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Salud Mental y Tratamientos

1162 Publicaciones

Incluye trastornos, psicopatología y terapias.

  • Análisis
  • Ciencia y Evidencia en Psicología
  • Salud Mental y Tratamientos

El TDAH carece de biomarcadores clínicamente válidos

  • David Aparicio
  • 28/05/2024

Aunque se sabe que no hay biomarcadores precisos para el TDAH y que el diagnóstico es principalmente clínico y conductual, aún se invierten muchos recursos en la búsqueda de un biomarcador que ayude a detectar el TDAH. Una investigación reciente publicada en Expert Review of Molecular Diagnostics se propuso analizar diferentes tipos de biomarcadores, incluyendo factores genéticos, volumen y conectividad cerebral, y químicos cerebrales, para evaluar si había nueva evidencia que apoyara esta hipótesis. Sin embargo, no lograron identificar ningún indicador biológico que pudiera diferenciar de manera concluyente a una persona con TDAH de una sin TDAH.

Los investigadores encontraron estudios iniciales que parecían prometedores para cada tipo de biomarcador posible. Sin embargo, concluyeron que estos estudios no se han replicado consistentemente, no se han probado como biomarcadores, presentan problemas metodológicos significativos o no muestran sensibilidad y especificidad adecuadas. En la mayoría de los casos, las diferencias promedio entre personas con y sin TDAH son mínimas y se superponen ampliamente, lo que significa que estos biomarcadores no pueden distinguir efectivamente entre individuos con y sin TDAH.

Por ejemplo, el puntaje de riesgo poligénico (PGS), que evalúa el riesgo de TDAH basado en el genoma completo de una persona, solo explica hasta un 4% de la variabilidad en el diagnóstico de TDAH. Esto significa que el 96% del diagnóstico no se explica por la genética, incluso considerando todo el genoma.

¿Qué es un biomarcador?

Un biomarcador es una característica medible que indica un proceso biológico normal, una condición patológica o una respuesta a un tratamiento. Los biomarcadores pueden ser moléculas, genes, productos genéticos, proteínas o cambios en la estructura y función del cuerpo. Se utilizan en la investigación y en la práctica clínica para diagnosticar enfermedades, predecir su progresión, monitorear la respuesta a tratamientos y evaluar la susceptibilidad de un individuo a ciertas condiciones. Un biomarcador ideal debe ser específico, sensible y reproducible, proporcionando información precisa y confiable sobre el estado de salud o enfermedad de una persona.

Conclusiones generales

  • Biomarcadores genético y epigenéticos: En resumen, estos resultados son prometedores, pero los estudios aún están en sus primeras etapas; por lo tanto, los hallazgos necesitan ser confirmados en estudios más grandes y probados como posibles biomarcadores.
  • Marcadores bioquímicos: “En resumen, se han investigado varios posibles marcadores bioquímicos, que van desde marcadores de inflamación y estrés oxidativo hasta minerales y micro/micobiota intestinal. Aunque son prometedores, la capacidad predictiva de estos biomarcadores necesita ser confirmada.”
  • Biomarcadores de neuroimagen: “En resumen, aunque algunos hallazgos de neuroimagen parecen prometedores, no han sido replicados en muestras externas independientes. Además, la calidad del estudio puede ser limitada cuando el diseño no incluye cálculos de potencia robustos, información sobre la fuente de datos o ajustes para factores de confusión.”
  • Biomarcadores neurofisiológicos: “En general, aunque las medidas neurofisiológicas parecen prometedoras, los estudios no informaron de manera consistente sobre el cálculo de la potencia, el marco de muestreo y la tasa de participación, lo que puede afectar la calidad del estudio y las métricas necesarias para el uso de las métricas investigadas como biomarcadores.”
  • Biomarcadores neuropsicológicos: “En general, aunque las características neuropsicológicas parecen prometedoras en teoría, los estudios no informaron de manera consistente sobre métricas, como la sensibilidad y la especificidad, para respaldar su uso como biomarcadores. Además, la evaluación de la calidad de los datos basada en BIOCROSS destacó limitaciones, especialmente en términos de falta de información sobre el cálculo de la potencia, el marco de muestreo y la tasa de participación.”

¿Por qué es tan difícil encontrar un biomarcador para el TDAH?

Diversos autores sugieren que el diagnóstico del TDAH se solapa con otros diagnósticos del clínicos como el autismo y sugieren que cualquier biomarcador que se encuentre tendrá que ser transdiagnóstico. Sin embargo en una revisión reciente no se encontró evidencia de biomarcadores transdiagnósticos con la excepción problemas de memoria, el cual es un síntoma que comparte con otros problemas del neurodesarrollo como el autismo.

Otra limitación de los biomarcadores que el diagnóstico del TDAH es extremadamente amplio y existen más de 100,00 diferentes formas de cumplir con los criterios diagnósticos del DSM-5 . Por lo tanto dos personas con TDAH pueden tener indicadores extremadamente diferentes. Esto ha ocasionado que el constructor del TDAH sea fuertemente criticado por su falta de rigurosidad clínica.

¿Por qué se cataloga como un trastorno del neurodesarrollo?

Aunque no se hayan identificado biomarcadores específicos para el TDAH, su clasificación como trastorno del neurodesarrollo se basa en su manifestación temprana, síntomas relacionados con el desarrollo neurológico, evidencia de diferencias cerebrales y factores genéticos compartidos con otros trastornos del neurodesarrollo.

Uno de sus más fuertes críticos es el co director del DSM-IV, el psiquiatra estadounidense Allen Frances, que argumenta que la investigación está demostrado que “estamos convirtiendo la inmadurez en una enfermedad” y que ha criticado el impacto del abuso de psicofarmacos en el tratamiento de este diagnóstico.

Algunos investigadores argumentan que las medidas para diagnosticar el TDAH generan muchos falsos positivos, diagnosticando a personas que no cumplen con los amplios criterios del DSM-5. Señalan que la mayoría de estas medidas tienen menos del 10% de precisión. Además, estudios muestran que los niños más jóvenes en el aula tienen más probabilidades de ser diagnosticados con TDAH y medicados, ya que su capacidad para quedarse quietos es menor debido a su edad comparada con la de sus compañeros.

Hay evidencia de que el diagnóstico y tratamiento del TDAH pueden empeorar los resultados. Un estudio reciente encontró que los niños diagnosticados con TDAH tenían una peor calidad de vida y eran más propensos a autolesionarse que aquellos con los mismos síntomas que no fueron diagnosticados. Esto sugiere que los efectos negativos del estigma y otros factores asociados al diagnóstico podrían superar los beneficios del tratamiento.

El estudio MTA financiado por el NIMH mostró beneficios a corto plazo de los fármacos estimulantes, pero estos desaparecieron a los 22 meses, con efectos negativos como la supresión de la altura adulta. Otros estudios indican que los estimulantes no mejoran el rendimiento académico y pueden aumentar el riesgo de abandono escolar, depresión y experiencias psicóticas.

Referencia: Parlatini, V., Bellato, A., Gabellone, A., Margari, L., Marzulli, L., Matera, E., . . . & Cortese, S. (2024). A state-of-the-art overview of candidate diagnostic biomarkers for attention-deficit/hyperactivity disorder (ADHD). Expert Review of Molecular Diagnostics, 24(4), 259-271. DOI: 10.1080/14737159.2024.2333277.

¿Qué es el TDAH?

El Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) es un trastorno neuropsiquiátrico que se caracteriza por síntomas persistentes de inatención, hiperactividad e impulsividad que interfieren con el funcionamiento o el desarrollo. A continuación se presenta una descripción clínica con indicadores específicos del TDAH:

Inatención

  • Falta de atención a los detalles: Comete errores por descuido en tareas escolares, laborales u otras actividades.
  • Dificultad para mantener la atención: Tiene problemas para mantener la atención en tareas o actividades recreativas.
  • No parece escuchar: A menudo parece no escuchar cuando se le habla directamente.
  • Dificultad para seguir instrucciones: No sigue instrucciones y no termina tareas escolares, deberes u obligaciones en el trabajo.
  • Organización deficiente: Tiene dificultades para organizar tareas y actividades.
  • Evita o le desagradan tareas que requieren esfuerzo mental sostenido: Evita, le desagrada o es reacio a participar en tareas que requieren un esfuerzo mental sostenido.
  • Pierde objetos necesarios para tareas o actividades: Pierde cosas necesarias para tareas o actividades, como libros, herramientas, llaves, documentos, etc.
  • Distracción fácil por estímulos externos: Se distrae fácilmente por estímulos irrelevantes.
  • Olvidos en actividades diarias: Es olvidadizo en las actividades diarias.

Hiperactividad

  • Inquietud: Mueve en exceso las manos o los pies, o se retuerce en el asiento.
  • Abandona su asiento en situaciones en las que se espera que permanezca sentado: Se levanta de su asiento en el aula, oficina u otras situaciones en las que se espera que permanezca sentado.
  • Corre o trepa en situaciones inapropiadas: Corre o trepa en situaciones en las que es inapropiado (en adolescentes y adultos, esto puede manifestarse como inquietud).
  • Incapacidad para jugar o participar en actividades tranquilamente: Tiene dificultades para jugar o participar en actividades de ocio de manera tranquila.
  • Está «en movimiento» o «impulsado por un motor»: A menudo actúa como si estuviera «impulsado por un motor».
  • Habla en exceso: Habla en exceso.

Impulsividad

  • Responde antes de que se hayan completado las preguntas: Responde precipitadamente antes de que se hayan completado las preguntas.
  • Dificultad para esperar su turno: Tiene dificultades para esperar su turno.
  • Interrumpe o se entromete en conversaciones o juegos: Interrumpe o se entromete en conversaciones, juegos u otras actividades.

Criterios de Diagnóstico (DSM-5)

Para un diagnóstico de TDAH según el DSM-5, estos síntomas deben:

  • Estar presentes durante al menos seis meses.
  • Ser inapropiados para el nivel de desarrollo del individuo.
  • Interferir directamente con el funcionamiento social, académico o laboral.
  • Algunos síntomas deben haber estado presentes antes de los 12 años.
  • Los síntomas deben estar presentes en dos o más contextos (por ejemplo, en casa y en la escuela o el trabajo).
  • No ser mejor explicados por otro trastorno mental.

Tipos de TDAH

El TDAH se clasifica en tres tipos según el predominio de síntomas:

  1. Presentación combinada: Cuando están presentes síntomas de inatención e hiperactividad-impulsividad.
  2. Presentación predominantemente con falta de atención: Cuando predominan los síntomas de inatención.
  3. Presentación predominantemente hiperactiva-impulsiva: Cuando predominan los síntomas de hiperactividad-impulsividad.

Evaluación y Diagnóstico

El diagnóstico de TDAH se realiza a través de una evaluación clínica exhaustiva que incluye:

  • Entrevistas clínicas con el paciente y, si es posible, con familiares o cuidadores.
  • Cuestionarios y escalas de evaluación de TDAH.
  • Revisión del historial médico y escolar.
  • Evaluación de posibles trastornos comórbidos.

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  • Salud Mental y Tratamientos

La psicoterapia sin antidepresivos tiene mejores resultados para el tratamiento de la depresión

  • David Aparicio
  • 21/05/2024

Cuando se aborda la depresión, la primera opción de tratamiento que suele venir a la mente son los antidepresivos. La sabiduría convencional sostiene que la depresión es una enfermedad causada por un desequilibrio de neurotransmisores, y que la terapia es un recurso adicional que «ayuda» a la persona a manejar su condición «biológica». Por lo tanto, se argumenta que la combinación de ambos puede hacer que el tratamiento sea más efectivo. Sin embargo, cada vez hay más evidencia que cuestiona esta práctica.

Un nuevo metaanálisis publicado en Psychological Medicine indica que la psicoterapia sin antidepresivos podría ser el mejor tratamiento para la depresión. Según los resultados, la psicoterapia no solo supera a los antidepresivos como tratamiento único, sino que también es más eficaz que la combinación de psicofármacos y terapia.

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  • Análisis
  • Salud Mental y Tratamientos

Porque no se puede maquillar el corazón: 8 intervenciones para mejorar la imagen corporal

  • Gretel Martinez
  • 15/05/2024

Como en el espejo precioso

forma y reflejo se contemplan

tú no eres el reflejo

pero el reflejo es tú.

~ Hokyo Zanmai. 

La imagen corporal es uno de los componentes de la identidad personal, es la noción que se tiene sobre las medidas antropométricas, contornos y forma del cuerpo; y también los sentimientos correlacionados con estos factores que inciden en la satisfacción con el cuerpo o partes específicas (Silva et. al., 2019). Representa cómo pensamos, sentimos, percibimos y nos comportamos con respecto a nuestro cuerpo.

Se ubica en un continuo que va desde percepciones corporales saludables hasta percepciones corporales que no lo son. En efecto, las preocupaciones sobre el trastorno dismórfico corporal pueden estar en un espectro con preocupaciones sobre la apariencia normal, contrastando sólo cuantitativamente. Las preocupaciones por la apariencia son cada vez más comunes así como el interés creciente por especialistas y procedimientos cosméticos para mejorar la apariencia física (Lambrou et. al., 2012).

Es un concepto multidimensional, se aplican a personas con percepciones saludables y no saludables de sus cuerpos e incluyen los aspectos:

  • Cognitivo: pensamientos y creencias sobre el cuerpo.
  • Perceptivo: cómo las personas perciben el tamaño y la forma de su cuerpo.
  • Afectivo: sentimientos sobre el cuerpo.
  • Comportamental: las acciones que las personas realizan para controlar, cuidar, alterar u ocultar su cuerpo (Yamamotova et. al., 2017).

Errores en la matrix

La percepción del propio cuerpo se debe a la percepción y combinación de las diferentes informaciones sensoriales. Si este procesamiento se encuentra sesgado, esta información puede contribuir a la percepción errónea del tamaño y la forma del cuerpo. Se descubrió que los diferentes tipos de sesgos cognitivos (de memoria, de atención y de interpretación) son en parte responsables de la imagen corporal distorsionada en personas con trastornos alimentarios (Gaudio et al., 2014)

  • Los sesgos de la memoria: se refieren a la codificación y el recuerdo facilitados/deteriorados de información destacada del trastorno, como palabras u oraciones relacionadas con el peso y la forma, en comparación con información neutral.
  • Los sesgos de atención se componen de:
    • Captura atencional facilitada: la información saliente del trastorno se detecta más rápido que la información no saliente.
    • Dificultad para desconectarse: la información destacada del trastorno es más difícil de desconectar, por ejemplo, una mayor atención hacia las partes poco atractivas del propio cuerpo en comparación con las partes atractivas.
    • Evitación atencional: mantener la atención alejada de la información destacada del desorden.
  • Los sesgos de interpretación: se refieren al procesamiento sesgado de la información y la tendencia a analizar inapropiadamente información ambigua, por ejemplo, escenarios cotidianos, de acuerdo con esquemas cognitivos específicos del trastorno (Lewer et. al, 2017).

Cómo se va desarrollando

La socialización primaria tiene lugar a una edad temprana y se supone que se desarrolla un sentido de auto reconocimiento a los 2 años. Los niños en la primera infancia toman conciencia de su género, descubren normas sociales, como la competitividad y los estándares de belleza: para los hombres (piernas fuertes, músculos, brazos grandes) y la hermosura o la pequeñez para las mujeres (cabello brillante, piel perfecta, cintura pequeña, sin caderas). Cuando los niños toman conciencia de su apariencia corporal, desean recibir admiración y aprobación de sus ma/padres que crece al iniciar la escuela, exhibiendo una necesidad de aceptación social. Se entiende entonces a la imagen corporal como un comportamiento aprendido (Cash & Smolak, 2011). Smolak propone que los niños se centran principalmente en la apariencia de sus juguetes. A medida que crecen y socializan, comienzan a compararse con otros niños, especialmente en lo que respecta a la apariencia (por ejemplo, los niños pequeños desean ser más grandes). A los 6 años, la forma del cuerpo se vuelve cada vez más importante (especialmente los músculos y el peso). Entre los escolares de 6 a 12 años, entre el 40% y el 50% demostraron insatisfacción con alguna parte del tamaño o la forma de su cuerpo (King, 2018).

Por su parte, los padres envían mensajes socioculturales o críticos y mensajes sobre los ideales de apariencia corporal a sus hijos. Cuando los individuos se sienten seguros con respecto a sus relaciones, están más satisfechos con su cuerpo y es menos probable que piensen de manera que tengan que adherirse a ideales de apariencia para recibir la aceptación de los demás. Las investigaciones demostraron que los adolescentes con mejores relaciones entre padres y adolescentes tienen menos probabilidades de experimentar insatisfacción corporal (Bearman et. al, 2006). 

Distorsión de la imagen corporal 

La distorsión de la imagen corporal está presente en varias enfermedades graves, incluidos los trastornos alimentarios y el trastorno dismórfico corporal (Sadibolova et. al., 2019). La alteración de la imagen corporal puede manifestarse como una alteración de la percepción (es decir, distorsión) y del concepto (es decir, insatisfacción corporal). Se cree que las alteraciones de la imagen corporal también se manifiestan a nivel conductual, como la evitación del cuerpo, el control del cuerpo o las dietas.

“La imagen corporal es un fenómeno aprendido a partir de experiencias durante el desarrollo prenatal y posnatal en el que las conexiones corticales cruzadas y las neuronas espejo desempeñan papeles destacados. Las interacciones complejas entre factores neurofisiológicos, socioculturales y cognitivos contribuyen al desarrollo y mantenimiento de la imagen corporal. “ Ver artículo Cuando la belleza duele: 6 factores que afectan la imágen corporal y cómo se desarrolla.

Posibles abordajes terapéuticos

  1. Técnicas generales cognitivo-conductuales: la terapia cognitivo-conductual (TCC) es la intervención más utilizada y con mayor respaldo empírico para mejorar la imagen corporal. Tiene como objetivo apuntar a los procesos cognitivos y conductuales centrales ayudando a las personas a modificar sus pensamientos, sentimientos y comportamientos disfuncionales relacionados con su imagen corporal (Alleva et. al., 2015). Ejemplos de técnicas: discutir las cogniciones y el papel que desempeñan en la imagen corporal; enseñar el autocontrol y la reestructuración de las cogniciones; enseñar el autocontrol del comportamiento; cambiar el lenguaje corporal negativo; realizar imágenes guiadas; realizar ejercicios de exposición; escribir sobre el cuerpo; proporcionar estrategias de prevención de recaídas; proporcionar formación sobre el manejo del estrés.
  2. Técnicas para mejorar la aptitud física: las intervenciones de entrenamiento físico reúnen ejercicios aeróbicos o anaeróbicos para mejorar las capacidades físicas, como la fuerza muscular, y también para alentar a las personas a centrarse más en la funcionalidad y menos en la apariencia  (Alleva et. al., 2015). 
  3. Técnicas para proporcionar alfabetización mediática y promover la resistencia mediática: las intervenciones de alfabetización mediática tienen como objetivo enseñar a las personas a evaluar críticamente los ideales de apariencia que les transmiten los medios (Alleva et. al., 2015). Ejemplos de técnicas: discutir el ideal de belleza; proporcionar formación en alfabetización mediática.
  4. Técnicas para mejorar la autoestima: estas intervenciones para mejorar la autoestima (Alleva et. al., 2015) son beneficiosas, seguras y adecuadas para mejorar la imagen corporal. Ejemplos de técnicas: discutir alternativas para centrarse en la apariencia; discutir las relaciones interpersonales; discutir las diferencias individuales.
  5. Técnicas de psicoeducación relacionadas con la imagen corporal: la psicoeducación tiene como objetivo educar a las personas sobre el concepto de imagen corporal, la imagen corporal negativa y sus causas y consecuencias (Alleva et. al., 2015). Suele ser útil junto con otras intervenciones, como las de entrenamiento físico o mejora de la autoestima. Ejemplos de técnicas: discutir las causas de la imagen corporal negativa; discutir sus consecuencias; discutir el concepto de imagen corporal; discutir la expresión conductual de la imagen corporal negativa.
  6. Terapia de remediación cognitiva (TRC): la investigación sobre la imagen corporal comenzó a analizar los aspectos neuropsicológicos de cómo un individuo con una alteración de la imagen corporal procesa cognitivamente la información (Dahlgren y Stedal, 2017).. Esta terapia es un grupo de intervenciones diseñadas para mejorar las capacidades neurocognitivas de un individuo, como la flexibilidad y planificación cognitiva, la atención, la memoria de trabajo, el cambio de escenario y el funcionamiento ejecutivo.
  7. Farmacoterapia en el trastorno dismórfico corporal: las directrices clínicas actuales indican que la terapia cognitivo-conductual (TCC) más los inhibidores de la recaptación de serotonina (ISR) son los tratamientos de primera línea para el trastorno dismórfico corporal. La farmacoterapia adecuada mejora los síntomas centrales del TDC, las tendencias suicidas y el funcionamiento psicosocial en la mayoría de los pacientes. Es necesario identificar la voluntad del paciente de aceptar y adherirse a la farmacoterapia, ya que muchos pacientes tienen poca percepción y pueden desear un tratamiento cosmético en lugar de farmacoterapia (Krebs, 2017).
  8. Otras intervenciones posibles: Varios estudios sugirieron programas educativos en las escuelas para mejorar la imagen corporal y ayudar a prevenir los trastornos alimentarios (O’Dea y Abraham, 2000). Estas intervenciones se centran en proporcionar información sobre los trastornos alimentarios y los problemas relacionados con la imagen corporal a estudiantes de secundaria en un aula estructurada tradicional. Los temas incluyen el desarrollo sociocultural de la imagen corporal y los ideales de imagen corporal, alimentación saludable, los riesgos potenciales de la restricción calórica y las expectativas sobre el cuerpo perfecto. 

Los padres también juegan un papel esencial en el desarrollo de la imagen corporal, la insatisfacción corporal y los problemas alimentarios; por lo tanto, parece relevante desarrollar programas de prevención para padres de niños en edad preescolar (Damiano et. al, 2015). 

No se puede maquillar el corazón, se puede encontrar y redescubrir la belleza con el que se tiene, con apoyo profesional y un entorno amable. 

Referencias:

  • Alleva JM, Sheeran P, Webb TL, Martijn C, Miles E. A Meta-Analytic Review of Stand-Alone Interventions to Improve Body Image. PLoS One. 2015;10(9):e0139177.
  • Bearman SK, Martinez E, Stice E, Presnell K. The Skinny on Body Dissatisfaction: A Longitudinal Study of Adolescent Girls and Boys. J Youth Adolesc. 2006 Apr;35(2):217-229.
  • Campillo, J. M. (2011). El secreto del zen los textos esenciales legados por los patriarcas del budismo Soto Zen: Hannya Shingyo, Shinjinmei, Shodoka, Sandokai, Hokyo Zanmai, Fukanzazenji. José J. de Olañeta.
  • Cash, T. F., & Smolak, L. (2011). Understanding body images: Historical and contemporary perspectives. In T. F. Cash & L. Smolak (Eds.), Body image: A handbook of science, practice, and prevention (pp. 3–11). The Guilford Press.
  • Dahlgren CL, Stedal K. Cognitive Remediation Therapy for Adolescents with Anorexia Nervosa-Treatment Satisfaction and the Perception of Change. Behav Sci (Basel). 2017 Apr 18;7(2).
  • Damiano SR, Hart LM, Paxton SJ. Development and validation of parenting measures for body image and eating patterns in childhood. J Eat Disord. 2015;3:5. 
  • Gaudio S, Brooks SJ, Riva G. Nonvisual multisensory impairment of body perception in anorexia nervosa: a systematic review of neuropsychological studies. PLoS One. 2014;9(10):e110087.
  • King ICC. Body image in pediatric burns: a review. Burns Trauma. 2018;6:12.
  • Krebs G, Fernández de la Cruz L, Mataix-Cols D. Recent advances in understanding and managing body dysmorphic disorder. Evid Based Ment Health. 2017 Aug;20(3):71-75.
  • Lambrou C, Veale D, Wilson G. Appearance concerns comparisons among persons with body dysmorphic disorder and nonclinical controls with and without aesthetic training. Body Image. 2012 Jan;9(1):86-92.
  • Lewer M, Bauer A, Hartmann AS, Vocks S. Different Facets of Body Image Disturbance in Binge Eating Disorder: A Review. Nutrients. 2017 Nov 28;9(12).
  • O’Dea JA, Abraham S. Improving the body image, eating attitudes, and behaviors of young male and female adolescents: a new educational approach that focuses on self-esteem. Int J Eat Disord. 2000 Jul;28(1):43-57.
  • Sadibolova R, Ferrè ER, Linkenauger SA, Longo MR. Distortions of perceived volume and length of body parts. Cortex. 2019 Feb;111:74-86.
  • Silva D, Ferriani L, Viana MC. Depression, anthropometric parameters, and body image in adults: a systematic review. Rev Assoc Med Bras (1992). 2019 Jun 03;65(5):731-738.
  • Yamamotova A, Bulant J, Bocek V, Papezova H. Dissatisfaction with own body makes patients with eating disorders more sensitive to pain. J Pain Res. 2017;10:1667-1675.

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Juego para la prevención de los TCA (webinar)

  • David Aparicio
  • 07/05/2024
photo of boy enjoying melted chocolate

Mi Reflejo es un juego terapéutico innovador diseñado para abordar diversos trastornos de la conducta alimentaria de manera interactiva y lúdica, utilizando técnicas cognitivo-conductuales. Los autores de este juego nos ofrecen una visión general de cómo los participantes se involucran en procesos de reestructuración cognitiva, identificación y expresión de emociones, así como el desarrollo de estrategias de afrontamiento saludables que integran componentes cognitivos, emocionales y sociales.

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La felicidad es un mito

  • David Aparicio
  • 06/05/2024

La felicidad no está destinada a ser un estado permanente en el que existas, pero si no estamos destinados a sentirnos bien todo el tiempo, ¿cuál es el objetivo final de crear nuestra felicidad y cómo abordamos el dolor y el sufrimiento inevitable que todos enfrentamos en la vida?

En esta entrevista, Russ Harris, un reconocido terapeuta ACT, explora cómo podemos definir nuestros valores para vivir una vida más plena y significativa.

Recuerda que puedes activar la traducción automática.

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4 razones por las que los terapeutas se estancan

  • Equipo de Redacción
  • 06/05/2024

Por Steven Hayes

A veces no avanzas en absoluto con un consultante. Se presentan a la sesión, comprenden lo que estás tratando de enseñarles e incluso siguen los ejercicios… Sin embargo, cuando salen de la habitación, vuelven a su mundo y regresan a un entorno que subvierte todo lo saludable que están tratando de aprender. No practican las habilidades que les enseñaste, siguen atrapados en su historia y, como resultado, apenas progresan.

Peor aún, pueden empezar a sentirse desilusionados y dejar de presentarse por completo.

Cuando esto sucede, es difícil no preguntarse si hiciste lo suficiente. La verdad es que esto ocurre con demasiada frecuencia, y hay principalmente cuatro razones por las que te quedas estancado:

Razón 1: No has construido una alianza sólida con tu cliente

Uno de los predictores más consistentemente encontrados para el éxito terapéutico es una sólida alianza entre el terapeuta y el paciente, independientemente del enfoque de tratamiento, los problemas del consultante u otros factores contextuales. Si tú y tus clientes no están trabajando bien juntos como equipo, se vuelve difícil facilitar un cambio significativo.

Razón 2: No has comprendido completamente los matices de la situación de tu cliente

La vida de tu consultante es una red compleja de factores interactivos, algunos de los cuales mantienen sus problemas y obstaculizan el progreso efectivo. Por ejemplo, ¿les cuesta concentrarse en el trabajo debido a preocupaciones frecuentes? ¿Es al revés? ¿O ambos factores son completamente independientes? ¡Es tu tarea averiguarlo! Si tus clientes no están progresando de manera significativa, es posible que aún no comprendas completamente los matices de su situación.

Lo cual nos lleva al siguiente punto…

Razón 3: No has involucrado adecuadamente a tu cliente para que practique las habilidades básicas

El cambio real solo ocurre cuando tus pacientes comienzan a hacer las cosas de manera diferente. Y la mejor manera de facilitar un nuevo comportamiento es a) alcanzarlos fuera de la sesión en la vida diaria y b) adaptar tus intervenciones a su contexto individual. Esto significa comprender las necesidades, deseos y expectativas de tu cliente (ver Razón #2) y luego personalizar tu enfoque en consecuencia.

Y finalmente…

Razón 4: No has aplicado técnicas o métodos terapéuticos con habilidad

Esta última quizás no te sorprenda: si deseas ayudar a otros a realizar cambios significativos, necesitas saber lo que estás haciendo. Debes estar entrenado en el enfoque que estás enseñando, saber cuándo aplicar ciertas intervenciones y ser capaz de adaptarlas a tus clientes individuales (recuerda la Razón #3). Solo cuando practicas las habilidades básicas tú mismo puedes enseñarlas adecuadamente a otros.

Artículo publicado en el newsletter de Steven Hayes y traducido para Psyciencia.

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  • Análisis
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Cuando la belleza duele: 6 factores que afectan la imágen corporal

  • Gretel Martinez
  • 25/04/2024

Un filtro que me “haga” la cara más delgada o la nariz más pequeña y así, al menos por un momento, nos vemos de una forma que nos gustaría que nos vieran los demás. Entre la tecnología del disimulo y creencias de lo que “debería ser” se va generando una relación de (des) amor que a veces puede llegar a tener un costo demasiado alto. En el siguiente artículo se desarrolla la distorsión de la imagen corporal que suele provocar sufrimiento, influyendo así en la salud física y psicológica. (Hosseini y Padhy, 2023).

Imagen corporal negativa

La imagen corporal negativa demuestra insatisfacción con el cuerpo o sus partes, preocupación por la apariencia y comportamientos como mirarse frecuentemente al espejo, pesarse o evitar situaciones públicas. Comúnmente se mide como insatisfacción corporal que es atribuible a una diferencia entre la percepción de la imagen corporal y su imagen idealizada (Silva et. al., 2019).

La alteración de la imagen corporal puede manifestarse como una alteración de la percepción (es decir, distorsión) y del concepto (es decir, insatisfacción corporal). La alteración de la percepción implica la imposibilidad de evaluar con precisión el tamaño del cuerpo. La insatisfacción corporal incluye la percepción actitudinal o afectiva del propio cuerpo y los sentimientos y creencias negativas. Se cree que las alteraciones de la imagen corporal también se manifiestan a nivel conductual, como la evitación del cuerpo, el control del cuerpo o las dietas (Lewer et. al., 2017).

La imagen corporal es un fenómeno aprendido a partir de experiencias durante el desarrollo prenatal y posnatal en el que las conexiones corticales cruzadas y las neuronas espejo desempeñan papeles destacados (Price, 2006). Las interacciones complejas entre factores neurofisiológicos, socioculturales y cognitivos contribuyen al desarrollo y mantenimiento de la imagen corporal (Irvine et. al., 2019). Diferentes factores como el género, la moda, los grupos de pares, las influencias educativas y familiares, la socialización en evolución y las alteraciones físicas (crecimiento del cabello, acné, desarrollo de los senos, menstruación) colocan a los niños en un territorio desconocido con imágenes corporales vulnerables. Entre los escolares de 6 a 12 años, entre el 40% y el 50% demostraron insatisfacción con alguna parte del tamaño o la forma de su cuerpo (King, 2018).

La imagen corporal en los adolescentes está bajo la influencia de los padres. La relación padre – adolescente tiene un impacto significativo en el desarrollo de la insatisfacción corporal de los adolescentes. Los padres envían mensajes socioculturales o críticos y mensajes sobre los ideales de apariencia corporal a sus hijos (Bearman et. al., 2006). 

La imagen corporal de las personas de 14 a 27 años se ve muy afectada por la de sus compañeros (King, 2018). Un evento crítico o una serie, como las burlas y el rechazo, pueden llevar a una percepción errónea de la imagen corporal. Los estudios han descubierto que cuanto más frecuentemente se burlan de ellos sobre el tamaño y el peso corporal durante el crecimiento, es más probable que se experimente distorsión de la imagen corporal e insatisfacción corporal durante la adultez (Grilo et. al, 1994).

La satisfacción corporal difiere en diferentes grupos de edad y género. Los estudios observan los niveles más altos de insatisfacción corporal en la adolescencia, la edad adulta temprana y las mujeres.

Factores que afectan la imagen corporal 

Algunos de los diversos factores que influyen en la imagen corporal (Jang et. al., 2018):

1. Índice de masa corporal (IMC): Es una variable continua que utiliza la fórmula estándar de kilogramos sobre altura al cuadrado. Como componente biológico,  es uno de los factores más importantes que influyen en la imagen corporal y al miedo a una evaluación negativa. La discordancia en la imagen corporal se asocia con la insatisfacción con la imagen corporal y tiene un impacto negativo en la salud mental, incluida la disminución de la autoestima y el aumento de la depresión (Jang et. al., 2018).

2. Familia: Las actitudes de la familia sobre el tamaño corporal y los patrones alimentarios de los niños es esencial ya que se forman en la primera infancia. La familia es una influencia destacada y continua a medida que los niños desarrollan la necesidad de la admiración y aprobación de los padres. Los padres pueden aumentar o disminuir el riesgo de que sus hijos desarrollen una imagen corporal y problemas alimentarios, directa o indirectamente. Los padres que prestan especial atención a las conductas de control de peso tienen influencias significativas en la satisfacción corporal de los niños (Damiano et. al., 2015).  Los comportamientos directos de los padres pueden incluir: comentarle a un niño sobre su peso o apariencia, burlarse de su peso, presionarlo para que pierda peso o alentarlo a hacer dieta; mientras que los indirectos son acciones o actitudes que no necesariamente están planificadas para influir en el niño tales como los comentarios negativos de los padres sobre sus cuerpos y la participación de los padres en ejercicio excesivo o dietas. Estas conductas pueden modelar la autocrítica e inspirar a los niños a juzgarse o a los demás según su apariencia y resaltar la importancia de adherirse a los ideales sociales y culturales de tamaño corporal. 

3. Presiones sociales: Aunque la imagen corporal es un concepto mental, es observable como un fenómeno social. La aceptación social es un componente crítico del ciclo vital y es fundamental para el bienestar, para aumentar la probabilidad de obtenerla mediante el proceso de aprendizaje social, los individuos observan, imitan y refuerzan su comportamiento. Esto es particularmente importante en los adolescentes para lograr la aceptación de pares (Shoraka et. al., 2016). El acoso relacionado con el peso durante la adolescencia contribuye significativamente al desarrollo de percepciones corporales negativas y de insatisfacción corporal. La presión para perder peso o ganar músculo que experimentan los adolescentes por parte de la sociedad se asocia con la insatisfacción corporal (Xu et. al., 2010).

4. Medios de comunicación: Las infancias y adolescentes se encuentran inmersos en una realidad colmada de diferentes tipos de medios: televisión, películas, vídeos, anuncios publicitarios, revistas, música, periódicos e internet. Varios estudios sugieren que existe relación entre el ideal del cuerpo masculino musculoso y el ideal de belleza femenina delgada representado en los medios con una variedad de condiciones psicológicas que incluyen percepción errónea de la imagen corporal, insatisfacción corporal y trastornos alimentarios. Este vínculo se ha explicado principalmente por procesos sociocognitivos como la comparación social (Kaewpradub et. al., 2017).

5. Medios de comunicación social: Los mensajes sobre ideales de apariencia se transmiten a través de las redes sociales con gran velocidad e impacto debido a que están continuamente al alcance de la mano (en smartphones y tablets por ejemplo). Varios estudios sugieren que la participación activa en las redes sociales puede influir negativamente en la imagen corporal y parece estar asociada con la insatisfacción corporal y los trastornos alimentarios. Los usuarios publican sus fotografías, ven fotos de otras personas donde la apariencia física es un factor importante en estas actividades, reciben mensajes y comentarios sobre sus cuerpos, mientras ven imágenes cuidadosamente editadas y seleccionadas de cuerpos delgados (thinspiration) o cuerpos delgados y musculosos (fitspiration). Los internautas pueden compararse frecuentemente con los ideales de apariencia que les transmiten a través de las redes sociales e internalizarlos como estándares para su propio cuerpo (Griffiths et. al., 2018) . Cuando su apariencia física no coincide, puede resultar en insatisfacción corporal (Myers y Crowther, 2009). Este concepto es particularmente importante en los adolescentes que pasan más tiempo y reciben más comentarios sobre su apariencia en las redes sociales (de Vries et. al., 2019).

6. Autoestima: La imagen corporal está muy relacionada con la autoestima y el autoconcepto de una persona. La autoestima puede ser un factor potencial que reduzca la asociación negativa entre el IMC, la imagen corporal y el miedo a una evaluación negativa. Una mayor autoestima puede servir como factor protector, disminuyendo la asociación negativa entre el IMC y los sentimientos de los individuos sobre su cuerpo, y también reduciendo el nivel de ansiedad causado por los juicios desfavorables de los demás. (Ahadzadeh et. al., 2018). Además, la insatisfacción corporal se asocia negativamente con la autoestima y es un fuerte predictor de reducción de la autoestima, particularmente en adolescentes. 

Otros factores causantes alternativas a las mencionadas son las enfermedades crónicas que pueden tener una influencia negativa en el autoconcepto (Bolton et. al., 2010) y las medidas de bloqueo asociadas con la pandemia de COVID-19 que fueron asociadas con un aumento de hábitos alimentarios desadaptativos e insatisfacción corporal, en particular, en ciertos grupos con un diagnóstico actual o pasado de trastornos alimentarios (Robertson et. al., 2021).

Diagnóstico diferencial en cuadros relacionados a la distorsión en la imágen corporal

Existen una serie de cuadros psicopatológicos en salud mental que tienen como denominador común la preocupación excesiva por la imagen corporal y las conductas desadaptativas relacionadas.

Tabla 1: Trastornos psicológicos y problemas asociados a la distorsión de la imágen corporal.

En conclusión, las representaciones corporales se relacionan con varios aspectos del bienestar psicológico. Entonces, si bien las distorsiones acerca de la imagen corporal o sus preocupaciones pueden presentarse en una vida saludable (Longo, 2022) , según su magnitud pueden representar un factor de riesgo para el desarrollo de problemas de salud.

Podemos hacer algo al respecto desde lo que transmitimos a las infancias y la información que damos (o no) a adolescentes, cómo nos tratamos y tratamos a los demás desde pequeños hasta la edad adulta, cada día, podemos hacer la diferencia.

  • Ahadzadeh AS, Rafik-Galea S, Alavi M, Amini M. Relationship between body mass index, body image, and fear of negative evaluation: Moderating role of self-esteem. Health Psychol Open. 2018 Jan-Jun;5(1):2055102918774251.
  • Bearman SK, Martinez E, Stice E, Presnell K. The Skinny on Body Dissatisfaction: A Longitudinal Study of Adolescent Girls and Boys. J Youth Adolesc. 2006 Apr;35(2):217-229.
  • Bolton MA, Lobben I, Stern TA. The impact of body image on patient care. Prim Care Companion J Clin Psychiatry. 2010;12(2) 
  • Damiano SR, Hart LM, Paxton SJ. Development and validation of parenting measures for body image and eating patterns in childhood. J Eat Disord. 2015;3:5.
  • de Vries DA, Vossen HGM, van der Kolk-van der Boom P. Social Media and Body Dissatisfaction: Investigating the Attenuating Role of Positive Parent-Adolescent Relationships. J Youth Adolesc. 2019 Mar;48(3):527-536.
  • Grilo CM, Wilfley DE, Brownell KD, Rodin J. Teasing, body image, and self-esteem in a clinical sample of obese women. Addict Behav. 1994 Jul-Aug;19(4):443-50.
  • Griffiths S, Murray SB, Krug I, McLean SA. The Contribution of Social Media to Body Dissatisfaction, Eating Disorder Symptoms, and Anabolic Steroid Use Among Sexual Minority Men. Cyberpsychol Behav Soc Netw. 2018 Mar;21(3):149-156.
  • Hosseini, S. A., & Padhy, R. K. (2023). Body Image Distortion. In StatPearls. StatPearls Publishing.
  • Irvine KR, McCarty K, McKenzie KJ, Pollet TV, Cornelissen KK, Tovée MJ, Cornelissen PL. Distorted body image influences body schema in individuals with negative bodily attitudes. Neuropsychologia. 2019 Jan;122:38-50.
  • Jang HY, Ahn JW, Jeon MK. Factors Affecting Body Image Discordance Amongst Korean Adults Aged 19-39 Years. Osong Public Health Res Perspect. 2018 Aug;9(4):197-206.
  • Kaewpradub N, Kiatrungrit K, Hongsanguansri S, Pavasuthipaisit C. Association Among Internet Usage, Body Image and Eating Behaviors of Secondary School Students. Shanghai Arch Psychiatry. 2017 Aug 25;29(4):208-217.
  • King ICC. Body image in pediatric burns: a review. Burns Trauma. 2018;6:12.
  • Lewer M, Bauer A, Hartmann AS, Vocks S. Different Facets of Body Image Disturbance in Binge Eating Disorder: A Review. Nutrients. 2017 Nov 28;9(12).
  • Longo, Matthew (2022) Distortion of mental body representations. Trends in Cognitive Sciences 26 (3), pp. 241-254. ISSN 1364-6613.
  • Myers TA, Crowther JH (2009) Social comparison as a predictor of body dissatisfaction: A meta-analytic review. J Abnorm Asychol 118: 683.
  • Price EH. A critical review of congenital phantom limb cases and a developmental theory for the basis of body image. Conscious Cogn. 2006 Jun;15(2):310-22.
  • Robertson M, Duffy F, Newman E, Prieto Bravo C, Ates HH, Sharpe H. Exploring changes in body image, eating and exercise during the COVID-19 lockdown: A UK survey. Appetite. 2021 Apr 01;159:105062.
  • Shoraka H, Amirkafi A, Garrusi B. Review of Body Image and some of Contributing Factors in Iranian Population. Int J Prev Med. 2019;10:19.
  • Silva D, Ferriani L, Viana MC. Depression, anthropometric parameters, and body image in adults: a systematic review. Rev Assoc Med Bras (1992). 2019 Jun 03;65(5):731-738.
  • Xu X, Mellor D, Kiehne M, Ricciardelli LA, McCabe MP, Xu Y. Body dissatisfaction, engagement in body change behaviors and sociocultural influences on body image among Chinese adolescents. Body Image. 2010 Mar;7(2):156-64.

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  • Análisis
  • Salud Mental y Tratamientos

Ciencia y pseudociencia en las terapias psicológicas

  • CETECIC
  • 26/03/2024

¿Por qué falla tu analista?

Aunque suene un poco extraño, no todas las terapias psicológicas que los psicólogos aplican tienen una base científica. Menos aún son científicas un conjunto de prácticas muy difundidas que parecen (insistimos, sólo parecen) estar relacionadas con la psicología, como la biodecodificación, la hipnosis, las constelaciones familiares y, por supuesto, el psicoanálisis.

¿Cuáles son las características de una práctica científica y cuáles las de una pseudociencia? ¿Por qué es importante que la terapia psicológica esté científicamente basada?

Los primeros cuestionamientos claros hacia las terapias psicológicas no científicas fueron efectuados a mitad del siglo pasado por el prominente psicólogo Hans Eysenck, en Inglaterra. En pocas palabras, Eysenck demostró con datos empíricos que las personas que acudían a psicoterapia mejoraban en igual medida que quienes no hacían ninguna actividad psicoterapéutica. Vale decir, la psicoterapia producía resultados similares a los del mero paso del tiempo, un fenómeno llamado “remisión espontánea”. Sus planteos, mal recibidos por el autoritarismo psiquiátrico de la época, tardaron algunos años en dar sus frutos, pero inauguraron el camino de un debate que aún se recorre: 

Al fin y al cabo, los seres humanos hacemos infinidad de actividades cotidianas sin ninguna preocupación acerca de su cientificidad. Así, por ejemplo, jugamos cartas, escuchamos música, leemos ficción, practicamos ejercicio físico por diversión, con completa independencia de si estas ocupaciones cuentan o no con un aval científico. ¿Es válida una postura similar para la terapia psicológica? Algo así como “voy a mi psicoanalista o voy a constelar porque me gusta”.

Una forma de pensar: las cosas como son y no como me gustan

Si bien resulta sumamente difícil caracterizar en pocas palabras la filosofía de la ciencia aplicada a la psicología o cualquier otra disciplina del conocimiento, no hay duda de que la apertura a los hechos resulta uno de sus rasgos distintivos. Dicho en términos simples, la ciencia es empírica. Algo se acepta como válido si tiene pruebas; caso contrario, se descarta, punto. Esta manera de generar información, a simple vista muy obvia, se enfrenta con varias clases de obstáculos. Algunos de ellos, tal vez los más importantes, emanan de la misma fuente que la ciencia, es decir, nuestro cerebro; este, lejos de erigirse como un limpio dispositivo puramente racional, es un órgano plagado de sesgos y falacias lógicas. La racionalidad y el pensamiento de base empírica no le salen espontánea y fácilmente al cerebro humano, de modo tal que la única forma de construir el conocimiento científico radica en la colaboración de muchos que mutuamente se evalúan y critican unos a otros.

El sesgo de confirmación constituye uno de los mejores ejemplos que la psicología ha constatado.

En perfecta complementariedad se encuentra el “razonamiento motivado”, el cual consiste en utilizar información irrelevante y recursos retóricos para desviar un argumento hacia una conclusión que nos resulta beneficiosa, aunque no necesariamente correcta. La lista de errores y sesgos cognitivos, falacias lógicas y pseudorazonamientos podrían llenar fácilmente las páginas de varios libros, aunque muchos de ellos tendrían un denominador común: la búsqueda de que el mundo sea como a mí me gusta y a mí me conviene. 

En efecto, la psicología ha documentado que resulta mucho más fácil engañar a alguien cuando la mentira que contamos le resulta agradable o beneficia a la víctima del embuste; no importa si el cuento lo hace un comerciante fraudulento, un político corrupto o yo a mí mismo. Justamente, esto es lo que la ciencia viene a demostrar: el mundo es como es, con independencia de lo que nos agrada; la realidad no es como nos gusta ni como para nosotros tiene sentido; el universo es completamente indiferente a nuestras pretensiones.

La breve discusión anterior no debe caer como una simple filosofada que interesa a un puñado reducido de gente dedicada a la ciencia. Por el contrario, el planteo posee consecuencias mundanas muy importantes, graves a veces. Construir un saber racional, empíricamente basado, no contaminado por sesgos y errores de razonamiento redunda en que las prácticas derivadas serán más efectivas, por la sencilla razón de que están más adecuadas a los hechos de la realidad y no a los sesgos, falacias de razonamiento o caprichos intelectuales de algún cerebro sapiens que anda suelto por ahí.

Los psicólogos, trabajadores sociales, psiquiatras y otros profesionales relacionados son frecuentemente consultados para tomar decisiones importantes, a veces transcendentales, sobre la vida de otros individuos. Las opiniones de estos profesionales impactan en si una persona irá o no a la cárcel, una madre conservará o no la tenencia de su hijo o un niño entrará a un sistema de educación especial. ¿Qué sucede cuando esas opiniones (de los supuestos profesionales expertos) no están basadas en los hechos y en la ciencia sino en sesgos personales o, peor aún, gustos personales?

La discusión acerca de las evidencias en las que se sustentan las intervenciones psicológicas impacta directamente en el trabajo cotidiano que cada psicólogo lleva adelante con sus pacientes. ¿Deberían los psicólogos basar sus intervenciones en el modelo científico? ¿Qué consecuencias trae no hacerlo? Reflexionemos sobre la base de dos ejemplos comunes:

  • Un psicólogo clínico no reconoce que se encuentra frente a un paciente que padece un trastorno bipolar y, como consecuencia, no recomienda la interconsulta con un psiquiatra. O peor aún, hay psicólogos clínicos que, desconociendo completamente los protocolos de la ciencia, manifiestan no estar de acuerdo con el uso de medicación psicotrópica. Sea como fuera, el paciente evoluciona con altibajos durante algunos años hasta que, como suele suceder en estos casos, las crisis empeoran. Durante un episodio de hipomanía, el paciente efectúa conductas en exceso, como embriagarse, insinuarse sexualmente de modo inadecuado a otras personas o, incluso, ser francamente infiel a su pareja. Cualquiera de estos actos acarrea consecuencias desastrosas, desde tener un accidente producto del alcohol, la pérdida de relaciones sociales o una separación conyugal.
  • Otro psicólogo, que tampoco trabaja con un enfoque científicamente basado, atiende a un paciente que padece de ansiedad social. En lugar de aplicar un protocolo validado que incluya a la discusión cognitiva, la terapia de exposición y el entrenamiento en habilidades sociales, el terapeuta utiliza la asociación libre y la interpretación de los sueños, un tratamiento cuya efectividad no ha sido demostrada luego de más de un siglo desde que fuera propuesto. El paciente pasa largos años en terapia (cosa común en el psicoanálisis) sin mayores cambios. Debido a su ansiedad social que no remite, malgasta gran parte de su tiempo encerrado en su habitación y, por ende, no logra hacer una carrera universitaria, no tiene amigos y no conoce una pareja. Ya hacia la cuarta década de su vida, se halla aislado, apenas alcanza a sostener un trabajo que no le gusta. De los muchos casos como este, algunos viran hacia una depresión y, de ahí, quedan a unos pocos pasos del suicidio. En situaciones de esas características, alguien puede morir.

Si alguien atraviesa un paro cardiaco, omitir el desfibrilador conduce al deceso instantáneo. En el terreno psicológico las cosas se juegan con otros tiempos, en una larga cadena de hechos que arranca con tratamientos inadecuados, incapaces de aliviar el malestar emocional. A lo largo de muchos años, y en conjunción con otros factores, ello se traduce en una merma en la calidad de vida. De ahí, fácilmente viramos hacia la depresión y, a veces, a la muerte por suicidio. Ni que hablar del estrés de vivir con un desorden mental crónico. Hoy sabemos a ciencia cierta que el estrés es la causa de una gran parte de las enfermedades médicas, incluso de algunas condiciones graves y potencialmente letales; pero también disponemos de medios científicamente avalados para aliviarlo. 

La conclusión sale naturalmente: no aplicar las técnicas científicamente probadas para aliviar el estrés deja al individuo más vulnerable a las enfermedades relacionadas y, dado que algunas pueden causar la muerte, entonces algunos fallecidos no serían tales si tan sólo un psicólogo hubiese intervenido con los medios adecuados.

¿Parece exagerada la discusión anterior? ¿Algo así como que hemos llevado las cosas a un extremo muy trágico? Pues reflexionemos sobre un solo ejemplo simple: la hipertensión arterial explica el 13 % de las muertes o, en otras palabras, 13 de cada 100 muertes se deben a la hipertensión arterial. Por otro lado, esa enfermedad es una de las que más influencia recibe del estrés; groso modo, un poco más del 80 % de la causalidad se debe al estrés (o factores emocionales, como algunos gustan llamar). Sólo hay que hacer la cuenta, es fácil… ¿cuántas muertes se prevendrían si, en lugar de perder años asociando libremente y jugando con los lapsus, tan sólo nos tomáramos dos consultas para enseñarle al paciente un ejercicio de relajación, cuya efectividad para la disminución del estrés se encuentra más que demostrada?

¿Qué es una pseudociencia?

Para entender el frío, necesitamos también experimentar el calor. Del mismo modo, discernir con claridad lo que es una pseudociencia requiere una comprensión cabal de lo que es la ciencia, algo que, por razones de espacio, hoy dejaremos por cuenta del lector, indicando al final del artículo bibliografía consultada y recomendada. Sencillamente, digamos que ambos constructos son cúmulos de conocimiento de fronteras difusas, aunque la manera en que obtienen y justifican al mismo es distinta y, en general, diametralmente opuesta. 

Naturalmente, la principal divisoria de aguas radica en el nivel de adecuación empírica, vale decir, desde una postura científica efectuaremos todos los esfuerzos posibles a fin de que las hipótesis y prácticas derivadas se ciñan a los hechos mientras que, desde una postura pseudocientífica, esto posee poca o ninguna importancia y, contrariamente, tiende a primar más lo que se desea obtener. 

Enumeramos a continuación una lista de rasgos distintivos de los enfoques pseudocientíficos. De uno u otro modo, todos ellos son subsidiarios de la cualidad principal mencionada, el desprecio o negación de los hechos en favor de que lo que se cree o anhela:

  • Uso excesivo de hipótesis ad hoc que inmunizan a las teorías del proceso de falsación.
  • Ausencia de trabajo de autocorrección.
  • Evasión de la revisión por pares y rechazo de las críticas, las cuales son tomadas como agresiones en lugar de intentos de mejorar el conocimiento.
  • Énfasis en la confirmación más que en la refutación del conocimiento.
  • Falta de conexión y diálogo con otras áreas de la literatura científica.
  • Utilización de un leguaje similar al de la ciencia, pero oscuro, complejo de comprender y particularmente imposible de operacionalizar con exactitud.
  • Ausencia de una demarcación precisa del ámbito explicativo e imposibilidad de generalizar resultados; en otras palabras, no hay una definición de las condiciones bajo las cuales las hipótesis se comprueban o no se comprueban.
  • Uso excesivo y casi exclusivo de testimonios y evidencias anecdóticas como medio de validación.
  • Se revierte el cargo de la prueba: se exige a quien no cree que demuestre por qué no son correctas las afirmaciones cuando, en verdad, quien propone las ideas también debe aportar las pruebas que las sustentan.

Nos resulta imposible en un solo artículo desarrollar extensivamente cada uno de los tópicos mencionados. Nuevamente, remitimos a los lectores a las fuentes citadas al final. En lo que sigue, efectuamos una discusión de los dos últimos puntos.

Uso excesivo y casi exclusivo de testimonios y evidencias anecdóticas como medio de validación

Todos tenemos intuiciones acerca de cómo funcionan las cosas, tanto en el mundo físico como humano. Algunas veces experimentamos incluso nuestras intuiciones con un fuerte sentimiento de certeza, aunque ello no prueba nada, absolutamente nada acerca de la veracidad de nuestras ideas. 

Esto es cuasi obvio cuando reflexionamos acerca de que una segunda persona experimenta el mismo sentimiento de certeza pero sobre la idea completamente opuesta. ¿Cómo sabemos quién acierta y quién se equivoca si nos vamos a apoyar únicamente en vivencias subjetivas?

Cualquiera puede afirmar algo por conveniencia individual. Una de las hipótesis que la ciencia sí ha demostrado es que la búsqueda de aceptación social favorece que la gente efectúe aseveraciones poco convencionales. De hecho, la mayoría de las personas que padecen un cuadro narcisista experimentan un fuerte sentimiento de placer al narrar eventos extraordinarios que sorprenden a los demás, incluso cuando los otros no crean ni una sola palabra de lo que se les diga pero lo disimulen.

Las pseudociencias suelen validar sus dichos con testimonios (historias de sujetos reales o inventados) que cuentan cómo un tal o cual método sanador los liberó de una enfermedad en la que la medicina tradicional había fallado, o cómo alguna terapia psicológica novedosa puso fin a la angustia y racha de mala suerte que traían desde antaño. Los procedimientos supuestamente terapéuticos nunca se encuentran disponibles para todos, sino únicamente para un grupo reducido que conserva el atesorado secreto. Frecuentemente, se trata de un conocimiento de unos pocos iluminados, un método que un tal o cual médico, terapeuta o chamán descubrió, y sólo él y sus discípulos conocen y pueden aplicar.

En otras palabras, los secretos de la sabiduría y las fórmulas tan efectivas que se proponen desde las pseudociencias se hallan asequibles para un pequeño grupo, no se encuentran en los libros que todos podemos leer. En ciencia sucede linealmente lo opuesto. El conocimiento científico es una empresa colectiva, producto del esfuerzo de muchos, y lo que se descubre se publica rápidamente en revistas y libros de modo tal de que todos los que trabajan en el área se anoticien, puedan criticarlo y, si realmente estamos frente a una idea efectiva, la utilicen. ¿Por qué se atesoraría bajo siete llaves un saber preciado y eficaz que puede liberar a muchos individuos del padecimiento?

Lo que verdaderamente acontece es que ninguna práctica pseudocientífica puede permitirse ser examinada públicamente con los procedimientos rigurosos de la ciencia porque simplemente no pasan la prueba. El manejo oscuro y sigiloso del conocimiento responde a que no es más que un conjunto de mentiras y patrañas, un bonito cuento muy agradable y bien narrado.

Se revierte el cargo de la prueba: se exige a quien no cree que demuestre por qué no son correctas las afirmaciones

¿Quién es el responsable de demostrar las afirmaciones, el que las profiere o el que las cuestiona? Si ahora te contamos con plena convicción que durante los próximos meses una raza de extraterrestres inteligentes por fin visitará la tierra, y tú no nos crees, ¿eres tú el que debes demostrar que nosotros estamos equivocados? ¿O somos nosotros quienes debemos aportar las pruebas de lo que decimos? Pues bien, para las pseudociencias, valdría lo primero, esto es, tú deberías mostrar por qué los extraterrestres no vendrán los meses entrantes.

Las disciplinas pseudocientíficas no presentan pruebas concluyentes de sus afirmaciones por la elemental razón de que carecen de ellas. Consiguientemente, defienden sus argumentos exigiendo a sus críticos que demuestren los suyos. Algo así como que el incrédulo y crítico debería demostrar la inefectividad de los procedimientos que ellos aplican, caso contrario, son válidos.

En contraste, las disciplinas científicas parten de la observación empírica y demostración de las afirmaciones, esta es la piedra angular.

Los críticos, que por supuesto existen, fundamentan sus contraargumentos en otros datos también fácticos, lo cual genera una confrontación e intercambio de ideas enriquecedor pues siempre se desarrolla dentro del marco de lo que se puede verificar. Así el conocimiento científico crece.

Insistimos con una idea. La filosofía de la ciencia no debería entenderse como un problema que importa a unos pocos intelectuales, locos y nerds académicos. La filosofía de la ciencia es el fundamento último del conocimiento científico, el cual nos brinda la calidad de vida que damos por hecho. Los teléfonos inteligentes, los microondas, los autos y la calefacción que hacen la vida actual confortable son resultado de la investigación y aplicación científica. Pero la ciencia ha dado mucho más que lujos. 

Son las teorías científicas las que han derivado en las soluciones médicas a las cuales con toda confianza acudimos, como los antibióticos, las intervenciones quirúrgicas o las internaciones en unidades de cuidados intensivos. Por sólo mencionar un caso, previo a la introducción de los antibióticos, la mitad de los niños moría de alguna infección simple o quedaban con secuelas permanentes; una otitis se convertía en una infección que llegaba al cerebro y causaba el deceso. El acceso al agua potable, las infraestructuras de saneamiento en las ciudades e incluso la comida distribuida en masa a la superpoblación mundial actual provienen en última instancia del saber científico, subsidiario de la filosofía empírica.

¿Por qué es importante discutir sobre las pseudociencias?

Las pseudociencias son peligrosas. Esto se debe a muchas razones pero especialmente a que ellas se proponen como una alternativa a los procedimientos científicos adecuadamente validados. Así, cuando la gente asiste a un grupo de constelaciones familiares, biodecodificación, EMDR (Desensibilización por Movimientos Oculares Rápidos) o incluso, al psicoanalista, lo hace mayoritariamente con el objetivo de aliviar alguna forma de sufrimiento. ¿Qué busca un paciente que debido a sus crisis de pánico teme salir de su casa? ¿Qué desea un sujeto quien por padecer de ansiedad social, se encuentra aislado y sufre por su soledad? ¿Qué espera encontrar el individuo que se ve atormentado por sus pensamientos obsesivos, los cuales no lo dejan vivir, concentrarse ni dormir? Todos ellos quieren una sola cosa, simple y llana: que la sintomatología desaparezca y no regrese nunca más. 

La gente asiste a la consulta con un profesional y acepta contar sus sueños, interpretar sus fallidos, recordar su infancia traumática, dibujar la casa, el árbol y la persona, responder a lo que ve en una vagas manchas de tinta, mover sus ojos hacia los costados mientras narra sucesos traumáticos, o cualquiera de las miles de intervenciones pseudocientíficas que psicólogos y afines proponen. ¿Por qué lo hacen? La grandísima mayoría cuentan con una única motivación: la expectativa de que será un camino de alivio a su sufrimiento. Lo que generalmente no saben estos consultantes es que ese psicólogo recurre a procedimientos sin aval científico, sin efectividad comprobada, los cuales se encuentran más cercanos al tarot y la astrología que a una práctica de salud. Así que, sin vueltas, la conclusión sale fácil, las pseudociencias son peligrosas porque conllevan un engaño para el que busca ayuda.

En ocasiones, se sostiene que muchas de las prácticas pseudocientíficas no son peligrosas porque “lo peor que puede pasar es nada”. Esta afirmación supone que los perjuicios hacia las demás personas únicamente ocurren por acción, no por omisión. En otras palabras, dado que asistir a un espacio de biodecodificación o de constelaciones familiares no puede derivar en daño físico alguno, pues sólo se trata de acciones verbales y escritas, entonces no es peligroso. Este razonamiento salta el hecho obvio de que el participante acude mayoritariamente buscando ayuda, en un estado de necesidad afectiva y deposita en el procedimiento expectativas de sanación o alivio. Sin embargo, más allá del efecto placebo, no obtendrá nada. 

Hace años que la psicología ha demostrado que la frustración de las expectativas constituye una de las causas más comunes de depresión. Otra vez, esta sí es una hipótesis con aval empírico. La ilusión frustrada acarrea emociones negativas y cambios fisiológicos como la inmunosupresión. Si las pseudociencias, disfrazadas bajo un manto de racionalidad y seriedad, no ejercen ningún efecto, entonces frustran las expectativas de alivio y sanación de alguien que padece, y esto ya en sí mismo es algo; en realidad, es mucho. Nuevamente, las pseudociencias se revelan como peligrosas, en este caso por omisión. En el caso de enfermedades graves, la elección de una pseudociencia (como reemplazo de un tratamiento validado) puede ser muy peligrosa. La ilusión por una cura milagrosa puede en ocasiones alejar a un paciente grave de los tratamientos empíricamente validados, llevándolo con esto a una muerte segura.

Existe otra área donde las pseudociencias han hecho y siguen provocando un gran daño: la evaluación psicológica. Escribiremos un artículo especial sobre el tema en un futuro cercano, pero debemos ahora una mención dada la gravedad de las consecuencias. Resulta un lugar común que los psicólogos sean convocados como peritos e informantes expertos para la toma de decisiones. De este modo, colegios, empresas, juzgados solicitan de la opinión y pericia de los psicólogos. Estos, munidos de herramientas científicas, deberían ofrecer información calificada acerca de las personas que van ser integradas a un sistema educativo, a ocupar un puesto de trabajo o, incluso, ir a la cárcel. 

Pero lo que pocos saben es que la mayoría de los psicólogos no basan sus recomendaciones en recursos científicos sino en un puñado de técnicas pseudocientíficas antiguas que carecen de toda objetividad. Así, resulta un lugar común que pidan que los entrevistados cuenten lo que ven en unas absurdas y anacrónicas manchas de tinta llamada Test de Rorschach o se les requiere que dibujen un árbol, una casa y una persona; amparándose en otra supuesta prueba proyectiva llamada HTP por las siglas en inglés de casa, árbol y persona. Existe una abundancia de estas formas de evaluación, genéricamente denominadas pruebas o tests proyectivos, pero ninguno ha mostrado fehacientemente poder llegar a conclusiones válidas acerca de la personalidad del sujeto evaluado. De hecho, los test proyectivos no cumplen con el criterio de validez de constructo, circunstancia por la cual nunca se sabe bien qué miden y suelen ser tan ambiguos que tampoco poseen confiabilidad inter-observadores.

En pocas palabras, esto significa que dos evaluadores independientes llegarán a conclusiones totalmente disímiles frente al mismo test. En la justicia, como en cualquier otro ámbito, deberíamos utilizar instrumentos objetivos y baremados, que sirvan a los propósitos específicos de lo que se solicita en evaluación. Así, por ejemplo, si deseamos medir la ansiedad, necesitamos una escala diseñada a tal efecto, no un test proyectivo de personalidad que trae un cúmulo enorme de información plagada de sesgos, dependiente más de cómo el sujeto dibuja o de las expectativas del evaluador. 

En efecto, hace años que se demostró que estos tests tienden a reflejar lo que el evaluador, es decir, el psicólogo quiere ver. Así, si el evaluador busca signos de psicopatía, seguramente los hallará y si busca signos de abuso sexual, también los encontrará. Como no existen parámetros objetivos de valoración de las respuestas, entonces termina primando el sesgo de confirmación del psicólogo que interpreta. Por si no lo ha notado el lector, la nota de color de este apartado es que debido a la interpretación ambigua y pseudocientífica, un niño puede ser excluido de un sistema educativo, alguien puede perder su trabajo o incluso ir a la cárcel. En efecto, hoy la justicia frecuentemente decide si alguien es o no responsable de abuso sexual sobre la base de estos dibujos carentes de toda objetividad. Nuevamente, las pseudociencias son muy, muy peligrosas.

¿Y por qué todo debería ser científico?

Podríamos preguntarnos si las prácticas pseudocientíficas poseen algún otro valor más allá del que acá se les adjudica. En efecto, las personas acuden a efectuar cantidad de actividades que no poseen una raíz científica, como ir al cine, al gimnasio, jugar a las cartas, tomar sol o bailar. Nadie se preocupa demasiado por las bondades científicamente demostradas del tango. Si bien todos sabemos que tanto la música como la actividad física acarrean beneficios para la salud, casi nadie asiste puntualmente por este motivo, sino tan solo por diversión, algo perfectamente lógico. ¿Podríamos pensar de modo similar acerca de las pseudociencias?

Algunas actividades pseudocientíficas ya caen naturalmente en una tal categoría en nuestra cultura. Así, por ejemplo, cuando alguien consulta un adivino, un curandero, un médium o un tarotista, de alguna forma asume que no está frente a un científico que fue a la universidad. La astrología ocupa un espacio dudoso para muchos; en efecto, saben que no ven un auténtico profesional pero algunos aún defienden a la astrología como una “ciencia milenaria”. De paso digamos que se trata de otro argumento falaz, pues que algo haya perdurado incluso por siglos no lo convierte en verdadero. Finalmente, están las prácticas pseudocientíficas llevadas adelante por profesionales, gente que fue a la universidad, el templo de la ciencia, pero resulta que llevan a cabo intervenciones pseudocientíficas como el EMDR, las constelaciones familiares o el psicoanálisis. ¿Deberíamos aceptar que alguien puede asistir a una práctica pseudocientífica, sabiendo que se trata de una tal cosa, por su propia elección? Definitivamente, sí, pero ello requeriría como mínimo que el asistente sea debidamente informado con una frase que podría verse más o menos así: “Lo que realizamos acá es una actividad que no posee ninguna eficacia comprobada científicamente. La probabilidad de que usted logre aliviar su sufrimiento con nuestros servicios es similar a la probabilidad de que el problema se vaya solo. Asimismo, le informamos que para resolver problemas psicológicos, sí existen procedimientos de efectividad demostrada, pero que nosotros no ofrecemos. Igualmente, bienvenido”.

En fin, si nos resulta divertido, agradable y entretenido, podemos ir a bailar tango o al gimnasio, del mismo modo que podemos ver al tarotista, al psicoanalista o ir a constelar. Ahora bien, si padecemos un problema psicológico que genera sufrimiento, entonces sería mejor consultar con un psicólogo que efectúe un tratamiento basado en evidencias.

Bibliografía

  • Stea, J., & Hupp, S. (2023). Investigating Clinical Psychology (1st ed.). Taylor and Francis. Retrieved from https://www.perlego.com/book/4214598/investigating-clinical-psychology-pseudoscience-fringe-science-and-controversies-pdf (Original work published 2023)
  • Bunge, M. (1974). La Ciencia, su Método y su Filosofía. Editorial Sudamericana.
  • Bunge, M. (2003). La Investigación Científica. Su estrategia y su filosofía. Editorial Siglo XXI.
  • Bunge,M.(1984). What is pseudoscience?Skeptical Inquirer,9,36–46.
  • Lilienfeld, S. O. (2007). Psychological Treatments That Cause Harm. Perspectives on Psychological Science, 2(1), 53-70. https://doi.org/10.1111/j.1745-6916.2007.00029.x

Por: Lic. Ariel Minici, Lic. José Dahab y Lic. Carmela Rivadeneira

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Trastornos disociativos: una perdida de la integración (PDF)

  • David Aparicio
  • 20/03/2024

Resumen:

En la presente revisión se describen el fenómeno de la disociación y los trastornos psiquiátricos más comunes que trae consigo, conocidos como ‘trastornos disociativos’. comenzando con un enfoque histórico del término, su connotación hace unos 4 ó 5 siglos, y cómo éste se fue desarrollando al compás de la nueva evidencia clínica; continuando con los mecanismos que se encuentran subyacentes a la disociación tales como: el procesamiento de información en paralelo, los sistemas de memoria y la unión entre trauma y disociación; y finalizando con la exposición de los trastornos disociativos en sí (amnesia disociativa, fuga disociativa, despersonalización, trastorno disociativo de la personalidad etc.), y ejemplificaciones con casos clínicos atingentes.

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  • Análisis
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Cómo prepararte para la terapia

  • Equipo de Redacción
  • 19/03/2024

En muchas áreas de la vida, un poco de preparación puede hacer mucho para disminuir la ansiedad y ayudarte a aprovechar al máximo lo que está por venir. Esto no solo incluye planificar para eventos adversos como tormentas, cortes de energía o terremotos (una amenaza constante en mi estado de California), sino también prepararse para exámenes, presentaciones, eventos deportivos, entrevistas de trabajo o cualquier otra situación en la que desees un resultado positivo.

Sin embargo, relativamente pocas personas piensan en prepararse para la psicoterapia. En esta guía, explicaré por qué es una buena idea y ofreceré sugerencias específicas sobre cómo prepararse, ya sea que recientemente hayas elegido un terapeuta y estés reservando tu primera cita o ya hayas pasado por el proceso de admisión y estés comenzando. Aunque la psicoterapia no está llena de peligros como los terremotos u otros desastres naturales, completar algunos pasos simples al comenzar con la terapia te dará una mejor idea de qué esperar y puede mejorar tus posibilidades de tener una experiencia positiva y productiva con tu terapeuta.

Por qué deberías tomarte el tiempo para prepararte para la terapia

A diferencia de muchas otras relaciones, los terapeutas están dedicados a ayudar al paciente sin ninguna expectativa de reciprocidad. La relación está protegida por leyes y códigos éticos para garantizar la priorización inequívoca de las necesidades del paciente. Y para muchas personas, la terapia no es ni gratuita ni fácil de acceder. Dado todo esto, la idea de tener que hacer un esfuerzo antes de tu primera cita puede parecer un poco confusa; podrías preguntarte si el terapeuta es quien debería estar haciendo la mayor parte (si no toda) del trabajo preparatorio. Ya sea esa tu suposición o no, pensemos en cómo adoptar una postura más proactiva podría producir mejores resultados que depender únicamente de las acciones de tu terapeuta.

Cuando la gente me contacta para preguntar sobre psicoterapia, comúnmente preguntan cuánto tiempo tomará mejorar. Mi respuesta siempre es la misma: «Eso depende de ti». Cada pareja terapeuta-paciente es diferente, y ambos individuos son vitales para lo que logran juntos. Décadas de investigación han destacado el papel crucial que desempeñan los pacientes para obtener mejores resultados en la terapia cuando vienen preparados y dispuestos a trabajar, y cuando tienen una idea de qué esperar. Esto tiene mucho sentido, dado que cada paciente aporta experiencia sobre sus experiencias de vida únicas. Incluso cuando los síntomas parecen iguales en diferentes personas, como suele ser cierto con la ansiedad, la depresión y otros problemas psicológicos, dependo de la aportación de cada paciente para saber cómo ayudarles mejor. Cuando el terapeuta y el paciente colaboran, su combinación de conocimientos, innovación y recursos conduce a una resolución creativa de problemas y a un tratamiento más personalizado y significativo, y por lo tanto más efectivo.

Incluso un pequeño esfuerzo previo al inicio de la terapia puede dar grandes dividendos en cuanto a lo que obtienes al final. Tomar el control en la vida, empezando por tu terapia, es terapéutico en sí mismo. Muchas personas se sienten desesperanzadas, impotentes y desmoralizadas para cuando empiezan (o vuelven a empezar) la terapia. Esto a menudo sigue a años de lucha, que pueden erosionar la confianza y el sentido de identidad básico de uno. Además, para muchas personas que se acercan a la terapia por primera vez, la idea de confiar en un desconocido cercano y compartir «secretos» personales y familiares puede ser intimidante, provocar ansiedad e incluso ser tabú dentro de ciertos grupos culturales. Si bien es importante respetar los valores personales, familiares y culturales, empezar con una apertura para aventurarse fuera de lo familiar puede abrir la puerta al apoyo emocional y al cambio de comportamiento, aliviando en última instancia el sufrimiento. Al asumir un papel activo en tu propio proceso de curación, estás dando pasos importantes en el camino hacia la vida que quieres tener.

Muchas personas que comienzan la terapia lo hacen por preocupaciones específicas como la depresión, la ansiedad ante cambios inminentes en la vida o los efectos duraderos de un evento traumático, aunque ciertamente eso no define a todos los que buscan ayuda. Por ejemplo, es posible que te sientas desanimado por no poder encontrar una pareja íntima en la vida, o que estés experimentando un aumento del estrés laboral que te hace sentir abrumado e infeliz. Algunas personas simplemente experimentan un vago sentido de malestar y desean una vida más significativa y plena.

Sea cual sea la razón por la que estás optando por aventurarte en la psicoterapia, la orientación que sigue puede ayudarte a asumir un papel más importante en el tipo de experiencia que tendrás, lo que potencialmente conducirá a resultados más fructíferos. He trabajado con muchas personas diferentes de diversas edades y orígenes, y con una variedad de problemas presentados a lo largo de mis décadas de práctica clínica. Los pacientes que vienen preparados, con una idea de con qué están luchando y qué quieren obtener de la terapia, son aquellos que tienden a tener más facilidad para participar en el tratamiento y generalmente logran progresos más rápidos y duraderos.

Qué hacer

Enumera tus razones para buscar ayuda

Un paso inicial a tomar cuando te estás preparando para la terapia es considerar qué te está motivando. Tal vez un ser querido te está animando (o presionando) para que busques ayuda, o quizás tu empleador ha notado que estás teniendo algunas dificultades en el trabajo. O podrías haber decidido por tu cuenta que era hora de explorar la terapia. Independientemente de dónde venga la sugerencia inicial, es importante tener cierto grado de motivación propia.

Escribir una lista de pros y contras sobre comenzar la terapia puede ser muy útil para aclarar tus propias razones para buscar ayuda. Por ejemplo, digamos que te has estado sintiendo deprimido y tienes dificultades para levantarte de la cama y cuidar de tu nuevo bebé (y de ti mismo). En este escenario, aunque tu cónyuge puede haber sido la fuerza impulsora detrás de programar tu cita de admisión, este ejercicio te ayudaría a darte cuenta de que uno de tus valores personales más importantes es ser un padre bueno y amoroso, y ser capaz de actuar mejor de acuerdo con ese valor (pro) con la ayuda de la terapia probablemente sería un fuerte motivador. Al mismo tiempo, tal vez sea difícil encontrar cuidado de niños asequible para liberar tiempo para participar en la terapia (contra).

Aunque podría ser fácil desviarse por los contras en tu lista, recuerda que lo más importante es cómo estos variables te impactan a ti, tus relaciones y tu vida. Entonces, aunque organizar el cuidado de niños a menudo puede ser una tarea desalentadora, especialmente si se tiene un presupuesto ajustado, es probablemente doloroso culparte a ti mismo por sentirte abrumado e inadecuado como nuevo padre. Además, clasificar cualquier desventaja puede actuar como un trampolín para resolver posibles obstáculos. Volviendo a nuestro ejemplo, la falta de asequibilidad del cuidado de niños podría llevarte a apoyarte en amigos, familiares y vecinos, al tiempo que creas oportunidades para fortalecer estas conexiones y «devolver».

Revisar los pros, por supuesto, resalta por qué la terapia vale el esfuerzo y el potencial gasto o inconveniencia, lo que puede ayudarte a seguir adelante cuando la terapia se vuelve difícil, lo cual lo hace en ocasiones.

Comienza a definir tus problemas más detalladamente

Una forma en que puedes ayudar al terapeuta a conocerte y entender cómo ayudarte mejor es ser lo más descriptivo posible al definir tus problemas. Esto se aplica incluso si estás buscando apoyo para problemas más «genéricos», como sentirte poco seguro. Pensar en términos de comportamiento es una forma útil de hacerlo. ¿Qué vería alguien si te estuviera observando luchar con los desafíos que te llevan a la terapia? Siguiendo con el ejemplo de la falta de confianza, podrías preguntarte: ¿cómo se manifiesta tu falta de confianza? ¿En qué tipos de situaciones experimentas dudas sobre ti mismo y cómo te afecta? ¿Qué sentimientos surgen y qué pensamientos cruzan tu mente? ¿Cómo te las arreglas? Como puedes ver, cuanto más puedas detallar tu experiencia, más completa será la imagen que puedas pintar para tu terapeuta para ayudarles a comprenderte, lo que aumenta la probabilidad de que puedan ayudarte.

Dado que trabajo desde un marco predominantemente cognitivo-conductual, el proceso de desglosar colaborativamente los problemas de esta manera con mis pacientes es un aspecto crucial de cada plan de tratamiento. Sin embargo, incluso si vas a ver a un clínico que abraza un enfoque teórico diferente, como la terapia sistémica o psicodinámica, identificar las diferentes formas en que tus problemas afectan tus pensamientos, sentimientos y comportamientos puede revelar los patrones de afrontamiento problemáticos que te mantienen «atascado», y puede proporcionar pistas valiosas para abordar dificultades más grandes. Al pensar en ejemplos específicos de tus experiencias internas en contextos variados, tú y tu terapeuta también aprenderán sobre posibles desencadenantes y cómo te afectan, por ejemplo, alejarte de amigos debido a la vergüenza por los mensajes no respondidos, o dificultades para realizar tareas laborales porque nada parece «suficientemente bueno». La información que surja facilitará mucho la determinación de los objetivos del tratamiento que conducirán al alivio emocional y al funcionamiento mejorado.

Por ahora, podrías intentar dedicar unos minutos a escribir tu descripción de los problemas que has estado experimentando. Si volvemos a uno de los ejemplos anteriores de por qué podrías estar buscando ayuda en primer lugar (tener dificultades en el trabajo), la idea sería detallar cómo estás luchando en el trabajo. Podría ser útil ser inclusivo aquí, notando cosas como la dificultad reciente para conciliar el sueño o despertarse mucho antes de que suene la alarma. Detalles como estos podrían arrojar luz sobre por qué alguien está irritable y desenfocado en el trabajo o cometiendo errores inusuales. Esto puede descubrir opciones de tratamiento potenciales, como mejorar la higiene del sueño para obtener un mejor estado de ánimo, energía y enfoque.

Al describir tus problemas, intenta pensar más allá de simplemente enumerar síntomas básicos. Si bien las listas de síntomas pueden ser útiles, no revelan mucho sobre cómo se manifiesta un problema en cada persona o cómo la vida de esa persona se ve negativamente afectada. Entonces, cuando los pacientes informan que están deprimidos o abrumados, o que siempre están pensando demasiado en las cosas, la pregunta que hago más que cualquier otra es: «¿Cómo se ve eso?» Las respuestas podrían incluir: «Desde que mi cónyuge se fue, solo me baño y me cepillo los dientes una o dos veces por semana», o «Estoy tan estresado por los próximos despidos en el trabajo que estoy gritándole a mis hijos todo el tiempo». Estos tipos de respuestas pueden dar al terapeuta una idea más clara de qué dirección tomar en la planificación del tratamiento porque las señales son detalladas y específicas de la persona.

Una vez que hayas reflexionado y escrito un poco más sobre cómo se ven los problemas para ti, puedes llevar estas descripciones contigo (o tenerlas en mente) para ayudar a informar al terapeuta durante tu cita inicial.

Piensa en tus metas para la terapia

Mapear un curso hacia el éxito comienza con saber a dónde quieres ir, y nunca es demasiado pronto para pensar en tu ‘destino’ personal. Si bien tu terapeuta puede ayudarte a refinar las metas terapéuticas, y estas a menudo evolucionan y cambian a medida que avanza el tratamiento, aún es útil contemplar metas por tu cuenta antes de la cita inicial (o de «admisión»). Si has definido tus problemas usando un lenguaje detallado, entonces ciertas metas terapéuticas podrían cristalizarse naturalmente. Intenta responder la pregunta: «¿Cómo se vería mejorar para mí?» Una forma útil de pensar en esto es: si tu terapeuta y tú tienen éxito, ¿cómo será tu vida diferente de lo que es ahora, una vez que termine el tratamiento?

Basándonos en algunos de los problemas mencionados en la sección anterior, ejemplos de metas iniciales podrían incluir: ‘Enfocarme más en el autocuidado e higiene’ o ‘Manejar mi estrés laboral de manera más efectiva para que no afecte mi vida en casa y mi relación con mis hijos’. Al desarrollar metas de cualquier tipo, es útil pensar en ellas en términos de resultados medibles, para que puedas reconocer cuándo las estás logrando. Estos resultados podrían implicar aumentar el comportamiento positivo (por ejemplo, ‘ducharme y cepillarme los dientes diariamente’) o disminuir el comportamiento problemático (por ejemplo, ‘gritarle a mis hijos no más de una o dos veces al mes’). Cuando las metas se formulan de esta manera, hay pocas dudas sobre hacia qué estás trabajando tú y tu terapeuta.

Dependiendo del tipo de terapia que ofrezca un clínico, puede o no incorporar metas explícitas como parte de sus prácticas clínicas. Pero cuando llegue el momento de tu cita inicial, puedes preguntarle a tu terapeuta cómo ven el establecimiento de metas y discutir tu definición de ‘mejorar’ para ver si pueden llegar a un acuerdo mutuo sobre cómo se vería eso.

Tus metas también podrían ayudar a informar cómo rastreas el progreso después de que comience la terapia. Independientemente del enfoque de tratamiento de tu terapeuta, querrás llegar a un acuerdo con ellos sobre los puntos de referencia para verificar que la terapia esté funcionando. Aclarar hacia qué estás trabajando también te ayudará a cambiar de rumbo si surgen obstáculos. Si bien ciertas medidas de síntomas pueden ser adecuadas para esto (por ejemplo, registrar la intensidad y frecuencia de los ataques de pánico; monitorear el estado de ánimo para asegurarte de que la depresión esté disminuyendo), también es importante enfocarse específicamente en lo que estás buscando en el tratamiento (por ejemplo, ‘Quiero poder expresarme cuando otros no respetan mis límites personales’; ‘Quiero pasar más tiempo de calidad con mi pareja’; ‘Quiero poder viajar en el metro al trabajo sin entrar en pánico’). Asegúrate de discutir estas ideas en tu cita inicial y buscar el acuerdo del terapeuta de que están dispuestos y capacitados para ayudarte a perseguir tus metas identificadas.

Busca claridad sobre el enfoque de tratamiento del terapeuta

Antes de comenzar la terapia, el terapeuta sigue siendo en gran parte una entidad desconocida, lo que podría causar cierta ansiedad o incomodidad. Una forma de mitigar esto antes de la primera cita es pasar algo (más) de tiempo examinando el perfil en línea de un terapeuta; muchos terapeutas hoy en día tienen sitios web profesionales que ofrecen una gran cantidad de información sobre su educación y formación, áreas de experiencia y filosofía de atención y enfoque para hacer terapia.

Preparar preguntas adicionales sobre cómo abordará el terapeuta tus problemas puede proporcionar una mayor claridad. Por ejemplo, ¿el terapeuta te enseñará habilidades comprobadas para ayudarte a mejorar tu capacidad para manejar el malestar y las emociones? ¿O se enfocarán predominantemente en tu pasado y te ayudarán a desarrollar percepciones sobre comportamientos problemáticos (pero no te enseñarán cómo cambiarlos)? Si bien parte de esta información se puede obtener de los sitios web de los terapeutas, no temas preguntar cuánta experiencia tienen tratando tus tipos de problemas, así como ideas sobre cómo abordarán tus problemas específicos. Querrás hacerles saber si estás interesado en aprender habilidades para mejorar tu situación, y preguntar cuáles podrían ser y si el terapeuta puede enseñártelas, o, si no, si podrían referirte a otros clínicos que puedan hacerlo. (Por ejemplo, la terapia dialéctico-conductual es una intervención comprobada y basada en habilidades para problemas de regulación emocional).

También reflexiona sobre lo que ha sido útil y lo que no lo ha sido para ti anteriormente, ya sea cuando has buscado ayuda de otros en el pasado o mientras te has enfrentado solo. Prepárate para compartir esa información con tu nuevo terapeuta para evitar seguir intervenciones ineficaces y potencialmente mejorar la efectividad de tu plan de tratamiento.

Pregunta sobre las políticas de la oficina del terapeuta

Antes o durante tu cita de admisión, es útil preguntar sobre las políticas de la oficina. Por ejemplo, es una buena idea preguntar sobre la estructura de tarifas del terapeuta (si estás pagando la terapia tú mismo) y si se te facturará por las citas perdidas que no se cancelan dentro de un período de tiempo establecido. Si estás en los Estados Unidos, es importante preguntar si tu clínico acepta tu seguro y, si no es así, si te proporcionarán estados de cuenta mensuales u otra documentación que puedas presentar para posibles reembolsos de tu plan de seguro. Tu clínico típicamente te informará de antemano sobre las opciones de pago (por ejemplo, tarjetas de crédito, presentación electrónica, cheques), pero pregunta si no lo mencionan.

Probablemente también querrás conocer el alcance de la disponibilidad de tu proveedor. Muchos terapeutas no están disponibles para comunicarse entre sesiones, aunque algunos brindan manejo de crisis y apoyo telefónico fuera del horario laboral. Puedes preguntar si tu terapia incluirá ese tipo de servicios y cuáles son los términos (por ejemplo, frecuencia, costos adicionales).

Enfoca la terapia con mente abierta

Si no tienes experiencia previa en terapia, es natural estar curioso sobre qué esperar durante la primera cita. Si bien los clínicos varían en métodos de tratamiento, filosofía de atención, prácticas comerciales, estilo personal, experiencia, etc., hay algunos denominadores bastante comunes dentro de la profesión. Muchos de nosotros tenemos una sala de espera tranquila con material de lectura, donde podrías encontrarte con otros pacientes cuando llegues a tu cita. Las oficinas donde ocurren las sesiones de terapia difieren, por supuesto, pero generalmente están equipadas con sillas y/o sofás cómodos, y el terapeuta tiene un lugar fácilmente identificable para sentarse (por ejemplo, podría haber un bloc de notas o una botella de agua). La caja de pañuelos ubicua es una buena pista para tus opciones de asientos disponibles.

El proceso de admisión se centra en identificar áreas en las que quieres trabajar y conocernos un poco para ver si ambos somos un ‘buen ajuste’ en términos de estilo interpersonal y la capacidad del terapeuta para ayudar a resolver tus problemas. Yo (y muchos de mis colegas) enviamos un paquete completo una o dos semanas antes de la primera cita programada, que incluye detalles sobre mis políticas y procedimientos, un cuestionario para iluminar la historia personal y familiar de un paciente potencial, y algunas medidas generales para detectar condiciones y síntomas psicológicos como depresión, ansiedad, problemas de atención y problemas relacionados con el trauma, entre otros. Si bien completar formularios como estos puede ser algo tedioso, y es posible que necesites tomar descansos mientras los completas, tener esta información por adelantado ayuda a un terapeuta a estructurar la admisión para satisfacer mejor tus necesidades específicas. Esto hace que sea mucho más fácil ponerse de acuerdo sobre si entrar o no en una alianza terapéutica y proceder con el tratamiento.

Todos los terapeutas están comprometidos a ayudarte. Dependemos de lo que los pacientes nos dicen para comprender sus experiencias y maximizar nuestra efectividad en trabajar con ellos hacia la mejora de sus vidas. Si eres nuevo en la terapia, puede sentirse incómodo o avergonzado revelar detalles íntimos sobre ti mismo a un verdadero ‘extraño’ durante tus primeras sesiones. Esto puede ser especialmente relevante dentro de ciertas familias y puede ir en contra de ciertos valores culturales. Si bien es nuestro trabajo ayudarte a aclimatarte, eso no se traducirá en comodidad instantánea durante el proceso de admisión. Date tiempo para adaptarte y haz todo lo posible por ser sincero y directo con tu terapeuta, incluido informarles si esto es nuevo y difícil para ti.

Intenta recordar que nos esforzamos por ser imparciales, compasivos y profesionales, y somos falibles y es posible que no siempre tengamos éxito. Hazle saber a tu terapeuta si no te sientes escuchado, visto o respetado, y qué te haría sentir más apoyado. Verifica si el terapeuta es capaz y está dispuesto a ajustar su estilo a tu solicitud; si no es así, eso podría sugerir que ver a otra persona podría satisfacer mejor tus necesidades. Del mismo modo, una vez que estés comprometido en el tratamiento, querrás reflexionar sobre si estás progresando hacia tus metas (especialmente si el terapeuta no está iniciando esa discusión). Recuerda que el cambio puede llevar tiempo, así que date uno a tres meses para determinar si el terapeuta y el tratamiento que están proporcionando son adecuados para ti. Si no es así, pregunta sobre posibles ajustes en el plan de tratamiento que podrían impulsarte hacia adelante. Si tu terapeuta no está abierto a esto y descubres que no estás mejorando, según lo definiste por tus ideas iniciales sobre cómo evaluar el progreso, entonces podrías decidir que es hora de pasar a otro clínico.

Los pasos que he descrito pueden ayudarte a saber qué esperar y comenzar tu experiencia terapéutica de manera más efectiva al ser una fuerza impulsora en tu propio tratamiento. Pero el cambio no ocurre de la noche a la mañana. Para la mayoría de las personas, los problemas que los llevan a la terapia se han desarrollado a lo largo de varios años, y abordarlos lleva tiempo y esfuerzo, aunque generalmente es muy alcanzable. Sepa que vales la pena y siéntete orgulloso de ti mismo por considerar la terapia y dar estos pasos.

Artículo publicado en Psyche y traducido al español por Psyciencia.

Por Rochelle Frank, psicóloga clínica con licencia en Oakland, California, con más de 25 años de experiencia. Se especializa en el tratamiento basado en evidencia de problemas emocionales y de comportamiento clínicamente complejos en adolescentes y adultos. También trabaja con parejas y familias, y ofrece talleres informativos y seminarios de capacitación. Es coautora de «The Transdiagnostic Road Map to Case Formulation and Treatment Planning» (2014) y autora colaboradora de «Beyond the DSM» (2020).

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