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Publicaciones por mes

diciembre 2021

42 Publicaciones
  • Recursos para Profesionales de la Psicología

Efecto de la edad y el sexo en los factores asociados a la demencia

  • Equipo de Redacción
  • 16/12/2021
two adult women beside each other

Introducción

Actualmente no existe ningún tratamiento curativo para la demencia por lo que se considera que su prevención es clave. El objetivo es analizar la asociación entre los factores de riesgo y la demencia, y su variación según la edad y el sexo.

Pacientes y métodos

 Este estudio transversal incluye a 1.048.956 personas de 65 años o más. Los datos se obtuvieron de la base de datos clínicos pseudoanonimizados SIDIAP. La variable respuesta fue la demencia y se identificaron los casos mediante un algoritmo validado. Se evaluó la exposición a los siguientes factores de riesgo: tabaquismo, enfermedad coronaria, enfermedad cerebrovascular, insuficiencia cardíaca, arteriopatía periférica, alcoholismo, hipertensión arterial, hiperlipidemia, diabetes, hipertiroidismo, Parkinson, trastorno depresivo y ruralidad. Se calcularon modelos de regresión logística para evaluar la asociación de los factores de riesgo y la demencia, y se estratificó por edad, sexo y ambos conjuntamente.

Resultados

La asociación entre los antecedentes de enfermedad cerebrovascular, el Parkinson, el trastorno depresivo o el hipertiroidismo y la demencia fue más pronunciada en los hombres. La asociación inversa entre la enfermedad coronaria, la insuficiencia cardíaca o el tabaquismo con la demencia fue significativa sólo en las mujeres. Se observó una mayor asociación en los grupos de menor edad en la mayoría de los factores de riesgo.

Conclusión

El sexo y la edad condicionan la asociación de los factores de riesgo y la demencia. Recomendamos promover el control eficaz de los factores de riesgo cardiovascular para prevenir la demencia.

Descarga el artículo completo en formato PDF.

Autores: Ester Fages-Masmiquel, Anna Ponjoan, Jordi Blanch, Lia Alves-Cabratosa, Ruth Martí-Lluch, Marc Comas-Cufí, M. del Mar García-Gil, Rafel Ramos

Fuente: Neurología

  • Salud Mental y Tratamientos

Trastornos de la conducta alimentaria (TCA)

  • Laura Ruiz
  • 16/12/2021

Los trastornos de la conducta alimentaria, también conocidos como TCA por sus siglas, son trastornos psicológicos de gravedad que implican cambios anormales en la ingesta de comida. Puede ser un consumo en exceso o la evitación total de los alimentos. 

Sus repercusiones pueden llegar a afectar gravemente la salud física de quienes los padecen, causando patologías como fallas renales o cardiacas, entre muchas otras, que pueden llegar a enfermar seriamente a la persona e incluso causar su muerte.

El tratamiento de los trastornos de la conducta alimentaria requiere de la intervención de un equipo multidisciplinario para abordar las diversas problemáticas que implican, como un asesor nutricional, médicos especialistas, psicólogos y psiquiatras. 

“Un exterior saludable comienza en tu interior”, Robert Urich.

Población de riesgo

Los trastornos de la conducta alimentaria no son exclusivos de un género o grupo etario. Cualquier persona puede desarrollar este tipo de patologías en cualquier momento de la vida. Sin embargo, estudios como el de Álvarez-Malé et al. (2015), publicado en Nutrición Hospitalaria, afirman que su aparición es más común en mujeres en edades comprendidas desde la adolescencia hasta la adultez. 

Es posible que esto se deba al alto nivel de exigencia estética que existe hacia las mujeres, principalmente aquellas que se desempeñan en actividades como la gimnasia, el ballet, la natación, etc., en donde se espera una contextura corporal bastante delgada.

Tipos de trastornos de la conducta alimentaria

En el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, en su quinta edición (DSM-5), se encuentran recopilados todos los trastornos de la conducta alimentaria y los criterios diagnósticos de cada uno de ellos.

Entre los tipos de trastornos de la conducta alimentaria más comunes se encuentran:

Trastorno por atracón

Se presenta cuando la persona come sin control cantidades de comida que sobrepasan el consumo normal. Esto se da en un breve periodo de tiempo durante el cual se ingieren alimentos de manera compulsiva. Al terminar de comer, suelen presentarse sentimientos de vergüenza, frustración, rabia y tristeza. 

Comúnmente, luego de los atracones se realizan purgas (vomitar o consumir laxantes) o se incrementa de manera desmedida la realización de actividad física en un intento de compensar la gran cantidad de alimentos que se han comido. 

“La moderación es la única regla de una vida saludable. Eso significa moderación en todas las cosas sanas”, Herbert Shelton

Anorexia nerviosa

En este tipo de trastornos de la conducta alimentaria existe una marcada distorsión de la percepción de la imagen corporal junto con un miedo desproporcionado a subir de peso.

En estos casos se evita el consumo de muchos alimentos con dietas altamente restrictivas e incluso puede llegar a la evitación total del consumo de comida.   

“Un cuerpo sano es una habitación de invitados para el alma; un cuerpo enfermo es una prisión”, Francis Bacon

Bulimia nerviosa

Se basa en la ingesta de grandes cantidades de comida seguida de conductas compensatorias.

Puede parecer similar al trastorno por atracones, pero para su diagnóstico es preciso que cumpla con los criterios establecidos en el DSM-5, en donde se indica que estas conductas deben presentarse al menos 2 veces por semana durante un periodo de 3 meses. 

Trastorno por evitación/restricción de la ingesta de alimentos

Este tipo de patología se caracteriza por la evitación total o parcial de determinados tipos de alimentos. Se diferencia de la anorexia en tanto no existe preocupación por el peso o por la imagen corporal.

Puede presentarse con evitación a consumir alimentos con determinada textura, modo de preparación, colores, etc. y en caso de hacerlo se pueden presentar reacciones como vómitos e incluso asfixias.  

“La anorexia restrictiva es una adicción que hace creer en el control cuando en realidad conduce al cuerpo a su destrucción”, Delphine DeVigan.

Trastorno de rumiación

En este tipo de trastornos de la conducta alimentaria posterior a la ingesta de comida, se presenta una regurgitación involuntaria sin esfuerzo, que puede ser precedida de la expulsión o masticación de la misma.

En una revisión de Alcalá-González (2021), publicada en Gastroenterología y Hepatología, ahondan más en el Síndrome de rumiación.

Pica

En este tipo de trastornos, la persona que lo padece suele ingerir de manera frecuente cosas que no son comida. Esto puede llevar a serias complicaciones de la salud. 

Síntomas de los TCA

Dependiendo del tipo de trastornos de la conducta alimentaria que se hable, los síntomas varían, pero de manera general se pueden mencionar: 

  • Alteraciones en la cantidad de alimentos consumidos (ingestas exageradas/evitación de la comida).
  • Malestar emocional relacionado a la ingesta de comida (puede ser posterior a comer).
  • Distorsiones en la imagen o silueta corporal.
  • Obsesionarse todo el día con los alimentos. 
  • Hacer dietas restrictivas o cantidades exageradas de ejercicios.
  • Cambios en la piel, el cabello, los dientes y las uñas.
  • Dolores corporales.
  • Deshidratación. 
  • Miedo extremo relacionado al peso. 
  • Problemas arteriales (cambios de presión sanguínea).
  • Cansancio y agotamiento.

Causas

Actualmente no se sabe cuál es la causa concreta de la aparición de los trastornos de la conducta alimentaria, sin embargo, se sabe que diversos factores interactúan e influyen en ellos, como es el caso de:

  • Factores relacionados a la genética.
  • Presión social. 
  • Traumas emocionales (conoce más sobre esta cuestión en el estudio de Cruzat et al., 2010, publicado en Psykhe).

El surgimiento de estos trastornos responde a múltiples factores intrínsecos y extrínsecos que se unen para generar un malestar significativo relacionado a la ingesta de comida. 

“Cuida tu cuerpo. Es el único lugar que tienes para vivir”, Jim Rohn.

Diagnóstico

Para el diagnóstico correcto de los trastornos de la conducta alimentaria es preciso contar con un equipo multidisciplinario, encabezado por profesionales de la salud mental, quienes serán los encargados de identificar las distorsiones cognitivas en relación con la comida. 

Aunado a esto se debe aplicar un examen físico para determinar el estado general de salud, junto con exámenes de laboratorio para descartar que los problemas se deban a alguna otra patología. 

Tratamiento multidisciplinar

El tratamiento de los trastornos de la conducta alimentaria implica la participación de diversos especialistas para tratar los síntomas y sus causas. Así, es preciso contar con:

Psicoterapeuta

Será el encargado de la evaluación e intervención psicológica individual del paciente, a fin de determinar los causantes del trastorno y facilitar nuevas estrategias. Además, debe integrar a la terapia a la familia y/o pareja de la persona que sufre el trastorno.

Nutricionista

Será la persona encargada de asesorar al paciente en relación con la ingesta de comidas de manera saludable con un plan ajustado a las necesidades particulares de cada caso.

Personal médico

El personal médico y de enfermería es muy importante al momento de tratar estos trastornos, pues son los encargados de monitorear la salud física y suministrar los tratamientos necesarios para mejorar la salud.  

Psiquiatra

En muchos casos de trastornos de la conducta alimentaria es precisa la aplicación de terapia medicamentosa para ayudar a sobrellevar síntomas de depresión y/o ansiedad. 

Conclusión 

Los trastornos de la conducta alimentaria son graves y muy frecuentes, y por ello es importante prestarles la debida atención. Esto no solo implica acceder a una atención médica para tratar los síntomas físicos, sino también pedir ayuda psicoterapéutica para poder comprender cuáles son las razones que produjeron su aparición. 

Ninguna persona está exenta de llegar a padecer este tipo de trastornos mentales que puede llegar a poner en riesgo la vida. Si sientes que algo no está bien o te preocupa la salud de un familiar o amigo, busca ayuda profesional. 

 “La salud es un estado de completa armonía del cuerpo, la mente y el espíritu. Cuando uno está libre de enfermedades físicas y distracciones mentales, las puertas del alma se abren”, BKS Iyengar.

Referencias:

  • Alcalá-González, L.G. (2021). Síndrome de rumiación, revisión crítica. Gastroenterología y Hepatología. (In Press).
  • Álvarez-Malé, M.L. et al. (2015).  Prevalencia de los trastornos de la conducta alimentaria en adolescentes de Gran Canaria. Nutr. Hosp., 31(5).
  • American Psychiatric Association –APA- (2014). DSM-5. Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales. Madrid: Panamericana.
  • Cruzat, C. et al. (2010). Significados y Vivencias Subjetivas Asociados a la Presencia de un Trastorno de la Conducta Alimentaria, desde la Perspectiva de Mujeres que lo Padecen. Psykhe (Santiago), 19(1): 3-17.
  • Análisis

Cómo afrontar el dolor de una ruptura en navidad

  • Karemi Rodríguez Batista
  • 15/12/2021

Las fiestas navideñas están a la vuelta de la esquina, y a nuestro alrededor parece que todos las esperan con gran anhelo y felicidad, mientras nosotros estamos pasando por un mar de emociones a veces incontrolables: tristeza, angustia, desesperanza, rabia, abandono, deseos de venganza, otras de añoranza, etc. En definitiva, un gran dolor, y en ocasiones hasta miedo y deseos de que estas fechas pasen lo más rápido posible. Y todo esto es normal, estamos ante un proceso de adaptación psicológica, ante la pérdida de un vínculo muy especial y significativo. Por ello nos gustaría ayudarte a entender un poco más este proceso y dejarte con algunas herramientas que te puedan servir para afrontarlo mejor durante estas fechas.

La ruptura amorosa y lo que pasa en nuestro cerebro

Como hemos mencionado, cuando rompemos el vínculo con nuestro ser amado nos vienen oleadas intensas de dolor y desesperanza, estamos cara a cara frente al final de un proyecto de vida que hemos de aceptar (y si además implica la pérdida de una estructura familiar, muchísimo más duro será), y esto en ocasiones impacta en nuestra propia identidad, en nuestra autoestima, y nos cuestionamos de nuevo nuestra capacidad de amar y ser amados (Casado, Venegas, Páez & Fernández, 2001, cit. en Sánchez-Aragón y Martínez-Cruz, 2014).

Para documentar lo que pasa en nuestro cerebro en todas las fases del enamoramiento y ruptura, las renombradas neurocientíficas, Lucy Brown y Helen Fisher, han creado una web especializada que os recomendamos visitar The Anatomy Of Love, donde podemos ver interesantes resultados a considerar en el proceso de una ruptura.

La imagen muestra a la izquierda el cerebro de una persona que atraviesa una ruptura amorosa y se muestra activación en la ínsula anterior, la misma zona cerebral que se activa cuando una persona experimenta dolor físico, por ejemplo cuando se hace una extracción de diente (derecha)
  • Los estudios en neuroimagen mostraron que la ruptura romántica nos duele igual que el dolor físico, enfatizando que hay que abordarla como si de una adicción se tratara.
  • Después de la ruptura, según los estudios realizados por las autoras, los sujetos mostraron actividad en el área ventral tegmental (la región del cerebro directamente relacionada con los sentimientos de amor romántico apasionado). Es decir, seguían muy enamorados. También se encontró actividad en el pálido ventral (una región del cerebro relacionada con sentimientos de apego profundo). ¡Vaya mala suerte! Hemos roto y aún sentimos pasión y amor intensos hacia la expareja.
  • Se encontró, además, actividad en la ínsula anterior (una región del cerebro vinculada no solo a la angustia que acompaña al dolor físico, sino al dolor físico en sí mismo).
  • Y sobre todo se encontró lo que se buscaba, la actividad en la región del cerebro relacionada con el deseo, el anhelo, la energía, la concentración y la motivación: el núcleo accumbens (una parte central del sistema de recompensas del cerebro). Esta región es de vital importancia para el entendimiento y abordaje de todas las adiciones. Por ello, las autoras concluyen que el amor romántico es una adicción maravillosa cuando todo va muy bien y realmente horrible cuando todo se acaba. (ver el post original)

Los estudios en neuroimagen mostraron que la ruptura romántica nos duele igual que el dolor físico

Causas de una ruptura

Muchos autores postulan distintas causas que llevan al rompimiento de una relación amorosa, entre las cuales se destacan: situaciones de infidelidad, de maltrato, falta de comunicación y/o amor, disminución en la intimidad percibida, problemas económicos, inmadurez, diferencias en costumbres, ideales y valores, percibirse no amado de forma recíproca, o expectativas no cumplidas (Casado, 2001; Ferrand, 1996; y Orladini, 2008; cit. en Sánchez-Aragón y Martínez-Cruz, 2014).

Si la pareja, además, ya presentaba una falta de similitudes, un estilo de comunicación deficitario para el vínculo y además el conflicto se había ido alargando en el tiempo favoreciendo el desgaste de la relación, la pareja pasó, sin darse cuenta, por un proceso que apuntaba al fracaso (Duck, 1982, cit. en Sánchez-Aragón y Martínez-Cruz, 2014).

Independientemente de las circunstancias particulares que rodeen nuestra pérdida y que influirán en la manera en que procesemos el duelo, está claro que pasaremos por un malestar muy intenso que en ocasiones se acentuará por la aparición de otras situaciones que agravan el impacto como los cambios que resultan a nivel económico, social, familiar, y en muchas veces hasta legal (Vid y Cid, s.f.).

Lo mencionado anteriormente nos impacta invariablemente en nuestro estado fisiológico y en nuestra conducta, estamos cansados, inapetentes o comiendo en exceso, dormimos poco, nuestra atención y concentración disminuyen, nos aislamos, o hasta pensamos en la muerte. Todo ello nos impide pensar y tomar decisiones con claridad, retomar el rumbo de nuestra vida y extraer de esta situación la invaluable enseñanza que trae consigo. Si todo esto persiste durante semanas, es posible que estemos pasando una depresión y necesitemos el apoyo de un psicólogo.

Las fases del duelo en una ruptura

El proceso de adaptación emocional que supone superar una pérdida se llama duelo. El duelo es un proceso complicado que incluye muchos sentimientos: anhelo, desesperanza, enojo, apatía, tristeza, desesperación, entre otros. Es uno de los eventos más estresantes que podamos vivir tras la muerte de un hijo o cónyuge (Holmes y Rahe, 1967, cit. en García-Felipe y Ilabaca Martínez, 2013).

Kübler-Ross (1969) y Neimeyer (2007) comparan el dolor del duelo por ruptura de pareja al que tenemos con una persona fallecida. Sin embargo, a diferencia de una muerte real, la expareja sigue ahí afuera caminando y continuando con su vida, tan solo una llamada telefónica o un mensaje de su parte, puede darnos un respiro a este dolor.

Por ello hacemos un breve repaso a estas etapas o fases de las cuales nos habla Kübler-Ross (es posible que no las pasemos por el siguiente orden o que se superpongan):

  • La negación es la primera fase. No queremos enfrentarnos a la realidad de que esa persona realmente se ha ido, que nos ha rechazado, o que ha hecho algo horrible para provocar la ruptura.
  • La ira es la segunda etapa. Ahora ya nos enfrentamos con la realidad y entramos en contacto con nuestros sentimientos de abandono y traición, puede ser que esta fase traiga consigo situaciones pasadas en otras relaciones no resueltas.
  • La tercera etapa es la negociación. Desde aquí empezamos a buscar causas y posibles soluciones para volver a la relación, aunque en muchos casos hemos de aceptar que cuando el amor se ha ido, poco más podemos hacer.
  • La cuarta etapa es la depresión/desesperación. Esta es la etapa más difícil, nos quedamos con el vacío de la pérdida, y como en la segunda etapa, cualquier abandono pasado con el que hayamos lidiado podría resurgir y contribuir a nuestros sentimientos de tristeza y depresión. Como hemos dicho anteriormente, la intensidad es abrumadora y nos impide funcionar como antes (dejar de trabajar, comer y dormir mal, beber alcohol, etc.), puede que estemos clínicamente deprimidos y hemos de buscar ayuda profesional.
  • La aceptación es la etapa final. Empezamos a tomar las riendas de nuestra vida otra vez, ya no estamos tan preocupado por la expareja. Empezamos a pensar en gente nueva y extraemos de la ruptura las enseñanzas y fortalezas que serán de gran valor de ahora en adelante.

Recomendaciones para afrontar estas fechas tras la ruptura

Tu proceso es algo muy personal, y has de tenerte paciencia y permitirte pasar por esto, y saber que está bien sentirte sin ganas, y está bien tomarte unos días libres del trabajo (si puedes por supuesto). Estás frente a una pérdida muy significativa, y tu vida entera acaba de cambiar, sé comprensiva contigo misma.

Ten en cuenta que estas fechas son difíciles, pues de entrada suponen una serie de cambios en nuestros hábitos alimenticios y de sueño, de compromisos, de reuniones, de gastos extras, etc., y por tanto de un aumento del estrés y ansiedad: estrés situacional, estrés por saturación, sobreexposición por inundación de estímulos.

Todo ello nos vuelve más vulnerables y por tanto será más difícil gestionar todo el maremoto emocional, que en otras fechas menos significativas sería un poco más fácil. Pero una vez sabido esto, podemos detectar cuáles serán los estresores que en nosotros impacten más, planificar estrategias de afrontamiento más adecuadas y buscar apoyo en tus seres queridos, en tus amigos de confianza, y si es necesario buscar ayuda profesional.

Tu proceso es algo muy personal, y has de tenerte paciencia y permitirte pasar por esto, y saber que está bien sentirte sin ganas, y está bien tomarte unos días libres

Es probable que tengas que hacer un esfuerzo extra por aquellos que te aman y dependen de ti. Puede valer la pena, y puede ser ésta una Navidad diferente, incluso si sólo eres tú, o tú y tus hijos, o tú y tus amigos, da igual. Ésta es tu familia ahora mismo y enfocarte en esto te puede ayudar en el camino.
Aunque, como hemos mencionado, cada uno lleva un proceso distinto y no hay receta mágica para todos, nos gustaría dejarte con una serie de sencillas ideas algunas basadas en las técnicas que nos ofrece la terapia dialéctico conductual (Linehan, 2015), para aumentar la tolerancia al malestar y que pueden ayudarte en estas fechas.

1 – Detecta cuales son las situaciones que pueden disparar tu malestar (cenas de empresa, cenas de navidad con amigos comunes o familiares de la ex pareja). Quizá sea una buena idea priorizar y dejar a un lado unos cuantos compromisos hasta que te sientas más fuerte. Y muy importante, cero stalkeo a sus redes sociales y ningún contacto (si tienes hijos de por medio entonces haz por minimizarlo), al menos hasta que estés más fuerte emocionalmente.

2 – Prevé las vulnerabilidades fisiológicas (desvelos, comer de más, consumir bebidas alcohólicas, dormir menos, dejar el ejercicio, etc.). Todo ello puede resultar tentador como medida de escape temporal, pero incrementará tu vulnerabilidad física y mental. Cuídate, es momento de priorizar tu salud.

3 –  Haz una lista de actividades que disfrutes y aplícate a ella en la medida que puedas. Sí, es posible que la rutina en la pareja nos haya distanciado de aquellas actividades lindas que tanto disfrutábamos y quizás sea el momento de redescubrirnos.

4 – Contribuye a los demás. Hay mucha gente ahí afuera que está pasando por momentos muy duros, gente sin techo, gente que ha perdido a su familia, su trabajo, etc. Por qué no apuntarse a un voluntariado, por ejemplo, o encontrar tu manera personal de contribuir a los demás Esto nos ayuda a desarrollar habilidades y valores que de otra forma no serían posibles y tendremos la oportunidad de mejorar aunque sea un poquito a la vida de los demás.

5 – Compárate en positivo. Generalmente cuando estamos muy ansiosos o deprimidos es cuando más tendemos a compararnos con los demás en detrimento nuestro, claro y con nuestro yo pasado como mejor. ¿Es realmente así? Piensa por un momento qué injusto es cuando ahora con la experiencia y vivencias que tenemos miramos atrás y nos tratamos peor que si fuéramos jueces. Hicimos lo que pudimos con lo que sabíamos y teníamos. Ya tenemos bastante con nuestro malestar como para añadirnos más. ¿En qué eres más hábil, más virtuoso, más inteligente, más consciente, más responsable, más generoso, que tu yo pasado? ¿Qué cosas has logrado ahora que no tenías hace 10 años? ¿Qué personas significativas están en tu vida ahora y no antes? En esta dirección es como podremos sentirnos un poco mejor.

6 – Identifica el malestar que estas sintiendo y si no lo puedes gestionar en ese momento, procúrate emociones contrarias. Date unos momentos para saber si lo que sientes es ansiedad, ira, tristeza (o todas juntas). ¿Qué puedes hacer ahora para tranquilizarte? Ejercicios de respiración u otras técnicas para gestionar la ansiedad? Si lo que predomina es el enojo, por qué no deternos a pensar en lo que tenemos y a quienes tenemos a nuestro lado y ser agradecidos. También te pueden ayudar las recomendaciones de este manual. Si es tristeza, ¿cómo te puedes sentir más vivo y conectado con tus seres queridos? ¿Quizás saliendo a caminar, viendo películas o series de comedia, saliendo a tomar un café o llamando a alguien muy cercano para ti?

7 – Resignifica esta experiencia. De las experiencias más duras es desde donde más se aprende. Aunque es uno de los momentos más difíciles de tu vida, puede ser uno de los más extraordinarios en términos de enseñanza. El aprendizaje puede ser desde aprender a poner límites, a replantearnos nuestros valores, lo que queremos y no queremos en nuestra vida, lo que no vamos a permitir nunca más, quienes han estado ahí con nosotros en los malos momentos, sanar de una vez las viejas heridas que no habíamos visto antes, aprender a cuidarnos y querernos más, a valorar y cuidar todas las fortalezas que tenemos…En definitiva, un momento difícil, pero un momento de transformación.

Recuerda, eso sí, que cada uno tiene circunstancias, apoyos y recursos personales distintos, puede ser que tu dolor sea muy intenso y que necesites ayuda de un profesional. Esto no será permanente, sino que pasará, y buscar toda la ayuda que sea necesaria es uno de los mejores regalos que te puedes y mereces dar.

Referencias:

  • García Felipe E. y Ilabaca Martínez, D. (2013). Ruptura de pareja, afrontamiento y bienestar en adultos jóvenes. Ajayu. Órgano de Difusión Científica del Departamento de Psicología de la Universidad Católica Boliviana, 11(2), 157-172.
  • Kübler-Ross. E. (1969). On Death and Dying. New York: Macmillan Pub. Co.
  • Lachmann, S. (2013, 4 de Junio). How to Mourn a Breakup to Move Past Grief and Withdrawal. Psychology Today. Disponible en: https://www.psychologytoday.com/us/blog/me-we/201306/how-mourn-breakup-move-past-grief-and-withdrawal
  • Linehan, M. (2015). DBT Skills Training Manual. New York. Guilford Publications.
  • Sánchez Aragón, R., y Martínez Cruz, R. (2014). Causas y caracterización de las etapas del duelo romántico. Acta de investigación psicológica, 4(1), 1329-1343.
  • Sweeney, T. (2016, 14 de diciembre). The ultimate guide to surviving a break-up over Christmas. Independent.ie. Disponible en: https://www.independent.ie/style/sex-relationships/the-ultimate-guide-to-surviving-a-breakup-over-christmas-35291673.html
  • Vega, T. y Cid, I. (Sin fecha). Me separo, ¿ Y ahora qué? Consejería de Familia e Igualdad de Oportunidades, Junta de Castilla y León.
  • Recursos para Profesionales de la Psicología

Condicionamiento operante: Cómo nos va en la vida. La importancia de las consecuencias de los actos

  • David Aparicio
  • 15/12/2021
man in black jacket standing beside woman in black jacket

Introducción del artículo:

El condicionamiento operante tal y como lo conocemos fue formulado y sistematizado por el psicólogo estadounidense B. F Skinner en base a las ideas planteadas previamente por otros autores. Mientras que con el condicionamiento clásico analizamos las respuestas involuntarias y automáticas, Thorndike, a través de lo que se denominó condicionamiento instrumental analiza las consecuencias de las conductas voluntarias en el aprendizaje. De modo que la conducta dependerá de las consecuencias positivas obtenidas tras la misma (Ley del Efecto), y de la incidencia de las capacidades y condiciones necesarias para el aprendizaje (Ley de Disposición). Para el autor existirán 3 tipos de consecuencias: refuerzo (cuando se produce un refuerzo positivo tras la respuesta deseada), castigo (cuando se aplica un refuerzo aversivo tras la emisión de una conducta, o respuesta específica), escape o evitación (se realiza una conducta para evitar el castigo.

La ley del efecto, es modificada por Skinner, el cual indica que la frecuencia de aparición de una conducta operante queda modificada por sus consecuencias. Los elementos que se incorporan a la cadena de aprendizaje, a diferencia de los que ya existían en el condicionamiento clásico, son los refuerzos y los castigos, por lo que la conducta operante aprendida va a depender de las consecuencias que se deriven de ella.

Descarga el artículo completo en formato PDF.

Autor: Francisco Trillo Padilla

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Reseña: La psicología del dinero

  • David Aparicio
  • 13/12/2021

La reseña de Ali Abdaal me ha dejado con muchas ganas de leer The Psychology of Money de Morgan Housel. Si lees en inglés puedes comprarlo directamente desde Amazon.

  • Biografías

Mary Ainsworth: La madre de la teoría del apego

  • Laura Ruiz
  • 13/12/2021

Con gran determinación, Mary Ainsworth se abrió camino en un campo dominado por hombres. Esta valiente mujer desafió los cánones establecidos. 

Su labor, dentro y fuera de lo académico, fue fundamental para la lucha en busca de igualdad. Se destacó ampliamente entre sus compañeros hombres, generando conocimientos que aún al día de hoy son de gran importancia para la comprensión de la mente humana y el desarrollo de la personalidad y la conducta.  

Y es que a Mary Ainsworth no le bastó con formarse como psicóloga en un momento histórico complicado para las mujeres, sino que además logró convertirse en una de las más importantes investigadoras del campo de la conducta humana. 

Origen

Mary Ainsworth nació el 1 de diciembre de 1913 en Glendale, Ohio. Comenzó su vida en los Estados Unidos, pero años después se trasladó a Canadá, donde se asentó junto a su familia.

Allí mismo se desarrolló como profesional de la psicología y dio inicio a sus investigaciones las cuales, aún en la actualidad, siguen siendo de gran importancia para la comprensión del desarrollo de los individuos e incluso para explicar la aparición de algunos trastornos mentales.  

Vida personal

Mary Ainsworth dedicó una parte importante de su vida a los estudios, sin embargo, su vida estuvo llena de coraje y valentía. Un ejemplo de ello es que, al culminar sus estudios y obtener su doctorado en psicología del desarrollo, se unió al cuerpo de la Armada de Mujeres Canadienses.

Siendo una mujer fuerte y decidida, tuvo una fructífera carrera en el ejército, llegando a convertirse en Mayor. En 1950 se casó con  Leonard Ainsworth, y juntos decidieron mudarse a Londres, donde comenzó a trabajar junto a John Bowlby, un destacado psiquiatra del Instituto Tavistock.

Juntos iniciaron una de las investigaciones más importantes en relación a las experiencias de los niños al ser separados de sus cuidadores o figuras de apego, que daría inicio a teorías que hoy en día tienen gran importancia y validez en el campo de la psicología. 

Su vida personal y familiar la llevaron a mudarse a Uganda en 1953, donde continuó con los estudios iniciados en Londres años antes, esta vez en Kampal, en el Instituto Africano de Investigación Social de la región. Allí tuvo una larga carrera para luego volver a su natal Estados Unidos, donde trabajó por años en el Instituto John Hopkins.

Después de toda una vida dedicada a la investigación, muere a los 86 años en Charlottesville, Virginia, Estados Unidos, en el año 1999. Ella dejó uno de los más importantes legados en cuanto a psicología del desarrollo se refiere. 

Estudios

Los estudios de John Bowlby en relación con la teoría del apego, en la que plantea un comportamiento (innato) en los niños, de carácter exploratorio, fueron la base fundamental para el trabajo de Mary Ainsworth.

Tipos de apego

Las investigaciones de Bowlby plantean que ante cualquier situación amenazante, el niño acude inmediatamente a su cuidador en busca de seguridad, pero Mary Ainsworth fue más allá al añadir una tercera persona a la ecuación.

Los resultados obtenidos le permitieron identificar 3 diferentes tipos de apego:

Apego seguro

Se genera cuando el vínculo entre el cuidador y el niño le generan la sensación de estar protegido y sentirse querido, aun cuando se ausente, pues confía en que regresará. 

Apego inseguro-evitativo

En este caso, los niños responden ante la separación de su cuidador con grandes niveles de angustia, lo que puede explicarse por una disponibilidad limitada por parte de la figura materna o de quien se encargue de su cuidado. 

Apego inseguro-ambivalente

Cuando no existe constancia por parte del cuidador y las necesidades del niño se ven desatendidas se presenta este tipo de apego, donde la desconfianza se vuelve parte del niño e incluso deja de buscar ayuda eventualmente. 

La situación extraña 

Mary Ainsworth quiso estudiar más detalladamente los tipos de apego y para esto creó un experimento llamado ‘La situación extraña’. Dicho experimento consiste en estudiar las reacciones de los niños (de alrededor de 1 año), ante la ausencia de la madre y presencia de un extraño. 

Para esto se simulan 3 situaciones diferentes:

  1. La madre o cuidador se relacionan con el niño junto con juguetes. 
  2. El cuidador sale y entra un extraño.
  3. Se separa brevemente del cuidador y el extraño ingresa brevemente. 

Al volver el cuidador, se evaluó la reacción de los niños, evidenciándose que en casos de apego seguro el llanto se hacía presente al notar la ausencia del cuidador pero apenas volvía, buscaba consuelo en este. 

Mary Ainsworth, describió que los niños con apego evitativo al principio lloraban cuando el cuidador salía, pero en ocasiones no lo hacían y al volver, muchas veces se mostraban distantes.

Por último, los niños que mostraban un tipo de apego ambivalente no dejaban de llorar, aun cuando la madre o cuidador volvían a entrar en la habitación, mostrando miedo de que se fueran nuevamente. 

“Mi consejo a las madres es que no pierdan ninguna oportunidad de mostrar afecto a sus bebés. No duden en alzar a un bebé que desea estar en brazos. No sientan que tienen que limitarlo, porque es bueno para él que estén tan pendientes, especialmente durante el primer año”, dice Mary Ainsworth.

Aportaciones

Los aportes de Mary Ainsworth van mucho más allá de lo netamente investigativo, pues fue la portavoz de la importancia de desarrollar una relación sana con la figura materna o cuidador para la salud mental emocional de niño. También alertó sobre el impacto que esto tendría durante su vida adulta. 

Fue una pieza clave en cuanto a la sensibilización de los empleos a través de las conciliaciones que les permitieron a las mujeres, incluso hoy en día, poder desarrollarse profesionalmente sin tener que escoger entre su carrera o la maternidad. 

También fue una visionaria, que vio más allá de los aspectos evidentes del estudio de la psicología, dando cabida a la mujer y a su desarrollo personal (laboral y académico) dentro de la maternidad.  

“Solo hay dos legados duraderos que podemos dejar para nuestros hijos. Uno de estos son raíces, el otro, alas.” Hodding Carter

Referencias:

  • Ainsworth, M. D. S. y Bell, S. M. (1970). Apego, exploración y separación: ilustrado por el comportamiento de niños de un año en una situación extraña. Desarrollo infantil, 41, 49-67.
  • Ainsworth, M. D. S., Blehar, M. C., Waters, E. y Wall, S. (1978). Patrones de apego: un estudio psicológico de la situación extraña. Hillsdale, Nueva Jersey: Erlbaum.
  • Bowlby, J. (1980). Pérdida: Tristeza y depresión. Apego y pérdida (vol. 3); (Biblioteca psicoanalítica internacional no 109). Londres: Hogarth Press.
  • Garrido-Rojas, L. (2006). Apego, emoción y regulación emocional. Implicaciones para la salud. Revista Latinoamericana de Psicología, vol. 38, núm. 3, 2006, pp. 493-507. Fundación Universitaria Konrad Lorenz. Bogotá, Colombia.
  • Papalia, D.E., Olds, S.W., Feldman, R.D. (2005). Psicología del desarrollo de la infancia a la adolescencia. McGraw-Hill. Madrid.
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  • Recursos para Profesionales de la Psicología

«Lasagna y autismo», con Mauro Colombo – Watson, episodio 3

  • David Aparicio
  • 09/12/2021

En este episodio conversamos con Mauro Colombo, especialista en análisis conductual aplicado, sobre su carrera profesional, su camino en el tratamiento del personas con autismo y su pasión por la lasagna.

Puedes ver la lista completa de episodios aquí.

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  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Investigar cómo se utilizan los celulares resulta más útil que centrarse en cuánto tiempo pasa una persona frente a la pantalla

  • Maria Fernanda Alonso
  • 09/12/2021

Los efectos del uso de dispositivos tecnológicos en los jóvenes es un tema ampliamente estudiado y debatido. Sin embargo, es posible que las investigaciones se hayan enfocado en aspectos no tan relevantes, como el simple hecho de usar un teléfono inteligente o la mera cantidad de tiempo de uso. Una investigación reciente sugiere que resulta de mayor utilidad explorar los matices del uso de teléfonos inteligentes, es decir cómo usan sus teléfonos los jóvenes, en lugar de enfocarse en el hecho de que usan celulares (Griffioen et al., 2021).

Por qué es importante

La imagen es compleja, dinámica y variable en lo que respecta al uso del teléfono y su impacto. Examinar más detenidamente las diferencias individuales, en lugar de simplemente condenar por completo el uso del teléfono, podría proporcionar información e intervenciones más útiles para los tipos de uso que sí causan daño.

Qué metodología usaron

El objetivo original del estudio era analizar cómo la regulación del estrés afectaba el uso de las redes sociales. Primero, 114 participantes de entre 18 y 25 años completaron las medidas de depresión, ansiedad, regulación emocional, autocompasión y sensibilidad al rechazo. Luego fueron divididos en dos condiciones: una condición de estrés, en la que tenían que hacer una presentación grabada durante cinco minutos, y una condición de control, en la que simplemente vieron y calificaron dos presentaciones. 

Posteriormente se les pidió que esperaran en la sala de experimentos durante diez minutos y se les dijo que no se movieran de sus asientos; mientras tanto, y sin que los participantes lo supieran, una cámara registró su actividad, observando de cerca el uso del teléfono. Tras el regreso del investigador, a los participantes se les mostró el video y se les pidió que compartieran sus motivaciones, pensamientos y sentimientos cada vez que iniciaban una nueva actividad en sus teléfonos.

Qué encontraron

Por problemas metodológicos, la manipulación del estrés no pareció funcionar. Sin embargo, los investigadores encontraron resultados interesantes respecto del uso de teléfonos inteligentes en general: 

  • el uso del teléfono fue generalizado: el 96,5% de los participantes usó su teléfono en algún momento durante los diez minutos, 
  • el 80% de los cuales comenzó a usar su teléfono tan pronto como el experimentador salió de la habitación; 
  • poco más del 48% usó su teléfono inteligente durante los diez minutos completos. 

Sin embargo, la forma en que los participantes usaron sus teléfonos fue más variada. Algunos usaban principalmente las redes sociales, mientras que otros realizaban compras en línea, leían artículos o jugaban juegos; De manera similar, algunos participantes cambiaron entre aplicaciones solo una vez, mientras que otros cambiaron hasta veintiuna veces.

Solo una cuarta parte de los participantes dijeron que se sentían mal durante una actividad que habían realizado en sus teléfonos, y estos sentimientos negativos normalmente no estaban relacionados con las interacciones sociales: por ejemplo, algunos participantes informaron sentirse aburridos en general, mientras que uno informó sentirse mal después de encontrar que su club de fútbol había perdido. Si bien algunos informaron sentirse mal por lo que alguien más les había publicado o enviado, estas experiencias fueron minoritarias. Casi el 94% de los participantes también informaron tener sentimientos positivos mientras usaban su teléfono: reírse de una publicación divertida, sentir curiosidad por algo o simplemente disfrutar mirando sus feeds. Las aplicaciones de mensajería se asociaron con el nivel más alto de sentimiento positivo.

El equipo también analizó el uso activo frente al pasivo de los teléfonos. Si bien algunos participantes tomaron la decisión consciente de no usar su teléfono inteligente, el uso pasivo del teléfono se asoció más estrechamente con las redes sociales, con las que los participantes se involucraron en gran medida por hábito o aburrimiento. Sin embargo, no hubo mucha evidencia de que los sentimientos de los participantes fueran diferentes durante el uso pasivo frente al activo.

Con actividades telefónicas tan dispares establecidas, el equipo se centró en los síntomas de salud mental medidos al comienzo del estudio. Los adultos con altos niveles de síntomas de depresión informaron menos sentimientos positivos asociados con el uso de las redes sociales y, en particular, con el uso pasivo de las redes sociales, pero al mismo tiempo también eran más propensos a usar Facebook. Este también fue el caso de aquellos con niveles más altos de ansiedad. Los participantes con niveles más altos de sensibilidad al rechazo tenían menos probabilidades de pasar tiempo enviando mensajes y menos probabilidades de experimentar sentimientos positivos mientras enviaban mensajes, usaban las redes sociales y navegaban. Por otro lado, aquellos con niveles más altos de autocompasión tenían más probabilidades de experimentar sentimientos positivos, más probabilidades de usar una variedad de plataformas de redes sociales y mostraron una mayor participación en actividades no basadas en teléfonos inteligentes.

Entonces, si bien el uso del teléfono fue bastante ubicuo, está claro que los participantes diferían en términos de las actividades que eligieron hacer, cómo se sentían al realizarlas y las diferencias individuales que afectaron a ambos. El equipo argumenta que el hecho de que los jóvenes usen sus teléfonos de muchas formas diferentes y por muchas razones diferentes esencialmente hace que las preguntas generales sobre el «tiempo frente a la pantalla» sean inútiles. Debido a que el estudio tuvo un tiempo limitado y se llevó a cabo en un laboratorio, las investigaciones futuras también podrían analizar cómo se usan los teléfonos inteligentes en la vida diaria.

Referencia bibliográfica: Griffioen, N., Scholten, H., Lichtwarck-Aschoff, A., van Rooij, M., & Granic, I. (2021). Everyone does it—differently: A window into emerging adults’ smartphone use. En Humanities and Social Sciences Communications (Vol. 8, Número 1). https://doi.org/10.1057/s41599-021-00863-1

Fuente: Research Digest

  • Salud Mental y Tratamientos

Extinción, explosiones y soluciones

  • Fabián Maero
  • 09/12/2021

Si han transitado alguna introducción a los conceptos centrales del análisis de la conducta probablemente más tarde o más temprano se hayan topado con el término “extinción” (como en “extinguir una conducta”). No es el concepto más popular de la disciplina, pero suele formar parte de los planes de estudios (digamos, si fuera fútbol, no jugaría en el mundial sino en los campeonatos nacionales). Hoy querría explorar el concepto, especialmente algunos de sus efectos asociados, porque creo que puede ser de interés para el trabajo clínico.

Consecuencias y conductas

Empecemos con una definición. En términos técnicos, extinción es la discontinuación del reforzamiento para una conducta (Catania, 2013, p. 68). Ahora bien, dado que esto involucra al concepto de reforzamiento, puede ser útil hacer una breve revisión del mismo, para mejor comprender algunas de las particularidades que ofrece la extinción.

El término “reforzamiento”, como otros términos conductuales, suele utilizarse en el vocabulario técnico en uno de dos sentidos: como procedimiento u operación (es decir, como una intervención sobre la conducta) o como proceso o resultado (es decir, el efecto observado sobre la conducta). Esta superposición entre los dos usos es bastante frecuente en el análisis conductual, lo cual lleva a no pocas confusiones. Dicho mal y pronto (como es costumbre aquí) digamos entonces que si nos referimos a una operación de reforzamiento, nos referimos al procedimiento de presentar ciertas consecuencias cuando ocurre una respuesta. Si, en cambio, hablamos de reforzamiento como proceso, estamos describiendo que, como resultado de esa operación, se puede observar un incremento en las respuestas en cuestión.

Por ejemplo: alguien postea un meme en las redes sociales (conducta), recibe varios cientos de likes (consecuencia), lo cual aumenta la frecuencia con la cual la persona postea memes (el ejemplo no es óptimo, pero quizá resulte más fácil de comprender que un ejemplo experimental). Si nos detenemos un poco en la definición, podemos observar que el reforzamiento tiene dos aspectos distinguibles: a) la presentación de una consecuencia, y b) el establecimiento de una relación entre esa consecuencia y cierta clase de conductas. Es decir, al reforzar una conducta no sólo se presenta un estímulo (por ejemplo, el like), sino que además se establece una relación entre ese estímulo y la conducta que lo produce (por ejemplo, postear un meme).

El reforzamiento es posible porque la mayoría de los organismos, en condiciones normales, son sensibles no sólo a lo que está presente en su ambiente al momento de actuar, sino también a las consecuencias de sus respuestas, las transiciones o cambios en el mundo que son introducidos por sus respuestas, y pueden ajustar sus respuestas de manera que produzcan esos cambios.

Lo reforzado siempre son conductas, no organismos

No me voy a extender demasiado sobre reforzamiento porque probablemente me quedaría sin audiencia, pero permítanme un par de precisiones para prevenir confusiones frecuentes sobre el término. En primer lugar, para funcionar como reforzadores las consecuencias no necesitan ser agradables, por eso evitamos el término “recompensas”, que a veces se utiliza erróneamente. Un reforzador ni siquiera necesita ser un estímulo discreto, sino que puede ser un mero cambio o transición en una situación.

En segundo lugar, lo reforzado siempre son conductas, no organismos. He perdido la cuenta de las veces que escuché la expresión “x me resulta reforzante”, lo cual no tiene pies ni cabeza (¿en qué consistiría reforzar a una persona? ¿incrementar la probabilidad de la persona?). Lo que es reforzado es una conducta (o una clase de conductas), al establecer un vínculo entre su emisión y alguna consecuencia. Además, usar “reforzante” como sinónimo de “agradable” hace necesaria la aclaración del punto anterior: un reforzador no es algo necesariamente agradable o satisfactorio.

Extinción

Hechas estas aclaraciones intermedias, volvamos al tema que nos ocupa. Extinción, dijimos, es lo que sucede cuando se discontinúa el reforzamiento para una conducta y, cuando esto lleva a la reducción de la frecuencia de esa conducta hasta el nivel que tenía antes de haber sido reforzada, se dice que la conducta en cuestión ha sido extinguida.

Si me permiten un ejemplo personal de extinción: en los últimos tiempos, por la crisis económica en Buenos Aires se ha reducido el número de taxis circulantes, lo cual hace que al pedir uno (sea por llamada o por aplicación), los tiempos de espera sean largos y a menudo infructuosos. Como resultado de este cambio de condiciones es menos probable que pida un taxi y más probable que use algún otro medio de transporte. Mi conducta de pedir un taxi está extinguiéndose, porque la consecuencia (la aparición del taxi), sucede con menos frecuencia o no sucede en absoluto.

La extinción no es un procedimiento de laboratorio ni una técnica, sino que se trata de algo que sucede naturalmente con los cambios en el ambiente. Si no sucediera, cada vez que una conducta fuese reforzada se seguiría emitiendo indefinidamente, como los capítulos de Los Simpson. También en el trabajo clínico la extinción sucede de manera natural todo el tiempo. Por ejemplo, cada vez que una terapeuta ignora la mención de ciertos temas por parte de la paciente para centrarse en otros, está extinguiendo la conducta de hablar de esos temas al tiempo que refuerza otras conversaciones (por ejemplo, cuando pasa por alto menciones al clima para centrarse en conversaciones en torno al motivo de consulta).

Si bien se trata de un fenómeno que sucede espontáneamente, una vez que entendemos los principios y funcionamiento de la extinción, podemos usarla deliberadamente como herramienta para comprender e impactar sobre una amplia gama de conductas. El uso más popularizado de extinción probablemente sea con conductas problemáticas en niños (berrinches y otros métodos anticonceptivos): cuando el niño lleve a cabo una conducta indeseada que está reforzada por atención social se indica ignorar esas conductas, para no reforzarlas con más atención. Esto tiene sus bemoles, como veremos más adelante. También la extinción puede utilizarse deliberadamente en entornos clínicos, por ejemplo en los procedimientos de manejo de contingencias como se utiliza en terapia dialéctico conductual (Linehan, 1993, p. 292 y ss.) o psicoterapia analítico funcional. En esos entornos la principal consecuencia que suele estar en efecto es la atención y calidez de la terapeuta, aunque también puede trabajarse con otros reforzadores a los se tenga acceso.

La extinción no es un procedimiento de laboratorio ni una técnica, sino que se trata de algo que sucede naturalmente con los cambios en el ambiente

En todos esos casos la idea es similar: se trata de identificar las consecuencias que refuerzan a una conducta determinada, y discontinuarlas para reducir su frecuencia.

Quizá aquí nos sirva hacer algunas precisiones conceptuales, que serán similares a las que hicimos con reforzamiento. En primer lugar, la extinción no implica la remoción de cualquier consecuencia, sino de aquella consecuencia que reforzaba la conducta en cuestión. Por ejemplo, si nos están asaltando, retirar nuestra atención del asaltante probablemente no extinga su conducta de asaltarnos, porque probablemente nos esté asaltando para llevarse nuestro dinero, no nuestra atención (de esto último se encargan las redes sociales). En segundo lugar, al igual que el reforzamiento, la extinción también es algo que hacemos con las conductas, no con las personas (ni siquiera con aquellas que dicen que algo les resulta reforzante).

Finalmente (incluyo este punto porque la distinción a veces puede resultar algo confusa), la extinción no es castigo negativo, aunque ambas puedan usarse con fines similares. El castigo negativo intenta reducir la frecuencia de una conducta por medio de remover temporalmente algún estímulo apetitivo luego de la conducta en cuestión, pero no necesariamente el estímulo que estaba actuando como reforzador.

Por ejemplo, apagar y bloquear el acceso a la TV a una niña cuando emite conductas agresivas probablemente sea un caso de intento de castigo negativo, pero no un caso de extinción, por los siguientes motivos: en primer lugar, la remoción de la TV es temporal, mientras que en la extinción se intenta remover definitivamente la contingencia; y en segundo lugar, probablemente las conductas agresivas no estén siendo reforzadas por ver TV, por lo cual aun cuando se estaría removiendo un estímulo, no se estaría removiendo el estímulo del cual depende la conducta, que sería precisamente lo que haríamos al aplicar extinción.

Efectos y características

Los procedimientos de extinción conllevan efectos que son bastante conocidos –cosa curiosa tratándose de un concepto que no es de los más populares–y que puede resultar interesante examinar más detenidamente.

Explosión de extinción

Como mencionamos, el efecto principal que se puede observar al discontinuar el reforzamiento es la reducción de la respuesta en cuestión, pero esto no sucede de manera uniforme. Cuando empieza la extinción suele darse inicialmente una explosión de extinción , esto es, un aumento temporal en la frecuencia, intensidad, u otras variables de la conducta que se está intentando extinguir (Katz & Lattal, 2021).

Consideremos como ejemplo lo que sucede cuando no obtenemos respuesta al tocar el timbre de un lugar que regularmente visitamos (es decir, cuando se discontinúa la consecuencia habitual para la conducta de tocar el timbre). En esa situación probablemente nuestra primera respuesta no sea irnos inmediatamente, sino que probablemente pulsaremos el timbre varias veces, con pulsaciones cada vez más largas y repetidas, antes de darnos por vencidos. La conducta no cesa inmediatamente, sino que primero se incrementa en frecuencia e intensidad.

Este efecto es particularmente relevante al utilizar intervenciones de extinción porque nos anticipa que la conducta que se intenta extinguir va a empeorar antes de empezar a mejorar, por lo cual es un factor que nos puede ayudar a decidir si usar o no extinción en un caso dado. Si se trata de conductas particularmente dañinas (agresiones o autolesiones, por ejemplo), con las cuales no podemos darnos el lujo de un incremento, quizá este efecto secundario nos lleve a considerar otro tipo de intervenciones.  De todos modos, a pesar de lo que se cree, la explosión no sucede siempre que se utiliza extinción, sino entre un tercio y un cuarto de los casos, (véase Lerman & Iwata, 1995).

Cuando empieza la extinción suele darse inicialmente una explosión de extinción , esto es, un aumento temporal en la frecuencia, intensidad, u otras variables de la conducta que se está intentando extinguir

Clínicamente, esto se traduce en que si queremos extinguir una conducta, necesitamos paciencia para tolerar el incremento en frecuencia, ya que de lo contrario podemos terminar reforzando la conducta en el peor momento. Supongamos que estamos intentando extinguir los berrinches en un niño, por lo cual discontinuamos la atención, lo cual tiene como efecto inmediato un incremento en la intensidad del berrinche (ie. la bendición grita como si la estuvieran despellejando). Si, abrumados, volvemos a prestar atención en ese punto estaríamos reforzando esa intensidad aumentada, lo cual puede empeorar la situación.

Resurgencia

Otro efecto frecuentemente asociado a extinción es la reaparición de respuestas antiguas, lo que se llama resurgencia (Epstein, 1983; Epstein & Skinner, 1980). Esto es, supongamos que durante su historia en un cierto contexto una persona vio reforzada la respuesta A, que luego fue extinguida y reemplazada por la respuesta B. La resurgencia implica que, si a su vez la respuesta B se pone en extinción, es más probable que vuelva a surgir la respuesta A en ese contexto. Dicho de manera coloquial: cuando las conductas más recientes resultan inefectivas, las personas utilizan conductas que en algún momento lo fueron.

Es fácil notar el interés clínico de la resurgencia si reemplazamos “respuesta A” por cualquier conducta problemática que haya sido reemplazada por otra. Por ejemplo, una persona que aprende a hacer pedidos con asertividad puede, si sus pedidos resultan reiteradamente inefectivos, emitir las conductas agresivas que previamente habían sido reforzadas en esos contextos (para una revisión más completa véase Doughty & Oken, 2008). A este fenómeno también se lo suele llamar regresión, por la obvia analogía con las formulaciones psicodinámicas. La distinción crucial es que mientras la regresión postula la emisión de conductas correspondientes a un estadio más primitivo, la resurgencia señala que durante la extinción será más probable la emisión de cualquier conducta previamente reforzada, sin que necesariamente sean conductas más primitivas.

Contraste conductual y variabilidad

Otro efecto interesante de la extinción es el denominado contraste conductual, que, dicho de manera sencilla, involucra el aumento de la conducta que se está intentando extinguir en contextos en los cuales sigue siendo reforzada (Bloomfield, 1967; Lerman & Iwata, 1996). Por ejemplo, una conducta que se pone bajo extinción en terapia puede de hecho empeorar fuera de terapia, en contextos en los cuales sigue siendo reforzada. Esto sugiere que es una buena idea, al extinguir una conducta, abarcar la mayor cantidad posible de contextos. También el contraste conductual puede hacer que otras respuestas reforzadas en ese mismo contexto se incrementen, aunque esto es de más difícil ocurrencia.

En conjunto, estas características hacen que la extinción pueda resultar en un incremento temporal en la variabilidad de la conducta que está siendo extinguida y la aparición de otras conductas con funciones similares (Stokes, 1995). Por ejemplo, si estoy tocando el timbre en la casa de una amiga y no responde, quizá busque mi teléfono para mandarle un mensaje o llamarla, quizá le pregunte a algún vecino o intente vislumbrar si hay alguien en la casa. Este fenómeno es clínicamente interesante porque esta variabilidad inducida por la extinción puede utilizarse para seleccionar y reforzar conductas alternativas que tienen funciones similares a la que se está intentando extinguir (véase por ejemplo Grow et al., 2008).

Respuestas emocionales

Otro efecto secundario de la extinción que merece un párrafo aparte es el aumento temporal de otras conductas, que podríamos llamar de manera general “emocionales”, durante los primeros momentos de implementada la extinción(Lerman & Iwata, 1996).

Por ejemplo, la extinción puede dar lugar a un aumento de conductas agresivas (el fenómeno se llama “agresión inducida por extinción”). Una rata puesta en un programa de extinción, por ejemplo, puede morder partes de su ambiente o a otras ratas.

También la extinción puede inicialmente llevar a conductas agitadas no agresivas: aumento de la actividad en general y despliegues emocionales como llanto y quejas. En el lenguaje cotidiano, de manera menos precisa, solemos llamar “frustración” a conductas con estas características que se emiten bajo extinción.

Extinción y soluciones

Estos efectos asociados son meramente descriptivos, y equivalen meramente a afirmar que la extinción suele tener estos efectos, que no son deseables ni indeseables en sí mismos, sino en relación con el objetivo conductual. El incremento de la variabilidad de respuesta puede utilizarse, por ejemplo, para buscar conductas alternativas, mientras que la resurgencia puede aprovecharse para reforzar conductas previas que resultaran deseables.

Pero, de todos modos, es necesario tener en cuenta que al utilizar extinción es probable que:

  1. Aumente temporalmente la frecuencia e intensidad de la conducta a extinguir en el contexto de extinción (explosión).
  2. Reaparezcan respuestas previamente aprendidas en ese mismo contexto (resurgencia/regresión).
  3. Aumente la frecuencia de la conducta blanco en otros contextos en los que no está siendo extinguida (contraste).
  4. Aparezcan respuestas agresivas y emocionales.

Por estos efectos, rara vez se utiliza extinción “pura” como intervención, sino que se la suele acoplar a otros procedimientos. Hay dos variaciones de la extinción que son particularmente interesantes.

La primera variación es la utilización de reforzamiento no contingente, pero esto requiere una explicación previa. Mencionamos anteriormente que el reforzamiento tiene dos aspectos, a) la presentación de una consecuencia, y b) el establecimiento de una relación entre esa consecuencia y cierta clase de conductas. De manera similar, la extinción también involucra esos dos aspectos; al aplicar extinción sucede que a) los reforzadores ya no se presentan y b) se termina la contingencia entre esa respuesta y esos reforzadores.

La extinción puede inicialmente llevar a conductas agitadas no agresivas: aumento de la actividad en general y despliegues emocionales como llanto y quejas

Lo interesante de la cuestión es que las respuestas emocionales y agresivas surgen como resultado de la ausencia de los reforzadores, no como resultado del fin de la contingencia entre respuestas y reforzadores. Lo que sostiene a las respuestas no son sólo los reforzadores, sino la contingencia entre respuestas y reforzadores, por lo cual técnicamente podemos remover la contingencia sin remover los reforzadores. En términos prácticos esto quiere decir que podemos extinguir una conducta mientras seguimos suministrando el reforzador de manera libre o no contingente, es decir, no asociado a la conducta en cuestión. De esta manera, como el reforzador sigue disponible no se generan las respuestas emocionales, pero como no se establece una contingencia la conducta se extinguirá lentamente.

Un ejemplo puede ayudar a ilustrar esto. Supongamos que queremos reducir las conductas autolesivas reforzadas por atención social en un niño. Usar sólo extinción en ese caso sería desaconsejable, no sólo porque ignorar conductas autolesivas puede tener graves consecuencias físicas, sino también porque la extinción puede disparar una explosión y respuestas emocionales, que pueden a su vez generar más conductas autolesivas. Si en cambio generamos un estado de cosas en el cual se proporcione atención de manera no contingente a las conductas autolesivas, podemos evitar la explosión y las respuestas emocionales asociadas a la extinción, al tiempo que lentamente las autolesiones se extinguen, eliminada la contingencia entre las mismas y la atención.

Podemos observar un correlato clínico de este abordaje en las indicaciones de proporcionar calidez y aceptación de manera incondicional, como preconizaba Rogers. Al lidiar con conductas problemáticas reforzadas por consecuencias de ese tipo, si hacemos que esos reforzadores estén libremente disponibles las conductas problemáticas reforzadas por ellos tenderán a extinguirse, dando la oportunidad de que aparezcan otras conductas, otras conversaciones.

Otro abordaje que puede servir para reemplazar o complementar la extinción es el reforzamiento diferencial de otras conductas. Esto es, en lugar de simplemente retirar el reforzador, utilizarlo de manera contingente a otras conductas, preferiblemente aquellas incompatibles con la conducta a extinguir. Por ejemplo, en lugar de sólo retirar la atención y calidez de las conductas agresivas, podemos proporcionar atención y calidez de manera contingente a la emisión de conductas asertivas y prosociales.

Cada camino tiene sus pros y contras. La extinción actúa más rápidamente que el reforzamiento no contingente y el reforzamiento diferencial de otras conductas, pero tiene efectos asociados que pueden ser problemáticos. Además, las opciones alternativas a exposición requieren mayor planificación y son más difíciles de llevar a cabo.

Cerrando

He querido explorar algunas de las características y efectos de los procedimientos de extinción porque es algo que está en juego en nuestras actividades. Sólo he tocado algunos puntos centrales, y como habrán podido notar, hay bastante tela para cortar incluso aquí.

No hay caminos simples y sencillos, porque la conducta no es algo simple y sencillo, sino un fenómeno con múltiples determinaciones y ramificaciones. Lo mejor que podemos hacer es familiarizarnos con sus particularidades. Los cambios en el contexto tienen efectos múltiples y complejos, como pudimos ver al revisar los efectos de la extinción, y además la historia de aprendizaje altera la forma que toman esos efectos (como vimos con los fenómenos de resurgencia y contraste, por ejemplo).

Referencias

  • Bloomfield, T. M. (1967). Some temporal properties of behavioral contrast. Journal of the Experimental Analysis of Behavior, 10(2), 159–164. https://doi.org/10.1901/jeab.1967.10-159
  • Catania, A. C. (2013). Learning (5th ed.). Sloan Publishing.
  • Doughty, A. H., & Oken, G. (2008). Extinction-induced response resurgence: A selective review. The Behavior Analyst Today, 9(1), 27–33. https://doi.org/10.1037/h0100644
  • Epstein, R. (1983). Resurgence of previously reinforced behavior during extinction. Behaviour Analysis Letters, 3(6), 391–397.
  • Epstein, R., & Skinner, B. F. (1980). Resurgence of responding after the cessation of response-independent reinforcement* (extinction/operant conditioning/classical conditioning/autoshaping). Proceedings of the National Academy of Sciences, 77(10), 6251–6253.
  • Grow, L. L., Kelley, M. E., Roane, H. S., & Shillingsburg, M. A. (2008). Utility of Extinction-Induced Response Variability for the Selection of Mands. Journal of Applied Behavior Analysis, 41(1), 15–24. https://doi.org/10.1901/jaba.2008.41-15
  • Katz, B. R., & Lattal, K. A. (2021). What is an extinction burst?: A case study in the analysis of transitional behavior. Journal of the Experimental Analysis of Behavior, 115(1), 129–140. https://doi.org/10.1002/jeab.642
  • Lerman, D. C., & Iwata, B. A. (1995). Prevalence of the Extinction Burst and Its Attenuation During Treatment. Journal of Applied Behavior Analysis, 28(1), 93–94. https://doi.org/10.1901/jaba.1995.28-93
  • Lerman, D. C., & Iwata, B. A. (1996). Developing a Technology for the Use of Operant Extinction in Clinical Settings: an Examination of Basic and Applied Research. Journal of Applied Behavior Analysis, 29(3), 345–382. https://doi.org/10.1901/jaba.1996.29-345
  • Linehan, M. M. (1993). Cognitive-behavioral treatment of borderline personality disorder. The Guilford Press.
  • Stokes, P. D. (1995). Learned variability. Animal Learning & Behavior, 23(2), 164–176. https://doi.org/10.3758/BF03199931
  • Ciencia y Evidencia en Psicología

La TCC online es eficaz para tratar los síntomas de TOC en niños y jóvenes

  • Maria Fernanda Alonso
  • 08/12/2021

El trastorno obsesivo compulsivo (TOC) es una condición potencialmente grave que normalmente se presenta en la niñez. Sus síntomas incluyen pensamientos intrusivos que desencadenan ansiedad (obsesiones) y comportamientos repetitivos asociados (compulsiones), que son angustiantes y consumen mucho tiempo. Este trastorno ha sido asociado con un rendimiento académico deficiente y un peor estado de salud general en el futuro. De este modo, se resalta la importancia de contar con tratamientos y herramientas que garanticen la accesibilidad de la atención de salud mental en tiempo oportuno, ya que el diagnóstico y el tratamiento tempranos son esenciales para minimizar las consecuencias médicas y socioeconómicas a largo plazo, incluido el riesgo de suicidio. 

Un estudio reciente encontró que recibir terapia cognitivo conductual (TCC) a través de internet (incluso aquella de baja intensidad) puede ser tan eficaz como la TCC convencional (es decir, cara a cara con un terapeuta), a lo que se le suma reducción significativa de tiempo y costos (Aspvall et al., 2021). Investigaciones anteriores han demostrado que, si bien la TCC ayuda a la mayoría de los jóvenes que la reciben, pueden pasar varios años entre la aparición de los síntomas y la recepción del tratamiento, muchas veces debido a la imposibilidad de acceder a un tratamiento que requiere de profesionales especializados.

Qué metodología usaron

El equipo de Aspvall realizó este estudio en colaboración con los Servicios de Salud Mental para Niños y Adolescentes en las regiones de Estocolmo y Vastra Gotaland. Contaron con 152 participantes de entre ocho y 17 años, los cuales fueron asignados al azar a uno de dos grupos. Un grupo primero recibió TCC online guiada por un terapeuta y el otro (grupo control) recibió TCC estándar a través de sesiones semanales en persona con un terapeuta.

Cada grupo recibió tratamiento durante un período de 16 semanas, con el apoyo de sus terapeutas y padres. Luego, los investigadores hicieron un seguimiento de los participantes tres meses después del tratamiento para evaluar el efecto terapéutico sobre los síntomas del TOC, la función diaria y los síntomas depresivos. Después del seguimiento de 3 meses, los participantes de ambos grupos que se consideró que necesitaban apoyo adicional recibieron hasta 12 sesiones adicionales de TCC convencional hasta el seguimiento de 6 meses.

Qué encontraron

Los resultados mostraron que la TCC online escalonada redujo los síntomas del TOC de los participantes tanto como la TCC convencional. Aproximadamente el 70% de los participantes en ambos grupos respondieron al tratamiento en el seguimiento de 6 meses.

La ventaja del enfoque de atención escalonada es que nos facilita llegar a más niños y adolescentes con TOC que necesitan ayuda, explicó Aspvall.

Fundamentalmente, el grupo de atención escalonada requirió menos recursos: los terapeutas pasaron un promedio de 9 horas por participante en el grupo de tratamiento escalonado y 14 horas por participante en el grupo de control.

Este estudio demuestra el potencial de la tecnología cuando se trata de aumentar el acceso a la terapia basada en evidencia para los jóvenes con TOC, resaltaron. Al ofrecer una intervención digital de baja intensidad como primer paso del tratamiento, las clínicas pueden ahorrar recursos valiosos y dedicar su tiempo limitado a tratar a más pacientes o centrarse en casos más complejos.

La utilización de esta clase de herramientas adquiere aún más importancia en contextos como el actual, donde la situación de pandemia por COVID-19 nos demanda la adopción de medidas preventivas, distanciamiento o aislamiento.

Referencia: Aspvall, K., Andersson, E., Melin, K., Norlin, L., Eriksson, V., Vigerland, S., Jolstedt, M., Silverberg-Mörse, M., Wallin, L., Sampaio, F., Feldman, I., Bottai, M., Lenhard, F., Mataix-Cols, D., & Serlachius, E. (2021). Effect of an Internet-Delivered Stepped-Care Program vs In-Person Cognitive Behavioral Therapy on Obsessive-Compulsive Disorder Symptoms in Children and Adolescents: A Randomized Clinical Trial. JAMA: The Journal of the American Medical Association, 325(18), 1863-1873. https://doi.org/10.1001/jama.2021.3839

Fuente: Eurekalert

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