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Publicaciones por mes

septiembre 2021

44 Publicaciones
  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Entrenamiento en inteligencia emocional para cesación tabáquica en adolescentes

  • David Aparicio
  • 21/09/2021

El consumo de tabaco en adolescentes está incrementando en países en vías de desarrollo. Los investigadores están buscando diferentes alternativas breves para prevenir su consumo y que se puedan implementar en los centros educativos. No es una tarea fácil, pero dos investigadoras en Nigeria desarrollaron un programa de inteligencia emocional con resultados bastante prometedores, que fueron publicados en la revista International Journal of Adolescence and Youth.

Método

El estudio, cuasi-experimental contó con la participación de 90 jóvenes que provenían de dos escuelas nigerianas diferentes. 45 de ellos pertenecían al grupo control y 45 al grupo de intervención. La participación fue completamente voluntaria y se debían cumplir los siguientes criterios:

  • Adolescentes que fumaban o que habían fumado durante la última semana.
  • Adolescentes que tenían entre 12-15 años.
  • Adolescentes que habían firmado el consentimiento informado.
  • Adolescentes que estaban matriculados en escuelas públicas elegidas para participar en la investigación.

El consumo de tabaco de los adolescentes fue evaluado por medio de la encuesta Global Youths Tobacco Survey (GYTS), un instrumento desarrollado en el año 2020 por la OMS que cuenta con cuatro secciones: datos sociodemográficos, uso de tabaco con humo, uso de tabaco sin humo y susceptibilidad para comenzar a fumar. También aplicaron la Kims Smoking Cessation Motivation Scale (KSCMS), un instrumento de cribado de 10 ítems que permite conocer en qué etapa de cambio (pro-contemplación, contemplación y preparación) se encuentran las personas para dejar de fumar.

La intervención consistió en un programa de entrenamiento de inteligencia emocional de 6 sesiones diseñadas para mejorar las habilidades de los adolescentes para afrontar las emociones negativas, mejorar y mantener la salud y reducir la dependencia a la autoeducación con sustancias. Cada sesión duraba 45 minutos y estuvieron distribuidas de la siguiente manera:

  • Sesión 1: Orientación, familiarización con el programa, aplicación de pruebas.
  • Sesión 2: Explicación sobre los riesgos asociados y las consecuencias negativas del consumo de tabaco en los adolescentes.
  • Sesión 3: Debate sobre las maneras de afrontar las emociones negativas y autoevaluaciones.
  • Sesión 4: Debate sobre las habilidades de autoconciencia, autocontrol y regulación emocional.
  • Sesión 5: Entrenamiento en competencia cognitiva, habilidades resolución de problemas y manejo del estrés.
  • Sesión 6: Repaso de las sesiones anteriores, reaplicación de las pruebas y conclusiones.

Por otro lado, el grupo control no recibió ningún tipo de intervención, pero fue observado durante el mismo periodo de 6 semanas.

Resultados

Al comprar los puntajes pre-test (33.13) y post-test (21.25), las investigadoras encontraron una reducción significativa en el consumo de tabaco de adolescentes en el grupo de intervención. Además encontraron que el entrenamiento fue más efectivo en los varones que en las chicas. Las autoras creen que este programa de intervención podría compararse con otras intervenciones terapéuticas como la terapia cognitiva conductual, la terapia narrativa o la terapia de reemplazo de nicotina, etc.

Conclusiones

En el paper no detallan en qué se basaron las sesiones de regulación emocional y el entrenamiento en habilidades de resolución de problemas y manejo del estrés. Sería interesante conocer cuáles fueron los recursos que se utilizaron para este tipo de intervenciones, ya que dentro del término inteligencia emocional están incluidos varios procesos que se utilizan dentro de otras terapias, y no podemos saber con precisión qué es estrictamente inteligencia emocional. Es una pregunta técnica, pero creo que vale la pena plantearla. Por supuesto esto no quita mérito al trabajo de la investigación, especialmente porque está ofreciendo una intervención breve que se puede llevar a los lugares donde más se necesitan. En este caso: la escuela.

Referencia: Lawrence, K. C. & Egbule, E. O. (2021). Can emotional intelligence training cause a cease in tobacco smoking among school-going adolescents? International journal of adolescence and youth, 26(1), 356-366. https://doi.org/10.1080/02673843.2021.1959355

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  • Ciencia y Evidencia en Psicología

ABA: Filosofía, historia e investigación

  • Alejandra Alonso
  • 20/09/2021

Ciertamente para entender bien el análisis de conducta aplicado (ABA) es preciso conocer sus bases filosóficas y las investigaciones básicas que le ayudaron a avanzar.

Un poco de historia y filosofía

La filosofía detrás de ABA es el conductismo, así que revisaremos un poquito de la historia del conductismo, sus tipos y qué los distingue. También veremos los inicios del análisis experimental de conducta.

El conductismo de Watson

Recordemos que a principios de 1900 el campo de la psicología era dominado por el estudio de los estados de la consciencia y los procesos mentales. En ese contexto, John B. Watson se convierte en el vocero de una nueva dirección para el campo.

Para Watson, el tema de estudio de la psicología no eran los estados de la mente o los procesos mentales, sino el comportamiento observable. El sostenía que un estudio objetivo de la conducta debía consistir en observar la relación entre el estímulo ambiental (E) y las respuestas (R) que evocan. Así, el conductismo de Watson se convirtió en la psicología estímulo-respuesta (E-R).

Si bien el enfoque de Watson todavía no contaba con evidencia, estaba convencido de permitiría controlar la conducta y mejorar el desempeño en diversas áreas (educación, negocios, etc.).

A pesar de algunas declaraciones atrevidas que Watson realizó y de que el conductismo que subyace al análisis de conducta aplicado es diferente al propuesto por Watson, su insistencia en el estudio objetivo de la conducta fue una contribución inmensa al campo.

El conductismo radical de Skinner

B. F. Skinner escribió mucho sobre la filosofía de ABA, de hecho publicó un libro llamado Walden Dos, que describe una comunidad utópica donde se usan la filosofía y los principios de la conducta.

En su libro “Sobre conductismo”, publicado en 1974, él asegura que el conductismo es la filosofía de la ciencia de la conducta humana. La diferencia fundamental con otras teorías psicológicas (incluidas otras formas de conductismo) es que el mentalismo es el común denominador de muchas.

El mentalismo es el enfoque que asume que hay una dimensión interior, diferente a la dimensión conductual. Los términos que se usan para referirse a esta dimensión son: propiedades neuronales, psíquicas, espirituales, subjetivas, conceptuales o hipotéticas. El mentalismo asume que esta dimensión es la causa o al menos una mediadora de algunas o todas las formas de conducta (un ejemplo de constructos hipotéticos que se utilizaron para explicar la conducta, es la estructura psíquica descrita por Freud).

Los constructos hipotéticos no pueden observarse ni someterse a manipulación experimental.

Aunque Skinner creía que era un error descartar eventos que influyen en la conducta solo porque no son accesibles a otros, pensaba que usar explicaciones mentalistas para explicar las causas de la conducta no contribuía en nada. Además consideraba que eran el ingrediente principal de las formas circulares de ver las causas y efectos de los eventos y llevaban a un falso sentido de entendimiento.

Artículo relacionado: La ‘extraña muerte’ del conductismo radical

Por ejemplo, cuando una persona es sometida a consecuencias aversivas moderadas al caminar por el suelo mojado y mohoso, loma abajo en dirección su casa, puede ser que comience a caminar de una forma que describiríamos como cuidadosa. El problema es cuando empezamos a decir que camina cautelosamente por que es cuidadoso.

Hay muchas formas de conductismo:

  1. Estructuralismo
  2. Conductismo metodológico
  3. Formas de conductismo que usan lo cognitivo como factor causal.
  4. Conductismo radical.

Tanto el estructuralismo como el conductismo metodológico rechazan todos los eventos que no son definidos operacionalmente por evaluaciones objetivas.

El estructuralismo directamente evita el problema de las explicaciones mentalistas al concentrarse solo en la descripción de la conducta. No hacen manipulaciones de variables ni responden preguntas sobre factores causales.

El conductismo metodológico reconoce la existencia de eventos mentales pero no los considera en el análisis del comportamiento. Se restringen e ignoran así áreas de gran importancia para entender el comportamiento y no se apoya la innovación en la ciencia de la conducta.

Contrario a lo que algunos piensan, Skinner fue el primer conductista en ver a los pensamientos y emociones, que el llamaba eventos privados, como conducta. Para él, estos eventos privados podían analizarse con las mismas herramientas conceptuales y experimentales que se usan para la conducta observable. El hace tres suposiciones sobre los eventos privados:

  1. Son también conducta.
  2. Lo que los distingue de otras conductas es que son inaccesibles.
  3. Los influyen las mismas variables que influyen en las conductas públicas.

El conductismo radical de Skinner toma en cuenta y busca entender toda la conducta humana. La palabra “radical” significa exhaustivo, indicando que esta filosofía busca incluir todas las conductas, publicas y privadas. Es importante recordar que los individuos respondemos a ciertos estímulos que son accesibles para nosotros solos.

Los autores resaltan que su libro se basa en el conductismo radical y animan a los estudiantes de análisis conductual a leer los textos originales de Skinner.

Análisis de conducta experimental

La rama experimental del análisis de conducta comienza con la publicación, en 1938, del libro de Skinner “La conducta de los organismos”. En dicho texto se resumen las investigaciones que el autor realizó entre 1930 y 1937; además se presentan dos clases de conducta: Operante y respondiente.

Artículo recomendado: Condicionamiento clásico: la venganza de Pavlov

La conducta respondiente son los comportamientos reflejos (como los descritos en los trabajos de Ivan Pavlov en 1927). Las respuestas son elicitadas por estímulos que las preceden inmediatamente (reflejo), son involuntarias y ocurren cada vez que el estimulo se presenta.

Por ejemplo:

  1. Luz brillante —> Pupila se retrae.
  2. Irritación de la garganta —> Tos
  3. Comida no digerible en el estómago —> Vómito
  4. Temperaturas altas (cuando tienes calor) —> Sudor

Al igual que muchos profesionales de la época, Skinner también notó que el paradigma de E-R propuesto por Watson no lograba explicar muchas conductas. Sin embargo, él tomó un enfoque diferente al que otros habían adoptado: Continuó observando el ambiente para encontrar los determinantes de las conductas que no eran causadas por estímulos antecedentes. Así fue que se dio cuenta de que el comportamiento cambia más por las consecuencias que le siguen inmediatamente que por los antecedentes (aunque el contexto es importante). Y surgen las contingencias de tres términos. Skinner llamó a esta otra clase de conductas, conducta operante.

La contingencia operante de tres términos fue un concepto revolucionario y se convirtió en la unidad primaria de análisis.

En el año 1938, Skinner nombra al campo que analizará la conducta operante y su relación con el ambiente como análisis experimental de conducta y propone una metodología: registrar la frecuencia con la que un sujeto (utilizó animales en un principio) emitía determinada conducta en una cámara experimental controlada y estandarizada.

Dichos procedimientos de investigación evolucionaron y ahora existen enfoques experimentales que permiten demostrar relaciones funcionales entre las conductas y diferentes tipos de eventos ambientales.

Skinner y sus colegas y estudiantes descubrieron y verificaron los principios básicos de la conducta operante que continúan siendo el fundamento empírico del análisis de conducta.

Análisis de conducta aplicado: primeros experimentos

Se reporta que el primer estudio publicado en utilizar los principios de conducta operante fue el realizado por Fuller en 1949. Se exploró el caso de un sujeto masculino de 18 años con discapacidad grave a quien se describía como “idiota vegetativo”, ya que permanecía acostado sin poder darse vuelta. Lo que hizo Fuller fue utilizar una jeringuilla (que llenó con leche y azúcar) para poner una pequeña cantidad en la boca del muchacho cada vez que movía su brazo derecho (se eligió ese brazo porque lo movía muy poco). Luego de 4 sesiones el chico movía el brazo a una posición vertical 3 veces por minuto. Los médicos hasta entonces consideraban que era imposible que el joven aprendiera algo.

Artículo recomendado: El conductismo desalmado

Durante los años 50 y principios de los 60, los investigadores se enfocaron en saber si los principios de conducta que se habían observado en animales aplicaban también para los humanos (puedes ver por ejemplo los trabajos de Sidney Bijau, Don Baer y Ogden Lindsley).

El análisis de conducta aplicado toma también otro estudio como uno de los más icónicos: la investigación de Ayllon y Michael en 1954 que se tituló: “La enfermera psiquiátrica como ingeniera conductual”. En un hospital estatal se utilizaron técnicas basadas en los principios de conducta para mejorar el funcionamiento de pacientes con trastornos psicóticos y discapacidad intelectual.

Sin embargo, los investigadores de esta época enfrentaron varios problemas: Las técnicas de laboratorio para medir la conducta y controlar variables muchas veces no estaban disponibles o su uso no era práctico en ambientes aplicados. Para solucionarlo, tuvieron que desarrollar procedimientos experimentales sobre la marcha; aunque el escaso financiamiento para esta nueva disciplina y la falta de un lugar donde publicar sus estudios dificultaban la comunicación entre profesionales.

A pesar de las dificultades, se hacían descubrimientos interesantes regularmente, por ejemplo: Atención y alabanzas contingentes del docente, sistemas de reforzamiento con fichas, instrucción programada, etc.

Durante esa misma época comenzaron a surgir programas universitarios sobre análisis de conducta aplicado en varias universidades de Estados Unidos, lo que ayudó a impulsar el crecimiento del campo.

El inicio formal de ABA

Dos eventos importantes marcaron el comienzo formal del análisis de conducta aplicado en el año 1968:

  1. Se empezaría a publicar la primer revista sobre el campo en Estados Unidos que, a su vez, les daría a los investigadores un lugar donde publicar sus resultados: El Journal of Applied Behavior Analysis (JABA), que aún hoy sigue siendo una revista científica muy importante.
  2. El segundo evento importante fue la publicación de un paper, escrito por Donald Baer, Montrose Wolf y Todd Risley, considerados los fundadores de la disciplina. En el artículo proponían una forma de juzgar la adecuada práctica e investigación en análisis de conducta aplicado. El título en español es el siguiente: “Algunas dimensiones actuales del análisis aplicado de conducta.”

Puedes leer el artículo de Baer, Wolf y Risley en inglés haciendo click aquí. Si no puedes leer en inglés, no te pierdas el próximo artículo de ABA donde comentaremos ese paper.

En el libro puedes encontrar una excelente lista de libros, revistas científicas y organizaciones profesionales que han contribuido al avance de esta ciencia, entre ellas: el libro ”Conducta verbal” (Skinner), el libro ”Conceptos y principios del análisis de conducta” (Michael), la revista mexicana de análisis de conducta, la revista brasileña de análisis de conducta, la división 25 de la APA, la BCBA, la ABAI y la Sociedad Mexicana de Análisis de Conducta.

Referencia: Cooper, J. O., Heron, T. E., & Heward, W. L. (2019). Applied Behavior Analysis (3rd Edition, Global edition). Pearson.

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  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Apraxias: características, causas y tipos

  • Laura Ruiz
  • 20/09/2021
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Las apraxias son trastornos del sistema nervioso que afectan a nuestra ejecución de movimientos o tareas previamente aprendidas. Implican una dificultad en la planificación motora y en su ejecución (por ejemplo, nos puede dificultar el hecho de pensar cómo enviar una carta y secuenciar los pasos: Escribo la carta, la meto en un sobre, cierro un sobre y lo envío).

Las apraxias nos impiden realizar acciones si alguien nos las pide o si tenemos la intención de hacerlas (aunque nos resultan mucho más fáciles de realizar si lo hacemos de forma espontánea). Así, nos dificultan, por ejemplo, saludar con la mano, vestirnos, abrir un sobre, dibujar, hacer una pequeña construcción con piezas o utilizar ciertas herramientas.

En este artículo conoceremos con más detalle en qué consiste este trastorno neurológico, cuáles son sus posibles causas, las áreas cerebrales implicadas y los diferentes tipos de afasia que existen.

¿Qué son las apraxias?

Las praxias fueron definidas por Steinhal en 1871, citado en Portellano (2005), como “acciones motoras coordinadas que se realizan para la consecución de un fin”(p.). Se trata de movimientos complejos que previamente se han aprendido. 

Volviendo al término de apraxia; el prefijo “a” del concepto de praxia implica la “ausencia de”; en este caso, la ausencia de la capacidad para ejecutar movimientos previamente aprendidos.

Entonces, según el portal médico Medline Plus, podemos definir la apraxia como “un trastorno del cerebro y del sistema nervioso, que hace que la persona sea incapaz de realizar determinadas tareas o movimientos cuando se le piden, aunque haya entendido la petición o la orden, esté dispuesta a hacerlo, haya aprendido la tarea y/o los músculos necesarios para llevarla a cabo funcionen adecuadamente”.

Dos sistemas 

Encontramos dos sistemas involucrados en las apraxias: 

  • Sistema conceptual: Tiene que ver con el conocimiento que tenemos sobre la utilización y el funcionamiento de los objetos, los utensilios y las herramientas.
  • Sistema de producción: Por su parte, este sistema nos permite almacenar y realizar la representación sensoriomotora (espacial y temporal) necesaria para poder ejecutar la actividad motriz. Es decir, nos permite ejecutar el movimiento.

Características y síntomas de las apraxias

El síntoma principal de las apraxias es una incapacidad para ejecutar movimientos aprendidos previamente. Para poder hablar de apraxia, no debe existir parálisis, paresia o ataxia como causa primaria de la dificultad motora. Tampoco debe existir un déficit intelectual que justifique la incapacidad para ejecutar el movimiento. 

Se da, además, una ausencia de cualquier tipo de trastorno atencional, confusional o delirante, así como la ausencia de trastornos sensoriales que justifiquen el déficit motor. 

Una persona con apraxia fracasa cuando se le pide que imite o realice un movimiento intencional; sin embargo, puede estar conservada la actividad motora cuando la realiza de manera espontánea. 

En el caso de que esté afectado el lado opuesto a la lesión, hablamos de hemiapraxias, aunque en estos casos también puede estar afectada la ejecución en ambos lados. 

¿Qué causa las apraxias?

Encontramos diferentes causas que explican las apraxias, aunque básicamente estas se producen por un daño cerebral. 

Las apraxias son trastornos adquiridos; es decir, surgen una vez que la persona ya ha aprendido las tareas o destrezas que posteriormente no logra llevar a cabo. Entre las causas de las apraxias encontramos:

  • Tumores cerebrales.
  • Lesiones cerebrales traumáticas (traumatismo craneoencefálico).
  • Accidente cerebrovascular (ictus hemorrágico o isquémico).
  • Hidrocefalia.
  • Enfermedades neurodegenerativas (que empeoran de forma progresiva el funcionamiento del cerebro y del sistema nervioso).
  • Demencias.

Áreas cerebrales implicadas en las apraxias

person holding silver round coins
Photo by Anna Shvets on Pexels.com

A nivel neurológico, hay diferentes áreas cerebrales que pueden estar implicadas (y por lo tanto, dañadas) en las apraxias. Esto es así porque dichas áreas se relacionan con las funciones que una persona sana podría realizar perfectamente si no tuviera apraxia. Entre ellas:

  • Área premotora
  • Área premotora suplementaria
  • Lóbulos occipitales
  • Lóbulos parietales
  • Lóbulos temporales
  • Núcleos grises basales
  • Cuerpo calloso
  • Tálamo

8 tipos de apraxias 

Existen varios tipos de apraxias en función de sus características, áreas cerebrales afectadas, etc. Vamos a conocer en qué consiste cada una de ellas y a ilustrarlas mediante ejemplos:

Apraxia ideatoria

La persona manifiesta una incapacidad para la manipulación de objetos y herramientas previamente conocidos. Por ejemplo, no puede utilizar un cuchillo si se le pide (aunque de forma espontánea sí podría).

Así, se caracteriza por la incapacidad para ejecutar una serie de gestos propositivos secuenciados dirigidos a un fin, como consecuencia de la pérdida del plan de acción. En este tipo de apraxia está alterado el sistema conceptual.

Apraxia ideomotora

En la apraxia ideomotora lo que está afectado es la realización de gestos simples, aunque sí está preservada la capacidad para manipular objetos y herramientas reales. Por ejemplo, la persona no puede saludar con la mano si se le pide.

Este tipo de apraxia afecta a la realización propositiva de movimientos simples, ejecutados deliberadamente y fuera de contexto. Es importante saber que no existen déficits sensitivos o motores ni deterioro cognitivo en el sujeto que la explique.

Aquí está preservado el sistema conceptual ya explicado, pero el programa de producción o sistema de producción está dañado o alterado. Esto explicaría por qué existe un fracaso en la transmisión de mensajes hacia el área motora en el lóbulo frontal.

Apraxia constructiva

Se trata de una incapacidad para reproducir dibujos o ensamblar piezas bidimensionales o tridimensionales, que hace imposible la realización de tareas como maquetas, diseño de planos, construcción con cubos o la copia de un dibujo simple.

Apraxia del vestir

En la apraxia del vestir existe una incapacidad para vestirse uno mismo de un modo autónomo. De esta forma, la persona no sabe orientarse con la ropa, siendo incapaz de secuenciar el orden, lo que hace que se vista de manera torpe y desmañada. Este tipo de apraxia suele aparecer junto a la apraxia anterior (constructiva).

Apraxia de la marcha

En este caso, la incapacidad se da en el hecho de caminar correctamente de forma voluntaria, aunque de forma espontánea (no pensada o planificada) la persona sí puede ser capaz de caminar adecuadamente. Se suele asociar a enfermedades cerebrales graves, como tumores, demencias o hidrocefalia.

Apraxia bucofonatoria

La apraxia bucofonatoria es la incapacidad para realizar movimientos voluntarios de cara, labios, lengua u órganos fonatorios. Esto se traduce en una incapacidad para realizar gestos como: soplar, sacar la lengua o enseñar los dientes. 

Sin embargo, como en otras apraxias, puede persistir la capacidad de realizar el movimiento de un modo espontáneo.

Apraxia óptica

Una persona con apraxia óptica no puede realizar movimientos de búsqueda visual en movimientos guiados. Es decir, si por ejemplo está mirando una habitación y se le pide que busque un libro más o menos escondido, no puede realizar esta acción de búsqueda visual.

Apraxia callosa

Finalmente, la apraxia callosa tiene que ver con la incapacidad de ejecutar actividades motoras mediante orden verbal (es decir, si alguien nos pide que hagamos un determinado movimiento o tarea). 

Surge por la ausencia de cuerpo calloso, que le impide al hemisferio izquierdo transmitir al derecho las órdenes adecuadas para que mueva la mano izquierda. 

Así, está afectada la mano izquierda, y se da por una hemiapraxia producida por una callosotomía (sección del cuerpo calloso).

Referencias:

  • MedlinePlus. (2021). Apraxia. Recuperado de: Apraxia: MedlinePlus enciclopedia médica
  • Portellano, J. A. (2005). Introducción a la neuropsicología. Retrieved from http://ebookcentral.proquest.com
  • Rains, G. D., & Campos, V. (2004). Principios de neuropsicología humana. México: McGraw-Hill.
  • Rosenweig, M.R., Breedlove, S.M & Watson, N.V. (2005). Psicobiología: una introducción a la neurociencia conductual, cognitiva y clínica. Barcelona: Ariel.

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  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Cuando los consultantes reaccionan negativamente a la autocompasión

  • Equipo de Redacción
  • 20/09/2021

Russ Harris tiene una tremenda habilidad para llevar los conceptos más complicados de la terapia a un lenguaje muy sencillo y práctico que nos ayuda a los terapeutas a mejorar nuestras habilidades clínicas. En este artículo Harris aborda algunas ideas para ayudarnos cuando nuestros consultantes se opongan a la autocompasión. El artículo fue publicado en el New Harbinger y fue traducido y adaptado para su publicación en Psyciencia.


Antonio hizo una mueca. Un policía enorme y musculoso, cruzó los brazos con fuerza sobre el pecho. “¡No me vengas con esa mierda hippy!” gruñó. La esposa de Antonio, Cathy, lo había presionado para que me viera y a él le molestaba. Varias semanas antes, la bebé de Antonio, Sophia, había muerto a causa del síndrome de muerte súbita del lactante (SMSL). Él y Cathy estaban devastados, pero ambos estaban manejando su dolor de manera diferente.

Cathy se estaba acercando a sus amigos y familiares, expresando sus sentimientos, permitiéndose llorar y principalmente cuidándose bien. Por el contrario, Antonio se aislaba de casi todo el mundo y pasaba todas las noches frente al televisor, hablando poco, pero bebiendo mucho. Siempre que Cathy intentaba hablar con él sobre su pérdida, su dolor, su sufrimiento, Antonio se enojaba y la cerraba.

A pesar de su resentimiento al verme, Antonio se preocupaba profundamente por Cathy y quería mejorar las cosas. Vio rápidamente que su comportamiento era en gran parte un intento de escapar del dolor. Amaba su trabajo, y durante el día se dedicaba a él y casi siempre se olvidaba de su pérdida. Pero no en casa. Todo allí le recordaba a la bebé Sofía, especialmente a su esposa. Y con esos recordatorios llegó un dolor como nunca lo había conocido. Beber, negarse a hablar, distraerse frente al televisor: estos comportamientos le aliviaron un poco ese terrible dolor, pero a un costo enorme para la relación con su esposa.

“Soy un imbécil”, dijo. “Debería estar ahí para ella, pero no lo estoy. Es solo, es solo que… simplemente no quiero pensar en eso. Es demasiado, es demasiado … Ah, soy tan débil. Soy patético.”

“Eres bastante bueno golpeándote a ti mismo”, le dije.

“Sí, bueno, me lo merezco, ¿no?”

“¿Y todo eso de golpearte a ti mismo te ayuda a lidiar con la situación?”

“¿Qué opinas?” preguntó sarcásticamente. “Por supuesto, no lo es.”

“Entonces”, dije, “dado que realmente no ayuda, ¿estás dispuesto a probar algo diferente?”

Antonio miró con recelo. “¿Cómo qué?”

“Como ser realmente amable contigo mismo.”

“¡No me vengas con esa mierda hippy!” gruñó.

“Sabes, esa es una reacción bastante común”, dije. “Mucha gente se siente incómoda con esa idea. Entonces, me pregunto, si te hago una pregunta, ¿me darás una respuesta honesta?”

Antonio se encogió de hombros. “Seguro.”

“Okay. Supongamos que viajas con un amigo. Es un viaje duro y peligroso, y siguen sucediendo todo tipo de cosas terribles. Realmente estás luchando por seguir adelante.”

Antonio se removió incómodo en su silla.

“Ahora”, continué, “mientras continúas el viaje, ¿qué tipo de amigo quieres contigo? Un amigo que te diga: ‘¡Ah, cállate! Deja de lloriquear. Deja de ser tan cobarde. ¡Deja de quejarte y sigue adelante, mariquita!’? ¿O quieres un amigo que diga: “Esto es realmente una mierda.” Pero bueno, estamos juntos en esto. Te cubro la espalda y estoy contigo en cada paso del camino.”

Antonio se aclaró la garganta. “Bueno, obviamente el segundo”, dijo.

“Entonces, ¿qué tipo de amigo estás siendo contigo mismo?» pregunté. “¿Te pareces más al primero o al segundo?”

Arriba hay un extracto editado de When Life Hits Hard, mi nuevo libro sobre la terapia de aceptación y compromiso (ACT) para el dolor y la pérdida. La autocompasión, reconocer que estás sufriendo y hacer algo amable y cariñoso para aliviar tu sufrimiento, es una parte central del modelo ACT y una poderosa intervención con cualquier forma de pérdida. Desafortunadamente, muchas personas inicialmente descartan, rechazan o incluso atacan la autocompasión. Pueden pensar que es algo, New Age o hippy. Algunos lo ven como una charlatanería o una práctica religiosa. Otros lo encuentran amenazante o provocador de ansiedad. Los hombres pueden verlo como “afeminado” o “poco masculino”. Y dejando a un lado el género, muchas personas lo ven como “débil”, “frágil”, “lastima”, «autoindulgente», “una estrategia para no lidear con los problemas”, o insisten en que “no se lo merecen”.

Echemos un vistazo rápido a algunas de las objeciones más comunes que nuestros consultantes pueden tener sobre la autocompasión y cómo podríamos abordarlos. Por supuesto, mantén todas estas sugerencias a la ligera y modifíquelas o adáptalas para que se ajusten a su forma de trabajar y hablar. Y ten en cuenta, antes de usar cualquiera de estas respuestas, que debes primero normalizar y validar la reacción negativa del consultante. También es posible que desees explorar cómo esa reacción tiene perfecto sentido cuando observamos la historia de vida del consultante, los antecedentes familiares, la infancia, la educación, la cultura, la ocupación (y posiblemente también las experiencias negativas pasadas con la terapia o la autoayuda).

Objeción 1: ¡Es religioso / hippy / New Age!

Podemos reconocer que sí, existen prácticas religiosas para la autocompasión, y sí, a lo largo de los años, sus méritos a menudo han sido promocionados por los hippies y la Nueva Era. Pero los tiempos cambian y la autocompasión está ahora firmemente en el dominio de la ciencia occidental. Muchos científicos respetados han investigado los beneficios de la autocompasión (sin ningún elemento religioso) y han descubierto que es útil para una amplia gama de problemas, desde la ansiedad y la depresión hasta el dolor y el trauma.

Objeción 2: ¡Es débil o “poco masculino”!

Primero podríamos explorar alguna variante de esta pregunta: “Si alguien a quien amas sufriera mucho, realmente sufriera, de una manera parecida a la tuya, ¿qué dirías o harías?” Una vez que obtenemos la respuesta, podemos preguntar: “¿Y si hicieras eso, sería ‘débil’ (o ‘poco masculino’)?” Es casi seguro que el cliente responda “no”. Entonces, podemos explorar: dado que no hay nada débil (o poco masculino) en ser amable con un ser querido que sufre un gran dolor, seguramente lo mismo se aplica cuando somos amables con nosotros mismos.

Objeción 3: ¡No se trata de resolver los problemas reales!

Podemos compartir el hecho de que, “La investigación nos dice que la autocompasión en realidad nos ayuda a lidiar con nuestros problemas; nos ayuda a reagruparnos y recargarnos, por lo que tenemos la motivación y la energía para tomar medidas eficaces.”

Objeción 4: ¡Es sentir lástima por uno mismo! ¿De qué sirve sentir lástima por ti mismo?

Esta objeción surge cuando las personas confunden la autocompasión con la lástima. En ese caso podemos explica: autolástima es todo lo contrario de lo que estamos hablando aquí; es una absorción excesiva en sus propios problemas, revolcarse en ellos sin hacer nada práctico para ayudarse a sí mismo o resolver sus problemas. Eso es completamente diferente a las estrategias que estoy sugiriendo, en las que reconoces rápidamente tu dolor, sin lástima, sin revolcarte en él, y luego haces algo práctico para aliviarlo.”

Objeción 5: no tengo tiempo para esto; Tengo que cuidar a mi familia

Podemos preguntarle al consultante: “¿Alguna vez ha volado en un avión? ¿Recuerdas esa advertencia que dan: siempre póngase primero su propia máscara de oxígeno antes de ayudar a los demás? Eso es porque si no se pone la máscara en unos treinta segundos, se desmayará y no podrá ayudar a nadie. Por lo tanto, piense en esto como si se pusiera la máscara de oxígeno para poder sobrellevarlo mucho mejor y también cuidar de los demás.”

Objeción 6: Eso es simplemente “darse por vencido”. ¡No se trata de solucionar los problemas!

La autocompasión te ayuda a seguir adelante en lugar de rendirte, y te da la fuerza para lidiar realmente con tus problemas. Podríamos decir algo como: “Más tarde llegaremos a la resolución de problemas y la planificación de acciones; esto es lo primero, así tendras la energía y la fuerza para hacer lo que hay que hacer.”

Objeción 7: ¡Es egoísta!

Algunas personas se resisten a la autocompasión porque creen que es egoísta. De nuevo, es útil pedirles que adopten una perspectiva diferente. Podemos preguntar: “Si tu mejor amigo estuviera pasando por un momento realmente difícil, ¿no lo apoyaría y ayudaría a superarlo? Y si aceptara tu ayuda y amabilidad, ¿los juzgarías como egoísta? Los consultantes responden invariablemente “no”, por lo que podemos resaltar la autocompasión y seguir sugiriendo: “Si tu amigo merece amabilidad y cuidado en su momento de necesidad, seguramente tú también lo mereces.”

Objeción 8: ¡No me lo merezco!

Este tipo de reacción es muy común en consultantes con un odio profundamente arraigado a sí mismos (que a menudo está vinculado a una historia pasada de trauma). Por lo general, indica la necesidad de cambiar de táctica y trabajar directamente con las narrativas autocríticas del consultante. (En el modelo ACT, haríamos esto a través de un proceso llamado defusión cognitiva).

De ninguna manera, esto es una lista completa de todas las posibles barreras que se presenten cuando introduzcas la autocompasión, pero cubre muchas de las más comunes. Y como puedes ver, a menudo es útil hacer preguntas que ayuden a los consultantes a cambiar su perspectiva: considerar cómo tratarían a los demás o cómo esperarían que los demás se comportaran si se invirtieran los roles. Para ver cómo se desarrolló esto con Antonio, aquí hay otro breve extracto del libro:

“Está bien, entiendo tu punto”, dijo Antonio. “Pero no creo que pueda hacer ese tipo de cosas. Como policía, aprendes a aguantar las cosas.”

Asentí. “Sí, tu configuración es como la del primer amigo:” ¡Aguanta, sigue adelante, deja de lloriquear, a nadie le importa!”

Antonio asintió. “Eso es prácticamente todo.”

“Pero si la hija de tu mejor amigo acabara de morir, eso no es lo que le dirías, ¿verdad?”

“¡No claro que no!”

“¿Qué le dirías a él?”

“¡Ah! ¡No tendría ni una puta idea!”

“Bueno, solo piénsalo. Por lo general, cuando las personas sienten mucho dolor, quieren escuchar dos cosas: (1) “Puedo ver que estás sufriendo”; y (2) ‘Estoy aquí para ti’. Entonces, ¿cómo dirías eso con tus propias palabras?»

Antonio pensó por un momento, luego dijo en voz baja: “Supongo que diría: ‘Esto es realmente una puta mierda, hombre. Es el peor de todos. No debería pasarle a nadie. Especialmente no a ti. Estoy aquí para ti… para lo que necesites…’ En este punto, su voz se quebró. La dura máscara de policía desapareció y las lágrimas brotaron de sus ojos. Como la mayoría de nosotros, Antonio sabía cómo ser compasivo con los demás, pero luchó por ser compasivo consigo mismo.

La moraleja: las reacciones negativas a la autocompasión no son infrecuentes. Entonces, cuando surjan, normalícelos y valídelos, y luego ayude suavemente a sus clientes a cambiar de perspectiva.

Artículo publicado en New Harbinger. Traducido y adaptado al español para su re-publicación en Psyciencia.

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  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Cómo usar la escala BADS (Behavioral Activation for Depression Scale) en la consulta

  • David Aparicio
  • 16/09/2021
person holding white printer paper

José Olid, director en Terapiascontextuales.com, nos explica cómo podemos usar el BADS en el tratamiento de la depresión con nuestros consultantes. El video no toma más de 25 minutos y es muy bueno para conocer las características generales de esta escala tan conocida.

Para más detalles sobre el BADS te recomiendo descargar este recurso desarrollado por Jorge Barraca y Marino Pérez Alvarez en su libro Activación conductual para la depresión.

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  • Ciencia y Evidencia en Psicología

¿Qué perciben las personas que están en coma?

  • Laura Ruiz
  • 15/09/2021

El coma es un estado de inconsciencia prolongado, que se origina por una lesión (por ejemplo, un traumatismo craneoencefálico), un accidente o una enfermedad subyacente (aunque también hay comas inducidos). 

El estado comatoso rara vez dura más de 2 a 4 semanas, aunque algunos pueden alargarse durante muchos años (incluso, décadas). En este sentido, el tiempo de duración y las secuelas dependen de factores como: la causa, la severidad y el sitio de la lesión. 

Las personas que salen del coma pueden presentar problemas o secuelas diversas: físicas, intelectuales y psicológicas. Para las personas que llevan muchos años en coma la causa de muerte más frecuente es una infección, como por ejemplo una neumonía.

Una experiencia confusa

Las personas que han pasado por un coma suelen describir esta experiencia como difusa, extraña y muy confusa. 

Sin embargo, no todas las personas experimentan lo mismo al estar en coma, aunque siempre se produce una incapacidad para efectuar movimientos voluntarios, así como para sentir o responder a los estímulos del medio. 

Pero, ¿qué más sabemos sobre este estado tan peculiar de conciencia que tanto miedo e incertidumbre genera?

¿Qué es el coma y cuáles son sus causas?

El coma consiste en “un estado prolongado de inconsciencia”; durante este estado, la persona no puede despertarse ni responder a los estímulos del medio (por ejemplo: un sonido, una luz, un estímulo doloroso…). Además, no puede llevar a cabo acciones de forma voluntaria y no presenta un ciclo de sueño-vigilia normal. 

El inicio del coma puede darse por un fallo en el sistema nervioso central (SNC), aunque en otros casos, el coma es inducido. 

Cuando se debe a un fallo en el SNC, se produce una disfuncionalidad a nivel neuronal, ya sea por un proceso estructural o no estructural. En el origen del coma también están implicados procesos infecciosos o metabólicos que afectan al cerebro. Entre estos procesos encontramos: una ingesta masiva de alcohol, la hipoglucemia e hiperglucemia, un consumo excesivo de fármacos o el uso (o abuso) de drogas ilegales.

Durante el estado de coma, el cerebro recibe un suministro limitado de glucosa y/o oxígeno. Si la pérdida de nutrientes es destacable, se produce un daño neuronal en el cerebro de la persona. Este daño neuronal también puede darse por una lesión directa en el tejido encefálico, a raíz de una hemorragia o de una contusión interna que perjudique la estructura celular del cerebro.

¿Qué siente la persona que está en coma?

Davinia Fernández-Espejo, psicóloga y logopeda en la Universidad de Oviedo, actualmente investigadora de la consciencia y sus trastornos en la Universidad de Birmingham, asegura que “algunos pacientes que parecen estar en un estado vegetativo son realmente conscientes de sí mismos y de su entorno y son capaces de crear recuerdos e imaginar cosas como cualquier otra persona”. 

Sin embargo, no pueden responder al entorno porque una importante ruta de comunicación en el cerebro se encuentra interrumpida.

Interrupción de una ruta de comunicación cerebral

En un estudio del 2015, publicado en la revista JAMA Neurology y liderado por Davinia Fernández, se detalla el siguiente hallazgo que explica la afirmación de la psicóloga: la existencia de un daño estructural en la comunicación entre la corteza motora primaria y el tálamo en las personas en estado de coma. 

Debemos tener en cuenta que la corteza motora primaria se encarga de la planificación y la ejecución de movimientos, y que el tálamo es considerado “la puerta de la consciencia”. Esta vía de comunicación es fundamental para entender por qué algunos pacientes en estado vegatativo son conscientes de su entorno, como afirmaba Fernández-Espejo, a pesar de su estado comatoso y de su incapacidad para responder.

¿Por qué las personas en coma no pueden responder a los estímulos?

El tálamo es una estructura que, además, es considerada “el receptor del cerebro”. A través de él pasan las sensaciones que provienen de todos los sentidos (excepto el olfato). A su vez, actúa como una estación repetidora, donde se seleccionan las señales relevantes. Por ejemplo, en señales repetitivas, la transmisión es interrumpida (como cuando llevamos muchas horas un anillo y ya no percibimos su roce). 

En cambio, sí prestamos atención a las señales relevantes, que son enviadas a la corteza cerebral (la zona más evolucionada del cerebro). Dicha zona se encarga de emitir una respuesta, que a su vez, es devuelta de nuevo al tálamo, el encargado de ejecutarla.

Pero, ¿qué ocurre en las personas en coma? Que existe un daño en las vías que conectan físicamente al tálamo, uno de los centros de nuestra consciencia, y la corteza motora, que impulsa la actividad muscular voluntaria. Y por ello, la persona en coma no puede responder a los estímulos y por lo tanto no puede tampoco moverse.

Testimonio de una persona que salió de un coma

El diario The Morning Bulletin recoge el testimonio de una mujer que en 2011 sufrió un accidente automovilístico y que fue inducida al coma por un grupo de médicos expertos, con el objetivo de estabilizarla y salvar su vida.

Esta mujer afirmó que vivió el coma como un evento difuso y borroso, en el que su mente no podía formar pensamientos ni sueños concretos. Sin embargo, explica que sí era capaz de percibir el dolor y de formar recuerdos o “memorias” para que su cerebro pudiese dotarle de sentido a lo que sucedía a su alrededor.

La mujer también explicó que era capaz de reconocer la voz de su marido cuando éste entraba en la habitación, pero que no podía entender lo que él decía.


Por otro lado, describió también episodios extraños: por ejemplo, la creencia o sensación de estar siendo violada durante ese estado comatoso, pudiendo llegar a sentir dolor anal y vaginal. Sin embargo, ese recuerdo difuso en realidad tenía que ver con intervenciones quirúrgicas a las que era sometida.

También afirmó poder sentir los cambios de temperatura cuando la cambiaban de habitación. Describió además pesadillas que se entremezclaban en un estado continuo entre la vigilia y el sueño.

Lo que dice la ciencia

¿Qué dice la ciencia de lo que describen las personas que han pasado por un coma? Para analizar primero este estado, se toman en cuenta una serie de parámetros y se cuantifican las respuestas cerebrales de la persona mediante sofisticadas técnicas.

En cuanto a los parámetros, se analiza por ejemplo el metabolismo de la masa gris; se ha observado cómo en pacientes en coma de origen hipóxico este se sitúa un 50-70% por debajo del normal. 

Por otro lado, en un artículo del 2005, por ejemplo, se encontró una diferencia significativa en la reacción cerebral del paciente ante la emisión de palabras desconocidas y conocidas. Es decir, su cerebro reaccionaba o se “activaba” ante las palabras conocidas, como si las estuviera “escuchando” realmente. Así, lo que sugiere el estudio es que la persona (o su cerebro) podría estar manteniendo cierta percepción semántica.

En otro artículo, esta vez del 2019, liderado por Kotchoubey, los investigadores encontraron que la actividad eléctrica del cerebro de 104 pacientes en coma era similar a la de una persona común que recibe una instrucción.

Referencias bibliográficas:

  • Davinia Fernández-Espejo, PhD Stephanie Rossit, PhD Adrian M. Owen, PhD. (2015). A Thalamocortical Mechanism for the Absence of Overt Motor Behavior in Covertly Aware Patients. JAMA Neurol, 72(12):1442-1450. doi:10.1001/jamaneurol.2015.2614
  • Kotchoubey, B., Daltrozzo, J., Wioland, N., Mutschler, V., Lutun, P., Birbaumer, N., & Jaeger, A. (2005). Semantic processing in a coma patient. Grand Rounds, 5: 37-41.

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  • Salud Mental y Tratamientos

Diagnosticando el autismo durante la pandemia

  • Alejandra Alonso
  • 14/09/2021
photo of family sitting on floor while using laptop

La detección temprana de los trastornos del espectro autista (TEA) es clave, ya que las intervenciones comienzan antes y se pueden abordar más eficazmente problemas como la comunicación social o las conductas repetitivas problemáticas. La detección temprana consiste en estar pendientes del desarrollo y el comportamiento del infante entre las edades de 1 y 3 años y preguntar a sus cuidadores si tienen alguna preocupación.

Sin embargo, algunos niños y niñas llevan ya la mitad de sus vidas (o más) en circunstancias especiales debido a la pandemia. No sabemos qué consecuencias haya luego de más de un año de restricciones en la esfera social. Puede ser que algunos patrones de comportamiento exhibidos sean resultado de esas extrañas condiciones, o reflejen el estrés, trauma o aislamiento social que muchas familias experimentaron.

Pensemos específicamente en mamás y papás primerizos, cuya información sobre la conducta de sus hijas e hijos se ve limitada sin la retroalimentación de docentes y proveedores de salud (o incluso familiares). Por otro lado, es probable que, al estar más tiempo en casa, puedan notar comportamientos inusuales o preocupantes. Como ejemplo podemos mencionar la ecolalia, que forma parte del desarrollo normal del lenguaje en etapas tempranas, pero luego va haciéndose menos frecuente y no debería conformar la mayor parte de lo que un niño dice.

Cuando las personas que se relacionaban con una niña (familiares, docentes, personal de salud) sí tenían preocupaciones en cuanto a lo que observaban, poder realizar la evaluación correspondiente se hizo más difícil durante el distanciamiento social.

Algunos profesionales realizaron entrevistas a los padres por videollamadas y observaron vídeos del niño e incluso han utilizado el patio de sus propias casas para poder observar mejor. Las evaluaciones estandarizadas requieren las observaciones de expresiones y reacciones de la niña o niño, así que no se pueden realizar con mascarilla. Existen versiones breves donde son los cuidadores quienes, sin mascarilla, interactúan con el niño, mientras el profesional observa sin estar en la misma sala. Sin embargo, no se sabe aún la precisión de estas formas de evaluación.

Para poder realizar una detección temprana, es importante que se lleven a cabo las evaluaciones del desarrollo. Existen pruebas estandarizadas específicas en algunos países para llevar a cabo dicha evaluación, como el PRUNAPE en Argentina, el TEPSI en Chile, (validado en otros países latinoamericanos también), en Uruguay se desarrolló la guía nacional para vigilar el desarrollo de niñas y niños menores de 5 años, llamada GNVD V2. Además existen otras escalas adaptadas a uno o varios países de Latinoamérica como el Cuestionario de edades y etapas (ASQ3), el Batelle, las escalas de desarrollo Merrill-Palmer, la prueba Denver o el Bayley III.

Aunque las habilidades de los profesionales para hacer evaluaciones a través de la telesalud ha ido mejorando mucho durante la pandemia, la apreciación de niños y niñas pequeños es más complicada. No solo la edad es un desafío, sino también otros factores como la conexión estable y rápida a internet. Adicionalmente, situaciones derivadas de la pandemia como la pérdida de trabajo y una economía difícil, pueden hacer menos probable que los niños que realmente lo necesitan, reciban la atención profesional apropiada.

¿Qué pueden hacer los padres y las madres?

Si te preocupa la conducta de tu hijo/a, pero no sabes si se debe a todo lo vivido durante el año 2020 y el 2021, o si más bien se trata de algún indicador de problemas del neurodesarrollo, lo primero que debes considerar es si esos comportamientos estaban presentes antes de la pandemia.

Ante cualquier preocupación sobre el desarrollo o la conducta, es bueno conversar con el pediatra, quien puede revisar los reportes con los cuidadores y hablarles del curso del desarrollo. Si las preocupaciones continúan, entonces se puede requerir una referencia para que se realice una evaluación del desarrollo.

Para conocer más sobre el desarrollo temprano del lenguaje, puedes ver este artículo.

Fuente: The New York Times

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No todo es psicología (4): Leonardo Da Vinci y la conexión que desarrollamos con nuestras mascotas

  • David Aparicio
  • 12/09/2021
close up photography of wet leaves

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  • Biografías

Mary Cover Jones: La madre de la terapia de conducta

  • Laura Ruiz
  • 10/09/2021

Mary Cover Jones (1896-1987) fue una psicóloga estadounidense de orientación conductista, que realizó grandes aportaciones al ámbito de la psicología. Concretamente, contribuyó al ámbito de la psicología clínica infantil ya que sus investigaciones y experimentos se centraron en el abordaje de las fobias, las reacciones de miedo y los trastornos de ansiedad en esa población. También se interesó mucho por la psicología del desarrollo.

Una de las grandes aportaciones de esta psicóloga fue la de la desensibilización sistemática (DS), una técnica desarrollada junto a su compañero John B. Watson. Uno de sus experimentos más conocidos fue el caso de Peter (un niño con diferentes fobias), donde puso en práctica 7 técnicas diferentes para eliminarle la fobia a los conejos y a los ratones.

¿Quién fue Mary Cover Jones?

Mary Cover Jones fue una psicóloga estadounidense, nacida el 1 de septiembre de 1897 en Johnstown, Pensilvania, y fallecida el 22 de julio de 1987 en Santa Bárbara (California), a la edad de 90 años. Fue una pionera de la terapia de conducta, incluso el psiquiatra sudafricano-estadounidense Joseph Wolpe la apodó “la madre de la terapia de conducta”. 

Una de sus aportaciones más destacadas en el ámbito de la psicología, la técnica de la desensibilización sistemática (DS), es utilizada en un tipo de trastorno de ansiedad, las fobias específicas, y se basa en el principio del contracondicionamiento.

En este sentido, Mary Cover Jones fue la primera en utilizar el contracondicionamiento con el objetivo de abordar las fobias, aunque fue su compañero, el psicólogo estadounidense Joseph Wolf, quien la popularizó en el marco de la desensibilización sistemática.

Formación universitaria

Mary Cover Jones se graduó en psicología en 1919 en el Vassar College, una universidad privada localizada en Poughkeepsie, un pueblo neoyorquino de los EE.UU. Dicha universidad fue fundada en 1861 y era exclusiva para mujeres.

Ese mismo año, Jones asistió a una conferencia de fin de semana impartida por John B. Watson en Nueva York. Watson fue un psicólogo estadounidense, considerado una figura clave en el siglo XX que formuló y popularizó la teoría científica del conductismo y convirtió esta orientación en una escuela psicológica (la escuela conductista).

En esa conferencia Watson describió el caso del pequeño Albert (un experimento mundialmente conocido de un bebé de 11 meses al que le provocaron una fobia; al día de hoy se considera un experimento profundamente cruel), junto a Rosalie Rayner, amiga de Mary Cover Jones. Y ahí afloró en Jones el deseo de empezar un postgrado de psicología. 

El postgrado lo realizó en la Universidad de Columbia, donde se graduó en 1920. Ese mismo año empezó a trabajar con John B. Watson. En el terreno personal, ese mismo año también se casó con Harold Jones, un compañero del postgrado. En 1923 fue nombrada asociada en investigación psicológica en el Instituto de Investigación Educativa del Columbia University Teachers’ College.

Fobias infantiles: estudio del pequeño Peter

En los años siguientes, Jones desarrolló un estudio con el pequeño Peter, un niño de 2 años y 10 meses con fobia a los conejos, a las ratas, los abrigos y el algodón.

Trató su fobia a los conejos blancos con una variedad de procedimientos (concretamente, siete) para reducir su miedo. La técnica que más éxito tuvo fue la del recondicionamiento directo (o condicionamiento directo), a través de la cual se presentaba un estímulo agradable (comida) simultáneamente al conejo. Jones observó cómo, a medida que se acercaba el conejo al niño en presencia de la comida, Peter se volvía más tolerante y empezaba a tocar al conejo sin miedo.

Otra técnica que también le sirvió a Jones con el pequeño Peter, en este caso con la fobia a las ratas, fue la de la imitación social: Bárbara, una niña valiente, agarraba a las ratas sin problemas en presencia de Peter. A través de esta observación, Peter logró aprender a tolerar la rata.

Ámbito profesional y reconocimiento

Mary Cover Jones desarrolló la mayor parte de su trabajo profesional en el ámbito de la psicología del desarrollo. Trabajó durante 55 años en este ámbito, y formó parte de una investigación longitudinal muy conocida, el Estudio de Crecimiento de Oakland (OGS). 

Estudio de Crecimiento de Oakland

El Estudio de Crecimiento de Oakland se inició en 1932 y se diseñó con la finalidad de seguir a un grupo de 200 estudiantes, de quinto y sexto grado; es decir, desde la pubertad hasta la adolescencia. 

Gracias a los datos del gran estudio, Jones logró publicar más de 100 artículos. Entre ellos, algunos sobre los efectos psicológicos y conductuales a largo plazo de la maduración física temprana y tardía en la adolescencia. Otros de estos artículos, con fecha de 1968, analizaban los antecedentes del desarrollo en el problema del consumo de alcohol.

Presidenta de la Sociedad para Psicología de las Mujeres 

Más allá de todo esto, Mary Cover Jones publicó numerosos artículos y se convirtió en Presidenta de la División 35 de la American Psychological Association (APA), es decir la Sociedad para Psicología de las Mujeres. 

Una mujer pionera y reconocida

En 1968 recibió un premio destacado de esta asociación: El G. Stanley Hall, premio que le debe su nombre al fundador del APA Granville Stanley Hall (1846-1924), psicólogo y educador estadounidense.

Por otro lado, Jones fue pionera en la comunicación televisiva; en 1952 produjo junto a su marido el primer curso de televisión educativa en psicología infantil.

Desensibilización sistemática

Como decíamos en la introducción, una de las principales aportaciones de Mary Cover Jones a la psicología, junto a Joseph Wolpe, fue la técnica de la desensibilización sistemática, basada en el condicionamiento clásico. 

Se trata de un tipo de intervención utilizada sobre todo en los trastornos de ansiedad, especialmente en las fobias. Se basa en un tipo de entrenamiento en el que el paciente aprende a gestionar (o más bien, se deshabitua a) las emociones desagradables asociadas a experiencias generadoras de ansiedad.

El principio del contracondicionamiento

Parte de la siguiente idea: para superar un trastorno de ansiedad, es necesario afrontar el malestar, aprender a tolerarlo, en lugar de intentar huir de él o de reprimirlo. Así es como se llega a la habituación, a la “de-sensibilización” del estímulo ansiógeno o desagradable, que implica una desaparición progresiva de las respuestas emocionales y corporales negativas asociadas al estímulo. 

Pero, ¿Cómo reducir la ansiedad? Con una respuesta incompatible. Así, se parte de la idea siguiente: la ansiedad puede ser reducida y eliminada a través de una respuesta incompatible, por ejemplo la relajación (el principio del contracondicionamiento). 

Una persona no puede estar relajada y ansiosa al mismo tiempo. Por ello, con la DS se busca que el paciente aprenda a relajarse ante estímulos ansiógenos, y que progresivamente esta respuesta la pueda emitir automáticamente y sin tanto esfuerzo.

Muerte y legado

Mary Cover Jones falleció en Santa Bárbara, California, el 22 de julio de 1987, a punto de cumplir 91 años. Tal y como cita Reiss (1990), minutos antes de fallecer, Jones le dijo a su hermana: “Todavía estoy aprendiendo sobre lo que es importante en la vida”.

El legado de Mary Cover Jones a la terapia de conducta, fruto de mucha evolución, es innegable en la actualidad. Su compromiso con la ciencia y con el conocimiento le permitieron situarse en una de las psicólogas más importantes de la historia de la psicología.

Referencias:

  • Jones, M.C. (1974). Albert, Peter, and John B. Watson. American Psychologist, 29, 581-583.
  • Lafuente, E., y otros (2017). Historia de la Psicología. Madrid: UNED.
  • Reiss, B. K. (1990). A biography of Mary Cover Jones.Unpublished doctoral dissertation. The Wright Institute, Los Angeles, CA.
  • Rutheford, A. (2000). Mary Cover Jones (1896-1987). The Feminist Psychologist, Newletter of the Society for the Psychology of Women, 27(3). Recuperado de: http://www.apadivisions.org/division-35/about/heritage/mary-jones-biography.aspx

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  • Ciencia y Evidencia en Psicología

Las personas que tuvieron COVID-19 podrían presentar síntomas psiquiátricos incluso un año después

  • Maria Fernanda Alonso
  • 09/09/2021

Uno de cada tres sobrevivientes de COVID-19 fue diagnosticado con una afección neurológica o psiquiátrica dentro de los seis meses posteriores a la infección, siendo la ansiedad y los trastornos del estado de ánimo los más comunes (Taquet et al., 2021). Los hallazgos más recientes revelan que la depresión, el insomnio y los síntomas relacionados con el trauma sufridos por estas personas pueden empeorar con el paso del tiempo (Kyzar et al., 2021).

Qué metodología usaron

Para esta investigación longitudinal, se hizo un seguimiento aproximadamente de 6 meses a más de un año a una pequeña cohorte de personas que habían tenido COVID-19. El objetivo era detectar síntomas psiquiátricos duraderos y, consecuentemente, ser capaces de brindar atención de seguimiento más enfocada. 

El análisis incluyó a 52 personas que tenían una infección por COVID-19 confirmada y completaron encuestas de referencia y de seguimiento. Los participantes reclutados pertenecían al área metropolitana de la ciudad de Nueva York, entre el 15 de abril de 2020 y el 23 de febrero de 2021. Completaron cuestionarios médicos y psiquiátricos en línea y también visitaron un laboratorio para realizar exámenes físicos. También respondieron encuestas de seguimiento entre 24 y 60 semanas después de la inscripción inicial. 

Qué encontraron

En el estudio fueron halladas tasas relativamente altas de insomnio, síntomas depresivos y síntomas relacionados con el trauma en el seguimiento a largo plazo (al menos 24 semanas después de la infección inicial).

Un dato que resaltan los investigadores es que las puntuaciones del cuestionario durante el seguimiento mostraron que los síntomas relacionados con el trauma y el TEPT parecían empeorar en comparación al momento inicial de inscripción para participar en el estudio.

Dentro de las limitaciones de la investigación se señala la carencia de un grupo de control, a la vez que no se controló algunos factores socioeconómicos importantes, por lo que no quedó claro si los cambios observados en los síntomas fueron el resultado de haber padecido COVID-19. Pero los hallazgos están en línea con un estudio similar, que examinó los síntomas relacionados con el trauma en sobrevivientes de COVID-19 en Wuhan, China, e incluyó un grupo de control (Tu et al., 2021).

Futuras investigaciones deberían abordar qué factores de riesgo pueden contribuir a la duración de los síntomas neuropsiquiátricos después de la infección por COVID-19, así como investigar los mecanismos neurobiológicos que podrían estar involucrados.

Referencias:

  • Kyzar, E. J., Purpura, L. J., Shah, J., Cantos, A., Nordvig, A. S., & Yin, M. T. (2021). Anxiety, depression, insomnia, and trauma-related symptoms following COVID-19 infection at long-term follow-up. Brain, Behavior, & Immunity – Health, 16, 100315. https://doi.org/10.1016/j.bbih.2021.100315
  • Taquet, M., Geddes, J. R., Husain, M., Luciano, S., & Harrison, P. J. (2021). 6-month neurological and psychiatric outcomes in 236 379 survivors of COVID-19: a retrospective cohort study using electronic health records. The Lancet. Psychiatry, 8(5), 416-427. https://doi.org/10.1016/S2215-0366(21)00084-5
  • Tu, Y., Zhang, Y., Li, Y., Zhao, Q., Bi, Y., Lu, X., Kong, Y., Wang, L., Lu, Z., & Hu, L. (2021). Post-traumatic stress symptoms in COVID-19 survivors: a self-report and brain imaging follow-up study. Molecular Psychiatry. https://doi.org/10.1038/s41380-021-01223-w

Fuente: Psypost

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