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Publicaciones por autor

Maria Fernanda Alonso

909 Publicaciones
Soy miembro fundador y editora de contenido en Psyciencia.
  • Ciencia y Evidencia en Psicología

¿Qué relación existe entre la pérdida auditiva relacionada con la edad y el deterioro de las funciones cognitivas?

  • Maria Fernanda Alonso
  • 24/09/2020

La pérdida de audición relacionada con la edad (PARE) ha sido identificada como el factor de riesgo de demencia potencialmente más modificable. Este es un problema común para los adultos mayores, que conduce a dificultades de comunicación, aislamiento y deterioro cognitivo.

Un equipo de investigadores llevó a cabo una revisión sobre los efectos de PARE en áreas del cerebro involucradas en la percepción del habla, desde la corteza auditiva, a través de redes de atención, y hasta el sistema motor. El objetivo de su estudio, señalan, es inspirar investigaciones innovadoras e intervenciones novedosas para aliviar la pérdida auditiva y el deterioro cognitivo (Slade et al., 2020).

¿Por qué es importante? Escuchar en situaciones desafiantes, o cuando el sistema auditivo está dañado, sobrecarga los recursos corticales, y esto puede cambiar la forma en que el cerebro responde a situaciones cognitivamente exigentes en general. La PARE ha sido asociada con una tasa mayor de deterioro cognitivo y un mayor riesgo de desarrollar demencia; esta probabilidad aumenta con la gravedad de la pérdida auditiva. Esto resalta la necesidad de comprender la relación causal entre el sistema auditivo dañado, los cambios neuronales observados en la PARE y el deterioro cognitivo.

La prevalencia de la pérdida de la audición relacionada con la edad afecta a más del 40% de las personas mayores de 50 años, y llega a un 71% de las personas mayores de 70 años. Para la mayoría de las personas, esta es una parte relativamente normal del proceso de envejecimiento, pero algunas experimentan esfuerzo y dificultades para comprender el habla, lo que dificulta la comunicación y la socialización. Un mayor esfuerzo de escucha puede llevar a los adultos mayores a evitar la interacción social, exacerbar la soledad y la depresión y reducir el bienestar (Rutherford et al., 2018). Investigaciones recientes muestran, además, que la pérdida auditiva está asociada con el deterioro cognitivo y la demencia ((Livingston et al., 2017; Rutherford et al., 2018; Uchida et al., 2019).

¿Qué encontraron los autores? Tras la revisión de numerosos estudios, el equipo de investigación encontró que:

  • La pérdida auditiva ha sido identificada como el mayor factor de riesgo modificable para la demencia y el deterioro cognitivo, pero no está claro el vínculo causal entre estas dos condiciones que afectan principalmente a los adultos mayores.
  • La pérdida de audición relacionada con la edad comprende diversas disfunciones que afectan tanto la periferia auditiva, la corteza auditiva y la organización cortical global.
  • Existe evidencia de una asignación compensatoria de recursos neuronales, lo que sugiere una compensación cognitiva, que puede tener un impacto significativo en el funcionamiento cognitivo.
  • Se han propuesto varias hipótesis para explicar la posible relación entre el deterioro auditivo y cognitivo: unas sugieren que la relación se sustenta en la neurodegeneración general del envejecimiento; otras sugieren que el deterioro auditivo y la privación sensorial están relacionados causalmente con el deterioro cognitivo.
  • Las limitaciones en los métodos utilizados para cuantificar tanto la pérdida auditiva relacionada con la edad como el deterioro cognitivo pueden llevar a una sobreestimación o subestimación de la asociación entre la pérdida auditiva relacionada con la edad y el deterioro cognitivo.

En este punto, resulta importante señalar que la pérdida de audición no diagnosticada o no tratada puede dar lugar a un diagnóstico erróneo o una sobreestimación del nivel de deterioro cognitivo (Uchida et al., 2019). Explican los autores que esto puede deberse a la administración verbal de evaluaciones cognitivas, que dependen del procesamiento auditivo: es posible que las personas con pérdida auditiva malinterpreten o no puedan escuchar completamente las instrucciones de la tarea, lo que hará que su desempeño sea deficiente y resulte en un diagnóstico erróneo de deterioro cognitivo. De hecho, la investigación muestra que, cuando se reduce la audibilidad de los elementos de la prueba, o cuando existe ruido en el entorno de la prueba, las puntuaciones en las evaluaciones cognitivas son peores (Dupuis et al., 2015; Jorgensen et al., 2016; Lim & Loo, 2018). Debido a que escuchar con discapacidad auditiva requiere esfuerzo, los adultos mayores con pérdida auditiva pueden tener un peor desempeño en estas evaluaciones cognitivas basadas en la audición porque se dirigen más recursos cognitivos hacia la escucha, lo que deja menos recursos disponibles para el procesamiento cognitivo requerido para funcionar adecuadamente (Al-Yawer et al., 2019).

Sin embargo, hay que tener en cuenta que la relación entre la pérdida auditiva y el deterioro cognitivo se ha demostrado incluso cuando se utilizan tareas no auditivas para cuantificar las capacidades cognitivas (Jayakody et al., 2018; Wong et al., 2014).

Los autores señalan que aunque hay pruebas razonables de que la pérdida auditiva es un marcador de riesgo de deterioro cognitivo, todavía no está claro si existe un efecto causal de la pérdida auditiva sobre el deterioro cognitivo. Las investigaciones proporcionan distintas hipótesis sobre posibles mecanismos subyacentes y relaciones entre la pérdida auditiva, los cambios neuronales y la demencia.

Hipótesis de la causa común

Según esta propuesta, la manifestación comórbida de deterioro cognitivo y PARE es atribuible a una patología neurodegenerativa común. Esta hipótesis está respaldada por la evidencia de cambios paralelos en varios dominios perceptuales y cognitivos en adultos mayores; por ejemplo, disminución del deterioro cognitivo y disminución de la agudeza visual. Además, la atrofia cerebral observada tanto en el envejecimiento como en la PARE puede sugerir que la manifestación concurrente se debe al envejecimiento biológico que afecta el funcionamiento global. Sin embargo, también hay evidencia que apoya una relación causal en la que PARE exacerba el deterioro cognitivo en el envejecimiento: tanto las hipótesis de degradación de la información como de privación sensorial apoyan este punto de vista (Fischer et al., 2016).

Hipótesis de la degradación de la información o hipótesis de la carga cognitiva

La entrada auditiva degradada, como resultado de la periferia auditiva deteriorada, aumenta la demanda de recursos de procesamiento limitados. Numerosos modelos de memoria de trabajo y recursos cognitivos comparten la idea común de que estos recursos de procesamiento de información están limitados en la cantidad de información que puede ser atendida, retenida en la memoria y utilizada en cualquier momento en particular. Las situaciones en las que la calidad del habla se degrada por el ruido ambiental o la pérdida de audición aumentan el «esfuerzo de escucha» para procesar y comprender la señal auditiva. Por lo tanto, los recursos cognitivos limitados se desvían de otras tareas cognitivas hacia la escucha con esfuerzo, lo que resulta en recursos cognitivos agotados. Esta reasignación de recursos tiene efectos perjudiciales sobre las funciones cognitivas, que teóricamente podrían conducir a un deterioro cognitivo.

Según la evidencia, cuando escuchar es más difícil, se requieren recursos cognitivos adicionales para hacer frente a la demanda, lo que significa que se agotan los recursos para otros procesos cognitivos. Más evidencia en apoyo de esta hipótesis proviene de estudios sobre los efectos de los audífonos que ayudan a restaurar la percepción auditiva y así reducir la carga cognitiva. Por ejemplo, se descubrió que una intervención de 6 meses con audífonos mejora significativamente tanto la discapacidad auditiva percibida como el rendimiento de la memoria (Deal et al., 2017).

Hipótesis de la privación sensorial

Comparte algunos puntos conceptuales con la hipótesis de la degradación de la información, pero hace énfasis en que la reasignación crónica de los recursos cognitivos hacia la percepción auditiva a lo largo del tiempo debido a la privación sensorial a largo plazo en la PARE conduce al deterioro cognitivo. Esta hipótesis destaca que la privación prolongada conduce a una reorganización cortical compensadora y alteraciones neuronales que dificultan los procesos cognitivos y emocionales generales en favor de la percepción auditiva. La evidencia apoya la idea de alteraciones corticales en la PARE incluida una mayor dependencia de las regiones cerebrales frontales durante la percepción del habla, así como una reducción de la materia gris en la corteza auditiva con disminución de la capacidad auditiva.

Los investigadores han ampliado la hipótesis de la privación sensorial sugiriendo que, aunque la privación afecta la cognición directamente a través de una entrada sensorial inadecuada, también puede afectar la cognición indirectamente a través de una menor socialización y comunicación, o un aumento de la depresión La hipótesis propone que la interacción social reducida asociada con el aislamiento social y la depresión puede mediar la relación causal entre la pérdida auditiva y el deterioro cognitivo (Dawes et al., 2015).

Según esta perspectiva, los cambios neuronales que resultan de la pérdida de la audición relacionada con la edad, como la disminución de la activación de la corteza cingulada anterior (parte anterior de la corteza cingulada dentro de la corteza cerebral posiblemente involucrada en una multitud de procesos cognitivos complejos), pueden afectar directamente la regulación de las emociones y el estado de ánimo.

Los investigadores también sugieren que la discriminación por edad y el estigma asociado con la PARE y el envejecimiento pueden exacerbar los síntomas depresivos y reducir las interacciones sociales como resultado de la vergüenza o la disminución de la percepción de la propia capacidad (Pichora-Fuller et al., 2015).

Limitaciones: señalan los autores que existen limitaciones con la cuantificación tanto de la pérdida auditiva como de la capacidad cognitiva en la literatura actual, que conducen a la ambigüedad en la interpretación de la relación entre la pérdida auditiva y el deterioro cognitivo. La PARE se cuantifica con frecuencia mediante audiometría de tonos puros, que no captura las dificultades que experimentan los adultos mayores con el habla cuando hay ruido o la PARE neuronal. Esto puede llevar a una subestimación del vínculo entre la pérdida auditiva y el deterioro cognitivo si no se capta el efecto completo de la pérdida auditiva en la comunicación y en la capacidad para funcionar en la vida diaria.

La incorporación de pruebas de comprensión del habla con ruido en evaluaciones audiométricas estándar puede resultar valiosa para capturar la comprensión del habla, así como la agudeza auditiva. Comprender el alcance de las dificultades de comunicación en personas con PARE puede ayudarnos a entender la posible contribución de tales dificultades a la función cognitiva en el envejecimiento. Existe evidencia que sugiere que extender el rango de frecuencia de la audiometría clínica para evaluar la agudeza auditiva por encima de 8000 Hz puede ser beneficioso para predecir la PARE más temprano en la vida. Además, esta agudeza auditiva ampliada de alta frecuencia puede estar relacionada con la capacidad de los adultos mayores de comprender el habla cuando hay ruido.

Referencias bibliográficas:

Al-Yawer, F., Pichora-Fuller, M. K., & Phillips, N. A. (2019). The Montreal Cognitive Assessment After Omission of Hearing-Dependent Subtests: Psychometrics and Clinical Recommendations. Journal of the American Geriatrics Society, 67(8), 1689-1694. https://doi.org/10.1111/jgs.15940

Dawes, P., Emsley, R., Cruickshanks, K. J., Moore, D. R., Fortnum, H., Edmondson-Jones, M., McCormack, A., & Munro, K. J. (2015). Hearing loss and cognition: the role of hearing AIDS, social isolation and depression. PloS One, 10(3), e0119616. https://doi.org/10.1371/journal.pone.0119616

Deal, J. A., Betz, J., Yaffe, K., Harris, T., Purchase-Helzner, E., Satterfield, S., Pratt, S., Govil, N., Simonsick, E. M., Lin, F. R., & Health ABC Study Group. (2017). Hearing Impairment and Incident Dementia and Cognitive Decline in Older Adults: The Health ABC Study. The Journals of Gerontology. Series A, Biological Sciences and Medical Sciences, 72(5), 703-709. https://doi.org/10.1093/gerona/glw069

Dupuis, K., Pichora-Fuller, M. K., Chasteen, A. L., Marchuk, V., Singh, G., & Smith, S. L. (2015). Effects of hearing and vision impairments on the Montreal Cognitive Assessment. Neuropsychology, Development, and Cognition. Section B, Aging, Neuropsychology and Cognition, 22(4), 413-437. https://doi.org/10.1080/13825585.2014.968084

Fischer, M. E., Cruickshanks, K. J., Schubert, C. R., Pinto, A. A., Carlsson, C. M., Klein, B. E. K., Klein, R., & Tweed, T. S. (2016). Age-Related Sensory Impairments and Risk of Cognitive Impairment. Journal of the American Geriatrics Society, 64(10), 1981-1987. https://doi.org/10.1111/jgs.14308

Jayakody, D. M. P., Friedland, P. L., Eikelboom, R. H., Martins, R. N., & Sohrabi, H. R. (2018). A novel study on association between untreated hearing loss and cognitive functions of older adults: Baseline non-verbal cognitive assessment results. En Clinical Otolaryngology (Vol. 43, Número 1, pp. 182-191). https://doi.org/10.1111/coa.12937

Jorgensen, L. E., Palmer, C. V., Pratt, S., Erickson, K. I., & Moncrieff, D. (2016). The Effect of Decreased Audibility on MMSE Performance: A Measure Commonly Used for Diagnosing Dementia. Journal of the American Academy of Audiology, 27(4), 311-323. https://doi.org/10.3766/jaaa.15006

Lim, M. Y. L., & Loo, J. H. Y. (2018). Screening an elderly hearing impaired population for mild cognitive impairment using Mini-Mental State Examination (MMSE) and Montreal Cognitive Assessment (MoCA). International Journal of Geriatric Psychiatry, 33(7), 972-979. https://doi.org/10.1002/gps.4880

Livingston, G., Sommerlad, A., Orgeta, V., Costafreda, S. G., Huntley, J., Ames, D., Ballard, C., Banerjee, S., Burns, A., Cohen-Mansfield, J., Cooper, C., Fox, N., Gitlin, L. N., Howard, R., Kales, H. C., Larson, E. B., Ritchie, K., Rockwood, K., Sampson, E. L., … Mukadam, N. (2017). Dementia prevention, intervention, and care. The Lancet, 390(10113), 2673-2734. https://doi.org/10.1016/S0140-6736(17)31363-6

Pichora-Fuller, M. K., Mick, P., & Reed, M. (2015). Hearing, Cognition, and Healthy Aging: Social and Public Health Implications of the Links between Age-Related Declines in Hearing and Cognition. Seminars in Hearing, 36(3), 122-139. https://doi.org/10.1055/s-0035-1555116

Rutherford, B. R., Brewster, K., Golub, J. S., Kim, A. H., & Roose, S. P. (2018). Sensation and Psychiatry: Linking Age-Related Hearing Loss to Late-Life Depression and Cognitive Decline. The American Journal of Psychiatry, 175(3), 215-224. https://doi.org/10.1176/appi.ajp.2017.17040423

Slade, K., Plack, C. J., & Nuttall, H. E. (2020). The Effects of Age-Related Hearing Loss on the Brain and Cognitive Function. Trends in Neurosciences. https://doi.org/10.1016/j.tins.2020.07.005

Uchida, Y., Sugiura, S., Nishita, Y., Saji, N., Sone, M., & Ueda, H. (2019). Age-related hearing loss and cognitive decline – The potential mechanisms linking the two. Auris, Nasus, Larynx, 46(1), 1-9. https://doi.org/10.1016/j.anl.2018.08.010

Wong, L. L. N., Yu, J. K. Y., Chan, S. S., & Tong, M. C. F. (2014). Screening of cognitive function and hearing impairment in older adults: a preliminary study. BioMed Research International, 2014, 867852. https://doi.org/10.1155/2014/867852

Fuente: Pubmed

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Mayor prevalencia de TDAH en personas negras señala la necesidad de diagnósticos precisos y atención culturalmente apropiada

  • Maria Fernanda Alonso
  • 23/09/2020

En general, se estima que la prevalencia del trastorno por déficit de atención/hiperactividad (TDAH) es menor entre personas negras, comparadas con la población general; pero esta información suele recabarse en lugares donde las personas negras son grupos minoritarios y subrepresentados, como en los países de América del Norte y Europa. Un equipo de investigadores señala la importancia de estimar tal prevalencia en una muestra verdaderamente representativa de esta población, y con ese objetivo realizaron un estudio en el cual encontraron que dicha prevalencia alcanza hasta un 15% de las personas negras, y que las características sociodemográficas, conductas de riesgo, factores familiares y ambientales son señaladores de riesgo de prevalencia del TDAH (Cénat et al., 2020).

Destacan los autores que de esta investigación se desprende la necesidad de aumentar las evaluaciones, los diagnósticos precisos y la atención apropiada culturalmente.

Metodología: el equipo realizó una revisión sistemática y metaanálisis de 21 estudios revisados ​​por pares publicados hasta el 18 de octubre de 2019, utilizando las bases de datos APA PsycInfo, MEDLINE, Embase, Cochrane CENTRAL, CINAHL, ERIC y Education Source.

El criterio de selección de los estudios tuvo en cuenta que estuvieran redactados en idioma francés o inglés, que contaran con datos empíricos sobre la prevalencia del TDAH en muestras o submuestras de personas negras y hayan sido realizados en países con poblaciones minoritarias negras. Todos los estudios fueron analizados y pasaron una evaluación de calidad. En total, se incluyeron 24 muestras independientes y submuestras de 21 estudios publicados entre 1979 y 2020, que contaron con 154818 participantes negros. Todos los estudios incluidos se realizaron en Estados Unidos.

Resultados: tras su análisis, los autores encontraron que:

  • dos estudios que evaluaron a adultos (de 18 años o más),
  • 8 a niños (de 0 a 12 años),
  • 1 a adolescentes (de 13 a 17 años) y
  • 13 a niños y adolescentes.

La prevalencia combinada de TDAH fue del 14,54% (IC del 95%, 10,64% -19,56%).

Algunos de los estudios analizados encontraron factores de riesgo asociados con el TDAH, como características sociodemográficas (edad, sexo, raza y nivel socioeconómico), factores familiares, factores ambientales y conductas de riesgo, pero no fue posible realizar un análisis de moderación con los datos disponibles en el estudio presente.

Concluyen los investigadores que estos hallazgos sugieren que las personas de raza negra tienen un mayor riesgo de diagnóstico de TDAH que la población general de Estados Unidos, y destacan la necesidad de aumentar la evaluación y el seguimiento del TDAH entre las personas negras de diferentes orígenes sociales, ofrecer diagnósticos precisos y seguimientos culturalmente apropiados.

Referencia bibliográfica:

Cénat, J. M., Blais-Rochette, C., Morse, C., Vandette, M.-P., Noorishad, P.-G., Kogan, C., Ndengeyingoma, A., & Labelle, P. R. (2020). Prevalence and Risk Factors Associated With Attention-Deficit/Hyperactivity Disorder Among US Black Individuals: A Systematic Review and Meta-analysis. JAMA Psychiatry . https://doi.org/10.1001/jamapsychiatry.2020.2788

Fuente: Jama Network

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Medicamentos antihipertensivos vinculados con reducción del riesgo de depresión

  • Maria Fernanda Alonso
  • 22/09/2020

La Organización Mundial de la salud explica que cuanto más alta es la tensión arterial de una persona, mayor es el esfuerzo que debe realizar el corazón para bombear. La problemática más grave está dada por el hecho de que la mayoría de las personas que sufren de esta condición no tienen síntomas, pero si no es controlada, la hipertensión puede provocar un infarto de miocardio, un ensanchamiento del corazón y, a la larga, insuficiencia cardiaca

¿Por qué es importante? Investigaciones han encontrado que cerca del 30% de las personas con hipertensión u otros problemas cardiovasculares tienen depresión comórbida, y puede promover el desarrollo de demencia. Las personas con ambos trastornos tienen peores índices de mortalidad, una calidad de vida más pobre y necesitan más servicios de atención médica. Prevenir el desarrollo de depresión en personas con hipertensión y enfermedades cardiovasculares y cerebrovasculares es primordial, así como una reevaluación de las intervenciones y tratamientos utilizados para abordar estas condiciones.

Una investigación reciente encontró que los adultos que toman medicamentos para la presión arterial no tienen un mayor riesgo de depresión. De hecho, nueve de los 41 medicamentos evaluados en el estudio se asociaron con una menor incidencia de depresión (Kessing et al., 2020).

Los medicamentos que protegieron contra la depresión fueron amlodipino, atenolol, bisoprolol, carvedilol, enalapril, propranolol, ramipril, verapamilo y combinaciones de verapamilo.

Metodología: los investigadores usaron datos del registro de salud danés para evaluar la incidencia de depresión y el uso de medicamentos antihipertensivos entre todos los adultos daneses que no tenían antecedentes de depresión durante un período de 10 años a partir de enero de 2005.

Los participantes fueron divididos en grupos según el número de prescripciones antihipertensivas que recibieron durante el período de estudio. El estudio abarcó 41 medicamentos antihipertensivos en cuatro clases de medicamentos: agentes angiotensina, antagonistas del calcio, betabloqueantes y diuréticos.

Hallazgos: a partir del estudio de los datos, los autores encontraron que las personas a quienes nunca se les había recetado un antihipertensivo tenían un riesgo de depresión de entre un 40% y un 50% menor en comparación con aquellos que habían recibido tales recetas. Sin embargo, entre los adultos que tomaron antihipertensivos, la cantidad de medicamento utilizado no afectó el riesgo de depresión respecto de ninguno de los 41 medicamentos analizados. Y, de hecho, para 9 de esos medicamentos el uso prolongado se asoció con tasas reducidas de depresión.

Señala la investigación que los medicamentos asociados con depresión reducida incluyeron dos agentes angiotensina (enalapril y ramipril), tres antagonistas del calcio (amlodipina, verapamilo y combinación de verapamilo) y cuatro betabloqueantes (propranolol, atenolol, bisoprolol y carvedilol); ningún diurético se asoció con un riesgo reducido de depresión.

Estos datos sugieren un posible efecto positivo del uso continuo de nueve agentes antihipertensivos individuales, señalan investigadores a la vez que sostienen que esta evidencia debería ser usada como guía al momento de recetar medicamentos antihipertensivos a personas en riesgo de desarrollar depresión, incluidos aquellos con depresión o ansiedad previa y pacientes con antecedentes familiares de depresión.

En el mismo sentido, otro equipo de investigadores había señalado que según sus hallazgos, disminuir la presión arterial reduciría el riesgo de desarrollar demencia.

Finalmente, cabe señalar que una investigación anterior encontró que aquellos pacientes que consumían betabloqueadores y betabloqueadores de los canales de calcio, presentaron dos veces más riesgo de ser hospitalizados por algún trastorno del estado de ánimo, mientras que los que consumían inhibidores de angiotensina tuvieron menos riesgos de hospitalización por el mismo motivo, y aquellos que utilizaban diuréticos tenían el mismo riesgo que el grupo control (es decir, que no incrementaron el riesgo).

Referencia bibliográfica:

Kessing, L. V., Rytgaard, H. C., Ekstrøm, C. T., Torp-Pedersen, C., Berk, M., & Gerds, T. A. (2020). Antihypertensive Drugs and Risk of Depression: A Nationwide Population-Based Study. Hypertension, 76(4), 1263-1279. https://doi.org/10.1161/HYPERTENSIONAHA.120.15605

Fuente: Psychiatric News

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Trastornos del sueño en la infancia se vincularían con psicosis y trastorno límite de la personalidad durante la adolescencia

  • Maria Fernanda Alonso
  • 21/09/2020

La evidencia destaca al sueño como un factor de suma importancia para la salud mental. Se ha vinculado el sueño deficiente con variaciones en el rendimiento académico, impulsividad en niños y adolescentes, cambios en el estado de ánimo, detrimento en la memoria, el tiempo de reacción, inflamación, aumento de la presión arterial, e incluso se lo ha relacionado con la diabetes y la obesidad.

Un estudio reciente encontró que los problemas del sueño en la infancia pueden preceder al desarrollo de trastornos mentales en la adolescencia. Esta investigación examinó tanto las pesadillas como el impacto de problemas conductuales del sueño más comunes como el sueño corto, la fragmentación del sueño o las rutinas de sueño irregulares (Morales-Muñoz et al., 2020).

¿Por qué es importante? Los problemas del sueño en la primera infancia podrían ser un factor de riesgo potencial para el desarrollo de psicopatología prospectiva en la adolescencia, por lo que resulta necesario considerar y evaluar la presencia de tales alteraciones. Esto ayudaría a identificar a las personas con mayor riesgo de experiencias psicóticas o síntomas de trastorno límite de la personalidad en la adolescencia y, potencialmente, podría guiar el diseño de intervenciones psicológicas orientadas al sueño saludable para prevenir o atenuar la posible aparición de trastornos mentales, señalan los autores.

Metodología: el equipo de investigadores estudió datos de la cohorte de nacimiento Avon Longitudinal Study of Parents and Children. Tal estudio longitudinal reclutó a madres embarazadas de 13488 bebés hace casi tres décadas. Como parte del estudio, madres y padres informaron el comportamiento del sueño de sus hijos e hijas cuando tenían 6, 18 y 30 meses, y nuevamente a los 3.5, 4.8 y 5.8 años.

Hallazgos: dentro de la muestra, habían aproximadamente 7000 niños con síntomas psicóticos en la adolescencia temprana y más de 6,000 niños con síntomas de trastorno límite de la personalidad en la misma etapa.

Según su análisis, las niñas y niños que presentaron despertares nocturnos frecuentes a los 18 meses de edad y rutinas de sueño irregulares a los 6 y 30 meses y a los 5.8 años de edad tenían más probabilidades de informar experiencias psicóticas entre los 12 y 13 años de edad. Además, los niños que dormían menos durante la noche y se iban a la cama más tarde a la edad de tres años y medio eran más propensos a informar síntomas de trastorno límite de la personalidad en la adolescencia temprana.

Explican los investigadores que mantener rutinas regulares de sueño es de suma importancia en la primera infancia: estos hábitos tienen un impacto específico en el desarrollo de problemas específicos de salud mental en etapas posteriores de la vida, como la adolescencia. Conforme a sus hallazgos, los despertares nocturnos frecuentes y las rutinas de sueño irregulares se vinculan más con la psicosis; la duración del sueño presenta una vinculación más cercana al trastorno límite de la personalidad. Y agregan otro dato: la depresión a los 10 meses de edad explica parcialmente las asociaciones entre estos problemas específicos del sueño y los síntomas psicóticos.

Limitaciones: advierten los autores que las medidas utilizadas fueron informadas por padres y madres, por lo que fueron medidas subjetivas. El equipo controló varios factores entre los cuales se incluyen el estado socioeconómico, el abuso físico y sexual y el temperamento emocional.

Por último, señalan que existen dos interrogantes que aún deben estudiarse: en primer término, si otros factores potenciales relevantes, además de la depresión a los 10 años de edad, podrían ser la base de las asociaciones entre los problemas conductuales del sueño en la infancia y los síntomas psicóticos y de trastorno límite de la personalidad en la adolescencia; y si las intervenciones del sueño serían de hecho eficaces para prevenir el desarrollo de futuros síntomas psicóticos y/o de trastorno límite de la personalidad. Esto último podría proporcionar evidencia del posible papel causal del sueño.

Referencia bibliográfica:

Morales-Muñoz, I., Broome, M. R., & Marwaha, S. (2020). Association of Parent-Reported Sleep Problems in Early Childhood With Psychotic and Borderline Personality Disorder Symptoms in Adolescence. JAMA Psychiatry . https://doi.org/10.1001/jamapsychiatry.2020.1875

Fuente: Psypost

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Identificar psicosis en la escuela: importancia de la detección e intervención oportunas

  • Maria Fernanda Alonso
  • 18/09/2020

Detectar oportunamente los trastornos mentales es fundamental para mejorar los resultados negativos que puedan tener en el ajuste socioemocional, el rendimiento académico y neurocognitivo de una persona. Por este motivo, el entorno clínico y la escuela son espacios en los que es necesario promover el bienestar emocional y la prevención, con el fin de detectar con precisión a las personas que están en riesgo de desarrollar trastornos psicóticos, antes de la aparición clínica, para activar estrategias de prevención adecuadas.

¿Por qué es importante? Identificar de manera confiable a las personas con alto riesgo de trastornos del espectro psicótico y proporcionarles intervenciones basadas en la evidencia oportunamente puede retrasar, mejorar o prevenir la aparición de síntomas psicóticos futuros (P. Fusar-Poli et al., 2014; Paolo Fusar-Poli et al., 2017).

Con el objetivo de lograr una detección temprana, investigadores exploraron la estructura latente de los fenotipos de psicosis extendida en una muestra representativa de adolescentes. También compararon las asociaciones con el ajuste socioemocional, el rendimiento académico y el rendimiento neurocognitivo en los perfiles latentes (Lucas-Molina et al., 2020).

Metodología: los participantes fueron 1506 estudiantes de entre 14 y 19 años de edad, 667 hombres (44,3%), derivados del muestreo aleatorio por conglomerados, en la región de La Rioja, España. Se utilizaron varias herramientas para medir el riesgo de psicosis, el bienestar subjetivo, el rendimiento académico y la neurocognición.

Los alumnos pertenecían a diferentes escuelas de formación profesional y secundaria públicas y autónomas, y a diferentes niveles socioeconómicos.

Instrumentos aplicados:

  • Cuestionario de evaluación de la esquizotipia de Oviedo revisitado (ESQUIZO-Qr) (Fonseca-Pedrero, 2010)

Este autoinforme evalúa los rasgos esquizotípicos en adolescentes. Incluye un total de 62 ítems calificados en una escala de respuesta de 5 puntos (de 1 “totalmente en desacuerdo” a 5 “totalmente de acuerdo”), agrupados en 10 subescalas, que a su vez forman tres dimensiones generales: distorsión de la realidad , anhedonia y desorganización social. Estudios previos han demostrado que ESQUIZO-Qr mostró propiedades psicométricas adecuadas (los niveles de consistencia interna para las subescalas oscilan entre 0,62 y 0,90) (Fonseca-Pedrero, Gooding, Ortuño-Sierra, Pflum, et al., 2016); (Fonseca-Pedrero, 2010).

  • El cuestionario prodrómico: breve (PQ-B) (Loewy et al., 2011)

El PQ-B es una medida de detección de riesgo de psicosis. Consta de 21 ítems dicotómicos (verdadero/falso) y dos preguntas adicionales de escala Likert sobre la frecuencia y la angustia o discapacidad relacionada. La adaptación española del PQ-B ha demostrado propiedades psicométricas adecuadas (puntuación total Omega = 0,92 y estructura factorial unidimensional) (Fonseca-Pedrero, Gooding, Ortuño-Sierra, & Paino, 2016).

  • Cuestionario de trastornos del estado de ánimo (MDQ) (Waleeprakhon et al., 2014)

Este instrumento onsta de 13 ítems dicotómicos (sí/no) basados ​​en los criterios del DSM-IV para el trastorno bipolar. Si el participante respalda 7 o más de los 13 ítems, confirma que 2 o más síntomas ocurrieron al mismo tiempo (Criterio 2) y califica el deterioro funcional como moderado a severo (Criterio 3), entonces el MDQ se considera positivo. En este estudio fue utilizada la versión española adaptada y validada en adolescentes y adultos jóvenes (alfa ordinal para el factor Energía-Actividad = 0,94 alfa ordinal para el factor Desinhibición-Atención = 0,89) (Fonseca-Pedrero, Ortuño-Sierra, et al., 2016).

  • El cuestionario de fortalezas y dificultades (SDQ) (Goodman, 1997)

El SDQ es un autoinforme que se ha utilizado para la evaluación de problemas emocionales y conductuales relacionados con la salud mental en adolescentes. Consta de 25 afirmaciones agrupadas en cinco subescalas: síntomas emocionales, problemas de conducta, hiperactividad, problemas con los compañeros y conducta prosocial. Las primeras cuatro subescalas dan una puntuación de dificultades totales. Los encuestados utilizaron una escala Likert de 3 puntos (0 = “No es cierto”, 1 = “Algo cierto”, 2 = “Completamente cierto”). En el presente estudio se utilizó la versión en español de la versión de autoinforme del SDQ (Ortuño-Sierra et al., 2018). El nivel de consistencia interna de la puntuación Total de dificultades fue de .84, oscilando entre .71 y .75 para las subescalas del SDQ.

  • Índice de bienestar personal: niños en edad escolar (PWI-SC) (Cummins, 2005)

Consta de ocho ítems, con opciones de respuesta que van desde 0 (“completamente insatisfecho”) hasta 10 (“completamente satisfecho”). Los ítems del PWI-SC evalúan la satisfacción subjetiva con un área específica de la vida (por ejemplo, nivel de vida, salud, logros en la vida). La puntuación total de la escala es el resultado de sumar las puntuaciones de estos 7 ítems, que van de 0 a 70 puntos. La validación del PWI-SC en español ha mostrado propiedades psicométricas adecuadas (puntuación total alfa = .85) (Fonseca-Pedrero, 2017).

  • El programa de 10 ítems de afectos positivos y negativos para niños (PANAS-C) (Ebesutani et al., 2012).

Consiste en 10 ítems y dos factores diseñados para medir el Afecto Positivo (PA, feliz, alegre, feliz, enérgico y orgulloso) y el Afecto Negativo (NA, deprimido, enojado, temeroso, asustado y triste). Los niños deben indicar hasta qué punto han experimentado cada emoción en las últimas semanas en una escala Likert de 5 puntos, desde 1 («muy poco o nada») a 5 («extremadamente o mucho»). Para este estudio se utilizó la versión española del PANAS-C (alfa para NA = .85; alfa para PA = .81).

Resultados: Con base en tres indicadores psicométricos de riesgo de psicosis (rasgos esquizotípicos, experiencias de tipo psicótico y experiencias de tipo bipolar), se encontraron cuatro clases latentes: sin riesgo, de bajo riesgo, experiencias de alta distorsión de la realidad y alta propensión a la psicosis.

Los grupos latentes de alto riesgo puntuaron significativamente más alto en dificultades de salud mental y afecto negativo, y más bajo en afecto positivo y bienestar, en comparación con los dos grupos sin riesgo. Además, estos grupos de alto riesgo tenían un número significativamente mayor de asignaturas académicas reprobadas en comparación con los grupos sin riesgo. No se encontraron diferencias estadísticamente significativas en la eficiencia del rendimiento en los dominios neurocognitivos en los cuatro perfiles latentes.

Limitaciones: el equipo de investigación advierte sobre las siguientes limitaciones de su estudio: primero, los cambios biopsicológicos propios de la adolescencia (etapa en la que el cerebro, la cognición y la personalidad todavía se están consolidando) pueden haber afectado los resultados. Por otro lado, esta investigación sólo estudió los perfiles latentes a través de autoinformes. Existe un problema inherente en el uso de autoinformes como indicadores indirectos de este fenómeno. Además, estas medidas se han asociado con la estigmatización. Otra limitación fue el hecho de haber utilizado tres indicadores psicométricos específicos (ESQUIZO-Qr, PQ-B y MDQ) como índices tentativos de riesgo de psicosis. Existen otras variantes relevantes que no fueron analizadas, como el consumo de cannabis, experiencias traumáticas, etc. En cuarto lugar, la estructura latente encontrada aquí está claramente limitada por la herramienta utilizada y las construcciones medidas. Finalmente, se debe tener en cuenta que este estudio fue transversal, por lo que no pueden hacerse inferencias causa-efecto.

Este estudio permite mejorar la identificación temprana de adolescentes en riesgo de trastorno mental grave en entornos escolares con el fin de prevenir la incidencia y la carga asociada con este tipo de problemas de salud mental.

Referencias bibliográficas:

Cummins RA, Lau ALD. Personal Wellbeing Index–School Children. 3rd Editio. 2005

Ebesutani, C., Regan, J., Smith, A., Reise, S., Higa-McMillan, C., & Chorpita, B. F. (2012). The 10-Item Positive and Negative Affect Schedule for Children, Child and Parent Shortened Versions: Application of Item Response Theory for More Efficient Assessment. En Journal of Psychopathology and Behavioral Assessment (Vol. 34, Número 2, pp. 191-203). https://doi.org/10.1007/s10862-011-9273-2

Fonseca-Pedrero, E. (2010). ESQUIZO-Q, Cuestionario Oviedo para la evaluación de la esquizotipia. TEA Ediciones. https://books.google.com/books/about/ESQUIZO_Q_Cuestionario_Oviedo_para_la_ev.html?hl=&id=QGeYXwAACAAJ

Fonseca-Pedrero, E., Gooding, D. C., Ortuño-Sierra, J., & Paino, M. (2016). Assessing self-reported clinical high risk symptoms in community-derived adolescents: A psychometric evaluation of the Prodromal Questionnaire-Brief. Comprehensive Psychiatry, 66, 201-208. https://doi.org/10.1016/j.comppsych.2016.01.013

Fonseca-Pedrero, E., Gooding, D. C., Ortuño-Sierra, J., Pflum, M., Paino, M., & Muñiz, J. (2016). Classifying risk status of non-clinical adolescents using psychometric indicators for psychosis spectrum disorders. Psychiatry Research, 243, 246-254. https://doi.org/10.1016/j.psychres.2016.06.049

Fonseca-Pedrero, E., Ortuño-Sierra, J., Paino, M., & Muñiz, J. (2016). Screening the risk of bipolar spectrum disorders: Validity evidence of the Mood Disorder Questionnaire in adolescents and young adults. En Revista de Psiquiatría y Salud Mental (English Edition) (Vol. 9, Número 1, pp. 4-12). https://doi.org/10.1016/j.rpsmen.2016.01.006

Fonseca-Pedrero E. Bienestar emocional en adolescentes riojanos . La Rioja: Universidad de La Rioja: 2017.

Fusar-Poli, P., Carpenter, W. T., Woods, S. W., & McGlashan, T. H. (2014). Attenuated psychosis syndrome: ready for DSM-5.1? Annual Review of Clinical Psychology, 10, 155-192. https://doi.org/10.1146/annurev-clinpsy-032813-153645

Fusar-Poli, P., McGorry, P. D., & Kane, J. M. (2017). Improving outcomes of first-episode psychosis: an overview. World Psychiatry: Official Journal of the World Psychiatric Association , 16(3), 251-265. https://doi.org/10.1002/wps.20446

Goodman, R. (1997). The Strengths and Difficulties Questionnaire: A Research Note. En Journal of Child Psychology and Psychiatry (Vol. 38, Número 5, pp. 581-586). https://doi.org/10.1111/j.1469-7610.1997.tb01545.x

Loewy, R. L., Pearson, R., Vinogradov, S., Bearden, C. E., & Cannon, T. D. (2011). Psychosis risk screening with the Prodromal Questionnaire–brief version (PQ-B). Schizophrenia Research, 129(1), 42-46. https://doi.org/10.1016/j.schres.2011.03.029

Lucas-Molina, B., Pérez-Albéniz, A., Satorres, E., Ortuño-Sierra, J., Domínguez Garrido, E., & Fonseca-Pedrero, E. (2020). Identifying extended psychosis phenotypes at school: Associations with socio-emotional adjustment, academic, and neurocognitive outcomes. PloS One, 15(8), e0237968. https://doi.org/10.1371/journal.pone.0237968

Ortuño-Sierra, J., Aritio-Solana, R., & Fonseca-Pedrero, E. (2018). Mental health difficulties in children and adolescents: The study of the SDQ in the Spanish National Health Survey 2011–2012. En Psychiatry Research (Vol. 259, pp. 236-242). https://doi.org/10.1016/j.psychres.2017.10.025

Waleeprakhon, P., Ittasakul, P., Lotrakul, M., Wisajun, P., Jullagate, S., & Ketter, T. A. (2014). Development and validation of a screening instrument for bipolar spectrum disorder: The Mood Disorder Questionnaire Thai version. Neuropsychiatric Disease and Treatment, 10, 1497-1502. https://doi.org/10.2147/NDT.S67842

Fuente: Plos One

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Revisión sistemática de intervenciones psicosociales para personas con trastornos psicóticos y sus familias en el mundo árabe

  • Maria Fernanda Alonso
  • 17/09/2020

Cuando se diseñan intervenciones en salud mental estas deben, necesariamente, ser apropiadas dentro del contexto cultural donde serán aplicadas; de esta forma se mejora su aceptación y eficacia. El mundo árabe tiene un conjunto único de normas y valores socioculturales que los prestadores de servicios de salud mental deben respetar.

Un equipo de investigadores realizó recientemente una revisión sistemática de la evidencia disponible sobre intervenciones familiares psicosociales adaptadas culturalmente en el mundo árabe. La revisión identifica el contenido y las características de estas intervenciones, determina las estrategias utilizadas para adaptarlas con éxito a la cultura árabe, evalúa la viabilidad y aceptabilidad de las intervenciones y evalúa su efectividad para los usuarios del servicio y sus familias (Al-Sawafi et al., 2020).

¿Por qué es importante? Las intervenciones familiares son prácticas basadas en la evidencia recomendadas internacionalmente para el abordaje de la esquizofrenia. Varios estudios han mostrado que el diseño de intervenciones adaptadas cultural y lingüísticamente tiene efectos moderados a significativos (National Collaborating Centre for Mental Health, 2010; L. B. Dixon et al., 2010; Kreyenbuhl et al., 2010; (Altschul, 1993; L. Dixon et al., 2001; McFarlane, 2016; Rathod et al., 2018).

Metodología: el equipo de investigación realizó búsquedas en cinco bases de datos electrónicas, incluidas MEDLINE, CINAHL, Cochrane Library, PsycINFO y EMBASE, con el fin de hallar artículos escritos en árabe e inglés desde el inicio hasta agosto de 2019. Los datos se extrajeron y sintetizaron de forma narrativa.

Criterios de inclusión y exclusión:

Los investigadores determinaron los siguientes criterios para la inclusión de artículos:

  1. Todos los diseños de estudio que evaluaran o desarrollaran cualquier tipo o formato de intervenciones familiares psicosociales adaptadas culturalmente en el mundo árabe. Las intervenciones podrían ser psicoeducación, terapia familiar, asesoramiento, capacitación en habilidades de comunicación y resolución de problemas o TCC.
  2. Participantes que eran parientes o miembros de la familia que cuidaban a una persona con esquizofrenia o trastornos relacionados.
  3. La mayoría de los cuidadores (70% o más) eran adultos de 18 años o más, y la mayoría (70% o más) de personas que tenían esquizofrenia o trastornos relacionados según los criterios de la CIE-10.

Se excluyeron los artículos si:

  1. La intervención no incluyó a familiares o cuidadores
  2. No estaban en los idiomas árabe o inglés.

Hallazgos: encontraron seis estudios de los cuales: tres eran estudios controlados aleatorios (Ahmed & Ghaith, 2018; Hasan et al., 2014; Rami et al., 2018), dos eran estudios no aleatorios (El-Shafei et al., 2008; Soliman, 2018) y el sexto era un estudio cualitativo (Al-HadiHasan et al., 2017). Señalan por lo tanto que existe evidencia limitada sobre intervenciones familiares adaptadas culturalmente en la región árabe. Sin embargo, el proceso de adaptación cultural fue integral y se informó que la implementación era factible y aceptable.

Características de las intervenciones

Las intervenciones en los seis estudios se realizaron en Egipto y Jordania. El estudio cualitativo (Al-HadiHasan et al., 2017) fue la segunda etapa de otro estudio de la revisión (Hasan et al., 2014).

A pesar de las diferencias en el contenido, todos los estudios compartieron el mismo componente de psicoeducación, y dos incluyeron habilidades de comunicación y resolución de problemas (Rami et al., 2018; Hasan et al., 2014), mientras que en ElShafei et al. (2008) utilizaron sesiones de asesoramiento. También tuvieron variaciones en cuanto al modo de administración, la duración y el número de sesiones.

Todos los estudios excepto (Ahmed & Ghaith, 2018) contaron con sesiones individuales y familiares a las que asistieron pacientes y sus cuidadores. Cuatro de los estudios se realizaron en un entorno clínico en el departamento de pacientes ambulatorios (Rami et al., 2018; Ahmed & Ghaith, 2018; Soliman, 2018: El-Shafei et al., 2008), y uno se realizó mediante un folleto dentro de la casa del paciente (Hasan et al., 2014).

La duración de la intervención varió de 8 semanas a 6 meses. La duración de una sesión individual se informó en dos estudios como de 60 min (Ahmed & Ghaith, 2018; Rami et al., 2018). Los proveedores de atención médica o los investigadores dirigieron todas las intervenciones; ninguna de las cuales fue llevada a cabo en entornos hospitalarios. Todos los estudios compararon la intervención familiar con la atención estándar.

Adaptación de intervenciones

Todos los estudios realizaron adaptaciones en cuanto al idioma, el contexto y la forma de realización, y la familia. El contenido de las intervenciones se modificó y se tradujo al árabe simple y se simplificó la complejidad de la psicoeducación. En relación al contexto y forma de realización, las intervenciones fueron en sesiones de terapia individuales en lugar de grupos para facilitar el contexto cultural de los árabes. Todos los estudios reconocieron el importante papel de la familia y sus distintas estructuras y procesos.

Advierten los investigadores que la calidad metodológica de los estudios incluidos fue en general deficiente, por lo que existe el riesgo de subestimar el tamaño del efecto de las intervenciones debido a la falta de rigor y la presencia de sesgo.

Esta revisión confirma la viabilidad de implementar intervenciones basadas en la evidencia con algunas modificaciones y adaptaciones que sean más apropiadas culturalmente en el lugar donde se aplican. Además, los datos sugieren que cualquier intervención orientada a la familia para abordar la esquizofrenia probablemente sea mejor que la atención estándar tanto para los pacientes como para sus familias.

Referencias bibliográficas:

Ahmed, H. A. E., & Ghaith, R. F. H. (2018). Effect of psycho-educational program on families’ perception of burden and attitudes toward mental illness among caregivers of patients with schizophrenia. En Egyptian Nursing Journal (Vol. 15, Número 3, p. 331). https://doi.org/10.4103/enj.enj_25_18

Al-HadiHasan, A., Callaghan, P., & Lymn, J. S. (2017). Qualitative process evaluation of a psycho-educational intervention targeted at people diagnosed with schizophrenia and their primary caregivers in Jordan. BMC Psychiatry, 17(1), 68. https://doi.org/10.1186/s12888-017-1225-2

Al-Sawafi, A., Lovell, K., Renwick, L., & Husain, N. (2020). Psychosocial family interventions for relatives of people living with psychotic disorders in the Arab world: systematic review. BMC Psychiatry, 20(1), 413. https://doi.org/10.1186/s12888-020-02816-5

Altschul, A. T. (1993). Families of Schizophrenic Patients: Cognitive Behavioural Intervention. En Journal of Advanced Nursing (Vol. 18, Número 11, pp. 1851-1852). https://doi.org/10.1046/j.1365-2648.1993.181118497.x

Dixon, L. B., Dickerson, F., Bellack, A. S., Bennett, M., Dickinson, D., Goldberg, R. W., Lehman, A., Tenhula, W. N., Calmes, C., Pasillas, R. M., Peer, J., Kreyenbuhl, J., & Schizophrenia Patient Outcomes Research Team (PORT). (2010). The 2009 schizophrenia PORT psychosocial treatment recommendations and summary statements. Schizophrenia Bulletin, 36(1), 48-70. https://doi.org/10.1093/schbul/sbp115

Dixon, L., McFarlane, W. R., Lefley, H., Lucksted, A., Cohen, M., Falloon, I., Mueser, K., Miklowitz, D., Solomon, P., & Sondheimer, D. (2001). Evidence-based practices for services to families of people with psychiatric disabilities. Psychiatric Services , 52(7), 903-910. https://doi.org/10.1176/appi.ps.52.7.903

El-Shafei, A., Hussein, H., & Okasha, T. (2008). 52 – Working with families of patients with schizophrenia: A rewarding alternative to classical community care in developing countries. En Schizophrenia Research (Vol. 98, p. 55). https://doi.org/10.1016/j.schres.2007.12.119

Hasan, A. A., Callaghan, P., & Lymn, J. S. (2014). Evaluation of the impact of a psycho-educational intervention on knowledge levels and psychological outcomes for people diagnosed with Schizophrenia and their caregivers in Jordan: a randomized controlled trial. En BMC Psychiatry (Vol. 14, Número 1). https://doi.org/10.1186/1471-244x-14-17

Kreyenbuhl, J., Buchanan, R. W., Dickerson, F. B., & Dixon, L. B. (2010). The Schizophrenia Patient Outcomes Research Team (PORT): Updated Treatment Recommendations 2009. En Schizophrenia Bulletin (Vol. 36, Número 1, pp. 94-103). https://doi.org/10.1093/schbul/sbp130

McFarlane, W. R. (2016). Family Interventions for Schizophrenia and the Psychoses: A Review. Family Process, 55(3), 460-482. https://doi.org/10.1111/famp.12235

National Collaborating Centre for Mental Health. (2010). Schizophrenia: the NICE guideline on core Interventions in the treatment and management of schizophrenia in adults in primary and secondary care (updated edition). National Clinical Guideline, (82).

Rami, H., Hussien, H., Rabie, M., Sabry, W., Missiry, M. E., & Ghamry, R. E. (2018). Evaluating the effectiveness of a culturally adapted behavioral family psycho-educational program for Egyptian patients with schizophrenia. Transcultural Psychiatry, 55(5), 601-622. https://doi.org/10.1177/1363461518782520

Rathod, S., Gega, L., Degnan, A., Pikard, J., Khan, T., Husain, N., Munshi, T., & Naeem, F. (2018). The current status of culturally adapted mental health interventions: a practice-focused review of meta-analyses. En Neuropsychiatric Disease and Treatment (Vol. 14, pp. 165-178). https://doi.org/10.2147/ndt.s138430

Soliman, E. S., Mahdy, R. S., & Fouad, H. A. (2018). Impact of psychoeducation program on quality of life of schizophrenic patients and their caregivers. Egyptian Journal of Psychiatry, 39(1), 35.

Fuente: BCM Psychiatry

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

El 40% de los adultos estadounidenses informó que su salud mental empeoró debido a la pandemia

  • Maria Fernanda Alonso
  • 17/09/2020

Uno de los últimos reportes presentados por los Centros de Control y Prevención de Enfermedades, de EEUU, muestra que el 40% de las personas adultas informaron un empeoramiento de su salud mental asociado con la pandemia de COVID-19. Destacan además que quienes se identificaron como personas negras y/o hispanas, trabajadores esenciales y cuidadores de adultos no remunerados, informaron resultados de salud mental desproporcionadamente peores (Czeisler et al., 2020).

¿Por qué es importante? Conocer los grupos más afectados por la pandemia en cuanto a su salud mental es esencial para abordar las disparidades en esta área y sirve de guía para preparar los sistemas de apoyo necesarios para mitigar las consecuencias que pueda tener a medida que se desarrolla la pandemia, señalan los autores.

Metodología: 5470 personas mayores de 18 años fueron encuestadas en EEUU entre el 24 y el 30 de junio. Para evaluar si los participantes tenían síntomas de ansiedad y/o trastornos depresivos se utilizó el Cuestionario de Salud del Paciente; y, para evaluar síntomas de trastornos relacionados a traumas y factores de estrés se utilizó la Escala de Impacto de Eventos. Además, se les preguntó si habían comenzado o aumentado el uso de sustancias para hacer frente al estrés o las emociones relacionadas con la pandemia y si habían considerado seriamente el suicidio en los últimos 30 días.

Hallazgos: los resultados de la investigación mostraron que el 40,9% de los encuestados informaron síntomas de al menos una condición de salud mental adversa, incluida la ansiedad, la depresión y un mayor uso de sustancias para hacer frente al estrés relacionado con la pandemia. Aproximadamente una cuarta parte de los encuestados informaron síntomas de trastornos relacionados con el trauma y los factores de estrés (incluido el trastorno de estrés postraumático, el trastorno de estrés agudo y los trastornos de adaptación), relacionados con la pandemia.

El equipo de investigación resalta que en relación a haber considerado seriamente el suicidio en los últimos 30 días, el porcentaje fue significativamente mayor entre las personas de 18 a 24 años, los miembros de grupos étnicos/raciales minoritarios, los cuidadores de adultos no remunerados y los trabajadores esenciales.

En comparación con los resultados de encuestas similares realizadas en 2019, la prevalencia de los síntomas del trastorno de ansiedad fue tres veces mayor, mientras que la prevalencia del trastorno depresivo fue cuatro veces mayor. Esta marcada diferencia resalta el amplio impacto de la pandemia, así como la necesidad de prevenir y tratar oportunamente las consecuencias que se derivan.

Estrategias de comunicación, intervención y prevención, diseñadas para llegar a los grupos más afectados, podrían ayudar a abordar diversas afecciones de salud mental asociadas con la pandemia de COVID-19, señalan los autores y aconsejan el uso de herramientas de la tecnología como las terapias online, que se han mostrado efectivas para el tratamiento de depresión, ansiedad, estrés, ideación suicida, abuso de sustancias, entre otras condiciones.

Referencia bibliográfica:

Czeisler, M. É., Lane, R. I., Petrosky, E., Wiley, J. F., Christensen, A., Njai, R., Weaver, M. D., Robbins, R., Facer-Childs, E. R., Barger, L. K., Czeisler, C. A., Howard, M. E., & Rajaratnam, S. M. W. (2020). Mental Health, Substance Use, and Suicidal Ideation During the COVID-19 Pandemic – United States, June 24-30, 2020. MMWR. Morbidity and Mortality Weekly Report, 69(32), 1049-1057. https://doi.org/10.15585/mmwr.mm6932a1

Fuente: Psychiatric News

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Esquizofrenia y obesidad: ¿síntomas negativos más leves?

  • Maria Fernanda Alonso
  • 17/09/2020

¿Cómo se relacionan la esquizofrenia y la obesidad? Investigaciones han encontrado que la primera está asociada con gran discapacidad, alta mortalidad y, en general, una esperanza de vida de 10 a 20 años menor que la de personas sin esquizofrenia (Bitter et al., 2017; Hoang et al., 2011; Laursen et al., 2014; Schizophrenia, s. f.). La enfermedad cardiovascular es una de las principales causas de muerte prematura en pacientes con esquizofrenia, y la obesidad es uno de los factores de riesgo principales de las afecciones cardíacas (Brown et al., 2010; Kritharides et al., 2017; Olfson et al., 2015; Ortega et al., 2016; Roos et al., 2012).

Debido al uso de antipsicóticos como clozapina, olanzapina y quetiapina, las personas con esquizofrenia tienen una alta incidencia de efectos secundarios metabólicos y obesidad (Dikeç et al., 2018; Gonçalves et al., 2015; Guenette et al., 2014). A esto se suman estilos de vida sedentarios, mala alimentación y falta de ejercicio regular.

Con estos datos como base, investigadores quisieron averiguar cuál es el estado de salud mental de los pacientes con esquizofrenia que presentan obesidad metabólicamente anormal.

Metodología: participaron en el estudio 329 pacientes con esquizofrenia y 175 personas sin esquizofrenia, del mismo sexo y edad de la provincia de Anhui en China.

Los investigadores utilizaron la Escala de Síndrome Positivo y Negativo (PANSS) para evaluar los síntomas mentales de los pacientes con esquizofrenia. Para determinar si los participantes presentaban el fenotipo de obesidad metabólicamente anormal debían cumplir con 1 a 4 criterios de síndrome metabólico (excluyendo la circunferencia de la cintura) y presentar un índice de masa corporal (IMC) ≥ 28 kg/m2. Por otro lado, se determinó que las personas cumplían con un fenotipo de peso metabólicamente normal y sano cuando no cumplían con criterios de síndrome metabólico y presentaban un IMC de 18,5 a 24 kg/m2.

Hallazgos: el equipo encontró que 15,8% de las personas con esquizofrenia y 9,1% de las personas del grupo control fueron compatibles con el fenotipo de obesidad metabólicamente anormal.

Entre los pacientes con esquizofrenia, quienes tenían el fenotipo mencionado, presentaron puntuaciones de factor negativo, factor cognitivo y PANSS totales más bajas que el grupo del fenotipo de peso metabólicamente normal y sano. Sin embargo, cuando se controlaron los factores de confusión, solo el factor negativo se mantuvo significativamente más bajo (Wang et al., 2020).

Interpretan los investigadores que esto puede indicar un mecanismo interno que vincula los trastornos metabólicos y los síntomas negativos.

Referencia bibliográfica:

Bitter, I., Czobor, P., Borsi, A., Fehér, L., Nagy, B. Z., Bacskai, M., Rakonczai, P., Hegyi, R., Németh, T., Varga, P., Gimesi-Országh, J., Fadgyas-Freyler, P., Sermon, J., & Takács, P. (2017). Mortality and the relationship of somatic comorbidities to mortality in schizophrenia. A nationwide matched-cohort study. European Psychiatry: The Journal of the Association of European Psychiatrists, 45, 97-103. https://doi.org/10.1016/j.eurpsy.2017.05.022

Brown, S., Kim, M., Mitchell, C., & Inskip, H. (2010). Twenty-five year mortality of a community cohort with schizophrenia. The British Journal of Psychiatry: The Journal of Mental Science, 196(2), 116-121. https://doi.org/10.1192/bjp.bp.109.067512

Dikeç, G., Arabaci, L. B., Uzunoglu, G. B., & Mizrak, S. D. (2018). Metabolic Side Effects in Patients Using Atypical Antipsychotic Medications During Hospitalization. Journal of Psychosocial Nursing and Mental Health Services, 56(4), 28-37. https://doi.org/10.3928/02793695-20180108-05

Gonçalves, P., Araújo, J. R., & Martel, F. (2015). Antipsychotics-induced metabolic alterations: focus on adipose tissue and molecular mechanisms. European Neuropsychopharmacology: The Journal of the European College of Neuropsychopharmacology, 25(1), 1-16. https://doi.org/10.1016/j.euroneuro.2014.11.008

Guenette, M. D., Chintoh, A., Remington, G., & Hahn, M. (2014). Atypical antipsychotic-induced metabolic disturbances in the elderly. Drugs & Aging, 31(3), 159-184. https://doi.org/10.1007/s40266-014-0152-x

Hoang, U., Stewart, R., & Goldacre, M. J. (2011). Mortality after hospital discharge for people with schizophrenia or bipolar disorder: retrospective study of linked English hospital episode statistics, 1999-2006. BMJ , 343, d5422. https://doi.org/10.1136/bmj.d5422

Kritharides, L., Chow, V., & Lambert, T. J. R. (2017). Cardiovascular disease in patients with schizophrenia. En Medical Journal of Australia (Vol. 207, Número 4, pp. 179-179). https://doi.org/10.5694/mja17.00258

Laursen, T. M., Nordentoft, M., & Mortensen, P. B. (2014). Excess early mortality in schizophrenia. Annual Review of Clinical Psychology, 10, 425-448. https://doi.org/10.1146/annurev-clinpsy-032813-153657

Olfson, M., Gerhard, T., Huang, C., Crystal, S., & Stroup, T. S. (2015). Premature Mortality Among Adults With Schizophrenia in the United States. JAMA Psychiatry , 72(12), 1172-1181. https://doi.org/10.1001/jamapsychiatry.2015.1737

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Roos, C. J., Quax, P. H. A., & Jukema, J. W. (2012). Cardiovascular metabolic syndrome: mediators involved in the pathophysiology from obesity to coronary heart disease. Biomarkers in Medicine, 6(1), 35-52. https://doi.org/10.2217/bmm.11.105

Schizophrenia. (s. f.). Recuperado 17 de septiembre de 2020, de https://www.who.int/en/news-room/fact-sheets/detail/schizophrenia

Wang, J., Zhang, Y., Liu, Z., Yang, Y., Zhong, Y., Ning, X., Zhang, Y., Zhao, T., Xia, L., Geng, F., Tao, R., Fan, M., Ren, Z., & Liu, H. (2020). Schizophrenia patients with a metabolically abnormal obese phenotype have milder negative symptoms. BMC Psychiatry, 20(1), 410. https://doi.org/10.1186/s12888-020-02809-4

Fuente: BMC Psychiatry

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Según estudio, la clozapina debería considerarse como tratamiento de primera línea para la prevención del suicidio en pacientes con esquizofrenia

  • Maria Fernanda Alonso
  • 16/09/2020

La prevención del suicidio es una prioridad a nivel mundial, y las formas de abordar la ideación o comportamiento suicida se mantienen en constante estudio. Un estudio reciente encontró que en comparación con otros antipsicóticos comunes, la clozapina parece tener más probabilidades de disminuir el riesgo de suicidios en pacientes con esquizofrenia (Taipale et al., 2020). Sugieren los autores que tal antipsicótico debe considerarse como tratamiento de primera línea para pacientes con ideación o comportamiento suicida.

Metodología: se realizaron dos estudios de cohorte basados ​​en registros nacionales de 61.889 pacientes con esquizofrenia que vivían en Finlandia y 29.823 pacientes con esquizofrenia que vivían en Suecia.

El equipo de investigadores se centró en pacientes que tomaban los siguientes antipsicóticos de primera o segunda generación: clozapina, olanzapina, quetiapina, risperidona, risperidona (inyectable de acción prolongada), aripiprazol, perfenazina, zuclopentixol (inyectable de acción prolongada), haloperidol y levomepromazina.

Cada paciente sirvió como su control en el estudio. Los investigadores compararon el intento de suicidio/muerte durante los períodos en que el paciente estaba tomando antipsicóticos con los períodos en que el paciente no estaba tomando antipsicóticos.

Hallazgos: cerca del 7% de los pacientes de ambas cohortes intentaron suicidarse o murieron por suicidio durante el período de estudio.

Los investigadores señalan que el único antipsicótico asociado de manera consistente con menor riesgo de resultados suicidas fue la clozapina, en comparación con el no uso de antipsicóticos. Y destacan que riesgo de intento de suicidio o suicidios consumados fue 36% (cohorte finlandesa) y 34% (cohorte sueca) menor cuando los pacientes tomaban clozapina. Esta asociación no se presentó con ningún otro antipsicótico, de hecho, según esta investigación, los pacientes que tomaron benzodiazepinas adyuvantes y medicamentos Z relacionados con las benzodiazepinas tenían un mayor riesgo de intento o suicidio consumado.

Referencia bibliográfica:

Taipale, H., Lähteenvuo, M., Tanskanen, A., Mittendorfer-Rutz, E., & Tiihonen, J. (2020). S210. COMPARATIVE EFFECTIVENESS OF ANTIPSYCHOTICS FOR RISK OF ATTEMPTED OR COMPLETED SUICIDE AMONG PERSONS WITH SCHIZOPHRENIA. En Schizophrenia Bulletin (Vol. 46, Número Supplement_1, pp. S118-S119). https://doi.org/10.1093/schbul/sbaa031.276

Fuente: American Psychiatric Association

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Desafíos éticos, sociales y culturales de los programas de detección de trastornos mentales en niñas, niños y adolescentes

  • Maria Fernanda Alonso
  • 15/09/2020

Un tercio de la población del mundo son niñas, niños y adolescentes. Muchos de ellos pueden sufrir trastornos mentales, neurológicos o por abuso de sustancias (TMNASs), estimándose que en los países en desarrollo (que cuentan con el 90% de la población infantil mundial), una quinta parte sufre al menos un trastorno.

A nivel mundial, los TMNASs representan el 13% de las enfermedades, superando tanto a las enfermedades cardiovasculares como al cáncer (Kieling & Rohde, 2012; Whiteford et al., 2013). La mayoría de los TMNASs aparecen por primera vez en la infancia, afectando la salud y la calidad de vida de las personas a futuro (Kieling et al., 2011; Patel et al., 2007, 2008).

¿Por qué es importante? A pesar de su alta prevalencia, atender cuestiones de salud mental no es prioridad en muchas partes del mundo, y las niñas, niños y adolescentes suelen ser los más desatendidos. En los países en desarrollo, donde la mitad de la población es menor de 18 años, se estima que uno de cada cinco niños y adolescentes padece un trastorno de salud mental. Por lo tanto, es esencial detectar estas condiciones de manera oportuna y precisa.

Muy frecuentemente, esta tarea encuentra grandes desafíos que necesitan ser abordados para garantizar la atención en salud mental a todas las personas. Recientemente, un equipo de investigadores realizó un estudio en el que participaron expertos en salud mental de 37 países, que identificaron los principales desafíos éticos, sociales y culturales de la detección de problemas de salud mental en niñas, niños y adolescentes en países en desarrollo, y que propusieron soluciones para cada desafío.

Como resultado, y de manera abrumadora, los panelistas apoyaron fuertemente las pruebas de detección de problemas de salud mental para niñas, niños y adolescentes. Recomendaron asegurar la aceptación local y el apoyo para la detección antes del inicio del programa de detección, junto con una protección cuidadosa y completa de los derechos humanos; integrar los procedimientos de detección en la atención primaria; diseñar e implementar herramientas de detección, programas y seguimiento culturalmente apropiados; asegurar financiación a largo plazo y la detección por turnos de tareas para no especialistas locales (Salamanca-Buentello et al., 2020).

Metodología: el equipo de investigadores realizó tres rondas de encuestas Delphi desde octubre de 2013 a diciembre de 2013.

Delphi es un procedimiento de construcción de consenso estructurado y sistematizado que utiliza feedback iterativo para recopilar y destilar el conocimiento de un panel interdisciplinario de expertos que permanecen anónimos entre sí. La dinámica de este método implica que grupos heterogéneos de expertos proporcionen de forma independiente respuestas a preguntas específicas, pero compartan decisiones a través de facilitadores que recopilan, organizan, resumen y analizan las respuestas a través de mecanismos formales y sistematizados.

Los panelistas fueron seleccionados a partir de una invitación enviada por correo electrónico a 490 expertos adultos de 65 países que habían demostrado mérito y liderazgo basados en antecedentes y logros académicos, científicos y profesionales, y que habían tenido responsabilidades en cuanto a la toma de decisiones a nivel local y mundial, o una amplia experiencia de campo en países en desarrollo.

Basados en la clasificación de países del Banco Mundial dependiente del ingreso bruto nacional per cápita, los investigadores definieron tres categorías: países de ingresos bajos-medios, países de ingresos altos, o países de ingresos mixtos. Los panelistas fueron asignados a una de las tres categorías de acuerdo con su país de origen y su lugar de trabajo.

De los 490 expertos de 65 países invitados inicialmente a participar, 165 expertos (34%) de 42 países respondieron a la Ronda I. Ciento treinta y cinco expertos de 37 países terminaron la Ronda I y también completaron las Rondas II y III.

Los investigadores enviaron recordatorios periódicos por correo electrónico a los participantes a lo largo de cada ronda para aumentar la tasa de respuesta.

Desafíos y soluciones: Concluida la ronda final, los panelistas habían seleccionado y clasificado 39 desafíos, agrupados en ocho temas, y 32 posibles soluciones a estos desafíos, organizados en siete temas:

DESAFÍOS

SOLUCIONES

– Diseño y validación inadecuados de herramientas de control.

  1. Herramientas de detección y abordajes basados en los entendimientos y presunciones occidentales en cuanto a los TMNASs pueden pasar por alto los indicadores locales de enfermedad o pueden etiquetar incorrectamente y patologizar variaciones de comportamiento normales o culturalmente aceptados.
  2. Las diferencias psicosociales y culturales dentro y entre los países pueden no ser tenidas en cuenta en el diseño de las herramientas de detección.
  3. Las herramientas de detección y las escalas de calificación pueden carecer de diseño basado en la evidencia, validación, normalización y estandarización.
  4. Las herramientas de detección pueden carecer de la sensibilidad y especificidad adecuadas dada la etiología y presentación clínica de la naturaleza compleja y multidimensional de los TMNASs.
– Diseño y validación adecuados de las herramientas de detección.

  1. Desarrollo de herramientas accesibles y escalables que sean fáciles de entender y simples de administrar y que tengan definiciones claras, objetivos precisos y respuestas bien estructuradas.
  2. Asegurar que los elementos de detección y las escalas de calificación sean flexibles, basados en la evidencia, cultural y socialmente válidos (enfocados en los lenguajes y niveles educacionales), y apropiados para la edad, pero estandarizados para posibilitar comparaciones en distintas culturas.
  3. Realizar pruebas piloto de los instrumentos de detección en comunidades locales relevantes.
  4. Asegurar que los instrumentos de detección no sólo evalúen síntomas sino que también provean a los trabajadores de la salud con la información suficiente para ayudar a las personas en riesgo.
– Aplicación e interpretación inadecuadas de las herramientas de detección.

  1. Realizar detecciones en las escuelas imposibilita la detección para personas que no asisten a instituciones educativas.
  2. La detección puede verse obstaculizada por la inaccesibilidad, el costo de del transporte/traslado, desconocimiento del lugar de la detección u horario inconveniente.
  3. Las familias pueden creer equivocadamente que cuantas más preguntas de detección respondan afirmativamente mayor es la probabilidad de recibir apoyo educativo, médico o financiero.
  4. Las herramientas de detección pueden no aplicarse o interpretarse correctamente, particularmente si son administradas por personas no especialista o personas que hacen juicios inadecuados.
  5. Los adultos pueden temer que las preguntas intrusivas sobre sexo o uso de drogas puedan conducir a las personas entrevistadas hacia aquellos comportamientos.
– Aplicación e interpretación adecuada de las herramientas de detección

  1. Uso de investigaciones cualitativas para determinar las miradas y creencias locales sobre TMNASs tales como comportamientos apropiados para la edad y expresiones de angustia.
  2. Cuando el instrumento necesite traducción, trabajar con traductores experimentados, validar las traducciones con expertos bilingües y personas cuya lengua materna sea la local, y usar extensas traducciones alternativas.
  3. Elegir un lugar accesible, social y culturalmente aceptable para la detección.
  4. Utilizar descripciones en viñetas y pictóricas para describir conceptos difíciles.
  5. Considerar el uso de herramientas de detección por computadora, mediante la web o teléfonos celulares, social y culturalmente sensibles, cuando fuere apropiado.
– Debilidades de los programas de detección.

  1. Un programa de detección mal diseñado e inapropiado culturalmente puede ser más dañino que beneficioso.
  2. Es posible que las personas marginadas no pasen por los programas de detección.
  3. Los programas de detección pueden subestimar el rol contribuyente de determinantes psicosociales de los TMNASs como la pobreza y sus diversas consecuencias.
  4. Los programas de detección pueden estar equipados para satisfacer las necesidades de las personas que los administran y no las de las personas a quienes son aplicados.
  5. Existe evidencia insuficiente en los países de ingresos bajos y medios de que los programas de detección sean confiables, económicamente efectivos o que no hagan daño.
  6. Los programas de detección pueden pasar por alto contribuyentes ambientales importantes de los TMNASs como la deficiencia de yoduro, tuberculosis, malaria, VIH/SIDA.
– Problemas logísticos generales relacionados a la infraestructura del cuidado de la salud mental.

  1. Incorporar programas de detección de TMNASs en la atención primaria de salud dentro de la comunidad y considerar integrarlos a las iniciativas de salud pública.
  2. Asegurar la disponibilidad de tratamientos y seguimientos posteriores a la detección, accesibles y social y culturalmente apropiados, incluyendo intervenciones tempranas y primeros auxilios psicológicos.
  3. Facilitar a las familias intervenciones en la escuela y la comunidad que enfaticen las habilidades cognitivas y la resiliencia.
  4. Llevar a cabo detecciones de TMNASs únicamente si están disponibles diagnósticos, tratamientos y seguimientos adecuados.
– Carencia de sistemas preexistentes de salud mental dentro de la infraestructura de salud pública de la nación.

  1. La detección de TMNASs no será beneficiosa si no está integrada en el sistema de atención primaria de la salud.
  2. Los programas de detección pueden encontrar obstáculos en la falta de un plan estratégico nacional de salud mental que provea fondos, apoyo logístico y administrativo y supervisión adecuados.
  3. La detección de TMNASs puede no contar con apoyo político y puede no ser percibida como urgente comparada con otras prioridades por la falta de información de las personas que toman las decisiones.
  4. Los servicios de salud mental en algunas regiones geográficas podrían no estar preparados para niñas, niños y adolescentes.
– Problemas logísticos generales relacionados con la infraestructura de la salud mental

  1. Incorporar a la atención primaria de salud de la comunidad programas de detección de TMNASs y considerar integrarlos en las iniciativas de salud pública.
  2. Asegurar la disponibilidad de tratamientos y seguimientos posteriores a la detección accesibles, asequibles, cultural y socialmente apropiados, incluyendo intervenciones tempranas de primeros auxilios psicológicos.
  3. Facilitar intervenciones con base en la familia, la escuela y la comunidad que enfaticen la resiliencia y las habilidades cognitivas y emocionales.
  4. Sólo llevar adelante programas de detección de TMNASs si hay disponibilidad de diagnóstico, tratamiento y seguimiento adecuados.
– Estigmatización, discriminación, marginalización y exclusión.

  1. Las personas en riesgo, sus familias o sus comunidades pueden ser estigmatizadas, discriminadas, marginadas o ser víctimas de exclusión y violencia.
  2. Los entrevistados pueden guardarse información por miedo a la estigmatización y discriminación por parecer indiscretos o vulnerables (particularmente en el caso de los hombres).
  3. Los programas de detección podrían verse obstaculizados por sesgos sociales, culturales o religiosos.
  4. Los padres y cuidadores de sujetos en riesgo podrían ser culpabilizados o avergonzados.
  5. Los individuos detectados como positivos podrían sufrir exclusión de los servicios de salud, educacionales, instituciones o trabajos.
– Dignidad humana, derechos humanos, privacidad, consentimiento, confidencialidad, y consideraciones legales y regulatorias.

  1. Asegurar que los programas de detección se desarrollen dentro de un marco de respeto por los derechos humanos y la dignidad de las personas que pasan por ellos.
  2. Anticipar, prevenir y reducir la estigmatización, marginalización, y el descuido de las personas que pasan por los programas de detección y los individuos en riesgo.
  3. Garantizar la privacidad y confidencialidad de toda la información relacionada a las personas que pasan por los programas de detección y sus familias, informando a todos los interesados de la protección.
  4. Asegurar que todas las niñas, niños y adolescentes que pasen por los programas de detección tenga garantizado el derecho de igualdad ante la ley y que sus derechos sean respetados después de la detección a través del sistema de salud mental.
  5. Obtener consentimiento informado o asentimiento de los individuos para los seguimientos posteriores a la detección sin coerción.
– Miedo y falta de confianza.

  1. El sesgo de atractivo social puede bloquear respuestas verdaderas o genuinas.
  2. El analfabetismo o la falta de educación pueden aumentar la sospecha y falta de voluntad para participar de la detección.
  3. La detección puede ser percibida como muy intrusiva.
  4. Puede que los individuos no confíen en quienes realizan la detección, en los trabajadores de salud o en la medicina occidental en general.
  5. Si la detección es realizada u organizada por extranjeros puede crear resentimientos.
  6. Madres, padres y cuidadores que han sufrido TMNASs y que han sido tratados de manera cruel pueden negarse a que sus hijos pasen por la detección.
  7. Madres, padres y cuidadores pueden alentar a quienes pasan por la detección a reportar síntomas más leves de TMNASs por miedo a ser separados de sus hijos y que estos sean institucionalizados.
– Educación, entrenamiento y capacidad de construir.

  1. Proveer entrenamiento, apoyo y supervisión adecuados para los encargados de llevar adelante los programas de detección, haciéndolos notar y conocer sus propias creencias y sesgos.
  2. Entrenar a los trabajadores de salud de la comunidad, especialmente en las áreas más remotas, para llevar adelante detecciones e intervenciones primarias en salud mental asequibles y efectivas económicamente.
  3. Incluir la salud mental como una parte integral de la currícula académica en todos los niveles de educación.
  4. Proveer entrenamiento, apoyo y supervisión adecuados a todos los trabajadores de la salud involucrados en el cuidado y seguimiento de personas en riesgo y de sus familias.
– Dignidad humana, derechos humanos, privacidad, autonomía, consentimiento y confidencialidad.

  1. Puede que los programas de detección no sean capaces de manejar las complejidades del consentimiento (como la edad de autonomía), el compartir información con padres y otros y el manejo de datos (acceso, almacenamiento, protección y destrucción).
  2. El consentimiento libre e informado de niñas, niños y adolescentes puede ser ignorado.
  3. Los individuos pueden sentirse vulnerables en la ausencia de garantía de privacidad y confidencialidad.
  4. El consentimiento informado genuino puede verse comprometido por la falta de conocimiento sobre TMNASs o por explicaciones inadecuadas sobre el proceso de detección.
– Compromiso público y comunitario.

  1. Elevar el perfil de los TMNASs incorporándolos en las campañas generales y públicas de educación sobre la salud.
  2. Diseñar y llevar adelante en intervalos regulares, estrategias culturalmente sensibles, adaptables y empoderadoras de compromiso público para crear y aumentar la conciencia, proveer información, abordar el miedo y construir confianza.
  3. Involucrar a las comunidades locales en diálogos respetuosos que examinen de manera crítica los beneficios potenciales y los inconvenientes de los programas de detección.
  4. Identificar e involucrar a personas locales influyentes y de alto perfil, especialmente si han atravesado exitosamente un TMNASs, que estén dispuestas a participar en campañas de compromiso público.
  5. Considerar el uso de estrategias de compromiso como reuniones comunitarias, visitas a los hogares, cartelería, canciones, bailes y teatros, construyendo lecciones y experiencias desde iniciativas previas similares.
  6. Antes de implementar programas de detección de TMNASs, determinar la línea base de aceptación, motivación y apoyo de las personas en las comunidades objetivo.
– Educación, entrenamiento, capacidad de construcción, y compromiso público y comunitario

  1. En muchos países con ingresos bajos y medios hay escasez severa de trabajadores de salud mental especializados o de programas de especialización adecuados.
  2. Prestadores de salud y docentes sobrecargados podrían estar desmotivados a participar en los programas de detección y podrían resentir la invasión en sus tareas cotidianas.
  3. Los cuidadores que no cuentan con guía y apoyo adecuados pueden no estar preparados para abordar las necesidades de niñas, niños y adolescentes identificados como “en riesgo” a través del programa de detección.
  4. En escenarios de ingresos bajos y baja educación, sensibilizar, entrenar y supervisar apropiadamente a trabajadores no especializados puede ser desafiante.

Estas recomendaciones pueden servir como guía para la toma de decisiones y políticas, la asignación de recursos y la cooperación internacional. También ofrecen un enfoque novedoso para reducir la carga de estos trastornos al fomentar su prevención y manejo oportunos y sensibles al contexto. Implementar las soluciones propuestas por los expertos podría contribuir en gran medida a la detección temprana de TMNASs y consecuentemente a mejorar la atención en salud mental que reciben niñas, niños y adolescentes, así como su calidad de vida.

Referencia bibliográfica:

Kieling, C., Baker-Henningham, H., Belfer, M., Conti, G., Ertem, I., Omigbodun, O., Rohde, L. A., Srinath, S., Ulkuer, N., & Rahman, A. (2011). Child and adolescent mental health worldwide: evidence for action. The Lancet, 378(9801), 1515-1525. https://doi.org/10.1016/S0140-6736(11)60827-1

Kieling, C., & Rohde, L. A. (2012). Going Global: Epidemiology of Child and Adolescent Psychopathology. En Journal of the American Academy of Child & Adolescent Psychiatry (Vol. 51, Número 12, pp. 1236-1237). https://doi.org/10.1016/j.jaac.2012.09.011

Patel, V., Flisher, A. J., Hetrick, S., & McGorry, P. (2007). Mental health of young people: a global public-health challenge. The Lancet, 369(9569), 1302-1313. https://doi.org/10.1016/S0140-6736(07)60368-7

Patel, V., Flisher, A. J., Nikapota, A., & Malhotra, S. (2008). Promoting child and adolescent mental health in low and middle income countries. Journal of Child Psychology and Psychiatry, and Allied Disciplines, 49(3), 313-334. https://doi.org/10.1111/j.1469-7610.2007.01824.x

Salamanca-Buentello, F., Seeman, M. V., Daar, A. S., & Upshur, R. E. G. (2020). The ethical, social, and cultural dimensions of screening for mental health in children and adolescents of the developing world. PloS One, 15(8), e0237853. https://doi.org/10.1371/journal.pone.0237853

Whiteford, H. A., Degenhardt, L., Rehm, J., Baxter, A. J., Ferrari, A. J., Erskine, H. E., Charlson, F. J., Norman, R. E., Flaxman, A. D., Johns, N., Burstein, R., Murray, C. J. L., & Vos, T. (2013). Global burden of disease attributable to mental and substance use disorders: findings from the Global Burden of Disease Study 2010. The Lancet, 382(9904), 1575-1586. https://doi.org/10.1016/S0140-6736(13)61611-6

Fuente: Plos One

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