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Publicaciones por mes

marzo 2017

67 Publicaciones
  • Salud Mental y Tratamientos

Parkison: Ejercitar 150 minutos por semana se asocia con un deterioro más lento

  • Alejandra Alonso
  • 31/03/2017

La enfermedad de Parkinson es una condición progresiva que suele provocar impedimentos motores y disminuir la calidad de vida de una persona. Existe evidencia de que la actividad física puede retrasar el deterioro de la calidad de vida en estos pacientes.

La Dra. Miriam R. Rafferty, de la Universidad Northwestern comenta: “Hemos encontrado que las personas con Parkinson que mantienen una rutina de ejercicios de 150 minutos por semana, tenían menores deterioros en calidad de vida y movilidad en más de dos años, comparados con personas que no hacían ejercicio o ejercitaban menos. Un menor deterioro fue observado en personas que ya ejercitaban regularmente cuando el estudio empezó y sujetos que empezaron a ejercitar 150 minutos por semana luego de la primer semana de visitas relacionadas al estudio.”

Los datos fueron recolectados de la Iniciativa para Mejorar la Calidad de Vida de la Fundación Nacional Parkinson (NPF-QII por sus siglas en inglés), un estudio clínico internacional, prospectivo, multicéntrico que ha grabado datos de 21 sitios de Norte América, Países Bajos e Israel. El estudio contó con la participación de 3408 personas, por dos años, con información recolectada durante al menos 3 visitas clínicas.

El Cuestionario de la Enfermedad de Parkinson (PDQ-39) se utilizó para medir los reportes del paciente sobre calidad de vida. La movilidad funcional se midió a través del test Timed Up and Go (TUG), donde el desempeño se prueba al cronometrar a los pacientes cuando se paran de la silla, caminan 3 metros, giran y vuelven a sentarse.

Aunque no se determinó qué tipo de ejercicio era mejor, si se sugiere que cualquier tipo de ejercicio hecho por lo menos 150 minutos a la semana es mejor que no ejercitar. Los autores alientan a las personas con Parkinson a encontrar un ejercicio que disfruten, aunque tengan síntomas avanzados.

Un resultado no anticipado fue que los beneficios en la calidad de vida asociados a un incremento de 30 minutos en la actividad física semanal eran mayores en personas con síntomas avanzados. Los datos implican que es importante que el ejercicio sea accesible para esta población. No importa cuándo comiencen, ni si presentan síntomas avanzados, igual pueden beneficiarse del ejercicio.

Fuente: Psypost

  • Sponsor

Curso online de Capacitación Docente en Neurociencias

  • David Aparicio
  • 31/03/2017

Es un honor destacar que este curso ya fue completado por más de 5000 personas en 33 países.

Próxima fecha de inicio: 6 de abril. | Duración: 4 meses.

El objetivo del curso es invitar a los interesados a conocer el funcionamiento del cerebro a través de los nuevos descubrimientos que ofrecen las Neurociencias y ciencias afines, no solo de forma teórica, sino con un gran énfasis en la capacitación práctica y activa para su aplicación directa, aportando conocimientos que ayuden a incrementar los resultados en todo nivel educativo, comprendiendo el funcionamiento de la memoria, los sistemas atencionales y las etapas del aprendizaje.

Asimismo, el curso se destaca por los conocimientos que se obtendrán con el objetivo de mejorar el ambiente de aprendizaje y la convivencia general de todas las personas, permitiendo comprender y mejorar el estado emocional, la autoestima, la motivación, la adaptabilidad, la perseverancia, la empatía, la toma de decisiones, el retardo de la gratificación, la cooperación, el trabajo en equipo, la prevención y la gestión de conflictos.

Inversión mensual:

Matrícula*: $ 100.- (cien pesos argentinos) / US$ 10.- (diez dólares estadounidenses).

*Bonificada para alumnos de Asociación Educar.

  • Desde Argentina: $ 420.- (cuatrocientos veinte pesos argentinos). Abonando el curso completo en un solo pago recibirás un 20% de descuento. Valor final: $ 1.344.- (mil trescientos cuarenta y cuatro pesos argentinos).
  • Desde el exterior: US$ 50.- (cincuenta dólares estadounidenses). Abonando el curso completo en un solo pago recibirás un 20% de descuento. Valor final: US$ 160.- (ciento sesenta dólares estadounidenses). Desde México puedes abonar en pesos mexicanos: clic aquí.
  • Desde Argentina: $ 350.- (trescientos cincuenta pesos argentinos). Abonando el curso completo en un solo pago recibirás un 20% de descuento. Valor final: $ 1.120.- (mil ciento veinte pesos argentinos).
  • Desde el exterior: US$ 35.- (treinta y cinco dólares estadounidenses). Abonando el curso completo en un solo pago recibirás un 20% de descuento. Valor final: US$ 110.- (ciento diez dólares estadounidenses).

Dirigido a:

Docentes y profesores de todos los niveles, áreas e idiomas, estudiantes de profesorados, directivos de establecimientos educativos, psicopedagogos, psicólogos, fonoaudiólogos, psicoterapeutas, terapistas ocupacionales, musicoterapeutas, formadores, trabajadores sociales, coordinadores grupales, coaches educativos, gerentes de empresas afines, y a toda persona interesada en la temática de la capacitación.

El Curso de capacitación docente en neurociencias ha sido desarrollado para todas aquellas personas que por motivos personales, laborales, de distancia o que deseen estudiar con una amplia flexibilidad horaria y sin desplazamientos, puedan realizarlo disfrutando de las ventajas que proporciona esta modalidad.

La periodicidad de las clases es semanal y se accede a través de un Campus Virtual. De esta forma, no es necesario estar conectado en ningún horario específico, dándole al alumno la posibilidad de leer el material en su tiempo libre.

Cada alumno cuenta con una tutoría personalizada, lo que le permitirá realizar consultas y administrar su formación de un modo totalmente adaptado a sus necesidades.

Las evaluaciones están desarrolladas y contempladas para ser realizadas y corregidas totalmente a distancia: las fechas de entrega pueden ser coordinadas con su tutor.

Esta modalidad de cursada permite hacer las pausas que se necesiten durante la misma, para poder ser retomada desde tu última clase recibida.

Duración: 4 meses (16 clases).

Módulo 1: ¿Cómo aprende el cerebro?

  • Introducción básica a las neurociencias y la neurosicoeducación.
  • Conocimientos sobre el sistema nervioso central.
  • Etapas del aprendizaje cognitivo.
  • Cómo aprende y olvida el cerebro.
  • Funciones y habilidades cognitivas: atención, memoria, lenguaje, raciocinio.
  • Inteligencia.
  • Memorias implícitas y explicitas.
  • Tipos de memorias.
  • Tipos de sistemas atencionales.
  • Motivación y aprendizaje.
  • Actividades prácticas para el aula.

Módulo 2: Habilidades cognitivas y ejecutivas

  • La corteza prefrontal.
  • Áreas de la corteza prefrontal.
  • Los sistemas y funciones cognitivos-ejecutivos.
  • Atención ejecutiva.
  • Planificación.
  • Monitoreo de la conducta.
  • Metacognición.
  • Toma de decisiones.
  • Flexibilidad.
  • Adaptabilidad.
  • Ética y valores.
  • Inteligencia reflexiva.
  • Actividades prácticas para el aula.

Módulo 3: Inteligencia Emocional I

  • Neurosicoeducación emocional I.
  • Inteligencia intrapersonal.
  • Introducción básica a la Neurobiología de las emociones.
  • Autogestión de estados emocionales.
  • Retardo de la gratificación.
  • Autoconocimiento.
  • Autoestima.
  • Auto-observación.
  • Capacidad para inhibir respuestas inadecuadas.
  • Resiliencia.
  • Asertividad.
  • Perseverancia.
  • Automotivación.
  • Actividades prácticas para el aula.

Módulo 4: Inteligencia Emocional II

  • Neurosicoeducación emocional II.
  • Neurobiología del cerebro social.
  • Habilidades sociales.
  • Inteligencia interpersonal.
  • Teoría de la mente.
  • Empatía.
  • Toma de perspectiva.
  • Cooperación y trabajo en equipo.
  • Liderazgo.
  • Prevención y solución de conflictos.
  • Actividades prácticas para el aula.

Dirección Académica: Dr. Roberto Rosler

  • Médico Neurocirujano egresado con Diploma de Honor, Universidad de Buenos Aires.
  • Docente Adscrito a la Cátedra del Departamento de Neurocirugía de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires.
  • Profesor de Neurofisiología de la Carrera de Médico Especialista en Neurología de la Universidad de Buenos Aires.
  • Profesor de Neurología y Neurocirugía de la Facultad de Ciencias Médicas de la Pontificia Universidad Católica de Buenos Aires (UCA).

Para mayor información sobre precios e inscripción ingresa aquí.

Agradecemos a la Asociación Educar por ser nuestro sponsor de la semana.

  • Salud Mental y Tratamientos

Sesgos cognitivos de terapeutas basados en las evidencias

  • Ignacio Etchebarne
  • 31/03/2017

Hace unos días publiqué una nota sobre los sesgos cognitivos de las personas en general. Ahora les presento los sesgos que potencialmente podrían tener los terapeutas que, como yo, nos embanderamos en las prácticas psicológicas basadas en las evidencias científicas (Evidence-Based Practice in Psychology o “EBPP” en inglés). La EBPP contempla la triangulación de 3 fuentes de información en la toma de decisiones profesionales:

  • Las últimas evidencias científicas sobre distintos abordajes psicológicos en general, sobre abordajes específicos para la problemática/desafío del consultante, y sobre hallazgos en ciencias básicas, por ejemplo, sobre memoria, aprendizaje, etc.
  • La propia experticia del terapeuta, conformada por su experiencia profesional con cada consultante, y la información proveniente del consenso entre sus pares respecto a lo que funciona en cada forma de práctica psicológica, en un contexto dado.

Interactuando con otros colegas y observando mis propios procesos internos como terapeuta, he descubierto una serie de sesgos cognitivos, tanto en mí como en los demás, que, más de una vez, nos llevan a arribar a conclusiones o dar opiniones que, contrario a nuestro posicionamiento, no se basan en evidencias científicas. Por supuesto, no cuento con evidencias que me permitan generalizar estos sesgos a toda la población mundial de terapeutas y coaches basados en las evidencias; sin embargo, mi intuición me lleva a pensar que no estamos solos en estos modos reactivos. Ustedes, los lectores, dirán…

Un primer sesgo suele surgir cuando atiendo a un nuevo consultante y refiere insatisfacción con su tratamiento/coaching anterior. Mi sesgo automático en esta situación es el siguiente:

  • Si el terapeuta tratante o coach ofreció una forma de terapia que no esté basada en las evidencias o posea evidencias menos robustas que la mía (por ejemplo, coaching ontológico, psicoanálisis de alta frecuencia, terapia gestáltica, o cualquier otro abordaje con menor tradición de investigación como las Terapias Cognitivo-Conductuales), automáticamente aparece en mi mente, la interpretación, “¡Viste que ese abordaje no sirve!”.
  • En cambio, si el terapeuta tratante ofreció mi misma forma de terapia (algún tipo de Terapia Cognitiva-Conductual), entonces se me dispara el pensamiento, “¡Ah, seguro que implementó mal la terapia!”.
  • Primero, mi única fuente de información es el relato del consultante, con lo cual no tengo forma de evaluar si el mismo refleja en forma confiable lo transcurrido durante el abordaje anterior, o si se sustenta en interpretaciones idiosincráticas del consultante, muy distantes de lo que describiría un observador externo y/o el terapeuta tratante.
  • En segundo lugar, no tengo forma alguna de evaluar fehacientemente la competencia del terapeuta tratante (salvo que se trate de desviaciones groseras de lo esperable).
  • En tercer lugar, ninguna forma de terapia es 100% efectiva, con lo cual, muchas veces, incluso los abordajes más eficaces, implementados a la perfección, no logran los resultados buscados.

Un segundo sesgo sucedió las veces que concluí que la terapia no estaba dando sus frutos porque el consultante no se dejaba ayudar o porque no se comprometía con el tratamiento. Este sesgo ha sido rebatido por Linehan (1993) cuando explicó -en el contexto de la Terapia Dialéctica-Conductual- que el paciente nunca falla, sino el terapeuta o la terapia. También los desarrolladores de la Entrevista Motivacional (Rollnick y Miller, 1995) han reestructurado este sesgo, evidenciando que las personas siempre tienen muy buenas razones para no cambiar, las cuales requieren ser explicitadas y abordadas previamente para posibilitar el cambio. Gracias a estos clínicos-investigadores cambió radicalmente mi forma de ver la clínica. Aunque de tanto en tanto, debo releerlos para volver a desactivar a este sesgo.

Un tercer sesgo cognitivo, que sostuve un buen tiempo, fue pensar que los abordajes que no contaban con evidencias empíricas respecto a su grado de eficacia, eran menos eficaces o, directamente, ineficaces. Lo cierto es que es necesario tener especial cautela al desaconsejar abordajes sin evidencias empíricas, porque con esa acción le estamos cortando el acceso a los consultantes a otros abordajes que potencialmente podrían resultar eficaces, si se investigara al respecto. Esto se explica por la popular frase, “la ausencia de evidencias no es evidencia de ausencia”. Es decir, para poder afirmar que un abordaje es ineficaz, o iatrogénico (que hace daño), un terapeuta basado en las evidencias también debe basar esa afirmación en evidencias de esos efectos. De lo contrario, estamos disfrazando opiniones personales como si se tratara de afirmaciones basadas en evidencias.

Muchas veces, desaconsejamos prácticas psicológicas –infundadamente-, sustentándonos en reportes de casos aislados de efectos adversos. Sin embargo, ello no constituye evidencia rigurosa de ineficacia. Un ejemplo impecable de reporte de tratamientos iatrogénicos basado en evidencias es el artículo de Lilienfeld (2007) sobre tratamientos psicológicos que causan daño. La mismísima Presidential Task Force de la American Psychological Association (, 2006, p. 274) se encargó de rebatir este sesgo hacia los tratamientos sin evidencias empíricas, explicando que, al considerar «Intervenciones específicas para problemas específicos que no han sido sujetas evaluación empírica sistemática, no puede asumirse que sean eficaces o ineficaces; simplemente no han sido evaluadas a la fecha».

Algunos terapeutas objetan que no priorizar a un abordaje basado en evidencias por sobre aquéllos carentes de ellas, podría generarle un costo de oportunidad –y daño potencial- al consultante, por perder tiempo probando un tratamiento “inefectivo”. Sin embargo, vuelvo a insistir en recordarles que la ausencia de evidencias y los reportes aislados negativos, no constituyen evidencia rigurosa de ineficacia ni de iatrogenia. Las personas que elijan esos abordajes estarán accediendo a prácticas psicológicas sin evidencias científicas, y es importante que reciban esa información y que se desaconseje optar por éstos como primera opción, ya que se desconoce su grado de eficacia. No obstante, eso es todo lo que podremos decirles si queremos que nuestro consejo esté basado en evidencias científicas y no, en sesgos personales. Esta posición no es neutral ni condonante de abordajes inciertos, sino científicamente coherente. Además, la práctica psicológica basada en las evidencias exige que se consideren las preferencias de los consultantes en la toma de decisiones sobre los procedimientos a implementar (APA, 2006) y, tal como señala el meta-análisis de Swift y Callahan (2009), esto modera la continuidad y el resultado de los tratamientos. Por esta razón, negándoles a los consultantes la posibilidad de que elijan la práctica psicológica que prefieren recibir, efectivamente les estamos generando un daño y haciéndolos pagar el costo de oportunidad de no poder acceder directamente al abordaje de su preferencia.

Por último, notarán que hablo de prácticas psicológicas basadas en “las evidencias” y no, en su singular (“la evidencia”). Ello se debe a que el singular connota un monismo metodológico o gold standard metodológico por el cual, la EBPP ya no pregona. Es decir, desde el monismo metodológico se consideraba a los diseños experimentales como investigaciones «serias», y a los demás diseños metodológicos como inferiores o poco serios. Sin embargo, ello no se condice con la definición de «mejor evidencia de investigación» propuesta por el informe de la Presidential Task Force de la APA (2006, p. 274), que dio nacimiento a la EBPP:

Mejor evidencia de investigación se refiere a resultados científicos relacionados con estrategias de intervención, evaluación, problemas clínicos, y poblaciones clínicas en contextos de laboratorio y de campo, así como a resultados clínicamente relevantes de investigación básica en psicología y campos relacionados. La APA aprueba múltiples tipos de evidencia de investigación (ej., eficacia, efectividad, costo-efectividad, costo-beneficio, epidemiológica, tratamiento utilizado) que contribuyen a la práctica psicológica efectiva. Múltiples diseños de investigación contribuyen a la práctica basada en las evidencias, y diferentes diseños de investigación son más aptos para responder a distintos tipos de preguntas.

Para desincentivar estos sesgos personales y promover el intercambio científico y respetuoso, basado en los criterios de la EBPP, los clínicos, coaches2 e investigadores asociados al equipo de investigación en psicología clínica, dirigido por el Dr. Andrés J. Roussos (Juan Martín Gómez Penedo, Julieta Olivera, Malena Braun, Santiago Juan, Laura Challú, Vanina Waizmann, Ludmila Jurkowski, Viviana Guajardo y yo, Ignacio Etchebarne), hemos armado el grupo de Facebook titulado “Prácticas psicológicas basadas en las evidencias (EBPP)”.

Nuestra visión es formar una gran comunidad virtual donde nos una el valor de la práctica basada en las evidencias y nos enriquezca la diversidad teórica de cada miembro. Si no lo han hecho ya, ¡los invito a sumarse!

Artículos recomendados:

  • Para mí que es así: niveles de evidencia en psicología
  • ¿Para qué sirve cada psicoterapia y qué evidencia existe sobre esto?
  • Buscando evidencia de que la psicoterapia funciona

Referencias

  • American Psychological Association (2006). Evidence-Based Practice in Psychology. American Psychologist, 61(4), 271–285.
  • Lilienfeld, S. O. (2007). Psychological Treatments That Cause Harm. Perspectives on Psychological Science, 2(1), 53-70. Disponible en:
  • Linehan, M. M. (1993). Cognitive-Behavioral Treatment of Borderline Personality Disorder. New york: The Guilford Press.
  • Rollnick, S., y Miller, W. R. (1995). What is Motivational Interviewing? Behavioural and Cognitive Psychotherapy, 23, 325-334.
  • Swift, J. K., y Callahan, J. L. (2009). The Impact of Client Treatment Preferences on Outcome: A Meta-Analysis. Journal of Clinical Psychology, 65(4), 368-381.
  1. Coaches basados en la evidencia y desarrollado por profesionales idóneos de la salud mental ↩
  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Así moldeó la fruta la evolución del cerebro

  • David Aparicio
  • 30/03/2017

Excelente reportaje de Ángela Bernardo para Hipertextual, sobre el papel que desempeñó la fruta en el proceso evolutivo de los primates:

«El artículo es interesante porque tira por tierra todo lo que se había estado defendiendo en los últimos 20-25 años», explica a Hipertextual el Dr. Miquel Llorente, presidente de la Asociación Primatológica Española y director del IPRIM (Institut de Recerca i Estudis en Primatologia). Hasta la fecha, la hipótesis del cerebro social apuntaba que la compleja vida social de los primates había sido el factor clave en el aumento de las capacidades cerebrales de estas especies. Sin embargo, el trabajo publicado ahora en Nature Ecology & Evolution revela que los primates que cuentan con una alimentación basada en la fruta poseen aproximadamente un 25% más de tejido cerebral que las especies que consumen plantas.

Las dificultades para encontrar y comer las frutas podrían haber funcionado como desafios que ayudaron a desarrollar las habilidades cognitivas de los primates:

(…) las especies que se alimentan de fruta lo tienen más complicado. «Al levantarse la fruta no está ahí, deben invertir mucho tiempo buscándola y este tipo de dieta requiere de memoria grupal. Los frutos son alimentos dispersos, sujetos a estacionalidad y no siempre están disponibles por el tiempo de maduración y la dificultad al procesarlos», sostiene el primatólogo. Por el contrario, la dieta a base de hojas no cuenta con estos desafíos. «Son alimentos más abundantes, que siempre están disponibles y no generan tantos conflictos sociales, a diferencia de la fruta, donde hay competencia trófica», describe el Dr. Miquel Llorente.

Lee el artículo completo en Hipertextual.

  • Recursos para Profesionales de la Psicología

Deconstruyendo a Kanner (PDF)

  • David Aparicio
  • 30/03/2017

Kanner, en 1943, y Asperger, en 1944, publicaron sendos artículos que se han considerado las primeras descripciones del autismo. A Kanner se le atribuye el mérito de haber sido el primero en reconocer dicha entidad y a Asperger se le asigna la identificación de una forma de autismo, más leve, que se ha denominado síndrome de Asperger.

La publicación de Kanner tuvo una relevancia importante en el desarrollo de la conceptualización del autismo por el hecho de haberse editado en Estados Unidos, donde alcanzó una gran difusión en el campo de la psiquiatría infantil. Por el contrario, el trabajo de Asperger, escrito en alemán durante la época del nazismo, fue prácticamente ignorado hasta pasadas casi cuatro décadas. La recopilación de datos históricos, en gran parte recogidos por Silberman, revela que Kanner conocía de primera mano el trabajo sobre el autismo que Asperger había iniciado diez años antes.

Por otro lado, una relectura y análisis de las publicaciones pioneras pone en evidencia que las aportaciones de Asperger son plenamente vigentes, hasta el punto de haber intuido una etiología poligénica compleja y de encajar plenamente con el trastorno del espectro autista del DSM-5.

Autores:Josep Artigas-Pallarés, Isabel Paula-Pérez

Descarga el artículo completo en formato PDF.

Fuente: Neurología

  • Salud Mental y Tratamientos

Mitos y verdades del autismo

  • Mauro Colombo
  • 30/03/2017

Dentro de la psicología, los mitos abundan. Es una sentencia dura como para iniciar un artículo, pero hay que decirlo. Tal vez el hecho de que es una ciencia relativamente joven, tengamos en cuenta que el primer laboratorio de psicología experimental se creó en el año 1879, juegue un papel importante al respecto.

Ya sea creyendo que solamente utilizamos el 10% de nuestro cerebro, que el TDAH es un invento de las farmacéuticas, que existe un hemisferio cerebral dominante de acuerdo a si somos más lógicos o creativos, o que las técnicas conductuales solo suprimen síntomas pero que luego estos regresan; lo cierto es que muchos mitos suelen ser transmitidos por los mismos profesionales de la psicología, generando que perduren en la cultura popular por años.

El autismo, lamentablemente, no ha escapado a esta tendencia. Desde que en 1943, Leo Kanner, dio nombre a un conjunto de síntomas que hoy llevan el nombre de Trastorno del Espectro Autista (DSM-V, 2014), diversos fueron las falsas creencias que se crearon en torno a él. Este artículo abordará algunos de los más conocidos, los que a su vez constituyen una importante barrera a la hora de comprender las características del cuadro y de recibir tratamientos adecuados.

Mito n° 1: Las personas con TEA no se comunican

La idea de que las personas que padecen autismo no se comunican, parte de una concepción restringida de lo que es la comunicación, y que en general está asociada al habla. Es cierto que un porcentaje importante de personas jamás llegan a desarrollar el lenguaje vocal (Martos-Pérez, Llorente-Comí, 2013), pero eso no implica que no haya otras formas de comunicar.

Skinner (1957), propuso un acercamiento al lenguaje y comunicación que, en lugar de centrarse en la forma del mismo, puso énfasis en su función. Así, definió a la conducta verbal como aquella conducta que es reforzada por la mediación de otra persona. De esta manera, la comunicación no está constituida por el medio que se utiliza (el lenguaje vocal, en este caso), sino por la función que cumple. Para dar un ejemplo, el niño que llora frente a un kiosko y al que luego de hacerlo le compran golosinas con frecuencia, está realizando una conducta comunicativa.

Comprendemos rápidamente que, lejos de ausencia de comunicación, lo que encontramos en TEA muchas veces es la presencia de otras modalidades de la misma. Mirar hacia el costado de una habitación luego de obtener el contacto visual de otra persona, tiene una función comunicativa. Señalamientos, tomar de la mano a un adulto, el lenguaje de signos, la utilización de PECS (1996) e incluso un berrinche, pueden estar comunicando cosas, de acuerdo a los resultados que hayan tenido tanto en el pasado como en el presente. La gran diferencia con personas de desarrollo neurotípico, radica en que en TEA se deben desplegar programas y estrategias específicas para enseñar aquellas formas de comunicación más elaboradas. Y que de no darse este tipo de instrucción, las modalidades que utilicen las personas con el trastorno probablemente no sean las más adaptativas.

Otra gran diferencia es que el lenguaje netamente social, el que se produce por el solo hecho de establecer contacto con otro ser humano, el clásico “Que calor hace hoy” al ver a un vecino, se ve afectado en distintos grados en cada persona con TEA. Pero nuevamente, las personas que padecen el trastorno si se comunican, y pueden aprender a hacerlo en mayores grados y en diferentes modalidades.

Mito n° 2: Las personas con TEA tienen una inteligencia superior

Esta es una creencia bastante difundida, en la que con seguridad la industria cinematográfica, cuyo filme más conocido sobre el trastorno es Rain Man (1988), haya contribuido bastante. Antes que nada, el asunto no es tan sencillo al hablar de inteligencia. Si bien Raymond Babbitt (el personaje encarnado por Dustin Hoffman), tenía una inteligencia superior en matemáticas, poseía grandes deficiencias en todas las demás áreas. Este fenómeno, conocido como Síndrome de Savant, combina un funcionamiento cognitivo en general bajo, con algunas habilidades excepcionales. No puede hablarse estrictamente de una inteligencia superior como una capacidad global en estos casos.

Pero incluso esta condición no explica las características de la gran mayoría de las personas con TEA, que si bien pueden llegar a tener una inteligencia promedio, en general presentan retrasos cognitivos en diversas áreas (Pozo Cabanillas, Sarriá Sánchez, Méndez Zaballos, 2006. Cabezas Pizarro, Fonseca Retana, 2007).

Mito n° 3: El autismo se origina por una relación fría con la madre

Esta idea proviene del nacimiento mismo del autismo como categoría. Kanner (1943) dentro de las hipótesis causales del trastorno, consideró la posibilidad de que fuera originado por un factor psicológico. No obstante se inclinó posteriormente por una etiología de corte biológico.

Fue igualmente Bruno Bettelheim (Artigas- Pallares, Paula, 2012), realizando un paralelismo con su experiencia en campos de concentración, en los que su relación con los carceleros lo llevó a un aislamiento y negación del mundo exterior;  el que formalizó la hipótesis de la madre nevera. El autismo según sus presunciones, está originado por la existencia de padres fríos, de escasa empatía hacia los niños, con poco carácter y, tomado en forma radical, en casos donde la madre rechaza la existencia de su hijo.

Si bien se desconoce la causa exacta del autismo (o si incluso existe una sola, todo apunta a una interacción de genes y ambiente), la hipótesis de la madre nevera no posee ningún fundamento científico (Mulas, Ros Cervera Millá, Etchepareborda, Abad, Téllez de Meneses; (2010). Es una idea descartada hace años aunque siga siendo difundida por ciertos círculos profesionales, que perpetúan un alto costo emocional para las familias, sobre todo para las madres, que se culpabilizan a sí mismas por el trastorno de sus hijos.

Mito n° 4: Las vacunas causan autismo

Esta creencia nace a partir de la publicación en el journal Lancet en 1998, de una investigación que afirmaba que de una muestra de 12 niños, 8 habían obtenido un diagnóstico de TEA, al poco tiempo de haber recibido la vacuna MMR.

Inmediatamente a la espectacular y preocupante noticia, le siguió un aluvión de estudios que no hallaron relación entre vacunas y autismo. Sin embargo, el daño ya estaba hecho y mucha gente que creyó los resultados del estudio inicial, no consideró fiables todas las refutaciones y evidencias que al día de hoy siguen desmintiendo la relación.

Cabe destacar con respecto a Wakefield, el autor principal de la cuestionable publicación, que una investigación posterior descubrió una alteración deliberada de los resultados, motivada por sus intenciones de patentar una vacuna propia. Finalmente, los coautores de su estudio se retractaron, la revista Lancet calificó como “desastrosamente deficiente” la investigación, y se le prohibió el ejercicio profesional a Wakefield en el Reino Unido.

La supuesta relación entre las vacunas y el TEA ya fue analizada en un artículo anterior, dada la importancia y complejo del tema. En caso de que no lo hayan leído o quieran darle un nuevo vistazo, dejo el link.

Mito n° 5: Más allá del tipo de tratamiento, lo más importante es que las personas con TEA sean tratadas con amor y respeto

Esta postura parece estar tomando fuerza en el último tiempo, a medida que cada vez más gente tiene conocimiento de las investigaciones en el campo. La idea de plantear un relativismo teórico- práctico no se sostiene por dos razones.

En primer lugar, las investigaciones realizadas no muestran resultados equivalentes para todos los tipos de tratamientos disponibles en TEA. Es decir, existen diferencias muy notorias en los resultados de personas tratadas con unos u otros abordajes. No es lo mismo un tratamiento psicodinámico o sacrocraneal, los cuales no disponen de evidencia, que uno basado en los principios de conducta y de carácter psicoeducativo.

En segundo lugar, si lo único que las personas necesitan es amor y respeto, ¿por qué existen distintos tratamientos? E incluso los padres de los niños se pueden plantear el por qué acudir a profesionales de la salud mental, si respeto y amor pueden proporcionarlos ellos mismos.  La capacitación misma se relativiza. En un escenario donde lo que denomina un factor inespecífico (por estar presente en todos los tratamientos) es lo que mayor peso tiene, pierde sentido el hecho de capacitarnos y aprender estrategias es intervención.

Por supuesto que no estoy afirmando que haya que tratar a las personas con TEA (o a cualquier persona) de manera irrespetuosa y cruel. Lo que sostengo es que estos componentes, si bien son necesarios en los tratamientos y en la vida diaria, no son suficientes para lograr resultados satisfactorios.

Como todo trastorno complejo, se necesitan herramientas concretas para su abordaje. Si quieren conocer aquellos tratamientos eficaces para TEA, solo tienen que acceder al artículo que les dejo aquí.

Mito n° 6: El autismo puede curarse

Estas afirmaciones contundentes suelen ir de la mano con terapias que ofrecen resultados casi milagrosos. En general consisten en dietas, en administrar gotas o algunas sustancias que, en el mejor de los casos son inocuos para el organismo, y en el peor pueden llegar a deshidratar o nutrir mal a quienes se les administran. Ninguno de estos procedimientos se enmarca dentro de la medicina convencional, y no existen estudios que avalen su eficacia. Los mismos creadores de estos métodos suelen reportar casos paradigmáticos con curas espectaculares, pero jamás han sido sometidos al escrutinio científico (Valdes Cuervo, Cisneros Rosado, Rivera Iribarren, 2009).

Hasta el día de la fecha, no existe algo como una cura para el TEA. Las personas con la condición, siempre presentarán en mayor o menor medida los síntomas que los caracterizan. Aquellos tratamientos más eficaces, posibilitan que se adquieran comportamientos más adaptativos, que les aporte la posibilidad de relacionarse de manera más productiva con otros seres humanos, y que a su vez les proporcione autonomía para desenvolverse en su vida (Cabezas Pizarro, Fonseca Retana, 2007).

Conclusiones

La lista de mitos relacionados al autismo presentada lamentablemente no es exhaustiva. Sin embargo, son tal vez los más comunes, y varios de ellos los que poseen consecuencias más nefastas tanto para quienes padecen el trastorno como para sus familias. Incluso en algunos casos afectan a la sociedad en general.

El trabajo que queda por hacer en TEA es arduo. Por un lado, hay que profundizar en el conocimiento que se tiene sobre la etiología del mismo, lo que podría arrojar nuevas líneas de investigación y tratamiento. A su vez, es necesario mejorar los tratamientos ya disponibles, para lo cual es necesaria una constante evaluación e investigación sobre los mismos.

Por último, debemos luchar para desterrar todo aquel conocimiento que no esté basado en evidencia, para que de esta forma, la sociedad tenga por un lado una visión más realista de las personas que padecen autismo, y por otro para que aquellos que lo padecen y sus familias, puedan elegir entre los mejores tratamientos disponibles.

Referencias

  • Artigas- Pallarés, J., Paula, I. (2012). El autismo 70 años después de Leo Kanner y Hans  Asperger. Revista de la Asociación Española de Neuropsiquiatría. 32 (115) 567- 587.
  • Cabezas Pizarro, H., Fonseca Retana, G. (2007). Mitos que manejan padres y madres acerca del autismo en Costa Rica. Actualidades Investigativas en Educación. 7 (2) 1- 18.
  • Cuervo, A. A. V., Rosado, M. E. C., García, J. V., & Martínez, E. A. C. (2009). Creencias erróneas de padres de niños con autismo. Revista Psicología Iberoamericana, 17, 15-23.
  • De Psiquiatría, A. A. (2014). Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales-DSM 5. Médica Panamericana.
  • Frost, L., Bondy, A. (1996). PECS. El Sistema de Comunicación por Intercambio de Figuras. Manual de Entrenamiento. Traducción al español de J. Chojeda Torres, Centro Ann Sullivan. Perú.
  • Kanner, L. (1943). Trastornos autistas del contacto afectivo. Artículo extraído de la revista Siglo Cero.
  • Martos-Pérez, J., Llorente-Comí, M. (2013). Tratamiento de los trastornos del espectro autista: unión entre la comprensión y la práctica basada en la evidencia. Revista de neurología, 57 (Supl 1), S185-91.
  • Mulas, F., Ros-Cervera, G., Millá, Máximo, M., Etchepareborda, C., Abad. L., Téllez de Meneses, M. (2010). Modelos de intervención en niños con autismo. Revista de Neurología. 50 (3) 77- 84.
  • Pozo Cabanillas, P., Sarriá Sánchez, E., Méndez Zaballos, L. (2006). Estrés en madres de personas con trastornos del espectro autista. Psicothema 18 (3) 342- 347.

Skinner, B. (1957). Verbal Behavior. Prentice Hall. New Jersey. EE.UU.

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Mindfulness en el embarazo reduciría el riesgo del nacimiento de bebés con bajo peso

  • David Aparicio
  • 29/03/2017

Mucho se ha hablado de los beneficios del mindfulness como práctica en la vida cotidiana y dentro de las terapias psicológicas. Ahora una nueva investigación de la Universidad de Tilburg en Holanda, provee nuevas evidencias que sugieren que su práctica ofrece valiosos beneficios para las mujeres embarazadas y para los bebés próximos a nacer.

Las mujeres embarazadas son propensas al estrés, ansiedad y depresión y el mindfulness puede ser una herramienta sumamente útil porque les ayuda a centrar su atención y sentidos en el momento presente en vez de preocuparnos por el futuro o el pasado, y se ha demostrado que su práctica regular se relaciona con el aumento del sistema inmunológico, la reducción de la depresión, el estrés, y mejoraría la memoria y atención. Todos estos beneficios le vienen perfecto para las madres embarazadas.

El estudio siguió a 906 mujeres embarazadas que completaron unos test para conocer su estado de ánimo en diferentes etapas de su embarazo. También se tomaron en cuenta sus registros médicos en las fases pre y post nacimiento del bebé.

Sus resultados demostraron que después de practicar por 22 semanas mindfulness, las mujeres embarazadas disfrutaban de un mejor estado de ánimo y reducía reducía los síntomas de la depresión durante el embarazo –un beneficio muy importante considerando que las mujeres embarazadas son propensas a sufrir de depresión, y también se relacionó con una reducción del 12% del riesgo de que sus bebés nacieran bajos de peso.

La investigación completa está en la revista de la American Psychosomatic Society.

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Millones de personas sufren de estrés por calor

  • David Aparicio
  • 29/03/2017

El calentamiento global es un hecho que no se puede negar. Los registros históricos y climatológicos demuestran que la temperatura está aumentando sin parar y que año tras año se rompe los récords de calor. Sin irnos más lejos, el 2016 fue el año más caluroso de la historia y registró un incremento de 0.94° C en comparación con la temperatura promedio del siglo 20. A primera vista pareciera mucho, pero a escala mundial este incremento se traduce en la muerte de los arrecifes de coral, el derretimiento del hielo polar y la afectación de la siembra y agricultura.

La revista Bloomberg confeccionó una estupenda animación en el año 2014 con los datos climatológicos de los últimos 130 años y que ha ido actualizando para demostrarnos el tremendo incremento de la temperatura:

 

Los efectos del calentamiento global también afectan nuestra conducta y nos hace más irritables, violentos y estresados. El año pasado publicamos una investigación sobre ello:

Puede generar decaimiento, fatiga y al mismo tiempo puede traducirse en irritabilidad, cambio en el ánimo, por no hablar del impacto sobre el descanso. Cuando hace mucho calor cuesta conciliar el sueño y eso incrementa la sensación de cansancio y malestar general durante el día, que al final conduce a un peor humor”. Los efectos del calor sobre el mal dormir han sido constatados en estudios científicos recientes, como este realizado en la Universidad Internacional de Yokohama.¨

Ahora un análisis más reciente de la revista PNAS encontró que el número de ciudades que sufren del estrés por el calor se duplicó después de estudiar a 44 de las 101 ciudades más grandes del planeta. Según el estudio más de 350 millones de personas adicionales sufrirán de los efectos del calor para el año 2050.

Los psicólogos, médicos y especialistas de la salud podemos planear cientos de programas para ayudar a manejar el estrés, la irritabilidad y controlar la violencia, pero nada de eso servirá si el planeta está ardiendo y todos nos sentimos sofocados con el terrible clima que afrontamos.

Es tiempo que tomemos el calentamiento global y la contaminación como temas primordiales en las políticas de salud y medio ambiente.

Fuente: XakataCiencia

  • Artículos Recomendados de la Web

Amazon está ofreciendo un descuento de 50 dólares en el Kindle, el lector de libros digitales

  • David Aparicio
  • 28/03/2017
kindle

Ajá, y ¿qué tiene esto que ver con la psicología? Bueno, directamente nada. Amazon no nos está pagando por este artículo, pero los editores de Psyciencia usamos el Kindle y lo podemos recomendar sin ninguna vacilación.

Se trata del mejor lector de libros digitales que hay disponible y con él podrás llevar siempre y a donde vayas toda tu biblioteca y de los géneros que se te antoje, sin que te duela la espalda o el hombro. Nosotros lo usamos para comprar libros muy nuevos o especializados que no se encuentran en las librerías locales y que Amazon tiene a solo unos clicks de distancia.

¿Cuales son los Kindles rebajados?

  • El Kindle Paperwhite cuesta originalmente 120 dólares y hoy recibió un descuento de 30 dólares quedando solo en 90.
  • El Kindle Standard también recibió un descuento de 30 dólares y ahora solo cuesta 50.
  • Y el Kindle Voyage – tope de gama – tiene un descuento de 50 dólares y ahora cuesta 150.

Con estos Kindle ahora podrás participar más fácilmente en el Club Book de Psyciencia donde leemos, compartimos y debatimos un libro al mes. ¡Te esperamos!

Fuente: The Verge

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La compasión y el verdadero significado de la empatía (video)

  • David Aparicio
  • 28/03/2017

Joan Hailfax, es una reconocida antropóloga e investigadora que ha recorrido el mundo compartiendo, ayudando y aprendiendo con las personas. Su trabajo ha sido tan significativo que TED la invitó a dar una conferencia sobre La compasión y la empatía. Dos temas que hemos tocado ya en Psyciencia pero creo la conferencia de Hailfax nos ofrece una experiencia muy humana y cálida que no sólo nos ayuda a entender estos importantes conceptos sino que también nos ayuda a experimentarlos.

«La compasión es la capacidad de ver con claridad la naturaleza del sufrimiento humano. Es esa habilidad de mantenerse firme y reconocer que no somos ajenos al sufrimiento. Pero eso no es suficiente, porque la compasión, la cual activa la corteza motora de nuestro cerebro, significa que también aspiramos a transformar el sufrimiento, y si somos bendecidos, nos involucraremos en actividades que transforman el sufrimiento.»

Joan Hailfax.

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