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Publicaciones por mes

julio 2021

53 Publicaciones
  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Cambios en la conectividad cerebral podrían relacionarse con el deterioro cognitivo autoinformado

  • 12/07/2021
  • Maria Fernanda Alonso

El deterioro cognitivo es una de las principales características de la demencia. La detección temprana puede ser clave para disminuir su progreso y procurar revertir sus efectos. Tras un seguimiento de adultos mayores que se quejaban por percibir que su capacidad cognitiva estaba empeorando, aunque las evaluaciones clínicas no mostraban ningún deterioro, investigadores encontraron que esto puede relacionarse con cambios significativos en la conectividad funcional en dos áreas del cerebro (Viviano & Damoiseaux, 2021).

¿Por qué es importante?

El deterioro cognitivo subjetivo, definido como un empeoramiento percibido de la capacidad cognitiva que no se observa en la evaluación clínica, puede ser un indicador temprano de demencia. Las alteraciones cerebrales que subyacen a la experiencia del declive podrían reflejar la progresión de la demencia incipiente y pueden surgir antes de que la evaluación cognitiva sea lo suficientemente sensible como para detectar un déficit. La investigación transversal previa ha demostrado una conectividad funcional cerebral aberrante en el deterioro cognitivo subjetivo, pero la evaluación longitudinal ha sido limitada.



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Estudio

Sesenta y nueve mujeres, principalmente afroamericanas, de 50 a 85 años de edad, participaron de un seguimiento de tres años, en el que los investigadores utilizaron imágenes por resonancia magnética (IRM) en intervalos de 18 meses para estudiar la manifestación de cambios cognitivos. Todos los participantes autoinformaban un empeoramiento de su capacidad cognitiva, aunque las evaluaciones clínicas no mostraron deterioros.

El equipo de investigación realizó tres exploraciones de IRM en intervalos de 18 meses, las cuales mostraron cambios significativos en la conectividad funcional en dos áreas del cerebro. 

Resultados

Las personas que informaron más deterioro cognitivo subjetivo mostraron una mayor disminución en la conectividad entre los componentes de la red de modo predeterminado y un mayor aumento en la conectividad entre la prominencia y los componentes de la red de modo predeterminado. La conectividad funcional cambió en ausencia de un cambio en el rendimiento cognitivo.

Dado que estos cambios cerebrales ocurrieron sin cambios cognitivos concomitantes, podrían indicar que los cambios cerebrales subyacen a la percepción del deterioro. Estos cambios podrían ser un marcador sensible de la demencia naciente meses o años antes de que las evaluaciones detecten algún déficit cognitivo.

Referencia bibliográfica: Viviano, R. P., & Damoiseaux, J. S. (2021). Longitudinal change in hippocampal and dorsal anterior insulae functional connectivity in subjective cognitive decline. Alzheimer’s Research & Therapy, 13(1), 108. https://doi.org/10.1186/s13195-021-00847-y

Fuente: Science Daily

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Relaciones románticas de pobre calidad y monitoreo de parejas alternativas

  • 12/07/2021
  • Alejandra Alonso

Se exploró la trayectoria de parejas no casadas durante 4 años y se observó que las personas que pasaban más tiempo pensando en parejas alternativas eran más propensas a engañar a sus parejas o romper la relación.

Se postula que las relaciones románticas se definen por una falta de interés en otras parejas. Entendiéndola de esta manera, la práctica de contemplar la posibilidad de parejas alternativas (a lacual se le llama monitoreo de alternativas románticas) ha sido vinculado con relaciones de pobre calidad. Adicionalmente, la infidelidad afecta profundamente a las relaciones, resultando muchas veces en su fin.

El equipo de investigación notó una falta de investigación sobre fidelidad y monitoreo alternativo. Ambas variables probablemente se influyen mutuamente. La infidelidad, a su vez, probablemente abre la puerta a considerar a otras posibles parejas y esto hace consciente la posibilidad de engañar. Es por eso que el equipo de investigadores se planteó explorar estas variables en un estudio longitudinal.



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¿Cómo se realizó el estudio?

Se analizaron datos de un estudio previo sobre relaciones, enfocándose solo en los participantes que no estaban casados, en relaciones heterosexuales y entre las edades de 18 y 34 años (507 mujeres y 272 hombres). El estudio incluyó 8 olas de recolección de datos durante 4 años. Los momentos de recolección eran cada 4 o 6 meses, los participantes reportaban el punto hasta el que estaban considerando parejas alternativas.

Al final del estudio, se dividió a los participantes en 3 grupos:

  1. Los que se quedaron con sus parejas durante el tiempo que se mantuvo el estudio y no fueron infieles.
  2. Los que fueron infieles.
  3. Aquellos que experimentaron una ruptura con su pareja, pero no cometieron infidelidad.

¿Qué resultados encontraron?

Se observó que aquellos que rompían con sus parejas en algún punto (sin infidelidad) pensaban más en otras opciones de pareja que aquellos que se quedaban con su pareja (sin infidelidad).

Aquellos que fueron infieles en algún punto también pensaban más en otras opciones de pareja comparados con aquellos que se quedaron con sus parejas y no reportaron infidelidad. Es más, aquellos que sí engañaron a sus parejas, reportaron un aumento en el monitoreo alternativo llevándolos a la infidelidad, comparados con aquellos que se quedaron con sus parejas y no reportaron infidelidad. Este último grupo, que mostró una trayectoria más estable en su relación, en verdad reportó una ligera disminución en el pensamiento sobre parejas alternativas.

Los científicos notan que ambos cambios en el monitoreo alternativo, así como también el nivel en que una persona se involucra con este monitoreo, se vinculan estrechamente con relaciones de peor calidad. Sin embargo, ellos notan que la incertidumbre en cuanto al compromiso podría tener un rol importante y que futuros estudios deberían incluir esa variable.

Esta información podría ayudar a crear estrategias de intervención para parejas que están viviendo desafíos, por ejemplo al incluir estrategias para lidiar con la atracción a otras personas.

Referencia del estudio:Ritchie, L., Stanley, S., Rhoades, G. & Markman, H. (2020), Romantic Alternative Monitoring Increases Ahead of Infidelity and Break-up, Journal of Social and Personal Relationships, https://doi.org/10.1177/0265407520968633

Fuente: Psypost

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Psynets: La plataforma online de atención psicológica que te ayudará a construir una vida más plena

  • 12/07/2021
  • David Aparicio

Psynets es la plataforma online que facilita el acceso a los mejores tratamientos psicológicos desde cualquier parte del mundo sin complicaciones, ni gastos excesivos y con terapeutas cuidadosamente seleccionados que te ayudarán a construir una vida más plena.

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  • Salud Mental y Tratamientos

Índice de masa corporal y trastornos de conducta alimentaria, ¿existe relación?

  • 08/07/2021
  • Alejandra Alonso

Las personas que trabajan en el mundo de la moda como modelos están en constante presión para mantener figuras delgadas, las características de su trabajo les ponen en riesgo de desarrollar trastornos de conducta alimentaria (TCA). A pesar de esto, un grupo de investigación se sorprendió al observar la baja cantidad de estudio en esa población.

¿Por qué es importante?

En un intento de evitar que abunden en los medios imágenes no saludables de cuerpos muy delgados, muchos países europeos han adoptado una política llamada “Ley de la imagen corporal”. Dicha ley establece un valor mínimo en el Índice de Masa Corporal (IMC) que toda persona que trabaje como modelo debe cumplir para considerarle saludable y poder continuar en su trabajo.

Recordemos que el IMC es un valor que se calcula con base en el peso y altura de una persona y se suele utilizar como herramienta de monitoreo de la salud. Sin embargo, se desconoce si esta medida es apropiada para estimar la salud física o mental.



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Metodología

Examinaron la asociación entre el IMC medido por las y los experimentadores y la tendencia a trastornos de la conducta alimentaria en modelos. Para ello reclutaron a 67 mujeres que trabajaban como modelos profesionales y tenían entre 18 y 35 años y 218 mujeres que no eran modelos y tenían entre 18 y 37 años.

Todas las participantes completaron el cuestionario de examen de trastornos alimentarios (EDE-Q, por sus siglas en inglés), que evalúa la frecuencia de ciertas conductas que se dan en un TCA y otros componentes de los síntomas de dicho trastorno.

También se obtuvieron el peso y la altura de todas las participantes. Con estos datos se calculó el IMC.

Resultados

Luego de controlar por edad, las modelos mostraron:

  1. Más conductas relacionadas a controlar su ingesta de comida
  2. Un miedo ligeramente mayor de aumentar de peso
  3. Sentimientos ligeramente más negativos hacia el comer
  4. Puntajes algo más elevados en el EDE-Q
  5. Mayor abuso de laxantes

La población que no trabajaba como modelo mostraba más atracones acompañados de sentimientos de pérdida de control.

El equipo de investigación resalta un punto importante: de las 22 participantes de ambos grupos (modelos y no modelos) que llegaban al punto de corte para clasificarlas en un TCA clínicamente significativo, solo una tenía un IMC que caía debajo del punto de corte sugerido (18.5 o 18). Adicionalmente, en el grupo de participantes con un IMC “saludable”, un mayor IMC estaba asociado a puntajes más elevados del EDE-Q. En aquellas situaciones donde el IMC no era saludable, no se encontraba esta asociación.

Según los autores y autoras, sus resultados implican que el IMC no es una medida confiable de síntomas de TCA.

También resaltan que imponer un punto de corte para el IMC de las modelos podría enviar un mensaje erróneo: que todos los cuerpos delgados son poco saludables. Además podría promover un aumento en conductas de monitoreo del peso entre modelos, y tal vez aumentar el riesgo de desarrollar TCA.

Los investigadores sugieren formas alternativas de alentar a las personas a tener tallas corporales saludables:

  1. Requerir a los diseñadores la producción de un rango más amplio de talles en las ropas de muestra que sea incluido en las pasarelas, las sesiones de fotos y las publicidades.
  2. Métodos menos invasivos e implícitos para proteger la salud de las modelos.
  3. Referencia inmediata a un clínico cuando se necesite.
  4. Asegurar el acceso a tratamientos y apoyo adecuados para modelos en riesgo.

Referencia del estudio: Christina Ralph-Nearman, Hung-wen Yeh, Sahib S. Khalsa, Jamie D. Feusner, Ruth Filik, What is the relationship between body mass index and eating disorder symptomatology in professional female fashion models?, Psychiatry Research, Volume 293, 2020, 113358, ISSN 0165-1781, https://doi.org/10.1016/j.psychres.2020.113358

Fuente: Psypost

  • Artículos Recomendados de la Web

¿Necesitamos dar 10.000 pasos al día para estar sanos?

  • 07/07/2021
  • David Aparicio

Un increíble artículo de Gretchen Reynolds para The New York Times, que explica de dónde salió la idea de los 10,000 pasos para estar sanos y cuantos necesitamos realmente:

Los dispositivos de seguimiento a la salud física a menudo recomiendan dar 10.000 pasos al día. Pero el objetivo de los 10.000 pasos, que muchos de nosotros creemos que tiene sus raíces en la ciencia, de hecho se basa en la coincidencia y en una anécdota pegajosa más que en la investigación.

Según I-Min Lee, profesora de epidemiología en la escuela de Salud Pública T.H. Chan de Harvard y experta en recuento de pasos y salud, el objetivo de los 10.000 pasos se hizo popular en Japón en la década de 1960. Un fabricante de relojes, con la esperanza de sacar provecho del interés en el fitness después de los Juegos Olímpicos de Tokio de 1964, produjo en masa un podómetro con un nombre que, escrito en caracteres japoneses, lucía como un hombre que camina. También se tradujo como “medidor de 10.000 pasos”, y creó así un objetivo de caminata que, a lo largo de las décadas, de alguna manera se incrustó en la conciencia de todo el mundo y en los monitores de ejercicios.

Lee el artículo completo en The New York Times.

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Cómo tomar la siesta perfecta

  • 07/07/2021
  • David Aparicio

Tus ojos se vuelven pesados y se cierran gradualmente … ¡Pero espera! Es solo la hora del almuerzo y todavía tienes mucho que hacer. ¿Ayudaría tomar una siesta? ¿O descarrilaría tu día? Bueno, eso depende de algunas cosas, especialmente las etapas del sueño que incluye la siesta. En este video, Sara C. Mednick detalla los beneficios cognitivos de la siesta y explora la duración y la hora óptimas del día para una siesta rápida.

Recuerda que puedes activar la traducción automática de subtítulos desde el reproductor de Youtube.

Fuente: TED-Ed



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  • Ciencia y Evidencia en Psicología

No te preocupes. Las canas causadas por el estrés pueden revertirse

  • 07/07/2021
  • Maria Fernanda Alonso

Resulta intuitivo pensar que el estrés puede acelerar el envejecimiento, lo sorprendente es que según un estudio reciente, el color del cabello se puede restaurar si se elimina el estrés (Rosenberg et al., 2021). 

Los autores comparan el pelo de una persona con los anillos en el tranco de un árbol: así como estos contienen información sobre décadas pasadas en la vida de un árbol, el cabello contiene información sobre la historia biológica de una persona: cuando los pelos todavía están debajo de la piel como folículos, están sujetos a la influencia de las hormonas del estrés y otras cosas que suceden en la mente y el cuerpo. Una vez que los pelos crecen fuera del cuero cabelludo, cristalizan permanentemente estas exposiciones en una forma estable.

¿Por qué es importante?

Comprender los mecanismos que permiten que los pelos “envejecidos” (canas) vuelvan a sus estados “jóvenes” (pigmentados) podría generar nuevas pistas sobre la maleabilidad del envejecimiento humano en general y cómo está influenciado por el estrés. Los resultados de esta investigación se suman a un creciente cuerpo de evidencia que demuestra que el envejecimiento humano no es un proceso biológico fijo y lineal, sino que puede, al menos en parte, detenerse o incluso revertirse temporalmente.



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Metodología

Los investigadores utilizaron un método novedoso que consiste en dividir el pelo para documentar su pigmentación y capturar imágenes muy detalladas de pequeños cortes de cabello humano con el fin de cuantificar el grado de pérdida de pigmento (encanecimiento) en cada porción (cada rebanada, de aproximadamente 1/20 de milímetro de ancho, representa aproximadamente una hora de crecimiento del cabello). Al examinar estas porciones bajo un escáner de alta resolución es posible ver y medir pequeñas y sutiles variaciones de color.

En el estudio fueron analizados cabellos individuales de 14 voluntarios, quienes a su vez llevaron diarios de estrés. 

Hallazgos

Los autores notaron de inmediato que algunas canas recuperaron naturalmente su color original. Esto nunca había sido documentado cuantitativamente. 

Al alinear los cabellos con los diarios de estrés encontraron sorprendentes asociaciones entre el estrés y el encanecimiento del cabello y, en algunos casos, una reversión del encanecimiento con el cese del estrés.

Para comprender cómo el estrés causa las canas, los investigadores también midieron los niveles de miles de proteínas en los cabellos y cómo cambiaron a lo largo de cada cabello.

Los cambios en 300 proteínas ocurrieron cuando cambió el color del cabello, y los investigadores desarrollaron un modelo matemático que sugiere que los cambios inducidos por el estrés en las mitocondrias pueden explicar cómo el estrés vuelve el cabello gris. Ellos explicaron que las mitocondrias son como pequeñas antenas dentro de la célula que responden a una serie de señales diferentes, incluido el estrés psicológico.

La conexión mitocondrial entre el estrés y el color del cabello difiere de la descubierta en un estudio reciente con ratones, que encontró que el envejecimiento inducido por el estrés era causado por una pérdida irreversible de células madre en el folículo piloso. Con esta base, los autores entienden que el envejecimiento en las personas implica un mecanismo diferente, y este puede ser un caso en el que los hallazgos en ratones no se traducen bien en las personas.

Finalmente advierten que, si bien reducir el estrés es un buen objetivo para la vida, no necesariamente convertirá tu cabello de gris a tu color natural. “Creemos que el cabello debe alcanzar un umbral antes de que se vuelva gris. En la mediana edad, cuando el cabello está cerca de ese umbral debido a la edad biológica y otros factores, el estrés lo empujará por encima del umbral y pasará a las canas. Pero no creemos que reducir el estrés en una persona de 70 años que ha tenido canas durante años oscurecerá su cabello o que aumentar la tensión en una niña de 10 años será suficiente para inclinar su cabello por encima del umbral de las canas».

Referencia bibliográfica: Rosenberg, A. M., Rausser, S., Ren, J., Mosharov, E. V., Sturm, G., Ogden, R. T., Patel, P., Kumar Soni, R., Lacefield, C., Tobin, D. J., Paus, R., & Picard, M. (2021). Quantitative mapping of human hair greying and reversal in relation to life stress. eLife, 10. https://doi.org/10.7554/eLife.67437

Fuente: Science Daily

  • Salud Mental y Tratamientos

Simón dice y el contexto de literalidad

  • 07/07/2021
  • Fabián Maero

Uno de los aspectos que me desorientó de ACT en un principio fue su posición con respecto al papel de las cogniciones y emociones sobre las acciones clínicamente relevantes. Creo que es un poco más complejo de lo que parece, y que puede ser entretenido detenernos sobre este punto —siempre y cuando utilicemos una definición bastante amplia y generosa del término “entretenido”.

Permítanme desarrollar la cuestión. ACT/RFT sostiene que el sentido de cualquier evento está verbalmente mediado, esto es, que la función o efecto psicológico de un evento depende, al menos en parte, de sus propiedades verbales. Dicho en lenguaje cotidiano, y de manera muy simplificada, esto podría traducirse como que el sentido de un evento depende de su interpretación; así, por ejemplo, que una emoción o sensación física sea evaluada como deseable o indeseable afectará la forma de relacionarnos con ella.

Expresado de esa manera, esto pareciera guardar una notable similitud con los postulados centrales de terapia cognitiva y de otras posiciones psicológicas afines sobre el papel de las cogniciones sobre las acciones. En efecto, para terapia cognitiva el contenido de la interpretación de un evento es central para determinar cómo actuaremos frente a él. Citemos a Beck como ilustración: “si una persona interpreta todas sus experiencias en términos de si es competente y está capacitada, su pensamiento puede verse dominado por el esquema, ‘Si no lo hago todo a la perfección, significa que soy un fracaso’. Consecuentemente, esta persona responderá a las situaciones en términos de adecuación, incluso aunque las situaciones no tengan nada que ver con la dimensión de competencia personal.” (Beck et al., 2010, p. 13). También: “Puede postularse que las construcciones negativas que el paciente hace de la realidad constituyen el primer eslabón de la cadena de síntomas” (p. 27). Consecuentemente, esto conduce a procedimientos clínicos que intentan el cambio de esos contenidos para generar cambios clínicamente significativos, por ejemplo: “el control de los sentimientos más intensos puede lograrse mediante un cambio en las ideas” (p.17).



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Sin embargo, esta es una posición de la cual ACT insistentemente tiende a diferenciarse. Ahora bien, ACT rechaza la posición cognitiva que hemos bosquejado, pero aún así postula que los pensamientos son importantes en la conducta. ¿En qué quedamos entonces? La respuesta, como es costumbre, está en el contexto, y en un aspecto especial del contexto esta vez.

Simón dice

Creo que podemos intentar una respuesta de esta manera: ACT no se opone a que una evaluación o interpretación pueda impactar sobre cómo actuamos frente a un evento, sino que hace la salvedad de que la relación entre la evaluación y la conducta que le sigue no es mecánica: “la respuesta contextualista funcional es explorar la posibilidad de que el vínculo entre los eventos privados y el desempeño subsecuente está en sí mismo contextualmente controlado” (Hayes & Wilson, 1995, p. 245).

Esto es, los pensamientos no tienen un efecto automático sobre las acciones, sino que el efecto depende del vínculo entre ambos elementos, y que ese vínculo está en sí contextualmente determinado (esto mismo aplica a emociones, pero no quiero desviarme tanto del punto central). Ese vínculo depende en sí del contexto, lo cual determina que la función psicológica que un pensamiento tuviere será función de otros elementos del contexto.

Retomando el ejemplo de Beck, un pensamiento como “soy un fracaso” puede impactar la conducta subsiguiente (por ejemplo, abandonar una actividad), solo cuando sucede en un contexto que indica que debe tomárselo de cierta manera –es decir, literalmente– cuando existe lo que se denomina un contexto de literalidad, un término que no es de cartel pero que aparece con frecuencia en la literatura. No es el contenido del pensamiento en sí lo que determina su impacto, sino el contexto en que sucede.

Una explicación más rigurosa del contexto de literalidad podría ser esta: “Las funciones de estímulo que son transformadas por las relaciones verbales también están controladas contextualmente y, por lo tanto, el impacto conductual de las relaciones verbales es contextual, no mecánico. En algunos contextos, los símbolos y los referentes pueden fusionarse virtualmente. A ese contexto lo llamaremos “el contexto de la literalidad” y al efecto lo llamaremos “fusión cognitiva”. En otros contextos, las relaciones verbales existen pero pocas funciones de estímulo reales se transfieren entre ellas.” (Hayes et al., 1999)

El contexto de literalidad es todo aquel aspecto de la situación que es ocasión para las conductas que englobamos en la categoría de “fusión”. Dicho de manera más sencilla e incorrecta, un contexto de literalidad es uno que señala que hay que responder a los contenidos de los pensamientos literalmente.

Podemos encontrar un ejemplo divertido del uso del contexto de literalidad en el juego infantil de “Simón dice”. En caso de que no hayan tenido infancia, les explico: es un juego que se lleva a cabo entre varias personas, una de las cuales ordena a las demás que realicen alguna acción sencilla (saltar, tocarse la nariz, etc.). Pero, esto es central, el resto de las personas sólo deben seguirse las órdenes que estén precedidas de “Simón dice” (“Simón dice: saltar en una pierna”), y no aquellas que no estuvieren precedidas por esa frase (“saltar en una pierna”). Quienes siguen correctamente las instrucciones siguen en el juego, quienes no, son expulsados.

Ese “Simón dice” juega con el contexto de literalidad, estableciendo un contexto que indica cómo responder al contenido verbal emitido (esto es, la orden dada). La ausencia de esa frase indica que la orden no debe tomarse literalmente. Por ejemplo, si quien dirige el juego grita “Auxilio, me estoy prendiendo fuego, vengan a apagarme que no es un juego, manga de degenerados”, lo ignoraríamos porque no dijo “Simón dice”, pese a sus súplicas (el mismo efecto tiene la palabra de seguridad en ciertas prácticas más adultas: sólo se toman en cuenta los ruegos precedidos de dicha palabra).

El contexto de literalidad, sin embargo, no depende sólo de palabras sino de diversos y múltiples aspectos de la situación: “este contexto incluye propiedades comunes al lenguaje cotidiano, como la estructura gramatical, la velocidad del habla, la congruencia entre el tono y el contenido emocional, el mantenimiento de la coherencia verbal y la atención a los productos de la respuesta relacional (es decir, relaciones derivadas y transformaciones de funciones)”. (Assaz et al., 2018).

Esto es, el contexto de literalidad puede señalarse con expresiones, formas de hablar, gestos, convenciones, y otras características de las situaciones que señalen cómo puede responderse a la situación. Cuando vamos a ver una obra de teatro, por ejemplo, ciertos elementos de la situación señalan que no debe responderse literalmente a lo que están diciendo y haciendo los actores (por eso no nos subimos al escenario para convencer a Romeo de que Julieta está viva y que no hace falta que se envenene), similarmente, cuando leemos en una página una sucesión de enunciados apilados, ese formato señala que nos preparamos para leer un poema, no una definición de enciclopedia.

Resumiendo

Para ACT entonces, los pensamientos y sentimientos no determinan mecánicamente las acciones subsiguientes: influyen sobre ellas (y aquí yace la similitud con los abordajes cognitivos), pero no de manera lineal, sino determinada por el contexto. El nexo entre conductas es también contextual. Diferentes contextos pueden hacer que un mismo contenido verbal o sentimiento tenga diferentes efectos sobre las acciones subsiguientes.

No basta con tener un pensamiento con un contenido negativo para que ocurra alguna acción deprimida, sino que tiene que ocurrir en un contexto actual o histórico que señale una cierta forma de responder a ese contenido: “Simón dice: soy un fracaso y no debería intentarlo más”. Por ese motivo, el foco de las intervenciones no se pone en modificar los pensamientos y sentimientos, sino en generar un contexto en el cual el vínculo entre esos contenidos y el resto de las acciones se debilite.

Cuando trabajamos con defusión intentamos generar, por medio de varios recursos técnicos, un contexto que debilite el vínculo entre ciertos pensamientos y las acciones subsiguientes. Cuando trabajamos aceptación, intentamos generar un contexto que debilite el vínculo entre malestar y acciones. No nos ocupamos de los contenidos de las órdenes, sino más bien del “Simón dice”, por así decir.

El contexto de literalidad es el que susurra que esto no es un juego. Un contexto de defusión es el que nos invita a jugar, el que nos invita a tomarnos un poco menos en serio algunas cosas, un poco más cercano al humor, un poco más cercano a cierta liviandad que a veces es necesaria. El contexto que nos toma un poco por sorpresa cuando la indicación es “Simón dice: ignorar esta orden”. No es casual que el humor requiera una cuota de flexibilidad.

Artículo publicado en GrupoACT y cedido para su republicación en Psyciencia.

Referencias bibliográficas:

  • Assaz, D. A., Roche, B., Kanter, J. W., & Oshiro, C. K. B. (2018). Cognitive Defusion in Acceptance and Commitment Therapy: What Are the Basic Processes of Change? Psychological Record, 68(4), 405–418. https://doi.org/10.1007/s40732-017-0254-z
  • Beck, A. T., Rush, A. J., Shaw, B. F., & Emery, G. (2010). Terapia Cognitiva de la Depresión (19th ed.). Desclée De Brouwer.
  • Hayes, S. C., Strosahl, K. D., & Wilson, K. G. (1999). Acceptance and commitment therapy: an experiential approach to behavior change. The Guilford Press.
  • Hayes, S. C., & Wilson, K. G. (1995). The role of cognition in complex human behavior: A contextualistic perspective. Journal of Behavior Therapy and Experimental Psychiatry, 26(3), 241–248. http://www.sciencedirect.com/science/article/pii/000579169500024T
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“Hasta los cojones del pensamiento positivo”, el libro que estábamos necesitando

  • 06/07/2021
  • Equipo de Redacción

No necesitas ser optimista y feliz, necesitar ser honesto con quién eres y qué necesitas, y eso a veces es disfrutar y ser consciente de lo bueno en la vida, pero también de acompañarte en el dolor y luchar por ti. Trátate bien y se realista, no un gilipollas ingenuo montado en un unicornio que va vomitando arcoíris. – Buenaventura del Charco Olea.

Desde hace ya muchos años se nos ha transmitido la idea de que la receta mágica para ser feliz consiste simplemente en ver el lado bueno de las cosas, pero… ¿Centrarte en lo agradable hace que los problemas desaparezcan? ¿Conoces a alguien capaz de no pensar o sentir dolor emocional cuando tiene un problema?

Este libro es una crítica inteligente y mordaz hacia los mensajes bonitos pero inservibles y vacíos de contenido de la mayoría de libros de autoayuda y denominados como pensamiento positivo. Una obra sincera, emotiva, y directa, donde aprenderemos a ser felices desde el verdadero cambio y la lealtad a nosotros mismos, alejándose del tópico vacío y frase de azucarillo y realizando una transformación personal cimentada con vigor, honestidad y basada en verdades profundas y el verdadero resultado: ese que dura para siempre



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Acompáñate en el viaje emocional que significa ser realmente feliz, aceptando y superando el dolor —en vez de que la herida empeore al hacer como si no existiera— con honestidad, valentía, coraje, humor e inteligencia. Porque este libro no va de venderte la idea de un bienestar edulcorado y que no aguanta un asalto contra el mundo real, si no ofreciéndote una filosofía de vida que te permita afrontarla de forma veraz y basada en el compromiso con uno mismo, que es la única que produce un cambio profundo y sólido. Y, por si no fuese suficiente, vas a divertirte sobre manera con su lectura ágil, explícita y llena de ritmo.

Puedes descargar un fragmento del libro en formato PDF.

El libro Hasta los cojones del pensamiento positivo está disponible en Amazon y puedes comprarlo en versión Kindle o versión impresa.

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  • Ciencia y Evidencia en Psicología

La pandemia no afectó la salud mental como muchos creen

  • 06/07/2021
  • Equipo de Redacción

Durante el último año se han llevado a cabo muchas investigaciones que examinan el impacto del COVID-19 sobre la salud mental de la población. La revista The Atlantic publicó recientemente un artículo escrito por tres expertos que han recopilado y analizado los datos en conjunto para ofrecernos una perspectiva global de la salud mental de las personas y cómo nos hemos adaptado. En Psyciencia hemos traducido el artículo y lo hemos adaptado para facilitar la comprensión. Si deseas puedes leer el artículo original aquí.

Acerca de los autores: Lara Aknin es profesora de psicología en la Universidad Simon Fraser y presidenta del Grupo de Trabajo de Salud Mental y Bienestar de la Comisión COVID-19 de The Lancet. Jamil Zaki es profesor de psicología en la Universidad de Stanford y director del Laboratorio de Neurociencia Social de Stanford. Es el autor del próximo libro, The War For Kindness: Building Empathy in a Fractured World. Elizabeth Dunn es profesora de psicología en la Universidad de Columbia Británica y coautora de Happy Money: The Science of Happier Spending.


Probablemente haz escuchado que la pandemia de coronavirus desencadenó una crisis mundial de salud mental. Esta narrativa se afianzó casi tan rápido como el propio virus. En la primavera de 2020, artículo tras artículo, incluso un artículo de opinión de uno de nosotros, advirtió sobre una inminente epidemia psicológica. Como han señalado los científicos clínicos y los psicólogos de la investigación, la pandemia de coronavirus ha creado muchas condiciones que podrían conducir a angustia psicológica: interrupciones repentinas y generalizadas de los medios de vida y las conexiones sociales de las personas; millones en duelo; y los más vulnerables sometidos a penurias duraderas. Un colapso global del bienestar parecía inevitable.



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Formamos parte de un grupo de trabajo de salud mental, encargado por The Lancet, para cuantificar los efectos psicológicos de la pandemia. Cuando revisamos los mejores datos disponibles, vimos que algunos grupos, incluidas las personas que enfrentan estrés financiero, han experimentado un sufrimiento sustancial que les cambió la vida. Sin embargo, al observar la población mundial en su conjunto, nos sorprendió no encontrar la miseria prolongada que esperábamos.

Repasamos cerca de 1.000 estudios que examinaron a cientos de miles de personas de casi 100 países. Esta investigación midió muchas variables relacionadas con la salud mental, incluida la ansiedad, la depresión y las muertes por suicidio, así como la satisfacción con la vida. Nos centramos en dos tipos complementarios de evidencia: encuestas que examinaron grupos comparables de personas antes y durante la pandemia y estudios que rastrearon a las mismas personas a lo largo del tiempo. Ningún tipo de estudio es perfecto, pero cuando surgieron las mismas conclusiones de ambos conjuntos de evidencia, estuvimos más seguros de que estábamos viendo algo real.

Al comienzo de la pandemia, nuestro equipo observó en estos estudios lo que informaban los medios: los niveles promedio de ansiedad y depresión, así como angustia psicológica más amplia, aumentaron drásticamente, al igual que la cantidad de personas que experimentaban formas clínicamente significativas de estas afecciones. Por ejemplo, tanto en los EE. UU. Como en Noruega, los informes de depresión se triplicaron durante marzo y abril de 2020 en comparación con los promedios recopilados en años anteriores. Y en un estudio de más de 50.000 personas en todo el Reino Unido, el 27 por ciento mostró niveles de angustia clínicamente significativos al principio de la pandemia, en comparación con el 19 por ciento antes de la pandemia.

Pero cuando la primavera se convirtió en verano, sucedió algo extraordinario: los niveles promedio de depresión, ansiedad y angustia comenzaron a caer. Algunos conjuntos de datos incluso sugirieron que la angustia psicológica general volvió a niveles casi pre-pandémicos a principios del verano de 2020. Compartimos lo que aprendimos en un artículo que se publicará próximamente en Perspective on Psychological Science.

Seguimos investigando los datos para dar cuenta de cualquier anomalía. Por ejemplo, algunos de los conjuntos de datos provienen de manera desproporcionada de países ricos, por lo que ampliamos nuestra perspectiva geográfica. También consideramos que incluso si la pandemia no produjo una angustia intensa y prolongada, podría haber socavado la satisfacción general con la vida de las personas. Entonces, los miembros de nuestro equipo examinaron el conjunto de datos más grande disponible sobre ese tema, de la Encuesta mundial de Gallup. Esta encuesta pide a las personas que evalúen su vida en una escala de 10 puntos, siendo 10 la mejor vida posible y cero la peor. Muestras representativas de personas de la mayoría de los países del mundo responden a esta pregunta todos los años, lo que nos permite comparar los resultados de 2020 con los de años anteriores. Al observar el mundo en su conjunto, no vimos rastros de una disminución en la satisfacción con la vida: las personas en 2020 calificaron sus vidas en 5,75 en promedio, idéntico al promedio de años anteriores.

Al observar la población mundial en su conjunto, nos sorprendió no encontrar la miseria prolongada que esperábamos.

También nos preguntamos si las encuestas no estaban llegando a las personas que tenían más dificultades. Si apenas mantiene las cosas juntas, es posible que no responda las llamadas de un investigador. Sin embargo, los datos en tiempo real de fuentes gubernamentales oficiales en 21 países no mostraron un aumento detectable en los casos de suicidio de abril a julio de 2020, en comparación con años anteriores; de hecho, las tasas de suicidio disminuyeron ligeramente en algunos países, incluido EE. UU. Por ejemplo, California esperaba ver 1.429 muertes por suicidio durante este período, según datos de años anteriores; en cambio, ocurrieron 1.280.

Nos sorprendió la forma en que muchas personas superaron los desafíos psicológicos de la pandemia. Para dar sentido a estos patrones, miramos hacia atrás a un hallazgo clásico de la psicología: las personas son más resistentes de lo que ellos mismos se dan cuenta. Imaginamos que los acontecimientos negativos de la vida, como perder un trabajo o una pareja sentimental, serán devastadores durante meses o años. Sin embargo, cuando las personas experimentan estas pérdidas, su sufrimiento tiende a desaparecer mucho más rápido de lo que imaginaban.

La capacidad de resistir eventos difíciles también se aplica a traumas como vivir una guerra o sufrir lesiones graves. Estos incidentes pueden producir una angustia considerable y no queremos minimizar el dolor que sufren tantos. Pero estudio tras estudio demuestra que la mayoría de los sobrevivientes se recuperan rápidamente o nunca muestran un deterioro sustancial de la salud mental.

Los seres humanos poseen lo que algunos investigadores llaman un sistema inmunológico psicológico, una serie de habilidades cognitivas que nos permiten sacar el mejor partido incluso de la peor situación. Por ejemplo, después de romper con una pareja romántica, las personas pueden concentrarse en los hábitos molestos de su ex o disfrutar de su nuevo tiempo libre.

La pandemia ha sido una prueba del sistema inmunológico psicológico global, que parece más robusto de lo que imaginamos. Cuando las fuentes familiares de disfrute se evaporaron en la primavera de 2020, la gente se volvió creativa. Participaron en fiestas de cumpleaños, grupos de asistencia mutua, cócteles virtuales por la noche con viejos amigos y vítores nocturnos para los trabajadores de la salud. Algunas personas se volvieron muy buenas horneando. Muchos encontraron una manera de volver a tejer su tapiz social. De hecho, en múltiples conjuntos de datos grandes, los niveles de soledad mostraron solo un aumento modesto, con un 13.8 por ciento de los adultos en los EE. UU. que informaron en abril de 2020 que se sentían solos con frecuencia, en comparación con el 11 por ciento en la primavera de 2018.

Pero estas tendencias y promedios generales no deberían borrar las luchas reales (dolor inmenso, pérdida abrumadora, dificultades financieras) que tantas personas han enfrentado durante los últimos 17 meses. Por ejemplo, ese aumento del 2,8 por ciento en el número de estadounidenses que informaron de soledad la primavera pasada representa a 7 millones de personas. Como muchos aspectos de la pandemia, el costo de salud mental del coronavirus no se distribuyó de manera uniforme. Al principio, algunos segmentos de la población, incluidas las mujeres y los padres de niños pequeños, mostraron un aumento especialmente pronunciado en la angustia psicológica general. A medida que avanzaba la pandemia, los desafíos duraderos de salud mental afectaron de manera desproporcionada a las personas que enfrentaban problemas financieros, las personas que se enfermaron de COVID-19 y las que habían estado luchando con trastornos físicos y de salud mental antes de la pandemia. La resiliencia de la población en su conjunto no exime a los líderes de su responsabilidad de brindar apoyo tangible y acceso a servicios de salud mental a aquellas personas que han sufrido la angustia más intensa y que corren el mayor riesgo continuo.

Pero la asombrosa capacidad de recuperación que la mayoría de la gente ha mostrado frente a los cambios repentinos provocados por la pandemia tiene sus propias lecciones. Aprendimos que las personas pueden manejar cambios temporales en su estilo de vida, como trabajar desde casa, dejar de viajar o incluso aislarse, mejor de lo que parecían asumir algunos líderes.

Al mirar hacia los próximos grandes desafíos del mundo, incluida una futura pandemia, debemos recordar esta lección que hemos ganado con tanto esfuerzo: los seres humanos no somos víctimas pasivas del cambio, sino administradores activos de nuestro propio bienestar. Este conocimiento debería empoderarnos para realizar los cambios disruptivos que nuestras sociedades pueden requerir, incluso mientras apoyamos a las personas y comunidades que se han visto más afectadas.

Autores:

  • Lara Aknin es profesora de psicología en la Universidad Simon Fraser y presidenta del Grupo de Trabajo de Salud Mental y Bienestar de la Comisión COVID-19 de The Lancet.
  • Jamil Zaki es profesor de psicología en la Universidad de Stanford y director del Laboratorio de Neurociencia Social de Stanford. Es el autor del próximo libro, The War For Kindness: Building Empathy in a Fractured World.
  • Elizabeth Dunn es profesora de psicología en la Universidad de Columbia Británica y coautora de Happy Money: The Science of Happier Spending.

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