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Publicaciones por autor

Mario Arosemena

7 Publicaciones
Licenciado en psicología, interesado en la lectura, la escritura, la investigación, la experimentación, el triple filtro socrático y el ajedrez.
  • Biografías

Albert Ellis, un terapeuta revolucionario

  • Mario Arosemena
  • 01/05/2018

Albert Ellis fue uno de los terapeutas más influyentes de la psicología. Con su terapia racional emotiva (TREC), revolucionó el campo de la psicoterapia dominada en ese entonces por el psicoanálisis y construyó los fundamentos e intervenciones que utilizan millones de terapeutas en el mundo entero. En esta breve biografía recorremos su vida, con datos poco conocidos y los hitos académicos y profesionales más importantes de este revolucionario terapeuta.

¿Quién fue Albert Ellis?

Albert Ellis nació el 27 de septiembre de 1913 en Pittsburgh, Estados Unidos, pero creció en el Bronx, Nueva York, y falleció la madrugada del 24 de julio del año 2007, en su departamento ubicado en el sexto piso del Albert Ellis Institute, luego de sufrir una larga enfermedad gastrointestinal.

Ellis fue el mayor de tres hermanos, lo siguió Paul (dos años más joven) y Janet (con la que se llevó 4 años de diferencia). Según comenta Leonor Lega (biógrafa oficial): Ellis recordaba que su padre viajaba frecuentemente ya que era negociante, por lo que pasó muy poco tiempo con él y sus hermanos y no les prestaba mucha atención y afecto. De su madre recuerda que estaba muy centrada en sí misma, pasando de una emoción a otra, raramente escuchaba la opinión de otros, era emocionalmente enérgica y distante, calificandola en ocasiones de bipolar. Sus padres se separaron cuando él tenía 11 años. Ellis calificó el comportamiento de sus padres como “negligencia parental”. Por esta razón tuvo que asumir algunas responsabilidades con sus hermanos menores, como levantarlos y vestirlos todas las mañanas para ir al colegio. Afirma además que, por la negligencia de sus padres pudo tener mayor independencia a diferencia de otros niños (Lega, Sorribes, & Calvo, 2017).

Albert Ellis disertando en 1973 (Imagen del Albert Ellis Institute)
Albert Ellis disertando en 1973 (Imagen del Albert Ellis Institute)

Desde pequeño sufrió por dos miedos extremos: el primero fue el miedo a hablar en público y el segundo fue el miedo a enfrentarse con mujeres jóvenes para pedirles salir con ellas. Estos sufrimientos los experimentó con tanta intensidad que los categorizó como fobias.

Lega (2017) escribe que entre los 5 y los 7 años, a causa de una nefritis, debió permanecer en el Presbiterian Hospital de Nueva York durante largos períodos de tiempo (en alguna ocasión, hasta diez meses seguidos). En total estuvo hospitalizado unas ocho veces, y aquel lugar se convirtió en el centro de su “vida social”.

En la universidad se propuso no posponer sus proyectos: primero debía terminar los trabajos académicos, aunque resultaran menos interesantes para él y después descansar y realizar actividades de su agrado. Años más tarde, utilizaría estas experiencias en el desarrollo de sus conceptos de hedonismo a largo plazo, y baja tolerancia a la frustración, empleados frecuentemente por la TREC, donde se da prioridad al logro de las metas a largo plazo (aunque el corto plazo sea más placentero) y a no sucumbir por incómodo o desagradable que sea.

Durante una entrevista con Lega (2017), el Ellis relata que a los 19 años se propuso hablar con cualquier mujer que se encontrase sentada sola en los bancos del Jardín botánico del Bronx. Ellis recordaba que de ciento treinta mujeres, treinta se fueron del lugar cuando intentó iniciar una conversación, pero sostenía que se había quedado con cien de ellas, lo que él consideraba una muestra de peso para un estudio científico. Solo consiguió acordar una cita posterior con una de ellas, aunque ella no se presentó a la misma. Sin embargo, él añadió que dicha experiencia también le ayudó a dejar de sentir vergüenza y a superar su temor de hablar con las mujeres.

Ellis se casó 3 veces. Su primer matrimonio fue con la actriz Karyl Corper y terminó en una anulación en 1938. El segundo matrimonio fue en el año 1956, con la bailarina Rhoda Winter y terminó en divorcio. Luego de eso, vivió 37 años (1965 a 2002) con una compañera, una psicóloga llamada Janet L. Wolfe, que era además directora ejecutiva del instituto. Finalmente, se casó con la psicóloga y ex asistente suya, Debbie Joffe-Ellis (Kaufman, 2007).

Ellis no tuvo hijos, ya que según él, interferirían con sus “otras búsquedas importantes”; es decir, el tiempo que se dedicaba a consolidar y difundir su terapia: publicaciones, atención a clientes, viajes y todas las responsabilidades que asumió como fundador de una escuela de terapia. Èl justificó su decisión afirmando que era negligente y poco ético tener hijos, ya que tendría poco contacto íntimo y cotidiano con ellos (Ellis, 2005b, 2010). Aun así, tuvo 3 hijos no reconocidos (Philip, Marty y Laurel) con Karyl Corper, su primera esposa, mientras ella estaba casada con otro hombre, quien los educó y fue un padre para ellos. Ellis sostiene haber consentido tener hijos con Karyl ya que, consideraba egoísta privar al mundo de sus genes (Ellis, 2010).

Vida académica y profesional

Aunque Ellis se interesó mucho por la filosofía y la psicología, decide en primera instancia matricularse en un programa de administración de negocios (influenciado por su padre y hermano) para poder hacer dinero “y dedicarse totalmente a escribir literatura a los 30 años”. Pero la Gran Depresión económica que sufría Estados Unidos en esa época frustró su deseo. En 1934, a la edad de 21 años, se graduó en Administración de Empresas en la Universidad de la Ciudad de Nueva York (CUNY).

A los 26 años (1939) empezó a escribir diversos artículos sobre sexo, amor y matrimonio de manera objetiva y abierta, porque se vendían muy bien y quiso promover la “revolución sexual y familiar”. Puesto que muchos de sus amigos empezaron a pedirle consejos, Ellis descubrió que le encantaba ejercer de asesor tanto como escribir y creó el Instituto LAMP (Love and Marriage Problems Institute), dedicado a la investigación y la ayuda en los problemas amorosos y matrimoniales.

Años después, recibe un consejo de oro, brindado por el abogado que llevó a cabo el divorcio con su primera esposa: titularse para ejercer la profesión de psicólogo. Asistió a tres cursos durante el verano que le permitieron ingresar en el programa de formación del Teachers College de la Universidad de Columbia, en 1942. Se graduó en 1943, con 30 años, y empezó los estudios de doctorado y a trabajar como psicólogo profesional.

Ellis intentó convertirse en profesor de psicología, pero ninguna universidad, incluida Columbia, lo aceptó, por ser muy controversial (Ellis, 2010). Así que en 1947, a sus 34 años, continúo su formación en el psicoanálisis, aplicándolo por aproximadamente seis años.

Durante este tiempo también se sometió a un “análisis personal y programa de supervisión” con Richard Hülsenbeck, por aproximadamente 3 años. Pero en 1953 rompe con éste porque percibe una lenta recuperación de sus pacientes (Froggatt, 2005): “mis pacientes frecuentemente empeoraban en vez de mejorar. Por eso, en 1953 dejé de llamarme psicoanalista e indagué qué técnicas terapéuticas eran más populares, a fin de tomar lo mejor de cada una”. En 1954 Ellis empezó a enseñar su nueva técnica dándole, en 1955, el nombre de “terapia racional”. Y el 31 de agosto de 1956 hizo una presentación de su teoría en la Asociación Americana de Psicología (APA) titulada Rational psychotherapy (Ellis, 1998).

Albert Ellis a finales de los 40
Albert Ellis a finales de los 40

Posteriormente, en 1961 Ellis cambió el nombre de su propuesta a terapia racional emotiva (TRE) y en 1993 la TRE se convirtió en TREC: terapia racional emotiva conductual, con el fin de hacerla más completa e incluyendo la importancia del componente conductual en la efectividad del tratamiento.

Su nuevo enfoque psicoterapéutico no fue bien recibido y, de acuerdo con el mismo Ellis, todos los profesionales de la salud mental lo odiaban por considerar el método superficial y estúpido (Kaufman, 2007).

Ellis también criticó fuertemente a los tests proyectivos que evalúan la personalidad, consideraba que la evaluación de la misma debía hacerse con métodos que no fueran susceptibles al efecto Forer y que predijeran la conducta mejor que la casualidad (Ellis & Abrams, 2009).

Uno de los logros que Ellis más valora, después de la creación de la TREC, es la fundación del Albert Ellis Institute al cual dedicó su vida y esfuerzos. Fundado en 1959 gracias a ingresos provenientes de sus libros y consultas, fue primero conocido como Instituto para la Vida Racional, ubicado en un edificio de Manhattan, el cual logró comprar en el año 1965.

En 2005, Ellis demandó al instituto que lleva su nombre luego de que decidieran removerlo de la junta directiva y cancelaran sus seminarios de los viernes. El psicólogo y las personas que lo apoyaban, alegaron que la institución había sido tomada por sujetos que la estaban alejando de sus técnicas terapéuticas revolucionarias (Kaufman, 2007).

La junta directiva, por su parte, dijo que actuaba por razones económicas ya que los gastos médicos de Ellis ponían en peligro el estado exento de impuestos de la empresa. Para entonces el Dr. Ellis casi no oía y contaba con el cuidado diario de una enfermera. Algunas personas dijeron también que les incomodaba el estilo excéntrico y confrontacional de Ellis y que lo veían como una carga (Kaufman, 2007).

En 2006, la justicia falló a favor de Ellis considerando que la junta directiva se había equivocado en despedirlo sin una notificación apropiada y tuvieron que readmitirlo en el instituto, aunque su relación con la junta directiva siguió tensa. Ese año fue hospitalizado varias veces a raíz de una neumonía. Ellis trató pacientes hasta cuatro o cinco meses antes de morir; los recibía incluso acostado en la cama y con audífonos (Kaufman, 2007).

El mayor aporte de Ellis a la psicología: La terapia racional emotiva conductual

La terapia racional emotiva conductual (TREC) hunde sus raíces en la vida personal de Albert Ellis, sobre todo en las experiencias vividas en su juventud, entre 1920-1930, cuando comenzó a hacer frente a sus propios problemas psicológicos y emocionales (Bernard, 2011).

El desarrollo de la TREC estuvo fuertemente influido por la filosofía griega, romana y moderna (Kaufman, 2007). El principal fundamento terapéutico de este modelo de terapia está tomado de Epicteto con su máxima: “Lo que turba a los hombres no son las cosas, sino las opiniones que de ellas se hacen”; así como de Horney con su “tiranía de los deberías”, ya que al igual que Ellis sostiene que la persona debe tomar conciencia de que es ella misma quien se crea sus propias perturbaciones y quien tiene la capacidad de corregir su pensamiento y conducta para enfrentar sus problemas (Ellis, 2005). En ese sentido, la idea de fondo de la terapia de Ellis es que nuestras emociones dependen principalmente de nuestro sistema de creencias (Ellis, 2006).

La terapia racional emotiva conductual, trabaja sobre la base de los acontecimientos (A), las creencias (B) y las consecuencias (C) que pueden ser emotivas o conductuales y se encadenan para gobernar nuestra conducta. A este modelo se le denomina ABC.

Ellis (2006) distingue las ideas irracionales de las racionales en que las primeras obstruyen la consecución de nuestras metas y preferencias y en que son absolutistas, mientras que las racionales nos ayudan en la consecución de nuestras metas y objetivos. Por tanto, la terapia también se enfoca en convertir los “deberías” en “preferencias”. Así pues, el pensamiento irracional es la base de la perturbación psicológica.

Logros profesionales

Ellis cuenta con una extensa bibliografía, donde podemos nombrar por ejemplo Cómo controlar la ansiedad antes que la controle a usted o Teoría y práctica de la terapia racional emotivo-conductual. Además ha obtenido reconocimientos tales como ser considerado por los miembros de las divisiones 12 y 17 de la APA (American Psychological Association Clinical & Counseling Divisions) como la segunda figura de mayor influencia en el campo de la psicología clínica en el siglo XX.

https://m.youtube.com/watch?v=HZS_ItlAPoQ

Albert Ellis en la famosa sesión terapéutica con Gloria.

Los resultados de una encuesta similar en psicólogos canadienses lo colocaron en el primer lugar, la AAMFT (American Association for Marriage and Family Therapy) le otorgó el cuarto escalafón en el campo de la terapia de familia. También fue nombrado como humanista del año en 1971 por la AHA (American Humanist Association), además de recibir honores y distinciones de un gran número de asociaciones profesionales, entre las que se encuentran: American Humanist Association, American Psychological Association. Academy of Psychologists in Marital and Family Therapy, American. Association of Sex Educators, Counselors and Therapists y Association for Advancement of Behavior Therapy (Lega & Pereira, 2005).

Albert Ellis siguió trabajando como psicoterapeuta, profesión que amaba, hasta muy avanzada edad y le agradecemos la mirada tan particular que le dio a la psicología y la valentía de presentar una terapia cognitiva en una época donde reinaba un pensamiento muy diferente. Sin duda contribuyó mucho al avance de nuestra ciencia, no solo por sus aportes teóricos si no también porque se desempeñó como consultor y editor en varias revistas científicas.

Editado por Alejandra Alonso y David Aparicio.

Referencias bibliográficas:

  • Bernard, M. (2011). Rationality and the pursuit of happiness: The legacy of Albert Ellis. UK: Wiley-Blackwell.
  • Corsini, R. & Dumont, F. (2003). Seis terapeutas y un paciente. México, D.F: Editorial El Manual Moderno.
  • Chávez Icaza, A. L. (2015). Albert Ellis (1913-2007): La vida y Obra de un Terapéuta Cognitivo.
  • Ellis, A. (1994) «Reason and Emotion is Psychotherapy». New York, NY: Citadel Press.
  • Ellis, A. (1998). Razón y emoción en psicoterapia. 5ta. edición. Bilbao: Desclée de Brouwer.
  • Ellis, A. (1980) «Growth Through Reason». Chatsworth CA: Wilshire Book Company.
  • Ellis, A. (2005a). Ser feliz y vencer las preocupaciones. 2da. edición. España: Ediciones Obelisco.
  • Ellis, A. (2005b). Pregunte al Dr. Ellis. (Trad. Por Francisco Sorbes). España: Ed. Obelisco.
  • Ellis, A. (2006). El camino de la tolerancia: la filosofía de la Terapia Racional Emotiva Conductual. España: Ediciones Obelisco.
  • Ellis, A. & Abrams, M. (2009). «Personality Theories: Critical Perspectives». Thousand Oaks, Ca.:Sage Publications.
  • Ellis, A. (2010) All out: an autobiography. USA: Prometheus Books.
  • Froggatt, W. (2005). A brief introduction to Rational Emotive Behaviour Therapy. 3ra. Edición.
  • Kaufman, M (2007), Albert Ellis, 93, influential psychotherapist, dies. Recuperado de: https://www.nytimes.com/2007/07/25/nyregion/25ellis.html?action=click&contentCollection=Week%20in%20Review&module=RelatedCoverage&region=EndOfArticle&pgtype=article
  • Lega, L. & Pereira, M. (2005). Albert Ellis bibliography: 1945-2005. New York: Albert Ellis Institute.
  • Lega, L., Sorribes, F., & Calvo, M. (2017). Terapia Racional Emotiva Conductual: una versión teórico-práctica actualizada_._ Paidos Iberica .
  • Análisis

Los nueve tipos de narcisismo

  • Mario Arosemena
  • 21/08/2017

El amor es un sentimiento intenso que normalmente se direcciona hacia otra persona. Sentir amor por alguien implica una serie de emociones intensas: deseo, celos, afinidad e incluso puede vivirse como algo doloroso y contradictorio. De todas formas, existe una variante de esta pasión interior, el amor propio.

De una manera sencilla podríamos definirlo como el respeto hacia uno mismo. Suele afirmarse que seremos queridos por los demás siempre y cuando previamente seamos nosotros quienes nos queramos. Por este motivo, la autoestima es el elemento esencial de esta versión del amor.

Pero, ¿qué ocurre cuando ese amor hacia nosotros mismos sobrepasa el umbral de lo normal? Es decir, cuándo empieza a afectar nuestro funcionamiento en las diferentes áreas de vida, como la social o laboral.

Dentro del campo de la salud mental a esto se le conoce como Trastorno de la Personalidad Narcisista y es definido según el DSM-V (2013) de la siguiente forma:

Patrón dominante de grandeza (en la fantasía o en el comportamiento), necesidad de admiración y falta de empatía, que comienza en las primeras etapas de la vida adulta y se presenta en diversos contextos, y que se manifiesta por cinco (o más) de los hechos siguientes:

  1. Tiene sentimientos de grandeza y prepotencia (p. ej., exagera sus logros y talentos, espera ser reconocido como superior sin contar con los correspondientes éxitos).
  2. Está absorto en fantasías de éxito, poder, brillantez, belleza o amor ideal ilimitado.
  3. Cree que es “especial” y único, y que sólo pueden comprenderle o sólo puede relacionarse con otras personas (o instituciones) especiales o de alto estatus.
  4. Tiene una necesidad excesiva de admiración.
  5. Muestra un sentimiento de privilegio (es decir, expectativas no razonables de tratamiento especialmente favorable o de cumplimiento automático de sus expectativas).
  6. Explota las relaciones interpersonales (es decir, se aprovecha de los demás para sus propios fines).
  7. Carece de empatía: no está dispuesto a reconocer o a identificarse con los sentimientos y necesidades de los demás.
  8. Con frecuencia envidia a los demás o cree que éstos sienten envidia de él.
  9. Muestra comportamientos o actitudes arrogantes, de superioridad.

Existen diversas investigaciones que buscan descifrar las causas de este trastorno de personalidad, por ejemplo:

Un estudio reciente, publicado en la revista Neuroscience, dirigida por el investigador chino Yu Mao y su equipo encontraron que el narcisismo patológico estaba asociado con la reducción del grosor y volumen de la corteza prefrontal, la cual juega un rol importante en el control ejecutivo del cerebro y se relaciona con la desregulación emocional que presentan estos individuos. Así mismo, otra investigación menciona que el narcisismo patológico está relacionado con una disminución de la materia gris en una región del cerebro responsable de la compasión, de acuerdo con un grupo de científicos del Hospital Universitario de La Charité y de la Universidad Libre de Berlín.

Según el estudio, publicado en la revista Journal of Psychiatric Research, el narcisismo es un trastorno de la personalidad en el que los pacientes tienen fuertes complejos de inferioridad pero hacia afuera se comportan de manera arrogante y autocomplaciente.

El estudio, dirigido por  el psiquiatra e investigador Stephan Röpke de La Charité, muestra una correlación estructural entre el déficit afectivo y una anomalía cerebral.

«Nuestros datos muestran que el grado de empatía está en correlación con el volumen de materia gris en esa región en la que los pacientes con narcisismo muestran déficit», dijo Röpke.

Tipos de narcisistas

El doctor Bruce Stevens, en su artículo A nine headed Hydra (2000), propone una clasificación interesante de la personalidad narcisista en nueve tipos diferentes (o una Hidra de Lerna de nueve cabezas), con el fin de ilustrar mejor las diferentes formas en que puede expresarse este trastorno y los problemas aparejados. Sin embargo, todas las cabezas comparten el mismo problema subyacente: la búsqueda desesperada de la fuente de amor a sí mismos en lugares donde nunca la encontrarán, un problema que empieza a bosquejarse vagamente desde fuera de la psicología académica o científica con el nombre de codependencia.

El dependiente

Siente una gran necesidad de ser amado y jamás está satisfecho. Nunca recibe suficiente amor. Presenta miedo al abandono y al rechazo. Su problema principal es que no es capaz de quererse y cuidarse a sí mismo y se centra en dar amor a los demás para así conseguir su aprobación y cariño. Resulta asfixiante para su pareja.

El amante especial

«Nuestro amor es único, especial, maravilloso y perfecto». Piensa que nadie puede amar a su pareja como él o ella, que con su amor curará todas las heridas que pueda tener. Idealiza el amor y a la persona amada, a quien no ve como realmente es. El resultado suele ser la decepción. Son muy vulnerables a cualquier ofensa y arrastran heridas de anteriores relaciones. No toleran ninguna imperfección en su pareja.

El poderoso

Está enamorado del poder y lo expresa humillando o aterrorizando a sus empleados. Arrogante, desprecia a sus subordinados e «inferiores». Lo único que importa es su carrera y su éxito. Su pareja suele ser una persona atractiva a quien exhibe como trofeo.

El «cuerpo»

Es un tipo de narcisismo muy habitual hoy en día. Su imagen tiene una enorme importancia y su autoestima está unida a dicha imagen. Necesita gustar a todo el mundo y que todo el mundo reconozca su belleza para sentirse una persona valiosa. Obsesión por tener el cuerpo perfecto. Tiende a negar sus problemas y a centrarse en su físico, como si el hecho de lograr la perfección física fuese a solucionar todos sus males.

El furioso

Tiene estallidos de rabia frecuentes debido a su hipersensibilidad ante cualquier ofensa real o imaginada. Tiende a ver malas intenciones en las acciones de los demás. Debajo de esa rabia frecuentemente se ocultan sentimientos como la tristeza, vergüenza o desesperación. Se caracteriza además por una incapacidad para controlar sus intensas emociones, incluida la rabia.

El estafador

Es una persona encantadora cuyos motivos son absolutamente egoístas. Pretende utilizar y explotar a los demás a través de su encanto personal. Le divierte engañar al amante confiado con infidelidades, fraudes, etc. y disfruta planeándolo. Su autoestima aumenta al verse capaz de hacer ese tipo de cosas. Las normas morales no se las aplica a sí mismo. Eso es para los demás y ellos se consideran por encima.

El fantasioso

Su mundo interior es muy rico y está poblado de fantasías de belleza, admiración, amor, éxito y mundos maravillosos, mientras que considera la realidad un fastidio del que querría escapar. Algunos adolescentes pasan horas aislados jugando al mismo juego de ordenador, con cuyo protagonista, un héroe capaz de todo, se sienten identificados. La soledad impide que el mundo exterior penetre en sus vidas mostrándoles la realidad, y su necesidad de sentirse grandiosos, únicos y especiales (algo que, en cierta medida, es normal en la adolescencia) puede hacer que se identifiquen con el héroe del videojuego y confundan la fantasía con la realidad.

El mártir

Su identidad está construida alrededor del hecho de ser una víctima o un superviviente de algo terrible. Se centra en sí mismo y en su propio dolor, que nunca llega a superar y no tiene tiempo para nadie más. Dentro de ese dolor se siente grande, «nadie sufre como yo», «he tenido que soportar cosas terribles». Es ese mártir al que todos deberían admirar por haber sufrido tanto y seguir vivo. Tienden a exagerar su dolor que, a veces, tiene dimensiones religiosas: el destino divino del sufrimiento exaltado y admirado. En realidad, es una forma de evitar el verdadero dolor y los problemas reales que hay en su vida y en sí mismo. «Mi dolor es tan grande que me impide pensar en otras personas o hacer otras cosas».

El salvador

«Sólo yo puedo ayudarte», «sólo yo puedo cambiar tu vida». Es probable que tenga un trabajo relacionado con la ayuda a los demás, al que dedica todo su tiempo porque «lo necesitan». Sin embargo, siempre acaba pidiendo algo a cambio, como sexo o dinero. Es frecuente en ciertos líderes religiosos de sectas.

Stevens hace una buena ilustración para categorizar algunos tipos de conductas narcisistas. Pero cuidado, sentirte identificado con algunos de estos criterios no significa que padezcamos de este trastorno de personalidad, debido a que es muy probable que contemos con distintos rasgos de personalidad, un porcentaje de obsesivos, quizás algo narcisistas o hasta algo histriónico, sean cual sean no debemos de entrar en un estado de preocupación, siempre y cuando no nos afecte en ninguna de nuestras áreas de funcionamiento como p.e, lo laboral, lo social, lo familiar, etc.

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Las consecuencias del estrés colectivo

  • Mario Arosemena
  • 24/03/2017

El estrés colectivo es también conocido como histeria social o reacción colectiva y abarca un conjunto de síntomas somáticos, en los que una persona es afectada por estos, y todos los que están en contacto con la misma se contagian por así decirlo.

Es un fenómeno que puede afectar a cualquier persona (dependiendo del grado de susceptibilidad por el que esté pasando en el momento actual) y la misma quizás ni se percate de la razón por la cual siente ciertos síntomas propios de la ansiedad, ya sea por haber leído o escuchado alguna noticia procedente de algún amigo cercano, familiar, pareja, etc., como ya se mencionó.

Un perfecto ejemplo pudiese ser ver a altos dirigentes del gobierno hablando por medio de la televisión sobre la gran inseguridad y el estancamiento económico que vivimos, lo que causa un displacer al televidente, todo esto causa en la persona un incremento de cortisol y este efecto causa una posible reacción en cadena de estrés a las diferentes personas con las que ésta tiene contacto en su día.

Un estudio interesante sobre este fenómeno fue realizado por la Technische Universität Dresden (Alemania) y del Instituto Max Planck de Ciencias Cognitivas y Cerebrales, donde concluyen que el observar a una persona en situación de estrés puede ser suficiente para hacer que el cuerpo libere la hormona que lo provoca.

Veronica Engert, una de las investigadoras de dicho estudio, indica que debe existir un mecanismo de transmisión por medio del cual el estado de una persona puede provocar un momento similar en quien lo observa, hasta el nivel de generar una respuesta de estrés hormonal.

Aunque existan personas que se encuentren libres de estrés, si están frecuentemente en contacto con gente que sí lo padece, pueden verse afectados de una manera psicológica, lo que los investigadores denominan como estrés empático, y que se puede medir por el nivel de cortisol.

El estudio indica que aun cuando se observa a extraños estresados, el 10% de los observadores se “contagia”, por lo que Engert asegura que incluso los programas de televisión que muestran el sufrimiento de otras personas, puede transmitir el estrés a los espectadores.

Otra posible explicación de este fenómeno serían las neuronas espejo; estas son un grupo de células que fueron descubiertas por el equipo del neurobiólogo Giacomo Rizzolatti que parecen estar relacionadas con los comportamientos empáticos, sociales e imitativos. Su misión es reflejar la actividad que estamos observando.

Así, cuando una persona observa una noticia por su celular y ésta viene con un mensaje alarmante de parte de una persona cercana, las neuronas espejo se alteran, junto a ellas la producción de cortisol, lo que hace que pudiéramos padecer de cierto nivel de estrés.

Algunas consecuencias del estrés:

  • Pérdida de cabello
  • Reducción del deseo sexual
  • Acné
  • Insomnio

Prevención del estrés

Existen diferentes formas de prevenir el estrés debido a este efecto colectivo, por ejemplo:

Mantener una alimentación saludable:

Los alimentos y bebidas pueden tener un gran impacto en cómo se siente y actúa. Por tanto, es importante comer una dieta sana y equilibrada.

El estrés hace que algunas personas se sumerjan en alimentos azucarados, insalubres, como las patatas fritas y galletas. Esto le da a su cuerpo una subida de azúcar seguida de una fuerte caída en su nivel de azúcar y los niveles de energía. Esto puede hacer que se sienta cansado o irritable, así como hacer difícil para que pueda concentrarse.

Comer a horas regulares y no saltarse las comidas puede hacer una gran diferencia. Esto permitirá que su cuerpo libere un flujo constante de energía durante el día, lo que mejorará su concentración y estado de ánimo.

Hacer diferentes tipos de ejercicios físicos:

El ejercicio tiene muchos beneficios y se sabe que:

  • Libera una sustancia química llamada serotonina, que le hace sentir más feliz y menos estresado.
  • Mejora la circulación y previene condiciones tales como una apoplejía y ataques cardiacos (graves emergencias médicas que se producen cuando el suministro de sangre al cerebro o al corazón se interrumpe o se bloquea).
  • Permiten sacar su frustración y la ira de manera constructiva.

Mejorar su ciclo de sueño:

Es común que su patrón de sueño se cambie cuando se sienta estresado. Si está preocupado acerca de algo, a menudo puede estar en tu mente, incluso cuando intenta olvidarse de él. Esto puede causarle noches de insomnio o pesadillas.

Tal vez le resulte difícil llegar a dormir o se despierta varias veces durante la noche (insomnio). Si se siente cansado al día siguiente, puede que se sienta aún más estresados.

Póngase en contacto con su médico de cabecera si está teniendo dificultad para dormir. Podrá discutir su patrón de sueño con usted y cualquier otra causa potencial de estrés. Su médico de cabecera puede:

  • Prescribir medicamentos para ayudarle a dormir.
  • Recomendar tratamientos psicológicos de tipo cognitivos-conductuales para cambiar los pensamientos y comportamientos inútiles que contribuyen a su insomnio.

Practica actividades que lo relajen:

Practicar actividades que encuentre relajantes le permitirá dejar de mantener esos pensamientos que le causan estrés y también pudiese aliviar la tensión al tener algo de tiempo para usted mismo.

Con esta evidencia queda claro la razón por la que muchas personas se alteran y están bajo estrés continuo en su día a día debido a algo tan cotidiano como un simple mensaje de prevención procedente de otra persona,

Sin tener estos conocimientos que explican el porqué de sentir estos síntomas, pensaríamos que estamos sufriendo de una posible enfermedad (mental o física), pero siempre y cuando no se afecten los diferentes ámbitos (familiar, social, laboral, etc.), no deberíamos de alarmarnos.

Bibliografía:

  • Technische Universität Dresden, Instituto Max Planck de Ciencias Cognitivas y Cerebrales. (2014). El estrés se contagia. 2017, de Instituto Max Planck Sitio web: http://elcomercio.pe/ciencias/investigaciones/estres-se-contagia-segun-estudio-cientifico-noticia-1723689
  • GIACOMO RIZZOLATTI. (1996). Las neuronas espejo te ponen en el lugar del otro. 2017, de Universidad de Parma Sitio web: http://elpais.com/diario/2005/10/19/futuro/1129672806850215.html
  • Ciencia y Evidencia en Psicología

¿Por qué olvidamos los nombres? Desde la perspectiva psicoanalítica y cognitiva

  • Mario Arosemena
  • 04/11/2016
olvidamos los nombres

¿A quién no le ha pasado que se le olvida el nombre de alguna persona, ya sea de un músico, futbolista, escritor o hasta el de un amigo que no ve desde hace meses? Este “olvido repentino” nos suele pasar a todos, casi todos los días, sin importar la edad, desde los más jóvenes hasta los mayores.

Explicación psicoanalítica

La razón del olvido del nombre no debe buscarse en una particularidad del mismo, ni tampoco en un especial carácter psicológico del contexto en que se hallaba incluido.  En el intento generalmente fallido por recordar ese nombre que deseamos traer a la consciencia, se generan “recuerdos erróneos” los cuales producen nombres sustitutos; estos son generados con mucha frecuencia y que están en visible conexión con el nombre buscado, se podría pensar que el inconsciente se encarga de enviar estos “nombres sustitutos” como una táctica de desvío entre el nombre que queremos recordar y la consciencia ya que éste nombre está asociado a algún recuerdo (algún suceso doloroso, traumático, no agradable) que fue reprimido por nuestros mecanismos defensivos.

La percepción del nombre sustituto por la consciencia parece estar regulada por dos factores: el esfuerzo de atención y una determinante interna inherente al material psíquico.

Se utilizará como ejemplo el célebre caso descrito por el mismo Freud:

Freud cuenta un caso personal en el cuál él se encuentra viajando hacia Herzegovina con un extraño y, mientras conversaban, Freud intenta recordar el nombre “Signorelli” pero en su lugar recuerda Botticelli y Boltraffio (ambos pintores). Cuando el extraño lo ayuda a recordar diciendo “Signorelli” Freud recuerda rápidamente pero decide reconstruir el camino de su olvido.

La percepción del nombre sustituto por la consciencia parece estar regulada por dos factores: el esfuerzo de atención y una determinante interna inherente al material psíquico

En primer lugar cuál era el tema que se venía hablando previo a Signorelli ya que se podía haber filtrado algo del tema anterior. Recuerda que habían estado conversando acerca de los turcos de Bosnia y Herzegovina y sus características. Los turcos tenían una resignación frente al destino y cuando se les comunicaba que se acercaba la hora de la muerte solían decir “Herr, no hay nada más que decir” (Resignación frente a la muerte). Para los turcos el goce sexual era lo más importante: “Herr, cuándo eso ya no ande no vale la pena vivir” (Resignación frente al achaque sexual).

Al mencionar el tema de sexualidad en los turcos, Freud desvía su atención ya que le parece inapropiado hablar del tema con el extraño; reprime o evita anudar los temas de muerte y sexualidad pero inconscientemente se anudan igual.

Freud se pregunta: ¿Por qué habré querido evitar el tema de muerte y sexualidad? Luego de esto recuerda que hace un tiempo, estando en Trafoi, le habían contado la noticia de que un paciente suyo se había suicidado a causa de una perturbación sexual. Freud había querido evitar los temas de muerte y sexualidad porque lo perturbaban y producían dolor pero el inconsciente insistió y lo hizo aparecer de algún modo reprimiendo el nombre Signorelli.

Freud no quiso olvidar el nombre Signorelli sino la noticia en Trafoi asociada a la muerte de su paciente.

Freud se pregunta: ¿Por qué habré querido evitar el tema de muerte y sexualidad?

El resumen de las condicionantes del olvido de nombres, acompañado del recuerdo erróneo, será, pues, el siguiente:

1º. Una determinada disposición para el olvido del nombre de que se trate.

2º. Un proceso represivo llevado a cabo poco tiempo antes.

3º. La posibilidad de una asociación externa entre el nombre que se olvida y el elemento anteriormente reprimido.

Esta última condición no debe considerarse muy importante, pues la asociación externa referida se establece con gran facilidad y puede considerarse existente en la mayoría de los casos. Otra cuestión de más profundo alcance es la de si tal asociación externa puede ser condición suficiente para que el elemento reprimido perturbe la reproducción del nombre buscado o si no será además necesario que exista una conexión más íntima entre los temas respectivos. Una observación superficial haría rechazar el último postulado y considerar suficiente la contigüidad temporal, aun siendo los contenidos totalmente distintos; pero si se profundiza más, se hallará que los elementos unidos por una asociación externa (el reprimido y el nuevo) poseen con mayor frecuencia una conexión de contenido (Freud, 1901).

Explicación cognitiva

De igual forma como vimos el desarrollo de este fenómeno desde la perspectiva psicoanalítica freudiana, lo veremos desde la perspectiva cognitiva, la cual cuenta con el apoyo científico y empírico de las investigaciones.

Para iniciar debemos preguntarnos: ¿qué es la memoria? Y ¿cómo funciona?

La memoria es una función del cerebro que permite al organismo codificar, almacenar y recuperar la información del pasado. Algunas teorías afirman que surge como resultado de las conexiones sinápticas repetitivas entre las neuronas, lo que crea redes neuronales (la llamada potenciación a largo plazo).

Procesos básicos de la memoria

Los seres humanos construimos y renovamos nuestra representación del mundo a partir de tres procesos cognitivos fundamentales (García, 2012):

  • La percepción
  • El aprendizaje
  • La memoria

El aprendizaje consiste en adquirir conocimientos sobre el mundo a través de la experiencia, y la memoria es la retención y evocación de esos conocimientos.

La memoria tiene tres funciones básicas: recoge nueva información, organiza la información para que tenga un significado y la recupera cuando necesita recordar algo.

El recuerdo de rostros, datos, hechos, conocimientos, consta de tres etapas: codificación, almacenamiento y recuperación.

La memoria es una función del cerebro que permite al organismo codificar, almacenar y recuperar la información del pasado

Los seres humanos construimos y renovamos nuestra representación del mundo

  • Codificación: es la transformación de los estímulos en una representación mental.
  • Almacenamiento: consiste en retener los datos en la memoria para utilizarlos posteriormente.
  • Recuperación: es la forma en que las personas acceden a la información almacenada en su memoria. Puede ser espontánea, cuando los recuerdos surgen de forma casual o voluntaria.

Los psicólogos Richard Atkinson y Richard Shiffrin (1968) desarrollaron la teoría multialmacén de la memoria, y reconocieron tres sistemas de memoria que se comunican e interactúan entre sí:

Memoria sensorial (MS): registra las sensaciones y permite reconocer las características físicas de los estímulos.

Memoria de corto plazo (MCP): guarda la información que necesitamos en el momento presente.

Memoria a largo plazo (MLP): conserva nuestros conocimientos del mundo para utilizarlos posteriormente. Es nuestra base de datos permanente.

No existe un único lugar físico para la memoria en nuestro cerebro. La memoria está diseminada por distintas localizaciones especializadas. Mientras en algunas regiones del córtex temporal están almacenados los recuerdos de nuestra más tierna infancia, el significado de las palabras se guarda en la región central del hemisferio derecho y los datos de aprendizaje en el córtex parieto-temporal. Los lóbulos frontales se dedican a organizar la percepción y el pensamiento. Muchos de nuestros automatismos están almacenados en el cerebelo.

Ahora que somos conscientes de la estructura y del funcionamiento básico de la memoria, podemos entender mejor el fenómeno del olvido de los nombres desde la perspectiva cognitiva.

No existe un único lugar físico para la memoria en nuestro cerebro

Observemos directamente el funcionamiento de la memoria a corto plazo, en la cual sucede el fenómeno de interés.

La función de la MCP como ya se mencionó es la de organizar y analizar la información (reconocer caras, recordar nombres, contestar en un examen, etc.) e interpretar nuestras experiencias (Atkinson & Shiffrin, 1968).

Características de la MCP:

La información es codificada en la MCP sobre todo de forma visual y acústica, y en menor medida por signos semánticos. Es una memoria de trabajo que integra todos los conocimientos y recuerdos que importan en la situación presente y ante los problemas del futuro.

La capacidad de almacenamiento de la MCP es limitada, no puede retener más de siete ítems (unidades de información) a la vez y eso si no se le distrae mientras lo registra. Los recuerdos de la memoria a corto plazo se pueden alterar por nuevas experiencias.

La duración temporal de la información en la MCP es breve, entre 18 y 20 segundos. Si la información se interpreta y organiza de forma lógica, puede ser recordada más tiempo.

Ya que conocemos dónde radica científicamente el problema del olvido de los nombres (MCP) debemos de conocer su otra parte, el olvido, ya que juega un rol igual de importante para responder la pregunta del artículo.

Qué mejor forma de iniciar que preguntándonos: ¿qué es el olvido?

William James decía: “Si lo recordáramos todo, estaríamos tan enfermos como si no recordáramos nada”.

El olvido es la incapacidad de recordar nombres, fechas, hechos o conocimientos. Se produce por una saturación de información o fallos en la recuperación.

Las causas del olvido son muy diversas (García, 2012):

Lesión o degeneración cerebral: el olvido se produce porque la persona tiene una lesión cerebral o por alteraciones neurológicas, como, por ejemplo, la enfermedad de Alzheimer o el síndrome de Korsafoff de los alcohólicos.

William James decía: “Si lo recordáramos todo, estaríamos tan enfermos como si no recordáramos nada”

Interferencia: se produce a causa de la competencia entre las experiencias que una persona vive. Se pueden distinguir dos tipos de interferencias: la interferencia proactiva, por la cual una información aprendida dificulta un aprendizaje posterior (por ejemplo, un estudiante de leyes que al analizar una oposición tiene que adaptarse a una nueva legislación), y la interferencia retroactiva, que se produce cuando un aprendizaje reciente interfiere en el recuerdo de la información pasada (por ejemplo, la memorización de un nuevo idioma interfiere con la persistencia de los idiomas ya aprendidos).

Falta de procesamiento: la información se puede olvidar porque nunca se procesó por primera vez, y los recuerdos se disipan con el tiempo, si no se utilizan.

Contexto inadecuado: la información es difícil de recuperar porque se aprendió en un ambiente diferente.

Represión (olvido motivado): la persona olvida porque la información es perturbadora o dolorosa.

Bibliografía:

  • Freud, Sigmund. Obras completas. Volumen VI. Psicopatología de la vida cotidiana (1901). Psicopatología de la vida cotidiana (Sobre el olvido, los deslices en el habla, el trastocar las cosas confundido, la superstición y el error) (1901).
  • Explorable.com (May 23, 2011). El Modelo de Atkinson y Shiffrin. Oct 04, 2016 Obtenido de Explorable.com: https://explorable.com/es/el-modelo-de-atkinson-y-shiffrin
  • Alfonso García, (2012) Psicología, Madrid:Mac-Graw Hill
  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Ser hábil en el ajedrez podría vincularse con una mayor capacidad cognitiva

  • Mario Arosemena
  • 05/10/2016

Para quienes practican el deporte-ciencia conocido como ajedrez, el entrenamiento intenso y constante ha sido una variable fundamental a lo largo de muchos años, sin embargo, a la hora de medir resultados, incluso los jugadores que han pasado largo tiempo entrenando son susceptibles de obtener un mal desempeño en los torneos.

Es entonces cuando surge la pregunta: ¿qué estoy haciendo mal?

De acuerdo con un grupo de investigadores de la Universidad Estatal de Michigan (MSU), la inteligencia juega un rol importante a la hora de definir el grado de habilidad ajedrecística de una persona.

Los resultados indican que la capacidad cognitiva se vincula con un mejor desempeño en la ejecución durante una partida de ajedrez y que, contrario a lo se pensaba anteriormente, el entrenamiento intensivo no determina por sí solo la destreza de un jugador.

“El ajedrez es probablemente el campo más estudiado en la investigación sobre la experiencia, sin embargo, la evidencia de la relación entre la habilidad de ajedrez y la capacidad cognitiva es mixta», menciona Alexander Burgoyne, autor principal del estudio.

«Analizamos medio siglo de investigaciones sobre la inteligencia y la habilidad de ajedrez y se encontró que la capacidad cognitiva contribuye de manera significativa a las diferencias individuales en la habilidad de ajedrez.»

Los resultados de la investigación fueron publicados en la revista científica Intelligence y provienen del Zach Hambrick’s Expertise Lab, centro de estudios de la MSU.

«Cuando se trata de la experiencia, la formación y la práctica son sin duda piezas claves del rompecabezas», explica Hambrick, profesor de psicología de la MSU. «Pero este estudio muestra que para el ajedrez, al menos, la inteligencia es otra pieza importante del rompecabezas.»

Para la realización del estudio, se llevó a cabo un meta-análisis con base en un estimado de 2.300 artículos académicos en busca de investigaciones previas que incluyeran una forma de medir la capacidad cognitiva de los jugadores y su desempeño en el ajedrez. La muestra final incluyó 19 estudios con un aproximado de 1.800 participantes.

«El meta-análisis representa el primer intento de los investigadores para estudiar sistemáticamente la evidencia científica disponible sobre el vínculo existente entre el intelecto y la habilidad en ajedrez», sostiene Burgoyne.

Los resultados del estudio señalan que la inteligencia se relaciona directamente con una mayor o menor habilidad en el ajedrez, principalmente entre los jugadores más jóvenes y entre aquellos que están en los niveles más bajos de habilidad ajedrecística.

Esto puede deberse a que los jugadores de niveles superiores representan una distribución que se encuentra por encima de la capacidad cognitiva del resto, o en palabras de Hambrick:

«Un genio puede convertirse en un jugador experto de ajedrez con relativa facilidad, mientras que a una persona con una inteligencia promedio puede que le tome más tiempo. Pero no todo está perdido para los jugadores con una inteligencia promedio que practican constante e intensamente, ya que, a medida que continúan practicando, sigue desarrollándose su habilidad para el juego y es posible que consigan eludir las posibles limitaciones de una capacidad cognitiva promedio».

En un estudio anterior, Hambrick y su equipo de trabajo encontraron que la memoria de trabajo (una habilidad cognitiva relacionada con la inteligencia general) predice el éxito en la lectura de los pentagramas musicales a primera vista, incluso entre los pianistas altamente experimentados.

Fuente: Psypost

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

¿Qué sucede cuando no satisfacemos nuestra necesidad de obtener reconocimiento de los demás?

  • Mario Arosemena
  • 09/05/2016

Todos los seres humanos tenemos la necesidad básica de ser reconocidos por las demás personas por realizar cualquier tipo de acción positiva que nos haga merecedores de dicho reconocimiento. La satisfacción de esta necesidad es vital para el fortalecimiento de nuestras auto-referencias, según la teoría de la pirámide de las necesidades de Maslow; precisamos satisfacer las necesidades básicas categorizadas de forma jerárquica para lograr avanzar en la satisfacción de las demás necesidades hasta alcanzar nuestra auto-realización, lo que significa que habríamos conseguido superar las demás necesidades como las fisiológicas, las necesidades de seguridad, las necesidades sociales (afiliación), las necesidades de estima y la de autorrealización.

La satisfacción de esta necesidad es vital para el fortalecimiento de nuestras auto-referencias

Entrando en tema; la necesidad de reconocimiento se refiere al reconocimiento hacia la persona, el logro particular y el respeto de los demás hacia nosotros; al satisfacer esta necesidad las personas tienden a sentirse seguras de sí misma y valiosas dentro de una sociedad; cuando estas necesidades no son satisfechas, se sienten inferiores y sin valor (Quintero, 2007).

Maslow propuso dos necesidades de estima: una inferior que incluye el respeto de los demás hacia nosotros, la necesidad de estatus, fama, gloria, reconocimiento, atención, reputación, y dignidad; y otra superior, que determina la necesidad de respeto hacia sí  mismo, incluyendo sentimientos como confianza, competencia, logro, maestría, independencia y libertad (Maslow, 2014).

Al conocer que nuestra necesidad de reconocimiento se basa en la importancia otorgada al hecho de ganar cierto nivel de respeto, de éxito, de obtener reconocimiento de los demás, etc., vemos qué tan enlazado está con nuestra autoestima. Es por esto que los riesgos de no mantener un equilibrio entre la falta de satisfacción (sentimiento de inferioridad, inseguridad, baja autoestima) y la satisfacción excesiva (egocentrismo) de esta necesidad podría traer consecuencias negativas hacia nosotros mismos.

Desde la infancia hasta la adultez tendremos que satisfacer la necesidad de ser reconocidos por todas las personas que nos rodean, ya sean nuestros padres (o cuidadores), pares, familiares, pareja, etc.

Wallon (1977) menciona que si la madre atiende de forma adecuada las necesidades de sus hijos, crecerán con una seguridad que se verá reflejada en actitudes sociales favorables; de no ser así provocará en el niño inseguridad.

El reconocimiento afecta la autoestima y la autoestima afecta el desempeño laboral

«Reconocer a una persona es tenerle en cuenta, considerarla visible y audible, aceptar su derecho a “ser” y “estar”, no sólo a “hacer”. No se trata, inicialmente, de valorar su conducta sino de constatar y aceptar su presencia.» (Ares Parra, 2013).

El reconocimiento provoca que una persona se sienta aceptada, también como profesional aumenta su autoestima. Los trabajadores a los que se les permite opinar, cuestionar, aportar ideas nuevas o realizar críticas se sienten más satisfechos (Ares Parra, 2013).

Un ejemplo de lo antes dicho podría ser el de un adolescente que le muestra sus buenas notas escolares a sus padres para recibir un reconocimiento positivo, por más simple que sea, y los padres lo ignoran o no cumplen su expectativa de reconocimiento.

Otro ejemplo podría ser:

Un adulto que sacrifica su tiempo de calidad, que pudiera utilizar con su familia o su pareja, para realizar un trabajo que quede por encima de lo normal con el anhelo (consciente o inconsciente) de recibir un reconocimiento positivo de su jefe y que éste no se lo dé, esto se traduce como un fallo en la necesidad de ser reconocido ya que no logra satisfacer la necesidad.

Estas personas en un futuro podrían funcionar de una manera equivocada buscando la satisfacción propia de manera excesiva por medio del reconocimiento de los otros por la insatisfacción de esta necesidad en el pasado (inseguridad), lo que conlleva a un funcionamiento considerado fuera de lo normal que podría traer consecuencias negativas para la persona como desempleo, dificultad para conseguir y mantener relaciones estables (amistad, íntima, etc.).

Esta búsqueda casi obsesiva del reconocimiento suele nacer de una falta de valoración de nosotros hacia nosotros mismos, por lo que necesitamos que sean los demás quienes valoren aquello que hacemos para poder valorarlo nosotros.

Referencias:

Maslow, A., (2014), Motivación y Personalidad, Madrid, España: DIAZ DE SANTOS.

Quintero, J., (2007), Universidad Fermin Toro; Escuela de Doctorado; Seminario, Teorías y  paradigmas educativos; Venezuela; extraído el 28 de Junio del 2012 en sitio web: http://doctorado.josequintero.net

Ares Parra A. (2013)  Importancia del reconocimiento para fomentar el buen desempeño laboral. Revista de análisis transaccional y psicología humanista. ISSN 0212-9876 nº 69 p. (192-202) España.

Wallon, H. (1977). La evolución psicológica del niño. México: Grijalvo.

  • Artículos de opinión (Op-ed)

¿Por qué preferimos seguir una rutina que hacer algo nuevo?

  • Mario Arosemena
  • 18/02/2016

Es normal que nos sintamos mucho más cómodos realizando las mismas acciones día tras día, siguiendo de manera ordenada un conjunto de procedimientos que nos ha resultado efectivo anteriormente.

De manera automática realizamos diferentes actividades cotidianas una y otra vez sin prestar atención a la rutina que hemos creado, ya sea desde algo tan simple como la ruta que tenemos acostumbrada para ir al trabajo hasta la forma de comportarnos frente a alguna situación en especial.

Conociendo esto me pregunto: ¿por qué preferimos seguir la misma rutina a hacer cosas nuevas? Quizás al no agregarle un paso nuevo al procedimiento al cual estamos tan acostumbrados o decidirnos por modificar los procedimientos ya establecidos, le cerramos la puerta a las posibilidades de tener nuevas experiencias que nos enriquezcan de alguna manera en el futuro.

Una forma sencilla de explicar la pregunta sería por medio de la utilización de teorías.

La teoría de la zona de confort postula que existe una zona en la cual nos encontramos cómodos, sin percepción de riesgos, sin embargo permaneciendo en ella no podemos aprender ni progresar porque no nos animamos a tomar riesgos.

Además, dicha teoría se refiere a la zona de confort como una especie  de condicionamiento mental que causa una persona para crear y operar fronteras mentales que no son reales. Estos límites crean en la persona un sentido de seguridad infundada. Al igual que la inercia, una persona que ha establecido una zona de confort en un eje determinado de su vida, tenderá a permanecer dentro de esa zona sin salir de ella.

Normalmente operamos dentro de esta zona cuando nos desempeñamos en nuestras tareas cotidianas, debido a que de otra forma sentiríamos ansiedad por tener que realizar acciones percibidas como “difíciles” o “desconocidas”, acciones que no nos atrevemos a considerar como alternativas para realizar.

A veces hacemos rutinarias nuestras actividades y conductas para reducir los riesgos y el estrés (Roche, 2013).

estamos reforzados positivamente por factores dentro de nuestras rutinas diarias que nos hace sentirnos “seguros”

Desde el conductismo, la teoría del condicionamiento operante explica la conducta voluntaria del cuerpo en su relación con el contexto.

Es decir, que ante un estímulo, se produce una respuesta voluntaria, la cual puede ser reforzada de manera positiva o negativa, provocando que la conducta operante se fortalezca o debilite. (Skinner, 1938).

Podríamos decir que estamos reforzados positivamente por factores dentro de nuestras rutinas diarias que nos hace sentirnos “seguros” dentro del rango establecido.

Un ejemplo:

Si estuviéramos eligiendo el mismo camino para ir hacía el trabajo por años lo convertiremos en una rutina, algo que percibimos como bueno ya que se nos hace familiar todo el contexto de ese camino, si existieran otros caminos para llegar al trabajo (por los cuales nunca hemos ido) y tuviéramos que elegir uno de estos nuevos caminos podríamos quizás sentir estrés (no sabemos cuánto tiempo nos tomará por el camino nuevo, ni se nos hace familiar el contexto), este pensamiento nos mantendrá en la zona de comodidad a la que estamos acostumbrados.

Ahora que sabemos esta información quizás nos preguntamos, ¿qué gano con salir de mi rutina?

Salir de la rutina nos da la oportunidad de obtener más conocimientos, una mejor flexibilidad, darnos la oportunidad de conocer algo de lo que conocíamos muy poco, en fin experiencias que nos servirán para avanzar en la expansión de nuestro aprendizaje.

Un estudio publicado en el Journal of Epidemiology and Community Health, que analizó los resultados de cuestionarios aplicados a 50.797 noruegos del condado de Nord-Trøndelag, afirma que la participación en eventos culturales tiene un efecto positivo en el bienestar y la salud mental de las personas (Taberné, 2011).

Estos hallazgos, encontrados en una muestra tan numerosa, nos dicen exactamente que el 77% de los hombres y el 73% de las mujeres consideraron que su salud podía clasificarse como buena o muy buena. Por otro lado, el 90% de los sujetos percibía que sus niveles de ansiedad y depresión eran bajos o muy bajos (Taberné, 2011).

«Pero estos datos no se dan sólo por tratarse de actividades culturales, sino que cualquier ocupación que nos permita salir de la rutina, estar con más personas y salir de casa, ayuda a que nos encontremos mucho mejor, más felices y, por lo tanto, repercute en nuestra salud. Esto es lo que los especialistas llamamos ‘actividades distractoras’ que han de tener dos componentes para ser beneficiosas: distraer y tener un refuerzo positivo, es decir, que produzca en quienes la realizan cierto grado de placer», comenta la psicóloga clínica Rosa Melgar, quien trabaja en el centro Psiconfor (Taberné, 2011).

Abandonar la rutina conlleva unos pasos que podemos realizar en cualquier momento del día como realizar nuevas actividades, aprender o modificar hábitos, incorporar conocimientos y habilidades, explorar lugares desconocidos, etc.

cualquier ocupación que nos permita salir de la rutina, estar con más personas y salir de casa, ayuda a que nos encontremos mucho mejor, más felices

Debemos de tener en cuenta que, para salir de esta zona de confort/comodidad, una persona debe experimentar nuevos y diversos comportamientos y luego experimentar las novedosas respuestas que se producen en su entorno (positivas o negativas), las que nos llevaran a la repetición o no de ciertas respuestas conductuales, de las cuales debemos aprender para seguir expandiendo nuestra zona de comodidad.

Podemos iniciar dando pequeños pasos, volviendo al ejemplo del camino hacía el trabajo, un día que estemos libres podemos ir a experimentar las diferentes alternativas para comprobar si era cierto lo que pensábamos, de esta forma podremos salir de nuestra rutina teniendo la posibilidad de viajar por un camino nuevo y sin consecuencias negativas.

Así como lo aplicamos en este ejemplo se puede aplicar en cualquier aspecto de nuestra vida, queda en nosotros dar el primer paso y atrevernos a experimentar.

Referencias

Cregory Canija, H. (2013) Rompe con tu Zona de Confort, México D.F: ONIRO

Cuyper, K., Krokstad, S., Holmen, T.,  Knudtsen, M.,  Bygren, L., Y Holmen, J. (2011). Patterns of receptive and creative cultural activities and their association with perceived health, anxiety, depression and satisfaction with life among adults. Journal of Epidemiology and Community Health, 66(8), 698-703.

Gordon H. Bower, E. (1989) Teorías del Aprendizaje, México D.F: TRILLAS

Roche E., (2013) Coaching: La Zona de Confort.

Skinner B. (1938). El comportamiento de los organismos: Un análisis experimental, Cambridge, Massachusetts: B.F. Skinner Foundation.

Taberné, S., (2011), Más felices con Dalí y U2

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