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Publicaciones por mes

julio 2021

53 Publicaciones
  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Los «Influencers» no tienen tanta influencia social después de todo

  • 31/07/2021
  • Maria Fernanda Alonso

Cuando pensamos en influencia social y redes sociales, tendemos a imaginar dos tipos de personas: aquellos que están en el centro de las redes sociales, que están altamente conectados con otras personas y tienen miles y miles de seguidores; y las personas en la periferia de las redes sociales que tienen una cantidad mucho menor de seguidores. 

Si nos preguntamos: de estas personas, ¿quién tendría más posibilidades de generar un cambio social? Ya sea que hablemos de la primavera árabe, la concientización sobre la importancia de la vacunación para combatir el SARS-CoV-2, o divulgar un nuevo producto en Instagram, Facebook o Twitter, tendemos a buscar a los “influencers” (que hace un tiempo eran conocidos como “líderes de opinión”), pensando que si conseguimos que incorporen nuestras ideas o productos, sus seguidores también lo harán.

Sin embargo, una serie de estudio reciente que tuvo como objetivo averiguar qué partes de las redes sociales son claves para la innovación y la diseminación del cambio, encontró que el cambio social tiende a iniciarse en la periferia de las redes sociales y no en el centro  (Guilbeault & Centola, 2021). Explican los autores que cuando vemos noticias triviales o historias sobre las celebridades, estás sí tienden a esparcirse desde el centro hacia la periferia; pero cuando miramos noticias contenciosas o ideas nuevas difíciles de comprender, estas tienden a emerger en la periferia y crecer al recorrer las redes sociales, y solo alcanzan a las personas del centro al final.



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De hecho, los influencers sociales podrían ser perjudiciales para la causa, sostienen los investigadores. Y esto se debe a que cuando los influencers presentan ideas que son disonantes con las visiones del mundo de sus seguidores, pueden antagonizar involuntariamente con los sujetos a los que buscan persuadir, porque las personas generalmente solo siguen a influencers cuyas ideas confirman sus creencias sobre el mundo.

Los investigadores estudiaron más de 400 redes de salud pública para descubrir qué personas podían difundir nuevas ideas y comportamientos con mayor eficacia. Probaron a todas las personas posibles en cada red para determinar quién sería más efectivo para difundir todo, desde chismes de celebridades hasta la aceptación de vacunas.

Por otra parte, las personas o grupos de personas que están en la periferia de las redes sociales, que quizás no tienen tantos seguidores como los del centro, mostraron estar perfectamente preparados para aumentar la difusión de una nueva idea en muchas personas. Estos grupos, dicen los autores, son la zona cero para desencadenar puntos de inflexión en la sociedad.

Decenas de algoritmos que utilizan actualmente las empresas que buscan difundir nuevas ideas se basan en la falacia de que todo se propaga de forma viral, pero este estudio muestra que la capacidad de que la información pase a través de una red social depende del tipo de información que se comparte en esa red.

Los investigadores aplicaron sus hallazgos para predecir la expansión de un nuevo programa de microfinanzas en docenas de comunidades en India. Al considerar lo que se estaba difundiendo a través de las redes, pudieron predecir desde dónde debería originarse y si se propagaría al resto de la población. Sus predicciones identificaron a las personas exactas que fueron más influyentes para aumentar la adopción del nuevo programa.

También encontraron que cuanto más insegura estaba la gente sobre una nueva idea, más se trasladaba la influencia social a las personas con menos conexiones, los “influencers” de la periferia. 

Este hallazgo modifica las nociones clásicas sobre la influencia social, ya que al pensar en ella también tenemos que pensar sobre qué clase de cosas tienen influencia las personas que queremos contactar y lo principal es que en lugar de buscar personas importantes, es necesario buscar lugares importantes en relación a lo que pretendemos difundir. Los hallazgos cambian nuestras nociones sobre la influencia social para el marketing, las ventas y los movimientos sociales. No todo se propaga a través de una red de la misma manera. Este conocimiento puede usarse para identificar puntos estratégicos en el gráfico social y nos permite adaptar con precisión nuestras estrategias en redes para lograr un cambio social positivo.

Referencia bibliográfica: Guilbeault, D., & Centola, D. (2021). Topological measures for identifying and predicting the spread of complex contagions. Nature Communications, 12(1), 4430. https://doi.org/10.1038/s41467-021-24704-6

Fuente: Science Daily

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

El contenido sexualizado de Instagram de los videojuegos está destruyendo la imagen corporal de los adolescentes

  • 30/07/2021
  • David Aparicio

La teoría de la cosificación explica que las niñas que crecen en una cultura que sexualiza los cuerpos femeninos internalizan esos estándares como propios, lo que produce mayor vigilancia corporal y aprenden a valorar su vida según su apariencia personal. Esto sucede cuando la persona es tratada como un simple cuerpo que existe para el uso y placer de los demás.

Tomando esta teoría como punto de partida, desde hace algunos años los psicólogos venimos alertando sobre los efectos negativos del contenido sexualizado que prolifera en las redes sociales sobre la imagen corporal de los adolescentes. Ahora tenemos más datos que lo sustentan.

Los datos provienen de una investigación longitudinal realizada en Alemania y publicada en la revista Sex Roles: A Journal of Research, en la que participaron 660 estudiantes de secundaria. La mitad de la muestra eran chicas y en promedio tenían 15 los de edad. Al inicio de la investigación cada uno de ellos completó un cuestionario que evaluaba sus preocupaciones sobre su propia apariencia física y también sobre el nivel de exposición a imágenes sexualizadas en Instagram y videojuegos. Las pruebas se volvieron a aplicar después de seis meses.



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Los resultados muestran que aquellos pasaban más tiempo viendo contenido sexualizado eran mucho más propensos a comparar su apariencia física con otras personas y tendían a valorarse según su físico.

También encontró diferencias importantes según el medio en donde más tiempo pasan los adolescentes:

  • Videojuegos: Aquellos que pasaban más tiempo expuestos a los videojuegos eran más proclives a internalizar el ideal de delgadez.
  • Instagram: Mayor exposición al contenido sexualizado en Instagram se relacionó con un incremento de la vigilancia corporal.

En cuanto a las diferencias de género encontró que tanto los varones como las chicas experimentan los mismos procesos cuando se trata de la sexualización de los medios de comunicación y las preocupaciones por la imagen corporal. Pero las chicas son más propensas a internalizar el ideal de delgadez, vigilancia corporal, preocupaciones sobre la apariencia y tienen a compararse más con sus pares que los varones.

Casi todo lo que vemos en las redes sociales es mentira. Las fotos están amañadas, tienen filtros, iluminaciones y hasta posturas falsas. Por lo tanto es necesario que se implementen programas de prevención y educación que eduquen a los jóvenes sobre sobre los peligros de esos falsos mensajes sobre la imagen corporal.

Referencia del estudio: Skowronski, M., Busching, R. & Krahé, B. Predicting Adolescents’ Self-Objectification from Sexualized Video Game and Instagram Use: A Longitudinal Study. Sex Roles 84, 584–598 (2021). https://doi.org/10.1007/s11199-020-01187-1

Fuente: PsyPost

  • Artículos de opinión (Op-ed)

La trampa de la autoestima

  • 29/07/2021
  • Buenaventura del Charco Olea

Durante muchos años, en la psicología se habló del tema de la autoestima como la piedra filosofal, parecía que todo el bienestar de una persona, incluso su éxito laboral, dependía de que desarrollase una buena autoestima y en consecuencia de ésta, seguridad en sí mismo. Posteriormente surgieron otras modas (por desgracia en la sanidad también existen), pero la autoestima probablemente sea de los temas que siempre siguen ahí.

Y me parece lógico, porque en gran medida llevan razón (aunque quizás se exagerara al venderlo como una receta de la felicidad), pero el problema es que lo explicaron de forma errónea, casi diría que perversa.

Las corrientes más cognitivas de la psicología (aquellas que postulan que las personas actúan y se sienten en función de cómo piensan y entienden el mundo) explicaron mal este concepto, que se deformó como una caricatura de la idea original, de forma que muchos de los grandes psicólogos, incluso de las corrientes cognitivas como Albert Ellis, llegaron a criticar enormemente este mensaje. ¿Si es tan importante, cuál fue el problema?



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El problema fue que se vendió la idea de que la autoestima era el resultado de un balance interno que la persona hace sobre sí misma, básicamente que pones en un lado de la balanza todas tus cosas buenas y en otra todas la malas, y si pesan más las buenas, es que tienes buena autoestima. Como resultado de ello, las personas entramos en un estado de auto evaluación, de examen con uno mismo continuo, y ante la angustia de que ese examen interno pudiera ser negativo, nos exigíamos mejorar continuamente, fustigándonos para lograr alcanzar más metas y objetivos para así tener el derecho a sentirnos bien con nosotros mismos. Se confundió por tanto, autoestima con autoconcepto, cuando son dos cosas muy diferentes.

Durante años se trasladó mucho (todavía hoy puede verse mayoritariamente entre muchos psicólogos españoles para mi asombro, frustración y por qué no decirlo, cólera indignada) éste mensaje y se probaron intervenciones psicológicas en esta dirección: Hacer que la gente en vez de mirar sus defectos, mirasen sus virtudes. Esto no sólo fracasó estrepitosamente, no consiguiendo mejoras significativas en el bienestar de la gente (si te interesa el tema puedes leer «Se más amable contigo mismo» de Kristin Neff, una de las grandes investigadoras del tema), sino que siguió fomentando a la gente a evaluarse continuamente, y esto -aunque fuese una evaluación positiva- es terrible, ya que le dice a la gente que su valor como personas depende de ello.

Pero tratarse bien no es sólo llorar por uno mismo, sino también estar dispuesto a pelear cuando toca, porque cuando uno ama a algo, (como espero que a ti mismo) estamos dispuestos a defenderlo, aunque eso implique enseñar los colmillos.

La meritocracia, tan positiva en algunas áreas, se llevó a la valoración de las personas en su faceta más humana, íntima y privada: en su relación consigo mismas, en su compromiso consigo misma, en su empatía intrapersonal, en su valía personal.

Tanto sabes hacer o tanto tienes igual a tanto vales se convirtió en la nueva y perversa premisa, como si el valor de un individuo dependiera de ello. ¿Qué es entonces la autoestima real? Si miramos el origen epistemológico de la palabra, autoestima significa «con nosotros mismos» y «amor», es decir, amarnos. Si para amar a otros no necesitas ver sus virtudes o defectos, ¿por qué sí tienes que tenerlos en cuenta contigo mismo para decidir si te mereces amarte o no? El amor, para que se real, ha de ser basado en la aceptación incondicional, y no en una evaluación interna.

El amor es un verbo, no un concepto o una evaluación. Amar es una decisión que se actúa cada día, tratándonos bien en la adversidad, sobre todo siendo compasivos con nuestro dolor, ahí es cuando es bueno que nuestro dolor nos importe como para hacernos llorar, que nos conmueva profunda y amorosamente. Esto no debe confundirse con el victimísmo, el derrotismo o ser negativo, se trata de ofrecernos un hombro sobre el que llorar, de acompañarnos en eso sin meternos más caña y juzgarnos. Para curar las heridas, para tratarnos con respeto.

Pero tratarse bien no es sólo llorar por uno mismo, sino también estar dispuesto a pelear cuando toca, porque cuando uno ama a algo, (como espero que a ti mismo) estamos dispuestos a defenderlo, aunque eso implique enseñar los colmillos. Luchar por protegernos, por lo que es importante para nosotros, de forma responsabilizada y honesta, porque no vamos a permitir que nos hagan daño sin plantar cara.

Nada da más seguridad que saber que tienes un aliado, una persona que siempre estará dispuesto a pelear por ti y no te abandonará por duro que sea el combate. Nada da más consuelo que ser escuchado, consolado y arropado por una persona que siempre te acogerá y nunca te dejará solo.

Porque cuando estamos mal, nuestra parte torpe y defectuosa necesita el compromiso sincero de acompañarla en el dolor, darle consuelo y animarla a luchar por ella. Porque esa parte (aunque sea la que no nos gusta), también eres tú, y posiblemente sea la que más necesita ser amada.

Porque mereces la pena.


Buenaventura del Charco Olea, es el autor del libro Hasta los cojones del pensamiento positivo. Puedes comprarlo en Amazon en versión digital o impresa.

  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Respuesta neuronal maternal como posible predictor de ansiedad y depresión posparto

  • 29/07/2021
  • Alejandra Alonso

Todavía hay mucho que aprender sobre la neurobiología subyacente a la depresión y ansiedad posparto. El cerebro humano es capaz de reconocer y responder a las necesidades de un bebé e involucrarse en conductas de cuidado incluso aunque el costo sea alto, explica Megan Finnegan, una científica que junto con su equipo estudió la respuesta neuronal a interacciones con infantes como predictor de las ya nombradas condiciones

La científica continúa explicando que la respuesta cerebral típica a los infantes cambia de una forma característica en las mujeres que experimentan depresión posparto. La ansiedad posparto también es muy común. Investigaciones epidemiológicas sugieren que la comorbilidad entre ambas condiciones se da con mucha más frecuencia que experimentar solo una de ellas. Y esto, a su vez, es consistente con lo que pasa con los trastornos de ansiedad y depresión en otras poblaciones.

¿Cómo realizaron el estudio?



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Se utilizaron imágenes de resonancia magnética funcional (IRMf) para monitorear la actividad cerebral de las madres mientras veían videos de sus bebés de 3 meses realizando acciones que evocaban emociones agradables y desagradables. En la condición donde se evocaban emociones agradables, las madres miraban un vídeo de sus bebés jugando al “peek-a-boo”. En la condición donde se evocaban emociones desagradables, veían un vídeo donde los brazos de sus bebés eran sostenidos suavemente a los lados, una situación que se sabe que provoca frustración. Ellas completaron evaluaciones de seguimiento a los 6, 12 y 18 meses después del parto.

Finnegan explica que ellos desconocían si las diferencias en la respuesta cerebral de las madres podría atribuirse a experiencias pasadas con enfermedades mentales, potencialmente por cambios perdurables en el tiempo en la función neuronal luego de la enfermedad o, tal vez, a través de una predisposición preexistente a experimentar depresión. Por otro lado, la respuesta cerebral de la madre a su bebé podría ser un signo de una trayectoria más amplia de estrés que, sin intervención, llevaría al empeoramiento de los síntomas luego. Para ponerlo a prueba, decidieron ver cómo la habilidad del cerebro materno para responder diferencialmente a situaciones placenteras y no placenteras con su bebé se relacionaba con síntomas pasados, actuales y futuros de depresión.

¿Qué observaron?

Las madres que mostraron mayor activación neuronal al presentarles videos positivos, tendían a experimentar menos síntomas de depresión y ansiedad subsecuentes. En contraste, los síntomas eran más comunes entre madres cuya respuesta neuronal a videos positivos y negativos era similar.

En vez de ser menos sensibles, las madres que luego reportaban más síntomas de depresión posparto tendieron a ser más sensibles a los videos negativos, comparadas con las madres que mostraron menos síntomas. Para los autores esta sensibilidad a contextos emocionalmente desagradables con relación a sus bebés, puede jugar un rol en la depresión y ansiedad posparto.

Por otro lado, hubo muy poca evidencia de la influencia de la depresión y la ansiedad pasadas en la forma en que el cerebro de la madre respondía a sus bebés. Esto indica que, en lugar de ser un síntoma de una enfermedad mental recurrente, la respuesta cerebral posparto actual puede ser parte de una trayectoria más amplia de empeoramiento de los síntomas. Estos hallazgos significarían que remodelar la forma en que las mujeres responden a las emociones de sus bebés podría ser una vía fructífera para interrumpir el curso de la depresión y la ansiedad posparto.

Finnegan y sus colegas también encontraron que los síntomas posparto elevados no estaban asociados con la respuesta emocional autoinformada de las madres a los videos o su evaluación de las emociones de su bebé. Esta disociación de la valoración consciente de las emociones de su bebé o de sus propias emociones destaca la importancia de considerar las medidas cerebrales para detectar sesgos de respuesta subyacentes que pueden ayudar a impulsar la psicopatología posparto.

Limitaciones del estudio

El trabajo se realizó con un número modesto de participantes (24 madres) y es esencial que este trabajo se repita en cohortes más grandes y diversas para caracterizar con mayor precisión los límites del tejido cerebral involucrado en este fenómeno.

Por razones estadísticas, el equipo tuvo que examinar la relación entre depresión y ansiedad en modelos separados y comparar la superposición en términos cualitativos. El trabajo futuro podría mejorar esto extrayendo los componentes compartidos de las puntuaciones de ansiedad y depresión para estimar los niveles de lo que los psicólogos denominan angustia internalizante. Comprender cómo la internalización de la angustia se relaciona con los cambios en la respuesta cerebral de una madre a su hijo puede ayudarnos a describir y predecir mejor la evolución de los trastornos afectivos posparto en el transcurso del desarrollo materno-infantil.

Referencia del estudio: Finnegan, M., Kane, S., Heller, W. & Laurent, H. (2021). Mothers’neural response to valenced infant interactions predicts postpartum depression and anxiety. PLOS ONE. DOI: https://doi.org/10.1371/journal.pone.0250487

Fuente: PsyPost

  • Salud Mental y Tratamientos

DNA – V: un modelo de flexibilidad psicológica

  • 29/07/2021
  • Gabriel Genise

Por Sebastían Ortiz y Gabriel Genise

Nos gustaría comenzar este artículo con una pregunta que tomamos del espectacular libro de Kelly Wilson Mindfulness for two (Wilson, 2008): y ustedes profesionales de la salud mental, ¿Cuánta realidad pueden tolerar?

Los seres humanos creamos etiquetas con muchas finalidades, una de ellas está al servicio de mantener cierta distancia y abstracción, ya que de esa manera nos resulta más sencillo tolerar el sufrimiento. ¿Cuántos pacientes encontramos día a día en nuestro consultorio sufriendo en silencio?



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¿Cuánto de nuestro padecimiento está presente en esa sesión con ese paciente? ¿Podemos verdaderamente permitirnos sentarnos cerca de nuestros consultantes y realmente escuchar la esencia de ese sufrimiento?

Estas son solo algunas preguntas que permitimos hacernos reflexionar acerca del padecimiento humano. Si eres terapeuta ACT, seguramente hayas leído acerca de cómo concibe este modelo el sufrimiento por lo que te proponemos que si lo deseas, saltees los siguientes párrafos, aunque también estás invitado a leerlo si deseas refrescar algunas ideas.

Desde una perspectiva ACT el sufrimiento humano emerge predominantemente de procesos psicológicos normales, particularmente de aquellos que están relacionados con el lenguaje. De acuerdo con Hayes, Strosahl y Wilson (2012), la ubicuidad del sufrimiento en sí sugiere que se origina dentro de procesos que evolucionaron para promover la adaptabilidad de los organismos humanos. Esta observación es la idea central detrás del supuesto de normalidad destructiva. Este supuesto sostiene la idea que los procesos psicológicos humanos ordinarios e incluso útiles pueden conducir a resultados destructivos y disfuncionales, amplificando o exacerbando cualquier condición psicológica normal o anormal que pueda existir. El propio concepto de sufrimiento en la raza humana posee un origen social y ha ido transformando su significado a lo largo de los siglos ubicándose como contraposición al de bienestar. Como mencionan Wilson y Luciano Soriano (2002) Las relaciones genéricamente establecidas en nuestra sociedad potencian que sentirse bien se contrapone a sufrir, siendo lo primero contemplado como lo normal y, por derivación, el sufrimiento como lo anormal. En este sentido la “vida sin dolor” pasa a ser el objetivo prioritario de los seres humanos. De hecho no es raro encontrarnos en el consultorio con pacientes que ante la pregunta “¿qué espera usted de la terapia?” nos respondan “ser feliz, no sufrir más, quitarme este dolor de encima, etc.”

Cuando los eventos privados vividos negativamente llegan a actuar como barreras o causas que impiden al sujeto ser feliz y la persona lo único que sabe es luchar contra sí mismo, y esta pelea en lugar de eliminar lo que le “molesta” lo hace cada vez más presente, el resultado final es un contexto de sufrimiento por la limitación que este preceder evitativos engendra (Wilson y Luciano Soriano, 2002). La suposición de la normalidad saludable nos alienta a la evitación experiencial, otro proceso clave en el circuito del sufrimiento. Este concepto hace referencia a las consecuencias inmediatas de fusionarnos con instrucciones mentales que alientan la supresión, el control o la eliminación de experiencias estresantes. La fusión cognitiva y la evitación experiencial afectan a la posibilidad de prestar atención de forma flexible y voluntaria a lo que está sucediendo interna y externamente. Estos principios, orientados al cambio y control de los eventos privados para poder tener una vida feliz, no serían problemáticos si el comportamiento resultante, llevado a cabo de forma inflexible y repetidamente, no produjera limitaciones en la vida (Páez Blarrina y Montesinos Marín, 2020). Sin embargo, la necesidad de resolver el malestar, o la de obtener placer como condición para vivir, empujan a la persona a actuar de una forma que, en contra de lo esperado, no le deja vivir, ya que la paradoja de intentar evitar o eliminar las experiencias privadas indeseadas en general llevan a un aumento de la frecuencia e intensidad de esa experiencia que se está deseando suprimir (Wenzlaff y Wegner, 2000).

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DNA-V: Historia y Fundamentos

DNA-V es un modelo pragmático el cual busca poder entender el comportamiento humano, como así también poder darle solución a las dificultades de la vida ayudando a nuestros consultantes a tener mayor crecimiento y desarrollo, mediante la ciencia conductual contextual en donde se utilizan teorías y principios funcionales para analizar y modificar acciones incrustadas en el contexto histórico y situacionales (Hayes y Ciarrochi, 2015).

Parte de los principios que sostienen de manera activa el modelo son los siguientes:

Teoría de la evolución

Busca dar explicación al desarrollo de la especie, sin embargo en los trabajos realizados por Hayes, Barnes-Holmes y Wilson en el año 2013 se dan cuenta de que pueden darle explicación al desarrollo de todas las especies de cualquier origen. Esto se basa en tres principios: variación, selección por consecuencia y retención. Mediante estos tres principios podemos comprender cómo ciertos comportamientos en nuestro medio social pueden ser reforzados o castigados y es así como nosotros como seres humanos comenzamos a repetir conductas que nos han funcionado en el pasado. El repertorio de una persona puede ser más o menos amplio, estar compuesto por una mayor o menor cantidad de conductas en una situación. A esto se lo denomina variabilidad del repertorio conductual y constituye una dimensión importante al momento de comprender la conducta. Esta variabilidad se va modificando a lo largo de la vida producto de los procesos de aprendizaje: aparecen nuevos comportamientos, se extinguen otros (Maero, 2018). El segundo término que explicamos aquí es la selección. Las consecuencias del ambiente actúan sobre el repertorio de conducta por lo cual algunas conductas se encuentran con mejores consecuencias que otras y por último la retención hace referencia a aquellas conductas que han sido reforzadas y se incorporan al repertorio de conductas del organismo (Maero, 2015).

Veamos un pequeño ejemplo: una adolescente llamada Jessica se cambia de escuela, en esta nueva escuela juega a X en el recreo, pero en su antigua escuela jugaban a Y, ahora Jessica comienza a jugar X (variación) y los compañeros comienzan a acercarse más y a tener mayor aprobación hacia ella (selección). Con el paso del tiempo Jessica comienza a ir aprendiendo los juegos de moda en su nueva escuela (retención) comenzando a ser más aceptada y aumentando así de manera significativa su aceptación social. Al poder ver el éxito que ha tenido comienza a transmitirle esto mismo a las nuevas personas que van llegando a la escuela (transmisión conductual y transmisión verbal) por lo cual la información se va pasando de generación en generación (retención).

Contextualismo funcional

La filosofía del contextualismo funcional se rige por ABA, RFT y ACT. Desde una perspectiva contextualista funcional, predecir e influir en el comportamiento es de importancia clave y es el objetivo del análisis y la terapia del comportamiento. Los contextualistas funcionales consideran el «comportamiento» como un acto en contexto en lugar de dividirlo en unidades. En este sentido, la «conducta» incluye la conducta motora manifiesta, como hablar o caminar, así como la conducta privada, que se refiere a eventos psicológicos.

Si bien algunas terapias intentan alterar el comportamiento de un cliente cambiando otro de sus comportamientos, como tratar de cambiar sus emociones modificando sus cogniciones a través de la disputa o el argumento racional, esto no tiene sentido desde una perspectiva contextualista. Desde esta postura, los eventos psicológicos no son intrínsecamente «malos» o problemáticos: lo problemático es el contexto en el que ocurren. Lo importante aquí es comprender la función de un comportamiento dentro de su contexto general, incluidos los factores interpersonales, intrapersonales, históricos de aprendizaje y situacionales.

Una segunda característica importante del contextualismo funcional es el énfasis en un criterio pragmático de verdad. En lugar de pedir a los clientes que cuestionen la «verdad» de sus cogniciones, el criterio de verdad para los contextualistas es la viabilidad del comportamiento del cliente. Un comportamiento es viable o verdadero si lleva a los clientes en una dirección que les importa.

El objetivo de ACT es predecir e influir en el comportamiento, para que nuestros clientes puedan responder al mundo, a medida que se desarrolla en un momento determinado, con mayor flexibilidad en lugar de formas rígidas, repetitivas y problemáticas. En lugar de sugerir que los clientes cambien sus pensamientos y sentimientos, les ayudamos a cambiar el contexto en el que ocurren sus pensamientos y sentimientos y a examinar la función de su comportamiento (Turrell & Bell, 2016).

Principios del comportamiento operante

Los principios operantes son herramientas analíticas que se utilizan para estudiar el comportamiento de humanos y animales. Los principios operantes pueden considerarse como los mecanismos que facilitan los principios evolutivos, que mencionamos anteriormente, de variación, selección y retención. Según la teoría operante, las conductas que se refuerzan se repiten y se fortalecen (se seleccionan y se retienen), mientras que las conductas que se castigan no se repiten y se debilitan (nota seleccionada). Los principios operantes son esenciales para comprender cómo podemos moldear nuevos comportamientos (Ramnero & Torneke, 2008). No vamos a meternos en profundidad en esta temática ya que nos alejaríamos considerablemente del tema a tratar.

Cuando pensamos el comportamiento del cliente en ACT, examinamos la función del comportamiento dentro del contexto único de ese cliente. Un análisis funcional típico considera los antecedentes de la conducta (factores ambientales, estados físicos como hambre o fatiga, experiencias privadas como pensamientos y sentimientos, etc.); la conducta en sí (lo que estamos analizando desde una perspectiva funcional) y las consecuencias de la conducta (el efecto de la conducta), todas las cuales pueden denotarse como «ABC» (Turrell & Bell, 2016).

Teoría de los marcos relacionales

La teoría de los marcos relacionales es una teoría conductual del lenguaje y del pensamiento simbólico sobre la cual ACT ha sido fundada. Naturalmente no podemos ni pretendemos explayarnos en este punto, ya que excede por sobremanera el propósito de este artículo, para poder profundizar sobre este modelo recomendamos leer Hayes et al. (2001).

La teoría de los marcos relacionales (en adelante RFT por sus siglas en inglés) reorientó el análisis de la conducta verbal de Skinner (1957) siguiendo las implicaciones de centrarse en la conducta del oyente en una interacción verbal.

Al intentar caracterizar la comprensión del oyente de las declaraciones verbales, estaba claro que el control directo de los estímulos no era suficiente. Es decir, no fue posible proporcionar una historia de respuestas reforzadas en presencia de cada palabra en el período de tiempo en que se adquiere el lenguaje. Especialmente cuando se considera la variedad de respuestas ocasionadas por una sola palabra (por ejemplo, pecho) en muchos contextos en los que puede presentarse (por ejemplo, pecho materno, dolor de pecho). Hayes y sus colegas sugirieron que la comprensión de un oyente requería respuestas relacionales derivadas, respuestas predecibles no entrenadas que ocurren debido a relaciones entre estímulos conocidos y nuevos regulados por señales contextuales arbitrarias, y que estas respuestas, a su vez, alteran fundamentalmente las ideas de comportamiento sobre las propiedades centrales de las acciones verbales de los hablantes (Cassidy et al., 2010).

RFT ha agregado nuevos principios de comportamiento verbal tales como: respuesta relacional aplicable arbitrariamente, vinculación combinatoria y mutua y transformación de la función de estímulo. Estos principios explican cómo el comportamiento verbal transforma nuestras respuestas a las emociones, a nuestro sentido del yo y a los estímulos del mundo físico (Hayes & Ciarrochi, 2015).

DNA-V y la flexibilidad psicológica

El modelo DNA-V describe tres clases funcionales de comportamiento, a las que se hace referencia con los nombres metafóricos de descubridor, observador y consejero. Los tres existen al servicio de los valores. El comportamiento del DNA está influenciado por el contexto, que incluye factores en el entorno inmediato e histórico que influyen en nuestro nivel de habilidades de DNA, nuestra visión de nosotros mismos y nuestra visión de los demás en nuestro mundo social. En esencia, todas las intervenciones están orientadas a crear contextos que promuevan las habilidades del DNA para construir comportamientos valiosos.

El objetivo final de usar las habilidades enseñadas en este modelo es desarrollar la flexibilidad psicológica o, para usar un término con el que los jóvenes pueden relacionarse más fácilmente, la fuerza flexible. En el adulto, la flexibilidad psicológica se ha descrito como «la capacidad de contactar con el momento presente más plenamente como un ser humano consciente, y de cambiar o persistir en el comportamiento cuando hacerlo sirve a fines valiosos”. Para los jóvenes, modificamos esta definición de la siguiente manera: La flexibilidad en los jóvenes es la capacidad de utilizar las habilidades del DNA de una manera que promueva el crecimiento y genera vitalidad y acción valiosa. La definición difiere en algunos aspectos importantes en relación con la definición de adulto. Primero enfatizamos las habilidades de DNA necesarias para crecer. Los autores no asumen que los jóvenes tienen valores establecidos como podría ser el caso de los adultos; más bien, estos están en una etapa de aprendizaje sobre pensamientos y sentimientos y lo que significa ser un ser humano. También necesitan probar nuevos comportamientos y explorar si esos comportamientos conducen a fines valiosos. Una de las formas más eficientes en que los seres humanos aprenden es probando cosas, por lo que los jóvenes deben probar muchas cosas nuevas, y eso puede incluir asumir riesgos, probarse nuevos yoes y probar los límites establecidos por los adultos (Hayes & Ciarrochi, 2015).

En el próximo apartado realizaremos una breve descripción de cada una de las clases funcionales propuestas por el modelo.

Una vida basada en valores y vitalidad

Los valores nos dan un sentido de dirección en la vida, un sentido de quién queremos ser y lo que es importante para nosotros. Ayudar a los pacientes a identificar sus valores será de una vital importancia en el proceso terapéutico (Turrell & Bell, 2016). Desde una perspectiva ACT podríamos decir que los valores son consecuencias libremente elegidas, construidas verbalmente de patrones de actividad en curso, dinámicos y en evolución, que establecen reforzadores predominantes para esa actividad que son intrínsecos en la participación en el patrón de comportamiento valorado en sí, o dicho de una manera más sencilla: los valores con direcciones de vida verbalmente construidos, globales, deseados y elegidos (LeJeune & Luoma, 2019).

El propósito del DNA – V es ayudar a los jóvenes a desarrollar valores y vivir con vitalidad. El descubridor, el observador y el consejero proveen los medios para comprometer al joven en acciones valiosas. Por tal motivo es que los valores se encuentran en el centro del modelo. Según Hayes y Ciarrochi (2015) los valores a menudo provienen de responder preguntas que se reducen a ¿Para qué?. Los autores refieren que cuando la vida es consistente con nuestros valores, tendemos a tener más vitalidad, la cual puede ser definida como la capacidad para vivir, crecer y desarrollarnos.

El consejero

El término consejero o asesor (o advisor en inglés) es una metáfora para describir cómo los humanos utilizamos el lenguaje y la cognición para otorgar sentido al mundo sin tener la necesidad directa de contactar físicamente o experimentar con cosas. Podría describirse como nuestra voz interior con la que conversamos para dar sentido al pasado, a las creencias, a la forma en que nos evaluamos a nosotros mismos y predecimos el futuro (Hayes & Ciarrochi, 2015).

El observador

El observador (o noticer en inglés) es un proceso poderoso que nos permite contactar con nuestras emociones, nuestro cuerpo y reconocer las señales físicas que vienen del mundo que nos rodea. Todos los seres humanos comenzamos nuestra vida con la habilidad de ser observadores. Durante la infancia, el mundo es lo que vemos, escuchamos, tocamos, sentimos y olemos. Sin embargo, una vez que comenzamos a introducirnos en el mundo del lenguaje y comenzamos a pensar simbólicamente, podemos fácilmente perder contacto con nuestra habilidad para notar y experimentar el mundo en un plano físico. Esta habilidad posee al menos cuatro funciones importantes. En primer lugar, el observador sintoniza con el cuerpo, el observador es adepto a reconocer las claves físicas que reflejan emociones fuertes, eventos estresantes, alegría, dolor, peligro, etc. En segundo lugar, el observador está pendiente de las acciones de las personas. Sin esta habilidad, no podríamos conocer cómo nuestras acciones afectan a otros. En tercer lugar, el observador sintoniza con el mundo exterior y lo que tiene para ofrecernos. Finalmente, el observador nos ayuda a tomar una pausa mindful y observar nuestra experiencia ante lo desconocido

El descubridor

El descubridor representa los comportamientos que están relacionados con explorar y testear el mundo. Si adoptamos una mirada evolutiva, vemos que los niños en sus estadios iniciales son descubridores por naturaleza. Ellos tienen la tendencia a explorar y descubrir el mundo.

Utilizamos al descubridor para poder ampliar nuestro repertorio comportamental, intentar nuevas cosas y evaluar cómo funcionan, descubrir y crear valores y construir fortalezas. Descubrir por naturaleza trae aparejado emociones difíciles. Necesitamos de las otras habilidades como por ejemplo al observador para poder estar disponibles, observar y permitirnos experienciar esas emociones al servicio de construir una mejor vida. Descubrir también puede traer aparejado al consejero, generando preocupaciones y dándonos razones por las cuales no deberíamos tomar riesgos e intentar nuevas cosas. Tendríamos que lograr acompañar a nuestros consultantes en que puedan escuchar a sus consejeros mientras que pueden poner en práctica las habilidades para “desengancharse” de él e intentar nuevas cosas en función a sus valores.

Como se puede apreciar al comenzar a trabajar con el descubridor, terminamos trabajando con todas las habilidades DNA – V.

La mirada de uno mismo y la mirada social

Si prestamos atención al anillo del modelo en su parte exterior (ver imagen 1) podrán observar los anillos que representan la mirada de uno mismo y la mirada social.

Por un lado, la mirada de uno mismo comprende la habilidad de verse a uno mismo en diferentes contextos: contigo el observador, aquí, observándote a ti mismo, el acto allí. Hayes y Chiarrochi (2015) dan como ejemplo la autocompasión la cual requiere la habilidad de verte a ti mismo en el momento presente sufriendo en el pasado; y podría resultar aún más esperanzador si pudieras verte a ti mismo, en el pasado, habiendo cambiado y crecido, o proyectarte cambiando en el futuro. Otra forma que mencionan los autores de toma de perspectiva es la posibilidad de poder observar que lo que crees ahora, no es lo mismo de lo que creías en el pasado (o sí) lo cual habilita la posibilidad de observar que las creencias no siempre son importantes.

Por otro lado, la mirada social se enfoca en las habilidades de toma de perspectiva que van más allá de uno mismo, sino que se enfoca en las relaciones y en los grupos sociales.

El modelo se enfoca en poder afianzar las habilidades sociales cercanas para luego poder ir ampliando la mirada y los grupos de relación.

Modelo DNA-V

Conclusión

Utilizamos el modelo DNA – V como una metáfora para describir comportamientos que todos los jóvenes poseen. Las habilidades DNA no existen en un vacío, el proceso necesita de cierto contexto para poder expresarse. Algunos contextos favorecen la expresión de las habilidades DNA, por ejemplo: progenitores que están presentes en la vida de los jóvenes y que los ayudan en sus adversidades, versus padres invalidantes que alimentan las estrategias evitativas de las emociones difíciles que el joven puede experimentar.

Las habilidades DNA pueden trabajar todas juntas con la finalidad de producir comportamientos efectivos (Hayes & Ciarrochi, 2015).

Referencias

  • Cassidy, S., Roche, B., & O´Hora, D. (2010). Relational Frame Theory and Human Intelligence. EUROPEAN JOURNAL OF BEHAVIOR ANALYSIS, 11(1), 37 – 51. http://mural.maynoothuniversity.ie/10642/1/BR-Relational-2010.pdf
  • Hayes, L. L., & Ciarrochi, J. (2015). The Thriving Adolescent. Using Acceptance and Commitment Therapy and Positive Psychology to help teens manage emotions, achieve goals, and build connection. Context Press.
  • Hayes, S. C., Barnes – Holmes, D., & Roche, B. (2001). Relational Frame Theory: A postSkinnerian account of human language and cognition. NY: Plenum.
  • LeJeune, J., & Luoma, J. B. (2019). Values in Therapy. Context Press.
  • Maero, F. (2015, 3 6). La psicoterapia como aplicación de los principios evolutivos. Grupo ACT. Retrieved 06 14, 2021, from https://grupoact.com.ar/la-psicoterapia-como-aplicacion-de-los-principios-evolutivos/
  • Maero, F. (2018, 11 23). Flores, abejas, evolución y psicopatología. Grupo ACT. Retrieved 06 14, 2021, from https://grupoact.com.ar/flores-abejas-evolucion-y-psicopatologia/
  • Ramnero, J., & Torneke, N. (2008). The ABC’s of human behavior. Behavioral principles for the practicing clinician. New Harbinger Publications.
  • Skinner, B. F. (1957). Verbal Behavior. New York: Appleton – Century – Crofts.
  • Turrell, S. L., & Bell, M. (2016). ACT for Adolescents. Context Press.
  • Ciencia y Evidencia en Psicología

¿Se puede decidir no tener hijos y sentirse satisfecha con la vida de todos modos?

  • 29/07/2021
  • Maria Fernanda Alonso

“¿Querés tener hijos?”, y “¿para cuándo los chicos?”, son dos preguntas que todas las mujeres enfrentan. En muchas ocasiones, ante una respuesta negativa el interlocutor afirma o -a veces- consulta: “es que no te gustan los niños.” De esta forma, prácticamente cualquier persona se da permiso de indagar sobre una de las decisiones más importantes y personales que una mujer (o la mayoría de las personas) toma en su vida. Aquellas preguntas suelen estar acompañadas de juicios, como contó la activista Gloria Steinem: “las personas asumen que yo debo ser infeliz o estar insatisfecha… de una forma que no harían con un hombre.” Y es que en la cultura patriarcal se ha ligado la felicidad y “realización femenina” a la maternidad. 

Un equipo de investigadores se interesó por averiguar si las personas que deciden no tener hijos realmente experimentan mayor insatisfacción con la vida que aquellos que deciden ser madres y padres. Según sus hallazgos, esta creencia es errónea: los adultos que deciden no tener hijos están tan satisfechos con sus vidas como los que son padres (Watling Neal & Neal, 2021).

Para averiguarlo, encuestaron a 1000 adultos de Michigan, EEUU, quienes eran: madres y padres, personas que aún no tenían hijos pero querían tenerlos, y personas que no querían hijos. 



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Los participantes completaron diversas escalas, entre ellas medidas de satisfacción con la vida y de los cinco grandes de la personalidad, antes de calificar en una escala de 0 a 100 qué tan fríos o cálidos se sentían hacia las mujeres y los hombres que nunca querían tener hijos biológicos o adoptados.

El equipo también recopiló datos demográficos, incluida información sobre raza, género, educación, edad, ideología política y estado civil de los participantes: personas que estaban en pareja en ese momento, personas que habían tenido pareja anteriormente (por ejemplo, divorciado, separado o viudo) o sujetos solteros.

Más de una cuarta parte de los participantes no tenían hijos, el segundo grupo más grande después de madres y padres. Al principio, parecía que los participantes sin hijos tenían una menor satisfacción con la vida que los que eran padres, pero esta diferencia desapareció después de controlar el género, la educación, la edad y el estado civil.

Los participantes sin niños también eran más propensos a ser izquierdistas o liberales en comparación con los que eran padres. Los que “aún no eran padres”, aquellos que en ese momento no tenían hijos pero esperaban tenerlos en el futuro, fueron un poco más agradables que los participantes que decidían no tener hijos, pero no hubo otras diferencias de personalidad entre los grupos.

El afecto hacia las mujeres y los hombres que decidían no tener hijos también dependía de la condición de padres de los participantes. Las personas que decidían vivir sin hijos se sintieron más afectuosas con las mujeres y los hombres que decidían no tener hijos, mientras que las personas que aún no eran padres pero querían serlo y los que eran padres se sintieron significativamente más fríos hacia ellos.

Sugieren los investigadores que las investigaciones adicionales podrían analizar la variedad de razones por las que las personas eligen no tener hijos: en este estudio, la personalidad no pareció marcar una gran diferencia, mientras que la ideología política lo hizo, por lo que explorar la dirección de este efecto puede ser interesante. Ya sea que tenga que ver con las finanzas, el medio ambiente o los roles de género, observar más de cerca los factores políticos, económicos y sociales que llevan a las personas a decidir no tener hijos podría dar una idea de los componentes complejos de la decisión de tener o no tener hijos.

Referencia bibliográfica: Watling Neal, J., & Neal, Z. P. (2021). Prevalence and characteristics of childfree adults in Michigan (USA). PloS One, 16(6), e0252528. https://doi.org/10.1371/journal.pone.0252528

Fuente: Research Digest

  • Artículos Recomendados de la Web

Son las 3 a.m. y estoy despierto. ¿Cómo me vuelvo a dormir?

  • 28/07/2021
  • David Aparicio

Anahad O’Connor para The New York Times:

“Podrías preguntarte: ‘¿Esta es la misma hora a la que desperté anoche? ¿Por qué me pasa esto siempre?’”, dijo Ramar. “Estos pensamientos no son útiles para volver a dormirse”.

Si te das cuenta de que llevas 25 minutos o más despierto, los expertos aconsejan que salgas de la cama y realices una actividad que te tranquilice mentalmente, cualquier cosa que combata los pensamientos estresantes que te roban el sueño. Los estiramientos ligeros o los ejercicios de respiración pueden ayudar, así como la meditación, que los estudios han demostrado pueden ayudar a combatir el insomnio crónico. Puedes sentarte en el sofá a tejer, o leer un libro o una revista con luz suave. Eso sí, evita leer en tu teléfono móvil pues la luz azul de estos dispositivos puede detener la producción de melatonina, la hormona que causa somnolencia. Sin embargo, puedes recurrir a tu teléfono para usar una aplicación como Calm o Headspace, diseñadas para ayudar a meditar y dormir.

Al final, cuando empieces a sentir cansancio, vuelve a la cama e intenta dormitar. Luego, al siguiente día, pon en práctica los siguientes hábitos de higiene del sueño para mejorar tus probabilidades de dormir profundamente toda la noche.

Muy buen artículo que resume las principales recomendaciones basadas en la evidencia y que usualmente usamos en la terapia con los consultantes que tienen problemas de insomnio.

Lee el artículo completo en The New York Times.



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  • Ciencia y Evidencia en Psicología

La atención plena, según Marsha Linehan

  • 28/07/2021
  • David Aparicio

Marsha Linehan, desarrolladora de la terapia dialéctica conductual (DBT), define la atención plena tanto en un contexto psicológico como espiritual.

Puedes activar la traducción automática de subtítulos.

  • Artículos Recomendados de la Web
  • Ciencia y Evidencia en Psicología

¿Para qué sirven las matemáticas?

  • 27/07/2021
  • David Aparicio

Sébastien Bohler describe en Investigación y ciencia, un interesante estudio sobre la correlación entre estudiar matemáticas y los cambios en el cerebro:

El 15 de enero de 2018, Luc Ferry, exministro de educación francés, declaró, en un canal de noticias de máxima audiencia: «en el día a día, las matemáticas no resultan de utilidad». Asimismo, añadió que nunca había usado, ni siquiera durante 30 segundos, las matemáticas que había aprendido en la escuela. Sin embargo, con toda probabilidad, desconocía que las matemáticas habían contribuido a la maduración del cerebro, para que este pudiera enfrentarse al mundo real de forma racional.

Así concluye un estudio, publicado en tiempo reciente por la revista Proceedings of the National Academy of Sciences, en el que participaron 87 estudiantes de Reino Unido, de entre 16 y 18 años. El objetivo era dilucidar si la educación matemática antes del bachillerato inducía cambios en el cerebro. De forma sorprendente, los investigadores hallaron que la concentración del neurotransmisor GABA permite conocer, casi con un 90 por ciento de fiabilidad, si un alumno ha cursado, o no, estudios de matemáticas. Además, los niveles de base del neurotransmisor no influyeron en dicha relación. Es decir, el aumento de GABA aparecía tras estudiar matemáticas, ya que los investigadores no hallaron diferencias entre los grupos antes de elegir la materia.

Lee el artículo completo en Investigación y ciencia.



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  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Desarrollan dispositivos de detección de estrés en tiempo real para el tratamiento de las adicciones

  • 27/07/2021
  • Maria Fernanda Alonso

Evitar las recaídas es uno de los objetivos principales de todo tratamiento de adicciones. Lograrlo en la vida real puede requerir mucho más que fuerza de voluntad y, de hecho, es común que las personas con adicciones recurran a otras personas en busca de ayuda para no volver a conductas anteriores. Pero cuando no se encuentra el soporte necesario en el tiempo oportuno, por más esfuerzos que haga la persona, puede recaer en su adicción.

Esto llevó a un equipo de investigadores a desarrollar y poner a prueba una pulsera llamada «Empacta E4» que mide el nivel de estrés de la persona en tiempo real valiéndose para ello de las respuestas fisiológicas al estrés. Sus creadores sostienen que este dispositivo abre nuevas posibilidades de intervenciones para las personas con adicciones ya que son programadas para detectar estrés y como respuesta activar la intervención del teléfono (Alinia et al., 2021).

Fiabilidad de las mediciones

Para poner a prueba la exactitud de las mediciones de estas pulseras, los investigadores pidieron a un grupo de voluntarios que las usaran al menos durante un día y que respondieran algunas preguntas que les llegarían a sus teléfonos cuatro veces al día. Estas encuestas eran sobre sus emociones, antojos de alcohol y cantidad de bebidas alcohólicas consumidas.



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Los participantes también podían presionar un botón en el dispositivo cuando sintieran que aumentaba su nivel de estrés.

Al igual que los relojes inteligentes, los dispositivos miden la frecuencia cardíaca, aunque con una mayor confiabilidad, y también detectan cambios en la actividad de las glándulas sudoríparas, la temperatura corporal y la conductancia de la piel, todas las formas en que nuestro cuerpo responde al estrés.

Los resultados de la encuesta coincidieron muy bien con los datos fisiológicos obtenidos de las pulseras: fueron lo suficientemente precisos como para dar la confianza de que los dispositivos son efectivos para medir el estrés en tiempo real, señalaron los investigadores. De hecho, los resultados se correspondían con las mediciones encontradas en encuestas anteriores y en investigaciones de laboratorio, con la importante diferencia de que los participantes no estaban conectados a una máquina grande en un laboratorio, y que sus resultados provenían del mundo real, en tiempo real.

Y justamente esto es lo destacable: saber en tiempo real cuándo una persona está experimentando mayores niveles de estrés -lo que podría conducir a una recaída- representa una mejora significativa para ayudar a evitar las recaídas en tiempo oportuno.

Propuestas en desarrollo

Los investigadores se encuentran trabajando en una propuesta para crear una aplicación móvil que conecte la pulsera al teléfono de la persona de forma tal que al detectar estrés active la intervención del teléfono. El dispositivo podría programarse para iluminarse con notificaciones o iniciar una aplicación que haga preguntas para ayudar a las personas a superar una situación estresante. 

También están trabajando para vincular los dispositivos a una aplicación de música, de modo que pueda seleccionar automáticamente una canción para reproducir cuando detecta estrés.

El simple hecho de reconocer el estrés es una de las mejores formas de limitar el impacto de una situación estresante. Muchos de los encuestados en el estudio dijeron que se sentían mejor con solo presionar el botón de la pulsera para notar su nivel de estrés, comentaron los autores.

Referencia bibliográfica: Alinia, P., Sah, R. K., McDonell, M., Pendry, P., Parent, S., Ghasemzadeh, H., & Cleveland, M. J. (2021). Associations Between Physiological Signals Captured Using Wearable Sensors and Self-reported Outcomes Among Adults in Alcohol Use Disorder Recovery: Development and Usability Study. JMIR Formative Research, 5(7), e27891. https://doi.org/10.2196/27891

Fuente: Eurekalert

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