envidia

  • Juan José Ruíz Sánchez
  • 03/02/2016

El conocido filósofo español Fernando Savater (1991) afirma que la envidia “es la virtud democrática por excelencia” y que por ello no debe verse como pecado siguiendo los cánones tradicionales. Gracias a ella se evita que otros tengan más derechos que uno/a mismo empujándonos a todos a buscar la igualdad social. Por ello, según Savater, habría que considerarla más una auténtica virtud que un vicio. Incluso este filósofo relata cómo la envidia le ayudó a emular y desear parecerse a determinados intelectuales que ha ido admirando a lo largo de su vida, y cómo esto le ha ayudado a su propio desarrollo personal.

Las afirmaciones de Savater, reconociendo sus aportaciones, como veremos al hablar de la “envidia mimética”, son cuestionables. Por lo pronto parece confundir envidia con admiración, y por otro, contradice la experiencia real y directa de muchas personas que han padecido o recibió los actos envidiosos.

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La gente no suele reconocer que tiene envidia y, a lo sumo, afirma que solo tiene “envidia sana”, si es que eso realmente existe. Nadie va a la consulta del psicólogo quejándose de que tiene envidia. Las demandas psicológicas habituales suelen ser por “depresión”, y solo en el despliegue biográfico de la persona al ir relatando distintos aspectos de su vida, en un clima de confianza y seguridad, aparece muchas veces la presencia de la envidia hacia otros, casi siempre próximos (hermanos, familiares, compañeros de trabajo, etc.).

La mayoría de los psicólogos y psiquiatras, y aún más los de orientación psicoanalítica, han destacado los aspectos destructivos y patológicos de la envidia. Rattner (1974) describe cuatro formas generales de envidia: la envidia entre los hermanos (que tiene un origen en las experiencias de la infancia), la envidia entre los sexos (dado que la cultura ha valorado más lo masculino en general), la envidia entre los compañeros de trabajo (que da lugar a no pocos casos de “mobbing” o acoso laboral) y la envidia fomentada socialmente (el espíritu competitivo de la sociedad de consumo).

¿Y cuáles son los orígenes y causas de la envidia?

Por lo pronto, hay que situar su origen en las experiencias del niño/a en su tierna infancia. Algunos psicoanalistas como M. Klein (1957) consideran que la envidia tiene su raíz en el primer objeto de importancia para el niño: su madre. El niño distingue entre el “pecho bueno” cuando su madre le amamanta y sacia su deseo de hambre, y el “pecho malo”, cuando su madre frustra su deseo de saciarse; siendo esto universal y relativamente dependiente de los cuidados que realice la madre. De hecho, otros autores han insistido más aún en el papel de las primeras experiencias de frustración del niño (Ferenczi, 1913; Rank, 1924). El psicoanalista español Guerra Cid (2004, 2006) afirma que en la historia personal de quién padece envidia aparece una intensa frustración que aumenta cuando el otro tiene lo que él anhela. Ese deseo, salvo en personas con mentalidad más simple, no suele ser de las cosas materiales que el otro posee, sino más bien de sus cualidades que le permiten tener la admiración y bienes materiales.

El gran envidioso suele desear, fantasear y hasta llevar a cabo, acciones de perjuicio o destrucción dirigida al envidiado. Es un ser amargado incapaz de aceptar sus limitaciones, al que habría que aplicarle el refrán tradicional de “Dime que envidias y te diré de qué careces”. La persona con envidia suele utilizar una curiosa “racionalización” para mantener su estado de envidia: argumenta que en su vida ha tenido mala suerte y que el envidiado, por el contrario, ha sido agraciado por la buena suerte.

Si se mira despacio en la vida del envidioso suelen ser frecuentes las experiencias de múltiples fracasos en su vida amorosa, laboral y social; y no precisamente a causa de la mala suerte sino por no contar con numerosas variables de la realidad para tomar sus decisiones, precisamente por su baja tolerancia a la frustración y su deseo de tener las máximas satisfacciones en el plazo más inmediato. Desde esta óptica, la “envidia sana” no existe, solo hay una y es “patológica”.

El carácter enfermizo de la envidia ha sido considerado incluso en la tradición escolástica tomasiana. Según el psicólogo tomista Martin Echevarria (2005), la envidia es una forma enfermiza o viciosa de la tristeza desordenada que deriva de la vanagloria de querer tener siempre más y de poseerlo todo; y que tendría dos causas (siguiendo al aquinate): una intelectual o cognitiva (desconocimiento de los propios límites y cualidades) y otra afectiva (el temor a fallar en lo que se considera que supera las propias capacidades).

También en muchos casos se añaden verdaderas tradiciones familiares de envidiosos que educan al niño en el resentimiento hacia el envidiado. Si en ese ambiente familiar y hasta escolar, se prima mucho comparar al niño con las cualidades de otro, la envidia estará servida y el daño al niño realizado.

Pero sin duda, uno de los psicólogos y psiquiatras que más han estudiado la envidia ha sido Alfred Adler. Para éste, la envidia se configura en una atmósfera familiar infantil donde prima la competitividad y donde la rivalidad entre los hermanos es frecuente. Los niños mayores y menores suelen ser los más vulnerables a la envidia en ese contexto. El hermano mayor porque ha sido “único” objeto de privilegio y atenciones, y ahora se ve “destronado de su reinado” por la venida de otro hermanito con el que rivaliza; y puede recurrir a “apaños” como “ser ahora muy malo”, “orinarse encima” y otras estratagemas conscientes e inconscientes para recuperar el trono de atenciones y afectos perdidos. También el menor porque suele ser objeto de mimos y protección excesivos que cuando sale del ambiente familiar habitual tiene que afrontar un mundo despiadado, difícil y frustrante.

Y, por último, podríamos hablar de la envidia no solo como afecto, sino como una forma de conducta, y hasta como forma de conducirse por la vida que no solo tiene sus “causas”, sino también sus efectos, consecuencias o funciones finalistas” (Marino Perez, 2004). La envidia, desde esta perspectiva, cumple un papel social relacionado con la “función de regulación del poder”.

Habría que distinguir aquí entre una “envidia mimética” donde no solo es importante el objeto del deseo para el propio envidioso; sino que el objeto del deseo es aún más deseable cuanto más sea deseado por otros. La función aquí es orientar los objetos que son deseables y valiosos según la sociedad del momento en cuestión. En la sociedad de consumo esos objetos del deseo son “creados continuamente” sin remitir a necesidades reales, y tienen un claro exponente en los medios de comunicación y la publicidad.

Y, por otro lado, estaría la “envidia maléfica” donde se desea que el otro pierda lo que tiene sin que sea necesario tenerlo uno mismo. En este caso, la envidia está muy relacionada con las comparaciones sociales con otros donde el “rebajamiento del otro” cumple con la función o finalidad de la propia afirmación; operando en una especie de equilibrio tanto real como imaginario. El hecho es que ambas formas de envidia pueden convivir en la misma persona y sociedad. Incluso hay quien “provoca” la envidia en otros haciendo “ostentación” de bienes materiales o cualidades como una forma de sentirse superior al envidioso.

En suma, afirma Marino Pérez (2004), para que se dé la envidia tiene que haber una serie de causas antecedentes: incluyen la presencia de objetos deseados que pertenecen a otros, desigualdades que hacen evidente la inferioridad de otros casi siempre próximos y/o el afán insaciable de igualdad en sociedades democráticas; y una serie de consecuencias o funciones: orientar a objetos de consumo social deseables, equilibrio real o imaginario de la propia inferioridad y/o sentimiento de superioridad ante el otro.

¿Y tiene remedio o solución la envidia?

Para la opinión del psiquiatra cordobés Castilla del Pino (2000) la envidia es intratable e incurable. Para otros especialistas el asunto no es tan pesimista, pero debe contar con varias condiciones. Para la persona que ya está en tratamiento (y no precisamente por admitir su envidia como apuntábamos al principio), ésta debe admitir su propia identidad, con sus limitaciones y cualidades; lo que conllevará “resistencias y defensas frecuentes” y será un trabajo psicológico duro y difícil, pero no imposible. Para los padres y educadores será muy importante en plan preventivo trabajar las conductas de solidaridad y cooperación desde las primeras fases de la vida de los niños; aquello que Alfred Adler llamó “sentimiento de comunidad o interés social” (Ruiz, Oberst y Quesada, 2006). Pero bien es cierto que la sociedad en general no está por esa labor y el “complejo de Caín” seguirá haciendo mucho daño a esta y a las próximas generaciones, por lo que el trabajo es inacabable.

Articulos recomendados:
–¿Existe envidia de la buena?
–El lado bueno de la envidia.

BIbliografía:

  • Alfred Adler: El sentido de la vida. Miracle, 1935
  • Francisco Savater: Ética para Amador. Ariel. Barcelona 1991.
  • F. Oliver Brachfeld: Los sentimientos de inferioridad. Editorial Apolo. Barcelona, 1936.
  • Juan J. Ruiz , Úrsula E. Oberst y Antonio M. Quesada: Estilos de vida. El sentido y el equilibrio según la psicología de Alfred Adler. Paidós. Barcelona, 2006.
  • Josef Rattner: La persoalidad del hombre. Orientaciones psicoterapéuticas para el conocimiento de si mismo y los demás. Ed. Mensajero. Bilbao, 1973.
  • Luis Raimundo Guerra Cid: Esto no es un libro de autoayuda. Tratado de la suerte, el amor y la felicidad. Descleé de Brouwers. Bilbao, 2006.
  • Luis Raimundo Guerra Cid: Tratado de la insoportabilidad. La envidia y otras “virtudes humanas”. Descleé de Brouwers. Bilbao, 2004.
  • Marino Pérez Álvarez: Contingencia y drama. La psicología según el conductismo. Minerva Ediciones. Madrid, 2004.
  • Martin F. Echevarria: La praxis de la psicología y sus niveles epistemológicos según Santo Tomás de Aquino. Documenta Universitaria. Girona, 2005
  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Los olvidados de los olvidados: La salud mental en África

  • Airam Vadillo
  • 02/02/2016

La Salud Mental Global propone un acercamiento de la salud mental a todos los rincones del planeta. Que, por ejemplo, cualquier persona con enfermedad mental recibiera un servicio, bien sea en Francia o en Namibia. Esta aproximación es relativamente nueva, y supone una apuesta firme sobre la accesibilidad de los tratamientos psicológicos a aquellos países en desarrollo, los cuales tienen precisamente tienen menos impacto y servicio dado sus bajos recursos socioeconómicos.

no hay salud sin salud mental

Al ser un acercamiento reciente, tanto su vertiente investigadora como de intervención psicosocial está aún en sus inicios, teniendo en cuenta el espectro de intervención humanitaria. Sin embargo, la Organización Mundial de la Salud ya hace hincapié fuerte con un eslogan que se suelen recordar en el ámbito humanitario: “there is no health without mental health” (no hay salud sin salud mental) el cual está ganando peso dentro de la cooperación internacional.

En cuanto a las enfermedades mentales, existe un componente cultural que delimita e influye considerablemente en torno a qué es enfermedad mental y qué deja de serlo. Sin embargo, existen patrones comunes, los cuales nos hacen humanos, seas de Alemania o Kenia. Tal y como cita Vikram Pattel en su charla TED, existe el llamado Black Dog (perro negro), que es una metáfora sobre los síntomas de depresión, una de las enfermedades más comunes a nivel global. Mucha gente puede pensar que no existe en África simplemente porque sus preocupaciones podrían ser distintas. Lo que indican los estudios epidemiológicos mostrados en el vídeo es que, de 20 personas en el mundo, una tendría depresión. Esto nos conduce a que en el planeta existirían 300 millones de personas con depresión.

La accesibilidad: Salud mental para todas y todos

Tal y como se indicó, la accesibilidad a la salud mental está fuertemente determinada por el nivel socioeconómico del país donde residas, unido al propio nivel adquisitivo del que dispongas. Esto haría que el diagnóstico y tratamiento de nuestra depresión sea bien distinto si eres de Inglaterra o de Liberia. Fácil de entender. Tanto es así que el 90% de las personas con enfermedades mentales que viven en países en desarrollo no recibirán ningún tipo de tratamiento. De 10 personas, solo una 1 recibiría tratamiento para su enfermedad mental en Myanmar, por ejemplo.

Campaña de sensibilización del gobierno sierraleonés fomentando la inclusión social de los supervivientes del ébola y familias afectadas por el brote. En Koinadugu, Sierra Leona /Airam Vadillo

Por si fuera poco, el problema no solo estriba en la falta de accesibilidad, sino también la trampa de la pobreza, y su círculo vicioso hacia la enfermedad mental. Dicho círculo es evidente: las variables contextuales de pobreza (baja economía, baja educación, falta de hogar, etc…) repercuten negativamente en la salud mental. El malestar emocional o la enfermedad mental hacen que el individuo y/o la comunidad en general tengan menos aptitudes y herramientas para mejorar su situación, lo que genera una exclusión social, repercutiendo negativamente en su bienestar psicológico…. y así sucesivamente.

la accesibilidad a la salud mental está fuertemente determinada por el nivel socioeconómico del país donde residas

¿Qué podemos hacer? Intervención psicosocial en contextos en desarrollo

Pese a que la ayuda humanitaria dio un gran salto en la década de los noventa, el componente psicosocial comenzó a profesionalizarse desde hace relativamente poco. El tsunami de Sri Lanka 2004 marcó un antes y después, en el cual se vio la ineficacia de algunas intervenciones psicosociales e incluso intervenciones contraproducentesDo No Harm: Toward Contextually Appropriate Psychosocial Support in International Emergencies.

Nuestro trabajo, de forma muy resumida, consiste en capacitar y empoderar a los trabajadores locales del país para que ellos mismos puedan llevar tales intervenciones psicosociales de forma autosuficiente, siempre adaptando nuestros conocimientos a un contexto y cultura particula Un ejemplo es cómo en programas de psicoeducación sexual en occidente se permite la entrega de preservativos de modo preventivo, mientras que una cultura musulmana puede ser visto como incitación al sexo.

Uno de los problemas que solemos toparnos es la falta de trabajadores psicosociales en países en desarrollo. No hay psiquiatras, psicólogos ni enfermeros en salud mental o si los hay, existen en un número muy reducido.

Una manera sencilla de solucionar este problema es simplemente capacitando a aquellas personas que estén interesadas en el componente psicosocial, aunque no tengan ningún tipo de experiencia. Aquellos y aquellas que muestren interés y tengan habilidades sociales, capacidad de escucha y empatía bien pueden hacerlo mucho mejor que cualquier persona titulada pero desmotivada. De tal manera que nuestro trabajo suele ser con personal no cualificado, pero que presentan las cualidades necesarias para desempeñar el trabajo. Tenemos pues, la hazaña de adaptar conceptos muy técnicos en psicología en un lenguaje simple y adaptado a su culturaDo No Harm: Toward Contextually Appropriate Psychosocial Support in International Emergencies.

¿Por qué no interesa la salud mental global?

Posiblemente porque nos da miedo hablar de enfermedad mental. Es algo que nos desagrada, nos quiere sonar distante, muy lejano a nuestros problemas.

La Salud Mental global continúa sin interesar por el fuerte componente discriminatorio que tiene las enfermedades mentales. Si existe discriminación en nuestros países, el estigma y rechazo en países como Zambia o Sierra Leona son increíblemente mayores. Nadie quiere posicionarse en una realidad en la que cualquier podría caer.

Por un lado, en ocasiones las enfermedades mentales no son consideradas como una condición clínica, se asocian los problemas mentales con la propia miseria de la vida, o peor aún, que la propia pobreza justifica el hecho de tener depresión, de tal forma que se legitima inconscientemente. Esto hace que en los países olvidados, se tengan a los enfermos mentales olvidados.

la accesibilidad a tratamientos psicológicos está fuertemente determinada por la propia condición humana

Por otro lado, se podría deshumanizar a la persona, es decir, clasificar en un rango menos humano por tener enfermedad mental. De hecho, frases como “ellos también son humanos” o “ellos también merecen tratamiento” son microracismos, ya que se sobreentiende y se da por sentado tales afirmaciones. En definitiva, la accesibilidad a tratamientos psicológicos está fuertemente determinada por la propia condición humana.

Proyecto psicosocial con Médicos del Mundo en Sierra Leona, a raíz del brote del ébola / Airam Vadillo

 

¿Soluciones?

Vikram propone tomar como modelado el ejemplo del VIH. Hace unas décadas era una enfermedad devastadora, sin embargo, ha mejorado ostensiblemente no solo el tratamiento médico sino también la percepción y aceptación social. El paralelismo es claro, bien la Salud Mental debería tener esa capacidad de movilización, denuncia y moviendo social tanto de los portadores como familias afectadas por esa enfermedad crónica, para así dar el salto que la Salud Mental Global merece.

Cuando estemos realmente exentos de estigma, discriminación o se deje de etiquetar a las personas con enfermedades mentales como locos o agresivos, estaremos en disposición de dejar de avergonzarnos. No nos veremos tan lejanos hacia el resto de nuestros iguales. Un trabajo tanto de los medios informativos como de los propios profesionales de la psicología que humanice las enfermedades mentales y que el resto esté dispuesto a humanizarse.

Quizá en ese momento podríamos dar servicio a aquellos y aquellas personas con trastornos mentales en esos países que nadie se acuerda, o peor aún, que ni se sabe que existen. Para, por lo menos, dejar de tener olvidados a los olvidadosOlvidados. 

  • Recursos para Profesionales de la Psicología

Intervenciones psicológicas para cuidadores con síntomas depresivos: revisión sistemática y metanálisis (PDF)

  • David Aparicio
  • 02/02/2016

Está bien establecido que los cuidados no profesionales, un componente fundamental de la atención a personas dependientes, pueden aumentar el riesgo de trastornos mentales en el cuidador, especialmente de depresión.

El objetivo de este estudio fue realizar una revisión sistemática y un metanálisis para determinar la eficacia de las intervenciones psicológicas, para reducir los síntomas depresivos, dirigidas a cuidadores no profesionales. Se realizó una búsqueda exhaustiva de estudios publicados entre los años 1980 y 2013 en las bases de datos Medline y PsycInfo, así como en las referencias de otras revisiones y metanálisis y capítulos de libro relevantes, de los cuales se seleccionaron 13 estudios.

Aunque la mayoría de las intervenciones obtuvieron resultados positivos en la reducción de la sintomatología depresiva, en general, sus efectos fueron moderados (tamaño del efecto = -0.49, intervalo de confianza 95% ). Se han producido importantes avances en relación con la calidad de los estudios, pero todavía se encontraron algunas limitaciones que restringen el alcance de sus hallazgos.

Es necesario realizar más estudios que cumplan con los estándares de excelencia y, más concretamente, de prevención indicada de la depresión.

Autores: Fernando L. Vázquez*, Elisabet Hermida, Olga Díaz, Ángela Torres, Patricia Otero y Vanessa Blanco.

Descarga la investigación completa en formato PDF: Intervenciones psicológicas para cuidadores con síntomas depresivos: revisión sistemática y metanálisis (PDF).

Fuente:  Scielo

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