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Publicaciones por mes

julio 2016

54 Publicaciones
Sin categoría

La Terapia Cognitivo Conductual online sería beneficiosa para pacientes con depresión y ansiedad

  • Maria Fernanda Alonso
  • 29/07/2016

A veces crear un espacio dentro de la apretada agenda semanal para ir a terapia puede ser complicado, y aunque logremos disponer de tiempo, en ocasiones el encuentro personal puede ser difícil para algunas personas. Las terapias online, hace ya varios años, se presentan una alternativa viable y eficaz a estos problemas, e incluso la terapia cognitivo conductual online combinada con atención clínica ha demostrado ser beneficiosa para personas con depresión, ansiedad y angustia emocional debida a enfermedades, de acuerdo a una revisión basada en la evidencia del Canadian Medical Association Journal.

La revisión examinó estudios recientes de alta calidad como también la creciente cantidad de literatura sobre enfermedades mentales disponible para smartphones y tablets. Algunos estudios mostraron que los pacientes que usaban terapia cognitivo conductual online tenían mejores resultados que los controles placebo, e iguales o mejores resultados respecto de aquellos que usaban la terapia cognitivo conductual tradicional (en persona). Estos resultados fueron vistos en pacientes con depresión, y en aquellos con enfermedad físicas como cáncer y esclerosis múltiple.

El el Dr. David Gratzer, psiquiatra, sostiene que “asistir a terapia cognitiva conductual por medio de internet ofrece una forma rentable y empoderadora de acceder a un importante tratamiento.” Esta modalidad de TCC otorga a los pacientes la posibilidad de participar cuando y donde quieran, y a su vez provee el anonimato que puede ayudar a pacientes deprimidos o tímidos renuentes a hablar con un profesional de la salud.

Gratzer y Faiza Khalid-Khan, trabajadora social y Directora de Salud Mental, en el Scarborough Hospital (Toronto, Ontario), consideran que “esta intervención psicológica es empoderadora, clínicamente eficiente y consistente con el modo en el que, cada vez más, los pacientes interactúan con el cuidado de la salud.” Permite tratar a más pacientes eficientemente en menos tiempo y requiere menos recursos en general que la terapia cognitivo conductual tradicional. Sin embargo, esta terapia no es recomendada para personas con enfermedades mentales severas.

Las desventajas potenciales de la TCC online incluyen la falta de una relación humana real, lo que impide la monitorización directa del paciente y la posibilidad de ajustar la terapia de acuerdo a su progreso; otros obstáculos que enfrenta son la baja adherencia por parte de los pacientes y la falta de acceso a internet desde los hogares.

“Hay datos importantes que apoyan la integración de la TCC online a una atención clínica psiquiátrica. Esa data indica que ésta forma de TCC ofrece numerosos beneficios para el paciente como para el facultativo. Permite el tratamiento de pacientes con muchas condiciones psiquiátricas diferentes, a un menor costo que la TCC tradicional,” concluyen los autores, a la vez que señalan que se necesita más investigación para determinar el grupo demográfico ideal para esta terapia y que hay desafíos en cuanto a su integración en la práctica clínica.

Fuente: Sciencedaily

 

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Sin categoría

Otro estudio encuentra que un buen porcentaje de antidepresivos no se prescribe para la depresión

  • Alejandra Alonso
  • 28/07/2016
Antidepresivos

Una investigación canadiense muy reciente revela que algunos médicos están prescribiendo antidepresivos para condiciones que no son la depresión.

En el estudio, publicado en el journal JAMA, los científicos miraron 10 años de registros electrónicos donde aparecían prescripciones de antidepresivos. En total revisaron más de 100.000 prescripciones de antidepresivos escritas por casi 160 médicos y para casi 20.000 pacientes. Lo que encontraron fue que alrededor del 50% de las prescripciones fueron hechas para otros trastornos que no eran depresión. Algunas de estas condiciones fueron ansiedad, dolor, insomnio, bulimia y TDAH, incluso aunque existen investigaciones que cuestionan la efectividad de los antidepresivos en niños y adolescentes.

Un metaanálisis del 2015, que revisó datos de 1.071 estadounidenses, también encontró que el 69% de las personas que toman ISRS (el principal tipo de antidepresivos) nunca han sufrido de un Trastorno de Depresión Mayor.

Algunos usos para los que se está prescribiendo esta droga no están basados en la evidencia científica

La Dra. Jenna Wong, autora principal del estudio, lo llama un “fenómeno interesante” y comenta sobre las sospechas que se tenían en la comunidad científica en relación a este tema. La cuestión es preocupante debido a que, si los científicos quisieran saber si ha aumentado la prescripción de antidepresivos para la depresión, los datos estarían deformados.

Wong también agrega que algunos usos para los que se está prescribiendo esta droga no están basados en la evidencia científica. Ella explica que algunos medicamentos se prescriben para otras condiciones porque hay datos que sugieren que funciona para ellas, pero en el caso de la migraña y el TDAH,  los datos no son sólidos.

Si no existe suficiente respaldo científico, ¿por qué se prescriben para estas condiciones? Los autores no investigaron por qué los médicos están prescribiendo antidepresivos para otros usos, pero creen que podrían estar utilizándolo como último recurso. Recordemos que para algunas condiciones todavía no existen tratamientos eficaces, sin embargo hay pacientes que pueden estar desesperados, buscando algo que alivie sus síntomas.

Los autores del estudio recomiendan explorar más a profundidad las razones por las cuales éstas drogas están siendo prescritas para otras condiciones.

Fuente: Time

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  • Ciencia y Evidencia en Psicología

La neurociencia del mindfulness o atención plena: beneficios demostrados de la práctica regular

  • Jorge Benito
  • 28/07/2016
Mindfulness

Antes de comenzar esta lectura, préstale atención a tu respiración. Préstale atención al aire fresco que entra y al aire cálido que sale. Observa cómo tu barriga se llena y cómo tu pecho se contrae de forma natural.

Enhorabuena, acabas de realizar una breve práctica de mindfulness o atención plena. Y, de acuerdo a la neurociencia, hacer esto de forma regular tiene un tremendo impacto a múltiples niveles, tal y como veremos a lo largo de este post.

Si bien es cierto que la investigación está dando aún sus primeros pasos y todavía queda mucho por descubrir, sobre todo en relación a los cambios cerebrales que suceden en tiempo real, lo cierto es que actualmente existen multitud de estudios que pretenden arrojar más luz y rastrear estos cambios. No olvidemos que las más prestigiosas universidades del mundo poseen sus propios departamentos dedicados al estudio del mindfulness (Harvard, Cambridge, Oxford, UCLA…).

La práctica del mindfulness trabaja con habilidades que todos poseemos y que pueden ser desarrolladas y mejoradas. Todos podemos vivir nuestra vida con mayor presencia, dedicación, claridad, actitud positiva y resiliencia.

el mindfulness puede cambiar la comunicación entre diferentes regiones del cerebro

Los orígenes de esta práctica secular se remontan a disciplinas contemplativas tradicionales, si bien no ha sido hasta hace relativamente poco que la investigación científica ha comenzado a validar los cambios funcionales y estructurales que el mindfulness genera, o la gran variedad de beneficios que proporciona: reducción de estrés y ansiedad, aumento de empatía y habilidades sociales, reducción de dolor crónico, efectos equiparables a los antidepresivos, mejora de la presión sanguínea, incremento en la densidad de la materia gris, mejora de la recuperación física, regulación emocional, equilibrio del sistema nervioso… La lista es enorme; existen más de 5.000 estudios científicos que demuestran los beneficios de la práctica continuada del mindfulness y nuevos avances surgen casi a diario.

Cambios funcionales y estructurales en el cerebro relacionados con el mindfulness

Si bien durante muchos años pensábamos que éramos sólo víctimas de nuestra herencia fisiológica y que no existía ninguna manera de influir en ella, ahora poseemos evidencia científica de que esto no es cierto.

Las más recientes tecnologías de escaneo cerebral y neurofeedback revelan que el mindfulness puede cambiar la comunicación e interacción entre diferentes regiones del cerebro, mejorar sus funciones e incluso crear nuevas neuronas (neurogénesis). Mientras que la práctica continuada de la atención plena permite que nuestro cerebro cambie -lo que los expertos han llamado neuroplasticidad-, un estilo de vida poco estimulante genera el efecto opuesto que conocemos como neurorigidez.

¿Por qué son tan importantes todos estos cambios a nivel cerebral? Porque tienen un impacto directo en nuestra forma de pensar y comportarnos.

¿Cómo calma el mindfulness un cerebro ansioso?

El Dr. David Creswell de la Universidad Carnegie Mellon se hizo esta misma pregunta y realizó un estudio en el que los participantes, personas en situación de desempleo con elevados niveles de estrés y ansiedad, aprendieron las bases de la práctica del mindfulness o atención plena durante 6 semanas. Los resultados son impactantes: regulación de las emociones, capacidad de afrontar del estrés y mejora de la salud física y mental.

Los estudios de la eminente neurocientífica Sara Lazar, de los que se han hecho eco prestigiosas publicaciones como Scientific American, muestran que la práctica continuada del mindfulness transforma la amígdala, e incluso llega a provocar que se vuelva más pequeña.

avorece respuestas más reflexivas –lo que llamamos claridad mental

Esta región del cerebro, además de estar involucrada en las respuestas fisiológicas derivadas del miedo y la detección de peligros, es parte del cerebro emocional y participa en la respuesta de lucha o huida (sistema nervioso simpático), el mecanismo por el cual nuestro cuerpo libera hormonas del estrés. Esto es especialmente relevante porque una amígdala calmada permite que las funciones cerebrales superiores aumenten (corteza pre-frontal o neocórtex) mientras que las respuestas automáticas de los cerebros límbico y reptiliano son reguladas.

Es decir, la práctica de la atención plena favorece respuestas más reflexivas –lo que llamamos claridad mental- e inhibe respuestas cerebrales arcaicas.

El futuro del mindfulness

La práctica del mindfulness parece ser el antídoto a lo que yo llamo el “síndrome de vida moderna”: esa pérdida de la capacidad para manejar conscientemente nuestros niveles de estrés y ansiedad ante las demandas de un mundo cada vez más frenético.

No en vano, importantes organizaciones como el NICABM (National Institute for the Clinical Application of Behavioral Medicine) están impulsando activamente la integración del mindfulness en la talking therapy tradicional. De acuerdo a sus estudios, el 66% de las personas que acuden a psicoterapia no muestran ninguna mejora significativa, y esto no se debe a la incapacidad de los profesionales, sino a la falta de compromiso emocional de los pacientes. El mindfulness ha demostrado cambiar esta tendencia de forma sorprendentemente rápida, permitiendo que los sujetos participen activamente y de forma responsable en su propio proceso de recuperación.

Todos estos esfuerzos de investigación y aplicación terapéutica están favoreciendo que las ciencias contemplativas en general, y el mindfulness en particular, hayan dejado de ser un asunto New Age para convertirse en una estrategia de eficacia probada a la hora de traer conciencia, salud y felicidad a nuestras vidas.

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  • Artículos Recomendados de la Web

¿Se acabaron los momentos de reflexión? – The New York Times

  • David Aparicio
  • 27/07/2016

Compré mi primer smartphone con la mitad de mi salario como vendedor en una tienda de ropa deportiva a inicios del año 2009. Era iPhone usado, el primero que salió, no tenía datos móviles y dependía de las conexiones WiFi abiertas para usar internet.

Me sentía feliz con mi iPhone, me sentía en el futuro, podía usar internet en la palma de mi mano con una pantalla de 3,5 pulgadas y ya no dependía de mi pesada laptop para conectarme y hablar con mis amigos.

Pero con el pasar de los años me di cuenta que el celular me quitó los momentos que usaba para leer, soñar y reflexionar. Sé que parece un poco cursi y hasta dramático, pero es la verdad.

Antes aprovecha las filas y mis viajes en colectivo para leer algún libro o para simplemente soñar con el futuro que quería. Hoy uso cualquier tiempo libre que tengo para tomar mi celular, revisar mi email, buscar algún artículo «interesante» que me mantenga actualizado o simplemente caigo en los tentáculos de Facebook para perder el tiempo. Incluso aprovecho los minutos en los que estoy sumergido en el tráfico de Panamá para escuchar algún podcast o para leer algo rápido mientras espero a que cambie las luces del semáforo.

Esa es mi experiencia, pero se que no soy el único. A donde miro la gente está sumergida en las pantallas de sus celulares, buscando algo con qué entretenerse y acabar con esos minutos en los que no tienen nada que hacer.

Algunos dirán que lo importante es que se esté haciendo algo productivo con el celular, que se use para aprender algo nuevo o informarse. Yo también pensaba así. Pero la verdad es que no importa si es para algo productivo o no. Estamos usando excesivamente los medios electrónicos, en especial el celular y estamos perdiendo el tiempo para reflexionar y pensar sobre las cosas importantes de nuestra vida.

Bajo ese concepto, Teddy Wayne escribió un fantástico ensayo para el New York Time que nos ayuda a reflexionar sobre el abuso del celular y cómo nos está quitando los momentos de reflexión, introspección, la obsesión con la velocidad y sus efectos a nivel cerebral. Este es uno de esos artículos que todos debemos leer:

(…) En un mundo donde un teléfono o un ordenador casi nunca están fuera de nuestro alcance, ¿estamos eliminando la introspección en momentos que podrían haber estado dedicados a eso? ¿Acaso la profundidad de esa reflexión está en peligro porque nos hemos acostumbrado a buscar la gratificación inmediata de los estímulos externos?

Si los datos indican algo, la mayoría de nosotros utiliza los teléfonos más de lo que creemos: los participantes en el estudio calcularon que utilizaban los dispositivos 37 veces durante el día (incluidas todas las ocasiones en que encendemos una pantalla, desde apagar el despertador hasta hacer una llamada), pero el número real se acercó a 85. Algunas de las veces tomó menos de 30 segundos. (Los participantes también subestimaron el tiempo que pasan utilizando los dispositivos por cerca de una hora —el total real fue de 5,05 horas—, incluyendo llamadas telefónicas y escuchar música con la pantalla apagada).

Si estás despierto durante 16 horas, encender o revisar tu celular 85 veces significa hacerlo aproximadamente una vez cada 11 minutos (eso sin contar las veces que utilizamos internet en una computadora), y 5,05 horas son más del 30 por ciento del día. ¿Qué efecto podría tener este comportamiento compulsivo en la reflexión?

Lee el artículo completo en The New York Times.

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  • Ciencia y Evidencia en Psicología

El acetaminofén podría afectar la empatía

  • Alejandra Alonso
  • 27/07/2016
empatía

Anteriormente habíamos publicado una investigación que encontró un nuevo efecto secundario del acetaminofén: entorpecer el proceso cerebral para detectar errores. Pero ahora, un estudio nuevo sugiere que además afectaría nuestra habilidad de sentir empatía por el dolor de otros.

En uno de los experimentos, llevado a cabo por investigadores del Ohio State University, se les dio a beber a 40 estudiantes universitarios un líquido que contenía 1,000 mg de acetaminofén; por otro lado, un segundo grupo de igual tamaño consumió un líquido placebo.

Luego los estudiantes leyeron escenarios donde alguien sufría alguna clase de dolor (emocional o físico) y se les pidió que calificaran el dolor que esa gente experimentaba. Los participantes del estudio que bebieron el acetaminofén calificaron el sufrimiento significativamente más bajo que los integrantes del grupo que consumió el placebo.

En un segundo experimento, se le volvió a dar a un grupo de estudiantes acetaminofén y al otro un placebo. Luego todos fueron expuestos a un corto estallido de sonidos blancos, y se les pidió que calificaran el sonido en una escala del 1 (nada desagradable) al 10 (extremadamente desagradable). Finalmente, se les pidió que imaginaran cuán desagradables serían los estallidos de sonido para otros.

Comparados al grupo placebo, los estudiantes que tomaron acetaminofén calificaron el sonido como menos desagradable y predijeron que los sonidos serían poco desagradables para los otros también.

“No sabemos porqué el acetaminofén está teniendo estos efectos, pero es preocupante. La empatía es importante. Si estás discutiendo con tu cónyuge y te acabas de tomar acetaminofén, este estudio sugiere que podrías ser menos comprensivo con respecto a lo que hiciste para herir los sentimientos de tu esposo”, dice el Dr.  Baldwin Way, uno de los autores de la investigación.

Mischkowski y Way planean estudiar otro analgésico común, el ibuprofeno, para ver si está vinculado a efectos similares.

Fuente: Health

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  • Salud Mental y Tratamientos

El combustible de la ansiedad: la intolerancia a la incertidumbre

  • Maria Fernanda Alonso
  • 26/07/2016

Pensar en el futuro puede ser algo que nos llene tanto de entusiasmo como de preocupación pues, al fin y al cabo, no sabemos qué sucederá. Ese es justamente el combustible de la ansiedad, y el modo en que nos afecte dependerá de cuán tolerantes seamos a la incertidumbre.

Dan Grupe, investigador asociado postdoctoral del Centro para la Investigación de Mentes Saludables de la Universidad de Wisconsin-Madison, sostiene que “la incertidumbre misma puede llevar a mucha angustia para los humanos en particular.”

Por regla, preferimos la certeza antes que la incertidumbre. Estudios han mostrado que las personas preferirían recibir, definitivamente, un shock eléctrico ahora que quizás recibirlo más tarde; también han mostrado una mayor activación del sistema nervioso cuando aguardan un shock impredecible (u otro estímulo desagradable) que uno esperado. En lo que la gente difiere es en el grado en que la incertidumbre les molesta.

Intolerancia a la incertidumbre

Esto es lo que mide la Escala de Intolerancia a la Incertidumbre (EII).  Dicha escala fue desarrollada en el año 1994 por un equipo de investigadores en Quebec. La EII evalúa cuánto desean y buscan la previsibilidad las personas, y cómo reaccionan en situaciones ambiguas. Un nivel alto de intolerancia a la incertidumbre, es una “vulnerabilidad cognitiva,” según Michel Dugas, profesor de psicología en la Universidad de Quebec en Outaouais, y uno de los arquitectos de la EII. Él y sus compañeros de investigación han vinculado un nivel alto de intolerancia a la incertidumbre a varios trastornos de la ansiedad como también (de manera menos fuerte) a trastornos de la alimentación y depresión.

Muchas de sus investigaciones han sido sobre el trastorno de ansiedad generalizada (TAG), por lo que él sostiene que la intolerancia a la incertidumbre pareciera ser un factor de riesgo causal – es decir que no sólo está vinculado al TAG, sino que se ha demostrado a través de manipulación experimental, que un alto nivel de intolerancia a la incertidumbre lleva a más preocupación.

Esto sucede no sólo con la ansiedad clínica sino también con las preocupaciones cotidianas. De hecho, tanto Dugas como Grupe sostienen que la incertidumbre pareciera ser una condición necesaria para la ansiedad de cualquier tipo.

Según los científicos, “preocuparse” generalmente significa pensar en posibles amenazas futuras, acompañado con la emoción y sensación corporal de ansiedad. Si el objeto de la preocupación es completamente predecible, o está pasando actualmente (por lo que no hay ambigüedad), no estarías padeciendo ansiedad, sino que le tendrías miedo. Y si sólo estás pensando en cosas malas que podrían pasar en el futuro, pero te sentís bastante relajado, probablemente no estés preocupado, sino planeando o preparándote.

Grupe no cree que existan puntos claros de corte entre la ansiedad subclínica y la diagnosticada. “Es un espectro continuo donde la incertidumbre juega un papel cada vez mayor, incrementando de la imprevisibilidad.” Dugas agrega que “las personas con TAG están en el extremo de la preocupación, pero esa preocupación no es diferente a tu preocupación o la mía. Simplemente hay mucha más.”

Él compara la intolerancia extrema a la incertidumbre con una reacción alérgica. “Una pequeña cantidad de una sustancia que no es dañina para la mayoría de las personas, en vos provoca una reacción violenta. Es como una alergia psicológica.”

Grupe y Jack Nitschke, también de la Universidad de Wisconsin-Madison, han desarrollado una teoría (que presentaron en Nature Reviews Neuroscience  en el 2013) sobre qué mecanismos del cerebro podrían estar en juego en esta alergia psicológica.

Evitar situaciones impredecibles puede robarle a las personas oportunidades para refutar sus propias preocupaciones, y reducir su ansiedad

Es complicado por cuanto no hay una parte específica del cerebro responsable por la intolerancia a la incertidumbre, sino que probablemente está ligada a varios procesos cerebrales diferentes, incluyendo la regulación emocional, detección de amenazas y detección de seguridad (los últimos dos son procesos separados, distintos), sostiene Grupe. En una situación ambigua o impredecible, el cerebro buscará postas en el ambiente, cosas que sabe (por experiencias pasadas) que están asociadas con amenazas o seguridad. Si esto es infructífero, y el cerebro no sabe qué es peligroso y qué no lo es, cualquier cosa puede parecer una amenaza.

La detección de las amenazas y lo seguro han sido vinculadas a la amígdala, y la regulación emocional parece ser dominio de la corteza prefrontal. Grupe también piensa que la ínsula podría jugar un papel procesando información sobre el cuerpo y su ambiente para ayudar a crear sentimientos internos, subjetivos. “Estos procesos están estrechamente ligados,” dice Grupe.

No toda incertidumbre es mala

A pesar de una preferencia humana general por la certeza, lo desconocido no siempre es inductor de ansiedad.  Según Michael Smithson, profesor en la Facultad de Medicina, Biología y Ambiente, de la Universidad Nacional de Australia, “la incertidumbre tiene su lado bueno, especialmente en cuanto a incertidumbres o incógnitas temporales. No queremos saber ahora mismo los finales de todos los libros que vamos a leer, de las películas que alguna vez veremos, o el contenido de todos nuestros regalos de Navidad futuros… También nos gusta una sensación de libertad y autonomía, de tener opciones.”

Hay circunstancias en las cuales la incertidumbre puede ser emocionante y motivadora, en lugar de inquietante. En su investigación, Ayelet Fishbach, profesora de ciencia del comportamiento y marketing en la Universidad de Chicago, encontró que las personas se sienten más emocionadas y trabajan más arduamente durante tareas en las que no se sabe el tamaño de la recompensa. Pero aclara que es emocionante en cuanto a las pequeñas incertidumbres pues, sino, la emoción podría convertirse en terror. “No asumimos que a las personas les gustaría que su salario fuera incierto,” aclara.

Cómo afrontamos la incertidumbre

Si el suspenso de no saber es demasiado para alguien, usará una de dos estrategias: eliminarlo o evitarlo. No es sorprendente que la intolerancia a la incertidumbre también haya sido vinculada a la indecisión.

Según un estudio, las personas con altos niveles de intolerancia a la incertidumbre son más propensas a compararse con otros, y ésta es otra manera de eliminarla. Es lógico. Si no estás seguro de qué tan exitoso sos, o que tan buena es tu relación, podrías tener más claridad si ves cómo te está yendo en relación con otros. O, si tu estrategia es evitar, puede que simplemente le pidas a alguien más que te de la respuesta. Esta es gran parte de la atracción de las columnas de consejos.

Hasta cierto punto, casi todos empleamos estas estrategias algunas veces. Pero si alguien es “alérgico a la incertidumbre”, como algunos pacientes con TAG, podría ver amenazas donde no las hay, dice Dugas. Por ejemplo, “podrías preguntarle a tu pareja cuatro veces por día si todavía te ama, por si acaso cambia de opinión. Ese sería un comportamiento de búsqueda de certeza.” Y uno perjudicial también.

Por otro lado, dice Dugas, la evitación extrema podría manifestarse en algo como rechazar un ascenso porque no estás seguro de cómo será el nuevo trabajo, mientras que sí sabés que podés hacer el trabajo que tenés ahora. Grupe señala que evitar situaciones impredecibles puede robarle a las personas oportunidades para refutar sus propias preocupaciones, y reducir su ansiedad.

Vivir con la incertidumbre

Si una aversión a la incertidumbre empieza a afectar negativamente la vida de alguien a ese punto, puede ser de ayuda practicar activamente una tercera estrategia: simplemente vivir con ella.

Dugas y sus colegas han desarrollado un tipo de terapia cognitivo conductual basada en este concepto que ha probado ser muy efectiva para pacientes con TAG. Algunas personas son más propensas a la estrategia de la eliminación, otras a la de la evitación, y otros usan un poco de ambas en diferentes situaciones. Los individuos también difieren en cuanto a qué tipos de incertidumbres les molestan más.

Por ejemplo, dice Dugas, si se trata de una persona de negocios que no puede dejar de controlar la bolsa, podría pedirle que empiece a controlarla sólo una vez al día, después una vez cada dos días, y así. Si fueran padres que se preocupan sobre la incertidumbre de las calificaciones de sus hijos, les pediría que, paulatinamente, dejen de revisar dos veces sus tareas. “El objetivo es siempre el mismo: hacerlos experimentar la incertidumbre y que aprendan ‘esto no es divertido, pero puedo tolerarlo.’”

Las personas que no toleran la incertidumbre sobreestiman la probabilidad de que algo malo pase. Tienden a exagerar el riesgo y las consecuencias negativas que podrían surgir de esa situación, sostiene Dugas. En un artículo anterior, llamado Intolerancia a la incertidumbre (guía para autoayuda), compartimos una guía sencilla (creada por Dugas y otros colegas) para ayudarte a reconocer tu umbral de intolerancia a la incertidumbre y realizar un plan basado en acciones concretas para desarrollar tolerancia.

Nadie puede escapar a vivir con incertidumbres. No importa cuánto te preocupes, nunca sabrás cómo será tu vida en unos años, o lo que los demás realmente piensan de vos. Lo que sí podés hacer es tomar medidas para actuar de manera que la preocupación y la angustia no dominen tu vida.

Fuente: The Atlantic

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  • Recursos para Profesionales de la Psicología

Manual de identificación y promoción de la resiliencia en niños y adolescentes (PDF)

  • Equipo de Redacción
  • 26/07/2016

Los profesionales de la salud y la educación nos encontramos, en nuestro que hacer cotidiano, con personas o grupos que viven situaciones de tragedia o de estrés, que parecen difíciles o imposibles de superar. Sin embargo, la realidad nos muestra que no sólo las superan, sino que salen renovados, creativos y hasta optimistas de esas encrucijadas. Ese tipo de experiencias han sido vividas por distintos grupos a través de la historia, y han sido sistematizadas en distintos estudios, en distintos países y por distintos profesionales. En la actualidad, esa reacción se denomina resiliencia, y se la entiende como la capacidad del ser humano para hacer frente a las adversidades de la vida, superarlas y ser transformado positivamente por ellas.

Con el presente manual deseamos presentar un instrumento que permita trabajar sobre las siguientes interrogantes:

  1. ¿Qué significa la resiliencia?
  2. ¿Qué sabemos respecto a ella?
  3. ¿Qué estamos haciendo como trabajadores de la salud y como educadores para promoverla?
  4. ¿Qué aspectos de la personalidad debemos fomentar?
  5. ¿Cómo debemos trabajar para su desarrollo y fortalecimiento?

Está dirigido, fundamentalmente, a los trabajadores de la salud y de la educación que tra- bajan con niños y adolescentes.

Al igual que el concepto de resiliencia, este trabajo no presenta un conocimiento acaba- do, puesto que dicho conocimiento está en evolución y se enriquece a través de experiencia y reflexión. El objetivo final es cada niño o adolescente; por lo tanto, las respuestas son múltiples y tendrán variaciones según las características del contexto.

Al lector de este manual se le presentan dos opciones.

Una es la de considerar su lectura como una guía personal que, junto con actualizar conocimientos de desarrollo psicosocial, enfatiza los aspectos de resiliencia. De esta forma orienta al lector en una autoevaluación respecto a su propio desempeño, como adulto y trabajador de la salud, en la promoción de la resiliencia, y del desarrollo sano de niños y adolescentes.

La otra opción es la llamada “trabajo grupal para equipos de salud”, que consiste en un taller de cuatro sesiones de trabajo conjunto (de dos horas cada una), con técnicas participativas que combinen el contenido del manual con una propuesta lúdica de aprendizaje. Requiere de la organización de un equipo de profesionales que adapten las preguntas que sirven de guía personal al final de cada capítulo, según el método propuesto en “trabajo grupal para equipos de salud”. Si bien esa opción requiere una considerable inversión de tiempo, los resultados debieran ser de largo alcance, ya que es posible generar un ambiente de trabajo en el que todos aprendan en forma conjunta.

La guía fue preparada por la Organización Panamericana de la Salud; El Instituto W.K Kellogg y la Autoridad Sueca para el Desarrollo Internacional (ASDI).

Descarga el manual completo en formato PDF.

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  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Cambios cerebrales en adolescentes y el desarrollo de trastornos mentales

  • David Aparicio
  • 26/07/2016

Uno de los principales objetivos de las investigaciones neurocientíficas es la de encontrar las causas cerebrales que permitan prevenir el desarrollo de todos los trastornos mentales, y una de las etapas claves y de mayor riesgo es la de la adolescencia.

Con el fin de conocer cuales son los cambios estructurales que ocurren en el desarrollo de los adolescentes, los científicos de la Universidad de Camdbrige y University College London crearon un estudio comparativo con las Imágenes de Resonancia Magnética (IMR) del cerebro de 300 jóvenes que tenían entre 14 y 24 años de edad. La investigación fue publicada en la revista científica PNAS en el mes de mayo y puedes leerla en formato PDF.

La comparación de las imágenes cerebrales permitió conocer que la regiones exterior del cerebro, conocida como corteza, se reducía en tamaño, se hacía más delgada a medida que los jovenes creían. Pero por otro lado se incrementaba los niveles de mielina, la vaina que protege las neuronas y fibras nerviosas.

La Dra. Kirstie Whitaker, coautora del estudio nos explica más fácilmente lo que significan estos resultados: “Nuestro cerebro continúa en desarrollo durante nuestros años de adolescencia. Estos cambios son más dramáticos cuando somos niños, pero en la adolescencia esos cambios se van refinando en detalle. Los puntos que conectan las diferentes regiones cerebrales se van especializando a medida que las más importantes conexiones se van reforzando. Nosotros creemos que es aquí donde hemos visto el incremento de mielina en la adolescencia.”

La segunda fase de la investigación consistió en comparar los resultados de los adolescentes con el Allen Brain Atlas, un banco de datos de las expresiones genéticas en el cerebro de los humanos y ratones. Esta gran base de datos permitió conocer que las regiones cerebrales que demostraron mayores cambios durante los años de adolescencia eran las mismas que estaban vinculadas con los genes que aumentan la expresión de la esquizofrenia.

Según los autores, los resultados de su estudio son bastante congruentes, considerando que los mismos puntos afectados en la adolescencia son los mismos que controlan la comunicación de las distintas regiones cerebrales a lo largo del desarrollo.

Parece que esta investigación será la base fundamental del conocimiento y desarrollo científico de los próximos años en las investigaciones neurocientíficas en adolescentes.

Fuente Psypost

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  • Ciencia y Evidencia en Psicología

La asistencia a los servicios religiosos se relaciona con la reducción del riesgo suicida en mujeres

  • David Aparicio
  • 25/07/2016
Suicidio

Las cifras mundiales en torno al suicidio son alarmantes. Según los datos de la Organización Mundial de la Salud, cada año se suicidan 1 millón de personas, lo que significa que cada 40 segundos se comete un suicidio.

Los organismos de salud internacionales han explorado distintas estrategias de prevención que permitan llegar a la mayor cantidad de personas y a los lugares donde no hay servicios de salud mental.

Uno de esos esfuerzos se ha concentrado en conocer cómo puede ayudar la participación religiosa en la disminución del riesgo de suicidio. El ejemplo más reciente proviene de una investigación publicada a finales del mes de junio en la ya conocida revista JAMA Psychiatry.

La investigación fue desarrollada en Estados Unidos y dirigida por el investigador de la Universidad de Harvard, Tyler VanderWeele. Se evaluó la asociación y participación en servicios religiosos y suicidios desde 1996 hasta el 2010 en una cohorte de mujeres enfermeras que participó en el Nurses’ Health Study.

La muestra estuvo compuesta por 87,708 mujeres y se evaluó, a través de auto-reportes, la participación religiosa, la historia médica, los síntomas depresivos y la integración social de las participantes.

La mayoría de las participantes se autodenominaba católico o protestante; 17,028 mujeres dijeron que asistían más 1 vez por semana al servicio religioso; 36,488 dijo que sólo asistía una vez por semana; 14,548 asistía menos de una vez por semana y 21,644 reportó que nunca asistían a los servicios religiosos.

Según sus resultados, las mujeres que asistían una o más veces por semana a los servicios religiosos tenían 5 veces menos probabilidades de cometer suicidio en comparación con aquellas que no iban nunca.

VanderWeele y su equipo explican en la investigación que esto no significa que los agentes de salud mental deban prescribir a diestra y siniestra la asistencia a los servicios religiosos, sino que las personas que ya tenían la costumbre de asistir podrían beneficiarse de la participación, confraternidad, sentido de identidad y propósito que ofrecen los servicios religiosos. También agregan que su muestra fue en su mayoría conformada por enfermeras, lo que podría reducir la generalización de sus resultados.

Es interesante ver cómo hoy las investigaciones relacionadas con la espiritualidad y la participación religiosa toman mayor interés y son publicadas en revistas de renombre como JAMA Psychiatry, cuando hace sólo unos años atrás eran menospreciadas y apartadas de los campos psicológico y científico.

Fuente Psypost

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  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Definición de la semana: Drogas psicoactivas

  • Alejandra Alonso
  • 25/07/2016
Drogas psicoactivas

Las drogas psicoactivas son sustancias químicas que alteran las percepciones y el humor. Actúan sobre la sinapsis inhibiendo, estimulando o imitando la actividad de los neurotransmisores. Aunque existen varias formas de categorizar a las drogas psicoactivas, en general se las divide en tres (Myers, 2006):

Sedantes: También conocidos como tranquilizantes, producen una reducción de la actividad corporal y calma de la actividad nerviosa. Generalmente le dan a la gente una sensación relajante, pero pueden tener muchos efectos negativos. Dentro de este grupo encontramos al alcohol (que en pequeñas cantidades también puede actuar como estimulante), los barbitúricos y los narcóticos (Myers, 2006; Rathus, 2007).

Estimulantes: O drogas excitantes, funcionan potenciando la actividad nerviosa de forma temporal, y aumentando el nivel de actividad corporal. Los estimulantes fuertes aumentan el ritmo respiratorio y el cardíaco, además dilatan las pupilas, se elevan la energía y la autoconfianza y disminuye el apetito. Por dichos efectos, suele utilizarse para mantener la vigilia, mejorar el humor, rendir mejor en los deportes y perder peso. Pero todo tiene su precio, al pasarse el efecto del estimulante la persona experimenta un bajón. Ejemplos de estimulantes son la nicotina, la cafeína, las anfetaminas, la cocaína y el éxtasis, que es un derivado de la anfetamina y también puede actuar como alucinógeno (Myers, 2006; Gross, 2005).

Alucinógenos: Distorsionan la percepción y crean imágenes sensoriales sin existir estímulos externos, por esta razón también se las denomina psicodélicas. También pueden causar relajación y placer; por otro lado, también pueden experimentarse sentimientos de pánico. Algunas sustancias de este grupo son naturales, como la marihuana y otras sintéticas como el LSD (Myers, 2006; Rathus, 2007).

Algunos autores incluyen a los opiáceos en una nueva categoría dado que, aunque también deprimen la actividad del SNC, tienen propiedades analgésicas (reducen la sensibilidad al dolor sin pérdida de consciencia). En esta categoría entrarían la morfina (de donde se extrae la heroína) y la metadona, un opiáceo sintético creado para tratar la dependencia psicológica a la heroína y otros opiáceos (Gross, 2005).

Fuentes:

Gross, R. (2005), Psychology, the science of mind and behaviour 5th edition. Hodder Arnold Publication

Myers, D. (2006), Psicología 7ma edición. Editorial Médica Panamericana:Madrid

Rathus, S. (2007), Psychology. Principles in practice. Holt, Rinehart and Winston: U.S.

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