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Análisis

359 Publicaciones
  • Análisis

Por qué la CDC de Estados Unidos recomiendan a los vacunados usar mascarilla

  • Equipo de Redacción
  • 25/09/2021
business people wearing face masks and talking

Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC) recomendaron que todas las personas que se encuentren en zonas con altas tasas de infección por COVID-19 utilicen mascarillas en espacios públicos cerrados, independientemente de su estado de vacunación.

Se trata de un cambio de rumbo respecto al consejo de los CDC de mayo 2021, según el cual las personas totalmente vacunadas podían dejar sus tapabocas en casa, y pone las directrices estadounidenses más en consonancia con las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Peter Chin-Hong, médico especializado en enfermedades infecciosas de la Universidad de California en San Francisco, explica los datos científicos que sustentan estos mensajes cambiantes.

¿Qué datos científicos apoyan el uso de mascarillas después de la vacunación?

Las mascarillas ayudan a detener la propagación del coronavirus. Son una capa literal entre las personas y cualquier virus en el aire, y pueden ayudar a prevenir la infección.

La razón por la que los funcionarios de salud pública piden que se utilice más la mascarilla es que hay pruebas claras y crecientes de que – aunque son raras – pueden producirse infecciones por COVID-19 en personas que están totalmente vacunadas. Esto es especialmente cierto en el caso de las variantes emergentes que son motivo de preocupación. La buena noticia es que la infección por COVID-19, si se produce, es mucho menos probable que provoque una enfermedad grave o la muerte en las personas vacunadas.

Algunas condiciones hacen más probable una infección en una persona vacunada: más virus circulando en la comunidad, menores tasas de vacunación y más variantes altamente transmisibles.

Si las personas vacunadas pueden infectarse con el coronavirus, también pueden propagarlo. De ahí la recomendación de los CDC de que las personas vacunadas porten mascarillas en espacios públicos cerrados para ayudar a detener la transmisión del virus.

¿Dónde se aplicarán las directrices?

La recomendación de los CDC sobre las mascarillas apunta a las zonas de Estados Unidos con más de 50 nuevas infecciones por cada 100.000 habitantes o en las que más del 8% de las pruebas resultaron positivas durante la semana anterior. Según las propias definiciones de los CDC, la transmisión comunitaria «sustancial» es de 50 a 99 casos de infección por cada 100.000 personas por semana, y «alta» es de 100 o más.

El condado de Los Ángeles, por ejemplo, superó con creces esa marca a mediados de julio, con más de 10.000 casos de coronavirus por semana.

Utilizando estos criterios, las directrices de los CDC se aplicaron al 63% de los condados de EE.UU el día en que se anunciaron.

young girls masked at airport with luggage

El uso de mascarillas protege mayormente a los no vacunados – entre los que se encuentran los niños. Paul Bersebach/MediaNews Group/Orange County Register via Getty Images

¿A quién protegen realmente las recomendaciones de usar mascarillas?

La recomendación de que las personas totalmente vacunadas sigan llevando mascarilla tiene como objetivo principal proteger a los no vacunados – entre los que se encuentran los niños menores de 12 años que aún no pueden vacunarse en EE.UU. La CDC recomienda además el uso de mascarillas para las personas vacunadas con miembros de la familia no vacunados, independientemente de las tasas de transmisión de la comunidad local.

Las personas no vacunadas tienen un riesgo sustancialmente mayor de infectarse y transmitir el SARS-CoV-2, y de desarrollar complicaciones por el COVID-19.

¿Cómo cambian el escenario las nuevas variantes como la delta?

Los datos preliminares sugieren que el aumento de variantes como la delta puede aumentar la posibilidad de infecciones en personas que sólo recibieron la primera dosis de la vacuna. Por ejemplo, un estudio descubrió que una sola dosis de la vacuna de Pfizer tenía una eficacia de sólo el 34% contra la variante delta, en comparación con el 51% contra la variante alfa original, en términos de evitar la enfermedad sintomática.

Los datos son más tranquilizadores para quienes se han vacunado completamente. Después de dos dosis, la vacuna de Pfizer sigue proporcionando una fuerte protección contra la variante delta, según datos reales de Escocia y otros países; y en estudios preliminares de Canadá e Inglaterra, los investigadores observaron sólo una «modesta» disminución de la eficacia contra la enfermedad sintomática, del 93% para la variante alfa al 88% para la delta.

Sin embargo, otros informes preliminares recientes de países altamente vacunados como Israel y Singapur son aleccionadores. Antes de que la variante delta se generalizara, de enero a abril de 2021, Israel informó que la vacuna de Pfizer era un 97% eficaz en la prevención de la enfermedad sintomática. Desde el 20 de junio de 2021, con la variante delta circulando más ampliamente, la vacuna de Pfizer ha sido sólo un 41% eficaz en la prevención de la enfermedad sintomática, según los datos preliminares reportados por el Ministerio de Salud de Israel a finales de julio.

Un análisis realizado con datos gubernamentales de Singapur demostró que el 75% de las infecciones recientes por COVID-19 se produjeron en personas que estaban al menos parcialmente vacunadas – aunque la mayoría de ellas no estaban gravemente enfermas.

shoppers mostly all wearing masks

A algunos expertos estadounidenses les preocupaba que el mensaje oficial de que los vacunados debían ponerse mascarillas pudiera disuadir a los no vacunados de buscar las vacunas. Jeff Gritchen/MediaNews Group/Orange County Register via Getty Images

Sin embargo, en todos los informes y estudios, las vacunas siguen siendo muy buenas para prevenir las hospitalizaciones y la enfermedad grave debida a la variante delta – posiblemente los resultados que más nos importan.

Todos estos datos emergentes apoyan la recomendación global de la OMS de que incluso las personas totalmente vacunadas sigan usando mascarillas. La mayor parte del mundo sigue teniendo tasas de vacunación bajas y utiliza una serie de vacunasde eficacia variable, y los países tienen diferentes cargas de virus del SARS-CoV-2 en circulación.

Dado que los recuentos de casos y las cifras de contagio en EE.UU van en una dirección que los funcionarios de salud pública consideran equivocada, tiene sentido que los CDC modifiquen sus recomendaciones de usar mascarillas para ser más conservadores.

¿Qué condiciones en Estados Unidos justifican el uso de mascarillas (de nuevo)?

Tiene sentido que los CDC no hayan cambiado inmediatamente sus recomendaciones para ajustarse a las directrices de la OMS de junio. Con una tasa de vacunación general alta en todo el país y una carga de hospitalización y muerte por COVID-19 baja, los Estados Unidos tienen un panorama de COVID-19 muy diferente al de la mayor parte del mundo.

Además, a algunos expertos les preocupaba que el mensaje oficial de que los vacunados debían ponerse mascarillas pudiera disuadir a los no vacunados de buscar las vacunas.

Pero, como dijo el presidente Joe Biden el 27 de julio, «las nuevas investigaciones y la preocupación por la variante delta» están detrás del cambio de los CDC en las recomendaciones del uso de mascarillas.

En algunos lugares se está produciendo un nuevo aumento de la transmisión en la comunidad, incluso entre las personas vacunadas. Las nuevas investigaciones preliminares, aún no revisadas por los expertos, sugieren que la variante delta está asociada a una carga viral mil veces mayor en los pacientes que la observada con las cepas más antiguas. Y los primeros informes muestran que las personas infectadas y vacunadas con la variante delta pueden ser portadoras de una cantidad de virus tan elevada como las no vacunadas, que a su vez pueden contagiar a otras personas.

Los cambios en las recomendaciones no significan necesariamente que las antiguas fueran erróneas, sino que las condiciones han cambiado. ¿La conclusión? Las mascarillas ayudan a reducir la transmisión del coronavirus, pero las vacunas siguen siendo la mejor protección.

Artículo publicado en The Conversation y cedido para su republicación en Psyciencia.

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  • Análisis

Orientación vocacional orientada en valores

  • Gabriel Genise
  • 06/09/2021
city man people woman

Por Bermúdez Juan Cruz, Humeniuk Ayelén Rocío, Miño Verónica y Gabriel Genise de TCM Terapia Cognitiva

“¿Qué es, en realidad, el ser humano? El ser que siempre decide lo que es.” —Viktor Frankl

La Organización Mundial de la Salud (OMS) define a la adolescencia como el periodo de desarrollo humano que se produce después de la niñez y antes de la vida adulta. Esta es una de las etapas de transición más importante en la vida del ser humano que se caracteriza por un ritmo acelerado de crecimiento y cambios.

La psicología del desarrollo considera que los procesos de cambio y estabilidad ocurren principalmente en tres dominios: el desarrollo físico, cognitivo y psicosocial (Papalia, 2009).

A nivel físico, los adolescentes experimentan la aparición de múltiples cambios corporales. Estos se relacionan con el desarrollo de la pubertad, proceso que conduce a la maduración sexual. Dentro de estos cambios, se incluyen el crecimiento y el desarrollo de los órganos sexuales, la aparición de los caracteres sexuales secundarios y las continuas modificaciones en la forma y el tamaño del cuerpo (Cingolani y Castañeiras, 2018).

En el plano cognitivo se destaca el desarrollo del pensamiento abstracto, lo que proporciona una manera nueva y más flexible de manipular la información. A su vez, en esta etapa aparece el razonamiento hipotético-deductivo que se caracteriza por la capacidad de desarrollar, considerar y someter a prueba distintas hipótesis (Papalia, 2009).

A nivel psicosocial, el adolescente comienza a tomar distancia del grupo familiar para así vincularse con otras personas cercanas a su edad y formar grupos de pares. En esta etapa se produce un acercamiento progresivo hacia las relaciones románticas y de intimidad, lo que implica el desarrollo de un proyecto de mayor autonomía (Cingolani y Castañeiras, 2018; Papalia, 2009). 

Todos estos cambios pueden ser considerados como potenciales fuentes de estrés, representando desafíos concretos que los adolescentes deben enfrentar. Sabemos que la adolescencia es una etapa de transición hacia la vida adulta, donde progresivamente se va ganando autonomía e independencia. Implica el desarrollo de un proyecto de vida personal único y singular. 

Elegir

Iniciar cualquier tipo de búsqueda implica un compromiso real por parte de aquel que emprende el desafío de indagar, analizar, explorar el campo, etc. El desafío se vuelve escabroso cuando el que busca no tiene pistas claras, o abrumador cuando la cantidad de resultados posibles es innumerable.

Todo momento de elección es complejo, más aún cuando elegir supone algo “para toda la vida”. He aquí el desafío en la elección vocacional: que define no solo ocupaciones, sino también identidades. 

Es allí donde se formulan frases como “no importa lo que debas hacer, asegúrate que te haga felíz”, o “no se trata de dónde estés sino de dónde quieres estar”. Estos pequeños fragmentos de sabiduría express influyen en la elección vocacional focalizando la atención en aquellos aspectos de la decisión que quien repite las frases valora. Por ejemplo, quien propone: “convierte tu pasión en un proyecto de vida”, demuestra un interés especial en las emociones que genera la vocación. En cambio, alguien que repite: “con X profesión te morirás de hambre”, deja entrever que el valor de una ocupación está puesto en la cantidad de dinero que permita producir.

Entonces, como expresa Lidia Ferrari, en el capítulo 8 del libro cómo elegir una carrera, las narrativas del entorno sobre la elección vocacional condicionan dicha elección. Ergo, la vocación es, ante todo, una construcción. Así, en el interjuego entre las influencias sociales, el sistema educativo, las exigencias personales, las influencias familiares, los modelos e ideales y la ética y los valores, se formula el campo de búsqueda dentro del cual el adolescente o joven encontrará su vocación.

Es difícil olvidar en las influencias a los padres, aquellos sueños proyectados, ambiciones, ideas o imagos que fueron creando en el devenir del niño.Por todos estos motivos es difícil pensar en un proceso aislado, en un encuentro mágico en el cual la vocación se presenta.

Orientar

La orientación vocacional y ocupacional es un proceso de acompañamiento en el cual se promueve la elección vocacional a partir del autoconocimiento y la información. 

El entrenamiento en la habilidad de elegir comienza muy temprano en la vida. La forma en la cual se desarrolle dicha habilidad será parte importante de la manera en que se transite el proceso de elección vocacional.

Asimismo, las influencias del entorno, los mandatos, prejuicios y limitaciones buscan ser sacados a la luz en un proceso de orientación vocacional. El objetivo es, siempre, llevar a la conciencia los aspectos involucrados en la elección vocacional para disponer al orientado en una mejor posición para decidir.

En los últimos años, el interés por las terapias comportamentales de tercera generación ha aumentado significativamente. Estas se caracterizan por: 

  • Su énfasis en el cambio de las funciones de los pensamientos y emociones (cambios de segundo orden) en lugar del cambio de su contenido (cambios de primer orden).
  • Estar basadas en una aproximación empírica y centrada en principios.
  • Utilizar estrategias de cambios contextuales y experienciales.
  • Estar centradas en la función en vez de la forma. 
  • Enfocarse en la construcción de repertorios flexibles y eficaces en lugar de eliminar problemas definidos de manera reducida.
  • Sintetizar aspectos de las generaciones previas. 

Uno de los modelos más representativos de las terapias de tercera generación es la terapia de aceptación y compromiso o ACT, por sus siglas en inglés. ACT forma parte de la tradición del conductismo radical y sus bases filosóficas parten del contextualismo funcional (Maero, 2018). La meta última de este modelo consiste en ayudar a las personas a crear una vida basada en sus valores personales, a la vez que acepta el dolor que inevitablemente viene con ella. Por lo tanto, se busca poder socavar la influencia que tiene el lenguaje y los pensamientos sobre la conducta, para así poder generar un repertorio de acción más flexible, abierto e involucrado con un sentido de propósito vital (Mandil, José Quintero y Maero, 2017). Para lograr esto, ACT presenta un modelo de flexibilidad psicológica que está compuesto por seis grupos de procesos que el terapeuta busca favorecer: aceptación, defusión, momento presente, self, valores y compromiso. 

Los valores cumplen un rol fundamental en el proceso de cambio planteado por ACT. Podemos entenderlos como repertorios conductuales que implican generar verbalmente un patrón extendido y dinámico de actividad deseada. Este repertorio implica formular verbalmente direcciones vitales deseadas, bajo la premisa de objetivos generales y de cualidades de acción. El repertorio de valores intenta sustituir a las reglas poco funcionales, actuando como guías para la regulación de la conducta. También pueden ser entendidos como las direcciones generales y las cualidades que deseamos que tengan nuestras acciones. (Mandil, José Quintero y Maero, 2017).

Cuando hablamos de valores, no estamos haciendo referencia al concepto de valores universales como el amor, la verdad, la paz, la justicia, etc. Desde ACT se entienden a los valores como “direcciones vitales elegidas”. El hecho de que los valores sean entendidos como direcciones marcan una diferencia con el concepto de meta (Quadrizzi Leccese y Settembrino, 2018). Los valores no son metas alcanzables, son direcciones inagotables que orientan nuestra conducta. Como los valores no tienen fin, no se realizan completamente nunca, por el contrario están siempre presentes y funcionan como horizonte o guía de nuestros comportamientos. Y es por esa misma razón que resultan tan útiles: impregnan nuestras acciones de dirección y propósito, le dan un sentido a nuestros comportamientos (Paéz, Gutiérrez, Valdivia y Luciano, 2006). 

Con relación a la orientación vocacional, poder diferenciar metas de valores es algo sumamente útil, ya que la confusión entre ambos conceptos puede llevar a la persona a enfrentar experiencias no deseadas (Quadrizzi Leccese y Settembrino, 2018). Veamos las diferencias de estos conceptos con algunos ejemplos:

  • Obtener un título universitario es una meta. Un objetivo al que se puede llegar. Si el hecho de obtener un título se convierte en un fin en sí mismo, es probable que la persona experimente frustración luego de alcanzarla.
  • Ser alguien que ayude a los demás es un valor. Este valor direcciona las acciones de la persona, viendo a la carrera/profesión como un medio para poder ayudar a otros.

El gran problema de las crisis vocacionales es que están cimentadas en el “QUÉ” y no en el “PARA QUÉ”. Si un conductor no tiene en claro a dónde quiere llegar, las razones por las cuales tomará una u otra ruta en un camino bifurcado estarán relacionadas a factores arbitrarios. Del mismo modo, si una persona no tiene en claro de qué maneras quiere trascender en su tránsito por este mundo, qué le parece importante, la elección vocacional estará basada en aspectos que quizá no tengan nada que ver con sus valores.

Por estas razones quienes orientamos nos encontramos muchas veces con crisis basadas en: “no sé qué estudiar”. Nuestro objetivo será, fundamentalmente, transformar esta duda en la pregunta siguiente: “¿Hacía dónde quiero dirigirme?”. Quien tiene en claro a dónde quiere ir, le resulta mucho más orgánico elegir qué camino tomar.

Una vez que la pregunta está formulada correctamente, comienza el camino de la auto-observación para reconocer el talento personal. El talento personal es la capacidad que generamos al desarrollar una actividad valorada con un estilo propio. 

Es decir, es el espacio virtual en el que confluyen las habilidades innatas, el carácter y la actitud con la manifestación de los valores: intereses, gustos, formaciones y experiencias.

Se dispondrán, entonces, técnicas que funcionen de linterna para reconocer tanto los aspectos de la personalidad del orientado, como los valores que dirigen sus metas.

Por ejemplo, hay una técnica llamada “Mi intención primordial” donde se le pide al orientado que elija entre una serie de verbos los que le parezcan los más importantes, para luego reducir las elecciones a cinco, a tres y, finalmente, se le pide que jerarquice y justifique. Ante esta técnica, una adolescente que llegó al proceso preocupada por lo que iba a estudiar al terminar el secundario expresa:

 “Me costó el orden de importancia. Yo puse diseñar, ayudar y decorar. Me imagino diseñando mis propios pensamientos.  Poder plasmarlos en ropa, la vida, en lo que sea.” 

Nótese cómo, gracias a esta actividad (precedida por otras que también tienen el mismo objetivo), la adolescente pudo poner en palabras qué dirección valorada elige. Sobre esta base, construir un mapa de formación —sea estudiar en un nivel terciario, formarse en un oficio o buscar un trabajo donde entrenarse— será mucho más sencillo.

En esta primera etapa de autoconocimiento trabajaremos también en pos de observar mandatos, influencias, intereses y preferencias. El objetivo es, en resumen, que el orientado diseñe su Dirección Valorada y bosqueje su Talento Personal, conociendo cada uno de los aspectos que lo conforman.

La segunda etapa del proceso de orientación vocacional será el de información. Cuando los procesos están basados en otros marcos teóricos, esta etapa consta de una exposición por parte del orientador sobre los aspectos administrativos y burocráticos de la formación que se haya elegido. 

Sin embargo, en el modelo ACT se tendrán en cuenta en esta etapa también los Valores de la persona que está tomando una de las decisiones más importantes de su vida. Es por ello que se orienta eligiendo qué tipo de formación y trabajo se adapta más a las metas y valores del orientado a partir de técnicas como “Mi labor personal”, donde se disponen formas de trabajo y se le pide que, sin pensar en una profesión y oficio, seleccionen las que más se adecúen a sus preferencias. Por ejemplo, “trabajar al aire libre”, “profesión”, “dinámico”, “en oficina”, “orientado a personas”, etc. 

Teniendo en cuenta estas elecciones y el contexto de la persona —si está dispuesto/a viajar por trabajo, si puede o no costear un estudio universitario, qué otras áreas de su vida son importantes—, se descubre junto con el orientado qué formaciones le guiarán en la dirección valorada.

Una vida valorada

Estamos transitando un momento socio histórico único, en el cual las formas de empleabilidad están cambiando, así como los métodos de formación. El avance de las tecnologías, la ciencia y la globalización están quebrantando muchos paradigmas que se sostenían hace no muchos años como pilares del mundo laboral. 

Hoy, las empresas valoran más el cumplimiento de objetivos que de horarios, la formación académica es cada vez más competitiva y accesible, y el género está dejando de ser una barrera para conseguir empleo.

En este contexto, la libertad de elegir qué, cómo y para qué trabajar es una Caja de Pandora llena de sorpresas positivas, pero también de crisis por la multiformidad de elecciones posibles.

Un artículo del diario argentino Clarín publicado en el 2017 revela los datos de una encuesta formulada por Adecco, donde solo dos de cada diez argentinos trabaja de lo que les gusta. Las cifras en el resto de Latinoamérica no cambian demasiado. Un artículo del diario La República publicado este mismo año confirma que las cifras en Colombia son exactamente iguales que en Argentina.

La intervención de la terapia de aceptación y compromiso en la orientación vocacional aspira a modificar estas cifras. En un mundo donde todo cambia tan velozmente, la creatividad es una capacidad altamente importante para desarrollar un espacio de trabajo que no solo pueda ser sustento económico, sino también alojo del bienestar psicológico que genera disfrutar las actividades y, sobre todo, valorarlas.

Referencias:

  • Cingolani, J. M., y Castañeiras, C. (2018). ¿Cómo ser adolescente hoy y no quedarse en el intento? Buenos Aires: Paidós.
  • Maero, F. (2018). Terapia de Aceptación y Compromiso. En E. L. Keegan, Innovaciones en los modelos cognitivo – conductuales (págs. 113 – 152). Buenos Aires, Argentina: Akadia.
  • Mandil, J., José Quintero, P. y Maero, F. (2017). Terapia de Aceptación y Compromiso con Adolescentes. Buenos Aires: Akadia.
  • Páez, M., Gutiérrez, O., Valdivia, S., y Luciano, M. C. (2006). La importancia de los valores en el contexto de la terapia psicológica. International Journal of Psychology and Psychological Therapy, 6, 1-20
  • Papalia, D. (2009). Psicología del desarrollo: de la infancia a la adolescencia. México: Mc-Graw-Hill. 
  • Quadrizzi Leccese G. y Settembrino D.M. (2018). Orientación al Talento Personal. Akadia.

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  • Análisis

Qué caracteriza al ABA como ciencia y qué es la ciencia

  • Alejandra Alonso
  • 01/09/2021

Recientemente comencé a estudiar más sobre el análisis de conducta aplicado (ABA) y, entre los mejores materiales de lectura sobre este tema se encuentra el libro de John Cooper, Timothy Heron y William Heward: Applied Behavior Analysis. Third Edition. Así que decidí compartir con todas las personas a las que podría parecerles interesante este tema, lo que voy leyendo.

En esta primer entrega, por supuesto, comenzaremos por lo más básico: Qué caracteriza a ABA como ciencia y qué es la ciencia.

El análisis de conducta aplicado es una ciencia que se ocupa de entender y mejorar la conducta de las personas. Así, se enfoca en conductas socialmente relevantes, utiliza intervenciones y técnicas basadas en la investigación y se apoya en el método científico para demostrar relaciones confiables entre la intervención utilizada y la mejora en el comportamiento.

¿Qué es la ciencia?

Los autores la definen como un acercamiento sistemático a la búsqueda y organización del conocimiento.

¿Cuál es su propósito?

El objetivo principal de toda ciencia es entender a cabalidad un fenómeno (en el caso de ABA es el cambio en la conducta socialmente relevante).

La ciencia busca descubrir verdades, es decir hechos y leyes universales. Para conseguirlo se intenta separar esto de las razones por las que se busca determinado conocimiento (personales, económicas, políticas, etc.).

Los diferentes tipos de investigación contribuyen al conocimiento en uno o más de los tres niveles de comprensión:

  1. Descripción: Se refiere a la observación sistemática. Consiste en la recolección de hechos que se puedan cuantificar, clasificar y examinar para buscar posibles relaciones con otros hechos. Los estudios descriptivos suelen producir hipótesis o preguntas para nuevos estudios.
  2. Predicción: Las observaciones repetidas pueden revelar que dos eventos suelen presentarse juntos (correlación). Un hallazgo así puede usarse para predecir la probabilidad relativa de que un evento ocurra, basándonos en la presencia del otro. En esta clase de estudios las variables no pueden manipularse o controlarse, es por eso que siempre leemos que no pueden demostrar que una de las variables observadas sea responsable de los cambios en la otra. Sin embargo, son útiles para sugerir posibles relaciones causales que deben ser exploradas en estudios experimentales.
  3. Control: Es cuando, al manipular una variable, conseguimos determinado cambio o logramos que la otra variable asuma ciertas características. En análisis de conducta aplicado, las relaciones funcionales son las que proveen una comprensión tal de la conducta, que luego permitirá el desarrollo de tecnologías capaces de cambiar comportamientos. Decimos que hay una relación funcional “cuando un experimento bien controlado demuestra que un cambio específico en un evento (la variable dependiente) ha sido confiablemente producido por la manipulación específica de otro evento (la variable independiente) y que es improbable que los cambios en la variable dependiente fueran producidos por factores extraños (variables de confusión)”, escriben Cooper, Heron y Heward (2019, p. 20).

Las relaciones funcionales son las bases del análisis de conducta aplicado.

Las actitudes y supuestos de la ciencia

Para conseguir su objetivo principal, las personas que trabajan en ciencia deben guiar su conducta con ciertos supuestos y valores. ¿Cuáles son?

1. Determinismo

Se asume que el universo es un lugar ordenado y regido por leyes. Todos los fenómenos ocurrirán como resultado de otros eventos. Los eventos se relacionan de forma sistemática con otros factores, los cuales también son susceptibles de ser investigados científicamente.

2. Empirismo

Es la práctica de observar objetivamente y medir los fenómenos. La palabra “objetividad” aquí se refiere a dejar de lado los prejuicios personales, las opiniones y los gustos. La observación objetiva se basará en descripciones detalladas, medidas sistemáticas y repetidas y cuantificación precisa de un fenómeno.

Este es un punto en el que los analistas de conducta hacen mucho hincapié: Todo esfuerzo por entender, predecir y mejorar conductas depende de la habilidad del analista para definir de forma completa, observar sistemáticamente y medir de forma precisa y confiable la ocurrencia o no ocurrencia de una conducta.

Cuando hay una correlación entre eventos, podría existir una relación funcional, pero también podría haber otros factores que influyan en la variable dependiente. Para explorar esto, se debe realizar un experimento en el que los factores que podrían estar causando el cambio sean sistemáticamente controlados y manipulados, mientras que los efectos en la variable dependiente son cuidadosamente observados.

3. Replicación

El conocimiento conseguido a través de la ciencia, será considerado como útil y confiable en la medida en que se haya podido replicar varias veces, con el mismo patrón básico de resultados.

Si bien no hay un número específico de veces en que se debe replicar un estudio, mientras más importante sea el hallazgo para la teoría o práctica, más veces debería ser replicado.

4. Parsimonia

Viste cuando le comentas, preocupada, al técnico que la televisión no anda y él te dice: “¿Te fijaste si está enchufada?” Bueno, la idea de la actitud de parsimonia es que todas las explicaciones simples y lógicas para un fenómeno deben ser descartadas, experimental o conceptualmente, antes de considerar explicaciones más complicadas o complejas.

Una interpretación parsimoniosa solo cuenta con aquellos elementos que son necesarios y suficientes para explicar un fenómeno. Esta ley se deriva de la navaja de Ockham, que declara que no debemos ponerles más elementos de los absolutamente necesarios a las explicaciones.

5. Duda filosófica

En ciencia, los hechos deben ser continuamente cuestionados y el conocimiento siempre debe ser visto como tentativo. Esto es especialmente difícil cuando eres tú quien ha hecho el descubrimiento, pero siempre se debe tener la disposición a dejar de lado esos hallazgos y reemplazarlos con conocimientos que se deriven de nuevos hallazgos.

Los analistas conductuales también deben ser escépticos en la práctica diaria.

6. Otros valores y actitudes importantes

Para que el conocimiento sea de la mejor calidad y veamos progreso, en la ciencia debe reinar la curiosidad, la diligencia, la ética, la perseverancia, la honestidad y la minuciosidad.

Referencia: Cooper, J. O., Heron, T. E., & Heward, W. L. (2019). Applied Behavior Analysis (3rd Edition, Global edition). Pearson.

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  • Análisis

¿Son reales todos tus recuerdos? – Daniel L. Schacter

  • David Aparicio
  • 13/08/2021

En un estudio de la década de 1990, los participantes recordaron haberse perdido en un centro comercial cuando eran niños. Algunos compartieron estos recuerdos con vívidos detalles, pero había un problema: ninguna de estas personas se había perdido en un centro comercial. Produjeron estos recuerdos falsos después de que los psicólogos les dijeran que se habían perdido y los padres lo confirmaron. Entonces, ¿qué está pasando? Daniel Schacter explora la falibilidad de nuestra memoria.

Puedes activar los subtítulos en español.

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  • Análisis

12 maneras de no hacer ACT

  • David Aparicio
  • 06/08/2021

ACT es un modelo complejo de aprender y de hacer. Conceptos como la normalidad destructiva, la defusión, clarificación de valores o el propia aceptación no son fáciles de entender y mucho menos hacer en terapia. Lo que puede provocar que nos sintamos atascados y frustrados con el modelo. Para ayudarnos en este proceso Russ Harris ha compilado en su libro Getting Unstuck in ACT, los problemas más frecuentes que enfrentamos los terapeutas que trabajamos con ACT (en especial cuando empezamos) y nos ofrece algunas formas útiles de abordarlos.

He adaptado y preparado para que puedas sacarle provecho. Te invito a tómarte el tiempo para leerlos y reflexionar sobre qué te ha sido útil y que no te ha funcionado en la terapia.

Getting Unstuck in ACT de Russ Harris está disponible en Amazon en versión Kindle y en versión impresa. Adquiérelo aquí.


Ser inconsistente con el modelo y enviar mensajes confusos

Es probable que esto nos pase a todos. Cuando empezamos a usar ACT enviamos mensajes confusos y contradictorios con el modelo, especialmente lo que se refiere a la forma en que entendemos los problemas psicológicos y el sufrimiento humano. Por ejemplo, cuando hacemos un ejercicio para trabajar la aceptación de la ansiedad y el consultante dice “me siento mucho mejor, toda mi ansiedad desapareció” y el terapeuta contesta “¡Qué bueno! Ya verás que a medidas que hagas estos ejercicios tu ansiedad desaparecerá”. Con esta respuesta el terapeuta está enviando el mensaje que los ejercicios están planteados para deshacerse de la ansiedad y refuerza la idea de la evitación experiencial. Completamente lo opuesto de lo que en ACT intentamos lograr. Otro ejemplo puede ser cuando el terapeuta invita a un consultante que tiene juicios muy duros sobre sí mismo y lo motiva a que haga ejercicios de defusión y al mismo tiempo lo invita a que tenga “más pensamientos positivos”. Con esto solo logrará más fusión y mantendrá al consultante atascado en sus pensamientos.

Hablar y explicar ACT en vez de hacer ACT

Necesitamos que los consultantes practiquen y aprendan a usar los principios de ACT, no que se los sepan de memoria. Por lo tanto, los terapeutas debemos evitar de que nuestras sesiones se conviertan en una linda disertación teórica. Es como si pretendiéramos aprender a manejar bicicleta, tocar un instrumento o aprender a cocinar solo con leer las instrucciones o viendo un video de YouTube. Necesitamos practicar. Para lograrlo los terapeutas debemos modelar, reforzar e impulsar a los consultantes para que puedan practicar y hacer de la sesión lo más experiencial posible. Así que como dice Russ Harris: mantén las explicaciones cortas y pon las manos a la obra con todos los ejercicios, metáforas y recursos ACT que disponemos.

Tip de Russ Harris: ¿Qué pasa si me doy cuenta de que la sesión se está convirtiendo en una clase? Los terapeutas podemos pedir disculpas y decirle al consultante que nos hemos dado cuenta de que estamos gastando mucho tiempo en explicaciones, y que necesitamos redirigir la sesión a un ejercicio o metáfora que facilite el trabajo de alguno de los procesos como la clarificación de valores, defusión, un ejercicio de atención plena, etc.

Una recomendación más de Russ Harris que me ha sido muy útil: tenemos que intentar que antes de terminar cada sesión, el consultante pueda comprometerse a practicar las habilidades que se han trabajado en la consulta. Para potenciar la práctica y fomentar la motivación es importante que no le digas que vas a dejarle una “tarea”. Es demasiado aversivo. En vez de ello puedes decirle que lo invitas a probar lo que han aprendido en la sesión o que hagan un experimento para ver qué sucede con las habilidades. Por muy simples que parezcan, estas palabras facilitan mucho la práctica de las habilidades.

El terapeuta apurado

El polo opuesto de “hablar de ACT” es ser el terapeuta que se va directo a los procesos y ejercicios sin haber tomado el tiempo suficiente para conocer al consultante, validar sus emociones y tratar de entender su sufrimiento. Esto sucede mucho cuando estamos acostumbrados a seguir muy rígidamente los protocolos de tratamiento y no queremos perder tiempo para ayudarlos. Sin embargo apurarse demasiado y no leer las necesidades del consultante invalidará su proceso.

La terapeuta que arregla los problemas

Hay ocasiones que podemos ayudar a los consultantes con estrategia de resolución de problemas y lluvias de ideas. Pero tampoco debemos caer en la costumbre de ser demasiado directivos y decirles que hacer con su vida. Si notas que te sientes presionado por ofrecer respuestas y resolver los problemas, intenta reducir un poco la velocidad e intenta estar totalmente presente en el proceso. De esta manera podrás crear un espacio para que tu consultante pueda resolver sus propios problemas.

El terapeuta que solo escucha

Es muy fácil ser el terapeuta que solo escucha. Por un tiempo el consultante se siente validado porque ha encontrado a alguien que lo puede escuchar sin juicios y al mimo tiempo el terapeuta se siente cómodo escuchando, pero cuidado. Demasiada comodidad puede llevar al estancamiento del paciente. Necesitamos que los consultantes puedan, paso a paso, exponerse a las sensaciones incómodas y desarrollen nuevas maneras de relacionarse con sus pensamientos y emociones. Es la única forma de generar flexibilidad psicológica. Así que recuerda: debemos escuchar con compasión y respeto, pero también tenemos que modelar activamente los procesos de ACT, reforzar y motivar a los consultantes para practicar.

La terapeuta buena onda

En ocasiones los terapeutas interfieren en el progreso del paciente porque tienen miedo a incomodarlos y evitan llevar a cabo las intervenciones necesarias para abordar los problemas que los trajeron terapia. Un ejemplo muy frecuente: los ejercicios experienciales de aceptación.

Russ Harris ofrece una metáfora muy útil para estas situaciones:

Imagina que tienes un diente podrido y vas a un dentista encantador que pone buena música, hace bromas, te hace reír y examina todos sus dientes, pero descuida el diente podrido. Así que cada visita al dentista es una experiencia muy agradable e indolora. Y supón que eso sucede cada vez que regresas. Tu diente está empeorando y estás desarrollando un absceso en la boca, pero aun así el dentista no se acerca a ese diente podrido. ¿Por qué? Porque no quiere causarte ningún dolor o molestia. ¿Estarías feliz con ese dentista?

Si quieres una boca sana, tienes que lidiar con el dolor, incluso si duele, ¿verdad? Y a veces nuestro trabajo en el consultorio es un poco así. Para construir una vida mejor, necesitamos hacer cosas que pueden resultar incómodas. Ahora mismo estoy pensando que podríamos probar un ejercicio que puede resultar un poco incómodo para ti, pero lo sugiero porque creo que si estás dispuesto a hacerlo, aprenderás algo útil que podría marcar una gran diferencia en tu vida.

El terapeuta invalidante

Al trabajar la defusión de los pensamientos y la aceptación de la experiencia interna, los terapeutas a veces usamos frases como “es solo una emoción”, “es solo un pensamiento” o “solo una historia”. Pero estas frases usadas en un contexto inapropiado pueden ser muy invalidantes e insensibles con las experiencias de nuestros consultantes. Por lo tanto, elige sabiamente las palabras que vas a usar y asegúrate que serán apropiadas en el caso que estás trabajando.

Usar herramientas sin un propósito específico

Es muy probable que el terapeuta use cualquier herramienta para hacer algo en la sesión, cuando no ha preparado bien lo que va a trabajar o no tienen muy claro la conceptualización del caso. Para prevenir este tipo de errores asegúrate de tomarte el tiempo para evaluar y preparar un buen plan de tratamiento. Aquí tienes una guía breve de Russ Harris que te ayudará a crear una buena conceptualización clínica.

Tratar de convencer al consultante

Los terapeutas también nos fusionamos y puede ser que en medio de una conversación clínica el terapeuta caiga el error de intentar convencer al consultante sobre las causas de su problema o la manera en que deben abordarlo. Pero la terapia no se trata de convencer a nadie ni tratar de ganar un argumento. Harris propone que cuando nos pasa esto, pidamos disculpas rápidamente y reorientemos la terapia.

Harris lo pone así:

Perdón. Me acabo de dar cuenta de lo que he estado haciendo aquí. ¿Podemos poner una pausa por un momento? Puedo ver que he estado tratando de convencerte de mi forma de pensar y claramente no estás aquí para que te imponga mis creencias. Lo siento mucho. ¿Podemos retroceder cinco minutos antes de que intentara convencerte?

Mantener excesivo énfasis en un proceso y descuidar los otros

ACT no suele ser la primera terapia en la que nos formamos y la mayoría de nosotros proviene de otro tipo de formación clínica. Así que es normal que cuando empecemos con ACT nos concentremos en los procesos que tienen más sentido para nosotros o con los que nos sentimos más cómodos. Es probable que un terapeuta entrenado en terapia cognitiva se concentre más en defusión y no se enfoque tanto en las emociones y quizás un terapeuta entrenado en terapia gestalt se concentre más en la aceptación y no tanto en la defusión. Por consiguiente, debemos ser conscientes de nuestros propios sesgos y trabajar activamente en aprender a manejar los otros procesos ACT que no nos gustan demasiado.

Falta de entendimiento teórico

No hay que olvidar que ACT está basado fuertemente en el conductismo y no es una terapia solo de metáforas o palabras lindas. Si un terapeuta empieza a usar ACT sin conocimientos en el análisis de la conducta su trabajo como terapeuta será poco eficaz.

Tratar de copiar a tu entrenador ACT

Creo que de esta nadie se salva. Al principio hacemos ACT de la misma manera de la que la aprendimos. Copiamos el estilo del terapeuta que nos llevó de la mano por el modelo. Al inicio puede ser muy beneficioso porque nos permite dar los primeros pasos, pero con el tiempo será como ponernos un traje que no nos queda. Nos sentiremos restringidos y no podremos utilizar todo nuestro potencial como terapeutas. Así que intenta hacer ACT de una manera genuina. Usa tu personalidad, tu estilo, tu tono de voz y todas tus características para ayudar a las personas que buscan de tu ayuda.

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  • Análisis

Identifican rasgos de la personalidad predictores de comportamientos abusivos en línea hacia la pareja

  • Maria Fernanda Alonso
  • 30/06/2021

La reactividad emocional, impulsividad e inseguridad serían predictores de comportamientos abusivos en la esfera online hacia la pareja romántica (Branson & March, 2021). Los autores entienden que utilizar la tecnología para controlar, coaccionar, intimidar, humillar o amenazar a las parejas románticas en línea constituyen conductas abusivas en este contexto.

El mundo online es una parte no menor de la vida actual y, así como en el ámbito presencial, es otro escenario donde se desarrollan relaciones que pueden ser sanas o pueden involucrar dinámicas tóxicas; tal toxicidad se manifiesta en distintas formas de violencia de pareja, por lo que el equipo de investigadores decidió examinar qué variables de la personalidad pueden contribuir a las probabilidades de alguien de perpetrar conductas abusivas contra una pareja íntima en el ámbito online.

Método

Participaron del estudio 817 personas, quienes completaron un cuestionario online que evaluó los celos, la hostilidad, el narcisismo, la psicopatía y conductas de abuso hacia parejas románticas en línea. Los participantes tenían entre 18 y 73 años, y la edad promedio fue de 28 años.

Los autores incluyeron dentro de los comportamiento de abuso cibernético a conductas tales como amenazar con difundir información vergonzosa en línea, fingir ser otra persona en Internet para proner a prueba a una pareja, compartir contenido sexual sin permiso, controlar las actualizaciones de estado de una pareja en las redes sociales y escribir comentarios en una red social insultando o humillando a una pareja.

Hallazgos

Aquellas personas con niveles más altos de celos, narcisismo vulnerable o psicopatía secundaria eran más propensos a informar que participaban en comportamientos online abusivos. El narcisismo vulnerable se caracteriza por un excesivo ensimismamiento e inseguridad, mientras que la psicopatía secundaria se caracteriza por la impulsividad y el descuido.

Sin embargo, los investigadores no encontraron que el narcisismo grandioso y la psicopatía primaria predigan la participación en tales conductas de abuso. El narcisismo grandioso, en contraste con su contraparte vulnerable, se caracteriza por un sentido exagerado de superioridad, extroversión y comportamiento dominante. La psicopatía primaria se caracteriza por la insensibilidad y el dominio intrépido.

La hostilidad también se asoció positivamente con las conductas abusivas en línea, pero su efecto dejó de ser significativo después de tener en cuenta el narcisismo vulnerable y la psicopatía secundaria.

Según los autores, estos resultados sugieren que las personas más propensas a desplegar comportamientos abusivos en línea hacia sus parejas íntimas, son también emocionalmente más reactivos, impulsivos e inseguros; y tienden a llevar a cabo tales conductas como respuestas a estímulos que inducen celos, posiblemente para procurar retener a la pareja.

Algo interesante es el contraste que surge respecto del perfil de una persona abusiva fuera del ámbito online. Destacan los investigadores que aunque los abusadores “fuera de línea” también pueden ser impulsivamente celosos y reactivos, también pueden ser proactivos, instrumentales y aparentemente hostiles. Las diferencias en estos perfiles sugieren que la inmediatez y accesibilidad que ofrece la comunicación online tiende a atraer a un agresor que cae con mayor rapidez en el enfado, la impulsividad y la inseguridad, en comparación alguien que es abusivo con su pareja íntima fuera de internet.

Las limitaciones del estudio incluyen el tamaño reducido de la muestra real de perpetradores de abuso online dentro de la muestra total del estudio, por lo que es posible que los resultados puedan representar algunos efectos mínimos. Por otro lado, esta muestra estuvo muy sesgada hacia las mujeres, lo que puede socavar parte de la generalización de sus resultados.

Finalmente, la ambigüedad en las definiciones encontradas en otras investigaciones en este campo hace que la comparación entre estudios y el análisis de la prevalencia en el tiempo sean muy difíciles, por lo que se resalta la necesidad de buscar un consenso respecto de los términos empleados.

Referencia bibliográfica: Branson, M., & March, E. (2021). Dangerous dating in the digital age: Jealousy, hostility, narcissism, and psychopathy as predictors of Cyber Dating Abuse. En Computers in Human Behavior (Vol. 119, p. 106711). https://doi.org/10.1016/j.chb.2021.106711

Fuente: Psypost

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  • Análisis

Dos conceptos erróneos sobre la terapia de aceptación y compromiso

  • Equipo de Redacción
  • 28/06/2021

Hay muchos conceptos erróneos sobre ACT. Dos de los más comunes son: a) que ACT no cambia su forma de pensar y b) que ACT no intenta reducir los síntomas. En este artículo Russ Harris, experto en ACT, explica por qué ambas ideas son falsas.

Concepto erróneo n° 1: «ACT no cambia su forma de pensar»

Uno de los conceptos erróneos más grandes sobre ACT es que “no cambia tu forma de pensar”. Espero y confío en que puedas ver que no es el caso. Cuando los consultantes (y terapeutas) se encuentran con ACT, generalmente cambian drásticamente la forma en que piensan sobre una amplia gama de temas y cuestiones, incluida la naturaleza y el propósito de sus propios pensamientos y emociones, la forma en que quieren comportarse, la forma en que quieren comportarse. Tratarse a sí mismos y a los demás, de qué quieren que se trate su vida, formas efectivas de vivir y actuar y lidiar con sus problemas, qué los motiva, por qué hacen las cosas que hacen, etc.

Sin embargo, ACT no logra esto desafiando, disputando, refutando o invalidando pensamientos; tampoco ayuda a las personas a evitar, reprimir, distraer, descartar o “reescribir” sus pensamientos o tratar de convertir sus pensamientos “negativos” en “positivos”.

ACT ayuda a las personas a cambiar su forma de pensar a través de:

  • Desactivarse de cogniciones y procesos cognitivos inútiles.
  • Desarrollar formas de pensar nuevas, más flexibles y eficaces, además de sus otros patrones cognitivos.

¿Por qué escribí además en cursiva? Porque no podemos eliminar los repertorios cognitivos inútiles. Como dice el dicho de ACT, “No hay un botón de borrar en el cerebro”. Podemos desarrollar nuevas formas de pensar, pero eso no elimina las antiguas. Como les digo a los consultantes, “si aprenden a hablar húngaro, eso no eliminará el inglés de su vocabulario”.

Entonces, una y otra vez, enfatizamos este importante punto a nuestros consultantes de muchas maneras diferentes. Por ejemplo: “lógica y racionalmente sabes que estos pensamientos no son ciertos, y eso no impedirá que vuelvan a aparecer”. O: “Sí, puedes ver claramente que este patrón de pensamiento no es útil, y eso no impedirá que tu mente lo haga”. O: “Entonces sabes que cuando esta historia te engancha, te empuja a hacer movimientos alejados de tus valores, pero saber eso no eliminará la historia que aparecerá en tu mente y seguirá regresando».

Estas son solo algunas de las muchas formas en que ACT fomenta activamente el pensamiento flexible:

  • Reencuadre.
  • Toma de perspectiva flexible.
  • Compasión y autocompasión.
  • Establecimiento de metas, resolución de problemas, planificación de acciones y elaboración de estrategias flexibles.
  • Considerando sus creencias, ideas, actitudes y suposiciones en términos de viabilidad.

Concepto erróneo n° 2: «ACT no está interesado en la reducción de síntomas»

Cuenta la historia que “los terapeutas de ACT no están interesados ​​en la reducción de síntomas; solo están interesados ​​en una vida basada en valores”. Puedo ver de dónde viene esta historia, pero es una caricatura. Creo que es mucho más justo decir algo como esto: “La postura común de ACT es que el terapeuta tiene como objetivo aumentar la calidad de vida del consultante y reducir su sufrimiento ayudándolo a vivir según sus valores y utilizar nuevas habilidades para reducir el impacto e influencia de sus pensamientos y sentimientos dolorosos”.

Personalmente, animo a los terapeutas y entrenadores de ACT como parte del consentimiento informado a decirles a sus pacientes: “Aprenderemos nuevas habilidades para manejar los pensamientos y sentimientos dolorosos de manera más efectiva; para reducir su impacto e influencia sobre usted”. La mayoría de los pacientes responden muy bien a esto.

Sin duda, el objetivo principal de ACT es una vida basada en valores, no la reducción de síntomas; sin embargo, la reducción significativa de los síntomas casi siempre ocurre como un subproducto del ACT y, a menudo, rápidamente. Y seguro que estamos interesados ​​en esa reducción de síntomas; es por eso que se mide en casi todos los más de 3000 estudios publicados sobre ACT. Y lo que muestran casi todos esos estudios es que ACT brinda una reducción de síntomas efectiva y sostenible como un subproducto de una vida consciente y basada en valores. De hecho, en muchos ensayos de control, ACT ofrece una mejor reducción de los síntomas que otros modelos en los que este es el objetivo principal.

Por eso es muy importante cómo les presentamos todo esto a los consultantes. Preséntalo de alguna manera como lo he sugerido anteriormente, y podrá cumplir con sus expectativas y necesidades. Pero preséntalo como “¡Aquí no estamos interesados ​​en la reducción de síntomas!” y tendrás muchos problemas.

Antes de terminar este punto, una cosa más a considerar…

¿Qué queremos decir realmente con reducción de síntomas?

El entendimiento común de “reducción de síntomas” es una disminución en la frecuencia e intensidad de pensamientos, sentimientos, emociones, sensaciones, recuerdos, etc. no deseados. Sin embargo, hay otra forma de pensar sobre esto; podemos concebir los síntomas comunes del consultante como grados excesivos o problemáticos de:

  • Distracción, desvinculación, disociación.
  • Operando en piloto automático, sin sentido.
  • Permitir que las cogniciones dominen las acciones o la conciencia de formas problemáticas.
  • Falta de significado, propósito y realización en la vida.
  • Patrones de acción ineficaces o contraproducentes que tienden a empeorar la vida.
  • Ampliar la frecuencia y el impacto de las emociones dolorosas al luchar con ellas.

Si pensamos en estas categorías como “síntomas”, entonces seguro, ACT intenta activamente reducirlos.

Russ Harris es entrenador especilizado en ACT y autor del reconocido libro La trampa de la felicidad.

Artículo publicado en PsychWire y traducido para su publicación en Psyciencia

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  • Análisis

ACT sobrepasa los 600 ensayos aleatorios controlados publicados

  • David Aparicio
  • 23/06/2021

Es increíble. Hace tres meses publicamos la noticia de que la terapia de aceptación y compromiso (ACT) había alcanzado los 500 ensayos aleatorios controlados y ahora sobrepasan los 600 estudios publicados (613 para ser exactos). Un hito extremadamente importante dentro de la investigación clínica porque nos permite conocer en qué condiciones funciona la terapia y qué procesos intervienen en su funcionamiento.

Steven Hayes, co-creador de ACT publicó un artículo en la Asociación para la ciencia del comportamiento contextual (ACBS) en la que expone seis puntos claves para entender qué implicaciones tiene este logro:

Primero, el aumento en la tasa de producción de RCT es asombroso. ACT tardó 28 años en alcanzar los 100 ensayos controlados aleatorios, pero solo en 2020 hubo 103 ensayos: un nuevo ECA cada pocos días. Ya es notablemente más rápido en 2021.

En segundo lugar, los temas cubren casi todas las áreas del funcionamiento humano en salud mental, conductual y social. Se están realizando muchos ensayos fuera de los síndromes tradicionales de DSM, y los ensayos centrados en el ejercicio, las condiciones de salud física, las relaciones, los prejuicios, las condiciones sociales y el rendimiento se están expandiendo rápidamente.

En tercer lugar, los picos del programa de investigación ACT son ahora muy altos, según se definen por el tamaño, la financiación y la complejidad de los ensayos, el prestigio de los medios y el impacto de la investigación en todo el mundo. Los ensayos de ACT ahora se están publicando en revistas como JAMA Internal Medicine o Lancet Global Health. Los resultados de los ensayos están siendo publicados por la Organización Mundial de la Salud. Los ensayos individuales con cientos de participantes son comunes e incluso los ensayos con miles de participantes son ahora una realidad ocasional.

Cuarto, el programa de investigación de ACT es global. Los ensayos ahora vienen de todas partes del mundo, y un gran número ahora se origina en el Medio Oriente o Asia. Irán, Corea, China y Tailandia son ahora contribuyentes habituales. El mundo de habla no inglesa es cada vez más un centro de investigación sobre ACT. El modelo central de flexibilidad psicológica se mantiene bastante bien en todas las culturas; Las adaptaciones culturales (por ejemplo, la integración con las tradiciones religiosas locales) también son ahora más comunes.

En quinto lugar, ahora es común que los ECA enfaticen los procesos de cambio, no solo los resultados, y el apoyo empírico para el modelo de flexibilidad psicológica subyacente es un hallazgo común.

En sexto lugar, ACT está teniendo un éxito constante en una amplia gama de métodos de ejecución. Las intervenciones de ACT en línea, por teléfono o basadas en aplicaciones son ahora comunes y los resultados suelen ser bastante positivos, al igual que los métodos grupales, el apoyo de pares, los libros de autoayuda y otros vehículos de entrega.

La ACBS cuenta también con una página con la lista completa de todos los ensayos aleatorios publicados con información sobre el área de investigación, tamaño de muestra y otros datos importantes.

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  • Análisis

La escritura puede mejorar la salud mental

  • The Conversation
  • 23/06/2021

Ernest Hemingway dijo que los escritores deberían «escribir duro y claro sobre lo que duele». Aunque es posible que Hemingway no lo supiera en ese momento, las investigaciones ahora han demostrado que escribir sobre «lo que duele» puede ayudar a mejorar nuestra salud mental.

Hay más de 200 estudios que muestran el efecto positivo de escribir en la salud mental. Pero aunque los beneficios psicológicos son constantes para muchas personas, los investigadores no están completamente de acuerdo sobre por qué o cómo ayuda la escritura.

Una teoría sugiere que reprimir las emociones puede provocar angustia psicológica. Es lógico, entonces, que la escritura pueda mejorar la salud mental porque ofrece una forma segura, confidencial y gratuita de revelar emociones que antes estaban reprimidas.

Sin embargo, estudios recientes han comenzado a mostrar cómo un aumento en la autoconciencia, en lugar de simplemente revelar emociones, podría ser la clave para estas mejoras en la salud mental.

En esencia, la autoconciencia es poder dirigir su atención hacia adentro, hacia uno mismo. Al dirigir nuestra atención hacia adentro, podemos ser más conscientes de nuestros rasgos, comportamiento, sentimientos, creencias, valores y motivaciones.

Las investigaciones sugieren que volverse más consciente de sí mismo puede ser beneficioso de varias maneras. Puede aumentar nuestra confianza y animarnos a aceptar más a los demás. Puede conducir a una mayor satisfacción laboral y empujarnos a convertirnos en líderes más eficaces. También puede ayudarnos a ejercer más autocontrol y tomar mejores decisiones alineadas con nuestros objetivos a largo plazo.

La autoconciencia es un espectro y, con la práctica, todos podemos mejorar. La escritura puede ser particularmente útil para aumentar la conciencia de uno mismo porque se puede practicar a diario. Releer nuestros escritos también puede darnos una visión más profunda de nuestros pensamientos, sentimientos, comportamiento y creencias.

Aquí hay tres tipos de escritura que pueden mejorar su autoconciencia y, a su vez, su salud mental:

Escritura expresiva

La escritura expresiva se usa a menudo en entornos terapéuticos donde se pide a las personas que escriban sobre sus pensamientos y sentimientos relacionados con un evento estresante de la vida. Este tipo de escritura tiene como objetivo ayudar a procesar emocionalmente algo difícil.

Las investigaciones muestran que la escritura expresiva puede mejorar la autoconciencia y, en última instancia, disminuir los síntomas depresivos, los pensamientos ansiosos y el estrés percibido.

Escritura reflexiva

La escritura reflexiva se utiliza con regularidad en entornos profesionales, a menudo como una forma de ayudar a enfermeras, médicos, profesores, psicólogos y trabajadores sociales a ser más eficaces en sus trabajos. La escritura reflexiva tiene como objetivo brindar a las personas una forma de evaluar sus creencias y acciones de manera explícita para el aprendizaje y el desarrollo.

Escribir de manera reflexiva requiere que una persona se haga preguntas y sea continuamente abierta, curiosa y analítica. Puede aumentar la autoconciencia al ayudar a las personas a aprender de sus experiencias e interacciones. Esto puede mejorar las relaciones profesionales y personales, así como el desempeño laboral, que son indicadores clave de una buena salud mental.

Escritura creativa

Los poemas, cuentos, novelas y novelas se consideran formas de escritura creativa. Por lo general, la escritura creativa emplea la imaginación además de, o en lugar de, la memoria, y utiliza recursos literarios como imágenes y metáforas para transmitir significado.

Escribir de forma creativa ofrece una forma única de explorar pensamientos, sentimientos, ideas y creencias. Por ejemplo, podría escribir una novela de ciencia ficción que represente sus preocupaciones sobre el cambio climático o una historia para niños que hable de sus creencias sobre la amistad. Incluso podrías escribir un poema desde la perspectiva de un búho como una forma de representar tu insomnio.

Escribir de manera creativa sobre experiencias desafiantes, como el dolor, también puede ofrecer una forma de comunicar a los demás algo que cree que es demasiado complicado o difícil de decir directamente.

La escritura creativa alienta a las personas a elegir sus palabras, metáforas e imágenes de una manera que realmente capture lo que están tratando de transmitir. Esta toma de decisiones creativa puede conducir a una mayor conciencia de sí mismo y autoestima, así como a una mejor salud mental.

Escribir para la autoconciencia

La autoconciencia es un componente clave para una buena salud mental y la escritura es un excelente lugar para comenzar.

¿Por qué no tomarse un tiempo para escribir sus sentimientos sobre un evento particularmente estresante que ocurrió durante la pandemia? ¿O reflexiona sobre una situación laboral difícil del último año y considera lo que has aprendido de ella?

Si prefiere hacer algo más creativo, intente responder a este mensaje escribiendo un poema o una historia:

Piense en las formas en que su hogar revela el momento en el que nos encontramos. ¿Su despensa está llena de harina? ¿Tienes nuevos objetos o mascotas en tu casa para evitar la soledad o el aburrimiento? ¿Qué puedes ver desde tu ventana que revele algo sobre este momento histórico?

Cada una de estas indicaciones de escritura le dará la oportunidad de reflexionar sobre el año pasado, hacerse preguntas importantes y tomar decisiones creativas. Dedicar solo 15 minutos a hacer esto puede darle la oportunidad de volverse más consciente de sí mismo, lo que podría conducir a mejoras en su salud mental.

Autora: Christina Thatcher, profesora de escritura creativa en la Universidad Metropolitana de Cardiff.

Artículo publicado en The Conversation y traducido y adaptado para su republicación en Psyciencia.

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  • Análisis

El sentimiento de culpabilidad no es útil para prevenir conductas de riesgo durante una pandemia

  • The Conversation
  • 12/05/2021

María Xesús Froxán Parga, Universidad Autónoma de Madrid

La pandemia que vivimos actualmente ha generado problemas de diversa índole, entre ellos, algunos relacionados con la salud mental.

Por eso, los medios de comunicación no han dejado de anunciar a los cuatro vientos las graves consecuencias que esta situación tendría sobre la población.

Este aspecto ya se ha abordado en otras ocasiones, por lo que en este artículo nos centraremos en el sentimiento de culpabilidad que puede sentir la gente en este contexto, dado el estigma que ha generado la covid-19.

Es el momento de preguntarnos cómo afecta a la salud mental el sentimiento de culpa por haber contagiado a un ser querido: ¿Es más común ahora este sentimiento que con otras enfermedades? ¿Se ha “castigado” al contagiado en esta pandemia?

Olvidándonos momentáneamente de la confusión conceptual que implica el término ‘salud mental’, no podemos dejar de preguntarnos de qué hablamos cuando decimos culpabilidad.

¿Qué es la culpabilidad?

El sentimiento de culpabilidad es una respuesta que puede tener cualquier persona ante un tipo de estimulación, bien proveniente del medio externo (algo que ocurre o que escucha, lo cual asocia con algo que ha hecho) o del medio interno (algo que piensa, recuerda y relaciona con algo que hizo).

La culpabilidad, como cualquier otra respuesta humana, no sale de dentro, por mucho que la psicología popular (lamentablemente popularizada por muchos autores) se esfuerce en difundirlo.

Una simple reflexión lógica desmonta esta creencia tan arraigada: ¿de dónde sale lo que supuestamente tenemos dentro? ¿dónde está almacenado? ¿en el estómago, en el corazón, en el cerebro? El día que alguien diseccione uno de estos órganos y encuentre un trozo de culpabilidad o un resto de recuerdo discutiremos seriamente del tema.

Mientras tanto, explicaremos la culpabilidad como una respuesta (compleja) ante un estímulo. Se trata de una reacción involuntaria que se aprende como cualquier otro sentimiento (condicionamiento respondiente). Esta incluye, entre otras morfologías de respuesta, emociones de tristeza, angustia, malestar y verbalizaciones de responsabilidad sobre un hecho o un acto.

Como cualquier otro evento que es desagradable para un organismo, las personas intentamos escapar de ellos. Buscamos alguna estrategia que elimine o reduzca tales sentimientos.

Por ejemplo, intentamos racionalizarlos (con comentarios como “no sabíamos que esto iba a ocurrir”, “fue totalmente involuntario”), nos prometemos aprender de la experiencia (“no volveremos a hacerlo”), buscamos apoyo o consuelo en la gente cercana (“tranquilo, yo sé que no lo hiciste a propósito”, “ya está hecho y estás sufriendo por ello, no se puede hacer otra cosa”) o intentamos no pensar ni estar en contacto con aquello que nos genera la culpa.

Esto se conoce como respuesta de escape o evitación y se fortalece rápidamente porque reduce el sentimiento de malestar (culpabilidad) al impedir el contacto con la fuente que lo ha producido (proceso que se conoce con el nombre de reforzamiento negativo).

Al igual que ocurriría con otra emoción potente y desagradable, el sentimiento de culpabilidad puede llegar a interferir seriamente en nuestra vida cotidiana. Podría favorecer el aislamiento de la persona que la siente y el incremento de pensamientos obsesivos en torno a lo que se hizo y que ya no se puede cambiar.

Pero en el caso de la covid-19, este problema se vuelve especialmente relevante, debido a la condena social que se ha establecido como práctica generalizada.

La culpabilidad no es una técnica de prevención

Campaña de la Comunidad de madrid con mensajes para concienciar a los jóvenes sobre el cumplimiento de la normativa COVID-19. Comunidad de Madrid.

Una vez aclarado el término, tendremos que discutir si ese sentimiento ha aumentado en los últimos tiempos. Especialmente, relacionado con la responsabilidad que sentimos al contagiar (o a la posibilidad de hacerlo) a un ser querido.

Recordemos que la publicidad, supuestamente preventiva, se basaba en este principio mediante mensajes como “vas a contagiar a tu abuela o a tu mejor amigo”.

Sin embargo, todos los estudios sobre prevención las han señalado como ineficaces. Precisamente porque lo que generan son respuestas de escape ante estímulos (imágenes o palabras) que pueden hacernos sentir mal.

Curiosamente, algunas de estas estrategias, que se pusieron en práctica con el objetivo de reducir las conductas de contagio, utilizaron este “recurso al miedo”. Inicialmente pueden provocar un gran impacto, pero es más probable que dejemos de mirarlos o atender a ellos antes que cambiar nuestra conducta.

Para que este tipo de medidas funcionasen, el sentimiento de malestar tendría que producirse cuando se está llevando a cabo la conducta que incrementa la probabilidad de contagio. Es decir, en la fiesta con nuestros amigos, en un bar con nuestra pareja o de excursión en un coche.

No obstante, esto es realmente improbable porque en un contexto tan distinto (donde estás disfrutando), no podría aparecer el sentimiento de culpabilidad anticipada por la consecuencia de mis acciones. Sería realmente difícil encontrar un estímulo que provoque tal sentimiento. Lo que realmente controla la conducta en esos momentos son las consecuencias inmediatas de lo que hago: la diversión, el entretenimiento, la distracción, etc.

Habría que mantener los estímulos elicitadores de malestar. Pero aun así, podríamos habituarnos a ellos y, por tanto, no servir de nada. En definitiva, el recurso a la culpabilidad futura para impedir ciertas conductas es una estrategia inútil. O bien uno se habitúa a los estímulos o bien desarrolla conductas para escapar de ellos.

Cómo afrontar el sentimiento de culpabilidad

La mejor forma de afrontar el sentimiento de culpabilidad es impedir que arraigue en nosotros. Esto no significa que podamos actuar sin medir las consecuencias de nuestras acciones sino que el sufrimiento después de que algo haya ocurrido no altera los efectos de ese evento.

Es sufrimiento gratuito, pocas veces la culpabilidad sirve para prevenir males futuros. Por tanto, tenemos entonces dos problemas distintos. Por un lado, la culpabilidad por haber hecho algo que tuvo efectos perniciosos. Por otro, conseguir que ese algo no se repita.

Si aprendemos a enfocar el hecho nocivo como una situación de la que se puede aprender para no repetirlo en el futuro estaremos aprovechando el fallo para prevenir un mal. Esta sería la mejor reacción ante el sentimiento de culpabilidad. Es decir, preguntarnos qué hemos hecho, por qué lo hemos hecho, qué cosas puedo hacer para no repetirlo en el futuro.

Otro problema totalmente distinto es el efecto que puede producir en personas ajenas a la situación potencialmente contagiosa observar esas conductas peligrosas: grupos numerosos sin guardar distancia, personas sin mascarilla, fiestas nocturnas en casas…

En estos casos, la reacción de cada uno será muy distinta. Podrán reaccionar desde el enfado manifiesto a la denuncia policial. Pero el efecto de cualquiera de estos actos sobre los potenciales “contagiadores” es mínimo y, muy probablemente, transitorio. Lo único que sí se conseguirá, con casi total seguridad, será un incremento de la crispación de una sociedad agotada por la pandemia.

María Xesús Froxán Parga, Profesora de Psicología Clínica de la UAM, Universidad Autónoma de Madrid

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

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