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Infancia

16 Publicaciones
  • Salud Mental y Tratamientos

5 pasos para actuar frente al abuso sexual infantil

  • 02/10/2019
  • María Florencia Ledre

La violencia que sufren niñas, niños y adolescentes, es un hecho mundial que no distingue la cultura, la clase social, el nivel de educación, la edad o el origen étnico. Las tipologías del maltrato infantil son muchas, el maltrato psicológico, la negligencia, el maltrato físico, la exposición a la violencia, la explotación sexual y el abuso sexual (Ramirez y Fernandez, 2011).

Desde la mirada de la salud pública, se define el abuso sexual como una actividad sexual, donde se utiliza a una persona menor que no está preparada evolutivamente, ni tiene capacidad de comprensión y de dar consentimiento (OMS, 2002). Si bien, la edad se considera un criterio clave, lo que será definitorio será la existencia de una falta de comprensión del sentido de la actividad sexual y la imposibilidad de la persona para rehusar tal situación (Finkelhor, 1997). En este sentido, Save the Children España (2012) considera que el abuso sexual, además de constituirse por toda actividad sexual impuesta por alguien mayor de edad a una niña, niño o adolescente, también puede ser impuesta por una persona menor hacia otra menor, cuando la primera es considerablemente mayor que la víctima.

Actualmente, el abuso sexual continúa siendo una realidad invisibilizada. Pero en la medida en que se  reivindica el lugar de las mujeres en la sociedad, en que se habla más abiertamente de la violencia de género y se hace foco en la visión patriarcal del mundo, el maltrato a la infancia es una realidad que se instala en la sociedad y esto conlleva la denuncia de miles de casos. 

El descubrimiento del abuso sexual infantil, conlleva consecuencias graves para la víctima y su grupo familiar y social

El abuso sexual es difícil de reconocer,  puede suceder durante años sin que exista sospecha ya que el agresor emite amenazas a las víctimas sobre las consecuencias, así las paraliza evitando que pidan ayuda y generando en ellas sentimientos de culpa, desvalorización, descreimiento y desesperanza. 

El descubrimiento del abuso sexual infantil, conlleva consecuencias graves para la víctima y su grupo familiar y social. La protección que se le pueda dar a la niña o al niño y el pronóstico de su recuperación dependerá de que tan tempranamente se detecte, de la intervención de especialistas y de la contención familiar, que puede creer o no al menor.

Qué hacer ante sospecha o revelación

La Fundación para Estudio e Investigación de la Mujer (2016), elaboró una guía muy completa de orientación y recursos disponibles en Buenos Aires (Argentina) con indicaciones acerca de cómo escuchar a niñas y niños para detectar abusos sexuales y cómo actuar para proteger y velar por su integridad psicológica, física y social.  Los pasos que se proponen son 5:

  1. Se debe propiciar una escucha adecuada en función de la edad de la persona, su madurez y situación concreta ya que cuando se anima a romper el pacto de silencio que su abusador le impuso, no escucharlo o dudar de su relato es otra forma de maltrato y revictimización, provocando desamparo y desesperanza. Los adultos deben saber que las niñas y los niños,  en la gran mayoría de los casos no mienten ni fantasean, que no pueden reproducir situaciones de victimización sexual que no han padecido.
  2. El segundo paso es realizar la denuncia. Se debe recomendar a la persona adulta prestar mucha atención a los pasos del proceso civil y penal e informarse sobre cómo deben ser realizados. Así, en caso de que los mismos no se respeten, la persona a cargo de la protección podrá exigir que se cumpla con las buenas prácticas.  Además se prepara a la familia sobre este proceso como una tarea ardua que puede desalentar o confundir, pero remarcando la importancia que tiene para sus hijos o hijas, que necesitan que la justicia intervenga el delito.
  3. La denuncia posibilita la asistencia inmediata, por un equipo interdisciplinario que evaluará el riesgo de la situación y brindará contención psicológica a fin de garantizar la protección y la salud de la víctima. Siempre es la persona adulta quien debe relatar los hechos denunciados. El equipo no debe interrogar a la niña o al niño, pero si se produce un testimonio espontáneo, debe registrarlo ya que muchas veces es el único relato que la víctima hace. Paralelamente a este proceso las personas menores perjudicadas deben recibir asistencia médica y psicológica. Esta asistencia, tiene como objetivo la contención, no el peritaje de lo denunciado.
  4. Una vez efectuada la denuncia se deben tomar medidas de protección según lo amerite el caso, ordenando procesos cautelares respecto del ofensor, que garanticen la seguridad de la víctima.
  5. Luego se da inicio al proceso civil y la investigación penal, entre otras acciones simultáneas donde el menor y la familia deben contar con un sistema de soporte adecuado que le brinde contención y los recursos necesarios para afrontarlas.

Evaluación y tratamiento

El abuso sexual infantil altera principalmente la dimensión emocional, tanto a corto como a largo plazo pero también afecta otras áreas del desarrollo. Algunos autores agrupan sus consecuencias en torno a cuatro factores que ayudan a comprender los comportamientos de infantes víctimas de este maltrato: la sexualización traumática, la estigmatización, la traición y la falta de sensación de poder (Finkelhor y Browne, 1986). 

El proceso de evaluación y de intervención debe tener en cuenta que el fenómeno afecta a las personas a distintos niveles y que el curso de la sintomatología dependerá de innumerables factores y circunstancias, tantas como posibles respuestas al evento traumático (Ramirez y Fernandez, 2011).

El TEPT es el problema más frecuentemente analizado aunque no es su única consecuencia. Los tratamientos dirigidos a menores también se han centrado en problemas de ansiedad, conductas sexualizadas, problemas de autoestima, depresión y conductas perturbadoras y antisociales. Según la valoración de un metaanálisis sobre los efectos obtenidos por distintos tipos de tratamientos, la terapia cognitivo conductual, centrada tanto en la familia como en niñas o niños,  produce mayores efectos terapéuticos sobre los síntomas traumáticos (Harvey y Taylor, 2010).

Referencias bibliográficas:

Fundación para Estudio e Investigación de la mujer (2016) Abuso sexual en la infancia. Guía de orientación y recursos disponibles en CABA y Provincia de Buenos Aires. http://feim.org.ar/wp-content/uploads/2016/08/Guia-ASI-2016.pdf

Harvey, S. T. y Taylor, J. E. (2010). A meta-analysis of the effects of psychotherapy with sexually abused children and adolescents. Clinical Psychology Review, 30, 517-535

López, Orjuela; Bartolomé, Liliana. “Violencia Sexual contra los niños y las niñas. Abuso y Explotación Sexual infantil. Guía de material básico para la formación de profesionales”. Save the Children. España, 2012.

Ramirez, C. y Fernández, A. (2011). Abuso sexual infantil: una revisión con base en pruebas empíricas. Behavioral Psychology / Psicología Conductual. Vol. 19, Nº 1.  pp. 7-39

World Health Organization (2002). Informe mundial sobre la violencia y la salud: resumen. Washington, D.C.: Organización Panamericana de la Salud, Oficina Regional para las Américas de la Organización Mundial de la Salud.

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Adversidades durante la infancia y trastornos de salud mental en la adolescencia: ¿qué rol juega la relación entre padres e hijos?

  • 30/09/2019
  • Maria Fernanda Alonso

La muerte de una persona cercano y apreciada, la exposición al consumo de drogas o alcoholismo en el círculo inmediato, una estadía en un hogar de acogida, sufrir enfermedades o lesiones graves, así como el divorcio o separación de los padres son situaciones con una gran carga emocional a las que muchos niños están expuestos, afectando aproximadamente a 1 de cada 4 niños. Investigaciones han asociado el enfrentarse a este tipo de adversidades durante la infancia con psicopatologías en la adolescencia. Pero recientemente han destacado que este riesgo es inferior en familias con menos conflictos entre padres e hijos (Dhondt, Healy, Clarke, & Cannon, 2019).

“Hay mucha evidencia que indica que la adversidad es un factor de riesgo importante para dificultades de salud mental más tarde en la vida y se ha asociado con el 25-40% de los casos de depresión y ansiedad (Bellis et al., 2019),» dijo el autor del estudio Colm Healy, candidato a doctorado en el Departamento de Psiquiatría del Royal College of Surgeons en Irlanda.

“Curiosamente (y afortunadamente), no todos los que experimentan adversidades infantiles tienen dificultades de salud mental. Entonces, teníamos curiosidad acerca de qué factores podrían aumentar o disminuir el riesgo de dificultades de salud mental si un niño ha experimentado adversidad.”

Los investigadores se enfocaron en tres factores principales: la relación padre/madre-hijo/a (conflicto y experiencias positivas), cómo se sentía el niño o niña acerca de sí mismo (también conocido como autoestima o autoconcepto) y si la niña o niño participaba en pasatiempos.

Examinaron datos de 7505 niños en el proyecto Growing Up in Ireland, un estudio longitudinal realizado por el Instituto de Investigación Económica y Social y el Trinity College de Dublín.

A la edad de 9 años, el cuidador principal de cada niño fue encuestado sobre eventos estresantes de la vida a los que el pequeño podría haber estado expuesto, como la muerte de la madre o el padre, el consumo de drogas/alcoholismo en la familia inmediata, una estadía en un hogar de acogida/cuidado residencial, enfermedades/lesiones graves y divorcio/separación de los padres.

«La adversidad infantil es común en los niños irlandeses y afecta al 28% de los niños de nuestra muestra», dijo Healy.

Los investigadores descubrieron que la adversidad infantil se asociaba con problemas a la edad de 13 años. Pero una relación positiva entre padres e hijos parecía amortiguar esta asociación.

«Aquellos que tuvieron adversidades en la infancia tenían más probabilidades de presentar dificultades de salud mental y dificultades que persistieron desde la infancia hasta la adolescencia (esto incluía dificultades como bajo estado de ánimo y ansiedad, hiperactividad, problemas de conducta y con los compañeros),» dijo Healy.

«Para todos los niños, tener niveles más bajos de conflicto entre el cuidador principal y el niño, una mayor autoestima o participar en pasatiempos redujo el riesgo de dificultades de salud mental en la adolescencia.»

Healy explicó que si el niño ha experimentado adversidades, tener menos conflicto con sus padres reducía significativamente el riesgo asociado a las dificultades de salud mental. Por lo que destacó este como un factor importante en la prevención de dificultades de salud mental en la edad adulta.

Limitaciones del estudio

“Nuestra medida de adversidad infantil es una combinación de una serie de experiencias de vida estresantes moderadas a severas. En particular, nuestra medida no incluye información sobre experiencias traumáticas importantes como el abuso físico o sexual o la negligencia,» dijo Healy. Por esta razón queda por confirmar si la relación entre los eventos traumáticos y las dificultades de salud mental también está mediada por el nivel de conflicto entre el niño y el cuidador principal.

Además, pueden haber otros factores que median la relación entre la adversidad infantil y las dificultades de salud mental que no han sido consideradas en el estudio, como la relación del niño con sus compañeros o el ejercicio físico.

Referencia:

Bellis, M. A., Hughes, K., Ford, K., Ramos Rodriguez, G., Sethi, D., & Passmore, J. (2019). Life course health consequences and associated annual costs of adverse childhood experiences across Europe and North America: a systematic review and meta-analysis. The Lancet. Public Health. https://doi.org/10.1016/S2468-2667(19)30145-8

Dhondt, N., Healy, C., Clarke, M., & Cannon, M. (2019). Childhood adversity and adolescent psychopathology: evidence for mediation in a national longitudinal cohort study. British Journal of Psychiatry, Vol. 215, pp. 559-564. https://doi.org/10.1192/bjp.2019.108

Fuente: PsyPost

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Este video representa lo difícil que puede ser la transición de la infancia a la adolescencia

  • 26/09/2019
  • Maria Fernanda Alonso

Tener la oportunidad de crecer, y de transicionar por las distintas edades de la vida humana, es una experiencia intensa, llena de situaciones nuevas que afrontar (algunas de las cuales ocurrirán inevitablemente), y con una mezcla de sentimientos y emociones tan intensa como las experiencias mismas. Crecer puede sentirse como una tormenta arrebatadora.

Esta historia, protagonizada por Lili, es una representación de lo que significa crecer, de lo que enfrenta una niña, un niño, al darse cuenta que su infancia está acabando, que muchas cosas cambian (quizás más de lo que le gustaría). Por más que Lili pelea contra la tormenta, no puede aferrarse a su infancia, llena de peluches y juguetes. Ella se da cuenta de que crecer puede significar dejar atrás ciertas cosas, aunque hayan sido sinónimo de alegría y felicidad. Con un poco de melancolía, valorando y recordando su niñez, Lili avanza a una nueva etapa, desconocida, intrigante, desafiante.

https://vimeo.com/242934453

Este video es una herramienta que mueve a padres y educadores a reflexionar sobre los cambios que enfrentan las niñas y los niños cuando pasan de la niñez a la adolescencia. Destaca la importancia de acompañar esta transición y reconocer y validar las emociones que atraviesan los chicos al crecer. Ser capaces de empatizar con ellos es crucial para su desarrollo físico y emocional.

Los adultos, dice Vanessa Orrego, Psicóloga de Elige Educar, juegan un rol determinante pues ellos ya vivieron este periodo de vida y justo por eso, con el fin de vincularse con las emociones de quienes enfrentan esta etapa, deben pensar en sus propias experiencias. Esto permitirá al niño vivir la transición de una manera más natural y siendo consciente de que en realidad no está solo. Pero en este proceso, agrega la psicóloga, el adulto no debe imponerse, simplemente deber ser una especie de espejo en el cual el niño pueda reconocerse. Esto permitirá que viva su adolescencia a su manera, con sus propios aprendizajes y errores, tal como lo hizo Lili en esa solitaria aventura que empezó con la tormenta de arena y terminó con la adultez.

Fuente: Elige Educar

  • Recursos para Profesionales de la Psicología

Guía clínica sobre la depresión mayor en la infancia y adolescencia (PDF)

  • 11/09/2019
  • Equipo de Redacción

La depresión mayor en la infancia y la adolescencia es un trastorno que representa un importante problema de salud pública, con un gran impacto personal y familiar, y es uno de los principales factores de riesgo de suicidio en adolescentes. A pesar de su relevancia, es un trastorno infradiagnosticado en estas edades y existe variabilidad en su manejo, con diferentes actitudes terapéuticas, de derivación o de seguimiento. Por todo ello supone un reto para el sistema sanitario y los profesionales implicados en su manejo.

Con esta GPC se pretende ofrecer a los profesionales sanitarios una herramienta útil que dé repuestas a las cuestiones clínicas más relevantes relacionadas con el manejo de este trastorno, en forma de recomendaciones elaboradas de forma sistemática y basada en la evidencia disponible en la actualidad. Se presenta en diferentes versiones, la versión completa en la que detalla todo el proceso para llegar a las recomendaciones que mejor se ajustan tanto a la evidencia como a la práctica asistencial habitual, y las versiones resumida y rápida que intentan favorecer su uso.

Esta guía es el resultado del gran esfuerzo realizado por un grupo de profesionales sanitarios pertenecientes a distintas especialidades, y repre- sentantes de varias sociedades científicas y asociaciones de pacientes impli- cadas en este trastorno. Junto a ellos, también han colaborado activamente un grupo de adolescentes con depresión y sus familias.

Descarga la guía completa en formato PDF.

Referencia: Grupo de trabajo de la actualización de la Guía de Práctica Clínica sobre la Depresión Mayor en la Infancia y la Adolescencia. Guía de Práctica Clínica sobre la Depresión Mayor en la Infancia y la Adolescencia. Actua- lización. Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad. Unidad de Asesoramiento Científico-técnico (Avalia-t); 2018. Guías de Práctica Clínica en el SNS.

  • Salud Mental y Tratamientos

El modelo Denver de atención temprana como tratamiento para los trastornos del espectro autista (TEA)

  • 11/06/2019
  • Luciana Corda

Teniendo en cuenta el nivel de prevalencia que hoy presenta el TEA a nivel mundial y la proliferación de tratamientos con multiplicidad de profesionales en juego; se ve la necesidad de comenzar a implementar un tipo de abordaje global, que tenga en cuenta las diferentes áreas afectadas.

Un abordaje global parte de la premisa de que la intervención en un área impactará en otras al mismo tiempo. Es un tipo de abordaje económico, los padres pueden llevar a cabo gran parte del proceso con ayuda del terapeuta principal; maximiza la coherencia y la repetición de enseñanza, además de proporcionar una intervención unificada. Es decir, el terapeuta principal es quién se comunica con los padres, simplificando la comunicación para la familia.

The Early Start Denver Model (ESDM) es un modelo de intervención conductual temprana para niños con autismo de 1 a 5 años de edad. Fue creado en el año 2000 por Sally Rogers y Geraldine Dawson como una extensión del modelo Denver que ya habían desarrollado.

Se trata de un modelo integrador influenciado por:

  • El Modelo Denver original (1981)
  • El modelo de desarrollo interpersonal en el autismo (Rogers y Pennington);
  • La hipótesis de las dificultades en motivación social en el autismo;
  • El Entrenamiento en conductas pivotales (PRT).

Las prácticas y procedimientos didácticos se centran en estrategias del modelo Denver original, el modelo ABA (Análisis Conductual Aplicado) y del abordaje PRT – entrenamiento en conductas pivotales.

Según Rogers y Lewis, al igual que el modelo Denver original, este programa busca entrenar a los niños con TEA para que se conviertan en participantes activos del mundo social y para que aumenten la iniciativa de interacciones con otras personas. Hace hincapié en los aspectos afectivos y en la relación terapéutica, en el desarrollo de habilidades comunicativas y de juego.

El ESDM es una práctica basada en evidencia y las investigaciones (1 y 2), demuestran que atenúa el impacto de los síntomas y mejora la calidad de vida de la persona que padece la condición así como aumenta las habilidades comunicativas y la puntuación del cociente intelectual.

El programa incluye un currículo de desarrollo que define las habilidades específicas que tendrían que ser adquiridas en un determinado tiempo y una serie de estrategias de aprendizaje específicas para enseñarlas. Este currículo de desarrollo presenta cuatro niveles y se encuentra dividido en las siguientes áreas:

  • Comunicación receptiva
  • Comunicación expresiva
  • Conductas de atención conjunta
  • Habilidades sociales con adultos
  • Habilidades sociales con pares
  • Imitación
  • Cognición
  • Juego
  • Motricidad fina
  • Motricidad gruesa
  • Independencia personal

Estructura del programa

El programa se estructura de la siguiente manera: se evalúan las habilidades que posee el niño, utilizando la lista de verificación del currículo. Quien realiza esta evaluación es el terapeuta principal, que redacta los objetivos de aprendizaje, diseñados para que puedan ser alcanzados en 12 semanas. Los objetivos se redactan teniendo en cuenta los principios ABA con diferentes pasos para lograr la adquisición completa. Al finalizar esas 12 semanas, se vuelve a evaluar y a redactar nuevos objetivos, teniendo en cuenta la evaluación actual. El núcleo de intervención está constituido por los padres y el terapeuta principal.

El terapeuta principal es el contacto principal con los padres. Es el nexo entre los diferentes profesionales intervinientes. Además, supervisa y da sugerencia para que el modelo pueda aplicarse con la mayor fidelidad posible. Según los requerimientos del caso, el paciente puede necesitar la intervención de una disciplina en particular. Por ejemplo, si prevalece una dificultad marcada a nivel de lenguaje, o en el área sensorial, será necesaria la intervención de profesionales específicos en el tema. Por lo tanto, se necesita contar con un equipo interdisciplinario (véase gráfico 1), que dará apoyo al terapeuta principal aportando los conocimientos específicos de su disciplina. Al finalizar los tres meses de intervención, el resto de los profesionales ayudan al terapeuta principal a actualizar los objetivos, el plan de intervención y a evaluar su avance.

El marco de enseñanza del modelo son las rutinas de actividades conjuntas, es decir, el escenario donde transcurre el aprendizaje de las diferentes habilidades. Brunner ya en 1975 hace referencia a esto, definiéndola como una actividad en la que dos compañeros hacen una misma «actividad cooperativa, atendiendo a los mismos objetos, jugando o trabajando juntos en una actividad conjunta». La herramienta más valiosa para el modelo es el elemento social de la rutina. «En las actividades conjuntas los compañeros de juegos se miran el uno al otro, se entregan recíprocamente los materiales, se imitan entre ellos, se comunican entre sí y comparten la sonrisa y la diversión».
Las rutinas de actividades del ESDM se caracterizan por: seguir los intereses y las elecciones del niño; apuntar a objetivos de diferentes áreas de desarrollo; integrar diferentes objetivos en una actividad. El elemento fundamental que se necesita es el compromiso de ambos compañeros en el juego. Deben ser breves de 2 a 4 minutos. Existen dos tipos de rutina:

  • Rutinas con objetos: se utiliza un juguete u objeto de intercambio. Esta rutina permite una situación triádica donde se apunta a desarrollar habilidades de atención conjunta.
  • Rutinas sensoriales: el centro de atención lo tiene el compañero de juego, es una interacción diádica en la que dos personas están involucradas en la misma actividad, de manera recíproca. «El disfrute mutuo y la interacción dominan el juego”.

Cuando el programa se efectúa en el consultorio, el niño ingresa con los padres o un cuidador quienes tienen que tomar un papel pasivo, volverse aburridos, si el niño los busca; el terapeuta debe convertirse en el centro de atención del niño. Uno de los objetivos es que el padre o cuidador nos vea como interactuamos con el niño, y aprenda cómo aplicar los objetivos. Además, podemos aprovechar para evaluar la interacción y reciprocidad que tiene el niño con sus padres.

La duración habitual de una sesión ESDM es de una hora. Se realizan bloques de 15 minutos, con intervalos para anotar los objetivos trabajados en ese bloque como también el tipo de actividad realizada, el estado de ánimo y la conducta del niño. Durante estos intervalos que no deben ser más de 3 o 4 minutos se le da al niño algún juguete, cuento para esperar. De este modo, también se puede entrenar la habilidad de juego independiente, la capacidad de espera y observar si el niño comenta y comparte el disfrute con otro.

El terapeuta debe convertirse en un verdadero compañero social. Para convertirse en un compañero social, el terapeuta o adulto que esté aplicando el programa en ese momento debe seguir el interés del niño. El estado de ánimo positivo debe dominar la experiencia procurando que la actividad sea interesante y recíproca y cada vez más compleja mediante juegos por turnos, imitación de acciones y la incorporación de efectos interesantes en la temática para variar la actividad. Éste último punto es clave para que la actividad no se vuelva estereotipada, conducta que tiende a prevalecer en la TEA. Se debe garantizar que el niño aprenda experiencias nuevas, intercalar el lenguaje objetivo, estimular la imitación, desarrollar aspectos simbólicos de juego y mantener la actividad social diádica y recíproca. El compañero social tiene la tarea de garantizar que el lenguaje del niño aparezca con frecuencia, ya sea a través de peticiones, comentarios o expresando su estado de ánimo.

Como este programa es implementado por varias personas, es necesario evaluar la calidad de implementación para asegurarse de que el modelo se está aplicando con la mayor fidelidad posible. Esto se realiza mediante la observación de una sesión de 5 minutos, donde se tienen en cuenta diferentes puntos como: el manejo de la atención del niño; si se cumple el formato ABC (antecedente, conducta, consecuencia); si se aplican las técnicas implícitas en el proceso de enseñanza; la capacidad del adulto para modular el estado anímico o emocional y el nivel de actividad del niño (el adulto es capaz de fomentar un estado de ánimo óptimo para el aprendizaje); la utilización de estrategias adecuadas para el manejo de conductas problema; la calidad de las interacciones diádicas; si logra motivarlo y mantener la motivación en la actividad; si muestra un estado emocional/afectivo positivo durante el intercambio; si responde con sensibilidad y respuesta positiva antes las señales comunicativas del niño; si genera actividades o situaciones que den lugar a varias y diversas oportunidades comunicativas; si adecua su lenguaje al lenguaje del niño (se utiliza la regla «más 1»); si logra una adecuada estructura y variación de las actividades conjuntas y por último, si gestiona adecuadamente las transiciones entre una actividad y otra.

Conclusión

  • El modelo ESDM es un abordaje global para el niño y su familia, es un enfoque orientado a la familia en el que la tríada niño-padres es el escenario fundamental para lograr un adecuado progreso lo que requiere un profundo compromiso de su parte.
  • Utiliza estrategias de análisis conductual desde una mirada naturalista, es decir se trabaja en y con el ambiente del niño.
  • Se realiza un seguimiento mediante una secuencia de desarrollo progresiva, donde se puede ir evaluando el avance día a día e identificando si hay progresos o no.
  • Se focaliza en el intercambio interpersonal dentro de las rutinas de actividad conjunta, con el compromiso indispensable de ambos compañeros de juego.
  • La enseñanza del lenguaje y la comunicación se da dentro de una relación positiva basada en el afecto.
  • El aspecto más destacado del modelo es su flexibilidad en la implementación ya que puede ser aplicado en diferentes contextos como el consultorio, un centro integrado, el hogar o la escuela.

Referencias bibliográficas:

  • Rogers S., Dawson G. (marzo 2017), Vismara L., «An Early Start for your Child with Autism. Using Everyday Activities to help Kids Connect, Communicate and Learn». (2012) Ed. The Guilford Press.
  • Rogers, S y Dawson, G. «Modelo Denver de atención temprana para niños pequeños con autismo. Estimulación del lenguaje, el aprendizaje y la motivación social». 2da Ed. Autismo Ávila.
  • Sperdin, Holger Franz y colabs. (febrero 2018), «Early alterations of social brain networks in young children with autism»; elife sciences
  • Lewis John, Evans Alan y colabs. (agosto 2017), «The emergence of Network Inefficiencies in infants with Autim Spectrum Disorder»; Society of Biological Psychiatry.
  • Redcay Elizabeth, et. al. (2005), «When in the brain enlarged in autism? A meta-analisys ofe brain size reports»; Society of Biological Psychiatry , Volume 58, Issue 1, 1 – 9.
  • Williams, J. H. G. et al. (2001), «Imitation, mirror neurons and autism.» Neuroscience and biobehavioral reviews 25 4, 287-95.
  • Rogers, S y Dawson, G. «Modelo Denver de atención temprana para niños pequeños con autismo. Estimulación del lenguaje, el aprendizaje y la motivación social». 2da Ed. Autismo Ávila. Apéndice B.
  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Alarmante prevalencia de trastornos del espectro alcohólico fetal en ciertos grupos a nivel mundial

  • 22/05/2019
  • Maria Fernanda Alonso

Una importante revisión (Popova, Lange, Shield, Burd, & Rehm, 2019) ha encontrado que los trastornos del espectro alcohólico fetal (TEAF) son de 10 a 40 veces mayor en ciertos grupos susceptibles, que en la población general. Estos grupos incluyen niños bajo cuidado del Estado, personas en servicios correccionales o servicios de educación especial, poblaciones aborígenes y personas que usan servicios clínicos especializados (clínicas genéticas y clínicas para discapacidades del desarrollo o atención psiquiátrica). Este estudio utilizó datos de 69 estudios que representan a 17 países de América del Norte y del Sur, Europa, Asia y Australasia.

Los TEAF son graves afecciones, permanentes e incapacitantes, que afectan a personas de todos los orígenes raciales, étnicos y socioeconómicos. Son causados por el alcohol consumido durante el embarazo. El alcohol es una sustancia tóxica que puede atravesar fácilmente la placenta, lo que resulta en un daño permanente al cerebro y otros órganos del embrión y el feto en desarrollo. Aproximadamente uno de cada 13 bebés expuestos prenatalmente a cualquier nivel o tipo de alcohol desarrollará TEAF; alrededor de 630.000 bebés nacen con TEAF en el mundo cada año.

Inicialmente el diagnóstico se basó en parámetros físicos que incluían anomalías faciales y retraso del crecimiento, con evidencia de retraso en el desarrollo o deficiencia mental. Cuarenta años de investigación han demostrado que los efectos más profundos de la exposición prenatal al alcohol están en el cerebro en desarrollo y los efectos cognitivos y de comportamiento que conllevan. La exposición al alcohol afecta el desarrollo del cerebro a través de numerosas vías en todas las etapas, desde la neurogénesis hasta la mielinización. Se ven afectados diversos comportamientos que van desde las funciones ejecutivas hasta el control motor (Riley, Infante, & Warren, 2011).

Uno de cada 13 bebés expuestos prenatalmente a cualquier nivel o tipo de alcohol desarrollará TEAF

La prevalencia estimada de TEAF en los grupos susceptibles antes nombrados varió de 10 a 40 veces más alta que la prevalencia de TEAF global de 7.7 por 1000 en la población general. Por ejemplo, la prevalencia de TEAF entre los niños bajo cuidado del Estado fue 32 veces mayor en los Estados Unidos y 40 veces más alta en Chile; la prevalencia entre los adultos en el sistema correccional canadiense fue 19 veces mayor; y la prevalencia entre las poblaciones de educación especial en Chile fue 10 veces mayor.

La Dra. Svetlana Popova, autora principal, señaló la necesidad de que los Estados adopten políticas públicas que reconozcan y aborden este problema a nivel mundial. Asimismo, sostuvo que deben implementarse controles de rutina en la atención clínica para identificar a las personas con TAEF dentro de los grupos susceptibles, con el fin de brindarles el apoyo apropiado y realizar intervenciones tempranas. Por otro lado, remarcó que las mujeres deben abstenerse completamente de consumir cualquier tipo de alcohol durante todo el embarazo y cuando intentan quedar embarazadas.

Esta revisión estuvo restringida por el número limitado de estudios, algunos de los cuales eran muy antiguos y tenían deficiencias metodológicas. Los países deben realizar estudios epidemiológicos rigurosos para comprender el tamaño y la gravedad de este grave pero prevenible trastorno del desarrollo neurológico relacionado con el alcohol.

Referencias:

Popova, S., Lange, S., Shield, K., Burd, L., & Rehm, J. (2019). Prevalence of fetal alcohol spectrum disorder among special subpopulations: a systematic review and meta-analysis. Addiction. https://doi.org/10.1111/add.14598

Riley, E. P., Infante, M. A., & Warren, K. R. (2011). Fetal alcohol spectrum disorders: an overview. Neuropsychology Review, 21(2), 73-80. https://doi.org/10.1007/s11065-011-9166-x

Fuente: Science Daily

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