Psyciencia
  • SECCIONES
  • PSYCIENCIA PRO
    • ÚNETE A LA MEMBRESÍA
    • INICIA SESIÓN
    • CONTENIDO PARA MIEMBROS
    • RECURSOS PARA MIEMBROS
    • TIPS PARA TERAPEUTAS
    • PODCAST
    • WEBINARS
  • NORMAS APA
  • SPONSORS
  • NOSOTROS
Psyciencia
  • SECCIONES
  • PSYCIENCIA PRO
    • ÚNETE A LA MEMBRESÍA
    • INICIA SESIÓN
    • CONTENIDO PARA MIEMBROS
    • RECURSOS PARA MIEMBROS
    • TIPS PARA TERAPEUTAS
    • PODCAST
    • WEBINARS
  • NORMAS APA
  • SPONSORS
  • NOSOTROS

Publicaciones por autor

Maria Fernanda Alonso

909 Publicaciones
Soy miembro fundador y editora de contenido en Psyciencia.
  • Ciencia y Evidencia en Psicología

El nivel de ingresos afecta nuestra felicidad, pero ¿cómo?

  • Maria Fernanda Alonso
  • 16/04/2021

Tener más ingresos económicos no hace necesariamente más feliz a la gente. Existe una teoría que sostiene que las autoevaluaciones de las personas se basan en sus comparaciones con otras que perciben como mejores o peores. Y de acuerdo con un estudio reciente, encontrarse en un lugar intermedio a nivel económico, que nos permita compararnos con personas de antecedentes similares, tanto las que ganan más como otras que ganan menos, es lo que determina cómo nuestros ingresos afectan nuestra felicidad, no la cantidad que ganamos (Liao Tim F., 2021).

¿Qué metodología utilizó?

Para arribar a tal hallazgo, el sociólogo Tim Liao exploró si la ubicación de las personas en la distribución del ingreso importaba, es decir, si aquellos que podían realizar estas comparaciones sociales ascendentes y descendentes eran más felices que los atípicos que eran mucho más ricos o más pobres que sus pares.

Dado que los individuos seleccionaron a las personas que utilizaron como puntos de referencia para las comparaciones sociales, Liao también quería investigar qué grupo demográfico (género, etnia/raza o ambos) era más relevante.

Al no contar con una sola encuesta disponible que proporcionara datos sobre la felicidad junto con los ingresos y las características demográficas, el investigador vinculó los datos de dos encuestas nacionales, ambas realizadas en 2013, que involucraron a muchos de los mismos encuestados. La muestra de Liao incluyó a más de 1.900 personas.

La Encuesta Estadounidense sobre el Uso del Tiempo de 2013 fue la encuesta más reciente con preguntas sobre bienestar y proporcionó una medida de la felicidad de cada persona. Para ese estudio, los participantes mantuvieron un diario de tiempo durante un solo día, calificando en una escala de siete puntos qué tan felices se sentían mientras realizaban tres actividades de rutina elegidas al azar. Las calificaciones se sumaron para lograr una puntuación compuesta que representa el nivel de felicidad de cada persona.

El sociólogo explica que evaluar la felicidad de una persona a medida que realiza sus actividades diarias (felicidad experimentada), puede reflejar con mayor precisión su satisfacción general con la vida que responder a preguntas le piden que califique qué tan feliz es en términos generales subjetivos.

Utilizando los datos demográficos y de ingresos anuales de los participantes de la Encuesta de población actual, Liao modeló la desigualdad de ingresos a nivel estatal e individual.

Desarrolló una medida a nivel individual comparando los ingresos anuales de los individuos con los de sus pares dentro del mismo género, dentro de grupos étnico-raciales y  dentro de grupos de género/etno-raciales en su Estado.

Hallazgos

En primer lugar, el estudio encontró que en los Estados donde los ingresos eran relativamente iguales, la felicidad de las personas se veía menos afectada por sus ingresos porque sus posiciones económicas estaban menos claramente definidas, lo que hacía que las comparaciones sociales fueran menos significativas.

Por otro lado, halló que el grupo de género/etno-racial era el más destacado para las comparaciones sociales porque las puntuaciones de desigualdad de los individuos eran más análogas en esta matriz que cuando se agrupaban por género o etnia/raza únicamente. 

El hallazgo más destacado fue que las personas con puntuaciones de desigualdad más altas que sus compañeros también tenían puntuaciones de felicidad más bajas. Es decir, las personas cuyos ingresos eran significativamente más altos o más bajos que los de sus pares (lo que significa que solo podían hacer comparaciones sociales hacia arriba o hacia abajo en lugar de en ambas direcciones) eran menos felices en general. A medida que aumentaba la desigualdad de ingresos dentro de un Estado, también aumentaba la asociación negativa entre las comparaciones sociales unidireccionales y la felicidad.

Este mismo método analítico basado en la teoría de la comparación social podría ser aplicable en investigaciones de otras preocupaciones sociales a nivel individual, como las conexiones entre la desigualdad y los resultados adversos de salud física y mental.

Referencia bibliográfica: Liao, Tim Futing (2021). Income Inequality, Social Comparison, and Happiness in the United States. Socius: Sociological Research for a Dynamic World. Vol. 7. Publicado online el 5 de febrero de 2021; Primera publicación el 1 de enero de 2021. https://doi.org/10.1177/2378023120985648

Fuente: Eurekalert

💌 ¿Te gustó este artículo? Recibe más como este en tu correo. Suscríbete al boletín gratuito.

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Investigadores encuentran una función compartida entre áreas separadas de la memoria a largo plazo, clave para recuperar recuerdos importantes

  • Maria Fernanda Alonso
  • 14/04/2021

Imagina una persona con problemas de memoria que siente deseos de hornear una deliciosa comida cuya receta viene a su mente de repente; enciende el horno a gas y luego olvida lo que estaba haciendo. Es fácil advertir que esta persona puede poner en riesgo su vida y las de otros.

Existen dos almacenes o reservas de memoria a largo plazo: memoria fáctica y memoria de experiencias personales. Juntos nos ayudan a comprender y responder al mundo que nos rodea. A lo largo de los años, las investigaciones han demostrado que tales almacenes de memoria están representados en dos regiones cerebrales separadas. A pesar de sus diferencias funcionales, para resolver distintas tareas en circunstancias diversas, debemos controlar estrictamente la recuperación de recuerdos que sean importantes para cada tarea. Según una investigación reciente, tal proceso de control podría compartirse entre ambos tipos de memoria (Vatansever et al., 2021). Estos hallazgos pueden ser relevantes para los trastornos de la memoria, incluida la demencia, donde los problemas para recordar información pueden afectar la vida diaria de los pacientes.

Para conocer esto, los investigadores estudiaron imágenes de resonancia magnética funcional que mostraron que estas regiones aumentaban su actividad cuando se le pedía a los participantes que recordaran memorias de hechos y memorias personales.

Los autores explican que nuestros recuerdos nos permiten tener sentido e interactuar de manera flexible con el mundo que nos rodea y, aunque en la mayoría de los casos nuestros recuerdos fuertemente codificados pueden ser suficientes para la tarea en cuestión, necesitamos cierto control sobre la memoria que nos permita la flexibilidad que precisamos para descartar recuerdos que no sean de utilidad, por ejemplo, recordar empacar una toalla de playa si vamos de vacaciones junto al mar, y no hacerlo si el viaje es de negocios (situación en la que tal recuerdo no sería necesario).

Este control sobre la memoria nos permite ser creativos, flexibles y adaptarnos a medida que cambian nuestras metas o circunstancias.

Estos hallazgos también pueden ser de utilidad para el desarrollo de una nueva generación de sistemas de inteligencia artificial, que utilicen la memoria a largo plazo en la resolución de problemas computacionales, señalan finalmente los investigadores.

Referencia bibliográfica: Vatansever, D., Smallwood, J., & Jefferies, E. (2021). Varying demands for cognitive control reveals shared neural processes supporting semantic and episodic memory retrieval. Nature Communications, 12(1), 2134. https://doi.org/10.1038/s41467-021-22443-2

Fuente: Science Daily

💌 ¿Te gustó este artículo? Recibe más como este en tu correo. Suscríbete al boletín gratuito.

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Creer en teorías conspirativas sobre la COVID-19 aumenta los niveles de ansiedad de las personas

  • Maria Fernanda Alonso
  • 13/04/2021

Las teorías conspirativas suelen desarrollarse cuando los individuos experimentan una amenaza existencial y en situaciones de mayor incertidumbre, ansiedad y falta de control percibida (Van Prooijen, J.-W., 2020; Van Prooijen,J.-W., Douglas, K.M., 2017; Bruder et al., 2013; Grzesiak-Feldman, 2013; Van Prooijen y Acker, 2015; Van Prooijen y Douglas, 2017; Van Prooijen y Jostmann, 2013; Whitson et al., 2015).

Con frecuencia son desarrolladas como un método para aumentar la sensación de control y certeza (Douglas et al., 2017), sin embargo, también se teoriza que cualquier beneficio del pensamiento conspirativo probablemente sea de corta duración con efectos negativos a largo plazo (Freeman & Bentall, 2017). El pensamiento conspirativo se ha asociado con emociones negativas, mayor aislamiento social (Freeman y Bentall, 2017) y ansiedad (Grzesiak-Feldman, 2013).

Otros estudios han encontrado que las teorías conspirativas están asociadas con una menor probabilidad de seguir las pautas gubernamentales, como usar una máscara, distanciamiento social y recibir una vacuna.

¿Qué metodología usaron?

Los autores encuestaron a 797 residentes canadienses y estadounidenses en el mes de abril de 2020 a través de la plataforma Mechanical Turk de Amazon. Cerca de la mitad fueron encuestados nuevamente en mayo de 2020.

Los participantes respondieron indicando si estaban de acuerdo o no con declaraciones conspirativas sobre el origen del nuevo coronavirus, como “la COVID es un arma biológica» y «la COVID es una forma de gestionar la sobrepoblación». 

¿Qué encontraron?

Dentro de los hallazgos se resalta que:

  • Aproximadamente la mitad de la muestra (49,7%) creía al menos una teoría conspirativa. 
  • Más creencias en teorías conspirativas respecto de la Covid-19 se asociaron con más ansiedad durante el mes de seguimiento, pero no con la calidad de vida. El periodo de tiempo de un mes pudo no haber sido suficiente para registrar tales cambios.
  • La religiosidad/espiritualidad, no conocer a alguien en alto riesgo de COVID-19 y la etnia no blanca se asociaron con mayores creencias de conspiración. 
  • Los esquemas positivos más bajos sobre los otros se asociaron con mayores creencias conspirativas, solo en niveles bajos y moderados de esquemas propios positivos. En otras palabras, los participantes que sostuvieron las declaraciones de conspiración tenían más probabilidades de estar de acuerdo con frases como «no soy amado» y «otras personas son hostiles».

Las teorías conspirativas suelen desarrollarse como una forma de hacer frente a la incertidumbre y la incontrolabilidad de las situaciones amenazadoras, pero en este estudio sostener tales creencias se asoció con mayores sentimientos de ansiedad, señalaron los autores. 

Concluyeron que los autoesquemas positivos protegen contra la creencia en teorías de conspiración, por lo que las intervenciones realizadas con el objetivo de  aumentarlos pueden ser efectivas para reducir los efectos negativos de las creencias conspirativas.

Referencias bibliográficas:

  • Bruder, M., Haffke, P., Neave, N., Nouripanah, N., & Imhoff, R. (2013). Measuring individual differences in generic beliefs in conspiracy theories across cultures: conspiracy mentality questionnaire. Frontiers in Psychology, 4, 225. https://doi.org/10.3389/fpsyg.2013.00225
  • Douglas, K.M., Sutton, R.M., Cichocka, A. The psychology of conspiracy theories
  • Current Directions in Psychological Science, 26 (6) (2017), pp. 538-542, 10.1177/0963721417718261
  • Freeman, D., Bentall, R.P. (2017). The concomitants of conspiracy concerns
  • Social Psychiatry and Psychiatric Epidemiology, 52 (5), pp. 595-604, 10.1007/s00127-017-1354-4
  • Grzesiak-Feldman M. (2013). The effect of high-anxiety situations on conspiracy thinking. Current Psychology, 32 (1) (2013), pp. 100-118, 10.1007/s12144-013-9165-6
  • Leibovitz, T., Shamblaw, A. L., Rumas, R., & Best, M. W. (2021). COVID-19 conspiracy beliefs: Relations with anxiety, quality of life, and schemas. Personality and Individual Differences, 175, 110704. https://doi.org/10.1016/j.paid.2021.110704
  • Van Prooijen, J.-W. (2020). An existential threat model of conspiracy theories. European Psychologist, 25 (1) , pp. 16-25, 10.1027/1016-9040/A000381
  • Van Prooijen, J.-W., Acker, M. (2015). The Influence of control on belief in conspiracy theories: conceptual and applied extensions. Applied Cognitive Psychology, 29 (5), pp. 753-761, 10.1002/acp.3161
  • Van Prooijen,J.-W., Douglas, K.M. (2017). Conspiracy theories as part of history: The role of societal crisis situations. Memory Studies, 10 (3), pp. 323-333, 10.1177/1750698017701615
  • Van Prooijen, J.-W., Jostmann, N.B. (2013). Belief in conspiracy theories: The influence of uncertainty and perceived morality. European Journal of Social Psychology, 43 (1) (2013), pp. 109-115, 10.1002/ejsp.1922
  • Whitson, J.A., Galinsky, A.D., Kay, A. (2015). The emotional roots of conspiratorial perceptions, system justification, and belief in the paranormal. Journal of Experimental Social Psychology, 56 (2015), pp. 89-95, 10.1016/j.jesp.2014.09.002

Fuente: Psypost

💌 ¿Te gustó este artículo? Recibe más como este en tu correo. Suscríbete al boletín gratuito.

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

La autocompasión para lidiar con el sentimiento de ser una carga

  • Maria Fernanda Alonso
  • 09/04/2021

¿Cómo te sentís cuando otras personas tienen que responder por un error que cometiste? Al trabajar en equipo esta situación puede darse y, muchas veces, lleva a que seamos duros con nosotros mismos al juzgar nuestro rendimiento. Sin embargo, una investigación reciente, muestra que practicar autocompasión es una importante herramienta para mitigar tal efecto (Wirth,  Batts Allen & Zitek, 2020).

¿Por qué es importante?

Un momento difícil se torna mucho más doloroso si le sumamos el mal trato hacia nosotros mismos. Y, además, sabemos que autoatacarse no es un modo muy efectivo de resolver problemas, explica Paula José Quintero.

Estudios anteriores han encontrado que la autocompasión es fundamental para tratar el perfeccionismo. Y, de hecho, es más importante que la autoestima. 

¿De qué manera se practica la autocompasión? 

Mostrando bondad hacia uno mismo, practicando atención plena, lo cual implica mantener tus emociones equilibradas; y reconociendo que todos experimentamos desafíos, esto es, practicar la humanidad común.

Para ver si la autocompasión también podría proteger a las personas de los sentimientos negativos que ocurren cuando se desempeñan mal de una manera que perjudica a su grupo, los autores de la presente investigación condujeron varios experimentos online. En cada uno participaron entre 160 y 300 personas.

¿Qué metodología usaron?

En el primer experimento, los participantes se imaginaron jugando un juego de preguntas como parte de un equipo. Algunos imaginaron que se desempeñaron tan bien como los miembros de su equipo, mientras que otros imaginaron que se desempeñaron mal y, por lo tanto, redujeron el número de respuestas correctas del equipo.

En el segundo experimento, los participantes realmente participaron en una tarea de equipo, en la que vieron tres palabras y tuvieron que encontrar una cuarta palabra que las uniera. A algunos se les dijo que se desempeñaron tan bien como los miembros de su equipo (que en realidad eran agentes informáticos), mientras que a otros se les dijo que se desempeñaron peor y que, como resultado, el equipo no obtuvo suficientes respuestas correctas y tendría que responder mas preguntas como pena.

¿Qué hallazgos compartieron?

En ambos casos, cuando las personas se desempeñaron (o se imaginaron desempeñándose) deficientemente, experimentaron más emociones negativas, sufrieron de menor autoestima, se sintieron más como cargas y excluidas, y esperaban más exclusión de otros miembros del grupo.

Sin embargo, la autocompasión redujo significativamente estos resultados negativos: los participantes que tenían una alta autocompasión no experimentaron tantas emociones negativas y preocupaciones por ser una carga como aquellos que tenían baja autocompasión.

¿Efectos del bajo rendimiento o efectos de perjudicar al grupo?

En dos experimentos más, los investigadores procuraron deslindar los efectos del bajo rendimiento de los efectos de perjudicar al grupo. En un experimento, se pidió a los participantes que recordaran un momento en el que su bajo desempeño resultó en detrimento para los miembros de su grupo, o cuando su desempeño fue deficiente pero no de una manera que les perjudicara. En el otro, los participantes se involucraron en la misma tarea de creatividad de palabras que se describió antes. Esta vez, sin embargo, se les dijo a todos que se desempeñaron peor que los miembros de su equipo, pero a algunos se les dijo que su equipo se vería afectado por esto, mientras que a otros se les dijo que no habría ningún daño para su equipo.

Los autores encontraron que cuando el bajo rendimiento también perjudicaba a otros miembros de su grupo, los participantes sentían más consecuencias sociales negativas, como sentirse una carga. Una vez más, la autocompasión pareció amortiguar estos efectos negativos.

Una limitación importante del estudio es que los experimentos se llevaron a cabo online, donde los participantes no experimentaron directamente y en persona la interacción social, que juega un papel clave en este tipo de situaciones. Aún así, es alentador que la mayoría de los principales hallazgos del estudio se hayan replicado en todos los experimentos individuales.

Más allá de eso, queda claro que practicar la autocompasión podría ayudarte a enfrentar situaciones difíciles en las que te sentís como una carga para los demás. Después de todo, somos humanos, y los humanos cometemos errores a veces. Si la autocompasión no te sale naturalmente, señalan los investigadores que con suficiente práctica, podrías aumentar tu autocompasión con el tiempo.

Referencias bibliográfica: 

  • Carvalho, S. A., Gillanders, D., Palmeira, L., Pinto-Gouveia, J., & Castilho, P. (2018). Mindfulness, selfcompassion, and depressive symptoms in chronic pain: The role of pain acceptance. Journal of Clinical Psychology, 74(12), 2094-2106. https://doi.org/10.1002/jclp.22689
  • Odou, N., & Brinker, J. (2015). Self-compassion, a better alternative to rumination than distraction as a response to negative mood. En The Journal of Positive Psychology (Vol. 10, Número 5, pp. 447-457). https://doi.org/10.1080/17439760.2014.967800
  • Wirth, J. H.,  Batts Allen A. and Zitek E. M. (2020). Feeling Like a Burden: Self-Compassion Buffers Against the Negative Effects of a Poor Performance  Social Psychology (2020), 51, pp. 219-238. https://doi.org/10.1027/1864-9335/a000411. 

Fuente: Research Digest

💌 ¿Te gustó este artículo? Recibe más como este en tu correo. Suscríbete al boletín gratuito.

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Resultados neurológicos y psiquiátricos a los 6 meses en más de 236.000 sobrevivientes de COVID-19

  • Maria Fernanda Alonso
  • 08/04/2021

Ante el comienzo de la pandemia de COVID-19 surgió una gran preocupación respecto de los riesgos y comorbilidades que podrían sufrir los sobrevivientes de esta enfermedad. Tal preocupación se orienta principalmente al padecimiento de trastornos neurológicos, basada en hallazgos de otros coronavirus, el surgimiento de series de casos, evidencia emergente de afectación del sistema nervioso central por el COVID-19, y la identificación de los mecanismos por los cuales esto podría ocurrir. Se han planteado preocupaciones similares con respecto a las secuelas psiquiátricas de COVID-19, con evidencia que muestra que los sobrevivientes tienen mayor riesgo de experimentar trastornos del estado de ánimo y ansiedad en los 3 meses posteriores a la infección. 

¿Por qué es importante?

El estudio que analizaremos a continuación fue publicado el 6 de abril de 2021 en The Lancet, y proporciona las primeras estimaciones significativas de los riesgos de las principales afecciones neurológicas y psiquiátricas en los 6 meses posteriores al diagnóstico de COVID-19, utilizando los registros médicos electrónicos de más de 236.000 pacientes con COVID-19. Su incidencia y cocientes de riesgo son informados en comparación con los pacientes que habían tenido influenza u otras infecciones del tracto respiratorio. Tras el análisis de sus resultados queda demostrado que tanto la incidencia como los índices de riesgo fueron mayores en los pacientes que requirieron hospitalización o ingreso en la unidad de terapia intensiva (UTI) y en los que presentaron encefalopatía (delirio y otros estados mentales alterados) durante la enfermedad en comparación con los que no lo hicieron (Taquet et al., 2021).

Esta información podría ayudar en la planificación del servicio y la identificación de las prioridades de investigación. 

¿Qué metodología utilizaron?

Los investigadores realizaron un estudio de cohorte retrospectivo y utilizaron datos obtenidos de la red de historias clínicas electrónicas TriNetX (con más de 81 millones de pacientes). La cohorte primaria estuvo compuesta por: 236.379 pacientes que tenían un diagnóstico de COVID-19; una cohorte de control emparejada incluyó 105.579 pacientes diagnosticados con influenza, y otra cohorte de control emparejada incluyó 236.038 pacientes diagnosticados con cualquier infección del tracto respiratorio, incluida la influenza, en el mismo período. 

Los pacientes con un diagnóstico de COVID-19 o una prueba positiva para SARS-CoV-2 fueron excluidos de las cohortes de control. Todas las cohortes incluyeron pacientes mayores de 10 años que tuvieron un evento índice el 20 de enero de 2020 o después, y que aún estaban vivos el 13 de diciembre de 2020. 

La cohorte COVID-19 se dividió en subgrupos de pacientes:

  1. Que no fueron hospitalizados (190.077 pacientes)
  2. Que fueron hospitalizados dentro de una ventana de tiempo desde 4 días antes de su diagnóstico de COVID-19 (estimado como el tiempo que podría tomar entre la presentación clínica y la confirmación) hasta 2 semanas después (46.302 pacientes)
  3. Que requirieron ingreso a la UTI durante ese período (8945 pacientes)
  4. Que recibieron un diagnóstico de encefalopatía (diagnóstico de delirio u otras formas de alteración del estado mental durante esa ventana; 6.229 pacientes).

La encefalopatía fue definida como la presencia de cualquiera de los siguientes códigos de diagnóstico entre 4 días antes y 2 semanas después del diagnóstico de COVID-19:

  • Otras encefalopatías y las no especificadas
  • Delirio
  • Otros trastornos mentales debidos a una afección fisiológica conocida
  • Trastornos de la personalidad y del comportamiento debidos a una condición fisiológica conocida
  • Desorientación
  • Somnolencia
  • Estupor

La combinación de estos códigos de diagnóstico tenía como objetivo capturar varias presentaciones clínicas de encefalopatía que pueden representar un cambio con respecto al estado cognitivo inicial. La elección del término «encefalopatía» para caracterizar esta cohorte refleja tanto el hecho de que otros códigos son manifestaciones clínicas de encefalopatía, y el hecho de que la encefalopatía fue el código más prevalente utilizado en esta cohorte (presente en el 66,0% de los pacientes con COVID-19).

El equipo de investigación estimó la incidencia de 14 resultados neurológicos y psiquiátricos en los 6 meses posteriores a un diagnóstico confirmado de COVID-19: 

  • Hemorragia intracraneal
  • Accidente cerebrovascular isquémico
  • Parkinsonismo
  • Síndrome de Guillain-Barré 
  • Trastornos de nervios, raíces nerviosas y plexos
  • Unión mioneural y enfermedad muscular
  • Encefalitis
  • Demencia
  • Trastornos psicóticos, del estado de ánimo y de ansiedad (agrupados y separados)
  • Trastorno por uso de sustancias
  • Insomnio

Utilizando un modelo de Cox, los investigadores compararon las incidencias con las de las cohortes de pacientes con influenza u otras infecciones del tracto respiratorio emparejadas por puntajes de propensión. Investigamos cómo estas estimaciones se vieron afectadas por la gravedad de COVID-19, representada por la hospitalización, la admisión a la unidad de terapia intensiva (UTI) y la encefalopatía (delirio y trastornos relacionados). Evaluaron la solidez de las diferencias en los resultados entre cohortes repitiendo el análisis en diferentes escenarios. Para proporcionar una evaluación comparativa de la incidencia y el riesgo de secuelas neurológicas y psiquiátricas, comparamos nuestra cohorte primaria con cuatro cohortes de pacientes diagnosticados en el mismo período con eventos índice adicionales: infección de la piel, urolitiasis, fractura de un hueso grande y embolia pulmonar.

¿Qué encontraron?

Entre 236.379 pacientes diagnosticados con COVID-19, la incidencia estimada de un diagnóstico neurológico o psiquiátrico en los 6 meses siguientes fue de 33·62% (IC 95% 33·17–34·07), con 12·84% (12·36-13·33) recibiendo su primer diagnóstico de este tipo. Para los pacientes que habían sido admitidos en una UTI, la incidencia estimada de un diagnóstico fue del 46·42% (44·78–48·09) y para un primer diagnóstico fue del 25·79% (23·50–28·25). 

Con respecto a los diagnósticos individuales de los resultados del estudio, toda la cohorte de COVID-19 tenía incidencias estimadas de 0·56% (0·50–0·63) para hemorragia intracraneal, 2·10% (1·97-2·23) para accidente cerebrovascular, 0·11% (0·08–0·14) para el parkinsonismo, 0·67% (0·59–0·75) para la demencia, 17·39% (17·04–17·74) para el trastorno de ansiedad y 1·40% (1·30–1·51) para trastorno psicótico, entre otros. En el grupo con ingreso a la UTI, las incidencias estimadas fueron 2·66% (2·24-3·16) para hemorragia intracraneal, 6·92% (6·17–7·76) para accidente cerebrovascular isquémico, 0·26% (0·15–0·45) para parkinsonismo, 1·74% (1·31–2·30) para demencia, 19·15% (17·90–20·48) para trastorno de ansiedad y 2·77% (2·31-3·33) para el trastorno psicótico. 

La mayoría de las categorías de diagnóstico fueron más comunes en los pacientes que tenían COVID-19 que en los que tenían influenza (índice de riesgo 1·44, IC del 95%: 1·40–1·47, para cualquier diagnóstico; 1·78, 1·68–1·89, para cualquier primer diagnóstico) y aquellos que tenían otras infecciones del tracto respiratorio (1·16, 1·14–1·17, para cualquier diagnóstico; 1·32, 1·27–1·36, para cualquier primer diagnóstico). 

Al igual que con las incidencias, los IR fueron más altos en los pacientes que tenían COVID-19 más grave (por ejemplo, los ingresados ​​en la UTI en comparación con los que no lo eran: 1·58, 1·50–1·67, para cualquier diagnóstico; 2·87, 2·45–3·35, para cualquier primer diagnóstico). 

Los resultados fueron robustos ante varios análisis de sensibilidad y evaluación comparativa contra los cuatro eventos de salud índice adicionales.

¿Cómo se interpretan estos hallazgos?

Se han predicho e informado varios resultados neurológicos y psiquiátricos adversos después de COVID-19. Los datos presentados en este estudio, de una gran red de registros médicos electrónicos, respaldan estas predicciones y proporcionan estimaciones de la incidencia y el riesgo de estos resultados en pacientes que tenían COVID-19 en comparación con cohortes emparejadas de pacientes con otras afecciones de salud que ocurren simultáneamente con la pandemia de COVID-19.

El presente estudio proporciona evidencia de morbilidad neurológica y psiquiátrica sustancial en los 6 meses posteriores a la infección por COVID-19. 

La gravedad de COVID-19 tuvo un efecto claro en los diagnósticos neurológicos posteriores. En general, el COVID-19 se asoció con un mayor riesgo de resultados neurológicos y psiquiátricos, pero la incidencia y el índice de riesgo de estos fueron mayores en los pacientes que habían requerido hospitalización, y notablemente en aquellos que habían requerido ingreso a la UTI o habían desarrollado encefalopatía, incluso después de una extensa correspondencia de la puntuación de propensión para otros factores (como la edad o enfermedad cerebrovascular previa). Los posibles mecanismos para esta asociación incluyen la invasión viral del sistema nervioso central, estados de hipercoagulabilidad, y los efectos neuronales de la respuesta inmune. Sin embargo, la incidencia y el riesgo relativo de diagnósticos neurológicos y psiquiátricos también aumentaron incluso en pacientes con COVID-19 que no requirieron hospitalización.

Algunos diagnósticos neurológicos específicos merecen una mención individual. El riesgo de eventos cerebrovasculares (accidente cerebrovascular isquémico y hemorragia intracraneal) se elevó después del COVID-19, y la incidencia de accidente cerebrovascular isquémico aumentó a casi uno de cada diez (o tres de cada 100 para un primer accidente cerebrovascular) en pacientes con encefalopatía. Se ha informado un aumento similar del riesgo de accidente cerebrovascular en pacientes que tenían COVID-19 en comparación con aquellos que tenían influenza. Un estudio anterior informó evidencia preliminar de una asociación entre COVID-19 y demencia (Taquet et al., 2021). Los datos de este estudio apoyan tal asociación. Aunque la incidencia estimada fue modesta en toda la cohorte de COVID-19, el 2·66% de los pacientes mayores de 65 años y el 4·72% que tenían encefalopatía, recibieron un primer diagnóstico de demencia dentro de los 6 meses de haber tenido COVID-19. 

Las asociaciones entre COVID-19 y los diagnósticos cerebrovasculares y neurodegenerativos son preocupantes, y se requiere información sobre la gravedad y el curso posterior de estas enfermedades.

También se han planteado preocupaciones sobre los síndromes parkinsonianos posteriores al COVID-19, impulsados ​​por la epidemia de encefalitis letárgica que siguió a la pandemia de influenza de 1918.27 Nuestros datos apoyan esta posibilidad, aunque la incidencia fue baja y no todos los HR fueron significativos. El parkinsonismo puede ser un resultado tardío, en cuyo caso podría surgir una señal más clara con un seguimiento más prolongado.

Los hallazgos con respecto a la ansiedad y los trastornos del estado de ánimo fueron ampliamente consistentes con los de estudios anteriores y mostraron que el índice de riesgo permaneció elevado, aunque disminuyendo, en el período de seis meses. 

A diferencia del estudio anterior, y de acuerdo con las sugerencias previas, también observaron un riesgo significativamente mayor de trastornos psicóticos, probablemente reflejando el tamaño de muestra más grande y la duración más larga del seguimiento reportado. 

Los trastornos por uso de sustancias y el insomnio también fueron más comunes en los sobrevivientes de COVID-19 que en aquellos que tenían influenza u otras infecciones del tracto respiratorio (excepto por la incidencia de un primer diagnóstico de trastorno por uso de sustancias después del COVID-19 en comparación con otras infecciones del tracto respiratorio). Por lo tanto, al igual que con los resultados neurológicos, las secuelas psiquiátricas del COVID-19 parecen generalizadas y persisten hasta, y probablemente, más allá de los 6 meses. En comparación con los trastornos neurológicos, los trastornos psiquiátricos comunes (trastornos del estado de ánimo y de ansiedad) mostraron una relación más débil con los marcadores de gravedad del COVID-19 en términos de incidencia o índice de riesgo. Esto podría indicar que su aparición refleja, al menos en parte, las implicaciones psicológicas y de otro tipo de un diagnóstico de COVID-19 en lugar de ser una manifestación directa de la enfermedad.

Los índices de riesgo para la mayoría de los resultados neurológicos fueron constantes y, por lo tanto, los riesgos asociados con COVID-19 persistieron hasta el punto de tiempo de 6 meses. Se necesitan estudios a más largo plazo para determinar la duración del riesgo y la trayectoria de los diagnósticos individuales.

Precaución: análisis sobre encefalopatía (delirios y afecciones relacionadas)

Incluso entre los pacientes que fueron hospitalizados, solo alrededor del 11% recibió este diagnóstico, cuando se esperarían tasas mucho más altas. El subregistro del delirio durante la enfermedad aguda es bien conocido y probablemente significa que los casos diagnosticados tenían características prominentes o sostenidas; como tal, los resultados para este grupo no deben generalizarse a todos los pacientes con COVID-19 que experimentan delirio. 

Señalan también los investigadores que la encefalopatía no es solo un marcador de gravedad, sino un diagnóstico en sí mismo, que podría predisponer o ser un signo temprano de otros resultados neuropsiquiátricos o neurodegenerativos observados durante el seguimiento. 

El momento de los eventos índice fue tal que la mayoría de las infecciones por influenza y muchas de las otras infecciones del tracto respiratorio ocurrieron antes durante la pandemia, mientras que la incidencia de diagnósticos de COVID-19 aumentó con el tiempo. El efecto de estas diferencias temporales en las tasas observadas de secuelas no está claro pero, en todo caso, es probable que subestimen los índices de riesgo porque los casos de COVID-19 se diagnosticaron en un momento en que todos los demás diagnósticos se hicieron con una tasa más baja en la población. 

Además, es probable que algunos pacientes de las cohortes de comparación hayan tenido COVID-19 no diagnosticado; esto también tendería a subestimar los resultados del estudio. Una investigación de este tipo solo puede mostrar asociaciones; los esfuerzos para identificar los mecanismos y evaluar la causalidad requerirán estudios de cohortes prospectivos y diseños de estudios adicionales.

En síntesis

Haber padecido COVID-19 se asoció sólidamente con un mayor riesgo de trastornos neurológicos y psiquiátricos en los 6 meses posteriores al diagnóstico. Dado el tamaño de la pandemia y la cronicidad de muchos de los diagnósticos y sus consecuencias (como la demencia, el accidente cerebrovascular y la hemorragia intracraneal), es probable que se produzcan efectos sustanciales en los sistemas de atención sanitaria y social. Estos datos proporcionan evidencia importante que indica la escala y la naturaleza de los servicios que podrían ser necesarios. También destacan la necesidad de un mejor seguimiento neurológico de los pacientes que fueron admitidos en la UTI o que tuvieron encefalopatía durante su enfermedad por COVID-19.

Referencia bibliográfica:

  • Taquet, M., Geddes, J. R., Husain, M., Luciano, S., Harrison, P. J., (2021). 6-month neurological and psychiatric outcomes in 236 379 survivors of COVID-19: a retrospective cohort study using electronic health records. The Lancet Psychiatry. DOI:https://doi.org/10.1016/S2215-0366(21)00084-5
  • Taquet, M., Luciano, S., Geddes, J. R., & Harrison, P. J. (2021). Bidirectional associations between COVID-19 and psychiatric disorder: retrospective cohort studies of 62 354 COVID-19 cases in the USA. The Lancet. Psychiatry, 8(2), 130-140. https://doi.org/10.1016/S2215-0366(20)30462-4

Fuente: The Lancet

💌 ¿Te gustó este artículo? Recibe más como este en tu correo. Suscríbete al boletín gratuito.

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

La distorsión de la percepción del cuerpo se manifiesta incluso de forma inconsciente en la anorexia nerviosa

  • Maria Fernanda Alonso
  • 07/04/2021

Las personas con anorexia nerviosa sobreestiman las dimensiones de su cuerpo. Esta característica del trastorno es entendida como una percepción distorsionada de la imagen corporal, esto es la parte consciente de la percepción corporal. Recientemente, un equipo de investigadores encontró que tal distorsión puede extenderse también a la percepción corporal inconsciente, es decir, al esquema corporal (Beckmann et al., 2020), una función que suele ser flexible y que se adapta a las dimensiones actuales de la persona (por eso es que normalmente no chocamos con cosas cuando llevamos una mochila o un sombrero).

¿Qué metodología usaron?

Los investigadores realizaron un experimento del que participaron 23 personas con anorexia nerviosa y 23 voluntarios sanos. Para no influir en los resultados, utilizaron una historia de portada de tal forma que se creyera que la investigación no tenía nada que ver con el propósito real del estudio. 

El experimento consistió en pedir a los sujetos que pasaran por marcos de puertas de diferentes anchos. La apertura se adaptó al ancho de los hombros de los sujetos y varió entre 0,9 y 1,45 veces este ancho. Luego, los investigadores observaron desde qué ancho de puerta giraban los participantes hacia los lados antes de pasar la puerta.

¿Qué encontraron?

Las personas con anorexia nerviosa giraban los hombros hacia un lado con puertas mucho más anchas que los sujetos de control (sanos). Explican los autores que esto se debe a que los pacientes con anorexia también evalúan inconscientemente que sus proporciones son más grandes de lo que realmente son. 

La tendencia a girar en puertas más anchas también estuvo acompañada de una evaluación negativa del propio cuerpo, estos hallazgos surgieron de varios cuestionarios aplicados por los investigadores. 

Tratamiento: realidad virtual y terapia cognitivo conductual

Para tener una influencia positiva en la percepción corporal inconsciente distorsionada y adaptar el esquema corporal posiblemente desactualizado de la persona a sus proporciones físicas actuales, los autores recomiendan utilizar la realidad virtual junto con la terapia cognitivo-conductual. Esto hace posible entrar virtualmente en el cuerpo de otra persona durante un cierto período de tiempo e influir en la representación del cuerpo. Otros investigadores señalan la necesidad de un abordaje amplio, ya que estos pacientes no suelen responder como se espera a los tratamientos estándares.

Referencia bibliográfica: Beckmann, N., Baumann, P., Herpertz, S., Trojan, J., & Diers, M. (2020). How the unconscious mind controls body movements: Body schema distortion in anorexia nervosa. The International Journal of Eating Disorders. https://doi.org/10.1002/eat.23451

Fuente: Eurekaalert

💌 ¿Te gustó este artículo? Recibe más como este en tu correo. Suscríbete al boletín gratuito.

  • Apps para psicólogos

FormatPDF, un convertidor online que te ahorrará mucho trabajo

  • Maria Fernanda Alonso
  • 01/04/2021

A veces, la parte más frustrante de hacer un trabajo o investigación para la facultad no tiene tanto que ver con el tema de estudio, sino con presentarlo en el formato correcto. Para ahorrarte el dolor de cabeza puedes usar el convertidor de FormatPDF, un software que ofrece todas las herramientas necesarias para que modifiques, crees, transformes y comprimas PDFs, fácil y totalmente online. Esto significa que no tendrás que instalar ninguna aplicación y podrás utilizarlo desde cualquier dispositivo con conexión a internet.

Un convertidor muy versátil

Un PDF es un formato de archivo universal que conserva la apariencia del documento original, con independencia del dispositivo y la plataforma. Los archivos en PDF pueden imprimirse con facilidad, pero suelen ser difíciles de modificar.

En esta plataforma encontrarás las herramientas para convertir a PDF (y desde PDF) formatos como .doc, .docx, .jpg, .jpeg, .png, .xls, .xlsx, .ePub, .ppt, .pptx, .odt, .tiff y .djvu, entre otros.

¿Lo mejor? Para cada acción que debas realizar, la herramienta de PDF online te acompaña con una pequeña guía de los pasos a seguir y, de todos modos, el proceso resulta completamente intuitivo y amigable para cualquier usuario. Es tan fácil como subir el documento y realizar la modificación que necesites.

¿Tienes varios PDF y te gustaría que estén todos juntos, en un único archivo?

La plataforma cuenta con una herramienta que te permite combinar y unir todos tus ficheros para luego descargar un único archivo que podrás guardar en cualquier dispositivo. También podrás comprimir, ordenar e incluso editar, este nuevo archivo, y todo esto sin necesidad de programas adicionales. De hecho, todos estos procesos tienen lugar en la nube, por lo que no gastarás recursos de tu dispositivo mientras se crea el nuevo archivo. Algo muy importante es que este software está desarrollado para fusionar los archivos sin dejar marca de agua ni publicidad, por lo que puedes usarlo sin preocuparte por eso.

FormatPDF garantiza que solamente tú tendrás acceso al resultado del archivo al usar este conversor, así como también, serás el único que podrá ver los documentos que subas durante el proceso de conversión. Pasado un tiempo, tus ficheros serán borrados del servidor, de manera que debes asegurarte de guardarlos en tu dispositivo para no perderlos.

Convertir un archivo a PDF (y viceversa) ha dejado de ser una pesadilla. Y lo mejor es que si necesitas hacer otras modificaciones como cambios en el documento, añadir una firma digital, ordenar o proteger archivos, puedes hacerlo todo ¡en un mismo lugar, completamente online, gratis y sin necesidad de registrarte creando una cuenta! 

¿Mi sugerencia? Agrega esta plataforma a tu barra de favoritos para tener las soluciones a los problemas de formato al alcance de un clic.

💌 ¿Te gustó este artículo? Recibe más como este en tu correo. Suscríbete al boletín gratuito.

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

¿Tendrá la COVID-19 efectos a largo plazo en el cerebro?

  • Maria Fernanda Alonso
  • 01/04/2021

¿Podría relacionarse, en un futuro cercano, el haber padecido COVID con la afectación del cerebro y al sistema nervioso central? Décadas de datos otorgan respaldo suficiente a la hipótesis que considera esto posible, por lo que un consorcio internacional de investigadores estudiará durante los próximos dos o tres años tales efectos con la orientación técnica de la Organización Mundial de la Salud (OMS) (de Erausquin et al., 2021).

La COVID-19, enfermedad producida por el virus SARS-CoV-2, afecta al cerebro y al sistema nervioso central, lo cual puede manifestarse a través de síntomas neurológicos como la pérdida del olfato, la pérdida del gusto y dolores de cabeza con distinta intensidad, entre otros. Hasta el momento tanto los profesionales de la salud como la OMS informan que tales síntomas pueden persistir incluso meses después de haber transitado la enfermedad.

Los investigadores señalan que desde la pandemia de gripe de 1917 y 1918, muchas de las enfermedades similares a la gripe se han asociado con trastornos cerebrales, incluyendo virus respiratorios como el H1N1 y el SARS-CoV. Según estos profesionales, cada vez está más claro que el daño causado por la pandemia no se limitará a los efectos agudos, como el delirio en el hospital, sino que tendrá consecuencias crónicas que afectarán la calidad de vida y la independencia de muchas personas.

La pregunta es en qué grado y bajo qué forma. Incluso las infecciones leves por COVID-19 pueden tener efectos negativos en el cerebro a largo plazo, sostuvieron los miembros del equipo de investigación. El historial médico poco reconocido de estos virus durante el último siglo sugiere un fuerte vínculo con las enfermedades cerebrales que afectan la memoria y el comportamiento. Saber esto deja ver la necesidad imperiosa de realizar investigaciones con el objeto de averiguar cómo afectará la COVID a largo plazo y el alcance de sus efectos. 

La Alzheimer’s Association está financiando el trabajo inicial de un consorcio de expertos de más de 30 países para comprender cómo esta condición aumenta el riesgo, la gravedad, el ritmo y la progresión de enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer y enfermedades psiquiátricas, incluida la depresión. Los miembros del consorcio inscribirán a los participantes del estudio seleccionados de un grupo de millones de casos confirmados de COVID-19 documentados en hospitales de todo el mundo. Un segundo grupo de inscritos estará formado por personas que participan en estudios de investigación internacionales existentes. Los participantes serán evaluados en una serie de medidas en su cita inicial y nuevamente a los seis, nueve y 18 meses. Estas medidas incluyen la cognición, el comportamiento y, cuando sea posible, los volúmenes cerebrales medidos por imágenes de resonancia magnética.

Cómo se infiltra el virus en el cerebro

El coronavirus ingresa a las células a través de receptores llamados ACE2, cuya mayor concentración se encuentra en el bulbo olfatorio, la estructura del cerebro involucrada en el sentido del olfato. Las células olfativas son muy susceptibles a la invasión viral y son atacadas particularmente por el SARS-CoV-2, y es por eso que uno de los síntomas prominentes de COVID-19 es la pérdida del olfato.

El bulbo olfatorio se conecta con el hipocampo, una estructura del cerebro principalmente responsable de la memoria a corto plazo. Cuando el virus invade el cerebro, su rastro conduce casi directamente al hipocampo. Los expertos creen que esa es una de las fuentes del deterioro cognitivo observado en los pacientes con COVID-19. Y quizás, esta sea la razón por la que habrá un deterioro cognitivo acelerado con el tiempo en los individuos susceptibles.

Desde dónde parte la investigación que se está realizando:

  • La administración intranasal de SARS-CoV-2 en ratones da como resultado una rápida invasión del cerebro.
  • El dolor de cabeza, la hipogeusia (disminución de la capacidad para saborear) y la anosmia (pérdida del olfato) parecen preceder a la aparición de los síntomas respiratorios en la mayoría de los pacientes afectados.
  • El SARS-CoV-2 se puede encontrar en el cerebro post-mortem.
  • Las imágenes cerebrales anormales que pueden caracterizarse por la aparición de lesiones en diferentes regiones del cerebro, y la aparición de otros cambios cerebrales anormales que pueden influir en la presentación clínica, han surgido como una característica importante de la COVID-19 en todas partes del mundo.
  • Se observaron imágenes anormales en un individuo cuyo único síntoma fue la pérdida del olfato.

Referencia bibliográfica: de Erausquin, G. A., Snyder, H., Carrillo, M., Hosseini, A. A., Brugha, T. S., Seshadri, S., & CNS SARS-CoV-2 Consortium. (2021). The chronic neuropsychiatric sequelae of COVID-19: The need for a prospective study of viral impact on brain functioning. Alzheimer’s & Dementia: The Journal of the Alzheimer’s Association. https://doi.org/10.1002/alz.12255

Fuente: Science Daily

💌 ¿Te gustó este artículo? Recibe más como este en tu correo. Suscríbete al boletín gratuito.

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Practicar pequeños rituales cotidianos puede ayudarte a reducir la soledad

  • Maria Fernanda Alonso
  • 24/03/2021

En tiempos donde el distanciamiento (y en ocasiones el aislamiento) son aconsejados, crear y sostener rituales personales puede ayudarte a sentirte menos solitario. Según un nuevo estudio, adoptar rituales especiales para que las tareas cotidianas sean más significativas puede aliviar los sentimientos de soledad (Wang, et al., 2021).

¿Por qué es importante?

Las personas que experimentan soledad suelen sentir que sus vidas carecen de sentido. Los rituales dan significado, otorgan un propósito y, en su mayoría ocurren en entornos de celebración, grupos sociales o religiosos y se basan en valores culturales compartidos y los refuerzan. Con la búsqueda de una estructura en medio de tanto caos, algo tan simple como la manera de preparar un té, siempre que sea interpretado como un ritual, puede hacer que la experiencia sea más significativa, y esto hace que las personas se sientan menos solas.

Los rituales también son una parte importante de la cultura de consumo. En este caso, no se basan en valores culturales compartidos y pueden ser creados por especialistas en marketing o consumidores individuales. Los especialistas en marketing saben desde hace mucho tiempo que los rituales facilitan las relaciones con los consumidores y las marcas y entre los propios consumidores.

¿Qué metodología usaron?

Para averiguar si los rituales en torno a los productos de consumo cotidianos también podrían ayudar a las personas a sentirse menos solas al imbuir el uso de los productos con significado, el equipo de investigadores entrevistó a los participantes con preguntas diseñadas para evaluar su grado de soledad crónica.

Luego, les dijeron que los consumidores a menudo adoptan rituales en torno al consumo de productos cotidianos. Preguntaron acerca de los rituales que practican los participantes y les pidieron que imaginaran o que realmente usaran el producto de una manera ritualista, o que interactuaran con el producto de la manera por lo general lo hacían.

¿Qué encontraron?

Los participantes que experimentaron la soledad más crónica también participaron habitualmente en la mayoría de los rituales relacionados con los productos de consumo. Además, aquellos que completaron actividades que los investigadores diseñaron para inducir la soledad se sintieron menos solos después de completar un acto real o imaginario de consumo ritualizado. También indicaron que sentían que su vida tenía más sentido después de la acción.

Los consumidores pueden involucrarse más fuertemente con las marcas que crean rituales en torno a la compra o el uso de productos porque encuentran significado y un sentido de comunidad, revela el estudio. Los autores también sugieren que los gobiernos pueden hacer más para reducir la soledad generalizada mediante la promoción de rituales que no incluyan opciones de productos particulares y cuyo objetivo sea dar significado a vidas carentes de ello.

Aunque los participantes se sintieron menos solos inmediatamente después de usar el producto, los investigadores no hicieron un seguimiento para determinar cuánto tiempo duró este sentimiento.

Finalmente, destacaron que los rituales de consumo idiosincrásicos podrían no ser aconsejables para las personas con trastornos obsesivo-compulsivos.

Referencia bibliográfica: Xuehua Wang, Yixia Sun, Thomas Kramer. Ritualistic Consumption Decreases Loneliness by Increasing Meaning. Journal of Marketing Research, 2021; 002224372199342 DOI: 10.1177/0022243721993426

Fuente: Science Daily

💌 ¿Te gustó este artículo? Recibe más como este en tu correo. Suscríbete al boletín gratuito.

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Jugar videojuegos puede ayudar más de lo que creías

  • Maria Fernanda Alonso
  • 16/03/2021

“Los videojuegos son malos para los niños; les destruyen la cabeza, quedan embobados.”

No recuerdo la cantidad de veces que escuché palabras como estas, pero, ¿es justo el énfasis puesto en la demonización de los videojuegos? ¿Estamos seguros de que nada bueno puede salir de ellos? Y no hablo precisamente del tiempo de respiro que pueden obtener las y los cuidadores cuando los niños están súper entretenidos frente a una pantalla. ¿Tiene algún beneficio la actividad de jugar videojuegos? Veamos qué dice la ciencia al respecto:

Desarrollando habilidades

  • Las investigaciones han encontrado que personas que juegan videojuegos como Fortnite o Rocket League tienen una mayor agudeza visual, lo que significa que pueden realizar un seguimiento de varios objetos en movimiento a la vez, o incluso ver cosas en la niebla o la lluvia que otros no pueden.
  • Cuando vigilas a tus enemigos, agarras el mejor botín y cambias tus herramientas sin siquiera mirar el controlador, esencialmente estás flexionando tu cerebro. A tu cerebro le encantan los desafíos como este y, de hecho, puede crecer jugando videojuegos (Kühn et al., 2013). Es una de las razones por las que los jugadores de videojuegos son mejores cirujanos (Rosser et al., 2007) y por qué algunos médicos incluso usan videojuegos para calentar antes de grandes cirugías (Marriott, 2005).
  • También se ha encontrado que la perseverancia que usas en los videojuegos, y el aprender a no darse por vencido, demuestran que el trabajo duro te ayudará a lograr tus objetivos, tanto dentro como fuera del videojuego («The relationship between video game use and a performance-based measure of persistence», 2013).
  • Pero el trabajo duro no es suficiente para tener éxito en los videojuegos: también hay que jugar de forma inteligente. Vencer a otro jugador realmente bueno no es tan simple como usar la misma estrategia una y otra vez. En cambio, los videojuegos te entrenan para resolver problemas considerando y probando diferentes soluciones. Y esto te hace dar cuenta de que resolver problemas puede ser realmente divertido. Jugar videojuegos puede enseñarte habilidades de pensamiento crítico que, combinadas con el trabajo duro, te traerán mucho éxito.
  • Y si nos enfocamos en el aspecto social, los videojuegos ofrecen un ámbito donde puedes hacer nuevos amigos, e incluso pasar tiempo con tus amigos de siempre, especialmente en momentos en los que es posible que no puedas verlos en la escuela o en su casa (Eden et al., 2020). Los videojuegos brindan a los amigos un patio de recreo digital donde se fomenta y a menudo se requiere ayudar y compartir (Velez & Ewoldsen 2013). Ayudarse unos a otros a construir el fuerte más grande y mejor, o revivir a un compañero de equipo cuando está caído, fortalece las amistades (Verheijen, et al., 2018) e incluso puede ayudar a reparar las que se han roto (Velez, et al., 2012). Esto se debe a que, incluso si se trata de «solo un juego», es más probable que los compañeros de equipo que se ayudan entre sí en los videojuegos se ayuden entre sí en el mundo real (Velez, 2015) y también ayuden más a los extraños (Greitemeyer, T., Cox, C., 2013). Jugar en equipo puede enseñarte habilidades para trabajar en equipo.

¿Estás preparado para los desafíos fuera de los videojuegos?

Encender la consola y adentrarse en un videojuego puede hacerte sentir poderoso, a cargo y popular, rápidamente (Przybylski A. K., Weinstein, N., 2019). Pero los juegos son un poco como jugar a la vida en la configuración más sencilla. La vida real tiende a ser más desafiante.

Jugar un juego en la configuración más fácil suele aburrirnos, pero se vuelve divertido cuando aumenta la dificultad. Por la misma razón, la vida puede ser más gratificante que los videojuegos. ¿Estás preparado para enfrentarla?

Referencias bibliográficas:

  • Greitemeyer, T., Cox, C. (2013). There’s no “I” in team: Effects of cooperative video games on cooperative behavior. European Journal of Social Psychology https://doi.org/10.1002/ejsp.1940
  • Eden, A. L., Johnson, B. K., Reinecke, L., & Grady, S. M. (2020). Media for Coping During COVID-19 Social Distancing: Stress, Anxiety, and Psychological Well-Being. Frontiers in Psychology, 11, 577639. https://doi.org/10.3389/fpsyg.2020.577639
  • Kühn, S., Gleich, T., Lorenz, R. C., Lindenberger, U., & Gallinat, J. (2013). Playing Super Mario induces structural brain plasticity: gray matter changes resulting from training with a commercial video game. Molecular Psychiatry, 19(2), 265-271. https://doi.org/10.1038/mp.2013.120
  • Marriott, M. (2005, febrero 24). We Have to Operate, but Let’s Play First. The New York Times. https://www.nytimes.com/2005/02/24/technology/circuits/we-have-to-operate-but-lets-play-first.html
  • Rosser, J. C., Lynch, P. J., Cuddihy, L., Gentile, D. A., Klonsky, J., & Merrell, R. (2007). The Impact of Video Games on Training Surgeons in the 21st Century. Archives of surgery, 142(2), 181-186. https://doi.org/10.1001/archsurg.142.2.181
  • The influence of competitive and cooperative video games on behavior during play and friendship quality in adolescence. (2019). Computers in human behavior, 91, 297-304. https://doi.org/10.1016/j.chb.2018.10.023
  • The relationship between video game use and a performance-based measure of persistence. (2013). Computers & education, 60(1), 52-58. https://doi.org/10.1016/j.compedu.2012.07.003
  • Przybylski A. K., Weinstein, N. (2019). Investigating the Motivational and Psychosocial Dynamics of Dysregulated Gaming: Evidence From a Preregistered Cohort Study. Clinical Psychological Science. Volume: 7 issue: 6, page(s): 1257-1265 https://doi.org/10.1177/2167702619859341
  • Velez, J. A. (2015). Extending the theory of Bounded Generalized Reciprocity: An explanation of the social benefits of cooperative video game play. Computers in Human
  • Behavior, Volume 48, Pages 481-491. https://doi.org/10.1016/j.chb.2015.02.015
  • Velez, J. A., Ewoldsen, D. R. (2013). Helping Behaviors During Video Game Play. Journal of Media Psychology, 25, pp. 190-200. https://doi.org/10.1027/1864-1105/a000102.
  • Velez, J. A., Mahood, C., Ewoldsen D. R., Moyer-Gusé, E. (2012). Ingroup Versus Outgroup Conflict in the Context of Violent Video Game Play: The Effect of Cooperation on Increased Helping and Decreased Aggression. Communication Research. https://doi.org/10.1177/0093650212456202
  • Verheijen G. P., Stoltz S.E.M.J., van den Berg Y. H.M., Cillessen A.H.N. (2018). The influence of competitive and cooperative video games on behavior during play and friendship quality in adolescence. Computers in Human Behavior
  • Volume 91, Pages 297-304. https://doi.org/10.1016/j.chb.2018.10.023

Fuente: The Conversation

💌 ¿Te gustó este artículo? Recibe más como este en tu correo. Suscríbete al boletín gratuito.

Paginación de entradas

Anterior1…1314151617…91Próximo

Apoya a Psyciencia con tu membresía 💞.    

Únete a Psyciencia Pro
  • Inicia sesión
  • Tips para terapeutas
  • Podcast
  • Recursos
  • Webinars
  • Artículos
  • Dos ejercicios de respiración abdominal para trabajar con tus consultantes
  • pexels-photo-360438.jpeg
    No todo es psicología (11): eliminé la aplicación de Instagram 
  • Cuando el paciente está fusionado con ideales religiosos
  • white and blue health pill and tablet letter cutout on yellow surface
    8 Sencillos tips para mejorar tu salud (basados en la ciencia)
  • Criterios diagnósticos del trastorno límite de la personalidad
Psyciencia
  • Contáctanos
  • Publicidad
  • Nosotros
  • Publica
Psicologia y neurociencias en español todos los días

Ingresa las palabras de la búsqueda y presiona Enter.